CIRUGÍA BARIÁTRICA ESTÉTICA
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CIRUGÍA BARIÁTRICA ESTÉTICA:
¿UN CONCEPTO VÁLIDO O UNA TRANSGRESIÓN ÉTICA?
ÓSCAR MUÑOZ PÉREZ
Documento presentado como requisito para optar al título de: Magíster en Bioética
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
INSTITUTO DE BIOÉTICA
MAESTRÍA EN BIOÉTICA
BOGOTÁ, COLOMBIA
2020

iii
Nota de aceptación
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Presidente del jurado
____________________________
Jurado
____________________________
Jurado
Bogotá, noviembre ___ de 2020

iv
DEDICATORIA
A mi familia, por su comprensión, tolerancia y
paciencia durante mi proceso académico.
A mis pacientes, objetivo fundamental de mi
ejercicio quirúrgico.
AGRADECIMIENTOS
Agradezco a mis profesores por su inmensa sabiduría y su capacidad de transmitirla.

v
CONTENIDO
Dedicatoria ............................................................................................................................... iv
Agradecimientos ......................................................................................................................... iv
Contenido ................................................................................................................................ v
Lista de tablas ........................................................................................................................... vii
Lista de figuras ......................................................................................................................... vii
Abreviaturas y siglas ............................................................................................................... viii
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................... 1
CAPÍTULO 1. MARCO TEÓRICO REFERENCIAL ........................................................................... 10
1.1. Cirugía bariátrica ........................................................................................................... 10
1.2. Obesidad ........................................................................................................................ 12
1.2.1. Etiología de la obesidad ............................................................................................ 12
1.2.2. Clasificación de la obesidad ...................................................................................... 13
1.2.3. Epidemiología de la obesidad ................................................................................... 14
1.2.4. Obesidad y enfermedades asociadas ......................................................................... 14
1.2.5. Implicaciones socioeconómicas del sobrepeso y la obesidad ................................... 16
1.2.6. Aspectos emocionales del paciente con obesidad ..................................................... 18
1.2.7. Tratamiento de la obesidad ....................................................................................... 19
1.2.8. Tratamiento farmacológico de la obesidad ............................................................... 20
1.2.9. Tratamiento quirúrgico de la obesidad...................................................................... 21
1.3. Conclusión ..................................................................................................................... 25
CAPÍTULO 2. EL PARADIGMA CASUÍSTICO Y LOS PRINCIPIOS .................................................... 28
2.1. Ética casuística en los retos morales de la práctica clínica ............................................ 28
2.1.1. Indicaciones médicas. Beneficencia y no maleficencia ............................................ 35
2.1.2. Preferencias del paciente. Autonomía ....................................................................... 37
2.1.3. Calidad de vida. Beneficencia ................................................................................... 43
2.1.4. Rasgos contextuales. Justicia .................................................................................... 46
2.2. Conclusión ..................................................................................................................... 52

vi
CAPÍTULO 3. CIRUGÍA BARIÁTRICA CON FINES ESTÉTICOS: EL CASO ....................................... 54
3.1. El caso ......................................................................................................................... 54
3.2. El culto al cuerpo y la belleza en la sociedad actual ...................................................... 57
3.3. Cirugías estéticas: medios para la búsqueda de la felicidad .......................................... 59
3.4. Realce estético y calidad de vida ................................................................................... 60
3.5. Ética, estética y cirugía .................................................................................................. 64
3.6. Autonomía y toma de decisiones ................................................................................... 65
3.7. Indicaciones médicas: ¿rígidas en el tiempo o variables? ............................................. 68
3.8. Cirugía bariátrica con fines estéticos y su contexto ....................................................... 69
3.8.1. Relación médico-paciente ......................................................................................... 70
3.8.2. El cirujano y su temor jurídico: otro rasgo contextual. Consentimiento informado . 72
3.8.3. Costos de la cirugía bariátrica y su contexto............................................................. 75
3.9. Conclusión ..................................................................................................................... 75
CAPÍTULO 4. CONCLUSIONES ...................................................................................................... 77
REFERENCIAS ............................................................................................................................ 82
APÉNDICES .............................................................................................................................. 93
APÉNDICE 1. Encuesta realizada a cirujanos bariátricos de Colombia adscritos a Acocib ........ 94
APÉNDICE 2. Encuesta .................................................................................................................. 2

vii
LISTA DE TABLAS
TABLA 1. Clasificación de la obesidad de acuerdo con el IMC ................................................ 13
TABLA 2. Comorbilidades de la obesidad ................................................................................. 16
TABLA 3. Analogía entre parámetros y principios .................................................................... 35
LISTA DE FIGURAS
FIGURA 1. Manga gástrica ......................................................................................................... 24

viii
ABREVIATURAS Y SIGLAS
Acocib Asociación Colombiana de Obesidad y Cirugía Bariátrica
ENSIN Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia
NASH esteatohepatitis no alcohólica
IFSO Federation for Surgery of Obesity
IMC índice de masa corporal
OMS Organización Mundial de la Salud
OPS Organización Panamericana de la Salud
SAHOS síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño
Unesco Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura

1
INTRODUCCIÓN
Unos diez años atrás, a mi consulta rutinaria asistió una paciente interesada en practicarse una
cirugía para pérdida de peso (cirugía bariátrica). Se trataba de una mujer con cerca de treinta
años de edad con un leve exceso de peso que, a mi juicio de observador, era insignificante,
pero que para ella era muy evidente. La paciente tenía claro que estaba 15 kilos por encima de
su peso habitual, y que no había logrado llegar a su peso ideal tras varios intentos con manejo
dietético.
Inicialmente me negué a intervenirla porque consideré que estaba claramente excluida de
las indicaciones clínicas para lo que fue diseñada la cirugía bariátrica. Después de una
profunda conversación, que forma parte de cualquier consulta médica bien elaborada, me
expresó su problema con el sobrepeso, sus conflictos cotidianos, el deterioro de su autoimagen
y la imagen que proyectaba hacia los demás por sentirse gorda y fea, lo cual le producía
depresión frecuente.
Ya no eran para mí los albores de la cirugía bariátrica; existía una buena experiencia y
conocimiento sobre la misma. Después de sostener una ardua controversia con algunos
colegas y plantear un debate ético personal —y afirmo, debate ético (mi duda para intervenirla
era básicamente tener que agredir su cuerpo con una cirugía que no está indicada por las
asociaciones médicas, con lo que la expondría a un riesgo de complicaciones quirúrgicas)—,
analizamos junto con ella su motivo de consulta y los beneficios que podría obtener con mi
intervención. Al final convinimos realizar la cirugía, a pesar de no estar indicada y de
constituir una transgresión de las guías clínicas establecidas.
El episodio que acabo de relatar es solo uno de los incontables casos de pacientes con
sobrepeso leve que se están acercando a nuestros consultorios con el propósito de practicarse
una cirugía bariátrica para solucionar el exceso de peso que los atormenta. Como lo advierte
Rosario (2009), las motivaciones para ello son múltiples:
La imagen corporal incluye múltiples dimensiones como la percepción, las actitudes, la
cognición, el comportamiento, los afectos, el miedo a ser obeso, la evaluación, la
preferencia por la delgadez y la restricción al comer. El culto que rinde al cuerpo

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
2
nuestra sociedad es cada vez más importante; actualmente, hay toda una industria
basada en la sobrevaloración de la delgadez (p. 91).
La cirugía bariátrica agrupa una serie de procedimientos quirúrgicos que se han
establecido para el manejo de la obesidad mórbida1. Son cirugías diseñadas para pérdida de
peso, que se han utilizado como mecanismo de control de la obesidad y del exceso de peso de
las personas. Es un tratamiento agresivo e invasivo, pero con excelentes resultados en el
control de la enfermedad, con los consiguientes resultados benéficos para la salud física,
mental y social de las personas; además, es una forma de control de las enfermedades
asociadas que redunda en la mejoría de la autoestima del individuo y en el restablecimiento de
su entorno social y familiar por cuenta de la evolución positiva de su autoimagen (Hoyos y
Salazar, 2016).
Los buenos resultados de la cirugía bariátrica han hecho que muchas personas busquen el
procedimiento quirúrgico para solucionar el exceso de peso no solo en obesidad severa, sino
también en casos leves o aún en sobrepeso, con lo que el número de esta clase de cirugías ha
aumentado considerablemente. A pesar de ser uno de los métodos quirúrgicos más atacados y
controvertidos es quizás el que más ha crecido, afianzándose en los últimos 25 años. De ahí
que se haya establecido como especialidad y tenga un crecimiento exponencial en muchos
países. Este último aspecto lo corrobora el aumento del número de cirugías realizadas en los
últimos años, no solo en Colombia sino también en el mundo entero. En la actualidad, este
crecimiento se traduce en la realización de más de 400.000 procedimientos por año, con un
porcentaje de complicaciones realmente bajo (Angrisani et al., 2015).
Al disminuir de peso, hay una mejora en muchos de los problemas cardiovasculares,
respiratorios y mecánicos (Fouse y Brethauer, 2016). Pero la real revolución quirúrgica es el
alivio que la cirugía ofrece a los problemas metabólicos, específicamente el control de la
diabetes mellitus tipo 2, siendo aceptada por algunas sociedades médicas en el mundo como
tratamiento de elección para tal fin (Abbasi, 2017).
Se ha establecido que existe una clara relación entre la obesidad y otras enfermedades,
como también el alto riesgo de enfermar o morir por esta causa. La obesidad mórbida se ha
entendido como una enfermedad metabólica y se ha priorizado como un factor de riesgo de
enfermedad o muerte para las personas que la padecen. Por lo tanto, la cirugía bariátrica ha
sido enfocada como un procedimiento netamente funcional, con miras a solucionar un
1 Entiéndase como el aumento severo de la grasa y peso corporal, que se traduce en un riesgo para la salud.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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problema de salud en pacientes con obesidad mórbida, es decir, obesidad relacionada con
enfermedad o con una severidad patológica per se (Velasco y Haberle, 2003).
Para esta cirugía se han descrito múltiples técnicas, pero en realidad las que más se
utilizan en el mundo son el bypass gástrico y la manga o sleeve gástrico (Celio y
Pories, 2016). En el contexto del título de esta tesis, me refiero específicamente al sleeve
gástrico o manga gástrica, técnica relacionada con el objeto del análisis de este trabajo. El
nombre técnico de la manga gástrica es gastrectomía vertical, que consiste en el corte y
extirpación de un segmento del estómago para disminuir su capacidad, reducir la entrada de
alimentos y, por consiguiente, el aporte calórico con la consecuente baja de peso. Se obtiene
además un efecto de rebaja del apetito por menor producción de una hormona llamada
ghrelina, que se produce en el segmento extirpado de estómago (Major et al., 2015).
Asimismo, el aumento del número de cirugías ha hecho que la experticia de los cirujanos
aumente y, por consiguiente, los buenos resultados en las intervenciones. No obstante, al
tiempo que las cirugías han aumentado, la exigencia en el límite del índice de masa corporal
(IMC)2 para definir el candidato quirúrgico ha disminuido, circunstancia que ha ampliado el
número de candidatos para la intervención. Cada vez el cirujano es más laxo en la selección
del paciente para cirugía, pues se ha disminuido el parámetro del IMC para la selección a 35 e,
incluso, a valores de IMC entre los 30 y 35 con enfermedades asociadas con la obesidad.
Según los criterios iniciales, los candidatos para la cirugía debían estar por encima de 40 o
presentar un valor cercano a los 35, pero con una comorbilidad grave concomitante. Ahora
bien, gracias a los evidentes buenos resultados de la cirugía, es cada vez mayor el número de
pacientes que consultan básicamente con un exceso de peso, pero que no presentan ninguna
enfermedad asociada. De hecho, las asociaciones médicas han ampliado los criterios de
inclusión para la cirugía gracias a un mayor conocimiento de la técnica y por sus buenos
resultados.
En la actualidad se dice que las indicaciones absolutas de cirugía bariátrica incluyen a
pacientes con un IMC superior a 40, así no tengan comorbilidad, o entre 35 y 40, que
presenten alguna enfermedad asociada. Además, la cirugía bariátrica se puede realizar en
pacientes que presenten un IMC de entre 30 y 35, con o sin enfermedad asociada, como
aparece en las guías de la Asociación Colombiana de Obesidad y Cirugía Bariátrica (Acocib)
como indicación relativa (Mikler y Guevara, 2014).
2 El IMC es el cociente de la división entre el peso en kg sobre la estatura en metros elevada al cuadrado. Es la
medida universal para categorizar el peso en el ser humano.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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La controversia entre los cirujanos bariátricos surge en ese paciente con sobrepeso, es
decir, con IMC entre 25 y 30 y con ausencia absoluta de enfermedad, que busca la cirugía para
perder peso con un fin netamente estético pues habrá cirujanos que estén de acuerdo en
intervenirlos, pero otros no. Este tipo de paciente es el sujeto de estudio de este trabajo, dado
que su caso genera un conflicto en la toma de la decisión de operar o no, pues para muchos no
tiene el exceso de peso suficiente como para pensar en ser intervenido, y se da por hecho que
debe perder peso con otros métodos, pero no con cirugía. Pero para otros si debería ser
operado teniendo en cuenta que para el paciente si es un exceso de peso importante y no ha
podido perderlo a pesar de haberlo intentado.
El debate sobre si la cirugía es conveniente para pacientes con un IMC por debajo de 30, o
con valores de entre 25 y 30 que no presenten alguna enfermedad asociada es bastante álgido.
El tema se ha tratado tanto en la Acocib como en la sociedad médica en general, y se
encuentra que prácticamente hay una negación de la sociedad para aceptar este tipo de
pacientes como candidatos para el procedimiento. Se puede sostener que los únicos de acuerdo
con una intervención de esta naturaleza son el paciente que se somete a la cirugía y el cirujano
que lo interviene. El paciente está buscando una solución a su problema y el cirujano cree que
puede llevarlo a un peso normal con una mínima probabilidad de complicaciones.
Sin embargo, por tratarse de una decisión controversial, muchos pacientes dudan en
consultar, y otros, que sí lo hacen, no tienen el apoyo o aprobación de su familia o de su
entorno, lo que les produce inseguridad. Por su parte, algunos cirujanos deciden no intervenir
al paciente, amparados en una firme convicción clínica de que el tratamiento no es necesario y
no se justifica realizarlo, mientras que otros no lo hacen por un evidente temor jurídico ante
una demanda (en las guías clínicas no está incluido el sobrepeso como indicación quirúrgica),
a pesar de estar convencidos de que es una opción bondadosa. A pesar de su convicción, estos
cirujanos omiten el tratamiento, como un acto de medicina defensiva negativa (Lifshitz, 2012).
Tomando como punto de partida el hecho de que el término cirugía bariátrica con fines
estéticos no está académicamente aceptado, pues el objetivo de la cirugía para pérdida de peso
es diferente a la ganancia estética, pretendo concluir en esta tesis que la cirugía bariátrica con
fines de realce estético es un procedimiento pertinente para aquellos pacientes con sobrepeso u
obesidad leve. Este tipo de pretensión puede interpretarse como un conflicto de interés o como
un sesgo en la propuesta, teniendo en cuenta que la mayor parte de mi ejercicio como cirujano
lo ocupo en la cirugía bariátrica y que evidentemente podría obtener beneficios económicos al
operar estos pacientes. Soy consciente que ese sesgo puede existir por la convicción que tengo

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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de las bondades del procedimiento, pero trataré de plantearlo de la manera más equilibrada
posible con argumentos desde la bioética.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA INVESTIGACIÓN
Durante mi experiencia de casi 20 años en cirugía bariátrica laparoscópica tanto en la
medicina institucional como en la práctica privada, he seguido con detenimiento su evolución
en el país. La práctica clínica me ha permitido observar la manera como en sus inicios, a
principios de este siglo, la cirugía bariátrica se ordenaba exclusivamente para pacientes con
obesidad extrema, hasta la actualidad cuando las indicaciones son mucho más amplias,
considerando a pacientes con obesidad leve. Tras dos décadas de trabajo, la experiencia
acumulada ha logrado que se alcancen cada vez mejores resultados, haciendo que aumente el
número de pacientes interesados en el procedimiento.
Pero el problema radica en que también están consultando personas con sobrepeso, pero
sin obesidad. Este tipo de pacientes no pueden ser intervenidos en razón a que no están
incluidos en las guías de manejo de las asociaciones científicas. Es decir, tenemos a un
paciente que ha decidido tratar su problema con una intervención que un cirujano está en total
capacidad para ejecutar, pero que no pude practicar por no estar determinada en las
indicaciones de cirugía. Las decisiones de los pacientes y sus necesidades, en muchas
ocasiones no encajan en los protocolos médicos establecidos previamente; asimismo, la
rigidez de estos protocolos va en contravía del motivo de consulta del paciente, quien asiste
por ayuda para una situación que para él es un problema, aunque no lo sea para los demás ni
para el médico tratante.
Así pues, en cuanto problema de investigación, en esta tesis se analiza el conflicto que
enfrenta a las preferencias de tratamiento del paciente con las indicaciones médicas. En tal
virtud, se aborda el conflicto desde la deliberación bioética con el propósito de dirimirlo y, por
qué no, solucionarlo.
Decido analizar la pertinencia de realizar o no la cirugía bariátrica estética motivado por el
alto número de personas que asisten a nuestra consulta agobiadas por el exceso de peso. Este
estudio es pertinente porque con base en los principios de la bioética se desea argumentar a
favor de la realización de un procedimiento que puede resultar más que conveniente en
pacientes que se están quedando sin solución a su problema. No obstante, como sé que se trata
de una decisión que suscita grandes controversias, la dejo planteada como pregunta de

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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investigación: ¿Es la cirugía bariátrica, con fines netamente estéticos un concepto válido, o es
una transgresión ética?
OBJETIVOS
En su calidad de brújulas que marcan el rumbo de esta investigación, se presentan a
continuación el objetivo general y los objetivos específicos.
Objetivo general
Examinar las razones por las que un paciente decide acudir al tratamiento quirúrgico para
resolver su problema de sobrepeso; asimismo, señalar que, si respetamos y apoyamos su
decisión estaremos obrando en beneficio del paciente y ejecutando una práctica médica
correcta así el procedimiento no esté estipulado en las guías de manejo clínico de las
asociaciones médicas.
Objetivos específicos
1. Considerar los componentes socioculturales que afectan la decisión de un paciente para
acudir en búsqueda de una cirugía para pérdida de peso.
2. Mencionar las técnicas quirúrgicas usadas y aprobadas para el tratamiento de la
obesidad.
3. Analizar la casuística y los principios de la bioética, como teorías que se usan en el
momento de afrontar la decisión que toma un paciente con sobrepeso leve de someterse
a una cirugía bariátrica.
4. Explorar la opinión de los cirujanos bariátricos en Colombia ante la realización de
cirugía bariátrica con fines estéticos.
JUSTIFICACIÓN
Las personas con un IMC inferior a 30 están excluidas de las indicaciones quirúrgicas para
cirugía bariátrica; no obstante, es cada vez más frecuente que acudan al consultorio del
cirujano en busca de este procedimiento, pues consideran que su sobrepeso está afectando su
salud. Como ya no se trata de casos aislados, sino de una población en aumento que se está

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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quedando sin soluciones, el tema merece una reflexión seria por parte los médicos que a diario
lo advierten.
Esta investigación hace una reflexión sobre una situación novedosa tanto para los
pacientes que acuden a nuestros consultorios para ser intervenidos como para los cirujanos que
deben realizar esa intervención. Asimismo, propone una posible resolución del problema que
ellos enfrentan, desde la argumentación bioética. La importancia de este trabajo radica en que
si se logra modificar —o por lo menos flexibilizar— los protocolos médicos, se podría
solucionar lo que para muchas personas es un problema de salud.
Lo que resulte de este análisis seguramente tendrá un impacto significativo en la práctica
médica de los cirujanos bariátricos, pero, sobre todo, sobre los pacientes. Sobre los primeros
porque podrán encarar con tranquilidad los problemas de sus pacientes, y sobre los segundos
porque encontrarán una solución adecuada a sus problemas de sobrepeso, así sea leve. De
igual manera, este análisis aboga a favor de la posibilidad de ampliar las indicaciones de
cirugía para pérdida de peso, teniendo en cuenta que se busca la solución a un motivo de
consulta frecuente para algunos pacientes en la actualidad. Ello proporcionaría mucha
tranquilidad al cirujano en su trabajo pues al estar respaldado por las sociedades científicas
evitaría el temor jurídico y se superaría un eventual conflicto de interés teniendo en cuenta que
se busca más el beneficio de los pacientes que los intereses particulares de los médicos.
Simultáneamente se mejoraría la calidad de vida de las personas que necesitan una solución
para su problema de sobrepeso.
Finalmente, lo que se busca es acercar las indicaciones médicas y las preferencias de
tratamiento de pacientes y cirujanos. De conseguir esta congruencia de intereses, la relación
médico paciente sería más armónica y satisfactoria, y se resolvería de paso el problema
planteado en esta tesis, al tiempo que quedaría abierta la posibilidad de hacerlo con cualquier
patología clínica.
METODOLOGÍA
En este trabajo se realiza un estudio teórico argumentativo a través de la deliberación ética
desde el contexto del principialismo biomédico y de la ética casuística para dar razones de la
puesta en práctica de una ética de máximos desde el ejercicio de la cirugía bariátrica con base
en la experiencia del autor en la aproximación conceptual y práctica al enfrentar la consulta y
tratamiento de pacientes que buscan cirugía bariátrica sin tener obesidad como diagnóstico.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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Como mecanismo de recopilación de información se aplicaron dos encuestas a 100
personas escogidas aleatoriamente con un peso normal y a cirujanos bariatras miembros de la
Asociación Colombiana de Cirugía Bariátrica. La primera, que consta de una sola pregunta,
tiene el propósito de conocer la percepción de los pacientes ante un eventual aumento de peso
superior a 15 kg y su probable manejo quirúrgico. La segunda, dirigida a los cirujanos
bariatras, busca conocer su posición frente a la realización de un procedimiento que no está en
las guías de manejo establecidas.
El trabajo se desarrolla en tres capítulos que discurren de la siguiente manera. En el
primero se hace una descripción del contexto médico y quirúrgico de la cirugía bariátrica. Con
un lenguaje sencillo se explica qué es la obesidad, cuáles son sus implicaciones médicas y se
examina el aumento exagerado de su incidencia y su tratamiento. Además, se expone
brevemente la técnica quirúrgica conocida como manga gástrica, y se plantea el motivo por el
cual los pacientes se acercan a los consultorios de los cirujanos con el propósito de perder peso
mediante este tipo de cirugía.
En el segundo capítulo se identifican las teorías bioéticas que se utilizaron para
aproximarse al problema. En esta oportunidad se examina un caso cotidiano de consulta
médica, en el marco del ejercicio de la cirugía para la obesidad y el control del exceso de peso,
es decir, un caso de bioética clínica. Para ello se ha utilizado la ética casuística y el
principialismo bioético. Se recurre en esta ocasión a la casuística por ser una práctica bastante
utilizada en el ámbito médico para aproximarse a los casos específicos de bioética clínica.
El tercer capítulo presenta un análisis detallado del problema. Se observa el valor que
el cuerpo y la belleza ostentan en la sociedad actual, y la importancia que el aspecto físico
tiene en el comportamiento social del ser humano. Se examina también la influencia de la
belleza y de la estética en la vida cotidiana, la práctica rutinaria de la cirugía plástica en
algunos países latinoamericanos con propósitos de realce estético del cuerpo humano, y la
práctica de la cirugía bariátrica con fines estéticos en un determinado grupo de pacientes.
Finalmente, se trata de identificar las razones que llevan a las personas a buscar soluciones
quirúrgicas para alcanzar su peso ideal, como también las razones que pueden hacer que un
cirujano decida intervenir o no al paciente.
En el cuarto y último capítulo se exponen algunas conclusiones y reflexiones que esta
tesis concita, y se presenta la posición del autor respecto de la pregunta que motiva el título de
este documento. En el contexto planteado, y siempre atendiendo los principios bioéticos y la
ética casuística, se considera que es oportuno ofrecer una solución para aquellos pacientes que

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buscan una cirugía que el ámbito médico conoce y domina con precisión, pero que no puede
ejecutar por no estar incluida en las indicaciones quirúrgicas de esa intervención.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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1. CAPÍTULO 1
MARCO TEÓRICO REFERENCIAL
n este capítulo se exponen las definiciones básicas de tres conceptos: obesidad,
cirugía bariátrica y gastrectomía vertical en manga por videolaparoscopia, con la
intención de poner al lector en contexto. Luego se explica que la obesidad es una
enfermedad con causas conocidas, que conlleva perjuicios sociales, económicos, sanitarios y
clínicos, así como físicos y psicológicos. Más adelante se ofrece un recorrido por los
diferentes tratamientos hasta llegar al tratamiento objeto de interés de este trabajo, la cirugía
para pérdida de peso, y se describe someramente el procedimiento. Sea la oportunidad para
recordar que este trabajo es un análisis bioético de los últimos veinte años de las indicaciones
para realizar el procedimiento, mas no un análisis de carácter técnico-quirúrgico.
1.1. CIRUGÍA BARIÁTRICA
Etimológicamente, la palabra bariátrico viene de baros, que traduce tamaño o peso (Mickler y
Guevara, 2014). Así pues, la cirugía bariátrica es el procedimiento quirúrgico para controlar el
exceso de peso, entendido como obesidad cuando este exceso es superior a 30 kg. Aunque es
conocida hace más de 50 años, la cirugía se abandonó por la alta morbilidad que producía el
procedimiento convencional, es decir, grandes incisiones por vía abierta. Sin embargo, se
retomó a finales del siglo XX con la llegada de la cirugía laparoscópica, que es mínimamente
invasiva porque involucra incisiones pequeñas en la piel, lo que se traduce en una menor
agresión quirúrgica al organismo y grandes beneficios para el paciente en términos de mejor
recuperación, menor dolor e incapacidad y posibilidades de infección. Todos estos beneficios
son mucho más evidentes en el paciente obeso por la complejidad técnica que él implica.
La cirugía bariátrica, o cirugía para pérdida de peso, se diseñó e implementó como
tratamiento quirúrgico para la obesidad mórbida con el ánimo no solo de controlar el gran
exceso de peso, sino también de mejorar las diferentes enfermedades asociadas y los
problemas mecánicos secundarios al sobrepeso. Pero en la medida en que se ha perfeccionado
E

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esta técnica quirúrgica, se ha disminuido la probabilidad de complicaciones y la mortalidad
asociada al procedimiento y los beneficios son más contundentes, esta intervención se ha
convertido en el tratamiento de elección para pacientes con obesidad mórbida. También es
cierto que la medicina y la ciencia están presentando muchas dificultades para el tratamiento y
control adecuado del exceso de peso de las personas, motivo por el cual las consultas por esta
causa van en aumento. Es por esta razón que con el propósito de recomendar la cirugía
bariátrica como mecanismo de control del sobrepeso, el rango del IMC se ha venido
ampliando gradual y sistemáticamente (Busetto et al., 2014).
Aunque la obesidad está relacionada con diversas enfermedades (ver numeral 1.2.4.), la
presencia de esa sola patología produce en las personas múltiples problemas físicos,
mecánicos y psicológicas. Estos efectos tienen un impacto negativo en la autopercepción y en
la percepción social de las personas, que conducen en muchas ocasiones a la discriminación
laboral, social, académica y familiar. Las secuelas de esas situaciones son más profundas en
los adolescentes, pues son especialmente vulnerables frente a la discriminación o el rechazo
(Herranz, 2015).
Es lógico pensar que una persona con un estilo vida saludable, que incluya actividad física
y ejercicio regular, bajos niveles de estrés y una alimentación balanceada, está en buen camino
para prevenir y evitar el sobrepeso y la obesidad. Pero el vértigo de la vida moderna, la
sociedad y el mundo, hacen que las personas vayan en contravía de esta directriz, pues el
estrés permanente, el sedentarismo y los malos hábitos alimentarios son el común
denominador de la obesidad, enfermedad catalogada como la epidemia del siglo XXI
(Sánchez, 2004).
De la mano de la obesidad está el sobrepeso, que si bien no está descrito como enfermedad
en el Código Internacional de Enfermedades CIE 10 (OPS, 2003), sí está involucrado en todas
las descripciones relacionadas con la obesidad, ya que es un factor de riesgo importante para
desarrollarla. Desde lo estético es lo opuesto a la cultura del cuerpo bello y la delgadez, y
también se encuentra asociado a la medicalización de la vida3. Así pues, el sobrepeso empieza
3 Según Orueta (2011):
Actualmente, la definición más aceptada sobre medicalización es la propuesta por Kishore, que la define
como la forma en que el ámbito de la medicina moderna se ha expandido en los años recientes y ahora
abarca muchos problemas que antes no eran considerados como entidades médicas y para los que la
medicina no dispone de soluciones adecuadas ni eficaces. Quizás pueda ser más clara la definición que
considera la medicalización como la conversión en procesos patológicos de situaciones que son y han sido
siempre completamente normales y el pretender resolver mediante la medicina, situaciones que no son
médicas sino sociales, profesionales o de las relaciones interpersonales (p. 151).

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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a formar parte de todo el entorno de salud-enfermedad y constituye una causa de múltiples
consultas de pacientes que, sin tener obesidad, buscan alguna solución convencional o no
convencional, médica o quirúrgica (cirugías estéticas) para solucionarlo. En este contexto se
debe contemplar el exceso de peso, así sea leve, como un problema que afecta la salud mental
y el bienestar social de algunos individuos. Por esta razón, las personas con sobrepeso, con el
ánimo de buscar soluciones, de mantener una buena figura y de estar alejados del estigma de
la obesidad, buscan cada vez más la cirugía bariátrica con el objetivo de mejorar su
autoimagen, la imagen que proyectan hacia su entorno y mejorar también su salud mental. Así
pues, es claro que el objetivo del paciente con sobrepeso leve con la cirugía bariátrica es uno
que dista del propósito fundamental que dio origen al procedimiento.
1.2. OBESIDAD
La palabra obesidad proviene del latín obesus, que significa completamente nutrido; parte de
su origen ob: encuentro con el tope y esus: comido o devorado (Mickler y Guevara, 2014).
La obesidad es el resultado de un aumento exagerado del ingreso de calorías comparado
con el egreso, lo que se traduce en una acumulación excesiva de grasa corporal, que acarrea
consecuencias deletéreas para la salud. Como lo recuerda Moreno (2012), para «la
Organización Mundial de la Salud [OMS], la obesidad es una enfermedad crónica,
caracterizada por el aumento de grasa corporal, asociada con un mayor riesgo para la salud»
(p. 124).
1.2.1. Etiología de la obesidad
La causa de la obesidad es eminentemente externa, pues está directamente asociada con el
consumo exagerado de alimentos altamente calóricos. No obstante, la anterior es una aserción
absolutamente cuestionable, dado que desconoce el origen multifactorial de la patología, que
incluye componentes ambientales, socioculturales, genéticos y sociodemográficos como la
edad, el género, las condiciones económicas y culturales, así como el estilo de vida; asimismo,
la multiparidad y la cesación del hábito de fumar han sido relacionadas con el desarrollo de
esta enfermedad (Serra y Bautista, 2013). Ante la denominada epidemia del siglo xxi, que
cada vez afecta a más personas, existe un fenómeno multicausal que no se puede desconocer,
aunque es claro que el factor más importante es el alto aporte calórico en la ingesta
alimenticia.

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13
1.2.2. Clasificación de la obesidad
La obesidad se clasifica con base en el índice de masa corporal (IMC)4. El índice se calcula
mediante una operación aritmética fraccionaria, cuyo numerador es el peso expresado en
kilogramos y el denominador es la estatura expresada en metros, elevada al cuadrado. La
fórmula es la siguiente:
𝐼𝑀𝐶 =𝑝𝑒𝑠𝑜 (𝑘𝑔)
𝑒𝑠𝑡𝑎𝑡𝑢𝑟𝑎 (𝑚2)
El IMC es un criterio utilizado casi de manera universal por su practicidad y la sencillez para
calcularlo, porque permite hablar un solo idioma sobre el tema. Se trata de un parámetro que
ha conducido al desarrollo de conductas médicas y quirúrgicas comunes en el ámbito
terapéutico.
La tabla 1 recoge el sistema de clasificación del peso corporal en función del cálculo del
IMC.
TABLA 1. Clasificación de la obesidad de acuerdo con el IMC
Clasificación IMC ((kg/m2)
Normal 18,5-24,9
Sobrepeso 25-29,9
Obesidad (grado I) 30-34,9
Obesidad (grado II) 35-39,9
Obesidad (grado III) 40-49,9
Fuente: Moreno, 2012.
Como se ha dicho, el sobrepeso está asociado con la obesidad, y si bien no está descrito
como enfermedad, sí lo está como factor de riesgo. Se define el sobrepeso como el exceso de
kilogramos en forma de grasa acumulada con un IMC entre 25 y 30. El sobrepeso está
asociado siempre como un paso previo a la obesidad y en muchos trabajos de investigación se
habla de sobrepeso y obesidad como dos condiciones que van siempre juntas, a pesar de ello,
no existen descripciones de tratamiento quirúrgico para pacientes con un IMC inferior a 30
que no presentan enfermedades asociadas (González et al., 2016).
4 El parámetro vigente para presentar estadísticas relacionadas con el peso es el IMC, que fue descrito
inicialmente como el índice de Quetelet, después de que Adolphe Quetelet, un matemático belga, combinara las
disciplinas de matemáticas y sociología para estudiar los problemas poblacionales en la década de 1830
(Buchwald 2009).

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14
1.2.3. Epidemiología de la obesidad
Es indudable que en el mundo entero se generan múltiples reportes sobre el creciente
incremento del sobrepeso y la obesidad y su relación con condiciones como el sedentarismo,
la mala alimentación y el estrés. De allí que la OMS, con el ánimo de advertir sobre el carácter
global de la patología, haya acuñado desde el 2001 el término globesidad5 para nominar el
fenómeno y revelar que entre 1995 y 2000 el número de personas obesas en el mundo estaba
entre doscientos y trescientos millones (Buchwald, 2009). El estimativo para el 2015 era de
setecientos millones de personas obesas en el planeta y exceptuando algunos países de Asia y
del África subsahariana, la globesidad es una realidad.
En los últimos 50 años el sobrepeso y la obesidad pasan de ser un hallazgo físico sin
importancia, y quizá admirable desde el punto de vista social por ser un reflejo de opulencia, a
ser un verdadero problema de salud pública en el mundo. Se considera que, junto con el
tabaquismo, es una de las causas más importantes de muerte prevenible en el ser humano, por
la asociación de estas condiciones con múltiples enfermedades (Mönckeberg y Muzzo, 2015).
En Colombia la situación no es diferente debido a que la gastronomía del país tiene una
alta presencia de carbohidratos en su dieta, no solo por su cultura gastronómica sino por las
dificultades económicas de su población para tener una dieta mejor balanceada con mayor
aporte proteico que de azúcares en general. La obesidad es por tanto una enfermedad de
crecimiento notable; así lo revelan datos en los que se aprecia un incremento porcentual de los
adultos con sobrepeso del 2005 al 2015, que pasa del 45,9 % al 56,4 % durante ese periodo
según la Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia (ENSIN).
1.2.4. Obesidad y enfermedades asociadas
Con el inusitado aumento de la incidencia de sobrepeso y obesidad en el mundo, y al
clasificarlos como un problema de salud pública, se ha encontrado una asociación con
múltiples enfermedades, ya sea como causa o como factor sumatorio para el riesgo de
enfermar o morir y como causa del deterioro de la calidad de vida de las personas. Desde el
punto de vista mecánico, fisiológico, hormonal y metabólico, se puede sostener que todos los
5 Como lo recuerda Fojo (s. f.):
La palabra globesidad aparece por primera vez en un informe de la Organización Mundial de la Salud
(WHO) publicado en el año 2001. Es un acrónimo de obesidad y globalización, y se refiere al incremento
exponencial de la pandemia de sobrepeso y obesidad en todo el planeta, que incluso, supera ya en cifras
absolutas a la desnutrición clásica con bajo peso o caquexia (párr. 1).

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15
órganos de la economía corporal resultan afectados por el exceso de kilogramos, en razón a
que ello implica un trabajo adicional de todos los sistemas orgánicos corporales
(Raimannt, 2011).
Como comorbilidades de la obesidad encontramos la afectación del sistema cardiovascular
por su relación con la hipertensión arterial, la aterosclerosis y la enfermedad coronaria, y a
nivel periférico la insuficiencia arterial periférica, la insuficiencia venosa (con o sin trombosis
profunda) y el linfedema. También está relacionada con problemas del sistema respiratorio
como el asma, el síndrome de apnea-hipopnea obstructiva del sueño (SAHOS) o el síndrome
de obesidad-hipoventilación (López et al., 2018). Finalmente, a nivel metabólico, encontramos
la relación con el síndrome metabólico, especialmente con diabetes mellitus tipo 2, la
intolerancia a los carbohidratos y la dislipidemia (Rodríguez y Sáez, 2008).
Se ha podido establecer que la obesidad también está asociada con la enfermedad
oncológica, especialmente con el cáncer de endometrio, de seno, de próstata y de colon
(Hernández, 2016); asimismo, con trastornos hepáticos como la esteatohepatitis no alcohólica
(EHNA) o hígado graso, con eventual progresión a cirrosis, y todos los problemas mecánicos
asociados al exceso de peso, especialmente en el sistema locomotor: problemas articulares en
rodillas, caderas, tobillos y en el eje de la columna vertebral; además, con otros problemas
mecánicos por reflujo gastroesofágico, incontinencia urinaria de esfuerzo y las artrosis en
general y, adicionalmente, con cambios en la piel, en la fertilidad y cefaleas crónicas.
El efecto de la obesidad sobre la salud mental merece un párrafo aparte, a pesar de que su
impacto es subestimado por el personal médico y la sociedad, mas no por el enfermo. La
depresión que el sobrepeso y la obesidad conlleva es un tema real y frecuente, que forma parte
de las secuelas que la patología deja en la salud del individuo, especialmente en las mujeres,
quienes en muchas ocasiones acuden a los antidepresivos. Y más que la depresión
clínicamente establecida, el decaimiento del ánimo por el exceso de peso afecta la
cotidianidad, la calidad de vida personal, laboral, sexual, deportiva y social, y hasta la
autopercepción del individuo (Buchwald, 2009). Es por estas razones que el diagnóstico del
sobrepeso y la obesidad no depende del IMC exclusivamente sino también del impacto del
exceso de peso en la salud de los individuos y no solamente en su salud física, sino también en
su salud mental.
La tabla 2 recoge las principales enfermedades relacionadas directa o indirectamente con
la obesidad.

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TABLA 2. Comorbilidades de la obesidad
Comorbilidades de la obesidad
− Hipertensión arterial − Enfermedad varicosa de miembros inferiores
− Dislipidemia − Enfermedad por reflujo gastroesofágico
− Intolerancia a los carbohidratos − Incontinencia urinaria
− Diabetes mellitus tipo 2 − Infertilidad - amenorrea
− Síndrome metabólico − Síndrome del ovario poliquístico
− Aterosclerosis − Cáncer de endometrio
− Coronariopatía − Cáncer de mama
− Artritis degenerativa de articulaciones
de extremidades inferiores y columna
vertebral
− Cáncer de próstata
− Síndrome de apnea e hipopnea
obstructivas del sueño (SAHOS) − Cáncer de colon
− Esteatosis hepática − Dermatitis
− Colelitiasis − Depresión
− Trombosis venosa profunda − Seudotumor cerebral
Fuente: Mikler y Guevara, 2014.
1.2.5. Implicaciones socioeconómicas del sobrepeso y la obesidad
Como lo advierten Martínez y Visbal (2017), en el mundo entero, pero sobre todo en América
latina y en Colombia se ha creado un culto a la belleza, fenómeno que afecta con mayor fuerza
a las mujeres, quienes, se supone, deben tener medidas «perfectas». Se trata de casi un culto a
la anorexia y a la delgadez promovido por los reinados de belleza, el consumismo de la moda
y la publicidad en general, que hacen que en la sociedad no haya espacio para las personas con
sobrepeso u obesidad, mientras que, paradójicamente, la publicidad de comida rápida y
alimentos de poco valor nutritivo y alto contenido calórico es cada vez mayor. Esa situación
comporta una franca contradicción, dado que no es posible mantener una figura delgada y
saludable si se nos invita a ingerir alimentos poco sanos de alto contenido calórico.
En la contemporaneidad, la autopercepción y la autoestima de las personas parecen estar
relacionadas con su peso, es decir, a mayor autoestima, se tiene una percepción de menor
peso. Según Padrón et al. (2015): «tener una autoestima alta es un factor protector para una
percepción en obesidad» (p. 76). La situación se agrava por cuenta de que la sociedad tiende a
estigmatizar al individuo con sobrepeso y obesidad, configurando un hecho del que no escapa
el personal hospitalario que lo atiende.

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17
La estigmatización del paciente con sobrepeso es un problema que afecta su vida
emocional y psicológica, que tiene incluso consecuencias deletéreas sobre su salud. La
persona estigmatizada está sujeta a un peor desarrollo intelectual y laboral, menor interacción
social y mayor enfermedad física, además encuentra mayor dificultad de acceso a bienes
capitales y a oportunidades académicas y laborales. La persona con sobrepeso enfrenta la
discriminación en casi todas las esferas de su vida, en el ámbito familiar, en el círculo de
amistades o en el ámbito laboral (Energici y Acosta, 2020). Preocupante es que debe soportar
incluso la discriminación del personal médico o paramédico que lo atiende, pues se ha podido
establecer que le dedica menos tiempo de atención sin ninguna explicación, endilgándole a él
mismo la culpa de su patología (Gómez, 2017). Por todo lo anterior, el sobrepeso constituye
un problema con eventuales consecuencias psicopatológicas.
Es común en el ámbito quirúrgico la animadversión por el paciente obeso que va a ser
intervenido por alguna patología diferente a su obesidad por la dificultad técnica que
representa para el cirujano, el anestesiólogo y todo el grupo quirúrgico. Es una situación que
puede extrapolarse a todos los servicios y procedimientos hospitalarios.
Otro ejemplo del estigma con el que cotidianamente debe lidiar el paciente con sobrepeso
es el que le confiere el ámbito comercial. Es el caso de algunas marcas de vestuario que no
fabrican tallas para personas con sobrepeso y obesidad, que terminan adquiriendo prendas que
no son de su gusto y experimentando la burla del personal que los atiende. Y qué decir de
determinados empleos en los que anatómica y estéticamente la figura es promotora de ingresos
y de clientes, como en los almacenes de ropa o de productos de belleza. En estos casos suena
lógico pensar que el individuo será necesariamente discriminado. La pregunta que de
inmediato surge es ¿por qué el mercado rechaza un cliente potencialmente bueno si muchas
personas necesitan de ese producto? (López, 2014).
Si existe un estigma social el paso siguiente es la discriminación. En el marco de la
realidad antes descrita parece lógico actuar en consecuencia, y el individuo obeso o con
sobrepeso será necesariamente discriminado en razón a que se lo considera poco estético y
responsable de su condición por ser el artífice de su situación, por tener ingestas altas, por ser
holgazán y perezoso y, en esa medida, causante de su propia enfermedad. Entre las
consecuencias directas de esa discriminación están la diminución de la oportunidad laboral,
los bajos salarios o dificultades para obtener ascensos (Fernández et al., 2012); cabe señalar,
no obstante, que otros estudios sugieren que dicha discriminación no existe. (Rodríguez y
Rangel, 2015).

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La obesidad es considerada una epidemia con múltiples comorbilidades. Por eso, desde el
punto de vista fiscal, tiene un profundo impacto en el sistema de salud pública de los países
porque pone un abultado peso financiero sobre sus sistemas de salud. Es indudable que el
paciente con sobrepeso u obesidad tiene un riesgo más elevado de enfermar o morir que un
paciente con un IMC normal, motivo por el cual acude a los servicios de salud con mayor
frecuencia. Lo anterior se suma a la productividad laboral que, al estar relacionada con el
mayor uso de los servicios de salud y el mayor número de incapacidades prescritas, trae
consigo un perjuicio económico considerable (Oliva et al., 2008).
El impacto económico está dado no solo por los costos que producen la gran cantidad de
enfermedades asociadas con el sobrepeso y la obesidad (que obligan a la formulación de
tratamientos y terapias que no son costo-efectivas), sino también por los gastos que debe
asumir el empleador por el bajo rendimiento laboral del paciente obeso y su eventual
incapacidad, que aumenta los costos de producción (Apovian, 2013).
1.2.6. Aspectos emocionales del paciente con obesidad
A causa de la estigmatización y la discriminación que involucra la problemática descrita, es
comprensible que las personas con obesidad padezcan problemas de salud mental y que no
estén satisfechas con la imagen que proyectan hacia los demás. Esta autopercepción en
ocasiones no está relacionada con el peso real, pues a veces se tiende a sobrevalorar o, por el
contrario, a subestimar el exceso de peso. No obstante, hay una tendencia a tener mejor
percepción de la imagen corporal entre las personas con un peso acorde con su estatura
(Sámano et al., 2015).
La obesidad también afecta los comportamientos y las conductas emocionales de las
personas que la padecen. Estos individuos pueden presentar trastornos psiquiátricos
frecuentes, como ansiedad y depresión, por cuenta de que por su condición pudieron
experimentar matoneo escolar (bullying) desde edades muy tempranas, por lo que viven en
una situación de acoso permanente que puede perpetuarse hasta su vida adulta y producir
múltiples problemas de salud mental y trastornos psicopatológicos diversos (Quintero et
al., 2016). Es muy común la asociación del sobrepeso con la depresión y con cambios en el
estado anímico de las personas; por el contrario, hay evidencia de sentimientos de felicidad o
alegría cuando la pérdida de peso es notoria. (Entre las causas de esa sensación de felicidad
están los resultados positivos de la cirugía bariátrica).

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La depresión y la obesidad son problemas de salud pública muy comunes a nivel mundial
y se pueden presentar en forma independiente o presentarse juntos lo que supondría una
sumatoria de los problemas pues ambos se relacionan con estados proinflamatorios y una de
las condiciones asociadas con síntomas depresivos es el exceso de peso. La sumatoria de estos
dos estados inflamatorios empeora los síntomas depresivos en los pacientes y si le agregamos
los trastornos del sueño asociados a ambas enfermedades pues aumenta la severidad de los
síntomas depresivos (Alonso y Olivos 2020).
Según datos de la OMS, el 39 % de la población adulta tiene sobrepeso y el 13% obesidad
y cada vez es más constante el vínculo entre estas condiciones y la enfermedad mental, sobre
todo depresión y ansiedad. Se presenta la obesidad con más frecuencia en pacientes con
trastornos mentales severos y a la inversa, la obesidad es un factor predictor de las condiciones
psicopatológicas mencionadas (Espinoza et al., 2019).
Los cambios del estado de ánimo en pacientes adolescentes con sobrepeso y obesidad son
también muy evidentes y hay asociación con depresión, dismorfía corporal, ansiedad y
autoestima en este tipo de personas (Aguilar 2018). Se ha evidenciado también mayor
tendencia en los niveles de depresión y al desarrollo de funciones ejecutivas en individuos con
sobrepeso y obesidad leve (Cabas et al., 2018).
1.2.7. Tratamiento de la obesidad
La OMS (2000) describe la obesidad como una enfermedad asociada con múltiples
enfermedades orgánicas, funcionales y mentales. La Organización va más allá al clasificarla
como una epidemia que presiona económicamente los sistemas de salud que la sociedad en
pleno debe financiar (Moreno, 2012). Con tales antecedentes, es indiscutible que se debe
poner atención a su prevención y solución tomando medidas encaminadas a mejorar la salud
de los individuos. Si se tiene clara la asociación de la obesidad con múltiples enfermedades, es
coherente que cualquier camino o tratamiento que conduzca a la disminución del exceso de
grasa corporal es beneficioso para la salud del individuo. Como todo tipo de enfermedad o
situación en la vida, el camino ideal debe ser la prevención, que suena fácil y lógico si de
antemano se conocen las causas —o algunas de ellas— del problema, específicamente las
relacionadas con el estilo de vida y los hábitos alimenticios.
Desde el punto de vista preventivo, es muy importante la sana alimentación, que para los
seres humanos se debe basar en proteínas, grasas, carbohidratos, vitaminas y minerales,
respetando la calidad, la cantidad, la velocidad y la masticación. Es decir, una dieta

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equilibrada en porciones, en horarios y en la calidad del insumo calórico. La recomendación
preventiva de alimentación saludable invita a consumir alimentos integrales, frutas y verduras
y evitar alimentos fritos; prestar atención al tamaño de las comidas, a los refrigerios y la
frecuencia con que se consumen, así como disminuir el consumo de bebidas alcohólicas o
azucaradas (Barrera et al., 2013).
La alimentación saludable y los buenos hábitos en el estilo de vida darán como resultado
una mejor condición de salud en el individuo. Mantener unos hábitos saludables es una
recomendación preventiva de enfermedad en general; sin embargo, la publicidad y el
comportamiento de la sociedad van en sentido contrario y la tendencia es más hacia los malos
hábitos que a la vida saludable, lo cual incluye no solo la ingesta inadecuada de nutrientes,
sino también el estrés de la vida cotidiana y el sedentarismo.
1.2.8. Tratamiento farmacológico de la obesidad
La gran mayoría de los pacientes con sobrepeso y obesidad que sienten un deterioro de su
estado de salud, de su capacidad física y de su autoestima han intentado múltiples estrategias
para perder peso como dietas, ejercicio y otros cambios en el estilo de vida. Como se enfrentan
a una enfermedad crónica, de difícil manejo, multicausal y eventualmente incurable, surgen
múltiples terapias farmacológicas para tratar de contrarrestar el fenómeno.
Casi todos los fármacos han sido diseñados para que mediante diferentes mecanismos de
acción consigan inhibir el apetito o disminuir la absorción de los nutrientes, específicamente
las grasas. Desde la introducción de la hormona tiroidea para el manejo del sobrepeso en 1893
se han utilizado diferentes fármacos, con resultados no muy buenos en términos generales
sobre el control de la obesidad. Uno de esos efectos es la recidiva de la enfermedad, con una
importante reganancia de peso tras la suspensión del tratamiento, como ocurre en la mayoría
de las terapias para enfermedades crónicas controladas con manejos médicos (Bray, 2009).
Otro problema con algunos de estos fármacos son los efectos colaterales que producen, pues
se ha determinado que pueden generar complicaciones cardiovasculares no deseadas cómo
infarto agudo de miocardio o arritmias en pacientes con antecedentes cardíacos o previamente
sanos, lo que ha obligado a retirar del mercado algunos de estos productos (Pinto y
Manrique, 2010).
Sin embargo, se siguen estudiando y produciendo medicamentos para luchar y tratar de
controlar esta epidemia, pues si el crecimiento exponencial de la enfermedad es una realidad,
también lo es el uso de medicamentos no farmacológicos no controlados. La Organización

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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Panamericana de la Salud (OPS, 2008) estimó, por ejemplo, que las ventas de este tipo de
terapias estuvieron cerca de los 1,2 millones de dólares en 2005. Con ese panorama, y ante la
dificultad para controlar la enfermedad, es fácil prever que en el futuro se desarrollarán más
medicamentos con ese propósito. Actualmente hay tres medicamentos autorizados para el
control de la obesidad con resultados variables, pero frente la alta incidencia de la enfermedad,
es inocultable el interés de la industria farmacéutica en investigar, producir y comercializar
fármacos para tal fin (Benaiges et al., 2017).
1.2.9. Tratamiento quirúrgico de la obesidad
El exceso de peso es una condición que ha acompañado al hombre a través de los años. En la
época de la antigua Grecia, Hipócrates ya bien la conocía y también sus consecuencias; no
obstante, estaba más relacionada con la opulencia y la glotonería, contrario a lo que sucede en
la actualidad, en la que hay una relación inversa entre el nivel socioeconómico y la obesidad
(Martínez y Visbal, 2017).
Son varios los casos de sobrepeso que en la historia se destacan. Por ejemplo, Claudio
Aelianus describe la historia de Dionisio, tirano de Heraclea Póntica, que alcanzó un grado
extremo de obesidad. Asimismo, en los tiempos de Galeno, siglos II-IV después de Cristo, hay
descripciones del exceso de peso y sus consecuencias, que se asociaban más a un estigma que
a una enfermedad. En los siglos V y VII, San Agustín y Gregorio I relacionaron la gula como
pecado capital y El Bosco (1450-1516) expresaba en sus cuadros la relación entre glotonería,
obesidad y estigmatización (González, et al., 2008).
Desde ese momento histórico (siglo IV A.C.), se describen intervenciones al cuerpo
humano con el fin de solucionar la obesidad, pues está descrito en Dionisio el primer intento
de tratamiento intervencionista o invasivo (quirúrgico), que consistió en introducir una serie
de agujas en su abdomen con el objetivo de disminuir su volumen y mejorar su deteriorada
condición física (Bevegni y Adami, 2003). Y más acorde con la reducción del aporte calórico
como parte del tratamiento quirúrgico de la obesidad, es la descripción de la intervención al
rey Sancho I de León, el Craso, que fue sometido a la sutura de sus labios superiores e
inferiores para impedir la ingesta normal y perder así la mitad de su peso; no obstante, falleció
por algo diferente a su obesidad: fue asesinado con una manzana envenenada (Baltasar, 2004).
El tratamiento quirúrgico de la obesidad, al igual que el resto de la cirugía, se desarrolló
después de la segunda mitad del siglo XX como resultado del adelanto de la anestesia, los
antibióticos y las técnicas de asepsia y antisepsia. Empieza así el desarrollo de la cirugía de la

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obesidad en 1954, con la derivación yeyuno-ileal introducida por Kremen y sus colaboradores
(Kremen et al., 1954), quienes buscaron alterar el mecanismo de absorción de los nutrientes
para modificar el peso, pero con un alto costo en términos de las complicaciones del paciente.
Se inicia entonces con procedimientos de malabsorción como el bypass yeyuno-cólico,
donde se alteraba aún más la absorción fisiológica de nutrientes por el intestino delgado, pero
generando la ya mencionada morbilidad. Aparece posteriormente la derivación gástrica, que
consiste en un puente intestinal entre un estómago reducido y el intestino delgado para saltar
el mecanismo de absorción del duodeno. Este es el procedimiento conocido como bypass
gástrico, cirugía ampliamente practicada en el mundo entero.
Después de dominar la manipulación —sin éxito— del intestino delgado, se pasó a la
intervención para la reducción de la capacidad del estómago y obtener así un menor aporte
calórico, con la consecuente disminución de peso. Se introduce así el vocablo gastroplastia6
para nominar a este tipo de procedimientos. El pionero fue el doctor Edward Mason, quien
desarrolló diferentes técnicas en esa misma dirección. El problema con este procedimiento es
que se observa una pérdida de peso inadecuada y, a la postre, una reganancia de ese peso, lo
que es considerado como falla terapéutica o, en otra terminología, una recaída de la obesidad.
A partir de los años 80 del siglo pasado se comenzaron a introducir múltiples técnicas
como la banda gástrica, el minibypass gástrico, la derivación biliopancreática, la manga
gástrica y muchas más para tratar de ganar la lucha contra esta epidemia (González et al.,
2016). Las diversas técnicas de cirugía descritas pueden clasificarse de la siguiente manera:
1. Procedimientos restrictivos: gastroplastias, banda gástrica y manga gástrica. Buscan
restringir la cantidad de alimentos que ingresan disminuyendo el aporte calórico.
2. Procedimientos malabsortivos: derivación biliopancreática. Busca disminuir la
absorción de nutrientes evitando el paso del alimento por el duodeno, que es el sitio
natural de absorción.
3. Procedimientos mixtos: minibypass gástrico y bypass gástrico. Buscan la pérdida de
peso mediante la combinación de la restricción en la ingesta de alimentos y la
absorción de los mismos.
Los procedimientos netamente restrictivos son más anatómicos y menos agresivos
desde el punto fisiológico y ofrecen una menor probabilidad de complicaciones metabólicas y
nutricionales en el mediano y largo plazo.
6 Modificación anatómica del estómago de cualquier tipo con el objetivo de reducir su tamaño.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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La cirugía para pérdida de peso, conocida como cirugía bariátrica, se ha consolidado hoy
en día como una técnica quirúrgica probada y, por lo mismo, ampliamente reconocida. Cuenta
con el respaldo de asociaciones científicas nacionales e internacionales como la International
Federation for Surgery of Obesity (IFSO) y la Asociación Colombiana de Obesidad y Cirugía
Bariátrica (Acocib), y con publicaciones escritas y congresos académicos internacionales
dedicados específicamente al tema.
El objeto de este trabajo no es la descripción de una técnica quirúrgica, sino un análisis
bioético de la cirugía para pérdida de peso en pacientes con sobrepeso. En consecuencia, solo
se hará una descripción de la cirugía de manga gástrica o gastrectomía vertical en manga, que
es la que se propone utilizar por ser un procedimiento más anatómico, meramente restrictivo
en el aporte calórico y menos agresivo desde el punto de vista fisiológico.
Gastrectomía vertical en manga por videolaparoscopia
Este procedimiento consiste en una resección parcial del estómago mediante un corte vertical
que produce una disminución de su volumen de más del 70 %, se obtiene así una gran
restricción de su capacidad (ver figura 1). El resultado es una menor ingesta de alimento, que
se traduce en una reducción del aporte calórico y en pérdida de peso. Asimismo, se ha descrito
un mecanismo hormonal endocrinológico como consecuencia de la técnica, dado que con la
resección del fondo gástrico se suprime además un segmento que contiene células productoras
de la hormona ghrelina, encargada de estimular el apetito; en pocas palabras, al disminuir la
producción de ghrelina se obtiene un efecto anorexígeno (Major et al., 2015).
Se trata de una técnica segura con un bajo porcentaje de complicaciones y con
morbimortalidad cercana a cero. Es una técnica netamente restrictiva que no altera los
procesos de absorción alimentaria, que por lo mismo se considera menos agresiva desde el
punto de vista anatómico y fisiológico. Gracias a ello es una técnica ampliamente empleada
por la mayoría de los cirujanos en el mundo. Al no alterar el tránsito ni la fisiología duodenal,
la probabilidad de desnutrición o bajo peso es mínima como consecuencia de una eventual
pérdida exagerada del exceso de peso.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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FIGURA 1. Manga gástrica. Fuente: Cirugía de manga gástrica, 2019.
Una vez mencionadas las técnicas, es indispensable definir las indicaciones actuales para
someter un paciente a una cirugía para pérdida de peso, según las guías nacionales e
internacionales. Se define que un paciente debe tener un manejo absolutamente quirúrgico
cuando tiene un IMC igual o mayor a 40 con o sin enfermedad asociada, o un IMC igual o
mayor a 35 con alguna enfermedad asociada (ver tabla 2). Se presta atención especial al
paciente con un IMC de entre 30 y 35 y un síndrome metabólico establecido, es decir, la
presencia de diabetes mellitus tipo 2.
La Acocib7 considera, además, seguir las siguientes recomendaciones para practicar la
cirugía bariátrica (Guevara y Mikler, 2018):
1. Pacientes con un IMC superior a 30 con o sin comorbilidades, con múltiples intentos
fallidos de pérdida de peso y con tratamiento médico idealmente supervisado por
profesionales.
2. Pacientes que comprendan las implicaciones de la cirugía bariátrica, tanto sus riesgos
como sus beneficios.
3. Pacientes con diabetes mellitus tipo 2 con un IMC inferior a 30 deben ser evaluados y
aprobados por una junta médica. Estos pacientes son una excepción, ya que la cirugía
aún se considera experimental en ellos.
7 Acocib es una asociación de carácter gremial y académico dedicada al estudio y manejo de la obesidad y
no tiene conflicto de interés con la industria faramacéutica.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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4. Pacientes de 14 a 75 años de edad.
Es indispensable conocer también las contraindicaciones absolutas de la cirugía
bariátrica, las cuales son cada vez menos si se tiene en cuenta la gran experticia de los
cirujanos en el mundo. Esas contraindicaciones son las siguientes:
− Enfermedad psiquiátrica grave no controlada
− Enfermedad oncológica o de corta expectativa de vida no controlada
− Enfermedad o desorden endocrinológico no controlado
− Farmacodependencia o alcoholismo no controlados
− Pacientes incapaces de cuidar de ellos mismos sin soporte familiar o social
En términos generales, a pesar de la enorme controversia que genera, la animadversión
que produce entre algunos médicos, el eventual riesgo de complicaciones graves y los
múltiples detractores, el tratamiento quirúrgico para la obesidad mórbida está ampliamente
difundido y establecido en el mundo entero. Los buenos resultados en el control del problema
en el mediano y largo plazo son tan evidentes que, a pesar de ser un tratamiento costoso,
agresivo y muy invasivo, es el que ha demostrado un mejor control de la enfermedad
(Csendes et al., 2009). Es por ello que cada vez más personas tratan de acceder al
procedimiento, ya sea de manera particular o a través de los sistemas de salud.
1.3. CONCLUSIÓN
La obesidad es un problema de salud pública y la cirugía bariátrica constituye una alternativa
terapéutica para el control de la enfermedad en aquellos pacientes que no han logrado llegar a
un peso saludable con otros métodos. Prácticamente el 100 % de los pacientes que acuden a
consulta para una cirugía bariátrica llevan mucho tiempo luchando con su exceso de peso y
han agotado sus esfuerzos tratando de solucionarlo. Cabe señalar que el tratamiento quirúrgico
es un procedimiento costoso e invasivo, por lo cual es posible que ni el paciente ni el médico
lo consideren como la primera alternativa, sino como la opción final después de un largo
proceso.
Al ser la cirugía bariátrica un tratamiento invasivo, agresivo y con potencial de
morbimortalidad, lo ideal sería no tener que llegar a él y optar por una vida saludable basada
en una adecuada conducta alimentaria, en ausencia de estrés o situaciones emocionales

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
26
nocivas y con ejercicio regular. Una sociedad consciente de la importancia de estos aspectos
no necesitaría terapia farmacológica ni quirúrgica para el control de la obesidad.
Sin embargo, es evidente que la sociedad y la vida moderna van en sentido opuesto a esta
conducta y no se percibe que esta tendencia vaya a cambiar; por el contrario, el tratamiento
farmacológico y quirúrgico de la obesidad va en franco aumento a pesar de los altos costos
sanitarios para los sistemas de salud de los países y los costos sociales y económicos de una
eventual complicación. En síntesis, la cirugía bariátrica a pesar de ser el tratamiento más
agresivo, es el procedimiento de elección para tratar la obesidad mórbida por su efectividad en
el mediano y largo plazo comparado con cualquier otro tipo de solución.
Se destaca que el incremento del número de cirugías aumenta la experiencia de los
cirujanos, y en consecuencia la seguridad del procedimiento, pues a medida que se optimizan
los resultados disminuye la incidencia de complicaciones quirúrgicas. También se subraya que
el lineamiento de intervenir solo a pacientes con un IMC superior a 40 ha cambiado, para
incluir ahora a personas con un IMC de entre 30 y 40, con muy buenos resultados tanto en el
control del exceso de peso como en el control de la enfermedad metabólica y la disminución
de morbilidad y mortalidad, como lo indican múltiples estudios (Benaiges et al., 2012).
Asimismo, diversos trabajos de investigación (Huang et al., 2018) indican que este
procedimiento es un método de control efectivo de la enfermedad metabólica en pacientes no
obesos con IMC de entre 25 y 30 con diabetes mellitus tipo 2.
La ampliación de los criterios de inclusión para involucrar pacientes con IMC inferiores a
lo inicialmente estipulado se debe al dominio más profundo de la técnica quirúrgica, de sus
bondades y del conocimiento de sus complicaciones. Otro factor es que ahora se entiende que
pacientes con menor peso y sin obesidad severa pueden tener enfermedades asociadas y
riesgos similares o mayores que los obesos mórbidos, por lo que definir una indicación
quirúrgica basados solo en una cifra no parece clínicamente justificado (Busetto et al., 2014).
El rango para la intervención de pacientes es cada vez es más amplio, y, a pesar de estar
sujeto a investigación, el procedimiento se viene practicando en pacientes no obesos. El
objetivo fundamental del tratamiento es brindar una solución a la enfermedad metabólica
mediante la realización de un bypass gástrico o a través de otras cirugías malabsortivas, como
la derivación biliopancreática (Scopinaro et al., 2011), que son anatómica y fisiológicamente
más agresivas y complejas.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
27
La mayoría de los pacientes que consultan por cirugía bariátrica están metabólicamente
sanos, pero tienen un exceso de peso que altera su calidad de vida8. Se trata de personas que se
fijaron el objetivo imperativo de alcanzar su peso ideal, que están adecuadamente informados
por su cirujano y que sienten además que su autoestima es baja. Son los factores antes
expuestos los que suscitan la siguiente inquietud: ¿Por qué no intervenir pacientes físicamente
sanos, que se encuentran en un rango de IMC de entre 25 y 30, pero que por su exceso de
peso experimentan un evidente problema de autoestima y autopercepción?
Si se atiende a la noción de salud de la OMS, que la entiende como un estado de bienestar
que comprende los aspectos biológicos, físicos, sociales y emocionales de la vida de las
personas, quien vive con un leve sobrepeso, sufre porque experimenta el deterioro gradual de
los aspectos que permiten gozar de una vida plena. Desde la perspectiva del paciente, la
verdad es que a pesar de estar metabólicamente sano vive afligido por su condición, por lo que
considera injusto que se le niegue la solución quirúrgica a un problema técnicamente
remediable. Sin embargo, desde la perspectiva del cirujano, si se admite que la cirugía
bariátrica es un tratamiento claramente agresivo e invasivo, ¿por qué no pensar en una
intervención como la manga gástrica, menos agresiva anatómica y funcionalmente?
Es indudable que sentirse estéticamente bien es muy importante para la mayoría de las
personas, y el peso ideal forma parte de esa búsqueda estética. También lo es que el aumento
de peso está correlacionado con una baja autoestima, circunstancia bastante evidente entre los
pacientes que consultan por este motivo. Estas dos circunstancias han empujado a las personas
a buscar distintos métodos para bajar de peso, haciendo de la cirugía bariátrica uno de los más
conocidos no solo por los médicos sino también la sociedad en pleno. Es una realidad que
cada vez más pacientes con sobrepeso y sin obesidad clínicamente definida acuden a los
consultorios de los cirujanos, ya por su propia voluntad, ya remitidos por otros pacientes o por
sus médicos tratantes buscando esta solución a su problema.
8 El concepto de calidad de vida será ampliado en el capítulo 2.1.3. como parámatro de la casuística

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
28
2. CAPÍTULO 2
EL PARADIGMA CASUÍSTICO Y LOS PRINCIPIOS
ada día son más los pacientes que llegan a los consultorios de los cirujanos con la
intención de perder peso mediante una cirugía bariátrica, a pesar de ser personas que
no tienen obesidad mórbida sino un leve sobrepeso. Una intervención quirúrgica
necesariamente es un procedimiento invasivo y significa una agresión al cuerpo, por lo que
debe haber argumentos para decidir realizarla, que nos permitan aproximarnos al problema en
cuestión. Estos argumentos son éticos antes que quirúrgicos, en razón a que la técnica está
claramente establecida y depurada. Asimismo, por cuenta de que operar un paciente que no
tiene una indicación quirúrgica establecida implica abrirle la puerta a alguna forma de
complicación o daño, se origina el dilema ético de intervenir o no. De igual manera, como el
procedimiento no reporta ninguna dificultad quirúrgica para el cirujano pues la mayoría de las
veces son cirugías que no ofrecen dificultad, pero sí genera un problema que necesita un
análisis bioético para su solución. En este capítulo se describe la teoría ética planteada para
afrontar la situación. Se ha escogido para el análisis del caso, el modelo deliberativo de la
casuística por ser práctica y útil para la deliberación de casos de bioética clínica como el que
se describe en este trabajo. Establecer una analogía entre los cuatro parámetros de la casuística
y los cuatro principios bioéticos, brindan una facilidad en la aproximación a los problemas
cotidianos de la práctica clínica como se describe en este capítulo.
2.1. ÉTICA CASUÍSTICA EN LOS RETOS MORALES DE LA PRÁCTICA CLÍNICA
El planteamiento expuesto es eminentemente clínico. Se trata de un motivo de consulta que se
está volviendo habitual en los consultorios de los cirujanos bariatras, aunque no es lo más
frecuente, pues el gran número de personas que buscan cirugía bariátrica son pacientes obesos,
C

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
29
con un IMC superior a 35. Sin embargo, este tipo de consulta ha aumentado y las personas
están buscando la cirugía bariátrica como un mecanismo de control del sobrepeso.
El paciente tipo es una mujer —aunque no es raro que concurran hombres— que se
encuentra en la tercera o cuarta década de su vida, de unos 165 cm de estatura, que 10 años
atrás pesaba 55 kg, pero que luego de un tiempo y por cambios en su estilo de vida y
probablemente un par de embarazos experimentó un aumento de peso de unos 20 kg, lo cual
significa un IMC de 28. Se trata de una persona que ha realizado múltiples intentos para
perder peso con tratamientos dietéticos de diferentes tipos, tratamiento farmacológico y al
menos una liposucción en los últimos cinco años. Esta persona asiste a consulta de cirugía
bariátrica, desesperada por una solución a su problema.
Como ya se ha dicho, las guías médicas no consideran a este tipo de paciente para
tratamiento quirúrgico por cirugía bariátrica, por lo que queda eventualmente sin solución. No
obstante, aún existe la posibilidad de que el cirujano consultado considere seriamente la
posibilidad de intervenirlo y se plantee el mismo el dilema que se expone en el título de este
trabajo: es viable intervenirla, o quizás sea una transgresión ética. Por un lado, es probable que
el cirujano piense que la intervención puede beneficiar al paciente; por el otro, que hay una
transgresión ética por el hecho de realizar una cirugía que algunos pueden considerar
innecesaria, que no está avalada académicamente, que no aparece en las guías de manejo
establecidas, en otras palabras, el cirujano estaría obrando en contra de los protocolos
estipulados.
La situación anterior representa tres ámbitos de responsabilidad: médico-quirúrgica, ética
y jurídica. La primera está implícita en el acto médico y es de Perogrullo que el profesional
debe estar altamente capacitado para atender a cualquier paciente del área de su competencia
si desea obtener resultados óptimos en la intervención. La segunda es la reflexión que el
médico tratante debe hacer sobre el problema al que se enfrenta apelando en este caso a la
casuística y al principialismo bioético. La tercera es afrontar la normatividad vigente desde el
punto de vista clínico para tratar de controvertirla o modificarla y evitar así una confrontación
jurídica. Esta aproximación puede hacerse mediante la confluencia entre la ética y el derecho.
Ante una situación eminentemente clínica, tanto el paciente como el cirujano enfrentan un
problema. El primero probablemente reciba el cuestionamiento severo de las personas de su
entorno por someterse a un procedimiento tan drástico por algo que no es significativo para
muchas personas excepto para él. El segundo encara el dilema de intervenir o no al paciente
por las consideraciones médico-quirúrgicas, éticas y jurídicas. La forma más lógica de
enfrentar el problema es hacerlo desde la bioética clínica. Es por ello que se trae a escena el

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
30
paradigma casuístico, asociado en esta oportunidad con el principialismo de Beauchamps y
Childress.
Se describe la casuística como un método de razonamiento moral para las actividades de
la vida cotidiana, que también es bastante útil en el discernimiento ético permanente. Es un
método de uso frecuente en la práctica clínica diaria, pues permite evaluar casos específicos en
momentos específicos. Cada caso en la consulta clínica amerita un discernimiento académico,
científico y un ejercicio clínico para ejecutar un diagnóstico adecuado. Pero ese mismo caso
amerita también un análisis ético, que tiene el problema de ser practicado muchas veces de
manera intuitiva e implícita, es decir, desde la manera de pensar de quien ejecuta. En esos
casos la experiencia del médico es fundamental en la toma de decisiones no solo clínicas sino
éticas, pues cada caso nuevo puede tener un punto de comparación con algún otro caso
anterior (Braunack-Mayer, 2001).
El caso que se plantea es un motivo de consulta actual, específico y real. La casuística es
una teoría ética ampliamente recomendada en la práctica clínica y es utilizada por la mayoría
de los médicos en sus análisis, ya sea de forma empírica o como instrumento de análisis de los
casos paradigmáticos o analógicos, que es la comparación con casos similares encontrados
durante el ejercicio de la profesión.
Hace veinte o más años ningún cirujano hubiese imaginado que algún paciente le
consultaría con la intención de extirpar un segmento de su estómago con el objetivo de perder
peso. Sin embargo, esta situación es un motivo de consulta frecuente en la actualidad
especialmente en los últimos años debido al incremento progresivo de la cirugía bariátrica.
Este tipo de consulta médica es algo nuevo para los profesionales de la salud. La casuística
propone los análisis comparativos de los casos actuales con casos similares, paradigmáticos o
analógicos del pasado, para utilizarlos como esquema de solución de los problemas nuevos
(Paulo, 2015).
Un buen caso comparativo, que puede servir como analógico, es cotejar la cirugía
bariátrica con fines estéticos con la cirugía estética en general, la cual busca
fundamentalmente un mejoramiento físico de personas completamente sanas desde el punto de
vista funcional. Aunque las cirugías estéticas pueden tener cuestionamientos éticos, están
ampliamente difundidas, avaladas y aceptadas en nuestro medio tanto por las sociedades
científicas como por la sociedad en pleno. Se hacen cirugías de diversa índole en el cuerpo
humano con fines de realce estético con buenos resultados ¿Por qué no aceptar entonces una
resección gástrica con el objetivo de obtener pérdida de peso y una mejoría estética?

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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También es motivo de reflexión —y de caso análogo— el hecho de que hace 20 años,
cuando se inició la cirugía bariátrica por laparoscopia, los cirujanos intervenían pacientes con
obesidad severa, muy enfermos realizando una cirugía de alta exigencia técnica como el
bypass gástrico y no debían enfrentar cuestionamientos por su proceder, básicamente porque
esa conducta quirúrgica estaba y está desde entonces estipulada en las indicaciones médicas.
Una cirugía compleja, un paciente difícil y una enfermedad severa es el escenario perfecto
para experimentar complicaciones médicas y quirúrgicas; sin embargo, desde hace 20 años se
procede con relativa tranquilidad médica, ética y quirúrgica en este tipo de pacientes.
Al iniciar la experiencia la probabilidad de complicaciones y la mortalidad no eran nada
despreciables. Pero ahora los cirujanos se sienten cuestionados cuando intervienen pacientes
sanos no obesos con una cirugía técnicamente más accesible y menos compleja como la
manga gástrica. En este contexto, la probabilidad de agresión o complicación del paciente son
menores, pues el paciente es menos complejo, la cirugía técnicamente más accesible, la
probabilidad de éxito mayor y el cirujano definitivamente más experto.
Como lo advierten Ferrer y Álvarez (2003), la clínica y el razonamiento clínico son
conocimientos prácticos y, en cuanto tales, son cambiantes. En tal virtud, difieren del
conocimiento teórico o episteme:
Que se definen como conocimientos fijos, como aquellas cosas que no se pueden
cambiar, que no pueden ser de otra manera o que son verdades eternas. Sin embargo,
hay muchas otras que sí pueden ser de otra manera, que sí se pueden cambiar y que son
sujetos de producción, acción y actuación (p. 168).
En razón a que cada individuo es un universo diferente desde el punto de vista psico-bio-
social, demanda una aproximación clínica diferente. El tratamiento no solo cambia de persona
a persona, sino que cambia en el tiempo, según la evolución de la ciencia, del arte de la
medicina y del pensamiento de los médicos ejecutores de ese arte.
Las indicaciones de cirugía bariátrica han ido cambiando con el tiempo en función de los
criterios clínicos, los avances de la tecnología y las expectativas del paciente. Se configura una
nueva realidad que amerita una reflexión tanto médica como ética. Por su condición de
actividad práctica, la cirugía bariátrica tiene la posibilidad de actualizar constantemente sus
indicaciones médicas, técnicas, terapéuticas y de seguimiento de los pacientes; pero no es
suficiente con que se actualicen los aspectos relacionados con la praxis del procedimiento,
sino que exige que la reflexión y el análisis evolucionen a la par de los aspectos técnicos y
procedimentales. Reflexionar sobre lo que no se puede cambiar es una tarea poco atractiva

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
32
para muchos, y es precisamente esa posibilidad de modificar las conductas lo que motiva esta
reflexión.
Según Aristóteles9, citado por Ferrer y Alverez (2014), la prudencia es la disposición
racional para la acción, en este caso, para el cambio. El hombre reflexivo reflexiona sobre lo
que puede cambiar, y reflexiona también sobre lo que considera bueno para él y para vivir
bien en general. El Estagirita observa que es prudente el hombre reflexivo y, como ya se dijo,
nunca se reflexiona sobre lo que no se puede cambiar.
Las decisiones clínicas cambian con el tiempo y, por tanto, son diferentes en función del
momento cuando se las examina. Pero no se habla exclusivamente de la cronología de la
enfermedad, sino del tiempo en la historia de la humanidad. Es por ello que debe existir una
disposición habitual para el cambio en la práctica clínica y, en general, en la vida misma.
Según Aristóteles, citado por Araiza (2014), la phrónēsis (prudencia) es una disposición
habitual y es conocimiento, y como es un conocimiento que se orienta hacia la acción, es un
conocimiento práctico. En tal virtud, es necesario que los que actúan consideren siempre las
circunstancias de cada acción, pues esa acción implicará una situación nueva y diferente. Si
los pacientes se están acercando espontáneamente a los consultorios en busca de algo que no
habíamos imaginado que los puede beneficiar, la más lógica disposición para el cambio es
modificar la acción y cambiar conductas terapéuticas para obrar en beneficio del paciente.
El ejercicio clínico es teórico y epistémico, tiene ciencia; pero es claro que también es
práctico, y por eso en su análisis no nos podemos dejar llevar por el conocimiento exacto, por
la teoría propiamente dicha. No existe aquí un distanciamiento entre la teoría y la práctica,
sino, lo contrario, una simbiosis o complemento de las mismas.
Con relación al conocimiento y los argumentos prácticos, Jonsen y Toulmin (1988),
citados por Ferrer y Álvarez (2003), indican que estos difieren de los teóricos por ser
concretos, temporales y presuntivos.
El conocimiento práctico es concreto, temporal y probable. Concreto porque su verdad
se apoya en la experiencia directa, temporal porque no son verdades universales y son
cambiantes y probable porque la conclusión que se aplica a la generalidad no es
aplicable necesariamente a cada caso en particular (p. 169).
9 Traigo a colación a Aristóteles por el concepto de prudencia como disposición para al cambio. En mi
análisis, la posibilidad de modificar conductas en cirugía bariátrica.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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De tal suerte, la indicación quirúrgica es definitivamente modificable, cambiante, y no
solo en el caso de la cirugía para el exceso de peso, sino también en muchos otros casos del
ejercicio clínico. Algo que vemos como indicación ahora podría no serlo en el futuro y algo
que en este momento es prohibido podría no serlo después, tanto en la prescripción médica
como en la indicación quirúrgica.
Esta situación cambiante en el ejercicio clínico es evidente en el planteamiento propuesto,
pues las indicaciones médicas son variables y se han ido modificando en los últimos 20 años
en la cirugía para pérdida de peso. Por ese motivo la ética casuística es aplicable a este caso
porque es práctica, y es asimismo de utilidad en la ética clínica, ya que centra su atención en
un caso concreto. El casuismo se ocupa de lo particular (en esta consideración,
específicamente del caso del paciente con sobrepeso) y no de la solución del paciente obeso en
general, encaminándose así a resolver un problema práctico.
Es habitual que se apliquen soluciones generales a problemas particulares. En el caso
concreto de las indicaciones quirúrgicas de la cirugía para pérdida de peso, que excluyen a casi
todos los pacientes con un IMC por debajo de 30 que acuden a consulta para encontrar una
respuesta su problema de sobrepeso, la solución sería aplicar esos principios generales a los
casos particulares y adoptar esas indicaciones generales para adaptarlas al caso concreto, que
deberá ser resuelto con argumentos prácticos. Como lo observa Álvarez (2003): «La medicina
clínica combina la teoría científica y la práctica, la comprensión intelectual y las destrezas
técnicas. Dicho de una manera más clara: la persona que desea practicar la medicina clínica
necesita adquirir episteme, tekné y phronesis» (p. 172).
Con base en ese conocimiento, en esa técnica y en esa prudencia, se puede afrontar la
responsabilidad de inducir el cambio. La responsabilidad médica desde el punto de vista
académico y técnico-quirúrgico de ejecutar un buen procedimiento; la responsabilidad jurídica
de hacer las cosas bien de acuerdo con la normatividad, y la responsabilidad ética y social de
actuar en pro de solucionar un problema que se plantea como nuevo y cuyo objetivo será
beneficiar un paciente.
La comparación de casos, o razonamiento analógico, es uno de los pasos definidos por el
paradigma casuístico. En tal virtud, resulta pertinente acudir a tal paradigma para analizar el
problema que se examina en este trabajo, pues «ningún problema ético es tan nuevo que
carezca por entero de precedentes» (Álvarez, 2003, p. 177).
Se puede comparar la cirugía bariátrica con fines estéticos con la cirugía estética
propiamente dicha. La razón para hacerlo es que hoy en día se practican múltiples

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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intervenciones que mejoran o realzan la belleza, que podrían ser cuestionadas por la sociedad.
Sin embargo, tales procedimientos no plantean problemas jurídicos para los cirujanos que los
practican porque están debidamente establecidas como indicación médica.
Pero no ocurre lo mismo con los dilemas éticos o morales del procedimiento. La cirugía
plástica con fines estéticos, es decir, la cirugía que se practica para mejorar el aspecto físico de
las personas, es ampliamente discutida desde el punto de vista quirúrgico, moral y ético. No se
discute un procedimiento que se practica con un respaldo diagnóstico, terapéutico y funcional.
Pero cuando la intervención tiene un propósito netamente estético concita cuestionamientos
morales en el paciente y, sobre todo, controversias acerca de la licitud ética del profesional.
Y es que al médico tratante le cabe preguntarse si es necesario respingar una nariz cuando
la respiración es normal, si es indicado aumentar el tamaño de los senos un par de tallas si su
tamaño es similar a la media de la población, si debe moldearse un poco el cuerpo con una
liposucción, si es necesario aumentar el volumen de los labios para que se vean más atractivos,
si es conveniente cambiar la forma un pabellón auricular, en fin, si es necesario practicar
alguno de los innumerables procedimientos disponibles en el mercado de la belleza. Para un
observador neutral o para el médico tratante algunos de esos procedimientos pueden ser
innecesarios y hasta absurdos, pero de ninguna manera lo son para la persona que consulta. El
caso en cuestión revela un claro conflicto entre los principios de justicia, beneficencia y no
maleficencia, la autonomía del paciente y el deber ser del profesional médico (De
Roubaix, 2011). La autonomía es un pilar fundamental de la bioética clínica en la actualidad y
es deber del médico respetarla; sin embargo, puede crear en el cirujano una gran dificultad en
la decisión si no coincide con la elección de su paciente, ya sea por motivos personales o
académicos, y asumir que no brindará un acto de beneficencia con su intervención y por el
contrario, podría causar daño. Lo justo para ese paciente es poder acceder a las intervenciones
estéticas que él considere, a pesar que los profesionales que lo atienden no estén de acuerdo. Si
el pensamiento del médico no concuerda con la elección del paciente, se crea un conflicto
entre el principio de autonomía y la beneficencia. El deber ser del profesional médico será
actuar en beneficio del paciente siempre y cuando no implique un riesgo para la salud de este.
Es en este punto donde el caso es complejo, se puede afrontar con una analogía entre el
paradigma casuístico y el principialismo bioético, o más que una analogía como una
integración o complemento entre las dos teorías éticas para tratar de buscar una solución a la
situación.
En esta situación particular encontramos dos actores involucrados. El primero es el
paciente que lleva luchando mucho tiempo con su problema de exceso de peso y que de forma

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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autónoma decide buscar la solución; el segundo es el cirujano dispuesto y capacitado para
resolver ese problema sin causar daño. El caso que los compromete no encaja en las
indicaciones médicas actuales para cirugía bariátrica, pues es incompatible con la justicia
distributiva de los recursos de salud para las personas.
Los cuatro parámetros definidos por el estudio de ética clínica, que aplican perfectamente
para la solución de casos individuales, son los siguientes:
1. Las indicaciones médicas.
2. Las preferencias del paciente.
3. La calidad de vida.
4. El contexto o los rasgos contextuales.
Igualmente, como lo advierten Jonsen et al. (2005), estos parámetros se pueden asociar a
los principios de la bioética clínica.
Tabla 3. Analogía entre parámetros y principios bioéticos.
Parámetros del casuismo Principios bioéticos
Indicaciones médicas Beneficencia y no maleficencia
Preferencias del paciente Autonomía y respeto a la autonomía
Calidad de vida Beneficencia
Contexto Justicia
Fuente: Jonsen et al., 2005, p. 31.
2.1.1. Indicaciones médicas. Beneficencia y no maleficencia
Las indicaciones médicas en general están establecidas para cualquier enfermedad desde el
punto de vista preventivo y curativo como soluciones encaminadas a evitar la enfermedad, o
desde el punto de vista terapéutico a solucionarla. En conclusión, se trata de un acto de
beneficencia, y como todo acto benefactor, puede conllevar algunos riesgos, pero desde el
punto de vista médico nunca estará orientado a hacer daño, es decir, el primer parámetro del
casuismo está perfectamente relacionado con el principialismo bioético. Cuando las
indicaciones médicas concuerdan con las preferencias del paciente y hay un beneficio
terapéutico en la acción, no hay ningún conflicto o compromiso ético o clínico. Caso contrario
ocurre cuando la preferencia del paciente (principio de autonomía) está en claro conflicto con
la beneficencia, entendida esta como la indicación médica previamente establecida.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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La beneficencia implica que desde el punto de vista moral tratemos de buscar el bienestar
de las personas. Esta beneficencia debe estar en absoluto balance positivo cuando se hace la
valoración del riesgo al que será sometido el paciente en el acto clínico; o sea, el cirujano
procura prestar el mayor beneficio y el menor —o ningún— daño posible. Ello es
absolutamente claro y aplicable al ejercicio quirúrgico tanto desde el punto de vista técnico
como ético y es absolutamente realizable en pacientes con un IMC inferior a 30 sin
comorbilidad que deseen someterse a la cirugía bariátrica. El caso encaja perfectamente en
este análisis, ya que se busca intervenir pacientes con éxito terapéutico, pero a un costo
mínimo en términos de complicaciones. La beneficencia incluye todos los actos positivos que
podamos brindar a los pacientes, con equilibrio entre los actos positivos que queremos brindar
y los eventuales inconvenientes que podamos encontrar (Beauchamp y Childress, 1999).
La experiencia y conocimiento del autor de este trabajo le permiten afirmar que los
cirujanos expertos en cirugía bariátrica tienen toda la capacidad para beneficiar a un paciente
que busca sus servicios profesionales para lograr la pérdida de peso y mejorar así su salud y
calidad de vida. La no maleficencia, entendida como el principio hipocrático de primum non
nocere (primero no hacer daño), está implícita en cualquier acto médico responsable. Es por
eso que en cualquier indicación médica es lógico considerar un riesgo o una complicación,
pero nunca un mal para el ser humano. Las complicaciones médicas o quirúrgicas son
inherentes al acto médico, desde la más elemental prescripción hasta el acto quirúrgico más
complejo.
En la vida moral, la diferencia entre beneficencia y no maleficencia es clara, siendo esta
última una ética de mínimos desde el punto de vista social y de relación interpersonal. La
primera es un concepto de ética de máximos, que indica que en la vida moral estamos
obligados a no hacer daño, a ser no maleficentes, pero no estamos obligados a ser
benefactores. Los dos conceptos no están necesariamente entrelazados.
En el acto médico responsable y bien ejecutado estamos obligados a no hacer daño. Pero
la beneficencia, si bien no es una obligación, está implícita y relacionada con el concepto
anterior; van de la mano. Si voy a ejecutar una intervención quirúrgica de cualquier tipo o un
acto médico de cualquier índole, sea de investigación, de terapéutica, de prevención o una
simple formulación de un medicamento, debo prevenir al máximo y ojalá evitar la ocurrencia
de un eventual daño psicológico o lesión orgánica en el enfermo.
Las indicaciones médicas buscan brindar una adecuada prevención o remedio de las
enfermedades cuando estas se presentan. Estas indicaciones están diseñadas siempre para
obtener un resultado benéfico en el individuo.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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De la cirugía para pérdida de peso están excluidos los pacientes con un IMC inferior a 30,
pues se considera que su sobrepeso no los hace candidatos para la intervención y que los
resultados podrían ser deletéreos; sin embargo, el conocimiento que de la cirugía tienen los
cirujanos y su amplia experiencia podrían demostrar lo contrario, para asegurar el éxito en el
objetivo terapéutico.
2.1.2. Preferencias del paciente. Autonomía
El segundo precepto del paradigma casuístico considera las preferencias del paciente. Este
precepto se relaciona en el principialismo bioético con la autonomía y el respeto del principio
de autonomía. Si se tiene a un paciente en pleno uso de sus facultades mentales superiores que
busca los servicios médicos por una causa específica y tiene una idea clara sobre su
tratamiento, es fundamental tratar de respetar su decisión, o por lo menos considerarla en la
práctica del tratamiento.
La decisión del paciente para elegir un determinado tratamiento (en este caso quirúrgico y
con fines de mejoría estética), surge de su preferencia, de su pensamiento y de su propia
percepción del exceso de peso. Se trata de una decisión que apela a su sentir, con lo que se
convierte en una manifestación de autonomía. El principio de autonomía se manifiesta
también en la firma del consentimiento informado, documento que es indispensable en la
práctica quirúrgica, y que expresa la decisión del paciente de someterse a determinada
intervención después de haber sido adecuadamente informado acerca de los beneficios y los
riesgos del tratamiento. Este documento tiene origen en la bioética, y es la expresión libre y
autónoma del paciente para someterse a un determinado tratamiento; pero es también una
herramienta jurídica, indispensable para proteger al médico ante una eventual demanda.
La autonomía debería estar enmarcada en el consentimiento informado, pero,
infortunadamente, el consentimiento es más una herramienta jurídica que la real expresión de
la autonomía del enfermo. Desde el punto de vista bioético el consentimiento debería
significar la manifestación escrita del autogobierno del paciente y no ser un mero instrumento
jurídico e institucional.
El conocimiento es indispensable para poder otorgar el consentimiento de un
procedimiento y poder ejercer adecuadamente la autonomía. Es un conocimiento que el lego
adquiere solo a través de una adecuada información, la cual suministra luego al paciente.
Beauchamp y Childress (1999) establecen los componentes analíticos del consentimiento
informado de la siguiente forma:

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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El componente de consentimiento hace referencia a la decisión voluntaria de someterse
o no a una intervención propuesta. Las diferentes publicaciones legales, reguladoras,
filosóficas, médicas y psicológicas parecen estar de acuerdo en que los componentes
analíticos del consentimiento informado son los siguientes: 1. Competencia 2.
Exposición 3. Comprensión 4. Voluntariedad y 5. Consentimiento (p. 137).
A su vez, para De la Maza (2017), la autonomía del paciente cobra vital importancia en el
ejercicio actual de la medicina, donde el consentimiento informado es una expresión
fundamental de dicha autonomía.
Todo parece indicar que tanto la ética como la regulación de la actividad médica se
encuentran actualmente dominadas por un paradigma, el de la autonomía de los
pacientes. De esta manera, el fundamento de la exigencia de consentimiento informado
sería, precisamente, la protección de la autonomía o autodeterminación de los
pacientes. El ideal de la autodeterminación consiste en la posibilidad de las personas de
controlar, en cierta medida, su propio destino por medio de decisiones sucesivas a lo
largo de sus vidas. Entendido de esta manera, el respeto de la autonomía de las
personas es uno de los principios más robustos de la tradición liberal en el mundo
occidental, relacionándose con otras ideas igualmente prestigiosas y difundidas como
libertad, voluntariedad, responsabilidad y privacidad. La protección de la autonomía
personal se hace más intensa en la medida en que las decisiones conciernen más
directamente a la integridad de los propios proyectos del sujeto y que, menos
directamente, afectan a personas distintas de este. Por esta razón, no es extraño que,
insistentemente, se haya considerado a la autodeterminación de las personas como el
principio mejor conocido de la ética médica. Después de todo, la principal doctrina de
esta rama de la ética en el derecho de las personas es su derecho a determinar qué es lo
que se hace con su cuerpo (p. 113).
A propósito de la polisemia del concepto de autonomía, Beauchamp y Childress
(1999) observan que «se utiliza también para las personas y ha adquirido significados
tan diversos como autogobierno, derechos de libertad, intimidad, elección individual,
libre voluntad, elegir el propio comportamiento y ser dueño de uno mismo» (p. 113).
En este contexto, la autonomía es fundamental en la toma de decisiones, en el análisis
que un paciente efectúa cuando decide asistir a la consulta médica y en la elección que
él hace basado en sus preferencias. Siempre y cuando no exista una transgresión
evidente del acto médico o que durante el procedimiento el riesgo supere el beneficio y
se llegue a producir un daño que sea previamente calculado y prevenible, esta conducta
autónoma debe tener un valor muy importante y determinante en la toma de la decisión
final. Las acciones autónomas deben hacerse con intención, con conocimiento y con

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
39
independencia, sin influencias externas. Valga decir, también, que quien toma una
decisión autónoma no necesariamente tiene un conocimiento profundo o completo del
tema sobre el que está decidiendo, pues pretender que el paciente conozca
absolutamente su situación médica es imposible.
En el caso concreto de la cirugía para pérdida de peso, se parte del supuesto de que el
paciente tomó la decisión de someterse a un tratamiento de esa naturaleza tras reflexionar
largamente sobre sus profundas implicaciones, y que llegó a esa conclusión porque lo
considera adecuado para él.
Diversas son las implicaciones éticas que encontramos en la medicina clínica relacionadas
con las elecciones que hacen los pacientes. Algunas de ellas son si recibir o rechazar un
tratamiento, si elegir una alternativa terapéutica no contemplada en las indicaciones médicas o
si elegir un tratamiento basado únicamente en una ganancia estética o psicológica. De tal
suerte, en el ejercicio clínico y quirúrgico es común encontrar enfrentamientos entre los dos
parámetros del casuismo: las indicaciones médicas y las preferencias del paciente, que, como
ya se ha explicado, es equivalente a un conflicto entre la autonomía y la beneficencia.
Para Beauchamp y Childress (1999, p. 206) el paternalismo es el dominio o
predominancia de la beneficencia sobre las preferencias de una persona. Tradicionalmente el
médico ha liderado los destinos del paciente y su opinión prácticamente es decisión tomada,
así el paciente no esté de acuerdo con ella, ya para avalar, ya para negar, su solicitud. Es el
caso de las personas con un IMC inferior a 30 que buscan la cirugía para pérdida de peso, pero
que son rechazados por su médico con autoridad y con convicción por no existir esa
indicación, no obstante, la decisión autónoma del paciente para practicarse el procedimiento.
Ese paternalismo ha ido cambiando, y en la actualidad el principio de autonomía es
fundamental en la relación médico-paciente; ese principio, de hecho, en muchos casos
predomina sobre el principio de beneficencia, o por lo menos se consideran con igual
importancia.
La decisión de un paciente con sobrepeso de someterse a una cirugía bariátrica no es una
decisión que él tome en abstracto, dado que son las promesas concretas del avance de la
medicina las que motivan a los pacientes a ejercer ese autogobierno para someterse a los
nuevos tratamientos y procedimientos, ya sea por necesidad o por el placer de practicar
cambios en su cuerpo. Sin embargo, que el paciente apele al principio de autonomía para
practicarse un procedimiento o someterse a un tratamiento no es fundamento suficiente para
hacerlo. Además de la disposición del paciente, siempre se debe considerar la asesoría del
médico tratante antes de decidir utilizar una u otra alternativa terapéutica. Como este último es

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
40
el responsable final del tratamiento, la preferencia del paciente es un motivo insuficiente para
tomar una decisión, pues él no cuenta con el conocimiento necesario para entender las
implicaciones médicas y los eventuales problemas a los que se enfrentará con un
procedimiento quirúrgico que desconoce. Así las cosas, el paciente necesita que su médico le
proporcione la información necesaria y suficiente para que pueda tomar una decisión
informada, ya para practicarse el procedimiento o para desistir de hacerlo. En conclusión,
paciente y médico tratante deben estar unidos en la elección de la mejor decisión.
La cirugía para pérdida recoge todos los elementos de la situación descrita en el párrafo
anterior debido a que la selección que el paciente realice debe considerar antes el
asesoramiento y orientación del cirujano, quien mediante un acto benefactor guiará la elección
del paciente, respetando siempre su autonomía. La situación es aún más cierta en los pacientes
con IMC de entre 25 y 30 que esperan encontrar respeto y apoyo a su decisión autónoma de
tratamiento.
Se entiende como autonomía a la capacidad de autogobierno, de decisión absoluta sobre sí
mismo. Para Stuart Mill, citado por León (2006):
Ningún hombre puede, en buena lid, ser obligado a actuar o a abstenerse de hacerlo,
porque de esa actuación o abstención haya de derivarse un bien para él, porque ello le
ha de hacer más dichoso, o porque, en opinión de los demás, hacerlo sea prudente o
justo. Estas son buenas razones para discutir con él, para convencerle o para suplicarle,
pero no para obligarle o causarle daño alguno si obra de modo diferente a nuestros
deseos. Para que esta coacción fuese justificable, sería necesario que la conducta de
este hombre tuviese por objeto el perjuicio de otro. Para aquello que no le atañe más
que a él, su independencia es, de hecho, absoluta. Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su
espíritu, el individuo es soberano (p. 257).
Es la capacidad de tomar decisiones y gestionar el propio cuerpo y, por lo tanto,
decisiones acerca de la vida y la muerte del ser humano (León, 2006).
La autonomía implica libertad de elección, libertad de decisión, de acción, y es un
imperativo moral respetarla y asumirla. Cuando un paciente toma una decisión y una elección,
en este caso específico una decisión quirúrgica, lo menos que debemos hacer es respetarla,
siempre y cuando no vaya en detrimento de su salud o que dicha decisión afecte a terceros. La
autonomía y el paternalismo son dinámicos: en la medida que la una aumenta el otro
disminuye y viceversa. Es indudable que la autonomía juega un papel preponderante en el
ejercicio clínico y en la aplicación de la bioética clínica en la actualidad. Según Ribeiro-Alves
(2012): «cabe afirmar que la autonomía del paciente debe ser respetada cuando se manifiesta

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
41
según la racionalidad, debe ser preservada cuando es vulnerada y restaurada cuando se ve
disminuida» (p. 94).
Pero también hay circunstancias que limitan la autonomía del paciente para tomar
decisiones, más aun tratándose de decisiones médicas. Una de esas limitaciones es que el
paciente no cuenta con un conocimiento disciplinar apropiado o profundo, por lo que
necesitará de una adecuada orientación por parte del médico tratante. Otra limitación se
presenta cuando el paciente no está en capacidad de decidir porque no es mentalmente
competente o porque está severamente enfermo y pierde la capacidad de pensar con claridad o
ecuanimidad.
La falta de autonomía tiene tres dimensiones: la contextual, la existencial y la conceptual
(Pellegrino y Thomasma, 1987). En el ámbito de las decisiones médicas, la falta de autonomía
contextual se presenta cuando el individuo es mentalmente incompetente; la existencial
cuando está gravemente enfermo; y la conceptual cuando el paciente necesita de asesoría para
decidir correctamente.
En el caso concreto de la cirugía para pérdida de peso en pacientes con sobrepeso, antes
que plantear un conflicto entre las preferencias del paciente y las indicaciones médicas o entre
autonomía y beneficencia, lo que se desea es utilizarlas como complemento una de la otra con
el objetivo de tomar una decisión que beneficie al paciente. Para Pellegrino y
Thomasma, 1987):
Los valores del bienestar del paciente y la autonomía del paciente que se traducen en
los deberes morales correspondientes de beneficencia y respeto por las personas,
pueden entrar en tensión entre sí. En nuestra opinión, estos deberes no pueden
permanecer en conflicto si el objetivo de la medicina es lograr la curación (p. 45).
Para complementar el párrafo anterior traigo a colación el análisis del doctor Francisco,
acerca de la relación o disputa entre autonomía y beneficencia. El doctor León, apelando a la
noción propuesta por Paul Ricoeur, define la intención ética como el «anhelo de vida realizada
y como tal feliz, con y para los otros en instituciones justas» (p. 258). Esta intención ética no
es solo para el paciente, sino también para el médico. En tal virtud, León propone tres niveles
éticos que, a nuestro entender, se ajustan bien a la solución del problema planteado en este
trabajo: el conflicto que suscitan las preferencias del paciente y las indicaciones médicas, en el
marco de la cirugía bariátrica en pacientes con sobrepeso.
El primer nivel ético es el “Anhelo de una vida realizada”, que es disfrutar la vida, tener
anhelos, formular proyectos y ejecutarlos. En últimas, es la autorrealización, es buscar y

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
42
recorrer el camino que nos lleve a la felicidad. Esta autorrealización y camino de la felicidad
es no obstante ególatra y tiene que ver con la autoconfianza y la autoestima. Ese camino a la
felicidad está o puede estar opacado e interrumpido por la enfermedad. Esta enfermedad no
necesariamente es terminal o físicamente incapacitante, sino que considera los aspectos
afectivos y emocionales de la persona, que son la expresión de la salud mental. En razón a que
el exceso de peso propone una dificultad emocional, sin lugar a dudas entorpece el camino a la
felicidad. Este enfermo necesita de la ayuda de su médico, de su cirujano, para encontrar ese
camino hacia lo que para él es la felicidad.
El segundo nivel ético es la “Autonomía con y para los otros: Articular beneficencia y
autonomía”. Esta articulación debe ser la respuesta al conflicto. En tal virtud, la solución de
una eventual disputa entre estos principios bioéticos debe ser subsidiaria entre ambos para
favorecer a los dos actores involucrados en el dilema ético: el médico y el paciente, sobre todo
pensando en el beneficio para este último. Si la persona es suficientemente autónoma, se debe
hacer lo posible por respetar este autogobierno, siempre y cuando esas decisiones no vayan en
detrimento de sí mismo o de otros. El médico debería actuar como benefactor si la decisión del
paciente así lo requiere, y esa acción de beneficencia debe ser congruente con la autonomía de
la persona tratada.
El tercer nivel ético es “Articular autonomía, beneficencia y justicia”. Se trata de hacer
encajar el segundo nivel de intención ética con la normatividad del sistema de salud, para
tratar de llevar al médico a un buen ejercicio profesional. La idea es que el médico se sienta
satisfecho al practicar un procedimiento que le proporciona al paciente una vida placentera y
agradable (León, 2006).
El principio de beneficencia, antes que competir con el principio de autonomía, debe
incorporarlo en el logro de los objetivos beneficentes. Así, si el beneficio que el médico ha
ofrecido coincide con las preferencias del paciente, se habrá aplicado un modelo de respeto a
la autonomía. Como lo advierten Beauchamp y Childress (1999):
Los mejores intereses de los pacientes están íntimamente ligados a sus preferencias de
las cuales se derivan nuestros deberes primarios hacia ellos. Tanto la autonomía como
el paternalismo son reemplazados por una obligación de actuar beneficentemente […]
En el mundo real de la medicina clínica no hay principios morales absolutos excepto el
mandato de actuar en el mejor interés del paciente (p. 258).
Más que generar un conflicto entre la decisión autónoma de paciente y el beneficio que el
cirujano pretende, las dos posiciones deben complementarse entre sí, puesto que la decisión

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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autónoma del paciente encuentra respaldo en el concepto del médico tratante. En un escenario
de decisiones afines no hay lugar para el conflicto. Para Pellegrino y Thomasma (1987):
La beneficencia es un requisito primordial para la medicina y tiene tres obligaciones
específicas: Primero, los problemas y necesidades de los pacientes son la preocupación
principal del médico por encima de cualquier otra preocupación. Segundo, el daño debe
ser evitado pues el médico no puede cumplir la promesa de ayudar si intencionalmente
daña al paciente por alguna razón. Tercero, tanto la autonomía como el paternalismo
son reemplazados por la obligación de actuar benéficamente, eso quiere decir que la
elección de actuar con paternalismo o de fomentar la autonomía debe estar basada en lo
que más beneficie al paciente y no en las convicciones intelectuales o emocionales que
impulsan al médico (p. 42).
Así bien, las preferencias del paciente y el principio de autonomía, tienen un enorme
impacto en la bioética clínica actual. Estos dos aspectos han modificado la relación
médico-paciente y desplazado en parte el paternalismo tradicional, según el cual el médico
tenía la absoluta autoridad para elegir el camino por seguir y no consideraba las preferencias
de su paciente. Ahora, no obstante, estas preferencias son fundamentales para la toma de
decisiones clínicas, y mucho más en cirugía bariátrica, pues el paciente asiste a consulta muy
bien informado y llega al consultorio decidido a someterse a una intervención quirúrgica,
sabiendo además el tipo de procedimiento que quiere que se le practique.
Ya se ha manifestado que la autonomía no puede ser la única responsable de las
determinaciones del paciente por razones como la falta de información o el desconocimiento
disciplinar. Toda decisión autónoma debe ser voluntaria e ir precedida de una adecuada, veraz
y suficiente información. De allí la relevancia del criterio y la orientación del médico y la
importancia de la legislación en salud. (Esta última es un factor que puede vulnerar la decisión
autónoma del paciente). Otras limitaciones para la toma autónoma de decisiones son la falta de
capacidad y voluntariedad por incapacidad física, mental, minoría de edad o capacidad jurídica
modificada (Mellado, 2016).
2.1.3. Calidad de vida. Beneficencia
El tercer parámetro del casuismo relacionado también con la beneficencia es la calidad de
vida. La calidad de vida es un objetivo fundamental de la medicina y es en últimas el objetivo
primordial de cualquier tipo de terapia curativa o preventiva. En términos generales, cualquier
tipo de tratamiento preventivo o curativo, médico o quirúrgico, de rehabilitación o de
ejercicio, tiene como objetivo principal mejorar la calidad de vida, el estado de salud y

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
44
capacidad funcional del paciente desde el punto de vista físico y emocional. Tener la mejora
de la calidad de vida como objetivo final del acto médico siempre será un acto de
beneficencia.
El concepto de calidad de vida tiene múltiples aristas, relacionadas con lo social, lo
económico o con la salud física y emocional. La calidad de vida adquiere un carácter
multidimensional que involucra un concepto integrador de todas las áreas de la vida con
aspectos objetivos y subjetivos. Esta noción de calidad de vida encuentra relación con una
ética de mínimos, entendida como los principios defendibles para la sociedad en general y con
una ética de máximos, que representan el concepto de felicidad particular de cada individuo
(Outomuro, 2010).
La calidad de vida es un concepto multifactorial en el que pueden distinguirse, pero no
separarse, varios aspectos. Desde el punto de vista médico y clínico, la calidad de vida tiene
unos parámetros muy evidentes: poder comer, moverse o valerse por sí mismo; no
experimentar dolor o sufrir alguna forma de disfunción orgánica; o poder disfrutar de una sana
interacción social, familiar o laboral. Desde el punto de vista social y económico, también
encontramos unos parámetros mínimos: hablamos de cuestiones sanitarias, de alimentación, de
acceso a la salud, a la educación, a la vivienda y al empleo (ética de mínimos), que deben ser
provistos unos por el Estado y otros adquiridos por cada individuo.
Pero la calidad de vida es también un asunto individual, y cada persona la asume de una
forma independiente. Es por eso que su definición, clasificación y análisis es tan difícil de
objetivar, y en el contexto específico de la autoimagen y autopercepción del ser, es
comprensible que una persona con exceso de peso no esté satisfecha con su imagen estética y
corporal, y que por ello su calidad de vida se encuentre afectada. La interpretación de lo que es
la calidad de vida puede ser personal, y en tal sentido también incluye la satisfacción o
insatisfacción que un individuo siente respecto de su situación física, mental y social.
Encontramos dos tipos de evaluación de la calidad de vida: la evaluación personal y la
evaluación del observador (Jonsen et al., 2005). La primera está íntimamente relacionada con
las preferencias del paciente, y también es conocida como la ética de la autonomía personal.
La segunda es la que un tercero realiza sobre las experiencias de vida personal de otra persona.
En el caso específico de la evaluación personal, si el individuo está en la capacidad de evaluar
su propia calidad de vida, los demás no deberían atreverse a opinar.
La calidad de vida está mediada, además, por situaciones relativas a la posibilidad de ser o
no aceptado en círculos sociales bien definidos. No encajar, ser discriminado, es un factor que

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
45
puede lesionar profundamente la calidad de vida de las personas. Uno de esos factores de
discriminación es la obesidad, pues el individuo obeso corre el riesgo de ser objeto de
estigmatización y aislamiento y de agresiones y burlas por su condición física, con lo que su
condición psicológica y su salud mental resultan vulneradas.
Existe un rechazo abierto a la obesidad en múltiples contextos sociales y hay estigmas en
contra del sobrepeso y la obesidad en múltiples escenarios como el trabajo, el deporte, el
estudio, el transporte, la atención en salud o en lugares de ocio, agresión que se extiende
incluso hasta sus acompañantes (Fernández-Ramírez et al., 2012). No obstante, a pesar de que
es probable que el paciente clínicamente diagnosticado con sobrepeso no sea directamente
discriminado, sí puede experimentar una situación personal de infelicidad a causa de que en
determinados contextos sociales existe una clara preferencia por personas delgadas y esbeltas,
como en la publicidad, la televisión, la moda, entre otros.
Un caso que me merece especial atención es la discriminación laboral. En ciertos
escenarios laborales —y para algunos empleadores— la obesidad se opone a los valores que
preconiza el trabajo por desempeñar, y casi siempre se selecciona a personas de apariencia
esbelta y delgada Las ventas, ciertas actividades físicas, el deporte o incluso la milicia son
escenarios donde la obesidad constituye un gran obstáculo para poder destacar. En cuanto
comportamiento social, la discriminación es una práctica generalizada, que se ejerce no
solamente contra personas con sobrepeso y obesidad, sino que puede afectar a cualquiera que
presente alguna alteración o modificación física como tatuajes, cortes y colores de cabello,
perforaciones en la piel, o cualquier otra modificación corporal que no responda al canon
estético prevalente o a lo que en cierto contexto se considera como “normal” (Paniagua, 2009).
En una amplia descripción, Fernández-Ramírez et al. (2011) narran las múltiples
situaciones de discriminación laboral y salarial a la que son sometidas las mujeres por su
género y condición de sobrepeso. En cualquier tipo de condición laboral, pero sobre todo en
los sitios de trabajo de cara al público como ventas, azafatas, bancos etc., ellas son trasladadas
a sitios donde no tienen contacto con el público o remuneradas por debajo de lo que puede
ganar una mujer delgada y bonita. Se dejan de lado las virtudes de la mujer como trabajadora,
para ser su cuerpo la etiqueta de marketing que la lleva al éxito. Además, a la mujer con
sobrepeso se le tilda de perezosa e incapaz de alcanzar metas, porque se asume que si no ha
logrado controlar su peso tampoco logrará controlar o sortear dificultades laborales. En fin, sin
concluir que una mujer con exceso de peso no puede desempeñar adecuadamente sus
funciones en determinados trabajos, sí es evidente una marcada discriminación por su imagen
corporal.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
46
A cualquier edad, desde la infancia y adolescencia, las personas con sobrepeso son
estigmatizadas y eventualmente excluidas, sometidas a acoso en su vida académica, laboral,
deportiva, conyugal y social. Algunos estudios muestran que la insatisfacción con la imagen
corporal inicia a los 5 años de edad, aumenta con la edad, está directamente relacionada con el
aumento del IMC y es más frecuente en mujeres (Jiménez, 2017). Los hombres adolescentes
con sobrepeso y obesidad son también sujeto de acoso porque su condición física y corporal
los pone en inferioridad física con sus pares y las mujeres adolescentes con sobrepeso tienen la
peor percepción de su calidad de vida y afectación de su vida familiar y salud mental
(Rodríguez et al., 2016). Y no solo en la adolescencia, sino en la edad perimenopáusica las
mujeres tienen síntomas precoces y deterioro en su calidad de vida y su salud mental en
relación directa con el sobrepeso en ese momento de su ciclo vital (Romero-Pérez
et al., 2014).
Con esas consideraciones y para determinadas personas, especialmente mujeres con
sobrepeso, ese entorno laboral y social puede significar una limitante, que se refuerza
permanentemente en su interior y se refleja en deterioro de su calidad de vida por afectación
de su salud mental debido a lo no aceptación de su figura corporal por su exceso de peso.
Parece lógico para esa persona buscar una mejoría de su calidad de vida tratando de controlar
un problema que tiene claramente identificado. Si logra controlarlo, infiere la persona que
obtendrá la felicidad como recompensa. Es por esta razón que cualquier mejora o realce
estético influye directamente en la calidad de vida de las personas, pues al obtener una mejoría
de la autopercepción y de la imagen corporal mediante cualquier tipo de intervención médica,
ya sea farmacológica o quirúrgica, esa calidad de vida indudablemente mejorará.
La intervención médica, en este caso una cirugía, contribuye notablemente a mejorar la
calidad de vida de los pacientes con sobrepeso. Si bien la cirugía con fines cosméticos no es
considerada por muchos como de carácter curativo y como tal no es un acto de beneficencia,
limitarla solo a ese concepto de cura o prevención de enfermedad sería dejar de reconocer los
beneficios que puede aportar para mejorar el bienestar de las personas al obtener un realce
estético en su cuerpo. La cirugía con fines estéticos contribuye a la mejor adaptación de un
individuo a su entorno social y esta acción beneficia a las personas.
2.1.4. Rasgos contextuales. Justicia
El cuarto parámetro que se analiza en el casuismo son los rasgos contextuales o el contexto en
el que se plantea el caso específico que se esté analizando. El parámetro incluye las múltiples
consideraciones que rodean el problema, como son las económicas, jurídicas, sociales,

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
47
familiares, etc. (Ferrer y Álvarez, 2003, p. 175). Estos rasgos contextuales influyen
directamente en las decisiones y en su análisis ético. Hay múltiples factores involucrados en la
ejecución de la cirugía bariátrica con fines estéticos, entre los que encontramos los
económicos, familiares, sociales y jurídicos.
La consideración económica entra en juego porque la cirugía bariátrica es un
procedimiento de alto costo. Ese rasgo puede crear una controversia con el pagador del
procedimiento, pues al no estar incluida en las indicaciones médicas, el médico tratante puede
ser juzgado como un oportunista que saca provecho económico de la prescripción de una
intervención que, supuestamente, el paciente no necesita.
La consideración legal toma forma en el temor del médico a ser demandado, factor que
puede interferir en una adecuada toma de decisiones y terminar sesgando su conducta
quirúrgica. Con el ánimo de prevenir un potencial problema jurídico, el médico tratante puede
incurrir en lo que se conoce como medicina defensiva, y evita practicar una intervención que
considera benéfica para el paciente, pero que no realiza para prevenir demandas.
Los entornos laboral, social y familiar del paciente son totalmente adversos, pues si la
cirugía bariátrica es altamente cuestionada incluso en pacientes con obesidad mórbida, es
lógico pensar que lo será mucho más en pacientes solo con sobrepeso. Que el procedimiento
sea cuestionado puede hacer que el paciente no cuente con el apoyo total de su círculo social y
familiar más cercano, lo cual le generará angustia, incertidumbre y temor en la toma de sus
decisiones.
A causa de que la cirugía bariátrica es un procedimiento de alto costo en el mundo entero,
los sistemas de salud y las aseguradoras son renuentes a aprobarlos, incluso en pacientes
obesos, para quienes los criterios de inclusión son bastante estrictos. La situación se agrava
para los pacientes con un IMC por debajo de 30, debido a que la cirugía bariátrica no está
incluida en las indicaciones quirúrgicas. En tal virtud, a ella solo tendrían acceso aquellos
pacientes con recursos económicos propios suficientes, con lo cual se generaría una evidente
inequidad.
Los factores señalados ponen una fuerte presión sobre los hombros de los médicos que
ordenan la intervención, y más cuando lo hacen para pacientes no obesos. La promoción de
este tipo de intervención genera un contexto difícil desde el punto de vista académico, social,
político, jurídico y, por supuesto, bioético.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
48
Este último parámetro de la casuística puede equipararse con la justicia como principio
bioético, pues en el contexto antes mencionado podemos actuar contra el enfermo si no hay
una inclusión equitativa para todos los pacientes en las indicaciones médicas.
Por el contrario, si se acepta intervenir a la gran mayoría de los pacientes (para lo cual
habría que ampliar las indicaciones médicas para incluir a pacientes con un IMC más bajo), se
estaría haciendo una inadecuada distribución de los recursos de la salud, no se atenderían
patologías más apremiantes para las personas y se utilizarían recursos del sistema de salud en
cirugías que muchos observadores externos encontrarían superfluas.
En el caso específico de la cirugía para pérdida de peso, la ampliación de las indicaciones
médicas será una decisión netamente académica en principio, que involucra a dos actores
fundamentales: el médico y el paciente. Llevar a cabo la cirugía comporta un contrato
implícito entre ambas partes. En el caso de la medicina privada, el caso es un poco más
sencillo: el paciente sufraga con sus propios recursos el procedimiento, mientras el médico
procede tranquilo y sin temores porque está protegido jurídicamente ante una demanda. Pero,
en aras de la equidad y la justicia, la intervención debería estar disponible para todo aquel que
la requiera y no solo para las personas que cuenten con recursos económicos. El escenario es
bastante complejo en razón a que hay involucradas decisiones académicas, económicas y
políticas relativas al sistema de salud que necesitan también ese análisis ético.
La situación que se examina plantea dilemas éticos que los actores directamente
involucrados deben resolver: el médico, el paciente y el sistema sanitario que promueve las
directrices de atención. La situación, empero, involucra una serie de actores indirectos, como
el entorno familiar, social y laboral del paciente, pues ellos tercian en su decisión, ya sea para
apoyarlo o para cuestionarlo. El cirujano es un actor muy sensible porque debe respetar el
contexto legal y jurídico que rodea su ejercicio profesional al tiempo que debe tratar de
respetar las decisiones del paciente, pero siempre procurando su beneficio. Los tres actores
tienen, además, que atender el contexto económico de cada uno, pues se trata de una
intervención de alto costo.
El problema de contar con unas indicaciones médicas inflexibles para esta clase de cirugía
es que deja por fuera una población que puede ser perfectamente tratada con el procedimiento.
Es injusto que estas indicaciones excluyan del procedimiento a toda persona con un IMC
menor a 30 de forma mecánica e irreflexiva, pues con ello se está desconociendo que cada
paciente es un universo particular, con preferencias y necesidades propias. Con relación a la
justicia distributiva y la distribución de derechos y responsabilidades en la sociedad,
Beauchamp y Childress (1999), en su texto Principios de Ética Biomédica, anotan:

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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La justicia distributiva se refiere a la distribución igual, equitativa y apropiada en la
sociedad, determinada por normas determinadas que estructuran los términos de la
cooperación social. Su ámbito incluye las políticas que asignan diversos beneficios y
cargas tales como la propiedad, los recursos, los impuestos, los privilegios y las
oportunidades. Varias instituciones públicas y privadas están implicadas en ella,
incluyendo el gobierno y el sistema sanitario (p. 312).
En este punto específico es importante tener en cuenta las restricciones que en un
momento dado se tengan que hacer en el sistema de salud para no instaurar tratamientos
innecesarios en los pacientes, pero que también los recursos se repartan equitativamente
(Jonsen et al., 2005, p. 303). Este tipo de decisiones en el sistema de salud si bien tienen un
contexto ético, son más de tipo económico, político y social. Existe en este punto una
divergencia entre el paciente y el pagador (sistema de salud) en el concepto de la necesidad de
este tipo de cirugía, pues el paciente la considera totalmente necesaria para su beneficio
personal, pero el sistema no va a considerar importante hacer inversiones en intervenciones
estéticas en salud por tener situaciones más apremiantes que resolver en su población.
La cirugía para pérdida de peso para pacientes obesos ha ido ampliando sus indicaciones
médicas y cada vez es más común en pacientes con IMC más bajos. Se trata de pacientes con
un exceso de peso inferior a 20 kg, que han tratado de perderlos por diversos medios sin
resultados satisfactorios. Por tratarse de una cirugía bastante probada y segura, lo equitativo
sería poder ofrecer la intervención a todo paciente que la requiera a pesar de que las
indicaciones médicas aún no se la recomienden.
Se ha descrito en el deterioro de la calidad de vida la estigmatización a la que se someten
las personas con exceso de peso y la discriminación a la que son sometidas las mujeres además
por su condición de género (De Domíngo y López, 2014). Esto genera inequidad para ellas
especialmente, pues la carga social que deben soportar es mayor y son mucho más
discriminadas que los hombres. El rechazo laboral, la falta de oportunidad a pesar de tener
capacidad hace que la persona obesa sea rechazada en diferentes ámbitos, En el contexto de la
justicia como principio bioético pues este tipo de discriminación es inaceptable. Más del 90 %
de las personas que consultan interesadas en cirugía bariátrica por exceso de peso leve son
mujeres, probablemente como respuesta a ese señalamiento social y al deterioro de su
autoestima.
La equidad en salud no significa solamente la igual distribución de los recursos de salud,
sino también la facilidad para acceder a la prevención de la enfermedad. El fácil acceso a los
servicios de salud, no es el único determinante de una buena salud. Los estilos de vida son

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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factores importantes para determinar el bienestar de la población y el acceso a los estilos de
vida como factor preventivo de sobrepeso y obesidad deberían ser similares para todo el
mundo, es decir, el acceso a la educación en salud y al deporte como determinantes de estilo
de vida lo debería tener toda la población y sería un factor preventivo de la obesidad. En la
génesis de la obesidad puede haber factores de decisión individual, así como razones de
injusticia social relacionada con la prevención y solución de las enfermedades. Se ha hecho
mucho énfasis en el principio de autonomía en este trabajo, por considerarla fundamental en la
toma de decisiones, pero esta autonomía debe complementarse con el principio de justicia. La
autonomía y la justicia deben ser complementarias entre sí pues respetar la autonomía
significa también un acto de justicia (Ferrer, 2003).
Asumir la cirugía bariátrica con fines estéticos como un objetivo exclusivo de ser más
bello, es reconocer el impacto psicológico que tiene ese sobrepeso en los individuos. La
ganancia psicológica y en salud con la pérdida de peso es indudable para estas personas por lo
que el hecho de poder acceder a la intervención se constituye en un acto de justicia.
La obesidad y el sobrepeso son enfermedades endémicas y su tratamiento involucra varias
especialidades y una de ellas como parte final de su tratamiento es la cirugía bariátrica, a la
cual tiene acceso muy bajo porcentaje de la población. Lo más justo y equitativo sería que el
sistema de salud y las sociedades científicas deberían facilitar el acceso a la prevención y al
tratamiento de la obesidad respectivamente (Peregally, 2018).
La prevención de las enfermedades debe ser lo primordial en cualquier tipo de patología y
es mucho más costo – efectivo. Si la obesidad se considera enfermedad y en su etiología tiene
mucho que ver el estilo de vida, lo justo con la población debe ser tener una adecuada
educación acerca de los adecuados estilos de vida y además acceso a la misma. O sea que una
adecuada prevención evitaría en muchos casos el desarrollo del sobrepeso y la obesidad, así
como de muchas otras enfermedades de alto costo y se optimizaría el gasto para los servicios
de salud evitando así la controversia de si sería justo o no invertir en determinado tipo de
patologías que no son prioritarias para mucha gente y aún para el sistema.
Como ya se ha mencionado, el otro rasgo contextual importante es la confluencia entre la
medicina, la ética y el derecho. Se ha insistido en que el temor jurídico que el médico
experimenta es un factor que condiciona la decisión de intervenir o no a un paciente y este
temor lo condiciona a una práctica de medicina defensiva negativa. Entre los rasgos

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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contextuales del paradigma casuístico, el aspecto legal se instaura como uno de los más
determinantes.
El consentimiento informado es un documento en el que confluyen la ética y el derecho.
En calidad de documento formal, el consentimiento se transforma en una herramienta que
protege al médico y resguarda el principio de autonomía del paciente. Y es que una persona en
pleno uso de sus facultades mentales superiores y conocedor de su estado de salud y de ánimo
es el más consciente de la forma como lo afecta el exceso de peso, además, cuenta con la
capacidad de entender los riesgos y beneficios asociados con una intervención quirúrgica de
esa naturaleza. O, dicho de otra forma, una persona con esas características está en plena
capacidad de firmar un consentimiento informado. Como lo observan Beauchamp y Childress
(1999), «la principal función y la razón que justifica el consentimiento informado es facilitar y
proteger la elección autónoma individual» (p. 135). Así las cosas, un paciente con
conocimiento claro de su problema y de su tratamiento, sin necesidad de ser un experto,
autoriza formalmente a su cirujano para que le practique una determinada intervención.
Si no hay un impedimento del paciente o una limitación a su autonomía, este principio
bioético es un pilar fundamental en la toma de decisiones en la sociedad actual. Pero el
principio es aún más importante en el ámbito biomédico y en el contexto del ejercicio clínico y
quirúrgico diario, en el que el cirujano está sometido a eventuales demandas, pues esta hará
todo lo posible por respetar la autonomía del paciente, pero también por salvaguardar su buen
ejercicio y prestigio profesional mediante el suministro de una adecuada información y el
apropiado diligenciamiento del consentimiento informado. Además de ser un punto de
encuentro entre la ética, la medicina y el derecho, el consentimiento informado es también el
punto donde convergen las indicaciones médicas y las preferencias del paciente.
En la cirugía en general y en la intervención biomédica, pero especialmente en la cirugía
bariátrica, los casos que llegan a los tribunales para ser juzgados (procesos civiles, penales o
ético-disciplinarios) se centran en quien decidirá bajo qué condiciones y con qué criterios
(Pellegrino y Thomasma, p. 33). Así pues, un consentimiento informado adecuadamente
elaborado es un instrumento que protege al médico ante un lío jurídico.
Si el cirujano decide practicar una cirugía bariátrica con fines estéticos o en pacientes con
IMC bajos, podría resultar perjudicado porque esta no aparece en las indicaciones médicas. En
caso de que la situación escale a una demanda por alguna complicación médica o quirúrgica,
es momento de acudir al consentimiento informado como objetivo ético y jurídico, y como
término donde confluyen la ética y el derecho. Este consentimiento es la mejor defensa de un

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
52
profesional que solo desea el beneficio de su paciente, actuando con pulcritud, sapiencia y
respeto por las decisiones autónomas la persona a su cargo.
En una encuesta realizada a cirujanos bariatras afiliados a la Acocib, una mayoría, pero no
abrumadora (52.8%) está de acuerdo con practicar la cirugía bariátrica en pacientes con un
IMC menor a 30 y un 56 % acepta haber operado en algún momento este tipo de pacientes.
Asimismo, entre los cirujanos que han realizado esta cirugía, la gran mayoría de los
encuestados manifiesta que sienten temor ante una demanda secundaria a una eventual
complicación quirúrgica. Y entre los facultativos que no intervienen este tipo de pacientes, un
43.5 % dejan de hacerlo porque lo consideran una contraindicación médica, un 37.9% por
temor jurídico y un 18.6% por considerarlo una transgresión ética (ver Anexo 1). La mayoría
de los cirujanos que realizan el procedimiento revelan que el temor a un litigio jurídico está
coaccionando su labor profesional, desconfianza que podría evitarse si la cirugía se incluyese
en las indicaciones médicas que regulan esta clase de procedimientos. Se puede ver que el
tema causa controversia aún entre los cirujanos, pues la decisión de operar o no está muy
dividida y quienes deciden no hacerlo lo hacen por convicciones académicas, jurídicas y
éticas. Sin embargo, 73,6% de los participantes estarían de acuerdo en incluir los pacientes
con sobrepeso como una indicación relativa de cirugía bariátrica. Este tipo de decisión a pesar
de ser controversial, es una medida viable si son las asociaciones científicas en consenso las
que lideren la iniciativa.
Finalmente, el consentimiento informado es el otro mecanismo con que el cirujano cuenta
para protegerse ante un eventual pleito jurídico. De ser bien elaborado y diligenciado, el
consentimiento está preservando la decisión autónoma del paciente a someterse a una
intervención quirúrgica de su elección, al tiempo que faculta al cirujano para que practique
una intervención que considera beneficiosa y necesaria para su paciente. Facilita también su
defensa en caso de ser sometido a una demanda. Este consentimiento informado debe ser
elaborado con las bases bioéticas y jurídicas necesarias y suficientes para proteger a los
protagonistas de la situación: médico y paciente.
2.2. CONCLUSIÓN
Desde finales del siglo pasado, cirujanos del mundo entero están retomando la cirugía para
pérdida de peso como una medida terapéutica conveniente para el tratamiento de la obesidad.
Como se trata de una cirugía relativamente nueva, es un procedimiento con un margen de
crecimiento aún muy alto. Para el caso de Colombia, los datos revelan que es un
procedimiento que está en franco crecimiento desde los inicios del presente siglo.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
53
En el pasado, el procedimiento solo era recomendado para personas con un IMC superior
a 30, no obstante, los pacientes están abogando por la ampliación del rango en las indicaciones
médicas, para que den cabida a personas con un IMC de entre 25 y 30 y sin comorbilidad
asociada. Aunque no es una indicación que esté siendo planteada por los cirujanos ni por las
asociaciones médicas, es un llamado que hace una gran cantidad de personas que han tratado
de perder peso por diversos medios infructuosamente, y que ven en esta cirugía una solución
definitiva a su problema.
Este sí que es un tema realmente nuevo y cada vez más frecuente. La verdad sea dicha,
ningún cirujano hubiese siquiera imaginado hace 20 años que sería consultado por un paciente
para que le practicase una intervención en la que debería extirpar un segmento de estómago
sano con el fin de perder peso. Dicho así, es un procedimiento que puede generar mucha
resistencia.
De otra parte, la cirugía para pérdida de peso es un procedimiento que puede generar
cuestionamientos éticos bastante profundos, pues implica la extirpación de un órgano normal.
Es más, si nos atenemos a la diferencia entre amputación y mutilación, la primera es la
extirpación de un órgano enfermo y la segunda, la de un órgano sano, o sea que literalmente
estamos mutilando el estómago. Pero si su objetivo fundamental es beneficiar un paciente, una
mutilación orgánica no necesariamente tiene que ser mala en el contexto quirúrgico. Cabe
recordar que la beneficencia es el resultado de ponderar los riesgos y los beneficios del
procedimiento para el paciente, examen que realiza un profesional capacitado y competente.
En el análisis hecho a partir de la ética casuística y su asociación con los principios de la
bioética, se ha hecho especial énfasis en las preferencias del paciente como expresión de su
autonomía pues son ellos quienes motivan los cambios en las indicaciones médicas al buscar
la cirugía bariátrica como alternativa para su exceso de peso. Se hace hincapié en la necesidad
de articular la autonomía con la beneficencia que procura la indicación médica más que
ponerlas en conflicto.
Según Arras (1991), el casuismo es muy útil en la aproximación bioética a los casos
eminentemente clínicos y novedosos que plantean dilemas éticos en la solución de los mismos.
La casuística, a diferencia de las otras teorías éticas, brinda una adecuada aproximación a los
cirujanos en su ejercicio cotidiano.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
54
3. CAPÍTULO 3
CIRUGÍA BARIÁTRICA CON FINES ESTÉTICOS
EL CASO
ste capítulo recoge el análisis del problema planteado, una explicación de por qué un
paciente sano sin ningún problema físico, pero con un exceso de peso leve, siente
deterioro de su calidad de vida y busca soluciones extremas después de haber
intentado múltiples opciones para obtener un peso ideal. Se hará énfasis nuevamente en la
ética casuística y en los principios de la bioética, para que el lector se sintonice con el
pensamiento del paciente que asiste a consulta y pueda comprender las razones que lo llevaron
a buscar una solución quirúrgica para un problema aparentemente banal.
3.1. EL CASO
En el contexto colombiano, el paciente arquetípico es una mujer (más del 95 % de la consulta
está formada por mujeres) de entre los 15 y los 45 años de edad, aunque también consultan
mujeres perimenopáusicas, con un leve sobrepeso (IMC entre 25 y 30) que no llega a ser
considerado clínicamente como obesidad. Su peso habitual era de entre 15 y 20 kg menos,
pero ha experimentado un aumento lento y progresivo. Ha realizado múltiples intentos para
recuperar su peso ideal, entre los que están las dietas, el ejercicio, el manejo farmacológico
convencional hasta llegar a intervenciones quirúrgicas como la liposucción, o intervenciones
endoscópicas para pérdida de peso como el balón intragástrico (Cáncer et al, 2012). Para ello
ha consultado a médicos y nutricionistas y ha acudido a métodos no convencionales
promocionados comercialmente para pérdida de peso.
La paciente asiste a consulta interesada en practicarse una cirugía bariátrica para
solucionar su problema, a pesar de no contar con el apoyo de su familia ni de su entorno
personal cercano, quienes no la consideran candidata para el procedimiento pues no está
E

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
55
evidentemente obesa. Ha asistido también a consultas médicas generales en su entidad
aseguradora de salud y ha sido rechazada por no tener la indicación médica establecida para
ingresar a un programa de obesidad y eventual cirugía bariátrica. Desde el punto de vista físico
su estado de salud es perfecto, pero se encuentra desesperada porque su exceso de peso ha
modificado de tal manera su apariencia que está sumida en una tristeza tan profunda que
puede desembocar en depresión. Se trata de una persona que encuentra imperativo volver a su
peso habitual.
Como se describió en el Capítulo 1, este tipo de paciente está excluido de las indicaciones
quirúrgicas clásicas establecidas para cirugía bariátrica, pues su IMC está por debajo de 30, es
decir, no hay ni obesidad ni enfermedad asociada. El paciente está en una situación que afecta
decisivamente su tranquilidad y su salud mental.
Las guías clínicas indican que los cirujanos no están autorizados a intervenirlo, a pesar de
contar con el conocimiento y la capacidad técnica para realizar un procedimiento de riesgo
muy bajo con muy buenos resultados. Se advierte que por estar por fuera de las guías no hay
estudios sobre este tipo de intervención en pacientes con sobrepeso, pero sí múltiples estudios
que demuestran que la gastrectomía vertical en manga es suficientemente segura y efectiva en
pacientes con obesidad (Nassar, 2011).
La situación plantea un conflicto para dos actores principales. El primero es una persona
que enfrenta un problema muy bien diagnosticado, pero que no puede ser atendido por el
médico cirujano; además, es probable que no encuentre apoyo en sus allegados, y, por el
contrario, soporte una franca resistencia al procedimiento. Ello hace que el paciente sienta
duda y temor para tomar la decisión. El segundo es un profesional altamente capacitado para
brindar una solución viable, óptima y, si se quiere, definitiva, pero que teme actuar porque el
procedimiento no aparece registrado en las guías de manejo establecidas por las asociaciones
científicas. Ello le genera un conflicto ético, pues estaría operando a un paciente que según las
indicaciones médicas no requiere esa intervención. Un conflicto adicional es de carácter
jurídico, ya que si el paciente llegase a presentarse complicaciones —lo que es factible en
cualquier intervención quirúrgica—, las probabilidades de éxito en un pleito judicial son
limitadas.
Se ha insistido en la autonomía y el respeto de la autonomía como base fundamental para
la aproximación a la solución de este problema, y la autonomía relacionada con las
preferencias de cada persona para su buen vivir. La OMS define la salud no solo como la
ausencia de enfermedad, sino como el estado de completo bienestar físico, mental y social,
donde gozar de buena salud es necesario para un buen vivir. Y en el caso del problema

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56
planteado, no existe para esa persona bienestar o buen vivir. Si está consultando es porque
asume que no está totalmente bien, así física y fisiológicamente esté en condiciones normales.
De acuerdo con su manera de pensar y con sus preferencias, esa persona está buscando una
solución que encuentra absolutamente realizable y óptima.
Las razones de consulta son todas importantes y legítimas: baja autoestima, disminución
de la capacidad física, autoimagen deteriorada o inconformidad con la que se proyecta hacia
los demás (y la consecuente desadaptación social —la laboral incluida —), etc. Aunque la
autopercepción, la autoimagen y la proyección hacia los demás no son importantes para
muchas personas, sí lo son para muchas otras, y existen patrones sociales establecidos que mal
o bien se imponen y son importantes determinantes para quien está consultando. Entonces, si
el individuo no se siente bien con su condición física y tiene a la mano la manera de mejorarla,
es legítimo que busque la forma de acceder a ella. Lo cierto es que el realce estético y el
mejoramiento físico con el objetivo aumentar la belleza son una realidad actual (Parra, 2014).
En estos momentos existe un modelo de belleza, por lo menos en nuestro país y en
Latinoamérica, impuesto por la sociedad. Es un modelo especial que afecta más a las mujeres
que a los hombres, que se caracteriza por medidas perfectas, senos voluminosos o
prominentes, narices de línea perfecta y otros múltiples patrones en los que se incluye la
delgadez (Mosquera, 2017). Así pues, en razón a que el sobrepeso y la obesidad no encajan en
ese modelo de belleza, las personas que los padecen sienten el fuerte deseo de encontrar una
solución o mejora a su condición para sentirse mejor adaptados a ese esquema social.
La belleza atrae e impacta en los ámbitos social y cultural, por lo que es entendible que los
seres humanos persigan el realce estético como un fin. La realidad es que así sea una actitud
cuestionada por muchos, es una tendencia que llegó para quedarse durante un buen tiempo.
Ese cambio estético lo hacen los que están interesados en múltiples aspectos de su imagen, por
ejemplo, en el vestir, en la apariencia física (v. gr. adicción al ejercicio), cambios en el estilo y
color del cabello, el uso de cosméticos, los tatuajes y cualquier modificación que las personas
quieran hacer a su imagen corporal. De lo anterior no se escapa la búsqueda del peso ideal
como parte del culto al cuerpo (Hontanilla y Aubá, 2002).
A través de la historia de la humanidad y basados en diferentes modelos de belleza, es
indudable la atracción que la belleza ejerce. Son muchos los arquetipos que han existido y que
han creado un modelo perfecto para determinado tiempo. Todo lo que se aleje de ese modelo
socialmente construido será entendido como no bello, razón por la cual la búsqueda de la
belleza, entendida como el anhelo de ese arquetipo, es un objetivo inevitable.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
57
El modelo de belleza actual nos enseña que el cuidado del cuerpo tanto en hombres como
en mujeres es una prioridad. El cuerpo, cuanto más sano y bello sea, se erige como la máxima
representación de la belleza. El protagonismo del cuerpo en todos los ámbitos del ser humano
se vuelve una realidad y, por consiguiente, el fracaso en el cuidado del mismo se vuelve un
temor constante. A propósito de la importancia del cuerpo en la contemporaneidad,
Baudrillard, en Russo (2018), observa:
Baudrillard el filósofo francés, reconoce unas etapas muy precisas en la evolución del
significado simbólico del cuerpo: del cuerpo-carne, característico de la visión religiosa,
se pasa al cuerpo-fuerza trabajo, típico de la sociedad industrial, al cuerpo-organismo
de la lógica médica, hasta llegar al cuerpo-imagen, objeto de culto narcisístico, que
encontramos en la sociedad de consumo (p. 21).
Ese culto al cuerpo es una realidad social, así concordemos o discordemos con ella, y
forma parte de múltiples procesos que involucran desde los más mínimos detalles de la vida
diaria hasta la más estruendosa publicidad. Es esta última la que ha logrado que los
estereotipos de belleza se impongan como modelos o patrones casi universales, y todo lo que
se salga de ese esquema podrá ser subvalorado o discriminado. Dentro de este culto al cuerpo,
está incluido el alcanzar el peso corporal ideal mediante cualquier método.
3.2. EL CULTO AL CUERPO Y LA BELLEZA EN LA SOCIEDAD ACTUAL
El concepto de belleza en la historia de la humanidad ha sido siempre una noción cambiante.
La belleza ha pasado por diferentes estereotipos, normalmente impuestos por culturas
hegemónicas, que impactan sobre la sociedad y sus conductas10. Esta evolución impone hoy la
imagen del cuerpo perfecto, excesivamente delgado, atlético, musculoso, y en las mujeres pasa
por la consecución de una figura de curvas perfectas. Se hace la distinción de género en razón
a que la mayoría de pacientes que consultan son mujeres, sin desconocer que una minoría de
hombres también asisten a consulta por el mismo motivo (Rubio, 2013).
Entre el temor a la obesidad y la obsesión por la delgadez se adquieren una serie de
conductas alimenticias y actitudes encaminadas a perder peso. Son acciones que usualmente
no son saludables, pues están relacionadas con cambios severos no controlados en la dieta, que
en un momento dado pueden acarrear dificultades para la salud (Hernández et al., 2012).
10 El patrón de belleza impuesto en el cine norteamericano influye en el patrón de belleza de las sociedades en
Latinoamérica (Mosquera, 2017).

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
58
Un estudio realizado en la Universidad del país Vasco con estudiantes universitarias con
peso normal o leve sobrepeso reveló que muchas de ellas no estaban satisfechas con su peso,
por lo que adoptaron conductas dietéticas inadecuadas, así se configura un claro caso de
idealización de la delgadez y estigmatización de la obesidad (Hernandez et al., 2012).
Por razones múltiples, alcanzar esos cuerpos perfectos se vuelve un imperativo para
muchos individuos. Es tan marcada la perfección en todos los aspectos, que cualquier
prototipo que se salga de ese estándar puede ser considerado como anormal. Es así como las
personas inician una batalla contra el peso corporal, las canas o contra cualquier otra evidencia
del paso del tiempo, comprometiéndose con tratamientos para alcanzar una piel tersa y una
figura contorneada.
Es un fenómeno que ha propiciado el aumento de todo tipo de cirugías estéticas orientadas
a cambiar la cara y el cuerpo. Para intervenir la primera se modifican la nariz, los labios, los
pómulos, el cuello, entre otros, mientras que para intervenir el segundo se apela a operaciones
que modifican el contorno corporal, como la liposucción. La cirugía bariátrica responde en
buena medida a esta clase de búsquedas estéticas, dado que afecta sobre todo la
autopercepción del individuo (Muñiz, 2014).
El culto y la alta valoración de la imagen corporal y la belleza son una imposición social y
cultural que ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia, y muchas personas han
tomado decisiones de vida trascendentales con base en ellos. Es indudable que las personas
consideradas físicamente bellas tienen mayores posibilidades de conseguir buenos empleos y
buenos salarios. La belleza siempre ha estado directamente relacionada con el éxito laboral y
personal. La gente bella tiene también más posibilidades de agenciarse interacciones sociales,
personales y sexuales, y gozan de una mayor aceptación por todo el entorno que rodea el
mundo moderno. Y no importa si naturalmente la persona no responde con el canon de belleza
establecido, pues allí está la ciencia y la cirugía estética para corregir ese cuerpo “diferente”
(Gervilla, 2014).
Estos estereotipos influyen directamente en todos los grupos sociales, pero su influjo es
más evidente en el grupo de mujeres jóvenes y adolescentes, quienes sienten un fuerte impacto
en la imagen que proyectan hacia los demás en relación con el exceso de peso y su
presentación personal desde el punto de vista físico y estético. Según Heras-Benavides
et al. (2017), las personas inconformes con su apariencia física sienten que están en
competencia constante con un eventual par y siempre están considerando la posibilidad de un
cambio en su apariencia física sin que importen los riesgos o las complicaciones del
procedimiento.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
59
En publicación hecha por Ortiz (2013), se describen algunas consideraciones sobre el
concepto cultural y social de la belleza. La apariencia estética es un modelo hegemónico
porque se ha asumido como sinónimo de éxito, razón que lleva a las personas a buscarlo
imperiosamente. El modelo está marcado por múltiples matices de apariencia estética en el
rostro y en el cuerpo, donde el peso corporal y el IMC son determinantes en la apariencia que
se quiere para sí mismo y la que se quiere proyectar hacia los demás.
3.3. CIRUGÍAS ESTÉTICAS: MEDIOS PARA LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD
Los ejemplos expuestos revelan que existe una gran presión social y personal por tener una
apariencia física perfecta, pues los cambios para el realce estético están a la orden del día. Las
intervenciones son diversas, y van desde el cambio en la forma de la nariz, el tamaño y grosor
de los labios o disminuir el tamaño de las orejas, pasando por desaparecer la grasa del mentón
o de las mejillas o colocar prótesis mamarias, hasta llegar a modificaciones del contorno
corporal. También están las intervenciones farmacológicas, como tratamientos con hormona
del crecimiento para alcanzar un estándar de estatura aceptable para niños o adolescentes que
por naturaleza estaban destinados a ser bajos. Es una realidad que el realce estético es una
forma que buscan los seres humanos para mejorar la calidad de vida y encontrar una vida feliz
(Troncoso et al., 2017).
La cirugía bariátrica fue diseñada para pacientes obesos mórbidos con fines netamente
funcionales, es decir, con el procedimiento se buscaba quitar algo de peso para disminuir los
problemas médicos asociados y tratar de mejorar las comorbilidades. En la medida que se fue
adquiriendo experiencia en el procedimiento y se hizo cada vez más seguro, estos se
multiplicaron en el mundo entero, con muy buenos resultados y seguridad para el paciente.
El crecimiento de las cirugías creó círculo virtuoso para los médicos y la sociedad: con
cada cirugía bariátrica el cirujano se va haciendo más experto, lo que redunda en mejores
resultados y mayor seguridad para el paciente. Es sabido que las redes sociales multiplican
cualquier tipo de mensaje, y este asunto en particular no es ajeno a la lógica mediática.
Después de más de 20 años de crecimiento sostenido, la era digital ha conseguido que los
pacientes estén cada vez más enterados de las implicaciones del procedimiento y acudan a los
consultorios de los cirujanos con más frecuencia (Moncho et al., 2014). Tanto los pacientes
como los cirujanos han entendido que la cirugía funciona bien en los obesos mórbidos para los
que se diseñó inicialmente, como también en pacientes con obesidad leve o en sobrepeso,
quienes se pueden beneficiar de un procedimiento que ofrece un bajo riesgo.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
60
La incesante búsqueda del peso ideal ha hecho que las personas se acerquen con cada vez
más frecuencia a la cirugía bariátrica para lograr ese objetivo. Y no han sido los cirujanos los
que han impulsado esta cirugía en personas con un IMC inferior a 30, sino que su práctica es
la respuesta a una demanda creciente de los pacientes. Son ellos los que buscan en el
procedimiento una solución al exceso de peso y a su inconformidad estética, y asisten porque
están convencidos de que el procedimiento es el medio para lograr su objetivo
En este caso se adopta el término cirugía bariátrica con fines estéticos o cirugía
bariátrica estética, pues se asume que quien consulta está física y metabólicamente sano y que
su motivo de consulta e interés quirúrgico es mejorar su apariencia física desde el punto de
vista estético.
Adosar el adjetivo estética/o a la cirugía bariátrica puede ser polémico. La razón radica en
que no forma parte del desarrollo académico del área, dado que esta cirugía no se concibió con
fines terapéuticos de esa naturaleza. Y es que emplear la medicina con fines estéticos puede
ser censurable para algunas personas porque no es el fin primordial del ejercicio de la
profesión; no obstante, que la medicina hoy en día se use con fines cosméticos o estéticos y no
con fines curativos o preventivos es una realidad establecida. Lo cierto es que la cirugía para
pérdida de peso con fines meramente estéticos en pacientes no obesos es un procedimiento
cada vez más popular en nuestro país.
Se realizó una encuesta de pregunta única a 100 personas con un IMC normal: 80 mujeres
y 20 hombres. Se les preguntó si se someterían a una cirugía bariátrica ante un eventual
aumento de peso leve; asimismo, se les preguntó si se someterían al mismo procedimiento
ante un eventual aumento de peso de entre 15 o 20 kg por encima de su peso habitual, y no
poder perderlos con ningún tipo de tratamiento.
Los resultados arrojaron que más del 90 % de las mujeres sí lo harían, mientras que solo el
5 % de los hombres se someterían al procedimiento (ver Anexo 2). Cabe recordar que la
población que asiste a consulta con el propósito de practicarse esta clase de procedimiento está
formada en su gran mayoría por mujeres.
3.4. REALCE ESTÉTICO Y CALIDAD DE VIDA
El significado del concepto de calidad de vida puede examinarse desde varios lugares teóricos.
En el caso que nos convoca se quiere examinar desde una noción amplia y general, pero
también desde una mirada un poco más acotada, relacionada con la salud mental.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
61
Con relación a esa mirada más acotada, es una realidad que el sobrepeso y la obesidad
están directamente relacionados con problemas de salud mental y baja autoestima. Para
Padrón-Salas et al. (2015), el sobrepeso y la obesidad inciden directamente sobre la
autopercepción de la imagen corporal y la autoestima.
La valoración de la calidad de vida del paciente con sobrepeso es personal, es decir, es él
quien siente molestia, insatisfacción consigo mismo y con su entorno. Él está haciendo un
análisis individual, en un claro ejemplo de evaluación personal de su situación con base en su
autonomía. Ese caso es el que se presenta en la consulta, y así no estemos de acuerdo con la
decisión del paciente, deberíamos respetarla y abstenernos de opinar.
Las personas que asisten a consulta con la intención de realizarse una cirugía para pérdida
de peso, lo hacen por salud, por apariencia física y para estar en mejor condición física, mejor
condición estética y conseguir con ello una mejor adaptación social. La alteración de las
anteriores condiciones, suponen para los que así piensan un cambio y deterioro en su calidad
de vida. Este concepto de calidad de vida posee múltiples definiciones, que involucran
aspectos físicos, psicológicos, sociales y culturales del ser humano, y que puede involucrar
también todos esos aspectos en la vida diaria de las personas, pues esta resulta tan alterada en
estas personas, que las lleva a consultar para buscar la solución a su problema.
La calidad de vida es uno de los parámetros analizados en la ética casuística, y es, además,
un criterio fundamental en la ética clínica y en el ejercicio clínico diario de la profesión
médica. En este caso específico, la calidad de vida está tan evidentemente alterada que el
paciente decide afrontar los riesgos de una intervención quirúrgica para solucionar su
problema. Hay pues una alteración de su tranquilidad emocional secundaria a su aumento de
peso y, por consiguiente, un deterioro en su calidad de vida, que lo lleva a buscar la cirugía. Se
debe plantear en este momento si esta solución será realmente benéfica para el paciente y si el
beneficio supera el riesgo, es decir, que el paciente obtenga una adecuada pérdida de peso a un
costo mínimo en complicaciones quirúrgicas y eventuales deficiencias nutricionales. O sea, las
decisiones clínica y ética deben considerar la calidad de vida que la persona tendrá en el largo
plazo.
Pensando en el beneficio que puede tener un paciente con una indicación médica y
pensando en un tratamiento tan invasivo como la cirugía, es natural pensar en alguna eventual
complicación que altere negativamente la calidad de vida. Existen entonces argumentos en
contra de la propuesta de este trabajo, dado que realizar un procedimiento bariátrico en este
tipo de pacientes puede producir una pérdida de peso exagerada y llevarlo a un bajo peso o,
peor aún, a una desnutrición que producirá efectos nocivos en el paciente. Además, se

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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someterá un paciente sano a una complicación quirúrgica o, incluso, al riesgo de mortalidad, el
cual está estadísticamente estipulado11.
La toma de decisiones médicas, no está basada estrictamente en la literatura existente, sino
en el momento de la interacción médico-paciente y en el análisis contextualizado de cada caso
en particular. Al hacer una adecuada valoración del riesgo/beneficio se tomará la mejor
decisión, según cada caso específico. El análisis para la toma de la decisión es difícil, pues
está lleno de subjetividad, pues las expectativas son diferentes en cada uno de los pacientes,
así como el sometimiento al riesgo y la respuesta biológica individual de cada persona
(Lew, 2008).
Con relación a la calidad de vida, Jonsen et al. (2005) encuentran algunos interrogantes
éticos en las siguientes situaciones:
1. Cuando hay divergencia en lo que es la calidad de vida entre los médicos y los
pacientes. 2. Cuando los pacientes no están en condiciones de expresar cuál es su
calidad de vida. 3. Cuando la calidad de vida es buscar una mejora o un realce de una
característica normal de una persona como un objetivo de la medicina y 4. Cuando la
búsqueda de la calidad de vida implica un racionamiento o distribución en la asistencia
sanitaria (p. 185).
El segundo interrogante de estos autores queda excluido en estas consideraciones éticas,
pues este tipo de paciente está en condiciones físicas y mentales de expresar qué es para él una
buena calidad de vida. También queda por fuera el cuarto interrogante, dado que plantea
dilemas éticos que están más relacionados con intervenciones del sistema de salud desde el
punto de vista económico y de equidad en la atención, que si bien son importantes, no forman
parte de esta discusión ética.
La primera consideración, que es la polisemia del concepto de calidad de vida, se
encuentra con frecuencia, en razón a que hay una diferencia enorme entre el concepto del
paciente y el del personal de salud que lo atiende. La calidad de vida incluye, entre muchos
factores, el bienestar consigo mismo y una adecuada interacción social. Mientras el paciente
tiene claro que su exceso de peso altera su calidad de vida, su grupo de atención y su entorno
cercano pueden cuestionar severa y agresivamente el solo hecho de haber considerado ese tipo
de decisión.
Lo que ocurre es que se estigmatiza a la persona y no se respeta su decisión autónoma,
porque se la considera irresponsable y débil de carácter por no ser capaz de “bajar unos pocos
11 Mortalidad en cirugía bariátrica 0,6 % (Maluenda, 2012).

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
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kilos”. Así las cosas, que el paciente considere alterada su calidad de vida es un asunto que
resulta minimizado por los profesionales que lo atienden, se ignora que es él quien mejor sabe
cuál es su situación, con lo que se lo despoja de la posibilidad de definir qué es para él gozar
de calidad de vida o una vida feliz. Como se planteó en el capítulo anterior, cuando la calidad
de vida se mira desde lo individual, desde el propio sentir del individuo, lo mínimo que
podemos hacer es respetar ese concepto.
El tercer interrogante que Jonsen et al. (2005) examinan son los motivos que llevan a una
persona físicamente sana a buscar un procedimiento médico con el propósito de modificar sus
condiciones corporales con fines netamente estéticos. Es decir, el cuerpo de la persona es
normal, pero tiene unos pocos kilogramos de más que no le producen enfermedad orgánica
alguna, pero no lo hacen sentir bien. Se trata de una persona que desea una ganancia estética
mediante una acción médica, en este caso, una intervención quirúrgica. Simultáneamente, el
médico, en este caso el cirujano bariatra, está sintonizado con ese pensamiento y quiere con su
sapiencia ayudar a mejorar la calidad de vida de esa persona. El fin tradicional de la medicina
ha sido disminuir o solucionar completamente los efectos producidos por la enfermedad. En
este caso específico no se presenta una enfermedad orgánica ni mental (aunque en algunas
ocasiones si podría existir), pero sí hay una alteración en la tranquilidad de la persona y un
deterioro permanente en su calidad de vida, que como ya se analizó, está marcada por
múltiples aspectos, entre los que se incluye la interacción social del afectado. Estos objetivos
terapéuticos crean un gran debate por cuenta de que no están fundados en los fines de la
medicina, sino que son el producto del deseo del paciente, quien busca un procedimiento
porque está convencido de que lo necesita.
Muchas personas no están de acuerdo con que el realce estético sea un fin de la medicina y
opinan que los médicos deberían abstenerse de practicar este tipo de procedimientos. De
hacerlo, sostienen algunas personas, caen en la mercantilización de la medicina, aduciendo
que los cirujanos que las realizan convierten la medicina y la cirugía en una actividad con
fines comerciales antes que científicos y altruistas. No obstante, no es censurable que la
medicina, en respuesta a las necesidades de los pacientes, sea una actividad comercial
lucrativa, mientras se practique con responsabilidad, respeto, conocimiento, habilidad y
experticia. En cuanto profesional liberal, el médico no debe experimentar conflictos éticos o
morales de ninguna clase por el hecho de recibir una remuneración económica por su ejercicio
profesional. Como lo recuerdan Guzmán et al. (s. f.):
Entre el paciente y su médico se establece la típica relación de contrato consensual, por
lo cual el médico se compromete a colocar todos los medios de su parte para devolver o

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
64
mantener la salud del enfermo, quien a su vez se compromete a pagar unos honorarios
al profesional por su trabajo (p. 116).
3.5. ÉTICA, ESTÉTICA Y CIRUGÍA
La estética, como la ética, forma parte de la historia de la humanidad, y es un valor
fundamental de las sociedades humanas. Empero, ha hecho carrera la idea de que las personas
que consideran la belleza corporal como un bien prioritario están banalizando los reales
valores humanos o, lo que es lo mismo, que poner atención al carácter estético de la persona es
sinónimo de frivolidad. De tal suerte, se asume que cuando se valora el carácter estético del
cuerpo, se esconde el verdadero talento intelectual de los seres humanos. Se trata de una
noción que desconoce que el carácter estético y la apariencia física son aspectos altamente
valorados en las sociedades contemporáneas. Y más allá de que algunas personas consideren
que dedicar atención al valor estético es absurdo e insignificante, el ser humano siempre ha
entendido que el mejoramiento estético es algo primordial. Cabe recordar en este punto
aquella idea de Frida Khalo, quien decía que «la belleza y la fealdad son un espejismo, porque
los demás terminan viendo nuestro interior» (A partir de una frase, 2014, párr. 1); pero
también es cierto que la apariencia de las personas hacia los demás, más que un espejismo, es
una realidad.
Se procura equiparar el peso ideal con un concepto de perfección y belleza, asociado en
este caso con aspectos relacionados con la armonía y estética. Y qué mejor que comparar la
cirugía bariátrica con fines estéticos con la cirugía estética, dado que ambas persiguen
parcialmente los mismos objetivos: el realce estético en cualquier parte del cuerpo.
La apariencia física que se proyecta hacia los demás es un objetivo innato del ser humano.
Las personas siempre han buscado la belleza como un valor fundamental, y en la actualidad es
un concepto que impacta directamente sobre su calidad de vida. Ese concepto de estética es
subjetivo y cambia con cada persona, pero hay patrones que matizan la belleza, no solo en lo
físico, sino en general. La estética y la belleza son una construcción humana social y, por lo
mismo, cambian según los patrones sociales y culturales de cada época.
Los conceptos de estética y de belleza son individuales, y como tales hay que respetarlos;
asimismo, es menester respetar la autopercepción del individuo de no sentirse cómodo con su
propio aspecto. En el concepto del principio bioético de beneficencia los médicos deberían
brindar todo su saber para tratar de modificar esos aspectos que la persona desea cambiar, con
lo que estarían aportando a la felicidad de las personas que desean un cambio en su apariencia

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
65
para llevar una vida feliz. Sin embargo, para algunas personas puede ser censurable que el
objetivo de la medicina sea intervenir en una anatomía y fisiología normales para modificar lo
que es natural, y aportar a algo tan trivial como la belleza. A ello se puede responder que
ciertamente ese no es el fin fundamental de la medicina, pero sí constituye un gran aporte para
la calidad de vida de las personas. Sobre el particular, Sánchez y Alesandrini (2007) sostienen
que:
Al afectarse su esfera psicológica, el hombre puede llegar a sufrir un desequilibrio en
su salud y recurrir a los servicios médicos con el objetivo de realizar las correcciones
anatómicas pertinentes, que lo llevarán a un alza de su autoestima y al restablecimiento
de relaciones armónicas con el resto de la sociedad. Por eso, la belleza puede jugar un
papel importante en el afán legítimamente humano de alcanzar la felicidad (p. 8).
3.6. AUTONOMÍA Y TOMA DE DECISIONES
La autonomía es un principio bioético fundamental, reconocido, aceptado, y a juicio del autor,
fundamental en la toma de cualquier decisión humana, entre las que están las decisiones
clínicas o quirúrgicas. Por ejemplo, la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos
Humanos (Unesco) señala lo siguiente:
Se habrá de respetar la autonomía de la persona en lo que se refiere a la facultad de
adoptar decisiones, asumiendo la responsabilidad de estas y respetando la autonomía de
los demás. Para las personas que carecen de la capacidad de ejercer su autonomía, se
habrán de tomar medidas especiales para proteger sus derechos e intereses (art. 5).
La autonomía es la manifestación clara y explícita de las preferencias del paciente, hecho
que vuelve su decisión una indicación médica. El paciente busca una solución viable a su
problema, que no interfiera con la autonomía de nadie ni ponga en riesgo a nadie a su
alrededor, sabiendo que él sí se expone voluntariamente al riesgo de una potencial
complicación quirúrgica y a la muerte (aunque esto último tiene una baja probabilidad de
ocurrir). Pero también se debe contar con la autonomía del cirujano, quien está en su derecho
de decidir si interviene o no el paciente con base en sus apreciaciones académicas, éticas y a
su convicción personal del beneficio o potencial daño que pueda causar. En tal virtud, la
decisión del paciente no es necesariamente una indicación médica absoluta para intervenir,
pero en el caso de coincidir con la apreciación del cirujano, este sí debería practicar el
procedimiento. La dicotomía aparece porque no se trata de una indicación quirúrgica absoluta.
No se puede dogmatizar sobre ella porque no existe una patología de atención urgente o
porque desistir del procedimiento no pone en riesgo la vida del paciente.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
66
Si el cirujano está capacitado para realizar la intervención, pero se da el caso que no
coincida con la opinión del paciente y no exista una contraindicación médica para realizar la
cirugía, el profesional debería considerar la posibilidad de intervenirlo pensando en el
beneficio del paciente y en el respeto de su autonomía, así no esté de acuerdo con él. Nadie
mejor que él para saber y decidir de acuerdo con su propio vivir. Esta autonomía del paciente
influye demasiado en las decisiones actuales en ética clínica, pues esas preferencias pueden
estar matizadas por múltiples aspectos personales, culturales, religiosos, económicos o
sociales. Para el paciente que busca la pérdida de peso es imperativo lograr tal fin por su
adaptación social y por el impacto que en él produce el culto al cuerpo y la belleza. Es
probable que las personas que rodean al individuo con sobrepeso y los médicos o
profesionales que lo acompañan en el proceso tengan una posición contraria al culto al cuerpo
o a la obsesión con el peso corporal por considerarlo un tema superfluo, innecesario e
injustificable. También pueden estar en desacuerdo completo con el paciente que consulta,
cuestionarlo y tener argumentos muy sólidos en contra de la decisión del paciente. Sobre el
particular Gervilla (2014) observa:
La sobrevaloración estética del cuerpo nos puede conducir a un grave problema: al
sacrificio de otros valores más necesarios y urgentes. La novedad no radica en la
belleza corporal, tema de siempre, como ya hemos indicado, sino en la imposición de
esta, con tal fuerza, que impide la realización de otros valores de una mayor necesidad.
Ello puede conducir a la destrucción personal, cual es el caso patológico de la anorexia
y la bulimia. Una y otra son coincidentes en el rechazo e insatisfacción del propio
cuerpo, compartiendo la ansiedad por la delgadez y el miedo por aumentar peso. En
estos casos, la fuerza de la belleza es tal que impide la coexistencia de valores
corporales de una mayor necesidad y urgencia: alimento, salud o descanso. La imagen
del cuerpo es tan valorada que es necesario mortificarla para que, estéticamente, sea lo
que socialmente debe ser (p. 36).
A pesar de los argumentos en contra como los expuestos por Gervilla en la cita anterior,
debe primar la necesidad del paciente, su preferencia y su autonomía dentro de su vivir en la
toma de la decisión. No habrá contraargumento para él que lo haga cambiar de opinión, y
debemos respetar esa decisión, que no va a lesionar a nadie, ni a él mismo aparentemente. Con
su decisión el paciente busca mejorar su calidad de vida, la cual, analizada desde una óptica
personal, debe respetarse. En este momento el cirujano juega un papel importante para aportar
beneficios a ese paciente. Este punto específicamente muestra el giro radical que ha tenido la
relación médico-paciente en la toma de decisiones en la práctica clínica (Jonsen et al., 2005).

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
67
Hemos analizado la autonomía como una condición netamente personal, y de hecho lo es
cuando el individuo está en la condición mental de elegir por él mismo. En la elección de una
cirugía bariátrica, como se mencionó en la descripción del caso al inicio del capítulo, el
paciente no cuenta con el apoyo de nadie, inclusive su familia. Él toma la decisión y, al final,
casi siempre logra el apoyo de su núcleo cercano y asiste a la consulta con su familiar. Ahora,
si bien este apoyo no es lo primordial en la toma de la decisión, es importante tanto para el
paciente como para el cirujano que exista esa mínima sintonía de todos los actores
involucrados durante el proceso terapéutico.
En conclusión, en una decisión autónoma tomada por un ser autónomo, lo que debemos
hacer es respetarla y no tratar de obstaculizarla, a menos que vaya en detrimento del individuo
o de los demás. En el problema en cuestión, que es la decisión del paciente para realizarse una
cirugía bariátrica sin tener obesidad mórbida, no existe una disyuntiva en el paciente para
tomar una decisión ante una propuesta médica para determinar el rumbo de su salud, sino lo
contrario: es un conflicto el que se le crea al cirujano para tomar una decisión quirúrgica ante
una propuesta clara y autónoma de su paciente. El conflicto entre autonomía y paternalismo lo
está generando en este caso el paciente, y por eso se insiste en que el conflicto es fácil de
dirimir si el médico tiene la convicción real de poder beneficiar a quien le consulta. Para
Gómez y Rasines (2014):
Por otra parte, el paciente debe ser considerado primeramente como un ser humano
responsable: el otorgamiento de una mayor autonomía para el paciente también debe
implicar el otorgamiento de una mayor responsabilidad en la gestión de su propio
cuerpo y de su propia salud, por tanto, resulta de vital importancia una educación para
la salud destinada a hacer responsable a cada sujeto de su propio cuerpo y de su propia
vida. No obstante, conviene no perder el objeto de atención de nuestro estudio: la
relación que se producía históricamente entre el médico y su paciente no debería ser
obviada. Aunque en la actualidad dicha relación aparezca diluida entre todos aquellos
sujetos que conforman el equipo sanitario; no debe olvidarse que el paciente es el
centro de atención de toda relación clínica, su persona es el punto donde equidistan y
confluyen todas y cada una de las actividades médicas. Por tanto, no solo constituye el
objeto de las mismas, sino que, asimismo es un ser humano dentro de un espacio
biosanitario en el que van a cuestionarse interrogantes y adoptarse decisiones que de un
modo u otro van a influenciarle o afectarle sobre un espacio trascendental de su
existencia: su salud y su vida. No obstante, el otorgamiento de ese poder y libertad, el
fundamento de la relación entre el paciente y su médico no debería de perderse: es
necesario conjugar la autonomía del enfermo junto con otro derecho tradicional, la
confianza que este último va a depositar en el profesional sanitario (pp. 90-91).

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
68
3.7. INDICACIONES MÉDICAS: ¿RÍGIDAS EN EL TIEMPO O VARIABLES?
En la práctica clínica, las indicaciones médicas son variables en el tiempo desde el punto de
vista clínico, farmacológico y quirúrgico. Un medicamento podía tener un uso hace unos años
y actualmente no se recomienda, o se utilizaba para una patología específica y hoy para otra.
Igualmente, las dosis de los fármacos, como también las indicaciones de algunas cirugías, se
pueden modificar con el paso del tiempo por diferentes razones, como los avances
tecnológicos, las investigaciones clínicas o la aparición de efectos adversos que no se conocían
en un determinado medicamento etc.
Las indicaciones médicas o quirúrgicas se relacionan íntimamente con los principios de
beneficencia y no maleficencia, y cada cambio que se haga en agregar, suprimir o modificar
las mismas estará lógicamente encaminada al beneficio de las personas y a minimizar el riesgo
al que puedan ser sometidos los pacientes.
La mejora de la calidad de vida en el ejercicio de la medicina y de sus ciencias afines es
un objetivo primordial de cualquier acción terapéutica, sea preventiva o curativa y está
relacionada con la beneficencia. La cirugía bariátrica produce una mejoría de la calidad de
vida por la disminución del exceso de peso, el control de la obesidad, el control y en ocasiones
la resolución de algunas de las enfermedades asociadas. Esta solución a los problemas se
traduce en beneficencia del acto quirúrgico para el paciente. Después de casi 25 años de
cirugía bariátrica laparoscópica en el mundo y un tiempo similar en Colombia y tras un
aumento progresivo del número de procedimientos (lo que ha producido una gran experiencia
de los cirujanos que la ejecutan), esta intervención se ha transformado en una cirugía muy
segura y muy efectiva, que trae complicaciones y riesgos muy bajos a pesar de su complejidad
y de la severidad de la obesidad como enfermedad metabólica. Es decir, que se logre un gran
beneficio a muy bajo riesgo es una expresión de no maleficencia.
Estas consideraciones no tienen por qué ser diferentes en una cirugía como la gastrectomía
vertical en manga por laparoscopia para pacientes con sobrepeso y sin obesidad. La
probabilidad de alcanzar el peso ideal es prácticamente del 100 % en estos pacientes y el
índice de complicaciones no tendría por qué aumentar, por lo que se seguirían respetando los
principios de beneficencia y no maleficencia. La ampliación de las indicaciones beneficiaría a
las personas que buscan esa solución y protegería a los profesionales que ejecutan los
procedimientos, toda vez que esta acción facilita su defensa ante eventuales demandas.
Teniendo en cuenta que las indicaciones médicas en cirugía y en medicina en general son
variables en el tiempo y lo que antes no constituía una indicación ahora lo es y viceversa, pues

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
69
la ampliación del rango de IMC para intervenir pacientes de cirugía bariátrica responde al gran
desarrollo de la cirugía en el mundo entero, a sus buenos resultados, a su seguridad, a la
experiencia de los cirujanos y, sobre todo, a la búsqueda de los pacientes de un mecanismo
que les permita controlar el exceso de peso.
Modificar las indicaciones médicas establecidas actualmente para cirugía bariátrica
seguramente encuentre argumentos en contra, basados en que no es una cirugía que esté
aceptada para este tipo de personas, pues prácticamente ningún protocolo nacional o
internacional incluye a los pacientes con IMC inferior a 30 como indicación quirúrgica,
porque no se trata de una obesidad en el contexto clínico, o sea, que no encaja en el concepto
inicial para lo que fue diseñada la intervención. Aunque es cierto que no está estipulada la
cirugía para estos casos en ningún protocolo quirúrgico, también lo es que en la medida que se
ha aumentado el número de procedimientos, la experiencia de los cirujanos y la disminución
de las complicaciones médicas y quirúrgicas, también se ha ampliado el rango de pacientes
que son sometidos al procedimiento. Es decir, los protocolos son laxos y se pueden modificar
con argumentos demuestren que los pacientes obtienen beneficio a muy bajo riesgo.
Vale recordar que no es la ciencia médica la que está propiciando el cambio de las
indicaciones médicas, sino la motivación de los pacientes que buscan la cirugía para pérdida
de peso como solución a su problema. Solo se reflexiona sobre lo que eventualmente se puede
cambiar.
3.8. CIRUGÍA BARIÁTRICA CON FINES ESTÉTICOS Y SU CONTEXTO
La cirugía bariátrica existe hace muchos años y es el tratamiento más efectivo para el manejo
de la obesidad mórbida. Desde inicios del presente siglo se ha realizado de manera creciente
con muy buenos resultados tanto para controlar la obesidad como para el control de las
enfermedades asociadas a ella. Cada vez más un mayor número de pacientes quieren y pueden
acceder a ella ya sea con sus propios recursos o por intermedio del sistema de salud o de las
compañías aseguradoras. Y no solo porque los pacientes quieran acceder a ella, sino porque se
han ido ampliando las indicaciones médicas para realizar la cirugía debido a sus buenos
resultados y a la seguridad del procedimiento.
El término cirugía bariátrica con fines estéticos no existe en la literatura médica, sino que
se ha utilizado para significar la realización de la cirugía para pérdida de peso en pacientes que
buscan insistentemente perder peso a pesar de no tener obesidad, pues desean tener una figura
corporal más estética, acorde a sus expectativas y acorde con los estereotipos impuestos por la

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
70
sociedad o por ellos mismos. Son personas físicamente sanas, sin ningún tipo de enfermedad
orgánica asociada, pero con evidente disminución de la calidad de vida según su propia
evaluación y con un IMC inferior a 30. Estas personas consultan interesadas en practicarse una
cirugía bariátrica, pero son rechazadas por no estar incluidas en las indicaciones médicas para
el procedimiento.
Las asociaciones médicas dan las directrices de las indicaciones quirúrgicas de cada área
específica de la cirugía para definir cuál paciente se interviene y cuál no. Entonces, desde el
inicio del proceso va a existir una negación a practicar la intervención desde las asociaciones
que rigen la práctica médica, que son las que formulan las guías. Finalmente, como el paciente
resulta excluido desde el mismo ámbito médico, el rechazo para practicarse el procedimiento
se extiende a todo su entorno social y personal.
La cirugía bariátrica es efectiva para lograr el efecto terapéutico que el paciente busca. La
razón radica en que los cirujanos cuentan con experiencia suficiente y el procedimiento está
ampliamente incorporado en la práctica quirúrgica. No obstante, es altamente cuestionada por
algún sector de la sociedad médica y por la sociedad en general. Lógicamente, los cirujanos
bariátricos están absolutamente convencidos de sus bondades, pero buena parte del cuerpo
médico no lo está. Tampoco es infrecuente que un paciente obeso mórbido consulte a su
aseguradora, y que desde su primera consulta reciba una gran campaña de desprestigio hacia la
cirugía bariátrica desde su mismo grupo de atención. Si esta cruzada de desprestigio se
emprende en contra de una cirugía bien fundamentada, la campaña de descrédito es aún más
evidente y vehemente en contra del paciente con un leve sobrepeso que consulta por el
procedimiento. Sin embargo, el paciente tiene una decisión tan bien fundamentada, que tiene
acceso al cirujano bariátrico. (La gran mayoría de las veces, en el esquema tradicional de la
medicina privada, lo hace con sus propios recursos). Se da inicio así a una relación médico-
paciente mediada por unos honorarios.
3.8.1. Relación médico-paciente
El papel de las partes interesadas en una relación clínica es fundamental, pues debe estar
basada en el respeto y la lealtad. En este caso, esas partes son el médico y el paciente, aunque
no se puede desconocer de ninguna manera el entorno que los rodea ambos. Al primero, el
hospital, desde su figura administrativa, los pagadores de las cirugías, y al segundo,
indudablemente su familia, que si bien no es quien va a tomar la decisión (excepto en menores
de edad), sí estará allí acompañándolo.

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
71
Tenemos entonces los dos actores principales involucrados en el problema clínico: el
paciente y el cirujano. Cada uno con sus vivencias, conceptos y opiniones ante una situación
que desde el punto de vista clínico-quirúrgico está en una línea gris, y no hay claridad en la
ejecución de una conducta adecuada, pues será viable intervenir al paciente y solucionarle su
problema, así como será viable no hacerlo para evitarle una eventual complicación.
Cuando existen dos posiciones contradictorias, la del médico y la del paciente, se genera
un dilema ético. El problema para conciliar estas dos posiciones se complica cuando en la
ecuación los agentes externos se hacen presentes. Hablamos de la familia y el entorno social
del paciente, y del sistema de salud y los médicos renuentes a practicar el procedimiento. Para
superar este conflicto de intereses, la relación médico-paciente debe ser lo suficientemente
sólida, clara y transparente; debe asimismo superar la simple figura de una relación meramente
contractual, pues debe estar mediada por la confianza entre las partes. Pero lo más importante
es el que paciente vea a su cirujano como un profesional competente, capaz, responsable,
ético, respetuoso y asertivo. Lo anterior es necesario en cualquier tipo de relación
médico-paciente, pero mucho más en el tipo de intervención que se describe en este trabajo,
pues es controvertida. Y es que el paciente, como ya se ha explicado, encontrará muchas
opiniones contrarias a su pensamiento y a su decisión. El objetivo final de esta confianza
recíproca, que es el propósito mutuo del paciente y el cirujano, será obtener un resultado que
satisfaga las necesidades del paciente y el trabajo del cirujano, afianzando así esta relación.
Como lo observa Antúnez y Torres (2014).
El encuentro médico-paciente constituye el acto más trascendente en el ejercicio de la
profesión. En la medida que mejore ese lazo en cuanto al tiempo, el afecto y todos los
demás aspectos de ese contrato, que se establece entre ambas partes, la atención médica
se podrá considerar superior (p. 3).
La autonomía del paciente y la elaboración de su decisión en ser sometido a una
intervención ya ha sido analizada. Él tiene vulnerada su calidad de vida y su salud, y necesita
una solución para su problema de exceso de peso. A pesar de que es un problema que para los
demás es banal, para él significa ansiedad, angustia, temor y depresión. Es por ello que acude
a un médico con experiencia, sapiencia, y en el que deposita su confianza para que tome las
mejores decisiones. Se crea entonces un vínculo necesario e ideal de amistad entre el médico y
el paciente, entre el altruismo del primero y la confianza del segundo, un vínculo entre la salud
y la armonía. El vínculo de amistad que atañe al paciente es un vínculo más de necesidad, un
vínculo de confianza en la medicina y, por consiguiente, en el médico que lo está tratando
(Gómez y Rasines, 2004).

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
72
El otro actor principal en el tema es el cirujano. Por ello debemos detenernos en él, pues
tiene la capacidad técnica y el conocimiento académico y quirúrgico para realizar el
procedimiento. Se trata de un profesional que desde su autonomía médica y personal adoptará
o no la decisión de intervenir con base en su convicción ética y académica. Si decide hacerlo,
se habrá enfrentado al dilema de tomar la decisión: el primer factor que debió considerar es el
beneficio que potencialmente brindará al paciente con la intervención para pérdida de peso; el
segundo aspecto que debió encarar es que está actuando en contra del paciente y de la
academia al realizar una operación no autorizada. Dirimir esta situación será el punto final en
la toma de su decisión, y en ella están además involucradas diversas situaciones de tipo
emocional, económico, ético y jurídico. Para Carballo et al. (2018):
En este caso, el médico ha de enfrentar el llamado dilema ético, entendido como la
dificultad para la toma de decisiones, cuya solución va asociada a valores o principios
que establecen lo que debe hacerse, en franca oposición con lo que ya se realizó o lo
que comúnmente se realiza en casos similares. Un dilema ético per se, es entonces un
problema en dos dimensiones: una clínica, en tanto es parte de la práctica médica, y
otra ética, al hacer referencia a lo correcto o incorrecto en el acto humano (p. 3).
La bioética, y en este caso el paradigma casuístico, parece hacer un gran aporte a la
solución de este dilema. Y contrario a poner en conflicto las preferencias del paciente con las
indicaciones médicas, si las hace confluir y complementarse, aportará una solución al conflicto
y un beneficio al paciente y al cirujano.
3.8.2. El cirujano y su temor jurídico: otro rasgo contextual.
Consentimiento informado
El médico puede solucionar su dilema ético, pero se enfrentará al temor jurídico que supone
perder una demanda por haber realizado un procedimiento no incluido en las indicaciones
médicas establecidas previamente. Este temor jurídico seguramente será el que lo frene o le
impida una libre decisión para ejecutar un tratamiento quirúrgico que considera viable y
beneficioso para el paciente.
Las demandas médicas, tanto desde el punto de vista jurídico como ético disciplinario
forman parte ya del ejercicio actual de la profesión, y obligan al médico a actuar desde el
principio de la medicina defensiva, que son todas las acciones que se toman en la práctica
clínica por parte del profesional de la salud para protegerse de una demanda. La gran mayoría
de esas acciones están encaminadas a exagerar las conductas que se toman tanto desde el

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
73
punto de vista diagnóstico como terapéutico, como formular exámenes que no se necesitan (el
propósito es comprobar un diagnóstico evidente), o afianzar un tratamiento que ya está
establecido, y otras múltiples acciones que si bien no son nocivas para el enfermo, tampoco
van a aportar un beneficio mayor al ya establecido; no obstante, esas acciones van a certificar
que el médico agotó todos los recursos para ayudar a su paciente. Pero las llamadas acciones
de medicina defensiva negativa, que consisten en abstenerse de practicar procedimientos que
seguramente beneficiarán al paciente (Lifshitz, 2012), es donde encaja muy bien la no
realización de un procedimiento bariátrico en un paciente con sobrepeso por temor del
cirujano a una eventual demanda.
La medicina defensiva es aquella que se realiza con el objetivo de evitar una demanda,
que se practica exagerando el uso de las pruebas diagnósticas, que acude a la utilización
máxima del recurso tecnológico, que no optimiza el recurso económico y que formula
tratamientos también exagerados, en teoría debería producir un resultado perfecto y brindar
satisfacción tanto al paciente como al médico. No obstante, lo paradójico de la situación es
que a pesar de todos esos recaudos las demandas van en aumento. Es por ello que se reitera
que la solución es la adecuada comunicación médico–paciente, expresada como medicina
asertiva interpretada por un médico que conoce el tema, que lo sabe expresar, que respeta y se
hace respetar, que mantiene una adecuada y continua comunicación con su paciente, que tiene
buen humor y que deja participar a su paciente en la toma de las decisiones. Esta medicina
asertiva no constituye una inmunidad contra una demanda, pero sí disminuye esa probabilidad
(Tena y Sánchez, 2005).
Como no es suficiente y la medicina asertiva no es un elemento jurídico, pues la
posibilidad del conflicto legal está presente y latente, por lo que el temor jurídico del cirujano
es lógico y respetable. Este temor no debe frenar el eventual beneficio para el paciente, por lo
que se debe encontrar una solución, y esa solución debe estar encaminada a un encuentro entre
la bioética y el derecho. Para esta situación la mejor confluencia entre estas dos ramas es el
consentimiento informado, el cual deberá elaborarse con todos los conceptos previamente
establecidos para tal fin. Es decir, una adecuada información del paciente, una clara
explicación de los riesgos quirúrgicos desde el punto de vista técnico, pero con el lenguaje
muy claro para el interlocutor y por sobre todo, un muy claro concepto bioético, defendiendo
la autonomía del paciente en la toma de la decisión.
Lo anterior protege al paciente en la decisión de hacer con su cuerpo lo que él quiera,
siempre y cuando no tenga como objetivo atentar contra él mismo ni contra los demás;
asimismo salvaguarda al médico en caso de ser juzgado por coacción, pues en caso de ser

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demandado, podría basar su defensa en pulcritud profesional, en respetar las preferencias del
paciente y en mantener una relación deliberativa y participativa con el paciente y su familia.
Además de ser la expresión de la autonomía del paciente, es la confirmación de una adecuada
relación de este con el médico. Sería también la forma de conciliar y complementar la
divergencia entre las indicaciones médicas y las preferencias del paciente, y como soporte
escrito podría facilitar la defensa jurídica del cirujano.
Es indudable la confluencia entre la medicina y el derecho, así como el aumento
progresivo de las demandas por mala práctica médica en Colombia (demandas que no
involucran únicamente la cirugía bariátrica) y en el mundo entero en general. En estos casos
como en cualquier otro tipo de acto preventivo, la demanda es mejor evitarla que afrontarla.
En una adecuada relación médico-paciente, la presunción de la buena fe hace referencia a una
relación de honestidad, al «respeto mutuo, la convivencia ciudadana que es la base de
cualquier sistema ético social» (Guzmán et al., s. f., p. 100). Se asume que el cirujano está
actuando de buena fe cuando busca el beneficio de su paciente, y esta presunción también es
fundamental para evitar una confrontación legal.
Volviendo al consentimiento informado, es la afirmación de la expresión clara y autónoma
del paciente, quien debidamente informado, está autorizando al cirujano a realizar una
determinada intervención en su organismo. Debidamente informado significa que en la
consulta previa a la cirugía y en todo el proceso preoperatorio, que usualmente se realiza antes
de una cirugía bariátrica, el paciente ha sido adecuadamente instruido para entender a que será
sometido y sus eventuales consecuencias. Es entonces un documento ético, jurídico y no
burocrático, razón por la cual su adecuada elaboración debe ser también un compromiso ético
y una protección legal para el facultativo. El diligenciamiento de este documento es de
carácter obligatorio, por lo que su omisión es una falta y una mala práctica médica. Este
documento no protege al médico de la mala práctica, del dolo, la imprudencia o la impericia,
pero se presupone que eso no debería preocupar ni al paciente ni al cirujano, pues la confianza
mutua entre los dos involucrados será suficiente para entender que ninguna de estas
situaciones se va a presentar.
Deberíamos tener un marco legal y jurídico que permita un ejercicio más tranquilo de la
profesión médica, que proteja no solo al paciente sino también al cirujano. Esa es la base para
que este último pueda desplegar un ejercicio responsable, sapiente, altruista, ético, libre y
tranquilo, sin tener que estar pensando en defenderse de una demanda.

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3.8.3. Costos de la cirugía bariátrica y su contexto
La cirugía bariátrica es de alto costo en el mundo entero. No importa quien la pague, el costo
será elevado. Si hablamos de justicia distributiva, quisiéramos que para ser equitativos todos
los pacientes con sobrepeso que quisieran acceder a la cirugía por intermedio de su entidad
aseguradora o del sistema de salud del Estado pudiesen hacerlo. Sin embargo, ante el alto
costo y ante una cirugía que no representa un problema serio de salud pública para el Estado,
algunas personas podrían argumentar que sería inequitativo destinar recursos económicos
importantes a este procedimiento, en detrimento de problemas de salud mucho más serios para
el país. Aunque sería ideal que toda la población en cuestión se beneficiara, no es el objetivo
de este trabajo proponer esta cirugía como una política de salud pública, ya que existen
claramente otras prioridades sanitarias para la población.
En esas condiciones, la única forma de acceder a esta cirugía sería desde el modelo de
atención de la medicina privada. Aunque pueda tildarse de poco equitativo o de exclusivo para
unos pocos, estamos en un sistema capitalista y libertario desde el punto de vista económico,
en el cual el libre mercado es permitido y cada individuo tiene derecho a hacer con sus bienes
lo que él estime conveniente. Así, si un paciente tiene la capacidad económica para acceder a
la cirugía, pues estará en todo su derecho de hacerlo. El libertarismo defiende la libertad de
mercado y cada individuo tiene el libre derecho de utilizar sus deberes y posesiones como el
mismo considere (Kymlicka, 1995). Entonces, en un contrato consensual12 entre dos
individuos libres y lícitos (médico y paciente) no debe existir ningún impedimento en la
realización del mismo. Uno, el paciente, invertirá su dinero en una intervención que considera
dentro de sus preferencias y que determinará un efecto positivo en su calidad de vida, mientras
que el otro, el médico, recibirá unos réditos por una labor profesional adecuadamente
ejecutada, técnica y éticamente bien realizada. El cirujano está actuando en claro beneficio de
un paciente que acude de forma voluntaria a su consultorio para que le ayude con un
problema. En una sociedad de economía de mercado, los ciudadanos pueden hacer
transacciones libres que un momento dado beneficien a ambos.
3.9. CONCLUSIÓN
Creo que el análisis que debemos hacer está enfocado entonces hacia esta tríada descrita entre
ética, estética y cirugía. La motivación de una persona para perder peso, como un objetivo de
12 “Entre el paciente y su médico se establece una típica relación de contrato consensual, por la cual el médico se
compromete a colocar todos los medios de su parte para devolver o mantener la salud del enfermo, quien a su vez
se compromete a pagar unos honorarios al profesional por su trabajo” (Guzmán et al., s. f.).

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realce estético, es una manifestación autónoma de su preferencia, y la autonomía es un
principio bioético fundamental de gran importancia en la actualidad en la toma decisiones
clínicas en general. Obviamente, también forma parte de ese principio el respeto a la
autonomía de los demás.
Las preferencias de las personas en la vida en general están encaminadas a buscar su
felicidad, a mejorar su calidad de vida. La calidad de vida, desde el punto de vista de política
pública, debe ser un objetivo colectivo para beneficiar la mayor cantidad de personas posibles
y ojalá a la totalidad de una sociedad. Pero desde el punto de vista individual, la calidad de
vida es absolutamente autónoma, y parte las preferencias de cada sujeto.
Finalmente, el ser humano se inclina por lo bello. La estética en general atrae y la belleza
congrega más que la fealdad. Entonces, querer buscar un realce estético, buscar la belleza
como parte de felicidad es buscar calidad de vida, es sentirse mejor consigo mismo y es
proyectar también felicidad para los demás. Desde hace varias décadas hay una marcada
obsesión por la delgadez y una estigmatización del sobrepeso. Es una imposición social con
diversos orígenes, que modifica la acción y los objetivos de vida de las personas que realizan
cambios en su apariencia. Para tramitar ese realce estético, la medicina, como arte y como
ciencia, está allí para tratar de cumplir las expectativas de las personas lo buscan. Esta es la
conjugación ideal de la autonomía con la beneficencia, para la solución de un problema de
ética clínica.

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77
4. CAPÍTULO 4
CONCLUSIONES
a pregunta por resolver en este trabajo, que es el título de la tesis, es el eventual
sometimiento de personas no obesas, sino con un leve sobrepeso, al procedimiento
quirúrgico denominado cirugía bariátrica. Es un problema que se presenta como
novedoso, básicamente por una preferencia de los pacientes a querer realizarse ese tipo de
intervención para recuperar su peso habitual, después de haber ganado algunos kilos de más en
los últimos años. Las personas consultan con una decisión prácticamente ya tomada, y a pesar
de encontrar fuerte resistencia en su círculo cercano, asisten donde el cirujano con la
convicción de ser intervenidos. El dilema que se le presenta al cirujano es si debe intervenir o
no el paciente, porque al no estar incluido el procedimiento en las indicaciones médicas,
tendrá la sensación de estar operando sin necesidad, sometiendo a su paciente a un riesgo
injustificado y a un eventual daño. La otra opción es pensar que si no efectúa un
procedimiento, por demás seguro y en el cual es experto y que la probabilidad de
complicaciones quirúrgicas, metabólicas y nutricionales es realmente baja, estaría dejando de
beneficiar a su paciente, teniendo la solución en su sapiencia. Este es un caso de consulta
clínica que cada vez se presenta con mayor frecuencia en los consultorios de cirugía bariátrica.
El dilema que se presenta amerita una solución desde la bioética para plantear la reflexión y,
por qué no, la solución en el ámbito clínico. Como está planteado, es un caso eminentemente
de bioética clínica, y una adecuada aproximación a esta solución son los principios bioéticos
asociados a la casuística, que es el análisis que se hace en este trabajo.
Las indicaciones médicas, el primer parámetro del paradigma casuístico, se traducen en
beneficencia y no maleficencia. Todas las acciones médicas tienen que ver con esos dos
principios bioéticos y son el fin mismo de la profesión: que todo lo que se haga sea con el
objetivo de beneficiar a quien lo necesita. En este caso son indicaciones de cirugía para
pérdida de peso en pacientes que se van a beneficiar del procedimiento a un mínimo riesgo
tratando de optimizar los resultados y solucionar el problema del paciente. Todos los actos
médicos están encaminados a eso, pero no debe existir rigidez en las conductas médicas por
L

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78
tratarse de un ejercicio netamente práctico, dinámico, de reflexión y evolución constante. Ese
dinamismo ha obligado a que las indicaciones médicas tengan que considerar ampliar el rango
de pacientes que pueden ser intervenidos y resultar beneficiados con la cirugía. Son los
pacientes los que buscan la solución a un problema que afecta su calidad de vida, y los
cirujanos tenemos la herramienta para solucionarlo sin hacer daño.
La autonomía es un principio bioético fundamental en bioética clínica. La preferencia del
paciente debe ser respetada y orientada cuando está bien fundamentada y cuando está
encaminada a solucionar una alteración en la tranquilidad del individuo.
La búsqueda de la calidad de vida es colectiva cuando se trata de la vida en sociedad. Es
un principio que tiene que ver con lo que puede hacer un sistema político particular para
brindar a sus ciudadanos la mejor calidad de vida posible, pero también es una decisión
individual matizada por múltiples aspectos sociales, culturales, físicos, mentales, económicos
y personales. En esa búsqueda cada persona tiene objetivos diferentes, y para el paciente que
consulta uno de ellos es lograr un peso ideal. El objetivo de cualquier acto médico o
quirúrgico es mejorar la calidad de vida y en este caso en concreto, la cirugía para pérdida de
peso, ejecutada por un cirujano experto, puede lograr ese objetivo.
El contexto que rodea la realización de la cirugía bariátrica con fines estéticos es
complejo, a pesar de ello, es una realidad que muchos pacientes están buscando esa solución.
Los cirujanos debemos tener la capacidad para reaccionar ante esta demanda y tener los
argumentos clínicos, éticos y jurídicos para solucionar el motivo de consulta del paciente.
En ese sentido, cobra importancia analizar el motivo por el cual los pacientes involucrados
en este estudio están llegando a nuestros consultorios para practicarse la cirugía para pérdida
de peso. En este caso específico se trata de una ganancia estética, pues no se sienten cómodos
con su condición física y su autopercepción es mala. Esa es la razón más importante para
buscar el peso ideal. Es clara la influencia de la estética, y en este caso, de la belleza física en
la sociedad, la cual ha sido impuesta por culturas hegemónicas a lo largo de la historia de la
humanidad. La delgadez es un patrón social impuesto en la actualidad, y la búsqueda de esa
perfección física es imperativa para muchas personas y para algunos patrones sociales y
laborales que lo imponen. En fin, por las razones que se puedan esgrimir, la obesidad es
estigmatizada y la delgadez es deseada por la gran mayoría de los seres humanos del mundo
actual.
El sobrepeso es un paso previo a la obesidad. Si bien anteriormente era catalogado como
un factor de riesgo, hoy se clasifica como una patología epidémica global. Es evidente que

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existe una medicalización del sobrepeso y de la obesidad y también es evidente que los
pacientes están acudiendo a nuestros consultorios para buscar ayuda a su problema.
Independiente del contexto de belleza y del aspecto estético en general, lo real es que
cuando un individuo no está satisfecho con su imagen, tiene la vocación y la responsabilidad
de buscar una solución. En este caso, la cirugía bariátrica está a disposición del paciente, pero
se encuentra con que el procedimiento de su elección no está considerado por las indicaciones
establecidas por los médicos.
El problema planteado amerita una reflexión profunda para buscar una salida. La solución
no puede ser sencillamente negar la solicitud del paciente enfermo bajo el argumento de que
no es apto para el procedimiento según la normatividad vigente. El análisis de cada caso debe
ser individual, por lo que las decisiones deben tomarse con base en la reflexión práctica y
ética, y no solo a partir de normas rígidas preestablecidas. El paciente no debe ser rechazado o
aceptado apelando únicamente a una norma numérica, sino que cada caso requiere un análisis
particular, así su IMC sea inferior a 30. Este tipo de análisis y de reflexiones forman parte de
la práctica clínica en cualquier patología.
En esta reflexión bioética, efectuada con base en los principios y en la casuística, se ha
planteado un conflicto entre las indicaciones médicas y las preferencias del paciente, pues
estas últimas no encajan en las primeras. La forma más sencilla de dirimir el conflicto es
mediante el complemento de ambos parámetros. Si al principio de beneficencia y no
maleficencia (factor que debe aportar siempre una indicación médica) se le suma la decisión
autónoma del paciente, se logrará una armonía perfecta. La conjunción de estos dos factores
permitirá realizar una cirugía con muy bajo riesgo, y el enfermo obtendrá su peso ideal, medio
que él utilizará mejorar su calidad de vida.
Desde el punto de vista quirúrgico, podemos concluir que la cirugía bariátrica es una
cirugía de amplia difusión en el mundo entero en los últimos 25 años. Evidencia de ello es que
su crecimiento exponencial concuerda con el crecimiento de la obesidad. Asimismo, el alto
número de procedimientos que hoy en día se realizan ha llevado a los cirujanos a buscar
formación profesional en el tema de la obesidad y en la técnica quirúrgica mediante la que
pueden atender a los pacientes obesos. El nivel de formación y experiencia en el tema es tan
amplio y tan alto, que el procedimiento ofrece una baja probabilidad de complicaciones y una
mortalidad cercana a cero, con resultados óptimos en el mediano y largo plazo para los
pacientes, constituyéndose en el tratamiento de elección para atacar la obesidad mórbida. Si
bien es el tratamiento más agresivo y más invasivo que existe, a la vez es el más efectivo para
el control de la enfermedad.

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De la mano con el crecimiento de la cirugía y el entrenamiento progresivo de los cirujanos
va el desarrollo de la industria y el avance de la tecnología, ambas con el objetivo de
minimizar problemas y de facilitar la labor del cirujano. El desarrollo de equipos de video,
suturas, dispositivos de coagulación e instrumentos de alta tecnología, entre otras
herramientas, ayudan al cirujano a brindar un resultado óptimo al paciente. Todos estos
factores se suman para tener una cirugía de alta calidad y buenos resultados en la actualidad.
Otro factor es el impacto de los medios de comunicación tradicionales y el uso masivo de
redes sociales por pacientes y profesionales de la salud, hecho que ha producido una
masificación de la cirugía y ha profundizado la credibilidad en un procedimiento que
históricamente ha sido muy cuestionado.
Al mostrar el beneficio en pacientes obesos y gracias a la enorme difusión de sus buenos
resultados, cada vez más pacientes buscan la opción quirúrgica como solución a su problema y
cada vez se intervienen pacientes con obesidad de menor grado hasta llegar al caso del
paciente examinado en este trabajo: aquel con sobrepeso leve y un IMC inferior. Cada vez más
personas con esta condición se acercan a los consultorios de los cirujanos en busca de ayuda
para su problema.
Intervenir un paciente con sobrepeso no genera ningún tipo de dificultad quirúrgica para
un cirujano adecuadamente entrenado. Hablamos de un profesional acostumbrado a realizar
procedimientos bariátricos de diversa índole en pacientes con obesidad severa, que son
técnicamente más complejos y con mayor riesgo. Del mismo modo, se acepta que practicar
una gastrectomía vertical en manga por laparoscopia a un paciente con un IMC más bajo debe
ser un procedimiento más sencillo; no obstante, no se trata de una aserción general, en razón a
que cada paciente y cada intervención ostentan un grado de complejidad particulares.
Históricamente, en una adecuada relación médico-paciente las conductas del médico no se
cuestionan. El motivo radica en que el paciente ve a su médico como un amigo, como un
recuperador de su salud, como una ayuda o una solución para su problema. La cirugía
bariátrica en pacientes con sobrepeso plantea una situación problemática, y su realización es
controversial. Es por ello que bien vale la pena concitar una profunda reflexión bioética, para
hacer saber a la academia, a las asociaciones y al paciente que el complemento de los dos
parámetros de la casuística es conveniente para llegar a una solución adecuada del problema.
Con ese complemento entre las indicaciones médicas y las preferencias del paciente
saldríamos un poco del paternalismo médico, que aunque parezca anacrónico, aún está
vigente.

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En el caso analizado, la confluencia entre bioética, estética y cirugía, plantea un problema
que tiene como punto de partida la decisión autónoma de una persona que desea practicarse un
procedimiento de realce estético en su cuerpo. Pero, por cuenta de que se trata de un parecer
personal, el caso amerita un análisis ético, para obtener una solución mediante una cirugía
ampliamente difundida y ya establecida. De tal suerte, la bioética, antes que soluciones reales
a los problemas, promueve reflexiones. Pero si las reflexiones éticas pueden acompañarse de
soluciones, estás terminan siendo acciones que benefician al paciente. Por eso, a mi manera de
pensar, la cirugía bariátrica con fines estéticos es viable, es un concepto válido y no constituye
una transgresión ética.

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Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
93
APÉNDICES

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
94
APÉNDICE 1. ENCUESTA REALIZADA A CIRUJANOS BARIÁTRICOS DE
COLOMBIA ADSCRITOS A ACOCIB
1. ¿Está usted de acuerdo con el término ‘cirugía bariátrica estética’?
a) Sí ____ b) No ____
2. ¿Ha operado u opera pacientes con IMC inferior a 30 y sin comorbilidades?
a) Sí ____ b) No ____
3. Si la respuesta anterior fue afirmativa ¿qué procedimiento realiza?
a) Manga ____
b) Bypass ____
c) Plicatura
gástrica ____
4. Si la respuesta a la pregunta 2 fue negativa ¿por qué no los opera?
a) Por temor a ser demandado ante
una complicación ____
b) Porque considera que es una
transgresión ética ____
c) Porque considera que es una
contraindicación médica ____
d) Siempre los opero ____
5. ¿Considera que sería útil incluir este tipo de pacientes como indicación relativa para
cirugía bariátrica?
a) Sí ____
b) No ____

Cirugía bariátrica estética: ¿Un concepto válido o una transgresión ética?
2
APÉNDICE 2. ENCUESTA
Género
a) Femenino ____ b) Masculino ____
Datos para calcular el IMC
Peso: _____ kg Estatura: ______ cm
Si usted tuviera un exceso de peso de entre 15 a 20 kg por encima de su peso habitual y llevara
múltiples intentos de perder peso sin conseguirlo, ¿se sometería a una cirugía de manga
gástrica (cirugía para pérdida de peso) para volver a su peso normal?
a) Sí ____ b) No ____