Clara Campoamor y Victoria Kent

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Trabajo para Historia de España, 2º Bachillerato

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EDITADO POR JAVIER BANDO CASTILLA

EN VALVERDE DEL CAMINO, EN EL MES DE MARZO DE 2011

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indic ec l a r a c a m p oa m or

v ic tor i a k e n t

L A M U J E R E N L A I I R E P Ú BL IC A E S PA ÑOL A . . 1 2 Y 1 3

Biografía ............... 4 y 5

Biografía ............... 8 y 9

Obra política .............10 y 11

Inicios políticos ... 6Discurso ............... 7

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CLARA CAMPOAMOR

BiografíaClara Campoamor Rodríguez nació en el seno de una familia madrileña. Su padre, Manuel Campoamor Martínez fue contable en un periódico de Madrid y su madre, Pilar Rodríguez Martínez, era costurera.

Después de desempeñarse en varios oficios, entre ellos el de telefonista, entró a trabajar en el perió-dico maurista ‘La Tribuna’ como secretaria del director, un puesto que le permitió conocer gente y donde comenzó a interesarse por la política. En 1920 se matriculó como estudiante en la escuela secundaria (que termina en dos años) y luego en la Facultad de Derecho, donde obtuvo un título en sólo dos años. A los 36 años se convierte en una de las pocas abogadas españolas y de inmediato comienza a ejercer su profesión. Sus ideas sobre la igualdad de las mujeres la acercan al PSOE y escribe el prólogo del libro Feminismo Socialis-ta de María Cambrils, dedicado a Pablo Iglesias. Pero, nunca se incorporó al partido ni aceptó la colaboración de este con la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Creó la Asociación Liberal So-cialista, pero la dejó cuando no pudo conseguir

su definición republicana. Mantuvo una gran actividad como conferenciante en la Asociación Femenina Universitaria y en la Academia de Ju-risprudencia, defendiendo siempre la igualdad de derechos de la mujer y la libertad política.

Trabajó con Martí Jara, amigo de Manuel Azaña en el embrión de Acción Republicana, en cuyo Con-sejo Nacional figuró al principio. Pero, nunca logró su ideal estratégico: la unión de todos los republica-nos y republicanas en un gran partido de centro con Azaña como delfín natural de Alejandro Lerroux.

Después de la rebelión de Ángel García Hernán-dez y Fermín Galán en Jaca, y el proceso contra el Comité Revolucionario, Clara asumió la de-fensa de algunos de los implicados, entre ellos su hermano Ignacio. Al proclamarse la Segunda República, Clara Campoamor fue elegida dipu-tada - en 1931 las mujeres podían ser elegidas, pero no ser electoras- integrando las listas del Partido Radical, al que se había afiliado por pro-clamarse este “republicano, liberal, laico y de-

5democrático”: su propio ideario político.

Formó parte de la Comisión Constitucional inte-grada por 21 diputados, y allí luchó eficazmente para establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad jurídica de los hijos e hijas ha-bidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, a menudo llamado “voto femenino”. Consiguió todo, excepto lo relativo al voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento.

La izquierda, con la excepción de un grupo de so-cialistas y algunos republicanos no querían que la mujer votase porque se suponía que esta estaba muy influenciada por la Iglesia y estaría a favor de la derecha. Por ello, el Partido Radical Socialista puso frente a Clara a otra reconocida diputada, Victoria Kent, contraria al voto de las mujeres. El debate fue extraordinario y Campoamor fue supe-rior. Finalmente, la aprobación del sufragio feme-nino se logró con el apoyo de la minoría de dere-chas, la mayoría del PSOE y algunos republicanos.

En 1933 no renovó su escaño, y en 1934 aban-donó el Partido Radical por su subordinación a la CEDA y los excesos en la represión de la insurrección revolucionaria en Asturias. Pero cuando ese mismo año, intentó (con la media-ción de Santiago Casares Quiroga) unirse a Iz-quierda Republicana (fusión de radicalsocia-listas, azañistas y galleguistas), su admisión fue denegada. Entonces escribió y publicó, en mayo de 1935, Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, un testimonio de sus luchas parlamentarias.

Al estallar la guerra civil se exilió y, en 1937, pu-blicó en París La revolución española vista por una republicana. Vivió una década en Buenos Aires y se ganó la vida traduciendo, dando con-ferencias y escribiendo biografías (Concepción Arenal, Sor Juana Inés de la Cruz, Quevedo). Intentó regresar a España a fines de la década de 1940, pero se encontró con que estaba pro-cesada por su pertenencia a una logia masónica.

En 1955 se instaló en Lausana (Suiza), y traba-jó en un bufete hasta que perdió la vista. Murió de cáncer en abril de 1972. Sus restos morta-les fueron traslados algunos años después de su muerte al cementerio de Polloe (San Sebastian - Guipuzcoa), permanece en el panteón de la fa-milia Monsó Riu por ser madrina de la familia.

Tras la Transición se llevaron a cabo home-najes y reconocimientos que son valorados como escasos por organizaciones pro-igual-dad de la mujer. Institutos, colegios, centros culturales,asociaciones de mujeres, parques y calles recibieron su nombre. La Secretaría de Igualdad del PSOE instituyó los Premios Clara Campoamor que reconocen anualmente a aque-llas personalidades o colectivos que se hayan sig-nificado en la defensa de la igualdad de la mujer.

En 2006, 75º aniversario de la aprobación del sufragio universal en España, diversos co-lectivos comienzan una campaña para pe-dir el reconocimiento por parte del Congre-so de los Diputados de sus aportaciones con la colocación de un busto en sus instalaciones.

Ese mismo año, en noviembre de 2006, el PSOE ha editado una proposición no de ley solicitando al Gobierno que las políticas de igualdad tengan también su reflejo en la acuñación de moneda, la figura femenina elegida para que aparezca en las futuras monedas de euros fue Clara Campoamor, por ser la principal defensora del voto femeni-no en la Segunda República. Proposición que finalmente fue aprobada el martes 12 de junio de 2007 por el Pleno del Congreso con el apoyo de todos los grupos parlamentarios salvo el PP.

A partir de la transición política innume-rables ayuntamientos españoles le han de-dicado calles y avenidas en sus localidades.

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CLARA CAMPOAMOR

Iniciación política Los múltiples problemas que, desde unos años atrás, habían empezado a acuciar a la Dictadu-ra hizo nacer la desconfianza entre Primo de Rivera y Alfonso XIII, a cuyo requerimiento el dictador se ve obligado a presentar su dimi-sión el 28 de enero de 1930 y partir hacia su exi-lio de París, donde morirá dos meses más tarde.

En un intento de salvaguardar la institución mo-nárquica, muy debilitada tras la experiencia dic-tatorial primoriverista, el rey trató de volver a la normalidad constitucional y parlamentaria, y, hasta la celebración de elecciones generales para la urgente reunión de Cortes, encarga la forma-ción de Gobierno al general Dámaso Berenguer y, luego, al almirante Juan Bautista Aznar-Cabañas (periodo que se conoce como la “Dictablanda”).

Hacia mediados de 1929, los indicios de una in-minente caída de la Dictadura y la consiguien-te vuelta a la normalidad constitucional habían convertido al Colegio de Abogados de Madrid, al Ateneo y a la Real Academia de Judicatura en centros de acción revolucionaria. Animada por el aire fresco de libertad, Clara da sus primeros pasos en política afiliándose, junto con Matilde Huici, en el comité organizador de la Agrupa-ción Liberal Socialista, de donde pasa a engrosar las filas de la asociación, aún en embrión, Fuerza Republicana que lidera Manuel Azaña, en cuyo

Consejo Nacional es admitida desde el principio. Aquí, por más que lo intenta, nunca logra su ideal estratégico: la fusión de todos los republicanos en un gran partido de centro, con Azaña como delfín natural de Alejandro Lerroux. En 1930, la agrupación azañistas se transforma en partido po-lítico con el nombre de Acción Republicana. Cla-ra vislumbra ya su gran oportunidad en política.

El 12 de abril de 1931 se celebran las primeras elecciones libres después de la Dictadura, que dan el poder a los partidos republicanos e iz-quierdistas por su triunfo en los grandes cen-tros urbanos. Como consecuencia, dos días después de celebradas esas elecciones, el 14 de abril, Alfonso XIII sale de España hacia el exilio y esta misma fecha se proclama la II República.

Entre otras cosas, el Gobierno Provisional repu-blicano aprueba una reforma de la Ley Electoral reconociendo el sufragio universal para los va-rones mayores de edad (23 años) y permitien-do a las mujeres sólo ser elegidas, no electoras.

En mayo se convocan elecciones a Cortes Cons-tituyentes, pero, en Acción Republicana, don-de se sabe el alcance de las reivindicaciones feministas de Clara, no quieren que encabece la lista. Temiendo no resultar elegida, abando-na Acción Republicana y se integra en el Par-

Nombre completo: Clara Campoamor Rodríguez, hija de Manuel (contable) y Pilar (modista)

Cronología: 1888-1972

Origen: Madrid, barrio hu-milde de Maravillas.

Estudios: Derecho, en 1924 (para pagar su carrera trabajó como maestra de adultOs).

Ideología: republicana, femi-nista y laica.

A GROSSO MODO

7tido Republicano Radical de Lerroux. Por esta época, como Lerroux y otros muchos radica-les, Clara ingresa también en la masonería. Clara Campoamor preside la inauguración de la sede de la Unión Republicana Feme-nina, sita en calle Fuencarral, 6, de Madrid.El 28 de junio se celebran las elecciones, a las que concurre formando parte de la candidatura de la coalición republicano-socialista integrada por el Partido Republicano Radical, el Partido Republicano Radical Socialista y Acción Repu-blicana. Y, aun imperando el sufragio universal masculino, resulta elegida diputada por Ma-

drid, siendo una de las primeras mujeres que, junto a Margarita Nelken y Victoria Kent, ob-tienen un escaño en el Parlamento republicano.

El 28 de julio, las nuevas Cortes Constituyen-tes incluyen a Clara, en calidad de vocal, en la Comisión encargada de redactar el Proyecto de Constitución, así como en el de la de Trabajo y Previsión, en la que es nombrada Vicepresidenta.

El 1 de septiembre pronuncia en la Cáma-ra su primer discurso. Al día siguiente, sale para Ginebra como delegada suplente ante la Asamblea de la Sociedad de Naciones.

Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, compren-do, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mu-jer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la ne-cesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos.

Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hom-bres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del Ate-neo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?

¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mu-jeres den señales de vida por la República se les conce-derá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres uni-versitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legisla-ción? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamen-te dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capaci-dad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus dere-chos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?...

Su discurso por la mujerFRAGMENTO

Algunos de sus contemporáneos -y algunos historiadores se encar-garn de recoger- desconfiaban de dar el voto a la mujer por ser un ser inmaduro políticamente y presuponiendo que harían lo que les dijera su confesor (y por tanto, votar a la derecha). Se culpó a las mujeres del fracaso electoral de la izquierda en 1933, pero también ellas votaron en 1936 cuando el Frente Popular (coalición de partidos de izquierdas) salió vencedor. Con el fracaso de 1933, Clara Campoamor perdió su escaño.

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Nacida en Málaga, hay cierta controver-sia acerca de la fecha de nacimiento. En algu- nos textos encontramos la de 3 de marzo de 1892, en otros encontramos la fecha de 1897,18 sin que tenga una aparente justificación esa diferencia.19En 1906 ingresa en la escuela nor-mal de magisterio de Málaga donde ya dos pro- fesoras feministas le influ-yen: Suceso Luengo y Teresa Aspiazu.En 1911 obtiene el título de maestra, pero pronto, en 1917 marcha a Madrid, y se ins- tala en la residencia de seño-ritas dirigida por María de Maeztu.La circunstancia puramente coyuntural de que su padre, sastre, conociera pro-fe- sionalmente a Jiménez Fraud, permi-tió a V. Kent marchar a Madrid a ampliar estu- dios, terminar derecho, ser la pri-mera abogada colegiada de España, de-fender la causa republicana en un tribu-nal, y por ello ser directora de prisiones

poco después, al instaurarse la república.

En Madrid, sus inquietudes inte-lectuales le permiten más oportu-nidades de desa- rrollo. En 1921 ingresa en la Juventud Universitaria Fe-minista, rama juvenil de la Aso- ciación nacional de mujeres españolas dirigi-da por María Espinosa de los Monteros.En 1924 se doctora en derecho por la Universidad Complutense de Madrid. E inme- diatamente se incorpora al Co-legio de Abogados de Madrid como la primera abogada colegiada de España.Tiene ocasión de defender a Alvaro de Al-bornoz en una acusación, que finalmen- te le vale para consagrarse profesionalmen-te porque consigue la absolución de un deli- to de conspiración contra el Estado.Consecuencia de esa relación será su nombramiento en Mayo de 1931 como Direc- tora General de Prisiones. Su vin-

VICTORIA KENT

Biografía

9culación con Jiménez de Asúa le permi-tirá crear un Ins- tituto y situarlo en la Dirección de los Estudios sobre las con-diciones de las prisiones en España. Con el legado de Concepción Arenal, ini-cia una profunda reforma peni- tencia-ria que finalmente le valdrá la dimisión.El ofrecimiento para el cargo de Directo-ra General de Prisiones lo recibe de par-te del Ministro de Justicia F. de los Ríos, parece ser que a propuesta de Saborit.

De su etapa como directora general se ha destacado sobre todo: – La inno-vación del propio concepto de preso. Condiciones higiénicas, de adaptaciónde las prisiones, permisos. Construcción de prisiones de mujeres con hábitat. – La laicidad en la exigencia de comporta-miento: misas y creación del cuerpo auxi-liar de mujeres, que sustituye a las Hermanas de la Caridad. – La rein-serción real del preso. Establecimien-to de los vis à vis, permisos carcelarioscontrolados por circunstancias excep-cionales, y mejora en el trato personal.

Fue este vanguardismo el que la obligo a dimitir, al no estar en consonancia con los criterios del Gobierno ni de la mentalidad de la época,20 sobre todo porque no le apro- baron sus reformas. Azaña describe esta situación de una forma despectiva para V. Kent, que además ella ha desmentido.21Su dimisión se produce el día 8 de junio de 1932, y su actividad política continúa en el Parlamento hasta que ha de huir a Francia.Permanece en Francia desde que puede huir a México vía EE.UU.

De su biografía se conoce menos que formó parte del Gobierno Republicano en el exi-lio, en 1945, nombrada por las Cortes Re-publicanas en el exilio, reunidas en México.En 1952, viviendo ya en ee.uu. acep-ta un ministerio sin cartera, en el exi-lio, sien- do Presidente de las Cortes en el exilio Jiménez de Asúa, su maestro.En 1937 es nombrada secretaria de la embajada de España en París. En 1939 su nombre figura entre los que la po-licía franquista entrega a las autorida-

des de Vichy, por lo que se esconde en la embajada de México y después en un apartamento. Fue juzga- da por los tri-bunales de Franco y en octubre de 1943, cuándo todavía estaba en Paris, el Tribu-nal contra la Masonería y el Comunis-mo, la condenaba en rebeldía a 30 añosde prisión, con las accesorias de in-habilitación absoluta y expulsión del territorio nacional. La acusa-ción es de masonería y comunismo.22En 1944 crea en Francia la Unión de intelectuales españoles.

Se exilio a México en 1948 y allí crea la Escuela de capacitación personal de pri-siones e imparte clases de derecho penal.En 1950 marcha a Nueva York, don-de fijará definitivamente su residencia.Su relación con Málaga fue escasa. Vino en 1931, en el ejercicio de su cargo de Di-rec- tora General de Prisiones, fue recibi-da en el Ayuntamiento, nombrada presi-denta honoraria de las antiguas alumnas de la Escuela Normal de Magisterio y agasajada con una excursión al chorro y un almuerzo en los Baños del Carmen.

No se sabe por qué conducto entra a ser socia del Ateneo de Málaga, pero muy probablemente como consecuencia de la invitación a los actos de celebración del centenario de Picasso, a los que no pu-diendo asistir envía un artículo sobre el pintor, que el Ateneo publicó en 1991.En 1954 nace la revista Ibérica primero en bilingüe y a partir de 1966 solo en castellano.En 1977 vuelve a España donde la re-cibe J. M. Calviño y el resto de la ejecu-tiva nacional de su partido, pero arde no puede participar en las eleccio-nes de 1977 porque no fue legalizado.Como tantas otras personas que vuel-ven, no encuentran lo que esperan y añoran ya lo que tienen fuera. Volvió todavía en 1978 para presentar su libro Cuatro años en París editado por Bru-guera con el título de Cuatro años de mi vida. Y ya en 1986, cuando le fue con-cedida la medalla de San Raimundo de Peñafor, no pudo acudir a recogerla.

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VICTORIA KENT

Obra políticaSus actuaciones que han quedado en el Diario de Sesiones de las Cortes, en la tramitación de la Constitución de 1931.Pese a que V. Kent ha pasado a la historia como la mujer que se opuso al derecho al voto, hay actuaciones suyas en el Dia-rio de las Cortes que han tenido trans-cendencia en el derecho constitucional.La Kent intervino muy activamente en las deliberaciones de la Cámara que dis- cutió el proyecto de Constitución de la Repú-blica. La Comisión Parlamentaria encar- gada de redactar el Proyecto de Constitu-ción de 1931, estuvo presidida por Jiménez de Asúa, y formada por 21 diputados. Ella presentó algunas enmiendas importantes:– Art. 1. España es una republica de tra-bajadores, liberal en el principio, demo- crática en el fundamento y social en la orientación. El poder civil, único que existe, procede del pueblo. Toda autori-dad y jerarquía social le está subordinada.– Se admitió la enmienda salvo lo de «po-der civil, único que existe». La Historia daría la razón a esa inadmisión, claro.– Otra enmienda que ha borrado la his-toria por su posición respecto al voto, fue la supresión de la frase «en prin-

cipio», que condicionaba la igualdad entre los sexos. Propuso y se le acep-tó esa eliminación al art. 25. (antes 23).– Otra enmienda importante lo fue al Es-tado laico. El art. 25.3 del proyecto decía que nadie podía ser compelido a declarar sobre su confesión religiosa. Ella añadió «ni estas creencias ejercerán influjo so-bre ninguna clase de relaciones civiles».– Otra aportación importante fue respecto del derecho de familia, la equipara- ción de hijos legítimos e ilegítimos, protección de la infancia y maternidad, igualdad de retri-bución salarial entre hombres y mujeres, el derecho de manifestación al aire libre.– Finalmente, a los arts. 39 y 40 del Proyec-to de Constitución, respecto de cuestiones sociales y de la deportación y destierro.En cuánto a su intervención, no por muy conocida, deja de ser dramática, en los términos en los que la tarde del uno de octubre de 1931 se dirige a la Cámara.

La contestación de C. Campoamor, al menos en apariencia, no se ceba en las contradicciones de V. Kent, sino que in-tenta justificarlas. En sus palabras pare-ce haber más comprensión que ironía.

11No resultó elegida en la segunda legislatura republicana, del 33 al 36. En febrero de 1936 se presenta por Jaén. Aquí llegó a ser Pre-sidenta de la Comisión de Justicia, defen- dió el proyecto de ley de amnistía, e inten-tó una reforma parlamentaria que fracasó.

Todo esto quedó históricamente relegado al negarse a la concesión del voto de la mujer.La imagen de dos mujeres engrescadas en un tema tan transcendental para el futuro, producía la jocosidad y probablemente los comentarios más machistas que se hayan oído nunca en la Cámara. Personajes his-tóricos de la talla de Azaña, banalizaban y calificaban de muy divertido lo que él llamaba el combate oratorio entre la seño- rita Kent y la señorita Campoamor. Lejos de una reflexión política, Azaña calificaba a la Campoamor como más lista y elo-cuente, y a la Kent como más simpática. La Kent habla para su canesú, y acciona la diestra sacudiendo el aire con giros vio-lentos y cerrando el puño como si cazara moscas al vuelo. No se si su antipatía por V. Kent, o su sentido de Estado, favorecían la tesis de que concediera el voto a la mujer. Sin embar- go, V. Kent en 1980, publicó en prensa un artículo en que daba cuenta de una reunión suya con Azaña, en la casa de éste, a la que habría acudido expresamen-te para analizar el problema y ambos ha-brían considerado la inconveniencia co-yuntural de reconocer el voto a la mujer.Los comentarios misóginos dejaban ver los mayores tópicos sobre la mu-jer: que si ni dos mujeres podían po-nerse de acuerdo, qué sería si fueran 50, que si la mejor política de la mujer está en su casa con sus hijos, o que la nación se iba a entregar a las mujeres.V. Kent sufrió la dialéctica de muchas mujeres que han de conciliar la posición marxista y la feminista. Cuándo la síntesis no es posible, esto adquiere dramatismo, como en la Kent, para quien la republica era la causa de su vida. Era una vez mas la elección entre la teoría y la practica, entre el ideal y lo que ella veía como realidad, una contradicción que M. Harcneker luego de-finiría como intereses a corto y largo plazo.Sobre las circunstancias en que se produ-

ce la aprobación del voto para la mujer, se ha escrito mucho, y probablemente no sea fácil analizar ahora si efectivamente, la consecución del voto para la mujer tuvo efectos sobre la pérdida de votos para la iz-quier- da en las elecciones del 33. Recien-tes publicaciones han mantenido que no.No sufrió desgaste político la abstención de M. Nelken, que no era partidaria de la concesión del voto a la mujer, pero su par-tido lo defendía y no quería entrar en con- tradicción votando en contra. Su posición era de temor ante la vinculación de las mujeres de la época a la Iglesia católica.La versión que entonces se dio y se ha mantenido en general en las biografías y memorias de los personajes de la época ha sido la de que esos votos engrosaron lasopciones más derechistas de vo-tos. Desde luego V. Kent en todo mo-mento, las declaraciones que en los ochenta hizo en varias ocasiones, se volvió a ratificar en su posi- ción.Se planteó la posibilidad de cambiar el color de las papeletas de las mujeres para comprobar los efectos del recono-cimiento del sufragio. También aquí las respuestas fue- ron contrarias, para la Kent permitiría comprobar los efectos, y para Campoamor no se podía permi-tir esa medida el voto era inalienable y podía tener un efecto coactivo de voto.Lo que sí era claro es que la derecha pre-sentó pocas candidaturas de mujeres y quiso dar la imagen de que la mujer no debía dedicarse a la política porque su lu-gar era el hogar. Por tanto es cierto que la derecha procuró pocos votos para las mujeres pero de ahí no se deduce que la republica perdiera votos por haber atribuido a la mujer el derecho a votar.El análisis de los resultados electorales por distritos en Madrid, ha podido demos- trar que en comparación con los resultados de 1931, los votos de izquierdas habían dis- minuido en términos absolutos, sin ne-cesidad de contar con la ausencia de voto de la mujer para esas opciones políticas.

La doctrina nunca ha mantenido una cla-ra tesis acerca de los efectos del voto de la mujer en los resultados electorales de 1933.

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SEGUNDA REPÚBLICADesde la Restauración la mujer fue ad-quiriendo más protagonismo en la so-ciedad pero, al ser ésta muy conserva-dora, este protagonismo se ceñía casi exclusivamente al mundo familiar. La educación que recibía la preparaba para ser una buena madre y una fiel esposa .Las niñas de las clases acomodadas re-cibían, en sus colegios, clases de piano, francés, urbanidad y poco más , todo ello para convertirse en distinguidas esposas. Las niñas de las clases bajas, también eran educadas para ser buenas madres y fieles esposas pero además de-bían ser buenas administradoras, saber guisar y coser y si vivían en el mundo rural conocer las actividades agrícolas.Esta situación fue cambiando paulati-namente, siempre con el recelo de la so-ciedad muy conservadora y la mujer se

fue integrando en la vida social y políti-ca del país. La sociedad femenina de la mediana burguesía empieza a colaborar con la empresa familiar y necesita tener estudios que le permita llevar sus que-haceres con éxito, así algunas estudian bachillerato y carreras de grado medio y son pocas las que se atreven a ir a la Uni-versidad, las primeras que lo hicieron, acudieron a ella disfrazadas de hombre. Las de las clases populares aquellas que trabajaban fuera de casa lo hacían en el servicio doméstico y como modistillas.Al finalizar la I Guerra Mundial, el femi-nismo europeo entra en España, sobre todo el eco de que en el reino Unido en 1927 podían votar en igualdad de con-diciones que el hombre. La moda tanto francesa como americana hace furor en los “felices años veinte”, se va incorpo-

LA MUJER EN LA

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rando paulatinamente el uso del ferro-carril , el automóvil, la radio el fútbol y el cine etc..donde se difunde un mo-delo de mujer al que la sociedad espa-ñola no estaba acostumbrada y algunas muy atrevidas son capaces de imitar.Con la llegada de la II República, es cuan-do este cambio se hace más profundo; la Constitución del 31 en su artículo 36 extendió el voto a las mujeres en igual-dad con los hombres. Con esta medidas y otras que le acompañaron, el papel de la mujer dejó de ser un sujeto pasivo en la sociedad para tener voz propia y ser sujeto de su propio destino inde-pendiente de sus parientes masculinos.El número de alumnas se duplicó en todas las enseñanzas, incluso en la universitaria.Los cambios legislativos también fo-mentaron la incorporación de la mujer en la sociedad, se admitió el divorcio, se despenalizó el adulterio femenino, se normalizó el empleo de la mujer en la función pública, se admitió en las ca-rreras de Registradores y Notarios y podían desempeñar la actividad de la

abogacía en igualdad con los hombres y en cualquier otra actividad relaciona-da con la actividad pública, eso si,quedó relegada de las actividades militares.En 1933 había en las Cortes seis mujeres pero era en los partidos catalanistas y vas-cos donde la mujer logró mayor cuota de poder, en las filas femeninas del PNV se contaban hasta 20.000 afiliadas. Con to-dos sus derechos civiles muchas mujeres ocuparon importantes cargos públicos , así fueron diputadas, Victoria Kent, Cla-ra Campoamor y Margarita Nelken, fue ministra de Sanidad Federica Montseny y Dolores Ibárruri “ Pasionaria” fue una lí-der indiscutible en el Partido Comunista.En el mundo intelectual destacaron; Rosa Chacel, Carmen Conde y María Zambra-no. En el mundo del deporte, Lilí Álva-rez llegó a la final del torneo de tenís de Wimblendon. Con la guerra civil todo esto se apagó y la mujer volvió a su pa-pel anterior a la II República , debería-mos esperar a los años sesenta para que la mujer se integrará definitivamente en la sociedad en igualdad con el hombre.

Busto de Clara Campoamor en Madrid (L. Alcalde, 2006).

Victoria Kent en un acto.

EDITADO POR JAVIER BANDO CASTILLA

EN VALVERDE DEL CAMINO, EN EL MES DE MARZO DE 2011

Bibl io g r a f í ahttp://es.wikipedia.org/wiki/Victoria_Kenthttp://www.segundarepublica.com/index.php?opcion=2&id=44http://sites.google.com/site/lospasajesdelahisto-ria/edad-contemporanea/dc1888-clara-campoa-mor-vs-victoria-kent-lrv20060911http://www.letraslibres.com/index.php?art=12039

Victoria Kent: vida y obra de María Luisa Ba-laguer Catedrática de Derecho Constitucional, Universidad de Málaga

HISTORIA DE ESPAÑAAÑO 2011

«Nosotras, mujeres, no debemos prestarnos a contribuir a la farsa de hacer creer al mundo que la mujer en el Estado es-pañol tiene personalidad propia,cuando la realidad no es ésta. » Clara Campoamor