Ciudades gigantes

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Ciudades gigantes, desafíos gigantes Tomado del Diario El Pais de España. Consulta de : http://elpais.com/elpais/2015/04/09/planeta_futuro/1428595647 _142720.html Megaciudades. Aglomeraciones urbanas de hasta 20 millones de habitantes. “Monstruos ingobernables”, como admiten unos arquitectos que tratan de ordenar el caos. Imposible. Las mayores urbes del planeta son complejos organismos que se multiplican sin freno y, en la mayoría de ocasiones, sin un patrón homogéneo. Núcleos hipertrofiados que han germinado con el progreso de las clases medias y el trasvase del campo a la ciudad. São Paulo, México, Bogotá, Lima, Buenos Aires, Río, etcétera. Urbanistas y arquitectos de estas metrópolis de América Latina analizan para EL PAÍS los retos que plantea su gestión. Y coinciden en señalar la falta de un criterio unificador que armonice el desarrollo de las urbes, las dificultades en la movilidad y el aumento de las desigualdades sociales como los principales problemas. Los retos futuros pasan por convertir estas grandes ciudades en espacios más habitables, con mejores políticas de transporte público y menor contaminación. Y, sobre todo, trazar una dirección para la edificabilidad bajo un plan único, y que las grandes urbes no sean el resultado de un cuadro pintado a brochazos. En 2014, 450 millones de personas compartían el suelo de 28 áreas metropolitanas en todo el planeta. Difícil detener la autoconstrucción, como si fuera un videojuego. “Hay un aspecto fundamental: la lucha por la ciudad”, afirma Abilio Guerra, urbanista y arquitecto brasileño. “Es difícil encontrar fórmulas adecuadas en el Gobierno de las ciudades. La mayor parte de las veces, la iniciativa privada pasa por encima de los intereses de la gente, sin que el poder

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Ciudades gigantes, desafíos gigantesTomado del Diario El Pais de España. Consulta de :

http://elpais.com/elpais/2015/04/09/planeta_futuro/1428595647_142720.html

Megaciudades. Aglomeraciones urbanas de hasta 20 millones de habitantes.

“Monstruos ingobernables”, como admiten unos arquitectos que tratan de ordenar

el caos. Imposible. Las mayores urbes del planeta son complejos organismos que

se multiplican sin freno y, en la mayoría de ocasiones, sin un patrón homogéneo.

Núcleos hipertrofiados que han germinado con el progreso de las clases medias y

el trasvase del campo a la ciudad. São Paulo, México, Bogotá, Lima, Buenos Aires,

Río, etcétera. Urbanistas y arquitectos de estas metrópolis de América Latina

analizan para EL PAÍS los retos que plantea su gestión. Y coinciden en señalar la

falta de un criterio unificador que armonice el desarrollo de las urbes, las

dificultades en la movilidad y el aumento de las desigualdades sociales como los

principales problemas.

Los retos futuros pasan por convertir estas grandes ciudades en espacios más

habitables, con mejores políticas de transporte público y menor contaminación. Y,

sobre todo, trazar una dirección para la edificabilidad bajo un plan único, y que las

grandes urbes no sean el resultado de un cuadro pintado a brochazos.

En 2014, 450 millones de personas compartían el suelo de 28 áreas

metropolitanas en todo el planeta. Difícil detener la autoconstrucción, como si fuera

un videojuego. “Hay un aspecto fundamental: la lucha por la ciudad”, afirma Abilio

Guerra, urbanista y arquitecto brasileño. “Es difícil encontrar fórmulas adecuadas

en el Gobierno de las ciudades. La mayor parte de las veces, la iniciativa privada

pasa por encima de los intereses de la gente, sin que el poder político tome

medidas contra los abusos. Los grandes perjudicados son los espacios públicos de

las ciudades. Lo vemos en Río con el caso del Parque do Flamengo, y en São

Paulo con el Largo da Batata y el Parque Minhocão. Es preocupante, porque esto

sucede en un momento de vulnerabilidad de la sociedad civil brasileña”, analiza

Guerra.

Gran São Paulo, densa Bogotá

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Ciclistas en la plaza de Bolívar en Bogotá, la ciudad con la red de carriles para bici más grande de América

Latina.

São Paulo es la reina de las megaurbes de América Latina: 11,8 millones de habitantes en la ciudad y

21,7 millones en toda la superficie metropolitana. México DF es segunda en esta lista de gigantes

urbanos, con 8,8 millones de ciudadanos en la ciudad y 20,1 en la zona metropolitana. Buenos Aires pone

el listón en 15 millones entre todos sus distritos, aunque la ciudad se sitúa en apenas unos tres. Bogotá y

Lima, mientras, comparten una población urbana similar, unos nueve millones, aunque la capital

colombiana supera a todas las urbes de la región en cuanto a densidad demográfica. Sus más de 26.000

habitantes por kilómetro cuadrado multiplican por cinco la concentración de México y de Río, y por 10 la

de Lima.

El patrón se repite en la mayoría de capitales latinoamericanas. En Bogotá se dan

codazos sus 7,8 millones de habitantes, producto de la mayor densidad urbana en

toda la región: 26.200 ciudadanos por kilómetro cuadrado. El censo crece en 170

personas al día. Y la administración da carta libre a la construcción para aportar

cobijo a esa demanda.

Un decreto permite que los constructores puedan desarrollar grandes obras si se

abona una cantidad económica adicional por la edificabilidad extra. “Eso significa

que pueden aparecer edificios de cualquier tamaño en cualquier manzana, solo

porque el constructor busca más metros”, explica Mario Noriega, profesor de

urbanismo en la Universidad Javeriana. Noriega pide un “marco legal según las

necesidades de la gente, que no cambie de alcalde a alcalde”. “Creen que eso da

una apariencia de modernidad a la ciudad. Pero las calles no están preparadas. La

ciudad tenía una estructura de manzanas, con 30 viviendas en cada una. Con la

nueva norma, se harán hasta 400. Bogotá es muy densa en los bordes y poco en

el centro, pero ahora será densa en todos lados. Su caso de densidad solo puede

ser comparable a algunas ciudades chinas y africanas. Están creando una zona de

desastre. Se habla de México como la ciudad monstruo, pero tiene metro, y Bogotá

es cinco veces más densa”, explica el profesor de urbanismo. Solo el 55% de sus

habitantes dice estar orgulloso de su ciudad.

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Una población similar a la de Bogotá, aunque con una densidad 10 veces

menor, tiene Lima. Los arquitectos peruanos Arnold Millet, que ha trabajado en la

Municipalidad, y Mario Lara abundan en la reivindicación de su colega colombiano.

“Lima no tiene una gobernanza con un hilo único, sino que se suceden gobiernos

que rompen con lo anterior y hacen lo contrario”, apunta Millet. “El gran reto es

ordenarla. Hoy es una ciudad descoyuntada, con más de 40 alcaldías [43 distritos

y alcaldes de distrito] que cada una hace lo suyo, atomizada. La solución sería

poner a Lima con menos alcaldías y con los mismos decretos”, expone Lara.

Pocas ciudades en el mundo han logrado esta unidad metropolitana. Si acaso

Londres y París, dicen los urbanistas. “Se parte de un centro y se acumulan

municipios adyacentes”, dice sobre México el español Miquel Adrià, director de la

revista Arquine.

Cómo moverse en el laberinto

Las horas vuelan al volante o en transporte público para los millones de personas

que se desplazan en ese ida y vuelta eterno entre la casa y el trabajo. El

ciudadano de São Paulo invierte una media de 2 horas 53 minutos diarios en

desplazamientos en vehículo propio, y 2 horas 46 minutos en medios públicos (son

usados por el 62% de la población). Por la ciudad circulan 5,4 millones de coches,

casi uno por cada dos habitantes. Cada mexicano emplea 16 horas a la semana

en los trayectos. Bogotá no tiene metro y es el sistema de autobuses el que

canaliza la marea humana de viajeros. En Lima, la única línea de metro no da

abasto…

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Vista nocturna del distrito financiero de México DF. / WALTER BIBKOW

“El metro es una necesidad en Bogotá”. Lo dice el presidente colombiano, Juan

Manuel Santos, consciente del embudo que supone para la capital la ausencia de

este medio de transporte. A cambio, la ciudad presume de la red de ciclorrutas

(carril bici) más grande de América Latina, 392 kilómetros de asfalto que los

ciudadanos utilizan cada vez más. Piden, eso sí, mayor seguridad vial y que las

empresas incentiven las dos ruedas entre sus empleados. Solo el 17% de los

bogotanos se declara satisfecho con la red de vías urbanas. Y los problemas de

aparcamiento son cada vez mayores para una flota de 1,5 millones de coches. El

sistema de autobuses, TransMilenio, moviliza a dos millones de personas al día.

“Se enfoca todo en los buses, pero no basta. Bogotá es una ciudad que funciona

como una ciudad del siglo XIX y tiene población del siglo XXI”, analiza Mario

Noriega. Además, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ciudad

multiplica por 2,7 los niveles de contaminación que se consideran perjudiciales

para la salud.

Ante la congestión, las ciudades buscan fórmulas como el Día sin Carro y diversos

tipos de restricciones. En Lima, otro foco de contaminación (sobre todo en invierno

dada la gran nubosidad), el ómnibus no puede circular por algunas avenidas, y en

la pasada alcaldía diversas calles del centro pasaron a ser peatonales. Con

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150.000 nuevos coches cada año (un total de 1,5 millones), proliferan los taxis,

formales e informales. También México ha puesto la señal de Stop. Los coches

con más de ocho años tienen prohibido circular un día a la semana y un fin de

semana al mes en la ciudad. “Aunque estos mismos coches se venden en los

municipios y contaminan. La solución es tener la misma política en los dos sitios,

ciudad y área metropolitana”, señala Miquel Adrià. Hasta seis millones de

vehículos entran y salen de la urbe cada día. Distrito Federal ha puesto en marcha

proyectos para mejorar las comunicaciones, como dobles pisos en carreteras,

nuevas estaciones de tren, estaciones de metro multimodales, que unen varias

líneas (hay 300 kilómetros de vía y cinco millones de usuarios), y un nuevo

aeropuerto fuera de la ciudad.

Y junto a la saturación, la inseguridad. Según un estudio de la Fundación Thomson

Reuters, seis de cada 10 mujeres aseguran haber sido acosadas físicamente en

los transportes públicos de América Latina. Bogotá, Ciudad de México y Lima son

los escenarios más inseguros.

Las desigualdades sociales

La polarización social también sacude las megaurbes. El ciudadano es parte del

mobiliario. “El gran reto es la inclusión”, comenta la arquitecta mexicana Tatiana

Bilbao. “La vivienda es un bien social, no debería ser un commodity. Los

arquitectos nos hemos desconectado de no querer lidiar con el problema de la falta

de vivienda digna para la población. En México es muy fuerte la segregación en

todos los sentidos, física y social. Las clases están muy marcadas. Es un México

muy disgregado y contrastado. Está todo revuelto. Hace 20 años la gente

cambiaba dos veces de casa durante su vida. Hoy son 17. Esto genera desarraigo,

desentendimiento de la comunidad y falta de identidad”.