6 viajes CLaRiN DOMINGO 28 DE abrIl DE 2013

Turismo enológico : Chile

Historia, sabores y técnicas de producción de Concha y Toro y Viña Undurraga, durante una visita a estas prestigiosas bodegas de la Región Metropolitana.

Un buen vino al pie de los Andesenrico fantoni

Mansión. La bodega concha y toro, en Pirque, deslumbra con la majestuosa arquitectura de su casona.

reciben el apodo de Red Devils (Diablos Rojos).

Tras un breve paso por un mi-nijardín de diferentes variedades de vid, se visita la cantina, con decenas y decenas de barricas de roble –las hay de roble americano

y francés, diferentes en cuanto a los aromas que transmiten a los vinos– en hileras que se pierden como si se tratara de un cuarto infinito.

Es muy recomendable el tour “Marqués de Casa Concha”, que

s e cuenta que hace algo más de cien años, en las afueras agrestes de Santiago, Chi-

le, el rico Don Melchor de Con-cha y Toro, fundador de la viña homónima, cansado de que unos ladronzuelos atentaran contra el tesoro que representaban sus botellas, difundió esta “noticia”: en la cava de guarda se aparecía de vez en cuando el mismísimo Diablo. Para darle más credibili-dad al asunto, por la noche Don Melchor soltaba un toro bravo en la cantina. Los ladrones huían por los ruidos del animal que, al escu-char el mínimo sonido, arremetía en la oscuridad. La leyenda omite el recuento de las botellas destrui-das por las embestidas del toro.

La visita a la bodega empieza con un corto paseo por una es-pecie de túnel vegetal, que des-emboca frente a la casona, una elegante mezcla de estilos que derrocha majestuosidad y opu-lencia. La vista se abre sobre el parque inglés, y, a un costado, es-tán los primeros viñedos. No son los únicos. Concha y Toro posee terrenos en varias regiones del país, y también en la Argentina. Pero es aquí, en el Valle del Mai-po, más precisamente en Pirque, donde se dan las mejores condi-ciones para el cultivo de la vid: una combinación de terrenos pe-dregosos, óptima exposición solar y precipitaciones escasas, que dan vida a este particular terroir.

Tiene sentido que los gurús del marketing de Concha y Toro ha-yan tratado de sacar el máximo provecho de la doble ventaja de poseer antepasados tan creativos y con un mito fundacional tan particular. Después de bajar la escalera que conduce a la canti-na y pasar la puerta decorada con la frase “Casillero del Diablo”, el visitante entra en las tinieblas de la cava, con los arcos de ladrillos rojizos apenas alumbrados por lámparas amarillas: ya se imagi-na que algo extraño va a pasar. Cuando se cierran las puertas arranca un entretenido mini show multimedia, con imágenes animadas y un sonido muy suges-tivo, que explica el origen de la leyenda: la función termina con la degustación de una botella de la colección privada de Casillero del Diablo. Al final, el guía regala la copa de cristal, y advierte: “Sólo llénela con vino Casillero del Dia-blo. Si no el Diablo se enoja y lo va a visitar...”.

También es natural que la visita a la Bodega Concha y Toro sea el best-séller de los que eligen tomar uno de los circuitos de bodegas que se ofrecen en Santiago. Con-cha y Toro ya es mucho más que una simple cantina: es una ver-dadera institución vitivinícola, una de las más importantes del mundo, pionera en la exportación de sus líneas de vinos (más del se-tenta por ciento de la producción se comercializa fuera de Chile), que coloca en todo el mundo más de 3 millones de cajas anuales y es el sponsor principal del Man-chester United, cuyos jugadores

además de la visita estándar in-cluye una degustación guiada por un sommelier, de cuatro vi-nos diferentes –sauvignon blanc, chardonnay, carménère y caber-net sauvignon– acompañada por una tabla de quesos. Todas deli-cias que dejan un agradable sabor en la boca.

Desde tierras lejanas

El trayecto hacia la otra bodega del tour, Undurraga, en Talagan-te, toma algo menos de una hora. La historia de la Viña Undurraga se remonta a finales del siglo XIX cuando el fundador, Don Francis-co Undurraga Vicuña, empezó a traer plantas desde Francia y Alemania, transportándolas en contenedores de plomo para evi-tar que el calor las dañara. Los primeros barriles fueron cons-truidos con madera proveniente de Bosnia-Herzegovina: el empre-sario compró a precio de remate las cajas que contenían las armas importadas por el ejército chile-no para la Guerra del Pacífico. En 1891, la Viña Undurraga tuvo su primera cosecha; no pasaron si-quiera 10 años y la firma empezó a exportar a Estados Unidos. Fue la primera bodega chilena en po-ner un pie en ese mercado.

El guía que acompaña a los vi-sitantes durante el tour de la viña

es todo un personaje: tiene la cara curtida, patillas largas y un hu-mor afilado con el que “sazona” la información que va dando.

En Undurraga hay un pequeño jardín de variedades, que se reve-la más bien como una caja fuerte de especies perdidas en la Europa nativa, desde donde llegaron: allí, en el Viejo Continente, fueron destruidas a mitad del siglo XIX por un temible insecto, Daktulos-phaira vitifoliae (el nombre cien-tífico de la popular filoxera), una epidemia que llevó hasta casi la extinción los cultivos de todo el continente. En Chile, en cambio, muchas de estas especies, ver-daderas reliquias vegetales, han sobrevivido: es el caso del renom-brado carménère, una variedad originaria del Medoc francés que fue redescubierto por enólogos de Francia a mitad de los años 90, cuando se creía definitivamente perdido. Hoy, en Chile se cultivan casi 10.000 ha de esta apreciada variedad similar al merlot.

Undurraga es una empresa que maneja 1.800 hectáreas disemi-nadas en todo el territorio chile-no y con capacidad para procesar 23.000.000 de litros de vino por año. El tour de los viñedos es una manera placentera de acercarse a esta realidad económica, un mun-do hecho de naturaleza, trabajo y aromas que embriagan. w

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Miniguía

Informaciónwww.sernatur.clwww.conchaytoro.comwww.undurraga.cl

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De paseo. Una visita a los viñedos de la bodega Undurraga, en talagante.