Ciu Liberalismo Protstantismo

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CIUDADANÍA ANTIGUA Y MODERNA Prof. Valerio Rocco UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID Protestantismo y Revolución liberal: construcción de la ciudadanía en Ecuador a inicios del siglo XX Roberto Simbaña MÁSTER FILOSOFÍA DE LA HISTORIA: DEMOCRACIA Y ORDEN MUNDIAL. FACULTAD DE FILOSOFÍA

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CIUDADANÍA ANTIGUA Y MODERNA

Prof. Valerio Rocco

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID

Protestantismo y Revolución liberal: construcción de la ciudadanía en Ecuador a inicios del siglo XX

Roberto Simbaña

MÁSTER FILOSOFÍA DE LA HISTORIA: DEMOCRACIA Y ORDEN MUNDIAL.

FACULTAD DE FILOSOFÍA

Madrid, 21 enero de 2015

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Resumen:

El presente trabajo surge a partir del entendimiento de cómo las

revoluciones en la historia han servido para configurar modelos nuevos, distintos

de sociedad que han necesitado de toda una propuesta ideológica e instrumental

para llevarla a la práctica, en este caso se trabaja con especial cuidado en cómo

afecta a la construcción de la ciudadanía. En la historia del Ecuador varias

revoluciones se han sucedido una tras otra, sin trastocar los cimientos de una

sociedad marcada por las diferencias sociales y desigualdades económicas. Sin

embargo la revolución liberal aparece como un hito histórico que marca el inicio y

fin de una etapa. De ahí que se toma como punto de partida para la construcción

de una real ciudadanía en Ecuador. Se suma a este trabajo la influencia y acción

del protestantismo como ejecutor del programa liberal desde la educación pública

para la afirmación y sostenimiento de la Revolución Liberal.

I. Ciudadanía en Ecuador a finales del siglo XIX

El Ecuador, desde su orígenes como Estado hacia el año 1830, luego de

haber sido parte del intento de Patria Grande planteado por Simón Bolívar, la Gran

Colombia, se vio enredado en gobiernos y gobernantes que haciendo pactos con

determinados sectores de la sociedad llegaban a turnarse el poder entre los

hacendados terratenientes de la Sierra y los comerciantes, agroexportadores de la

Costa. Este pacto que había aceptado el ciudadano en la incipiente República

llevó a la conformación de un Estado que no alteró el orden social regido desde la

Conquista y Colonia española en América Latina.

Algunos elementos saltan a la vista en la difícil tarea a la que fue

desafiada la nueva clase política para fundar la nación, entre ellos, la problemática

de la identidad de los habitantes del territorio llamado Ecuador, el desorden

Institucional posterior a las guerras de independencias, la búsqueda por captación

de poderes por parte de las clases sociales más favorecidas desde la Colonia, el

alejamiento económico de España,

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Las nuevas castas políticas del Ecuador, transitaron en un estilo

corporativista de hacer política, distante de la realidad social de injusticia que tanto

apremiaba en cambio radical. Sin embargo, la historia política del país andino.

El Estado ecuatoriano quedó atrapado en una suerte de repartición del

poder político entre conservadores y liberales desde la asunción del segundo

presidente del Ecuador. Avances en ámbitos de salud, educación y derechos

sociales se obtuvieron con la llegada de gobiernos declarados liberales, pero

también se experimentaron retrocesos por parte de fuerzas conservadoras, sobre

todo lo vivido con Gabriel García Moreno, presidente que desde su catolicismo

más recalcitrante, implantó un tipo de Estado religioso que atrajo todo el cuerpo

social alrededor del catolicismo. De esta manera se inmiscuyeron elementos

religiosos como requisitos, inclusive, para ser ciudadanos.

Estos requisitos, obligaron a la implantación de una convivencia social

intolerante, castradora de conciencias y aspiraciones de libertad1. En medio de

este cerrado a cualquier sugerencia e intento de cambio, se enfrentó el liberalismo

que no encontró manera más sencilla de retomar el poder, que tras la muerte de

García Moreno. Esa ausencia de contrincante político llevó al poder al liberalismo

años más tarde en la figura liberal radical del General Eloy Alfaro, hacia el final del

siglo XIX.

Sin duda, el aparecimiento del liberalismo en su forma radical marcó el

fin e inicio de una nueva etapa en la noción de Estado y dió los primeros pasos

para el reconocimiento de la ciudadanía aún con las limitaciones de la época. Para

este fin de transformación del aparato estatal y social intervinieron otros actores

que acudiendo al llamado de lideres liberales optaron por arribar a Ecuador.

En esa lucha por el poder se evidenciaba las alianzas formadas para

captar el poder. En resumen de Juan Paz y Miño, historiador ecuatoriano:

Por lo general, los conservadores representaron los intereses agrarios, de los terratenientes tradicionales, así como los de las jerarquías católicas, también terratenientes. Aspiraban a

1 Ayala, Enrique. Historia del Ecuador. Corporación Editora Nacional, Quito. 2008, pp 28

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mantener el orden social existente, defendían la propiedad privada de las haciendas, fincas y estancias, eran resistentes a la abolición de la esclavitud y de la servidumbre campesina o el endeudamiento y la tributación indígenas, sectores de los que aprovechaban para la acumulación de sus rentas. Desconfiaban del aperturismo económico tendiendo a cierto proteccionismo, e incluso descalificaban como plebeyos a los negocios vinculados al comercio y la banca, si bien hubo terratenientes que incursionaron en ellos2.

Además, asumían un tipo de autoridad bastante central, que se imponía

ante la nación para garantizar el poder del Estado. En medio de esta situación el

ciudadano, apenas existía, entendido más como miembro de la nación, como

compatriota, como personas quienes no pueden gobernarse así mismas y que no

pueden elegir quién los gobierne pues eso, es deber de las clases educadas,

aristocráticas.

Ciudadanía “conservadora”

A mediados del siglo XIX, sobre todo bajo la presidencia de Gabriel García

Moreno, el Ecuador volcó su pensamiento político y social participativo en fuentes

católicas. Para ellos, eran ciudadanos los hombres católicos, alfabetizados,

mayores de veintiún años, o en su defecto casado, así consta en la Carta Negra

como se conoce a la Constitución expedida por García Moreno. Era claro que

defendían a la Iglesia, tanto como a los valores y las prácticas católicas más

tradicionales y cerradas.

En varios aspectos de la cultura popular y en la vida cotidiana se dio con

fuerza la continuidad de la sociedad colonial estamentaria y tradicionalista,

dominada por la religiosidad, el racismo y la discriminación a la mujer.

El rol ciudadano, dispuesto solo para un sector de la sociedad, se vio

simplificado en el ser parte del Estado desde funciones meramente laborables, las

2 Paz y Miño, Juan. Eloy Alfaro: pensamiento y políticas sociales. Ed. Ministerio Coordinador de Desarrollo Social. Quito. 2012

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relaciones de poder determinaron el lugar que hubo de ocupar cada sector de la

sociedad.

Ante esta situación y el contexto económico el movimiento liberal radical

ambiguo surgió con fuerza, antes de la llegada al poder del máximo exponente el

General Eloy Alfaro, anteriores presidentes como Jacinto Jijón y Caamaño3 ya

mantenían una línea crítica, inclusive que bien puede parecerse a Sylvain

Marechal en su “Manifiesto de los Iguales”, enfrentando de manera clara al clero y

su participación en la problemática de la organización social del Estado y la

opresión del ciudadano, invocando una revolución que sea algo más que una

revolución sino la “última revolución”4.

Ciudadanía liberal

Al llegar la revolución liberal, el Estado ecuatoriano adquirió otra imagen,

el ciudadano ecuatoriano pasó a otro nivel de disfrute de sus derechos. Al

realizarse una nueva Constitución de corte liberal, se suprimieron los requisitos

que establecía la Constitución conservadora de García Moreno, una nueva

realidad nacía para el Ecuador.

Hablamos de la etapa donde el proyecto nacional mestizo gobernó y se

consolidó el Estado Nacional, la fuerza liberal declaró la guerra al control total de

los sectores hegemónicos hasta entonces. Esta revolución de 1985 sucedió en el

contexto de auge de las exportaciones cacaoteras que motivó la consolidación, al

interior de la oligarquía costeña, de una fracción de comerciantes y banqueros,

diferenciada de los terratenientes serranos. Ese sector, fue el que logró la

dirección política con la “transformación” liberal. Aunque el beneficiario político fue

la burguesía, los sectores sociales más dinámicos fueron el campesinado costeño,

movilizado en las montoneras, los artesanos, especialmente de Guayaquil, y la

intelectualidad liberal de sectores medios que era la divulgadora de las ideas

radicales.

3 Jijón y Caamaño, Jacinto. Política Conservadora. Corporación Editora Nacional. Quito, 1929. Pp 304 Marechal, Sylvain. El manifiesto de los Iguales. Youkali No 3, pp 128

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El proyecto liberal propuesto por los más radicales, proponía cambios

que se resumieron en el Decálogo Liberal:

Decreto de manos muertas; Supresión de Conventos; Supresión de Monasterios; Enseñanza laica y obligatoria; Libertad de los indios; Abolición del Concordato; Secularización eclesiástica; Expulsión del clero extranjero; Ejército fuerte y bien remunerado; Ferrocarril al Pacífico.

Este ambicioso proyecto traía esperanza y altas expectativas para toda

la población, sobre todo aquellos sectores ampliamente olvidados que desde

tiempos coloniales vieron ligada su historia-existencia a la opresión, injusticia y

pobreza.

Para lograr cumplir estas aspiraciones el programa supuso entre varias

acciones, la integración de tipo económica entre regiones naturales, como es el

caso del ferrocarril, esto resultó en el incremento de exportaciones e

importaciones que debido a la ausencia de caminos demoraba el tránsito de

productos entre sierra y costa en más de 15 días. Supuso, además, una

alternativa político-ideológica que abarcó transformación en gran parte de la

sociedad y que activó una defensa de intereses de grupos que desde siempre se

sirvieron del país, entre ellos, la Iglesia Católica.

La Iglesia Católica quedó fuera del programa liberal, el Estado consolidó

su control sobre amplias esferas que estaban en manos de la Iglesia. La

educación oficial, el Registro Civil, la regulación del contrato matrimonial, la

beneficencia, etc., fueron violentamente arrebatadas de manos clericales y

confiadas a una nueva burocracia secular. Del mismo modo, la Iglesia fue

despojada de una buena parte de sus latifundios, mediante la Ley de manos

muertas5.

5 Op cit, Ayala, pp 55

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El rol ciudadano en medio de esta nueva realidad, significó una nueva

forma de participación en la sociedad, una nueva consciencia del ser. Fue la

agrupación de ciudadanos en movimientos sociales, incipientes sindicatos que

llevaron, en parte, al liberalismo al camino de la victoria en el país. Es decir, el

ciudadano principalmente el obrero mestizo, campesinos de la costa, fueron

actores principales. Estos, entendieron su poder como actores en el proceso no

electoral, elemento más destacado de Democracia, sino de su movilización como

única salida a la consecución de la concretización de sus derechos civiles y

políticos.

Amplios sectores de la sociedad que lucharon para lograr al ascensión al

poder del liberalismo, comenzaron a disfrutar de sus derechos, entre ellas las

mujeres, que las puertas de la educación se les abrió de par en par. Casi toda la

población históricamente olvidada se vio beneficiada de la nueva Constitución.

Pero, aunque el liberalismo otorgó derechos de participación a amplios

sectores de la población, es justo reconocer que esa no fue la realidad de pueblos

negros e indígenas, siguiendo a Carlos De La Torre:

…el liberalismo no logró resolver la problemática social del negro, quien aún se encontraba bajo formas de explotación pos-esclavista como el concertaje. Más aun, las ideas ilustradas que iluminaron a la emergente sociedad liberal que pregonaba la justicia, la participación y la igualdad ciudadana no alcanzaron a los negros. Más bien, los discursos sociológicos positivistas y del racismo científico justificaron el nacimiento de un pensamiento que legitimó la opresión y la explotación tanto de indígenas y negros, seres que fueron calificados por corrientes de intelectuales liberales y conservadores como salvajes y poco aptos para la civilización6.

A pesar de estas contradicciones, el Estado Liberal supo imponer su

proyecto de la mano de varios actores: movimientos sociales, nueva clase política,

burguesía porteña, y protestantismo, etc.

II. Protestantismo y Revolución liberal:

6 De La Torre, Carlos. Afroquiteños, ciudadanía y racismo. Ed. Centro Andino de Acción Popular, Quito. 2002, pp 8

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Sin duda, el fundamento de consolidación de toda revolución está

determinada por el grado de influencia en la educación de su pueblo. Así, el

principal elemento que sostuvo esta revolución liberal fue sin duda el programa de

educación encargado en manos de Protestantismo liberal, proveniente de

Norteamérica, Alemania y Suecia.

Este programa educativo, ayudó a la transformación del pensamiento,

en las distintas clases sociales, para dejar atrás la memoria colonial y

conservadora y adecuarse a la Modernidad que legaba al país.

El gobierno liberal, dejó en manos del Protestantismo el programa

educativo, los pocos colegios e institutos superiores que formaban profesores

pasaron a manos de misioneros Metodistas. Fueron estos, los que promovieron

una reforma de la calidad de educación, no solo en cuanto a métodos y corrientes

pedagógicas sino en cuanto al contenido del programa de estudios que pasó de

ser legitimador de la forma de gobernar conservadora, a una forma de posicionar

el pensamiento liberal, ilustrado.

El principal elemento filosófico-pedagógico del programa protestante estuvo

dentro de la conformación del ciudadano y su rol en la sociedad. Hablamos de la

“virtud” como principal eje sobre el cual giraría todo el aparato estatal educativo

“laico”.

La Virtud, es un tema que acompañó a varios intelectuales desde la

antigüedad, en la búsqueda de ese “algo” que motivaba todas sus aspiraciones

personales y sociales. En Maquiavelo, el concepto de Virtud se debería entender

como la fuerza o capacidad que debe tener el príncipe de utilizar las

circunstancias para su propio beneficio. Ella, la virtud, es la forma y el contenido

de la fuerza de ánimo, que le permite saber actuar en presencia de las

adversidades7. El pensamiento maquiavélico ocupó un lugar importante en la

concepción liberal ecuatoriana, sin embargo se alió a la concepción evangélica.

7 Romero, Humberto. Virtud: Maquiavelo, Spinoza y Hegel. Recuperado de: www.estudioshegelianos.org_bundles_biltokiaestudioshegelianoswebsite_ensayos_Romero Virtud,_Maquiavelo,_Spinoza_y_Hegel

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Se ha dicho, que Robespierre utilizó como virtud el terror para someter por

la fuerza a todo aquel que no era afín a los “buenos políticos”, aunque la historia

se al cuenta desde lugares predispuestos para ubicar personajes en categorías de

amigos o enemigos, buenos o malos, democráticos o dictatoriales. Aceptando esa

forma de ver la actividad política de Robespierre la Virtud, se puede ubicar dentro

del cualquier espacio del espectro ético político.

Para el protestantismo, su ethos reformista le llevó indiscutiblemente a

entender su rol en el mundo, en la historia de salvación. Aquello le hizo

comprender que su presencia no obedecía a un tipo de canal entre el cielo y

tierra, sino de actores concretos, como empujando la historia hacia el fin del Reino

de Dios, aquí en la tierra. Ese Reino de Dios, no era otro que el prometido a los

hebreos, ese espacio terrenal de justicia y paz, no necesariamente religioso, pero

sí justo y pacífico. El ala liberal del protestantismo entendió esa utopía como

realizable, y dictaminó la Virtud como práctica encaminada hacia la vida justa, en

comunidad y respetuosa del otro.

Aquella virtud debía ser movilizadora y así alcanzar el bien común, el origen

de esta circunstancia puede detectarse en la influencia que de cara al modelo

francés jugó un pensador como Jean-Jacques Rousseau, que tanto subrayó la

importancia de la voluntad general y de la movilización popular.

Juntar la virtud protestante con las influencias de la revolución francesa en

los líderes de la revolución liberal, dio a luz un sistema complejo, a veces

incoherente, pero práctico en la realidad.

III. Influencia del Protestantismo en la conformación de la ciudadanía

Son varios los aportes del Protestantismo liberal en la formación de una

conciencia y práctica ciudadana que posibilitó una nueva sociedad, que buscaba

la virtud como elemento sustancial para poder vivir en el Moderno Estado Nación.

Entre ellos podemos destacar los siguientes:

Conciencia civilizatoria

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El aparecimiento del liberalismo supuso la descontinuación del modelo

conservador heredero del colonialismo, de la barbarie conquistadora que arrasó la

patria entera. El proyecto liberal se inscribió en la Modernidad como nueva forma

de gobernar, de hacer patria. La implantación de un nuevo modelo, no solo de

gobierno sino de nuevas formas de convivencia social, formas culturales, etc.,

requería a su vez olvidar el modelo pasado e implantar el nuevo.

El protestantismo sirvió como lanzadera de ese cambio desde la matriz

pedagógica. El reducido grupo de pedagogos protestantes y los políticos liberales,

se lanzaron a la tarea de programar ese cambio educativo y por ende el cambio

social tan anhelado. Se buscó cimentar las bases de esa nueva ciudadanía, de

ese nuevo ciudadano “civilizado”, educado, respetuoso de las leyes, trabajador, no

vicioso, honesto, etc.

No obstante se puede criticar que ese modelo “civilizatorio” estaría

vinculado directamente con el capitalismo, de ahí que más adelante se

evidenciaría un quiebre de ese modelo, llevando la educación a prácticas de

funcionalidad y formación de trabajadores obreros, acríticos y funcionales al

sistema.

Formación moral

El liberalismo y su nueva Constitución de la República, encaminaron el

Estado hacia el laicismo. Debido a eso, la educación pública dejó de ser manejada

por el catolicismo, sin embargo fue dirigida por protestantes. Esta contradicción

no pasó desapercibida por sectores del prelado católico, sin embargo el

liberalismo no dio marcha atrás y afirmó ese cambio en la historia desde la

educación.

Si bien, la educación pasó a ser dirigida por sectores Protestantes,

especialmente metodistas, éstos procuraron que los contenidos educativos no

involucren una fuerte carga religiosa, ni que ésta busque una nueva

evangelización desde las aulas de escuelas y colegios.

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De ahí, que la carga educativa se dirigió hacia la formación moral de los

estudiantes. Este es uno de los elementos característicos del protestantismo, su

fuerza moral que engendraría la nueva sociedad. Desde los inicios de la Reforma

Protestante, se dio un cuidadoso entre la enseñanza moral y la praxis de ésta. De

ahí que se interesó en cómo la formación moral puede estar vinculada a prácticas

sociales que sean afines a la consolidación de las formas de gobierno

democráticas.

El énfasis recaía sobre las prácticas morales en la cotidianidad y que apunten a la

convivencia armónica de las partes. La nueva formación educativa incorporó

hombres y mujeres honestos, trabajadores, con espíritu ahorrador, centrados en la

familia, con capacidad crítica, educados, etc., es decir ciudadanos al servicio de

una sociedad libre y desarrollada, abierta al cambio, encantada con las ideas de la

revolución francesa se proponía dotarle del componente moral que los pensadores

liberales consideraron indispensable, al punto de insistir en que hay que seguir

inculcando la moral evangélica, practicando, obrando aquello que se aprende,

hasta que el hacerlo llegue a ser un hábito, una parte de la naturaleza8

No es una religión, “es un estilo de vida”

Mientras la iglesia católica, a través de su historia y en especial en el

caso de América Latina, instituyó su religión a través de dogmas, de traspaso de

fiestas y creencias antiguas para adaptarlas al catolicismo naciente en la región,

no se vio, en su mayoría, a la tarea de buscar una transformación social a través

de su canal integracionista.

La forma de trabajo de las iglesias protestantes optó por otra forma de

adaptar su religión en el contexto del desarrollo Moderno. Decía que mientras el

catolicismo tomó el camino de la imposición de dogmas, de ritos y prácticas hasta

cierto punto supersticioso, el protestantismo liberal, de origen alemán y

estadounidense, se preocupó por llevar al plano de la relacionalidad con el otro su

práctica religiosa. Así, el eslogan más común, inclusive utilizado hasta el presente,

8 Latta S.J. La educación moral. The Canadian teacher. Octubre, 1901. pp 333

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que utilizó el protestantismo fue: “El cristianismo no es una religión, es un estilo de

vida”.

De esa manera, se daba a entender el desmontaje del pensamiento

católico, al quitar del pensamiento del creyente la formulación de una vida religiosa

dentro de la iglesia o como algo sacramental de un espacio físico, para llevarlo a

la práctica diaria, que como decía Latta, se convertiría de esa manera en algo que

ya constituiría su propia naturaleza.

Esa proyección interna (religiosa) hacia el exterior (sociedad liberal)

sería la perfecta combinación para un refuerzo de la política liberal. Algunas

características9 de este estilo de vida tenían relación con la prohibición de

alcohólicas, tabaco, drogas, bebidas, juegos de azar, vida en monogamia, etc.

Identificación de vicios con una economía empobrecedora

Eliminar toda práctica que sea motivo de conflicto social o alteración del

orden constituido también implica esa virtud evangélica y liberal. Rápidamente se

identificaron ciertos vicios que afectaban la salud y la convivencia pero también la

economía.

El discurso evangélico, apuntó al destierro de prácticas que a su

entender volcaban a los pueblos a vidas sumidas en la ociosidad, pobreza y listo

para el control y sumisión10. Se dejaba ver a las personas que incurrían en esas

prácticas como personas poco racionales, que no podían controlarse. Es digno de

resaltar que aunque en la práctica educacional no se introducían textos bíblicos,

detrás de su idea sí lo estaban, por ejemplo en cuanto al tema que nos ocupa, se

cita a Pablo en su carta a los Gálatas:

160s encargo que procedáis según el Espíritu y no ejecutéis los deseos del instinto. 17Pues el instinto desea contra el Espíritu y el Espíritu contra el instinto; y son tan opuestos, que no hacéis lo que queréis. 18Pero si os guía el Espíritu, no estáis sometidos a la ley. 19Las acciones del instinto son

9 Cameron, Agnes ¿Puede el carácter ser modificado por la educación? Revista de Religión, Educación. Historia y Ciencias Sociales. Junio, 1901. pp 290.10 Bastian, Jean. Historia del protestantismo en América Latina. Ed. CPSA, México, 1990. pp 75

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manifiestas: fornicación, indecencia, desenfreno, 20idolatría, hechicería, enemistades, ambición, discordias, facciones, 21celos, borracheras, comilonas y cosas semejantes. Os prevengo, como os previne, que quienes practican eso no heredarán el reino de Dios. 22Por el contrario el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, 23modestia, dominio propio. Contra eso no hay ley que valga. 24Los que son de Cristo han crucificado el instinto con sus pasiones y deseos. 25Si vivimos por el Espíritu, sigamos al Espíritu; 26no seamos vanidosos, provocadores, envidiosos11.

En ello radicaba la virtud entendida como una permanente disposición a la

conquista del bien individual y del bien común.

Perfectibilidad del ser humano

La retórica en el discurso liberal religioso, llevó a cimentar la posición de

que el ser humano, a diferencia del pensamiento católico, es perfectible, y de que

una moral decadente (católica-conservadora) puede y debe ser cambiada, desde

los espacios reducidos como el hogar hasta las instituciones públicas, y que ese

deseo obedece a un proceso a largo plazo.

Se entiende la necesidad de protección y resistencia de ese proyecto que

no va a exhibir sus resultados en los cuatro primeros años de presidencia de la

revolución liberal pero a pesar del peligro propagandista negativo que pueda tener

en la sociedad, no abandonó su proyecto a largo plazo, específicamente reflejado

en la propuesta de este cambio mental y social.

Precisamente, en la consecución del programa liberal, la niñez ocupó gran

parte de sus esfuerzos, pedagógicos, económicos y políticos.

Niñez, nuevos ciudadanos

La niñez en la conformación del ciudadano en la Modernidad ecuatoriana,

era una tarea pendiente desde la puesta en marcha de la ciudadanía. En el caso

de Ecuador, se parte de la concepción del presente pero sobre todo del futuro que

11 Gálatas 5. 16-21. Schokel, Luis. Biblia del Peregrino: Nuevo Testamento. Ed. Verbo Divino, Navarra. 1997 pp 473-474

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representa cada niño o niña. El aporte protestante recae en la formación de

ciudadanos, niños y niñas con capacidad crítica y moralidad funcional al sistema

liberal, que les permite participar en el orden de su espacio y también llevar una

vida saludable, sin vicios, etc. Un niño bien educado, sería a su vez no solo el

futuro ciudadano honesto, respetuosos, democrático, sino también el que impulsa

de manera inconsciente en su hogar la práctica de estas virtudes.

Los aportes descritos y otros de carácter económico y político marcaron

el inicio del siglo XX en el Ecuador que intentaba dejaba atrás la herencia colonial,

los aportes del liberalismo en materia ciudadana no hubiesen sido posibles de no

tener el apoyo del protestantismo liberal que con pedagogos y políticos eficientes

aportaron al cambio de mentalidad y conciencia ciudadana y espacial.

El uso de la religión que pueda hacerse desde el aparato estatal siempre ha

sido cuestionado, sin embargo de la realidad descrita en estas páginas saltan algunas

preguntas que deberían continuar debatiéndose, entre ellas: ¿Es posible utilizar la religión

para la adaptación de una ideología política con el apoyo mayoritario de los sectores de la

sociedad? ¿Cuál es el rol de la religión, hoy? ¿Cuál es el rol de la educación en el siglo

XXI? ¿Cuál es el rol de los distintos movimientos entre la sociedad, en la consecución de

una nación de bien vivir?