Ciencias Naturales - 2º Ciclo

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Actividades para repensar el bicentenario - Ciencias Naturales, 2º Ciclo 1 ACTIVIDADES PARA REPENSAR EL BICENTENARIO ESPACIO CURRICULAR: CIENCIAS NATURALES 2º CICLO Se propone la lectura de fragmentos de: “Los cambios ecológicos de la región pampeana”, En El ambiente en la sociedad colonial. Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. PRO CIENCIA. Conicet ; Antonio Eloy Brailovsky. LOS CAMBIOS ECOLOGICOS DE LA REGION PAMPEANA Hemos descripto en nuestra obra anterior de esta serie a la región pampeana como un desierto inhóspito. La pampa de los tiempos históricos no se parecía en nada a la actual. Así, todas las crónicas coinciden en que la Buenos Aires del periodo colonial no tenía los campos fértiles que hoy vemos, sino que estaba rodeada por un desierto que muchos califican como “horrible”. Una inmensa llanura de altos pajonales, casi sin un solo árbol -salvo los del borde de los arroyos- en el largo trayecto hasta Córdoba. La ausencia de árboles se explica por la densidad del pajonal que sombreaba las semillas e impedía su desarrollo. Si a pesar de eso, algún árbol conseguía crecer, era difícil que durante mucho tiempo: las frecuentes tormentas eléctricas provocaban incendios de campos. Muy de vez en cuando se veía un solitario ombú, cuyo tronco es prácticamente incombustible, o un pequeño monte de chañar cuyas semillas se activan con el fuego. Pampa es un término indígena que significa llanura. Para Humboldt su aspecto “llena el alma del sentimiento de lo infinito”. Descripta por Sarmiento como “el mar de las tierras”, su vegetación originaria son las gramíneas y eso explica la buena adaptación que después tuvieran las gramíneas cultivadas, como el trigo y el maíz. Sus ecosistemas sufrieron profundas modificaciones a partir de las introducciones de especies animales y vegetales producidas durante la conquista. Pero el fenómeno ecológico más extraño ocurrido en la pampa fue la explosiva reproducción de las vacas y caballos que se le escaparon a Pedro de Mendoza. Y de que de unos pocos ejemplares pasaron a ser millones en unos cuantos años. Cuando hablamos de la multiplicación del ganado cimarrón nos resulta difícil imaginar la magnitud real que tuvo este fenómeno. El jesuita Falkner cuenta que “los caballos cimarrones andan de un lugar a otro contra el viento, y en un viaje que hice al interior en el año 1744, hallándome en estas llanuras durante tres semanas, era su número tan excesivo que durante quince dias me rodearon por completo. Algunas veces pasaron por donde yo estaba en grandes tropillas a todo escape, durante dos o tres horas sin cortarse; y durante todo este tiempo, a duras penas pudimos yo y los cuatro indios que entonces me acompañaban librarnos de que nos atropellaran e hiciesen mil pedazos”.

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Actividades para repensar el bicentenario - Ciencias Naturales, 2º Ciclo

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Actividades para repensar el bicentenario - Ciencias Naturales, 2º Ciclo

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ACTIVIDADES PARA REPENSAR EL BICENTENARIO

ESPACIO CURRICULAR:

CIENCIAS NATURALES 2º CICLO

Se propone la lectura de fragmentos de: “Los cambios ecológicos de la región pampeana”, En

El ambiente en la sociedad colonial. Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. PRO

CIENCIA. Conicet ; Antonio Eloy Brailovsky.

LOS CAMBIOS ECOLOGICOS DE LA REGION PAMPEANA

Hemos descripto en nuestra obra anterior de esta serie a la región pampeana como un

desierto inhóspito. La pampa de los tiempos históricos no se parecía en nada a la actual. Así,

todas las crónicas coinciden en que la Buenos Aires del periodo colonial no tenía los campos

fértiles que hoy vemos, sino que estaba rodeada por un desierto que muchos califican como

“horrible”. Una inmensa llanura de altos pajonales, casi sin un solo árbol -salvo los del borde de

los arroyos- en el largo trayecto hasta Córdoba.

La ausencia de árboles se explica por la densidad del pajonal que sombreaba las semillas

e impedía su desarrollo. Si a pesar de eso, algún árbol conseguía crecer, era difícil que durante

mucho tiempo: las frecuentes tormentas eléctricas provocaban incendios de campos. Muy de

vez en cuando se veía un solitario ombú, cuyo tronco es prácticamente incombustible, o un

pequeño monte de chañar cuyas semillas se activan con el fuego.

Pampa es un término indígena que significa llanura. Para Humboldt su aspecto “llena el

alma del sentimiento de lo infinito”. Descripta por Sarmiento como “el mar de las tierras”, su

vegetación originaria son las gramíneas y eso explica la buena adaptación que después tuvieran

las gramíneas cultivadas, como el trigo y el maíz. Sus ecosistemas sufrieron profundas

modificaciones a partir de las introducciones de especies animales y vegetales producidas

durante la conquista. Pero el fenómeno ecológico más extraño ocurrido en la pampa fue la

explosiva reproducción de las vacas y caballos que se le escaparon a Pedro de Mendoza. Y de

que de unos pocos ejemplares pasaron a ser millones en unos cuantos años.

Cuando hablamos de la multiplicación del ganado cimarrón nos resulta difícil imaginar

la magnitud real que tuvo este fenómeno. El jesuita Falkner cuenta que “los caballos

cimarrones andan de un lugar a otro contra el viento, y en un viaje que hice al interior en el

año 1744, hallándome en estas llanuras durante tres semanas, era su número tan excesivo

que durante quince dias me rodearon por completo. Algunas veces pasaron por donde yo

estaba en grandes tropillas a todo escape, durante dos o tres horas sin cortarse; y durante

todo este tiempo, a duras penas pudimos yo y los cuatro indios que entonces me

acompañaban librarnos de que nos atropellaran e hiciesen mil pedazos”.

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Nos preguntamos ¿por qué se reprodujeron las vacas y los caballos de los españoles a la

velocidad que lo hicieron? O, desde otro punto de vista: ¿Por qué no se extinguieron?

Recordemos que un principio ecológico bastante comprobado es que hace falta una dimensión

mínima para que una población animal subsista en forma salvaje. Si hay muy pocos ejemplares,

los accidentes, enfermedades genéticas agravadas por los cruzamientos consanguíneos y una

serie de factores concurrentes, terminarán por hacerlos desaparecer. Esto vale tanto para Adán

y Eva como para los ejemplares de cualquier otra especie animal.

El número mínimo de individuos que tienen que existir para una población sobreviva

depende de la especia y del hábitat del que se trate. Cuando más hostil sea el hábitat, serán

necesarios más ejemplares para sobrevivir. Si es más acogedor, bastará con unos pocos. Para

las vacas y caballos del siglo XVI la pampa fue un lugar muy parecido al paraíso terrenal. Sí,

como dice Atahualpa Yupanqui, “hay cielo para el buen caballo, hace cuatrocientos años ese

cielo quedaba en la actual Provincia de Buenos Aires. De ese modo entraron al mito los infinitos

rebaños de las pampas.

En este caso, el hábitat resultó especialmente acogedor porque la pampa, carecía de

especies que ocuparan un nicho ecológico: el de los grandes herbívoros (…..).

Cuando aparece una especie nueva en un ecosistema y esa especie encuentra su propio

nicho ecológico ocupado por otra, se producirá una competencia que, en casos extremos, lleva

a la desaparición de una de las dos. En ocasiones, la especie introducida se encuentra en

ventaja por tener menos enemigos naturales que la especie autóctona. En este caso, las vacas y

los caballos que trajeron los españoles se encontraron con una llanura que no tenía grande

herbívoros, o por lo menos, que no tenía herbívoros tan grandes como ellos. Se les presentaba

como un enorme espacio vacío.

Apenas unos ciervos y guanacos, de mucho menor tamaño que ellos, que no

representaban competencia seria para los recién llegados. Tampoco había grandes carniceros

que se los comieran: los jaguares llegados del Litoral eran muy escasos y los pumas eran

demasiados pequeños para ellos. Sus depredadores también fueron animales introducidos, los

perros cimarrones, que formaron grandes jaurías. Se multiplicaron a tal punto que debieron

organizarse expediciones militares para combatirlos.

Un viajero habla de los perros cimarrones. Las cuevas a las que se refiere, son sin

duda, vizcacheras ocupadas por los perros: “Se han multiplicado tan bien que cubren

todas las campañas circunvecinas y viven en cuevas subterráneas que trabajan ellos

mismos, y cuya embocadura parece un cementerio por la cantidad de huesos que la

rodea. Y quiera el cielo que faltándoles la cantidad de carnes que encuentran ahora

en los campos (e), irritados por el hambre, no acaben por asaltar a los hombres. El

gobernador de Buenos Aires comenzó a enviar soldados para destruirlos: una tropa

armada de mosqueteros hizo grandísimos estragos pero al volver a la ciudad, los

muchachos que son aquí importunísimos, empezaron a perseguirlos haciéndoles

burlas y llamándolos “mata perros”, de lo que se avergonzaron tanto que no han

querido volver más”.

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Aunque estén condicionados por el ecosistema, los animales lo cambian a su vez. La

vegetación de los altos pajonales resecos va siendo reemplazada por pastos más finos, a medida

que la presencia del ganado acelera el ciclo del nitrógeno. La bosta de millones de vacas y

caballos transforma el suelo y permite el crecimiento de los pastos que hoy conocemos.

En 1825, un observador muy agudo llamado Charles Darwin, cruza a caballo la provincia

de Buenos Aires de sur a norte. “Me he quedado sorprendido –dice Darwin- con el marcado

aspecto del campo después del cruzado el Río Salado. De una hierba gruesa pasamos a una

alfombra verde de pastos finos. Los habitantes me afirman que es preciso atribuir esa mudanza

a la presencia de los cuadrúpedos. Exactamente el mismo hecho se ha observado en praderas

de la América del Norte, donde hierbas comunes y rudas, de cinco a seis pies de altura, se

transforman en césped cuando se introduce allí animales en suficiente número”.

Volvamos atrás para recordar el paisaje pampeano originario, con la llanura cubierta por

una capa de pajonales tan altos que podían llegar a tapar a un caballo con su jinete. Sin

embargo los datos de los viejos cronistas de los primeros tiempos del descubrimiento sugieren

que las llanuras de nuestro país no estaban tan desnudas de árboles como lo estuvieron

después.

Una hipótesis a tener en cuenta (atribuida al capitán Fitz Roy), es que la multiplicación

de ganado cimarrón en la pampa haya sido un factor concurrente para impedir el crecimiento y

desarrollo de los árboles, por el efecto físico del pisoteo de rebaños de esa magnitud. El

mecanismo parece haber sido el siguiente: la expansión de los ganados cimarrones llevó a la

reproducción humana de las pampas por la presencia de abundante alimento disponible. Esto

aumentó la frecuencia de incendios (tanto accidentales como intencionales), que eliminaron los

árboles locales y a su vez la enorme cantidad de ganado existente pisoteó de tal modo los

retoños de los escasos árboles que terminó con ellos.

El ambiente en la sociedad colonial. Ministerio de Cultura y Educación de la Nación. PRO

CIENCIA. Conicet ; Antonio Eloy Brailovsky.

Luego de una lectura compartida (docentes y alumnos) y un análisis general del texto,

se sugiere trabajar con algunos interrogantes y propuestas, que permitan la reflexión

sobre los distintos aspectos planteados en el mismo.

Para analizar y reflexionar:

• ¿ Qué cambios se produjeron en el ecosistema de la región pampeana, a partir

de la introducción de nuevas especies, en la época colonial?

• ¿Qué relaciones se pueden establecer entre la introducción de nuevas especies,

como vacas y caballos, y los cambios en la vegetación de la región?

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• Identificar algunos factores ambientales que determinaron un gran aumento, en el

número de animales, de las distintas especies introducidas por el hombre

(vacas, caballos, perros cimarrones).

• Identificar algunas relaciones entre las plantas, los animales y el medio físico.

• ¿Qué efectos produjeron estos cambios en la distribución de los asentamientos

humanos en la región?

• ¿Cómo fue cambiando la valoración de los recursos, según los intereses de los

actores sociales, en estos contextos históricos?

A partir de la reflexión, se sugiere buscar información en distintas fuentes

bibliográficas, que permitan ampliar la mirada sobre la situación planteada.

Considerando el análisis y la reflexión del texto propuesto y en relación con los

aportes brindados por otras fuentes bibliográficas, se propone producir una síntesis

escrita.

La socialización de las producciones escritas, puede ser un buen momento para la

comunicación en ciencias, como así también, para enriquecer las propuestas.