Ciudadanía Mundial y Subjetividades Políticas

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    BIBLIOTECA LATINOAMERICANADE SUBJETIVIDADES POLTICAS

    Claudia Luz Piedrahita Echanda

    lvaro Daz Gmez

    Pablo Vommaro

    Compiladores

    Pensamientos crticoscontemporneos:

    Anlisis desde Latinoamrica

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    Catalogacin en la publicacin Biblioteca Nacional de Colombia

    Pensamientos crticos contemporneos : anlisis desde Latinoamrica /Claudia Luz Piedrahita Echanda, lvaro Daz Gmez, Pablo Vommaro, compiladores.-- 1a. ed. -- Bogot : Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas : Clacso, 2015.p. (Biblioteca latinoamericana de subjetividades polticas)

    ISBN 978-958-20-1195-6

    1. Pensamiento crtico - Ensayos conferencias, etc. 2. Filosofa Latinoamericana - Ensayos,

    conferencias, etc. I. Piedrahita Echanda, Claudia Luz, comp. II. Daz Gmez, lvaro, comp.III. Vommaro, Pablo, comp. IV. Serie

    CDD: 153.42 ed. 20 CO-BoBN a973376

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    Pensamientos crticos contemporneos: Anlisis desde LatinoamricaBiblioteca Latinoamericana de Subjetividades Polticas

    Autores y autoras de los textos compilados

    Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO

    Libro ISBN:978-958-20-1195-6

    Primera Edicin:ao 2015

    Universidad Distrital Francisco Jos de Caldas

    Rector:Dr. Carlos Javier Mosquera SurezVicerrector Acadmico: Dr. Giovanny Rodrigo Bermdez BohrquezVicerrector Administrativo: Dr. Vladimir Salazar ArvaloDecano Facultad de Ciencias y Educacin: Dr. Mario Montoya CastilloDirectora Doctorado en Estudios Sociales :Dra. Claudia Luz Piedrahita Echanda

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales - CLACSO

    Secretario Ejecutivo:Pablo Gentili Secretario Ejecutivo de CLACSODirectora Acadmica:Fernanda Saforcada

    Programa Grupos de TrabajoCoordinador:Pablo VommaroAsistentes: Rodolfo Gmez y Valentina Vlez

    rea de Acceso Abierto al Conocimiento y DifusinResponsable Editorial:Lucas SablichDirector de Arte:Marcelo Giardino

    Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales Conselho Latino-americano de Cincias SociaisEEUU 1168| C1101 AAx Ciudad de Buenos Aires | ArgentinaTel [54 11] 4304 9145/9505 | Fax [54 11] 4305 0875| e-mail [email protected] | web www.clacso.org

    CLACSO cuenta con el apoyo de la Agencia Sueca de Desarrollo Internacional (ASDI)

    Este libro est disponible en texto completo en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO

    Comit EditorialClaudia Luz Piedrahita Echanda: Universidad Distrital, ColombiaLuis Alberto Herrera Montero: Universidad Nacional de Educacin, EcuadorAndrs Fernando Castiblanco Roldn: Universidad Distrital, ColombiaAdrin Serna Dimas: Universidad Distrital, Colombia

    lvaro Daz Gmez: Universidad Tecnolgica de Pereira, ColombiaAndrea Bonvillani: Universidad Nacional de Crdoba, ArgentinaNuria Romo Avils: Universidad de Granada, EspaaAntonio Marmolejo Oa: Universidad de Mlaga, Espaa

    Comit Cientfco

    Jess Martn Barbero: Universidad del Valle, ColombiaFernando Gonzlez Rey: Universidad de Brasilia, BrasilPablo Vommaro: CLACSO, Universidad de Buenos Aires, ArgentinaGermn Muoz: Universidad de Manizales, ColombiaFranois Joutard: Universidad Catlica de LovainaAxel Didriksson: Universidad Nacional de Mxico, Red GUNIEduardo Alfonso Rueda Barrera: Ponticia Universidad Javeriana, Colombia

    Sara Victoria Alvarado: CLACSO, CINDE y Universidad de Manizales, Colombia

    Edicin:Cooperativa Editorial MagisterioDiseo y diagramacin:Hernn Mauricio Surez AcostaImpresin:

    Impreso en Colombia

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    Contenido

    Palabras de apertura a modo de prlogoPablo Vommaro

    Pensamiento crtico y subjetividades en resistenciaOscar Useche Aldana

    Cartografas de los pensamientos crticos contemporneos:una mirada desde Razmig Keucheyan y Gran TherbornClaudia Luz Piedrahita Echanda

    Pensamiento crtico desde el dilogo epistmico interculturalLuis Alberto Herrera Montero

    La conictiva relacin entre subjetivacine institucionalidad: la subjetividad vulneradaJorge Vergara Estvez

    Pensar los sentimientos, sentir los pensamientos.Sentipensando la experiencia subjetivaAndrea Bonvillani

    Notas para pensar la subjetividad polticafemenina en clave de pensamiento crticolvaro Daz Gmez - Juan Sebastin Daz Arboleda

    Contribuciones a los debates sobre justiciasocial desde las educaciones. Reexiones crticasMara Cristina Martnez Pineda - Carolina Soler MartnFaustino Pea Rodrguez

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    Entre linternas viajeras y barcos de papel: las revistas delexilio chileno y su lugar en la confguracin de subjetividadesMartha Cecilia Herrera - Carol Pertuz Bedoya

    El pensamiento crtico como condicin de creacinde otros mundos posibles en Amrica LatinaJairo Hernando Gmez Esteban

    Subjetividades polticas y emergencia de ciudadanos globalesWilly Soto Acosta

    Ciencias Sociales y modos de subjetivacin. La necesidad deun pensamiento propio para transformar subalternidadesAriel Gmez Gmez

    La crtica como actitud metodolgica paraabordar las subjetividades: problematizacin,eventualizacin y fccionalizacinJorge Elicer Martnez Posada

    Elementos crticos en la transicin tecnolgicade la experiencia y el relato urbanoAndrs Fernando Castiblanco Roldn

    Una teora crtica desde el potencialno incluido por la modernidad

    Wilmer Villa Amaya - Ernell Villa Amaya

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    Subjetividades polticasy emergencia de ciudadanos globales

    Willy Soto Acosta

    Introduccin

    Esta reexin constituye un acercamiento acerca de cmo hacer para que, a tra-vs de un proceso de socializacin que combine elementos subjetivos (creen-cias o convicciones explcitas de los individuos y prcticas sociales de estos)y objetivos (polticas pblicas), se lleve a cabo un proceso de socializacinpoltica tendiente a que los ciudadanos nacionales se transformen en ciuda-danos globales. El tema no es nuevo y ya ha sido tratado por otros autores paraaspectos ms especcos (por ejemplo, lo ambiental), entre ellos Nio (2008),pero no existe una produccin terico-prctica suciente que oriente esa cons -truccin de ciudadana mundial.

    Si en el mundo globalizado los principales problemas y temas de inters dejaron

    de ser locales o nacionales para convertirse en globales (concentracin de lariqueza a escala planetaria, pobreza, amenazas emergentes como el narcotr-co y el crimen organizado, peligro nuclear, efectos del cambio climtico entreotros),cmo hacer para que las personas adquieren un inters y responsabili-dad globales y abandonen la mentalidad localista que no ve ms all del Estado-nacin? O dicho en otras palabras, cmo pasar de la socializacin tradicionalque gira en torno a una ptica estato-centrista a otra que, sin descuidar los inte-reses locales y nacionales, tenga como norte el globo en su totalidad?

    Por qu esto es necesario? Como lo apunta Dani Rodrik:

    Nada pone ms en peligro la globalizacin que la amplia brecha de gobernanzaque se ha abierto en las ltimas dcadas brecha que se dene como la dispa-ridad peligrosa entre el mbito nacional de la responsabilidad poltica y la na-

    turaleza global de los mercados de bienes, de capitales y de muchos servicios.

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    Vivimos cotidianamente este desfase: la ciudadana se ejerce en las fronterasde un Estado-Nacin y/o en algunos casos, dentro de un espacio comunitariosupranacional. Por su lado, esos Estados y/o rganos supranacionales son res-ponsables de velar por lo que dentro de esos espacios territoriales suceda. Perolos grandes problemas y fenmenos son de naturaleza trans-nacional/global.

    Entonces a lo sumo esos Estados pueden gestionar localmente los efectos (no in-uir sobre el devenir o incidir en las causas) de esos grandes problemas; tienenalgn grado de injerencia en la reduccin de daos, en la gestin de la vulnerabili-dad. De manera similar, el mbito de accin de los ciudadanos queda restringido apronunciarse y tratar de cambiar el rumbo, si es del caso, en esa gestin del riesgo.

    Eso apunta al defecto de construccin de la globalizacin: la produccin debienes y servicios opera a escala planetaria generndose daos sociales y am-bientales igualmente de carcter planetario, sobre los cuales los Estados nacio-

    nales y organizaciones internacionales y los ciudadanos locales tienen pocoo escaso poder de control.

    Es por ello que, como lo apunta Beck, asistimos a una sociedad del riesgo.

    El diagnstico de la sociedad del riesgo mundial sera exactamente el siguiente:

    los denominados peligros globales hacen que se resquebrajen los pilares del tra-

    dicional sistema de seguridad. Los daos pierden su delimitacin espacio-tem-

    poral para convertirse en globales y permanentes. Los daos apenas si se pueden

    seguir atribuyendo a unos responsables determinados; el principio de causali-

    dad pierde capacidad segregadora. Los daos tampoco pueden seguir siendo

    compensados nancieramente, no tiene sentido contraer una pliza de seguroscontra los efectos worst case de la espiral mundial del peligro. En consecuencia,

    tampoco se puede planicar el da despus en caso de que sobreviniera lo peor

    de lo peor. (Beck, 1998 a, p. 70)

    Pero qu es un riesgo? Es una mezcla de algo que sucede actualmente, su po-tencial atemorizador est en la parte que no ha sucedido, pero puede ocurrir.

    los riesgos tienen algo de irreal. En un sentido central, son al mismo tiempo

    reales e irreales. Por una parte, muchos peligros y destrucciones ya son reales:

    aguas contaminadas y moribundas, la destruccin del bosque, nuevas enferme-

    dades, etc. Por otra parte, la autntica pujanza social del argumento del riesgoreside en la proyeccin de amenazas para el futuro. (Beck, 1998 b, p. 39)

    Retomando el hilo conductor de nuestro trabajo, sera casi utpico constituir

    un gobierno mundial que vele por los problemas globales, para que de esta mis-

    ma forma existiesen ciudadanos jurdicamente globales que actuasen dentro de

    ese Estado mundial.

    Sostenemos en este ensayo que la va no puede ser la anterior (al menos por el

    momento), sera otra; la constitucin de la ciudadana mundial no se construi-

    r por la va jurdica, sino a travs de la actitud conscientede los sujetos. Para

    ser ms precisos, se parte de la idea de que ciudadanos locales o nacionales, atravs de procesos de socializacin poltica, puedan adquirir conciencia de que

    los problemas son transnacionales y de esta manera puedan presionar a sus

    gobiernos nacionales para que acten globalmente. Al respecto apunta Rodrik.

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    Los gobiernos nacionales son responsables ante sus ciudadanos, al menos segn

    lo que dictan los principios. Por lo tanto, en la medida que dichos ciudadanos

    perciban que sus intereses son ms globales, la poltica nacional ser ms res-

    ponsable a nivel global.

    Entonces nos formulamos esta pregunta clave: Puede la categora tericasubjetividades polticas no solo explicar, sino ayudar a construir procesos

    de socializacin (en el aparato educativo, en las familias, en los medios de

    comunicacin) que tiendan a transformar a ciudadanos locales o nacionales

    en ciudadanos con mentalidad y actuaciones globales?

    Metamorfosis dolorosa

    Uno de los aspectos que se debe resaltar es el hecho de que construir ciudadana

    mundial es un proceso doloroso que exige conscientemente a la persona, mo-

    dicar profundamente todo el anterior proceso de socializacin nacionalista

    (y muchas veces socializacin peligrosamente patriotista). Marta Nussbaum

    apunta al respecto.

    El convertirse en ciudadano del mundo resulta a menudo una empresa solitaria.

    Es, como sostuvo Digenes, una especie de exilio: un exiliarse de la comodidad

    de las verdades locales; del clido y acogedor sentimiento patritico; del absor-

    bente dramatismo del sentirse orgulloso de uno mismo y de lo que es propio

    ().Si un nio o una nia empieza su vida como un ser que ama y confa en suspadres, siente la tentacin de reconstruir la ciudadana siguiendo los mismos

    patrones, encontrando en una imagen idealizada de una nacin una especie desucedneo familiar que har por nosotros lo que esperamos de ella. El cosmopo-litismo no ofrece este tipo de refugio; nicamente ofrece la razn y el amor a lahumanidad que, en ocasiones, puede resultar menos clido que otras fuentes de

    pertenencia. (Nussbaum, 1999)

    En efecto, todos los pases construyen, en un proceso histrico, su personali-

    dad, es decir, una identidad nacional conformada por smbolos y celebraciones

    patrias, mitos, hitos, personajes y hroes, tradiciones, entre otros elementos.

    Esto ha conllevado un efecto. Para muchas personas el solo hecho de compartir

    esa lealtad con otros Estados o entes supranacionales es percibido internamen-

    te por el individuo como una traicin contra su pas, algo as como el hijo que

    reniega de su padre o madre. Pero no solo es una percepcin o sentimiento

    interno, sino que existen una serie de agencias ideolgicas que reprimen social-

    mente (e incluso jurdicamente) cualquier deslealtad nacional.

    Un nuevo concepto de soberana (y por ende deciudadana) ante un mundo globalizado

    Algunos luchamos por la ciudadana mundial como mecanismo para hacer res-petar los derechos humanos y disminuir las diferentes formas de exclusin y de

    explotacin. Ante estas pretensiones, la delidad nacionalista se convierte en

    una barrera muy poderosa para el impulso de este proyecto cosmopolita.

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    Pero contradictoriamente, esa raigambre nacional que excluye otro tipo de par-

    ticipacin en comunidades supranacionales tambin ha sido una piedra en el

    zapato de la globalizacin, en la medida en que esta opera a escala planetaria,

    mientras que las lealtades y mentalidades estn ancladas en el Estado-nacional.

    Incluso esta lealtad nacional se ha convertido en un obstculo para el correctofuncionamiento de los procesos de integracin regional, en el sentido de que,

    tanto los Estados, como sus ciudadanos, le temen al fantasma terrorco de la

    prdida de soberana, sin notar que en realidad se trata de un nuevo concepto

    de soberana ante la realidad actual del Estado: su minusvala ante los procesos

    y fenmenos transnacionales.

    El fenmeno de la interdependencia compleja caracterstica de la sociedad glo-

    bal actual conlleva una limitacin de los pases, en el sentido que,

    aunque el Estado ha sido legalmente dotado de poderes para actuar de cierta

    forma al interior de su territorio y en relacin con sus ciudadanos nacionales, tal

    vez dichas acciones no cumplan los objetivos estipulados debido al incremento

    de interdependencia. (Keohane, 2009, pp. 358-359)

    Como apunta R. Keohane, los Estados disponen de una soberana formal, pero

    para hacerla efectiva necesitan de otros Estados y actores. De manera ms con-

    creta,

    el sacricio de su soberana operacional es decir, de la legtima libertad de ac-

    cin obedece a la necesidad de garantizar los cambios en las polticas de otros

    gobiernos o de inuir en ellas. Por lo general, los gobiernos hacen ese sacricioen la medida en que los gobiernos extranjeros o los actores no gubernamentales

    que estn fuera de su jurisdiccin poseen el control sobre ciertos recursos claves.

    Es posible inuir en las polticas ajenas una vez que se han aceptado determina-

    dos lmites de la propia libertad de accin; es decir, la restriccin de la propia so-

    berana operacional forma parte, por fuerza, del doloroso proceso de adaptacin

    mutua que instaura la cooperacin internacional. (Keohane, 2009, pp. 352-353)

    En la sociedad del riesgo los Estados e incluso los bloques regionales mues-

    tran severas limitaciones pues las amenazas son globales y van ms all de lo

    poltico-militar (terrorismo, escasez de alimentos, sequas, inundaciones, ca-lentamiento global, migraciones, peligro nuclear, pandemias) y los pases y

    sus sociedades civiles necesitan, para sobrevivir, entremezclarse con otros

    Estados y actores transnacionales para hacerles frente mediante estrategias re-

    gionales y multi-nacionales. Las decisiones sobre aspectos o fenmenos que

    determinarn su permanencia o extincin tienen que tomarse/negociarse con

    otros Estados y actores: la soberana ya no es local/nacional, sino que opera a

    mltiples niveles, en donde lo interno es tan solo uno de ellos, y adems, ya

    no est basada nicamente en lo poltico-militar.

    Si antes para los Estados la soberana era querer ser una isla, ahora soberanacomienza a ser la capacidad de tomar decisiones internas en conjunto con

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    entes externos. La soberana se torna tambin en la capacidad de un pas o

    de una comunidad de seguridad para poder participar en las decisiones inter-

    nas de otros Estados y entes regionales, en donde interacta una pluralidad de

    actores gubernamentales y no-gubernamentales, nacionales, comunitarios y

    globales. Pero al igual que la existencia de un mercado global no ha provocado(ni lo har) una ciudadana igualmente global, estas nuevas formas de ejercicio

    de la soberana multi-niveles tampoco lo har de manera automtica, por lo

    que debe mediar un proceso de socializacin poltica consciente, deliberado,

    tendiente a ello.

    Como los mismos procesos de integracin lo demuestran, s es posible lograr

    un cambio, mediando una socializacin poltica; se puede ir construyendo una

    diversicacin de lealtades hacia diferentes tipos y grados de comunidades po -

    lticas. Un ejemplo de esto lo constituye la Unin Europea, en donde un ciuda-

    dano espaol o francs comparte su ciudadana y lealtad entre su pas de origeny Europa.

    Construir ciudadanos globales implica no renegar de la pertenencia local, peros generar un parto de apertura hacia lo global que exija un nuevo proceso desocializacin. Este es el centro de nuestra reexin. Pero cmo concebir untipo de socializacin que sea capaz de ello?

    Cmo enfocar la socializacin?

    La socializacin no es simplemente inculcacin de ideas y adoctrinamiento pa-sivo: puede ser un proceso de construccin consciente en donde el individuosocializado puede l mismo socializarse. En este caso, auto-construyendoconscientemente una ciudadana mundial.

    La socializacin es un proceso sumamente complejo que no puede ser reduci-

    do a un determinismo social, segn el cual todo ayuda a que mantengamos la

    posicin y situacin en que nacimos. El nio pobre, vctima de violencia do-

    mstica, al que su maestra trataba de tonto en la escuela, al que todos prede-

    can que llegara a ser drogadicto, ladrn o asesino, o las tres condiciones a la

    vez, puede convertirse en el arquitecto o el socilogo que no lleg a ser el niorico, puede suceder que sea este quien termine en conictos de droga y delin-

    cuencia. Pero ello no se debe a que el nio o nia porte en su sangre o en sus

    genes ese algo que lo lleve a ser luchador o luchadora, a nadar contra corrien-

    te: se debe simplemente a un proceso de socializacin. El mismo ambien-

    te inhspito en donde crece puede conducirle a desarrollar la destreza para

    maximizar y aprovechar los escasos recursos que posee. Aunque su maestra y

    sus padres hayan actuado probablemente de manera inconsciente para que

    l o ella no saliera del medio social donde naci, es posible que conozca a un

    amigo o a un profesional de otro mundo social (que le sirve como modelode referencia) o puede tener otro profesor que le inculca amor por el estudio

    y deseos de superacin. An ms: su familia puede al mismo tiempo exhibir

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    un discurso que promueve la educacin, pero tener con respecto a l prcticas

    que lo desestimulan para seguir estudiando. De manera similar, su maestra

    puede algunas veces tratarlo de inepto pero simultneamente darle a enten-

    der la importancia de instruirse.

    No se trata, pues, de negar la existencia de estructuras sociales, sino de analizarlos micro fundamentos, es decir, la manera en que los fenmenos macro socia-

    les se condensan, se adaptan, se modican y cambian en los individuos de carne

    y hueso.

    En el caso de la socializacin, Percheron expresa que los nios y adolescentes

    estn expuestos a una multiplicidad de micro-ambientes (clase social, grupos

    de edad, gnero, familia, medio socio-cultural, etc.). Esto hace que las normas

    y los valores que reciben vayan de la consonancia perfecta a la disonancia total.

    Incluso, las situaciones de conicto de ideas pueden constituir experiencias desocializacin fundamentales, pues ponen de maniesto ante el nio o la nia

    la relatividad de valores, lo cual en muchos casos conduce a la aceptacin del

    cambio y de la innovacin como cosas normales, adems de desarrollar la tole-

    rancia. En la concepcin del proceso de socializacin, esta no se concibe como

    un aprendizaje de conocimientos y de comportamientos prefabricados que el

    individuo utilizara ante todo tipo de acontecimiento social. Ms bien, dicho

    proceso le suministra marcos categoriales, guas de lectura para interpretar

    una serie de hechos imposibles de conocer de antemano.

    En esta misma lnea de razonamiento, el concepto de esquemas cognoscitivos

    que permiten conocer y valorar eso que llamamos realidad, es esencial para

    entender el fenmeno de la socializacin. Como lo apunta Martn-Bar.

    La socializacin supone que el individuo, situado en un determinado contexto

    social y en interaccin con ese medio, va formando unos esquemas cognosciti-

    vos que seleccionan y procesan su informacin, que ltran y conguran lo que

    l va a aceptar como realidad, como el mundo. Desde el principio y en formas

    cognoscitivas que evolucionan de lo simple a lo complejo, de la concrecin socio-

    motora a la abstraccin operacional, el individuo percibe las personas y los he-

    chos con unos esquemas cognoscitivos vinculados a una particular situacin e

    intereses sociales. Los contenidos que la persona conscientiza, la realidad que el

    individuo conoce y la forma como la conoce, pasa por estos esquemas cognosci-

    tivos, socialmente recibidos (Martn-Bar, 1990, pp. 166-167)

    Adems, el individuo no solamente acta dentro de la socializacin, sino tam-

    bin sobre esta.

    La socializacin poltica es en gran parte la transmisin de una herencia, pero

    quien dice herencia no quiere decir reproduccin: hay una apropiacin por parte

    del sujeto de valores, de preferencias y de normas que l hereda, es decir, que lpuede modicar su contenido, su uso y enriquecer el patrimonio transmitido por

    el aporte de sus propias experiencias. (Percheron, 1985, p. 184)

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    Los vectores de esta socializacin poltica: separacinentre Estado y nacin, y garantizar los derechos humanos

    En este proceso de implementar un proceso consciente de socializacin poltica

    tendiente a construir ciudadana global nos parece importante recatar la pro-

    puesta de Beck.

    Anlogamente a como la paz de Westfalia puso n a las guerras civiles confesio-

    nales del siglo XVI separando Estado y religin, mi tesis es que podra respon-

    derse a las guerras mundiales (civiles) nacionales del siglo XX separando Estado

    y nacin. Anlogamente a como el Estado a-religioso permite la prctica de reli-

    giones diversas, el Estado cosmopolita debera garantizar, mediante el principio

    de la tolerancia constitucional, la coexistencia de identidades nacionales. Anlo-

    gamente a como en los inicios de la Era Moderna se mantuvo a raya la teologa

    cristiana, hoy debera redenirse el espacio y el marco de accin de lo poltico

    domesticando la teologa y teleologa nacionales... puede fundamentarse teri-camente y desplegarse polticamente de nuevo una soberana cosmopolita en el

    sentido de posibilitar una multiplicidad real contra la premisa nacional de la ho-

    mogeneidad, que se ha revelado histricamente falsa.(Beck, 2004, pp. 141-142)

    Estado cosmopolita no signica Estado mundial, signica Estados que se unen re-

    gionalmente porque ven en sus diferencias la posibilidad de construir algo nuevo

    que permitir obtener ganancias a los participantes. Los esquemas de integracin

    regional en los cuales participan pases pueden constituir laboratorios micro,

    pequeos pasos, para hacer que los ciudadanos nacionales tengan el aprendizaje

    y la vivencia de la ciudadana mundial. Pero la condicin sine qua nonpara la

    existencia de esos procesos de integracin regional es el respeto de la otredad de

    los otros, y ese respeto solo se asegura garantizando los Derechos Humanos.

    Esto tiene que ver tambin con la complejidad de la sociedad regional: los

    temas fundamentales del respeto a los derechos laborales de las personas y del

    respeto al ambiente ante los riesgos ecolgicos que amenazan el planeta, no se

    pueden dejar a la buena voluntad de las fuerzas del mercado, operando a una

    escala regional en un proceso de integracin econmica, pues sencillamente el

    apetito insaciable de lucro de algunas empresas y empresarios prevalecera porsobre el respeto al trabajador y al ambiente. Si la produccin opera a escala re-

    gional, en la misma dimensin hay que proteger y asegurar el respeto de las ga-

    rantas sociales y ecolgicas. Y esto solo se logra con instrumentos (institucio-

    nes y normativas) vinculantes para los actores de los procesos de integracin.

    An ms, no se debe someter nicamente al capital a un contrato social re-

    gionalque garantice el derecho legtimo a la ganancia, tambin a que respete

    los igualmente legtimos derechos sociales y ambientales. Hay que someter

    al Estado a garantizar y respetar en forma plena los Derechos Humanos. Aquel

    se ve tentado, arbitrariamente, a reconocer en algunos casos y en otros no, losderechos humanos de sus ciudadanos: estos pueden demandar a sus Estados

    ante las cortes de justicia regionales, de las cuales esos Estados son miembros.

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    Entonces, aqu tenemos una visin ms completa de la naturaleza de los proce-

    sos de integracin, estos son instrumentos de los Estados para hacer efectiva

    su soberana (Keohane, 2009, p. 352-353), pero tambin constituyen mecanis-

    mos de los ciudadanos para hacer respetar sus derechos humanos incluso con-

    tra pretensiones autoritarias de sus propios pases de origen.Esto nos conduce a aquilatar y re-dimensionar el concepto de ciudadana. Ciuda-

    dano o ciudadana no es el o la habitante de un pas o de un Estado, sino, como lo

    plantea Habermas, el hombre o la mujer que es sujeto de derechos humanos. En

    efecto, ...la nocin de ciudadanos encuentra su identidad, no en la comunidad

    tnico-cultural, sino en la prctica de los ciudadanos que ejercen activamente sus

    derechos democrticos de participacin y comunicacin (Habermas, 1998, p. 12).

    Precisamente, el ciudadano del mundo es la persona a) cosmopolita, es decir,

    capaz de reconocer (y sobre todo respetar) la otredad de los que no son como

    ella, a tal punto de aprender y enriquecerse a s misma de los diferentes; b) quedebido a su condicin de ser humano (no de su nacionalidad o etnia particular)

    es sujeto de disfrute de derechos humanos; c) que hace suyos los problemas

    globales, los hace propios de su pas de origen y acta sobre su Estado para que

    este contribuya a resolverlos.

    En este contexto, los procesos de integracin no deben consistir, como en el modelo

    de Ernst Haas, en una transferencia de lealtades, de unidades primarias de perte-

    nencia hacia entes de mayor amplitud o supranacionales. No se trata de vaciar de

    contenidos o de competencias a una comunidad poltica para transferrselas a otras.

    No se puede reconocer la otredad de otra comunidad negando la propia identidad.

    Se trata ms bien de una distribucin de competencias, de gestionar manco-

    munadamente (a nivel local, nacional, regional y global) las necesidades y ga-

    rantizar la calidad de vida de los ciudadanos de mundo.

    Si ser ciudadano (independientemente del pas o etnia de procedencia) es ser

    sujeto del disfrute de los derechos humanos; si el respeto de la otredad del otro

    no niega y ms bien parte del auto-respeto de mi propia otredad, en otras pa-

    labras, de mi identidad (y, por lo tanto, se pueden construir espacios regiona-

    les sin renegar-traicionar nuestra propia comunidad poltica de origen); si losprincipales riesgos que amenazan el planeta no respetan fronteras nacionales y

    operan a escala regional-global, entonces los procesos de integracin regional

    se vislumbran como construcciones acordes para gestionar los (nuevos) riesgos,

    garantizar la (nueva) seguridad y ejercer la (nueva) soberana.

    Reexin fnal desde la decolonialidaddel saber: re-pensar las Ciencias Sociales,re-pensar el Estado, re-pensar la soberana

    Las dicultadesde pasar de la ciudadana local o nacional a la ciudadana global

    estriban en su mayor parte en el arraigo de la mentalidad estato-cntrica a pesar

    de las devaluaciones que muestra el Estado en la globalizacin.

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    Y muchos de nosotros, cientcos sociales, no escapamos a esa tendencia al me-

    nos en lo que se reere a teoras y categoras de anlisis. Destaquemos en esta

    lnea de reexin dos aspectos relacionados: en Amrica Latina las Ciencias

    Sociales estn, muchas veces, atrapadas en la categora Estado-nacin, mien-

    tras que la realidad ha dejado de ser nacional y los principales hechos socialestienen un anclaje trans-nacional o, mejor dicho, global.

    Por otro lado y corolario de lo anterior, asistimos a una gran paradoja: las fronte-

    ras territoriales son cada vez ms permeables, pues los fenmenos son cada vez

    ms transnacionales, pero la categora Estado-nacin ha delimitado fronteras

    cognitivas que permanecen. En efecto, la interpretacin/explicacin de la rea-

    lidad y la produccin de conocimiento continan girando en torno al paradig-

    ma de frontera territorial, de Estado-nacin.

    El gran desafo actual de las Ciencias Sociales es desarrollar nuevos abordajes que

    permitan comprender la sociedad global y su crisis ecolgica. El advenimiento dela sociedad industrial provoc el nacimiento de la sociologa clsica con los apor-

    tes de Marx, Durkheim, Weber, y otros. Hoy en da, la emergencia de la sociedad

    global y la crisis del teln de fondo (lo ambiental, que afecta al mismo teatro

    social) hacen que tengamos que replantear nuestros enfoques epistemolgicos,

    tericos y metodolgicos. La vida (humana, vegetal, animal) ya no es un dato

    dado, un recurso natural inagotable, un presupuesto que no cambia.

    La lenta transicin de un mundo cuyo actor principal y casi exclusivo era el

    Estado a un mundo en donde se da una sociedad global, implica un nuevo abor-

    daje metodolgico: pasar de la mirada nacional a la mirada cosmopolita de

    los acontecimientos (Beck, 2004, p. 166).

    Cmo romper el esquema cognitivo limitante que percibe e interpreta las

    cosas en trminos de Estados y de fronteras territoriales?

    Una de las manifestaciones principales de la colonialidad es la colonialidad del

    saber, esto es, seguimos pensando, interpretando la realidad y produciendo co-

    nocimiento bajo el alero del eurocentrismo. Precisamente, el pensar y ver desde

    la ptica estrecha del Estado y de las fronteras nacionales es un caso perfecto de

    colonialidad del saber.... la segunda descolonizacin a la cual nosotros aludimos con la categora de-

    colonialidad tendr que dirigirse a la heterarqua de las mltiples relacionesraciales, tnicas, sexuales, epistmicas, econmicas y de gnero que la primera

    descolonizacin dej intactas. Como resultado, el mundo de comienzos del siglo

    XXI necesita una decolonialidad que complemente la descolonializacin llevada

    a cabo en los siglos XIX y XX. Al contrario de esa descolonizacin, la decolonia-

    lidad es un proceso de resignicacin a largo plazo, que no se puede reducir a

    un acontecimiento jurdico-poltico. (Castro-Gmez y Grosfoguel, 2007, p. 17)

    Debemos desligarnos de esa colonialidad del saber que implica pensar y anali-zar las cosas a partir del Estado. Podemos y debemos construir una ciudadana

    global y, en el rea de Ciencias Sociales, desarrollar epistemologas, teoras y

    metodologas nuevas, capaces de dar cuenta de los fenmenos transnacionales.

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    WillySotoAcosta

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    Willy Soto Acosta

    Bachiller y Mster en Sociologa y Licenciado en Ciencias Polticas de la Universidad

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