CIZAÑA REFLEXION

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Explicación de la parábola de la cizaña Mateo 13, 36-43. Tiempo Ordinario. Aprendamos a ofrecerle con amor todo lo bueno, pero también lo incómodo que nos ocurre en la vida. Del santo Evangelio según san Mateo 13, 36- 43 En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga. Oración introductoria Señor, ayúdame a oír y a creer en tu Palabra, para que esta oración sea el inicio de mi transformación, de modo que Tú seas el principio y el fin de todas las actividades de este día. Petición Padre Santo, permite que sea un instrumento fiel y eficaz de tu Evangelio. Meditación del Papa Lo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: "¡Velad!". Es una llamada saludable a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un "más allá", como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad, por lo que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de cómo ha usado las propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha hecho fructificar también para el bien de

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Explicación de la parábola de la cizañaMateo 13, 36-43. Tiempo Ordinario. Aprendamos a ofrecerle con amor todo lo bueno, pero también lo incómodo que nos ocurre en la vida.

Del santo Evangelio según san Mateo 13, 36-43En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los

discípulos se le acercaron a decirle: Acláranos la parábola de la cizaña en el campo. Él les contestó: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Oración introductoriaSeñor, ayúdame a oír y a creer en tu Palabra, para que esta oración sea el inicio de mi transformación, de modo que Tú seas el principio y el fin de todas las actividades de este día.

PeticiónPadre Santo, permite que sea un instrumento fiel y eficaz de tu Evangelio.

Meditación del PapaLo dirige no sólo a sus discípulos, sino a todos: "¡Velad!". Es una llamada saludable a recordar que la vida no tiene sólo la dimensión terrena, sino que es proyectada hacia un "más allá", como una plantita que germina de la tierra y se abre hacia el cielo. Una plantita pensante, el hombre, dotada de libertad y responsabilidad, por lo que cada uno de nosotros será llamado a rendir cuentas de cómo ha vivido, de cómo ha usado las propias capacidades: si las ha conservado para sí o las ha hecho fructificar también para el bien de los hermanos. [...] Parece reflejar ciertos panoramas del mundo postmoderno: las ciudades donde la vida se hace anónima y horizontal, donde Dios parece ausente y el hombre el único amo, como si fuera él el artífice y el director de todo: construcciones, trabajo, economía, transportes, ciencias, técnica, todo parece depender sólo del hombre. Y a veces, en este mundo que parece casi perfecto, suceden cosas chocantes, o en la naturaleza, o en la sociedad, por las que pensamos que Dios pareciera haberse retirado, que nos hubiera, por así decir, abandonado a nosotros mismos. En realidad, el verdadero "dueño" del mundo no es el hombre, sino Dios. Benedicto XVI, 27 de noviembre de 2011.

ReflexiónLas realidades sobrenaturales del cielo y el infierno no han sido presentadas para asustarnos o desanimarnos frente al pecado. "Quien tiene oídos entienda": Dios

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quiere hacer entender que cada instante de la vida es bueno para hacer nuestra elección. Sabemos que si permanecemos con Cristo Renacido la victoria está segura, pero no tenemos que olvidar que el enemigo trabaja continuamente para impedirnos volver a abrazar al Padre bueno. Dios es misericordioso, pero nos está invitando a levantarnos, a retornar a la casa del Padre y pedir su perdón por nuestros pecados.

Luego tendremos que afrontar las otras provocaciones y lisonjas que el enemigo se inventará, pero justo entonces tendremos que recordar y remachar nuestra elección: ser fieles, siempre cercanos al Dios.

La lucha para extirpar la cizaña del enemigo, y para impedirle seguir sembrándola en nuestro corazón tiene que ser tercamente constante, cotidiana. Es una empresa imposible por nuestras solas fuerzas. Nuestra victoria está con él; la ruina si quedamos solos, lejos de él. No nos perdamos en atrevidas abstracciones sobre las realidades sobrenaturales. Limitémonos a afrontar los pequeños y grandes desafíos que cada día lleva consigo, lo que Dios nos propone. Aprendamos a ofrecerle con amor todo lo que de bonito, pero también de incómodo, nos ocurre en la vida, y vendrá él a ayudarnos a llevar nuestra cruz: lo ha prometido, y Dios sí sabe ser fiel.

PropósitoRenunciar a algo bueno que me gusta, pero que no necesito, para crecer en el amor a Dios.

Diálogo con Cristo Señor, creo que Tú siempre estás al pendiente de mi vida y que el mal no tendrá el triunfo final. Renuevo mi confianza en que, con tu gracia y misericordia, podré conquistar la santidad. Cuando sienta el poder del mal en mi corazón, ayúdame a recordar que esta vida es corta y que todo mi esfuerzo es precioso ante tus ojos. Sostenme permitiendo que siempre recuerde la felicidad que estás preparando para mí.

La Parábola de la Cizaña El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue.

Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.

Los siervos del amo se acercaron a decirle:

"Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?"

Él les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto."

Le dijeron los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?"

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Les dijo: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega.

Y al tiempo de la siega, diré a los segadores:

Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi alfolí."»

ReflexiónNuestros pensamientos, actitudes y acciones hablan mucho de lo que anhelamos proyectar en la vida; cuando nos encontramos desorientados, confundidos y agobiados por el entorno que nos rodea, nuestras angustias internas, como el hallar el sentido de nuestra existencia!, hacia donde dirigirnos!, que nuestra intuición o voz interior nos dirija por los senderos adecuados que nos encaminen a lograr cumplir con nuestros objetivos de vida; en que momento debemos retroceder!, para no cometer una equivocación que acarreé consecuencias irreversibles; en cuál circunstancia debemos dar ese paso que será decisivo para reorientar una vida que no ha cubierto nuestras expectativas iniciales; o si me encuentro pleno y dichoso, como extinguir la constante angustia de que ese momento especial de mi vida sea perdurable y que nunca termine; hasta donde se encuentran los límites de mi evolución, y qué me espera una vez llegado a ellos; y hasta donde comienzo a invadir la libertad de mi prójimo; si mis acciones están correctamente encaminadas a lograr lo que me he propuesto; o que me impide el ser feliz, que me impide no liberarme de mis prejuicios, ataduras, apegos destructivos, de mis temores, de mi inseguridad, del dolor y culpas del pasado; que me impide ser libre e independiente!.

Todas y cada una de estas preguntas que nos hacemos comúnmente a diario pueden estar representadas por la cizaña, aquellos aspectos negativos de nuestra personalidad que nos ofusca y obscurece el buen razonamiento, nos reprime la iniciativa, nos aísla no sólo de los demás sino que en ese aislamiento nos evadimos a nosotros mismos, a través de la indiferencia y las salidas falsas, alimenta a nuestra inseguridad y hieren nuestra autoestima. De origen experimentamos la libertad sin un desarrollo pleno de nuestra conciencia hacia el entorno, sin embargo al remontarnos a esas primeras etapas de nuestra vida, la vida era excepcional, era grandiosa, todo era novedad, descubrimiento, exploración y experimentación; conforme fuimos despertando la conciencia y creciendo, nuestro entorno en algún momento comenzó a transformarse y denigrarse, independientemente del entorno de cada ser humano, en más de una ocasión llegamos a experimentar la crudeza de la vida, a experimentar la infelicidad, la angustia, las agresiones, las decepciones, frustraciones, injusticias, equivocaciones con consecuencias desastrosas, culpas y remordimientos, lo que generó en nuestra personalidad indiferencia y aislamiento para evadir el dolor, y que trajo como consecuencia el desarrollar temores y dudas que se traducen en prejuicios, juzgamos anticipadamente un resultado, antes de haberlo experimentado, y que nos precipita a evadir o a reprimir la vivencia, eliminando la valiosa oportunidad de descubrir, conocer, experimentar, disfrutar, reafirmarnos, madurar y evolucionar; tan sólo por las innumerables cizañas que insertamos en

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nuestro campo, quedando enteramente dormidos ante la vida, indiferentes y pasivos.

Estas acciones se basan principalmente en la actitud que tengamos hacia la vida, el vivir sin prejuzgar, limitar y reprimir cada momento que la vida nos obsequia para aprender de ella, para conocernos mejor a nosotros mismos, explorando nuestras emociones en sus límites, para evitar que ellas nos controlen y nos hagan perder la tranquilidad y el equilibrio, y en ese autocontrol, conservar a todo momento la ecuanimidad y serenidad necesarias para afrontar cualquier circunstancia que aparente ser adversa, entregándonos a esa vivencia con la mejor actitud positiva y firmeza de carácter, aprendiendo de sus diversos matices, haciendo a un lado los prejuicios, simplemente entregarnos al momento y disfrutarlo en toda su dimensión, manteniéndonos alertas ante cualquier situación que amenace con romper nuestro equilibrio, y si por alguna razón éste se ve trastocado, mantener a todo momento la serenidad siendo observadores y pacientes de la situación para no perder los estribos, y ya logrado disipar la tensión emocional, llegará a nosotros la lucidez para afrontar con inteligencia y capacidad de razonamiento, obtener la mejor solución que genere el mínimo de daño.

Una buena semilla no se encuentra en las experiencias ajenas en toda su diversidad de manifestaciones; una buena semilla se encuentra en nuestro interior, en nuestro conocimiento innato, en nuestra seguridad, autoestima y confianza en las capacidades que desarrollaremos a lo largo de nuestra vida a fin de lograr despertar esa germinación que nos reditúe en abundantes cosechas, sin importar cuánta cizaña externa haya invadido nuestro campo mental, si de momento no se puede arrancar lo cuál dañaría nuestra cosecha, tener la paciencia suficiente para esperar el momento adecuado y actuar sin demoras ni indecisiones a fin de arrancar de raíz el problema que perturba nuestra tranquilidad y equilibrio. Cuando hay de por medio decisión y seguridad, se deja de prejuzgar y simplemente hay entrega total a cada vivencia, extrayendo de ella no la cizaña que nos desarrolla una personalidad prejuiciosa y temerosa; sino abundante trigo que redituará en un gran alimento para el alma, en satisfacción por sentirnos libres y dueños de nosotros mismos, siendo independientes de pensamiento y acción, no permitiendo que nadie intente manipularnos, inducirnos, fanatizarnos o reprimirnos; esa cizaña externa, cuando nos produce daño y angustia constante es mejor arrancarla con decisión y determinación; a fin de eliminar de golpe las cargas y culpas que nos genera el no atrevernos a ser nosotros mismos; porque el reino de los cielos es un estado de plenitud y dicha que experimenta el ser humano cuando ha logrado vencer a sus enemigos internos y externos, y comienza a experimentar autocontrol y certidumbre, la libertad interior!

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Textos Bíblicos: Jeremías 14:17-22; Mateo 13:36-43.

Se le acercaron sus discípulos, diciendo: explicamos la parábola de la cizaña del campo”.

La explicación de la parábola de la cizaña entiende el mundo como un campo del Padre, donde crecen juntos, pero distintos, el trigo y la cizaña, los hijos del Reino junto a los hijos del maligno.

Son estos sembradores de cizaña, es decir de escándalos y malestar. Recibirán su justicia al final de los tiempos.

El lector sincero se preguntará si es trigo o cizaña. Lo más probable es que tengamos mezclados las dos realidades.

Pero el texto de la parábola no es, simplemente, una examen individual. Tengo que preguntarme por las causas que producen hombres-cizaña, preguntarme si yo tengo responsabilidad, con mis silencios, omisiones, cobardias o acciones malas, a que la cizaña en las que se desarrolle en instituciones y personas.

Y también tenemos que cuestionarnos sobre algo que Dios está esperando a nosotros: ¿qué hago para que la cizaña se convierta en trigo?

Quizá, lo más común es pensar que estamos bien, si no nos juntamos con la cizaña, ni les hablo, ni me importan, allá ellos.

¡Pues no!, Jesús buscó a la cizaña de su tiempo, les habló, convivió con ellos, los perdonó y los invitó a la conversión de una vida nueva, de trigos.

Nadie es totalmente justo ni perverso. Aprendamos a convivir con todos, de cualquier color y sabor. No caigamos en tentaciones de etiquetar y condenar a los “malos”. Partamos de nuestras experiencias de pecado y debilidad, para poder comprender (no justificar), con amor compasivo a nuestros hermanos y sucesores de pecado. No hagamos clubs elitistas de buenos.

Jesús cosa excluye: el que tenga oídos, que oiga.

Del Salmo 78: Ayúdanos, Dios salvador nuestro, por amor de la gloria de tu nombre; líbranos, borrar nuestros pecados, por respeto a tu Nombre.

El trigo y la cizaña

Mateo13, 24-30. Tiempo Ordinario. Nosotros también somos tierra fértil donde se puede sembrar trigo y... cizaña

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En aquel tiempo, Jesús les propuso otra parábola diciendo: El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero,

mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" Él les contestó: "Algún enemigo ha hecho esto." Le dijeron los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?" Jesús le dijo: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.

ReflexiónEn el mundo se ven siempre dos tipos de hombre, el bueno o el malo. El campo es la tierra donde viven juntos los hombres buenos con los malos. Si vemos los campos la forma del trigo es casi la misma que la forma de la cizaña, pero están tan juntos que es peligroso arrancar una sin hacer daño a otra. La cizaña roba agua y minerales de la tierra destinados al trigo.

Es una parábola que se refiere nuestro mundo. Aquí las apariencias engañan. Nosotros también somos tierra fértil donde se puede sembrar cizaña, viene el enemigo cuando no lo esperamos, a veces sutilmente envuelto en medias verdades o para nuestro bien aparente. Sin embargo, estos dos campos diferentes, el mundo y nosotros mismos, están continuamente guardados por el Sembrador. Él quita las yerbas que crecen en nuestra tierra, nos protege como plantas débiles.

Pero podemos dejar todo el trabajo a Él, como dice san Agustín “el que te creó sin ti no te salvará sin ti”. Por eso debemos orar y velar para que no sembremos con una mano trigo y con la otra cizaña. Debemos dar fruto de conversión para escuchar estas palabras del sembrador: “la podaré y pondré abono para que dé más fruto”.

Lectio: Mateo 13, 24-30Lectio:

Sábado, 28 Julio, 2012

Tiempo Ordinario

1) Oración inicial

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Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia,

para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el

cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.<--break->

2) Lectura del Evangelio

Del Evangelio según Mateo 13,24-30

Otra parábola les propuso, diciendo: «El Reino de los Cielos es semejante a un

hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras su gente dormía,

vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo, y se fue. Cuando brotó la

hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña. Los siervos del amo

se acercaron a decirle: `Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo?

¿Cómo es que tiene cizaña?' Él les contestó: `Algún enemigo ha hecho esto.'

Dícenle los siervos: `¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?' Díceles: `No, no

sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos

crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores:

Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo

en mi granero.'»

3) Reflexión

• El evangelio de hoy nos presenta la parábola del trigo y la cizaña. Tanto en la

sociedad como en las comunidades y en nuestra vida personal y familiar, todo

está mezclado: cualidades buenas e incoherencias, límites y fallos. En nuestras

comunidades se reúnen personas de diversos orígenes, cada una con su historia,

con su vivencia, con su opinión, con sus anhelos, con sus diferencias. Hay

personas que no saben convivir con las diferencias. Quieren ser juez de los

demás. Piensan que sólo ellas están en lo cierto, y que los demás se equivocan.

Hoy, la parábola del trigo y la cizaña ayuda a no caer en la tentación de querer

excluir de la comunidad a los que no piensan como nosotros.

• El telón de fondo de la parábola del trigo y la cizaña. Durante siglos, por causa

de la observancia de las leyes de pureza, los judíos habían vivido separados de

las demás naciones. Este aislamiento marcó su vida. Y hasta después de haberse

convertido, algunos seguían estas mismas observancias que los separaban de los

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demás. Ellos querían la pureza total. Cualquier señal de impureza debía de ser

extirpado en nombre de Dios. “No puede haber tolerancia con el pecado”, así

decían. Pero otros como Pablo pensaban que la Nueva Ley de Dios traída por

Jesús estaba pidiendo ¡el contrario! Ellos decían: "¡No puede haber tolerancia con

el pecado, pero hay que ser tolerantes con el pecador!"

• Mateo 13,24-26: La situación: el trigo y la cizaña crecen juntos. La palabra de

Dios que hace nacer la comunidad es la buena semilla, pero dentro de las

comunidades aparecen siempre cosas que son contrarias a la palabra de Dios.

¿De dónde vienen? Era ésta la discusión, el misterio que llevó a conservar y

recordar la parábola del trigo y de la cizaña.

• Mateo 13,27-28a: El origen de la mezcla que hay en la vida. Los empleados

preguntan al dueño: “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo

es que tiene cizaña?” El dueño respondió: Un enemigo lo hizo. ¿Quién es este

enemigo? El enemigo, el adversario, satanás o diablo (Mt 13,39), es aquel que

divide, que desvía. La tendencia de división existe dentro de la comunidad y existe

en cada uno de nosotros. El deseo de dominar, de aprovecharse de la comunidad

para subir y tantos otros deseos interesados, dividen, son del enemigo que

duerme en cada uno de nosotros.

• Mateo 13,28b-30: La reacción diferente ante la ambigüedad. Ante la mezcla entre

bien y mal, los siervos querrían arrancar la cizaña. Pensaban: "Si dejamos a todo

el mundo dentro de la comunidad, ¡perdemos nuestra razón de ser! ¡Perdemos

nuestra identidad!" Querían expulsar a los que pensaban de forma diferente. Pero

no era ésta la decisión del Dueño de la tierra. El dice: "¡Dejad que ambos crezcan

juntos hasta la siega!" Lo que va a decidir, no es lo que cada uno habla y dice,

sino que cada uno vive y hace. Es por el fruto producido que Dios nos juzgará (Mt

12,33). La fuerza y el dinamismo del Reino se manifiestan en la comunidad. Aún

siendo pequeña y llena de contradicciones, la comunidad es una señal del Reino.

Pero no es dueña ni señora del Reino, no puede considerarse totalmente justa. La

parábola del trigo y de la cizaña explica la manera en que la fuerza del Reino

actúa en la historia. Es preciso hacer una opción clara por la justicia del Reino y, al

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mismo tiempo, junto con la lucha por la justicia, tener paciencia y aprender a

convivir y a dialogar con las contradicciones y con las diferencias. En el momento

de la siega, se hará la separación.

• La enseñaza en parábolas. La parábola es un instrumento pedagógico que usa

la vida cotidiana para mostrar que la vida nos habla de Dios. La realidad se vuelve

transparente y hace que la gente tenga una mirada contemplativa. Una parábola

apunta hacia las cosas de la vida y, por esto mismo, es una enseñaza abierta,

pues de las cosas de la vida todo el mundo tiene experiencia. La enseñanza en

parábolas hace que la persona parta de la experiencia que tiene: semilla, sal, luz,

oveja, pajarillo, flor, mujer, niño, red, pez, etc. Así, la vida cotidiana se vuelve

transparente, reveladora de la presencia y de la acción de Dios. Jesús no solía

explicar las parábolas. Dejaba que el sentido de la parábola quedara abierto y no

lo determinaba. Señal de que creía en la capacidad que la gente tenía de

descubrir el sentido de la parábola desde su experiencia de vida. De vez en

cuando la petición de los discípulos, explicaba el sentido (Mt 13,10.36). Por

ejemplo, como hace con la parábola del trigo y la cizaña (Mt 13,36-43).

4) Para la reflexión personal

• ¿Cómo se manifiesta en nuestra comunidad la mezcla del trigo y de la cizaña?

¿Qué consecuencias trae para nuestra vida?

• Mirando en el espejo de la parábola, ¿a quién me parezco más: a los siervos que

quieren arrancar la cizaña antes de tiempo, o al dueño que manda esperar hasta

la siega?

5) Oración final

Mi ser languidece anhelando los atrios de Yahvé;

mi mente y mi cuerpo se alegran

por el Dios vivo. (Sal 84,3).

EL TRIGO Y LA CIZAÑADomingo 16 del Tiempo OrdinarioUna y o t ra vez hemos con templado la escena de l Ju ic io F ina l que p r e s i d e l a C a p i l l a S i x t i n a e n e l V a t i c a n o . O t r a i m p r e s i o n a n t e representación del Juicio corona el

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retablo mayor de la Catedral Vieja de Sa lamanca . Pero tamb ién encon t ramos es ta escena en la por tada de muchas de nuestras catedrales. En su encíclica “Salvados en esperanza”, el Papa Benedicto XVI ha recordado la importancia que la representación del juicio tenía para los cristianos medievales. Gracias a ella recordaban la responsabilidad que les aguardaba en el mundo profano, apenas dejaran el templo. N u e s t r a v i s i ó n “ f o r e n s e ” d e l a s o c i e d a d n o s i m p i d e d e s c u b r i r l a dimensión salvadora del juicio de Dios. Esa dimensión de providencia y de gracia es la que subraya una hermosa oración que se encuentra en el libro d e l a S a b i d u r í a : “ N o h a y m á s D i o s q u e t ú , q u e c u i d a s d e t o d o , p a r a demostrar que no juzgas injustamente” (Sap 12,13).Como ha dicho el Papa, en la sociedad secular son muchos los que acusan a Dios como causante del mal. En consecuencia, tratan de sustituirla justicia de Dios por la justicia humana. Por desgracia, con tal sustitución son los más pobres e indefensos los que más pierden.LA BONDAD DEL INTRANSIGENTE. Ese contraste entre la justicia humana y la justicia divina queda claro en la parábola de la cizaña y el trigo que hoy se proclama en la liturgia (Mt13, 24-30). La buena simiente y la mala han sido sembradas y crecen en el mismo campo. El relato refleja sin duda el panorama de las primeras comunidades cristianas. Ya entonces había hermanos que dificultaban el camino a los que p re tend ían segu i r l a Señor con f ide l idad . La ten tac ión de los más intransigentes era la de expulsar a “los malos”. La parábola incluye dos preguntas que los criados dirigen al dueño de los campos. La primera es más teórica y la segunda más práctica.-“¿De dónde sale la cizaña?” El dueño del campo tiene muy clara la respuesta. La cizaña ha aparecido en el campo porque un enemigo lo ha hecho. Nosotros buscamos muchas explicaciones sociales, pero la razón última no puede ser olvidada.-“ ¿ Q u i e r e s q u e v a y a m o s a a r r a n c a r l a ? ” L o s c r i a d o s p r o c u r a n defender los intereses del dueño. Seguramente son celosos de su p r o p i o t r a b a j o . E s p e r a n r e c o g e r u n a b u e n a c o s e c h a . S u i n t r a n s i g e n c i a n o n a c e d e s u m a l d a d , s i n o d e s u a m o r p o r l a s obras bien hechas. ESPERANZA ACTIVA. La parábo la a t r ibuye a l dueño de l campo un d ic tamen que a todas luces se refiere a Dios. Él permite que el trigo y la cizaña crezcan juntos. Al arrancar la cizaña se correría el riesgo de arrancar también el trigo. Pero el Señor de la historia dará el aviso oportuno a los segadores:• “Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla”. La frase no pretende dar una lección sobre el “lugar” destinado a los malos. Ni justifica una afirmación sobre la naturaleza del “fuego” como destino de los malos. Pero revela el fracaso mismo del mal.• “El trigo almacenadlo en mi granero”. Tampoco esta frase ha de ser tomada como una explicación literal del “lugar” que aguarda a los buenos. Pero revela que la suerte de los buenos está en manos de Dios. Y que sus buenas obras

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permanecerán en la presencia divina. La afirmación del juicio de Dios sobre la historia no es un motivo de t e r r o r , s i n o u n a o c a s i ó n p a r a a d q u i r i r c o n c i e n c i a d e n u e s t r a responsabilidad en el mundo

-S e ñ o r J e s ú s , e n n u e s t r a p r o f e s i ó n d e f e , c o n f e s a m o s q u e t ú vendrás con g lo r ia para juzgar a v ivos y muer tos y tu re ino no tendrá fin. Que nuestra esperanza sea viva y activa, tolerante yresponsable. Amén.

REFLEXIÓN DOMINICAL: EL TRIGO Y LA CIZAÑA

Uno de los discursos fundamentales de Jesús sobre el Reino de Dios en los tres

evangelios sinópticos es el de las parábolas, que en la versión de San Mateo

estamos escuchando en la Iglesia durante estos domingos (Mt 13). Este discurso

de parábolas presenta en el evangelio de Mateo algunas variantes respecto a los

otros evangelios. Así por ejemplo, el primer evangelista añade a las parábolas del

sembrador y la del grano de mostaza, presentes también en Marcos y Lucas, la de

la levadura que fermenta en la masa, tomada de la fuente Q (presente en Lucas),

la del tesoro escondido en el campo, la del mercader de perlas preciosas y la de la

red de peces buenos y malos.

Según las parábolas el dinamismo imparable del Reino de Dios en esta tierra es

un misterio paradójico. Cuando Jesús habla del Reino no dice nunca en qué

consiste sino a qué se parece. Se trata de algo muy pequeño, sencillo, apenas

perceptible..., pero es una realidad preñada de vida, con potencia para crecer,

cuyos frutos se perciben en el momento oportuno, pero no de manera inmediata.

El Reino de Dios es un misterio de vida y de crecimiento, como una semilla que

crece, sin que nadie sepa exactamente cómo, hasta hacerse como una espiga o

como un árbol frondoso en cuyas ramas anidan los pájaros. El contraste entre el

comienzo débil y el magnífico resultado final es lo que subrayan la parábola

sinóptica del grano de mostaza y la marcana de la espiga. La acción del Espíritu

en el ser humano es también así. Es real, pero imperceptible, potente, pero sin

triunfalismos, con futuro, pero no siempre inmediato. Nuestra vida es frágil, corta,

diminuta, pero está llena de una vida densa con proyección de futuro y con destino

fructífero. La vida del Espíritu a través de la Palabra en nosotros es la semilla del

Reino. La vida histórica de una persona forma parte de ese comienzo del Reino en

nosotros, pero no es todavía su final, pues éste trasciende la vida terrena y llega

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hasta la vida eterna. La parábola suscita así la confianza plena en Dios, la

esperanza en la transformación del corazón humano y en el cambio del mundo y

la apertura del Reino a todas las gentes, representadas en los pájaros que vienen

a anidar.

Con todo, la principal aportación mateana al discurso consiste en la

transformación de la parábola de la semilla que crece por sí sola, propia de San

Marcos, en la del trigo y la cizaña (Mt 13, 24-30), incorporando además las claves

de su interpretación (Mt 13,36-43) . Con gran realismo en el primer evangelio se

constata la presencia maligna de la cizaña entre las espigas de trigo para mostrar

la huella perniciosa del mal en la historia humana. Dos elementos singulares

destacan en la parábola. Uno es que un enemigo, el maligno, sembró la cizaña

mientras las gentes dormían. Otro es que las cizañas serán arrancadas a su

debido tiempo, pero no ahora, y serán arrojadas al fuego. Las cizañas son todos

los corruptores de la historia humana y los que practican la injusticia. La

perspectiva del final de la vida, cuando llegue el tiempo de la cosecha, lejos de

permitir la legitimación de cualquier tipo de mal provocado por los seres humanos,

lejos de suscitar la tolerancia de la injusticia y de la corrupción, abre el horizonte

humano a la trascendencia y a la figura del Hijo del hombre como referente

definitivo de un juicio ineludible, en el que la palabra de Dios se cumplirá.

Entretanto, mientras se espera la cosecha, en el trabajo específico de la Misión

Permanente, tal como dicen los obispos de Bolivia en la carta pastoral, Los

católicos en la Bolivia de hoy, n. 20: “es misión de los creyentes descubrir y

afrontar la existencia del mal, detectar el crecimiento de la cizaña y advertir y

denunciar los daños que pueda ocasionar. Pero con la conciencia de no ser más

que criaturas y confiando en que la última palabra es de Dios y no del ser humano.

La cizaña que impide y ahoga el crecimiento del Reino de Dios se presenta en

todo tipo de corruptelas políticas, sociales y eclesiales, tanto en el cinismo de los

oportunistas como en las mil caras de los insidiosos, en la doble vida de los

inmorales y en las mentiras de los embaucadores”. La palabra del Evangelio es el

fundamento de nuestra esperanza y nos permite tomar conciencia de que la última

palabra en la historia es de Dios y no del ser humano. Esa palabra afirma que

“recogerán de su Reino a todos los corruptores y a los que cometen la iniquidad y

los echarán a la hoguera de fuego (…) y entonces los justos brillarán como el sol”.

Aun éstas sean expresiones de un género literario apocalíptico (cf. Sal141,9 y Dn

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3,6), que como tal hay que comprender, no dejan ser el pronunciamiento de una

sentencia radical y última de la justicia de Dios, manifestada por el Hijo del

Hombre, acerca de la verdad y del discernimiento permanente entre el bien y el

mal que, según los parámetros del Reino, tiene que caracterizar la vida del

discipulado.

Abramos nuestro espíritu, por tanto, al Espíritu de Dios que viene en ayuda de

nuestra debilidad (Rom 8,26-27) para que el dinamismo del Reinado de Dios y la

fuerza de su amor se adueñe de nuestros corazones y posibilite el cambio de

nuestras vidas y el crecimiento efectivo de su Reino y su justicia. Así se

desarrollarán en nosotros los grandes valores del cristianismo, como son el

perdón, la transparencia interior, la responsabilidad, la justicia divina y la entrega

solidaria y comprometida a la causa de los últimos. De este modo la Iglesia puede

ser verdadera “presencia de esperanza y compromiso” y fermento en medio de la

masa de la sociedad, espacio abierto para la misión evangelizadora, mediante la

cual la Palabra de Dios ha de iluminar y transformar los criterios y los valores

culturales, los hábitos y costumbres sociales así como las leyes y normas políticas

y económicas.