Claudio Gogol y Las Helices de Acuario

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GOGOL Y LAS HÉLICES DE ACUARIO Gogol se puso el capote y fue a la taberna. La nieve caía en capas gruesas, como cubos de hielo. En el alféizar vio cómo una criada era robada por el fantasma de San Petersburgo. Decidió ir tras él y pidió una hélice de acuario más. Al beberla se le transfiguraba el cuerpo en frío, azul e invisible. Los fantasmas suelen no pagar y no fue la excepción. Salió a través de la pared y se sacó las botas que le daban calor. De su cabeza invisible salía un calor de borrachera indiscutido. Indescifrable como los lunes, paseó por la iglesia y lo vio. Dio 20 kópeks al mendigo de la entrada y entró, al iconostario. Allí el fantasma, con sus bigotes de molino se movía, contaba el jornal y daba gracias a un dios desconocido. Gogol se persignó. Gogol y ambos se vieron desde algún lugar, obviamente, se dispusieron a duelo. Con un facón y una bufanda el fantasma, con una cimitarra y un pañuelo nuestro Gogol. El viento entrado desordenado, sin aviso previo. De una estocada le rozó al fantasma su piel nevada. Sangró como río y comenzó a salir savia. El viento envolvió a Gogol en un torbellino que no paraba de dar vueltas. Con sigilosa destreza, el fantasma herido, salió y dióse a la fuga pero a cada paso, salía regado se colaba entre la nieve. Gogol terminó con el viento. Desesperado fue siguiendo las huellas del fantasma, que dejaba como un asesino sus huellas Llegaron a un bosque. Un árbol cayó y aplastó la cabaña del fantasma. Una mujer se pintaba las uñas. Salió

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GOGOL Y LAS HÉLICES DE ACUARIO

Gogol se puso el capote y fue a la taberna. La nieve caía en capas gruesas, como cubos de

hielo. En el alféizar vio cómo una criada era robada por el fantasma de San Petersburgo.

Decidió ir tras él y pidió una hélice de acuario más. Al beberla se le transfiguraba el cuerpo en

frío, azul e invisible. Los fantasmas suelen no pagar y no fue la excepción. Salió a través de la

pared y se sacó las botas que le daban calor. De su cabeza invisible salía un calor de

borrachera indiscutido. Indescifrable como los lunes, paseó por la iglesia y lo vio. Dio 20

kópeks al mendigo de la entrada y entró, al iconostario. Allí el fantasma, con sus bigotes de

molino se movía, contaba el jornal y daba gracias a un dios desconocido. Gogol se persignó.

Gogol y ambos se vieron desde algún lugar, obviamente, se dispusieron a duelo. Con un facón

y una bufanda el fantasma, con una cimitarra y un pañuelo nuestro Gogol. El viento entrado

desordenado, sin aviso previo. De una estocada le rozó al fantasma su piel nevada. Sangró

como río y comenzó a salir savia. El viento envolvió a Gogol en un torbellino que no paraba

de dar vueltas. Con sigilosa destreza, el fantasma herido, salió y dióse a la fuga pero a cada

paso, salía regado se colaba entre la nieve. Gogol terminó con el viento. Desesperado fue

siguiendo las huellas del fantasma, que dejaba como un asesino sus huellas Llegaron a un

bosque. Un árbol cayó y aplastó la cabaña del fantasma. Una mujer se pintaba las uñas. Salió

despavorida, y al ver a su marido herido, la zorra de la brujería hechizó a Gogol junto al río.

Hay dos tantas más en Petersburgo, presos de la hechicera. Uno roba, y el otro Gogol, vive en

la taberna.

No deja de tomar hélices de acuario, para retornar a la vida. ¿Como un alma que ha muerto

por el personaje de un cuento (suyo)?