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CIUDADANOS DISTÓPICOS La literatura distópica como herramienta de producción de subjetividad política Jesús Alberto Durán Turizo Trabajo de Grado para optar por el título de Comunicador Social Énfasis Editorial y Multimedial Director PhD. Carlos Andrés Barreneche Jurado Bogotá, 27 de mayo de 2020

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CIUDADANOS DISTÓPICOS

La literatura distópica como herramienta de producción de subjetividad política

Jesús Alberto Durán Turizo

Trabajo de Grado para optar por el título de Comunicador Social

Énfasis Editorial y Multimedial

Director

PhD. Carlos Andrés Barreneche Jurado

Bogotá, 27 de mayo de 2020

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ARTÍCULO 23: “La Universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por los

alumnos en sus trabajos de grado, solo velará porque no se publique nada contrario al dogma y la

moral católicos y porque el trabajo no contenga ataques y polémicas puramente personales, antes

bien, se vean en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”

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Bogotá, 27 de mayo de 2020

Doctora

MARISOL CANO BUSQUETS

Decana

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Ciudad

Apreciada Decana

Me permito presentar ante usted mi trabajo de grado titulado Ciudadanos distópicos: la literatura distópica

como herramienta de producción de subjetividad política, con el fin de optar al grado de comunicador

social con énfasis en estudios editoriales y multimediales.

El propósito de este fue examinar el potencial de las distopías críticas del Siglo XXI para producir

subjetividad política en sus fans a través de la apropiación de los contenidos de estas obras. Tras meses de

trabajo, lo que aquí se presentan son historias de vida narradas por los mismos fans, quienes se apasionan

cada vez que hablan de sus libros favoritos. Asimismo, esta investigación es un espacio de análisis de esos

relatos a la luz de los componentes de la subjetividad política: la identidad, la narración, la memoria, el

posicionamiento y la proyección.

Cordial saludo,

Jesús Alberto Durán Turizo

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Bogotá, 27 de Mayo de 2020

Profesora

MARISOL CANO BUSQUETS

Decana

Facultad de Comunicación y Lenguaje

Ciudad

Apreciada Marisol:

Formalmente hago entrega del trabajo de grado del estudiante del pregrado en Comunicación Jesús Alberto

Durán Turizo, identificado con la cédula de ciudadanía N° 1001913467, el cual se titula: “La literatura

distópica como herramienta de producción de subjetividad política”

El trabajo cumple con los requisitos de calidad científica para ser aprobado por mi parte, como director del

mismo. Este proyecto, que reconstruye las historias de vida de lectores de ciencia ficción distópica, explora

las posibilidades de formación de sujetos políticos a través de este subgénero literario. Encuentro este

estudio particularmente relevante para estos momentos de crisis, porque en estas narraciones de mundos

rotos y profunda asimetría social los jóvenes encuentran también la posibilidad de despertar una conciencia

crítica, de renovar su sentido de justicia social, de construir capacidad de resiliencia, y de imaginar otros

mundos posibles.

Cordialmente,

Carlos Barreneche

Profesor Asociado

Departamento de Comunicación

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“Insurgente —dice él—. Sustantivo. Una persona que actúa en oposición a la autoridad

establecida, que no es necesariamente considerada como agresiva”

—Veronica Roth, Insurgente.

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Agradecimientos

A Dios, Vigilante Jefe, quien hace esto posible.

A mis abuelos, mi facción de origen, con quienes empezó todo.

A mi madre, valiente y abnegada, por dejarme ir en busca de aquello que ella siempre quiso

encontrar.

A mi padre, erudito y amable, por ser esa calma en momentos en los que yo mismo era la tormenta.

A mi hermana, cuyos ojos de admiración nunca me dejaron desfallecer, por quien me ofrecería

como Tributo una y mil veces.

A Carlos, el mejor Mentor que un Tributo podría pedir, por su inmensa paciencia y por enseñarme

que los mejores aprendizajes son aquellos que surgen mientras hacemos aquello que nos

apasiona.

A Sofía A., Sofía D., Claudia y Valeria, porque recorrer este laberinto sin ustedes no hubiese sido

lo mismo.

Hernando, Andrea y David, mis narradores, solo espero que la suerte siempre esté de su lado.

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Tabla de contenido

Resumen ....................................................................................................................................9

Introducción ............................................................................................................................ 10

De cómo todo empezó a arder… ............................................................................................. 10

Capítulo I ................................................................................................................................. 15

Construyendo el laberinto desde cero .................................................................................... 15

1.1 Planteamiento del problema: un estado actual de Panem ............................................ 15

1.2 Pregunta de investigación .............................................................................................. 17

1.3 Objetivos de investigación ............................................................................................. 17

1.3.1 Objetivo general........................................................................................................ 17

1.3.2 Objetivos específicos ................................................................................................. 17

1.4 Justificación. ¿Por qué es importante el experimento? ................................................ 18

1.5 De cómo se ha analizado la facción: un estado del arte de la documentación

académica actual .................................................................................................................. 20

1.5.1 Perfil del ‘Divergente’. El lector distópico como fenotipo social .............................. 21

1.5.2 Noticias del Capitolio. Narrativas al interior de las distopías ................................... 26

1.5.3 ¿Cómo recorrer el laberinto? El proceso de interpretación textual .......................... 31

1.6 Marco teórico: todo en el Área tiene un sentido. .......................................................... 33

1.6.1 ¿Qué es la distopía? .................................................................................................. 33

1.6.1.2 Distopías a través de la historia: la Arena como territorio temático. ................. 41

1.6.1.3 Distopías en el Siglo XXI. ..................................................................................... 44

1.6.2 Ser un fan: Tributos, Divergentes y Corredores ....................................................... 46

1.6.2.1 ¿Cómo se llega a ser fan? Iniciando en la facción. .............................................. 51

1.6.2.2 Las prácticas de un fan: ¿qué hace un Corredor? .............................................. 53

1.6.2.3 De cómo leen los fans: las maneras de interpretar los mapas. ............................ 59

1.6.3 Conceptualización de subjetividad política. Reconociéndome como miembro del

Área ................................................................................................................................... 62

1.6.3.1 Elementos de la subjetividad política: cinco “facciones” para entender el mundo

de hoy. ............................................................................................................................... 66

1.6.3.2 Implicaciones de la subjetividad política. Ser un Vencedor trae consigo ciertas

tareas. ............................................................................................................................... 68

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1.7 Marco metodológico. De cómo funcionará el experimento .......................................... 69

1.7.1 La cosecha de tributos, quienes narraron este proyecto ........................................... 75

1.7.2 La recolección de datos: las pruebas de fuego .......................................................... 76

1.7.2.1 Fase 1. La entrevista. ............................................................................................ 77

1.7.2.2 Fase 2. Los relatos de vida cruzados. ................................................................... 79

Capítulo II ............................................................................................................................... 80

Relatos distópicos: historias que traspasan la ficción ............................................................ 80

2.1 Hernando: de la Arena de juego al escenario artístico ................................................. 81

2.2 Andrea: Divergente, el suero del afecto ....................................................................... 88

2.3 David: de caminar las pantallas a correr por los libros ............................................... 93

2.4 Relatos cruzados: Análisis final del experimento. ........................................................ 99

2.4.1 La identidad. ¿Quién soy y a qué facción pertenezco? ............................................. 99

2.4.2 La narración, una historia que el Capitolio se encargará de hacerte recordar ...... 103

2.4.3 La memoria: la vida antes del laberinto. ................................................................ 106

2.4.4 El posicionamiento. ¿Desde dónde observo la Arena? ........................................... 108

2.4.5 La proyección. ¿Qué hay más allá de la frontera? ................................................. 113

Conclusiones .......................................................................................................................... 116

Algunos pensamientos antes de tragarme las bayas…......................................................... 116

Bibliografía ............................................................................................................................ 124

Anexos ................................................................................................................................... 128

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Resumen

Desde inicios de la segunda década del Siglo XXI, el mercado editorial colombiano fue testigo de

la proliferación de obras pertenecientes al género distópico y el consumo de estas como parte de

la cultura popular de la época, especialmente de la población adolescente. Por añadidura, durante

los últimos años, se ha hecho palmario una mayor participación juvenil en distintas prácticas de

militancia política y una considerable notoriedad de grupos de jóvenes en defensa de todo tipo de

derechos. Teniendo en cuenta el proceso lector como un ejercicio en el que contenidos son

apropiados para resignificar la realidad, esta investigación examina las formas de producción de

subjetividad política a través de la lectura en los fans de tres distopías críticas del siglo XXI: Los

juegos del hambre, Divergente y Maze Runner. Para este fin, se realiza la reconstrucción de las

historias de vida de tres lectores bogotanos identificados como fans de dichas sagas y el análisis

de estas a la luz de los elementos constitutivos de la subjetividad política: identidad, narración,

memoria, posicionamiento y proyección.

Palabras clave: literatura distópica, subjetividad política, cultura fandom, ficción, apropiación,

relatos de vida.

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Introducción

De cómo todo empezó a arder…

Bien decía Katniss Everdeen que “el fuego arde más brillante en la oscuridad” y, a mí, solo

me bastó con que me apagaran la llama para volverla a encender con mucha más más intensidad.

Al escribir estas palabras, solo arde en mi mente un mismo recuerdo. Año 2012, once de la mañana,

clase de ciencia política. Ahí me encontraba yo dentro del salón de siempre, con el uniforme de

siempre, en el asiento de siempre. Sobre él reposaba el primer libro de Los juegos del hambre, el

cual me había propuesto terminar antes del día de la premiere de la película. A pesar de que mis

ojos estuviesen posados sobre el papel, lograba distinguir que el profesor hablaba acerca de cómo

estaba compuesto el Estado y me resultaba jocoso escucharlo usar calificativos como

‘incuestionable’ o ‘indestructible’ para referirse a este. Continué absorto en mi lectura hasta

cuando, de repente, el libro saltó, abruptamente, de mi pupitre a las manos del profesor.

Levanté la mirada aún anonadado por lo que había pasado y solo logré escuchar un ‘joven,

no se puede leer en clase, preste atención’. Con la misma calma con la que me tomo todo aquello

por lo que sé que no vale la pena exaltarme le contesté ‘sí, estoy prestando atención’ y procedí a

explicarle, con ejemplos sacados del libro, cómo el Estado, en efecto, podía ser cuestionado y

derrocado por hechos tan simples. Finalicé mi corta intervención con un ‘todo eso está en ese libro

que me acaba de quitar; cuando termine, si quiere, se lo presto’. El profesor solo se limitó a mirar

el libro con una especie de asco y a decir ‘si estos libros no sirven para nada’. Mi respuesta solo

fue un silencio de sorpresa causada más por el hecho de que no me hubiera devuelto el libro que

por su mismo comentario, el cual es el motivo de la investigación que aquí presento.

A partir de lo sucedido, hice de las clases de ciencia política mi hora de lectura personal.

Con el paso de los días, resultó curioso notar cómo muchos amigos míos y gente de otros cursos,

sacaban libros para leer en clase. No solo Los juegos del hambre, sino también Harry Potter,

Cazadores de sombras, Crespúsculo, etc; libros que más tarde intercambiaríamos entre nosotros.

Los bestsellers para jóvenes adultos estaban en todo su apogeo. Sin embargo, lo que me seguía

desconcertando entonces era el hecho de que decomisaran los libros y nos regañaran por leer en el

colegio, un espacio en donde, se supone, debían fomentarnos los hábitos de lectura.

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Eventualmente, todo se les salió de control y tuvieron que citar los padres de familia para pedirles

que no nos compraran libros porque ‘los estábamos leyendo en clase’, lo cual resultó también muy

desconcertante para los padres.

Las cosas siguieron su rumbo de siempre. Los estudiantes leyendo en clase y los profesores

intentando encontrar mejores argumentos para decomisar los libros. No obstante, hubo una parte

del plantel educativo, tal vez dos o tres maestros, que comenzaron a pedirnos prestados los libros.

Querían saber qué era lo que nos tenía tan distraídos en clase, entender qué nos interesaba

realmente. Paralelamente, para la época, recuerdo ni siquiera interesarme por la política a nivel

escolar. Tal era mi indiferencia que prefería tomar las dos horas que duraban las votaciones para

elección de personero como un recreo extendido que solo tomaba lugar una vez al año. Sin

embargo, con la llegada de estos libros a mi vida, quise comenzar a averiguar en qué se basaban

los autores para escribir dichas historias y fue así como llegué a un concepto muy básico de

‘distopía’. Con el tiempo quise empezar a leer noticias y a participar en los debates propuestos en

clase. Sorpresivamente, dos años después, el niño que no votaba ni en una elección a personero se

convirtió en el representante de los estudiantes de ese año.

Debo admitir que el comentario de ‘si estos libros no sirven para nada’ de mi profesor aún

me persigue hasta el día de hoy y al formular esta investigación pensé en mi proceso lector y en

esas prácticas que, de una forma u otra, me llevaron a interesarme por el panorama político del

país desde una temprana edad. De igual modo, se me vinieron a la mente muchos amigos que

también leían este tipo de libros en clase y que, al entrar a la universidad, se fueron por el lado del

Derecho, las Relaciones Internacionales o la Ciencia Política.

En los primeros momentos de planeación de este proyecto, no dejaba de hacer asociaciones

entre esa época en la que los libros distópicos estuvieron de moda y la cantidad de marchas y

movimientos estudiantiles de los que había sido testigo durante los últimos años. No lograba dejar

de pensar en el hecho de que muchos de esos jóvenes que habían leído esas distopías, al igual que

yo, hoy podían ejercer su derecho al voto. Fue así como surgió mi curiosidad por querer saber

cómo era que las tramas de estos libros lograban ayudarnos en nuestro proceso de construcción y

reconocimiento como seres políticos, si es que existía relación alguna.

La estereotipación de las narrativas parece ser un fenómeno común al interior del ámbito

académico. Durante los años escolares, nos enseñan a leer clásicos de la literatura con la esperanza

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de que eso haga de nosotros mejores lectores y desarrollemos un amor hacia la lectura, mientras

que todo libro que se salga de ese canon parece carecer de valor. El plan lector en las escuelas se

presenta ante muchos estudiantes como una camisa de fuerza en la que nadie se quiere ver

amarrado y cuando se manifiesta el descontento por muchos de estos libros, el castigo viene en

forma de una mala calificación. Sin embargo, cuando un libro de populariza entre el público joven

adulto, se convierte en objeto de múltiples críticas y prejuicios. No obstante, estas van más ligadas

al público que las lee, que a los mismos textos.

En este orden de ideas, las distopías como género literario que muestran escenarios futuros

que son resultado de los efectos negativos de los actuales hechos políticos, tuvieron una época de

gloria durante inicios de la segunda década del Siglo XXI. Por otro lado, en los últimos años las

marchas se han vuelto una práctica más popular entre los jóvenes y los distintos grupos

estudiantiles de defensa de derechos se han hecho cada vez más visibles. En medio de todo esto

cabe preguntarse ¿son estos jóvenes que hoy marchan y se expresan políticamente los mismos que

leyeron las distopías populares de principios de la década? Y en caso de no ser así aún surge la

pregunta ¿hay alguna manera en la que estas obras permitan prácticas de formación política en los

jóvenes lectores?

Por otra parte, se ha de reconocer la subjetividad política como un tipo de subjetividad

inherente a cada ser humano y que le permite desempeñarse como sujeto político dentro de una

sociedad. Su proceso de formación, desde el punto de vista de Ruiz & Prada (2012), se compone

de cinco elementos que no funcionan por separado, sino que dependen el uno del otro para producir

lo que se conoce como subjetividad. Estos son la identidad, la narración, la memoria, el

posicionamiento y la proyección. Cada uno abarca una serie de prácticas y tiene ciertas

implicaciones que serán explicadas más adelante.

Al principio de esta pesquisa debo reconocer que me preguntaba más por el ‘quién’, es

decir, por el lector que había consumido las distopías. Sin embargo, mientras la investigación

previa se fue desarrollando, me di cuenta de que el ‘quién’ era solo un lado de la cuerda y de que

verdadero secreto se posaba sobre el ‘cómo’, es decir, en el proceso lector per se y en la manera

en la que los textos distópicos eran apropiados.

En este sentido, el presente trabajo se centra en examinar cómo los contenidos de las obras

distópicas del Siglo XXI pueden o no contribuir a la producción de sujetos políticos. Es a través

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de las historias de vida de los fans que se puede descubrir si existe una relación y, de haberla, vale

la pena preguntarse qué tipo de relación es y que prácticas implica.

Para observar esto, se recurrió a tres personas en calidad de narradores. Cada una de ellas

identificada como fan de Los Juegos del Hambre, Divergente y Maze Runner. En este punto hago

énfasis en el carácter de fan en la medida en que esto implica un reconocimiento de sí por parte de

la persona, lo cual involucra un cierto tipo prácticas tanto durante como después del proceso de

lectura. Centrándonos en ellos como personas con un contexto propio y teniendo en cuenta que la

lectura es una actividad individual de cada ser humano, se posibilitó un espacio de diálogo con

ellos en donde pudieron contar su historia de vida en relación con los textos ya mencionados y

también relatar sus experiencias a nivel político. A partir de esto, se reconstruyó el relato de cada

uno, en los que percibieron ciertas particularidades de cada proceso. Posteriormente, estas

narraciones fueron analizadas en conjunto a la luz de los elementos constitutivos de la subjetividad

política propuestos por Ruiz y Prada (2012) a fin de observar la formación de la subjetividad

política por medio de la apropiación de los contenidos de las distopías del Siglo XXI. Cabe destacar

que el desarrollo de este proyecto se dio bajo condiciones de cuarentena, por lo que gran parte de

la metodología tuvo que ser adaptada al confinamiento en el que se encontraban tanto el

investigador como los narradores, en acato a lo decretado por el presidente Iván Duque.

El Capítulo 1 de este trabajo se compone de una breve contextualización del estado actual

del mercado editorial en Colombia y de su panorama político. Adicionalmente, expone los

objetivos trazados y justifica la importancia de esta investigación. Posteriormente, realiza un

análisis de las investigaciones existentes que se han hecho ligadas al tema. Hecho esto, se presenta

el marco teórico en el que se definen tres conceptos principales: distopía, fan y subjetividad

política; es este apartado el que constituye una pieza clave para el posterior análisis de los

resultados. Finalmente, se describe la metodología utilizada para el hallazgo y análisis de los

resultados.

El segundo capítulo representa la parte central de esta investigación ya que es el producto

de todo lo teorizado y las conversaciones mantenidas con los fans. En un principio, el capítulo

presenta tres relatos distintos, cada uno correspondiente a la relación de un fan con una de las obras

distópicas ya mencionadas. Gracias a ellos, se logra comprender al fan como sujeto histórico

consciente de su proceso lector y político. Posteriormente, estas historias son puestas en diálogo

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común y se analizan bajo la lupa de cada uno de los elementos de la subjetividad política

propuestos por Ruiz & Prada (2012); de esa manera, se logran encontrar semejanzas y diferencias

entre cada narración y se exponen puntos de vista de cada uno de los narradores con respecto a su

propia experiencia. Los resultados aquí arrojados son producto de las consideraciones tanto de los

relatos individuales como de su interrelación.

Finalmente, las conclusiones corresponden a una serie de reflexiones a las que se llegó a

lo largo de todo el trabajo. Serán estas las que resuman el proceso y den respuesta a los

cuestionamientos que puede que hayan surgido durante todo el proceso investigativo. Cabe anotar

que, en este apartado también se reafirman muchas de las ideas expuestas durante el transcurso de

la investigación.

Sin nada más que agregar, que la suerte esté siempre de su lado.

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Capítulo I

Construyendo el laberinto desde cero

1.1 Planteamiento del problema: un estado actual de Panem

Realizando una observación del panorama político del territorio colombiano, es posible

apreciar que la cantidad de medios y movimientos para defender los derechos humanos han

aumentado su notoriedad durante los últimos años. De forma similar, la participación de jóvenes

en distintas prácticas en las que se ejerce un tipo de resistencia contra el poder dominante ha

aumentado considerablemente. De acuerdo con el DANE (2019), el 48,2% de la población entre

18 y 25 años se cataloga como ‘Muy insatisfecho’ en cuanto a la forma como siente que funciona

la democracia en el país. Por otro lado, los mecanismos de participación ciudadana que más

conocen son el plebiscito (60,2%), la consulta popular (47,8%) y el referendo (47,5%).

Ante lo anterior, es posible anotar que actualmente los jóvenes no están contentos con la

manera en la que el Estado está manejando los asuntos políticos y conocen algunos de los

mecanismos a los que tienen acceso. Complementariamente, más de la mitad (55,8%) de jóvenes

entre 18 y 25 años votaron en las pasadas elecciones a la presidencia (DANE, 2019). Como

consecuencia, este rango poblacional no solo manifiesta saber sus formas de participación, sino

que también las utiliza cuando tiene la oportunidad. Cabe destacar que la mayoría de esta población

(41,3%) se reconoce tener una posición política de centro (DANE, 2019).

Fenómenos como estos tienden a ser observados y estudiados en muchas ocasiones como

prácticas netamente actuales. No obstante, considerando que estos son procesos que poseen un

amplio recorrido histórico y una gran complejidad, muchas veces ameritan ser analizados

pensando en ciertos fenómenos que propician dichos comportamientos. Adicionalmente, teniendo

en cuenta los considerables niveles de participación política de este rango poblacional, resulta

pertinente observar qué está aconteciendo en los procesos de formación de subjetividad política de

estas personas.

Por otra parte, en lo concerniente al mercado editorial y el consumo de libros en el país, el

DANE (2017) afirma que, en promedio, los lectores entre 12 y 25 años leen 5,4 libros al día. En

cuanto a los medios, esta población muestra una inclinación hacia las redes sociales (86,6%), las

páginas web (57,9%) y el correo electrónico (55,4%). Por su parte, el libro sigue siendo el medio

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impreso predilecto por esta población, de hecho, el porcentaje de personas leen libros ubicadas

dentro de este rango (62,5%) es mucho mayor que el del porcentaje de personas en el país (51,7%).

Sin embargo, a pesar de que un 34,23% de esta población manifiesta su gusto por la lectura, resulta

preocupante que haya un 43,2% que afirme que no le gusta ni le disgusta leer, es decir, que la

mayoría de personas ubicadas en ente rango etario no poseen una posición definida con respecto a

esta, lo cual puede surgir de hábitos de lectura no establecidos.

Por otra parte, es crucial tener en cuenta que las obras más vendidas en un territorio

generalmente constituyen un reflejo de los tiempos que se están viviendo. En otras palabras, el

panorama social que se vive a nivel global casi siempre posee una relación con aquello que es

consumido por los lectores. De este modo, la lectura se convierte en un instrumento ligado a los

imaginarios políticos de la población, así como a sus mutaciones.

En este sentido, cabe observar cómo a partir del año 2012, tras una época en la que lo

sobrenatural fue lo más popular gracias a sagas como Harry Potter o Crepúsculo, los lectores

colombianos comenzaron a mostrar preferencia por la literatura distópica. De hecho, la saga de

Los juegos del hambre se mantuvo dentro del Top 10 de libros más vendidos durante todas las

semanas del año 2012, según la Revista Dinero (2012). Asimismo, entre 2015 y 2017, la saga

Divergente se posicionó durante dos años dentro del mismo ranking. Del mismo modo, libros de

la saga Maze Runner fueron de los más vendidos durante la Feria Internacional del Libro de Bogotá

(FILBO), en 2017 (Semana, 2017). Como consecuencia, es apreciable el interés por parte de los

lectores de la época hacia dicho género cuya trama presenta sociedades caóticas producto de las

malas decisiones de sus antepasados.

No obstante, pese a que demostraron ser libros exitosos en el mercado, el hecho de ser

leídos de forma masiva por jóvenes adultos y encajar dentro de la categoría de bestsellers, ha

llevado a que se generen ideas estereotipadas acerca de estas obras. Consecuentemente, han sido

consideradas como literatura ‘no culta’, con poco valor literario o solo de ocio, ocasionando que

muchas personas se sigan limitando a la misma clase de textos que se consideran clásicos y no se

den la oportunidad de conocer estos escenarios. A pesar de todo esto, estos libros indicaron altos

niveles de lectura por cuenta de los lectores jóvenes, lo que lleva a cuestionarse entonces: ¿cómo

explicar la popularización de la literatura distópica durante la segunda década del Siglo XXI?

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En adición a lo anterior, es importante notar que, actualmente, la mayoría de estas obras

han sido analizadas a partir de la carga literaria que ofrecen, a saber, sus contenidos, y en algunos

casos por cuenta de la crítica que estos hacen hacia la sociedad. Sin embargo, la academia

colombiana pocas veces se ha dado a la tarea de observar los tratados de dicho género como

instrumento para la producción de la subjetividad política de un tipo de lectores con prácticas de

lectura específicas y, a la vez, como síntoma cultural de los actuales procesos políticos. Ante esto,

es preciso un cuestionamiento por la manera en la que los contenidos de dichas ficciones distópicas

fueron apropiados, teniendo en cuenta que ya han pasado ocho años desde el boom de este

subgénero y que muchos de sus fans ya han alcanzado la mayoría de edad, por ende, a pesar de

que su subjetividad política sea muy diferente a la de entonces, aún pueden existir rasgos de esos

libros en dicha subjetividad. Rasgos que tal vez impliquen distintas formas de participación

política al interior del territorio nacional.

1.2 Pregunta de investigación

En virtud de lo anteriormente expuesto, la descripción precedentemente realizada y

teniendo en cuenta el panorama editorial y político de Colombia, así como los diversos proyectos

de investigación realizados y observaciones de procesos de manifestación de la población nacional,

surge el siguiente interrogante central al que este proyecto de investigación intenta dar respuesta:

¿Cómo la apropiación de las distopías críticas del Siglo XXI por parte de sus fans colombianos

tiene el potencial de producir subjetividades políticas?

1.3 Objetivos de investigación

1.3.1 Objetivo general

Determinar el potencial de la apropiación de distopías críticas del Siglo XXI en la

producción de subjetividades políticas de sus fans colombianos.

1.3.2 Objetivos específicos

Registrar historias de vida de producción de subjetividades políticas a partir de prácticas

de lectura de distopías críticas del Siglo XXI por parte de sus fans.

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Analizar los procesos de producción de subjetividad política mediante las prácticas de

lectura por parte de los fans de distopías críticas a la luz de sus cinco elementos constitutivos:

identidad, narración, memoria, posicionamiento y proyección.

1.4 Justificación. ¿Por qué es importante el experimento?

Pensar en el proceso editorial como un conjunto parece fácil una vez se tiene en manos el

producto final: el libro. No obstante, si se analiza este como una secuencia de distintos trabajos

llevados a cabo por diferentes personas, dicha tarea se complica para muchos a la hora de tratar de

identificar los actores que realizan estas labores. A grandes rasgos, se podría afirmar que los

principales ejecutantes son el autor, el editor, el diseñador, el corrector, el impresor, el distribuidor

y el librero; cada uno con distintas funciones durante la creación del objeto final. Cabe aclarar,

también que esto varía dependiendo del tipo de libro.

No obstante, existe una pieza clave en dicho rompecabezas que la mayoría de las veces es

obviada pese a su carácter fundamental: el lector. Resulta curioso observar cómo, incluso en

muchos estudios relacionados con la cadena editorial, esta figura queda relegada a un segundo

plano puesto que se tiene la concepción de que este no hace parte activa de la producción del libro

como objeto en sí. Sin embargo, se hace menester recordar que la función de estos sujetos es la

misma atribuida al receptor en todo proceso comunicativo; por ende, se convierte en el engranaje

más importante de toda esta máquina conocida como proceso editorial, debido a que todo lo que

ahí hecho es pensado desde el uso que estos individuos le van a dar al producto final.

Adicionalmente, cabe anotar que sin lectores, la producción de textos carecería de sentido.

En este orden de ideas, cabe añadir que el lector, en calidad de ser pensante, es capaz de

dar uso a los objetos con los cuales entra en contacto; así el libro, como parte del entorno de dicho

sujeto, representa un elemento con el cual esta persona establece una relación de utilidad capaz de

trascender. Es así como el proceso de lectura surge como una actividad a través de la cual el lector

realizará una apropiación de contenidos que le permitirán entender su entorno. Por este motivo, el

presente proyecto de investigación resulta importante, en primera instancia, debido a que permitirá

vislumbrar la relación que establecen ciertos receptores literarios con los libros con los que entran

en contacto e, igualmente, observar qué caracteriza sus prácticas de lectura.

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Por añadidura, es necesario señalar que la lectura es un proceso propio de cada ser humano

y que se encuentra permeada por distintos factores tales como el individuo, el entorno, el propósito,

entre otros. De este modo, cuando se trata de libros es importante tener en cuenta que no todos los

lectores alcanzan un mismo nivel de análisis de un determinado texto. Mientras unos se limitan a

la comprensión literaria del texto, es decir, la trama, los personajes, los escenarios, etc., y se

conforman con ser consumidores ocasionales; otros son capaces de generar procesos de

apropiación y alcanzar un nivel más alto de comprensión, hasta el punto de ser capaces de

establecer relaciones con otros manuscritos ya leídos o con situaciones que estén aconteciendo a

su alrededor. A partir de esto, crean comunidades teniendo en cuenta dicho gusto en común y,

consecuentemente, nace la figura del fandom. Es en este último tipo de relación en la que la

presente investigación pretende centrarse, debido a que muchas veces, la academia se limita a

realizar una hermenéutica de los textos en un nivel literario de sus contenidos, dejando de lado las

lecturas que los fans puedan dar a estos una vez han alcanzado un nivel de comprensión textual

más elevado. De este modo, este proyecto también se hace pertinente al mostrar prácticas llevadas

a cabo por aquellos lectores asiduos que poseen otra manera de acercarse y apropiarse de los textos

y que pueden ayudar a otras personas a llegar otros niveles de comprensión por medio de la

utilización de técnicas similares.

En este punto cabe señalar que si bien se han hecho estudios sobre la relación entre el

lector, el libro y el proceso de apropiación que el primero hace de los contenidos, son pocos los

que se han hecho a nivel de la literatura distópica. Dicho subgénero de la ciencia ficción, el cual

expone escenarios caóticos situados en un futuro con una cierta probabilidad de acontecer, hace

parte del acervo literario colombiano; sin embargo, no ha gozado de tanto reconocimiento dado

que muchos consumidores al interior del territorio nacional se han limitado a aquello que

consideran como ‘representativo’, por ende, géneros como el realismo mágico, la novela histórica

o la novela realista siguen predominando en el mercado editorial local sobre otro tipo de textos.

Teniendo esto en cuenta, el presente proyecto también representa un medio para que se observe la

producción de otro tipo de textos en el país y para incentivar a su consumo por medio de la

exposición de las maneras en las que la apropiación de sus mensajes puede generar subjetividades

políticas, lo cual puede servir como método de invitación a la lectura de estos contenidos.

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20

Por otra parte, teniendo en cuenta que la literatura es un reflejo de los tiempos que vive

determinada sociedad, no sería extraño afirmar que las prácticas políticas son acciones que los fans

pueden reconocer una vez se han apropiado de los contenidos. Como consecuencia, la génesis o

mutación de una subjetividad política puede estar ligada, aunque no de manera correlacional, a los

textos consumidos y, asimismo, la apropiación de estos puede propiciar reflexiones en torno a

estos mensajes. Es este punto otro de los ejes centrales que soportan la importancia del presente

proyecto, puesto que la investigación en cuestión permitirá analizar procesos de producción de

subjetividades políticas de un cierto grupo de personas que, de algún modo, están vinculadas con

los contenidos que consumen a fin de poder observar a futuro si, tal vez, una formación consciente

de subjetividades políticas en el país puede darse a partir de la incentivación a la apropiación de

los mensajes de las distopías críticas.

En suma, la pertinencia de este proyecto se apoya, primeramente, en el hecho de situar al

lector como elemento principal del proceso editorial. Además, permite conocer las prácticas de

lectura y formas de apropiación de los contenidos con los que entran en contacto. Adicionalmente,

al hacer énfasis en los fans, los cuales tienen prácticas particulares de lectura, esta investigación

proporcionará técnicas de acercamiento y apropiación literaria que podrán ser replicadas por

personas que tengan dificultades a la hora de entrar en contacto con un texto. Por otra parte, trae a

la luz un subgénero que a pesar de estar presente en Colombia y contar con títulos escritos por

autores nacionales, no es tan reconocido por el público lector, razón que tal vez haya afectado sus

cifras de consumo. Por último, también es un acercamiento no solo a dinámicas políticas que se

dan al interior del territorio nacional, sino también a los modos en los que estas se originan o mutan

desde la producción de una subjetividad política.

1.5 De cómo se ha analizado la facción: un estado del arte de la documentación académica

actual

Realizando una revisión de los trabajos relacionados con el tema de la ficción distópica es

posible hallar que numerosas han sido las investigaciones relacionadas a su consumo por parte de

los lectores, en su mayoría publicadas durante la segunda década del siglo XXI. En relación con

esto, es posible distinguir tres aproximaciones utilizadas por los investigadores para abordar el

objeto de la pesquisa, los cuales serán expuestos y descritos en este apartado. Cabe aclarar que,

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21

pese a que estos puntos de observación poseen características específicas, existen cualidades que

son transversales a diversos textos que no están cobijados bajo la misma perspectiva.

1.5.1 Perfil del ‘Divergente’. El lector distópico como fenotipo social

En primera instancia, es posible destacar un grupo de trabajos (López & Jerez, 2013;

Mallan, 2017; Ames, 2013) cuyo enfoque se direcciona hacia el reconocimiento de los lectores de

literatura distópica como individuos importantes para la sociedad en cuanto seres capaces de

observar críticamente lo que sucede en esta, potencial que no había sido antes reconocido.

Asimismo, se hace hincapié en la relevancia social que tiene la formación de lectores bajo este tipo

de narrativas. La mayoría de estas investigaciones explicita aquellos valores presentes en los libros

que se ven reflejados en la sociedad, ya sea en sus comportamientos, sus personajes o sus formas

de manifestación. Adicionalmente, construyen una serie de características que delinean un perfil

de lo que se denominaría un lector distópico como una persona capaz de evaluar ciertas estructuras

sociales, ampliar sus conocimientos con respecto a lo que lee en las noticias, identificar injusticias

en su entorno y cuestionar lo que acontece a su alrededor, todo esto siempre y cuando haga una

lectura crítica de los libros de este subgénero.

Como muestra de lo anterior, se hace pertinente mencionar el trabajo de López & Jerez

(2013), quienes centran su investigación en el papel de la narrativa distópica en la formación de

lectores críticos con la sociedad. En este sentido, defienden la idea de que las lecturas de tipo

distópico son importantes a la hora de construir un modelo de lector que sea capaz de evaluar la

sociedad.

Cabe destacar que esta es una de las investigaciones en donde la obra juega un gran papel,

puesto que el objeto de estudio se construye a partir del análisis general del libro The Giver de

Lois Lowry como medio para justificar la idea central ya expuesta. Asimismo, los autores intentan

observar si los valores de esta obra se ven plasmados en la sociedad o si solo quedan relegados al

plano de la ficción.

Para la consecución de los objetivos, los autores, en primera instancia, establecen las

características de lo que es un lector crítico al señalar que estos desarrollan su actividad lectora a

partir de distintos estímulos, buscan información complementaria a la presente en los libros,

transforman lo que leen en conocimiento útil, entre otras (López & Jerez, 2013, p,3).

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22

Posteriormente, realizan un repaso por cuatro fases de lectura que ellos consideran cruciales: de

decodificación, de comprensión, de educación y de aplicación. Y es en esta parte en la que

expresan una importante idea ligada a la función de la lectura, la cual se hace pertinente para el

presente proyecto de investigación, en la que enuncian que:

(...), a fin de cuentas, la lectura sirve al individuo para conocerse, para entender el mundo, para

empatizar con los otros hombres y sus culturas, para dar explicación a todas las dudas de todos los

hombres de todos los tiempos y otorgar cierta información que será transformada en conocimiento

útil una vez concluidos los estadios de lectura. (López & Jerez, 2013, p.3).

Adicionalmente, López & Jerez (2013) recurren a algunas ideas de Hegel, en donde

enuncia que las partes pueden ser entendidas solo en cuestión de la totalidad a fin de defender el

modelo de análisis de la realidad de lo que ellos denominan como “muñeca rusa”, en donde se

debe ir de lo macro a lo micro, siempre retirando capas de análisis. Tras esto, encuentran puntos

comunes entre The Giver y las que ellos consideran las principales obras de ficción distópica (Un

mundo feliz, 1984, Fahrenheit 451), tales como la supresión de la institución familiar y las

características humanas como el sufrimiento o la capacidad de errar. Por último, se realiza un

análisis literario de la obra, centrándose en puntos como la trama, los personajes o los elementos

de control.

De igual importancia es señalar las conclusiones a las que llegan los autores, tales como,

que las novelas distópicas son una buena herramienta para la formación de lectores con un ojo

crítico ante la sociedad, en especial niños y adolescentes, al ofrecerles contenidos que les permitan

leer entre líneas, buscar información aparte de la ya ofrecida y construir conocimiento necesario

para evaluar los procesos sociales llevados a cabo en su entorno. De forma similar, más allá de

establecer características comportamentales del lector de literatura distópica, aporte considerable

al presente trabajo de investigación, el artículo reconoce que no solo el proceso de aplicación de

lo leído es importante, sino también la manera cómo se leen y se comprenden las ficciones, ya que

es un ejercicio clave en la formación de lectores críticos.

Por otra parte, es considerable señalar que las pesquisas abordadas bajo esta aproximación

también reflexionan acerca del papel didáctico del subgénero distópico y el potencial de aplicación

de sus contenidos a la realidad de los lectores, puesto que se cuestionan por los usos educativos

que se les pueden dar a estas obras al presentar situaciones similares a las que algunos jóvenes

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23

enfrentan en su entorno y ofrecer relatos sobre cómo solucionar dichos obstáculos. Tal es el caso

de Mallan (2017), quien parte de la premisa de que los textos distópicos son una herramienta

didáctica para pensar acerca de los desafíos que los jóvenes enfrentan y su capacidad para

superarlos.

Si bien se señala la importancia del lector en el proceso editorial al ser un punto importante

en la cadena y un ser que incorpora los contenidos de acuerdo a sus necesidades, el autor se enfoca

en destacar una característica particular que presentan los lectores de literatura distópica: la

resiliencia, es decir, la capacidad de tomar una determinada postura que permita superar desafíos

constantemente. Para defender lo anterior, la autora se basa principalmente en tres textos distópicos

y el hecho de que estos presenten personajes que se enfrentan a problemas en el ámbito político

mientras también lidian con los dramas cotidianos de un joven común.

Para el alcance de los objetivos, inicialmente se realiza un análisis literario y comparativo

de tres obras distópicas del presente siglo: Los juegos del hambre, Pequeño hermano y Omega

place. En este punto, es menester detenerse para señalar que, para la presente investigación, este

es uno de los aportes más significativos ya que se analizan textos del siglo XXI, los cuales ya

responden a problemas más contemporáneos como los que enfrenta la muestra poblacional del

presente trabajo. Complementariamente, se presentan distintas definiciones de resiliencia tales

como la de Davis & Paster (2000), quienes afirman que “son discretas acciones que se acumulan

en un estilo de vida general de superación de acontecimientos decepcionantes, frustrantes y

desalentadores, asumiendo desafíos formidables con una mirada positiva” (p.18) o “la inesperada

adaptación de cara a una seria adversidad” (p.550) como es vista por Hauser & Allen (2007). Esto

es hecho con el objetivo de ilustrar cómo los diferentes protagonistas de los libros demuestran su

resiliencia de distintas formas.

Por otra parte, la investigación contrasta lo expuesto en los libros con hechos de realidad

mundial tales como el aumento de ventas de los textos distópicos desde los hechos del 11 de

septiembre de 2001 o las alusiones a la Declaración de Independencia de Estados Unidos hechas

por Bush y Obama al hablar acerca del terrorismo, tal y como sucede en Pequeño hermano.

Asimismo, Mallan (2017) recurre a estudios psicológicos como el de Comer & Kendall (2007)

acerca de las secuelas psicológicas que presentan los jóvenes que han presenciado ataques

terroristas o el de Townsend et al. (1988) acerca de las relaciones entre los jóvenes y el nivel de

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24

autoestima. Este recurso es utilizado para mostrar cómo hechos presentados en la ficción pueden

verse también reflejados en la cotidianidad y abrir un debate acerca del nivel de empatía e

identificación que los lectores establecen con los personajes de los textos que leen, tema que será

explicado en un futuro apartado del presente trabajo.

Por añadidura, una de las conclusiones a las que llega la autora es que las distopías cumplen

un papel didáctico al enseñar a los lectores a superar los desafíos impuestos por la sociedad, tal y

como lo hacen los personajes de las obras. De igual modo, establece que la empatía con los textos

y las relaciones interpersonales de los lectores son cruciales a la hora de evaluar su capacidad de

resiliencia. Además, señala características de las obras distópicas analizadas que representan una

muestra de resiliencia tales como el entablar amistades con una figura adulta, quienes casi siempre

se muestran como el enemigo; los monólogos reflexivos de los personajes, los cuales permiten

evaluar sus acciones pasadas, y la pérdida de miedo a la exploración de la intimidad.

Como recurso adicional, es crucial mencionar que al centrarse en el lector como fenotipo

social, también se estudia aquello que lo construye, razón por la cual la mayoría de trabajos aquí

cobijados recurren a hechos de coyuntura política para situar a los lectores en un determinado

contexto. Tal es el caso de Ames (2013), quien opina que la popularidad de las distopías en la

actualidad se basa en los efectos del 9/11 en el imaginario de la sociedad, postulado también

compartido por Mallan (2017). Ante esto, presenta un artículo en el cual se evalúa la potencialidad

de los textos distópicos como un pequeño paso para capturar la atención de los estudiantes hacia

las dinámicas de participación política.

En su trabajo, Ames (2013) parte de la premisa de que es un error calificar a los millenials,

población que ella ubica entre los 18 y 28 años, como sujetos ‘apolíticos’ debido a que sus

preferencias por la lectura distópica reflejan una preocupación por este tipo de temáticas. Por este

motivo, analiza el comportamiento político de esta población y explora las razones por las cuales

este subgénero de la ciencia ficción ha adquirido tanta popularidad entre dicho grupo social. Para

este fin, la autora divide su trabajo en tres partes: un análisis de la audiencia mencionada, una

revisión del subgénero distópico y sus características y un análisis de cinco obras distópicas del

siglo XXI (Juntos, Traición, Feed, Los juegos del hambre y Pequeño hermano).

En primera instancia, la autora se basa en distintas investigaciones y hechos de coyuntura

internacional para explorar dos opiniones opuestas con respecto a la participación política de los

Page 25: CIUDADANOS DISTÓPICOS La literatura distópica como ...

25

millenials. Por un lado, recurre a estudios como el de Bauerlein (2009), en donde se demuestra que

esta población sabe más de cultura pop que de asuntos políticos, o Mindich (2005), quien asevera

que los jóvenes se rehúsan a participar políticamente por el hecho de no sentirse escuchados y

pensar que es una pérdida de tiempo, con el objetivo de mostrar que no solo hay una concepción

de la juventud como apolítica sino también como falta de conocimiento. Por otra parte, también

cita trabajos como el de Sander & Putnam (2010), que explican cómo las discusiones políticas al

interior de los salones de clase aumentaron a partir de los hechos del 11 de septiembre de 2001, o

el de Askin (2012), que observa cómo fenómenos como el Occupy Wall Street fueron

promocionados por redes sociales y contaron con la participación de personas en su mayoría

jóvenes, a fin de sustentar que dicha audiencia sí se interesa por los fenómenos políticos.

Como segundo paso, analiza el estado actual del subgénero distópico dentro del mercado

editorial y expone las razones de su popularidad al interior de la audiencia de jóvenes adultos en

el siglo XXI al aseverar que:

(...) el hecho de que los adolescentes estén consumiendo estos temas con entusiasmo sugiere que

están buscando un espacio seguro para luchar contra, y tal vez emplazar, los miedos que tienen —

miedos que son establecidos y, no sin importancia, resueltos en medio de los cómodos hilos

narrativos de los escritos para jóvenes adultos: rituales de llegada a la mayoría de edad, luchas de

identidad, románticos triángulos amorosos, y así sucesivamente. (Ames, 2013, p.7).

Complementariamente, la autora hace un repaso por las publicaciones de los textos

distópicos desde los años 80 hasta los presentes y establece una serie de problemas que han

inspirado estos escritos durante dichas épocas, puesto que se ha de considerar que las distopías

responden a las problemáticas específicas de una sociedad. Por ejemplo, señala que la tecnología,

los desastres ambientales y los estados totalitarios fueron temas recurrentes en los textos de los

años 80, en donde los efectos de la Guerra Fría ya se estaban vislumbrando, mientras que en el

siglo XXI lo que parece preocupar a los escritores es la sociedad del consumo y los medios masivos

de comunicación en vistas de los efectos del 9/11.

Como tercer punto, se analizan críticamente las obras ya mencionadas anteriormente a fin

de señalar los problemas a los que cada una apunta y las temáticas que llaman la atención de los

lectores de cada libro. Adicionalmente, también se citan otros trabajos investigativos que se

preguntan por el potencial de las distopías en la generación de una transformación política, algo

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26

que se hace pertinente para la presente pesquisa puesto que ofrece conclusiones acerca del objeto

de estudio a los que otros autores ya han llegado, tales como Hall & Slade (2011), quienes aseveran

que el impacto de estos textos es limitado ya que no se puede olvidar que estos son escritos por

adultos y su recepción puede variar al ser leídos por un público juvenil.

Por su parte, el texto concluye que si bien los estudios sobre la poca participación en las

urnas de votación por parte de los jóvenes no pueden ser obviados, también es un error calificar a

los jóvenes adultos como ‘apolíticos’, debido a que el interés por las distopías representa una

experiencia de inclinación hacia los fenómenos de participación ciudadana. Adicionalmente,

también intuye que el subgénero distópico es una manera de trabajar los miedos que existen con

respecto a los problemas sociales actuales. Como idea final, la autora deja saber que si bien el

consumo de distopías no generará una transformación política por sí solo, esta tendencia es un

buen comienzo hacia un futuro prometedor en términos de participación política.

En cuestiones metodológicas, los trabajos que poseen la aproximación del lector como

fenotipo social utilizan recursos como el análisis literarios de obras del subgénero distópico, los

cuales les permiten extraer las características de los personajes, contextos y elementos que pueden

generar identificación en el lector y así crear una especie de perfil psicológico, a partir del cual se

podrán identificar características de personas que leen dicha clase de obras, sin olvidar que no

todos son iguales. Además, el uso de otros trabajos de investigación para sustentar hechos actuales

permite realizar una relación entre lo que se muestra en las obras y lo que acontece en la realidad

con el objetivo de dejar ver que muchos elementos de las distopías no solamente quedan en el

plano de la ficción, tal y como lo hacen Mallan (2017) o Ames (2013). Por último, es significativo

destacar el análisis de hechos históricos de coyuntura internacional tales como el 9/11,

especialmente en estas dos autoras, debido a que permiten relacionar sucesos a determinadas

dinámicas del mercado editorial.

1.5.2 Noticias del Capitolio. Narrativas al interior de las distopías

Como segunda aproximación, es pertinente mencionar aquellos textos cuya reflexión

principalmente gira en torno las narrativas presentes al interior de las obras del género distópico,

es decir, aquellos imaginarios producidos por dichos escritos. En este tipo de aproximación se

reemplaza la observación general de las obras por análisis más profundos y detallados centrados

en un determinado elemento o característica. Asimismo, estas investigaciones, en su mayoría,

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27

pretenden realizar acercamientos al subgénero distópico a través de distintos campos de estudio

tales como la filosofía, la ética, la sociología, entre otros.

En aras de sustentar lo anterior, cabe traer a colación el artículo de Wang (2016), quien

aborda las distopías desde un punto de vista especialmente tecnológico y se cuestiona acerca de su

valor ético en la sociedad contemporánea. Es por esto que, a partir del estudio de temas recurrentes

en este tipo de obras, parte de la premisa de que la popularidad de la literatura distópica en los

últimos tiempos se debe a los mismos problemas que atraviesa la sociedad y cómo los textos están

retratando ese estado de crisis social y sentimiento de ansiedad negativa con respecto al porvenir.

Así, para hallar el valor ético de la literatura distópica la autora recurre, primeramente, a

realizar un recuento histórico del concepto de distopía, comenzando por aquel que lo originó, es

decir, el de utopía. En este orden de ideas, describe la utopía, teniendo en cuenta el primer concepto

de Thomas Moore en 1516, como la presentación de un proyecto social ideal, mientras que la

distopía vendría a ser, teniendo en cuenta el primer concepto enunciado por John Stuart Mill en

1868, una dantesca visión social. Basado en esto, Wang (2016) termina estableciendo que “lo que

la ficción distópica describe no es un mundo futuro en el que nos gustaría vivir, sino uno del que

intentamos escapar” (p.1).

En adición, la autora diferencia la literatura distópica de la ciencia ficción y da a entender

que son dos géneros distintos; no obstante, esto resulta problemático por razones que se darán en

otro apartado de esta pesquisa. Por otro lado, también recurre a hechos históricos, del mismo modo

en el que lo hacen Mallan (2017) y Ames (2013), para establecer situaciones que hayan inspirado

estos escritos; en este caso, atribuye a la Primera y Segunda Guerra Mundial el cambio literario de

utopía a distopía que se dio entre el siglo XIX y XX.

En segunda instancia, la autora se centra en la distopía del siglo XXI y destaca tres

temáticas principales, las cuales ejemplifica con tramas de distintos textos distópicos. La primera

es la utilización de la ciencia y tecnología al servicio de fines políticos, en donde la voluntad

individual es suprimida en favor de lo que pocos consideran el bienestar público. Como segunda

temática recurrente señala la crisis ambiental y los efectos que esta puede tener en la vida humana.

En tercera instancia, los efectos de la guerra en la situación política de los países también

constituyen un lugar común de los textos distópicos y es en este punto en donde la autora menciona

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28

las guerras en Medio Oriente como una fuente de preocupación e inspiración para los textos del

Siglo XXI.

El texto concluye que valor ético de las obras de la literatura distópica radica en su mensaje

didáctico, el cual permite que los lectores jóvenes comprendan cómo funciona el mundo real y

cómo deberían comportarse en él y así puedan tener una visión más crítica de los acontecimientos

que en él suceden y realizar un paso hacia la madurez de la vida adulta. Por añadidura, atribuye el

boom de los textos distópicos a tres motivos: el esfuerzo de los actores del mercado editorial por

promocionar este tipo de novelas, los temas ya mencionados en el párrafo anterior como motivo

de preocupación social e inspiración literaria y, por último, la capacidad de estos escritos de

preparar a los lectores para enfrentar los desafíos de la adultez.

Por otra parte, si bien los trabajos con esta aproximación presentan ideas alrededor de lo

que se encuentra al interior de las obras, no se deben descartar aquellos cuyo objeto de estudio es

el género en sí, es decir, las investigaciones que se centran en el análisis de todos los textos como

un conjunto y no de ciertos escritos en específico. Como muestra de esto se encuentra el artículo

de Akman (2015) quien, a diferencia de Wang (2016), realiza un acercamiento a las distopías desde

el campo de la sociología e intenta encontrar las correspondencias entre los escritos y los asuntos

sociopolíticos de la época en los que fueron publicados, mientras también responde a preguntas

como el papel del subgénero, su conexión con la realidad, diferencias con la literatura utópica,

entre otras.

El autor comienza exponiendo que el constante uso del término ‘distopía’ a la hora de

referirse a las obras contemporáneas ha ocasionado confusiones con respecto al verdadero

significado del vocablo y para la consecución de sus objetivos, primeramente, al igual que López

& Jerez (2013), expone las tramas de tres obras que él considera clásicos de la literatura distópica

(1984, Un mundo feliz y Nosotros) a fin de asociar los contenidos publicados durante este período

al control ejercido por el sistema comunista por parte del estado ruso. Posteriormente, también

realiza un recorrido histórico por los distintos conceptos de utopía y distopía comenzando por la

utopía de Thomas More, el cual, siguiendo la etimología de la palabra, se podría denominar como

un lugar que no existe; no obstante, el autor expone que esto resulta problemático puesto que si no

existiese, no pudiese relacionarse con la realidad.

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En adición, el texto concluye que las narrativas distópicas se alimentan de miedos presentes

en el entorno en el que habita el individuo y que más que una respuesta a las tendencias humanas,

son una reacción a las acciones de un estado, en este caso, el totalitarismo socialista. Por otra parte,

sugiere que una manera de visualizar el individualismo como un hecho distópico podría hacerse

más desde un análisis de los reality shows y no de los libros en sí.

En este punto, cabe destacar el ejercicio realizado por autores como Wang (2016) y Akman

(2015), investigadores cobijados bajo esta aproximación, de hacer mención a ciertas obras

distópicas populares y determinarlas como clásicos, ya que esto permite dotar al lector de

referentes a la hora de pensar en el subgénero, realizar un análisis de este y sustentar hallazgos

tales como los temas recurrentes en estas narrativas. No obstante, no se puede obviar que las obras

que dichos investigadores mencionan fueron publicadas en el siglo XX y es menester aclarar que

las escogidas para esta investigación deben ser coherentes con el panorama político del tiempo que

se va a estudiar (el siglo XXI) debido a que, como ya han concluido varios autores previamente,

las obras distópicas son una respuesta al entorno sociopolítico de la época en la que fueron escritas.

Uno de los que también ha realizado dicho ejercicio es Kopp (2014), cuya investigación

pretende identificar específicamente el papel que desempeñan los medios de comunicación al

interior de las historias pertenecientes al género distópico a fin de defender la idea de que los

medios de comunicación en las distopías constituyen un método de organización social. Para esto

se basa en cinco textos del siglo XX: Un mundo feliz, Nosotros, 1984, Fahrenheit 451 y La pianola.

En su marco teórico parte del hecho de que la popularidad de la literatura distópica no es

un fenómeno actual y que, por el contrario, se popularizó durante el siglo pasado, concordando

con Akman (2015) y Wang (2016). Posteriormente, el autor procede a identificar las temáticas

más comunes de las obras ya mencionadas, las cuales son la destrucción de la naturaleza, la

manipulación de la sociedad y el manejo de la voluntad del hombre.

Tras hacer esto, Kopp (2014) se centra en lo que se podría considerar la parte más fuerte

de su investigación. En esta, habla de la perspectiva que tiene con respecto a algunos medios de

comunicación mientras muestra qué función cumplen estos en los libros que ha escogido como

objeto de análisis. Como consecuencia, el autor demuestra cómo el cine y la televisión en estas

obras solo sirven como métodos de distracción que no incitan a ningún tipo de reflexión. Por su

parte, la música representa un arma de doble filo ya que es una expresión de creatividad, lo cual

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es casi que prohibido al interior de las distopías, pero también puede ser una manera de reforzar la

autoridad de los mandatarios a partir de determinados ritmos. Además, cabe hacer mención al

periódico, el cual representa el medio de mayor importancia puesto que, a través de él, las noticias

son distribuidas y los imaginarios son implantados en las cabezas de los individuos. En un sentido

opuesto, un mismo nivel de importancia tienen los libros ya que en vez de adoctrinar a la sociedad,

representan la libertad de pensamiento y el descubrimiento de la verdad.

La investigación arroja como conclusión que los medios de comunicación al interior de las

narrativas distópicas son mostrados como una herramienta utilizada por los estados para ejercer

control ideológico sobre los individuos. Asimismo, resalta que en este tipo de textos lo que se

denomina ‘masivo’ es aquello que va dirigido a una población pasiva que solo se limita a recibir

información acríticamente. Como consecuencia, todo elemento que pueda enviar un mensaje se

convierte en un objeto indispensable para garantizar la permanencia en el poder.

Si bien la mayoría de trabajos presentados en este apartado se han realizado a nivel

internacional, esto no significa que no exista producción local o que el análisis de obras realizadas

en Latinoamérica no sea pertinente. En defensa de esto se encuentra la pesquisa de Becerra (2016),

la cual se acerca al subgénero distópico desde una perspectiva económica y estudia las prácticas

de consumo de América Latina, mientras las contrasta con obras escritas en Latinoamérica para

establecer que el discurso con el que se habla de los países de esta porción del continente ya no es

uno de abundancia, como lo era en el Siglo XX, sino de escasez.

Para soportar su punto, Becerra (2016) comienza describiendo un panorama general de la

economía y definiendo términos como consumo, cultura material y objeto a partir de expertos en

dicha área de estudio tales como Casado Galván (2009) o Cancino Salas (1999). Una vez hecho

esto, explica el cambio del discurso centrado en la abundancia material, un anhelo casi que utópico,

a uno basado en la escasez económica debido a los efectos negativos de la globalización en

América Latina. Para esto se basa en cuatro obras distópicas latinoamericanas: Plop, El año del

desierto, Todo era oscuro bajo el cielo iluminado y No tendrás rostro. En este punto vale la pena

detenerse para destacar que estas obras son escritas por autores mexicanos y argentinos y se

desarrollan en estos territorios, lo cual se hace pertinente en la medida en que deja ver que existe

producción de literatura distópica en dicha parte del continente que también merece ser estudiada.

Como recurso adicional, el autor establece diferencias entre las distopías mexicanas y las

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31

argentinas y señala que mientras las primeras exponen la violencia del país, las segundas se centran

en la situación económica por la que atraviesan.

Teniendo esto en cuenta, el texto presenta hallazgos tales como que, a pesar de pertenecer

al mismo género, las distopías poseen focos de atención distintos según el lugar en las que son

producidas y, consecuentemente, son asimiladas por las audiencias de un modo distinto. Además,

asevera que en América Latina, las distopías del siglo XXI ya no representan una esperanza de

superación de un estilo de vida, sino que se enfocan en los efectos negativos que decisiones previas

causaron. En otros términos, las narrativas distópicas latinoamericanas del presente siglo, en

palabras del autor, “construyen un relato sobre el impacto de ciertas derivas de la globalización en

las sociedades latinoamericanas, resultado de programas políticos y económicos del

neoliberalismo que han tenido efectos similares en vastas regiones del panorama internacional”.

(Becerra, 2013, p.261).

Ahora bien, en términos metodológicos, los resultados estos trabajos se valen del análisis

literario. Sin embargo, la examinación de obras realizadas en esta clase de perspectiva es de un

carácter mucho más riguroso al hacer énfasis en temáticas o características específicas.

Consecuentemente, es una observación más a profundidad que permite llegar a resultados más

precisos en determinados casos. Adicionalmente, se hace pertinente señalar cómo en el caso de los

trabajos de Wang (2016) y Akman (2015) un repaso histórico por el concepto de distopía se hace

crucial para lograr entender cuestiones más profundas sobre fenómenos ligados a este subgénero.

Por último, como ya se había mencionado en párrafos anteriores, el establecimiento de ciertos

libros como referentes de la literatura distópica representa una buena herramienta metodológica

específicamente en los trabajos de Wang (2016), Akman (2015) y Kopp (2014) puesto que facilita

el hallazgo de ciertos rasgos comunes, lo cual permitirá centrarse futuramente en diferencias más

puntuales.

1.5.3 ¿Cómo recorrer el laberinto? El proceso de interpretación textual

Finalmente, aquellos trabajos que poseen esta aproximación se basan en la siguiente

pregunta: ¿cómo los lectores interpretan y comprenden los textos que están leyendo? En este caso,

más que una pregunta por el sujeto o el objeto, esta perspectiva hace hincapié en el proceso en sí,

es decir, en la manera en la que el lector decodifica los contenidos de la obra.

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32

Dentro de esta aproximación es posible citar el texto Nicolaescu (2015). En él, el autor

parte de la siguiente premisa: el uso constante del término distopía ha ocasionado una confusión

alrededor de este. A partir de esto, el investigador realiza un acercamiento a las ficciones distópicas

desde la filosofía, especialmente la aristotélica.

Como conclusión, Nicolaescu (2015) asevera que el valor ético de la literatura distópica

reside en el ejercicio de entrar en diálogo con el concepto del ‘Otro’ (quien vendría a ser el autor)

realizado por el lector. De igual modo, menciona que el valor ético de una obra sí repercute en el

valor artístico de esta y dota nuevamente, como ya se ha mencionado, al consumidor de un papel

importante en el proceso editorial en cuanto es este quien decide qué hacer con los contenidos

ofrecidos.

En cuestiones metodológicas, los trabajos con este tipo de aproximaciones también

requieren de un análisis basado más en textos teóricos que en obras literarias, puesto que los

investigadores recurren a postulados de autores con cierto grado de autoridad en su área de

conocimiento para poder analizar las historias a la luz de lo establecido por ellos. Asimismo, es

posible encontrar una cronología histórica de eventos a fin de entender un poco más el contexto

tanto de la obra como del lector.

A partir de la revisión previamente hecha es posible notar que la relación entre literatura

distópica y prácticas de los lectores de estas ha sido un tema ya analizado, especialmente a nivel

internacional. Asimismo, es posible observar que la metodología de la totalidad de los estudios

realizados al respecto es de un corte cualitativo, utilizan el análisis documental como principal

instrumento para el hallazgo de conclusiones y se centran en la interpretación de los contenidos de

las obras, lo cual muchas veces puede conducir a deducciones muy generales que tal vez no den

cuenta verdaderamente de quienes componen la audiencia lectora o las prácticas ligadas a sus

subjetividades políticas.

Es en este punto en donde el presente proyecto de investigación pretende realizar su aporte

a la comunidad académica, al realizar un trabajo en donde se dé voz a los lectores del género

distópico, es decir, en donde la interacción con el lector sea una pieza clave para el entendimiento

de las dinámicas de la tipología textual en cuestión y la construcción de narrativas al interior de

las comunidades de fans. En cuestiones metodológicas, la presente pesquisa no pretende quedarse

solo con la realización de un análisis literario de los libros, sino que planea extender ello para hallar

Page 33: CIUDADANOS DISTÓPICOS La literatura distópica como ...

33

prácticas de lectura que puedan asociarse a las subjetividades políticas de los individuos. A partir

de esto, esta investigación no solo pretende construir sobre lo ya hecho e investigado, sino también

llenar ciertos vacíos existentes, específicamente en la metodología utilizada para la recopilación

de los datos.

1.6 Marco teórico: todo en el Área tiene un sentido.

Por años, la lectura ha sido sinónimo de adquisición de conocimiento, ocio e instrumento

de alfabetización. Por su parte, la construcción de una subjetividad política, al representar un

proceso más complejo, depende de una gran cantidad de factores variables y que parten del

contexto de cada individuo. No obstante, cabe cuestionarse si la lectura hace parte de ese cúmulo

de variables y si su papel posee cierta relevancia en la producción del imaginario político de una

persona.

Con relación a esto, aparece la distopía como un subgénero de alto consumo durante la

segunda década del Siglo XXI especialmente al interior del público juvenil, lo cual generó una

creación de comunidades de fans de ciertas sagas específicas. Ante esto, y atendiendo a lo expuesto

en el anterior párrafo, cabe preguntarse también si específicamente el ser fan del subgénero

distópico representa un interés por construirse como ser político y, de ser así, qué tipo de prácticas

son las que más contribuyen a esto.

En aras de realizar un análisis elaborado del objeto de estudio de la presente investigación

acerca de la potencialidad de la literatura distópica en la formación de la subjetividad política de

sus fans, este capítulo recopila los antecedentes académicos referentes a los tres conceptos

centrales del proyecto: distopía, cultura fandom y subjetividad política. A partir de esto, se realizó

una indagación en fuentes de consulta tanto nacionales como internacionales a fin de determinar

los conceptos sobre los cuales se basará esta investigación. Asimismo, se pondrán los términos ya

mencionados en relación con otros que puedan ayudar a una mejor comprensión de lo que estos

significan para esta pesquisa

1.6.1 ¿Qué es la distopía?

Al hacerse esta pregunta, muchos podrían inmediatamente redirigirse a un concepto basado

en aquello que es mostrado por el cine, es decir, asociar el término a la representación de mundos

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34

apocalípticos o postapocalípticos. Sin embargo, se hace menester comprender este subgénero en

su totalidad y no solo en términos de qué temas trata o dónde se sitúa.

Para empezar, se debe partir de la etimología de la palabra en sí. “Distopía” parte de dos

vocablos griegos: dus, que significa enfermo, malo, defectuoso o desfavorable; y topos, que

traduce lugar (Claeys, 2017). En este orden de ideas, una noción básica del concepto sería un lugar

malo o con condiciones desfavorables para ser habitado.

Sin embargo, si bien se ha dejado claro que las distopías ofrecen un panorama negativo, se

ha de tener en cuenta que existen otros rasgos que caracterizan estas obras y construyen un modelo

literario. De acuerdo con Claeys (2017), “el adjetivo ‘distópico’ implica futuros temibles en donde

prevalecen el caos y la ruina” (p.5), por ende, se puede decir que uno de los principales motores

de estas historias es el miedo, es decir, lo distópico se alimenta de los temores de la sociedad a fin

de reforzar dicha sensación.

Por otro lado, no solo el miedo es un elemento importante en la construcción de mundos

distópicos. Otra de las principales características de este subgénero, y que representa el principal

factor diferenciador dentro de los géneros de la ciencia ficción, es el hecho de estar enmarcado

dentro del universo de lo ‘posible’. En este orden de ideas, las distopías no parten de miedos

producidos por lo imaginario o fantástico; por el contrario, son engendrados en aquello que el

hombre conoce y con lo que tiene contacto constantemente: su entorno.

Como consecuencia, la distopía se vuelve un concepto temporal que puede ser

materializado en la realidad desde que se mueve dentro de los límites de lo que es viable. Así, es

posible afirmar que es algo que no solo puede ser ligado al plano de la ficción en la medida en que

habitamos en ciertas distopías o utopías del pasado. Por ejemplo, acciones que hoy pueden

parecernos normales, para alguien del siglo XVI pudieron representar una pesadilla o un mundo

completamente caótico (Sargent, 1994).

De la misma manera, esta característica demuestra que las tramas pertenecientes a este

subgénero son cambiantes en la medida en la que el plano de lo posible se hace cada vez más

amplio con el pasar de los años. De forma similar, las distopías son variables al depender del punto

de vista quién lo lee puesto que, como afirma Claeys (2010), “es la utopía de una persona, la

distopía de otra” (p.108). Así, es posible pensar que las historias de robots o el habitar en otro

Page 35: CIUDADANOS DISTÓPICOS La literatura distópica como ...

35

planeta podrían ser solo ciencia ficción en el siglo XIX en la medida en la que la humanidad no

había mostrado capacidad para realizar dichas acciones; no obstante, hoy en día ya pueden ser

objeto de creación de historias distópicas al verlo como algo posible dentro de las capacidades del

ser humano.

Partiendo de lo ya dicho, es posible definir la distopía como el retrato de “visiones

negativas factibles del desarrollo social y político, emitidas principalmente en forma ficticia. Por

‘factible’ implicamos que no hay rasgos extraordinarios o totalmente irreales que dominen la

narración” (Claeys, 2010, p.109). De este modo, el hecho de que algo pueda ser considerado

distópico o no depende de qué tan real pueda llegar a ser aquello que se muestra.

Otra de las características distinguibles del subgénero distópico es la ‘desfamiliarización’,

la principal técnica de construcción de sus historias. Dicho proceso consiste en ubicar a los

personajes dentro de un espacio y tiempo completamente desconocidos o distantes para el lector,

en donde los primeros deberán desenvolverse al mismo tiempo que pasan por un proceso de

reconocimiento y reflexión acerca de las prácticas políticas de dicha sociedad, las cuales están

basadas en fenómenos reconocibles por los segundos. Como consecuencia, “al centrar sus críticas

de la sociedad en entornos distantes espacial o temporalmente, las ficciones distópicas ofrecen

nuevas perspectivas sobre prácticas sociales y políticas problemáticas que, de otro modo, podrían

darse por sentadas o considerarse naturales e inevitables” (Booker, 1994, p.19).

Lo anterior deja ver la principal función social de la literatura distópica, la cual consiste en

generar reflexiones acerca de los fenómenos actuales que podrían tener consecuencias negativas

en un futuro. Teniendo esto en cuenta, es posible afirmar que la literatura distópica es

intrínsecamente didáctica al ofrecer una mirada crítica de un cierto hecho que demanda la toma de

una postura ante este. Esto es respaldado por Booker (2013) al afirmar que “la ficción distópica

puede definirse como el subgénero de la ciencia ficción que utiliza la representación negativa de

una sociedad alternativa para estimular nuevas percepciones críticas en las sociedades del mundo

real” (p.5).

Ahora bien, una de las mayores discusiones acerca de la literatura distópica gira en torno a

su clasificación al interior del espectro literario puesto que si bien se reconoce como un género, su

uso indistinto ha ocasionado que los límites de diferenciación entre estas y otro tipo de obras se

hayan hecho ilegibles. Por lo tanto, ya siendo conscientes de las características de estas historias,

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36

se hace menester trazar ciertas diferencias con otro tipo de tramas, todo a partir de lo teorizado y

clasificado por Suvin (2003) y Sargent (1994).

En primera instancia, se ha de aclarar que la distopía hace parte del género conocido como

ciencia ficción, definido por Suvin (1979) como “un género literario cuyas condiciones necesarias

y suficientes son la presencia e interacción del distanciamiento y la cognición, y cuyo principal

dispositivo formal es un marco imaginativo alternativo al entorno empírico del autor”. Por lo tanto,

al poseer estas características, toda historia distópica es en sí una narración de ciencia ficción.

No obstante, el principal problema de la clasificación radica en la visión de la distopía

como término contrario o como la contraparte de lo conocido como utopía. Esto resulta una

asunción errónea en la medida en la que una categoría cobija a la otra. Para ilustrar esto, se hace

menester recurrir a la clasificación realizada por Sargent (1994).

Creado por Thomas More en 1516, el término ‘utopía’ parte de u o ou, que significa no, y

topos, que traduce lugar. Así, para este autor la utopía representa un territorio que no tiene cabida

dentro de la realidad. Por ende, al ser la utopía algo ajeno a la realidad, es un producto del

imaginario humano y encuentra su cuna en la habilidad que tienen los hombres para pensar en

aquello que les es ajeno. En palabras de Sargent (1994):

Defino el amplio y general fenómeno de la utopía como el sueño social — los sueños y pesadillas

que se refieren a las formas en las que los grupos de personas organizan sus vidas y usualmente

imaginan una sociedad radicalmente diferente a la que viven los soñadores. Pero no todas son

radicales, ya que algunas personas sueñan en cualquier momento con algo básicamente familiar.

(p.3).

En apoyo a esto, también se hace pertinente traer a colación el concepto de Suvin (2003),

quien aterriza dicho fenómeno al campo de la literatura al establecer que es “la construcción de

una comunidad particular en donde las instituciones sociopolíticas, normas y relaciones

interpersonales se organizan según un principio radicalmente diferente a la comunidad del autor;

esta construcción se basa en el distanciamiento surgido de una hipótesis histórica alternativa”

(p.188). En otros términos, la utopía recurre a hechos históricos de la realidad para originar

espacios ficticios en apariencia, pero que parten de lo que el lector ya conoce.

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37

Una vez establecido esto, es posible referirse a la utopía como esa rama de la ciencia ficción

que cobijará las historias acontecidas en futuros imaginarios sociopoliíticos. De acuerdo con la

clasificación realizada por Sargent (1994), esta se divide en ‘eutopía’, es decir, “una sociedad

inexistente descrita con considerable detalle y normalmente situada en un tiempo y espacio que el

autor supone que un lector contemporáneo considerará como mejor que la sociedad en la que vive”

(p.9) y ‘distopía’, concepto ya trabajado a lo largo de este apartado en donde el autor presenta un

escenario que el lector verá como algo peor a la sociedad en la que habita.

Teniendo esto en cuenta, es posible observar que las visiones distópicas no cancelan las

eutópicas o viceversa, al ser ambas caras de una misma moneda y estar supeditadas a lo que los

lectores consideren como bueno o malo. Por el contrario, las distopías funcionan como una

herramienta de cuestionamiento constante a aquellos escenarios relativamente perfectos, lo que

evita que dichos ideales se den por sentado. No obstante, si eutopía y distopía son términos

opuestos, cabe preguntarse lo siguiente: ¿existe la negación de la eutopía?

Ante esta pregunta, Sargent (1994) introduce el concepto de ‘anti-utopía’ como “una

sociedad inexistente descrita con considerable detalle y normalmente situada en un tiempo y

espacio que el autor supone que un lector contemporáneo considerará como una crítica al

utopianismo o una eutopía particular” (p.9). De este modo, lo anti-utópico supone la cancelación

de lo eutópico en la medida en la que la que el futuro presentado como una solución perfecta resulta

ser una pesadilla de la que no hay una salida en vez de un sueño, es decir, aquello positivo resulta

ser lo más negativo para la sociedad.

Sin embargo, así como la cura puede ser la causa de una enfermedad mucho peor, la

solución puede ser encontrada al interior del mismo problema. Esto último es el trabajo de lo que

se denomina ‘distopía crítica’, una clase de distopía surgida en 1970 desarrollada al interior de un

estado catastrófico de las cosas, pero cuya salida a un mundo perfecto puede ser encontrada con la

ayuda de una transformación social, generalmente incitada por el personaje principal (Baccolini &

Moylan, 2003). Es dentro de esta categoría distópica en donde se ubican las obras centrales de esta

investigación al ofrecer mundos en caos que posteriormente mejorarán a medida que los

protagonistas superen los obstáculos presentados.

Todo lo expuesto anteriormente con respecto a la clasificación y diferenciación de obras

utópicas puede ser aplicado al cuadrado semiótico propuesto por Algirdas Greimas. Dicha figura

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38

está compuesta por cuatro términos principales. S1 sería el término principal mientras que S2

representaría su opuesto. Por su parte, -S1 y -S2 serían la negación de los términos anteriores. En

ese orden de ideas, mientras S1 y S2 son opuestos, S1 y -S1 son contrarios.

Figura 1.

Cuadrado semiótico propuesto por Greimas.

Ahora, sí se aplica esto a la clasificación propuesta por Sargent (1994), la eutopía

representaría el S1, es decir, la idea de una sociedad futura mejor a la actual, mientras que la

distopía vendría a ser su opuesto (S2), a saber, la idea de una sociedad peor a la actual. En ese

mismo orden de ideas, lo contrario a la utopía (-S1) sería la anti-utopía, o sea, un intento por

mejorar la situación actual que, como consecuencia, terminaría empeorándolo todo. Por su parte,

el -S2 sería la distopía crítica, haciendo referencia a una sociedad en la que si bien todo está en un

estado de caos, el desafío es superar dichas dificultades para encontrar la salida a un lugar mejor.

Figura 2.

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39

Cuadrado semiótico propuesto por Greimas aplicado a la clasificación de Sargent (1994).

1.6.1.1 Concepción histórica de la distopía: los juegos a través de la historia.

Como se mencionó anteriormente, la literatura distópica tiene sus raíces en los miedos

provocados por el entorno del ser humano. Como consecuencia, la distopía ha tenido un lugar en

el mundo desde su génesis, partiendo de una noción apocalíptica en la cual se presentan escenarios

terroríficos a fin de controlar el comportamiento de la gente. Claeys (2017) coloca el ejemplo del

arca de Noé, en donde un dios amenaza con destruir la sociedad con un diluvio, salvando solo a

un hombre y su familia para que estos puedan repoblar la Tierra, salvaguardando los valores de la

humanidad.

Siguiendo esta línea ideológica, es posible retroceder hasta el año 1000 a.C, en donde las

profecías egipcias hablaban de cómo los grandes perderían el poder y los esclavos se rebelarían,

ocasionando una sociedad de crimen constante. Posteriormente, en la Antigüedad la distopía se

presentaba en forma de mitos y leyendas tales como el de la caja de Pandora, que amenazaban con

que males se tomarían el mundo para corromper la sociedad. Siglos después, la sociedad

teocéntrica de la Edad Media usaría estas historias como una justificación para realizar

persecuciones y quemar brujas bajo la excusa de que la humanidad debía huir del pecado para no

se dominada por el Diablo.

Sin embargo, no fue hasta aproximadamente 1605 que, según Claeys (2017), se empezó a

hablar de distopía en términos políticos cuando Joseph Hall en su libro A new world la definió

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como “lo opuesto a la eutopía, la sociedad ideal” (p.274). Asimismo, un siglo después, en 1748,

aparece una nueva definición que hace referencia a “un país infeliz” (p.273).

Pasados unos años, aparece una de las primeras concepciones de distopía más populares,

es decir, la de Jeremy Bentham en 1818, quien en su plan de reforma parlamentaria destacó que la

cacotopía, término utilizado también para referirse a la distopía, consistía en “la sede imaginada

del peor gobierno”. Complementariamente, es crucial hacer mención también a la que en

considerada como la primera aparición documentada del término ‘distopía’, realizada por John

Stuart Mill en 1868, quien fue seguidor que muchos de los postulados de Bentham. De acuerdo

con el autor, la distopía corresponde a “algo muy malo para ser puesto en práctica” (Mill citado

por Claeys, 2013).

Ya en el campo de la literatura, la distopía hace su aparición a finales del siglo XVIII. No

obstante, esta empezó a ser teorizada como elemento literario alrededor de 1961, cuando Arthur

Lewis se refirió a dicho subgénero como “como una obra que describe una sociedad que es

oficialmente ‘perfecta’ pero que se demuestra que tiene defectos que la hacen inaceptable para el

punto de vista del autor y presumiblemente del lector” (Lewis, citado por Claeys, 2017). Años

después, las visiones acerca de estas obras empezaron a inclinarse hacia las distopías críticas, tal

y como lo demuestra Moylan (1986) cuando asevera que en las distopías “los autores pretenden

que ‘un lector contemporáneo las considere peores que la sociedad contemporánea’ pero

generalmente incluyen ‘al menos un enclave eutópico u ofrecen la esperanza de que la distopía

pueda ser superada y reemplazada por una eutopía’” (p.8).

Ya hacia finales del siglo XX, se abandona el carácter extremista de la distopía y esta se

vuelve un campo en donde existe posibilidad para la ambigüedad, así como también se dejan de

ver los escenarios de estos tipos de sociedad como un efecto de un hecho que cambió todo sino

como el resultado de una serie de fenómenos sociales y las decisiones que las personas han tomado

con respecto a estos. En relación con esto, Sick (1997) establece su propio concepto de ficción

distópica y expresa que consiste en “poner de cabeza la perfectibilidad humana mediante la

extrapolación pesimista de las tendencias sociales contemporáneas a sociedades opresivas y

aterradoras (lo que implica que no es un reflejo realista tales sociedades)” (p.6).

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1.6.1.2 Distopías a través de la historia: la Arena como territorio temático.

Si bien es sabido que la literatura es un reflejo de los tiempos en el que viven tanto el autor

como el lector, particularmente la literatura distópica, como concepto histórico y didáctico, cumple

esa función al generar reflexiones acerca de ello. Como consecuencia, la realidad política y social

del mundo ha sido fuente de inspiración para estas historias. A partir de esto, es posible distinguir

ciertos hitos históricos de los cuales este subgénero se ha alimentado para brindar al mundo muchas

de las obras más populares que hoy en día se conocen.

Como ya se mencionó anteriormente, se puede hablar de distopía en términos literarios a

partir del Siglo XVIII. Así, aparece la Revolución Francesa como punto de partida para muchas

historias que mostraban los efectos negativos que podrían tener los principios revolucionarios. Con

el ascenso al poder por parte de los Jacobinos, las novelas anti-Jacobinas como The History of Mr

Fantom, The New Fashioned Philosopher and His Man William (1797) o The Vagabond (1799)

se convirtieron no solo en una forma de satirizar algunos fracasos de la Revolución sino también

en un discurso para generar miedo alrededor de una sola clase política dominante (Claeys, 2017).

Ya hacia los últimos años del Siglo XIX y la primera década del Siglo XX, es posible

destacar tres hechos importantes que marcaron las narrativas distópicas de la época. En primer

lugar, el naciente movimiento socialista, el cual amenazaba con revolucionar el orden social,

generó una serie de textos que advertían sociedades sumidas en la pobreza y sin ningún tipo de

libertad de expresión por cuenta del triunfo de esta clase política. Como muestra de esto, pueden

observarse obras como The Island of Anarchy (1887), The Secret of the League (1909) o Los

náufragos del ‘Jonathan’ (1909).

En segunda instancia, la mecanización del trabajo empieza a generar pánico al ser una

causa para la deshumanización de la sociedad. Con el desarrollo de la máquina a vapor, la clase

obrera empezó a verse en peligro y con ello surgieron novelas en las que los hombres una vez

esclavizados por las máquinas, terminaban por convertirse en ellas. Como consecuencia, el miedo

radicaba en ser valorados únicamente por su fuerza de trabajo y su eficiencia (Claeys, 2017).

Sin embargo, tal vez fue el tercer acontecimiento el que generó mayor cantidad de obras

distópicas durante la época: la popularización de las teorías del Darwinismo Social. Con las

discusiones alrededor de la selección natural de la sociedad, novelas como La isla del doctor

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Moreau (1896) o El mesías del cilindro (1917) ofrecían un panorama acerca de cómo sería un

mundo en donde la sociedad fuese modificada genéticamente. Asimismo, sus tramas sugerían que

solo una casta superior sería la que podría controlar el mundo y llevarlo a un estado de perfección.

Una vez entrados al Siglo XX, la Primera Guerra Mundial y la Revolución Bolchevique

fueron los hechos que marcaron las discusiones al interior de las novelas distópicas entre 1917 e

inicios de 1940. Con ello, se amplió el espectro de análisis de las distopías puesto que las obras ya

no se limitaban a lo político, sino que también tocaban temas relativos al arte o la arquitectura.

Adicionalmente, cabe destacar que estos hechos fueron inspiración para dos de las consideradas

obras más populares del género hasta hoy en día: Nosotros (1924) y Un mundo feliz (1932).

No obstante, uno de los mayores hechos que marcó las distopías de todo el Siglo XX fue

el triunfo de los sistemas de gobierno totalitarios, propiciados especialmente por el ascenso de

Hitler y Stalin a sus respectivos poderes. Estos hechos originaron algunos de los clásicos del

género, tales como, 1984 (1949), Fahrenheit 451 (1953) o El señor de las moscas (1954), en donde

se critican fenómenos que antes no habían sido tocados tan a profundidad como la indiferencia

hacia la verdad histórica, la influencia negativa de la propaganda masiva, la omnipresencia del

estado, el abuso de autoridad, entre otros. En palabras de Claeys (2010) “lo que se interpuso entre

Huxley y el mundo de 1984 fue Hitler” (p.125).

Adicionalmente, si bien el totalitarismo sirvió como hecho detonante para las novelas

distópicas al permitir criticar los efectos negativos de las dictaduras políticas, también demostró

que, como ya había sido mencionado anteriormente, la distopía de una sociedad puede convertirse

en la eutopía de otra. Esto se hace palpable en la medida en la que la Alemania Nazi fue la

materialización las distopías de inicio del Siglo XX, en donde la búsqueda por una raza pura o

mejorada trajo consigo consecuencias nefastas para una parte de la población. En otros términos,

lo que para Alemania podía ser una eutopía, para los judíos era una distopía.

Posteriormente, hacia 1950 se hicieron palpables los efectos de los bombardeos atómicos

de Hiroshima y Nagasaki en textos como Alas, Babylon (1959), The Wanting Seed (1962) o El

rebaño ciego (1972). El hombre ya había demostrado que en sus manos tenía el poder para destruir

a toda la humanidad y que solo le faltaba una buena razón para hacerlo; por ende, los autores

distópicos empezaron a retratar lo que podría pasar si esto llegase a convertirse en una realidad.

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43

Por añadidura, hacia 1960 el cambio climático empezaba a generar preocupación en la sociedad y

a esto se le sumaba la necesidad de controlar las tasas de natalidad en el mundo.

Por su parte, a pesar de que muchas mujeres habían ganado espacios en la producción de

libros distópicos, no fue sino hasta aproximadamente finales de los años 70 que sus luchas

empezaron a ser parte de las narrativas de este subgénero gracias a los acontecimientos de las

Tercera Ola Feminista. Libros como El hombre hembra (1975), Mujer al borde del tiempo (1976)

o El cuento de la criada (1985) empezaron a cuestionar a la sociedad acerca del papel de la mujer

y cómo la violencia social hacia las poblaciones no privilegiadas era intensificada con el paso de

los años (Moylan, 2000). Asimismo, las historias cobre género e identidad comenzaron a tener

cabida dentro del acervo literario de la época.

Durante el Siglo XXI, es posible reconocer dos hechos que han marcado las obras

distópicas de la época. Primeramente, los atentados del 11 de septiembre de 2001, los cuales le

dieron al enemigo una nueva cara: el terrorismo. Consecuentemente, la xenofobia, el

derrocamiento de los sistemas políticos y las técnicas de vigilancia estatales se convirtieron en

temas recurrentes en obras como Pequeño hermano (2008), Los juegos del hambre (2008) o

Divergente (2011).

En segunda instancia, el fenómeno de la Gran Recesión de 2008 también ha propiciado

preocupaciones con respecto a los efectos de la privatización del acceso a los recursos naturales

del planeta, la concentración de la riqueza mundial en las manos de algunos pocos y el acceso a la

salud por parte de unos pocos. Como muestra de esto se pueden citar obras como Maze Runner

(2009), Feed (2010) o Juntos (2010).

A partir de esto, es posible observar como la distopía desde su origen se ha alimentado de

hechos históricos a fin de construir sus narrativas y presentar críticas a fenómenos presentes en

dichas épocas. Por lo tanto, el estudio del subgénero distópico no solo constituye una herramienta

para comprender la literatura sino también la historia. Para ilustrar esto, es posible observar un

resumen de todo lo expuesto en este apartado en la figura presentada a continuación.

Figura 3.

Línea de hechos históricos que inspiraron distopías

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44

1.6.1.3 Distopías en el Siglo XXI.

Si bien anteriormente se destacaron dos hechos que han influido en el en el pensamiento

distópico de la época, muchos han sido los temas tocados por los autores del nuevo siglo. Tras los

ataques del 11 de septiembre, el hecho de tener que acabar con el enemigo se ha convertido en una

de las temáticas más recurrentes. Sin embargo, este nuevo adversario resulta diferente al no ser

aquel que nos hace daño sino el que piensa de un modo distinto a nosotros. Como consecuencia,

“el nuevo racismo es psicológico” (Claeys, 2017, p.484).

Por otra parte, la situación ambiental del planeta despierta nuevamente preocupaciones

puesto que el hombre ha demostrado ser capaz de destruir aquello que lo rodea. Por lo tanto, la

cuestión por sobrevivir se presenta como uno de los mayores objetivos de los personajes de estas

historias. En palabras de Hall & Slade (2011), “parece que ya no tenemos el miedo colectivo de

morir juntos. Ahora tenemos miedo de las formas en que nos separaremos como sociedad […]”.

Adicionalmente, el hecho de ya vivir en una época en la que existen nativos digitales ha

llevado a muchos autores a reflexionar acerca de lo que esto significa y, sobre todo, de los efectos

negativos que puede traer la incorporación de los dispositivos electrónicos a nuestras vidas. Como

ejemplo, es posible mencionar temáticas recurrentes como la publicación de la vida íntima de las

personas, los ideales de belleza impuestos por las redes sociales o el deseo voyeurista por saber

todo lo que acontece.

Asimismo, nuevas distopías se han hecho realidad y mucho más rápido de lo que se

esperaba como el caso de The Circle, un libro publicado en 2013 cuya trama gira alrededor de la

vida de una mujer que accede a que todos sus movimientos sean transmitidos en vivo con el

objetivo de ascender en la empresa para la que trabaja. Curiosamente, en 2020 Netflix lanzó un

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reality show con el mismo nombre de la obra en donde un grupo de personas compiten por

transmitir los mejores contenidos para recibir la mayor cantidad de votos, avanzar en la

competencia y ganar un premio de $10000 USD.

Sin embargo, no son las narrativas el principal factor diferencial de estas distopías. Lo que

hace diferentes a estas historias es el hecho de estar dirigidas a un público joven adulto y de incluir

problemáticas adolescentes al interior de las narrativas. A diferencia de las obras distópicas del

Siglo XX, las cuales apuntaban a un público más adulto, estas nuevas distopías críticas tienen

como personaje principal a un adolescente que sumergen en un mundo en donde no solo debe

encontrar una salida a ese sistema políticamente caótico originado por los adultos, sino también

lidiar con los problemas típicos de dicha etapa de la vida.

Si bien podría parecer una técnica de marketing contemporánea, para autores como Hintz

(2002) esto responde a una necesidad de incluir a las poblaciones jóvenes en la vida política en la

medida en la que ellos pueden proponer ideas más revolucionarias que lideren a un cambio más

drástico. En palabras de la autora

esta confección tiene por objeto ayudar a los lectores adolescentes a lidiar con difíciles ideas

políticas y sociales en un contexto que pueden entender: su propia narrativa de desarrollo. La buena

ciudadanía dentro de la sociedad ideal (o en oposición a la sociedad distópica) es representada como

un proceso de lograr la autonomía de la adultez y mantener la claridad de visión de un niño. El

hecho de que estas utopías sean leídas relativamente temprano en el desarrollo político de un niño

da a los jóvenes la impresión de que tienen la capacidad de rehacer o configurar la sociedad de

nuevo. (p.263).

Esto también es soportado por Hall & Slade (2011) cuando justifican que las tramas de las

historias deben derivarse de aquello con lo que los jóvenes tienen relación todos los días ya que, a

diferencia de los adultos, estos no pueden cambiar situaciones políticas en un futuro tan próximo

debido a su corta edad, por lo que se necesita de una reflexión que pueda tener repercusiones a

largo plazo. En términos de Miller (2010) “no se trata de persuadir al lector de evitar que ocurra

algo terrible — es acerca de qué está pasando, justo en este momento, en la tormentosa psique del

lector adolescente”.

En este orden de ideas, resulta importante para la presente investigación tener en cuenta

que las distopías críticas alrededor de las cuales girará esta pesquisa son dirigidas especialmente a

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los jóvenes adultos, población con la que se trabajará, y que los resultados de esta permitirán

demostrar si estas han generado o no reflexiones acerca del estado político de la sociedad.

Asimismo, se demuestra la importancia de este tipo de estudios basados en las narrativas actuales

puesto que “es importante abordar las distopías críticas de estas últimas décadas, ya que esto es lo

que los tiempos han producido” (Baccolini & Moylan, 2003, p.238).

1.6.2 Ser un fan: Tributos, Divergentes y Corredores

“La mayoría de personas es fan de algo” (p.10). Con esta afirmación Gray et al. (2017)

inician su libro, el cual tiene como objeto de estudio la cultura fandom. No resulta falso el aseverar

que hoy en día habitamos un mundo más expuesto a los medios de comunicación, con mayores

oportunidades de acceso a los contenidos culturales y mayor facilidad para establecer relaciones

con otros. Como consecuencia, el identificarse como fan de algo o alguien resulta una experiencia

común para muchas personas.

No obstante, las interpretaciones de este concepto se han visto estereotipadas, aún hoy en

día, lo que ha llevado a concepciones erróneas de lo que esto verdaderamente significa. Para

algunos, este tipo de personas son percibidas como individuos cuyas emociones y gustos se salen

de control y tienden hacia lo irracional, inmaduro y obsesivo, incluso los asocian con fenómenos

clínicos como la adicción y han sido mal llamados groupies. Adicionalmente, observados como

comunidad, los fans han sido retratados como maniáticos de la sociedad cuyas prácticas disruptivas

no aportan en nada al entorno en el que se desenvuelven.

En este punto, es preciso mencionar que gran parte de esta estereotipación nace del origen

del concepto de ‘fan’. De acuerdo con Jenkins (1992), la palabra fan nace del latín fanaticus,

vocablo utilizado para referirse a los siervos del templo pero que con el tiempo evolucionó hasta

convertirse en un término despectivo para hablar de aquellos devotos con una religiosidad frenética

y excesiva o incluso que estaban poseídos por una deidad o demonio. El término ‘fan’ como se

conoce hoy en día apareció por primera vez en los periódicos del Siglo XIX al describir a los

hinchas fieles a algún equipo deportivo (especialmente el béisbol). Posteriormente, con la

popularización de la experiencia, el vocablo expandió su espectro y comenzó a ser usado en

campos como el cine, la música, la literatura, entre otros. Actualmente, es contemplado más como

un fenómeno juvenil dado que la mayoría de individuos que se identifican con este término

pertenecen a esta población.

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Desde la popularización de esta experiencia, tanto los fans como su cultura se han

convertido en objeto de estudio por parte de la academia. Gray et al. (2017) destacan tres olas, las

cuales representan tres distintos momentos de estudio de estas comunidades, cada una con

aproximaciones diferentes.

Para dichos autores la primera ola es caracterizada por reconocer a los medios de

comunicación como un campo en donde se dan luchas de poder. Por su parte, los fans son

concebidos como individuos con desventaja en la escala social debido a la manera estereotipada

en la que estaban siendo retratados por estos mismos medios. Así, los fans constituyen un poder

político subversivo que buscaba contrarrestar aquellos estereotipos impuestos por la industria

mediática a través de la apropiación cultural. En resumen, la primera ola gira entorno al poder y la

representación.

Por su parte, la segunda ola toma esa inequidad social presente en el mundo en general y

la coloca al interior de la misma comunidad al hacer énfasis en las relaciones sociales y

jerarquizaciones que se dan al interior del fandom. De este modo, estos estudios se enfocan más

en cuestiones de género, orientación sexual, relaciones de poder, entre otros, para ya no ver a las

comunidades de fans solo como un espacio de emancipación sino también como un grupo con una

organización política propia, aunque desigual.

Finalmente, la tercera ola nace de la migración de muchos fandoms a la internet, lo cual

produce que esta experiencia ya no sea algo popular, sino que ya se dé por sentado. Como

consecuencia, las comunidades de fans ya no son aquellas culturas subversivas con un fin

determinado y prácticas casi que iguales cuyos espacios de reunión se dan en un lugar físico; por

el contrario, la virtualidad ha permitido que los fans tengan acceso a muchos más contenidos para

apropiar en su día a día, lo cual ha originado una amplia posibilidad de proyectos y trayectorias a

seguir. De esta manera, la tercera ola se centra en la manera en la que estos se relacionan con ellos

mismos, con su comunidad y con los contenidos que les gustan.

No obstante, aún cabe preguntarse entonces ¿qué es exactamente un fan? ¿qué caracteriza

dicha experiencia hoy en día? Para comenzar, el diccionario de Oxford define el término fan, en

un aspecto muy básico, como “una persona con un fuerte interés o admiración por una persona o

cosa en particular”. En este sentido, queda claro que un fan es un sinónimo de entusiasta o seguidor.

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Sin embargo, a esto cabe agregarle que más allá de ser un simple seguidor, el fan siente

una cierta clase de conexión con el objeto con el que se relaciona, la cual muchas veces no es capaz

de explicar puesto que va más allá del simple gusto. Esto conduce la definición de fan propuesta

por Duffett (2013), y que será referencia a lo largo de toda esta investigación, en la que reconoce

a un fan como “una persona con una convicción emocional relativamente profunda y positiva sobre

alguien o algo famoso, expresada generalmente a través del reconocimiento del estilo o la

creatividad. También es una persona impulsada a explorar y participar en las prácticas fans” (p.48).

Teniendo esto en cuenta, es importante recalcar que una de las cosas que determina la

cualidad de fan es el aspecto afectivo, es decir, aquel sentimiento profundo hacia dicho producto

cultural que Duffett (2013) califica como auto existente. En este orden de ideas, un fan representa

una persona como cualquier otra con un gusto profundo y afectivo hacia algo o alguien; no

obstante, el solo quedarse con esa cualidad puede conducir a confusiones con el término

‘consumidor’.

Ante esto, Jenkins et al. (2016) establecen una importante línea diferenciadora al ver a los

fans “[…] no sólo como consumidores de contenidos producidos en masa, sino también como una

comunidad creativa que toma sus materias primas de textos comerciales de entretenimiento y se

apropia de ellos y los remezcla como base de su propia cultura creativa” (p.1). Así, el observar a

los fans como simples consumidores representa un error ya que, a través del proceso de apropiación

de los contenidos, estos adquieren la capacidad de devenir prosumidores, es decir, crear nuevas

cosas basadas en aquello que fue apropiado. Por ende, la principal diferencia entre un fan y un

consumidor es su carácter activo frente al contenido que se encuentra frente a él, lo cual lo lleva a

la producción de otras cosas, indiferentemente si son compartidas o no con el resto de la

comunidad.

Ante lo anteriormente enunciado, cabe mencionar que sería un error concebir el término

fan como un fenómeno netamente individual puesto que, como ya se ha mencionado, estos no solo

establecen relaciones con el objeto que apropian sino también con aquellas personas que

comparten el mismo sentimiento que ellos. De este modo, lo que se denomina ‘fandom’ nace del

consumo de un producto cultural por parte de varias personas que reconocen poseer cierta conexión

afectiva con dicho elemento.

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A partir de esto, el entender a los fans como sujetos capaces de organizarse socialmente

como conjunto, sobre todo en un mundo tan interconectado como el de hoy en día, origina nuevas

prácticas que dotan de identidad a las comunidades denominadas como fandom. Por un lado, más

allá de ser una experiencia colectiva, el agruparse alrededor de un determinado contenido abre

espacios de discusión con respecto a este, por ende, el fandom representa un espacio de

construcción discursiva alrededor del elemento que los congrega.

Por otra parte, el hecho de ser capaces de producir nuevas cosas a partir de lo apropiado

lleva a estas comunidades a organizarse colectivamente para generar distintos actos o contenidos

que a la final terminarán siendo parte de su identidad. De esta manera, “las comunidades de fans

tienen tanto una función interna como externa. Internamente, acogen, apoyan y socializan

individuos. Externamente, se organizan para actuar como cuerpos colectivos que se representan

tanto sí mismos como a sus héroes” (Duffett, 2013, p.404).

Teniendo todo esto en cuenta, el fandom puede ser definido como “un grupo de fans que

forman redes sociales entre sí basados en su interés común por leer y ver determinados contenidos,

y los fans, a su vez, escriben o producen materiales por ese texto” (Gooch, 2008, p.3). En relación

con esto, Jenkins (1992) menciona cinco características primordiales de estas comunidades y las

personas que las conforman.

Primeramente, el ser fan significa un modo particular de recepción de contenidos. Las

prácticas de estas personas difieren de las de un simple consumidor en la medida en la que su

consumo está atravesado por una proximidad afectiva hacia aquel producto con el que se

relacionan. De esta manera, priorizan ciertos detalles que para ellos poseen un alto grado de

significación. Asimismo, este proceso de recepción también lleva a una práctica de socialización

con otros miembros de la comunidad.

Como segunda instancia, si bien la proximidad afectiva es importante durante el proceso

de consumo, el distanciamiento crítico es otro posicionamiento que se debe mantener mientras se

realiza dicho ejercicio. Durante el proceso de interpretación, muchas veces, los fans son capaces

de crear paralelos entre sus vidas y los sucesos de acontecen al interior de las historias que

consumen a fin de ir más allá de lo que es presentado a simple vista y construir una nueva historia

que para ellos pueda ser más interesante o compleja que la original. Esto a su vez, como parte del

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proceso de apropiación, les permite identificar cosas que los autores dejaron inconclusas o detalles

que pudieron ser explotados de una mejor manera.

En tercer lugar, el fandom constituye una actividad de consumo que a su vez entra en

diálogo con los altos poderes de la industria cultural. Los fans como comunidad son capaces de

organizarse con el objetivo de expresar sus opiniones y ser tomados en cuenta cuando de las

decisiones concernientes a sus productos favoritos se trata. Como caso particular, pueden

observarse las reacciones de los fans de Sherlock Holmes, quienes expresaron su descontento

contra Arthur Conan Doyle de una manera tan fuerte tras haber matado a dicho personaje tan

emblemático que al final el autor se vio obligado a revivirlo años más tarde en una nueva entrega.

Como cuarta característica, es importante mencionar que el fandom posee unas formas

particulares de producción cultural. Así, tras apropiar los contenidos por los cuales poseen un

profundo sentimiento, son capaces de generar nuevos que sean del agrado de la comunidad y que

en determinado momento pueden llegar a distribuir y permitir que sean consumidos por otros fans.

De este modo, el ser fan no significa un modo pasivo de recepción; por el contrario, su

participación al interior de la comunidad está ligada a aquello que los hace prosumidores o

creadores de contenido. En este punto, “el fandom se convierte aquí en una cultura participativa

que transforma la experiencia de consumo de los medios de comunicación en la producción de

nuevos textos, de hecho, de una nueva cultura y una nueva comunidad” (Jenkins, 1992, p.46).

Finalmente, como último punto, el fandom representa un espacio, físico o virtual, que

congrega a distintas personas no solo con el objetivo de compartir un mismo sentimiento o realizar

prácticas distintas a las de un consumidor ocasional, sino también para establecer discusiones

acerca de aquello que defienden y contra lo que se defienden. Así, son capaces de generar procesos

de apropiación no solo individual sino también colectiva que les permitan compartir conclusiones

y generar discursos basados en las maneras convenidas de hablar de ciertas cosas, por ejemplo, el

hecho de denominarse ‘Tributos’ por parte de los fans de Los juegos del hambre; ‘Divergentes’,

por los de Divergente, y ‘Corredores’ o ‘Aldeanos’, por los de Maze Runner. Esto va de la mano

con el pensamiento de Duffett (2013) cuando afirma que “las percepciones socioculturales como

estas ven al fandom como una especie de subjetividad funcional que se convierte en colectiva y

comunal en varias formas” (p.448).

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Ahora bien, a pesar de que el fandom y los contenidos culturales proveen un espacio común

que es compartido por muchos, no se debe olvidar que dicha colectividad hace parte de una

experiencia que es netamente individual y es atravesada por distintos factores. Por ende, y en un

mundo como el actual en donde los medios de manifestación y experimentación son tan diversos,

el ser fan “puede implicar experiencias diferentes, referirse a prácticas diferentes y significar cosas

diferentes en diversos contextos. Incluso si compartimos la identidad como fans del mismo objeto

mediático, mi experiencia puede ser vivida como algo muy diferente al del otro” (Duffet, 2013,

p.51).

Por último, cabe anotar aquí que si bien se ha mencionado que el término ‘fan’ puede ser

utilizado en distintos campos tales como la música, el cine, los deportes, entre otros, para fines de

la presente investigación, es menester aclarar que el tipo de fans a los que se refiere este proyecto

son aquellos que poseen un sentimiento profundo hacia los contenidos literarios. Por lo tanto, las

prácticas de apropiación, interpretación y producción de nuevos contenidos se entenderán en

términos relacionados al proceso de lectura.

1.6.2.1 ¿Cómo se llega a ser fan? Iniciando en la facción.

Si bien ya se han determinado las características de un fan, aún cabe preguntarse por el

cómo, es decir, aquel conjunto de acciones que lleva a un consumidor a tener otro tipo de relación

con el contenido que tiene frente a él para poder denominarse o no fan. Popularmente se ha creído

que el fenómeno fandom es algo que se da por la constante exposición a un cierto tipo de narrativa,

la mayoría de veces transmediática. Sin embargo, este tipo de pensamiento, de alguna manera,

anula la cualidad de libre elección del ser humano al considerarlo como un ser voluble que acepta

pasivamente lo que su entorno le da. Adicionalmente, el tener este tipo de consideración supondría

que todo el que se sobreexponga a un producto cultural termina siendo fan, lo cual no es el caso

en muchas ocasiones.

Es entonces preciso empezar por la experiencia afectiva. Durante el proceso de consumo,

el potencial fan empieza a identificar cosas que le gustan del texto y que muchas veces asocia a su

propia vida; de esta manera, el gusto por dicha narrativa ya no es una cuestión de simple atracción

sino algo más pasional. En palabras de Duffett (2013),

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La experiencia de la emoción es central o al menos iniciática para muchas formas de experiencia.

La cultura fandom personal se origina en un proceso de inversión emocional. Comienza con un

escalofrío de entusiasmo, incluso si eso motiva después a algunas prácticas menos inmediatamente

excitantes como la crítica o la discusión de textos. Las lealtades y disputas entre los fans

frecuentemente y quizás inevitablemente despiertan fuertes sentimientos. Además, los fans tienden

a comunicar que se sienten fortalecidos por sus intereses. A menudo describen su conexión en

términos de una agradable sensación de shock, encanto o revitalización. (p.234).

En este orden de ideas, la experiencia fandom inicia en la esfera íntima de cada ser humano

como un cambio emocional en el ejercicio de consumo. No obstante, esto no constituye el elemento

determinante para dicha vivencia. Una persona puede conectar emocionalmente con un producto

cultural e incluso adquirir prácticas realizadas por los mismos fans; sin embargo, el carácter

existencial de un fan se da en el plano de la identificación, es decir, soy fan en la medida en la que

me identifico como tal. Entonces, “el ser fan no se siente como algo conferido desde el exterior o

logrado racionalmente, sino que representa una realización de la identidad personal que va más

allá de la explicación racional” (Duffett, 2013, p.69).

En un mundo como el actual, en donde constantemente se hace necesario reafirmar nuestra

identidad a partir de distintos medios como la clase social, la nacionalidad, el sexo, el estado civil,

etc, el ser fan o no constituye también una fuente de identificación, especialmente para los jóvenes

adultos, quienes aún se encuentran en ese proceso de descubrimiento del ‘¿quién soy?’. Esto se da

en la medida en la que la cultura fandom da cuenta de los intereses particulares de una persona y

permite que estos empiecen a ser utilizados como una herramienta a partir de la cual el sujeto se

puede narrar a sí mismo.

Fiske (1992) apoya la anterior idea al afirmar que “al hacer que ciertas cosas o prácticas

importen, el fan las ‘autoriza’ a hablar en su nombre, […]. El fan da autoridad a aquello en lo que

se invierte [emocionalmente], dejando que el objeto de tales inversiones hable en su nombre y

como él mismo” (p.59). Teniendo esto en cuenta, la identificación no solo representa el umbral de

paso a la experiencia completa de ser fan sino también un ejercicio de aceptación de sí mismo ante

la sociedad.

Una vez el fan se ha identificado a sí mismo como tal, comienza a desarrollar más a fondo

ese sentimiento por aquellos contenidos con los que siente una conexión profunda, conexión que

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a su vez es sentida por otras personas. Asimismo, empieza a ser partícipe de prácticas comunes a

todos los miembros del fandom. No obstante, cabe mencionar que muchas veces esta experiencia

solo se queda en la esfera privada del individuo o, como mucho, alcanza la familiar, al menos en

un principio, por distintas razones. Como consecuencia, es erróneo afirmar que todo fan expresa

públicamente su interés ya que esto desconocería la dimensión individual de la cultura fandom y

anularía la existencia de lo que Duffet (2013) denomina como ‘fans de closet’, es decir, “una

minoría de personas que viven sus vidas como fans sin hacer de ello un tema de conversación con

los demás” (p.395).

En resumen, si bien la sobreexposición a un contenido, la experiencia de consumo afectivo

y la adquisición de prácticas distintas a las de un consumidor ocasional son parte de la cultura

fandom, es el proceso de identificación individual aquello que determina el cambio en la

experiencia y lo que dicta la trayectoria a seguir. En palabras de Duffett (2013), “algunas

conversiones de fans ocurren solas, otras en presencia de compañeros iniciados, pero cada una

debe ser experimentada como un tipo de evento individual y personal” (p.268).

1.6.2.2 Las prácticas de un fan: ¿qué hace un Corredor?

Como ya se mencionó, el identificarse como fan de algo también implica el hecho de ser

un prosumidor, es decir, de crear a partir de lo consumido. En este orden de ideas, la apropiación

de los contenidos se convierte en un proceso clave a la hora de crear nuevas cosas. Al respecto,

Fiske (1992) señala a los fans como seres productivos y clasifica dicha productividad en tres tipos.

Productividad semiótica: se refiere a la capacidad humana de elaborar significados a partir

de lo leído. Este ejercicio netamente individual dotará al individuo de una identidad tanto personal

como social.

Productividad enunciativa: hace referencia al uso del sistema semiótico común entre los

fans para comunicar aquellos significados que se generaron durante el proceso de consumo. Es en

este tipo de productividad en donde se genera lo que Gooch (2008) define como fanspeak, es decir

el resultado de un proceso “en donde las palabras y frases han sido adaptadas para crear una jerga

que solo otros fans entienden completamente” (p.16). No obstante, se debe aclarar que el uso de

este modelo semiótico varía según el contexto de cada fan.

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Productividad textual: constituye la elaboración de productos culturales basados en los

contenidos de los que se es fan. Sin embargo, la diferencia entre la obra original y la producida

radica en el hecho de que la segunda, en esencia, es creada sin ánimos de lucro, es decir, su éxito

no depende de una difusión masiva. Por el contrario, posee un alto valor en la medida en la que

hace parte de la experiencia de cada fan.

Ahora bien, la mayoría de estas productividades se dan a mediante distintas prácticas en

las que el fan decide participar a través de su experiencia individual. Estas no necesariamente

tienen que verse materializadas en algún tipo de producto en específico o hacerse visibles ante la

comunidad, por el contrario, muchas veces pueden quedarse en la esfera personal de cada uno. No

obstante, no se debe desconocer que, actualmente, el uso masivo de la internet ha permitido la

creación de nuevos modos de participación así como el acceso a un mayor número de personas a

este tipo de prácticas.

Desde sus inicios, la red fue una herramienta utilizada por los fans para realizar muchas

de sus prácticas y conectar con muchos más miembros del fandom. Desde entonces, dicha relación

ha sido algo recíproco en la medida en la que la red sirve a los fans como plataforma de

participación colectiva y los fans, a su vez, promueven el uso de esta como un lugar, aunque no

físico, efectivo para sus prácticas de producción. Esto es aplicable a la idea de Duffett (2013) en

la que afirma que a pesar de la virtualidad del proceso de consumo hoy en día, la experiencia

fandom sigue siendo una actividad in situ, es decir, que requiere de un lugar, en este caso físico o

virtual, para su realización.

Por añadidura, Jenkins et al. (2016) destacan cinco tipos de actividades que pueden resumir

la experiencia fandom en la era digital. Sin embargo, se hace menester aclarar que esta clasificación

no abarca la infinidad de prácticas llevadas a cabo por los fans ya que cada uno adapta los

mecanismos de participación a su propia experiencia. Por ende, lo aquí presentado se hace desde

una óptica generalizada de algunas de las prácticas.

Primeramente, los autores mencionan la participación en conversaciones online mediante

foros, blogs y podcasts. La denominada ‘blogosfera’ determina un espacio en el que la práctica de

producción enunciativa y textual puede darse tanto a nivel colectivo como individual. Es así como

al ser de carácter público y, la mayoría de veces, accesible, los blogs representan espacios de

discusión en los que se conforman grupos con ideas afines y se debaten pensamientos encontrados

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con respecto a los contenidos. Por otra parte, en un plano individual, los blogs también constituyen

una herramienta de expresión de la opinión a través de posts, lo cual hace que muchos fans se

conviertan en líderes de opinión al interior del mismo fandom. Para Jenkins (2006) el trabajo de

estos fans “está convirtiendo la caza y recolección, el muestreo y crítica que el resto de nosotros

hacemos en línea en un deporte extremo. Nosotros navegamos por la web; estos tipos hacen

snowboarding. Los bloggers son los minutemen de la revolución digital” (p.179).

Como segunda práctica, los autores identifican la creación de contenido original en forma

de videos, imágenes o memes. Esto se relaciona con la definición de fan art establecida por Gooch

(2008), la cual aplicada al objeto de estudio de esta investigación determina “una obra de arte cuyo

tema es un personaje, una escena o un escenario de un texto de ciencia ficción” (p.17). No obstante,

cabe aclarar que este término no solo se refiere a pinturas, sino que también abarca ilustraciones

digitales, piezas de videos (fanvids) o musicales (filk).

En tercera instancia, Jenkins et al. (2016) reconocen el uso de Twitter y otras redes sociales

como un medio para la acción colectiva. Esto, por un lado, favorece a los fans en la medida en la

que pueden hacer notar su opinión a personas que tal vez no estén relacionadas con el contenido a

través del posicionamiento de trending topics o del uso de hashtags. Sin embargo, por otra parte,

también es una herramienta útil para los productores de contenido, debido a que estos mismos

hashtags les permiten tener una idea de cómo los productos están siendo recibidos por la audiencia.

Como muestra de esto, puede mencionarse el caso de la última temporada de la serie Game of

Thrones, la cual todos los domingos ocupaba el primer lugar en los trending topics de Twitter y

permitía ver las opiniones divididas de los fans con respecto al desenlace de la serie.

Como cuarta práctica, es posible mencionar la construcción de bases de datos que giran

alrededor de los contenidos. Basadas en un principio de exploración, contribución y construcción,

las bases de datos construidas por los fans, también llamadas wikis, constituyen un ejercicio

colaborativo de construcción de conocimiento colectivo en el que cada uno aporta lo que sabe o

ha descubierto acerca del universo narrativo en el que se desarrollan las historias. De esta manera,

se rompe con el estereotipo de que las relaciones al interior del fandom se encuentran jerarquizadas

en cuestión de quién sabe más ya que en este tipo de prácticas, al todos tener acceso a la misma

información, cada quién elige qué quiere saber. Un ejemplo de estos modelos colaborativos es la

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página Dystopia Tracker, en donde los fans de ciencia ficción publican las predicciones hechas en

los libros de este género que se han hecho realidad.

Por último, se destaca la publicación de contenido en las redes sociales. En este punto, cabe

hablar de prácticas populares al interior de los fandoms literarios como el fanzine. Aplicados al

contexto de la investigación, “los fanzines son publicaciones recreativas de aficionados diseñadas

para entretener, informar y discutir la ciencia ficción” (Gooch, 2008, p.14). Su carácter sin ánimo

de lucro logró superar las barreras de publicación de productos editoriales y permitió un espacio

de circulación de los contenidos creados por los mismos fans.

Sin embargo, si se ha de hablar de una práctica ampliamente popularizada al interior de los

fandoms literarios, esta es precisamente el fan fiction. Definido como “un escrito de ficción creado

por los fans e inspirado en los contenidos de su interés” (Duffett, 2013, p.283), estas obras nacen

de la capacidad de interpretación de los fans y apropiación que estos hacen de lo que leen, a fin de

producir nuevas historias en las cuales puedan explorar nuevas líneas narrativas que les permitan

adentrarse dentro de ese universo literario y hablar de los personajes, lugares y sucesos como algo

que ellos conocen de primera mano.

Dadas a conocer gracias a los fanzines, este tipo de historias se ha vuelto cada vez más

popular durante la era digital gracias al surgimiento de redes sociales como Wattpad o sitios web

como fanfiction.net, una biblioteca virtual dedicada solo a este tipo de obras. Asimismo, lo que

hace significativa esta práctica es el hecho de ser producida por fans para los mismos miembros

del fandom, lo cual también genera un trabajo colectivo al ser estos textos un complemento de

otros que entre todos son capaces de ampliar el universo en el que se desarrolla la narración

original. No obstante, también son una oportunidad de discusión al posibilitar el hecho de mostrar

puntos de vista diferentes acerca de un mismo suceso sin anularse entre sí.

Entender el fanfic como una práctica actual establecida que, al igual que todo tipo de

literatura, cuenta con su propia clasificación (genfic, slash, drabble) es comprender que su valor

radica en

[…] el hecho de que es una evidencia obvia de que los fans dejan su marca creativa. Muestra la

capacidad de la gente común y corriente de utilizar los medios de comunicación como un recurso

que puede ser activamente rediseñado para satisfacer sus propias necesidades o intereses

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específicos. Los fans pueden actuar como una muestra pública de la creatividad de un escritor.

(Duffett, 2013, p.284).

A partir de las prácticas anteriormente expuestas es posible identificar dos fenómenos que

también dotan de identidad a los fandom y que constituyen una experiencia común para la mayoría

de los miembros. Por un lado, se encuentra la economía fandom (Turk, 2014); por otro, la cultura

participativa (Jenkins et al., 2016).

Si bien a lo largo de este apartado el término ‘consumo’ ha sido utilizado en un aspecto

cultural de recepción de contenidos, no se debe olvidar que este también hace referencia a un

proceso económico al que los fans tampoco son ajenos. Al ser parte de las dinámicas fandom de la

era digital, muchos fans han logrado burlar aquellas barreras comerciales para poder distribuir los

contenidos que estos mismos producen. Como consecuencia, los fans han logrado crear una

especie de economía interna que Turk (2014) denomina ‘economía fandom’

Teniendo en cuenta que los contenidos producidos por los fans nacen como algo sin ánimo

de lucro, la economía fandom no apunta a la monetización de sus productos; en cambio, el valor

de estas nuevas obras es adquirido en forma de likes, comentarios, recomendaciones, retweets u

otras formas de hacer llegar estos a más personas. Por otra parte, dentro de este proceso comercial

no se distingue entre productores y consumidores puesto que, como ya se ha mencionado, todo fan

que consume una obra también es un potencial productor de otras.

Como consecuencia, el proceso transaccional de este tipo de economía no es algo

bidireccional sino circular, de acuerdo con Turk (2014). En este, las relaciones de entrega y

recepción no se dan uno a uno, sino de uno a varios. Como consecuencia, aquello que un fan

produce lo coloca al servicio de varias personas que no serán las que retribuyan ese acto, sino que

el productor recibirá algo a cambio que venga de alguien que tal vez nunca haya tenido acceso a

su creación. En otros términos, en la economía fandom todo lo que se da también se recibe; sin

embargo, aquello que llega a nuestras manos puede que no provenga de las mismas personas a las

que les dimos nuestra obra. Así, lo que caracteriza las transacciones de la economía fandom es que

“no es sólo una acumulación de contiguas relaciones recíprocas, sino un sistema complejo en el

que la reciprocidad de contenidos, y por extensión la recompensa laboral, se distribuye dentro de

la comunidad en lugar de concentrarse en una sola transacción” (Turk, 2014).

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Por añadidura, al ser el fandom una comunidad que desafía las reglas establecidas de

producción y comercio cultural, aún más en la época de la virtualidad, es crucial que sus miembros

se consideren a sí mismos como seres políticos. Gracias a este conjunto de prácticas, en teoría

simples, desarrolladas al interior de cada grupo y que muchas veces traspasa el espacio virtual, los

fans son capaces modificar las reglas impuestas por un sistema económico en donde la producción

cultural sea algo accesible para todo el mundo, generando así nuevas políticas de aprendizaje e,

incluso, libre expresión. Es a este fenómeno lo que Jenkins et al. (2016) han denominado cultura

participativa.

A través de las interacciones en las redes, los foros de discusión y los contenidos

distribuidos sin ánimo de lucro, la cultura participativa se opone a todo aquello que impide el libre

acceso al conocimiento relacionado con aquello que les apasiona. Al mismo tiempo, representa

una actividad que congrega a varias personas, especialmente jóvenes, a generar un cambio y ser

partícipes de discusiones que van más allá de su propio círculo. En este sentido, la cultura

participativa constituye

una cultura con relativamente pocas barreras a la expresión artística y al compromiso cívico, un

fuerte apoyo para crear y compartir las propias creaciones y algún tipo de tutoría informal por la

cual lo que es conocido por los más expertos es transmitido a los aprendices. Una cultura

participativa es también aquella en la que los miembros consideran que sus contribuciones son

importantes y sienten cierto grado de conexión social entre sí (al menos les importa lo que otras

personas piensan sobre lo que han creado). (Jenkins et al., 2016, p.4).

Sin embargo, al tratarse de una actividad democrática en su esencia pero llevada a cabo por

una audiencia joven, muchos fans no reconocen sus prácticas como algo político debido a las

responsabilidades que esto puede implicar. Para Jenkins et al. (2016) esto es resultado de una falta

de lo que se denomina ‘imaginación cívica’, es decir, la capacidad para establecer “relaciones entre

los actos de la imaginación y los orígenes de una conciencia política” (p.152). Para lograr esto, los

autores aseveran que las personas deben considerar el hecho de generar cambios en la sociedad

como algo posible mediante la empatía hacia experiencias ajenas y la concepción de un mundo

mejorado. Esto constituye el primer paso para que el sujeto se comience a entender como un agente

político dentro de su comunidad. Es en este punto en donde la presente investigación pretende

indagar si las distopías críticas del siglo XXI, al mostrar escenarios catastróficos que pueden ser

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perfeccionados, logran generar ese tipo de empatía que conduzca a la identificación del lector

como un agente político.

1.6.2.3 De cómo leen los fans: las maneras de interpretar los mapas.

Hasta este punto, se ha hablado de aquello que representa ser un fan hoy en día y las

prácticas llevadas a cabo por los miembros del fandom. Sin embargo, teniendo en cuenta que todo

esto nace de un ejercicio no convencional de consumo y aplicándolo al campo literario, cabe

hacerse, entonces, la siguiente pregunta: ¿cómo leen los fans? ¿qué acciones hacen parte del

proceso lector que llevan a desarrollar una conexión profunda con los textos que leen?

En este orden de ideas, se debe partir del hecho de que los textos constituyen una serie de

signos y símbolos en los que los fans encuentran modelos de representación de su entorno o de

ellos mismos. Adicionalmente, si se tiene en cuenta que dichos signos y símbolos están sujetos a

una interpretación, entonces “en la lectura —como en el consumo— no hay sólo reproducción,

sino producción también, una producción que cuestiona la centralidad atribuida al texto-rey y al

mensaje entendido como lugar de la verdad que circularía en la comunicación” (Martín Barbero,

1987, p.232). Como consecuencia, los textos para los fans no solo suponen algo que puede ser

solamente leído, sino también analizado y rescrito.

Durante el proceso de interpretación de un texto no solo se pone en juego aquello que el

lector piensa con respecto a este, sino también los sentimientos que es capaz de generar. Por otra

parte, este ejercicio también requiere de estrategias para poder ser llevado a cabo. Con relación a

esto, Rabinowiz (citado por Jenkins, 1992) destaca cuatro mecanismos claves:

Reglas de notificación: son aquellas que priorizan determinados aspectos narrativos de un

texto mientras deja de lado los que no pueden ser tan interesantes para el lector. De esta manera,

el lector identifica sucesos o personajes que él denomina claves para la historia al mismo tiempo

que establece posicionamientos con respecto a otros.

Reglas de significación: ayudan al lector a determinar significados y repercusiones que

pueden tener ciertos elementos narrativos. Así, ciertos elementos adquieren un sentido especial

para quien lee, que puede ser muy distinto al pretendido por el autor cuando escribió la obra.

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60

Reglas de configuración: estas generan expectación o interés por la manera en la que se

desarrollará la historia. De esta manera, el lector hará sus predicciones acerca del desenlace de la

narrativa basado en aquello que él considere como la mejor alternativa.

Reglas de coherencia: estas hacen hincapié en los detalles no tan explorados del texto y las

suposiciones que los lectores hacen sobre ellos. Como consecuencia, se generan una serie de

historias alternas que pueden ir más allá de lo que esté solamente en el texto.

Ahora bien, para que se den este tipo de posicionamientos y se genere una relación afectiva

entre el lector y el texto, los contenidos deben pasar por un proceso denominado ‘apropiación’. De

acuerdo con Polo (2017)

La apropiación en la lectura se comprende como un proceso de recepción que supera la recepción

pasiva y se preocupa por la elaboración y uso de los contenidos. De forma general, se entiende

como la competencia del sujeto para comprender y reelaborar un código/objeto de representación

frente a la cultura. Supone un proceso individual en que cada lector consume, interpreta y

resignifica el texto/discurso, y una dimensión social enmarcada en las condiciones específicas de

su entorno. (p.97).

A partir de esto, el proceso de apropiación hace de la lectura un ejercicio que va más allá

del ocio al observar las narrativas como espacios en los que el lector puede reconocerse y participar

en la medida en la que accede a ser parte de dicho universo ficcional. Es en este mismo proceso

en donde sucesos o personas que no son centrales en la historia adquieren un nuevo sentido y

significado basados en los intereses del fan.

Como un ejercicio posterior, muchas veces los fans comparten estos significados con

miembros del fandom con el objetivo de observar semejanzas y diferencias que posibiliten una

discusión entre los entornos culturales de los lectores. De este modo, los significados ya no son

producto únicamente de una actividad individual, sino también una construcción comunitaria.

En este orden de ideas, la lectura “[…] no se considera simplemente como la tarea de

recuperar significados del autor, sino también como la reelaboración de elementos prestados para

adaptarlos al contexto de la experiencia vivida. […] El texto deviene algo más que lo que era antes,

no menos” (Jenkins, 1992, p.53). En otros términos, la apropiación permite el establecimiento de

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61

un diálogo entre la producción del autor y la subjetividad del lector, compuesta por elementos

como sus experiencias previas, sus saberes, sus expectativas, etc.

Lo anterior para Fiske (citado por Duffett, 2013) constituye la principal diferencia entre la

cultura de masas y la cultura popular. Para el autor, un objeto pertenece a la cultura de masas en

la medida en la que sus significados se aceptan tal y como fueron dictados por la industria que los

produjo. En cambio, un producto comienza a ser parte de la cultura popular en la medida en la que

sus consumidores son capaces de producir sentidos distintos e inesperados a los originalmente

concebidos por la industria. Esto también es equiparable a la diferencia entre consumidores y fans

al ser los primeros sujetos de recepción pasiva y aceptación de los discursos ya establecidos,

mientras que los segundos son capaces de cuestionar lo que se dice y mirarlo a la luz de su

experiencia personal.

No obstante, esto no significa que siempre la apropiación hecha por un fan deba devenir en

una oposición a aquello establecido por el autor. De hecho, el haber escogido leer dicho texto parte

de una afinidad hacia dicho contenido ya establecido en el texto. La mayoría de las veces la

elección de una obra no es un ejercicio aleatorio; por el contrario, los lectores optan por cierto libro

en la medida en la que consideran que es compatible con sus actuales intereses culturales. Por lo

tanto, la apropiación más que una completa transformación representa una modificación de los

sentidos y significados.

Adicionalmente, otro elemento a tener en cuenta en el ejercicio de apropiación es la

dimensión afectiva. Es esta la que permite que un mismo texto signifique algo completamente

distinto para dos personas o que cuyo significado varíe dependiendo del momento de la vida en el

que el lector se encuentre. Lo anterior debido que los contenidos son entendidos desde el contexto

individual de cada quien, el cual es variable según las experiencias y necesidades que tenga el

sujeto. De igual manera, al representar una conexión profunda arraigada en el plano afectivo, se

ha de considerar que

El afecto no es lo mismo que las emociones o deseos. El afecto está estrechamente ligado a lo que

a menudo describimos como el sentimiento de vida. Puedes entender la vida de otra persona: puedes

compartir los mismos significados y gustos, pero no puedes saber cómo se siente vivirla. […] El

mismo objeto, con el mismo significado es muy diferente cuando nuestra relación afectiva hacia el

cambia. O tal vez sea más exacto decir que las diferentes relaciones afectivas influyen en los

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significados y gustos de maneras diferentes. El afecto es lo que da "color", "tono" o "textura" a

nuestras experiencias. (Fiske, 1992, p.56).

No obstante, tampoco se debe caer en el error de entender la apropiación como un proceso

unidireccional en el que únicamente los sentidos parten del contexto del lector puesto que el dar

esto por sentado desconocería lo que Jenkins (1992) denomina ‘realismo emocional’. Los usos que

un fan le dará a los contenidos no pueden ser predichos de antemano; por ende, si bien el apropiarse

de un texto implica entender las ficciones a partir de la realidad, la realidad también pasará a ser

comprendida en clave de las ficciones que el fan decida leer.

En este apartado, si bien se han identificado ejercicios comunes en las prácticas lectoras de

los fans, es importante no olvidar que estas siguen siendo un proceso individual. En palabras de

Polo (2017) “no todos leemos de la misma manera, ni todas nuestras lecturas se realizan del mismo

modo. […] Los modos de lectura son las distintas formas como nos aproximamos a un texto y lo

procesamos según nuestro interés en él” (p.68).

1.6.3 Conceptualización de subjetividad política. Reconociéndome como miembro del Área

La política abarca todo aquello que nos rodea. El territorio en el que habitamos, las

instituciones a las que pertenecemos y muchas de las relaciones que establecemos hacen parte de

nuestra dimensión política. Consecuentemente, lo que denominamos político hace referencia a la

realidad que cada ser humano percibe en la esfera pública, a través de los significados que este trae

de su esfera privada. En este sentido, la política es susceptible a interpretaciones en la medida en

la que el individuo acepta o rechaza lo que sucede a su alrededor.

Por su parte, la subjetividad representa aquello que nos hace diferentes del resto de

individuos que habitan el planeta. Es una condición humana diferenciadora a partir de la cual nos

distinguimos del resto; en otros términos, mi subjetividad no es igual a la de nadie más. Esta tiene

su raíz en las experiencias y relaciones que establecemos con nuestro entorno y todo lo que en él

se desenvuelve, lo cual permite la construcción de sentidos y significados a través de los cuales

observamos los fenómenos a nuestro alrededor. En este orden de ideas, “es una cualidad

constituyente de la cultura, el hombre y sus diversas prácticas, es precisamente la expresión de la

experiencia vivida en sentidos diferentes para quienes la comparten, constituyendo esos sentidos

la realidad de la experiencia vivida para el hombre” (González Rey, 2012, p.13).

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63

Una vez teniendo claros estos dos conceptos es posible analizar la relación entre los

individuos y la política. Esta se basa en una producción constante de sentidos basados en las

experiencias que el hombre tiene en la sociedad, es decir, aquel espacio en donde él como ser

privado se expone a la esfera pública teniendo como única arma aquello que trae consigo mismo.

Mediante dicho encuentro entre esferas, nuevos significados emergerán y provocarán reflexiones

al interior del sujeto. Adicionalmente, cabe mencionar que esta relación es cambiante, por lo que

la modificación de significados determinará etapas en la vida del ser humano.

Si bien el principal factor característico de la relación sujeto-política es la producción de

sentido, es crucial aclarar que este sentido corresponde a lo que Díaz (2012) denomina ‘sentido

subjetivo’. Este representa “la combinación singular de emociones y procesos simbólicos que se

dan respecto de una experiencia culturalmente definida, tales sentidos se asocian a otras esferas de

la vida y se desdoblan como momentos de la condición subjetiva de la experiencia vivida” (p.96).

Así, toda experiencia vivida lleva consigo un proceso interno de representación simbólica al

tiempo que se establece en un espacio colectivo ante otras personas. En este orden de ideas, no

basta entender entonces la relación sujeto-política como una cuestión de acción-reacción sino

como un diálogo experiencial conmigo mismo y con mi entorno.

Es gracias a dicha relación que se posibilita la génesis de lo que se conoce como

subjetividad política. Conceptualmente, esta supone una “producción de sentido y condición de

posibilidad de un modo de ‘ser’ y ‘estar’ en sociedad, de asumir posición en esta y hacer visible

su poder para actuar” (Martínez & Cubides, 2012, p.176). De este modo, comprende un ejercicio

de observarse a sí mismo como miembro de una comunidad y reflexionar acerca del rol que

desempeño al interior de ella y las responsabilidades que eso atrae consigo.

Adicionalmente, la subjetividad política no solo abarca la dimensión social del ser humano,

sino también otras, tales como la cognitiva, la afectiva o la cultural al ser un agregado de todo

aquello que el sujeto utiliza para la construcción de significados. Es esta la que permite el debate

entre ideas provenientes de nosotros mismos y las instituciones tradicionales ya establecidas, a fin

de generar aprobación, rechazo o simple distanciamiento.

Sin embargo, la subjetividad política no constituye un marco preestablecido con el que cada

ser humano nace, por el contrario, esta se construye durante toda la vida en la medida en la que

nuestros saberes, intereses, objetivos y demás componentes de nuestra identidad entran en relación

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64

con nosotros mismos, con nuestra familia, con lo que acontece a nivel mundial, etc. En este sentido,

la subjetividad política “está inscrita en un campo de fuerzas complejo que exige al sujeto

deconstruirse y reconstruirse permanentemente en esa tensión permanente entre lo instituido y lo

instituyente” (Martínez & Cubides, 2012, p.176). Esto justifica el carácter cambiante de la

subjetividad política al incitar al cuestionamiento constante por parte del individuo a través de sus

experiencias, cuyo número será mayor conforme vaya pasando el tiempo.

Como consecuencia, la subjetividad política permite al individuo desarrollarse

constantemente como ser político a través de una infinidad de cuestionamientos como ¿Qué es lo

justo?, ¿En qué tipo de sociedad quiero vivir?, ¿Realmente soy libre?, etc. De este modo, logra,

muchas veces, salirse de patrones ya establecidos y plantearse nuevos que sean más compatibles

con los significados construidos por él mismo. Este ejercicio también representa un mecanismo de

formación ciudadana en el que las personas empiezan a observarse como como seres pensantes

capaces de evaluar sus propias realidades y contextos en los que se desarrollan, para así generar

acciones que puedan tener un determinado impacto.

De esta manera, la producción de una subjetividad política va de la mano con un ejercicio

autónomo y consciente de la ciudadanía, es decir, soy ciudadano en la medida en la que permito

que la interacción con otros sujetos políticos construya mi subjetividad. Para sustentar esto, se hace

menester traer a colación a Alvarado et al. (2008), quienes definen la ciudadanía como

el crear las oportunidades y condiciones para que los y las jóvenes puedan reconocerse como

protagonistas de su propia historia, capaces de pensar, de interactuar con otros en la construcción

de proyectos colectivos orientados al bien consensuado, con espíritu crítico y capacidad de

autorreflexión para leer su propia historia y la de su realidad y con apoyo a su cultura de pertenencia

y apropiación de los significados culturales de los colectivos a los que pertenece (su escuela, su

familia, su grupo de pares, su cultura, su etnia, su país, su continente, etc.). (p.30).

Por otra parte, se debe añadir que para que haya subjetividad política, debe haber

autoconocimiento por parte del sujeto, es decir, ser capaz de vislumbrarse como un ‘yo

trascendental’. De acuerdo con Alvarado et al. (2008), el hombre se compone de una multitud de

‘yoes’ que determinan su identidad; de este modo, cada ‘yo’ (yo familiar, yo económico, yo

educativo, entre otros), por separado, constituye una pieza de un rompecabezas que, en unión con

otras, forma el ‘yo trascendental’, es decir, la unión de esos distintos factores identitarios que dan

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cuenta del hombre como ser integral. En este sentido, la subjetividad política supone la percepción

de cada uno como un agregado de dimensiones capaz de reconocer aquello que le agrada y le

disgusta al interior de las esferas en las que se desarrolla.

Desde otra perspectiva, González Rey (2012) distingue al interior de la subjetividad política

otros dos tipos de subjetividad: la individual y la social. Por un lado, la subjetividad individual

implica la producción de sentido netamente personal dadas ciertas experiencias específicas

enmarcadas dentro de las relaciones más cotidianas del ser humano (la familia, los amigos, el

entorno educativo). Por su parte, la subjetividad social resulta una consecuencia de esas

microrrelaciones en la que el hombre entra en contacto con otros y, entre todos, construyen no solo

su propia subjetividad sino también la de la comunidad que en ese momento se está creando

conjuntamente, a partir de ciertos discursos, códigos y normas ahí establecidos.

Sin embargo, el desarrollo de ambas subjetividades no se da de manera aislada dado que lo

individual no puede ser considerado por fuera del conjunto social ni viceversa. Consecuentemente,

la subjetividad política ya no es entendida como un fenómeno únicamente individual y el sujeto

comienza a comprender que aquello que pasa a su alrededor no es ajeno a él al acontecer en

simultáneo con los procesos individuales.

Por último, el desarrollo de una subjetividad política también implica ciertas

consideraciones propuestas por Díaz (2006). Primeramente, es importante pensar en este tipo de

subjetividad como algo en constante desarrollo, es decir, algo que acontece aquí y ahora y que, por

ende, se convierte en una acción humana muchas veces inconsciente, casi como el respirar. En

segunda instancia, este fenómeno conlleva a la concepción del ser humano como un ente

impredecible o improbable en la medida en la que su subjetividad política se desarrolla a partir de

los acontecimientos del día a día, los cuales no están predestinados. Finalmente, tanto el sujeto

como la subjetividad se pueden ver como partes de una relación recíproca en la que el sujeto crea

su propia subjetividad que, a su vez, es una potencia creadora del sujeto en cuanto ofrece

representaciones que posibilitan el análisis crítico de su entorno.

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66

1.6.3.1 Elementos de la subjetividad política: cinco ‘facciones’ para entender el

mundo de hoy.

Si bien se mencionó anteriormente la distinción entre subjetividad individual y subjetividad

social como elementos constitutivos de la subjetividad política propuesta por González Rey

(2012), se hace menester traer a colación otra clasificación acerca de los elementos constitutivos

de este fenómeno, esta vez realizada por Ruiz & Prada (2012). Ambos autores destacan la

identidad, la narración, la memoria, el posicionamiento y la proyección como elementos claves en

el ejercicio de la subjetividad política. Adicionalmente, cabe agregar que estos no deben ser

observados por separado sino como partes de un mismo proceso en la medida en la que un

elemento, en muchas ocasiones, depende de otro.

En primer lugar, la identidad representa la manera en cómo el sujeto se interpreta a sí

mismo. Esto parte de un ejercicio constante de autoconocimiento en el que el individuo se responde

el cuestionamiento de ‘¿quién soy?’ en función de los significados que va construyendo gracias a

las experiencias vividas. Este elemento implica que el sujeto no solo debe conocerse sino también

sentirse, es decir, ser consciente de ese afecto o sentimiento de vida del que se habló en apartados

anteriores.

A través de la identidad, se hace posible el reconocimiento de las necesidades, objetivos,

cualidades y se establecen proyectos de vida y jerarquizaciones. No obstante, resulta erróneo el

pensar este elemento como algo constituido netamente por la individualidad del ser humano, ya

que se debe tener en cuenta que este se sumerge en procesos de relación al interior de su familia,

su institución educativa, su ciudad, etc, en donde encuentra mediadores como los padres, los

amigos o los mismos medios de comunicación. Al respecto, Ruiz & Prada (2012) afirman que “la

identidad no es natural, depende del nudo de relaciones intersubjetivas en los que se juega, es decir

que es un campo de batalla” (p.42).

Como segunda instancia, la subjetividad política también se da a través del ejercicio de

narrarse a sí mismo; por ende, en la narración, el sujeto habla desde su ‘yo trascendental’ para

construir la realidad a partir de sus propias experiencias vida, las cuales servirán como marco

interpretativo a la hora de comprender los fenómenos que acontecen en su entorno. Esto, aplicado

al ámbito literario, va de la mano con lo que Ricoeur (2006) reconoce como la función de la

identidad narrativa:

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67

En lugar de un yo (moi) enamorado de sí mismo, nace un sí (soi) instruido por los símbolos

culturales, entre los cuales se encuentran en primer lugar los relatos recibidos de la tradición

literaria. Son estos relatos los que nos dotan, no de una unidad no sustancial, sino de una unidad

narrativa. (p.22).

Sin embargo, cabe mencionar que no solo es importante aquello que nosotros narramos,

sino también lo que se narra de nosotros, es decir, cómo somos contados por las demás personas.

En este sentido, “cuando narramos son muchas las voces que hablan a través de nosotros; los

recuerdos no son del todo nuestros, pues han venido de otras narraciones contradictorias y

complementarias” (Ruiz & Prada, 2012, p.49). Esto, permite reconocernos como seres históricos

presentes tanto en nuestras vidas como en las de los seres que nos rodean y, al mismo tiempo,

hacer distinciones ente ‘ellos’ y ‘yo’.

En un tercer nivel, se ha de reconocer que todo aquello que se va a narrar debe partir de la

memoria como elemento que permitirá traer a colación todos los hechos que han constituido al

sujeto como ser histórico. La memoria posibilita la identificación de hechos significativos como

sucesos que dejaron una huella en la vida de la persona, los cuales serán determinados desde su

propia subjetividad y explicarán muchas cosas acerca del presente.

A pesar de que el proceso de memoria (personal o colectiva) implique traer al presente

elementos del pasado, se debe aclarar que la recordación no es la única manera de hacer memoria.

El olvido, por su parte, también es capaz de expresar cierta información relevante para la

subjetividad política del individuo en la medida en que, así como se atesora lo que es mejor

recordado, aquellas partes que fueron obviadas denotan una posición con respecto a ciertos

ámbitos de la vida del narrador.

Como cuarto elemento, el posicionamiento surge como “la capacidad de asumir un lugar

desde donde se puede contemplar la novedad y desde donde se intenta comprender la diferencia”

(Ruiz & Prada, 2012, p.75). Así, corresponde al hecho de observar la realidad con un ojo crítico

para emitir una opinión con respecto a algo o alguien. De igual modo, se debe entender en este

punto que no existe un tipo de posicionamiento correcto o erróneo en cuanto concordar, discordar

o distanciarse son acciones igualmente válidas en este nivel.

Por último, la proyección surge como ese elemento que se desenvuelve en el ámbito de lo

posible, es decir, en aquel futuro que el sujeto reconoce como realizable. De este modo, el sentido

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subjetivo de la realidad no solo permanece en el presente, sino que también es capaz de extenderse

hacia el futuro para dotar de significado aquellos escenarios mejorados que aún no han ocurrido.

Esto también supone una invitación a modificar lo que ya existe a fin de hacer real lo que se desea.

Con respecto a esto, Ruiz & Prada (2012) aseveran que

los seres humanos somos mucho más que el cúmulo de nuestras circunstancias, podemos

concebirnos, imaginarnos, proyectarnos como sujetos de posibilidad, darle espacio a la promesa.

La promesa permite que no nos quedemos prisioneras del pasado, hacer que tanto los individuos

como las sociedades se proyecten, hagan frente a la incertidumbre, a la contingencia. (p.83).

1.6.3.2 Implicaciones de la subjetividad política. Ser un Vencedor trae consigo

ciertas tareas.

Teniendo en cuenta que la subjetividad política es algo inherente al ser humano en cuanto

todos establecen una relación con el entorno que los rodea y a partir de la cual se establecen

sentidos y significados, existen ciertos fenómenos que también derivan de esta práctica y que

merecen la pena ser mencionados aquí. Con relación a esto, Alvarado et al. (2008) destacan seis

implicaciones que serán explicadas a continuación:

La autonomía: comprende la manera de desarrollarse en la esfera pública como una persona

capaz de pensar por sí misma, independientemente de aquello que sea dictado por las instituciones

hegemónicas, y actuar en concordancia con dicho razonamiento sin desconocer la existencia de

otro que también es instrumento constitutivo de mi identidad.

La conciencia histórica y capacidad de plantearnos utopías: implica que el sujeto observe

todas las acciones cotidianas de su vida como un proceso histórico y de construcción de sentido.

De este modo, el pasado entrará en comunicación con el presente para generar especulaciones

acerca del futuro.

La reflexividad: constituye las discusiones del ser humano en la esfera pública para llegar

a acuerdos en cuanto a intereses, pensamientos, acciones, etc, y así construir lo que se denomina

‘sentido común’. Cabe aclarar que no necesariamente el sujeto debe estar guiado por estos

acuerdos al aún mantener su carácter autónomo, explicado anteriormente.

La articulación de la acción y sus narrativas: se refiere a aquella cualidad que potencia el

accionar político de un ser humano. A través de estos procesos, se entiende que si se quiere generar

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69

un cambio en la sociedad o mejorar las condiciones del entorno, se debe acudir a los miembros de

la esfera pública con el fin de cuestionar las ideas tradicionales impuestas por las instituciones.

La configuración del espacio público como escenario de realización de lo político: hace

referencia a la promoción de espacios en los cuales los sujetos se sientan seguros y confiados para

llevar a cabo discusiones desde la igualdad política y en donde se fomenten la libre expresión, la

crítica constructiva, la resolución de conflictos, etc.

La negociación del poder: teniendo en cuenta que la subjetividad política se da dentro de

un campo de tensiones, esta implicación acarrea cuestionarse acerca de las maneras en las que el

poder se materializa y los modos en los que es ejercido.

Si bien este tipo de implicaciones son aplicables a todo el mundo en la medida en que todos

somos seres poseedores de una subjetividad política, existe un pensamiento estereotipado

alrededor de la población infantil y juvenil. Estos son considerados por parte de muchos adultos

como sujetos incapaces de construir subjetividad política y, por ende, llevar a cabo este tipo de

implicaciones por el hecho de no tener la edad legal para votar o participar en la toma decisiones

en el país. Sin embargo, en oposición a esto, Alvarado et al. (2008) manifiestan que, aunque los

adultos no asocien estas prácticas al accionar de los jóvenes,

no quiere decir esto que ellos y ellas no tengan la capacidad de pensar sobre su historia, sobre su

contexto, sobre las condiciones en las que transcurre su vida, ni quiere decir que los y las jóvenes

no tengan valoraciones racionales sobre lo justo y lo injusto, percepciones claras sobre los espacios

sociales de inclusión y exclusión, sobre lo deseable o no y adhesiones afectivas frente a ciertos

marcos simbólicos de acción de sus pares, sus padres, sus maestros, y aun de personas de la vida

pública distantes a sus contextos de actuación social en la vida cotidiana. (p.33).

1.7 Marco metodológico. De cómo funcionará el experimento

Dentro de la academia muy poco se ha profundizado en la relación que se establece entre

los lectores que se denominan fans y las obras que leen, la cual está atravesada por la apropiación

de los contenidos y que repercute en una manera de lectura completamente diferente y, por ende,

un análisis distinto al que podría ser realizado por un lector ocasional.

Teniendo en cuenta que esta investigación pretende examinar la potencialidad que tienen

los textos pertenecientes al subgénero distópico para producir subjetividades políticas en sus fans

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70

a través de la apropiación de sus contenidos, el presente proyecto se centrará en los modos de

lectura y en los receptores más que en el mismo contenido; en otros términos, se dará más

importancia al proceso de apropiación de contenidos y al lector que a las narrativas en sí. En este

orden de ideas, la pregunta no va dirigida a qué fue aquello que se leyó sino a cómo fue leído y

qué sentido le fue proporcionado. Esto ya que es importante recordar que el proceso de

comprensión lectora no se basa en solo una acción sino en un cúmulo de actividades que permiten

la adquisición de una idea.

Por esta razón, se hace menester entender que el proceso de apropiación de contenidos y la

construcción de una subjetividad política es hecho de manera individual y se encuentra ligado a

factores propios de cada individuo como el entorno social, familiar, educativo, entre otros; razón

por la cual, es necesario observar cómo existen distintas maneras de acercarse a un libro, así como

de leerlo, apropiarse de sus contenidos y llevar a cabo prácticas que tal vez estén ligadas a estos,

ya que lo que se pueda o no hacer en un entorno será determinante para la manera en la que el

sujeto de desarrollará. Adicionalmente, se hace necesario entender que la subjetividad es algo

propio de cada ser humano y que cada sujeto es un mundo distinto al otro, motivo por la cual el

trabajo que se debe hacer con ellos si bien responde a una metodología general, debe ser realizado

individualmente en un principio.

Para poder cumplir con los objetivos del presente trabajo y poder profundizar aún más en

la categoría de subjetividad política, se recurrió a la utilización de una metodología de carácter

cualitativo, la cual, de acuerdo con Hernández, (2014) “resulta conveniente para comprender

fenómenos desde la perspectiva de quienes los viven y cuando buscamos patrones y diferencias en

estas experiencias y su significado” (p.9). Lo anterior permite pensar este método como una

herramienta útil a la hora de obtener un entendimiento más profundo acerca de las prácticas de los

fans de literatura distópica y, especialmente, de aquellos que se ubican dentro del territorio

colombiano.

Ahora bien, para identificar si existen relaciones entre la apropiación de textos distópicos

y la formación de una subjetividad política se optó, dentro de la metodología cualitativa, por un

enfoque biográfico sustentado por Pujadas (2002), también llamado enfoque narrativo por

Connelly & Clandinin (1995). En palabras de Huchim & Reyes (2013), este enfoque consiste en

“comprender la historia de una persona, tratar de contar su historia en palabras, reflexionando

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sobre su vida y explicarlo a los demás; una vez que es contada, esta es experimentada en un texto,

siendo esta la parte más importante (…)” (p.9).

Dentro de este enfoque, es importante entender que el sujeto no es algo concebido de

manera general, sino como un objeto de análisis individual. De esta manera, es posible profundizar

en aquellos aspectos particulares de la historia de una persona para poder encontrar sucesos que

hallan marcado al individuo en cuanto a su relación con la literatura distópica y que, para fines de

la presente investigación, hayan propiciado actos o pensamientos relacionados con su postura

política.

Por añadidura, el enfoque biográfico se centra en el análisis del sujeto en cuanto es un ser

único cuyas experiencias no pueden ser totalmente iguales a las de otro, incluso si son muy

parecidos o comparten la misma comunidad. Así, lo que esto permite es analizar el entorno

individual del sujeto y cómo este entra en relación con el entorno profesional, individual, familiar,

entre otros a partir de un relato que él mismo decide contar (Huchim & Reyes, 2013), es decir, en

donde es él quien elige y jerarquiza los sucesos teniendo en cuenta su relevancia.

Como consecuencia, lo que sea contado por las personas que actuarán como objeto de

estudio será lo que permitirá explorar aquella subjetividad política en relación con los libros de

ficción distópica que hayan leído. Lo anterior es defendido por Cornejo et al. (2008) al afirmar

que:

Estos relatos cotidianos sobre cómo nos sentimos, cómo nos definimos o sobre nuestra posición

frente a determinada temática, son un primer nivel de interpretación de la experiencia que vivimos,

situándola desde un ‘narrador’ que somos nosotros mismos. Estos relatos nos definen y diferencian

de otros, por lo que cumplen una función en la construcción identitaria. (p.30).

Asimismo, en palabras de Connelly & Clandinin (1995), al interior del enfoque biográfico

“entendemos que la narrativa es tanto el fenómeno que se investiga como el método de

investigación” (p.12). De esta manera, los datos relevantes para encontrar los resultados saldrán

de las mismas historias que sean contadas, así como el análisis que se hagan de estas y el hallazgo

de relaciones dependerá de la información que provean los individuos, la cual está situada dentro

de su propio marco de análisis y la forma en la que estos entienden tanto el mundo como su propia

vida.

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72

A partir de esto, es importante que el investigador comprenda que el relato que ha de ser

contado por el otro es la pieza clave dentro del proceso de hallazgo de resultados, razón por la cual

debe evitar cualquier tipo de juicio de valor o interferencia que pueda desviar la historia contada

por el objeto de estudio o hacer que este sesgue sus respuestas. También es importante entender

que los significados deben ser dados por el mismo narrador, quien es el que dota de sentido sus

experiencias y las prioriza dependiendo del impacto que estas hayan tenido sobre él para que, una

vez hecho esto, el investigador ordene todo lo narrado en una línea de tiempo o temática que

permita descubrir el porqué de un determinado hecho o comportamiento.

Tomando en cuenta lo enunciado por Connelly & Clandinin (1995), esto no significa que

el investigador tenga que ser un sujeto pasivo que se limite a solo escuchar durante todo el proceso,

sino que debe dejar que el individuo que actúa como objeto de estudio cuente toda su historia

primero sin ningún tipo de trabas o pausas para que esta adquiera la autoridad y validez que

soportarán los datos ahí presentes, y a partir de los cuales se extraerán los resultados. Por ende, el

enfoque narrativo se construye a partir de una relación mutua entre el investigador y el investigado,

en donde el relato que se cuenta empieza a ser compartido una vez el primero es capaz de

comprender lo que se cuenta desde el punto de vista del segundo.

Por otra parte, el contar relatos de vida deviene un ejercicio importante tanto para el

investigador como para el narrador ya que ambos, cada uno desde su posición, podrán comenzar a

construir o comprender aquello que Ricoeur (2006) denomina identidad narrativa. Para el autor,

“lo que llamamos subjetividad no es ni una serie incoherente de acontecimientos ni una sustancia

inmutable inaccesible al devenir. Ésta es, precisamente, el tipo de identidad que solamente la

composición narrativa puede crear gracias a su dinamismo” (p.21). En otros términos, en la medida

en la que se cuentan y se escuchan relatos es posible identificar al sujeto a través de lo que él

mismo cuenta sobre sí.

Es por esto que la recolección y documentación de relatos de vida es crucial ya que “en el

relato el sujeto deviene su propio objeto de conocimiento, para lo cual debe distanciarse,

desdoblarse simbólicamente. El narratario, en cambio, debe acercarse a las vivencias del narrador,

abrirse a su lenguaje cotidiano, salir de sus propios sistemas conceptuales” (Cornejo et al., 2008,

p.31). Así, el pensar en el otro y pensarse a sí mismo como un objeto que merece ser narrado

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73

contribuye a un pensamiento teórico en donde lo que se encuentra teorizado en los libros puede

ser comprobado en el plano de la realidad.

Como consecuencia, el proceso de narrar relatos también es un proceso de apropiación y

generación de sentido en la medida en la que los sujetos echan un vistazo a su vida en retrospectiva,

reflexionan y encuentran motivaciones en ciertas experiencias que se ven reflejadas en

comportamientos o acciones actuales. Cabe mencionar que estos sentidos nacen de los mismos

relatos al ser estos procesos que nacen del entorno social, familiar, educativo, entre otros, que

enmarcan al individuo dentro de ciertas situaciones y que lo incitan a tomar determinadas

decisiones y a reaccionar de un modo específico ante situaciones que ahí se puedan presentar.

En relación con esto, se hace pertinente mencionar a Cabruja et al. (2000), quienes

reconocen que las narraciones como procesos de identificación nacen y terminan en los

acontecimientos del entorno social. Frente a esto, aseveran que:

Las narraciones son construidas por, y constructoras de, los procesos sociales y de la misma realidad

social. Asimismo posibilitan diferentes inteligibilidades de los actores y las actoras sociales y

generan contextos de relación e interpretación. Mediante el uso que hacemos de las narraciones

construimos la subjetividad, la objetividad, la realidad, la ficción. Las prácticas sociales son los

espacios donde se construyen las narraciones creando el marco referencial, los relatos y los hechos

mismos. (p.81)

A partir de lo expresado anteriormente, el ejercicio de narrarse es poder pensar en tanto lo

que es ya conocido como lo que aún se hace extraño mientras se articulan los distintos sucesos de

impacto individual y comunitario. Asimismo, es una oportunidad para cuestionar ciertos hechos

de carácter político y social en la medida en la que lo que se narra (la vida misma) se encuentra

situado dentro de un determinado espacio histórico y cultural. Por ende, se hace inevitable que la

posición que se tome con respecto a la realidad inspire el ángulo desde el cual se pueda observar

un suceso u objeto (Cornejo et al., 2008).

Consecuentemente, es posible observar cómo un extracto de la vida de un sujeto se hace

digno de ser contado en la medida en la que permite analizar fenómenos que afectan a una

población a la luz de experiencias subjetivas que tienen tanto similitudes como diferencias entre

sí. En palabras de Cabruja et al. (2000), “(…) para hacer inteligible la realidad, los seres humanos

necesitamos recurrir a una narración de la misma, pero son a su vez las narraciones que se

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74

entrecruzan y dialogan entre ellas las que otorgan realidad al mundo en el que vivimos” (p.65).

Esto va de la mano con aquello que Hernández asevera con respecto a la investigación cualitativa

cuando enuncia que “(…) se enfoca en comprender los fenómenos, explorándolos desde la

perspectiva de los participantes en un ambiente natural y en relación con su contexto” (p.358).

A pesar de lo ya establecido acerca del enfoque biográfico o narrativo, es esencial para el

análisis a realizar no perder de vista que, por el hecho de estar enmarcados dentro de un

determinado espacio histórico, dichos relatos no son estáticos y, por ende, varían con el tiempo.

Por este motivo, este tipo de recuentos permiten también, para fines del presente trabajo, establecer

comparaciones entre la manera en la que actualmente los individuos comprenden el proceso de

lectura y las formas de producción de subjetividad política, y el modo en el que entendían los

contenidos de los libros cuando los leyeron años atrás, puesto que probablemente otro tipo de

hechos y textos hayan acontecido entre el tiempo de la primera lectura y este repensar actual.

Desde la mirada de Cornejo et al. (2008), esto es una clara prueba de que el relato es un

objeto que intrínsecamente posee vida, ya que “(…) el relato no es estático, y lo dicho no está

dicho de una vez y para siempre. El relato está vivo, justamente porque da cuenta de un individuo

también vivo, en constante cambio y transformación” (p.31). Consecuentemente, tanto el

investigador como el narrador tienen la misión de reconstruir una historia que ha mutado

constantemente desde un punto de vista actual sin olvidar aquellos que se tenían al momento en el

que los sucesos ocurrieron.

De este modo, el narrador también se ve enfrentado a un gran desafío al tener que utilizar

su propia vida como herramienta para identificarse a sí mismo, encontrarle un significado y

cuestionarse acerca de todo aquello que lo rodea. Siguiendo a Cornejo et al. (2008), “al solicitar a

un narrador que nos relate su vida o parte de ella, además de la petición explícita de los contenidos

que interesa investigar, existe una petición implícita: la de tomar una posición frente a lo que

cuenta” (p.31).

Todo lo anteriormente expuesto, deja ver como el enfoque biográfico o narrativo representa

una herramienta útil para descubrir la identidad de un individuo y con ella su subjetividad a través

del ejercicio de hacer que estos cuenten parte de su vida. De este modo, se materializa la identidad

narrativa de Ricoeur (2006) al ser capaces de comprendernos a la luz no solo de los relatos de

nuestra propia vida, sino también de los relatos que nuestro entorno nos proporciona y de cómo

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75

nos hemos ido desarrollando a través del tiempo, es decir, nos entendemos y nos apropiamos de

nosotros mismos de la misma manera en la que comprendemos y apropiamos las historias que

leemos.

1.7.1 La cosecha de tributos, quienes narraron este proyecto

En lo que concierne a las personas que sirvieron como muestra para la presente

investigación, se seleccionaron tres personas a las cuales se les aplicaron los instrumentos que

serán descritos posteriormente en este apartado. Cabe señalar que estas personas fueron escogidas

de manera intencional teniendo en cuenta aspectos como la edad, ya que debían ubicarse dentro

del rango de jóvenes adultos; la ciudad de residencia, al delimitar el trabajo a un determinado

territorio, y el hecho de que fuesen personas que se identificasen como fans, puesto que, como ya

se mencionó en apartados anteriores, esto conlleva a prácticas diferentes a la de alguien que solo

es consumidor. No obstante, hubo aspectos que no se tomaron en cuenta debido a que no resultaban

relevantes para los objetivos trazados tales como el sexo, el estrato socioeconómico, el estado civil,

entre otros.

Primeramente, se procuró que los entrevistados fuesen colombianos de nacimiento o

hubiesen sido criados en el territorio nacional, debido a que dicho proyecto se encuentra delimitado

territorialmente al interior de dicho país y se debía tener un entendimiento de los hechos políticos

y sociales que hubiesen tenido impacto en el país. En este punto, cabe recordar que el desarrollo

de esta pesquisa se dio dentro de una situación pandémica mundial, por lo que muchos métodos

tuvieron que ser reformulados a fin de acatar la cuarentena y los decretos presidenciales. En este

orden de ideas, se procuró que los narradores viviesen en la ciudad de Bogotá, ya que,

considerando el tiempo de desarrollo del proyecto, fue más factible delimitarlo a la ciudad capital

por motivos que cercanía y facilidad de contacto, el cual tuvo que ser mediado por herramientas

virtuales.

En segunda instancia, se buscó que quienes pertenecieran a la población analizada se

considerasen fans del género de la ciencia ficción o de la literatura distópica, ya que son este tipo

de lectores alrededor de los cuales gira toda la investigación. Asimismo, porque como se ha

establecido anteriormente, los fans son personas que han desarrollado una conexión afectiva que

les permite observar los contenidos de un modo distinto al que lo haría un lector ocasional.

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Por último, se tuvieron en cuenta tres sagas pertenecientes al subgénero de las distopías

críticas, las cuales fueron escritas durante el Siglo XXI: Los juegos del hambre, Divergente y El

corredor del laberinto. Esto debido a que es importante tener en cuenta que la literatura es un

reflejo de los tiempos que se están viviendo, por ende, de todo lo que está aconteciendo en dicha

época. Adicionalmente, cabe recordar que estas tres distopías críticas fueron las que mayor éxito

comercial representaron entre 2012 y 2017, lo que permitió que mucha más gente se aproximara a

ellas por causa de su popularidad. En este sentido, se seleccionó por cada saga a una persona que

considerase fan (antigua o actualmente) para desempeñar el papel del narrador y contar su relato

de vida.

1.7.2 La recolección de datos: las pruebas de fuego

Para poder examinar los procesos de producción de subjetividad política gracias a la

apropiación de los textos distópicos del Siglo XXI se emplearon dos técnicas metodológicas.

Primeramente, se optó por la entrevista no dirigida, la cual permitió la recolección de relatos de

vida a través de un ejercicio de conversación con las personas escogidas como muestra

poblacional. Como segundo paso, se hizo la reconstrucción de las historias de vida de manera

individual para posteriormente, aplicar la técnica de análisis que Pujadas (2002) denomina como

‘relatos de vida cruzados’ y poder ver el fenómeno de la lectura y la formación de sujetos políticos

a la luz de distintas voces y experiencias.

Sin embargo, se hace menester mencionar que el uso indistinto del término ‘historia’ y sus

sinónimos ha producido confusiones acerca de lo que verdaderamente representa la ‘historia de

vida’. Por ende, es crucial traer a colación la distinción que hace Pujadas (2002) entre ‘relato de

vida’ e ‘historia de vida’, ya que establece que el primero se refiere a la narración tal y como es

contada por el interlocutor, es decir, sin ningún tipo de mediación; mientras que la segunda

comprende la reconstrucción histórica hecha por el investigador teniendo en cuenta aquello que

fue contado y su interpretación a la luz de ciertas categorías de análisis. En otros términos, lo que

diferencia a la ‘historia de vida’ del ‘relato de vida’ es la participación o interpretación de un

mediador, que es al final lo que los lectores verán. En términos del autor:

es el resultado de un proceso de edición en el que la iniciativa y el trabajo corresponden al

investigador, pero en el que el sujeto biografiado tiene derechos de coautoría y, por tanto, puede

introducir criterios en cuanto a estilo y en cuanto a la información que se publica, que el

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77

investigador tiene que tener en cuenta y respetar. Todo el proceso de «manipulación» que supone

la edición de una historia de vida no tiene por qué hacer perder validez a los resultados, siempre

que se hagan constar explícitamente y con precisión, en la introducción del trabajo, los criterios

utilizados. (p.140).

1.7.2.1 Fase 1. La entrevista.

Tal y como lo determina Pujadas (2000), una de las principales herramientas que ayudan a

la recolección de datos dentro del enfoque biográfico es la entrevista. No obstante, se debe hacer

una distinción del tipo de entrevista que requiere este enfoque, ya que,

Se trata de entrevistas en profundidad abiertas (esto es, no directivas) en las que la labor del

entrevistador consiste básicamente en estimular al informante para que siga el hilo de su narración,

procurando no interrumpirle y manteniendo la atención para orientarle en los momentos de lapsus

de memoria. (p.139).

Teniendo esto en cuenta, el presente trabajo se acogió a la técnica de entrevista etnográfica

o no directiva propuesta por Rosana Guber (2016). Para la autora, “en la entrevista etnográfica el

investigador formula preguntas cuyas respuestas se convierten en nuevas preguntas. Pero este

proceso no es mecánico; demanda asombro, y para que haya asombro debe haber la ruptura con

sus sentidos que "tenga sentido" para él” (p.77). Es en este punto en el que se establece la

particularidad de este tipo de entrevista, puesto que ya no consiste en un formato de preguntas y

respuestas conducido por el investigador, en cambio, deviene una conversación en la que quien

lleva el hilo es el narrador o entrevistado.

Como consecuencia, se realizaron tres entrevistas en las que se les permitió a los narradores

contar libremente su historia en cuanto a cómo ellos se habían relacionado con los libros

propuestos, la manera en la que habían interpretado sus contenidos, los elementos que llamaron su

atención, etc, todo esto teniendo en cuenta el espacio y tiempo en el que la lectura fue hecha y su

punto de vista hoy en día. De igual forma, también fue posible profundizar en temáticas como las

dinámicas de la cultura fandom a partir de esos libros y aquello que caracterizó su desarrollo como

sujetos políticos.

Por otra parte, esta herramienta fue crucial a la hora de entender un tema en específico, el

cual fue el procesos de lectura y apropiación de contenidos por parte de los fans, entendiendo que

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la visión que tienen de los textos consumidos no es igual a la que posee un lector ocasional. En

este orden de ideas, las preguntas realizadas en dicha entrevista fueron hechas en lo que Guber

(2016) denomina “participar en términos de los informantes”, es decir, ir dando al entrevistado

ciertos indicios que le permitan al investigador ir entrando en el contexto cultural del narrador para

así tener una visión más clara de la historia de vida que ahí se está contando.

No obstante, a pesar del carácter libre de la entrevista no dirigida, es importante aclarar que

antes del comienzo de esta los participantes ya poseían una idea del tema de investigación y de

aquello que se quería descubrir a partir de sus historias de vida, puesto que siguiendo a Cornejo et

al. (2008) “hay que comunicarle al participante que nos interesa comprender el lugar que ha

ocupado y el sentido que ha tenido un hecho en su historia de vida, la cual intentaremos reconstruir

con él” (p.34). Gracias a esto, el proceso de adentrarse en su cultura lectora, fandom y política fue

mucho más fácil ya que existía una clave común que era compartida tanto por el investigador como

por el narrador.

Por añadidura, cabe mencionar que dentro de la técnica propuesta por Guber (2016) “el

investigador lleva consigo algunas preguntas que provienen de sus intereses más generales y de su

investigación. Pero […] son sólo nexos provisorios, guías entre paréntesis que serán dejadas de

lado o reformuladas en el curso del trabajo” (p.75). Así, se entiende que el investigador parte desde

su punto de vista; sin embargo, será el narrador el que cambie el curso de la conversación en la

medida en la que le dé importancia a ciertos sucesos por encima de otros y exprese sentidos y

problemáticas entendidos desde su contexto cultural.

A partir de lo anterior, y teniendo en cuenta los cinco elementos de la subjetividad política

establecidos por Ruíz & Prada (2012) ya explicados anteriormente, se diseñaron determinadas

preguntas que giraban en torno a las prácticas de lectura, de cultura fandom y de participación

política, y que estuviesen relacionadas con cada uno de los elementos constitutivos de la

subjetividad política a fin de que sirvieran como incentivo para que los narradores contasen su

historia. Esto permitió una profundización en los sucesos más significativos para cada uno de los

entrevistados, así como la comprensión de cómo los contenidos van adquiriendo sentido para los

lectores y muchas veces se van materializando en ciertas acciones. No obstante, cabe aclarar que

las preguntas se fueron ajustando al curso de la narración dependiendo de cómo el entrevistado iba

contando su historia y las temáticas que este quisiese priorizar.

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1.7.2.2 Fase 2. Los relatos de vida cruzados.

En palabras de Pujadas (2002), las historias de vida son “el relato autobiográfico […] en

las que el objetivo es mostrar el testimonio subjetivo de una persona en la que se recojan tanto los

acontecimientos como las valoraciones que dicha persona hace de su propia existencia” (p.47).

Como consecuencia, nos permiten observar los distintos contextos con los cuales el narrador tiene

relación y los sucesos que han marcado y modificado su comportamiento mientras también se toma

una posición con respecto a ellos.

De este modo, una vez construidas las tres historias de vida de cada fan, se recurrió a la

técnica también propuesta por Pujadas (2002) de ‘relatos biográficos cruzados’ en la que se

analizaron las similitudes y diferencias de cada una de las historias y posiciones de los

entrevistados. Esto debido a que este tipo de análisis propicia “grados más o menos grandes de

intertextualidad entre las narraciones de los sujetos. El grado de autonomía de cada relato estará

en función de las características del sujeto entrevistado y también, sin duda, de los objetivos de la

investigación” (p.148). Asimismo, ya que si bien se entiende que cada historia es basada en la

singularidad de cada individuo, es este tipo de tejido hecho por el investigador será el que permita

entender un fenómeno que es transversal a las tres historias.

Para lo anterior, se optó por contar con los cinco componentes de la subjetividad política

(identidad, narración, memoria, posicionamiento y proyección) como categorías de análisis para

entender el proceso apropiación de contenidos literarios a la luz de la formación de una

subjetividad política. En este orden de ideas, las respuestas y comentarios arrojados durante las

entrevistas fueron organizadas como datos dentro de una matriz compuesta por esos cinco

elementos dependiendo de a qué hicieran mayor referencia.

Ante esto, si bien se estableció anteriormente que las categorías de análisis debían ser

determinadas por cada uno de los relatos de los individuos, las utilizadas en el presente trabajo no

son ajenas a los objetivos de la investigación y, por el contrario, facilitarán la comprensión tanto

de los resultados como del fenómeno en general, teniendo también en cuenta que lo arrojado

también fue observado a partir de otros elementos teóricos. Sin embargo, esto no invalida el papel

protagónico que juega cada historia de vida, puesto que cada una de ellas será crucial para entender

los resultados del próximo capítulo.

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Capítulo II

Relatos distópicos: historias que traspasan la ficción

En este apartado se presenta el producto de todo lo anteriormente investigado. Las historias

presentadas a continuación son el resultado de las conversaciones llevadas a cabo con fans de

distopías críticas del Siglo XXI. Cada relato muestra lo construido en aquel espacio de discusión

entre el narrador y el investigador, un espacio en el que, si bien hubo un eje central, fueron los

lectores los que guiaron el hilo narrativo. La reconstrucción de estas narraciones, aunque haya

parecido una tarea sencilla, implicó también una mirada crítica por parte del investigador, lo cual

se puede observar en las relaciones con ciertos apartados teóricos presentes al interior de las

historias. En estos textos se plasma la esencia de un fan de la literatura distópica, así como la

construcción de una subjetividad política, la cual muchas veces pasa desapercibida por prejuicios

por parte de los adultos; sin embargo, se espera que esto dé muestra de cómo ambos ejercicios

constituyen un proceso que se va desarrollando constantemente y del que los sujetos somos cada

vez más conscientes.

Este capítulo se compone de las historias de tres fans: Hernando, Andrea y David, cada uno

fan de una distopía crítica del Siglo XXI distinta. Sus biografías fueron reconstruidas a partir de lo

que ellos consideraron su historia literaria, es decir, su relación con los libros, y su historia política,

a saber, sucesos memorables de participación política a lo largo de su vida. Posteriormente, estas

narraciones fueron puestas en diálogo a fin de ser analizadas a la luz de los cinco elementos

constitutivos de la subjetividad política propuestos por Ruiz y Prada (2012): la identidad, la

narración, la memoria, el posicionamiento y la proyección.

De igual modo, las historias aquí plasmadas se hacen a manera de relato basado en las

ficciones de las que los narradores son fans, es decir, sus experiencias con equiparadas y muchas

veces expresadas en metáforas pertenecientes a los libros con los que sienten esa conexión afectiva.

Esto dado que, a la final, la creación de estas narraciones es una práctica subjetiva producto del

consumo de dichos libros por parte del investigador, quien también se identifica como un fan.

Adicionalmente, cabe mencionar que los relatos en sí se centran en el elemento narrativo y de

memoria de la subjetividad política de los individuos, no obstante, esto no anula la presencia de

características que caben dentro de los otros componentes.

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2.1 Hernando: de la Arena de juego al escenario artístico

De no ser porque son personas que durante toda su niñez son entrenadas para la guerra, a

Hernando le hubiese encantado nacer en el Distrito 2. Sin embargo, su realidad y manera de vivir

encajan más dentro de los cánones de Distrito 3, territorio con el que se identifica plenamente. Su

historia comienza desde muy pequeño, van tan atrás que no logra recordar gran parte de sus inicios,

no porque haya decidido olvidar sino porque su pasión por la lectura nace desde antes de poder

retener cosas en su memoria.

Desde que tengo memoria, me ha gustado leer. Mis papás nos leían [a él y a su hermana] esos

libros con 365 cuentos y la idea era leer un cuento al día.

De igual modo, su cercanía con las historias del Capitolio, esas narrativas fantásticas

propias de la cultura anglosajona o europea que muchas veces parecen distantes, también comenzó

desde una edad muy temprana al interior de su colegio, su propio centro de entrenamiento. No

obstante, reconoce que muchos de estos libros llamaban su atención no tanto por las historias que

contaban sino por su misma materialidad. Dado que aún se encontraba en una etapa en la que no

sabía leer por sí mismo, estas obras ocupan un lugar especial en su biblioteca debido a las maneras

en las que le permitieron acercarse a la ficción.

Cuando entré a Jardín, empecé a leer, a aprender inglés y mis papás me empezaron a comprar

libros en inglés. Había un libro que yo amaba que se llamaba ‘Jim the Gorilla’. Tenía ese, uno del

sistema solar que todavía tengo y tenía de esos libros que tenían botones con audios, eran de

Disney, entonces tenía el de ‘Pocahontas’, ‘Los Aristogatos’, etc, entonces era muy chévere porque

uno presionaba los botones y los botones te iban leyendo. ¡Me encantaba!

No obstante, conforme pasó el tiempo, Hernando y todos sus compañeros tuvieron que

comenzar a mostrar sus habilidades para poder ser rankeados por los jueces (sus profesores) dentro

de un sistema de calificación numérico, característico de Occidente. Es así como este Tributo, cuya

mayor habilidad reconoce ser su capacidad de lógica y destreza mental, utilizó la lectura como su

mayor arma para poder camuflar sus debilidades.

Cuando entré al colegio, era obligatorio en Transición que todos tuviesen un libro para colorear,

pero yo odiaba colorear porque me estresaba que los dibujos no quedaran bien rellenados. Como

yo no coloreaba, empecé a llevar libros que me compraban mis papás para leer, lo cual era bueno

porque en el colegio teníamos una clase que se llamaba ‘Biblioteca’ en la que nos llevaban a todos

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los niños a leer a la biblioteca y como yo siempre tenía mi libro para mi tiempo libre en el salón,

entonces también leía en la biblioteca. A mí me gustaba mucho.

De esta manera, la lectura significó para Hernando un mecanismo de refugio para

compensar aquellas habilidades para las que no tenía tanta destreza. Este tipo de práctica de la

lectura como refugio lo llevó a establecer una relación muy estrecha con la bibliotecóloga de su

colegio, quien demostraba preferencias hacia él por encima de otros estudiantes que iban a su

espacio de trabajo a no leer.

Haciendo de la biblioteca su refugio de supervivencia en el centro de entrenamiento

escolar, Hernando descubrió obras que manifiesta tal vez nunca hubiese leído en la vida; y fue en

segundo grado de primaria cuando apareció frente a él la primera historia que él acepta haber leído

conscientemente: Las crónicas de Narnia. Cabe destacar que para ese entonces la película del

primer libro ya había salido y era una de sus favoritas; sin embargo, su mundo se vio trastocado

por unos instantes al descubrir, en los estantes de su refugio, un universo extendido de aquello que

tanto le había gustado. Solo tenía que alquilarlos y leerlos. Nada más simple.

Sin embargo, la primera obra que generaría el vínculo afectivo entre él y la literatura

llegaría tiempo después con lo que sería hasta hoy su saga favorita. Curiosamente, esa llama

afectiva que más tarde incendiaría su mundo literario también fue encendida por cuenta de otra

bibliotecóloga:

Mi tía, que vivía en España, era bibliotecóloga allá. Ella tenía una biblioteca y cada vez que venía,

nos mandaba libros en españolete [español de España]. Yo no me había terminado de leer Narnia

cuando me llegó ‘Una serie de catastróficas desdichas’, era un libro que era una versión de la

película del 2004 ‘Una serie de eventos desafortunados’, que adapta los primeros tres libros de la

serie. Yo no sabía eso porque en la época no investigaba de libros en internet, tampoco sabía que

aparte de esos libros había más, entonces me encantaban tanto ese libro como la película, me lo

leí como tres veces.

Es gracias a esto que es posible reconocer la relectura de los libros dentro de las primeras

prácticas de lectura del narrador en cuanto fan. No obstante, es también visible que la

transmedialidad de la obra representó, de igual forma, un acceso a dicho universo ficcional que se

convirtió en el primer afecto hacia una narración que lo llevó a considerar a Lemony Snicket como

uno de sus artistas favoritos hasta el día de hoy.

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Posteriormente, la percepción de la Arena cultural se hizo aún más grande cuando, por

causa de un trabajo escolar, descubrió que el libro que leía una y otra vez hacía parte de una saga

con muchas más partes. Ante esto, no dudó en recurrir a su mayor aliada en dicho Juego literario:

la bibliotecóloga de su colegio. Fue gracias a ella, quien se dio a la tarea de requerir más libros de

la saga por petición de Hernando, que este Tributo logró tener acceso a dicho contenido, aunque

haya tenido que leérselo en desorden puesto que, si bien su cómplice trataba de colaborarle, esta

solo podía ayudarle en la medida en la que los libros estuviesen disponibles.

En este punto se hace importante traer a colación el rol importante que juega el mediador

dentro del proceso de lectura. De acuerdo con Polo (2017), “los mediadores son actores que

intervienen en el proceso de formación de hábitos o en el desarrollo mismo de la práctica, son

figuras relevantes en la trayectoria del lector por cuanto ejercen una influencia sobre sus

motivaciones y actitudes” (p.72). Así, si bien su tía fue su primera mediadora, la más importante

dentro de la historia de Hernando, es la bibliotecóloga de su colegio.

Fue gracias a Una serie de eventos desafortunados que Hernando logró desarrollar otras

técnicas de expresión propias de la cultura fandom y pasó de ser un simple consumidor pasivo a

convertirse en un hábil lector. Es en este punto en el que el fan fiction llega a su vida como una

forma no solo de ocio, sino también de comenzar a cambiar las reglas del juego. En otros términos,

pasó de ser un Tributo a vivir la experiencia de un Vigilante capaz de entender las normas del

juego.

A raíz de esta serie empecé a escribir fan fiction de ‘Una serie de eventos desafortunados’ y fue a

tal punto que llegué a escribir un libro de ello. Hoy, ya van dos libros de fan fiction de esa saga

que he auto publicado, osea, los tengo impresos y empastados. Por ahí empezaron mis ganas de

escribir y leer más.

Esas mismas ganas lo llevaron a la lectura de más textos ubicados dentro de la categoría de

los libros bestsellers tales como Harry Potter o Percy Jackson, otra de sus sagas favoritas hasta el

día de hoy. Al mismo tiempo, al interior de su centro de entrenamiento se empezaban a vislumbrar

los primeros actos de discusión dentro de la esfera pública, curiosamente alrededor de temas

literarios. De hecho, Hernando acepta haber mentido en un principio acerca de haberse leído Harry

Potter para evitar ser excluido de discusiones en las que tal vez no hubiese podido participar por

falta de conocimiento o contexto acerca de la saga.

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Paralelo a esto, los Tributos dentro del ambiente escolar de la secundaria comenzaron a ser

rankeados por medio de espacios debates. Gracias a estos, los estudiantes debían informarse acerca

de temas de Derechos Humanos, economía y política para poder participar en dichos espacios y

así ser calificados por los ya conocidos jueces (los profesores), y aunque la respuesta favorita de

Hernando en dicho entonces era ‘no sé, no me pregunten’, actualmente mira atrás y agradece todos

esos ejercicios dado que, como artista, entiende que el arte es algo también completamente político.

No obstante, otra experiencia que resulta interesante y significativa dentro de la vida

literaria de este Tributo es aquella que podría denominarse como ‘el caso Crepúsculo’:

En esa época ya estaba de moda ‘Crepúsculo’ y yo tenía curiosidad, pero como eran libros de

niñas me daba pena. Entonces lo que hacía era que le pedía a mi hermana que ella los alquilara

en la biblioteca de su colegio y luego me los prestara.

Es así como es posible observar que dentro del mismo fandom también se pueden dar

procesos de satanización al promover discursos que designen un determinado tipo de narrativa a

hombres o a mujeres, lo cual puede cohibir a ciertos lectores a la hora que querer leer dichas

historias. No obstante, si algo reconoce Hernando es que experiencias como esta implicarían hoy

la defensa por su parte de muchos fenómenos políticos relacionados a la igualdad de género.

Ahora bien, el punto clave de encuentro entre el Tributo y la obra principal de esta narración

se da por cuenta de ese mismo carácter circular del que habla Turk (2014) dentro de la economía

fan. En este sentido, mediante prácticas como buscar fanart de su serie predilecta en ese entonces

(Percy Jackson), ante él se abrió el mundo de Panem, sus distritos y los juegos más violentos, pero

a la vez, interesantes de su historia literaria.

Yo buscaba mucho fanart de ‘Percy Jackson’ y encontré en Tumblr una artista que se llamaba

Viria, que hacía arte muy chévere de ‘Percy Jackson’. Y en este medio del fanart encontraba

muchos otros dibujos que me gustaban, pero no sabía de qué eran y entre esos estaban los de ‘Los

juegos del hambre’. Para ese entonces acaba de salir ‘Sinsajo’, pero sus dibujos se veían muy

interesantes y dije ‘quiero leer estos libros’ y por noviembre mi papá fue a viajar y le pedí que me

comprara la caja con los tres libros. En diciembre, cuando ya tenía la caja, salió el teaser de la

primera película y dije ‘okay van a hacer película, ahora sí me los tengo que leer’.

Su proceso de lectura lo describe como complicado en la medida en la que durante el primer

libro su mamá representó un gran obstáculo debido a que, a causa de encontrarse en un viaje

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familiar, esta solo lo dejaba leerse cinco capítulos diarios. Sin embargo, una vez superadas las

trabas de Los juegos del hambre, los otros dos libros (En llamas y Sinsajo) fueron ‘devorados’ en

una semana.

A partir de esto, Hernando, en calidad de fan, dejó de ser un simple participante del proceso

de lectura a convertirse en mediador para sus amigos, quienes accedieron a leer la saga por cuenta

de su constante insistencia y, al igual que él, devinieron fans de dicho universo literario. En otros

términos, ya no solo había ganado los Juegos del Hambre, ahora entrenaba a otros posibles

Tributos. Era Tributo, Mentor y Vigilante a la vez.

Resulta interesante también que su vínculo afectivo con dicha saga fue tan profundo, que

su cumpleaños número 15 fueron literalmente unos Juegos del Hambre, en donde el premio era

una copia impresa de su primer fan fiction.

En mi cumpleaños, planeé unos Juegos del Hambre con un amigo, yo me acuerdo que yo era el

Distrito 2 e hicimos todo el simulacro de hacer los rankings y puntajes, compré comida para tener

en la Cornucopia, había mentores, patrocinadores, no podían tomar agua en el conjunto y

echábamos pastillas de Vitamina C para hacer pensar que estaba envenenada. Fue muy chévere,

duró como 12 horas.

Este tipo de actividades, aunque para muchos parecerían poco convencionales o incluso

extremas, demuestran esa misma subjetividad del fan en la medida en la que es capaz de salirse de

lo común y realizar prácticas que reflejen, en algún nivel, el afecto que se tiene hacia dicha obra.

Esto es lo que Duffett (2013) denomina fandom peronal, es decir, el hecho de que a pesar de que

“la cultura fandom se ejerce a menudo como un hobby, tiene elementos de identificación pasional

que lo llevan más allá de un mero pasatiempo y lo hacen parte de la identidad del individuo” (p.60).

Posteriormente la lectura de Los juegos del hambre dio pie a la lectura de no solo obras del

subgénero distópico, sino de todo tipo de bestsellers como Divergente, Cazadores de sombras, La

quinta ola, Miss Peregrine y los libros de John Green, los cuales fueron muy importantes para la

concepción del mundo durante la secundaria. Asimismo, descubrió su amor por los que él

denomina clásicos como El señor de las moscas o El gran Gatsby.

Hoy en día, reconoce que si bien son varios factores los que influyen para que escoja un

libro (referencias en internet o lo transmedia de una obra), existen autores como Rick Riodan,

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Cassandra Clare o Suzanne Collins con lo que es siempre ‘tendrá historia’ y nunca pensará dos

veces antes de comprar otro de sus libros. Asimismo, rescata ciertas prácticas del fandom que van

más allá de los contenidos de los libros y se centran en su materialidad, por ejemplo, el preferir

sus obras favoritas en tapa dura en vez de tapa blanda o el aún conservar sus libros favoritos de la

infancia. De la misma manera, menciona que la literatura hace parte fundamental de fechas

especiales, tales como, su cumpleaños.

Hay libros que siempre me he querido leer como ‘Orgullo y prejuicio’ pues es un clásico y en mi

cumpleaños pasado, me compré toda la bibliografía de Jane Austen. Así, libros que digo ‘algún

día me los quiero leer’, me los compro. Por ejemplo, este año me quiero comprar los libros de

Roald Dahl. Usualmente me los doy como un regalo, hace dos años me regalé los de Harry Potter,

en otro me regalé la colección de Narnia, el año pasado fue Jane Austen, de pronto el año entrante

me compre las versiones ilustradas de clásicos como ‘La sirenita’, ‘Pinocho’, etc.

Ahora bien, en lo concerniente a la subjetividad política se puede decir que la memoria con

respecto a su construcción ha estado más llena de vacíos que la historia literaria, sin embargo, esto

no quiere de decir que estos procesos de producción no se hayan dado al interior de Hernando:

Soy ya consciente de que no soy apolítico y no son tan apático al respecto, solo nos soy de esos

que se sienta en una mesa a hablar de política o que disfrute discusiones políticas en una reunión.

No sé si sea influencia de libros o del colegio, pero soy una persona que tiene una visión política

diferente a la de mi familia.

Para este Tributo, el hecho clave que encendió su llama por el interés en desarrollo político

del mundo fue la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, a esto se le

sumaron la victoria del ‘No’ en el plebiscito por la paz en Colombia y las últimas elecciones

presidenciales en el país, las cuales el califica como desastrosas. Asimismo, en cuanto al compartir

de sus opiniones a través de la discusión, destaca que esto pocas veces trasciende a la esfera macro

y que incluso, en la esfera micro se limita a expresar lo necesario.

Sin embargo, si hay una manera en la que este Tributo expresa su subjetividad política es

a través de su arte, el cual siempre ha estado ligado a su pasión por la lectura. Al igual que Katniss

y su performance de pintar un maniquí con vayas para hacer una crítica al asesinato de Seneca

Crane, Hernando logra entender lo que acontece a su alrededor y expresar lo que piensa en cuanto

su calidad de artista.

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No soy un ente político de salir a marchar todos los días, pero soy artista y a través de mi arte es

que yo pongo mis opiniones, por ejemplo, en mis libros. Uno eventualmente crea situaciones y esas

crean consecuencias y tú cuando estas creando un hilo narrativo, creas un nivel orgánico de la

dramaturgia que son las acciones que pasan; creas un nivel narrativo, que es la situación que está

sucediendo, pero finalmente hay algo que tú no puedes crear del todo pero que a partir de estos

niveles puedes formar, como una trama o una fibra sobre la cual el nivel evocativo puede surgir y,

que además de ser emociones, afectar a quien lo lee, a quien ve la obra o a quien participa del

arte, por ese medio puedes también hacer ver tu expresión política.

Como consecuencia, a través de las historias que lee y escribe, Hernando es capaz de

construir significados y sentidos que forman parte de su subjetividad política. Y mediante este

hecho explica las diferencias con su hermana, quien a pesar de haber sido educada por los mismos

padres y en un colegio con los mismos valores que del este Tributo, posee posiciones políticas

opuestas.

Es a través de la ficción que Hernando comprende que hay personas que viven otro tipo

de realidades diferentes a las del propio sujeto, es decir, es capaz de mirar más allá del campo de

fuerza que rodea la Arena. De igual modo, reconoce que estas incitan a hacerse preguntas como

‘¿yo cómo hubiese actuado en dicho momento?’, lo que significa una proyección característica de

la subjetividad política.

En relación con esto, entiende las distopías (tanto las clásicas como las actuales) como un

método de establecer paralelos con el mundo real y así evitar que los mundos leídos sean los

mundos en los que la humanidad habite en un futuro. De hecho, una de las razones por las que él

menciona que Los juegos del hambre son tan especiales dentro de su experiencia de vida es porque

a sus 14 años, edad en la que se empezaba a reconocer cómo ser capaz de realizar un cambio en la

sociedad, le ayudó a ver el mundo desde otra perspectiva.

Lo que yo rescato de la saga es el hecho de hablar por lo que te importa. Katniss se ofreció como

tributo ni siquiera porque quisiera ser una rebelde ante el Estado y eventualmente se dio cuenta

de que a pesar de que ella fuese una niña de La Veta [la sección más pobre el Distrito 12], del

distrito más externo al Capitolio, y que nada que ver con ella, lo que sucede en el Estado nos afecta

a todos, lo que sucede en la ciudad nos afecta a todos y que el conformismo nos afecta a todos.

Entonces por eso es importante que la gente hable porque si no, vamos a tener 75 años de Juegos

del hambre.

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En este mismo orden de ideas, cabe destacar que mediante la construcción de su

subjetividad política a través del arte y de prácticas fans como el consumo y lectura de fanfics,

Hernando logra cuestionar la autoridad y muchas veces rebelarse al estilo Katniss contra ella,

actuando así en concordancia con una de las implicaciones de la subjetividad política. Al respecto

de este tipo de ejercicios, Jenkins (1992) expresa que “pueden ser movilizados en una oposición

activa a los esfuerzos de los productores, cómo la propia reescritura de los materiales textuales por

parte de los fans los convierte en críticos activos de los futuros desarrollos narrativos” (p.124).

Como muestra de esto, es posible mencionar la defensa de personajes como Cato, originalmente

retratados como villanos crueles, mediante la construcción de una historia que lo humanice.

Una escena que me gusta mucho de los libros es la escena en la que Clove muere por causa de

Tresh y en el libro vemos que Cato viene y le llora. Eso le da un lado de humanidad. Estos niños sí

tenían una meta muy fija, pero también tienen su lado humano porque, finalmente, son niños. Y en

los 74 Juegos de Hambre fue muy cruel porque en esos juegos les dieron la oportunidad que ambos

del mismo distrito pudiesen ganar y eso les dio esperanza a Cato y Clove al igual que a Katniss y

Peeta. La diferencia es que la historia la vemos desde el punto de vista de Katniss y todos estamos

de su lado, pero imagina que ellos dos también pudieron llegar a pensar en una posibilidad de

llegar a vivir juntos y en la conexión que debían tener al ser Profesionales [Tributos que entrenan

toda su vida para los Juegos] porque ya el distrito sabía que ellos dos iban a ser los que iban a ir,

entonces uno imagina la crianza que ellos debieron tener juntos para llegar a ese momento.

En esencia, la historia de Hernando es una historia que nace en la biblioteca como su

refugio ante lo que no domina, pero que, con ayuda de aliados mediadores como la bibliotecóloga

de su colegio, es capaz de desarrollar una pasión por la literatura, triunfar en los Juegos y

convertirse en Tributo, Mentor y Vigilante. Como consecuencia, sus prácticas son desarrolladas

desde el arte, zona de batalla en la que es lector y prosumidor y donde logra reconocerse como ser

político en plenitud y entrar en ese campo de expresión de ideas.

2.2 Andrea: Divergente, el suero del afecto

Erudita de nacimiento y erudita por elección, así se describe Andrea, quien siempre afirma

que uno debe ser consciente de sus capacidades y, una vez hecho esto, debe potenciarlas. Su

historia es algo en constante movimiento, no tiene un punto de inicio específico ya que desde

siempre le ha gustado leer todo tipo de literatura.

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Recuerda el colegio, su facción de origen, como una etapa importante en su vida, que le

dio un espacio para poder practicar la lectura, su actividad predilecta. De muy niña, nunca tuvo

preferencias por un género en específico. Había quienes llegaban a pensar que podía ser algo

extraña al comprar la lista de libros del año escolar y leerlos todos antes de entrar a clase.

Disfrutaba leer en español, en inglés (al estudiar en colegio bilingüe), cuentos cortos, novelas y

reconoce que incluso para estar en sexto grado, se divirtió mucho con los cuentos de Edgar Allan

Poe. Como buena Erudita, siempre fue inquieta y quería saber cada vez más.

Sin embargo, Andrea no reconoce su colegio como un mediador en sus primeros años: este

solo le dictaba los libros que debía leer durante el curso y hasta ahí llegaba su función. En cambio,

para esta Erudita los medios de comunicación fueron sus principales aliados en su proceso de

iniciación en la cultura fandom. Gracias a la era digital y a los contenidos en las redes sociales

también permeados por la globalización, Andrea logró descubrir su afinidad por la cultura

anglosajona y fue así como llegó a su verdadera pasión literaria de entonces: la literatura de jóvenes

adultos.

Yo tenía los CDs de los Jonas Brothers, luego me empezó a gustar One Direction, Justin Bieber y

como que a través de esto fue que llegué a estos libros [los de la literatura para jóvenes adultos].

Cautivada por las aventuras adolescentes de los personajes de estos libros, sus prácticas

lectoras desconocían el espacio y el tiempo. Leía para sus clases, en sus ratos libres, en su cuarto,

en la ruta para el colegio, etc. Su pasión por ese tipo de literatura no estaba limitada a un momento

propicio o una especie de trama concreta. Leía fantasía, acción, aventura, misterio, etc, todo esto

siempre y cuando estuviese enmarcado dentro de los estándares de las novelas jóvenes adultas.

Recuerda Crepúsculo como una de sus primeras sagas predilectas, la cual fue seguida por Vampire

Academy.

No obstante, su primer acercamiento a lo distópico y a las experiencias fandom se dio con

Los juegos de hambre. Llegó a ellos buscando narrativas para jóvenes adultos y se encontró con

la fascinación que le generaba este subgénero de la ciencia ficción, lo que la hizo modificar su

rumbo y toparse de frente con Divergente.

En 2013, después de leer Los juegos del hambre, estaba tratando de buscar libros por esa misma

línea [la literatura distópica y para jóvenes adultos]. Los compré cuando ni siquiera estaban de

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moda acá en Colombia. Fue en un viaje a Estados Unidos, estaban en la caja de un Walmart, justo

al lado de Los juegos del hambre.

Si bien ya había una atracción a hacia la literatura distópica que nació con Los juegos del

hambre; Divergente, saga a la que llegó por un proceso de asociación temática, reafirmó ese

sentimiento y logró inyectarle aquel suero del afecto para crear esa conexión profunda que la llevó

a identificarse como fan. Durante su proceso de lectura, destaca que ‘devoró’ los libros y que el

fan fiction representó una manera de ocupar el tiempo mientras esperaba que salieran los otros

libros.

Dentro de sus prácticas como fan identifica que, junto con una amiga (su esfera social del

momento), tenían posters, hacían quizes en internet relacionados con la saga, leían todo lo que

podían acerca de los libros y, cuando anunciaron la película, estuvieron siempre al tanto de todo

el proceso de casting y producción. Esto es acorde a lo afirmado por García Canclini (2015) cuando

afirma que

en la red hallamos información sobre los actores, los cantantes, los directores, qué opinaron

visitantes a museos y hoteles, comentarios sobre las noticias que leemos en blogs: la lectura en el

centro de la sociabilidad. El acto de leer se multiplica en la colaboración personalizada o anónima

de las opiniones y consultas individuales. (p.21).

No obstante, reconoce también que en cierto punto su cultura fandom se vio limitada por

el sentido común de la cultura colombiana, es decir, esas ideas que la sociedad ha acordado en la

esfera pública. Esto debido a que se cohibía de hacer cosas como usar productos con fanart o

disfrazarse por temor a ser mirada como un ‘bicho raro’.

Dentro de sus prácticas fans, también recuerda alegremente que no logró esperarse a que

el tercer libro de la saga llegara a Colombia y se lo leyó en PDF ya que contó con suerte de

encontrarlo y descargarlo de manera gratuita. Una vez más, la naturaleza de la cultura en red

demostraba ser una ventaja dentro del desarrollo de su experiencia en la medida en que “las formas

de expresión que en el pasado podían tener un público muy limitado ahora viajaban a través de

redes y por lo tanto tenían mayores consecuencias sociales” (Jenkins et al., 2016, p.10).

Este tipo de literaturas la llevó a desarrollar más su carácter erudito y fue gracias a ello que

se enganchó a textos del subgénero distópico que ella califica como ‘más adultos’, tales como,

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1984 o Fahrenheit 451. Asimismo, surgió una necesidad por querer informarse acerca lo que

representaban los Estados totalitarios.

Justo después de yo leer estos libros de distopías para jóvenes adultos, en el colegio empezamos a

leer ‘1984’, ‘Fahrenhei 451’, todos estos libros que son las mismas tramas, pero para adultos y

descubrí que era un tipo de género que me gustaba. Eso lo tengo que reconocer.

A pesar de considerarse una persona muy indiferente frente a la política en sus años

escolares, en parte por el carácter conservador de su colegio que no propiciaba espacios de

formación política, su conexión profunda por el subgénero distópico la llevó a querer realizar su

tesis acerca de este tipo de historias para jóvenes adultos. Sin embargo, fue ese mismo

conservadurismo institucional el que impidió que pudiera llevar esto acabo ya que los directivos

catalogaron su idea como algo ‘no serio’.

Yo de hecho quería hacer la tesis del colegio acerca de algo más o menos relacionado con los

regímenes totalitarios e historias como ‘Los juegos del hambre’ o ‘Divergente’, pero me dijeron

‘eso no es serio’, por eso me tocó hacerlo sobre economía.

Es en este tipo de sucesos en donde se vislumbra el peligro que representa el anular un

determinado tipo de narrativa únicamente por la audiencia que la consume. Esta clase de

estereotipaciones son las que frenan muchos procesos de formación literaria en edades tempranas

como la escolar e impiden que los jóvenes desarrollen su propio gusto por la literatura al ver

impuestas las obras que ‘deberían’ leer.

Andrea entró a la vida universitaria y durante los primeros años de esta aún se consideraba

indiferente a la política. De hecho, admite haber votado en 2016 por ‘el candidato que le sonaba

más cool’. Sin embargo, sus relaciones y discusiones en la esfera pública del entorno universitario

fueron contribuyendo a la transformación de este pensamiento. Como hecho clave del desarrollo

de su subjetividad política destaca el Plebiscito por la paz parta el que se leyó los acuerdos y se

informó a través de distintas fuentes de consulta.

Hoy en día se distingue como una persona más responsable en el ámbito político y cuyas

prácticas abarcan la constante lectura e información del panorama del país. De igual modo, es

alguien capaz de situarse a sí misma al interior del espectro político.

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No hago parte de ningún partido, pero soy más responsable con mis decisiones políticas, me gusta

mantenerme informada, no comer entero. Y resulta curioso porque a muchas amigas también les

ha pasado, que nos graduamos de un colegio conservador y ahora nos estamos yendo hacia un

espectro político más liberal.

Sin embargo, el lugar en donde Andrea verdaderamente encuentra su espacio en la esfera

pública y donde prefiere desarrollar su subjetividad política es en los Modelos de Naciones Unidas.

Como directora del Modelo de Naciones Unidas de su universidad, Andrea reconoce que esta clase

de eventos congregan a personas con el mismo tipo de afinidades en cuanto a la discusión de

fenómenos políticos. Adicionalmente, reconoce las dinámicas internas de estas actividades como

algo semejante al ejercicio de lectura en la medida en que también se hace parte de un juego

ficcional, lo que a veces lleva a comprender la posición del otro, aunque no sea compartida.

Digamos que también, en parte, es muy interesante porque a veces toca representar países o

personajes que tienen posiciones opuestas y entonces, ahí a la persona le toca hacer un trabajo

mucho más duro en la medida en la que deben representar algo que no los identifica.

Actualmente, Andrea acepta que, con el día a día de la universidad, sus hábitos de lectura

sí se han modificado en la medida en la que ya casi no lee por ocio sino por cumplir con los deberes

universitarios. Sin embargo, no niega sacar tiempo aún para aquellos textos que le apasionan.

Últimamente no leo mucho por ocio, sino que leo lo que me mandan en la carrera, pero cuando

leo porque quiero, escojo muchas cosas cero profundas o que no sean tan intelectuales, porque

uno se satura. Hoy escojo libros de acuerdo a lo que me gusta, por ejemplo, actualmente me gustan

las novelistas del siglo XIX y de eso leo un montón o, incluso, libros que nos recomiendan en clase.

Adicionalmente, reconoce que habita en un país extremadamente desigual, en donde el

poder se mantiene en las manos de la misma clase política y grupos empresariales. Esto, lo ha

podido corroborar a través de sucesos en los que también se ha involucrado tales como el Paro

Nacional de estudiantes llevado a cabo a finales del año 2019.

Parte de este pensamiento también ha sido por causa de las relaciones que ha establecido

con compañeros de sus dos carreras: Economía y Literatura. Es especialmente con estos últimos

con los que ella reconoce ejercer su plena ciudadanía en la medida en la que propician más espacios

en donde no haya superioridad moral.

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Dentro de sus temas de conversación en la esfera pública, destaca que también hay cabida

para los temas literarios, en los cuales la mayoría de veces discuerda con sus compañeros

especialmente cuando se trata de estas distopías críticas del Siglo XXI. A pesar de las opiniones

de los demás, Andrea mantiene una estrecha relación aún con el subgénero distópico en cuanto

constituyó un instrumento que la ayudó a amar la lectura e, incluso, reconoce estos textos como

una de las razones por las que decidió estudiar Literatura.

Hoy todo está permeado por el hecho de que estudio Literatura. Hoy muchos ven eso y dicen ‘eso

no es literatura’, pero yo tengo una pasión por estos libros porque fueron los que me hicieron amar

la lectura y obviamente reconozco que tal vez no sean García Márquez o Borges, pero en medio

de todo son buenos libros y siento que están desaprovechados en la medida en que podrían hacer

a los jóvenes pensar y reflexionar acerca de, precisamente, el Estado y el gobierno desde un punto

de vista muy ficcional, porque a uno sí lo pone a pensar en esas cosas.

Lo anterior desde la óptica de Fitting (2010) puede ser explicado a partir de una de las

características de las ficciones distópicas. De acuerdo con el autor, la distopía se hace efectiva en

la medida en que sirve “no tanto para predecir el futuro, sino para mostrar nuestro propio presente

a través de una lente distorsionadora particularmente efectiva” (p.144).

En un sentido propio, la historia de Andrea es un relato guiado por la pasión, una narración

que muestra cómo la literatura distópica representó un umbral que trajo consigo no solo la apertura

a más textos del mismo tipo, sino también decisiones que han marcado su vida hasta el sol de hoy.

Divergente, más que la reafirmación de una pasión, representó el suero del afecto que le permitió

a esta Erudita traspasar las fronteras de la ciudad y descubrir aquello que había más allá.

2.3 David: de caminar las pantallas a correr por los libros

De haber sido parte del Grupo A del experimento, sería posible decir que fue nombrado

gracias al físico cuántico David Bohm, por su mirada crítica antes las cosas. Muy probablemente

se dedicaría a construir casas o estaría en la enfermería del Área pero agradece que la vida no lo

haya colocado dentro del laberinto y por eso optó por la Administración de mpresas. Su historia

comienza desde temprana edad, cuando tenía alrededor de diez años, gracias a la transmedialidad

de los libros.

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Muchos creerían que el proceso ‘normal’ de un lector partiría de leer el libro y luego verse

la película o la serie en caso de ser un producto transmedia. Sin embargo, para David, como para

muchos Corredores, esta regla nunca ha sido aplicable. Por el contrario, en su historia reconoce a

los medios masivos de comunicación como los mediadores más importantes dentro de su proceso

de lectura. De esta manera, las películas y las series representan para el la entrada a los mundos

ficticios escritos por los autores. En otros términos, en vez de pasar del papel a la pantalla, su salto

es de la pantalla al papel.

Destaca que sus prácticas de lectura fueron muy diferentes a las de sus compañeros de

colegio. Se leía los libros por amor y no por compromiso, siempre le gustaba que lo mandaran a

leer e, incluso, si a veces solo se trataba de un extracto, procuraba buscar la obra y terminarla.

Reconoce en Las crónicas de Narnia, cuya adaptación cinematográfica fue su favorita por

años, como ese primer libro especial que empezó a despertar su amor por la lectura. Durante este

proceso se vio atrapado por la sencillez del lenguaje y el dinamismo de la trama. Básicamente fue

la saga que lo acompañó durante toda su primaria.

Posteriormente, cuando las puertas de bachillerato se abrieron para él, decidió ir en busca

de otra narrativa que lo acompañase en su recorrido y fue así como llegó a su primer acercamiento

a la literatura distópica gracias a la primera película de Los juegos del hambre, la cual lo incitó

tiempo después a comprar los libros.

Sin embargo, fue con Maze Runner que entendió que ese tipo de historias localizadas en

futuros imaginarios tenían algo que, como a Thomas con el laberinto, lo hacía correr hacia ellas

una y otra vez. Recuerda que fue gracias al boom cinematográfico de estas sagas distópicas que,

al igual que con Los juegos del hambre, llegaría a dicha saga.

Conocí la primera [Los juegos del hambre] por la película y de ahí me leí los libros y los amé. Y,

en general, los temas de distopías fue algo que me gustó y hasta hoy me gustan tanto en libros

como en películas, como en series; es algo que me ha llamado la atención de esas novelas

postapocalípticas e incluso algunas como históricas. Creo que, por esa misma época, hace como

seis o cinco años, con esa misma popularidad, sacaron las películas de ‘El corredor del laberinto’

aprovechando el boom de las sagas adolescentes y me pasó igual que con Los juegos del hambre

y así fue que llegue al corredor.

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Dentro de su experiencia como fan reconoce que, si bien la lectura de estos libros se hizo

a un ‘ritmo normal’, desarrolló otro tipo de prácticas tales como ser parte de la cultura participativa

que ya señalan Jenkins et al. (2016) como los Wikis de fandoms especializados o buscaba teorías

en Youtube acerca de la explicación de algunos hechos del libro que, desde su punto de vista, no

estaban bien argumentados. En este mismo orden de ideas, reconoce que el consumo también hacía

parte de su cultura fandom en la medida en la que cada vez que acababa un libro, le pedía a su

mamá que fueran por el siguiente e incluso le llegó a rogar para que le compraran la precuela y el

libro anexo que, debe aceptar, ‘costó un ojo de la cara’.

Asimismo, su temprano desarrollo de una capacidad de ver los mapas en su conjunto, es

decir, ver todo desde un panorama muy analítico lo llevó engancharse con dicha trama e incluso a

reconocer desde su primer acercamiento a dicha saga, diferencias notorias entre lo que él

consideraba como su punto de comparación: Los juegos del hambre:

Cuando comencé a leer la historia me encantaron, me pareció muy buena y algo que tenía esa saga

que no tenían ‘Los juegos del hambre’ era ese misterio. Yo me acuerdo de leerlo y sentía como

medianamente era una novela del misterio porque uno nunca entendía nada como de ese contexto

macro del mundo, que es lo contrario a lo que pasaba con ‘Los juegos del hambre’, donde uno

sabía lo que había pasado. Cada rato en ‘Los juegos de hambre’ te hablaban de los distritos, del

Capitolio, de cómo funcionaban las cosas, etc. En cambio, en Maze Runner nunca te contaban

nada, solo te lo contaban desde lo que pasaba en tiempo real al protagonista y como él se levanta

al principio con amnesia, digamos que uno pasaba todos los libros como con esa intriga de fondo

[…]

No obstante, si algo critica de su experiencia fan es el hecho de no encontrar tanta gente a

su alrededor que compartiera su afición por los libros, lo que le impidió muchas veces llevar a

cabo debates en la esfera pública con respecto a esos textos. Esto si bien no hizo que perdiera el

amor por las obras sí causó que, de algún modo, su cultura fandom se viese limitada por su entorno

social ya que, en palabras de Jenkins (1992), lo bueno que tienen esta clase de libros es que

“proporcionan los materiales apropiados para discutir temas de interés más directo, ya que

continuamente plantean cuestiones que los fans quieren debatir; tales discusiones ofrecen una

visión no sólo de los personajes, sino también de diferentes estrategias para resolver problemas

personales” (p.85).

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Sin embargo, aquellas discusiones que no se podían dar en cuanto a lo literario, se daban

en lo político junto con sus compañeros de colegio. Si algo ha de reconocer este Corredor es que,

si bien desde joven tuvo un gusto por las discusiones en la esfera pública, el entorno de su

institución educativa siempre fue un espacio idóneo para este tipo de actividades.

En medio de todo, crecí en un ambiente en donde la mayoría de mis compañeros tenían una visión

política fuerte y, a diferencia de lo que podía pasar en otros colegios donde es muy tabú hablar de

política o no hay tantos espacios de discusión política, en mi colegio había muchos espacios para

hacerlo. Desde los 13 años me comenzó a interesar bastante, me ponía en discusiones o debates

con gente de los salones. En medio de ese ambiente me surgió siempre el interés por la política.

De su experiencia de construcción de subjetividad política, resulta interesante para él que

durante sus años escolares él siempre fue el de la opinión diferente; sin embargo, aclara que esto

siempre fue respetado por sus compañeros. Mientras sus amigos tenían un pensamiento más

‘revolucionario y liberal’ en defensa de lo público, él representaba el lado de la derecha política, a

saber, aquel niño que velaba por el bienestar de las empresas y quería ir a una universidad privada.

Esto demuestra en sí que la subjetividad política no es algo dictado por el entorno, en cambio, es

una construcción que “emerge en múltiples circunstancias: en medio de contingencias, modos

transitorios de vida, luchas permanentes, entre el deseo, las presiones sociales y las necesidades de

vivir y sobrevivir” (Martínez & Cubides, 2012, p.176).

Por otra parte, si bien ya se mencionó que se reconoce como un lector muy crítico, en

calidad de fan acepta que es un lector muy emotivo, razón por la cual una trama debe enamorarlo

para poder ‘engancharse’ con ella. Esto representa una de las razones por las cuales tras Maze

Runner no continuó con la lectura de libros similares ya que asevera no haber encontrado una saga

que lo haya enamorado tal y como lo hizo esta.

Sin embargo, algo que sí acepta es que estas lecturas distópicas fueron un gran paso en sus

últimos años escolares hacia lo que él denomina ‘lecturas más complejas’. Entre ese tipo de textos,

destaca a autores como José Saramago, a quien reconoce como su favorito desde tiempo atrás.

Con su ingreso al laberinto universitario, reconoce que las mismas dinámicas de su carrera

modificaron sus hábitos de lectura, lo cual lo llevó a disminuir el tiempo que dedicaba a la lectura

por ocio debido a que tenía que realizar otras para la universidad. No obstante, ahí en donde faltaba

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la lectura, la construcción de subjetividad política aparecía como un ejercicio alterno que suplía

aquella necesidad que era equiparada con la lectura.

Una cosa que amo de mi universidad es que es bastante liberal, pero en mi facultad la gente no

tiene una opinión política muy fuerte o no se habla de ello por lo que hay tantos que son hijos o

amigos de personas del gobierno de turno, entonces se vuelve un tabú hablar de eso. Tal vez no

tenía la oportunidad de hablar con ellos, pero mi universidad siempre fue proactiva, especialmente

cuando había elecciones. Me acuerdo que cuando recién entré en primer semestre, había

elecciones para alcalde y hacían debates y allá me la pasaba metido.

Dentro de los hechos políticos memorables para David siempre se encontrarán los periodos

de elecciones: las de alcalde de Bogotá en 2016, el Plebiscito por la Paz en 2017, las elecciones a

presidencia en 2018, entre otros. Y fue en este recorrido en donde David encontró su espacio de

construcción política en la esfera pública: en los debates y grupos estudiantiles de la universidad.

De hecho, dentro de las experiencias que mejor recuerda está que:

Cuando estábamos también en el proceso de paz, que fue un tema super álgido en la universidad,

en medio de eso surgió un grupo estudiantil que buscaba informar y generar espacios de debate

con respeto al proceso, para que la gente se informara. Yo estuve ayudando en ese grupo a

coordinar temas y actividades y lo disfrutaba porque más que hacer política yo como persona, a

mí me gusta estar en esos espacios de debate.

A partir de esto, David se caracteriza por ser una persona con una posición política clara;

sin embargo, no le teme a cuestionarse a sí mismo para continuar construyendo su subjetividad

política poco a poco. En relación con esto, para él es importante que así uno no se involucre en las

discusiones de esfera pública del todo, debe por lo menos escuchar lo que ahí se habla.

Así como él fue cambiando su recorrido por el laberinto, también acepta que sus prácticas

lectoras mutaron también. Sostiene que gracias a las distopías no solo se pudo abrir a lecturas más

complejas sino a nuevos géneros como las biografías, que hacen parte de lo que le encanta leer

hoy en día.

Sin embargo, aún lo audiovisual sigue teniendo mucho valor a la hora de acercarse a los

libros, incluso los de no ficción. Reconoce que una de las primeras biografías que leyó fue la de

un youtuber llamado Connor Franta, cuyo contenido en dicha red social era interesante para él. Por

otra parte, así como cambiaron los géneros también cambiaron las motivaciones de lectura.

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Antes leía mucho más por gusto, hoy en día siento que no me sobra tanto el tiempo y los últimos

libros que he escogido para leer, siento que es porque me aportan algo más tangible, están más

vistos hacia mi desarrollo profesional. En general, hoy quisiera tener más tiempo para leerme más

cosas por gusto, pero hoy si cojo el fin de semana para leerme una saga de ficción como esas,

llegaría el final y diría que perdí el tiempo, sobre todo por el momento tan particular de la vida en

el que estoy.

A pesar de todo esto, acepta que las distopías siempre serán especiales para él y las

considera algo muy útil para el reconocimiento del mundo en el que habitamos. En este sentido,

Mallan (2015) reconoce esto dentro de las habilidades que tiene la literatura distópica. Por un lado,

ofrece la oportunidad de comparar aquello que sucede en la realidad tangible y en la ficcional. Por

otra parte, representa una invitación a repensar el estado actual de las cosas. Ante esto, David

reconoce la función de las distopías como un medio de entendimiento cuando dice que:

En general, lo que las distopias hacen es eso. Generar esa costumbre por leer ese tipo de novelas

te ayudan mucho a reconocerte y pensar en el qué podría ser. Son escenarios que podrías

reconocer en el mundo real. Ese tipo de sagas sí ayudan a eso. Por eso las prefiero por encima de

las fantasías.

De igual manera, en dicho ejercicio de entender las distopías como un medio para entender

el mundo en el que habitamos, es decir, el laberinto en el que nos movemos, David es capaz de

plasmar aquello que se muestra en Maze Runner en la situación actual del país. Desde su punto de

vista, el entender cómo un virus puede afectar a la sociedad y cómo puede llevar a mucha gente a

organizarse socialmente y a gobiernos a responder es una manera de también ver todo lo que ha

acontecido en Colombia y el mundo a raíz del Coronavirus.

Es un muy buen libro [Maze Runner] para generar conciencia de situaciones como la de ahora en

las que todo un virus tiene al mundo paralizado. Esto tal vez tenga efectos no como los de la

literatura o de un apocalipsis zombie. Y puede que ahora la gente no se esté muriendo por volverse

loca, pero si se están muriendo de hambre o por quedar desempleados

En suma, la historia de David es una narrativa transmedia, su relato demuestra que un

medio de comunicación no anula a otro y que, de hecho, son complementarios. Como Corredor,

David ha sabido moverse tanto en las pantallas como en libros y eso lo ha hecho un lector más

integral. Por añadidura, en él tanto la lectura como la política son procesos alternos en donde

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99

muchas veces la una ha llegado al rescate de la otra para continuar construyéndolo como lector,

sujeto político y Corredor.

2.4 Relatos cruzados: Análisis final del experimento

Es este el corazón de la presente investigación, es aquí donde los tres relatos, al igual que

sujetos en la esfera pública, entran en diálogo para determinar si verdaderamente las ficciones

distópicas del Siglo XXI son un mecanismo de construcción de subjetividad política. Lo que se

presentará a continuación será un análisis basado en las narraciones construidas y las teorías

expuestas en el anterior capítulo. Cabe agregar que los resultados aquí mostrados, parten del

proceso realizado por el investigador, razón por la cual tal vez haya otras ideas encontradas por el

lector que aquí no sean explicitadas.

En primera instancia, cabe señalar que una de las características más destacables de las

distopías críticas del Siglo XXI es su capacidad inherente de perdurar en la mente de sus lectores

aún por muchos años. Resulta curioso observar que, durante las conversaciones mantenidas con

los narradores, estos aún recordaran los nombres, hechos y sucesos memorables de cada uno de

los libros y que aún pudiesen evocar todo aquello que habían sentido en la época en la que leyeron

los libros, lo cual fue aproximadamente seis años.

Como consecuencia, teniendo en cuenta que la subjetividad es algo que depende del

contexto en el que se encuentra cada individuo, los procesos de construcción de subjetividad

política ligados a estos libros también han sido un proceso paulatino que ha perdurado con los años

en la medida en la que si bien durante la primera lectura los procesos se adaptaron a las capacidades

situacionales de los lectores (una época en la que su impacto político no era tan alto por no poder

votar), estos contenidos y experiencias siguieron entrando en contacto con otros a medida que

pasaron los años. De esta manera, la subjetividad política que se desprende de estas obras está

ligada a esa misma capacidad de perdurar históricamente y de hacer parte de las experiencias

significativas de los procesos de lectura de sus fans.

2.4.1 La identidad. ¿Quién soy y a qué facción pertenezco?

¿Quién soy? Es esta una pregunta constante que toda persona se hace en algún punto de su

vida sin importar su edad, sexo o estrato social. Es la misma que genera procesos de distinción que

nos llevan a identificarnos como seres únicos. Asimismo, las respuestas a este cuestionamiento

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100

determinan aspectos como las cualidades, los intereses, los objetivos, etc. Es el primer paso dentro

del proceso de construcción de subjetividad política.

Definir quiénes somos implica un proceso de autoconocimiento y aceptación, involucra

procesos de reconocimiento, nos ubica dentro de cierto espacio, tiempo y comunidad. No obstante,

cabe preguntarse entonces: ¿es la literatura distópica capaz de dar respuesta a este tipo de

cuestionamiento? Para comenzar a responder, cabe traer a colación a Duffett (2013) cuando afirma

que:

los individuos que se convierten en fans no transforman exactamente sus identidades, porque en

realidad nunca dejan atrás ningún aspecto de su identidad previa. En cambio, encuentran que una

nueva vista de posibilidades de autoidentificación se abre ante ellos. El individuo cambia la forma

en que ve su identidad. Antes de que cualquier proclamación social, esta forma de cambio afectivo

y el auto-reconocimiento debe tener lugar primero al interior del individuo. (p.261).

En este sentido, cabe señalar que supondría un error afirmar que, al leer un texto de

literatura distópica, sus fans cambian drásticamente su percepción de sí mismos. Se debe recordar

que el proceso de identificación es algo que va ligado a muchos factores de la vida de una persona

y que, además, es algo que cambia constantemente debido a que la identidad no representa un

molde de prefabricación.

No obstante, lo que sí es posible apreciar como una cualidad de la literatura distópica es

esa capacidad de aportar a la construcción del sujeto en cuanto ente lector, algo que podríamos

llamar el ‘yo lector’, es decir, una parte ‘yo cultural’ que comprende las identidades derivadas de

los procesos de apropiación de los contenidos que alguien ha leído durante toda su vida. En este

sentido, para los fans de este subgénero, las distopías críticas sí constituyen una pieza muy

importante en el proceso de construcción identitaria de ese ‘yo lector’ y de la cual todos son

conscientes en la medida en la que genera acciones como el amor por un determinado tipo de

tramas o proyectos de vida.

Ese libro creo que sí marco quién soy hoy en día, aunque no de manera tan fuerte. Yo no sería yo

si no hubiese leído Los juegos del hambre, pero tampoco sería muy diferente. [Hernando].

Si hay algo en lo que los tres narradores están de acuerdo es en que esas historias sí son un

componente significativo de su identidad tanto de la época como actualmente. De igual modo,

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reconocen que, de no haber leído estos libros, habría cosas que faltarían en sus vidas. En el caso

de Andrea, supone que tal vez no se hubiese fortalecido ese amor por la lectura; sin embargo, para

Hernando y David, la falta de estas narrativas en sus vidas supondría la pérdida de algo que no

lograrían explicar del todo. Esto puede ser relacionado con el afecto que implica reconocerse como

fan de algo, es decir, aquello que les faltaría sería ese sentimiento de vida irracional que se genera

al establecer conexiones profundas con los relatos.

Por otra parte, cabe destacar dentro de los procesos de identificación propiciados por las

ficciones distópicas, la misma apropiación de los contenidos. Como fue establecido por Polo

(2017), la apropiación implica un ejercicio individual de resignificar los discursos presentes en los

textos y ajustarlos al contexto del lector. En muchas ocasiones, esto puede ser hecho a través de

procesos como la empatía con ciertos personaje o sucesos.

El identificarse con un personaje significa establecer una relación de reconocimiento,

especialmente en etapas adolescentes, lo cual va de la mano con el ejercicio de la primera lectura

de un texto. En este orden de ideas, se halló que los fans de literatura distópica generan procesos

de identificación con ciertos personajes durante sus primeras lecturas durante la adolescencia, lo

cual contribuye a la comprensión de aquello que pasa a su alrededor, su entorno y el tipo de

relaciones que establecen.

Yo me identificaba mucho con Peeta porque, por ejemplo, él no era tan pobre como Katniss, estaba

bien establecido con su familia y su panadería. Peeta siempre quiso hacer lo que estaba bien.

Katniss fue impuesta ahí, entonces muchas veces quería hacer solo lo que estaba bien para ella.

En cambio, Peeta, quizá porque no tenía un vínculo tan fuerte con su familia, pensaba en hacer lo

que estaba bien para Panem. Entonces, a veces me relaciono con Peeta porque tengo una buena

relación con mi familia, pero no vínculo tan fuerte y me considero una persona que quiere hacer

el bien común. [Hernando].

Otro aspecto a resaltar de los procesos de formación de subjetividad política, en este primer

nivel de identificación durante la adolescencia, es el papel importante que juega la escuela como

primer acercamiento a la esfera pública que tienen los jóvenes. Al encontrarse en una edad en la

que quieren descubrir sus intereses y posicionamientos, la adolescencia es una etapa del ser

humano en la que se es muy voluble. Es en estos años en donde se empieza a ser consciente de los

cambios que se pueden generar tanto a nivel personal como social. Por ende, es importante

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presentar ante el espectro del adolescente las implicaciones que tiene su participación dentro de

entorno político y la construcción consciente de su subjetividad desde una temprana edad.

Las escuelas, como centros de formación, son muy importantes dentro del proceso de

identificación como seres políticos por parte de los adolescentes, por lo que es importante la

promoción de espacios que inciten al debate y la sana discusión al interior de las aulas. Sin

embargo, estas prácticas deben ser percibidas por los jóvenes como algo natural y no impuesto

para evitar sensaciones de rechazo. En el caso de Hernando y Andrea, es palmario cómo existía

una indiferencia hacia lo político, ligado al hecho de carecer de ese tipo de espacios de debate o

verlos como algo obligatorio. Por su parte, David sí mostró conciencia política desde muy joven

en la medida en la que su colegio le permitía entrar en diálogo con otras personas alrededor de

dichos temas.

En el colegio yo era cero política, era muy indiferente a todo lo que estaba pasando y digamos que

tampoco nos impulsaban mucho a preocuparnos por ese tipo de cosas porque mi colegio era muy

conservador. [Andrea].

Como último punto relativo a la identificación como elemento constitutivo de la

subjetividad política, es importante resaltar la importancia de saber ubicarse dentro del espectro

político o, al menos, ser conscientes de lo que eso implica. De esta manera, el sujeto podrá generar

el autoconocimiento que le permitirá entrar a la esfera pública a construir los sentidos y

significados que iniciaron en la esfera privada. Así, el ser humano logra identificarse “entre lo

singular y lo común, lo que me diferencia y lo que me hace igual, soy capaz de reconocerme plural

en lo común … obligan a mi vida en común, al entre nos, es decir, me hacen sujeto político”

(Alvarado et al., 2008, p.32).

En este orden de ideas, se puede observar que los fans de literaturas distópicas del Siglo

XXI se caracterizan por ser personas que son capaces de reconocerse, posicionarse dentro de un

espectro político y hablar desde ahí, especialmente en casos como los de Andrea o David. No

obstante, son personas que también están abiertas al diálogo dentro de la esfera pública y a

cuestionar sus opiniones mientras resignifican lo que piensan a partir de lo que el otro les expresa.

En otros términos, son personas que observan en el ejercicio de su ciudadanía una oportunidad de

crecimiento.

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Personalmente, siempre he tenido una postura más de centro. Le voto mucho al Partido Verde

porque es un partido con el que siempre me he sentido uy afín. De hecho, en la universidad cuando

fueron las elecciones a presidente, yo estaba metido cada vez que había un debate. Y cuando en

segunda vuelta quedaron dos candidatos: uno más derecha y uno más de izquierda, fue muy duro.

[David].

2.4.2 La narración, una historia que el Capitolio se encargará de hacerte recordar

Parte de las razones para utilizar el enfoque biográfico como metodología en la presente

investigación fue el hecho de poder ver cómo cada persona se narraba a sí misma en cuanto a lector

y sujeto político. Las narraciones constituyen la base de nuestra vida. Son aquella serie de sucesos

que nos construyen como sujetos llenos de historia. A través de ellas somos capaces de resignificar

nuestras vidas mediante experiencias. Adicionalmente, son esas mismas historias las que son

contadas en la esfera pública y a partir de las cuales también seremos narrados muchas veces.

Otro aspecto crucial acerca de los relatos biográficos es la posibilidad de visualizarnos

como un otro que a la vez somos nosotros mismos. Así, tenemos la certeza de cómo acontecieron

lo hechos, pero es posible reflexionar acerca de ellos con la misma mirada crítica con la que

también observamos las ficciones que leemos en nuestra vida. Es esa identidad narrativa la misma

que permitió la construcción de las historias ya presentadas y que demuestra “el poder que tenemos

de aplicarnos a nosotros mismos las tramas que recibimos de nuestra cultura y de experimentar así

los distintos papeles asumidos por los personajes favoritos de las historias que nos son más

queridas” (Ricoeur, 2006, p.22).

En este orden de ideas, una primera narrativa común posible de identificar en los tres

narradores es la manera en la que llegaron a los libros distópicos que marcaron su historia literaria.

Así, cada uno es capaz de dar detalles acerca de cómo fue eso que ellos catalogan como un

‘descubrimiento’ y que, significativamente constituye una narración de que debe ser contada a fin

de entender otras futuras.

De la mano con lo anterior, es posible reconocer al interior de dichos relatos la presencia

de mediadores que ayudaron al desarrollo de eso amor por la lectura. En este sentido, lo que para

Hernando significó su bibliotecóloga, para Andrea fue la cultura web y para David los medios

audiovisuales, es decir, cada fan reconoce dentro de su propia historia algún medio por el cual

llegó a dicha pasión por la lectura. Esto confirma lo establecido por Polo (2017) cuando asevera

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que “el proceso de adquisición de hábitos de lectura no es espontáneo, sino que en él intervienen

las mediaciones de distintos actores” (p.21).

Por otra parte, otra narración común a la que también cabe hacer mención es la de la

relación de los sujetos con la literatura durante su época escolar. En cuanto sujetos políticos, el ser

humano se ve muchas veces tentado a contradecir aquello que le es impuesto por muchas

instituciones, incluida la escuela. No obstante, los relatos a que aquí se referencian, denotan una

posición de impotencia en la medida en que los jóvenes no tienen los medios para opinar u

oponerse ante ciertas imposiciones escolares.

De esta manera, proyectos como el Plan Lector de las instituciones educativas surgieron

como causas para generar desapego por el proceso lector. A través de historias como la de

Hernando o Andrea, es posible observar que, durante sus primeros años escolares, el plan lector

les resultaba una imposición aburrida, lo cual los llevó a otro tipo de literatura. Sin embargo, se

debe tener en cuenta que en ellos ya había un tipo de acercamiento a la lectura, lo cual tal vez no

era el caso para el resto de sus compañeros. Consecuentemente, a partir de este resultado vale la

pena observar el papel del Plan Lector en la constitución del estudiante como sujeto amante de la

lectura y empezar a pensar si sería mejor incluir a los niños y jóvenes en la toma de decisiones

acerca del tipo de libros quisieran leer con el objetivo de no causar un efecto de rechazo hacia la

lectura.

En los cursos teníamos, los libros que teníamos que leer en primaria no eran tan chéveres.

[Hernando].

Lo anterior también va de la mano con la estereotipación de cierto tipo de textos en la

medida en que son considerados como textos que no construyen a un buen lector, puesto que se

tiene la idea de que la lectura de lo clásico o lo institucionalizado es el único tipo de práctica válida.

Al respecto, Jenkins et al. (2016) mencionan que

Hemos tenido un gran número de estudiantes que […] se han dado cuenta de que, aunque las

escuelas los han clasificado durante mucho tiempo como no muy buenos lectores, leen todo el

tiempo. La lectura es una parte clave de sus vidas, pero simplemente no se dedican a los tipos de

lectura que las escuelas valoran. No leen las cosas correctas o de la manera correcta. (p.116).

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Adicionalmente otra narración que aparece con un alto grado de valor dentro de la vida de

los fans corresponde sus prácticas fandom, es decir, aquel tipo de actividades que definieron sus

experiencias y que, a su vez, les permitieron construir comunidad con otras personas en la esfera

pública. De este modo, episodios como la fiesta de Hernando basada en Los juegos del hambre o

las compras de los libros de Maze Runner hechas por David junto con su mamá representan sucesos

significativos dentro del desarrollo de dichos lectores. Sin embargo, un hecho que refleja la clara

relación entre la subjetividad política y las prácticas de cultura fandom es la historia de Andrea,

quien gracias las dinámicas circulares de la economía fan logró acceder a la última parte de su saga

favorita.

Me acuerdo que cuando salió el tercero [libro de Divergente, titulado ‘Leal’] me lo descargué de

ilegal. Lo leía en el bus y en el colegio, solo leía todo el tiempo. [Andrea].

No obstante, las prácticas lectoras no son las únicas que han dejado huella en la vida de los

fans. Mecanismos de participación política en los que estos jóvenes se han visto involucrados

también determinan puntos históricos claves en la media en que dan cuenta de su participación

visible en la esfera pública en calidad de seres políticos. En este punto, resulta interesante anotar

que en la mayoría de estas narraciones siempre existe un punto de conflicto en el que el ‘Yo’ choca

con un ‘Otro’ o muchas veces corresponden a situaciones que ameritan ir en contra de lo instituido.

Durante las marchas [del Paro Nacional de finales del 2019] me peleé mucho con mi abuela

porque ella no quería que yo fuera a marchar. Fui como dos veces y a escondidas porque mi abuela

hablaba de ‘esos vándalos’ y fue muy jarto. [Hernando].

Las narraciones no solo funcionan como un mecanismo para hacer un recuento de la vida,

sino también para, en cierto modo, evaluarla y detectar cambios de los cuales tal vez no se es

consciente. Así, el ejercicio de narrarse a sí mismos significó para los jóvenes observar sus

prácticas lectoras del pasado y analizarlas a la luz de las actuales.

En este orden, se pudo hallar que al hacer una comparación entre prácticas realizadas en

dos momentos distintos de la vida (en el que leyeron la obra y actualmente) y en dos lugares

diferentes, hubo cambios que resultaron notorios. Por ejemplo, para Andrea y David su paso a la

Universidad significó un tipo de afectación a su proceso de lectura realizada por ocio en la medida

en la que el tiempo dedicado a esta disminuyó por razones que ellos mismos explicitan.

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En la universidad tenía menos tiempo libre, y en ese tiempo libre uno ya está tan cansado de lo que

tiene que leer para la universidad que uno no quiere seguir leyendo más. Cuando entré, sí se me

bajó el ritmo de lectura por gusto, pero lo seguí haciendo leyendo libros en portugués. [David].

Teniendo esto en cuenta, las dinámicas de la vida universitaria y las responsabilidades

académicas que esta trae consigo, en donde muchas lecturas también son impuestas, parecen ser

un factor a tener en cuenta en la disminución de la cantidad de libros que leen los estudiantes por

gusto propio o en la inclusión de la lectura por encima de otras prácticas en el tiempo de ocio. Por

lo tanto, sería interesante evaluar a futuro cómo las prácticas lectoras del entorno universitario

pueden incidir en la manera en la que los estudiantes están invirtiendo su tiempo de ocio en relación

con la lectura como entretención.

En relación con lo anterior, otra de las narraciones producto del evaluar prácticas pasadas

con las actuales es el descubrimiento de las motivaciones actuales de lectura por parte de estos

fans. Dentro de estos relatos, fans como Hernando o Andrea destacan que, si bien sus gustos han

cambiado con relación a lo que leían años atrás, las narrativas distópicas siguen y seguirán teniendo

un lugar especial dentro de su ser en la medida en la que hacen parte de su historia. Nuevamente,

es importante traer a colación dicha capacidad que tienen las ficciones de este subgénero para

perdurar en la mente de los lectores por los mismos contenidos que ofrecen.

Hoy en día hay varios factores para escoger un libro. Hay autores con los que siempre voy a tener

historia, por ejemplo, Cassandra Clare anuncia un libro relacionado con Cazadores de sombras y

yo soy como ‘ten mi dinero’. Pero cuando son libros que no conozco veo mucho booktube, lo cual

es muy influyente para mí. Y así veo lo que está leyendo la gente y las recomendaciones. A veces si

una peli me gusta mucho y veo que es basada en un libro, usualmente lo compró porque me gusta

mucho ver cómo era la narrativa antes de ser adaptada. [Hernando].

2.4.3 La memoria: la vida antes del laberinto

La memoria no implica únicamente reconstruir los hechos pasados de la vida, gran parte

de esto ya se ha hecho en el proceso de narración. Como tal, la memoria requiere del narrador una

actitud crítica para poder jerarquizar dichos sucesos. Es este mismo elemento el que se encargará

de destacar los sucesos en donde el ejercicio de resignificación del ser humano haya sufrido más

cambios o en donde este se haya visto más afectado.

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La memoria, en cuanto elemento de la subjetividad política, permite reconstruir la vida a

través de una serie de objetos o hechos que a su vez podrán ir acompañados por una narración. De

esta manera, los narradores de la presente investigación demostraron capacidad para reconstruir

sus vidas a partir de dos elementos: los libros leídos y los hechos políticos que los marcaron. Cabe

destacar a la persona como pieza importante de este proceso ya que “es el individuo, con su

subjetividad, quien selecciona unas vivencias, silencia otras y quien, en definitiva, organiza el

discurso” (Pujadas, 2000, p.149).

Dicho esto, cabe apreciar que una de las primeras memorias en las cuales todos los

narradores de esta investigación coinciden es la del primer libro que leyeron por gusto y a

consciencia. Estos libros son identificados como un punto de inicio para la vida de ese ‘yo

literario’, es decir, son concebidos como aquel elemento que suscitó el amor por la lectura, razón

por la cual representan un elemento muy valorado por los lectores y al que siempre parecen volver

cada vez que hablan de su proceso lector.

Desde chiquito, siempre me gustó leer bastante y sobre todo me gustaban los libros de historias

fantásticas. Por ejemplo, la primera saga que me leí fueron los libros de Narnia. De chiquito, me

había visto las películas y por muchos años fueron mis favoritas y de ahí me surgió el interés por

comenzar a leer los libros. Aparte, esa saga es escrita como cuentos infantiles entonces y es

bastante digerible. En eso yo tenía como 10 años y me encantaron. Yo creo que me acabé toda esa

saga en un año, ahí comencé la verdad ese gusto por la lectura [David].

Como primer libro que incitó un proceso de apropiación, aparte del valor literario o estético

que pueda contener la obra, se agrega el valor simbólico que tienen para los lectores en la medida

en la que significó la adquisición de un hábito que hasta el día de hoy mantienen. En concordancia

con esto, Duffett (2013) también defiende el valor de estos libros conforme “los fans tienden a

periodizar sus vidas en torno a los puntos de inflexión autobiográficos cuando ‘todo cambió’ y se

interesaron. Su iniciación frecuentemente se convierte en un importante recuerdo personal,

recordado y discutido con otros” (p.259).

En segundo lugar, también es posible destacar cómo los narradores, sin pensar mucho en

ello, lograron caracterizar etapas de sus vidas a través de libros leídos en ese tiempo. Al respecto,

muchos mencionaron que no solo fueron buenas narrativas, sino que también sus temáticas les

ayudaron a desenvolverse dentro de la esfera pública durante dicho período.

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Luego me leí todo Divergente, La quinta Ola, Miss Peregrine, todo lo de John Green, que fue muy

importante en mi vida de secundaria. En el colegio leíamos más clásicos y ahí fue que descubrí mi

amor por El señor de las moscas y El gran Gatsby [Hernando].

Por último, como ya se mencionó, el ejercicio de memoria permitió también la

reconstrucción de la vida de los narradores a partir de los hechos que más los habían marcado. En

este orden de ideas, se halló como un factor común en los tres narradores la identificación de un

hecho político que significó un punto de inflexión en el cambio de postura con respecto a las

prácticas políticas llevadas hasta el momento. Así, en la medida en la que la elección de Donald

Trump como presidente de Estados Unidos impactó a Hernando, el Proceso de paz en Colombia

dejó su huella en Andrea y las elecciones a alcalde en 2016 influyeron en David.

Yo creo que el punto que marcó mi vida fue el Proceso de paz porque yo voté ‘no’ pero para eso

leí y me informé acerca de todo. Antes de eso yo era súper apática y decía ‘allá ellos y yo acá y no

me importa’. [Andrea].

Cabe destacar en este punto que todos estos hechos se dieron durante la etapa universitaria

de los narradores y que estos a su vez sí manifiestan en sus relatos la influencia de las dinámicas

universitarias en su inmersión en la esfera pública y construcción activa de subjetividad política.

Es así como

La Universidad se revela como un campo estratégico de subjetivación, múltiple y complejo. El

interés por la política emerge en la búsqueda por conectar su experiencia estudiantil con la realidad.

La experiencia universitaria … no es solo academicismo, teorización, se manifiesta en una

sensibilidad con su entorno, con un modo de ser y estar en su contexto social. Aquí reconocemos

que la Universidad no solo se sitúa en dirección de las fuerzas instituidas-hegemónicas, también es

el espacio de producción y formación de fuerzas instituyentes, de formación de deseos sociales y

producción de sentidos alternativos. (Martínez & Cubides, 2012, p.182).

2.4.4 El posicionamiento. ¿Desde dónde observo la Arena?

El posicionamiento como capacidad del sujeto para opinar acerca de aquello que acontece

en la vida pública implica una reflexividad por parte de la persona. Es este elemento constitutivo

de la subjetividad política el que generará discusiones que involucren la dotación de sentido a

ciertas experiencias o fenómenos a partir de la observación y diálogo con otro tipo de posturas. No

obstante, es importante tener en cuenta que “hay distintas formas de posicionarse en el mundo, que

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no hay ninguna mejor que las demás, que todas son susceptibles de enriquecimiento y

transformación” (Ruiz & Prada, 2012, p.77).

Es en este elemento en el que se encuentran los hallazgos más significativos de la presente

investigación debido que tanto la lectura de ficciones distópicas como la construcción de una

subjetividad política se unen de una forma más palpable y se materializan en muchas de las

opiniones dadas por los narradores. Es aquí donde la relación entre ambos fenómenos aparece

como algo que no es netamente aislado.

Cabe destacar, en primera instancia la capacidad de reconocimiento de su lugar de acción

política por parte de los narradores. Los lectores de ficciones distópicas aquí investigados

demuestran ser conscientes de que la política es algo que permea muchos ámbitos de la vida

humana y, asimismo, tienen clara la manera en la que cada uno se acerca a las discusiones de la

esfera pública para generar procesos de resignificación. Mientras Hernando se expresa a través de

su arte, Andrea encuentra espacios de discusión en los Modelos de Naciones Unidas y David

muestra predilección por los debates llevados a cabo al interior de los grupos estudiantiles

universitarios.

Me parece que la ficción, escrita o audiovisual, tiene algo y es la razón por la que yo me decidí a

estudiar arte dramático. En la ficción uno vive otras vidas, y esto te ayuda a tener muchas opiniones

en la cabeza, vives situaciones que nunca vas a tener que vivir, pero te preguntas qué hubieras

hecho, qué hicieron los personajes o qué está bien o mal. Aunque uno no lo piense en ese momento,

todas esas historias te van permeando y formando como persona y me parece que es muy

importante que la lectura infantil y juvenil sea mucho más que hacer a los niños felices.

[Hernando].

Por otra parte, por tratarse las distopías críticas aquí analizadas de productos transmedia,

el posicionamiento que los fans de estos contenidos mostraron también arrojó reflexiones acerca

de los libros y su relación con las adaptaciones cinematográficas. El proceso de lectura constituye

una experiencia individual para cada lector, por lo cual no es posible especificar si resulta más

importante el libro o la película. Sin embargo, no miente Polo (2017) al aseverar que “este

intercambio transmediático de narrativas es un motivo recurrente en las trayectorias de estos

lectores.” (p.68).

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Maze Runner no fue la saga más popular y parte de la culpa las tienen las películas. Cuando uno

lleva un libro al cine o la televisión, eso realmente puede ayudar mucho a fortalecer la misma

historia de los libros. Lo que le pasó a Maze Runner fue que no la adaptaron bien, casi como

Narnia. Creo que a las películas les faltó bastante y eso explica que hoy no tengan tanta

popularidad. [David].

Tomando esta afirmación como ejemplo, las tres narraciones concordaron en que, si bien

el libro puede generar alta expectativa por la película ante los lectores, una buena película también

puede aumentar el número de ventas de los libros en la medida en la que los potenciales lectores

se vean interesados por la narrativa original. En este punto, reconocen que las adaptaciones

cinematográficas de Divergente y Maze Runner a pesar de no haber disminuido el número de fans,

impidió que este fuera mayor.

Por añadidura, haciendo mayor énfasis en la parte literaria, los fans de estas distopías se

muestran como lectores capaces de ver reflejadas situaciones de su realidad en las mismas

ficciones que leen. Esto muestra como las distopías, a través de sus ficciones, representan una

herramienta a través de la cual el lector puede evaluar su realidad y realizar asociaciones por medio

de la apropiación de los contenidos. En este punto es posible mencionar cómo Hernando asocia la

desigualdad económica de Panem a noticias de coyuntura actual como el hecho de que Jeff Bezos

esté a punto de convertirse en el primer trillonario del mundo o el modo en el que David reconoce

discursos que justifican la violencia en Maze Runner.

La analogía que podría sacar de ahí [The Maze Runner] es cuando en el tercer libro revelan todo

el origen de cómo surgió CRUEL y los experimentos. Manejan el discurso del ‘tenemos que matar

gente porque toca’. Esos son los mismos discursos que se manejan con respecto a la violencia en

el país. Aún hoy, hay gente que se hace la de la vista gorda con lo que sucede en el país: la violencia

en los 50, después contra la guerrilla, los desaparecidos, los falsos positivos, incluso con el

Coronavirus, ese discurso de cuántos se tienen que morir tratan de validarlo. [David].

Complementariamente, los fans de literatura distópica analizados en esta investigación

demostraron ser lectores que, a pesar de tener una profunda conexión sentimental con los libros,

son capaces de acercarse a ellos también con una visión crítica. Desde su identificación como fan

y como lector, probaron ser capaces de cuestionar aquello ya impuesto por el libro y así proponer

alternativas que, desde su propio proceso de apropiación, mejorarían la trama del libro. Esto es

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palpable en ciertos cambios que tanto Andrea como David expresaron que les harían a sus

respectivas sagas.

Yo creo que lo único que le cambiaría sería como el final. Siento que yo le hubiera dado una

justificación tal vez mucho más fuerte a todo. Eso si fue un poco decepcionante y, de pronto, me

hubiera gustado que se le hubiese podido construir más a otros personajes y que no todo girara en

torno a Thomas y ya. [David].

Por otra parte, resulta interesante observar cómo los lectores de distopías críticas, aun

habiendo leído los libros en su etapa adolescente, hoy en día, ya como jóvenes adultos capaces de

influir en las decisiones del país, son capaces de determinar el valor de estos libros en términos de

formación de subjetividad política. De igual modo, los tres narradores reconocen estos libros como

una herramienta que puede ser clave para la educación de la población adolescente en cuanto a

maneras de observar la realidad, basados en sus propias experiencias cómo lectores.

Todo el género distópico fue muy políticamente fuerte para adolescentes y pre adolescentes que hoy en día

son muy vocales, no diría netamente por eso, pero sí porque en esas historias de precaución uno

puede ver qué paralelos tiene con el mundo real y cómo podemos evitar que los mundos que

estemos leyendo sean los mundos en los que vamos a vivir [Hernando].

En este sentido, las distopías críticas del Siglo XXI no solo demuestran ser libros con una

trama interesante, personajes bien construidos con los que se puede generar empatía y reflejos de

muchos de desafíos de la vida adolescente, sino que también son identificados como un medio

para que lectores que se encuentren en la etapa de la adolescencia puedan acercarse más a la lectura

y puedan comenzar a construir subjetividad política conscientemente a través de procesos de

apropiación textual, reconocimiento de problemáticas políticas en las narrativas y discusiones

críticas con otros fans acerca de sucesos ahí presentados.

No obstante, se debe tener en cuenta que todo esto debe ser hecho teniendo en cuenta cada

uno de los contextos de estos jóvenes. Por ende, no se pretende afirmar que a través de esta lectura,

los adolescentes sean personas totalmente conscientes de su subjetividad política, pero sí demostrar

que aún en la primeras lecturas de estos textos en etapas juveniles, los fans son capaces de empezar

a resignificar su entorno y las relaciones que se dan en la esfera pública, como lo demostraron los

narradores de la presente investigación.

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112

Por último, se les planteó el cuestionamiento a los fans acerca de si existía un tipo de

relación entre el consumo de estos libros y la formación de una subjetividad política. Ante esto,

todas las respuestas coincidieron en que, de hecho, sí existe una relación; sin embargo, esta no

puede ser entendida en términos de dependencia o de causa-efecto. En cambio, el tipo de relación

existente entre la literatura distópica y la subjetividad política está basada en la mutua contribución

en la medida en la que estos libros permiten entender fenómenos de la vida política de una manera

más ‘digerible’ y, a su vez, las discusiones dentro del espacio político pueden ser utilizadas para

posicionarse con respeto a los hechos que acontecen al interior de estas ficciones.

Los juegos del hambre creo que sí me ayudaron a entenderme como persona. Me gusta mucho la

forma en la que está escrito, cómo Suzanne [autora de Los juegos del hambre] decide ponernos en

los ojos y mente de Katniss impacta mucho a los lectores en cuanto a las injusticias que ella ve y

que uno muchas veces no, y creo que uno cuando experimenta algo por alguien más en primera

persona, así sea solo en un libro, te afecta. Entonces, quizás impactó la forma en la que me hizo

ver el mundo después. Tenía 14, iba a cumplir 15, estaba en un punto en el que iba a entrar

plenamente en la adolescencia e iba a empezar a formar mis opiniones y volverme una persona

que impacta en la sociedad. Entonces, para mí sí fue importante tener esa influencia en ese

momento de mi vida. [Hernando].

Nuevamente, el libro demuestra ser una herramienta de formación de subjetividad política,

especialmente para los adolescentes, en la medida en la que la apropiación de estos contenidos

facilita la comprensión de lo que acontece en el panorama político, tanto nacional como

internacional. Considerando que los adolescentes se encuentran en una etapa de vida en la que todo

lo que sucede a su alrededor tiene influencia (directa o indirecta) en ellos, la lectura de estas obras

les permite notar ciertos fenómenos y generar opiniones que posteriormente los llevarán a ser

conscientes de cómo pueden actuar aún en una temprana edad, lo que a su vez los preparará para

la vida adulta en donde ya tendrán influencia en las decisiones tomadas por la nación. En palabras

de Wang (2016)

A través de la lectura de la ficción distópica, los jóvenes lectores adquieren la experiencia indirecta

de la vida, que les ayuda a pasar de la ingenuidad a la madurez. En este sentido, la ficción distópica

es el libro de texto de socialización para los jóvenes antes de su entrada en el mundo adulto, ya que

estos textos les proporcionan algunas experiencias útiles con las que tienen algunas oportunidades

de encontrarse en su vida cotidiana. (p.4)

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113

2.4.5 La proyección. ¿Qué hay más allá de la frontera?

Dentro de lo que implica la formación de una subjetividad política, se encuentra la

capacidad de proyectar futuros basados en la realidad. La proyección implica mirar el mundo de

lo posible como una invitación a la realidad. Es a través de esta que los seres humanos son capaces

de seguir adelante al posar sus esperanzas en un futuro en donde las cosas han sido mejoradas. En

otros términos, la proyección puede ser descrita como la capacidad humana para construir utopías.

Pensar en términos de proyección, también implica pensar en términos de acción en la

medida en que el hombre se va planteando lo que tiene que hacer y va trazando una ruta para hacer

realidad eso que aún se considera como posible. Para Ruiz & Prada (2012) “las proyecciones y

promesas de una sociedad suelen plantearse en los planes de gobierno, políticas públicas, visiones

organizacionales etc. Mediante los cuales la sociedad busca darle un sentido a lo que está por decir,

por hacer, por narrar” (p.75).

Al iniciar con el análisis de este elemento en los fans de distopías críticas del Siglo XXI,

es posible observar un cambio a la hora de imaginar un futuro en el que este tipo de ficciones no

hubiesen hecho parte de su vida. Tanto Hernando como Andrea se mostraron reacios a concebir

dicha posibilidad conforme estas obras habían significado mucho para ellos tanto en la época en

las que la leyeron como hoy en día.

Yo creo que de no haber leído Los juegos del hambre no sería muy diferente pero sí habría un

espacio ahí que no sabría describir por no conocer esos libros. [Hernando].

En este punto, elementos como el afecto en calidad de sentimiento que permea la propia

existencia al establecer una conexión con algo vuelven a surgir como parte crucial de la experiencia

fandom. En este sentido, “nadie planea conscientemente, en principio, convertirse en un fan. No

es algo que se logre por medio de un esquema racional. Los individuos rara vez son conscientes

del proceso hasta después de que ha ocurrido” (Duffett, 2013, p.260).

Por otra parte, al plantearse la relectura de los libros teniendo en cuenta su contexto cultural

actual, todos los narradores acordaron que sin duda les parecería un ejercicio muy interesante en

el que, de seguro, disfrutarían el proceso de lectura nuevamente. No obstante, también

manifestaron que dicha práctica implicaría una nueva apropiación de estos contenidos teniendo en

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114

cuenta todo lo que ya saben ahora y que, con certeza, su percepción frente a ellos cambiaría al ser

capaces ahora de notar nuevas cosas que no pudieron hacer en la primera lectura.

Yo creo que, de releer los libros, los miraría diferente porque he cambiado un montón mis ideales

y el hecho de haber estudiado Literatura influiría un montón en mi percepción de los libros. Los

miraría con una mirada más crítica y me parecería un ejercicio muy interesante porque uno de

pronto logra descubrir más cosas que uno no había visto porque era muy pequeño y no entendía o

lograba hacer esas conexiones con la vida real y lo político. [Andrea].

Adicionalmente, con respecto a la posibilidad de llegar a habitar los futuros en los que se

desarrollaban dichas ficciones distópicas, los tres narradores expresaron una negación al principio,

catalogando esto como algo imposible. No obstante, resultó interesante que conforme

desarrollaban sus respuestas esos ‘No’ del comiendo se fueron transformando en un ‘Tal vez’ en

la medida en la que reconocían que ya hay elementos de estas distopías presentes en la actualidad

y que, de ser reforzados, nos acercaríamos cada vez más a un tipo de sociedad así.

No llegaríamos a un escenario así de extremo como el de los libros, pero eso ya se ve. Hay distintos

grupos. La sociedad se divide y se unen unos contra los otros. Ahorita con el Coronavirus, mucha

gente rechaza a los médicos La gente tiende a dividirse, entonces no es que llegaremos a ese

extremo, pero siento que sí ya vivimos en él. [Andrea].

En este sentido, si bien los fans de estos textos son conscientes de que lo que se presenta

es algo muy extremo, si se compara con el panorama político contemporáneo, no se hace tan lejano.

En este punto, se hace pertinente traer a colación a la función de las distopías establecida por

Baccollini & Moylan (2003) cuando enuncian que “la imaginación distópica ha servido como

vehículo profético … para advertirnos de las terribles tendencias sociopolíticas que podrían, de

continuar, convertir nuestro mundo contemporáneo en las jaulas de hierro retratadas en el reino de

la parte inferior de Utopía” (p.1).

Por último, cabe mencionar que aparte de la narración se realizaron unos ejercicios con los

narradores de acuerdo con las sagas a las que se denominaban fans. En este orden de ideas se

observó que, así como son capaces de observar lo que acontece en sus ficciones a través de la

realidad, logran proyectar su realidad en los escenarios de ficción distópica. Al respecto, dada la

especificidad de cada ejercicio, cabe mencionar cada uno a continuación.

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Con referente a Los juegos del hambre, a Hernando se le dieron una serie de elementos de

los libros y se le pidió que los adaptara al contexto colombiano, cabe aclarar que todo desde su

subjetividad política. Ante esto, identificó al presidente Snow con el ex mandatario Álvaro Uribe.

A Effie Trinket la personalizó en Andrea Serna, reconocida presentadora. Por su parte, Caesar

Flickerman fue materializado en Hassan Nassar, actual jefe de comunicaciones del presidente Iván

Duque. Finalmente, se le pidió que identificara al Capitolio y los Distritos Profesionales; como

consecuencia, Bogotá surgió como la representación del Capitolio y los distritos 1, 2, 3 y 4

correspondieron a los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, Valle del Cauca y Bolívar.

En cuanto a Divergente, Andrea tuvo la tarea de asociar cada una de las cinco facciones a

una región de Colombia, en donde, para fines del ejercicio, se mezclaría la Región Caribe con San

Andrés, Providencia y Santa Catalina (Región insular). Consecuentemente, Osadía fue asociada

con la Costa Caribe y Región insular por ser considerados, según la narradora, como los más

arriesgados del país. A la Región Andina se le asignó Erudición por concentrar la mayoría del

conocimiento y la cultura. Por su parte, los Llanos Orientales representaron la facción de Amistad,

al ser donde se producen la mayoría de alimentos. Al Pacífico le fue designado Abnegación por el

carácter servicial de su gente. Por último, la Amazonía quedó con Verdad, dado que dentro de la

cultura ancestral indígena, las mentiras no tienen lugar.

En lo que compete a Maze Runner, se invitó a David a imaginar un laberinto en donde

estuviesen encerrados reconocidos actores políticos del país. A partir de ahí, debía asignarle las

placas que tenían asignadas las puertas de los miembros del Área a inicios del segundo libro de la

saga. En este sentido, ‘El líder’ fue dirigido al expresidente Juan Manuel Santos. ‘El Traídor’

estuvo representado en Gustavo Petro, candidato presidencial en 2018. ‘El Compañero’ se

materializó en Humberto De La Calle, candidato presidencial en 2018. ‘El Pegamento’ le fue

colocado a Sergio Fajardo, también candidato presidencial en 2018. Por último, ‘El Enemigo

Común’ fue compuesto por todos los grupos armados del país en la medida en la que cada político

quería acabar con ellos, cada uno a su manera.

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Conclusiones

Algunos pensamientos antes de tragarme las bayas…

Tras haber recorrido todo un camino investigativo acerca del potencial de la literatura

distópica a la hora de producir subjetividades políticas en sus fans, cabe retornar a una de las

preguntas realizadas al inicio de este trabajo: ¿cómo explicar la popularización de la literatura

distópica durante finales de la primera década del Siglo XXI?

Las distopías, como un producto ligado al acontecer histórico, nacen de la preocupación de

los autores por los hechos coyunturales que están aconteciendo durante la época. Cuando no se

trató de guerras políticas, se trató de avances científicos; cuando no fue por cuestiones económicas,

fue por polución ambiental. El punto: las preocupaciones con respecto al futuro de la humanidad

siempre han existido, por ende, las distopías, como la imagen de aquel devenir caótico de las cosas,

también. Sin embargo, aquello que marcó lo que los fans de las distopías críticas del siglo XXI

leyeron fueron las guerras contra el terrorismo y la crisis económica, lo cual trajo consigo

preocupaciones por temas como la discriminación, la desigualdad económica, la asimetría social,

el mal manejo de recurso públicos por parte del Estado, entre otros.

Entonces, si siempre han existido las distopías, debió de haber algo que potenciara su

lectura durante el período en cuestión. Es aquí donde surge la era virtual como un fenómeno que

no solo representó unos aparatos tecnológicos más avanzados, sino que fue capaz de llevar la

globalización más allá del mismo globo y colocarla en las pantallas de los computadores. Los

contenidos culturales ya no estaban ligados a un espacio físico y se movían más rápido que

cualquier carga de exportación. Con la cultura en red todos tenían acceso a todo.

Adicionalmente, por primera vez las distopías apuntaban directamente a un público al que

no le habían prestado atención: los jóvenes. Gracias a la inclusión de personajes que estaban dentro

de su misma fase etaria y que atravesaban por problemas similares, estos potenciales lectores y

principales usuarios de la red no fueron ajenos a los contenidos que ahí circulaban. La música, la

fotografía, arte, los libros, etc, fueron productos de intercambio, muchas veces gratuitos y una vez

publicadas estas sagas, los fandoms no tardaron en constituirse.

Entonces, ¿qué implicó ser un lector de distopías? Se debe concebir la lectura como un

proceso individual, que nace y se desarrolla bajo los contextos y reglas de cada lector. Los lugares

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y momentos en los que se adquiere esta práctica como un hábito están determinados por

mediadores, elementos cruciales de dicho proceso que sirven como apoyo durante todo el

recorrido.

En este orden de ideas, las distopías, en cuanto textos literarios, no tienen una ruta

específica de llegada hacia ellas. No obstante, sí se debe señalar que la mayoría de estos

acercamientos son propiciados por las mismas dinámicas fandom. En la medida en que se

consume, también se produce y muchas veces estas producciones se ven materializadas en

narrativas escritas o audiovisuales que llegan a tener un largo alcance, sobre todo en la era de lo

virtual. Dicho alcance, permite que las obras (tanto la original como la derivada) lleguen a personas

que se puedan ver interesadas por dicho contenido y es así como el ciclo vuelve a comenzar.

Ahora bien, el ser fan significa establecer una conexión profunda mediada por el afecto

como ‘sentimiento de vivir’ con un determinado contenido. Es así como se empieza a ser partícipe

de la cultura fandom conforme es una experiencia tanto individual como grupal que involucra

ciertas prácticas en las que la persona decidirá si participar o no. Sin embargo, más que una

cuestión de actividades, la cultura fandom se concreta en el plano de la identificación. De este

modo, a pesar de ser partícipes de muchas prácticas desde un inicio, la experiencia fandom solo se

puede comenzar a vivir plenamente una vez el hasta entonces consumidor se haya reconocido a sí

mismo como ‘fan’.

Ser fan hace parte de las experiencias de formación de subjetividad política en la medida

en la que me estoy dando a conocer a partir de mis intereses y me entiendo como parte de una

comunidad, un fandom. Si bien este tipo de ejercicio puede parecer inconsciente o pasar

desapercibido durante el proceso de construcción de subjetividad política, esta clase de

identificación acarrea efectos a largo plazo.

Ser fan de la literatura distópica implica que existen libros de este subgénero con los cuales

hay una conexión que va más allá del plano de lo racional. Asimismo, supone la ubicación de estos

libros en un espacio y tiempo de nuestra historia personal, de nuestro ‘yo-literario’. Ser fan de las

ficciones distópicas significa que siempre habrá un lugar especial para estas obras en el plano

emocional y de la memoria al simbolizar aquello que marcó una etapa de nuestra vida.

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Sin embargo, ser fan no solo tiene implicaciones individuales en la medida en la que dicha

experiencia se encuentra rodeada de muchas más que conforman el fandom. El fandom como

comunidad de fans no representa la congregación física de personas en un espacio tangible, y

menos en la era digital. En su esencia, es la socialización de la experiencia individual la cual no

está dada por un número específico de personas. En otras palabras, es el compartir de la experiencia

de manera directa o indirecta con otras personas que también sienten un mismo afecto hacia los

mismos contenidos que yo.

El fandom posee implicaciones políticas en la medida en la que, a través de él, se construye

comunidad. Simboliza una experiencia para muchos adolescentes en las que sus ideas son puestas

en discusión en la esfera pública, en donde, a través del ejercicio de la ciuddanía, se dará el proceso

de resignificación y dotación de sentido de las experiencias y, a su vez, se construirá subjetividad

política.

En cuando a la distopía, representa un espacio de intercambio de ideas alrededor de las

tramas, personajes, escenarios, situaciones, etc, que acontecen en esas ficciones, las cuales parten

de la situación política. Un fandom distópico implica una puesta en común de cómo observo yo lo

que pasa desde mi contexto y cómo me posiciono frente a ello, esto a partir de la apropiación de

los contenidos de la obra. No obstante, ¿qué trae consigo la apropiación de contenidos distópicos?

La apropiación de los contenidos distópicos conlleva un proceso de adaptación de lo leído

al contexto de la realidad. Como consecuencia, determinará la manera en la que se observan ciertas

cosas, en especial los fenómenos políticos. Esta actividad fortalecerá el vínculo afectivo en la

medida en la que permitirá la identificación no solo con personajes y sus modos de actuar, sino

también con las cosas que les pasan y los obstáculos que tienen que superar. De la misma manera,

da espacio a la empatía como medio para comprender no solo mi realidad ficticia sino la de

aquellos que me rodean.

Apropiarse de un texto distópico no solo significa comprender el estado de caos en el que

se encuentran las cosas, sino también preguntarse por aquello que causó las condiciones de dicho

escenario. Es ser capaz de tener una dualidad capaz tanto de acercarse para sentir todo lo que pasa

como de alejarse para juzgar los hechos desde una postura crítica. Es mediante la apropiación que

percibo lo ficcional dentro del plano de la realidad; así la distopía posibilita un posicionamiento

crítico frente a los eventos políticos.

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Apropiar una distopía es también ser capaz de imaginar soluciones alternativas a las

presentadas tanto en la ficción como en la realidad. Como consecuencia denota la importancia de

pensar en ‘¿qué hubiese hecho yo de distinto en dicha situación?’, mientras también nos

preguntamos ‘¿qué puedo hacer ahora para no llegar a ese extremo?’. En este sentido, la

apropiación de textos distópicos es un constante intercambio entre lo indicativo y lo condicional,

es capaz de posarse en el ‘¿qué pasa?’ y el ‘¿qué pasaría?’.

Lo más importante es que la apropiación de los contenidos distópicos es lo que me proveerá

herramientas fuertes, para así, ser capaz de posicionarme por medio de unas posturas claras. De

este modo, lograré salir a la esfera pública a discutir aquello que yo percibí y verlo cuestionado

por quienes provienen de un contexto diferente al mío, quienes a su vez verán cuestionadas también

sus posturas dependiendo de mis percepciones. Aplicado al campo distópico, el apropiar estos

textos hace posible un choque de subjetividades en las que se analizan posibles realidades que

acontecen en el plano de lo ficticio, desde la verdadera realidad de cada quien, como consecuencia,

este tipo de literatura aparece como herramienta de reflexión individual y colectiva acerca del

devenir de la sociedad.

Y dado esto ¿tienen entonces las distopías críticas del Siglo XXI el potencial para formar

subjetividades políticas? La respuesta a este cuestionamiento podría sobrar. Sin embargo, cabe

mencionar que estas distopías, al igual que sus antecesoras, plantean escenarios plasmados dentro

de mundos que ya conocemos ya que son los mismos que habitamos y en los que nos movemos

día a día. El hecho de llevar al extremo negativo todo lo que resulta preocupante actualmente no

anula dicha realidad, solamente la aleja. Como fan, se es posible llegar a ser consciente de que es

preciso hacer algo para no llegar hasta ese punto y es en ese desarrollo de conciencia, en donde la

subjetividad política entra en acción.

Más que como una ficción de entretención o un oráculo quizás, las distopías se muestran

como una guía para la supervivencia a partir del reconocimiento. Las distopías críticas en especial

tienen la capacidad de enseñar no solo al retratar mundos en estado de catástrofe, sino también al

mostrarnos que es posible encontrar una salida de ellos. Esto prepara a sus lectores para enfrentarse

a una realidad con problemas no tan graves pero que a largo plazo podrían convertirse en aquello

que se plasma en las páginas. En términos metafóricos, las distopías críticas nos entrenan en modo

profesional para hacer frente a un mundo que todavía se encuentra en nivel principiante.

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No obstante, es importante entender la relación entre distopía y subjetividad política no en

términos de codependencia o de acción-reacción. En este sentido, es erróneo afirmar que los

lectores forman su subjetividad política basados netamente en estas ficciones. Las distopías críticas

del Siglo XXI tienen el potencial para formar subjetividades políticas en la medida en la que la

apropiación de sus contenidos, los cuales ya tienen lugar en el mundo que conocen, dota a sus fans

de herramientas que le permitirán resignificar su entorno y reconfigurar nuevamente su

subjetividad política para entrar en discusión con otros y comprender las dinámicas que acontecen

en la esfera pública.

En este orden de ideas, los fans de esta investigación demostraron que el proceso de lectura

de estas obras se da, en su mayoría, durante la adolescencia, etapa en la que el ser humano

considera que sus posibilidades para influir en el orden político de su territorio son muy limitadas.

Consecuentemente, la apropiación de estos contenidos y la formación de subjetividad política se

hará en términos de comprender las cosas que su entorno y su edad le permiten e identificar los

campos de acción en los que se pueden desempeñar en dicho momento de su vida.

No obstante, estas obras tienen la particularidad de ser capaces de permanecer en la mente

de sus lectores por mucho tiempo, incluso años en el caso de los fans, y es a largo plazo en donde

estas narrativas se convierten en una pieza importante dentro de la producción de subjetividad

política. Con el paso de los años, el espectro de comprensión y de acción de los lectores de hace

más amplio debido a las experiencias y otros contenidos que también han sido apropiados. Sin

embargo, las distopías críticas seguirán ahí en la subjetividad de los fans como un punto clave en

su desarrollo como ser histórico y literario y al que siempre se regresará para, junto con nuevos

contenidos, resignificar las experiencias y reconfigurar la subjetividad política.

Ahora bien, si estas narrativas resultan tan importantes en el modo en el que sus fans

comprenden el mundo, incluso años después de haberlas leído, ¿por qué aún se sigue anulando la

relevancia de este tipo de libros? ¿es acaso la formación de subjetividad política un ejercicio que

solo puede ser pensado dentro de los patrones hegemónicos de lo que se considera como ‘buena

literatura’?

Es en este punto en donde me permito hacer un alto en el hilo que se lleva hasta ahora para

aclarar ciertas cosas. Primeramente, cabe recordar que las distopías críticas del Siglo XXI han sido

satanizadas por el hecho de ser leídas en su mayoría por una población joven-adulta. Resulta

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121

paradójico que mientras se desdeña de estas obras, libros como 1984 o Un mundo feliz son

considerados como clásicos eruditos de la literatura a pesar de pertenecer a un mismo subgénero

y poseer hilos narrativos muy similares. Con esto, no pretendo decir que estos libros también deban

ser juzgados negativamente, solamente pretendo demostrar que las distopías del Siglo XXI no

están siendo evaluadas por su valor literario, sino por quiénes las consumen, lo cual también resulta

peligroso.

Adicionalmente, quedó demostrado con las narraciones de la presente investigación que el

imponer un cierto tipo de lectura a una persona que aún no posee un hábito de lectura tan estable,

puede causar un efecto de alejamiento, especialmente en etapas escolares. En el mismo sentido,

estereotipar narrativas en estos espacios también tiene implicaciones riesgosas en la medida en la

que puede representar una traba para alguien que tal vez se quiera acercar a dicho tipo de ficciones

y no se atreva a hacerlo por temor a ser considerado como alguien intelectualmente inferior por

aquello que lee. Como consecuencia, es importante que se abandonen los prejuicios con respecto

a este tipo literatura, especialmente en espacios como la academia, de donde lastimosamente

provienen la mayor cantidad de detracciones.

Asimismo, me permito invitar a aquellos fans de las distopías críticas a, mediante su

subjetividad política, acabar con ese tipo de ideas institucionalizadas. En calidad de sujetos

políticos y lectores de distopías, existe la posibilidad de generar como fandom espacios de

discusión en la esfera pública, lugar donde se desarrollan las acciones políticas, para establecer

una oposición ante aquellas ideas hegemónicas. Así, a través del ejercicio de dicha subjetividad,

también se eliminan ese tipo de prejuicios y se abre la posibilidad para que gente que tal vez aún

no se ha atrevido a acercarse a dicho subgénero, lo haga.

Volviendo al tema central, ¿qué sentido, pues, tiene leer distopías críticas del Siglo XXI?

En un sentido literario, significa acercarse a historias que enganchan con tramas llenas de emoción

y aventura, personajes bien construidos, escenarios llamativos, diálogos significativos y acciones

interesantes. Este tipo de historias demuestra su capacidad de apelar a la emoción, para que el

lector se sienta identificado con cada suceso que acontece.

Para los adultos es una manera de acercarse a una literatura de calidad que refleja las

preocupaciones políticas del mundo en el que habita, mientras comprende los dramas típicos que

enfrentan muchos adolescentes actualmente. En un sentido opuesto, para los jóvenes es un método

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de preparación en donde, mediante aventuras, se pueden interpretar las maneras en las que

funcionan las relaciones políticas de la vida adulta ya que, a la final, los estados catastróficos de

estas sagas parten del estado actual de las cosas. Como consecuencia, el joven puede estar listo

para su paso a la adultez al tener dentro de su línea de memoria literaria esta clase de historias que

siempre estarán ahí para servir como lente de observación y análisis de la realidad.

Como consecuencia, las distopías críticas del Siglo XXI implican también un

empoderamiento juvenil en la medida en la que el lector es capaz de reconocerse como ser capaz

de realizar cambios en su entorno tal y como lo hacen los personajes de estas historias. Cabe aclarar

que todo esto dentro de los límites contextuales de cada sujeto.

Me gustaría finalizar reformulando el comentario de mi profesor hace ocho años y

preguntar lo siguiente: ¿realmente estos libros no sirven para nada? De igual modo, quiero

reformular mi silencio de aquel entonces y reivindicarlo en estas últimas palabras antes de

abandonar la Arena.

‘Estos libros’, como los llaman, nos identifican en la medida en la hacen parte de nuestro

‘yo lector’, parte de nuestro ‘yo cultural’ que será pieza clave en el en proceso de autoconocimiento

como ‘yo trascendente’, para así poder comenzar a trazarme un plan de vida que podré comenzar

a efectuar en la esfera pública en contacto con otros. De igual modo, a largo plazo, al igual que a

muchos fans, nos permiten ser capaces de posicionarnos dentro de un espectro político y reconocer

los espacios desde los que podemos generar espacios de discusión con el otro.

‘Estos libros’, como los llaman, generan narrativas significativas que ayudan a concebirnos

como seres llenos de historia. Estas mismas narrativas, y cómo las contemos, serán las mismas que

posibiliten el hecho de que podamos ser narrados por otros desde nuestra identidad narrativa. Así

nuestras experiencias generarán recordación y habremos dejado nuestra huella en este mundo.

‘Estos libros’, como los llaman, perduran en nuestra memoria y favorecen la posibilidad de

dividir nuestra vida a partir de las ficciones que leemos. Son capaces de hacerse un lugar dentro

de nuestra extensa vida como seres humanos para que siempre podamos volver a ellos cada que

necesitemos resignificar nuestra subjetividad política y la manera en la que observamos la realidad

que nos rodea.

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‘Estos libros’, como los llaman, dan las herramientas para poder comprender hechos que acontecen

en la realidad como las desigualdades sociales, la discriminación, las implicaciones del cambio

climático, etc, y tomar una postura frente a ello. Solo así podremos salir allá afuera, al espacio de

lo público en donde se construye sociedad a través de acciones. Solo así podremos posicionarnos

desde nuestra subjetividad política frente a nos afecta a todos.

‘Estos libros’, como los llaman, posibilitan proyecciones futuras, reflexiones acerca de lo que no

está funcionando en este momento y que amerita ser corregido para no llegar a extremos que

puedan parecer ficcionales. Son esas miradas hacia el porvenir, las que nos incitarán a planes de

acción que hagan realidad aquellas utopías que aún se encuentran dentro del espacio de lo posible.

‘Estos libros’, como los llaman, son el fuego que arde más brillante en la oscuridad.

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129

Anexos

Anexo 1. Categorización de respuestas. Relato “Hernando”

I

D

E

N

T

I

D

A

D

“Mis hábitos de comprar libros son también para construir una biblioteca, de por sí

tengo una grande que está llena, pero aún quiero más. Es la biblioteca de la vida. Así

como Alaska tenía su biblioteca de vida, yo también construyo la mía porque,

eventualmente, cuando viva con mi familia y tenga mi casa, quiero tener una

biblioteca”

“En mi adolescencia temprana yo era muy reacio a eso, decía ‘no sé, no me

pregunten’. Fui creciendo e, incluso, hoy en día soy distante al tema, pero soy

consciente de que no soy apolítico y no son tan apático al respecto, solo nos soy de

esos que se sienta en una mesa a hablar de política o que disfrute discusiones políticas

en una reunión. No sé si sea influencia de libros o del colegio, pero soy una persona

que tiene una visión política diferente a la de mi familia”

“Usualmente, no soy tan vocal, pero hay veces que es muy necesario hablar”

“No soy un ente político de salir a marchar todos los días, pero soy artista y a través

de mi arte es que yo pongo mis opiniones, por ejemplo, en mis libros. Uno

eventualmente crea situaciones y esas crean consecuencias y tú cuando estas creando

un hilo narrativo, creas un nivel orgánico de la dramaturgia que son las acciones que

pasan; creas un nivel narrativo, que es la situación que está sucediendo, pero

finalmente hay algo que tú no puedes crear del todo pero que a partir de estos niveles

puedes formar como una trama o una fibra sobre la cual el nivel evocativo puede

surgir y que además de ser emociones; afectar a quien lo lee, a quien ve la obra o a

quien participa del arte, por ese medio puedes también hacer ver tu expresión política

o poner un personaje totalmente opuesto a tu posición política y ver si cambia o afecta

negativamente. Desde el arte uno puede hablar mucho”

“Mi hermana es muy diferente a mí. Ella casi no lee, solo lee libros económicos y a

veces me pregunto cómo es que ella y yo somos tan diferentes si fuimos criados en la

misa familia, fuimos a colegios con valores similares. Yo a veces creo que las

afinidades artísticas son muy importantes en eso. Mientras ella solo colorea, yo me

permeo de películas y libros”

“Ese libro creo que sí marco quién soy hoy en día, aunque no de manera tan fuerte.

Yo no sería yo si no hubiese leído los Juegos del hambre, pero tampoco sería muy

diferente”

“Yo me identificaba mucho con Peeta porque, por ejemplo, él no era tan pobre como

Katniss, estaba bien establecido con su familia y su panadería. Peeta siempre quiso

hacer lo que estaba bien. Katniss fue impuesta ahí, entonces muchas veces quería

hacer solo lo que estaba bien para ella. En cambio, Peeta, quizá porque no tenía un

vínculo tan fuerte con su familia, pensaba en hacer lo que estaba bien para Panem.

Entonces, a veces me relaciono con Peeta porque tengo una buena relación con mi

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130

familia, pero no vínculo tan fuerte y me considero una persona que quiere hacer el

bien común.”

N

A

R

R

A

C

I

Ó

N

“Desde que tengo memoria, siempre me ha gustado leer. Mis papás nos leías esos

libros con 365 cuentos y la idea era leer un cuento al día. Cuando entré a Jardín,

empecé a leer, a aprender inglés y mis papás me empezaron a comprar libros en inglés.

Había un libro que yo amaba que se llamaba ‘Jim the Gorilla’. Tenía ese, uno del

sistema solar que todavía tengo y tenía de esos que tenían botones con audio, eran de

Disney, entonces tenía el de ‘Pocahontas’, ‘Los Aristogatos’, etc, entonces era muy

chévere porque uno presionaba los botones y los botones te iban leyendo. ¡Me

encantaba! Así empezó mi aventura con la lectura”

“Cuando entré al colegio, era obligatorio en transición que todos tuviesen un libro

para colorear, pero yo odiaba colorear porque me estresaba que nos dibujos no

quedaran bien rellenados. Como yo no coloreaba, empecé a llevar libros que me

compraban mis papás para leer, lo cual era bueno porque en el colegio teníamos una

clase que se llamaba Biblioteca en la que nos llevaban a todos los niños a leer a la

biblioteca y como yo siempre tenía mi libro para mi tiempo libre en el salón, entonces

también leía en la biblioteca. A mí me gustaba mucho”

“En los cursos teníamos los libros que teníamos que leer, que en primaria no eran tan

chéveres. Aunque había uno que me gustaba mucho que se llamaba ‘The Little Red

Hand’. Dentro de esos libros nos pusieron a leer Narnia y en segundo de primaria

había salido la primera película, la cual me encantaba y ni siquiera sabía que era

basada en libros, pero cuando llegamos a biblioteca y vi que lo eran dije ‘vamos a

leerlos’”

“Mi tía, que vivía en España, era bibliotecóloga allá. Ella tenía una biblioteca y cada

vez que venía, nos mandaba libros en españolete. Yo no me había terminado de leer

Narnia cuando me llegó ‘Una serie de catastróficas desdichas’, era un libro que era

una versión de la película del 2004 ‘Una serie de eventos desafortunados’, que adapta

los primeros tres libros de la serie. Yo no sabía eso porque en la época no investigaba

de libros en internet, tampoco sabía que aparte de esos libros había más, entonces me

encantaban tanto ese libro como la película, me lo leí como tres veces.”

“Prácticamente le rogué a la bibliotecóloga que pidiera más libros de estos. Ellos

tenían que enviar un catálogo de libros cada mes y como yo le caía bien, pues ella me

ayudaba con los que le pudieran traer.”

“A partir de ahí, empecé a leer Harry Potter, porque yo fingía que lo había leído”

“Iba a ser año nuevo e íbamos a ir a Girardot con mis papás. Mi mamá me dijo ‘no

vayas a traer un libro porque vamos a estar en familia’. Yo me había empezado a leer

‘Los juegos del hambre’ la noche anterior, entonces me enganché y mi mamá me dijo

‘está bien, pero yo te lo voy a controlar’ y me lo quitó. Solo me dejaba leer 5 capítulos

al día, lo cual me desesperaba porque yo quería saber lo que pasaba Así me leí el

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131

primer libro en mi viaje. Ya después me leí ‘En llamas’ y ‘Sinsajo’ como en una

semana los dos.”

“Después de que me los leí, forcé a todos mis amigos a que se los leyeran. Les presté

mis libros. También me gustó mucho la película, me la fue a ver 4 veces a cine.”

“Ese año, en verano fui a Nueva York y me compré Ciudad de hueso [Cazadores de

sombras] y me los leí allá, lo cual fue excelente porque ocurría en Nueva York. Luego

me leí Ciudad de cenizas y luego tuve la necesidad que leerme Ciudad de Cristal, pero

como solo estaba en pasta blanda y yo los quería todos en pasta dura, me tocó

esperar.”

“En mi cumpleaños, planeé unos Juegos del Hambre con un amigo, yo me acuerdo

que yo era el Distrito 2 e hicimos todo el simulacro de hacer los rankings y puntajes,

compré comida para tener en la Cornucopia, había mentores, patrocinadores, no

podían tomar agua en el conjunto y echábamos pastillas de Vitamina C para hacer

pensar que estaba envenenada. Fue muy chévere, duró como 12 horas. El premio era

la primera copia de mi primer fan fiction en físico, al final ganó mi mejor amigo, que

era Distrito 12”

“Va a salir una serie de Percy Jackson en Disney plus que me tiene muy emocionado

y Netflix sacó a su vez una serie de ‘Una serie que eventos desafortunados’, la cual es

muy buena adaptación. Y ahorita compré el audiolibro de The Ballad of Songbirds

and Snakes”

“Hoy en día hay varios factores para escoger un libro. Hay autores con los que

siempre voy a tener historia, por ejemplo, Cassandra Clare anuncia un libro

relacionado con Cazadores de sombre y yo soy como ‘ten mi dinero’. Pero cuando son

libros que no conozco veo mucho booktube, lo cual es muy influyente para mí. Y así

veo lo que está leyendo la gente y las recomendaciones. A veces si una peli me gusta

mucho y veo que es basada en un libro, usualmente lo compró porque me gusta mucho

ver cómo era la narrativa antes de ser adaptada”

“Hay libros que siempre me he querido leer como ‘Orgullo y prejuicio’ pues es un

clásico y en mi cumpleaños pasado, me compré toda la bibliografía de Jane Austen.

Así libros que digo ‘algún día me los quiero leer’, me los compro. Por ejemplo, este

año me quiero comprar los libros de Roald Dahl. Usualmente me los doy como un

regalo, hace dos años me regalé los de Harry Potter, en otro me regalé la colección

de Narnia, el año pasado fue Jane Austen, de pronto el año entrante me compre las

versiones ilustradas de clásicos como ‘La sirenita’, ‘Pinocho’, etc”

“100 años de soledad es de mis libros favoritos en español y al principio era muy

reacio a leérmelo porque todo el mundo me lo decía. Me obligaron a leerlo en el

colegio y quedé impactado con lo mucho que me gustó, me dije ‘debí ceder antes’”

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132

“En mi colegio, usualmente desde octavo, nos daban muchos espacios de debate y uno

tenía que informarse mucho sobre temas de Derechos Humanos, economía, política.

No es que uno quisiera hacerlo, pero las materias te obligaban y progresivamente uno

empezaba a desarrollar su opinión así uno no lo quisiera porque era parte de la

formación académica”

“El plebiscito que para mí fue tan chocante como lo de Trump. Mi familia votó por el

‘no’ y yo y mis papás por el ‘sí’. En eso tenía un novio y me acuerdo que le dije ‘no

puedo creer que mi familia haga eso’. Luego descubrí que en él era al revés, es decir

él había votado por el ‘no’ y los demás por el ‘sí’. Después de eso fue un tema sensible

y no hablaba de política con él”

“Durante las marchas me peleé mucho con mi abuela porque ella no quería que yo

fuera a marchar. Fui como dos veces y a escondidas porque mi abuela hablaba de

‘esos vándalos’ y fue muy jarto”

M

E

M

O

R

I

A

“Había muchos niños que cogían libros, pero no iban a hacer nada, yo sí leía”

“Narnia fue de los primeros libros que me leí conscientemente. Era chévere porque

no tenía que comprarlos solo iba a la biblioteca, los alquilaba y me los leía. Me leí los

siete.”

“En quinto teníamos clase de sistemas y por alguna razón, la profesora nos puso hacer

una presentación sobre un artista que nos gustara y yo escogí a Lemony Snicket

porque en ese momento era mi autor favorito e investigando, me di cuenta que eran

13 libros en vez de 3 y fue cuando dije ‘tengo que leerme el resto’”

El libro [Una serie de eventos desafortunados] es bastante trágico, pero me encanta

y tiene un humor muy increíble, hasta el día de hoy es mi serie de libros favorita,

aunque sea infantil”

“A raíz de esta serie empecé a escribir fan fiction de ‘Una serie de eventos

desafortunados’ y fue a tal punto que llegué a escribir un libro de ello. Hoy, ya van

dos libros de fan fiction de esa saga que he auto publicado, osea, los tengo impresos

y empastados. Por ahí empezaron mis ganas de escribir y leer más.”

“En esa época ya estaba de moda ‘Crepúsculo’ y yo tenía curiosidad, pero como eran

libros de niñas me daba pena. Entonces lo que hacía era que le pedía a mi hermana

que ella los alquilara en la biblioteca de su colegio y luego me los prestara.”

“Me introduje al mundo de Percy Jackson porque vi que iba a salir una película y

como yo amo también las películas entonces quería leerme el libro antes de que saliera

la película y hasta el día de hoy, quizás es de mis series favoritas, osea, me la devoré.”

“Yo buscaba mucho fanart de ‘Percy Jackson’ y encontré en Tumblr una artista que

se llamaba Viria, que hacía arte muy chévere de ‘Percy Jackson’. Y en este medio del

fanart encontraba muchos otros dibujos que me gustaban, pero no sabía de qué eran

Page 133: CIUDADANOS DISTÓPICOS La literatura distópica como ...

133

y entre esos estaban los de ‘Los juegos del hambre’. Para ese entonces acaba de salir

‘Sinsajo’, pero sus dibujos se veían muy interesantes y dije ‘quiero leer estos libros’ y

por noviembre mi papá fue a viajar y le pedí que me comprara la caja con los tres

libros. En diciembre, cuando ya tenía la caja, salió el teaser de la primera película y

dije ‘okay van a hacer película, ahora sí me los tengo que leer’”

“Luego me leí todo Divergente, La quinta Ola, Miss Peregrine, todo lo de John Green,

que fue muy importante en mi vida de secundaria. En el colegio leíamos más clásicos

y ahí fue que descubrí mi amor por El señor de las moscas y El gran Gatsby”

“Cuando me gradué no era importante para mí, pero desde que subió Trump a la

presidencia de los Estados Unidos, fue un impacto muy fuerte para mí porque, aunque

a mí no me importa tanto la política estadounidense, si me importan los Derechos

Humanos y me pareció muy fuerte que pasara eso. Después, las últimas elecciones en

Colombia fueron desastrosas, ningún candidato me parecía ideal”

P

O

S

I

C

I

O

N

A

M

I

E

N

T

O

“Yo en cuanto a política y religión, nunca hablo de eso, obvio tengo opiniones y

aunque uno diga que es apolítico, uno tiene opiniones.”

“Hoy en día lo agradezco [los debates en el colegio] porque a pesar de que no me fui

por el lado de las leyes, uno como artista forma sus ideas y creo que el arte es

completamente político”

“Lo que uno piensa permea en las obras que uno hace, no necesariamente como

discursos o como reflejo de los pensamientos, pero uno piensa en cual puede ser su

inclinación política o cómo puede afectar esto tu forma de hablar o de relacionarte”

“Leer Los juegos de hambre creo que indirectamente sí me afectó, no fue algo que

digas que yo leí los libros y dije ‘Oh voy a ser un ser político”, pero si fueron parte de

mi formación. Yo siento que lo que uno lee, lo que ve, lo que come, así como con quien

te rodeas, te forman mucho y yo creo que eso no es gratuito”

“Me parece que la ficción, escrita o audiovisual, tiene algo y es la razón por la que yo

me decidí a estudiar arte dramático. En la ficción uno vive otras vidas, y esto te ayuda

a tener muchas opiniones en la cabeza, vives situaciones que nunca vas a tener que

vivir, pero te preguntas qué hubieras hecho, qué hicieron los personajes o qué está

bien o mal. Aunque uno no lo pienses en ese momento, todas esas historias te van

permeando y formando como persona y me parece que es muy importante que la

lectura infantil y juvenil sea mucho más que hacer a los niños felices.”

“Todo el género distópico fue muy políticamente fuerte para adolescentes y pre

adolescentes que hoy en día son muy vocales, no diría netamente por eso, pero sí

porque en historias de precaución uno puede ver qué paralelos tiene con el mundo

real y cómo podemos evitar que los mundos que estemos leyendo sean los mundos en

los que vamos a vivir”

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134

“Los Juegos del hambre creo que sí me ayudaron a entenderme como persona. Me

gusta mucho la forma en la que está escrito, cómo Suzanne decide ponernos en los

ojos y mente de Katniss impacta mucho a los lectores en cuanto a las injusticias que

ella ve y que uno muchas veces no, y creo que uno cuando experimenta algo por

alguien más en primera persona, así sea solo en un libro, te afecta. Entonces, quizás

impactó la forma en la que me hizo ver el mundo después. Tenía 14, iba a cumplir 15,

estaba en un punto en el que iba a entrar plenamente en la adolescencia e iba a

empezar a formar mis opiniones y volverme una persona que impacta en la sociedad.

Entonces, para mí su fue importante tener esa influencia en ese momento de mi vida”

“Lo que yo rescato de la saga es el hecho de hablar por lo que te importa. Katniss se

ofreció como tributo ni siquiera porque quisiera ser una rebelde ante el Estado y

eventualmente se dio cuenta de que a pesar de que ella fuese una niña de La Veta [la

sección más pobre el Distrito 12], del distrito más externo al Capitolio, y que nada

que ver con ella, eventualmente se dio cuenta de que lo que sucede en el Estado nos

afecta a todos , lo que sucede en la ciudad nos afecta a todos y que el conformismo

nos afecta a todo. Entonces por eso es importante que la gente hable porque si no,

vamos a tener 75 años de Juegos del hambre.”

“Existe algo para mí en el arte que es casi tan importante como la obra en sí y es lo

que ocurre después de que alguien experimenta el arte: el aftermath. Este puede ser

algo que pienses unas horas después de ver una película y después no puedes volver a

pensar en ella o puede convertirse en algo como esto, que tú años después sigues

hablando, pensándolo y quieres releerlo y pensarlo desde tu nuevo contexto. Entonces

yo creo que hoy en día los aprecio mucho más de lo que los aprecié en esos momentos”

“Yo estoy en oposición al sentido militar obligatorio, me parece humillante y es

horrible que Colombia todavía lo tenga. No me parece que sea obligatorio que tengas

que usar un arma, eso me parece muy mal y eso está muy representado en la Cosecha.

También la desigualdad por ejemplo en la noticia de que Jeff Bezos se va a convertir

en el primer trillonario del mundo. Osea, yo sé que él ha trabajado por toda esa plata

y no tiene nada malo que quiera darse sus no comodidades y yo sé que él dona, pero

cuando uno lo ve al lado de la cantidad de personas que necesitan plata, él tiene de

sobra. Tiene más que incluso gobiernos enteros. Es ese tipo de indiferencias. O las

celebridades que deberían usar sus plataformas, estatus sociales o influencias para el

bien como Plutarch Heavensbee y no ser cómo la gente del Capitolio que vomitaba

para poder comer más”.

“Leí 3 capítulos de un fanfic que eran Los juegos del hambre desde el punto de vista

de Cato y Cloves y que, aunque ellos son pintados como los Profesionales, no son los

malos. Una escena que me gusta mucho de los libros es la escena en la que Clove

muere por causa de Tresh y en el libro vemos que Cato viene y le llora. Eso le da un

lado de humanidad. Estos niños sí tenían una meta muy fija, pero también tienen su

lado humano porque, finalmente, son niños. Y en los 74 Juegos de Hambre fue muy

cruel porque en esos juegos les dieron la oportunidad que ambos del mismo distrito

pudiesen ganar y eso les dio esperanza a Cato y Clove al igual que a Katniss y Peeta.

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135

La diferencia es que la historia la vemos desde el punto de vista de Katniss y todos

estamos de su lado, pero imagina que ellos dos también pudieron llegar a pensar en

una posibilidad de llegar a vivir juntos y en la conexión que debían tener al ser

Profesionales [Tributos que entrenan toda su vida para los Juegos] porque ya el

distrito sabía que ellos dos iban a ser los que iban a ir, entonces uno imagina la

crianza que ellos debieron tener juntos para llegar a ese momento”

P

R

O

Y

E

C

C

I

Ó

N

“Todos los miembros de la Organización Secreta [Una serie de eventos

desafortunados] son miembros por que los une su amor por los libros, entonces todos

tienen bibliotecas gigantes en sus casas y llenas de secretos. Yo quiero ser una persona

así, quiero tener una biblioteca gigante con muchos libros.

“Yo creo que de no haber leído Los juegos del hambre no sería muy diferente pero sí

habría un espacio ahí que no sabría describir por no conocer esos libros”

“Para que el escenario de Los juegos del hambre llegase a pasar tendrían que haber

muchos factores alineados como un desastre natural, pocos recursos económicos y un

gobierno muy centralizado. Esto último es algo que ya pasa mucho en el mundo, en

donde a pesar de tener gobiernos federales, ¿cómo es posible que Donald Trump tenga

tanto poder? Son muchas las variables que tienen que darse para que la violación de

derechos sea tan fácil de ver en el ojo público y que nadie haga nada al respecto.

Quizás sí es posible y sí se pueden dar estas cosas”

“No sé quizá si sea posible algún día, espero que no, porque eso implicaría que

muchas cosas tendrían que ir mal para que eso pasase y yo creo que un factor muy

valioso del arte y la mente humana es crear todos estos escenarios para que

precisamente los podamos evitar”

“Sería del Distrito 3 o del 5 y quizá utilizaría la técnica de la Comdreja o como

Haymitch, utilizaría la arena y sus recursos para su beneficio”

“Si Los juegos del hambre fueran colombianos, Snow sería Uribe; Effie Trinket,

Andrea serna; Caesar Flickerman, Hassam Nassar. En cuanto a los distritos

profesionales, Bogotá sería el Captolio, el Distrito 2 sería Cundinamarca; el Distrito

1, Antioquia; Cali, el Distrito 3 y Cartagena, el Distrito 4”

Anexo 2. Categorización de respuestas. Relato “Andrea”

I

D

E

N

T

I

D

A

“En el colegio yo era cero política, era muy indiferente a todo lo que estaba pasando

y digamos que tampoco nos impulsaban mucho a preocuparnos por ese tipo de cosas

porque mi colegio era muy conservador”

“Yo fui cambiando con la gente de la carrera porque en literatura la gente es como

más involucrada, y ahora yo también soy más involucrada. No hago parte de ningún

partido, pero soy más responsable con mis decisiones políticas, me gusta mantenerme

informada, no comer entero. Y resulta que curioso, porque a muchas amigas también

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D les ha pasado, que nos graduamos de un colegio conservador y ahora nos es estamos

yendo hacia un espectro político más liberal”

“Cuando describían las facciones, me identificaba con la de los intelectuales. Siento

que, en esa saga, uno coge mucho cariño con los oersonajes. Yo me sentía muy

identificada y lloraba en las partes tristes. Por ejemplo, con Tris, me gustaba mucho

y a veces empezaba a tomar sus lados”

“De unos años para acá, me mueve la cuestión del feminismo. No soy alguien tan

involucrada, pero me gusta mucho informarme acerca de feminismo o temas de

derechos de la mujer y en mis dos carreras he tratado de mirar cómo se ve el feminismo

y también la desigualdad. Igualmente, todas estas cuestiones del Paro Nacional y,

últimamente, me he ido hacia el lado liberal en la medida en la que no me siento para

nada identificada con lo conservador”

“No sé si de pronto haya marcado mi identidad, pero si me ayudo a reafirmar mi amor

por la lectura, por lo que es algo por lo que termine estudiando literatura, y digamos

que con esos libros me reafirmo como la lectura”

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“Yo estudié en un colegio bilingüe y siento que eso influyó mucho en la medida en la

que no sé por qué siempre he tenido una cercanía con la cultura popular gringa”

“Yo tenía los CDs de los Jonas Brothers, luego me empezó a gustar One Direction,

Justin Bieber y como a través de esto fue que llegué a estos libros”

“Nosotros teníamos clase de inglés en el colegio y ahí leíamos cosas muy serias,

leíamos libros en ingles dependiendo del curso. Entonces, yo desde muy pequeña ya

leía en inglés y siento que eso influyó mucho porque yo llegué a Divergente así, aunque

digamos que yo disfrutaba mucho de leer tanto en español como en inglés. Por

ejemplo, me acuerdo que nos mandaban la lista de libros en vacaciones y yo me los

compraba y los leía antes de entrar a clase. Leía en mis ratos libres y más que todo

leía novelas para el público joven adulto, por ejemplo, Crepúsculo”

“En 2013, después de leer Los juegos del hambre, estaba tratando de buscar libros

por esa misma línea. Los compré cuando ni siquiera estaban de moda acá en

Colombia. Fue en un viaje a Estados Unidos, estaban en la caja de un Walmart, justo

al lado de Los juegos del hambre”

“Me acuerdo que cuando salió el tercero me lo descargué de ilegal. Lo leía en el bus

y en el colegio, solo leía todo el tiempo”

“Fui al estreno de la película, tenía posters, leía fanfics esperando a que salieran los

otros libros, estuve pendiente del proceso de casting de todos los personajes, analicé

la película, me encantaban los quizes de ‘¿A qué facción perteneces?’”

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137

“Yo hacía todo por mi lado con una amiga del colegio que también le encantaba eso

y comentábamos todo”

“A través de esos libros entendí ese tipo de cosas, pero no fue muy detallado. Las vi,

pero no les ponía mucha atención a las implicaciones políticas, o sea, a mí me

encantaba y tal vez me hizo reflexionar en algún momento, pero no lo hice de una

manera tan consciente”

“Después entré a estudiar literatura en la universidad y a pesar de que me gusta leer

de todo, aún tengo una afición por la literatura de jóvenes adultos por el mismo hecho

de que fue lo que leí en el colegio”

“Cuando me gradué, entré a administración y en esas elecciones me tocó votar para

alcalde y voté por el que me sonaba más cool, pero sin ser informada”

“Para mí en 2013 ser fan era estar super enterada de lo que estaba pasando, leerse

todos los libros, todos los artículos y verme todas las películas, pero eso también

siendo parte de la cultura colombiana porque allá, en Estados Unidos, es diferente.

Ellos van a las premieres y se disfrazan, pero en cambio acá si yo me hubiese

disfrazado de Divergente, hubiesen dicho como: ‘esta loca ¿qué?’”

“Últimamente no leo mucho por ocio, sino que leo lo que me mandan en la carrera,

pero cuando leo porque quiero, escojo muchas cosas cero profundas o que no sean

tan intelectuales, porque uno se satura. Hoy escojo libros de acuerdo a lo que me

gusta, por ejemplo, actualmente me gustan las novelistas del siglo XIX y de eso leo un

montón o, incluso, libros que nos recomiendan en clase”

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“Luego de Crepúsculo, me acuerdo que unas vacaciones me leí una saga también de

vampiros que se llama Vampire Academy, luego vinieron Los juegos del hambre, de

los cuales me hice fan”

“Yo antes leía libros en español y me encantaban, libros en inglés y me encantaban.

En sexto leí Edgar Allan Poe y en noveno fue García Márquez”

“Justo después de yo leer estos libros de distopías para jóvenes adultos, en el colegio

empezamos a leer ‘1984’, ‘Fahrenhei 451’, todos estos libros que son las mismas

tramas, pero para adultos y descubrí que era un tipo de género que me gustaba. Eso

lo tengo que reconocer”

“Yo de hecho quería hacer la tesis del colegio acerca de algo más o menos relacionado

con los regímenes totalitarios e historias como ‘Los juegos del hambre’ o

‘Divergente’, pero me dijeron ‘eso no es serio’, por eso me tocó hacerlo sobre

economía”

“Yo creo que el punto que marcó mi vida fue el Proceso de paz porque yo voté ‘no’

pero para eso leí y me informé acerca de todo. Antes de eso yo era súper apática y

decía ‘allá ellos y yo acá y no me importa’”

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“Hoy todo está permeado por el hecho de que estudio literatura. Hoy muchos ven eso

y dicen ‘eso no es literatura’, pero yo tengo una pasión por estos libros porque fueron

los que me hicieron amar la lectura y obviamente reconozco que tal vez no sean García

Márquez o Borges, pero en medio de todo son buenos libros y siento que están

desaprovechados en la medida en que podrían hacer a los jóvenes pensar y reflexionar

acerca de, precisamente, el Estado y el gobierno desde un punto de vista muy ficcional,

porque a uno sí lo pone a pensar en esas cosas”

“Uno cuando pequeño lo ve como algo ficcional, cero relevante, pero de alguna

manera también representa un acercamiento a la literatura que te ayuda a entender

las formas de gobierno y siento que eso se puede aprovechar”

“Como directora del Modelo de Naciones Unidas de mi universidad, yo he estado

siempre desde una rama logística y es interesante porque los Modelos terminan

reuniendo siempre a un mismo tipo de personas: intelectuales. Pero un Modelo no

permite tanto un espacio de pensamiento y desarrollo político propio per se en la

media en la que están representando otros países o personas con otras opiniones. Ya

en espacios externos, grupos de WhatsApp, en Twitter o Facebook se ven más las

inclinaciones políticas, pero en los Modelos es muy ficcional”

“Digamos que también, en parte, es muy interesante porque a veces toca representar

países o personajes que tienen posiciones opuestas y entonces, ahí a la persona le toca

hacer un trabajo mucho más duro en la medida en la que deben representar algo que

no los identifica”

“Dejando de lado la coyuntura actual, siento que el país sigue siendo extremadamente

desigual. Hay gente que tiene mucho y gente que tiene muy poco. Sobre todo, en el

marco de lo que paso en el Paro Nacional, uno se da cuenta que hay gente que no es

consciente de sus privilegios y da mucha rabia porque es gente que cree que todos

estamos igual, y no. En ese orden de ideas, sigue siendo una sociedad extremamente

desigual, que sigue siendo gobernada por los mimos políticos y grupos empresariales

y digamos que eso solo ha revelado más cosas como la corrupción la desigualdad”

“Yo sí siento que leer tiene una influencia en el cambio político. A raíz de lo que yo he

estudiado en literatura y la corriente de pensamiento de la carrera, siento que hay una

relación muy cercana literatura-política”

“De Divergente rescato que despertó mi interés en todo esto de los regímenes

totalitarios y futuros utópicos. También siento que el hecho de que lo leyera en inglés,

me ayudó con vocabulario y conocimiento. Otra cosa es que siento a pesar de que sea

inventado o distópico, sí nos enseña mucho acerca de cómo funciona la sociedad, los

valores de familia y en quién uno debe confiar”

“Lo recomendaría a gente como de 13 o 14 años porque es una buena entrada a la

literatura que te permite aprender muchas cosas. A pesar de ser algo ficcional y

distópico tiene cosas aplicables a la vida real y puede ser un camino de entrada a otro

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tipo de literatura, Aparte, siento que es una saga que se conecta con la gente. Uno se

siente identificado con los personajes y eso hace que uno quiera como leerlo y 1ue le

guste a la gente”

“Todo iba muy bien, en el segundo empezó a ir mal y en el tercero empeoró y eso se

nota con el poco éxito de las películas”

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“Yo creo que, de releer los libros, los miraría diferente porque he cambiado un montón

mis ideales y el hecho de haber estudiado literatura influiría un montón en mi

percepción de los libros. Los miraría con una mirada más crítica y me parecería un

ejercicio muy interesante porque uno de pronto logra descubrir más cosas que uno no

había visto porque era muy pequeño y no entendía o logra hacer esas conexiones con

la vida real y lo político”

“Mi vida si hubiese cambiado porque siento que esos libros me llevaron a otros y

terminé estudiando literatura por leer tanto, entonces siento que sí hubiese cambiado

un montón”

“No llegaríamos a un escenario así de extremo como el de los libros, pero eso ya se

ve. Hay distintos grupos. La sociedad se divide y se unen unos contra los otros. Ahorita

con el Coronavirus, mucha gente rechaza a los médicos La gente tiende a dividirse,

entonces no es que llegaremos a ese extremo, pero siento que sí ya vivimos en él”

“Yo sería la facción del conocimiento. Si no hubiese nacido en esa, me hubiese Pasado

a esa. Yo veía a Tris en Valentía y me parecía chévere, pero yo no soy así”

“Si Divergente fuera colombiano, Valentía lo pondría en la Costa, los Andes sería

Erudición, el Llano es Amistad porque hacen la comida, el Pacífico siento que sería

Abnegación y Candor lo relacionaría con la Amazonía con la cultura ancestral de los

indígenas”

Anexo 3. Categorización de respuestas. Relato “David”

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“Cuando estaba en el colegio me veía mucho como alguien de derecha y las posturas

de la gente iban hacia el lado revolucionario y en ese momento yo sentía que en medio

de ese ambiente yo era el ‘facho’ que quería estudiar administración en universidad

privada y que defendía las empresas y eso de hacer negocios”

“En mi universidad, había grupos por partido. Personalmente, siempre he tenido una

postura más de centro. Le voto mucho al partido verde porque es un partido con el

que siempre me he sentido uy afín. De hecho, en la universidad cuando fueron las

elecciones a presidente, yo estaba metido cada vez que había un debate. Y cuando en

segunda vuelta quedaron dos candidatos: uno más derecha u uno más de izquierda,

fue muy duro”

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“Yo tengo una postura política muy crítica. Así uno no esté metido en política, es

sumamente importante que uno este familiarizado con ella porque a la final, serán los

gobernantes los que determinen hacia donde coge el país”

“Seguramente sí la marcó, aunque no fue la que más. La historia de Tom me inspiraba

y gran parte del éxito de esa saga es que la historia gira en torno a él como personaje.

Me pasaba que me imaginaba dentro de la historia. Ese personaje era como con el

que uno generaba esa empatía y sí llegué a imaginar que era él”

“Me identifico con Thomas porque yo siento que es el que rompe el status quo, él llega

en una mini sociedad y llega a romperlo todo, a preguntarse por qué esto, por qué lo

otro, cómo salimos de esto, qué hacemos diferente”

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“En el colegio en el que estaba nos ponían a leer bastante y ahí yo disfrutaba leer los

libros. Me acuerdo que tenía amigos que lo disfrutaban o leían como si de verdad

fuese una tarea, yo sí me los leía completos porque en verdad me fascinaban e incluso

si nos mandaban a leer solo un pedazo, a veces me los terminaba”

“Cuando estaba en primaria casi para iniciar el bachillerato, sí tenía esa pasión por

las sagas fantásticas. Después de Narnia, la siguiente para mí fueron Los juegos del

hambre, que también la adoré. Conocí la primera por la película y de ahí me leí los

libros y los amé. Y, en general, los temas de distopias fue algo que me gustó y hasta

hoy me gustan tanto en libros, como en películas, como en series; es algo que me ha

llamado la atención de esas novelas postapocalípticas e incluso algunas como

históricas. Creo que, por esa misma época, hace como seis o cinco años, con esa

misma popularidad, sacaron las películas de ‘El corredor del laberinto’

aprovechando el boom de las sagas adolescentes y me pasó igual que con Los juegos

del hambre y así fue que llegue al corredor”

“Cuando comencé a leer la historia me encantaron, me pareció muy buena y algo que

tenía esa saga que no tenían ‘Los juegos del hambre’ era ese misterio. Yo me acuerdo

de leerlo y sentía como medianamente era una novela del misterio porque uno nunca

entendía nada como de ese contexto macro del mundo, que es lo contrario a lo que

pasaba con ‘Los juegos del hambre’, donde uno sabía lo que había pasado. Cada rato

en ‘Los juegos de hambre’ te hablaban de los distritos, del Capitolio, de cómo

funcionaban las cosas, etc. En cambio, en Maze Runner nunca te contaban nada, solo

te lo contaban desde lo que pasaba en tiempo real al protagonista y como él se levanta

al principio con amnesia, digamos que uno pasaba todos los libros como con esa

intriga de fondo, al punto que de hecho sacaron una precuela y un mini diario por eso

mismo. Por lo que se sentía que muchas cosas quedaban sin explicar y uno acababa

la historia, los personajes cerraban su arco, y quedaban mil cosas sin explicar”

“Después del libro me metía a leer mucho acerca de Wiki fandom o me metía a ver

videos de teorías explicando todo. También me acababa un libro y le decía a mi mamá

que nos fuéramos a comprar el otro”

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“Hay personajes con los que uno de verdad desarrolla la empatía y el cariño. De

hecho, la historia entre Thomas y Newt cuando el muere en los brazos de Thomas. La

manera en la que lo narran es muy buen drama para una saga juvenil y lo manejan

muy bien porque uno siente ese drama. Me acuerdo que cuando tenía 15 sí lo sentí”

“Últimamente no soy muy fan de leer en español, siempre busco leer en inglés o

portugués para entrenar un poco el cerebro es más como un capricho. Maze Runner

fue de las ultimas sagas que llegue a leer en español”

“En la universidad tenía menos tiempo libre, y en ese tiempo libre uno ya está tan

cansado de lo que tiene que leer para la universidad que uno no quiere seguir leyendo

más. Cuando entré, sí se me bajó el ritmo de lectura por gusto, pero lo seguí haciendo

leyendo libros en portugués. Ahí soy fan de las historias clásicas. De hecho, siempre

que voy a la Feria del libro porque no es muy fácil conseguir literatura en portugués

acá. Otra cosa que me ha comenzado a gustar bastante son las biografías. Me gustan

porque siento que igual son una historia de la vida real y uno siente que de cierta

forma está aprendiendo”

“Creo que no haya otras sagas como Maze Runner o Los juegos del hambre que se

iguales o tan complejas o bien montadas, y creo que por eso no volví a encontrar una

saga así fuerte que me enamorara para leerla por completo”

“Desde particularmente joven sí me ha interesad la política. En el colegio en el que

yo estudié era algo religioso, pero al mismo tiempo era un colegio en el que los

estudiantes teníamos un perfil muy libera, había hijos de periodistas, artistas,

escritores, actores de teatro, etc En medio de todo, crecí en un ambiente en donde la

mayoría de mis compañeros tenían una visión política fuerte y, a diferencia de lo que

podía pasar en otros colegios donde es muy tabú hablar de política o no hay tantos

espacios de discusión política, en mi colegio había muchos espacios para hacerlo.

Desde los 13 años me comenzó a interesar bastante, me ponía en discusiones o debates

con gente de los salones. En medio de ese ambiente me surgió siempre el interés por

la política”

“Una cosa que amo de mi universidad es que es bastante liberal, pero en mi facultad

la gente no tiene una opinión política muy fuerte o no se habla de ello por lo que hay

tantos que son hijos o amigos de personas del gobierno de turno, entonces se vuelve

un tabú hablar de eso. Tal vez no tenía la oportunidad de hablar con ellos, pero mi

universidad siempre fue proactiva, especialmente cuando había elecciones. Me

acuerdo que cuando recién entré en primer semestre, había elecciones para alcalde y

hacían debates y allá me la pasaba metido”

“Tal vez no me metí tanto en política por el perfil de mi facultad, pero siempre el

interés estuvo. De hecho, muchos de mis mejores amigos de la universidad son

personas con visiones políticas súper críticas, super abiertas, que te pueden seguir un

debate muy bien montado, justificado y con argumentos y eso es algo que yo valoro

mucho en una persona”

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“Yo no encontraba tanta gente que se hubiese leído la saga, tristemente y como no

encontré casi gente, lamentablemente con Maze Runner no pude hacer muchos

debates”

“Antes leía mucho más por gusto, hoy en día siento que no me sobra tanto el tiempo y

los últimos libros que he escogido para leer, siento que es porque me aportan a algo

más tangible, están más vistos hacia mi desarrollo profesional. En general, hoy

quisiera tener más tiempo para leerme más cosas por gusto, pero hoy si cojo el fin de

semana para leerme una saga de ficción como esas, llegaría el final y diría como que

perdí el tiempo, sobre todo por el momento tan particular de la vida en el que estoy”

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“Desde chiquito, siempre me gustó leer bastante y sobre todo me gustaban los libros

de historias fantásticas. Por ejemplo, la primera saga que me leí fueron los libros de

Narnia. De chiquito, me había visto las películas y por muchos años fueron mis

favoritas y de ahí me surgió el interés por comenzar a leer los libros. Aparte, esa saga

es escrita como cuentos infantiles entonces y es bastante digerible. En eso yo tenía

como 10 años y me encantaron. Yo creo que me acabé toda esa saga en un año, ahí

comencé la verdad ese gusto por la lectura”

“Cuando estaba en bachillerato, leí muchos de José Saramango. Yo me leí el Ensayo

sobre la ceguera y Ensayo sobre la lucidez. Ya después me leí otros como La barcaza

de piedra, El viaje del elefante, El año de la muerte de Ricardo Reis. Ese también fue

un autor que me encantó desde el comienzo y que ya tenía más complejidad. Pienso

que los libros de Saramago son de las historias literarias más complejas que siempre

he leído”

“Una de las primeras fue una de un influencer de Estados Unidos que se llama Connor

Franta. Leo biografías de empresarios, yo estudié administración y me gustan porque

son una mezcla de historias de vida y como de temas de negocios”

“Cuando estábamos también en el proceso de paz, que fue un tema super álgido en la

universidad, en medio de eso surgió un grupo estudiantil que buscaba informar y

generar espacios de debate con respeto al proceso, para que la gente se informara. Yo

estuve ayudando en ese grupo coordinar temas y actividades y lo disfrutaba porque

más que hacer política yo como persona, a mí me gusta estar en eses espacios de

debate”

“En general la historia me parece bastante interesante. Uno pasa todo el primer libro

en este misterio de que los tienen encerrados y les están haciendo pruebas. Ya en el

segundo libro, ellos creen que se escapan, pero no del todo, y uno pasa todo el segundo

y tercer libro con esa incerteza de si de verdad ya salieron o de si están en una

simulación aún. El hecho de llegar al final y entender de que todo lo que hacían era

buscando la cura al virus que supuestamente había acabado con la humanidad me

parece muy bien montado”

“Tal vez fue demasiado ficticia esa justificación detrás de buscar una solución para

un virus que ataca el cerebro con unos experimentos exagerados en tiempo real de

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supervivencia y que en el clímax le digan al protagonista que le tienen que abrir el

cerebro porque es la única forma de encontrar la cura, pero uno lo analiza

objetivamente y ve que se gastaron todo el dinero del ministerio y que todo está

sustentado en ese mismo maniatismo de estos líderes mundiales o estos políticos”

“Aun así uno no haga política uno debe tener una opinión o postura. No hay nada más

dañino para el país que sus ciudadanos no tengan una postura política clara e

informada”

“Si en verdad uno fuera muy consciente antes de votar por cada alcalde o cada

congresista, eso ayudaría mucho a que uno eligiera mejores gobernantes”

“Muchas de estas novelas distópicas, tanto libros como películas, si le pueden ayudar

a tener uno una visión mucho más crítica”

“En general, lo que las distopias hacen eso. Generar esa costumbre por leer ese tipo

de novelas te ayudan mucho a reconocerse y pensar en el qué podría ser. Son

escenarios que podrías reconocer en el mundo real. Ese tipo de sagas sí ayudan a eso.

Por eso las prefiero por encima de las fantasías”

“Maze Runner no fue la saga más popular y parte de la culpa las tienen las películas.

Cuando uno lleva un libro al cine o la televisión, eso realmente puede ayudar mucho

a fortalecer la misma historia de los libros. Lo que le pasó a Maze Runner fue que no

la adaptaron bien, casi como Narnia. Creo que a las películas les faltó bastante y eso

explica que hoy no tengan tanta popularidad”

“La analogía que podría sacar de ahí es cuando en el tercer libro revelan todo el

origen de cómo surgió CRUEL y los experimentos, manejan el discurso del ‘tenemos

que matar gente porque toca’. Esos son los mismos discursos que se manejan con

respecto a la violencia en el país. Aún hoy, hay gente que se hace la de la vista gorda

con lo que sucede en el país: la violencia en los 50, después contra la guerrilla, los

desaparecidos, los falsos positivos, incluso con el Coronavirus, ese discurso de

cuántos se tiene que morir tratan de validarlo”

“Para alguien entre los 10 y los 20 años se la recomendaría porque es en verdad una

saga que uno se disfruta y que le genera a uno muchas emociones y sentimientos. Soy

consciente de que son sagas pensada para adolescentes y no tiene nada de malo poner

tramas como el amor, los amigos o que son los jóvenes los que tienen que salvar el

mundo. Aparte porque estas novelas distópicas no son un universo de fantasía súper

loco en donde tiene que haber magia u otros mundos, sino que es en el mismo mundo

de uno y eso a uno lo hace preguntarse qué tendría que pasar para que haya un

apocalipsis. Siento que es un libro que no es completamente disparatado y que podría

llegar a pasar en la realidad”

“Para un adolescente es un muy buen libro para hacerle la reflexión de por qué es

importante ser tan crítico de los riesgos de jugar con la salud”

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“Es un muy buen libro para generar conciencia de situaciones como la de ahora en

las que todo un virus tiene al mundo paralizado. Esto tal vez tenga efectos no como

los de la literatura o de un apocalipsis zombie. Y puede que ahora la gente no se esté

muriendo por volverse loca, pero si se están muriendo de hambre o por quedar

desempleados”

“Yo creo que lo único que le cambiaría sería como el final. Siento que yo le hubiera

dado una justificación tal vez mucho más fuerte a todo. Eso si fue un poco

decepcionante y, de pronto, me hubiera gustado que se le hubiese podido construir

más a otros personajes y que no todo girara en torno a Thomas y ya”

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“En el fondo siento que no son historias tan vacías o banales, pero siento que, si me

los leo otra vez, me los disfrutaría porque son historias interesantes que le generan a

uno emoción y suspenso”

“Siento que esto está basado en el hecho de que a los gobiernos no les ha dado miedo

de jugar con la genética o las enfermedades. No siento que sea fácil llegar a uno de

esos escenarios, pero yo sí creo que la misma situación en la que estamos ahora

demuestra que eso es jugar con fuego”

“Yo, honestamente, admiraba un montón a Thomas, pero yo me vería en las tareas

domésticas. No sé si sería un Corredor pero en un escenario muy realista estaría más

del lado del bienestar o en una tarea más tal vez como de construcción”

“Si en el laberinto estuviese la clase política colombiana, desde mi punto de vista, ‘El

líder’ sería santos, personalmente diría que Petro sería ‘El Traidor’, ‘El compañero’

sería De la Calle, ‘El pegamento’ sí podría ser Fajardo y ‘El enemigo común serían

los grupos armados del país”