CIORAN E M - El Ocaso Del Pensamiento

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 E. M. CIORAN «El ocaso del pensamiento» (Amurgul Gândurilor) 1940 El ocaso del pensamiento es el quinto y penúltimo libro de E.M. Cioran escrito en rumano. Y también su libro menos conocido. Tras entregar a su editor en Bucarest el manuscrito de De lágrimas y de santos en 1937 Cioran se trasladó, antes de su publicación, a París con una beca del Instituto Francés de Bucarest, ignorando el escándalo que causaría en su país este libro que los crítico llegaron a tachar de «sacrílego». Tal vez por este motivo Cioran decidiera instalarse definitivamente en Francia. Sin embargo, la publicación en Rumania de El ocaso del pensamiento en 1940 parece confirmar la hipótesis de que Cioran se desplazó en más de una ocasión a su país durante la guerra. Debido tal vez a las circunstancias en que apareció, el libro pasó entonces desapercibido y de él nada más se supo hasta que el autor autorizara la versión francesa en 1991. EL OCASO DEL PENSAMIENTO ...aliméntalo con el pan y el agua de la aflicción. 2 Crónicas, 11, 26 Capítulo primero Uno puede decir con toda tranquilidad que el universo no tiene ningún sentido. Nadie se enfadará. Pero si se afirma lo mismo de un sujeto cualquiera, éste protestará e incluso hará todo lo posible para que quien hizo esa afirmación no quede impune. Así somos todos: nos exoneramos de toda culpa cuando se trata de un principio general y no nos avergonzamos de quedarnos reducidos a una excepción. Si el universo no tiene ningún sentido, ¿habremos librado a alguien de la maldición de ese castigo? Todo el secreto de la vida se reduce a esto: no tiene sentido; pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno. * La soledad no te enseña a estar solo, sino a ser único. * Dios está muy interesado en controlar las verdades. A veces un simple encogimiento de hombros puede hacer que todas se le vengan abajo, puesto que los pensamientos

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  • E. M. CIORAN

    El ocaso del pensamiento (Amurgul Gndurilor) 1940 El ocaso del pensamiento es el quinto y penltimo libro de E.M. Cioran escrito en rumano. Y tambin su libro menos conocido. Tras entregar a su editor en Bucarest el manuscrito de De lgrimas y de santos en 1937 Cioran se traslad, antes de su publicacin, a Pars con una beca del Instituto Francs de Bucarest, ignorando el escndalo que causara en su pas este libro que los crtico llegaron a tachar de sacrlego. Tal vez por este motivo Cioran decidiera instalarse definitivamente en Francia. Sin embargo, la publicacin en Rumania de El ocaso del pensamiento en 1940 parece confirmar la hiptesis de que Cioran se desplaz en ms de una ocasin a su pas durante la guerra. Debido tal vez a las circunstancias en que apareci, el libro pas entonces desapercibido y de l nada ms se supo hasta que el autor autorizara la versin francesa en 1991. EL OCASO DEL PENSAMIENTO ...alimntalo con el pan y el agua de la afliccin. 2 Crnicas, 11, 26 Captulo primero Uno puede decir con toda tranquilidad que el universo no tiene ningn sentido. Nadie se enfadar. Pero si se afirma lo mismo de un sujeto cualquiera, ste protestar e incluso har todo lo posible para que quien hizo esa afirmacin no quede impune. As somos todos: nos exoneramos de toda culpa cuando se trata de un principio general y no nos avergonzamos de quedarnos reducidos a una excepcin. Si el universo no tiene ningn sentido, habremos librado a alguien de la maldicin de ese castigo? Todo el secreto de la vida se reduce a esto: no tiene sentido; pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno. * La soledad no te ensea a estar solo, sino a ser nico. * Dios est muy interesado en controlar las verdades. A veces un simple encogimiento de hombros puede hacer que todas se le vengan abajo, puesto que los pensamientos

  • ya hace tiempo que se las socavaron. Si un gusano es capaz de sentir inquietudes metafsicas, tambin l le quita el sueo. Pensar en Dios es un obstculo para el suicidio, no para la muerte. Eso no alivia en absoluto la oscuridad que habr asustado a Dios mientras se buscaba el pulso por miedo a la nada... Dicen que Digenes se dedicaba a falsificar moneda. Todo hombre que no crea en la verdad absoluta tiene derecho a falsificar cualquier cosa. Si Digenes hubiera nacido despus de Cristo, habra sido un santo. Adnde puede llevarnos la admiracin por los cnicos y dos mil aos de cristianismo? A un Digenes enternecedor... Platn dijo de Digenes que era un Scrates loco. Difcil resulta ya salvar a Scrates... * Si la sorda excitacin que me domina cobrara voz, cada gesto sera un postrarme de hinojos ante un muro de las lamentaciones. Llevo luto desde que nac, luto por este mundo. * Todo lo que no es olvido, nos desgasta el alma; el remordimiento es el reverso del olvido. Por eso se alza amenazador como un monstruo de tiempos remotos que mata slo con la mirada o llena los momentos con sensaciones de plomo fundido en la sangre. El comn de las gentes siente remordimientos tras un acto cualquiera; sabe por qu los tiene porque los motivos estn ante sus ojos. Sera intil que les hablara de accesos, nunca podran entender la fuerza de un tormento intil. El remordimiento metafsico es una turbacin sin causa, una inquietud tica en el lmite de la vida. No tienes culpa alguna de la que arrepentirte y sin embargo sientes remordimientos. No te acuerdas de nada pero te invade un sentimiento infinitamente doloroso del pasado. No has hecho nada malo, pero te sientes responsable de los males del universo. Sensaciones de Satans delirante de escrpulo. El principio del Mal apresado en las redes de los problemas ticos y en el terror inmediato de las soluciones. Cuanto menos indiferente seas frente al mal, ms cerca estars del remordimiento esencial. Este a veces es difuso y equvoco: entonces cargas con la ausencia del Bien. El color del remordimiento es el morado. (Lo extrao en l tiene su origen en la lucha entre la frivolidad y la melancola, donde la ltima es la que triunfa.) El remordimiento es la forma tica del pesar. (Los pesares se convierten en problemas, no en tristezas.) Un pesar elevado al rango de sufrimiento. No resuelve nada, pero lo empieza todo. La moral aparece con el primer temblor de remordimiento. Un dinamismo doloroso hace de l un desperdicio suntuoso e intil del alma. Slo el mar y el humo del tabaco pueden darnos una idea de su imagen. El pecado es la expresin religiosa del remordimiento, al igual que el pesar es su expresin potica. El primero es un lmite superior; el ltimo, inferior. Te lamentas de que algo ha ocurrido contigo mismo... Eras libre de dar otro rumbo a los acontecimientos, pero la atraccin del mal o de la vulgaridad ha vencido a la reflexin tica. La ambigedad arranca de la mezcla de teologa y vulgaridad que hay en cualquier remordimiento. No hay forma ms dolorosa de sentir la irreversibilidad del tiempo que a travs del remordimiento. Lo irreparable no es otra cosa que la interpretacin moral de esa irreversibilidad.

  • El mal nos desvela la sustancia demonaca del tiempo; el bien, el potencial de eternidad del devenir. El mal es abandono; el bien, un clculo inspirado. Nadie conoce la diferencia racional existente entre uno y otro. Pero todos sentimos el doloroso calor del mal y la frialdad exttica del bien. Ese dualismo transpone al mundo de los valores otro dualismo ms profundo: inocencia y conocimiento. Lo que diferencia el remordimiento de la desesperacin, del odio o del honor es una ternura, un sentido pattico de lo incurable. Hay tantos hombres a quienes slo les separa de la muerte su anhelo por ella! En este anhelo, la muerte convierte la vida en un espejo en el cual poder admirarse. La poesa solamente es el instrumento de un fnebre narcisismo. * Tanto los animales como las plantas son tristes, pero no han descubierto la tristeza como una va de conocimiento. Slo en la medida en que el hombre la utiliza, cesa de ser naturaleza. Al mirar a nuestro alrededor, quin no se da cuenta de que hemos dado nuestra amistad a las plantas, a los animales y a los minerales? Pero a ningn hombre. * El mundo no es ms que un Ninguna-parte universal. Por eso nunca tenemos un lugar adonde ir... * Todos esos momentos en que la vida calla para que oigas tu soledad..., tanto en Pars como en el ms alejado villorrio, el tiempo se retira, se acurruca en un rincn de la conciencia y se queda contigo mismo, con tus luces y tus sombras. El alma se ha aislado y, presa de convulsiones indefinidas, sube hasta tu superficie, como un cadver pescado en las profundidades. Entonces te das cuenta de que tambin existe otro sentido de prdida del alma distinto del bblico. * Todos los pensamientos se asemejan a los gemidos de una lombriz pisada por los ngeles. * No puedes entender lo que significa la meditacin si no ests habituado a escuchar el silencio. Su voz incita a la renuncia. Todas las iniciaciones religiosas son inmersiones en su profundidad. Empec a sospechar del misterio de Buda en cuanto me entr miedo del silencio. La mudez csmica te dice tantas cosas, que la cobarda te empuja a los brazos de este mundo. La religin es una revelacin atenuada del silencio, una dulcificacin de la leccin del nihilismo que nos inspiran sus susurros, filtrados por nuestro miedo y nuestra prudencia... De esa forma, el silencio se sita en las antpodas de la vida. *

  • Siempre que la palabra extravo acude a mi mente, trae consigo la revelacin del hombre. Y tambin es como si las montaas reposaran sobre mi frente. * Suso revela en su autobiografa que con un punzn metlico se grab el nombre de Jess a la altura del corazn. La sangre no corri en vano, pues al poco tiempo descubri una luz en aquellas letras y las tap para que nadie las viera. Qu escribira yo a la altura de mi corazn? Seguramente: infelicidad. Y la sorpresa de Suso se repetira varios siglos despus por el simple hecho de que el diablo tuviera una luz como emblema... De ese modo, el corazn humano se convertira en el anuncio luminoso de Satans. * Los ngeles veranean en los calveros de algunos bosques. En ellos yo sembrara flores de las mrgenes de los desiertos para echarme a reposar a la sombra del propio smbolo. * Hay que tener el espritu de un escptico griego y el corazn de un Job para experimentar los sentimientos en su esencia: un pecado sin culpa, una tristeza sin motivo, un remordimiento sin causa, un odio sin objeto... Sentimientos puros que equivalen a filosofar sin problemas. Ni la vida ni el pensamiento existen ya -en este sentido- sin relacin con el tiempo, y la existencia se define como una suspensin. Todo lo que sucede en tu interior no puede referirse ya a nada, porque no se dirige a ninguna parte, sino que se agota en la finalidad interna del acto. Se hace tanto ms esencial cuanto robas a tu historia el carcter de temporalidad. Las miradas al cielo son intemporales, y la vida en s misma es menos localizable que la nada. En el anhelo por lo absoluto existe la pureza de lo indeterminado, que tiene que sanarnos de las infecciones temporales y servirnos de prototipo de la suspensin incesante. Porque, en el fondo, esto no es sino desparasitar a la conciencia del tiempo. * Siempre que pienso en el hombre, la compasin anega mis pensamientos. Y as no puedo, en modo alguno, seguir sus huellas. Una fractura en la naturaleza nos obliga a meditaciones fracturadas. * La pasin por la santidad sustituye al alcohol en la misma medida que la msica. Al igual que el amor y la poesa. Formas distintas del olvido, perfectamente sustituibles. Los borrachos, los santos, los enamorados y los poetas se encuentran inicialmente a la misma distancia del cielo o, mejor dicho, de la tierra. Slo las vas difieren, aunque todos estn en vas de dejar de ser hombres. As se explica por qu el placer de la inmanencia los condena de forma similar. *

  • La timidez es un desprecio instintivo de la vida; el cinismo, uno racional. Y la ternura? Un delicado ocaso de la lucidez, una degradacin del espritu al rango del corazn. En toda timidez se halla un matiz religioso. El miedo de no ser de nadie, de que Dios no sea nadie, y el mundo su obra... La desconfianza metafsica crea hostilidad en la naturaleza e incomodidad en la sociedad. La falta de atrevimiento entre los hombres -el decantamiento de la fuerza en desprecio- parte de una vitalidad insegura, agravada por recelos, de lo que es ms esencial en el mundo. Un instinto seguro y una fe decidida le dan a uno el derecho a ser insolente; incluso le obligan a ello. La timidez es el modo de encubrir un pesar. Ya que cualquier atrevimiento no es ms que la forma que adopta la falta de pesar. * El no tener ya ilusiones es como haber servido de espejo al tocador ntimo de la vida. No hay en la vida un misterio ms conmovedor que el amor a la vida; l solo pasa por encima de toda evidencia. Hay que dejar de pertenecer por completo a este mundo para que la vida parezca un absoluto. Desde el cielo, sta es la perspectiva que se tiene. * Donde aparece la paradoja, muere el sistema y triunfa la vida. Por medio de ella la razn salva su honor frente a lo irracional. Lo que en la vida es turbio nicamente puede expresarse como maldicin o himno. Quien no pueda servirse de ellos, slo tiene una escapatoria a su alcance: la paradoja, sonrisa formal de lo irracional. Qu otra cosa es, desde la perspectiva de la lgica, sino un juego irresponsable y, desde el buen sentido, una inmoralidad terica? Es que no se abrasan en ella todo lo insoluble, los desatinos y los conflictos que atormentan la vida desde lo ms hondo? Siempre que sus agitadas sombras hablan al odo a la razn, sta viste sus susurros con la elegancia de la paradoja para enmascarar su origen. Es la propia paradoja de saln algo distinto a la ms profunda expresin que puede alcanzar la superficialidad? La paradoja no es una solucin, ya que no resuelve nada. Puede emplearse solamente como adorno de lo irreparable. Querer dirigir algo con ella es la mayor de las paradojas. No puedo imaginrmela sin el desengao de la razn. Su falta de pathos la obliga a estar al acecho del murmullo de la vida y a suprimir su autonoma a la hora de interpretarla. En la paradoja la razn se anula por s misma; ha abierto sus fronteras y ya no puede detener la invasin de los errores palpitantes, de los errores que laten. Los telogos son parsitos de la paradoja. Sin su uso inconsciente hace mucho que tendran que haber depuesto las armas. El escepticismo religioso no es ms que su prctica consciente. Todo cuanto no cabe en la razn es motivo de duda; pero en ella no hay nada. De ah el fructfero auge del pensamiento paradjico que ha introducido un contenido en las formas y ha dado curso oficial al absurdo. La paradoja presta a la vida el encanto de un absurdo expresivo. Le devuelve lo que sta le atribuy desde el principio. * Si yo fuera Moiss, sacara con mi bastn pesadumbres de las rocas. Sea como fuere, se es tambin un modo de apagar la sed de los mortales... *

  • Lo religioso no es una cuestin de contenido, sino de intensidad. Dios se concreta en nuestros momentos febriles, de suerte que el mundo en el que vivimos se convierte en un excepcional objetivo de la sensibilidad religiosa por el hecho de que slo podemos reflexionar en los momentos neutros. Sin fiebres no superamos el campo de la percepcin, es decir, no vemos nada. Los ojos slo sirven a Dios cuando no distinguen los objetos; lo absoluto teme a la individuacin. La intensificacin de cualquier sensacin es seal de religiosidad. El grado mximo de repulsin nos revela el Mal (la va negativa hacia Dios). El vicio est ms cerca de lo absoluto que un instinto autntico, porque la participacin en lo divino es posible en la medida en que ya no somos naturaleza. Un hombre lcido controla sus fiebres a cada paso, como espectador de su propia pasin, eternamente sobre sus huellas, entregndose de forma equvoca a las fantasas de su tristeza. En estado lcido el conocimiento es un homenaje a la fisiologa. Cuanto ms sabemos sobre nosotros mismos, ms cumplimos con las exigencias de una higiene que consiste en la realizacin de la transparencia orgnica. Es tanta la claridad, que vemos a travs de nosotros. Te conviertes as en espectador de ti mismo. * La fuente de la histeria religiosa en los conventos no puede ser otra que escuchar al silencio, la contemplacin del espectculo de sosiego de la soledad. Pero qu hay del plpito interior del Tiempo, de la prdida de la conciencia en el balanceo del oleaje temporal? La fuente de la histeria laica... * El Tiempo es un sucedneo metafsico del mar. Uno slo piensa en l cuando quiere vencer la nostalgia marina. * Si se admite en el universo la existencia real de lo infinitesimal, todo es real; si no existe algo, no existe nada. Hacer concesiones a la multiplicidad y reducirlo todo a una jerarqua de apariencias significa no tener el valor de negar. La lejana terica de la vida y la debilidad sentimental por ella nos llevan a la vacilante solucin de graduar la irrealidad, a un pro y contra de la existencia. La situacin paradjica expresa una indeterminacin esencial del ser. Las cosas no se han ordenado. Tanto como situacin real, como de forma terica, la paradoja surge de la condicin de lo imperfecto. Bastara con una para lanzar el paraso por los aires. La contingencia (los oasis de lo arbitrario en el desierto de la Necesidad) slo es aprehensible por las formas de la razn a travs de la intervencin de la movilidad que la agitacin de la paradoja introduce. Qu otra cosa es sta sino la irrupcin demonaca en la razn, una transfusin de sangre en la Lgica y un padecimiento de las formas? Es un argumento irrebatible que los msticos no han resuelto nada, pero lo han entendido todo? Hay un alud de paradojas en torno a Dios para aliviarse del miedo a lo incomprensible. La mstica es la expresin suprema del pensamiento paradjico. Los propios santos se han servido de la indeterminacin para precisar lo indescifrable que resulta lo divino. *

  • Sensaciones etreas del Tiempo en que el vaco se sonre a s mismo... * La melancola: halo vaporoso de la Temporalidad. * La existencia demonaca eleva cada uno de los instantes a la dignidad de acontecimiento. La accin -muerte del espritu- emana de un principio satnico, luchar en la medida en que uno tiene algo que expiar. La actividad poltica es, ms que cualquier otra cosa, una expiacin inconsciente. * La sensibilidad frente al tiempo tiene su punto de partida en la incapacidad de vivir el presente. A cada momento percibes el inmisericorde movimiento del tiempo que sustituye al dinamismo inmediato de la vida. Ya no vives en el tiempo, sino con l, paralelo a l. Al ser una misma cosa con la vida, eres tiempo. Al vivirlo, mueres junto con l, sin dudas y sin dolor. La salud perfecta tiene lugar en la asimilacin temporal, mientras que el estado de enfermedad es una disociacin equivalente. Cuanto mejor se percibe el tiempo, tanto ms se avanza hacia el desequilibrio orgnico. De forma natural, el pasado se pierde en la actualidad del presente, se totaliza y se funde con l. La pesadumbre (expresin de la agudeza temporal, de la desintegracin del presente) asla el pasado como actualidad, lo vitaliza por medio de una autntica ptica regresiva. Porque en la pesadumbre el pasado conserva la virtud de lo posible. Lo irreparable convertido en virtualidad. Cuando se es plenamente consciente de la clase de agente destructor que es el tiempo, los sentimientos que se organizan alrededor de esa conciencia intentan salvarlo por todos lados. La profeca es la actualidad del futuro, como la pesadumbre lo es del pasado. Al no poder ser en el presente, transformamos el pasado y el futuro en presencias, de modo que la nulidad actual del tiempo nos facilita el acceso a su infinitud. Estar enfermo significa vivir en un presente consciente, en un presente translcido en s mismo, ya que el miedo al pasado y al futuro, a lo que ha ocurrido y a lo que ocurrir, dilata el instante al comps de la inmensidad temporal. Un enfermo que pudiera vivir con ingenuidad no sera un enfermo propiamente dicho, ya que se puede estar afectado de cncer, pero si no se tiene miedo al desenlace (ese futuro que corre hacia nosotros, no hacia donde nosotros corremos), se est sano. No hay enfermedades sino slo una conciencia de ellas acompaada siempre por la hipertrofia de la sensacin de lo temporal. No nos sucede a veces que palpamos el tiempo, que se nos escurre entre los dedos, con una intensidad tal que lo proyecta dndole un contorno material? Y otras veces, no lo sentimos correr como una sutil brisa entre nuestros cabellos? Estar cansado? Andar buscando lecho donde reposar? Hay corazones ms agotados que l y que, sin embargo, no rehusaran acogerlo... * El Mal, una vez abandonada su indiferencia originaria, tom al Tiempo como seudnimo.

  • * Los hombres construyeron el paraso filtrando de una esencia de perdurabilidad la eternidad. El mismo procedimiento aplicado al orden temporal nos hace inteligible el sufrimiento. Ya que, realmente, qu es ste sino esencia del tiempo? Despus de la medianoche medita como si ya no formaras parte de la vida o, en el mejor de los casos, como si ya no fueras t. Convirtete en una simple herramienta del silencio, de la eternidad o del vaco. Te crees triste y no sabes que estas cosas respiran a travs de ti. Eres vctima de una confabulacin de fuerzas oscuras, ya que de un individuo no puede nacer una tristeza que no quepa dentro de l. Todo aquello que nos supera tiene su origen fuera de nosotros. Ya sea el placer, o el sufrimiento. Los msticos atribuyeron a Dios la inefable felicidad que experimentaban durante los estados de xtasis porque no podan admitir que la finitud individual fuera capaz de tanta plenitud. Lo mismo ocurre con la tristeza y con todo lo dems. Ests solo, pero con toda la soledad. * Cuando todo se mineraliza, la propia nostalgia se convierte en geometra, las rocas parecen lquidas en comparacin con la ptrea vaguedad del alma, y los matices son ms escarpados que los montes. Entonces, cuando todo eso sucede, slo te queda temblar y mirar como un perro apaleado y transformar tu cabeza en un viejo y desvencijado reloj; almohada de una frente enloquecida. * Siempre que paseo entre la niebla, me descubro mejor a m mismo. El sol nos enajena, pues al mostrarnos el mundo nos liga a sus mentiras. Pero la niebla es el color de la amargura... * A los accesos de lstima precede un estado de debilidad general, en el cual te mueves temeroso de caer en todos los objetos, de fundirte con ellos. La lstima es la forma patolgica del conocimiento intuitivo. Pese a todo, no puede encuadrarse dentro de la categora de las enfermedades, pues es un desvanecimiento... vertical. Caemos en direccin a nuestra propia soledad. * Las noches en blanco (las nicas negras) hacen de ti un verdadero buzo del Tiempo. Bajas y bajas hacia su fondo sin fin... La inmersin musical e indefinida hacia las races de la temporalidad se queda en un placer insatisfecho, porque no podemos tocar los mrgenes del tiempo ms que saltando desde su interior. Sin embargo, ese salto nos lo convierte en algo externo; percibimos sus lmites, pero no su experiencia. La suspensin lo transforma en irrealidad y le roba su idea de infinito, decorado de las noches en blanco. El nico papel del sueo es el olvido del tiempo, del principio demonaco que vela en l. *

  • Cuando estoy en una iglesia, a menudo pienso qu fantstica sera la religin si no hubiese creyentes, si slo hubiese la inquietud religiosa de Dios de la que nos habla el rgano. * La mediocridad de la filosofa se explica por el hecho de que solamente se puede pensar cuando se tiene la temperatura baja. Cuando dominas la fiebre, ordenas tus pensamientos como si fueran muecos, manejas las ideas como si fueran marionetas en la cuerda y el pblico no se sustrae a la ilusin. Pero cuando siempre que te miras a ti mismo ves un incendio o un naufragio, cuando el paisaje interior es una suntuosa devastacin de llamas evolucionando hacia el horizonte de los mares, entonces das rienda suelta a los pensamientos, columnas embriagadas por la epilepsia del fuego interior. * Si supiera que una sola vez estuve triste a causa de los hombres, depondra las armas por vergenza. Estos pueden ser amados a veces, otras, odiados y siempre compadecidos, pero entristecerse por ellos es una concesin degradante. Los momentos de generosidad divina en los que abrazara a todo el mundo son inspiraciones raras, verdaderas gracias. El amor por los dems es una enfermedad tonificante y, al mismo tiempo, extraa, porque no se apoya en ningn elemento de la realidad. Hasta ahora no ha existido un solo psiclogo amante del prjimo y seguro que nunca lo habr. El conocimiento no va al comps de la humanidad. Sin embargo, hay pausas de lucidez, recreaciones del conocimiento, crisis del ojo implacable, que lo ponen en la situacin extraa del amor. Entonces deseara tenderse en medio de la calle, besar las plantas de los pies de los dems mortales, desatar las correas del calzado de los mercaderes y de los pordioseros, arrastrarse por todas las llagas y charcos de sangre, colgar de la mirada del criminal alas de paloma, ojal fuera el ltimo hombre por amor! El conocimiento de los dems y la repulsin convierten al psiclogo, por las buenas o por las malas, en vctima de sus propios cadveres. Y es que para l todo amor es una expiacin. Los hombres anulados por el conocimiento mueren en ti; las vctimas de tu desprecio se pudren en tu corazn. Y todo este cementerio cobra vida en el delirio de amor, en los espasmos de tu expiacin! * Lo sublime es lo inconmensurable como idea de muerte. El mar, el renunciamiento, las montaas y el rgano -de formas distintas y, sin embargo, del mismo modo- son la culminacin de un final que aunque se consume en el tiempo, su destruccin est, no obstante, lejos de l. Y es que lo sublime es una crisis temporal de la eternidad. Lo que hay de sublime en el ejemplo de Jess deriva de vagar eternamente a travs del tiempo, de su inmensurable degradacin. Pero todo lo que es fin en la existencia del Redentor atena la idea de sublime, que excluye las alusiones ticas. Si baj de buena voluntad para salvarnos, entonces puede interesarnos slo en la medida en que apreciamos estticamente un gesto tico. Por el contrario, si su paso entre nosotros es slo un error de la eternidad, una inconsciente tentacin de muerte de la perfeccin, una expiacin en el tiempo de lo absoluto, las proporciones enormes de esta inutilidad no se alzarn entonces bajo el signo de lo sublime? Que la esttica salve entonces la cruz como smbolo de la eternidad.

  • * No existe mayor placer que creerse haber sido filsofo y no serlo ya. Sufrir significa meditar una sensacin de dolor: filosofar, meditar sobre esa meditacin. El sufrimiento es la ruina de un concepto; una avalancha de sensaciones que intimida todas las formas. Todo en filosofa es de segundo orden, de tercero... Nada directo. Un sistema se construye de derivaciones, pues l mismo es lo derivado por excelencia. Mientras tanto, el filsofo no es ms que un genio indirecto. * No podemos ser tan generosos con nosotros mismos como para despilfarrar la libertad que nos otorgamos. Si no nos pusiramos impedimentos, cuntas veces cada instante no sera sino un sobrevivir! No sucede a menudo que seguimos siendo nosotros mismos slo por la idea de nuestras limitaciones? Un pobre recuerdo de una individuacin pasada, un jirn de la propia individualidad. Como si fusemos un objeto que busca su nombre en una naturaleza sin identidad. El hombre est hecho (como todos los seres vivos) a la medida de unas determinadas sensaciones. Pues bien, stas ya no se hacen sitio las unas a las otras en una sucesin normal, sino que lo invaden de golpe con una furia elemental, formando un enjambre en torno a su despojo -de la plenitud- que es el yo. Dnde habr sitio, entonces, para la mancha de vaco que es la conciencia? * En Shakespeare hay tanto crimen y tanta poesa que sus dramas parecen concebidos por una rosa demente. * Por ms amargura que haya en nosotros, no es tan grande como para que pueda dispensarnos de las amarguras de otros. He aqu por qu la lectura de los moralistas franceses se asemeja a un blsamo en las horas tardas. Saben siempre lo que significa estar solo entre los hombres; y lo inslita que es la soledad en el mundo. Ni siquiera Pascal pudo vencer su condicin de hombre retirado de la sociedad. Un sufrimiento algo ms reducido, y habramos registrado una gran inteligencia. Entre los franceses y Dios siempre se interpuso el saln. * Ha habido dos cosas que me han colmado de una histeria metafsica: un reloj parado y un reloj en marcha. * Cuanto menos te interesan los hombres, ms tmido te vuelves delante de ellos, y cuando llegas a despreciarlos, te pones a balbucear. La naturaleza no te perdona que pases por encima de su inconsciencia y te acecha en todas las sendas de tu orgullo, cubrindolas de pesares. Cmo se explicara de otro modo que a todo triunfo sobre la condicin humana se le asocie el correspondiente pesar?

  • La timidez presta al ser humano algo de la discrecin ntima de las plantas, y a un espritu agitado por l mismo, una melancola resignada que parece ser la del mundo vegetal. Slo tengo celos de una azucena cuando no soy tmido. * Si el sufrimiento no fuera un instrumento de conocimiento, el suicidio sera obligatorio. Y la vida misma, con sus desgarros intiles, con su oscura bestialidad, que nos arrastra a cometer errores para ahorcarnos de vez en cuando de alguna que otra verdad, quin podra soportarla si no fuera un espectculo de conocimiento nico? Viviendo los peligros del espritu nos consolamos, por medio de intensidades, de la falta de una verdad final. Todo enor es una verdad antigua. Pero no existe una inicial, porque entre la verdad y el error la distancia est marcada slo por la pulsacin, por la animacin interior, por el ritmo secreto. De este modo el error es una verdad que ya no tiene alma, una verdad desgastada y que espera ser revitalizada. Las verdades mueren psicolgica y no formalmente; mantienen su validez en tanto que continan la no vida de las formas, aunque puede que ya no sean vlidas para nadie. Todo cuanto hay de vida en ellas ocurre en el tiempo; la eternidad formal las sita en un vaco categorial. A un hombre, cunto tiempo ms o menos le dura una verdad? No mucho ms que un par de botas. Slo los mendigos no las cambian nunca. Pero como ahora te encuentras integrado en la vida, tienes que renovarte continuamente, pues la plenitud de una existencia se mide por la suma de errores almacenados, segn la cantidad de ex verdades. * Nada de lo que sabemos est libre de expiacin. Tarde o temprano, terminamos pagando muy caro las paradojas, los pensamientos osados o las indiscreciones del espritu. En el castigo que sigue a cualquier progreso del conocimiento hay un extrao embrujo. Has desgarrado el velo que cubre la inconsciencia de la naturaleza? Lo purgars con una tristeza cuyo origen no puedes ni sospechar. Se te ha escapado un pensamiento revolucionario y amenazador? Hay noches que no pueden llenarse si no es con las evoluciones del arrepentimiento. Has formulado muchas preguntas a Dios? Por qu te extraa entonces el peso de las respuestas que no has recibido? Indirectamente, por sus consecuencias, el conocimiento es un acto religioso. Expiamos con placer el espritu a pesar de su total abandono en lo inevitable. Coma la desintoxicacin del conocimiento es imposible porque lo requiere el organismo, incapaz de habituarse a dosis pequeas, hagamos tambin del acto reflejo una reflexin. De esta manera la infinita sed del espritu encuentra una expiacin equivalente. El culto a la belleza se parece a una delicada cobarda, a una desercin sutil. Es que no amas porque te eximes de vivir? Impresionados todava por una sonata o un paisaje, nos excusamos de la vida con una sonrisa de dolorosa alegra y de soadora superioridad. Desde el centro de la belleza, todo est detrs de nosotros y slo podemos mirar hacia la vida dndonos la vuelta. Cualquier emocin desinteresada, no asociada a lo inmediato de la existencia, retarda el ritmo del corazn. Realmente, ese rgano del tiempo que es el corazn, qu otra cosa podra marcar en ese recuerdo de la eternidad que es la belleza? Lo que no pertenece al tiempo nos corta la respiracin. Las sombras de la eternidad que se ciernen siempre que la soledad est inspirada por un espectculo de belleza,

  • nos cortan el aliento. Como si profanramos la infinitud marmrea slo con el vaho de nuestra respiracin! * Cuando todo lo que toque se vuelva triste, cuando una mirada furtiva al cielo le transmita el color de la tristeza, cuando no existan ojos secos cerca de m y me desenvuelva por las grandes avenidas como entre zarzas, cuando el sol sorba las huellas de mis pasos para emborracharse de dolor, entonces tendr el derecho y el orgullo de afirmar que existe la vida. Toda aprobacin tendra de su parte el testimonio de lo infinito del sufrimiento, y toda alegra, el apoyo de las amarguras. Resulta torpe y vulgar hacer una afirmacin que no sea para corroborar la totalidad del mal, el dolor y la tristeza. El optimismo es un aspecto degradante del espritu, porque no se origina en la fiebre, ni en las alturas ni en el vrtigo. Tampoco una pasin que extraiga su fuerza de las sombras de la vida. En los gargajos, en la basura, en el lodo annimo de las callejuelas brota un manantial ms limpio e infinitamente ms fructfero que en el suave y racional hecho de compartir la vida. Tenemos bastantes venas por las que suben las verdades, bastantes venas en las que llueve, nieva, sopla el viento, nacen y se ponen soles. Y no caen en nuestra sangre estrellas para recobrar su destello? * No hay lugar bajo el sol que me retenga ni sombra que me resguarde, porque el espacio se vuelve vaporoso en el mpetu errante y en la fuga ansiosa. Para quedarse en algn sitio, para encontrar tu lugar en el mundo, tienes que cumplir el milagro de hallarte en algn punto del espacio, sin andar encorvado bajo el peso de las amarguras. Cuando te encuentras en un lugar, ests siempre pensando en otro, porque la nostalgia se perfila orgnicamente como una funcin vegetativa. El deseo de otra cosa, del smbolo espiritual, se convierte en naturaleza. Expresin de la avidez de espacio, la nostalgia termina por anularlo. Aquel que sufre solamente de la pasin de lo Absoluto no necesita de ese deslizarse horizontalmente por el espacio. La existencia estacionaria de los monjes tiene su razn de ser en la canalizacin vertical, hacia el cielo, de esas difusas nostalgias por lo eterno, por otros lugares y otros confines. Una emocin religiosa no espera consuelo del espacio; es ms, slo es intensa en la medida en que lo asimila a un escenario de cadas. Si no hay un solo sitio en el que no hayas sufrido, qu otro motivo puedes invocar en apoyo de una vida errante? Y qu te ligar al espacio si el azul oscuro de la nostalgia te desliga de ti mismo? * Si el hombre no hubiera sabido introducir un delirio voluptuoso en la soledad, hace mucho que se habra acostumbrado a la oscuridad. La descomposicin ms horrible en un cementerio desconocido es una imagen plida por el abandono en el que te encuentras cuando, desde el aire o de debajo de la tierra, una inesperada voz te revela lo solo que ests. iNo tener a nadie a quien decirle nunca nada! Solamente objetos; ningn ser. Y la opresin de la soledad tiene su origen justamente en el sentimiento de estar rodeado de cosas inanimadas, a las que no tienes nada que decirles. Ni por extravagancia ni por cinismo deambulaba Digenes con un candil en plena noche buscando a un hombre. Nosotros sabemos muy bien que es por soledad... *

  • Cuando no puedes agrupar tus pensamientos y someterte derrotado a su azogue, el mundo -y t con l- se desvanece como el vapor, y das la impresin de estar escuchando, a la orilla de un mar que haya retirado sus aguas, la lectura de las propias memorias escritas en otra vida... Adnde corre tu mente, en qu ninguna-parte disuelve sus fronteras? Se funden glaciares en las venas? Y en qu estacin de la sangre y del espritu te encuentras? An eres t mismo? No te martillean las sienes de miedo a lo contrario? Eres otro, eres otro... ... Con los ojos perdidos hacia el otro en la melancola inmaculada de los parques. * Sobre todas las cosas -y en primer lugar sobre la soledad- ests obligado a pensar negativa y positivamente a la vez.

  • Captulo segundo Sin la tristeza, podramos tomar conciencia a la vez del cuerpo y del alma? La fisiologa y el conocimiento se encuentran en su ambigedad constitutiva, de suerte que no ests ms presente para ti mismo ni eres ms solidario contigo como en los momentos tristes. La tristeza es -como tambin la conciencia- un agente de enajenacin del mundo, un factor de exteriorizacin; pero conforme nos aleja de todo, coincidimos ms con nosotros mismos. La seriedad -tristeza sin acento afectivo- nos hace sensibles slo a un proceso racional, ya que su neutralidad carece de la profundidad que asocia los caprichos de las vsceras a la vibracin del espritu. Un ser serio es un animal que cumple las condiciones del hombre; detenle por un instante su mecanismo de pensamiento, no advertir lo fcilmente que ha vuelto a ser el animal de otrora. Sin embargo, qutale a la tristeza la reflexin, la sombra imbecilidad que quedar ser suficiente para que la zoologa no te acepte en su reino. Tomarse las cosas en serio significa sopesarlas sin participar; tomarlas por lo trgico, involucrarte en su suerte. Entre la seriedad y la tragedia (la tristeza como accin) hay una diferencia mayor que entre un funcionario y un hroe. Los filsofos son unos pobres agentes de lo Absoluto, pagados de las contribuciones de nuestras tristezas. Tomarse a la gente en serio se ha convertido en una profesin. La tristeza -en su forma elemental- es una genialidad de la materia. Inspiracin primara sin pensamientos. El cuerpo ha vencido su condicin y tiende a una participacin superior, mientras que en las formas reflexivas de la tristeza el proceso se completa mediante un descenso del espritu por las venas, como para mostrarnos lo orgnicamente que nos pertenecemos. Al arrebatarnos la naturaleza y restituirnos a nosotros mismos, la tristeza es un aislamiento sustancial de nuestra naturaleza, a diferencia de la dispersin ontolgica de la felicidad. * En los accesos de lstima se manifiesta una atraccin secreta por los malos modales, por la suciedad y la degradacin. Cualquier monstruosidad es una perfeccin comparada con la falta de buen gusto de la piedad, un mal con las apariencias reales de la bondad. En el amasijo de manchas y desviaciones de la naturaleza, o en el refinamiento vicioso de la mente, no encontraris una perversin ms tenebrosa y atormentada que la piedad. Nada nos aparta ms de la belleza que sus accesos. Y si slo fuera de la belleza! Pero las virtudes subterrneas de ese vicio nos desvan de nuestros fines esenciales y consideran depravacin todo lo que no emana del gusto del hundimiento, de los pantanos y de la podredumbre, prolongaciones de la piedad y pretextos de su infernal voluptuosidad. Ninguna patologa la ha estudiado, porque es una enfermedad prctica y porque la ciencia ha estado siempre al servicio de los ayuntamientos. Quien profundizara en la angustia interna, en el infierno del amor depravado por el hombre, podra todava tender su mano a un piadoso? * El papel del pensador es retorcer la vida por todos sus lados, proyectar sus facetas en todos sus matices, volver incesantemente sobre todos sus entresijos, recorrer de arriba abajo sus senderos, mirar una y mil veces el mismo aspecto, descubrir lo nuevo slo en aquello que no haya visto con claridad, pasar los mismos temas por todos los

  • miembros, haciendo que los pensamientos se mezclen con el cuerpo, y as hacer jirones la vida pensando hasta el final. No resulta revelador de lo indefinible de la vida, de sus insuficiencias que slo los aicos de un espejo destrozado puedan darnos su imagen caracterstica? * Cuando uno ha comprobado que los hombres no pueden ofrecer nada y contina tratndolos, es como si despus de haber liquidado todas las supersticiones, siguiera creyendo en fantasmas. Dios, para obligar a los solitarios a la cobarda, ha creado la sonrisa, anmica y area en las vrgenes, concreta e inmediata en las mujeres de mala vida, tierna en los viejos e irresistible en los moribundos. Por otro lado, nada prueba ms que los hombres son mortales que la sonrisa, expresin del equvoco desgarrado de lo efmero. Cada vez que sonremos, no es como un ltimo encuentro, y no es la sonrisa el testamento aromatizado del individuo? La trmula luz del rostro y de los labios, la solemne humedad de los ojos transforman la vida en un puerto, del cual los barcos zarpan a alta mar sin destino, transportando no hombres sino separaciones. Y qu es la vida sino el lugar de las separaciones? Siempre que me dejo conmover por una sonrisa me alejo con la carga de lo irreparable, ya que nada descubre ms atrozmente la ruina que espera al hombre como ese smbolo aparente de felicidad, el cual hace sentir con ms crueldad a un corazn deshojado el temblor de lo pasajero de la vida, como el estertor clsico del fin. Y siempre que alguien me sonre, descifro en su frente luminosa la desgarradora llamada: Acrcate, fjate bien, que yo tambin soy mortal!. O cuando la negrura de mi noche vela mis ojos, la voz de la sonrisa aletea junto a mis odos vidos de lo implacable: Mrame, es por ltima vez!. ...Y por eso la sonrisa te aparta de la ltima soledad, y sea cual fuere el inters que tienes por tus compaeros de respiracin y de putrefaccin, te vuelves hacia ellos para sorberles el secreto, para anegarte en l y para que ellos no sepan, no sepan cun pesada es su carga de temporalidad, qu mares transportan y a cuntos naufragios nos invita el tormento inconsciente e incurable de su sonrisa, a qu tentaciones de desaparicin te someten, abrindote su alma mientras t levantas, temblando de afliccin, la lpida de la sonrisa. * La germinacin de toda verdad nos comprime el cuerpo como uva en un lagar. Cada vez que pensamos se nos escurre la vida, de suerte que un pensador absoluto sera un esqueleto que escondiera sus huesos en... la transparencia de los pensamientos. * La palidez es el color que cobra el pensamiento en el rostro humano. * El Destino slo existe en la accin, porque solamente en ella arriesga uno todo, sin saber adnde va a llegar. La poltica (en el sentido de exasperacin de lo que es histrico en el hombre) es el espacio de la fatalidad, el abandono integral de las fuerzas constructivas y destructivas del devenir. Tambin en la soledad arriesga uno todo, pero ahora teniendo muy claro lo que va a ocurrir, la lucidez atena lo irracional de la suerte. Anticipa uno la vida, vive su destino como algo inevitable sin sorpresas, ya que, realmente, qu otra cosa es la soledad

  • sino la visin translcida de la fatalidad, el mximum de luminosidad en la agitacin ciega de la vida? El hombre poltico renuncia a la conciencia; el solitario, a la accin. Uno vive el olvido (eso tambin es la poltica); el otro lo busca (tambin eso es la soledad). Una filosofa de la conciencia no puede terminar ms que en una del olvido. * Un hombre que practica toda su vida la lucidez, se convierte en un clsico de la desesperanza. * La mujer que mira hacia algo ofrece una imagen de rara trivialidad. Los ojos melanclicos te invitan, por el contrario, a una destruccin area, y tu sed de lo impalpable apagada por su fnebre y perfumado azul, impide que sigas siendo t mismo. Ojos que nada ven y frente a los cuales desapareces, para no manchar el infinito con el objeto de tu presencia. La mirada pura de la melancola es el modo ms peregrino por el que la mujer nos hace creer que antao fue nuestra compaera en el Paraso. * La melancola es una religiosidad que no precisa de lo Absoluto, un deslizamiento fuera del mundo sin la atraccin de lo trascendente, una tendencia por las apariencias del cielo pero insensible al smbolo que ste representa. Su posibilidad de prescindir de Dios (si bien cumple las condiciones iniciales para aproximarse a El) la transforma en un placer que satisface su propio crecimiento y sus flaquezas repetidas. Porque la melancola es un delirio esttico, suficiente en s mismo, estril para la mitologa. En ella slo encontrars el arrullo de un sueo, porque no genera ninguna imagen que no sea su etrea desintegracin. La melancola es una virtud en la mujer y un pecado en el hombre. As se explica por qu ste se vali de ella para el conocimiento... * En algunas sonrisas femeninas hay una tierna aprobacin que te pone enfermo. Estas anidan y se aposentan en el fondo de las tribulaciones cotidianas, ejercitando un control subterrneo. En las mujeres -como en la msica- hay que evitar su difusa receptividad, que agranda hasta el desvanecimiento los pretextos de la ternura. Cuando hablas del miedo, del miedo mismo, delante de una rubia espiritualizada por la palidez y que baja los ojos para suplir con el gesto la confidencia, su quebrada y amarga sonrisa se te incrusta en la carne y prolonga por medio de ecos su tormento inmaterial. Las sonrisas son una carga voluptuosa para el que las reparte y para el que las recibe. Un corazn tocado por la delicadeza difcilmente puede sobrevivir a una sonrisa tierna. De igual forma, hay miradas tras las que uno ya es incapaz de decidir nada. * Un copo perdido a merced del aire es una imagen de vanidad ms desgarradora y simblica que un cadver. Igualmente, un inslito perfume nos pone ms tristes que un cementerio, o una indigestin nos vuelve ms pensativos que un filsofo. Y no es

  • cierto que, ms an que las catedrales, nos vuelve ms religiosos la mano de un mendigo que, en una gran ciudad en la cual nos hemos perdido, nos muestra el camino a seguir? * El Tiempo empieza a angustiarte mucho antes de leer a los filsofos, cuando, en un momento de cansancio, miras atentamente el rostro de un viejo. Los profundos surcos que han dejado las penalidades, las esperanzas y las alucinaciones se vuelven negros y se pierden, dirase que sin dejar rastro, en un fondo de oscuridad, que el rostro esconde a duras penas, mscara insegura de un doloroso abismo. En todas y cada una de las arrugas el tiempo parece haberse concentrado, el devenir, enmohecido y el pretrito, envejecido. Acaso no cuelga el tiempo de las arrugas de la vejez y cada pliegue no es un cadver temporal? El rostro humano es utilizado diablicamente por el tiempo como demostracin de vanidad. Puede alguien mirarlo serenamente en su ocaso? Vuelve tus ojos hacia un viejo cuando no tengas el Eclesiasts a mano, su rostro -del cual puede l sentirse totalmente ajeno- te ensear ms que los sabios. Pues hay arrugas que revelan la accin del Tiempo de forma ms despiadada que un tratado sobre la vanidad. Dnde encontrar palabras que plasmen su implacable erosin, su destructor avance, cuando el paisaje abierto y accesible de la vejez se ofrece como una leccin decisiva y una sentencia sin un recurso ulterior? El desasosiego de los nios en brazos de los abuelos, no ser el horror instintivo al Tiempo? Quin no ha sentido en el beso de un viejo la inutilidad infinita del tiempo? * De los hombres me separan todos los hombres. * Si corriera como un loco en mi busca, quin me dira que nunca me encontrara en mi propio camino? En qu pramo del universo me habr perdido? Voy a buscarme all donde se oye la luz..., ya que, si recuerdo bien, he amado otra cosa que no sea la sonoridad de las transparencias? * A quien no le parezca que despus de cada amargura la luna se ha vuelto ms plida, los rayos del sol ms tmidos y que el devenir pide excusas, cercenando su ritmo, a se le falta la base csmica de la soledad. * La ruptura del ser te pone enfermo de ti mismo, de manera que basta pronunciar palabras como olvido, desdicha o separacin para disolverte en un mortal escalofro. Y, entonces, para vivir arriesgas lo imposible: aceptas la vida. * Quedarse solo con todo el amor, con el peso de lo infinito del eros; he ah el sentido espiritual de la infelicidad en el amor, de forma que el suicidio no es prueba de la cobarda del hombre, sino de las dimensiones inhumanas del amor. Si todos los

  • amantes no hubiesen calmado sus tormentos amorosos mediante el desprecio terico a la mujer, se habran suicidado. Pero sabiendo qu es ella, han introducido con lucidez un elemento de mediocridad en lo insoportable de esa llamarada. La desdicha amorosa supera en intensidad a las emociones religiosas ms profundas. Es cierto que no ha construido iglesias, pero ha levantado tumbas, tumbas por doquier. El amor? Pero mirad cmo cada rayo de sol se entierra en una lgrima, que parece como si el astro fulgente hubiera nacido de un golpe de llanto de la divinidad! * La infelicidad es el estado potico por excelencia. * En la medida en que los animales son capaces de sentir infelicidad en el amor participan de lo humano. Por qu no hemos de admitir que la mirada hmeda del perro o la ternura resignada del asno expresan a veces pesadumbres sin palabras? Hay algo sombro y lejano en el erotismo animal que nos la hace muy extraa. La literatura es un testimonio seguro de que nos sentimos ms cerca de las plantas que de los animales. La poesa, en gran parte, no es ms que un comentario de la vida de las flores, y la msica, una depravacin humana de las melodas vegetales. Toda flor puede servir de imagen a la infelicidad amorosa. As se explica nuestra proximidad a ellas. Y, adems, ningn animal puede ser un smbolo de lo efmero, mientras que las flores son su expresin directa, lo esttico irreparable de lo efmero. * En el fondo, qu hace cada hombre? Se expa a s mismo. * Slo podra amar a un sabio desgraciado en amores... * Lo que vuelve tan tristes las grandes ciudades es que cada hombre quiere ser feliz, pero las oportunidades disminuyen a medida que el deseo crece. La bsqueda de la felicidad indica la distancia del paraso, el grado de la cada humana. Por qu asombrarnos entonces de que Pars sea el punto ms alejado del Paraso? * Puede uno devorar bibliotecas enteras, que no encontrar ms all de tres o cuatro autores a quienes valga la pena leer y releer. Las excepciones de ese tipo son unos analfabetos geniales a quienes hay que admirar y, si hace falta, estudiar, pero que, en el fondo, no nos dicen nada. Me gustara poder intervenir en la historia del espritu humano con la brutalidad de un carnicero, revestido con el ms refinado diogenismo. Porque hasta cundo vamos a dejar en pie a tantos creadores que no han sabido nada, nios descarados e inspirados, faltos de la madurez de la felicidad y de la infelicidad? A un genio que no haya llegado a las races de la vida, pese a las posibilidades de expresin de que ha gozado, slo hay que degustarlo en los momentos de indiferencia. Resulta estremecedor pensar qu pocos hombres han sabido algo de verdad, qu pocas existencias completas han aparecido hasta ahora. Y

  • qu es una existencia completa? Qu significa saber? Conservar sed de vida en los ocasos... * Ciertos seres sienten el impulso criminal slo para saborear una vida intensificada, de manera que la negacin enfermiza de la vida sea al mismo tiempo su homenaje. Habran existido acaso criminales si la sangre no fuese caliente? El impulso destructor busca el remedio a un enfriamiento interno y dudo que, sin la representacin implcita de un calor rojo y entumecedor, un pual pudiera clavarse alguna vez en un cuerpo. De la sangre emanan vapores adormecedores con los que el asesino espera aliviar sus escalofros helados. Una soledad no mitigada por la ternura genera crimen, con lo que toda moral que busque la destruccin del mal desde la raz debe considerar slo un problema: la direccin que tenga que dar a la soledad, marco ideal de la ruina y de la descomposicin. * Encontrar alguien alguna vez palabras para expresar el estremecimiento que ana en la infinitud del mismo instante el goce supremo con el dolor supremo? O podr alguna msica -que surja de todos los ortos y ocasos de este mundo- transmitir a otros hombres las sensaciones de una vctima csmica de la felicidad y de la infelicidad? Un nufrago golpeado por todas las olas, estrellado contra todas las rocas, envuelto por todas las tinieblas y que tuviera el sol en sus brazos! Un casco a la deriva con la fuente de la vida en el pecho, abrazando su fulgor mortal y ahogndose con l en las olas, ya que el fondo del mar est esperando hace toda una eternidad a la luz y a su enterrador. * El contacto entre los hombres -la sociedad en general- no sera posible sin la utilizacin repetida de los mismos adjetivos. Que la ley los prohba y se ver en qu nfima medida el hombre es un animal sociable. De inmediato desaparecern la conversacin, las visitas, los encuentros, y la sociedad se degradar hasta quedar reducida a relaciones mecnicas de intereses. La pereza de pensar ha dado origen al automatismo del adjetivo. Se califica de manera idntica a Dios y a una escoba. En otro tiempo Dios era infinito; hoy es asombroso. (Cada pas expresa a su manera su vaco mental.) Que se prohba el adjetivo cotidiano y la clebre definicin de Aristteles caer. * Las diferencias entre los filsofos antiguos y los modernos, tan chocantes y desfavorables a estos ltimos, parten del hecho de que los filsofos modernos han hecho filosofa en su mesa de trabajo, en el despacho, mientras que los filsofos antiguos la hicieron en los jardines, en los mercados o a lo largo de Dios sabe qu ribera marina. Adems, los antiguos, ms perezosos, se pasaban mucho tiempo tumbados porque saban muy bien que la inspiracin viene de forma horizontal. De esta forma, ellos esperaban los pensamientos, mientras los modernos los fuerzan y los provocan por medio de la lectura, dando la impresin de que ninguno ha conocido el placer de la irresponsabilidad meditativa, sino que han organizado sus ideas con una aplicacin propia de empresarios. Ingenieros en torno a Dios. Muchos espritus han descubierto lo Absoluto por haber tenido al lado un canap.

  • Cada posicin de la vida ofrece una perspectiva distinta de ella. Los filsofos piensan en otro mundo, porque acostumbrados a estar encorvados, se han hartado de mirar ste. * Qu hombre, al mirarse al espejo en penumbra, no ha tenido la impresin de encontrarse con el suicida que lleva dentro? * Puede amarse a un ser impermeable al Absurdo y que no sospeche cul es el punto de partida de su tragedia, de sus elegancias ponzoosas, de su refinamiento desolado, de los reflejos viciosos y engaosos del desierto interior? Lo absurdo es el insomnio de un error, el fracaso dramtico de una paradoja. La fiebre del espritu no puede ser medida ms que por la abundancia de esos funerales lgicos que son las frmulas absurdas. Los mortales desde siempre se han guardado de ellas, han captado inequvocamente algo de su noble descomposicin, pero no han podido preferirlas a la seguridad estril, a la calma comprometedora de la razn. * Siempre que pienso en la muerte me parece que morir menos, que no puedo extinguirme sabiendo que voy a extinguirme, que no puedo desaparecer sabiendo que voy a desaparecer. Y desaparezco, me extingo y muero desde siempre. * La vida es etrea y fnebre como el suicidio de una mariposa. * La inmortalidad es una concesin de eternidad que la muerte hace a la vida. Pero nosotros sabemos muy bien que no la hace... Porque tanta generosidad le costara la vida. * Cada problema requiere una temperatura diferente. Slo a la desdicha le sirve cualquiera... * Aparenta alegra ante todos y que nadie vea que tambin los copos son losas sepulcrales! Ten bro en la agona... * La moralidad subjetiva alcanza su punto culminante en la decisin de no volver a estar triste. *

  • Permeable a lo demonaco, la tristeza es la ruina indirecta de la moral. Cuando el mal se opone al bien, participa de los valores ticos como fuerza negativa; no obstante, cuando consigue su autonoma y yace en s mismo, sin afirmarse ya en la lucha con el bien, entonces alcanza el sentido demonaco. La tristeza es uno de los agentes de autonoma del mal y de socavamiento de la tica. Si el bien expresa el ansia de pureza de la vida, la tristeza es su incurable sombra. * Las creaciones del espritu son un indicador de lo insoportable de la vida. Exactamente igual es el herosmo. * La melancola es el estado onrico del egosmo. * Si no existiera un placer secreto en la desdicha, llevaramos a las mujeres a parir al matadero. * Dile a un alma delicada la palabra separacin y brotar el poeta que hay en ella. La misma palabra a un hombre cualquiera no le inspira nada. Y no solamente separacin, sino cualquier otra palabra. La diferencia entre los hombres se mide por la resonancia afectiva de las palabras. Algunos enferman de agotamiento exttico al or una expresin banal, otros se quedan fros ante una prueba de inanidad. Para aquellos no hay palabra en el diccionario que no esconda un sufrimiento, y para stos ni siquiera forma parte de su vocabulario. Muy pocos son los que pueden volver su mente -en todo momento- hacia la tristeza. * Por ms que se liguen las enfermedades a nuestra constitucin es imposible que no las disociemos, que no las encontremos como algo externo, ajeno, sin valor. Por esa razn, cuando hablamos de una persona enferma, le especificamos su enfermedad como un aadido fatal que introduce una carga irremediable a su identidad inicial. Ante nosotros se queda con su enfermedad, que conserva una independencia y una objetividad relativas. Pero qu difcil es disociar la melancola de un ser! Y es que la enfermedad es subjetiva por excelencia, inseparable del que la posee, adherente incluso a la coincidencia y, como tal, incurable. Acaso no existe remedio contra ella? S, pero entonces tenemos que curarnos de nuestro propio yo. La nostalgia de otra cosa en los sueos melanclicos no es ms que el deseo de otro yo, don que buscamos en los paisajes, en la lejana, en la msica, engandonos involuntariamente en un proceso mucho ms profundo. Siempre volvemos descontentos y nos abandonamos a nosotros mismos, ya que no hay salida de la enfermedad que lleva nuestro nombre y, si la perdiramos, ya no nos encontraramos. *

  • No creo que Dios haya hecho a Eva de una de nuestras costillas, porque entonces tendramos que llevarnos bien con ella y no nicamente en la cama. Pero, a decir verdad, no es eso un engao tambin? Es que cabe estar ms lejos el uno del otro que en esa cuasi identidad horizontal? De dnde procedera entonces la oscura e indmita inclinacin, en los momentos de angustia, a echarse misteriosamente a llorar en el regazo de las mujeres de la vida en un hotel de mala muerte? Dependemos de las mujeres no tanto por instinto como por horror al hasto. Y es ms que posible que ella no sea otra cosa que una invencin de ese horror. Por miedo a la soledad de Adn, forj Dios a Eva, y siempre que nos invaden las sacudidas del aislamiento ofreceramos al Creador alguna que otra costilla para absorber de la mujer, nacida de nosotros mismos, nuestra propia soledad. La castidad es un rechazo del conocimiento. Los ascetas habran podido satisfacer su deseo de soledad ms fcilmente en la cercana de la mujer si el miedo a la tentacin no los hubiera desposedo de la misteriosa profundidad de la sexualidad. El pnico en un mundo de objetos despierta un deseo mortal por la mujer (objeto ella misma), deseo avivado por los padecimientos de nuestro hasto. * Un ser en vas de espiritualizacin completa ya no es capaz de melancola, porque no puede abandonarse a merced de los caprichos. Espritu significa resistencia, mientras que la melancola, ms que cualquier otra cosa, presupone la no-resistencia al alma, al elemental ardor de los sentidos, a lo incontrolable de los afectos. Todo cuanto en nosotros hay de indmito y agitado, de irracional compuesto de sueo y de bestialidad, de deficiencias orgnicas y aspiraciones ebrias, como de explosiones musicales que ensombrecen la pureza de los ngeles y nos hacen mirar desdeosamente una azucena, constituye la zona primara del alma. Ah se encuentra la melancola en su casa, en la poesa de esas flaquezas. Cuando te crees ms alejado del mundo, la brisa de la melancola te muestra la ilusin de tu cercana al espritu. Las fuerzas vitales del alma te atraen hacia abajo, te obligan a sumergirte en la profundidad primaria, a reconocer tus fuentes de las que te asla el vaco abstracto del espritu, su implacable serenidad. La melancola se distancia del mundo por obra de la vida y no del espritu: la desercin de los tejidos del estado de inmanencia. A travs de la incesante apelacin al espritu los hombres le han aadido un matiz reflexivo que no encontramos en las mujeres, quienes, al no resistirse nunca a su alma, flotan a merced del oleaje de la inmediata melancola. * La necesidad de un tiempo puro, limpio de devenir y que no sea eternidad... Un etreo diluirse en su trnsito, un crecimiento en s misma de la temporalidad, un tiempo sin curso... Extasis delicado de la movilidad, plenitud temporal desbordante de los instantes... Sumergirse en un tiempo falto de dimensiones y de una calidad tan area que nuestro corazn pueda hacerlo volver atrs, ya que el tiempo no est manchado por lo irreversible ni tocado por lo irrevocable... ... Empiezo a sospechar el modo cmo se insinu en el Paraso. * Quien no tiene un rgano para la eternidad la concibe como otra forma de la temporalidad, de manera que construye la imagen de un tiempo que corre fuera de s o la de un tiempo vertical. La imagen temporal de la eternidad sera entonces un curso

  • hacia arriba, una acumulacin vertical de instantes que sirven de contencin al deslizamiento dinmico, al desplazamiento horizontal hacia la muerte. La suspensin del tiempo introduce una dimensin vertical, pero solamente mientras dure el acto de esa suspensin. Una vez consumado, la eternidad niega el tiempo, constituyendo un orden irreductible. El cambio en la direccin natural, la interrupcin violenta de la temporalidad en su acceso a la eternidad, nos muestra que todo acto de trasgresin de la vida implica asimismo una violacin del tiempo. La dimensin vertical de la suspensin es una perversin del sentido temporal, porque la eternidad no sera accesible si el tiempo no estuviera depravado y corrompido. * La enfermedad representa el triunfo del principio personal, la derrota de la sustancia annima que hay en nosotros. Por eso es el fenmeno ms caracterstico de la individuacin. La salud -incluso bajo la forma transfigurada de la ingenuidad- expresa la participacin en el anonimato, en el paraso biolgico de la indivisin, mientras que la enfermedad es la fuente directa de la separacin. Cambia la condicin de un ser, su exceso determina una unicidad, un salto ms all de lo natural. La diferencia entre un hombre enfermo y otro sano es mayor que entre este ltimo y cualquier animal. Pues estar enfermo significa ser otra cosa distinta a lo que se es, someterse a las determinaciones de lo posible, identificar el momento con la sorpresa. Normalmente, disponemos de nuestro destino, hacemos previsiones a cada momento y vivimos en una soledad llena de indiferencia. Somos libres de creer que en un da determinado, a una hora determinada, podremos estar serios o contentos y que nada nos impide apoyarnos en el inters que demos a una cosa cualquiera. Cuando tenemos conciencia general de la enfermedad, sucede todo lo contrario: no hay ni rastro de libertad; no podemos prever nada, pues somos esclavos atormentados de las reacciones y caprichos orgnicos. La fatalidad respira por todos nuestros poros, el tedio brota de nuestros miembros y todo junto conforma la apoteosis de la necesidad que es la enfermedad. No sabemos nunca qu hacer, qu va a ocurrir, qu desastres nos acechan en las sombras de nuestro interior, ni en qu medida amaremos u odiaremos, presas del clima histrico de las incertidumbres. La enfermedad que nos separa de la naturaleza nos ata a ella ms que la tumba. Los matices del cielo nos obligan a modificaciones equivalentes en el alma, los ndices de humedad, a actuaciones segn el grado de humedad, las estaciones, a una periodicidad maldita. De esa forma traducimos moralmente toda la naturaleza. A una infinita distancia de ella vertemos todas sus fantasas, el caos evidente o implcito, las curvas de la materia en las oscilaciones de un corazn incierto. Saber que no se tiene relacin alguna con el mundo y registrar todas sus variaciones, he ah la paradoja de la enfermedad, la extraa necesidad que se nos impone, la libertad de pensar ms all de nuestro ser y la condicin mendicante de nuestro propio cuerpo. Pues, en realidad, no tendemos la mano hacia nosotros mismos, no solicitamos nuestro apoyo, como vagabundos a las puertas de nuestro yo, al abandonar una vida sin remedio? Tener la necesidad de hacer algo para uno mismo y no poder elevarse sobre una pedagoga de lo incurable! Si fusemos libres en la enfermedad, los mdicos se convertiran en mendigos, porque los mortales tienden al sufrimiento pero no a su atroz mezcla de exasperada subjetividad y de invencible necesidad. La enfermedad es el modo que tiene la muerte de amar la vida; y el individuo, el teatro de esa debilidad. En todo dolor lo absoluto de la muerte saborea el devenir, lo que nos atormenta es la tentacin, la voluntaria degradacin de la Oscuridad. Y as, el sufrimiento no es otra cosa que una minoracin del absoluto de la muerte.

  • Captulo tercero Mi corazn, como la cera, se diluye en mis entraas (Salmo 22, 15). Dios Santo, haz lo que puedas hasta que te tire mis huesos a la cabeza! * La msica es tiempo sonoro. * La vida y yo somos dos lneas paralelas que se encuentran en la muerte. * Todo hombre es su propio mendigo. * Los vrtigos que aquejan a algunos y que los obligan a apoyarse en los rboles o en las paredes en plena calle tienen un sentido ms profundo de lo que los filsofos o incluso los poetas se sienten inclinados a creer. No poder seguir estando en posicin vertical (renunciar a la posicin natural del hombre) no procede de una alteracin nerviosa ni de un componente de la sangre, sino del agotamiento del fenmeno humano, que lleva consigo el abandono de todas las caractersticas que lo acompaan. Has agotado lo que de humano hay en ti? En ese caso, abandonas fatalmente la forma a travs de la que se ha definido. Caes; pero no por ello vuelves a la animalidad, pues es ms que probable que los vrtigos te tiren a tierra para darte otra posibilidad de erguirte. El retorno a la posicin que precedi al fenmeno de la verticalidad humana nos abre otras sendas, nos prepara otra evolucin y, al cambiar nuestra inclinacin corporal, otra perspectiva del mundo. Las extraas sensaciones de vrtigo que nos vienen por doquier, y sobre todo siempre que la distancia del hombre evoluciona en direccin al infinito, no indican slo una presencia agresiva del espritu, sino tambin una violenta ofensiva de todo lo que hemos aadido a las constantes del destino humano. Pues el vrtigo es el sntoma especfico de la superacin de una condicin natural y de la imposibilidad de seguir participando de la posicin fsica ligada a ella. Al romperse la unin interna con el hombre, sus signos externos siguen un proceso de disolucin. Anlogas zozobras tienen que haber experimentado los animales cuando empezaron a levantarse a dos patas. Y no hay acaso introspecciones regresivas que nos hacen descender hasta esas alejadas turbaciones, hacia esos indefinidos recuerdos que nos acercan a los vrtigos del principio de la humanidad? Todo cuanto no es inerte precisa, en diferente grado, de apoyo. Y tanto ms el hombre, cuyo destino no se cumple si no es inventando certezas y slo mantiene su posicin por el tnico de las mentiras. Pero quien se pone frente a s mismo, quien se desliza por la transparencia de su propia condicin, quien solamente es hombre en la benevolencia de la memoria, puede an apelar al apoyo tradicional, a la arrogancia del animal vertical; puede todava apoyarse sobre s mismo cuando hace mucho que ha dejado de ser l? Los objetos todava lo sostienen para que no se caiga, esperando a que broten los frutos de otra vida en la savia de tantos vrtigos.

  • Lo que hay de hombre en ti se pudre en el abuso perverso del conocimiento, y nada expresa ms directamente esa suprema desintegracin como la inseguridad de tus pasos en el mundo. El vrtigo consustancial al fin del hombre es una convulsin lmite, al principio premonitoria y dolorosa, despus prometedora y estimulante. Una esperanza de diablica vitalidad nos conduce a repetidas cadas, con vistas a insospechadas purificaciones. Empezar algo distinto una vez que el hombre haya madurado en nosotros y se haya desvanecido, algo extrao al presentimiento de los que han quedado atrs, en un estadio de semihumanidad. Que Dios se te descomponga en las venas, entirralo junto a tus despojos reunidos a travs de los recuerdos, abona con carroa humana y divina el csped de tu esperanza, y que luces de putrefaccin respalden la timidez de tantos amaneceres! Pero para purificarte de tu herencia humana aprende a cansar, a disolver, a corromper a la muerte que se esconde en tu interior, en tus cuatro puntos cardinales. Fjate en un hombre solitario que est esperando algo y pregntate qu. Vers que nadie espera nada, nada que no sea la muerte. Has estado alguna vez lo suficientemente febril como para verlo? Para ver cmo todos se engaan, cmo todos, sin saberlo, tienden las manos a la muerte cuando creen que viene alguien, que no han estado esperando en vano? Por qu nos parece que ese ser solitario, con los ojos bajos por una cansada atencin, o cualquier otra criatura, no tienen nada que esperar, que no hay ningn qu, fuera de la clida y fra atraccin de la muerte, que vaga por los desiertos, por los cafs, por viejas camas y por las esquinas de las calles? Es que no existen ms encuentros que con ella? Pero a quin, a quin puede esperar un mortal sin morir? Te vas a su encuentro para vivir, para vivir junto a un mortal? Qu terrible resulta no darse cuenta de que uno corre tras los que mueren para escapar de la muerte! * No soy yo el que sufre en el mundo, sino el mundo el que sufre en m. El individuo existe slo en la medida en que concentra los mudos dolores de las cosas, desde un harapo hasta una catedral. E, igualmente, el individuo slo es vida en el instante en que, del gusano a Dios, las criaturas gozan y gimen en l. * Ningn pintor ha conseguido reproducir la soledad resignada de la mirada de los animales, porque ninguno parece haber comprendido lo incompatible de sus ojos: una enorme tristeza y una similar falta de poesa. La mirada humana se ha limitado a acentuar el pesar potico, cuya ausencia indica, en cada especie, la proximidad de sus orgenes. * La amargura es una msica alterada por la vulgaridad. Slo existe nobleza en la melancola. Por ello no carece de importancia saber en qu matiz del tedio por el mundo has estado pensando en Dios... * Un pensador que oyera pudrirse una idea... *

  • Matar el tiempo, as se expresa, banal y profundamente, la adversidad del hasto. La independencia del curso temporal frente a lo inmediato vital nos vuelve sensibles a lo inesencial, al vaco del devenir, que ha perdido su sustancia: una duracin sin contenido vital. Vivir en lo inmediato asocia la vida y el tiempo en una unidad fluida, a la que nos abandonamos con el patetismo elemental de la ingenuidad. Pero cuando la atencin, fruto de desigualdades internas, se aplica al transcurso del tiempo y se enajena de todo lo que palpita en el devenir, nos encontramos en medio de un vaco temporal que, excepto la sugestin de un desarrollo sin objeto, no puede ofrecernos nada. El hasto equivale a estar presos en el tiempo inexpresivo, emancipado de la vida, que incluso la evacua para crear una siniestra autonoma. Y qu ms nos queda entonces? El vaco del hombre y el vaco del tiempo. El emparejamiento de dos nadas genera el hasto, luto temporal de la conciencia separada de la vida. Querramos vivir y no podemos vivir ms que en el tiempo; quisiramos baarnos en lo inmediato y tan slo podemos secarnos al aire purificado del ser, de un devenir abstracto. Qu se puede hacer contra el hasto? Quin es el enemigo al que hay que destruir o, cuando menos, olvidar? El tiempo, seguro; l y slo l. Lo seramos nosotros mismos si llegramos hasta las ltimas consecuencias. Pero el hasto se define incluso evitndolas; busca en lo inmediato lo que nicamente puede encontrarse en lo trascendente. Matar el tiempo no significa otra cosa que no tener tiempo, ya que el hasto es su abundante crecimiento, su infinita multiplicacin frente a la escasez de lo inmediato. Matas el tiempo para obligarlo a entrar en los moldes de la existencia, para que no siga apropindose de prerrogativas de la existencia. Toda solucin contra el hasto es una concesin a la vida, cuyo fundamento se resiente a causa de la hipertrofia temporal. La existencia slo es soportable en el equilibrio entre la vida y el tiempo. Las situaciones lmite derivan de la exasperacin de este dualismo. Entonces el hombre, colocado frente a la posicin tirnica del tiempo, vctima de su imperio, qu otra cosa podra matar cuando ya la vida slo est presente en la esclavitud de la pesadumbre? * A veces quisiera estar tan solo que los muertos, irritados por la algazara y el hacinamiento de los cementerios, los abandonaran y, envidiando mi tranquilidad, suplicaran la hospitalidad de mi corazn. Y cuando descendieran por escaleras secretas hacia profundidades petrificadas, los desiertos del silencio les arrancaran un suspiro que despertara a los faraones de la perfeccin de su refugio. Vendran entonces las momias, desertando de la lobreguez de las pirmides, a continuar su sueo en tumbas ms seguras y ms inmviles. La vida: pretexto supremo para quien se encuentra ms cerca de la lejana de Dios que de su proximidad. Si las mujeres hubieran sido desdichadas por s mismas y no por culpa nuestra, de qu sacrificios, humillaciones y debilidades no seramos capaces! Desde hace un tiempo uno ya no puede inventar nuevos placeres ni saborear otros deleites si no es en los aromas insinuantes de las embriagadoras redes de la desdicha. Como solamente el azar las pone tristes, acechamos tambin nosotros la ocasin para ejercitar nuestras apetencias, vidos de sombras femeninas, nocturnos vagabundos del amor y cavilosos parsitos de Eros. La mujer es el Paraso en tanto que noche. As aparece en nuestra sed de sedosa oscuridad, de dolorosa tiniebla. La pasin de los crepsculos la coloca en el centro de nuestra excitacin, sujeto annimo transfigurado por nuestra atraccin por las sombras. *

  • En los grandes dolores, en los dolores monstruosos, morir no significa nada, es algo tan natural que uno no puede descender al nivel de semejante banalidad. El gran problema es entonces vivir; buscar el secreto de esa mortificante imposibilidad, descifrar el misterio de la respiracin y de las esperanzas. As se explica por qu los reformadores -preocupados hasta la obsesin por encontrar un nuevo patrn de vida- fueron seres que sufrieron ms all del lmite de lo soportable! La muerte les pareca de una evidencia tremendamente banal. Y no aparece sta, desde el centro de la enfermedad, como una fatalidad tan cercana que resulta casi cmico transformarla en problema? Basta con sufrir, con sufrir largamente, para tomar conciencia de que en este mundo todo es evidencia excepto la vida. Escapados de sus redes, hacemos todo lo posible para situarla en otro orden, darle otro curso o, finalmente, inventarla. Los reformadores eligieron las dos primeras vas; la ltima es la solucin extrema de una extrema soledad. El miedo a la muerte es un fruto enfermizo de la aurora del sufrimiento. A medida que los dolores maduran y se agravan, alejndonos de la vida, el miedo se sita fatalmente en el centro de la perspectiva, de manera que nada nos aleja ms de la muerte que su cercana. He aqu por qu, para el hombre separado de lo inmediato por lo infinito, sus esperanzas slo pueden reverdecer al borde de un precipicio. * Si Dios colocara la frente en mi hombro, qu bien estaramos los dos as, solos y desconsolados! * Las autobiografas hay que dirigirlas a Dios y no a los hombres. La propia naturaleza da un certificado de defuncin cuando uno se dedica a contar sus cosas a los mortales. * La desdicha de no ser bastante dichoso... * Vivir solamente encima o debajo del espritu, en el xtasis o en la imbecilidad! Y como la primavera del xtasis muere en el relmpago de un instante, el oscuro crepsculo de la imbecilidad no se termina ya nunca. Prolongados temblores de loco borracho; desechos y basuras esparcidos por la sangre y que detienen su circulacin; alimaas asquerosas que ensucian los pensamientos y diablos que cargan ideas en un cerebro baldo... A qu enemigo ha vencido el espritu? De qu sustancia est hecha la oscuridad que alimenta tan inmensa noche? El pavor a postrarse a los pies de la imbecilidad levanta brumas de sopor mudo, y la vida calla resignada en la fnebre ceremonia de enterrar al espritu. Un sueo de negra monotona cuyas eternas moradas son demasiado reducidas para albergar su inmensidad crepuscular. * La idiotez es un terror que no puede reflexionar sobre s mismo, una nada material. Cuando la reflexin que nos separa de nosotros mismos pierde parte de su fuerza y

  • anula la distancia de nuestro propio terror, una introspeccin atenta nos obliga a mirar de manera fraternal a los idiotas. Qu enfermedad tan grande es el terror! * Cada da estamos ms solos. Qu pesado y qu liviano ha de ser vivir el ltimo! Despus de haber reunido con esfuerzo y presteza tanto aislamiento, el sentimiento de propiedad te impide morir con la conciencia tranquila. Cuntos bienes sin herederos! Despilfarro es la palabra para la ltima razn de ser del corazn... Arrojado a los aledaos del propio vaco, espectador de una poesa desnuda, incapaz de sacudirte esa fra tristeza: el vaco interno te revela la indeterminacin infinita como forma de expiacin. * A plena luz piensas en la noche, tu mente corre hacia ella en pleno meridin... El sol no slo no vence a la oscuridad, sino que agranda hasta el sufrimiento la aspiracin nocturna del alma. Si el azul del cielo nos sirviera de lecho y el sol de almohada, un deleitoso agotamiento nos impelera a invocar a la noche para satisfacer nuestras necesidades de enorme cansancio. Todo cuanto hay en nosotros de dimensin nocturna forja un sombro reverso de lo infinito. Y, as, la extenuacin del da y de la noche nos lleva hacia un infinito negativo. * La soledad es una obra de conversin en nosotros mismos. Pero sucede que, al dirigirnos solamente a nosotros mismos, lo que tenemos de bueno se convierte en algo independiente de nuestra identidad natural. Y, de esa manera, nos dirigimos a alguien, a otro. Eso explica la sensacin de no estar solos cuando ms solos estamos. * Si el sol le negara al mundo su luz, el ltimo da que alumbrase se parecera a la mueca burlona de un idiota. * Cuando hayas muerto para el mundo, te echars de menos a ti mismo y consumirs lo que an te quede por vivir en una nostalgia insatisfecha. Dios es un vecino en el exilio de nuestro yo, que nos condena a buscarnos por otros mundos y a no estar nunca prximos a nosotros mismos, a sernos inaccesibles. * Los individuos son rganos del dolor. Sin los individuos la disponibilidad de sufrimiento de la naturaleza la habra transformado en un caos. La individuacin, al determinarse como forma originaria de la expiacin, salv el equilibrio y las leyes de la naturaleza. Cuando el dolor no pudo seguir permaneciendo en ella, aparecieron los seres para salvarla de los tormentos de la virtualidad. Todo acto es una perfeccin de sufrimiento. *

  • Una mujer se distingue de una criada por su diferente desdicha. La gracia fnebre es una fuente de indefinible encanto. * La espera, como ritmo ascendente, define el aspecto dinmico de la vida. Los sabios (debido al ejercicio de la lucidez) la suspenden, sin por ello eliminar las sorpresas del futuro. Slo la idiotez, perfeccin de la no-espera, se sita fuera del tiempo y de la vida. El radical alejamiento de las cosas no tiene por qu impedir lo que seran las emociones de un idiota. * Tras los momentos de intensidad no te conviertes en persona sino en objeto. La aproximacin a lo Absoluto acarrea consecuencias ms graves que cualquier otra intoxicacin. Los estados de resaca de una borrachera son sosegados y placenteros comparados con el agarrotamiento que sigue a las situaciones de debilidad sufridas por causa de Dios. El ltimo acceso slo nos permite sentir el terror de no entender ya nada y solamente volvemos a entrar en la materia una vez pasado el xtasis. Hay alguien con valor suficiente para definir los momentos en que miran los santos a lo alto hacia los idiotas? * Las inquietudes teolgicas han impedido al hombre el conocerse a s mismo. Este, al proyectar en Dios todo lo que no es l, muestra muy a las claras a qu siniestro grado de descomposicin habra llegado de haber dirigido desde el principio su inters y su curiosidad hacia s mismo. En el polo opuesto de los atributos divinos, el hombre est reducido a la dimensin de gusano. Y, ciertamente, adnde bamos a llegar con la psicologa y el autoconocimiento? A transformarnos en gusanos, en gusanos que no necesitan seguir buscando sus cadveres... * La tontera es un sufrimiento indoloro de la inteligencia. Pertenece a la naturaleza, no tiene historia. Ni tan siquiera en la patologa tienen cabida los tontos, porque tienen de su parte a la eternidad. La imagen ms verdica del mundo podra construirse con los destellos de un idiota si pudiera vencer la sensacin de putrefaccin de la sangre y se diera cuenta a veces del flujo infinitesimal de su inteligencia. * La voz de la sangre es una elega ininterrumpida. * Vivir bajo el signo de la msica significa, por ventura, algo ms que morir con gracia? La msica o lo incurable como goce... *

  • Si nunca aliviaste a alguien del no ser, no has conocido ni por lo ms remoto las cadenas del ser ni esa emocin, dolorosamente rara, de experimentar el agradecimiento ajeno por haberle ayudado a morir, por haberle reforzado el fin y el pensamiento del fin, por haberle ahorrado la trivialidad de los alientos y de las esperanzas. Tampoco podemos imaginarnos cuntos y cuntos hay a la espera de que les soltemos las ligaduras de la felicidad... * Hay dos clases de filsofos: los que meditan sobre las ideas y los que lo hacen sobre ellos mismos. La diferencia entre silogismo y desdicha... Para un filsofo objetivo, solamente las ideas tienen biografa; para uno subjetivo, slo la autobiografa tiene ideas. Se est predestinado a vivir prximo a las categoras o a uno mismo. En este ltimo caso la filosofa es la meditacin potica de la desdicha. * Por ms pretensiones que tuviramos, en el fondo, nicamente podemos pedir a la vida que nos permita estar solos. As le damos la oportunidad de ser generosa e incluso prdiga... * El papel de la msica es consolarnos por haber roto con la naturaleza, y el grado de nuestra inclinacin hacia ella indica la distancia a que estamos de lo originario. El espritu se cura de su propia autonoma en la creacin musical. * Las sutilezas de la anemia nos vuelven permeables a otro mundo, y durante sus tristezas caemos perpendicularmente sobre el cielo. * Todo lo que no es salud, desde la idiotez a la genialidad, es un estado de terror. * La sensibilidad por el tiempo es una forma difusa del miedo. * Cuando uno ya no puede pensar en nada, entiende muy bien el presente absoluto de los idiotas, al igual que las sensaciones de vaco que a veces aproximan la mstica a la imbecilidad, con la diferencia de que en el infinito vaco de los msticos bulle una tendencia secreta de elevacin, palpita solitario un impulso vertical, mientras que el vaco horizontal de los idiotas es una extensin desdibujada donde se desliza, sordo, el terror. Ninguna tormenta levanta las arenas del montono desierto de la imbecilidad y ningn color aviva el instante eterno y sus horizontes muertos. *

  • La posibilidad de sentirse alegre entre los dems, sobre todo cuando nos cohbe hasta la mirada de un pjaro, es uno de los secretos ms extraos de la tristeza. Todo est helado y te dedicas a derrochar sonrisas; ningn recuerdo te devuelve ya al que fuiste y te sientes con nimo de inventarte un pasado; la sangre rechaza alientos de amor y las pasiones lanzan llamas fras sobre ojos apagados. Una tristeza que no sepa rer, una tristeza sin mscara es una perdicin que deja tras de s la peste y, sin duda, si no fuera por la risa, la risa de los que estn tristes, la sociedad habra penalizado hace mucho la tristeza. Incluso las muecas de la agona no son sino intentos fallidos de rer, que revelan, sin embargo, su naturaleza equvoca. As se explica por qu esos accesos nos dejan un vaco ms amargo que una borrachera o una noche de amor. El umbral del suicidio es un estremecimiento que sigue a una risa impetuosa, sin medida y despiadada. Nada degrada la vitalidad ms que la alegra, cuando no se tiene ni la vocacin ni el hbito. Frente al delicado cansancio de la tristeza, la alegra es un atletismo agotador. * La tristeza es incluso un arte. Pues uno no se acostumbra as como as a estar solo y de da en da se ve obligado a bregar con el desconsuelo, sometiendo el torrente de amarguras a un trabajo interior. A los poetas parece haberles faltado la necesidad de estilo en la infelicidad y de simetra en la tristeza. Porque qu significa ser poeta? No distanciarse de la propia tristeza, ser idntico a su propia infelicidad. La preocupacin por la educacin personal, incluso en estas cosas, revela un residuo filosfico en un alma tocada por la poesa. La supersticin terica lo organiza todo, hasta la tristeza. La muerte misma de un filsofo se asemeja a una geometra descompuesta, mientras que el poeta, al llevar la tumba consigo desde que comenz a vivir, ha muerto antes de la muerte. El ncleo interno de la poesa es un fin anticipado, y la lira slo cobra voz cuando est cerca de un corazn corrupto. Con ninguna otra cosa nos deslizamos ms rpidamente a la huesa que con el ritmo y la rima, porque los versos no han hecho ms la lpida a quienes estn sedientos de la noche. * El espectculo de una mujer alegre supera en vulgaridad a la propia vulgaridad. Es curioso pero todo aquello que tendra que volvernos menos extraos al mundo lo que hace es cavar un poco ms hondo la fosa entre nosotros y l. Acaso el mundo no es ajeno en s? * Ests solo siempre con respecto a ti mismo, no con respecto a otro. * El filsofo piensa en la divinidad; el creyente, en Dios. El uno en la esencia, el otro en la persona. La divinidad es la hipstasis abstracta e impersonal de Dios. La fe, como es un inmediato trascendente, extrae su vitalidad do la ruina de las esencias. La filosofa es slo una alusin existencial, como la divinidad es un aspecto indirecto de Dios. * No hables de soledad si no sientes cmo se tambalea Dios..., ni de maldicin si no Lo oyes terminndose en ti.

  • * La vida es lo que habra sido yo si no me hubiera esclavizado la tentacin de la nada. * En el alma mueren los ecos equvocos del instante en que la vida, sorpresa de la indiferencia inicial, atraviesa la quietud de la nada. * Dios es la ltima tentativa de satisfacer nuestro deseo de sueo... De esta manera, se convierte en un nido cuantas veces le crecen alas a nuestro cansancio. * El desapego del mundo por la msica caricaturiza los objetos hasta convertirlos en fantasmas; nada ocurre ya prximo a nosotros y los ojos dejan de estar al servicio de los seres. Qu es lo que podemos ver cuando todo ocurre lejos? La tristeza, deficiencia ptica de la percepcin... Cada instante es una tumba, escasamente profunda, sobre la que tenemos que saltar hasta que nos rompamos la cabeza. * No ests celoso de Dios, sino de su soledad. Porque frente a la desesperacin embalsamada que El es, el hombre es una momia pizpireta. * La timidez es el arma que nos ofrece la naturaleza para defender nuestra soledad. * Cuando te crees ms fuerte, te encuentras de pronto a los pies de Dios. De semejante cada no puede redimirte inmortalidad alguna. Pero qu vas a hacer si las heridas de la vida son como ojos vueltos hacia el Creador y como bocas abiertas hacia el alimento de lo absoluto! Las vigilias que pasamos asustados nos salvan, independientemente de nuestra voluntad, de la supersticin de la existencia y, al agotar nuestro mpetu, nos alimentan con las brisas del desierto divino. El debilitamiento de la voluntad nos lleva a hincar a Dios, como una horca, en medio de nuestras incertidumbres... Lo absoluto es un estadio crepuscular de la voluntad, un estado de hambre extenuante. * El amor por la belleza es inseparable del sentimiento de la muerte. Pues todo lo que cautiva nuestros sentidos con escalofros de admiracin nos eleva a una plenitud de fin, que no es otra cosa sino el deseo abrasador de no sobrevivir a la emocin. La belleza sugiere una imagen de inanidad eterna! Venecia o los crepsculos parisienses nos invitan a un fin perfumado, en el cual la eternidad parece haberse derretido en el tiempo.

  • * El eros es una agona pendiente y por esa razn no podemos amar a ninguna mujer que no nos susurre palabras de muerte ni nos ayude a no ser ya ms... Al interponerse entre nosotros y las cosas, nos ha enajenado de la naturaleza, cargando as con la responsabilidad de nuestro retraso en el conocimiento. Cunto debe el espritu a la desdicha amorosa! Podra darse el caso, perfectamente, de que aqul no fuese sino obra de sta. Por otra parte, observad que las mujeres nicamente han entrado en la Historia en la medida en que progresivamente han dejado ms solos a los hombres. * La bruma de poesa que, para bien o para mal, envuelve a este mundo, emana del eterno otoo del Creador y de un cielo todava inmaduro para poder sacudir sus estrellas. La estacin en la que se ha detenido nos pone claramente de manifiesto que El no es una aurora, sino un crepsculo y que slo nos acercamos a l a travs de las sombras. Dios: un otoo absoluto, un final inicial. La primavera, como cualquier comienzo, es una deficiencia de eternidad. Y los que mueren en su transcurso son los nicos puentes hacia lo absoluto. Cuando todo florece, a los mortales les entra un voluptuoso placer por la soledad, para salvar la envoltura metafsica de la primavera. Al principio fue el Crepsculo. * En un mundo sin melancola los ruiseores se pondran a escupir y los lirios abriran un burdel. * Tanto la alegra como el alborozo vigorizan, pero la una, el espritu, y el otro, los sentidos. Alguna vez habl alguien de alborozo en la mstica? Oy alguien decir alguna vez de un santo que hubiera estado alborozado? Pero, en cambio, la alegra acompaa al xtasis y linda con el cielo incluso en sus manifestaciones ms sosegadas. Slo podemos sentir alborozo cuando estamos entre hombres; slo podemos sentir alegra cuando estamos solos. El alborozo hay que sentirlo con alguien; cuando no tenemos a