Citarella 2000 (Articulacion Entre Medicinas)
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Transcript of Citarella 2000 (Articulacion Entre Medicinas)
Citarella, Luca (compilador). 2000. Medicinas y Culturas en La
Araucanía. Santiago: Editorial Sudamericana.
CAPITULO XVI. LA ARTICULACIÓN ENTRE MEDICINAS HOY:
INFORMALIDAD, DESIGUALDAD Y CONFLICTO.1
(Extracto)
Los modelos y sistemas médicos, como lo hemos señalado en capítulos precedentes, son
conjuntos de premisas, ideas, recursos y acciones que tiene la gente para organizar sus
percepciones y experiencias de eventos médicos, para organizar sus intervenciones y
enfrentar y controlar situaciones relativas a la salud. En otras palabras, son formas de definir
los problemas de salud-enfermedad y de generar soluciones para ellos. Cada sistema es capaz
de desarrollar un limitado rango de caracterización de los problemas y de las soluciones. En
el caso del modelo médico mapuche, al igual que en otros modelos médicos indígenas, se
prioriza, por ejemplo, la búsqueda de la etiologías; es decir, la identificación de los agentes
causales de la patología, del evento que originó la enfermedad y desencadenó el conjunto de
síntomas somáticos, etc. Tanto es así que las personas llegan a producir historias, narraciones
complejas que de alguna forma u otra buscan explicar el por qué de la enfermedad. Tales
explicaciones van desde la sintomatología a sentimientos de mala voluntad y/o resentimiento,
que les conducen en algunos casos a modificaciones de su comportamiento en pro de su
bienestar físico, síquico y social.
Esta forma de comprender las patologías en el mundo cultural indígena se hace más compleja
en espacios donde coexisten otros sistemas médicos, el popular y el occidental, como es el
caso en la IX región. Hoy las formas de concebir la salud-enfermedad en las comunidades
indígenas de la IX región y aún en los sectores marginales de la sociedad urbana conforman
un espacio de pluralismo médico.
En varios casos la internalización de conceptos y prácticas médicas provenientes de otros
1 En: Citarella et. al. 2000. Medicinas y Culturas en la Araucanía, Editorial Sudamericana, Santiago, pp. 495-
536
sistemas médicos, y la exclusión de los propios, está orientada hacia la que los enfermos y/o
sus familias perciben como diferentes tipos de enfermedades, lo que implica tomar decisiones
sobre consultar o no a determinados agentes médicos, de uno o más sistemas. Como la hemos
mencionado en el capítulo introductorio, ha habido una tendencia en los estudios de salud
pública y en el área de la antropología médica a conceptualizar la presencia de recursos
terapéuticos paralelos y complementarios, siguiendo un enfoque sistémico (o de sistemas
médicos). Partiremos de este enfoque para intentar proporcionar un modelo de interpretación
del contacto entre sistemas médicos en la IX región de Chile respaldado por los datos de
terreno y los elementos de análisis proporcionados en los capítulos precedentes.
El enfoque de sistemas médicos ha procurado contextualizar los fenómenos de la salud-
enfermedad y los recursos terapéuticos que se movilizan dentro del ámbito de la cultura,
llegando a definir aspectos ideológicos y estructurales que componen los sistemas médicos:
sustrato ideológico, agentes terapéuticos etc. En este sentido el pluralismo de sistemas está en
primer lugar relacionado con formas diferentes de conceptualizar el fenómeno patológico: la
etiología, el inicio de los síntomas, el curso y el tratamiento terapéutico. Estas diferentes
formas de conceptualización o modelos están determinadas por la cultura. Efectivamente, en
el caso que nos interesa el contacto con el mundo español en los siglos pasados y, más
recientemente, la llegada de los colonos chilenos a la Araucanía, trajo consigo enfermedades
antes desconocidas por la población indígena, lo que representó para los grupos mapuches
una verdadera derrota epidemiológica y una drástica reducción de la población.
Esta traumática experiencia dio lugar a una caracterización cultural que se afirmó en el
tiempo: hoy en el mundo indígena existe una clara diferenciación entre enfermedades wingka
y enfermedades mapuches. La conceptualización de la enfermedad según un sistema
clasificatorio u otro y la decisión de utilizar uno u otro sistema médico está relacionada con
varios factores: el estado de la identidad cultural, en primer lugar, que determina la
percepción y la interpretación de los fenómenos que se producen en el medio socio-cultural;
las características de los síntomas; el estado de integración del individuo con su grupo social
y el cumplimiento de las normativas básicas comunitarias.
El resultado de la interacción social entre los miembros de la familia es lo que decide la
orientación y la lógica del futuro itinerario terapéutico; cuando una enfermedad aparece, tanto
los síntomas como las causas y, finalmente, las orientaciones terapéuticas a seguir son
largamente debatidas dentro del grupo familiar. En algunos casos el uso de las diferentes
medicinas es secuencial; en otros, simultáneo.
Por otra parte, el enfoque de sistemas médicos, se ha propuesto describir las interrelaciones y
los contactos que se producen entre estos diversos sistemas a partir de la realidad pluricultural
de los países latinoamericanos que ha sido identificada por varios investigadores∗, así mismo
pretende describir también la multiplicidad de recursos terapéuticos y la frecuente recurrencia
a distintas formas de tratamiento por parte de la población.∗*
En el caso que nos interesa, las conductas de salud de la población confirman de manera
inequívoca la tendencia a la interacción y al contacto entre los sistemas médicos en la IX
región; un fenómeno que por lo demás puede ser encontrado en todas las áreas indígenas
latinoamericanas qué poseen cierto nivel de contacto con el mundo occidental.
Un primer elemento de análisis, en este contexto, guarda relación con la demanda actual
hacia los sistemas médicos en la IX región, según los datos recopilados en la investigación y
otros estudios paralelos a los cuales hemos tenido acceso.
La información que se ha obtenido, tanto del trabajo de campo como de los casos recopilados
y de las entrevistas a los pacientes, señala que la mayor demanda en las áreas urbanizadas,
independientemente de edades, sexo y origen étnico, se dirige a la medicina occidental y
luego, en un número porcentualmente menor, a la medicina popular. En áreas rurales el
porcentaje de consulta a la medicina oficial es igual o mayor que a la medicina popular o
indígena, aunque confirma la recurrencia a múltiples recursos médicos en un grado mayor
que la muestra urbana.
El siguiente Cuadro resumen muestra como se combina la práctica de la medicina popular
con la medicina occidental y la mapuche en los casos recopilados en esta investigación.
CUADRO 32
Resumen de consultas a sistemas médicos: 78 casos enfermos urbanos y rurales
SISTEMAS MEDICOS MAPUCHE NO Nº DE %
∗ Recordamos entre otros George Foster. Medical Anthropology; Duncan Pedersen, Elementos para el análisis
de los sistemas médicos; Gilles Bibau, From China to Africa: the same impossible synthesis between traditional
and western medicine, (ver bibliografía). ∗ * A este propósito Duncan Pedersen en Elementos para un análisis de los sistemas médicos, (ver bibliografía),
reporta datos bastante sorprendentes recopilados en una encuesta realizada en Perú en 1984, de la cual resulta
que más del 80% de la población no recurría a atención profesional en sus casos de enfermedad. 2 Los cuadros 1 y 2 fueron dejados fuera de la selección del texto.
S MAPUCHE
S
CONSULT
AS
a) Nº casos medicina oficial-
popular-mapuche 15 1 16 20.5
b) Nº casos medicina oficial-
popular 16 12 28 35.9
c) Nº casos medicina oficial-
mapuche 13 2 15 19.2
d) Nº casos medicina oficial 9 6 15 19.2
e) Nº casos medicina popular --- --- ---- 0.00
f) Nº casos medicina mapuche 4 --- 4 5.2
TOTAL 57 21 78 100.0
Un análisis más profundo de esta serie de 78 entrevistas indica que un 75.6% (equivalente a
un total de 59 casos) declaró recurrir frecuentemente a prácticas y/o agentes de más de un
sistema médico. De éstos el 27,1% recurría simultáneamente al sistema médico mapuche, al
de la medicina popular ya la medicina occidental; el 47.5% a la medicina popular ya la
occidental, y un 25.4% al sistema mapuche y al occidental. (Gráfico 1). La demanda a
sistemas no occidentales- ocurre en especial en enfermedades de "empacho" o "mal de ojo",
que se cree que los médicos no saben reconocer y por ende no pueden curar. El 24.4% del
universo total que corresponde a 19 casos, afirmó recurrir a sólo un sistema médico. De estos
un 78.9% usan el sistema occidental. Respecto a estas entrevistas es interesante señalar que
57 correspondían a personas de origen mapuche (73%) y 21 a personas no-mapuche (27%).
De las personas mapuches (ver gráfico 2) el 28.1% recurría al sistema occidental y al popular;
un 26.3% consultaba a los tres sistemas médicos señalados y el 22.8% acudía al occidental y
al mapuche. Sólo un 7% recurría exclusivamente a la medicina mapuche y e115.8 % restante
acudía solo a la medicina occidental.
Respecto de los enfermos no-mapuches, el 4.8 % acude a las tres medicinas; el 57.1% recurre
a la Medicina occidental y popular; el 9.5% a la medicina occidental y mapuche el 28,6%
únicamente a la medicina occidental. El gráfico 2 ofrece un resumen de esta información.
Gráfico 1
Itinerarios terapéuticos múltiples. 59 casos = 75,6% universo total
OCC-MAPU
25,4%
OCC-POPU
47,5%
OCC-POPU-
MAPU
27,1%
Gráfico 2
Consultas médicas según origen
0
10
20
30
40
50
60
70
80
90
100
OCC-POPU-
MAPU
OCC-POPU
OCC-M
APU
MAPUCHE
OCCIDENTAL
Mapuche
No Mapuche
De acuerdo a estos datos un primer elemento de reflexión corresponde a un hecho que hemos
ya señalado: existe una tendencia clara en las personas consultadas a combinar diferentes
alternativas terapéuticas para la solución de sus problemas de salud-enfermedad. Este
itinerario terapéutico múltiple parece manifestarse en forma aún más clara en el caso de los
enfermos mapuches que hacen uso frecuente de las tres, medicinas que tienen a su
disposición. En el caso de los enfermos no mapuche, esta estrategia se limita en cambio al
uso alternado de la medicina oficial y popular.
Un segundo elemento que se puede extrapolar se refiere a la tendencia, cada vez más
marcada, a la difusión de la medicina occidental entre los casos consultados; esta es
homogénea y cruza la variable urbano-rural y mapuche-no mapuche.
La demanda de atención hacia el sistema médico oficial puede tener relación con la gratuidad
del sistema, ya que las características económicas de la población hacen difícil el pago de
consultas en centros de atención privada. De hecho, algunos de los entrevistados
manifestaron que en caso de enfermedad y, habiendo disponibilidad de dinero, prefieren
recurrir a médicos particulares o a agentes del sistema médico popular.
Un tercer elemento de reflexión se relaciona con otro fenómeno: una tendencia al aumento
del uso de la medicina popular en áreas rurales y urbanas, tanto en lo que se refiere a las
prácticas empíricas, como a los tratamientos mágicos o religiosos.
De los casos estudiados, gran parte ha recurrido a este tipo de medicina popular. Vale la pena
señalar que a los agentes populares se les consulta, en general, en forma alternada con la
medicina mapuche u occidental, en la búsqueda de una complementación en lo que es
diagnóstico, así como tratamiento de la enfermedad. No se registra caso en donde el paciente
haya consultado en forma exclusiva a este tipo de medicina.
La vigencia de la medicina popular es resultado de la tradición familiar y de la vocación de
sus respectivos agentes, quienes por un lado -y a través del tiempo- introducen nuevos
conocimientos, innovan su práctica, tomando "prestados" elementos terapéuticos,
conocimientos y tecnologías de agentes que pertenecen a otros sistemas médicos y, por otro,
suprimen prácticas y/o elementos por desuso o por decisión personal. Todo esto se sustenta
en el propio acervo cultural, en valores, creencias y capacidad de divulgación que el agente
tiene en el propio contexto social.
El enfermo mapuche recurre a la medicina popular para confirmar auto-diagnósticos y/o
enfrentar ciertas enfermedades asociadas con la brujería. De acuerdo a nuestros datos, las
enfermedades por las que más se acude a ese sistema son aquellas en las cuales se expresan
síntomas como: fuertes dolores en la zona del estómago, sensación de tener algo en la boca
del estómago o en la laringe, estitiquez, estado de nerviosismo, excesivo decaimiento.
También las afecciones a la vesícula, el sobre parto, la elevación de la vía, empacho y el mal
de ojo. Igualmente se recurre con frecuencia a la medicina popular urbana por pulmonía,
cáncer u otras enfermedades wingkas que no se basan en sus principios etiológicos∗ o no
corresponden a ellos.
Subyace a esta situación la búsqueda de medicina herbolaria con propiedades laxantes o
vomitabas que ayuden "a sacar el mal", práctica denominada rapitwan en la medicina
mapuche.
En este último aspecto un fenómeno de reciente difusión lo constituyen los tratamientos
"místicos" proporcionados por los pastores protestantes, que actualmente poseen muchos
seguidores en la población indígena de las áreas rurales. En la zona del Valle de Chol-Chol,
por ejemplo, se ha registrado la existencia de 12 iglesias protestantes -anglicanas, adventistas
y pentecostales- y un número mayor de sectas de otros credos religiosos que frecuentemente
realizan ritos de sanación.
En cuanto a la medicina mapuche el análisis de los datos muestra resultados contradictorios
que son reflejo de la compleja situación en la cual se encuentra inserta la cultura indígena:
por un lado existen indicios que demuestran la reducción de su cobertura, así como la
disminución de su nivel de resolución, en cuanto su intervención está generalmente asociada
al uso de otros recursos terapéuticos. Por otro lado el modelo mágico religioso de la
enfermedad parece aún vigente. Como se desprende del Cuadro 2 (estudio de casos en área
rural) 19 de los casos registrados (61%) caracterizan su enfermedad como mapuche. Sin
embargo existe cierta incoherencia entre la forma en la cual la persona percibe su enfermedad
∗ Para el mapuche el centro de la vida se ubica en lo que ellos llaman la "boca del estómago" y corresponde más
o menos a lo que se considera el corazón en el mundo occidental. Es por eso que las enfermedades con dolores
en esa zona, si van acompañadas de vómito y decaimiento se consideran muy graves y se clasifican desde el
punto de vista del órgano afectado como kutran piwke.
y la consulta al agente médico: del 61% de los enfermos que piensan estar afectados por una
enfermedad mágica mapuche solo 4 (el 21%) recurren únicamente a la medicina indígena.
Otro estudio realizado en la IX Región ha explorado el tema de los itinerarios terapéuticos
múltiples. En el ámbito de la salud materno-infantil, lo mismo que en la atención del parto,
los datos de la población en reducciones indígenas de los distritos de Molco, Labranza,
Maquehue y Metrenco, en la comuna de Temuco♦, indican que, salvo en las madres sin años
de estudio y en las de 45 años y más, la atención en el último parto y la atención médica en la
enfermedad del último hijo fallecido se demandó mayoritariamente al sistema de salud
oficial: cuadros 4, 5 y 6.
Cuadro 4
Reducciones indígenas seleccionadas: distribución relativa de las madres de 15 años y más de
edad por años de estudio aprobados, según tipo de atención en el último parto. Censo de
1988.
AÑOS DE
ESTUDIO
APROBADOS
TIPO DE ATENCIÓN EN EL ÚLTIMO PARTO
TOTAL
SISTEMA
SALUD
OFICIAL
CURANDERA,
PARTERA O
MACHI OTRO
Ninguno
1 a 3
4 a 6
7 y más
Total %
N
41
73
84
95
70
(1.931)
49
21
10
2
23
(636)
10
6
6
3
7
(186)
100
100
100
100
100
(2.753)
Fuente: Tabulados especiales, Censo de Reducciones Indígenas seleccionadas: Análisis
Sociodemográfico, 1990, pp. 93-94-99.
Cuadro 5
♦ Los datos provienen del Censo de reducciones indígenas seleccionadas. Análisis sociodemográfico.
Universidad de la Frontera, Instituto Nacional de Estadísticas, Fundación Instituto Indígena, Programa de apoyo
y extensión en salud materno infantil, Centro Latinoamericano de Demografía, (CELADE) Santiago. Chile,
1991.
Reducciones indígenas seleccionadas: distribución relativa de las madres de 15 años y más de
edad por lengua hablada más frecuentemente en el hogar y grupos de edad, según tipo de
atención en el último parto. Censo de 1988.
LENGUA
HABLADA EN EL
HOGAR Y
GRUPOS DE
EDAD
TIPO DE ATENCIÓN EN EL ULTIMO
PARTO
TOTAL
SISTEMA
OFICIAL DE
SALUD
CURANDERA,
PARTERA O
MACHI OTRO
Mapuche
15-44
45 y más
Mapuche y
castellano
15-44
45 y más
Castellano
15-44
45 y más
Total %
N
49
96
29
66
90
42
80
94
60
70
(1.931)
42
1
59
26
5
48
15
3
32
23
(636)
9
3
12
8
5
10
5
3
8
7
(186)
100
100
100
100
100
100
100
100
100
100
(2.753)
Fuente: Basados en cuadro 5, Capítulo II. Tabulados especiales, Censo de Reducciones
Indígenas Seleccionadas: Análisis Sociodemográfico, 1990, p. 94.
Cuadro 6
Reducciones indígenas seleccionadas: distribución relativa de las madres de 15 años y más de
edad por años de estudio aprobados, según tipo de atención al último hijo antes de morir.
Censo de 1988.
AÑOS DE
ESTUDIO
APROBADOS
TIPO DE ATENCIÓN A ÚLTIMO HIJO
TOTAL
SISTEMA
SALUD
OFICIAL
YERBATERA
O MACHI
NADIE
Ninguno
1 a 3
4 a 6
7 y más
Total %
N
39
68
61
100
55
(71)
21
---
6
---
11
(14)
40
32
33
---
55
(45)
100
100
100
100
100
(130)
Fuente: Basados en cuadro 5, Capítulo II. Tabulados especiales, Censo de Reducciones
Indígenas Seleccionadas: Análisis Sociodemográfico, 1990, p 99.
Otro estudio de Mortalidad Infantil en comunidades mapuches, realizado entre 117 madres,
muestra que un 79.5% declara prácticas de salud combinadas (medicina mapuche, medicina
casera, medicina occidental) pero una demanda principalmente dirigida (50.4%) a la
medicina oficial1.
En todo caso es posible que estos datos se refieran a áreas geográfico sociales caracterizadas
por un alto nivel de contacto con la sociedad occidental y que no necesariamente se repitan en
áreas más tradicionales. Además es cierto que:
la situación de gran demanda de medicina occidental puede estar influida por factores,
como el gran aumento de la cobertura del programa materno-infantil, que entrega
algunos beneficios (leche) que ejercen una poderosa presión sobre las madres2.
Asimismo, en el caso de la atención del parto, probablemente las mujeres mapuches recurren
al agente médico del sistema oficial debido a que tradicionalmente no existía ese rol
especializado.
Además es conocida la tendencia de la población indígena a ocultar las manifestaciones de
apego a la cultura tradicional. También contribuye a mostrar un nivel de influencia menor de
1 Oyarce, Ana María, Pérez, Gabriela, Caracterización de la mortalidad infantil en reducciones indígenas, 1993.
(Inédito) 2 Oyarce, Ana María, Pérez Gabriela, ob. Cit., (Inédito).
las manifestaciones culturales indígenas el hecho de que los censos o encuestas sean dirigidos
por personas externas a la comunidad. Sin embargo, no existen estudios sistemáticos ni
cuantitativamente más representativos que los acá considerados, y estamos limitados a
utilizar los ya presentados para nuestras interpretaciones.
Por otra parte es necesario diferenciar las conductas reales de demandas hacia los sistemas,
de las creencias que respecto a los componentes de los modelos médicos respectivos tenga la
población. Por ejemplo, la última investigación mencionada mostró que de las 117 madres
entrevistadas, 9 de cada 10 declararon creer en las enfermedades causadas por kalku y
weküfü; un tercio declararon que miembros de su familia habían sido víctimas de kalkutum y
un 15.4% de weküfütum.
Un análisis más profundo del comportamiento médico de las 117 madres entrevistadas en el
estudio de CELADE muestra que un 79.5% declara prácticas médicas combinadas, y lo más
significativo es lo popular y lo occidental: La situación anterior y la importancia que ha
adquirido la medicina popular se confirma con el análisis de los datos a través de lo que
hemos denominado “apego al modelo médico mapuche”. Este se basa en las declaraciones de
las madres sobre las enfermedades que conocer y las prácticas en salud, categorizadas por
sistema. Se observa (grafico 3) que no existen madres totalmente apegadas al modelo médico
mapuche, y lo más frecuente es encontrar a las adheridas en forma “moderada”; es decir
aquellas que conocen y practican la medicina mapuche, pero que además conocen
enfermedades y practican tratamientos de la medicina popular.
Gráfico 3
Distribución de las madres según apego al modelo médico mapuche
No apegado
2,0%
Apegado
41,0%
Muy apegado
0,1%
Poco apegado
56,9%
Es importante destacar -de acuerdo a la muestra y considerando las limitantes señaladas- que
tanto el sistema médico mapuche como el sistema médico popular parecieran no tener para
los usuarios, legitimidad en sí mismos; pese a esto, ambos son consultados simultánea, o
alternadamente con el sistema médico oficial (75.6%).
Otro aspecto que es necesario considerar para describir el modo de funcionamiento actual de
los sistemas médicos y su cobertura se relaciona con las referencias intersistemas, practicadas
por los agentes médicos. La investigación de 221 agentes de medicina popular en Temuco
urbano∗ mostró que ninguno derivaba a sus pacientes a consultar en el sistema médico
mapuche, aunque hay datos que señalan que en ocasiones excepcionales algunos agentes
populares derivan hacia el sistema mapuche, por tratarse de enfermos mapuches que estiman
padecen "enfermedades" propias de los mapuches) . En cambio, alrededor de un 20% de los
agentes deriva pacientes a agentes del sistema occidental como forma de complementar su
tratamiento ante problemas de salud específicos. Generalmente ocurre con formas avanzadas
de cáncer, infecciones generalizadas, traumatismos severos, patología cardíaca, etc.
Desde el sistema médico mapuche, la derivación o sugerencia intersistemas parece ser asunto
de opciones individuales de quienes sostienen los diversos roles. Entre los componedores
∗ Nos referimos al trabajo de investigación sobre agentes de medicina popular en Temuco ya mencionado en el Capítulo XII.
mapuches es prácticamente inexistente; en cambio en la mayoría de los (las) machi se
observan derivaciones o sugerencias de atención hacía el sistema médico occidental y muy
excepcionalmente hacía el sistema de medicina popular.
La medicina occidental es la que cuantitativamente aparece con menor derivación o
referencia hacía otros sistemas médicos (lo que es, por cierto, coherente con su posición de
prestigio y predominio social). Excepcionalmente y en particular- en el campo de la
siquiatría, se conocen algunos casos de pacientes mapuches derivados a la consulta de machi,
o se ha buscado la colaboración de éstas para la atención y tratamiento. Esto se explica por el
reconocimiento que individuos del sistema médico occidental hacen del enfermar como un
evento que en tales pacientes pudiera estar culturalmente determinado. En cambio, no se han
hallado datos que indiquen referencias de pacientes hacia el sistema médico popular, a
excepción de casos muy circunscritos a médicos que han sugerido, como complemento a su
atención, la consulta a quebradoras de empacho o santiguadoras, cuando el paciente o su
familia demuestran haber hecho un diagnóstico de la enfermedad en tal sentido.
3. Conflicto
La situación de conflicto entre los sistemas médicos se expresa en un aspecto que,
sorprendentemente, ha sido poco considerado en los estudios sobre la materia y que se refiere
a los contenidos de los modelos médicos en cuanto a marcos conceptuales determinados
cultural y cognitivamente∗ y en los cuales basan su forma de operar.
∗ Quizás una de las razones que justifican esta falta de profundización del aspecto cultural de los modelos y
sistemas médicos dentro de los estudios de antropología médica realizados en América Latina, guarda relación
con la difusión del enfoque "clínico" de esta especialidad; concebido este como apoyo a un mejor
funcionamiento y una mayor calidad de los servicios de salud oficial en cuanto a la atención de los grupos
nativos y el desarrollo de políticas de salud pública para la población indígena. Un ejemplo bastante claro a este
propósito lo representa la línea de estudios y artículos publicada en esta última década por la revista "Social
Science and Medicines", muchos de los cuales se han orientado hacia la importante tarea de desarrollar
propuestas y sugerencias que permitan una adecuación de los servicios oficiales a las características culturales
de la población indígena; y ésta hacia propuestas de institucionalización y fortalecimiento de la medicina
tradicional y sus agentes terapéuticos. Este enfoque, que a su vez se desarrolló como una respuesta a una
tendencia de los estudios de antropología médica excesivamente orientados al micro estudio, a la descripción
etnográfica "per se", ha hecho perder de vista la necesidad de investigaciones con un corte más en profundidad
(y más socio-antropológico) sobre los fenómenos de salud-enfermedad en contextos multiétnicos: un enfoque
que aproveche los alcances más reciente de la "nueva antropología" en el análisis de las relaciones
interculturales, para aplicarlos a la realidad de los fenómenos de la salud-enfermedad.
La descripción realizada en los capítulos anteriores nos permite comprender que las bases
conceptuales de los modelos médicos indígena (mapuche), popular y occidental no son
compartidas sino que se apoyan en cosmovisiones y valores culturales profundamente
distintos, y hasta incompatibles lógica y culturalmente (ver cuadro 7).
Desde el punto de vista teórico, respecto del modelo occidental, por ejemplo, podemos
señalar que opera sobre los siguientes supuestos absolutamente contradictorios con los de la
medicina indígena:
- que la realidad existe efectivamente, y que ella es conocible por el método experimental-
racional, específicamente de la ciencia;
- que la realidad es de orden natural, en el sentido de la no existencia de fuerzas o entes
pertenecientes a un orden de realidad diferente;
- que el método de acción o intervención sobre la realidad se fundamenta en la ciencia;
- que el cuerpo humano es un órgano natural, y que está expuesto a la acción de seres vivos
naturales (virus, bacterias, etc.) , que pueden provocar su enfermedad, o la muerte;
- que el cuerpo humano es un organismo que naturalmente muere;
- que las causas de enfermedad se hallan esencialmente en la acción de entes naturales, o en
procesos naturales del cuerpo humano.
Cuadro 7.
Bases conceptuales y culturales de sistemas médicos mapuche, popular y occidental.
1. Realidad
Modelo Mapuche Modelo Popular Modelo Occidental
Natural y
sobrenatural, en un
todo
Natural-Sobrenatural Natural
2. Conocimiento de
la realidad
Conocimiento
mágico y empírico-
racional y no
racional
Conocimiento
empírico-racional y
no racional, fe
Conocimiento
empírico-racional
3. Lógicas Lógica causal, no
probabilística
Lógicas diversas Lógica causal y
probabilística
4. Cuerpo humano Ente integral, parte
de una realidad que
es un todo
Ente constituido por
cuerpo y alma
Ente natural
biofisiológico, físico
5. Entes de la
realidad
Entes naturales y no
“naturales”
Entes naturales y no
naturales
Entes naturales
6. Realidad (niveles,
mundos)
Distintos niveles
(sólo para el análisis)
Distintos niveles,
empírica y
teóricamente
Una realidad, un
nivel
7. Cuerpo humano
y muerte
Su muerte es natural
sólo en ciertas
circunstancias
Su muerte es natural Su muerte es natural
8. La enfermedad Evento mayormente
natural
Evento natural y no
natural
Evento natural
9. Concepción,
etiológica.
Terapéutica
Base moral,
sociocultural
Base moral,
socioreligiosa
Base empírica,
racional
El sistema médico occidental, sin embargo, puede validar, también de acuerdo a su lógica
empírica racional, ciertas prácticas etiológicas y/o terapéuticas del sistema médico indígena.
Ello, sin embargo, no implica el fortalecimiento de este modelo ni de su sistema médico; se
trata sólo de una apropiación o aprovechamiento por parte del sistema occidental, en tanto él
no incorpora los elementos definitorios de los supuestos y del sistema médico cultural
indígena. Este puede concebirse como un caso de "cultura apropiada", pero desde el sistema
occidental, que integra los elementos de otros sistemas a los canones, pautas y marcos de su
propio sistema. En este contexto estaría también la adopción por parte de la medicina oficial
de la farmacopea indígena latinoamericana y la utilización de los principios activos d: las
plantas nativas, hecho que, al contrario, Pedersen presenta como ejemplo de "impregnación"
del modelo tradicional-popular hacia el modelo oficial.
Las concepciones cognitivo culturales en el ámbito de la salud, entre los modelos popular y
mapuche, tienen áreas de compatibilidad como la concepción moral de la enfermedad y la
Intervención del mundo mágico- religioso, así como muchas otras de diferencia y conflicto
que se manifiestan básicamente en los contenidos del modelo ideológico. Sin embargo ya
señalábamos que es posible observar áreas de "compatibilidad" de supuestos entre los
modelos médicos indígena y popular, principalmente en las áreas rurales. Esta compatibilidad
está dada fundamentalmente por el conjunto conformado por creencias sincréticas de ambos
mundos:
• Creencia en un mundo o realidad sobrenatural en que existen:: ciertas fuerzas
manipulables por otras, o por el ser humano, y que tienen capacidad, o puede
dotárseles de ella, para afectar a otro ser humano, específicamente en su salud.
• Los componentes fuertemente morales -aunque sus bases culturales sean distintas-
relacionados con la causa de enfermedades y con la práctica terapéutica.
Desde este punto de vista, lo que hemos presentado en este libro como "medicina popular
mapuche" pareciera representar el ámbito donde se producen con mayor claridad estos
fenómenos de transacción cultural, y donde por ende parecen actuar y conducirse, en el plano
de la salud, en un marco de verdadero sincretismo entre ambos componentes conceptuales -
debido a que sólo existen cercanías cognitivas entre los modelos propios de las etnias y los
desarrollados por sectores populares y marginales. Sin embargo estos procesos de sincretismo
e integración no pueden esconder la matriz cultural diferente de la cual derivan los conceptos
y prácticas que están en .juego.
Dicho de manera más explícita: no es lo mismo utilizar mecanismos mágicos para la curación
de una enfermedad recurriendo a un santiguador, rezando a la virgen María, utilizando la
Biblia y persignando al enfermo, que hacerlo recurriendo a una machi que se relaciona direc-
tamente con el Wenu Mapu, se comunica con los dioses y los espíritus ancestrales, entra en
trance durante el ritual chamánico y realiza las operaciones de extracciones del "mal" que
garantizan el éxito del proceso terapéutico. Los contenidos culturales y los modelos
ideológicos utilizados son, evidentemente, diferentes.
Las nociones y marcos cognitivos culturales en el ámbito de la salud presentan algunas áreas
de compatibilidad entre los modelos popular y occidental, esencialmente en el dominio de
concepciones preventivas relativas a salud mental y familiar, pero se diferencian radicalmente
en la concepción bio-fisiológica de la enfermedad (por una parte) y la moral-religiosa por
otra.
En este contexto de interacción y conflicto, una hipótesis es que procesos migratorios,
educacionales, religiosos, socioeconómicos y socioculturales que influyen sobre la sociedad y
cultura mapuche, afectarán fuertemente el modelo médico tradicional, tendiendo a la
reformulación de sus supuestos y, probablemente, a la extinción o falta de vigencia de ellos
en un cierto plazo. Por otra parte los factores de funcionamiento institucionales, las lógicas de
desarrollo y los procesos tecnológicos de la medicina occidental, junto a las variables
socioculturales y económicopolíticas contribuirán a la mantención y aún a una mayor
vigencia del modelo médico popular. Esto, tanto por el carácter desigual del acceso al sistema
médico oficial, (imposibilita a un importante sector de la población de contar con un servicio
de calidad) como por los procesos desintegrativos del modelo médico étnico tradicional, que
recurre a incorporaciones progresivas de elementos provenientes de la tradición popular
occidental.
Desde otro punto de vista, el conflicto entre sistemas médicos se expresa en la relación entre
agentes terapéuticos: en términos generales, los agentes de salud de la medicina oficial y
tradicional, en lugar de asistirse recíprocamente se oponen, a raíz de percepciones
mutuamente negativas respecto del rol que cumplen. Esta actitud de rechazo o de falta de
consideración hacia las prácticas de la medicina mapuche es generalizada entre los agentes de
la medicina oficial, que representan un modelo cultural particularmente exitoso y con
pretensiones de universalidad y muy frecuente ente los especialistas de la medicina popular
(santiguadores, componedores, curanderos, médicos naturistas, etc.). No lo es, por el
contrario, entre los especialistas tradicionales indígenas, que han aprendido a conocer la
eficacia (le los servicios de salud oficial ya considerar los recursos de la medicina moderna
dentro de su estrategia terapéutica, practicando en forma frecuente la derivación extrasistema.
El intercambio y la complementación entre sistemas se podría realizar, en cambio, si los
agentes de todos los sistemas médicos y en particular los profesionales de la medicina
occidental, reconocieran la especialización, las diferentes funciones, los modelos
conceptuales de cada uno de los sistemas médicos (incluido el propio) e intercambiaran sus
recursos en una forma aceptable social y culturalmente.
En todo caso el rechazo que la medicina tradicional produce va mucho más allá del tiempo de
salud oficial e involucra la “opinión pública” del ámbito urbano occidental. La gran mayoría
de la población está acostumbrada a prejuzgar, en general, las expresiones de la cultura
indígena. Este fenómeno de rechazo se ha expresado históricamente en forma particular en el
ámbito de la salud-enfermedad, donde se sigue mirando a los rituales terapéuticos
tradicionales como fenómenos de brujería, superstición o más recientemente con
paternalismo benévolo.* Esta opinión es en general compartida por los profesionales y
auxiliares del servicio de salud oficial, que conciben a la medicina tradicional como un
fenómeno producto del atraso y de la falta de educación o como prácticas culturales
destinadas a desaparecer.
Finalmente, otro terreno donde muy frecuentemente se expresa é: "conflicto entre modelos
médicos" es el del tratamiento terapéutico, que por supuesto se origina a partir de una
diferente interpretación de, los fenómenos mórbidos. Así como es posible que la intervención
del sistema médico tradicional se complemente con la que se realiza en el marco de la
medicina oficial, es también posible que las indicaciones terapéuticas de agentes de uno u
otro sistema se contradigan entre sí.
En 1991, por ejemplo, una mujer mapuche de 36 años de edad, al tener enferma a su hija de
12 años, demandó la visita domiciliaria de un médico que se hallaba en el sector ese día. La
niña había perdido repentinamente el apetito con la consecuente pérdida de peso, sentía
dolores; musculares con calor localizado en la parte superior de la espalda y presentaba
decaimiento generalizado. Como el padre de la enferma padecía tuberculosis el médico pensó
en un posible contagio, indicando el traslado al Hospital de Nueva Imperial para realizar los
análisis correspondientes. La madre se opuso, por considerar que el diagnóstico médico era
equivocado, ya que los síntomas empezaron a manifestarse después de un movimiento brusco
en clase de gimnasia. De acuerdo a su versión y al diagnóstico casero realizado, se trataba de
"una cortadura de carne" que podía sanar con tratamiento casero y con algunos analgésicos
que ella requería del profesional médico. Efectivamente, el seguimiento del caso al arrojó
como resultado el restablecimiento de la salud de la niña.
La situación más frecuente de disparidad de acciones entre agentes de distintos sistemas es
aquella en que el equipo de salud oficial se encuentra enfrentado a una patología urgente y
que requiere hospitalización. La interpretación nativa del fenómeno, en cambio, puede
postular la intervención de factores sobrenaturales o, sencillamente, la existencia de otro tipo
de enfermedad. La situación puede adquirir un carácter dramático cuando, desde el punto de
vista médico oficial, es necesario proceder con rapidez para salvar la vida del paciente.
El "conflicto" también puede expresarse de otra manera: por ejemplo cuando la terapia
* Las numerosas relaciones de los cronistas o viajeros de los siglos pasados representan un testimonio clarísimo
al respecto, clarísimo en el intento de demostrar el supuesto carácter "primitivo” o "salvaje' de las poblaciones
nativas se concentraron en particular en los rituales médicos y en las prácticas de los que ellos llamaban "hechi-
ceros" (machi) o enviados del “diablo”.
llevada a cabo en un establecimiento oficial choca contra la voluntad del enfermo mapuche
por el tipo de interpretación que se da a la enfermedad, por procedimientos realizados o por
mecanismos que se utilizan para combatir la enfermedad o sus signos. En las residencias
hospitalarias es frecuente encontrarse con situaciones de esta naturaleza; particularmente en
aquellas "enfermedades" (como las materno infantiles) para las cuales se acude
mayoritariamente al hospital: el caso del destino de la placenta al término del par(o es el que
más comúnmente se cita para explicitar este conflicto interpretativo.* También incide el
mecanismo que el enfermo considera adecuado para su recuperación.
Al respecto, N.P.L., hombre mapuche de 56 años comenta del siguiente modo su experiencia
hospitalaria:
Yo no sé porqué me tienen yeso' en la pierna, me tienen aquí botado, sin moverme.
Yo creo que los huesos necesitan movimiento, así nunca me voy a sanar ... Quiero que
me den de alta luego para volver a mi casa y sacarme este yeso que me molesta.
4. Crisis de la identidad
El hecho de vivir en una situación étnica desigual, o de llevar una "vida entre dos mundos"
constituye hoy un fenómeno universal y ampliamente estudiado.** Para las personas que han
de vivir entre sociedades diferentes y aún antagónicas en su historia, la aculturación puede
asumir un matiz de intensa conmoción. Los grupos indígenas latinoamericanos, y entre ellos
los mapuches, combaten por salvaguardar la identidad amenazada e integrarse en las nuevas
situaciones históricas en las cuales se encuentran; sobrevivir y luego trascender, o sea
construir procesos de síntesis y nueva creación cultural. Cualesquiera sean sus condiciones
sociales y, aún más cuando el proceso de contacto se realiza en condiciones de alta
marginación y precariedad económica, estos grupos pasan por fases de transición, entre la
separación de su propia matriz cultural y la readecuación a nuevos estándares de vida; una
transición que pone a prueba su grado de individualidad c identidad. El proceso da lugar a
situaciones de sufrimiento psíquico, tenso aprendizaje y trabajo de elaboración que
repercuten en la mente, el cuerpo y el mundo exterior.
* La placenta para los mapuches representa un elemento simbólico y cultural de gran importancia para la vida de
la persona y su destino futuro. Encarna uno de los principios vitales fundamentales y es necesario apropiarse de
ella para proceder a un entierro ritual, en el lugar de procedencia del individuo. Todo esto, naturalmente choca
contra el destino de la placenta en la residencia hospitalaria convencional.
** Entre otros trabajos recordamos a este propósito los estudios sobre poblaciones migrantes, desplazadas. Ver
Nassim Yapey Expatriación y salud mental y El proceso transcultural en América Latina (ver bibliografía).
El sujeto, la familia y el grupo han de abandonar paulatinamente, so pena de quedar
marginados, muchas actitudes y creencias (no sólo en el ámbito de la salud-enfermedad), e
incorporar conductas que armonicen con la cultura dominante. Primero renuncian a
elementos superficiales y adoptan, en forma pragmática, otros que les permiten acceder al
mundo de la modernidad; siguen luego transformaciones más decisivas, que generan
conflictos con sus exigencias afectivas, intelectuales y sociales. Como consecuencia pueden
surgir también enfermedades de gravedad, especialmente de carácter siquiátrico.
La praxis mostrará la adecuación del individuo a su habitat cultural: su pobreza de recursos y
su creatividad frente a procesos de decisiones y opciones, las aptitudes frente a los cambios,
la capacidad para realizar las discriminaciones críticas necesarias durante los procesos de
transformación cultural, la capacidad para modificar su percepción y sus condiciones de vida.
En este sentido la situación de aculturación tal como se produce hoy en la IX región, denota
en varios casos una influencia que rebaja la organización social, empobrece los patrones
culturales y puede conducir a la decadencia o agonía de una comunidad. Su significado es
enorme, ya que en el quiebre radical de los valores culturales, en las múltiples escisiones de
la personalidad y en la secuela de los conflictos crónicos, se asientan las condiciones
desfavorables de la forja de una identidad más o menos coherente y dinámicamente estable,
que permita al individuo configurar una ideología crítica acorde con sus hondas necesidades
y posibilidades, superar los obstáculos de su medio ambiente y establecer una cultura original
y autoconsciente.
A veces entre las personas que viven este estado de cosas, que sufren los bruscos procesos de
cambio que conlleva la migración campo-ciudad, la transformación de las referencias
valóricas y morales, el desprestigio social y el racismo étnico se observan patéticamente las
resultantes deculturales: la vivencia de desarraigo, la falta de anclaje familiar y social, la
crisis desintegradora, la crisis de identidad y las alteraciones sicopatológicas.*
Biedermann, en un estudio en detalle de 10 pacientes mapuches hospitalizados por un año en
el Hospital siquiátrico de Santiago, demuestra que 5 presentaron el síndrome de sicosis aguda
oniroide, las que fueron diagnosticadas etiológicamente como sicosis reactivas:
* En 1965, en una revisión de fichas clínicas de pacientes mapuches del Hospital Siquiátrico de Santiago, el
antropólogo Carlos Munizaga registró un 50% de diagnósticos de “Psicosis en débil mental” lo que hizo en un
error de apreciación inducido por la barrera cultural entre médico y paciente. Posteriormente, Muñoz y
colaboradores hicieron un estudio comparativo entre 276 fichas de pacientes con uno o dos apellidos mapuches
y un número equivalente de pacientes no-mapuches; resultó que un 60.6% de pacientes mapuches presentaban
sicosis confusionales (oneiriformes) frente a un 16.3% de los chilenos.
Se trataba de pacientes muy jóvenes, todos solteros, cuatro de los cuales presentaron
la eclosión de Ia psicosis entre días y meses después de la migración a la ciudad. La
quinta presentó la psicosis al cabo de dos años de trabajo como empleada doméstica
en casa de una viuda que vivía sola y mantenía a la paciente en condiciones de fuerte
aislamiento.6
Otros dos pacientes presentaron episodios oniroides teniendo un cuadro de fondo de psicosis
endógena. Sólo en dos pacientes diagnosticó debilidad mental.
El conflicto étnico se presenta como uno de los elementos fundamentales en todos los casos.
Los pacientes se mostraban renuentes a ser identificados como mapuches, y esta negativa los
mantenía aislados de su propia tradición cultural. Identificarse con su cultura en este contexto
significaba para ellos identificarse con lo que era un objeto de destrucción, de sometimiento y
de lo rechazado. En la medida en que se reconciliaban con su propia cultura el fenómeno
sicótico fue desapareciendo y de hecho todos los pacientes con sicosis aguda oniroide
terminaron por volver a sus comunidades.
Desde el punto de vista sicosocial las personas entre culturas enfrentan una movilidad
constante en un sentido "horizontal" y paralelamente otra en sentido "vertical": la primera se
relaciona con el cambio de espacio vivencial, con un constante deslizarse entre mundos de
valores distintos y contradictorios; la segunda, con el cambio de estatus, sea inferior o
superior, ligado a las condiciones de vida ya la apreciación social del nuevo ambiente, que se
expresa en un continuo intento de acceso a mejores condiciones de vida y a la apreciación
social del nuevo ambiente, que se expresa en un continuo intento de acceso a mejores de vida
que está, en general, condicionado al abandono dela cultura materna u originaria.
Esta fragilidad del "ser cultural" moviliza las ansiedades fundamentales del sujeto y
representa un riesgo fundamental de aparición de cuadros mórbidos, o enfermedades. En este
ámbito quisiéramos volver a plantear algunas de las posiciones de E. De Martino, cuando
señala la importancia de la cultura (y de la identidad en ella) como un elemento creativo y
protectivo del sujeto, frente a los múltiples y muchas veces incontrolables fenómenos de la
realidad natural y de la evolución histórica.7 Según este autor, el hecho de perder esta
potencia, este filtro, este código de comunicación con la realidad constituye un riesgo
individual gravísimo. Puede desembocar en desintegración individual y grupal, que en
algunos casos se transforma en experiencias mórbidas: posesión por agentes mágicos
externos, sentimientos de vacío y despersonalización, delirios de influencias, aparición de una
alteridad sui generis que amenaza constantemente la vida humana y la libre convivencia.
La formación y la permanencia de esta situación de "fragilidad de la presencia cultural" se
agrava en individuos que permanecen entre culturas que mantienen una relación fuertemente
desigual, porque en ellos el mejoramiento de niveles de vida tiende a presentarse en términos
de una constante "fractura " entre dos o más espacios culturales, sin que sea posible encontrar
elementos de equilibrio o armonía que permitan trascender; esto, tanto en el caso en que la
fractura ha sido buscada, persiguiendo un mejoramiento de la posición social del individuo y
el acceso a la modernidad, como en el que haya sido “impuesta" por las situaciones de
contacto con el mundo contemporáneo.
Es evidente que la situación del pluralismo cultural en el área de la salud, de co-presencia de
sistemas médicos es parte de esta realidad y tiene que ser tratada como tal, en particular en
cuanto en ella se manejan situaciones vitales que guardan relación con aspectos muy íntimos
y fundamentales de la existencia humana: la forma de concebir la vida, el cuerpo, la muerte,
la enfermedad. Esta pluralidad de creencias y experiencias vitales puede ser vivida en forma
armónica y equilibrada pero también, si el contexto no lo permite, puede representar un
escollo capaz de producir en la trayectoria existencial de un individuo conflictos y
desorientación.
De aquí la importancia de la problemática de la identidad y del derecho, a la cultura; no solo
como derecho al consumo de determinados productos culturales universales, sino como
derecho al ejercicio de la cultura propia, es decir a la creación y apropiación, a partir del
reconocimiento del propio patrimonio histórico:
Esa creación, esa actividad cotidiana que consiste en identificar problemas, formular
deseos y hallar e instrumentar los medios para resolverlos y alcanzarlos, solo es
posible a partir de la cultura propia, de aquello que se conoce, se siente, se maneja y
se controla.
La participación activa, el impulso innovador, la capacidad creativa existen
únicamente cuando despegan de la cultura propia, cuando aceptan su arraigo en ella,
cuando descansan en su ejercicio. Por eso el problema de la cultura no es un adorno
superfluo, ni algo de lo que hay que preocuparse solo después de que otros problemas
estén resueltos. Por el contrario: es el problema de la democracia, está en su esencia
ya que ni siquiera es concebible la participación de cualquier colectividad en un
terreno que no sea el de su propia cultura, esto es su historia condensada, decantada y
viva.8
El desarrollo de una genuina interculturalidad (entendida como capacidad de moverse
equilibradamente entre valores culturales diferentes ya veces contrapuestos) supone, por
tanto, asumir valores culturales que se asimilan y concientizan a partir del mantenimiento de
una identidad; esta asimilación significa compartir rasgos, sentimientos y pautas
conductuales, y en consecuencia desarrollar una cultura común o renovada; una cultura
puesta al servicio de un proyecto nacional plural capaz de movilizar a todos sus componentes
étnicos sociales en pos de un desarrollo endógeno y liberador.