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CULTURAL Año XXVIII N° 1306 Montevideo, viernes 2 de junio de 2017 CIENCIAS, ARTES Y LETRAS E N E S T E N Ú M E R O Joyce Carol Oates 10 I Daniel Mella 10 I Antonio Machado 6 I Lydia Davis 12 Manuel Rivas 8 I James Joyce 5 I Truman Capote 9 I Big Little Lies 4 Eterno clásico de Horacio Quiroga Alejandro Ferrari perimenta un rápido alivio. En febrero de 1917 consigue un puesto de Secretario contador del Consulado General del Uruguay en la Argentina, gracias al in- flujo de sus amigos batllistas montevi- deanos. De forma paralela continúa pu- blicando, como hasta entonces, en las re- vistas de mayor circulación de la época. En ese año salieron cuentos en P.B.T., Fray Mocho, Plus Ultra , El Hogar y Mundo Argentino. También proyectaba reunir cuarenta cuentos producidos en su destierro misionero en un libro al que lla- maría “Cuentos de todos colores”. Pero por la cantidad de páginas que necesita- ba el libro no le era fácil encontrar un editor. La ocasión vendrá por otro lado. El escritor y emprendedor cultural Manuel Gálvez lo visita apenas llega a Buenos Aires. Ya había tenido con el es- critor salteño una participación en un emprendimiento yerbatero en el Yabebirí en 1911, y poco tiempo después proyec- tarían una empresa cinematográfica en común. El motivo de la visita fue el más reciente emprendimiento de Gálvez, un proyecto editorial llamado Cooperativa Editorial Buenos Aires, una so- ciedad por acciones que costa- ban cien pesos y que se pagaban en cinco cuotas, de la que era secretario-adminis- trador. L A VIDA y obra de Horacio Qui- roga (1878-1937) sigue siendo una constante en lecturas educa- tivas, en estudios eruditos y en el imaginario popular. Los cuentos que más han trascendido son los del libro Cuentos de amor de locura y de muer- te, que en 2017 cumple cien años, con cuentos clásicos como “A la deriva”, “La gallina degollada” o “El almohadón de plumas”, piezas que han marcado a ge- neraciones y han moldeado la imagen que ha trascendido sobre su vida. Sin embargo se ha alimentado una visión re- ducida de un mundo rico y complejo. Se impone la búsqueda de un Quiroga total, ahondando en los datos concretos de su biografía, en su profusa faena literaria y en la presencia callada pero segura en millones de lectores de muchos lugares del planeta. A DOS PESOS. En diciembre de 1916, Ho- racio Quiroga regresa a Buenos Aires tras siete años en Misiones. Vuelve como padre soltero de Darío y Eglé tras el sui- cidio, un año antes, de su primera mujer, Ana María Cirés. Con ellos se instala en un diminuto sótano de la calle Canning (actual Scalabrini Ortiz). Su habitual estrechez económica ex- 100 años de amor locura y muerte En Ami- gos y maestros de mi juventud, pri- mer tomo de sus Recuerdos de la vida literaria, Gálvez dedica un capítulo a sus negocios con Quiroga. “Apenas fun- dada la Sociedad” dice, “ pensé en Qui- roga y fui a su casa. Nos estrenaríamos con un libro de Fernández Moreno, Ciu- dad. Yo deseaba que el segundo volumen fuese de Quiroga. —Vengo a que me dé un libro para la Cooperativa— le dije. —Yno me iré si no me lo da—. Me contestó que tenía un centenar de cuentos publicados en Caras y Care- tas”. Quiroga trajo “una carpeta y elegimos algunos: pero como no era posible elegirlos todos de una vez, prometió formarme el libro para muy pronto. Era hombre de palabra y cum- plió. Le puso por título Cuentos de amor de locura y de muerte, y no quiso que se pusiera coma alguna entre esas palabras. El libro se agotó y reveló a los que no lo leen en revistas el gran talento de Horacio Quiroga. Desde entonces se le consideró, entre nosotros, se entiende, como uno de los primeros cuentistas contemporáneos en español, acaso como el primero de to- dos” . No hay fecha precisa de publi- cación, aunque Caras y Caretas lo menciona, en junio de 1917, como recién editado. Aquella primera edición de quinientos ejemplares vendidos a dos pesos se agotó rápi- do, aunque sin dar ganancias. Era su quinto libro y lo consagró como escritor. Tenía 38 años. La amistad con Gálvez se enfrió, aunque igual quedará en la historia de Quiroga como el primer editor de sus dos libros más conocidos, porque al Ombú

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E N E S T E N Ú M E R O

Joyce Carol Oates 10 I Daniel Mella 10 I Antonio Machado 6 I Lydia Davis 12

Manuel Rivas 8 I James Joyce 5 I Truman Capote 9 I Big Little Lies 4

Eterno clásico de Horacio Quiroga

Alejandro Ferrari perimenta un rápido alivio. En febrero de1917 consigue un puesto de Secretariocontador del Consulado General delUruguay en la Argentina, gracias al in-flujo de sus amigos batllistas montevi-deanos. De forma paralela continúa pu-blicando, como hasta entonces, en las re-vistas de mayor circulación de la época.En ese año salieron cuentos en P.B.T.,Fray Mocho, Plus Ultra, El Hogar yMundo Argentino. También proyectabareunir cuarenta cuentos producidos en sudestierro misionero en un libro al que lla-maría “Cuentos de todos colores”. Peropor la cantidad de páginas que necesita-ba el libro no le era fácil encontrar uneditor. La ocasión vendrá por otro lado.

El escritor y emprendedor culturalManuel Gálvez lo visita apenas llega aBuenos Aires. Ya había tenido con el es-critor salteño una participación en unemprendimiento yerbatero en el Yabebiríen 1911, y poco tiempo después proyec-tarían una empresa cinematográfica encomún. El motivo de la visita fue el másreciente emprendimiento de Gálvez, unproyecto editorial llamado CooperativaEditorial Buenos Aires, una so-ciedad por acciones que costa-ban cien pesos y que sepagaban en cincocuotas, de la que erasecretario-adminis-trador.

LA VIDA y obra de Horacio Qui-roga (1878-1937) sigue siendouna constante en lecturas educa-tivas, en estudios eruditos y en

el imaginario popular. Los cuentos quemás han trascendido son los del libroCCuueennttooss ddee aammoorr ddee llooccuurraa yy ddee mmuueerr--ttee, que en 2017 cumple cien años, concuentos clásicos como “A la deriva”, “Lagallina degollada” o “El almohadón deplumas”, piezas que han marcado a ge-neraciones y han moldeado la imagenque ha trascendido sobre su vida. Sinembargo se ha alimentado una visión re-ducida de un mundo rico y complejo. Seimpone la búsqueda de un Quiroga total,ahondando en los datos concretos de subiografía, en su profusa faena literaria yen la presencia callada pero segura enmillones de lectores de muchos lugaresdel planeta.

A DOS PESOS. En diciembre de 1916, Ho-racio Quiroga regresa a Buenos Airestras siete años en Misiones. Vuelve comopadre soltero de Darío y Eglé tras el sui-cidio, un año antes, de su primera mujer,Ana María Cirés. Con ellos se instala enun diminuto sótano de la calle Canning(actual Scalabrini Ortiz).

Su habitual estrechez económica ex-

100 añosde amorlocura y muerte

En Ami-gos y maestros

de mi juventud, pri-mer tomo de sus RReeccuueerrddooss ddee llaa vviiddaalliitteerraarr iiaa, Gálvez dedica un capítulo asus negocios con Quiroga. “Apenas fun-dada la Sociedad” dice, “pensé en Qui-roga y fui a su casa. Nos estrenaríamoscon un libro de Fernández Moreno, CCiiuu--ddaadd. Yo deseaba que el segundo volumenfuese de Quiroga. —Vengo a que me dé

un libro para la Cooperativa—le dije.—Yno me iré si no me lo da—. Mecontestó que tenía un centenar de

cuentos publicados en Caras y Care-tas” . Quiroga trajo “una carpeta yelegimos algunos: pero como no era

posible elegirlos todos de una vez,prometió formarme el libro para muy

pronto. Era hombre de palabra y cum-plió. Le puso por título CCuueennttooss ddeeaammoorr ddee llooccuurraa yy ddee mmuueerrttee, y noquiso que se pusiera coma algunaentre esas palabras. El libro seagotó y reveló a los que no loleen en revistas el gran talentode Horacio Quiroga. Desdeentonces se le consideró, entrenosotros, se entiende, comouno de los primeros cuentistas

contemporáneos en español,acaso como el primero de to-

dos”.No hay fecha precisa de publi-

cación, aunque Caras y Caretas lomenciona, en junio de 1917, comorecién editado. Aquella primeraedición de quinientos ejemplaresvendidos a dos pesos se agotó rápi-do, aunque sin dar ganancias. Erasu quinto libro y lo consagró comoescritor. Tenía 38 años. La amistadcon Gálvez se enfrió, aunque igualquedará en la historia de Quiroga

como el primer editor de sus doslibros más conocidos, porque al

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2 junio 2017

UNA MENCIÓN especial merece “Los mensú”, cuen-to pionero del realismo social. Publicado en 1914 enFray Mocho, el texto retrata con precisión las condicio-nes de iniquidad del peón mensualero en las plantacio-nes de yerba mate del Alto Paraná a comienzos de sigloXX. El sistema era simple: finalizado su periodo de tra-bajo, el peón regresaba a Posadas donde en un par dedías quedaba envuelto en una orgía de mujeres y alco-hol, contrayendo altísimas deudas que el patrón estabadispuesto a afrontar con la firma de otro contrato que elanalfabeto mensú firmaba sin leer, con su huella o unacruz. Esta estafa, a la que se sumaba la deuda por com-pras en el almacén del obraje, inflaba el monto que elmensú debía pagar. El adeudo no menguaba y una sali-da que vislumbraba el peón a este eterno círculo era lafuga a través de la selva.

Quiroga, ya en su época de madurez narrativa, con-tando la historia de Cayé y Podeley revela el dolo del

sistema con una mirada imparcial, hasta distante, sinatisbos de compasión por el débil trabajador. No haydefensa del jornalero: sus protagonistas son mostradosen su triste objetividad. Pero la ecuanimidad del narra-dor no es la imparcialidad del autor. La ausencia de unalegato acentúa la denuncia del sistema perverso.

La pluma de Quiroga volvió a retratar peones, conotras variaciones. En “Una bofetada”, cuento de 1916,describe la precisa venganza de un mensú hacia su ru-bio capataz, Korner, y la fuga exitosa del peón. Uncuento que provocó las simpatías de Juan Carlos Onettipor el mensú en su viaje al destierro, en aquel célebretexto “Hijo y padre de la selva”, de 1987. En 1918, en“Un peón”, el autor abre una mirada nueva sobre los

peones misioneros al contar la misteriosa historia deOlivera.

Este mundo del mensú quiroguiano fue llevado alcine ya en 1939 en una de las mejores obras de la cine-matografía argentina, PPrriissiioonneerrooss ddee llaa ttiieerrrraa, dirigi-da por Mario Soffici con guión de Ulyses Petit de Mu-rat y la colaboración de Darío Quiroga, quienes adap-taron “Un Peón”, “Los Destiladores de Naranja” y “LaBofetada”.

Quiroga, quien se describe a sí mismo como un “soli-tario y valeroso anarquista” en carta a Ezequiel Martí-nez Estrada (1936), ya distanciado del batllismo e invul-nerable al comunismo en su versión estalinista, sufrió decierta incomprensión por parte de sus mensú cercanos.El salteño, que también trabajaba con las manos, no al-canza el estatus de trabajador proletario para los peonesque colaboraban con él, quienes frecuentemente le insis-tían en que “deje el trabajo para los mensú”. ●

Realismo social

año siguiente publicó el otro best seller,CCuueennttooss ddee llaa sseellvvaa.

Quiroga ya es conocido por los cuen-tos que aparecen en las publicacionesmasivas porteñas. En torno al desterradoen Misiones se “ha ido creando una au-reola”, en la que “miles de lectores handescubierto en ese narrador misioneroal más poderoso y original de los cuen-tistas rioplatenses del momento” segúnseñala Rodríguez Monegal. CCuueennttooss ddeeaammoorr ddee llooccuurraa yy ddee mmuueerr ttee compilarelatos ya publicados desde 1906 hasta1914 excepto uno, inédito, “La meningi-tis y su sombra”. Están sus dos cuentosmás conocidos de la primera época,cuando recién comenzaba a publicar conrelativa asiduidad, “El almohadón deplumas” de 1907 y “La gallina degolla-da” de 1909.

Se realizan tres ediciones en vida deQuiroga. Las dos primeras en Cooperati-va Editorial Buenos Aires (1917 y 1918)con 233 páginas y 18 relatos: “Una esta-ción de amor”, “Los ojos sombríos”, “Elsolitario”, “La muerte de Isolda”, “El in-fierno artificial”, “La gallina degollada”,“Los buques suicidantes”, “El almoha-dón de plumas”, “El perro rabioso”, “Ala deriva”, “La insolación”, “El alambrede púa”, “Los mensú”, “Yaguaí”, “Lospescadores de vigas”, “La miel silves-tre”, “Nuestro primer cigarro” y “La me-ningitis y su sombra”.

En 1925 su amigo Samuel Glusberg(Enrique Espinoza) publica la terceraedición en su naciente Editorial Babel.Quiroga entonces realiza algunas modi-ficaciones y excluye “Los ojos som-bríos”, ”El infierno artificial” y “El perrorabioso”. Quedan 15 relatos en un librode 206 páginas. Emir Rodríguez Mone-gal da cuenta de estas transformaciones.Algunos años después descubre en lacasa de Enrique Espinoza en Santiago deChile “una edición deshojada de CCuueenn--ttooss ddee aammoorr (la segunda, 1918) que Qui-roga mismo había castigado, tachando

palabras y hasta párrafos, interpolandootros, en una gesta de la forma que nadatiene que envidiar a la del gran Flau-bert”.

Tras fallecer Quiroga el libro se sigueeditando sin pausa, fenómeno acentuadopor su entrada en el dominio público. Laeditorial Losada comenzó a publicarloen 1954. La última edición, de 2016, esde la editorial argentina Bärenhaus.

PRIMER ÉXITO. Es un “volumen de tran-sición”, dice Martín Prieto, al reparar enlas fechas de primera publicación de loscuentos elegidos, con reminiscencias dela etapa modernista de Quiroga hastacon esbozos de su etapa más personal ylograda, que culminará con la publica-ción de su mejor libro, LLooss ddeesstteerrrraaddooss,en 1926, tras el paso por AAnnaaccoonnddaa de1921.

En CCuueennttooss ddee aammoorr...... se puedeapreciar una búsqueda que va más alláde lo estilístico, que abrevó en su expe-riencia misionera y buscó la objetividady la economía de recursos en pos de lasensación de vida. O, en otras palabras,la expresión de la “verdad del paisaje”que el año anterior Quiroga había elogia-do en Benito Lynch a propósito de sunovela LLooss ccaarraanncchhooss ddee llaa FFlloorr iiddaa.Arturo Sergio Visca apuntó que es su

otro”. La supresión de las comas en el tí-tulo tras amor y locura (que algunas edi-ciones como la de Losada de 1954 agre-garon) refuerza la idea de que la tríadatemática de amor, locura y muerte estápresente en todos los relatos, en mayor omenor medida, en las diversas parejashumanas que aparecen o en las peripe-cias de los animales en los diversos am-bientes que son escenario, sea BuenosAires, Concordia, el Chaco, Misiones,Montevideo, la alta mar. Resulta ociosointentar una clasificación de los cuentos;muchas veces tratan de los tres motivos,que de hecho alcanzan al conjunto de suobra y se enlazan de forma entrañable.

También tienen una estrecha relacióncon la biografía de su autor. La muertees el elemento más palmario. Comienzacuando el padre de Quiroga se mata ac-cidentalmente con un disparo de escope-ta; Horacio tenía apenas dos meses deedad. La locura también es manifiesta endiversos síntomas que, en el mejor de loscasos, eran percibidos como extravagan-cias, y en el peor como disparador de lossuicidios que lo rodearon. También elamor, que vivió y padeció, y al que lededicó gran parte de sus afanes comohombre y como narrador.

REPERCUSIONES. El propio Quiroga, esemismo año, contento con la aparicióndel libro y por las repercusiones que varecibiendo, le hace varios comentariospor vía epistolar al salteño José MaríaDelgado, su amigo y primer biógrafo.Las reflexiones de dicho texto formanparte del Quiroga más especulativo, puesaborda aspectos concernientes al oficiodel escritor y a la técnica de escritura,algo que tratará en diversas ocasiones.

Este afán de reflexión “retórica” llevaa Quiroga a proponer incluso una prime-ra metodología de interpretación del li-bro, acuñando dos categorías estilísticaspara clasificar sus relatos: “cuentos deefecto” e “historias a puño limpio”. In-

“primer libro realmente logrado”. Ro-dríguez Monegal que es su libro “másrico y heterogéneo”. Alberto Lasplacesllega a afirmar que “toda su labor ante-rior da la impresión de quien sube unamontaña. Ahora, se encuentra ya en lacumbre, sólidamente instalado”.

El libro ha tenido vida propia antes ydespués de la muerte de Quiroga. Estuvoy sigue estando presente en los planes deestudio de literatura en el Río de la Platao en lejanas naciones como ocurre hoyen Estados Unidos. Sus traducciones adiversas lenguas, los estudios académi-cos que se continúan realizando en mu-chas latitudes, y las numerosas adapta-ciones a cine y cómic hablan de esta vi-gencia.

Pero quizá sea en el imaginario popu-lar donde mejor se ha instalado, en laimaginación que dispara la obra fantásti-ca de Quiroga y que hace que siempre sepueda bromear con excluir de los hoga-res cualquier almohadón de plumas pormiedo a que en su interior se encuentrealgunos de esos “parásitos de las aves”,que no es raro hallar.

LA TRÍADA. CCuueennttooss ddee aammoorr...... no tomasu título de ningún cuento, aun cuandoRodríguez Monegal sugiere que quizásderive de un pasaje de “El crimen del

Fotograma de AAllmmooffaaddaa ddee ppeennaass de Joseph Specker Nys

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Otra versión

LA HISTORIA de las adaptaciones de laobra de Quiroga a otros formatos no hasido estudiada a fondo. Los resultadoshan sido variados y desparejos.

Los relatos que integran CCuueennttooss ddeeaammoorr ddee llooccuurraa yy ddee mmuueerrttee son los queconvocan más interés, tanto por estudian-tes de cine como consagrados realizado-res. En largometrajes cabe destacar laadaptación de Ricardo Islas AAllmmoohhaaddóónnddee pplluummaass (Uruguay, 1988), HHiissttoorr iiaassddee aammoorr,, ddee llooccuurraa yy ddee mmuueerrttee de Ne-mesio Juárez (Argentina, 1996), y la mi-niserie HHoorraacciioo QQuuiirrooggaa:: eennttrree ppeerrssoo--

nnaass yy ppeerrssoonnaajjeess (Argentina, 1987) deEduardo Mignogna, con guión de Mig-nogna y Graciela Maglie.

También merecen destacarse MMooccoossoommaallccrr iiaaddoo (Argentina, 1993), cortome-traje de Pablo Trapero que adapta “Nues-tro primer cigarro”, y la lectura filmadapor Alberto Laiseca de “La gallina dego-llada” en el microprograma Cuentos deTerror (señal I-SAT, Argentina, 2002).

“La gallina degollada” es el cuentomás adaptado en cine. Cabe señalar laversión de Raúl Cerezo titulada EEssccaarrnniioo(España, 2004), el cortometraje de Paulo

Pécora LLaa ggaalllliinnaa ddeeggoollllaaddaa (Argentina,2011) y EEll MMaall MMeennoorr de Carles HarilloMagnet (España, 2012).

En animación existen dos versionesen stop motion de “El almohadón de plu-mas”, la primera de Hugo Covarrubias(EEll aallmmoohhaaddóónn ddee pplluummaass, Chile, 2007)y la segunda de Joseph Specker Nys (AAll--mmooffaaddaa ddee ppeennaass, Brasil, 2017), de in-minente estreno.

En cómic, a su vez, hay obras muyelogiadas. En 1983 Elvio E. Gandolfoadaptó “El almohadón de plumas” condibujos de Daniel González y textos de

Roberto González, aparecida en la re-vista uruguaya El dedo. Dos años mástarde en la revista Fierro se publica laadaptación más conocida y analizadahasta ahora sobre “La gallina degolla-da”, obra de Carlos Trillo con dibujos deAlberto Breccia y prólogo de RicardoPiglia. En 2016, los argentinos LautaroOrtiz y Lucas Nine publican la mayoradaptación al cómic de cuentos de Qui-roga, LLeess CCoonntteess dduu SSuuiicciiddéé, editadoen Francia por Warum, donde se incluye“El almohadón de plumas” traducidopor Charlotte Martí. �

Cine y cómic

cluso agrupa de forma temática parte desu producción con la expresión “cuentosde monte”.

“Hoy me llegó tu carta —y más sa-brosa no se puede” dice la misiva del 8de junio de 1917. “Dada la estimaciónromántica que tengo por tu trabajo,aquella me halaga sobremanera. No seme escapaba que ‘La meningitis’, ‘Esta-ción de amor’ y sobre todo ‘Isolda’ teiban a gustar y en particular ésta, por loque tienen de amor llorado. Pero no es-peraba eso de los cuentos de monte.Tanto más me agrada, pues, tu opiniónsobre éstos. Para mí, unoque no has nombrado esde lo mejorcito: ‘Alam-bre de púa’. Creo que lasensación de vida no estámal lograda allí”.

Encantado, Quirogaexpresa allí una de lasmayores vacilaciones quetuvo en medio de su la-bor creativa misionera:“Cuando he escrito estatanda de aventuras devida intensa, vivía allá, ypasaron dos años antesde conocer la más míni-ma impresión sobre ellos. (...) Lo que meinteresaba saber sobre todo es si se res-piraba vida; y, no podía saber una pala-bra. Cuando venía por aquí cada dosaños, apenas si uno que otro me decíados palabras sobre esas historias, que alo mejor llevaban meses ya de apareci-das cuando veía a alguien. De modo queaún después de ocho años de lidia, lamenor impresión que se me comunicasobre eso, me hace un efecto inespera-do: tan acostumbrado estoy a escribirpara mi solo. Esto tiene sus desventajas;pero tiene en cambio una ventaja colo-sal: que uno hace realmente lo que sien-te, sin influencia de Juan o Pedro a quie-nes agradar. Sé también que para muymuchos lo que hacía antes (cuentos de

efecto, tipo ‘El almohadón’), gustabamás que las historias a puño limpio, tipo‘Meningitis’o los de monte. Un buen díame he convencido de que el efecto nodeja de ser efecto (salvo cuando la histo-ria lo pide), y que es bastante más difícilmeter un final que el lector ha adivinadoya: tal como lo observas respecto deMeningitis’”.

De estas palabras y del libro han pa-sado ya cien años. Es difícil encontraruna librería en español que no ofrezca ala venta una copia de este verdadero bestseller. ¿Dónde está el secreto de su vi-

gencia, de su actuali-dad? En los propioscuentos. Se trata de unmanual del cuento casiperfecto, a pesar de al-gunas tosquedades en laescritura y de ciertosrasgos no tan bien reci-bidos en épocas más po-líticamente correctas.La sensación de vidaque respiran los relatosde CCuueennttooss ddee aammoorr ddeellooccuurraa yy ddee mmuueerrttee sonde aquella “vida inten-sa” del mundo de Qui-

roga, un universo que sigue poblado has-ta hoy. La mismas sensaciones de fasci-nación y de temor ante textos truculentosse imprimen en el alma de los nacienteslectores, creando las primeras emocionesoriginadas en una obra literaria. Por otraparte, la presencia de estos cuentos enlos programas escolares, que podría in-terpretarse como una desventaja al con-vertir al libro en una mera exigencia cu-rricular, resulta un acicate para la lecturay para explorar otras posibilidades,como la adaptación de los textos quiro-guianos a otros formatos, desde el audio-visual y el relato gráfico a las narrativastransmedia. Entonces, el temidosmartphone se vuelve hermano del adap-tado Quiroga. �

EL CUENTO “La gallina degolla-da” es quizás el que más satisfaccio-nes brindó a su autor y el que máspublicó en vida. Un volumen publi-cado por Editorial Calpe en Españallevó incluso el título LLaa ggaalllliinnaa ddee--ggoollllaaddaa yy oottrrooss ccuueennttooss.

Hay una adaptación del cuentopara guión cinematográfico realiza-da por el propio autor. Se conservauna hoja mecanografiada en el Ar-chivo literario de la Biblioteca Na-cional de Montevideo —marcadacomo tercer folio— con una escenadetallada de ese film que nunca seprodujo. Dice el texto:

“ha contado. Su señora tiene elpulmón débil, y le viene de familia …

Detalle: bustos únicamente.Cambio de palabras. Padre asientelento con la cabeza, como siguiendoafirmaciones de médico. Médicodice:

Di, es eso ... La pobre criaturaestá pagando esa triste herencia...

Pero no se desconsuele ... sonVds. jóvenes todavía …

Le pone la mano en el hombro,consolándole; triste sonrisa del pa-dre.

Médico se va. Al darle la mano elotro, le pregunta, indicándole con elademán, si la criatura recobrará lasfacultades. Pausa. Médico niega len-to y descorazonado con la cabeza.Contracción del padre. Médico se va.Conjunto. Médico se va. Padre quedade pie mirando a sus pies; enciendeun cigarro sin dejar de mirar. Fumaun instante, mira lento para atrás, sa-cude brusco la cabeza, tira cigarro yentra en dormitorio.

Punto por punto se realizó laprofecía del médico: la pobre cria-tura recobró el movimiento, la vidafísica ... pero nada más. Quedócompletamente idiota, y cuánto lapobre madre mecía desesperada ensus rodillas, era aquel miserableresto de lo que había sido un día lagloria de su joven amor.

Detalle: Berta con la criatura enlas rodillas. La mueve. Conteniendoel llanto, le levanta, la mira de cer-ca. No puede más, y echa atrás lacabeza entre las manos, sollozando.

Pero Berta y Mazz Larreta seamaban demasiado para no tratarde rescatar su pobre amor dolorido,y dos años después un nuevo hijonacía, un encanto de dicha... Pero alos 15 meses se repetía, con igualesconsecuencias, el cerebral del pri-mogénito...

Berta con chico en faldas y lacara entre las manos. A su izquier-da, el médico de pie, la mira in-móvil. A la derecha. Larreta senta-do con una rodilla entre las manosmira adelante. Rostro contraído yamargado. (Pausa) Padre alzalento la cabeza y cambia larga mi-rada con médico; éste sacude ca-beza expresando que no hay espe-ranza. Padre contesta con juegoafirmativo, como diciendo que yase lo esperaba de su poca suerte.(Si es posible, en un r incón delfondo oscuro, visión rostro de chi-co idiota, tras la cual Berta tieneun sacudimiento... y tiende deses-perada los brazos a su marido (setira sobre él), sollozado sobre lasrodillas.” �

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