Ciencia, Educacion y Desarrollo

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    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y Portugal

    Hoyos Vsquez, Guillermo

    CIENCIA, EDUCACION Y DESARROLLO: UN NUEVO ETHOS CULTURAL

    Nmadas (Col), nm. 2, marzo, 1995

    Universidad Central

    Bogot, Colombia

    Cmo citar? Nmero completo Ms informacin del artculo Pgina de la revista

    Nmadas (Col)

    ISSN (Versin impresa): 0121-7550

    [email protected]

    Universidad Central

    Colombia

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    CIENCIA,

    EDUCACIONY DESARROLLO:

    UN NUEVO

    ETHOS

    CULTURALGuillermo Hoyos Vsquez*

    Haz si quieres la prueba con este pequeo grano de arena que ests contemplando.

    Imagnale un slo paso ms all del sitio en que se encuentra. Necesariamente el

    viento que le ha transportado hasta aqu desde el mar habra sido diferente de lo queha sido, y en este caso la temperatura que ha determinado ese viento, habra sido otra

    que la que fue. Ahora bien, esta temperatura no hubiera podido ser tal, sin que la del

    da anterior hubiera sido tambin distinta, produciendo en los cuerpos otro estado

    diferente del que haba producido. La fertilidad o esterilidad de los campos habra

    variado, por la distinta duracin de esta temperatura, y tambin la misma vida de los

    hombres. Cmo podrs penetrar en el interior de la naturaleza, cosa que no nos es

    concedida, y sealar sus distintas posibilidades? qu sabes t si en aquella con-

    mocin del universo producida por el movimiento de un pequeo grano de arena, no

    habra perecido alguno de tus abuelos de hambre, de fro o de calor antes de haber

    engendrado al hijo de que t procedes? Segn esto t no existiras, y todo lo que en la

    actualidad haces o has hecho y hars en lo porvenir, no existira slo porque un grano

    de arena cambi de lugar (Johann Gottlieb Fichte, El destino del hombre).

    * Doctor en Filosofa. Profesor del Departamento de Filosofa de la Universidad Nacional de Colombia.

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    Introduccin

    La reciente Misin de Ciencia, Educacin y Desarrollo

    plantea en su primer Informe conjunto, titulado Colom-

    bia: al filo de la oportunidad en diversos lugares el impe-

    rativo fundamental (de) hacer una gran transformacin de

    carcter educativo (p. i), la cual, como lo afirma en dos

    pasajes Rodolfo Llins, supone un nuevo ethos cultural,

    que supere la pobreza, violencia, injusticia, intolerancia y

    discriminacin que mantienen a Colombia atrasada socio-

    econmica, poltica y culturalmente (p. 11) y debe gene-

    rar al mismo tiempo un nuevo ethos cultural, el cual per-

    mita la maximizacin de las capacidades intelectuales yorganizativas de los colombianos (p. 12).

    Ya en la Proclama Por un pas al alcance de los nios,

    con la cual lanzaba la Misin Garca Mrquez, en un dis-

    curso que con toda propiedad podra caracterizarse con

    Richard Rorty como edifying - con lo que, por lo dems,

    perdera mucho de su virulencia la crtica del historiador

    profesional (Lecturas Dominicales, 15/01/95) - se deca:

    Creemos que las condiciones estn dadas como nunca

    para el cambio social, y que la educacin ser su rgano

    maestro. Una educacin desde la cuna hasta la tumba,

    inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo

    de pensar y nos incite a descubrir quines somos en una

    sociedad que se quiera ms a s misma. Que aproveche almximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ti-

    ca y tal vez una esttica para nuestro afn desaforado

    y legtimo de superacin personal (p. 7).

    Nos encontramos pues con un proyecto cultural

    para reformar radicalmente la educacin de los colombia-

    nos, en el cual se tiene explcitamente en cuenta la

    complementariedad entre ciencia y tecnologa por un lado,

    y por otro, cultura, humanidades y ciencias sociales. La

    manera de designar esta complementariedad puede variar,

    pero lo importante en todo caso es el principio: es un im-

    perativo tico cultural lograr un cambio radical del siste-ma de educacin para alcanzar la formacin integral de

    los colombianos. Ya la Misin de Ciencia y Tecnologa de

    1990 haba acertado al considerar el desarrollo cientfico y

    tecnolgico para Colombia desde una perspectiva de Cul-

    tura, Modernidad y Modernizacin (Vol. 2, Tomo II, pp.

    479-592), teniendo en cuenta la reflexin filosfica (Ho-

    yos 1990), y a la par con el estado de desarrollo e insercin

    social de las ciencias naturales, el de las ciencias sociales

    (Vol. 3, Tomo II).

    Por otro lado la nueva Misin ha sido enftica enafirmar cmo la educacin, entendida en el sentido anota-

    do anteriormente, es el principal recurso con el que conta-

    mos para el cambio, por lo cual es importante no slo in-

    sistir en lo que se ensea, sino tambin en cmo se plani-

    fica, organiza, financia y administra todo el sistema educa-

    tivo. Sin que fuera necesario entrar en el discurso de los

    post-, la Misin supo reconocer aquellos retos que se

    proyectan en La sociedad postcapitalista: el verdadero

    recurso dominante y factor de produccin absolutamente

    decisivo no es ya ni el capital, ni la tierra, ni el trabajo. Es

    el conocimiento. (Drucker 1994, p. 6). Esta afirmacin

    tiene como consecuencia: hay una cosa que s podemospredecir: el cambio ms grande ser en el conocimiento;

    en su forma y en su contenido; en su significado; en su

    responsabilidad; y en lo que significa ser una persona educa-

    da (ibid., p. 238).

    El objetivo de este ensayo es mostrar cmo estos

    planteamientos, si bien ntimamente ligados a los orgenes

    de la modernidad, pueden permitir, dado su nfasis ms

    Johann Gottlieb Fichte

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    Lo que Kant plantea aqu no es un dualismo que

    lleve a confusiones, sino un anlisis abre las posibilidades

    de un discurso constructivo acerca de las relaciones entre

    ciencia y tica. Se distinguen s las dos regiones, pero se

    las considera como constitudas por competencias del mis-

    mo hombre, capaz de relacionar en su vida una y otra,para comprenderlas como modos complementarios del

    actuar humano, necesarios para su realizacin histrica.

    El hombre es el autor de la ciencia y a la vez el sujeto de la

    tica. Slo l es capaz de establecer la relacin: un conoci-

    miento cientfico, referido al mundo como totalidad, y la

    reflexin moral sobre la persona como sujeto libre. Por

    ello no basta la admiracin entusiasta de la naturaleza y de

    la persona humana, hay que desarrollar la investigacin

    sobre una y otra, naturalmente de acuerdo con sus mto-

    dos especficos: slo esto puede liberarnos de falsos pre-

    juicios, de la supersticin, del dogmatismo y de los mora-

    lismos. Por eso concluye Kant: En una palabra: la ciencia

    (buscada con crtica e iniciada con mtodo) es la puerta

    estrecha que conduce a la sabidura, si por sta se entien-de, no solamente lo que debe hacerse, sino lo que ha de

    servir de gua a los maestros para allanar y hacer cognosci-

    ble el camino a la sabidura, que cada cual debe recorrer, y

    poner a los dems a cubierto de extravos: una ciencia cuya

    guardiana debe seguir siendo siempre la filosofa. (ibid.,

    p. 173).

    La filosofa relaciona la ciencia y la tica al mostrar

    cmo la naturaleza y sus leyes son idneas para los fines

    del hombre. Slo as es posible comprender la

    complementariedad entre razn terica y razn prctica.

    Mientras la primera se ocupa del conocimiento de los ob-jetos dados, la segunda tiene que ver con la produccin de

    realidades de acuerdo con una concepcin, una represen-

    tacin, una idea de dichas realidades, como por ejemplo,

    la constitucin de un pueblo, un sistema de enseanza, un

    cambio social, una obra de arte (Rawls 1993, pp. 93 y 117).

    En esto se apoya el optimismo de la modernidad con respec-

    to al aporte del conocimiento para el desarrollo de la socie-

    dad y a la vez de la persona: gracias a l se consolida la

    capacidad cientfico-tcnica para resolver los problemas

    relacionados con la naturaleza y con el mundo de la

    experiencia, y a la vez se toma conciencia de la competen-cia discursiva, crtica y moral para organizar la sociedad,

    emanciparse y desarrollarse cultural y polticamente en la

    historia.

    El no haber logrado la realizacin razonable y ar-

    mnica de estas dos tareas complementarias constituye la

    crisis de la modernidad. Quienes ms acertadamente sea-

    lan esta situacin lo hacen caracterizando nuestro presen-

    te como condicin postmoderna, desde la cual denun-

    cian en toda su radicalidad el sentido del cansancio y del

    agotamiento de los ideales de la Ilustracin. Una de las

    causas de la crisis de la modernidad radica en que hemosterminado por considerar ingenuamente que sus propues-

    tas y tareas se realizan en un nico tipo de racionalidad,

    cuando no inclusive en un slo modelo de ciencia y de

    desarrollo social, llamado hoy modernizacin. El reducir

    la modernidad a meros procesos de modernizacin, termi-

    na por hacer intil todo tipo de reflexin filosfica y de

    actividad cultural crtica.

    Dos cosas llenan el espritu con renovados

    y crecientes respeto y admiracin, cuanto

    ms reiterada y persistentemente se ocupa

    de ellas la reflexin: el cielo estrellado que

    est sobre m y la ley moral que hay en m...

    La primera arranca del sitio que yo ocupoen el mundo sensible externo, y ensancha el

    enlace en que yo estoy hacia lo inmensa-

    mente grande con mundos y ms mundos y

    sistemas de sistemas, y adems su principio

    y duracin hacia los tiempos ilimitados de

    su movimiento peridico. La segunda arran-

    ca de mi yo invisible, de mi personalidad y

    me expone en un mundo que tiene verdade-

    ra infinidad, pero slo es captable por el

    entendimiento... La primera visin de una

    innumerable multitud de mundos aniquila,

    por as decir, mi importancia como siendocriatura animal que debe devolver al plane-

    ta (slo un punto en el universo) la materia

    de donde sali despus de haber estado

    provisto por breve tiempo de energa vital

    (no se sabe cmo). La segunda visin, en

    cambio, eleva mi valor como inteligencia

    infinitamente, en virtud de mi personalidad,

    en la cual la ley moral me revela una vida

    independiente de la animalidad y aun de todo

    el mundo sensible, por lo menos en la medi-

    da en que pueda inferirse de la destinacinfinalista de mi existencia en virtud de esta

    ley, destinacin que no est limitada a las

    condiciones y lmites de esta vida (Kant

    1961, p. 171).

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    2.- La crisis de las ciencias y la renovacin del ethos cultu-

    ral

    Entre el 2 y el 7 de septiembre de 1934 tuvo lugar

    en Praga el VIII Congreso Internacional de Filosofa, para

    el cual envi Edmund Husserl, al no poder participar per-sonalmente, una ponencia, que le servira un ao ms tar-

    de como base, de su Conferencia de Viena (1935) sobre

    La filosofa en la crisis de la humanidad europea (Husserl

    1981): en ambos documentos se encuentran sus tesis en

    torno al proceso de positivizacin de las ciencias en rela-

    cin con la crisis de la cultura, que ha conducido al oculta-

    miento del mundo de la vida y al olvido de la subjetividad.

    Filosofa, -escribe Husserl-, es el rgano de una

    nueva forma de existencia histrica de la humanidad, de

    un modo de ser desde el espritu de la autonoma. La for-

    ma originaria de la autonoma es la de laautoresponsabilidad cientfica. La forma originaria de las

    culturas que proceden de este espritu son las ciencias, a

    su vez miembros dependientes de una ciencia plena y to-

    tal, la filosofa. (Husserl 1989, p. 240).

    Para el fundador de la fenomenologa esta idea de

    cultura cientfica est en crisis. La causa es el desarrollo

    trgico de la ciencia objetiva, su dispersin en espe-

    cializaciones y la expertocracia. El tecnificarse y el

    especializarse de la ciencia -si falta un movimiento en con-

    trario hacia la clarificacin de su sentido hasta lo ms pro-fundo y englobante, el universo filosfico,- es decadencia.

    Los especialistas se convierten, si mucho, en ingenieros

    ingeniosos de una tcnica espiritual, la cual puede posibi-

    litar en alguno de los campos del quehacer en el mundo,

    por ejemplo en la prctica econmica, una tcnica`

    extraordinariamente til en el sentido popular de la pala-

    bra. Ingenieros no son filsofos, no son en sentido estricto

    cientficos, a no ser que se deforme el concepto de ciencia

    en el sentido moderno. Su ingeniosidad permanece por

    tanto siendo ingeniosidad y la admiracin de que gozan

    descansa en lo que practican, no en lo que no logran, as

    muchas veces lo pretendan (ibid., p. 209).

    Esta posicin crtica frente a la positivizacin de la

    ciencia tiene su origen en la reflexin que hace Husserl

    desde finales de la Primera Guerra Mundial acerca de la

    decadencia del ethos cultural de Occidente. En esa poca

    pronunci ante los soldados que regresaban del campo de

    batalla sus famosas tres lecciones sobre el Ideal de hom-

    bre de Fichte, de las cuales la segunda se intitulaba: ElEdmund Husserl

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    orden tico del mundo como principio creador del mun-

    do (Husserl 1987, p. 267 ss.).

    Punto de partida de las Lecciones es su diagnstico

    con respecto al olvido de la tradicin filosfica por causa

    del positivismo cientfico: El dominio de esta filosofa (ladel idealismo) sobre los espritus fue reemplazada por el

    dominio de las nuevas ciencias exactas y de la cultura tc-

    nica determinada por ellas (ibid., p. 268). Este desplaza-

    miento de la filosofa por las ciencias le hace exclamar:

    Qu inoportuna es la farisica autojustificacin de las cien-

    cias exactas, qu injustos los juicios despreciativos acerca

    de la filosofa por parte de quienes han sido educados en

    las ciencias rigurosas de nuestro tiempo! (ibid., p. 270).

    La evaluacin que hace de la guerra no podra ser

    ms negativa: Lo que ha puesto al descubierto la guerra

    es la indescriptible miseria, no slo moral y religiosa, sinofilsofica de la humanidad (Husserl 1989, p. XII). Esto

    transforma todos los valores: Todo, ciencia, arte y cuanto

    siempre ha podido ser considerado como bien espiritual

    absoluto, se convierte en objeto de apologtica nacionalis-

    ta, de mercado y de mercanca nacionalista, de instrumen-

    to de poder(Ibid., p. 122). Los efectos ideolgicos de esta

    transmutacin de valores son patentes: La fraseologa y

    la argumentacin poltica, nacionalista y social tienen tan-

    to y ms poder que la argumentacin de la ms humanita-

    ria de las sabiduras (ibid., p. 117).

    A esta crtica corresponde por otro lado el entusias-

    mo que percibe Husserl en los jvenes, que al regresar de

    la guerra llenan las clases de filosofa, profundamente des-

    confiados de la retrica blica y de la manipulacin propa-

    gandstica de ideales filosficos, religiosos y nacionales,

    ahora en bsqueda de un trabajo acadmico autnomo,

    crtico frente a lo tradicional, inspirado por ideales

    fuertemente fundamentados en un saber autntico (Ibid.,

    p. 94).

    Con esta observacin, como signo de los tiempos,

    pensaba comenzar Husserl sus artculos sobre renovacincultural para la Revista Japonesa The Kaizo (Renovacin).

    Pero prefiere hacerlo desde la otra cara de la moneda, desta-

    cando el sentido trgico de la situacin: Renovacin es el

    clamor generalizado en nuestra actualidad lamentable y lo

    es en el mbito general de la cultura europea. La guerra,

    que la ha desolado desde el ao 1914 y que desde 1918

    slo ha cambiado los medios de coaccin militar por los

    ms refinados` de las torturas espirituales y de las necesi-

    dades econmicas moralmente depravantes, ha develado

    la falsedad interior, la falta de sentido de esta cultura. Y

    precisamente esta develacin significa la interrupcin de

    su impulso motriz (ibid., p. 3).

    Este sinsentido, en el que ha terminado la moderni-

    dad, amenaza con repetirse veinte aos ms tarde, como

    parece preverlo Husserl, en vsperas de la Segunda Gue-

    rra, en el final de su Conferencia de Viena (1935): La

    crisis de la existencia europea tiene solamente dos salidas:

    o la decadencia de Europa en un distanciamiento de su

    propio sentido racional de la vida, el hundimiento en la

    hostilidad al espritu y en la barbarie, o el renacimiento de

    Europa por el espritu de la filosofa mediante un heros-

    mo de la razn que triunfe definitivamente sobre el

    naturalismo. El peligro ms grande que amenaza a Euro-

    pa es el cansancio. (Husserl 1981, 172).

    Theodor W. adorno

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    A diferencia de los planteamientos pesimistas y

    fundamentalistas de los padres de la Teora Crtica de la

    Sociedad en su Dialctica de la Ilustracin (Adorno y

    Horkheimer 1969), partiendo de un diagnstico semejan-

    te acerca de la crisis de la cultura moderna y de su relacin

    con la ciencia, Husserl, uno de los filsofos de la cienciams importantes de su poca, piensa que es posible recupe-

    rar ese ethos cultural que reoriente responsablemente la

    actividad cientfica. Debemos dejar pasar sobre noso-

    tros como un Fatum` la decadencia de Occidente`? -pre-

    gunta en 1923- Este Fatum` slo se da, si nosotros mira-

    mos pasivamente - si pudiramos mirar pasivamente. Pero

    esto ni siquiera pueden hacerlo, quienes nos predican el

    Fatum` (ibid., p. 4). Precisamente por esto el sentido de

    la renovacin del ethos cultural es promisorio: Luchemos

    contra este peligro de los peligros como buenos europeos`

    con aquella valenta que no se arredra ni siquiera ante una

    lucha infinita, y entonces resucitar del incendio destruc-tor de la incredulidad, del fuego en que se consume toda

    esperanza en la misin humana de Occidente, de las ceni-

    zas del enorme cansancio, el fnix de una nueva interioridad

    de vida y de espiritualizacin, como prenda de un futuro

    humano grande y lejano: pues nicamente el espritu es

    inmortal (Husserl 1981, 172).

    Para los padres de la Teora Crtica de la Sociedad la

    ciencia ha llegado a su propia negacin: Si el cultivo y

    examen atento de la tradicin cientfica constituye un mo-

    mento importante del conocimiento, sobre todo cuandolos depuradores positivistas la condenan al olvido cual las-

    tre intil, en el estado actual de derrumbamiento de la civi-

    lizacin burguesa se ha vuelto inclusive cuestionable no

    slo la organizacin sino el sentido mismo de la ciencia.

    As escriben Adorno y Horkheimer en 1947 en el prlogo

    de Dialctica de la Ilustracin.

    En cambio Husserl, compartiendo como queda di-

    cho el diagnstico radical acerca de la decadencia de la

    cultura cientfica como causante de la barbarie, piensa que

    s tiene sentido una renovacin de la cultura cientfica. A

    quienes ya en 1935, haciendo eco a los prejuicios demoda, quisieran preguntar: No significa esto querer

    volver otra vez al error fatal de que la ciencia hace sabio al

    hombre, que la ciencia est llamada a crear una genuina

    humanidad feliz y duea de su destino? Quin tomar

    an en serio hoy en da tales pensamientos?; contesta:

    Tambin yo estoy convencido de que la crisis europea

    radica en una aberracin del racionalismo. Ms esto no

    autoriza a creer que la racionalidad como tal es perjudicial

    o que en la totalidad de la existencia humana slo posee

    una significacin subalterna (Husserl 1981, 160).

    De esta forma la crtica fenomenolgica al positi-

    vismo cientfico, al ser comprendido ste como deforma-

    cin del sentido de ciencia, abre un horizonte de recons-truccin del ethos cultural en la modernidad. En la Introduc-

    cin a la Lgica formal y lgica trascendental. Ensayo de

    una crtica de la razn lgica (1929) hace Husserl el si-

    guiente diagnstico acerca del hombre moderno de hoy

    da que, a diferencia del hombre moderno de la Ilustra-

    cin, no ve en la ciencia y en la nueva cultura formada por

    ella, una autoobjetivacin de la misma razn humana: para

    l la ciencia y su mtodo se han vuelto algo extrao, que

    en cierta forma enajena su mundo circundante y el mismo

    sentido de la vida. Pero siempre es posible reconocer en la

    ciencia y la tcnica ese producto maravilloso del espritu

    humano, que permite explicar nuestra situacin en el mun-do, prever sucesos, desarrollar procesos necesarios para la

    reproduccin material del mundo de la vida. El no recono-

    cer en la ciencia un producto del hombre mismo, lleva a

    que ese mundo de la vida se nos vuelva incomprensible, a

    que nos perdamos en l: preguntamos en vano por su

    finalidad`, por su sentido, otrora tan indudable porque era

    reconocido por entendimiento y voluntad (Husserl 1962,

    p. 9).

    La crisis para el fenomenlogo tiene sin embargo

    solucin: Ya que no nos basta la alegra de crear una tc-nica terica, de descubrir teoras con las que pueden ha-

    cerse tantas cosas tiles y ganar la admiracin del mundo

    -puesto que no podemos separar la autntica condicin

    humana de la vida vivida con radical responsabilidad pro-

    pia y, por ende, tampoco podemos separar la propia respon-

    sabilidad cientfica de la totalidad de responsabilidades de

    la vida humana en general-, debemos colocarnos por enci-

    ma de toda esa vida y de toda esa tradicin cultural y bus-

    car nosotros mismos, individualmente y en comunidad,

    por medio de reflexiones radicales, las posibilidades y ne-

    cesidades ltimas a partir de las cuales podamos tomar posi-

    cin acerca de lo que existe efectivamente, juzgndolo,valorndolo, actuando sobre ello (ibid.).

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    No es necesario desarrollar aqu aquellos aspectos

    en los cuales la teora de la accin comunicativa es

    dinamizadora de procesos culturales educativos, retomando

    as lo mejor de la modernidad como teora crtica (ver Hoyos

    1992, 1993). Interesa ms bien insistir para concluir en el

    sentido positivo de la reflexin filosfica sobre la culturacientfica, como un aporte a la renovacin del autntico

    ethos cultural, propuesto por la Misin de Ciencias, Edu-

    cacin y Desarrollo.

    En su reciente libro acerca de la moral como pre-

    cio y como premio de la modernidad, un ensayo sobre

    ciencia, tcnica y medio ambiente, propone Otfried Hffe

    (1993, pp. 291-296) como sntesis de sus reflexiones 10

    tesis sobre ciencia y responsabilidad (traducidas a

    continuacin), que yo quisiera llevar a tres principios uni-

    ficadores, que ayuden a sintetizar lo expuesto en estas refle-

    xiones:

    I - El principio responsabilidad articulado en la

    comunicacin: se trata por tanto de evitar los dos extre-

    mos en la reflexin sobre la cultura cientfica. Quienes

    consideran la necesidad de separar radicalmente ciencia y

    tica, optan por la neutralidad de aquella para maximizar

    su desarrollo; la respuesta desde el extremo opuesto suele

    ser el fundamentalismo moralista de quienes quisieran asu-

    mir una especie de magisterio infalible por parte de la filo-

    sofa. Se trata ms bien de tematizar, clarificar y articular

    socialmente el sentido de responsabilidad, en el que estncomprometidas tanto las ciencias, como la cultura, la tica

    y la reflexin filosfica misma. Dicha articulacin es el

    debate crtico y pblico, del cual los procesos educativos

    son lugar privilegiado, acerca del ethos cultural y del sen-

    tido del desarrollo material y social de una nacin. La

    responsabilidad no es slo de la crtica sino de las propues-

    tas que con la ayuda de la ciencia puedan hacerse para

    dinamizar los procesos sociales.

    Tesis 1: El debate sobre la responsabilidad no se

    debe llevar a cabo como en un tribunal, sino como un dis-

    curso.

    Tesis 2: Un discurso se puede ciertamente dejar

    inspirar por visiones; pero el discurso mismo consta de

    conceptos, argumentos y ponderacin de los argumentos.

    Tesis 3: La responsabilidad de las tareas y de las

    acciones se presenta al tribunal, al discurso y a las razones

    y motivos que lo constituyen, de acuerdo con las siguien-

    tes cuatro preguntas: 1) quin, 2) de qu, 3) ante quin, 4)

    y segn que criterios se es responsable?

    Tesis 4: Sin conciencia de responsabilidad se que-

    da todo discurso responsable en promesas ridas; sin sen-

    sibilidad por nuevas tareas llega la responsabilidad siem-pre tarde; sin criterios superiores por un lado, y sin la con-

    formacin de nuevas responsabilidades por otro, se redu-

    ce la responsabilidad en su conjunto a propsitos

    piadosos.(ibid. pp. 291-293).

    II - El principio de la ciencia y la tecnologa: si se

    reconoce que la ciencia es el resultado progresivo de acti-

    vidades racionales, en ella misma hay que depositar la con-

    fianza del saber, de sus aplicaciones, de posibles correccio-

    nes. La criticabilidad, caracterstica fundamental del co-

    nocimiento, es la nota promisoria de una educacin para

    la responsabilidad, para la mayora de edad, para un reno-vado ethos cultural, que capacite para reconocer los lmi-

    tes de la ciencia y la tcnica, para discernir la oportunidad

    de determinadas aplicaciones, para comprender el sentido

    ltimo de la racionalidad cientfica: siempre en relacin

    necesaria con lo razonable expuesto en los motivos del ac-

    tuar humano, en los principios de la participacin, de la

    equidad y del desarrollo sostenible, y en las concepciones

    de la vida digna. Por ello, un captulo importante de la res-

    ponsabilidad con respecto a la ciencia y la tecnologa es

    considerar muy positivamente aquellos campos en los que

    precisamente el desarrollo cientfico abre nuevas posibili-dades de accin social.

    Tesis 5: En una sociedad estructurada

    funcionalmente las ciencias son responsables de la cultura

    del saber: de los criterios, de las reas temticas y tambin

    de los intereses mismos del conocimiento. Al mismo tiem-

    po ofrecen las ciencias el modelo de una forma de vida, en

    la que no dominan los intereses econmicos y polticos,

    sino ms bien el conocimiento, que se deja criticar, y la

    creatividad intelectual.

    Tesis 6: Los cientficos, como profesionales, los es-tudiantes al menos por un tiempo, buscan en la ciencia

    como tal la realizacin y el sentido de sus vidas. Para

    poderlo lograr no deberan perderse ni en lo accidental ni

    en las actividades secundarias de la ciencia.

    Tesis 7: Es un consejo de la prudencia y un impe-

    rativo de la sinceridad el reconocer que las ciencias desa-

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    rrollan una nueva autocomprensin de s mismas. Sin en-

    tregar sus ideales humanos deberan ser conscientes de la

    ambivalencia de sus logros y adems de esto procurar que

    el proceso de civilizacin, aunque esto slo sea posible en

    el lmite, se oriente por una direccin querida y aceptada

    por el hombre.

    Tesis 8: El defenderse a s mismo de riesgos muy

    peligrosos es un consejo de la prudencia; un mandamiento

    de la justicia es no exponer a otros a tales riesgos sin con-

    tar con su aquiescencia. (ibid., pp. 294-296).

    III - El principio de la razn prctica: en lugar de

    una crtica radical, con base en aplicaciones ambivalentes

    del conocimiento cientfico y de resultados negativos, no

    slo es posible, sino que puede ser necesario, asumiendo

    el sentido radical de responsabilidad, orientar propositiva-

    mente el desarrollo de la ciencia: para fortalecer el procesomismo de modernizacin, para resolver con su ayuda los

    nuevos retos que ste pone de presente y para integrar cada

    vez ms razonablemente los aspectos del desarrollo mate-

    rial del mundo de la vida con los aspectos simblicos, cul-

    turales, ticos y polticos de la sociedad civil. Por ello una

    responsabilidad que no quiera llegar tarde, debe en cierta

    forma adelantarse creativamente al desarrollo cientfico,

    gracias a propuestas humanitarias que orienten las organi-

    zaciones, los procesos educativos y las polticas culturales.

    Tesis 9: Tambin aqu impera la sinceridad, paramodificar la autocomprensin de las ciencias, y adems

    para asumir la responsabilidad, que se sigue en parte del

    significado prctico de la investigacin bsica y en parte

    de su aplicabilidad, a veces ambivalente.

    Tesis 10: En lugar de andar siempre detrs de la

    investigacin, el discurso de la responsabilidad debera

    acompaarla, inclusive orientarla prospectivamente: si de

    todas formas el buho de Minerva slo vuela al atardecer,

    entonces por qu no al atardecer de la vspera? (ibid., p.

    296). fotografia publicada en Culturas. Suplemento de Diario, 16 Madrid,

    29 de Octubrede 1994. No 462

    Jurgen Habermas

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