Clase v - El Discurso de Natsume Sôseki, La Civilización Del Japón Contemporáneo, De 1912, y Sus...

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El discurso de natsume sôseki, "La civilización del japón Contemporáneo", de 1912, y sus advertencias sobre la modernización En Japón Author(s): Amalia Sato, Victoria Totsuka, Amalia Sato Reviewed work(s): Source: Estudios de Asia y Africa, Vol. 29, No. 3 (95) (Sep. - Dec., 1994), pp. 469-482 Published by: El Colegio De Mexico Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40312584 . Accessed: 29/12/2011 01:12 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. El Colegio De Mexico is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Estudios de Asia y Africa. http://www.jstor.org

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  • El discurso de natsume sseki, "La civilizacin del japn Contemporneo", de 1912, y susadvertencias sobre la modernizacin En JapnAuthor(s): Amalia Sato, Victoria Totsuka, Amalia SatoReviewed work(s):Source: Estudios de Asia y Africa, Vol. 29, No. 3 (95) (Sep. - Dec., 1994), pp. 469-482Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/40312584 .Accessed: 29/12/2011 01:12

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  • TRADUCCIN

    EL DISCURSO DE NATSUME SSEKI, "LA OVniZAaNDELJAPN CONTEMPORNEO^,

    DE 1912, Y SUS ADVERTENCIAS SOBRE LA MODERNIZACIN EN JAPN

    Introduccin de AMALIA SATO Universidad de Buenos Aires

    (Traduccin del japons: Victoria Totsuka y Amalia Sato)*

    En la sala, los rostros de los estudiantes y del diser- tante resultaban parejamente indistintos, lo cual tornaba todo levemente mstico. Algo as como masticar un emparedado de jamn en la oscuridad.

    Sanshiro, novela de Sseki de 1912.

    Poder establecer mis propias normas signific un nuevo comienzo, debo confesar, y me ayud a ha- llar lo que consider que deba ser la tarea de mi vida. Resolv escribir libros y decir a la gente que no necesitaba imitar a los occidentales, que correr ciegamente tras otros slo les provocara una enorme ansiedad. Si poda explicrselo con pruebas firmes, ello a la vez me dara placer y los hara felices. Esto era lo que deseaba realizar.

    "Mi individualismo", discurso de 1914.

    EN 1912, CUANDO despus de la guerra con Rusia el optimis- mo enfervorizaba a las esferas del poder, Sseki pronunci un crtico discurso sobre los efectos de la modernizacin emprendida por Japn. Esta pieza, que algunos intelectuales

    * Agradezco las observaciones y comentarios a la traduccin de Toshiki Miyamoto, as como los de Masako Usui e Iwao Akizuki a mi escrito.

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    japoneses veneran, hasta ahora slo se conoca por las citas de sus frases culminantes.

    Hoy, en estos nuevos tiempos de aceleramiento histrico, cuando se habla de una * 'segunda apertura del pas" en el marco de un "nuevo orden mundial", hemos revisado la semntica de los trminos con que Sseki se refera al proceso de occidentalizacin. Asimismo, presentamos la primera traduccin completa del discurso al espaol, realizada segn el original jappns.

    Natsume Sseki (1867-1916) es, sin duda, an hoy en da, el escritor de Meidyi ms popular y querido por los japoneses. La difusin de la obra de Sseki, cuya imagen aparece en el billete de 1 000 yenes, se vio favorecida por la publicacin de sus obras completas en los aos de la posgue- rra de 1945, cuando caducaban los derechos de autor. A estas alturas de voluminosa crtica dedicada a nuestro autor, exis- ten numerosos clichs sobre su persona, y su imagen elabo- rada y respetada como el modelo de gran intelectual, slo es comparable con la de otro gran pensador, su contemporneo Ogai.

    Qu carrera sigui Sseki ? A una infancia torturada - en la que fiie rechazado primero por sus padres viejos, y luego adoptado nuevamente como nieto; creci en la ignorancia y confusin de su origen, hasta que una criada le revel la ver- dad - siguieron una brillante trayectoria estudiantil y la graduacin como profesor de literatura de la Universidad de Tokio. Luego, tal como lo exiga la carrera en aras de la occi- dentalizacin, alcanz el impecable dominio de una lengua extranjera; el ingls, en su caso. Como recompensa, realiz un viaje de iniciacin a Londres, ya casado y con un segundo hijo en camino. Tuvo entonces su inexplicable (para el sis- tema) desilusin con los valores de Occidente. A su regreso a Japn, acat la responsabilidad social que haba significado salir de su patria con un sentido de misin nacional y cumpli rigurosamente los tres aos de docencia en la clebre ctedra en que lo precediera Lafcadio Hearn. A los 40 aos, renunci a los logros curriculares en el medio acadmico y se emple como crtico literario en el diario A sahiShinbun, de-

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    dicando los ltimos diez aos de su vida a la febril gestacin de su obra. En 1907 rechaz una invitacin del ministro Saionji Kinmochi, y en 1911 declin incluso el honor del doctorado en Letras ofrecido por el Ministerio de Educacin.1

    Ya los contemporneos de Sseki juzgaron invariable- mente como excentricidad cualquiera de sus elecciones - vis- tas como una desviacin de lo aceptable o conveniente para el ascenso social. Sseki fue as - en poca muy temprana y a raz de un comentario poco acertado que hiciera otro becario en ocasin de su depresin londinense - catalogado como desequilibrado.2

    Su estada en el extranjero fiie, sin duda, una experiencia traumtica: muchas veces declar su decepcin por los valores mercantilistas del capitalismo ingls, tal como se ponan en evidencia en escenas dickensianas. Tambin, "fuera de escala1', Sseki tom conciencia de las diferencias raciales y hasta sinti vergenza de su cutis picado de viruelas. Pero su crisis depresiva no era oportuna para la poltica triunfalista del momento, por lo que resultaba ms sencillo suponerlo loco, en lugar de indagar cules haban sido los motivos de su fragilidad psquica. El mismo dej constancia escrita de su conciencia sobre la percepcin ajena:

    Los ingleses decidieron que yo deba de haber sufrido una postracin nerviosa. Un japons escribi a mi casa diciendo que rne haba vuelto loco. Estoy seguro de que no haba malas intenciones en lo que estas inteligentes personas decan. Slo lamento haber fallado en expresar- les mis gracias, y esto, por culpa de mi usual inefciencia. Se inform que haba quedado en un estado de postracin nerviosa, incluso tras mi regreso a Japn, y que estaba totalmente fuera de mis casillas. En este punto coincidan hasta mis parientes. Y si incluso ellos estaban

    1 Su maestro de ingls, James Murdoch, lo elogi en esta ocasin diciendo que Sseki posea una columna vertebral moral (tokugiteki sekizui), expresin que qued incorporada al vocabulario japons.

    Sseki confesaba, sin hipocresa, todo lo que sufri durante su estada de dos aos en Londres; sobre todo, por la miseria concreta a la que lo condenaba el magro estipendio que reciba del gobierno japons, lo cual le impidi el acceso a buenos cursos o, siquiera, si lo hubiera deseado, alternar en los salones con sus compatriotas diplomticos o comerciantes. Lo nico rescatable fueron sus lecciones con una autoridad en Shakespeare, el doctor William James Craig. Por lo dems, se vea como "un perro perdido en medio de una manada de lobos".

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    convencidos, creo que yo, el tema de sus observaciones, no debera gastar saliva en discusiones. Sin embargo, cuando tomo concienia de que, gracias a mi postracin nerviosa y locura, he sido capaz de escri- bir Yo soy un gafo; de publicar Flotando en el espacio, y de presentar Jaula de codornices, me parece que debo expresar una profunda gra- titud a mi postracin y a mi locura. Salvo una que otra circunstancia personal, imagino que stas me acompaarn mientras viva. Espero publicar otros libros como los citados, a condicin de que no se modifique mi estado, y fervientemente rezo para que mi postracin nerviosa y mi locura no me abandonen durante largo tiempo.

    Al revisar las reseas biogrficas sobre Sseki, se com- prueba que persiste la tendencia a considerarlo un individuo congnitamente predispuesto a la melancola, al sufrimiento y a la "demencia". Tal es el caso de Kato Shuichi, quien, a juzgar por sus consideraciones de mdico, nos pinta un S- seki ms merecedor de una ficha clnica que de una valo- racin como intelectual.3 Menos limitado es el juicio de Oke- tani Hideaki, para quien

    . . .Hay un punto crucial en el que el propio miedo existencial se cruza con el camino del cambio de un Japn lanzado a la modernizacin, siendo en Londres donde su abatimiento nervioso y su desilusin se acrecentaron, al comprobar que lo falso de la modernizacin de Meidyi exista en su propio ser individual.

    Pero esta opinin es excepcional en medio de un intermi- nable repertorio de escritos que anteponen a cualquier apre- ciacin sobre el cido pensador una estampa familiar dolo- rida, a la que contribuyen los testimonios de hijos y nietos, recogidos con puntillosidad probatoria. Todava, intelectua- les de la talla de Et Jun, Kosaka Susumu o Hiraoka Toshio siguen indagando en sus escritos para descubrir quin fue su

    3 Aunque vivi mucho ms que Shiki Masaoka (su amigo poeta), Sseki no era un hombre saludable. Sufri de depresin o de "debilidad nerviosa", como l deca, a lo largo de toda su vida. Su primer ataque se produjo a los 20 aos. Busc la curacin en un templo haciendo meditacin zen en Kamakura, en 1894, y al ao siguiente abandon su trabajo de docente en Tokio y se fue a Matsuyama. El otro ataque lo sufri en Londres. Luego, hubo otros en 1912 y 1913, durante la redaccin cKq/'in. A lo largo de sus diez ltimos aos, sufri de lcera estomacal. Su primera gran hemorragia la haba tenido en el templo Shuxenji, en Izu, y por la misma causa muri en 1916.

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    amor secreto, o para discutir el posible final de su novela in- conclusa, obsesionados por atrapar una silueta conflictiva y sentimental.4

    En su obra, el reflejo crtico de esos tiempos del Meidyi tardo que tanto lo preocupan va acompaado por un claros- curo en la narrativa, la cual se inicia con un tono humorstico para volverse desencantada, llena de agonas personales en medio de conflictos que surgen de vertiginosas modifi- caciones axiolgicas.5 Despus de "Yo soy un gato11 (Waga- haiga neko de aru, 1905) y "El joven mimado" (Botchan, 1906), con sus tiernas ancdotas sobre la vida de maestros de escuela en ambientes mediocres, novelas como "Y luego" (Sorekara, 1909) o "Sentimientos" (Kokoro, 1914), desarro- llarn los padecimientos de los "enfermos de la civi- lizacin", en tringulos amorosos en los que el sufrimiento tico llega a considerar al amor romntico un terrible dao en medio de un mundo emocional en crisis. Adems de las observaciones agudsimas que hace sobre la modernidad en su obra de ficcin, antes y despus de publicar Kokoro, S- seki pronunci tres conferencias crticas que no han merecido la debida atencin. As, en una reciente antologa crtica (Ed. Kinseido, 1987) de toda su obra, no se les dedica nin- gn estudio. El nico llamado de atencin es el de Thomas Rimer,6 quien seala:

    Uno de los documentos clave sobre el complejo tema del lugar de Japn en el mundo moderno puede encontrarse en su ensayo, hasta hoy no traducido, "Gendai Nihon no Kaika", citado innumerables veces por las fuentes japonesas como una exposicin clsica sobre los dilemas planteados por los cambios de valores sociales y espirituales en su generacin.

    4 Para otros escritos psiquitricos, vase Chitani Schichiro,.Shiozaki Yosjio, George de Vos/Hiroshi Wgatsuma, Doi Takeo, Kitayama Takashi, Ara Masahito, Yoshida Rokur. A Sseki se le diagnostican depresin endgena (naiinsei utsubyo), esquizofrenia, paranoia y estados de depresin maniaco-esquizoide.

    Doi Takeo concluye que, as como las penetrantes observaciones de Nietzche prepararon el terreno para el psicoanlisis de Freud en Occidente, el trabajo de ficcin de Sseki prepar el camino Dar eme emergiera el psicoanlisis en Tacn. 6 The Journal of Japanese Studies, vol. 14, num. 2, 1988.

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    La mayora de los estudiosos7 conceden a los discursos - de escasa difusin en su tiempo,8 pero declamados con fervor ante auditorios de provincianos o de los futuros lderes egresados del prestigioso colegio Gakushin - un alto valor emotivo, pero poco peso ideolgico, desconfiando, como Ikeda Sanae, de la agudeza metodolgica y del saber filosfico de Sseki.9 La historia del pensamiento es esquiva a concederle en el dis- curso comprometido.

    El discurso de 1912, "La civilizacin del Japn contem- porneo", fue pronunciado en la provincia de Wakayama y es una pieza oratoria de tono intimista improvisada durante una gira organizada por su editorial. Este discurso contrasta con el de 1914, de enftico tono eticista, que fue a la vez un sinceramiento sobre su propia formacin, ante estudiantes de familias ricas, y una apreciacin desconfiada del poder del dinero.

    Por esos das, su antiguo maestro de ingls, James Mur- doch, le envi su Historia de Japn, libro impregnado de sa- tisfaccin por los resultados de la modernizacin. Veinte aos antes, Murdoch era un descredo observador de los logros de la etapa inicial, a la que calificaba como una "traduccin mal hecha" de Occidente. Invertidos los juicios, es ahora Sseki quien, de ser un joven ilusionado por las posibilidades que le da el estudio del ingls, cae en la desesperanza.

    Un tono jocoso caracteriza la presentacin y la primera mitad del discurso, en las que Sseki pasa revista, sucesiva- mente, al problema de la definicin y al concepto de la civili- zacin en general. Este tono, que permite al autor una crtica velada, es deudor en gran medida de la irona inglesa, con citas pedaggicas inspiradas, sobre todo, en Los principios de la psicologa e, William James y con la nocin de "corriente de la conciencia" como elemento terico central. La vida, re-

    7 Vase Jay Rubin. "Mi individualismo" (Watakusino Kozimhugi) sali publicado en un

    peridico estudiantil y no se lo tom nunca en cuenta para el debate. Ikeda Sanae, que con el paso de los aos fue el inventor del glutamato de

    sodio, el conocido ajinomoto, haba sido compaero de las soledades inglesas del autor.

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    ducida a un flujo esquemtico de conciencias, ocupa la con- ciencia colectiva de los japoneses, con la guerra ruso-japonesa y con la alianza anglo-japonesa, y las apabulla de euforia mi- litarista y ansiedad por compromisos con primeras potencias. De este modo, respaldado por la nocin de sucesivas etapas de atencin no acumulativas de un psicologismo mecanicista, Sseki expresa cules son los focos de atencin de sus com- patriotas.

    Ya el ttulo del discurso plantea la necesidad de una lec- tura meticulosa y desconfiada: Kaika (trmino formado por los ideogramas

    * 'apertura'

    ' y ' 'cambio' ' , y que actualmente se

    traduce como ' ' civilizacin " ) no tiene para Sseki una connota- cin fundacional o valorativa, pues l distingua, por un lado, los procesos mviles, luego reconocidos como civilizacin y, por el otro, las bases inmviles, inmutables, valoradas como cultura (bunk). Tal distincin implicaba un juicio valorativo: la civilizacin (kaika) necesita adaptarse in pausa\ la cultura (bunka) se sostiene por s misma. Satricamente, uno de sus personajes, el filsofo Dokusen, reprocha de manera encare- cida la pasividad de las estructuras mentales tradicionales:

    Tal vez la civilizacin occidental sea dinmica y progresista, pero est construida por hombres destinados a vivir con frustracin. En la civi- lizacin japonesa, en cambio, uno no se procura comodidad median- te cambios externos; su gran diferencia con la occidental estriba en la creencia de que las cosas externas no pueden modificarse. As, noso- tros no intentamos, como los occidentales, cambiar la relacin entre padres e hijos, simplemente porque no es de nuestro agrado. Tra- tamos de encontrar paz espiritual aceptando que las relaciones entre hijos y padres no pueden modificarse. Asimismo, aceptamos cmo son las relaciones entre esposos, amos y servidores, samurais y ple- beyos. Por esta razn tenemos una peculiar visin de la naturaleza. Si no podemos visitar una regin vecina a causa de las montaas, en lugar de intentar moverlas, procuramos planificar nuestras vidas se- gn el supuesto de que nunca podrn ser movidas. Cultivamos el es- tado mental que propone: "Aunque las montaas no pueden ser movidas, estar satisfecho." La esencia de lo que digo est tomado de los zen y de los confucianistas ("Yo soy un gato").

    Tambin el empleo en el discurso de Seiy (Occidente) y de seiyjin (occidentales) tiene un matiz valorativo (el des- pectivo para occidental esgaijin). Hay all un reconocimiento de la superioridad de Occidente, justificado por dos cir-

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    cunstancias: la ventaja histrica de que Occidente emprendi antes los procesos de modernizacin y supo aprovechar el tiempo libre, generado por la cultura de la obligacin, cul- tivando las aficiones - capacidad que en ningn momento reconoce a su Japn acosado por la velocidad - ,10 la fortaleza espiritual y fsica de la que carecen sus compatriotas.

    En cuanto a su teora de dos culturas, una de las cuales se basa en los principios del placer, del derroche o de la aficin (draku), y la otra en el principio de la obligacin (dtok), constituye una reflexin, compartida con otros colegas de la intelligentsia, acerca del papel del ocio (yoy),11 que adquiere un sentido muy especial en Sseki. La novela en la que mejor se percibe la peculiar funcin del ocio en la narrativa de Sseki es Y luego, que debera leerse como la dramatizacin de los mismos temas del discurso. Para el protagonista - un joven inteligente de posicin acomoda- da - , su "no hacer nada" y su dependencia del bolsillo paterno son una forma de resistencia pasiva ante las coac- ciones del sistema; su manera de no aceptar con sus actos la maquinaria infernal. La lucha por el reconocimiento de Japn como pas ha sido suplantada por la lucha por la su- pervivencia, y los desilusionados son escpticos. En su ensayo de 1911, "La aficin y el empleo" (Draku to Sbokugy), Sseki reflexionaba sobre la creciente distancia entre estas dos actitudes y sobre el tiempo y situacin claros que tuvieron durante el periodo histrico anterior. Una consecuencia de la cultura de la obligacin es la promocin y proliferacin de objetos de una tecnologa superflua. Sseki cita dos ejemplos de ello: el jinrikksha (el hombre bicicleta), aparecido en el paisaje urbano en 1869, pero cuyo origen sigue siendo os- curo, y el funicular, "que lo ha llevado como a un oso en una jaula'

    ' , por culpa del cual observa el hermoso paisaje con

    Acaso no resultan significativos los engranajes (hagurumd) que obsesiona al personaje de la novela homnima de Akutagawa Ryunosukc, y los objetos similares centelleantes que persiguen a Daisuke en y luego (Sorekara), ledos como smbolos de esa loca movilidad civilizatoria angustiosamente percibida por ambos creadores?

    11 Cuestin que tambin est ahora en el tapete, en este decenio de los noven- ta, con enfoque ecologista y neohumanista.

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    un sentimiento nostlgico por un " bello Japn ya ido", para

    emplear una expresin luego cara a Kawabata o Tanizaki.12 La diferencia primordial con respecto al desarrollo de Oc-

    cidente es, sin embargo, para Sseki, el hecho de la presin externa, que, tras doscientos aos de un desenvolvimiento cultural propio, producto del cierre de las fronteras, se ha terminado por aceptar. El resultado de esto es, de acuerdo con su percepcin, la instauracin de la angustia en el seg- mento final de la era Meidyi y una ansiedad por lo forneo, que algunos padecen en un grado anormal. El ideal de la civilizacin angloamericana y de la Constitucin prusiana, propios de los burcratas iluminados, se va resquebrajando en la estimacin de los intelectuales del decenio de 1910. El agobio de la opresin del individuo explica, para Daisuke, su falta de estimulacin, y as el personaje argumenta:

    T me preguntas por qu no trabajo. No es una falta de mi parte. Es realmente una falla del mundo que nos rodea. Mira a Japn. Es el tipo de pas incapaz de sobrevivir sin prstamos de capitales de Occi- dente. A pesar de ello, intenta desempear el papel de potencia de primera dase, intentando forzar su entrada para estar en compaa de las primeras potencias [...] Es como un sapo intentando ser buey. Por supuesto que ha de estallar. Esta lucha nos afecta a m, a ti y a cualquiera. A causa de esta presin por competir con Occidente, los japoneses carecen de tiempo para relajarse y pensar o hacer algo que valga la pena. Han sido criados en una atmsfera de tensin y fru- galidad, y luego los obligan a comprometerse en una actividad furio- sa. No sorprende que sean todos neurticos. Habales, vers que to- dos son insensatos. Piensan slo en s mismos y en sus necesidades inmediatas. Mira por todo Japn y no encontrars ni un metro cua- drado que brille con esperanza. Todo es oscuridad. Parado en medio de ella, qu puedo, yo solo, decir o hacer que sea de algn bene- ficio? [Sorekara, op. cit.y pp. 82-85].13

    As planteado, este asunto de la presin externa desacre- dita a los japoneses en dos formas: primero, alimenta su este-

    12 Sentimiento que ya se anticipa en Kusamakura (Almohada de hierbas, 1906), novela que recupera, en una posada de montaa, el ambiente de los bunjin (artistas estudiosos). 13 En la narrativa de Mor O$ai de 1909-1912, la misma percepcin justifica la figura del bkansha (espectador irnico y solitario) que finge. Fingir: el mismo verbo con que se describe actualmente la falsa actividad de los oficinistas que llenan sus tiempos vacos cumpliendo el horario.

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    reotipo de imitadores que jadean saltando etapas, avanzando sin armona, como secuestrados por un tengu (duende de na- riz larga y roja); segundo, supone que el esfuerzo ser intil, dada la mayor fortaleza fsica y plenitud mental de los occi- dentales - juicio que alista a Sseki entre los tericos del complejo racial japons.

    Contrario a situar en el exterior los elementos de forza- miento, el activista Taoka Reiun (1870-1912), contempor- neo de Sseki e hijo de un samurai de Tosa, en sus crticos ensayos sobre el mismo tema, supone la existencia de ele- mentos de apoyo interno que favorecan el surgimiento de la "civilizacin diablica" (akumateki bunmei). Los anatemas de Reiun contra la civilizacin contempornea, a la que calificaba como una "anticivilizacin" (hibunmeiron), con- templaban la accin de oscuras corrientes subterrneas (anch) que movan las fuerzas histricas. En sus escritos re- dactados con la cadencia de los clsicos chinos - apoyndose en Lao Tzu, Chuang-Tzu, Schopenhauer, Hartmann, Ed- ward Carpenter, Max Nordau y Lewis Morgan - , Reiun propona una alianza con China y la creacin de un frente asitico que batallara contra la modernidad superficial. Pero, sobre el escepticismo irritado del idelogo Reiun y sobre el pesimismo emocional de Sseki, las circunstancias slo per- mitieron ganar terreno a la visin autoindulgente de un "japonismo" (Nihonshugi) como el difundido por el crtico de derecha Takayama Chogy.

    En la segunda mitad del discurso, dedicada a sealar la influencia de la modernizacin sobre la psique y a sacar las conclusiones, el tono se vuelve exasperado, calcando el mismo oscurecimento de la narrativa de Sseki: no hay con- sejos ni directivas, tan slo un aviso agorero dirigido a todos sus compatriotas. Si se utilizara como filn, el texto aportara una buena porcin d trminos descriptivos de los estados emocionales en esos momentos.14 El tramo psicologista es el

    Okazaki Yoshie, en su valiossimo libro sobre Meidyi, ha comenzado a or- denar el vocabulario creado o recreado por los escritores. Un anlisis exhaustivo de la etimologa ideogrfica, as como de la verificacin de sus usos o variantes tn el lenguaje cotidiano o terico actual, sera iluminador.

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    ms extenso y la enumeracin de las vivencias comprende los trminos "vaco", * 'inquietud' \15 "superficialidad", "de- bilidad nerviosa" y "neurosis".16 El mismo Sseki se auto- diagnosticaba como un enfermo de la civilizacin (bunmei by), un enfermo misntropo (misanthropobyir), activo padecedor y denunciante. As, en Sorekara, dice:

    [Daisuke] comenz a ser asaltado por la variedad de enfermedades propias del Japn moderno. La ansiedad era un fenmeno brutal derivado de la falta de confianza entre hombre y hombre. Senta enorme perturbacin a causa de este fenmeno mental [...] Era cons- ciente de que el Japn contemporneo era un pas donde no exista confianza ni en Dios ni en el hombre.

    No es casual que apreciaciones tan atormentadas hayan tenido lugar en ese entonces, pues slo en la posguerra ruso- japonesa comenzaron a notarse cambios palpables en la vida cotidiana, que afectaban a la alimentacin, la vestimenta y las costumbres. Tales alteraciones, interesadamente promo- vidas por los militares, tras ser adoptadas por los hombres, eran trasladadas a la vida en el hogar. Mientras tanto, en el paisaje urbano surgan barrios donde la convivencia se haca asfixiante. Son stos, tambin, los aos de conflicto con los socialistas, que culminarn con la ejecucin de su lder, Ktoku Shsui.

    A tal extremo es pesimista Sseki, que juzga preferible la ignorancia sobre la verdadera condicin del pas, a una toma de conciencia que nada podra modificar. Para ejemplificar las bondades del desconocimiento, cuenta el argumento de una novela de Guy de Maupassant, tan admirado por los naturalistas japoneses. Esta referencia, que es la excusa para introducir la cita literaria europea, le da pie para lanzar como un exabrupto la palabra baita (literalmente, "puta"), la cual

    15 Fuan, palabra que los intelectuales reiteran con emotividad. Traducida como inquietud, inseguridad - con una dosis de temor - , describe una condicin nacional.

    El estudioso Minami Hiroshi considera que una concentracin neurtica, originada en Meidyi por la necesidad de superar a Occidente, es la causa de la con- ducta omoitsune (tomar medidas ms drsticas de las requeridas). The Japan Inter- preter, vol. 8,- primavera de 1973.

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    queda resonando, "fuera de gnero1 \ La conclusin es que si la verdad de la "mujerzuela" despus de su intento de suicidio es el reconocimiento de la pasin y el amor, la ver- dad del Japn contemporneo es el enfrentamiento con el desastre. Irnico otra vez, dictamina que incluso la moraleja de uno de los escritores pesimistas por antonomasia sera menos amarga que la verdad de su pas.

    La narrativa de Sseki refleja las transformaciones del ethos japons en las prcticas diarias; pero el autor, que no haba incursionado en el ensayo, quizs intent - por deformacin profesional crea en el contacto cara a cara con el pblico - la elaboracin de un artilegio terico: la eleccin del discurso, un gnero menor y efmero (en japons: Ksa- tsu, Ken), y eso contribuy a que su desesperada irritacin fuera una advertencia no escuchada, sin efectividad ni eco en los crculos de su poca. Volver a este discurso, traducido aqu por primera vez a una lengua occidental, slo confirma que los olvidos existen y se explican con obviedad. Incluirlo en una lista de los grandes textos injustamente relegados sera una exageracin: si el Sseki de este discurso recobra al- guna actualidad, es como portavoz del sentido comn de su poca, percibida con una particular desazn por l - lo cual sera poco, visto el auge del discurso ecolgico y neohumanis- ta de ciertos sectores en estos tiempos nuestros de deriva ideolgica.

    Al predecir con desencanto antiutpico un futuro negro para Japn si este pas persista en la neurosis nacional, Sseki asumi, como tantos otros en otros lugares, lo difcil de la modernidad, en su condicin desoladora de despoja- miento radical, a cuarenta y cuatro aos de haberse iniciado en su pas un camino sin retorno. Las lneas finales del dis- curso de hace ochenta aos, actuales hasta por la eleccin del trmino * 'contemporneo1

    ' (gendat) antes que el de "mo-

    derno" (kinda), perfectamente podran espetarse a los ide- logos simplistas del decenio de los noventa:

    Ya no se escucha la voz que pregona a los extranjeros esa tontera de que "en mi pas est el monte Fuji", sino la voz altanera que afirma

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    que, despus de la guerra, somos un pas de primera. Un modo harto candido de enfocar las cosas.

    Sseki, que se senta un "advenedizo" (shokkyaku) sin derechos, se permiti, sin embargo, al igual que Ogai, un regreso a las fiientes lstrales: sus mejores haiku y su excelsa prosa en chino (kanbun) fueron fruto de su pincel, en medio de las entregas al diario. Algo curioso sucede, mientras tan- to, en sus ficciones: si en El seorito (Botchan) o cnE/ da 20 (Nihyakutka), las figuras de las criadas refulgan por el con- traste con la cultura de la monetarizacin y de la adulacin a Occidente, aqullas poco a poco desaparecen en las novelas ms psicologistas. En la narrativa de Ogai sucede lo con- trario: los servidores se convierten en los testigos narradores del malestar.

    Cuando algunos, en estos das de reordenamiento geopo- ltico, califican a Japn de "Extremo Occidente", resulta in- teresante hacer que sus discursos sean considerados entre los ensayos sobre la cultura japonesa (Nihon Bunkaron), ese gnero que con cierta premura responde al vaivn de los in- tereses del sistema y que ha vuelto a armar cierto batifondo con el ltimo criticismo, el cual opina que la cultura japo- nesa es peculiarsima e inasimilable a cualquier interna- cionalizacin. Tras las fases de diferenciacin negativa, relativismo y universalismo con los que la ensaystica ha in- tentado encorsetar lo complejo de una identidad, causara algn efecto el melanclico pesimismo de alguien que sos- pech que haba un camino mejor, preferible a esa cuesta acometida forzadamente?

    Buenos Aires, 28 de septiembre de 1992.

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    Issue Table of ContentsEstudios de Asia y Africa, Vol. 29, No. 3 (95) (Sep. - Dec., 1994), pp. 381-584Front MatterAbstracts [pp. 381-383]El amor es cosa seria: el discurso oficial sobre el amor en China (1949-1979) [pp. 385-400]Trasnacionalismo y estatismo: Mxico e India [pp. 401-417]Situacin de los derechos humanos en el sur de Asia [pp. 419-437]Tanzania en la era del cambio y de la crisis [pp. 439-468]TraduccinEl discurso de natsume sseki, "La civilizacin del japn Contemporneo", de 1912, y sus advertencias sobre la modernizacin En Japn [pp. 469-482]La civilizacin del japn contemporneo [pp. 483-502]

    Asia y frica ActualesComparacin de las reformas econmicas en los estados socialistas de Europa y Asia [pp. 503-512]

    Noticias AcadmicasMesa redonda sobre tcnica y ciencia del comportamiento empresarial y laboral [pp. 513-514]

    Artculo-ReseaDilogos en las fronteras de la crtica cultural. Un comentario sobre el libro de Arnold Krupat, Ethnocriticism: Ethnography, History, Literature [pp. 515-527]Las dos mitades del cielo bajo el mismo techo [pp. 529-536]Sobre Haveli, "Wooden Houses and Mansions of Gujarat" [pp. 537-547]

    Reseas de librosReview: untitled [pp. 549-551]Review: untitled [pp. 552-555]Review: untitled [pp. 555-559]Review: untitled [pp. 559-563]Review: untitled [pp. 563-566]Review: untitled [pp. 566-569]Review: untitled [pp. 569-571]Review: untitled [pp. 571-573]Review: untitled [pp. 573-575]Review: untitled [pp. 575-579]Review: untitled [pp. 579-580]Review: untitled [pp. 580-581]

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