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Desarrollo y economía

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  • RedesISSN: [email protected] Nacional de QuilmesArgentina

    Arocena, RodrigoLa ciencia desde un pequeo pas perifrico

    Redes, vol. III, nm. 8, diciembre, 1996, pp. 11-46Universidad Nacional de Quilmes

    Buenos Aires, Argentina

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=90711321001

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  • perspectivas

    La ciencia desde un pequeo pas perifrico Rodrigo Arocena*

    Las nuevas tendencias en la generacin de conocimientos -directamente influidas por la globalizacin y la nueva revolucin tecnolgica- dificultan los aportes desde los Pe-queos Pases Perifricos (PPP) latinoamericanos al desarrollo de una identidad regio-nal en el campo de la ciencia y la tecnologa. La evolucin cientfica de estos pases suele verse condicionada por el hecho de que la investigacin no figura en la agenda de los problemas nacionales relevantes. Paralelamente, la agenda de investigacin re-sulta modelada -ms implcita que explcitamente- sin que gravite el propsito de con-tribuir al desarrollo de una identidad cientfica propia. Empero, ciertos "escenarios alternativos" -caracterizados por avances apreciables en la construccin de la propia identidad en cy r - pueden llegar a configurarse a partir de la conjugacin de tres tipos de factores: primero, la comprobacin de las oportunidades ciertas que, entre tantas dificultades, pueden encontrar los PPP en las grandes mutaciones en curso a escala in-ternacional; segundo, el esbozo de estrategias de promocin y evaluacin de la inves-tigacin con caractersticas especficas; y tercero, la generacin de ciertas iniciativas que puedan suscitar respaldos amplios entre los investigadores y dotar a su comuni-dad de alguna vida real. Finalmente, construir esta identidad requiere un proyecto de envergadura regional.

    I. Los PPP en una navegacin de altura

    La ubicacin latinoamericana A qu nos referimos cuando hablamos de un Pequeo Pas? La

    superficie, con su obvia relevancia, no puede ser el nico elemento de una caracterizacin razonable, en la cual tambin han de incidir la po-blacin y la disponibilidad de recursos materiales, elementos que pro-bablemente no alcanzan para dar lugar a una clasificacin til pero s para indicar que tal clasificacin resultar inevitablemente aproximati-va e histricamente cambiante. En efecto, la "pequenez" de un pas depende del marco de referencia, e interesa primordialmente como

    * Unidad de Ciencia y Desarrollo, Facultad de Ciencias, Universidad de la Repblica Oriental del Uruguay.

    REDES, Vol. III, No. 8, diciembre de 1996, pp. 11-46 REDES 11

  • Rodrigo Arocena

    pista para captar los condicionamientos que para su evolucin supo-nen las relaciones internacionales de poder econmico, geopoltico y militar. Por ende, la nocin de "pequeez" puede variar no slo con el tiempo sino tambin de un rea a otra del planeta. En relacin con Amrica Latina, es habitual considerar que todas las naciones cen-troamericanas y caribeas, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay son Pequeos Pases (De Sierra, 1994).

    En un trabajo pionero sobre las posibilidades de desarrollo de las pequeas naciones, que desdichadamente qued inconcluso, Real de Aza (1977) discuti exhaustivamente las variadas "perspectivas te-ricas desde las cuales la estimacin de la pequea dimensin nacio-nal puede realizarse" y opt por concentrar su atencin

    [...] sobre la realidad de pequeas naciones, espacial y demogrfica-mente definibles por tales (un tope de 410.000 kilmetros cuadrados y de 6,1 millones de habitantes de 1970) situadas en la zona latinoame-ricana del mundo subdesarrollado y marginal, con rotundas disconti-nuidades con un medio exterior generalmente hostil, aunque tambin con posibilidades, ya incipientes, ya en curso, de integracin o amal-gamacin zonal o regional.1

    Un estudio sobre la evolucin reciente de tales pases (De Sierra, 1994) apunta a sustentar algunas hiptesis poco sorprendentes y bas-tante pesimistas. Si las dems condiciones son guales, el "tamao" reducido dificulta el desarrollo as como la solidez e independencia del estado; tales limitaciones gravitan ms en perodos de reconfigu-racin de la estructura econmica internacional, particularmente cuando las fuerzas productivas y los mercados se globalizan. Ms es-pecficamente:

    Esta dificultad tendencial de todos los PP se ve agravada en este pe-rodo histrico para los PP que se ubican en Amrica Latina, dados su previa condicin dependiente-perifrica, su bajo nivel comparativo de desarrollo, la "cercana" geopoltica con los Estados Unidos de la ma-yora de ellos, y la creciente prdida de centralidad de toda la regin en la economa mundial.2

    1 Real de Aza (1977), pp. 158 y 160.

    2 De Sierra, citado, p. 23.

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    El cuadro as esbozado reafirma la suposicin ms bien obvia de que un PPP, particularmente en Amrica Latina, tiene pocas posibilida-des de contribuir al avance de la investigacin y, menos an, a la construccin de una identidad cientfica latinoamericana. Pero ello s-lo inicia el planteo del problema a estudiar.

    Un balance desde la ptica del desarrollo Analizar un tema -en este caso, las perspectivas de la actividad

    cientfica- desde el ngulo "Pequeos Pases Perifricos" implica supo-ner que, dentro de la abigarrada diversidad del conjunto as rotulado, pueden detectarse rasgos relevantes, en alguna medida compartidos, que arrojan cierta luz sobre el problema analizado. Ms an, el enfoque slo puede resultar fecundo si muestra capacidad discriminatoria, vale decir, si los elementos retenidos en el anlisis no apuntan todos en la misma direccin y hacen algo ms que confirmar sin matices lo que el "sentido comn" dice antes de cualquier examen, en este caso, que a los pases pequeos les va peor que a los grandes simplemente porque son ms dbiles.

    En relacin con las perspectivas de desarrollo de los PP, tras anali-zar dieciocho "variables", Real de Aza las clasifica en "desfavorables" y "benficas". Sus conclusiones, resumidas a continuacin, definen el contexto ms general de nuestro problema.

    Todos los elementos de tipo econmico propiamiente dicho -disponi-bilidad de recursos materiales y humanos, tamao del mercado, escala re-querida para la industrializacin y para la expansin de ciertos servicios, vulnerabilidad ante los avatares del comercio internacional y los impactos de la evolucin de la balanza de pagos-tienden a ser desfavorables. Tam-bin parecen serlo otros factores como los siguientes: el grado de autono-ma disponible para la adopcin de decisiones; los costos relativos del aparato estatal, en particular la administracin y las fuerzas armadas; la reducida diversidad de posibilidades sociales, culturales y vocacionales; las tendencias a la emigracin masiva de personas especialmente in-quietas y capaces. Finalmente, en lo que se refiere a la "movilizacin de la poblacin, entendiendo por tal una activacin bsicamente espont-nea y mnimamente compulsiva", el autor estima que las condiciones pa-ra ello, particularmente en lo que hace a los alicientes, tienden tambin a ser relativamente poco favorables en las naciones pequeas.

    Entre las ventajas, Real destaca "la posible flexibilidad de manio-bra, la destreza de movimientos asequible a una pequea nacin, lo

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    que se deriva de su propia condicin inconspicua". Concluye que tam-bin son benficas "la mejor manejabilidad y control interno de com-portamientos y aplicacin de recursos que la pequea dimensin nacional supone", y "las no imaginarias capacidades de cohesin, apo-yo, fluidez e inventiva en las decisiones, movilizacin y otras conduc-tas que la pequea dimensin supone".3

    Por cierto, estas caractersticas "benficas" de la dimensin pequea son apenas potencialidades, cuya efectiva presencia no puede en ningn caso darse por supuesta; se trata de conjeturas ra-zonables, o pistas, para aproximarse al anlisis concreto de cada "pas pequeo" en concreto. Por otra parte, an mantenindose en un plano general o abstracto, es posible imaginar otros rasgos de la "pequeez", tambin de tipo institucional, que desvirten las venta-jas apuntadas. No nos extenderemos a este respecto aqu, pero con todo parece interesante anotar que el anlisis de Real encuentra no poco sustento en el anlisis institucional del desempeo econmico (North, 1990).

    Se observa, en efecto, que en las economas modernas la parti-cipacin en los costos de produccin de los "costos de transformacin" -en el sentido fsico, que involucran los factores tradicionales de la produccin- tiende a disminuir en relacin con los "costos de transac-cin". Estos ltimos tienen mucho que ver con la complejidad, con el acceso a la informacin, con la determinacin de la calidad, con el es-tablecimiento de garantas, con el grado de confianza entre los acto-res que interactan. Cabra destacar que todo ello incide no slo en los costos sino tambin en las "velocidades de transaccin". Pues bien, parece claro que ese tipo de problemas de transaccin pueden ser menores si los actores involucrados se relacionan frecuentemente y llegan a conocerse bastante, lo que tiende a facilitar las relaciones de cooperacin y los "aprendizajes por interaccin". Ese relaciona-miento frecuente suele tener lugar en los pases pequeos, lo que puede aminorar sus costos de transaccin (y/o incrementar sus velo-cidades de transaccin), y por ende potenciar su "eficiencia adaptati-va",4 cualidad fundamental en tiempos rpidamente cambiantes y de elevada incertidumbre.

    3 Real de Aza, citado, en especial pp. 163, 168 y 170.

    4 North (1990), pp. 80-81.

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    La "pequeez" ante la aceleracin del cambio tcnico A la vuelta de no muchos aos, pero s de importantes transfor-

    maciones y desde un punto de vista bastante distinto al de Real de Aza, un estudio colectivo acerca de los "Pequeos Pases ante la Revolucin Tecnolgica" (Freeman y Lundvall, 1988) tiende a conver-ger con sus conclusiones.

    En realidad, dicho estudio presta atencin ante todo a los PP "cen-trales", vale decir, a las naciones pequeas de Europa Occidental. Gros-so modo, seala las previsibles dificultades que para ellas entraa la dinmica de la tcnica contempornea, en la medida en que demanda cuantiosos recursos tanto humanos como materiales y acenta la incer-tidumbre en general, lo que en particular afecta la insercin en los mer-cados externos, de los que los pases pequeos dependen usualmente bastante ms que los otros. Aun as, en un contexto de cambios acele-rados y poco previsibles, pueden llegar a ser importantes ciertas espe-cificidades de los PP, que se resumen en su potencialmente mayor flexibilidad institucional. Si sta es real, y si se acompaa de una slida estructura educativa y cientfica, tales pases podran adaptarse con mayor rapidez a las caractersticas emergentes de las nuevas situacio-nes; al respecto, cabra esperar bastante de polticas adecuadas, cuyo alcance relativo puede ser grande justamente por la pequea dimensin involucrada.5

    El argumento se hace ms especfico cuando la "Revolucin Tec-nolgica" en curso es enfocada como transicin de un "paradigma tc-nico-econmico" a otro. Vistos desde este ngulo, dos tipos de oportunidades parecen abrirse para los PP. Por un lado, dado que la transicin de un "paradigma" a otro es considerada como un perodo de dificultades, y aun de crisis, resultante de la inadecuacin de la ins-titucionalidad preexistente a las nuevas tecnologas, la capacidad po-tencial de los PP para el cambio institucional puede llegar a ser una real ventaja. Por otro lado, esa ventaja resulta claramente potenciada si, como se afirma, estamos viviendo un trnsito del "paradigma fordis-ta" al "paradigma de las tecnologas de la informacin y la comunica-cin", con una relativa prdida de importancia de las economas de

    5 Esta suposicin en particular, y el enfoque general "pas pequeo ante la revolucin tecnolgica",

    fueron analizados con relacin al caso del Uruguay en Arocena y Sutz (1991).

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    escala, y una creciente centralidad de las "economas de variedad" (scope economies) y de la flexibilidad adaptativa, en cuyo marco se asiste a una revalorizacin de la pequea escala, de los aprendizajes por interaccin entre actores diferentes y de la cooperacin.

    Recapitulando, las nuevas oportunidades de los PP se vincularan ante todo con una potencialmente mayor flexibilidad institucional, y tambin con una probablemente superior fluidez de comunicacin in-terna -entre personas y grupos ubicados en mbitos distintos-, atribu-tos que en las condiciones actuales tienden a ser relevantes, en particular para la construccin de relaciones de cooperacin.

    Ahora bien, dado que el aspecto menos discutible de la dinmica econmica contempornea es lo decisivo que en ella ha llegado a ser la innovacin tecnolgica, esas ventajas potenciales de la "pequeez" parecen reservadas ante todo a las naciones que -por su insercin en la economa mundial, su estructura productiva, sus niveles educativos, su tradicin de investigacin- ya dispongan de una sealada capaci-dad tecnolgica. En otras palabras, la validez de la argumentacin es-bozada no se extendera ms all de los PP "centrales".

    Es de notar, sin embargo, que la nocin de "ventanas de oportuni-dad", tal como la elabora Carlota Prez,6 sugiere que algunos pases perifricos pueden sacar no poco provecho del cambio de paradigma. La idea, sintetizada al extremo, sugiere que en un perodo de transicin -cuando las pautas habituales de eficiencia se ven erosionadas y es relativamente ms libre el acceso a los nuevos conocimientos relevan-tes- las barreras a la entrada de nuevos competidores, empresas o na-ciones son temporalmente menores; pueden abrirse as ciertas "ventanas de oportunidad" para quienes mejor y ms rpido puedan adaptarse a las pautas de eficiencia emergentes con el nuevo paradig-ma. Ello, en particular, ofrece a ciertos pases rezagados algunas posi-bilidades para el catching up, vale decir, para cuestionar la primaca de los pases ms avanzados a partir de un uso ms eficiente de las nue-vas configuraciones tecnolgicas. Ello estara en la raz del ascenso tcnico-econmico del Japn y de otras naciones del Asia Oriental, al-gunas por cierto bastante pequeas.

    6 Vase por ejemplo su trabajo "New Technologies and Development", en Freeman y Lundvall,

    citado.

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    "Ventanas de oportunidad alternativas" El planteo apretadamente reseado antes pone sobre el tapete

    un conjunto de problemas difciles, los de la dinmica institucional de los PP por un lado, los de las relaciones entre tecnologa e institucio-nes por otro. Ellos no sern abordados aqu, pues las escuetas refe-rencias precedentes parecen suficientes para avanzar en la especificacin de nuestro marco general de referencia, que es -como se anot- el anlisis de Real de Aza acerca de los factores "desven-tajosos" o benficos" para el desarrollo de los PP. En efecto, a esta al-tura cabe aproximarse a la problemtica de la investigacin en los PPP a partir del siguiente supuesto: las caractersticas de la evolucin tc-nico-econmica contempornea, conjugadas con las potenciales ven-tajas y desventajas de las pequeas naciones, analizadas en general, llevan a pensar que sus oportunidades se vinculan ante todo con su grado de flexibilidad institucional, de fluidez en el relacionamiento in-terno, de destreza para la adaptacin y la cooperacin en marcos r-pidamente cambiantes.

    Bien; pero estamos hablando de las oportunidades de los PPP para hacer qu? Sin rozar siquiera el espinoso tema de la evaluacin de la trayectoria socioeconmica de los pases del Asia lejana -ni el de las relaciones entre las especificidades geopolticas e histricas de esa trayectoria y las generalidades de los cambios de paradigma- ca-be dudar de que la evolucin de los PPP latinoamericanos pase por su conversin en grandes exportadores a los mercados ms exigentes de productos de base microelectrnica y afines. Dicho de otra forma, muy estrechas lucen para nuestros pases las "ventanas de oportuni-dad" abiertas hacia un hipottico despegue vehiculizado por la expor-tacin de bienes tecnolgicos de punta. Resulta pues sugestivo el que una nocin de "ventanas de oportunidad alternativas" (Snoeck, Sutz y Vigorito, 1992, 1993; Sutz, 1994) haya sido elaborada a partir del es-tudio del "complejo electrnico" en el PPP Uruguay. A continuacin in-tentaremos resumirla, siempre con estilo cuasi telegrfico.

    El cambio tcnico-productivo puede ser visto como el entreteji-miento de los procesos de invencin, apoyada en la investigacin, in-novacin propiamente dicha, y difusin, o ampliacin y extensin del alcance de las innovaciones, durante la cual tienen lugar mejoras diver-sas, frecuentemente ligadas a cambios institucionales. Es en el curso de la difusin que muy diversos actores se vinculan con el acontecer tcnico-productivo, a travs de sucesivas etapas que culminan en una suerte de caplarzacin tecnolgica, de carcter muy "local", en el sen-

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    tido de que slo se hace realidad a partir de la existencia de capaci-dades de innovacin volcadas a la atencin de las especificidades de cada mbito. Si tales capacidades faltan, se tendr un proceso trun-co de difusin, rasgo central del subdesarrollo por su incidencia tan-to en la heterogeneidad estructural de las economas perifricas como en la escasa atencin prestada a las necesidades de grandes grupos humanos.

    En dicho marco, se sostiene que las nuevas tecnologas de la in-formacin y la comunicacin abren ciertas ventanas de oportunidad al-ternativas, en el sentido de que se orientan no hacia el catching up sino hacia la reversin del carcter trunco de los procesos de difusin, mediante la extensin de la capilarizacin tecnolgica al conjunto de las actividades productoras de bienes y servicios. En efecto, la bs-queda de soluciones especficas a problemas especficos -ms bien que la reformulacin de los problemas para adaptarlos a las solucio-nes ya disponibles- resulta en principio bastante ms posible hoy que antes, debido al potencial de las nuevas tecnologas, la flexibilidad y la diversificacin de sus aplicaciones.

    Notemos que, para abrir realmente en un pas perifrico estas hi-potticas "ventanas alternativas", los siguientes cuatro requisitos son, entre otros por cierto, crticamente necesarios: i) la existencia de un sustancial potencial propio de investigacin; ii) la orientacin de parte significativa de ese potencial -en todas las reas del conocimiento- ha-cia problemas, e incluso abordajes de los mismos, que sean genera-dos endgenamente; iii) la valoracin, por la sociedad y por las comunidades de investigadores, de tales orientaciones de la investiga-cin; iv) la excelencia de sus logros. Ninguno de esos requisitos es de fcil obtencin en un pas perifrico, especialmente si es pequeo, pe-ro si alguno de ellos est ausente, no se podr decir que el pas tiene una verdadera identidad propia en materia de investigacin.

    Recapitulacin provisional Los fenmenos de la globalizacin y de la irrupcin de las nuevas

    tecnologas, que se impulsan mutuamente, imponen condicionamien-tos ms bien penosos para los PPP. En Amrica Latina, previsiblemen-te, su desempeo no ha sido demasiado exitoso durante los ltimos quince aos. Aun as, la reflexin acerca de las especificidades tanto de la "pequeez perifrica" como de la dinmica tcnico-econmica contempornea, junto a ciertos estudios de caso, llevan a poner de re-

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    Heve algunas posibilidades viejas y nuevas de los PPP. Ellas se ligan, grosso modo, a su configuracin institucional as como a la medida en que sean capaces de dotar, solos o en un marco regional, de real en-vergadura pero tambin de personalidad propia a su esfuerzo de in-vestigacin. Esta ltima es la cuestin que aqu corresponde abordar, pero antes conviene ubicarla en el contexto de la remodelacin a es-cala internacional de las prcticas cientficas.

    II. Una mirada a la transformacin de la investigacin

    Globalizacin y revolucin tecnolgica avanzan de la mano con una profunda alteracin de las prcticas de investigacin. En ella se ha visto la emergencia de un "nuevo modo de produccin de conocimien-tos" (Gibbons et al., 1994) y, en relacin con la ciencia acadmica, la aproximacin a sus "lmites al crecimiento" (Ziman, 1994). Ensayare-mos aqu una lectura de tales enfoques, desde el ngulo PPP.

    "Prometeo (re)encadenado" David Landes titul "Prometeo liberado" su fundamental obra so-

    bre el proceso Industrializados7 Para su ensayo sobre la situacin de la ciencia en los pases centrales a comienzos de los noventa, John Ziman eligi por ttulo Prometeo encadenado.

    El autor describe una mutacin, que considera difcilmente rever-sible, a travs de la cual tocara a su fin un proceso secular de expan-sin acelerada de la actividad cientfica. Ese tipo de expansin era dada por supuesta, hasta hace no mucho tiempo, por la mayor parte de los investigadores; hoy sus prcticas se ven sometidas a tensio-nes crecientes. En los pases centrales, estara cerca de su techo el gasto relativo en Investigacin y Desarrollo; en todo caso, ese gasto tendi a estabilizarse entre el 2 y el 3% del PBI de la mayor parte de las naciones industrializadas desde mediados de los aos setenta. El crecimiento cuantitativo de la investigacin -medido en trminos de insumos- pasara a tener un carcter estacionario: Science in a dy-

    7 Publicada en espaol bajo el ttulo Progreso tecnolgico y revolucin industrial, Madrid, Tecnos,

    1979.

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    namic steady state es el subttulo de la obra que glosamos. Todo su-cede -sugiere Ziman- como si una sustancia altamente expansiva empezara a ser comprimida con intensidad creciente: en tales condi-ciones, la ciencia puede experimentar cambios sistmicos mayores que en el pasado.

    Por una causa u otra, la ciencia sufre grandes exigencias de "ren-dimiento", experimentando diversas presiones y restricciones de nuevo tipo, que en pocas dcadas han trastocado su funcionamiento. La in-certidumbre y la inestabilidad laboral se han difundido por los espacios acadmicos; las "carreras seguras" suelen verse desestabilizadas; las instituciones cientficas se ven frente a una abundante oferta de recur-sos humanos y a una escasa disponibilidad de recursos materiales.

    El proceso resulta propulsado por la propia expansin de la cien-cia, de sus costos pero tambin de sus logros; estos ltimos, en efec-to, inciden cada vez ms directamente en las actividades econmicas y, adems, permiten poner en marcha programas "estratgicos", orientados a metas de largo plazo. Todo ello da alas a las exigencias de "optar" sistemticamente entre alternativas de investigacin, y de "evaluar" permanentemente sus resultados.

    Se ha entrado as en un nuevo rgimen, signado por la prioriza-cin de la investigacin que se supone ms til para el crecimiento econmico, lo que a su vez da lugar a nuevas formas de promocin, financiamiento y control de la investigacin. En ese marco, la actividad cientfica "tradicional" encuentra cada vez menos espacio.8

    Se asiste al auge de los indicadores de tipo cuantitativo, por un la-do, y de las relaciones contractuales por otro. Cada vez se hace ms trabajoso el asunto del financiamiento, cuya cobertura pblica tiende a decrecer en trminos relativos; paralelamente, se expande la mercan-tilizacin de la actividad cientfica. En ese marco, no slo "la academia va al mercado" (Hebe Vessuri) sino que adems un funcionamiento ti-po mercado permea a la academia; en los mercados especializados de la investigacin, los grupos cientficos suelen actuar de manera similar a las pequeas empresas que compiten entre s, y muchos acadmi-cos deben desempearse a la vez como investigadores y como empre-sarios. Pero la estimacin de costos y beneficios de la investigacin es

    8 "La dedicacin cientfica a la empresa tradicional de 'hacer avanzar la frontera del conocimiento'

    en 'la honesta bsqueda de la verdad' simplemente no figura en el esquema prioritario" (Ziman, 1994, p. 117).

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    cuestin muy ardua.9 No es evidente que la capacidad de superviven-cia en la competencia por el financiamiento sea equivalente a la cali-dad cientfica. Es de temer, por otra parte, que esa competencia agudizada dificulte la cooperacin imprescindible para la investigacin.

    En suma, Ziman describe una transformacin que supone irrever-sible pero de incierto desenlace; no es seguro que el "antiguo rgi-men" acadmico sea sustituido por otro de caractersticas ms o menos definidas. Mientras, al amparo de exigencias generales incues-tionables -en particular, el uso eficiente de los dineros pblicos dedi-cados a la investigacin y la rendicin de cuentas por lo que con ellos se hace- se impulsan mecanismos de evaluacin y gestin que, a su entender, ponen en serio peligro los "principios fundamentales para el avance del conocimiento". A saber: en todo organismo de investiga-cin debe haber una cantidad considerable de i) espacio social para la iniciativa personal y la creatividad, ii) tiempo para que las ideas madu-ren, iii) apertura al debate y a la crtica, iv) hospitalidad para lo nuevo, y v) respeto para la pericia especializada.

    "Qu nos dice a nosotros?" La pregunta fue reiteradamente planteada en un Seminario, rea-

    lizado en Montevideo este ao, que tom la obra comentada de Ziman como punto de partida para la discusin. En esta parte del mundo, las estrecheces han sido el marco habitual del quehacer cientfico, y no por cierto debido a que se afronte una gran demanda de fondos para realizar investigacin. Tampoco porque el gasto vinculado se haya es-tabilizado por encima del 2% del PBI: algunos pases como Colombia y Costa Rica, que se han propuesto llevar el gasto en Ciencia y Tec-nologa al 1% del PBI, han alcanzado al 0,6%, mientras que el Uruguay apenas si sobrepasa la mitad de esta ltima cifra. A un nivel menos cuantitativo, pero ms relevante, entre nosotros la transformacin de las prcticas cientficas no tiene lugar tras un largo, sostenido y rendi-dor esfuerzo nacional de construccin de un sistema de investigacin vinculado a la produccin, como sucede en los pases centrales.

    9 "La'ciencia es una industria donde el xito obvio es raro y elusivo, donde la duplicacin de una in-

    vestigacin no es necesariamente antieconmica, y donde los beneficios eventuales pocas veces alcanzan a los inversores originales" (Ziman, citado, p. 147).

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    Y, sin embargo, una parte significativa de las cuestiones encara-das por Ziman nos resultan muy familiares: "como si estuviramos mirando nuestra realidad local" -observ en el Seminario ya mencio-nado una especialista en asignacin de recursos, al comentar los planteos del autor en relacin con la problemtica de la evaluacin y las prioridades. En realidad, cabe sostener que algunas de las ten-dencias destacadas por el enfoque que aqu nos ocupa pueden tener consecuencias bastante ms serias en un PPP que en otros mbitos. Algunos ejemplos de ello sern mencionados a continuacin.

    Cuando el centro de gravedad de las polticas en los pases cen-trales pasa de la "promocin" a la "evaluacin" de la investigacin, es de temer que los "decisores" de los PPP importen los clichs a la moda, sin preocuparse mayormente del contexto. La sospecha se fundamenta en la historia, pero no slo en ella: aplicar criterios de rendimiento genricos y ms bien rutinarios no es demasiado difcil, y reviste de cierto poder a quienes lo hacen; lo contrario tiende a su-ceder en estas latitudes si de impulsar la investigacin se trata. En el Uruguay, esa sospecha parece desgraciadamente corroborarse: el Ministerio al que le corresponde ocuparse del tema, al anunciar su poltica en la propia Universidad de la Repblica a comienzos de 1995, explic su propsito de hacer evaluar la investigacin nacio-nal, pero de promoverla no dijo una palabra; en justicia, es preciso decir que con relacin al primer objetivo poco ha hecho, pero ms que respecto al segundo.

    Ziman sostiene que el carcter internacional de la ciencia -debido entre otros motivos a la creciente necesidad de reunir grandes grupos de investigadores y costosos equipamientos- est mudando de un "in-dividualismo cosmopolita" al "colectivismo transnacional". Cabe presu-mir que la orientacin de la investigacin que responda a esta ltima caracterizacin no prestar demasiada atencin a las especificidades de los PPP, que por ende pueden toparse con dificultades de nuevo ti-po para sacar partido de su propio sistema cientfico y tecnolgico, en la medida en que ste tienda cada vez ms a ser parte de un sistema transnacional.

    Corresponde subrayar que esa dificultad se originara ms bien en la orientacin de la ciencia que en sus propias exigencias. En efecto, gran parte de la investigacin acadmica puede realizarse to-

    0 En efecto, en tanto la discusin sobre la organizacin de la ciencia est focalizada internacionalmente en la

    "Big Science", tendemos a olvidar que la mayora de la investigacin acadmica no es realizada por grandes

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    dava en escala reducida,10 lo cual incluso se ve ampliamente favore-cido por las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin; esto en realidad abre importantes oportunidades nuevas para los PPP. El problema mayor, desde este punto de vista, radica en la se-leccin de los temas a estudiar, en quines deciden al respecto y en por qu lo hacen.

    Por otra parte, la rendicin de cuentas -"accountability- que se le exige a la investigacin, si bien en principio plenamente justificada, puede llevar, a travs de una puesta en prctica ms bien formal, a pri-vilegiar la orientacin al corto plazo, e incluso las modas y los conser-vatismos, en desmedro del largo plazo y de la originalidad.11 Nos aventuraramos a decir que la evaluacin usualmente tiende a desfa-vorecer la "investigacin de riesgo", la que no tiene resultados relati-vamente garantizados a plazo ms o menos previsible. Esto puede ser bastante ms grave en el caso especfico de los PPP, pues en ellos buena parte de los problemas que exigen investigacin escapan a los moldes ms conocidos: aunque sera exagerado decir que tales pro-blemas requieren "ciencia revolucionaria", puede afirmarse que a me-nudo se encuentran lejos de los focos de la "ciencia normal". Hace tiempo que se ha observado que el avance tcnico-productivo de la periferia suele verse trabado por la falta de "capital de riesgo"; quizs sea preciso tambin invertir en "investigacin de riesgo".

    equipos de cientficos e ingenieros usando enormes instrumentos para ejecutar unos pocos dramticos expe-rimentos, cada uno de los cuales cuesta millones de libras. Tampoco es as en el desarrollo tecnolgico, don-de cientos de integrantes del personal tcnico tienen que colaborar estrechamente para cubrir cada aspecto del diseo de un nuevo producto comercial, como es el caso de un chip de computadora o una droga. En el laboratorio acadmico, la "little science" an gobierna. Abundante investigacin bsica y estratgica puede to-dava ser hecha eficaz y eficientemente, y con un alto grado de excelencia, en relativamente pequeas enti-dades de investigacin. (Ziman, p. 225).

    11 Comentando las tendencias en la materia, dice Ziman (p. 254):

    El motivo principal de la economa de tales desarrollos es impecable -excepto en que es bastante ciego respec-to de los impredecibles, incalculables, pero igualmente genulnos beneficios que estn seguros de sostenerse en el largo plazo, desde una investigacin de la que se rinde cuenta en menor medida-. Los procesos de revi-sin de pares tienden a ser desfavorables a la genuina originalidad cientfica. Se resalta frecuentemente, por ejemplo, que ni Darwn ni Enstein hubieran recibido 'graduaciones alfa' para sus poco convencionales planes de investigacin. Nadie realmente cree que Newton podra haber producido mucho ms a su mediana edad si hubiera sido forzado a someter su inconclusa investigacin alqumica al escrutinio de sus pares. La insistencia en 'que se rinda cuentas' es esencialmente contraria al trato personal de la "empresa" que siempre ha estado entre las primeras caractersticas de la excelencia cientfica.

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    Pero apuestas que merezcan semejante denominacin se ven di-ficultadas por la creciente competencia entre grupos de investigadores por recursos escasos. Y ello entorpece adems el avance de la coo-peracin, que, si es siempre necesaria para el avance de la investiga-cin, lo es mucho ms en un PPP, por la debilidad de sus estructuras cientficas y por la poca atencin que a escala internacional reciben al-gunos de sus problemas especficos, pero tambin por un factor de otra ndole: el tipo de "gratificacin" espiritual que puede paliar las des-ventajas de hacer investigacin en un PPP. NOS referimos a la posibi-lidad de interactuar con gentes diversas y de cooperar en programas cuyos efectos positivos se "vean", que puede ser significativa en un pas pequeo, en la medida en que se hagan realidad ciertas poten-ciales ventajas, ya sealadas, de la "condicin pequea": flexibilidad institucional, fluidez de comunicacin, alcances relativamente mayo-res de las polticas. Sobre esta cuestin central volveremos.

    En definitiva, puede resumirse la importancia del enfoque de Zi-man para un PPP observando que la construccin, y la preservacin de un ambiente de investigacin, con caractersticas como las que este autor considera "principios fundamentales para el avance del conoci-miento", es a la vez ms difcil y ms importante en medios cientficos frgiles y obligados a navegar contra la corriente.

    Generalizacin y diversificacin de la produccin de conocimientos Ziman describe una profunda transformacin de las prcticas en

    la academia, pero probablemente ello sea parte de un fenmeno ms general, en el curso del cual disminuye la importancia de la academia en el mundo de la investigacin.

    Ese fenmeno ha sido presentado, en una obra colectiva de la que nos ocupamos a continuacin (Gibbons ef a/., 1994), como el trnsito de un "Modo 1" de produccin de conocimientos a un nuevo "Modo 2". En una primera aproximacin, el Modo 1 es el propio de la ciencia aca-dmica, organizada por disciplinas, mientras que los rasgos bastante menos netos del emergente Modo 2 se vinculan con la multiplicacin de las vas y las sedes de la produccin de conocimientos. La contra-posicin entre uno y otro modo puede resumirse como sigue:12

    Gibbons etal. (1994), p. 3.

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    En el Modo 1 los problemas son situados y resueltos por los intereses acadmicos de una comunidad especfica. Por el contrario, el Modo 2 de conocimiento tiene lugar en el contexto de aplicacin. El Modo 1 es disciplinario mientras que el Modo 2 es transdisciplinario. El modo 1 se caracteriza por la homogeneidad; el Modo 2 por la heterogeneidad. Organizacionalmente, el Modo 1 es jerrquico y tiende a preservar su forma, mientras el Modo 2 es ms jerrquico y transitorio. Cada uno de ellos emplea un diferente tipo de control de calidad. En comparacin con el Modo 1, el Modo 2 es socialmente ms explicable y reflexivo. In-cluye un ms amplio, ms temporario y heterogneo conjunto de prac-ticantes, que colaboran sobre un problema definido en un especfico y localizado contexto.

    La investigacin "en* Modo 2" suele realizarse en "el contexto de aplicacin" ms bien que en "el contexto de descubrimiento"; se orien-ta ms hacia resultados insertos en un cierto marco especfico que a la bsqueda de principios bsicos; su valor tiende a depender bastan-te ms de su uso que en el Modo 1; su evaluacin, por consiguiente, junto a la excelencia acadmica prioriza criterios vinculados con los impactos econmicos y sociales de los resultados obtenidos.

    El Modo 2 surge del propio xito del Modo 1, tanto en materia de formacin de gente como de creacin de conocimiento aplicable y eco-nmicamente redituable; ello, junto con la masificacin de la ensean-za y la investigacin, desborda los marcos preexistentes, generndose tanto oferta como demanda de nuevos lugares para la investigacin. Asistimos pues a la generalizacin y diversificacin -de sitios, agen-tes y formas- de la produccin de conocimientos.

    Resulta pues que una porcin relevante del saber es generada fuera de los centros de investigacin de tipo tradicional, e incluso en el curso del propio proceso de difusin de conocimientos cada vez ms complejos y adaptables a contextos especficos. Esta diversifica-cin de los actores de la investigacin, cuyos impactos no dejan de hacerse ms pronunciados, lleva a los autores glosados a destacar una cuestin ya realzada desde otros puntos de vista; a saber: el man-tenimiento de un cierto equilibrio entre la colaboracin y la competen-cia se ha convertido en un reto de importancia capital. Ello se vincula con otro aspecto tambin sealado antes: el desplazamiento del cen-tro de gravedad de las economas avanzadas, desde las economas de escala hacia las economas de diversidad.

    En el conjunto de las instituciones donde se produce conocimien-to, la "universidad extendida" -la institucin y su red de relacionamien-tos con la sociedad- sigue siendo la principal, pero la universidad

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    tradicional, concentrada en la formacin de lites acadmicas y profe-sionales y en la investigacin pura, es ya slo una pequea parte del sistema en expansin de educacin superior e investigacin de la ma-yor parte de los pases avanzados. Por ende, segn este enfoque, la universidad de investigacin -esa gran innovacin del siglo xix, tan re-levante en el siglo xx- habr de transformarse profundamente o verse sobrepasada por otras organizaciones productoras de conocimientos.

    Puede verse el Modo 2 como el conjunto de nuevas caractersti-cas que emergen en el mbito de la investigacin, como parte de los procesos ms generales de la globalizacin y la nueva revolucin tec-nolgica.

    En efecto, para los pases y empresas de carcter "maduro", la in-novacin tecnolgica y su acelerada difusin constituyen la clave del xito en tiempos de la globalizacin y, en especial, la va para enfren-tar el auge de la competencia de los nuevos pases que se incorporan a la industrializacin con niveles bajos de salarios. El Modo 2 avanza junto con las "empresas red" y/o de alto valor agregado, las alianzas en el plano de la Investigacin y Desarrollo, las nuevas interfases en-tre la colaboracin y la competencia. Este nuevo modo de produccin de conocimientos se inserta en la emergencia del nuevo paradigma tcnico-econmico, que demanda profundas transformaciones institu-cionales.13

    Cules son las consecuencias de todo ello en trminos de las re-laciones de poder y desigualdad entre las naciones? Los autores pa-recen tener pocas dudas al respecto. Vale la pena citar con cierta extensin:

    Las desigualdades en la distribucin se han vuelto ms destacadas en el curso del proceso de difusin global de la produccin de conocimien-to. La habilidad para transmitir informacin econmicamente y casi ins-tantneamente a travs del mundo no parece llevar a una distribucin de la competencia cientfica ms equitativa; por el contrario, lleva a su concentracin.

    La red de trabajo computacional facilita la participacin en pro-yectos cientficos colaborativos desde un lugar remoto de Latinoa-

    13 El Modo 2 de conocimiento est profundamente implicado en la emergencia de este paradigma tec-

    no-econmico que conduce a un cambio radical en la estructura de las instituciones para encontrar los nuevos requerimientos de la produccin y distribucin de conocimiento (Gibbons etal., p. 118).

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    mrica o Asia tanto como desde Boston. La falta de buenas bibliote-cas y revistas, un problema crnico en los pases menos desarrolla-dos, ser progresivamente aliviada, en la medida en que el acceso remoto a las bases de datos integradas mejore y las transmisiones de fax se abaraten. Pero tambin deben esperarse efectos negativos. Cientficos y tecnlogos de reas perifricas o instituciones experi-mentarn presin contra el trabajo en sus lenguas nativas, o sobre cuestiones diferentes de aquellas que concitan la atencin en los cen-tros principales. Ellos sern evaluados contra sus pares en aquellos centros, no contra aquellos en sus propias instituciones o regiones. Habr menos razn para "derramar" recursos tcnicos y humanos geogrficamente (p.131).

    Una nueva divisin del trabajo est teniendo lugar entre los pases de alta tecnologa y el resto del mundo. En los primeros las tareas ms complejas y las ms altas ganancias estn concentradas, mien-tras que las rutinas y los trabajos menos costosos han sido asignados al ltimo. Esto ha sido caracterizado como una nueva divisin indus-trial entre aquellos pases con una poblacin calificada y un sistema educacional proveedor de las competencias necesarias para sostener los equipamientos y servicios modernos y otros constituyentes de un mundo de consumidores que aprenden slo cmo presionar botones, y productores de bienes estandarizados y de baja calidad, cuyas vi-das son continuamente amenazadas por el avance de la automatiza-cin (p. 132).

    Incrementar el Modo 2 las desigualdades mundiales? S. Habr un aumento de las desigualdades mundiales en trminos de acceso y uso de los resultados de las actividades cientfico-tecnolgicas. Aun si el Modo 2 de produccin de conocimiento est globalmente ms dis-perso, su beneficio econmico ser desproporcionalmente reapropia-do por los pases ricos y por aquellos que son capaces de participar (P- 165).

    Balance preliminar desde la pequeez perifrica La obra comentada sugiere una asociacin entre "modos de pro-

    duccin de conocimientos", "paradigmas tcnico-econmicos" y la transformacin general de la cultura y de las ideas. Se ocupa en es-pecial de las conexiones entre el Modo 2, el posmodernismo, y el pa-radigma de las tecnologas de la informacin, o posfordista. Ahora bien, esta ltima asociacin plantea con cierta naturalidad la pregunta de si se asiste al pasaje de un "modo" a otro, y de un "paradigma" a otro, o ms bien al desdibujamiento de modos y paradigmas. El Modo 1 parece dibujarse con bastante claridad, como conjunto relativamen-

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    te coherente y homogneo de las formas dominantes de la produccin de conocimiento en las disciplinas del mundo acadmico; pero no es evidente que algo anlogo ocurra con el Modo 2, del que podra decir-se que est constituido ms bien por el conjunto poco coherente de prcticas distintas de las que caracterizan al Modo 1. Pero, si inserta-mos esta duda, es para destacar que las principales consecuencias de los fenmenos considerados no dependen de que puedan o no agru-parse en un "modo" nico, sino de algo bastante menos discutible, que ya hemos subrayado como la generalizacin y diversificacin de las vas, los mbitos y los actores de la produccin de conocimientos.

    Eso es lo que tenemos que analizar, sus luces y sus sombras, desde la pequeez perifrica en la que nos encontramos.

    Las sombras se proyectan netas desde las citas recin transcrip-tas. Ellas nos hablan de una divisin "centro-periferia" de nuevo tipo, de nuevos factores de desigualdad, del afianzamiento de la "ciencia central" y de su capacidad renovada para imponer su orientacin, sus temas y sus valores -su identidad, en suma- a la dbil y dispersa "ciencia perifrica", que apenas si es tal, pues consiste ms bien en un conjunto de esfuerzos cientficos, bastante aislados, que se esce-nifican en los pases perifricos pero cuyas conexiones principales se establecen con los sistemas cientficos de los pases centrales. Se di-buja as la muy probable conformacin de un sistema internacional de investigacin, estructurado desde el "centro" y con "enclaves" cientfi-cos en la periferia.

    Cules son las luces que arrojan las nuevas dinmicas? Quizs se las pueda bosquejar como un conjunto de observaciones y conje-turas entrelazadas, que recogen aspectos relevantes de los diversos enfoques considerados antes, sin asumirlos necesariamente en toda su extensin. Intentmoslo, siempre telegrficamente.

    La aceleracin contempornea del cambio tcnico, impulsada en primer lugar por el avance de las tecnologas de la informacin y la comunicacin as como por su incidencia siempre creciente en las ms variadas actividades, multiplica las posibilidades o -lo que viene a ser casi lo mismo dicho de otra forma- posibilita en cada caso un ac-cionar ms especfico y adaptado al contexto; la medida en que se aprovechan tales posibilidades tiende a convertirse en una cuestin central de la problemtica econmica. Esto se vincula con el despla-zamiento de las scale economies a las scope economies, con la ero-sin de los rendimientos de la gran produccin en serie y por ende de la organizacin taylorista-fordista del trabajo, con una cierta revalori-zacin de la pequea escala, con la importancia del diseo entendido

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    en sentido amplio, con el auge de la produccin "justo a tiempo" y a la medida de la demanda, con el nfasis en la flexibilidad y la polivalen-cia. Lo central parece ser la notable y bastante brusca diversificacin de las capacidades tecnolgicas.

    Este "gran salto adelante" -en el que se entretejen por cierto varias "nuevas tecnologas" y no slo las del "complejo electrnico"-se sustenta en un nuevo papel econmico de la ciencia, a la vez ms grande y ms directo. No es ya slo la "ciencia madura" la que inci-de poderosamente en la produccin de bienes y servicios, sino tam-bin y cada vez ms la ciencia que se est haciendo, e incluso la que se planea hacer; en este sentido, cabe hablar de una cada vez ms frecuente interpenetracin del "contexto de descubrimiento" y el "contexto de aplicacin", de la dependencia de los conocimientos obtenidos respecto al uso de los mismos y a las necesidades que es-timularon su elaboracin, del carcter "transdisciplinario" de gran parte de la tarea de investigacin y de sus resultados. Tan relevante como el papel econmico de la ciencia resulta quizs el de los cien-tficos, el de la cantidad rpidamente creciente de personas con for-macin superior y capacidad para resolver problemas a partir de la creacin o reconfiguracin de conocimientos. As, asistimos tambin a una notable diversificacin de las formas y los mbitos de la pro-duccin de conocimientos.

    En el marco de la globalizacin y de la agudizada competencia econmica internacional, los procesos indicados plantean mayores ur-gencias y nuevas dificultades para las polticas cientficas y tecnolgi-cas; la eficacia de las mismas depende crticamente de su extensin al conjunto de los procesos de innovacin y difusin, en los que tienen lugar -o pueden tenerlo- mltiples aprendizajes por interaccin entre actores diferentes, as como la adaptacin eficiente de los conoci-mientos a necesidades especficas. Ms todava que la investigacin, su promocin y evaluacin han de ser "contexto y uso dependiente". Las cuestiones decisivas tienden a a vincularse con la articulacin, de actores y mbitos distintos as como de los procesos de investigacin, innovacin y difusin.

    La irrupcin de los cambios tcnicos genera una serie de proble-mas socioculturales -vistos segn los enfoques como desequilibrios, "mismatches" o desajustes, contradicciones- que en medida conside-rable se vinculan con la inadecuacin de las instituciones preexisten-tes para manejar las nuevas capacidades. En un sentido muy general, es el control social de la tecnologa lo que se convierte en el gran de-safo, entre cuyas mltiples manifestaciones las ambientales ya son

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    dramticas, y las ocupacionales pueden llegar a serlo muy pronto.14 Lo anotado en este prrafo y en el anterior sugiere que la aceleracin del cambio tcnico acenta la relevancia de lo institucional.

    En el contexto general esbozado, los PPP pueden hallar algunas oportunidades de canalizar nuevas capacidades hacia la solucin de cier-tos problemas propios, a menudo bastante especficos y desatendidos, siempre y cuando logren poner a valer caractersticas en principio vincu-ladas a la "condicin pequea", como la flexibilidad institucional, la flui-dez de la comunicacin entre actores distintos, el alcance relativamente amplio de las iniciativas acertadas, la viabilidad de la cooperacin, la agilidad para la adaptacin. Frente a tantas dificultades nuevas y viejas, quizs los PPP latinoamericanos tengan tambin pues posibilidades re-novadas para avanzar, en la construccin de su sistema de investiga-cin y en sus aportes a la definicin de una identidad cientfica regional. Pero para ello resulta imprescindible no slo insertar la investigacin en la agenda nacional real, sino tambin lograr que la perspectiva nacional gravite realmente en la propia agenda de investigacin. Ambas cuestio-nes, obviamente interdependientes, son harto difciles de resolver.

    III. La investigacin y la agenda

    Una ubicacin marginal El desarrollo de la investigacin cientfica y tecnolgica -o , ms

    precisamente, la construccin de un "Sistema Nacional de Innova-cin"-, est o puede estar en la agenda nacional de un PPP?

    El nmero de cuestiones que realmente una sociedad puede enca-rar con cierto grado significativo de atencin es seguramente limitado (Oszlak y O'Donnell, 1995). Por lo tanto, la composicin y la evolucin de la "agenda", cuyos tems son esas cuestiones reconocidas como so-cialmente relevantes, arroja no poca luz sobre las "lneas de fuerza" existentes en el complejo de relaciones sociales.

    Se ha sostenido incluso que una clasificacin de las concepcio-nes del poder puede ser establecida en funcin de las "dimensiones" que cada una reconozca en lo que hace al control de la agenda (Lu-ke, 1974). Una primera dimensin del poder-la ms obvia- se refiere a la capacidad de imponer determinadas soluciones a los problemas

    14 A este ltimo respecto, vase por ejemplo Freeman y Soete (1994).

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    que efectivamente llegan a formar parte de la agenda; una segunda dimensin dice relacin con la capacidad de lograr o bloquear la inser-cin efectiva en la agenda de ciertas cuestiones que exigen tratamien-to a juicio de algunos grupos sociales; una tercera dimensin se vincula con la capacidad de evitar que un tema que debera merecer atencin sea siquiera percibido como tal. Pues bien, en qu dimen-sin suele manejarse "la cuestin CYT" en un PPP?

    Cabe sostener, como primera aproximacin, que rara vez esa cuestin se ubica entre las que son reconocidas como relevantes y ob-jeto de decisiones explcitas. Su insercin en la agenda tiene lugar por lo general como un aspecto no demasiado destacado de una cuestin ms amplia, el gasto pblico en la enseanza universitaria, o en la en-seanza a secas; dado que gran parte de la CyT latinoamericana se ha-ce en las universidades pblicas -en el Uruguay, cualquiera sea el ndice con que se mida, bastante ms de la mitad de la investigacin tiene lugar en la Universidad de la Repblica-, tal situacin tiene no po-ca justificacin, pero no favorece el tratamiento explcito de la cuestin. Incorporada al debate maysculo acerca del tamao del estado, sus cometidos y la distribucin de sus recursos, la investigacin desempe-a un rol marginal: padece como tantas otras actividades las conse-cuencias de las tendencias en boga, y ofrece un argumento secundario a los crticos de tales tendencias.

    En varios casos, por cierto, se adoptan resoluciones explcitas en torno a "la cuestin cyT"; en algunos, empero, cabe discutir si se asis-te a su incorporacin a la agenda, al bloqueo de la misma, o incluso a su exclusin de la pblica consideracin.

    Un ejemplo significativo de ello es lo que aconteci con la vacuna contra la aftosa en el Uruguay. Esa enfermedad del ganado perjudic seriamente durante largo tiempo la capacidad exportadora del pas, dando lugar a un sostenido esfuerzo por erradicarla, en el curso del cual una empresa biotecnolgica nacional gener una vacuna bastan-te ms ventajosa que la ofrecida por las transnacionales del ramo; cuando se consigui que el pas fuera declarado "libre de aftosa", de acuerdo con una legislacin de hace varias dcadas que prevea pa-ra tal momento la erradicacin de las cepas del virus, se impuso el desmantelamiento de la capacidad tecnolgica instalada de esa em-presa, sin tomar realmente en cuenta los nuevos recursos en materia de bioseguridad, las perspectivas exportadoras en un rubro de alta tecnologa, o las posibilidades de reaparicin de la enfermedad en el territorio nacional. La cuestin especfica, tras una fugaz discusin, fue resuelta de acuerdo tanto con los intereses de los grandes produc-

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    tores internacionales de vacunas como con la preocupacin por con-firmar la imagen "libre de aftosa" de los exportadores nacionales de carne; unos y otros lograron bloquear un debate en torno a los condi-cionantes modernos del problema y a sus implicaciones a largo plazo; pero no debieron esforzarse mucho pues, incluso en el conjunto de los investigadores, el asunto recibi una atencin harto reducida.

    Tambin en relacin con "la cuestin cyT" de todo hay en la via del Seor; pero parecera que su ubicacin por lo general marginal en la agenda responde primordialmente a la conjugacin de dos tipos de factores: por un lado, el acelerado incremento de informacin, de plan-teos y reivindicaciones, que tiende a desbordar la atencin disponible, bastante estable y comparativamente muy limitada; por otro lado, la falta de interesados directos y organizados. En tiempos de gran com-plejidad e incertidumbre, un tema de por s complejo y casi sin "dolien-tes", apenas si entra en la agenda.

    La actitud del sistema poltico Enfocado el tema desde el punto de vista de los "problemas privi-

    legiados y descuidados de las polticas" (Hirschman, 1984), "la cues-tin cyT" constituye por lo general un problema descuidado en los PPP, porque los involucrados no suelen tener mayor influencia en el gobier-no, pero sobre todo porque las vctimas del descuido de la cuestin aparentemente son muy pocas.15

    El mismo enfoque sugiere relativizar la afirmacin precedente. Existe un grupo no de "vctimas" de la cuestin sino de potenciales "beneficiarios" de un cierto tratamiento de la misma; nos referimos a quienes combinan un acceso bastante directo a los gobernantes con la posibilidad de aparecer como "expertos" en el tema, siempre y cuando ste sea manejado mediante instituciones y criterios formal-mente fciles de "importar" y poner en funcionamiento.16 Los intereses

    Defin como "privilegiados" los problemas cuyas vctimas tienen un acceso adecuado a los gobernantes, de modo que stos estn obligados a prestar atencin, en aras de la estabilidad poltica en general y de su pro-pia supervivencia poltica en particular. En cambio, los problemas "descuidados" no disfrutan de este acce-so directo, pero pueden llegara la atencin de los gobernantes en varias formas indirectas (Hirschman, 1984, p. 193). Puede surgir la motivacin de resolver un problema antes de que exista un entendimiento adecuado [...] esta ltima situacin caracteriza a los pases latinoamericanos en la medida en que "importan" soluciones del exte-rior [...] este comportamiento tpicamente "dependiente" conduce a la frustracin, precisamente porque estas

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    del grupo se conjugan con los de los gobernantes, en la medida en que stos pueden alegar que han dado un tratamiento "moderno" a una cuestin prestigiosa... y desentenderse de ella sin costos. Se no-tar que este manejo de la cuestin CyT se ve facilitado cuando el n-fasis de las polticas no se pone en la promocin, la articulacin o las especificidades de la evaluacin sino ms bien en un tipo de evalua-cin cuasi "invariante por traslaciones", poco dependiente del contex-to y de una reflexin original. Se notar tambin que ello constituye un ejemplo pequeo de un fenmeno de alcance bastante general, una suerte de "cuarta dimensin" en el control de la agenda, que consiste en excluir de hecho la consideracin de un problema en la medida en que se le ve como "ya resuelto".

    Pero si la "condicin pequea" puede favorecer ese comporta-miento "negativo", tambin posibilita otro simtrico, el acceso privile-giado a los gobernantes de un grupo reducido, o aun de algunas individualidades ligadas a la investigacin, con capacidad para indicar caminos de avance en cyT. No pocas de las iniciativas pioneras de la ciencia latinoamericana se hicieron realidad por una va semejante. Y, en el presente, parecera que ello no es ajeno al tratamiento de la cuestin en un PPP como Costa Rica.

    Ahora bien, no cabe reducir el problema de cmo se ubica una cier-ta cuestin en la agenda, y de la importancia que le acuerda el sistema poltico, al poder relativo de los grupos directamente vinculados a la mis-ma. En el marco de la distincin de Hirschman entre cuestiones "apre-miantes" -las que se imponen a la consideracin de los gobernantes mediante la presin de los interesados- y cuestiones "escogidas" -las que, de forma ms o menos autnoma, los gobernantes priorizan-17 po-dramos, por un lado, afirmar que la cuestin cyT no tiende a ser "apre-miante" y, por otro lado, inquirir si puede ser "escogida".

    A su vez, cabe encarar este ltimo interrogante desde por lo me-nos tres puntos de vista interconectados pero no idnticos. La cues-tin CyT podra convertirse en escogida si resultara que la opinin pblica le atribuye importancia, y por ende un gobierno evala que priorizarla lo beneficiar; esa priorizacin podra tener lugar tambin si

    instituciones se establecen a menudo sin el entendimiento mnimo necesario de los problemas que tratan de resolver (Hirschman, citado, pp. 195-196).

    'Hi rschman, citado, pp. 188-189.

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    ciertos actores, aunque no se sientan directamente involucrados en el tema, se preocupan por su manejo; en fin, un equipo de gobierno po-dra incluir con cierto relieve la cuestin CyT en su imagen del futuro del pas y/o de s mismo en la historia.

    En relacin con los aspectos mencionados, slo manejamos in-formacin de alguna amplitud referida al Uruguay, al que a ttulo de ejemplo nos referimos a continuacin, para luego ensayar algunas con-jeturas provisionales acerca de las posibilidades de que la cuestin CyT ingrese como problema poltico "escogido" a la agenda de un PPP.

    El caso uruguayo Disponemos de los resultados de una encuesta nacional realiza-

    da en 1996, que ofrece no pocos elementos acerca del estado de la opinin pblica uruguaya en relacin con la investigacin cientfica.18

    La mayora absoluta de las personas entrevistadas piensan que el Uruguay puede y debe hacer investigacin cientfica con recursos pro-pios, mientras que menos del 10% opina que aqu no se puede hacer investigacin; por su parte, el 25% de los encuestados consideran que en este pas se puede hacer investigacin, pero que no conviene ha-cerlo, en el entendido de que sus costos sern mayores que sus bene-ficios. El porcentaje de quienes creen que se puede y se debe hacer investigacin nacional crece acentuadamente con el nivel educativo.

    En relacin con la preocupacin por la CyT en diversos medios del Uruguay, podemos referirnos a las opiniones vertidas durante la primera etapa de un ejercicio prospectivo "tipo Delfos" sobre las perspectivas del pas en materia de competitividad e innovacin.19 En apretada sntesis, se entiende que es escasa la atencin brindada a cyT, en el conjunto de la sociedad uruguaya y en el sistema poltico en particular; esa atencin es algo mayor en el empresariado y entre los comunicadores; parecera que tambin en los sindicatos la preocupacin por el tema empieza a crecer. Por otra parte, la gran mayora de las personas consultadas con-sideran que el futuro del pas est ligado al afianzamiento de "un mode-

    18 La informacin ofrecida por la encuesta mencionada ser consignada en un trabajo de R. Aroce-

    na y L. E. Gonzlez, en preparacin. 19

    Arocena y Bortagaray, 1996, estudio realizado en el marco del Proyecto "Competitividad Sistmi-ca e Innovacin en Uruguay", que se lleva adelante en CIESU con el apoyo de la Fundacin Volks-wagen y la colaboracin acadmica del Instituto Alemn del Desarrollo.

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    lo exportador", proceso que se considera a la vez viable y dependiente de un gran avance en la capacidad nacional para la innovacin.

    Estas apreciaciones, y los resultados de la encuesta antes men-cionada, sugieren que, en el PPP Uruguay, si bien la cuestin cyT no figura en la agenda ni tiene "dolientes" de peso, existe en la ciudada-na un terreno bastante frtil para iniciativas adecuadas. Esto ltimo resulta corroborado en cierta medida por el respaldo que ha recibido -particularmente entre los comunicadores- la instalacin y preserva-cin de un "Programa de Desarrollo de las Ciencias Bsicas", impul-sado por grupos de investigadores.

    Respecto de la atencin que de por s puede otorgarle un gobier-no a la cuestin cyT, ella es ms bien escasa en lo que hace al con-junto del sistema poltico uruguayo. Esfuerzos tenaces de algunos pocos dirigentes constituyen las honrosas excepciones a la despreo-cupacin de todos los partidos. Desde la reinstitucionalizacin demo-crtica del pas en 1985, ninguno de los tres gobiernos que han entrado en funciones la ha tratado como asunto "escogido". El gobier-no presidido por Luis Lacalle (1990-1995) pareci inicialmente proclive a tener en cuenta el tema cientfico y tecnolgico al nivel del discurso modernizador e integrador, y de las iniciativas susceptibles de lograr prestigio continental, pero ni siquiera a esa escala hubo continuidad. En la visin del Uruguay del futuro20 del gobierno que actualmente preside Julio M. Sanguinetti, la temtica simplemente no figura. No se puede, en realidad, hablar de una oposicin decidida al tema sino ms bien de una indiferencia, probablemente ligada a la conviccin de que en un pas como el nuestro la inversin en cyT no resulta rendidora.

    Conjeturas En principio, la dimensin PPP no parece favorable, en Amrica La-

    tina al menos, para que el sistema poltico "escoja" entre sus priorida-des la cuestin CyT. La idea de que en estos pases no se puede hacer cosas relevantes en lo cientfico y tecnolgico incide seguramente mu-cho en ello. Apunta en el mismo sentido el ocaso de las preocupaciones por el desarrollo, entendido como transformacin global de largo alien-to; desde la "dcada perdida", por lo menos, el corto plazo no ha deja-

    20 Detalladamente expuesta en un reportaje reciente al presidente de la Repblica (Revista Bsque-

    da, 1-8-1996).

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    do de reinar en la agenda, particularmente de los PPP de esta parte del mundo sometida a tantos embates, y en el corto plazo no suele ser mu-cho el rendimiento visible de un gran esfuerzo cientfico y tecnolgico.

    Sin embargo, parecera que en pases de dimensiones interme-dias, como Chile y Colombia, y en un PPP como Costa Rica, la cuestin cyT est bastante presente en la agenda. Esto vuelve a recordarnos que "la dimensin pequea" no es un marco rgido, sino un ambiente bastante plstico, susceptible de comportamientos muy diferenciados, donde, en particular, ciertas iniciativas ajustadas pueden tener un im-pacto amplio, y relativamente mayor que en pases ms grandes.

    De una manera u otra, los actores gravitantes que en otros contex-tos inciden decisivamente en la priorizacin de la cuestin CyT, el estado y el empresariado, en nuestros PPP no parecen de por s volcados y/o ca-pacitados para poner a la investigacin en la agenda. Pero tampoco, en lneas generales, lucen dispuestos a oponer mayores resistencias a ello, lo cual realza el alcance recin recordado que pueden tener ciertas ini-ciativas en las pequeas naciones, donde pueden ser propagadas por su potencial flexibilidad institucional y su fluidez de intercomunicacin.

    IV. La agencia y los investigadores

    Una cuestin con facetas varias Sin nimo de buscar paradojas, se encuentran muchos elemen-

    tos de juicio para sospechar que la cuestin cyT ve dificultado su ac-ceso a la agenda no slo por ser muy compleja sino tambin porque se la plantea con insuficiente complejidad, de modo un tanto unilate-ral, como por cierto la hemos encarado en la seccin precedente. En efecto, lo que hace falta considerar no es slo el desarrollo de la cyT sino tambin la CyT como problema, porque as son las cosas y por-que la opinin pblica es sensible a las diversas facetas del tema, a sus aspectos esperanzadores y tambin a sus aristas preocupantes. Si los propagandistas de la cyT plantean la cuestin como si slo se tratara de cosechar beneficios, mucha gente les dar la espalda, pues ya ha alcanzado amplia difusin la nocin de que cyT se asocia tam-bin a grandes problemas, en particular ambientales y ocupacionales.

    Volviendo al caso uruguayo -por la simple razn de que es el que nos permite ofrecer ciertos datos precisos- resulta que:

    Casi las tres cuartas partes de los encuestados opinan que la in-vestigacin cientfica ayuda al crecimiento econmico, y poco ms de la

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    dcima parte sostiene lo contrario. La mayora (47,5%) no cree que la investigacin deteriore el empleo pero una importante minora (33%) s lo cree. Las valoraciones a este respecto difieren significativamente se-gn la actividad laboral de los encuestados, aunque la opinin de que la investigacin cientfica no hace perder empleos es mayoritaria en casi todos los grupos ocupacionales. La nica excepcin la constituyen los obreros, entre los cuales 42,7% de los entrevistados sostiene que la in-vestigacin hace perder empleos y 40,7% piensa lo contrario.

    En cambio, la opinin mayoritaria acerca del impacto ecolgico de la ciencia es negativa: ms de cuatro de cada diez entrevistados opinan que la investigacin cientfica deteriora el ambiente y algo me-nos de tres de cada diez sostienen lo contrario; esa opinin negativa es mucho ms acentuada entre los ms jvenes.

    Asimismo, algo ms del 43% de los encuestados entienden que la investigacin cientfica nos hace ms dependientes del extranjero y 33% opinan lo contrario. Son sobre todo las personas que se ubican a s mismas ideolgicamente a la derecha y las que slo cuentan con edu-cacin primaria las que creen que la ciencia acenta la dependencia.

    Los datos reseados sustentan una de las conclusiones principa-les de un seminario reciente sobre las relaciones entre ciencia y so-ciedad en Amrica Latina:21

    [...] una causa mayor de los numerosos "desencuentros" entre ciencia y sociedad radica en el tremendo impacto desestabilizador que tiene en la vida contempornea el propio avance cientfico-tcnico: hbitos, empleos y certezas se ven afectados, y la incertidumbre resulta multiplicada. Urge analizar el impacto que ello tiene en la percepcin social de la ciencia [...]. La problemtica apuntada debe ser encarada por los investigadores como conjunto; hay que evitar la fragmentacin de la comunidad cien-tfica, la primaca de los reclamos particularistas, el aislamiento de los investigadores. En Amrica Latina estamos asistiendo a la dificultosa emergencia de un actor colectivo constituido por las comunidades de investigadores. Este actor debe ser capaz de interactuar fecundamente con otros actores -el sector pblico, el empresariado, los sindicatos, los educadores, los co-municadores-, tanto para llevar adelante nuevas polticas para la inno-vacin como para tender "puentes" entre ciencia y sociedad.

    21 Simposio de la Red Latinoamericana de Biologa, RELAB, "Ciencia y sociedad en Amrica Latina:

    un encuentro necesario", Costa Rica, mayo de 1996.

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  • Rodrigo Arocena

    Volvemos a encontrarnos pues con el papel de los investigadores, no en lo que hace a su desempeo profesional especializado sino co-mo actor colectivo potencial. Su efectiva conformacin como tal -bajo formas organizativas por cierto variadas- ha desempeado un papel relevante en la experiencia de los pases latinoamericanos, grandes y chicos, que en alguna medida han logrado insertar la cuestin cyT en la agenda nacional. Parecera incluso que, a este respecto, en algu-nos PP la eventual transformacin del "grupo latente" de los investiga-dores en verdadero actor colectivo puede volcar la balanza. Pero el papel del conjunto de los investigadores puede ser an ms gravitan-te en la configuracin misma de la cuestin, en cmo se plantee en cada pas la problemtica cientfica y tecnolgica.

    Por ejemplo, si el accionar "hacia afuera" de los investigadores se reduce a una tarea de lobby que demanda recursos, es de espe-rar que tales demandas tendern a fragmentarse, enfrentando inclu-so entre s a diversos agrupamientos disciplinarios, y debilitando el planteo global de la cuestin. Ello puede ser especialmente grave en un PPP donde, como ya se argument, existen pocos motivos para imaginar que la cyT consitutuya un asunto "apremiante", o "escogi-do" desde el estado, o impulsado con fuerza por algn otro actor, co-mo el empresariado.

    Si los investigadores no despliegan cierto accionar colectivo, o si ste se circunscribe a las reivindicaciones sectoriales, quin asumi-r la integralidad del problema cyT? Sobran motivos para temer, en tal hiptesis, que se asista por ejemplo a un dilogo de sordos entre quie-nes reivindican la importancia de la investigacin para el desarrollo y quienes defienden la sustentabilidad ambiental del desarrollo; esas preocupaciones, tan vlidas ambas, no son conciliables sin un abor-daje global de la cuestin, que incluya una estrategia para la creacin cientfica y tecnolgica orientada a la preservacin del ambiente y a la reparacin de sus aspectos daados; ello a su vez exige no slo abor-dajes "transdisciplinarios" sino tambin la colaboracin de colectivos de investigadores con otros actores y, ms an, la comprensin am-plia de que no hay desarrollo autosostenible si la investigacin no prio-riza la dimensin ambiental, ni tampoco si la preocupacin ambiental paraliza la investigacin.22

    22 Slo podemos aqu rozar un tema al que nos hemos referido con algo ms de detalle en otra parte

    (Arocena, 1995).

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    Existe la comunidad de investigadores? Hemos sealado algn soporte para la idea de que, sobre todo en

    un PPP, el grado y la forma en que la cuestin CyT acceda a la agenda nacional depender no poco del accionar colectivo de los investigadores.

    Desembocamos pues en un asunto difcil, pues nuestro tiempo parece signado por el desdibujamiento de este tipo de actores ms que por su afirmacin.23

    Sea como sea, hay una pregunta que no es fcil esquivar: exis-te la comunidad de investigadores? En todo caso, no es dada a prio-ri, slo puede surgir de un proceso de "comunalizacin". Aqu slo intentamos encararlo desde el punto de vista de su relacin con la agenda de investigacin. Este es un enfoque parcial, por supuesto, pero no trivial. Porque si la insercin de la cuestin CyT en la agenda nacional est vinculada con la existencia real de la comunidad de in-vestigadores, sta a su vez depende estrechamente en un PPP de una agenda mucho ms circunscripta, la agenda de investigacin.

    En efecto, esa agenda no slo orienta en ciertas direcciones los es-fuerzos de investigacin; adems, moldea o enmarca las conductas coti-dianas de los investigadores. Lo hace quizs con ms fuerza no a travs de sus contenidos explcitos -que pueden faltar, estar apenas dibujados o tener un carcter meramente formal- sino mediante sus indicaciones implcitas, particularmente en la estructuracin de los incentivos.

    Por ejemplo, si los estmulos se ligan directamente al nmero de artculos publicados en revistas internacionales arbitradas, o ms en particular "de corriente principal" -como sucede con algunos de los programas nacionales de promocin del continente en relacin con las ciencias exactas y naturales-, de hecho se estn promoviendo ciertos temas y comportamientos, y desalentando otros. Lo ms rendidor, en ese marco, ser a menudo trabajar en la ms estrecha conexin posi-ble con equipos acadmicos de los pases centrales, en los temas que los mismos priorizan, y hasta en sus aspectos menos inciertos. Los estmulos tendern a pesar ms sobre los ms jvenes -sobre los que tienen que construirse una posicin- y por lo tanto extendern su in-fluencia hacia el futuro.

    23 Ya en 1984 Alain Touraine (1987, p. 204), a pesar de estar anunciando "el regreso del actor", se

    pregunt: "El cambio acelerado no desarticula a los actores?" El avance de la globalizacion y del cambio tcnico no han hecho sino complicar el problema, que sin embargo resulta central desde el punto de vista PPP.

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  • Rodrigo Arocena

    Desde este punto de vista, nos reencontramos con las preocupa-ciones de Ziman en torno a las consecuencias de la evaluacin forma-lizada y cuantitativa de las actividades cientficas. En la periferia, ese tipo de polticas para CyT tiende a conformar una agenda por omisin, asumiendo implicitamente las prioridades para la investigacin que se disean en los pases centrales, as como sus criterios para evaluar pertinencia temtica y excelencia acadmica.

    De hecho, con tales procedimientos se estar impulsando la dis-persin del conjunto de investigadores y la competencia agudizada por recursos escasos entre equipos pequeos, frecuentemente ms vinculados con sus interlocutores de los pases centrales que con sus pares locales. Mientras, ms all de intenciones, se desestimular la dedicacin a lo que tiene que ver con la construccin de una identidad propia en materia cientfica y tecnolgica.

    Cuando, en la evaluacin global de lo que se ha hecho en una cierta disciplina, un especialista de relieve mundial en su tema, reco-nocido en particular por la originalidad de sus enfoques, resulta sub-valorado porque en los ltimos aos ha publicado comparativamente poco, ya que se ha dedicado primordialmente a la exitosa construc-cin en un PPP de un equipo de investigacin bastante grande y con "agenda" bastante propia, cul es el muy explcito mensaje a los j-venes que quieren ganarse la vida haciendo investigacin? El ejemplo se parece a un caso real como una gota de agua a otra.

    Cuando toma cuerpo en la investigacin el "colectivismo transna-cional" (Ziman), cimentado en las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin, empieza a dibujarse un brain drain de nuevo tipo. Se hace cada vez ms posible trabajar con la periferia como residen-cia habitual y principal fuente salarial, pero integrando un proyecto de investigacin del "centro". Este parece ser un aspecto no menor de la nueva divisin centro / periferia, que se estara configurando en el mar-co del "nuevo modo de produccin de conocimientos" (Gibbons etal.).

    De un modo u otro, si prima la evaluacin cuantitativa y formal de la investigacin, se disea una agenda por omisin y una estructura de incentivos que tender a hacer de la comunidad de investigadores ms una ficcin que una realidad. En el mejor de los casos, existir como lobby de aparicin espordica, pero difcilmente ser capaz de hacerse cargo de los recelos y los perjuicios que suscita hoy el que-hacer cientfico y tecnolgico, o de aprovechar las "ventanas de opor-tunidad alternativas" abiertas por las nuevas tecnologas a los pases perifricos que logren impulsar la investigacin hacia problemas poco atendidos. En tales condiciones, CyT no dejar de constituir una acti-

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    vidad marginal, escasamente enraizada en la sociedad, y por ende ca-si sin presencia en la agenda de las cuestiones nacionales relevantes.

    Hacia una estrategia de eslabonamientos

    La afirmacin de REDES que nos ha ocupado aqu est planteada como problema desde los orgenes mismos de la ciencia latinoameri-cana. Segn Hebe Vessuri (1994):

    [...] la incipiente comunidad cientfica se fue construyendo en un con-trapunto permanente entre la voluntad de incorporacin al sistema cientfico internacional y el deseo de llegar a tener una voz propia, au-tonoma en la definicin de su perfil, sus intereses y su legitimacin.

    Este problema fundacional condiciona hoy, con agudeza no me-nor a la de ayer, el enraizamiento social de la investigacin continen-tal, en trminos que pueden reformularse as:24

    La cuestin del encuentro entre ciencia y sociedad en Amrica Latina es tambin la cuestin de si nuestra tarea constituye tan slo la parte de la ciencia mundial que se realiza en Amrica Latina -el conjunto de labores ejecutadas por personas radicadas en nuestra regin, pero que haran las mismas cosas, quizs con mayor reconocimiento, si se domiciliaran en los pases avanzados- o si, adems de ello, es la cien-cia de Amrica Latina, inmersa en la cultura y en la problemtica del continente, vinculada al enriquecimiento de aqulla y a la superacin de sta, arraigada en su medio desde donde participa en el dilogo de la ciencia internacional, cuyo acervo comn de valores y logros com-parte, pero sin por ello identificarse con las prioridades y los criterios adoptados, con mayor o menor razn y duracin, en otras realidades.

    Las perspectivas de contribuir a resolver este problema desde un pequeo pas del continente son, en principio, menores que en las na-ciones mayores. La pequenez perifrica dificulta mucho la inclusin de la cuestin cyT en la agenda nacional; suelen esperar poco de la in-vestigacin local los empresarios y el gobierno; ste no se ve impeli-do a ocuparse de la cuestin siquiera por consideraciones ligadas al prestigio y a la ambicin nacional, a menudo presentes en los pases que no se sienten chicos; el conjunto de los investigadores depende

    24 Arocena y Mizrahi (1996).

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  • Rodrigo A rocen a

    del exterior todava ms que en otros casos, aunque slo sea por la ausencia de "masa crtica" en casi todas las reas.

    Ms an, las consecuencias de una gestin que priorice y evale a partir de criterios formalizados y cuantitativos pueden ser en los PPP ms devastadores que en otros mbitos, particularmente en lo que se refiere a la fijacin de la agenda implcita de investigacin y a la exis-tencia misma de la comunidad de investigadores.

    Pero la pista que nos resistimos a abandonar indica que la condi-cin pequea siempre ofrece ventajas potenciales que, si se las explo-ta con cierta originalidad, permiten paliar tantas desventajas. En este caso, conjeturamos que el tamao reducido es proclive a una evalua-cin de tipo cualitativo, conjugable con una estrategia de "eslabona-mientos", basada a su vez en aspectos "benficos" que la pequeez puede ostentar, segn se anot reiteradamente, y que se vinculan en lo esencial con la flexibilidad institucional, la fluidez de intercomunica-cin entre actores y el alcance relativo de polticas adecuadas.

    La idea se sustenta en las concepciones acerca del desarrollo de Hirschman:

    [...] el desarrollo no depende tanto de saber encontrar las combinacio-nes ptimas de recursos y factores de produccin dados como de con-seguir, para propsitos de desarrollo, aquellos recursos y capacidades que se encuentran ocultos, diseminados o mal utilizados.

    Precisamente, algunas de las potenciales caractersticas evoca-das de los PP permiten basar una estrategia para cyT en el releva-miento cualitativo no slo de los recursos para la investigacin que estn siendo utilizados sino tambin de otros que podran serlo y, ms an, de las posibles vinculaciones que podran establecerse entre las capacidades diseminadas o mal utilizadas. Esto por cierto no es nada fcil, pero puede ser menos difcil que en pases ms grandes, en la medida en que la complejidad inteligible es un "bien" cuya oferta ca-racterizara a la condicin pequea.25

    25 En relacin con la "salida" masiva de ciudadanos, incluyendo la "fuga de cerebros paralizante",

    que puede afectar tanto a una nacin pequea, dice Hirschman (1984, p. 332): La complejidad inteligible puede ser entonces otro bien pblico que una sociedad puede proveer a sus ciu-dadanos [...]. Dado que los pases grandes tienen muchas cosas a su favor, los pases pequeos se defien-den contra la salida excesiva mediante una oferta abundante de complejidad inteligible; y con respecto a este activo particular, hay plena seguridad de que los emigrantes no pueden llevarlo consigo.

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    El problema central a enfrentar es el "desenraizamiento" de las actividades de investigacin, sus escasas vinculaciones entre ellas mismas y con otras actividades sociales-productivas, de preservacin de la salud y del ambiente, educativas y de recapacitacin, polticas, culturales. Son facetas de ese problema, tpico de un PPP, la desarti-culacin de la comunidad de investigadores y su cuasi inexistencia, la escasa capacidad nacional para incidir en la agenda de investiga-cin, la difundida incomprensin acerca del potencial cientfico y tec-nolgico del propio pas. La falta de enraizamiento en la sociedad del quehacer cientfico y tecnolgico lleva a malgastar grandes esfuer-zos, generando incluso enormes frustraciones de jvenes altamente capacitados.

    Las polticas actuales para CyT son polticas para la innovacin, y la innovacin es un resultado de la interaccin, entre actores y mbi-tos diversos. Por esta va nos volvemos a encontrar con la teora del desarrollo en el enfoque de Hirschman, y en particular con su nocin de los eslabonamientos o enlaces:26

    [...] el desarrollo es esencialmente el indicador de la forma en que una cosa conduce a otra, y los enlaces son ese indicador desde un punto de vista especfico. Los enlaces se centran en ciertas caractersticas inherentes a las actividades productivas que ya estn en proceso en cierto momento. Dadas sus caractersticas estas actividades empujan -o ms modestamente: invitan- a algunos operadores a asumir nue-vas actividades.

    Existe un enlace siempre que una actividad origina presiones econmicas o de otra clase que conducen a la realizacin de una actividad nueva.

    Una estrategia de eslabonamientos para cyT apunta a estimular el relacionamiento de los investigadores o equipo de investigadores, entre s y con otros actores, en el entendido de que ello fertiliza el te-rreno para la innovacin y para la orientacin de la investigacin ha-cia problemas relevantes pero a menudo descuidados, as como para que la comunidad de investigadores eche races.

    Se notar que io dicho no se reduce al usual y bastante unilateral reclamo de relacionamiento con las empresas; por cierto, lo incluye, y lo extiende a otros actores, como los sindicatos, los medios de comu-

    26 Hirschman, citado, pp. 102-103.

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  • Rodrigo Arocena

    nicacin, los centros educativos, de salud, de proteccin ambiental, etctera.

    La construccin de enlaces se apoyara en una agenda de inves-tigacin por cierto muy flexible, y sin ninguna veleidad de planificacin omnicomprensiva, en la cual se reservara un amplio lugar a los "pro-blemas propios", cualitativa y especficamente considerados.

    La expresin empleada no se refiere slo a los "problemas del pas", ni tiende a descuidar la investigacin bsica: sin sta, no hay ca-pacidad ni recursos humanos para resolver problemas no tabulados. Los "problemas propios" deben incluir cuestiones generales, de cual-quier disciplina, en las que se tenga o pueda tener una relevante capa-cidad local, a partir de la cual se hace viable no slo construir enlaces y generar aplicaciones sino tambin contribuir a afirmar la personalidad cultural del pas y su confianza en la propia capacidad creativa.27

    Los niveles de excelencia, en todas las reas, deben ser objeto de especial aprecio adems porque la excelencia es imprescindible para aprovechar las grandes "ventanas de oportunidad alternativas" de es-tos tiempos, que tienen que ver con las posibilidades de poner a valer las nuevas capacidades tecnolgicas y las potencialidades ampliadas de la ciencia, para la resolucin de problemas relevantes para los PPP, y para su gente, pero frecuentemente desatendidos por el "mercado tecnolgico mundial" y por la "investigacin de corriente principal".

    Lo dicho alcanza para subrayar que una "estrategia de eslabona-mientos" no puede tener perspectivas si no alcanza niveles regionales -lo cual puede constituir uno de sus mayores atractivos-, o si no se apoya en una investigacin permanente de los propios potenciales de investigacin, o si no desarroll una concepcin de la evaluacin que reconoce los esfuerzos de los investigadores para forjar eslabona-mientos.

    El enfoque no apunta a postergar la vinculacin con los ncleos acadmicos de los pases centrales sino, por el contrario, a establecer con ellos un intercambio que realmente convenga tambin a nuestros PPP. Lograr tal objetivo pasa por la venida de especialistas del exterior para trabajar en nuestros "problemas propios" -en el sentido amplio ya

    27 La escuela matemtica uruguaya, sin duda pequea pero significativa en trminos de un PPP, de-

    be en buena medida su capacidad de sobrevivir a las vicisitudes del pas, y en el pas, a la opcin fundacional por encarar con enfoques propios ciertos temas relevantes. Es en este sentido (ajeno a toda eleccin de nichos temticos protegidos por su irrelevancia) que uno de sus maestros repite: "hay que tener problemas propios".

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  • La ciencia desde un pequeo pas perifrico

    indicado-, y no slo para ampliar el crculo de quienes trabajan en los problemas de ellos. Para eso, claro es, hace falta tener capacidad pa-ra afrontar "problemas propios", o estar decidido a generarla. Ms en concreto an, no se trata de enviar un recin graduado al exterior, s-lo porque es brillante y se le ofrece la oportunidad de estudiar duran-te muchos aos en un centro importante, donde probablemente har una tesis "de corriente principal": tal proceder es una invitacin a la emigracin, o a la frustracin de volver fsicamente a la periferia y que-darse intelectualmente en el "centro". En este tipo de decisiones se forja, a sabiendas o no, la agenda de investigacin; las becas al exte-rior requieren una evaluacin a priori muy especfica de la temtica a estudiar, de las posibilidades de la persona involucrada y de su inser-cin en el pas, no slo despus de concluidos sus estudios afuera si-no durante el curso de los mismos.

    La idea es que una de las "gratificaciones" que un PPP puede ofre-cer, junto a no pocas desventajas materiales, se vincula con el "senti-do" de lo que se hace, ese "recurso escaso" de nuestra poca. Para investigadores de todas las edades pueden constituir estimables "bie-nes pblicos":

    la construccin del "enraizamiento" de la cyT en el medio, a tra-vs del relacionamiento con actores diversos;

    el involucramiento en el diseo de la agenda de investigacin y en su evaluacin, cuyo aspectos fundamentalmente cualitativos no pueden ser encarados sin el protagonismo de cientficos y tecnlogos de todas las reas;

    la posibilidad de trabajar en "problemas propios" con enfoques originales;

    la colaboracin con otros investigadores en el proceso de "co-munalizacin", de emergencia de una comunidad que es fuente de identidad;

    la sensacin de que el esfuerzo personal es bastante ms que una gota en el ocano, en lo que hace a iniciativas de impacto poten-cial en el pas entero.

    No poco se est ensayando, con perspectivas similares, en algu-nos PPP latinoamericanos. Averiguar lo que al respecto sucede puede arrojar mucha luz sobre las dos cuestiones, estrechamente imbricadas entre s, a las que aqu nos hemos asomado: la existencia de ciertas caractersticas benficas de las naciones pequeas y su capacidad para contribuir a la afirmacin de una identidad regional en el campo del conocimiento cientfico y tecnolgico.

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  • Rodrigo Arocena

    Bibliografa Albornoz, M. (1994), Editorial de REDES, NB 1, pp. 5-7. Arocena, R. y Sutz, J. (1991), "Sobre el lugar de este pas pequeo en el mundo del 2000", en La poltica tecnolgica y el Uruguay del 2000, Montevi-deo, Trilce. Arocena, R. (1995), La cuestin del desarrollo vista desde Amrica Latina. Una introduccin, Montevideo, EUDECI. Arocena, R. y Bortagaray, I. (1996), Competitividad: hacia dnd