Cien años de gratitud Cien años de...

19
Aniversario 110 años de El Granito de Arena Nueva sección Historias de familia Lectura sugerida Besos de Dios en la noche FER Santa Fe (Argentina) Cien años de gratitud Cien años de alegría

Transcript of Cien años de gratitud Cien años de...

Page 1: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

Aniversario110 años de El Granito de Arena

Nueva sección Historias de familia

Lectura sugeridaBesos de Dios en la noche

FER Santa Fe (Argentina)

Cien años de gratitudCien años de alegría

Page 2: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

4

58

10

121518212426

2830323334

Editorial: El fin exige los mejores medios

Mensaje del papa Francisco sobre nueva evangelización

La liturgia, encuentro con Cristo

Catequesis del santo padre sobre la muerte y la esperanza

Historias de familia

Palabras de santo

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

I Centenario de la UNER en Santa Fe (Argentina)

110 años: aniversario de El Granito de Arena

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

Cordialmente, una carta para ti

Con mirada eucarística

Lectura sugerida

Cartelera recomendada

Asuntos de familia. Agenda

Conoce y vive

Familia Eucarística Reparadora

Desde la fe

Sum

ario

33 Cartelera recomendada

Dios no está muerto (2)5 Discurso del papa:

La belleza de la feen Jesucristo

18 Misionero de la misericordia

Resonancias para hoyRevista y editorial

fundadas por san Manuel González García

en 1907

Edita:Misioneras Eucarísticas de NazaretTutor, 15-17, 28008 - MADRIDTfno.: 915 420 887E-mail: [email protected]

Imprime:Azul IbéricaISSN: 2340-1214Depósito Legal: M-12242-2016

En portada:Festejos del I Centenario de la UNER en la arquidiócesis de Santa Fe (República Argentina), que se ce-lebró el 15 de septiembre de 2017.

Boletín de suscripción a El Granito de Arena

Nombre y apellidos: _________________________________________________ DNI: _ _ _ _ _ _ _ _ - _Dirección: _____________________________________________________________________________Población: _____________________________________________________________ CP: _ _ _ _ _Provincia: ________________________________________________ Teléfono: _ _ _ _ _ _ _ _ _E-mail: _____________________________________________________ Móvil: _ _ _ _ _ _ _ _ _

Precio de la suscripción (marcar lo que corresponda): q España 15,00€ q Otros países: 35,00€q Europa 24,00€ q Bienhechor: 35,00€

Formas de pago (marcar lo que corresponda): q Giro postalq Transferencia bancaria

Bankia: IBAN ES16 2038 1826 1160 0069 7790Banco Popular: IBAN ES07 0075 0001 8606 0693 9575La Caixa: IBAN ES59 2100 0721 0802 0056 1498

q Domiciliación bancaria. Los datos de mi cuenta son:Nombre del titular: ___________________________________________________ DNI: _ _ _ _ _ _ _ _ - _Nº de cuenta: _ _ _ _ - _ _ _ _ - _ _ - _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Banco: _____________________________________

HacemosEl Granito de Arena

Dirección:Mónica Mª Yuan cordiviola

Equipo de Redacción

Miguel Ángel arribas sÁnchez

ana Mª caYuso Prados

Mª del valle caMino gago

Mª andrea chacón dalinger

ana Mª FernÁndez herrero

Manuel gonzÁlez lóPez-corPs

Teresa MarTínez esPejo

sergio Pérez baena

Manuel Ángel Puga

aurora Mª lóPez Medina

Mª del carMen ruiz izquierdo

lucrecio serrano Pedroche

Page 3: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

4

EDITORIALEl fin exige

los mejores medios

L os estudiosos del tema aún no logran po-nerse de acuerdo sobre la autoría de la co-nocida frase «el fin justifica los medios».

Más allá de que fuera Maquiavelo, Napoleón o algún teólogo alemán del siglo XVII, el Catecis-mo de la Iglesia Católica afirma que «El fin no justifica los medios. Así, no se puede justificar la condena de un inocente como un medio le-gítimo para salvar al pueblo. Por el contrario, una intención mala sobreañadida (como la va-nagloria) convierte en malo un acto que, de su-yo, puede ser bueno (como la limosna) (cf. Mt 6,2-4)» (n. 1.753).

La frase se ha utilizado fundamentalmente en el ámbito de la política y la moral. Sin em-bargo, la vida de toda persona está llena de fi-nes, de búsqueda de objetivos, de logros pen-dientes. Es propio del ser humano anhelar, de-sear, buscar, llenar su vida de sueños y expec-tativas. En esa búsqueda, obviamente, no to-dos los medios son lícitos ni deseables, tal co-mo afirma el Catecismo. La fe, la moral y la pro-pia conciencia nos ayudan a buscar los mejo-res medios para conseguir los fines que tanto deseamos alcanzar en nuestra vida laboral, fa-miliar, personal e, incluso, espiritual.

No es esta una realidad novedosa. Desde siempre se ha dado. Dios mismo se ve embar-cado en nuestro día a día (que es su perenne eternidad) en poner todos los medios para al-canzar su fin supremo: nuestra salvación. El envío del Hijo, la encarnación del Verbo no es sino esto mismo: un medio, el mayor medio, de su amor, ese amor apasionado y loco, capaz de entregar y entregarse a la muerte por nues-tra felicidad eterna.

Jesús también comprobó la urgencia de la aplicación de los mejores medios para cumplir su misión redentora: nacer en una humilde fa-

milia, predicar el amor del Padre, elegir doce apóstoles y confiar a todos los discípulos el mensaje de salvación.

Los cristianos de todos los tiempos no han cesado de buscar los mejores medios para trans-mitir la Buena Nueva. La predicación de los apóstoles, los abundantes escritos de los pa-dres de la Iglesia en los primeros siglos del cris-tianismo o la creación de universidades, son claros ejemplos de este anhelo evangelizador.

Vivimos actualmente un cambio de época o, como prefieren decir con acierto algunos, una época de cambios. Cambios tremendamen-te vertiginosos. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías ofrecen sendas novedo-sas y eficaces para continuar anunciando el mensaje cristiano.

San Manuel González, como tantos millones de cristianos a lo largo de su historia, hace 110 años quiso poner su granito de arena en la obra evangelizadora y comenzó a editar, quincenal-mente, ocho sencillas páginas con las que trans-mitir lo que él había recibido. Hoy, más de un siglo después, la revista que tienes en tus ma-nos intenta seguir siendo el medio que exige este fin tan importante como urgente.

Los tiempos han cambiado y el papel está dejando un hueco a la digitalización. Ambos están conviviendo y El Granito de Arena sigue persiguiendo el fin eucaristizador que le im-primió el apóstol de la Eucaristía el 8 de no-viembre de 1907. Porque un fin tal exige los mejores medios, EGDA quiere seguir siendo «revista de acción eucarística», un medio (cree-mos que el más apropiado para nuestros días) transmisor de la Buena Noticia que necesita nuestro mundo. Sea en versión papel, web o aplicación móvil, El Granito de Arena sigue eu-caristizando la vida de miles de personas. «

5

Nueva evangelización

L a celebración del vigésimo quin-to aniversario de la Constitución apostólica Fidei depositum, con la

que san Juan Pablo II, a los treinta años de la apertura del Concilio Ecuméni-co Vaticano II, promulgó el Catecismo de la Iglesia Católica, es una oportuni-dad significativa para verificar el ca-mino recorrido desde entonces.

San Juan XXIII quiso y deseó el Concilio, no para condenar errores, sino sobre todo para hacer que la Igle-sia lograra presentar con un lenguaje renovado la belleza de su fe en Jesu-cristo. «Es necesario –afirmaba el pa-pa en su Discurso de apertura– que la Iglesia no se aparte del sacro patrimo-nio de la verdad, recibido de los pa-dres; pero, al mismo tiempo, debe mi-rar a lo presente, a las nuevas condi-

ciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico» (11 octubre 1962). «De-ber nuestro –continuaba el pontífi-ce– no es solo custodiar ese precioso tesoro, como si únicamente nos pre-ocupara su antigüedad, sino dedicar-nos también, con diligencia y sin te-mor, a la labor que exige nuestro tiem-po, prosiguiendo el camino que des-de hace veinte siglos recorre la Igle-sia» (ibíd.).

Tarea y misión«Custodiar» y «proseguir» es la ta-rea que le compete a la Iglesia, en ra-zón de su misma naturaleza, para lo-grar que la verdad impresa en el anun-cio del Evangelio por parte de Jesús alcance su plenitud hasta el fin de los tiempos. Se trata de una gracia conce-dida al Pueblo de Dios, pero también de una tarea y una misión de la que nos sentimos responsables, para anun-ciar de una manera nueva y más ínte-gra el Evangelio de siempre a los hom-

bres de hoy. Con la alegría que brota de la esperanza cristiana, y provistos de la «medicina de la misericordia» (ibíd.), nos acercamos pues a los hom-bres y mujeres de nuestro tiempo pa-ra que descubran la riqueza inagota-ble de la persona de Jesucristo.

Al presentar el Catecismo de la Iglesia Católica, san Juan Pablo II afir-maba que un Catecismo «debe tener en cuenta las declaraciones doctrina-les que en el decurso de los tiempos el Espíritu Santo ha inspirado a la Igle-sia. Y es preciso que ayude también a iluminar con la luz de la fe las situa-ciones nuevas y los problemas que en otras épocas no se habían planteado aún» (Const. ap. Fidei depositum, 3).

Este Catecismo, por tanto, cons-tituye un instrumento importante, no solo porque presenta a los creyentes las enseñanzas de siempre, para cre-cer en la comprensión de la fe, sino también y sobre todo porque preten-de que los hombres de nuestro tiem-po, con sus nuevas y diversas proble-máticas, se acerquen a la Iglesia, que se esfuerza por presentar la fe como la respuesta verdaderamente signifi-cativa para la existencia humana en este momento histórico particular. No basta, por tanto, con encontrar un

La belleza de la feen Jesucristo

Con ocasión del XXV aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica, el Consejo pontificio para la Nueva Evangelización organizó un encuentro. El papa Francisco recibió a los participantes el 11 de octubre y les dirigió el siguiente discurso.

Una lectura rígida de la doctrina implica

humillar la acción del Espíritu Santo

Page 4: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

76

lenguaje nuevo para proclamar la fe de siempre; es necesario y urgente que, ante los nuevos retos y perspec-tivas que se abren para la humanidad, la Iglesia pueda expresar esas nove-dades del Evangelio de Cristo que se encuentran contenidas en la Palabra de Dios pero aún no han visto la luz. Este es el tesoro de las «cosas nuevas y antiguas» del que hablaba Jesús cuando invitaba a sus discípulos a que enseñaran lo nuevo que él había ins-taurado sin descuidar lo antiguo (cf. Mt 13,52).

Himno al amorEl evangelista Juan escribió una de las páginas más bellas de su Evangelio al transmitirnos la llamada «oración sacerdotal» de Jesús. Antes de afron-tar su pasión y su muerte, Jesús se di-rige al Padre manifestando su obe-diencia mediante el cumplimiento de la misión que se le había confiado. Sus palabras son un himno al amor, y con-tienen también la súplica para que los discípulos sean custodiados y prote-gidos (cf. Jn 17,12-15). De la misma forma, Jesús ora por los que más ade-lante creerán en él gracias a la predi-cación de sus discípulos, para que también ellos sean congregados y per-manezcan unidos (cf. Jn 17,20-23). Con la expresión: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesu-cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús.

Como se sabe, conocer a Dios no consiste en primer lugar en un ejerci-cio teórico de la razón humana sino en un deseo inextinguible inscrito en el corazón de cada persona. Es un co-nocimiento que procede del amor, porque hemos encontrado al Hijo de Dios en nuestro camino (cf. Carta enc. Lumen fidei, 28). Jesús de Naza-ret camina con nosotros para intro-ducirnos con su palabra y con sus sig-nos en el misterio profundo del amor del Padre. Este conocimiento se afian-za, día tras día, con la certeza de la fe

de sentirse amados y, por eso, forman-do parte de un designio lleno de sen-tido. Quien ama busca conocer aún más a la persona amada para descu-brir la riqueza que lleva en sí y que ca-da día se presenta como una realidad totalmente nueva.

Experiencia de conocimiento Por este motivo, nuestro Catecismo se entiende a la luz del amor como experiencia de conocimiento, de con-fianza y de abandono en el misterio. El Catecismo de la Iglesia Católica, al delinear los puntos estructurales que lo componen, retoma un texto del Ca-tecismo Romano, lo hace suyo, pro-poniéndolo como clave de lectura y de aplicación: «Toda la finalidad de la doctrina y de la enseñanza debe ser puesta en el amor que no acaba. Por-que se puede muy bien exponer lo que es preciso creer, esperar o hacer; pero sobre todo debe resaltarse que el amor de nuestro Señor siempre pre-valece, a fin de que cada uno com-prenda que todo acto de virtud per-fectamente cristiano no tiene otro ori-gen que el amor, ni otro término que el amor» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 25).

En esta perspectiva, me gustaría referirme a un tema que debería ser tratado en el Catecismo de la Iglesia Católica de una manera más adecua-da y coherente con estas finalidades mencionadas. Me refiero de hecho a la pena de muerte. Esta cuestión no se puede reducir al mero recuerdo de un principio histórico, sin tener en cuenta no solo el progreso de la doc-trina llevado a cabo por los últimos pontífices, sino también el cambio en la conciencia del pueblo cristiano, que rechaza una actitud complaciente con

respecto a una pena que menoscaba gravemente la dignidad humana.

La pena de muerteHay que afirmar de manera rotunda que la condena a muerte, en cualquier circunstancia, es una medida inhu-mana que humilla la dignidad de la persona. Es en sí misma contraria al Evangelio porque con ella se decide suprimir voluntariamente una vida humana, que es siempre sagrada a los ojos del Creador y de la que solo Dios puede ser, en última instancia, su úni-co juez y garante. Jamás ningún hom-bre, «ni siquiera el homicida, pierde su dignidad personal» (Carta al Pre-sidente de la Comisión Internacional contra la pena de muerte, 20/3/ 2015), porque Dios es un Padre que siem-pre espera el regreso del hijo que, consciente de haberse equivocado, pide perdón y empieza una nueva vi-da. Por tanto, a nadie se le puede qui-tar la vida ni la posibilidad de una re-dención moral y existencial que re-dunde en favor de la comunidad.

En los siglos pasados, cuando no se tenían muchos instrumentos de defensa y la madurez social todavía no se había desarrollado de manera positiva, el recurso a la pena de muer-te se presentaba como una consecuen-cia lógica de la necesaria aplicación de la justicia. Lamentablemente, tam-bién en el Estado Pontificio se acu-dió a este medio extremo e inhuma-no, descuidando el primado de la mi-sericordia sobre la justicia. Asumimos la responsabilidad por el pasado, y re-conocemos que estos medios fueron impuestos por una mentalidad más legalista que cristiana. La preocupa-ción por conservar íntegros el poder y las riquezas materiales condujo a sobrestimar el valor de la ley, impi-diendo una comprensión más pro-funda del Evangelio. Sin embargo, per-manecer hoy neutrales ante las nue-vas exigencias de una reafirmación de la dignidad de la persona nos haría aún más culpables.

Aquí no estamos en presencia de ninguna contradicción con la ense-ñanza del pasado, porque la Iglesia siempre ha enseñado de manera co-herente y autorizada la defensa de la dignidad de la vida humana, desde el primer instante de su concepción has-ta su muerte natural. El desarrollo ar-mónico de la doctrina, sin embargo, requiere que se deje de sostener afir-maciones en favor de argumentos que ahora son vistos como definitivamen-te contrarios a la nueva comprensión de la verdad cristiana.

Además, como ya mencionaba san Vicente de Lerins: «Quizá alguien di-ga: ¿Ningún progreso de la religión es entonces posible en la Iglesia de Cris-to? Ciertamente que debe haber pro-greso, y muy grande. ¿Quién podría ser tan hostil a los hombres y tan con-trario a Dios que intentara impedir-lo?» (Conmonitorium, 23.1: PL 50). Es necesario, por tanto, reafirmar que por grave que haya sido el delito co-metido la pena de muerte es inadmi-sible, porque atenta contra la inviola-bilidad y la dignidad de la persona. «La Iglesia, en su doctrina, en su vi-

da y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree» (Dei Ver-bum, 8). Durante el Concilio, los Pa-dres no pudieron encontrar una ex-presión más afortunada para explicar de manera sintética la naturaleza y la misión de la Iglesia. No solo con la «doctrina», sino también con la «vi-da» y con el «culto» se le ofrece a los creyentes la capacidad de ser Pueblo de Dios. Con una sucesión de verbos, la Constitución dogmática sobre la divina Revelación expresa la dinámi-ca progresiva del proceso: «Esta Tra-dición progresa […] crece […] tien-de constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios» (ibíd.).

Progresar en la doctrinaLa Tradición es una realidad viva y solo una mirada superficial puede ver el «depósito de la fe» como algo es-tático. La Palabra de Dios no puede ser conservada con naftalina, como si se tratara de una manta vieja que hay que proteger de la polilla. ¡No! La Palabra de Dios es una realidad di-

námica, siempre viva, que progresa y crece porque tiende hacia un cumpli-miento que los hombres no pueden detener. Esta ley del progreso, según la feliz formulación de san Vicente de Lerins: «Annis consolidetur, dilatetur tempore, sublimetur aetate» (Conmo-nitorium, 23.9: PL 50), pertenece a la peculiar condición de la verdad reve-lada en cuanto que es transmitida por la Iglesia, y no comporta de manera alguna un cambio de doctrina.

No se puede conservar la doctri-na sin hacerla progresar, ni se la pue-de atar a una lectura rígida e inmuta-ble sin humillar la acción del Espíri-tu Santo. «Dios, que muchas veces y en diversos modos habló en otros tiempos a los padres» (Hb 1,1), «ha-bla sin intermisión con la Esposa de su amado Hijo» (Dei Verbum, 8). Es-tamos llamados a hacer nuestra esta «voz», mediante una actitud de «es-cucha religiosa» (ibíd., 1), para que nuestra vida eclesial progrese con el mismo entusiasmo de los comienzos, hacia esos horizontes nuevos a los que el Señor nos quiere llevar.

Papa Francisco

La pena de muerte es una medida inhumana, que siempre humilla la dignidad de la persona

«Jesús entrega las llaves a Pedro». Detalle de la fachada de la Basílica de San Pedro (Vaticano).

Page 5: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

98

La liturgia, encuentro con Cristo

E n efecto, Cristo, el Enviado pa-ra anunciar la salvación a los po-bres, ha de manifestarse en nues-

tras obras y en nuestra celebración. A profundizar en ello puede ayudar-nos la oración con el prefacio V de Adviento.

Cristo Señor Nuestro es la gran razón y motivo de nuestra forma de vivir y de nuestra acción de gracias: nuestra Eucaristía. En la celebración de la Misa todos los prefacios desa-rrollan, en su parte central, la temáti-ca de la acción de gracias (lex orandi) que ilumina nuestra manera de seguir a Cristo (lex agendi). En su inicio se nos invita a levantar el corazón agra-decidos por la obra de salvación rea-lizada por la persona de Cristo, en obediencia a la voluntad del Padre y con la fuerza del Espíritu Santo. En efecto, Jesucristo se encuentra en el centro de nuestra acción de gracias. Y así, contemplando los diversos as-pectos del misterio de Cristo, nues-tro dar gracias se colorea según el tiempo litúrgico o la fiesta que se ce-lebre. Esto explica que haya diversos prefacios.

Los prefacios de AdvientoEn el Misal tridentino (1570) no había ningún prefacio para el tiempo de Ad-viento; el Misal romano de Pablo VI introduce dos con material de la pri-mitiva tradición romana. El Misal en

lengua española presenta, además, otros dos prefacios de nueva compo-sición (una con material hispano-mo-zárabe [III] y otra con material am-brosiano [IV]). Además, el Misal en español para Argentina se enriquece con la incorporación de un V prefa-cio que lleva por título: «La prome-sa del Salvador». Desde este pode-mos profundizar en esta Jornada de noviembre que anuncia «la salvación a los pobres».

Ciertamente, este prefacio V acen-túa un bello título cristológico (Sal-vador), reconoce el cumplimiento de las promesas de la primera Alianza y contempla el tiempo de la venida (Adviento) como tiempo de la mise-ricordia y la fidelidad divinas en fa-vor de los hombres débiles y, por en-de, pecadores.

Los prefacios I y II nos recuerdan la doble venida del Señor (aguardan-do la escatológica: al final de los tiem-pos; y la histórica: recordando su pre-sencia en nuestra carne). El prefacio III nos hace ver que su venida es, más bien, triple: a cada uno de nosotros en el hoy del encuentro con «cada

persona y en cada acontecimiento». El IV es una bella contemplación de lo que acaece en María, la Hija de Sión, Madre de esperanza.

El prefacio V –que ofrece solo la versión argentina– ahonda en el te-ma de la salvación que amanece para nosotros. Así lo había anunciado el ángel a los pastores: «Ha nacido pa-ra vosotros un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11). Todos los prefa-cios celebran una misma finalidad sal-vífica: Cristo viene como Salvador con proyección universal (cf. Tit 2,11).

Por nuestra salvación bajó del Cielo«Él es el Salvador» confesamos en el prefacio; de ahí su nombre Enma-nuel: Dios está con nosotros superan-do la muralla del pecado: nos ofrece liberación de su yugo por medio de Jesús que «salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt 1,21).

Él es único: «En ningún otro hay salvación; porque no hay otro nom-bre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos» (Hch 4,12). Es el Salvador y Rey que nos libera del príncipe de la mentira, pues, la presencia de la verdad instruye a los ignorantes, su santidad justifica a los pecadores y su fuerza es sostén pa-ra los débiles y los pobres.

La aceptación del Salvador supo-ne la confesión de su señorío con pa-labras: «Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y en tu corazón crees que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia y con la boca se con-fiesa para salvación» (Rom 10,8-10). Pero, también con obras: «Arrepen-

tíos, y que cada uno se bautice en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch 2,37-38). La conversión personal es la gran actitud del cre-yente que acepta el don de la santidad divina que justifica (cf. Ef 2,8-9) y en cuya vida se manifiesta la misericordia y la fideli-dad del Padre.

El cumplimiento de las promesasRezar con este prefacio llena de esperanza al pobre, ya que el recuerdo de la Presencia histórica (Encarnación) abre a la cer-teza de que amanezca un Día de salvación. La esperanza se trans-forma en confianza de hijos alegres, que con el don del Espíri-tu, cantan al Padre en la espera de la gloriosa y segunda venida del Salvador y siguen «obrando su propia salvación con temor y temblor» (Flp 2, 12).

El domingo XXXIII, Jornada Mundial de los Pobres, anticipa el tono del Adviento que nos invita a recordar las profecías en fa-vor de los excluidos y necesitados. Por eso, el Catecismo enseña: «Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salva-ción que incluirá a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor (cf. So 2,3) quie-nes mantendrán esta esperanza. Las mujeres santas como Sara, Rebeca, Raquel, Miriam, Débora, Ana, Judit y Ester conservaron viva la esperanza de la salvación de Israel» (n. 64). Y Dios cum-ple sus promesas siempre (cf. 2 Cor 1,20) aunque nos sorprenda la forma en que las cumple.

Las lecturas bíblicas de estos días ayudan a que se acrecien-te la alegría porque la salvación de Dios, realizada una vez por todas por Cristo Jesús y por el Espíritu Santo, se hace presente en las acciones sagradas de la liturgia de la Iglesia, particularmen-te en los siete sacramentos. Con esta alegría filial nos acercamos al trono del Padre «para alcanzar misericordia y hallar gracia» (Heb 4,16) para nosotros y para toda la humanidad. Es esta ex-periencia de comunión con Él la que nos hace «repartir nues-tros bienes con los necesitados» imitando así la generosidad de quien «siendo rico se hizo pobre por nosotros» (2 Cor 8, 9).

A punto de acabar el Año Litúrgico, con este prefacio contem-plamos la salvación no solo como algo que ocurrirá en el último día sino como algo que todo hombre –en cualquiera de sus for-mas de exclusión, marginación o debilidad– puede experimentar en la Iglesia. Ahí se descubre la fuerza que sostiene a los débiles.

Manuel G. López-Corps, Pbro.

Orar con el prefacio V de AdvientoUn Salvador para los pobres

El papa Francisco en la Carta apostólica Misericordia et misera, clausurando el Año de la Misericordia, anunciaba la institución de una Jornada Mundial de los Pobres. Este día, penúltimo domingo del Año Litúrgico, sería «la preparación más adecuada para vivir la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, el cual se ha identificado con los pequeños y los pobres, y nos juzgará a partir de las obras de misericordia» (cf. Mt 25).

Este prefacio contempla el tiempo de Adviento

como tiempo de misericordia divina

Prefacio V de Adviento: La promesa del Salvador

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvacióndarte gracias siempre y en todo lugar,Señor, Padre Santo,Dios todopoderoso y eterno,por Cristo Señor nuestro.

Porque Él es el Salvadorque en tu misericordia y fidelidadprometiste al hombre extraviado,para que su verdad instruyera a los ignorantes,su santidad justificara a los pecadoresy su fuerza sostuviera a los débiles.

Al acercarse el tiempo en que ha de llegar tu Enviadoy amanece el día de nuestra salvación,llenos de confianza en tus promesas,cantamos, Padre, con filial alegría,el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…

Page 6: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

1110

Ante la muerte

H oy quisiera confrontar la espe-ranza cristiana con la realidad de la muerte, una realidad que

nuestra civilización moderna tiende cada vez más a cancelar. Así, cuando la muerte llega, para quien está cerca o para nosotros mismos, no nos en-contramos preparados, incluso sin un alfabeto adecuado para esbozar pala-bras de sentido entorno a su misterio, que de todos modos permanece. Y, sin embargo, los primeros signos de civilización humana han transitado precisamente a través de este enigma. Podríamos decir que el hombre ha na-cido con el culto de los muertos.

Otras civilizaciones, antes de la nuestra, han tenido la valentía de mi-rarla a la cara. Era un suceso contado por los ancianos a las nuevas genera-ciones, como una realidad ineludible que obligaba al hombre a vivir para algo absoluto. Recita el Salmo 90: «Enséñanos a contar nuestros días para que entre la sabiduría en nues-tro corazón» (v. 12). ¡Contar los pro-pios días hace que el corazón se con-

vierta en sabio! Palabras que nos lle-van a un sano realismo, rompiendo el delirio de omnipotencia. ¿Qué somos nosotros? Somos «casi nada», dice otro Salmo (cf. 88,48); nuestros días pasan rápido: aunque viviéramos cien años, al final nos parecería todo un suspiro. Muchas veces he escuchado a ancianos decir: «La vida me ha pa-sado como un suspiro...».

Buscar lo esencialAsí la muerte desnuda nuestra vida. Nos hace descubrir que nuestros ac-tos de orgullo, de ira y de odio eran vanidad: pura vanidad. Nos damos cuenta con pesar de que no hemos amado suficiente y de que no hemos buscado lo que era esencial. Y, al con-trario, vemos lo bueno que realmen-te hemos sembrado: los afectos por los cuales nos hemos sacrificado, y que ahora nos tienen de la mano.

Jesús ha iluminado el misterio de nuestra muerte. Con su comporta-miento nos autoriza a sentirnos doli-dos cuando una persona querida se va. Él se turbó «profundamente» de-lante de la tumba del amigo Lázaro, y «se echó a llorar» (Jn 11,35). En esta actitud suya sentimos a Jesús muy cerca, nuestro hermano. Él lloró por su amigo Lázaro. Y entonces Jesús re-za al Padre, fuente de la vida, y orde-

na a Lázaro salir del sepulcro. Y así sucede. La esperanza cristiana se ba-sa en esta actitud que Jesús asume contra la muerte humana: está pre-sente en la creación, pero es, sin em-bargo, una cicatriz que desfigura el designio de amor de Dios, y el Salva-dor quiere sanarnos.

Entre la fe y el miedoEn otro momento, los Evangelios ha-blan de un padre que tiene la hija muy enferma, y se dirige con fe a Je-sús para que la salve (cf. Mc 5,21-24.35-43). Y no hay una figura más conmovedora que la de un padre o una madre con un hijo enfermo. Y en seguida Jesús se encamina con ese hombre, que se llama Jairo. En cier-to momento llega alguien de la casa de Jairo y le dice que la niña está muer-ta, y ya no es necesario molestar al Maestro. Pero Jesús dice a Jairo: «No temas, solo ten fe» (Mc 5,36). Jesús sabe que ese hombre tiene la tenta-ción de reaccionar con rabia y des-esperación, porque la niña ha muer-to, y él aconseja cuidar la pequeña llama que está encendida en su co-razón: la fe. «No temas, solo ten fe». «¡No tengas miedo, continúa solo teniendo encendida esa llama!». Y después, al llegar a casa, despertará a la niña de la muerte y la devolverá viva a sus seres queridos.

Jesús nos pone en esta cima de la fe. A Marta, que llora por la desapa-rición del hermano Lázaro, le presen-ta la luz de un dogma: «Yo soy la re-surrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» (Jn 11,25-26). Es lo que Jesús repite a cada uno de nosotros cada vez que

Jesús vendrá… y nos tomará de la manoTradicionalmente, el mes de noviembre, con la Conmemoración de los Fieles Difuntos el día 2, es un mes en el que se aviva el recuerdo de los seres queridos que ya cruzaron el umbral de esta vida. El papa Francisco, el pasado 18 de octubre, en su ciclo de catequesis dedicadas a la esperanza cristiana, reflexionó sobre el ineludible momento de la muerte. Sus palabras, sin duda, nos ayudarán a vivir la partida de aquellos a quienes amamos, así como la conciencia de que ese momento llegará para cada uno, con serena confianza. Estas son sus palabras:

la muerte viene a romper el tejido de la vida y de los afectos. Toda nuestra existencia se juega aquí, entre el lado de la fe y el precipicio del miedo. Di-ce Jesús: «Yo no soy la muerte, yo soy la resurrección y la vida, ¿tú crees es-to? ¿tú crees esto?». Nosotros, ¿cree-mos esto?

Puerta y rayo de luzTodos somos pequeños e indefensos ante el misterio de la muerte. Pero, ¡qué gracia si en ese momento custo-diamos en el corazón la llama de la fe! Jesús nos tomará de la mano, como

tomó a la hija de Jairo, y repetirá una vez más: «Talitá kum», «muchacha, levántate» (Mc 5,41). Lo dirá a no-sotros, a cada uno de nosotros: «¡Le-vántate, resucita!».

Yo os invito, ahora, a cerrar los ojos y a pensar en ese momento de nues-tra muerte. Cada uno de nosotros que piense en la propia muerte, y se ima-gine ese momento que llegará, cuan-do Jesús nos tomará de la mano y nos dirá: «Ven, ven conmigo, levántate». Ahí terminará la esperanza y será la realidad, la realidad de la vida. Pensad bien: Jesús mismo vendrá donde ca-

da uno de nosotros y nos tomará de la mano, con su ternura, su manse-dumbre, su amor. Y cada uno sienta en su corazón la palabra de Jesús: «¡Le-vántate, ven. Levántate, ven. Levánta-te, resucita!».

Esta es nuestra esperanza ante la muerte. Para quien cree, es una puer-ta que se abre de par en par; para quien duda es un rayo de luz que se filtra por una puerta que no se ha cerrado del todo. Pero para todos nosotros será una gracia cuando esta luz, del en-cuentro con Jesús, nos iluminará.

Papa Francisco

Toda nuestra vida se juega entre el lado de la fe y el precipicio del miedo ante la muerte

«Cristo resucita a la hija de Jairo». Friedrich Overbeck, 1815. Gemäldegalerie (Berlín, Alemania).

Page 7: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

12 13

Historias de familia

E l gobierno de Canalejas intenta-ba entonces poner en marcha una ley que impediría el estable-

cimiento en España de nuevas con-gregaciones religiosas, una ley que en-tendió necesaria en tanto que en nues-tro país se refugiaban entonces mu-chas de las congregaciones francesas que huían de la ley de separación pro-mulgada en Francia en 1905.

Sin embargo, el rey Alfonso XIII desafió el mandato del Jefe de Go-bierno y finalmente apareció en la Iglesia de San Francisco el Grande en el momento de la clausura del Con-greso Eucarístico, una acción esta del monarca que fue muy comentada y criticada por la prensa. La Sede de Pe-dro la ocupaba el papa Pío X, el papa eucarístico como se le conoció y co-mo en ocasiones le llamó san Manuel González.

El papa eucarísticoPío X había promulgado en 1905, tras las consideraciones de la Sagrada Con-gregación del Concilio, el decreto Sa-cra Tridentina Synodus por el que se facilitaba la Comunión diaria de to-dos los fieles. Hasta entonces había habido en la Iglesia muchas restriccio-nes para recibir la Eucaristía, hasta el punto de que no era para nada habi-tual recibirla con frecuencia. Este mis-mo pontífice, mediante el decreto Quam singulari el 8 de agosto de 1910, estableció la edad del uso de razón, los siete años, como la suficiente pa-

ra recibir la Comunión. L’Osservatore Romano al rememorar en su número del 8 de agosto de 2010 el centenario de este decreto hablaba de una verda-dera «revolución eucarística», esta que puso en marcha san Pío X.

Roma y Huelva no están cerca, sin embargo, la gracia del Espíritu hizo que un buen párroco que había com-probado el abandono de la Eucaris-tía y también la acción benefactora del sacramento en los fieles, promo-viera, a la vez que lo hacían las dispo-siciones de las Congregaciones roma-nas promulgadas por el pontífice, la devoción por la Eucaristía buscando en los pueblos españoles el remedio a su abandono.

Todas estas circunstancias se vi-ven el aquellos meses de 1911, en los que se prepara en Madrid el Congre-so Eucarístico, en el que se estrenará un cántico todavía hoy muy popu-lar: Cantemos al amor de los amores; en el que los seises de la catedral de Sevilla estuvieron ante el Santísimo, pero en la plaza de Cibeles y no en el patio de la Armería del Palacio Real, tal como lo anunciaba la prensa (cf. ABC, 17 de junio de 1911). Don Ma-nuel Siurot escribiría para el Congre-so tres Memorias que publicará en El Granito sobre la Comunión frecuen-te y la Comunión de los niños. Don Manuel González no faltó a este acon-tecimiento: «El Granito de Arena, re-presentado por su Director, su Redac-ción y su Administración en pleno,

Las 30.000 Marías de Santander1911-1919

también va a Madrid, a ver, a oír, a ha-blar, a aplaudir, a aprender, a alegra-se, a echar remiendos de alientos e inspiraciones a su vida y a tomar in-halaciones de buenos ejemplos y de optimismos saludables» (El Granito de Arena, n. 87, 20/06/1911, p. 1). Sospechamos cierta guasa andaluza en este anuncio, pues ¿quién era el di-rector, la redacción y la administra-ción de El Granito sino él mismo?

Las Marías en SantanderPues bien, en aquel momento, en 1911, la iniciativa del arcipreste de Huelva se extenderá hacia la otra punta de España, y la Obra de las Marías de los Sagrarios pondrá en marcha su acción reparadora en una provincia muy ale-jada de Huelva, Santander, donde en-contró un arraigo muy especial. Se-rían muchas las almas piadosas y los buenos sacerdotes montañeses que siguieran la cadena de acompañamien-to a Jesús sacramentado. Don Ansel-mo Bracho había sido profesor del se-minario de Sevilla, donde tuvo un alumno brillante, piadoso y con una «ardiente devoción a la Sagrada Eu-caristía y a la Inmaculada», Manuel González.

Don Anselmo sería después pá-rroco en varios pueblos montañeses. Este sacerdote, preocupado también por la cuestión social y por la educa-ción, será el encargado de poner en marcha la Obra de las Marías en Puen-

te Viesgo, precisamente en los meses anteriores a la celebración del XXII Congreso Eucarístico Internacional. Una carta al director de El Granito de Arena, que se publicaba en esta revis-ta (cf. 5/8/1911, pp. 8-11) firmada por una de aquellas primeras Marías santanderinas, nos da detalles de có-mo don Anselmo se dio cuenta de la necesidad de establecer en aquella provincia esta Obra y cómo poco des-pués el arcipreste de Huelva, aprove-chando su viaje al Congreso de Ma-drid, se desplazaría hasta Santander donde, además de dar alguna confe-rencia sobre la acción social cristiana (El Granito de Arena, n. 89, 20/7/1911, pp. 7-11), celebraría la función inau-gural de la Obra de las Marías en la Iglesia de San Francisco el 9 de julio de 1911, pocos meses después de que hubieran recibido, el 11 de abril de 1911, el plácet para su constitución del obispo de Santander, D. Vicente Santiago Sánchez de Castro.

En los anales de la historiaPrecisamente del libro de Santiago Díez Llama, La situación socio-religio-sa de Santander y el obispo Sánchez de Castro (1844-1920), he podido ex-traer datos de interés para abordar es-te tema. Por ejemplo, a través de esta obra he tenido noticia de un acto mul-titudinario organizado por las Marías de Santander ha hecho ahora justo un siglo, en octubre de 1917 y en el que participó el Sr. obispo de la dió-cesis. Estando la Guerra Mundial en aquel momento en plena efervescen-cia y habiendo solicitado el santo pa-dre oraciones con el fin de que esta cesara, las Marías de Santander orga-nizaron una peregrinación al Santua-

rio de Soto en Iruz que tuvo muchos seguidores, hasta allí se dirigieron pi-diendo paz para esa Europa en gue-rra. En El Granito quedó constancia de ello (El Granito de Arena, n. 243, 5/11/1917, p. 491).

Pues bien, en el texto publicado en El Granito dando cuenta del esta-blecimiento en Santander de la Obra, se menciona una particularidad con la que nacen las Marías montañesas, la intención de constituir coros de diez personas con la finalidad de ob-tener fondos para arreglar los muchos Sagrarios abandonados de aquella re-gión. En este punto se menciona la cifra de 3.000 miembros, toda vez que cada una de las 300 que se habían aso-ciado iba a conseguir formar un coro de otras diez.

Aquella optimista María que es-cribía la nota para El Granito, no te-nía duda de que era una cifra que po-dría alcanzar en poco tiempo. ¿Tres-cientas, tres mil…? Seguramente en aquel momento no tenía demasiada importancia, pero lo cierto es que an-tes de concluir su visita a Santander y tal como el mismo D. Manuel siendo ya obispo, recordará en 1919, el arci-

Situémonos por un momento en el año 1911. A los católicos españoles del s. XXI puede parecernos que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero la celebración aquel año en Madrid del que sería el XXII Congreso Eucarístico Internacional no estuvo exento de tensiones y de polémicas.

¡Una nueva sección!Son muchas las pequeñas anécdo-tas que conocemos de la vida de san Manuel González. Como en cualquier familia, en la Familia Eu-carística Reparadora se cuentan y repiten historias que con frecuen-cia ya hemos oído pero que nos sugieren cada vez que las escucha-mos una sonrisa, un recuerdo, un pensamiento…

El archivo de la revista El Gra-nito de Arena guarda entre sus car-petas muchos testimonios que nos acercan a estas pequeñas anécdo-tas que gracias a estos fondos po-demos ahora documentar para co-locarlas en un momento históri-co determinado, reunirlas en tor-no a un tema, etc.

La finalidad de esta sección no es otra que la de aprovechar todos estos materiales no solo para re-componer la historia de las diver-sas ramas de la FER sino también para ayudar a sus miembros y a quienes se acercan a ella, en suma a los lectores de El Granito, a pro-fundizar sobre el carisma de las iniciativas que san Manuel puso en marcha, siempre con la misma intención, la que condujo toda su vida desde febrero de 1902 en Pa-lomares del Río: poner a la Euca-ristía en el centro de la vida de to-dos los cristianos.

La Obra se estableció en Santander en 1911, con

motivo del Congreso Eucarístico Internacional

Los seises en las gradas del altar levantado en Cibeles con motivo del Congreso Eucarístico Internacional de 1911.

Page 8: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

14 15

preste de Huelva prometió a aquellas mujeres volver a vi-sitar la ciudad cuando, añadiendo dos ceros a la cifra de 300, las Marías de los Sagrarios llegasen allí a ser 30.000.

La cifra se alcanzó y aquellas Marías solicitaron al ya entonces obispo de Olimpo el cumplimiento de la pro-mesa, sin dudar de que D. Manuel acudiría. Enseguida comenzaron a preparar una Velada–Asamblea que con-memorase el haber llegado a ese número tras solo ocho años desde su establecimiento en Santander. «La fiesta de las 30.000 o historia de dos ceros», se llamará la re-seña que D. Manuel escribirá narrando todas estas cir-cunstancias y dando a los lectores «la razón de un títu-lo un tantico raro» (El Granito de Arena, n. 287, 5/9/1919, p. 389). Como queriendo restar importancia a aquel acontecimiento, la crónica en El Granito de esta Velada de las 30.000 no fue demasiado extensa, pero la impren-ta de La Propaganda Católica editaría un opúsculo que narra los actos que tuvieron lugar en aquella fiesta con-memorativa cuyo tema central fue, como no podía ser otro, la Eucaristía. El Diario Montañés también se hacía eco de esta reunión en la portada de su edición del día 21 de septiembre de 1919, donde narra los pormenores de las intervenciones y de los actos que tuvieron lugar.

El boletín de la Obra en SantanderLas Marías de los Sagrarios santanderinas tuvieron desde su establecimiento un boletín muy activo y en el que se da cuenta del número de miembros de la Obra y de las ac-tividades que fueron desarrollando. Eran 17.643 Marías al finalizar 1915, y 25.386 al acabar 1918. La última esta-dística que nos proporciona Dña. Pura Rubayo Serna, era de agosto de 1919 y se sumaban entonces 29.127 Marías, con 311 Discípulos de San Juan. Rozaban las 30.000 y se habían extendido por 352 pueblos. Los coros habían re-caudado más de 100.000 pesetas invertidas en reparar ob-jetos de culto. D. Manuel no podía dejar de visitarlas y de ser consecuente con aquella promesa. Debía también agradecimiento a aquel querido profesor del Seminario, D. Anselmo Bracho, al que llamará en su crónica «mete-ganas de buenas obras», que dirigiría a las Marías de San-tander durante 35 años, hasta su muerte en 1946.

Ilustres personalidades participaron en aquellas jor-nadas en septiembre de 1919, personas vinculadas con la acción social católica como D. Rafael de la Vega La-mera, que años después sería alcalde de Santander, o D. Santiago Fuentes Pilas, abogado, que sería diputado a Cortes durante la II República; sacerdotes que compu-sieron algunas poesías para la ocasión, sin olvidar el tes-timonio de Joaquina Arce Rueda, María de los Sagra-rios delegada de Corvera.

¿Y cuál fue el mensaje de D. Manuel a aquellas entu-siastas y eficaces hijas que con tanto celo habían sabido

desagraviar el abandono de los Sagrarios de las tierras Montañesas? Seguramente, arrepentido quizás por haber-les puesto un número como meta, les señaló ahora otro reto más profundo y quizás más difícil de alcanzar. Les di-jo: «a mí no me importaría ya que dejarais de “crecer ha-cia fuera”; aunque en esto de buscar compañía al Divino Abandonado no se puede decir nunca basta, á El y á sus Sagrarios y á vosotras, tendría más cuenta que os dedica-rais á “crecer hacia dentro” ¿Me explico? Crecer hacia den-tro es comulgar más y con fervor creciente, es visitar más y con sentimientos de compasión cada vez más hondos, es perfumar más el Sagrario propio con aromas de virtu-des eucarísticas y ejemplos de vida cristiana, es ahorrar pecados propios, aun los más leves, para desagraviar me-jor los ajenos, es desalentarse y quejarse y aburrirse me-nos ante el poco ó ningún fruto, ante los malos caminos, las malas caras y todas las cosas malas que se oponen a vuestro oficio, en una palabra ser “sólo” y “siempre” y “en todo, esto: Una María”. O mejor aun: “UNA MARÍA”».

Aurora Mª López Medina

Título de María (1915) firmado por D. Anselmo Bracho.

S iempre se preocupó por acompañar, ayudar y soste-ner tanto a los seminaristas durante su tiempo de for-mación como a sus hermanos sacerdotes. Uno de los

medios fue su pluma, y con ella les dedicó diversos ar-tículos y publicaciones.

Escritos de espiritualidad sacerdotalEn la sección «Desde el Sagrario» de la revista El Grani-to de Arena, a finales del año 1917, san Manuel comien-za a publicar algunas reflexiones de espiritualidad sacer-dotal con el título «El Corazón de Jesús al corazón del sacerdote». Luego se reunieron en un folleto, publicado en 1925, que tuvo diez reediciones. En 1931 se unió al li-bro Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sagrario. Actualmente se ha hecho una nueva edición del folleto por separado (2015), a fin de facilitar su uso, y con el mis-mo fin que se había propuesto don Manuel: que sus re-flexiones puedan ayudar a los sacerdotes a vivir, como sugiere el subtítulo: «Ratos de Sagrario en tiempo de re-tiro». Esta es la oración que propone para iniciar cada uno de esos momentos: «Corazón de Jesús Sacramenta-do: Con mucha pena de ser como soy y con muchas ga-nas de ser como Tú quieres que sea, vengo a tener conti-go este rato de conversación afectuosa para tu mayor glo-ria, honor de mi Madre Inmaculada y provecho de mi al-ma. Ángel de mi Guarda y san José: Enseñadme a oír y a hablar a Jesús» (OO.CC. I, n. 560).

Al año siguiente de su publicación, aparece una esta-dística de los libros vendidos durante 1925, y la cantidad mencionada para este folleto es de 20.000 (El Granito de

Arena, 5/6/1926, p. 343), por lo que vemos su amplia y rápida difusión.

También encontramos en El Granito un comentario que realiza la Revista Eucarística (de los Padres del San-tísimo Sacramento) acerca de este folleto: «Son diez conversaciones sentidas y afectuosas entre el Corazón de Jesús Sacramentado y el corazón del sacerdote. Co-

Palabras de santo

San Manuel vivió con profunda alegría y gratitud el don de la vocación sacerdotal, y una de las notas características de su ministerio es que no se guardó para sí este tesoro, sino que buscó incansablemente anunciarlo, promoverlo y colaborar para que otros jóvenes puedan descubrir este regalo de Dios.

Compartir con Jesús penas y alegrías

sacerdotales

Primera página de El Granito de Arena del 20 de diciembre de 1917, cuando comienza la sección «Del Corazón de Jesús al corazón del sacerdote».

Page 9: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

1716

loquios eminentemente eucarísticos: “Los diez, doce o catorce años de Se-minario, ¿qué otro fin tenían sino en-señar por todos los medios y modos ese saber y sabor de lo que es mi Sa-grario?” Coloquios también muy prác-ticos. Véase por ejemplo este trocito final: “Sacerdote amigo, ¿quieres triun-fos para Mí y para ti? Aprende y to-ma fuerzas en el Altar de tu Misa pa-ra ser sacerdote en cruz y consegui-rás que la Iglesia, las almas y el ángel de tu Guarda cuenten tu vida a mi Padre celestial cantando: Regnavit a ligno…” Tiene el venerable autor de este opúsculo el don de hacer saltar chispas finas, ardientes y originales del pedernal de un texto evangélico corriente» (El Granito de Arena, 5/12/1925, p. 731).

Un método de oraciónDon Manuel, que como el discípulo amado se ha acercado tantas veces al Corazón sacerdotal de Cristo y cono-ce sus latidos, toma la pluma para transmitir esas experiencias a sus her-manos sacerdotes, quienes, como él, necesitan también encontrarse con su Maestro para compartir tanto las penas y alegrías como los anhelos y las dificultades que encuentran en el camino de su ministerio. Lo hace con el don de la escritura, que gratuita-mente ha recibido y no duda en po-ner gratuitamente al servicio de sus hermanos.

El punto de partida para sus re-flexiones es el Evangelio. De allí se-lecciona algunos versículos, frases o palabras que puedan iluminar, forta-lecer, animar al orante, su vocación y misión. En este pequeño libro los te-mas que elige son el conocimiento, la amistad y el seguimiento del Señor; la fe, la disponibilidad y la confianza en su proyecto; la aceptación de la cruz y la esperanza en la resurrección. Para finalizar el momento de oración, el autor propone responder a las gra-cias recibidas con la meditación de un salmo. En estas reflexiones sugie-

re la lectura orante de los salmos 1-4, 18, 30, 41, 83, 109 y 112. El modo o método de oración que propone don Manuel se basa por tanto en la Pala-bra de Dios, pero sin olvidarnos de otra dimensión esencial de su espiri-tualidad: la Eucaristía. Es decir, son textos escritos en presencia de Jesús Sacramentado, a la luz de la lámpara del Sagrario, y de esta misma mane-ra se espera que sean meditados: «¿Quieres, sacerdote mío, que eche-mos un rato de conversación aquí en mi Sagrario? De Corazón a corazón. ¡Nos hace tanta falta a los dos ese ra-to! A ti, para fortalecerte, orientarte y hacerte más bueno; a Mí, para en-dulzar mis horas de abandono, para gozarme en hacerte bien y por ti a mu-chos hijos tuyos y míos, y a los dos para desahogarnos y consolarnos mu-tuamente…» (OO.CC. I, n. 561).

Traducción al italianoEn la versión italiana (Edizioni Il te-soro eucaristico, Siena 1996), este fo-lleto se incorporó al libro Lui ama così (Así ama Él). Con este título se inte-graron los dos textos de don Manuel relacionados por un tema central: el Corazón de Jesús; Il Cuore di Gesù nel Vangelo e nell’Eucaristia (Así ama Él) e Il Cuore di Gesù al cuore del sacerdo-te (El Corazón de Jesús al corazón del sacerdote). La traducción al italiano fue realizada en base al texto español de la VII edición (Palencia, 1959) por las monjas Benedictinas de la Abadía de Santa María de Rosano, que se en-cuentra en la provincia italiana de Flo-rencia. En su portada se aprecia «El lavatorio de los pies» de Aleardo Pao-lucci. El libro forma parte de una co-lección de Cuadernos de Espirituali-dad Eucarística (es el número 54),

preparada por los religiosos Francis-canos Menores Conventuales, custo-dios del Santuario de las Sagradas Par-tículas de Siena, donde se realizó y aún hoy puede contemplarse un mi-lagro eucarístico.

Haremos un paréntesis para co-mentar este milagro, citando un ar-tículo publicado en El Granito de Are-na de 1984: «El milagro eucarístico permanente de Siena se manifiesta en la prodigiosa conservación contra to-da ley física, química o biológica de 223 hostias frágiles, consagradas el 14 de agosto de 1730 en la basílica de San Francisco de Siena y en la misma noche, sacrílegamente profanadas por ladrones desconocidos, ávidos del sa-grado vaso de plata que las guardaba. Gracias a la diligentísima búsqueda realizada por las autoridades religio-

sas y civiles, las sagradas Partículas fueron encontradas, casualmente, la mañana del 17 de agosto en el vecino santuario de Santa María de Proven-zano (…) El milagro eucarístico per-manente de Siena, para el cual el tiem-po se ha parado, ofrece a todos des-de el más escéptico al más distraído la posibilidad de ver con los propios ojos y de tocar con las manos una de las más grandes maravillas de Cristo sobre la tierra, ante la cual la ciencia ha doblado la frente.

El milagro que continúa, suscita en todos los hijos de Dios un deseo más ardiente del Pan vivo bajado del Cielo y un mayor amor hacia Aquel que se ha hecho nuestro compañero de viaje hasta la consumación de los siglos: por el hombre, por la vida y por la salvación del mundo» (El Gra-

nito de Arena, octubre 1984, p. 27). Pensando en milagros, y también en palabras que le inspira el Jesús de su Sagrario, san Manuel escribe serena-mente a los sacerdotes: «Detén tu pensamiento unos instantes ante ese milagro mío de engrandecimiento de lo chico (…) Cosa chica es una lágrima, una gota de sudor, una mo-neda de cinco céntimos, una cruce-cita de un minuto, un suspiro... ¡Chi-co es todo eso, es verdad! Pero si esa gota de lágrima es la que asoma a los ojos de alguien que me visita en mis soledades de Sagrario; si esa go-ta de sudor y esa palabra es del sacer-dote apóstol, quizás de gentes que no quieren oírle; si esa moneda es la limosna callada de una pobre viuda; si esa crucecita es la cruz de la abne-gación anónima o la pena silenciosa-

mente sufrida del vencimiento inte-rior de las almas en cruz, entonces ¡viene el milagro!, ¡la semilla míni-ma pasa a ser árbol grande! (…) Sacerdote mío, ¡a sembrar tu grani-to!, entre muchos o entre pocos, con éxito pronto, tardío o nulo! Lo de-más... Yo» (OO.CC. I, nn. 595-596).

Mª Andrea Chacón Dalinger, m.e.n.

Ayuda para la gratitud

San Manuel sabe cuánto necesitan los

sacerdotes encontrarse con su Maestro

La primera edición de El Corazón de Jesús al corazón del sacerdote se realizó en 1925. El precio de cada ejemplar de esa tirada (que fue de 10.000 opúsculos), tal como lo fir-maba san Manuel González, era «que el Rdo. Sacerdote que lo lea diga una vez siquiera ante su Sagra-rio: “Corazón eucarístico de Jesús, gracias por lo que has dado, das y darás a tu Seminario de Málaga”».

El entonces obispo de Málaga quería formar un inmenso coro de bocas sacer-dotales que lo ayudasen a dar gracias por el «inapreciable regalo» del Seminario diocesano.

La respuesta sacerdotal fue inmedia-ta, tanto que se tuvo que realizar una se-gunda edición de igual tirada y, pasados solo 14 meses, una tercera, con la que se alcanzaban los 25.000 ejemplares edita-dos. El precio para librerías y centros de propaganda era, entonces, de «0,25 el ejemplar y 15 pesetas el 100, más los gas-tos de envío y certificado».

Además de incluirse al final de Qué hace y qué dice el Corazón de Jesús en el Sa-grario, este pequeño libro (por entonces de 10 x 15 cm y 48 páginas) ha alcanza-do ya las 10 ediciones (1925, 1928, 1930, 1931, 1939, 1949, 1959, 1993, 2002 y 2008). Esta última (13 x 20 cm, 52 pági-nas), disponible para la venta en la edito-rial EGDA y librerías, ha sido reeditada en 2015 en España y en 2017 en Ecua-dor, demostrando la perenne actualidad

del pensamiento y el método de oración de san Manuel.

La portada de la primera edi-ción incluía una imagen de la cena con los discípulos de Emaús y el texto evangélico de Lucas 24, 32 y 35: «Nonne cor nostrum ardens erat in nobis, dum loque-retur? Et quomodo cognoverunt Eum in fractione panis» («¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba? Y cómo lo habían reconocido al partir el pan»).

Algunos de los textos evangé-licos que sirven de punto de par-tida para la oración son: «si co-nocieras el don de Dios» (Jn 4, 10), «sígueme» (Mt 8,22), «¿Tú crees en el Hijo de Dios?» (Jn 9,35), «¡Hombre de poca fe!» (Mt 14,31), «Así, Padre» (Mt 11,26), «semejante es el Reino de los Cie-los a un grano de mostaza (Mt 13,31) y «será entregado a la muerte» (Mt 20,19).

Portadas de la 1ª y 10ª edición.

Page 10: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

1918

Resonancias en nuestra Iglesia de hoy

El papa está totalmente convencido de que lo que más necesita el mundo en este momento es tomar concien-cia de la misericordia del Señor. Es por ello que hemos vivido un Año de la misericordia y que instituyó cientos de misioneros de la misericordia en todo el mundo. En España durante el Año de la misericordia fuisteis mu-chos de los cuales el santo padre ha renovado a 54. ¿Qué labor, espiritual y pastoral, ha implicado este nombra-miento en el Año de la misericordia?La labor principal para la que he sido llamado en algunas parroquias de mi diócesis y en algunas diócesis cerca-nas ha sido la de predicar sobre la mi-sericordia. Predicación que en la ma-

yor parte de los casos ha estado acom-pañada de la celebración del sacra-mento de la reconciliación. Muchas personas se han visto motivadas por este Año Jubilar a emprender de nue-vo su camino de fe y vida espiritual. Para algunas la confesión en este Año ha supuesto un empezar de nuevo y olvidar muchas situaciones de su vi-da pasada.

Pero también tengo que decir que el primer beneficiado de este servicio que la Iglesia me pidió soy yo mismo, porque he experimentado un proce-so de conversión en mi vida espiri-tual dejando que la misericordia de Dios fuera habitando más en mis en-trañas sacerdotales.

Ya ha concluido el Año de la miseri-cordia (hace un año se clausuraba). ¿Qué implica, actualmente, conti-nuar siendo misionero de la miseri-cordia»? ¿Qué nuevos matices con-lleva esta labor?La renovación, por parte del santo pa-dre Francisco, de algunos de los mi-sioneros de la misericordia supone poner en el centro de su magisterio y de la vida eclesial la misericordia. El papa acompaña proféticamente su pa-labra, que dirige a la Iglesia universal con sencillez y profundidad, con ges-tos que nos ayudan a hacer nuestro el mensaje que nos proclama. El envío de los misioneros de la misericordia, como el mismo santo padre nos dijo en Misericordia et Misera es un signo del deseo de que la gracia del perdón llegue a todos y cada uno de los co-razones. Aceptar este servicio supo-ne estar siempre disponible para anun-ciar y celebrar el Evangelio de la mi-sericordia.

¿Te sorprendió, en su momento, esta misión que el papa directamente de-seaba encomendarte? ¿Qué implicó en tu vida sacerdotal?Muchísimo, y me sigue sorprendien-do. Colaborar con el papa poniendo la misericordia en el centro del men-saje de la Iglesia me hace sentirme un privilegiado. Además, cuando uno mira su pobre vida sacerdotal con sus miserias aún más. Pero aun esto es signo de misericordia porque no pue-de ser misericordioso el que no expe-rimentó el perdón y la misericordia en carne propia. Como sacerdote he intentado mostrarme más disponible

para la confesión, procuro hacer siem-pre referencia a la misericordia en mis homilías, al igual que invitar a los fie-les a obrar la misericordia a través de las obras de misericordia espirituales y corporales. Para esto he intentado yo mismo hacerme más cercano a los enfermos y débiles, y de manera es-pecial a los presos. Igualmente he ora-do y meditado ampliamente la bula del Año de la misericordia y las pará-bolas de la misericordia que san Lu-

cas nos ofrece en su Evangelio. De la misma manera me he formado en al-gunos aspectos de la confesión y la misericordia para poder ayudar y acom-pañar correctamente.

Ya que eres encargado de anunciar la misericordia de Dios, ¿hay alguna vi-vencia en tu propia vida que te haya marcado en este sentido? Personalmente siempre he intentado valorar el sacramento de la reconci-

liación como un momento de encuen-tro con un Dios que nos ama infini-tamente y que está siempre esperán-donos. Por eso cada confesión ha si-do y es un momento para cantar las misericordias que Dios hace conmi-go. Pastoralmente, ya como semina-rista, descubrí la realidad de las cár-celes como una llamada a vivir radi-calmente el mensaje evangélico y aún hoy intento ser instrumento de hu-manización.

«Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no obstante el límite de nuestro pecado» (papa Francisco, Misericordiae Vultus, 2).

Queridísimo D. Manuel: Considerando los frutos espirituales que comportó el ministerio de los misioneros de la misericordia durante el Año santo extraordinario, ha renovado el decreto por el que habían sido nombrados y lo ha prolongado hasta nueva disposición como «signo concreto de que la gracia del Jubileo sigue siendo viva y eficaz, a lo largo y ancho del mundo» (Misericordia et Misera, 9). La misericordia siempre estuvo presente en tu ser y actuar, podemos decir que fue una constante de tu vida. Hoy vamos a entrevistar a uno de los 54 misioneros de la misericordia de España, nuestro querido D. Sergio Pérez Baena, de la diócesis de Zaragoza y miembro de nuestra Familia Eucarística Reparadora.

Quiero seguir llevando el Evangelio de la misericordiaa los enfermos y a los débiles

A la derecha, D. Sergio en la Misade canonización de D. Manuel. A la izquierda, su nombramientocomo misionero de la misericordia.

Page 11: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

2120

La misericordia divina en el ministerio

«Su vocación, o sea su designación personal para ser mi sacerdote con todas las gracias y prerrogativas ane-jas, el conocimiento más claro de mi doctrina, la experiencia de lo inago-table y delicado de la misericordia mía en sus ministerios, especialmen-te en el del confesonario, la Misa diaria, la Comunión diaria, la pro-piedad y posesión perpetua del Sa-grario, la seguridad de mis prome-sas infalibles en pro del fruto de sus trabajos, del triunfo de sus campa-ñas y hasta de su subsistencia eco-nómica... ¡Cuánto motivo, no ya pa-ra ser feliz, sino para enloquecer de dicha!» (OO.CC. I, n. 590).

¿Tienes alguna experiencia remarca-ble como misionero de la misericor-dia en este Año?Cada lugar que he visitado y cada per-sona a la que he ayudado a liberarse de los pesos que le hacían duro el ca-minar son motivo para mí de profun-da acción de gracias. Pero destacaría dos. La primera de ellas fue durante la Cuaresma del 2016 en pleno Año de la misericordia. Fui invitado por el entonces Obispo de Teruel-Alba-rracín, D. Carlos Escribano, a presi-dir una celebración comunitaria de la reconciliación en la Catedral de Teruel con una motivación previa. La destaco porque supuso una acción diocesana en el Año Jubilar, fue un signo de comunión con el papa, ya que se unieron todas las parroquias y estuvimos muchos sacerdotes con-fesando durante mucho rato a mu-chísimos fieles.

La otra experiencia es la sorpresa que me llevé a principios de verano del 2016 cuando un sacerdote de una diócesis para nada cercana a Zarago-za, vino a la parroquia de Daroca, don-de resido, a confesarse haciendo mu-chos kilómetros en un mismo día.

Descubrí en él el bien que el papa es-tá haciendo a todos los sacerdotes in-vitándonos constantemente a vivir la alegría del Evangelio y a ser pastores con «olor a oveja». ¿Crees que podríamos llamar a S. Ma-nuel, también, «misionero de la mi-sericordia»? ¿Qué faceta de su vida te parece lo definiría así?Toda la vida de san Manuel fue un canto a la misericordia de Dios. Mi-sericordia que se palpa en la vida que brota del Sagrario, de la Eucaristía. To-do un Dios que se hace pan para re-cordarnos que no estamos solos y que él está allí vivo por nosotros. Jesús Eu-caristía, que con entrañas de miseri-cordia está esperándonos, está aguar-

dando que vayamos a Él. Jesús Euca-ristía, que no tiene en cuenta nuestros pecados ni situaciones personales, si-no que nos busca y no descansa has-ta que nosotros no descansemos en Él. D. Manuel nos animó con su vida y con sus escritos a poner nuestro co-razón en su corazón eucarístico y a ha-cer de nuestra vida un servicio a los más humildes, obrando la misericor-dia. Igualmente, toda la espiritualidad sacerdotal de san Manuel es una invi-tación a la disponibilidad, a ser ins-trumentos de reconciliación, ya sea humana como sacramental. Por todo esto y por más D. Manuel es el eterno misionero de la misericordia.

Mª del Carmen Ruiz Izquierdo y Mónica Mª Yuan Cordiviola, m.e.n.

Gibraltar, 2 de agosto de 1931: San Manuel bendice a los diáconos de su seminario que ordenó allí de sacerdotes.

I Centenario de la UNER en Santa Fe (Argentina)

A sí nosotros, cien años después, preparamos con gratitud y ale-gría el momento que íbamos a

celebrar. Analizamos la historia y nos dimos cuenta que no todos los mo-mentos fueron fáciles. Nada es casual, todo es causal.

Por aquellos mismos años vivía don Manuel y, aunque no se halló docu-mentación, sabemos que se escribió con algunas Marías. También en la re-vista El Granito de Arena de aquella época escribió el fundador de la UNER una nota sobre esta inauguración.

La Obra continuó trabajando, in-cluso, en la creación de la parroquia de Jesús Sacramentado y después si-

guió caminando. El mejor lugar para la realización de los festejos de este I Centenario fue justamente esta pa-rroquia de Jesús Sacramentado.

Un ansiado momento¡Y llegó el día! Trabajamos tratando de cubrir todos los detalles. Comen-zamos con el rezo de un Rosario eu-carístico, a cargo de novicias y postu-lantes de Nazaret. Acto seguido nos desplazamos al atrio del templo don-de el P. Ricardo Coscio bendijo la pla-ca conmemorativa que fue descubier-ta junto a la Superiora General, Hna. Mª Leonor, y la presidenta de la UNER diocesana, Mª de los Milagros.

A continuación participamos de la santa Misa. La homilía (que ofre-cemos en las páginas siguientes) se dirigió directamente a destacar la ac-tualidad de nuestra espiritualidad eu-carístico reparadora. Al terminar la Misa veneramos la reliquia ósea de san Manuel González.

Se cerró el acto con un festival de coros de niños organizado por la Uni-versidad Católica de Santa Fe. Ade-más de coros locales, participaron ni-ños de la provincia de La Rioja, que se desplazaron varios cientos de km para unirse a esta importante celebra-ción. Culminamos con un ágape muy fraterno en los salones de la parro-quia, donde compartimos un hermo-so momento como Familia Eucarís-tica Reparadora con tortas alusivas y recuerdos conmemorativos de este acontecimiento. ¡Muchas gracias a to-dos los que hicieron posible esta ce-lebración!

Santa Fe, República Argentina, sábado 15 de septiembre de 1917. Setenta mujeres se reúnen en la parroquia de la Inmaculada Concepción. ¿Habrán imaginado aquellas primeras Marías santafecinas que esa llama seguiría ardiendo por más de 100 años. Seguramente que no. El Señor hace cosas grandes y nos sorprende.

Gratitud y alegría 1917 - UNER Santa Fe - 2017

Page 12: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

Ofrecemos el texto completo de la homilía que el padre Ricardo Coscio, párroco de Jesús Sacramentado, dirigió en la tarde del 15 de septiembre a los miembros de la FER.

Q uerida Familia Eucarística: Quiero en primer lugar agra-decer a las hermanas y a ese

hermoso grupo de laicos asocia-dos a la gran familia de san Manuel González, que hayan elegido esta parroquia de Jesús Sacramentado para realizar los festejos de los 100 años de la llegada de la Unión Eu-carística Reparadora a la arquidió-cesis de Santa Fe, que estaba pre-sidida por el entonces por Monse-ñor Nicolás Fasolino.

Cuando pienso en la Obra de Manuel me vienen a la mente los versos del patrono de los poetas españoles Juan de la Cruz cuando repetía: «Las condiciones del pá-jaro solitario: Son cinco. La prime-ra, que se va a lo más alto; la segun-da, que no sufre compañía, aun-que sea de su naturaleza; la terce-ra, que pone el pico al aire; la cuar-ta, que no tiene determinado co-lor; la quinta, que canta suavemen-te» ( Dichos de luz y de amor).

Santa contemplaciónEste pastor, san Manuel Gonzá-lez, supo estar en santa contem-plación –allí en Huelva– como Moisés ante la zarza ardiente fren-te al Dios vivo de la Eucaristía, y escuchando la voz de Dios surgió esa obra maravillosa para la Igle-

sia que tantos frutos dio en España y también en nuestras tierras: la Fa-milia Eucarística Reparadora. Fiel a su Iglesia a la que se dedicó no sin pasar hartas pruebas, como la perse-cución y el incendio de su Obispa-do de Málaga, permaneció siempre dócil al Espíritu Santo.

Supo poner, como el pájaro soli-tario, el pico al aire para llenarse de la fuerza de este Espíritu y pensar no so-lo en acercar a todos al Sagrario aban-donado, sino también prolongar en apostolado fecundo el amor de Cris-to entregado fundando la obra de las Misioneras Eucarísticas, El Granito de Arena, las Marías y los Juanes: la Unión Eucarística Reparadora.

Su obra es el canto suave del pája-ro solitario. El amor de Manuel por la Iglesia hecho canto apasionado hoy se escucha en nuestras parroquias a través de los miembros que nos lle-namos de entusiasmo con sus escri-tos y trabajamos sirviendo a los her-manos abandonados lejos de la pre-sencia real de la Eucaristía. La UNER, que hoy cumple 100 años en nuestra diócesis, es canto del pájaro solitario Manuel, el apóstol de la Eucaristía.

La liturgia nos pone ante la ima-gen del Calvario. Jesús consumando la obra de la salvación en la cruz. Su

Madre asociada a la misión de su Hi-jo se encuentra de pie contemplando el misterio pascual del Hijo de Dios y abriendo su corazón para ser Ma-dre de la Iglesia acogiendo a todos los hijos de Dios. Misterio pascual que actualizamos en cada Eucaristía.

María, la fiel discípula, nos ense-ña a ser fieles a Cristo en la obedien-cia de la fe. Es la mujer que con ojos de fe mira cómo Dios obra a través de su Hijo en los que le acogen. Es la mu-jer que también fue testigo del recha-zo de su gente, del signo de contra-dicción que fue Jesús. Es la mujer fuer-te que acompaña los pasos del men-sajero de la paz que llena los corazo-nes de Palabras de vida, pero también que siente la espada del dolor cuan-do ve cómo esa Palabra es ofendida, escupida y despedazada en la cruz. Pero es la mujer de pie llena de espe-ranza que sabe del poder de Dios que ya ha obrado en ella y que se va a ma-nifestar al mundo al derramar la luz pascual de la resurrección.

El Calvario del mundoMaría es la fiel discípula de Cristo. Así lo entendieron las Marías de don Manuel que veían en el Calvario del mundo la necesidad de consolar a Cristo, de acompañarlo en el Sagra-rio y acompañarlo en los otros cris-tos crucificados por el mundo don-de se ve el abandono de Dios y la ne-cesidad de ser amado.

Así lo asumieron las Marías de la Catedral cuando se propuso colabo-rar en la construcción de un templo destinado a Jesús Eucaristía en las so-ledades del barrio María Selva. Fieles discípulas de Cristo fueron estas san-

tas mujeres para gloria de Dios. Nues-tra Parroquia Jesús Sacramentado ha cumplido 80 años. En homenaje al Congreso Eucarístico de Buenos Ai-res del año 1934, presidido por el car-denal Pacelli, que luego fuera Pío XII, el Episcopado Argentino eligió la ciu-dad de Santa Fe para erigir un tem-plo en honor a Jesús Sacramentado presente en la Eucaristía y destinán-dose los terrenos de María Selva gra-cias a la Familia Macagno y el apoyo de la Asociación de las Marías de los Sagrarios de la Iglesia Catedral se construyó el templo de estilo romá-nico. El mismo fue bendecido el 2 de mayo de 1937 por Monseñor Fietta y por Monseñor Caggiano (obispo de Rosario), Monseñor Devoto (obis-po de Buenos Aires), monseñor Gui-llán (Obispo de Paraná) y con la pre-sencia de personalidades de la ciudad y de alrededores.

María al pie de la cruz y las Marías del Sagrario nos invitan también a no-sotros a hacernos discípulos misione-ros de Cristo llevando el amor de Dios a todos los hombres. Amor inmolado en la cruz, actualizado en la Eucaristía y derramado en servicio de nuestros hermanos necesitados. Que así sea.

Ricardo Coscio, Pbro.

Homilía en la celebración eucarística del I Centenario

Un amor hecho canto apasionado

Las Marías siguen viendo la necesidad

de acompañar a Cristo en el Sagrario

y en los otros cristos crucificados

María al pie de la cruz y las Marías del Sagrario nos invitan a hacernos discípulos misioneros de Cristo llevando el amor de Dios a todos los hombres

22 23

El P. Ricardo Coscio durante la homilía.

Page 13: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

2524

Certificado de nacimiento y partida de Bautismo

E l 8 de noviembre de 1907 veía la luz el primer número de un «Boletín mensual, Órgano de

la Junta de Acción Social Católica de Huelva y de las de su Arciprestazgo, con licencia eclesiástica». El precio era «cualquier limosna en favor de las Obras católicas de Huelva» y se advertía, desde las primeras líneas, que ningún suscriptor sería dado de baja por no pagar. Cualquier corres-pondencia debía dirigirse al «Señor Arcipreste de Huelva, Presidente de la Junta de Acción Social Católica».

Eran 8 páginas, tamaño cuartilla , que volvieron a editarse, como nú-mero 2, el 5 de diciembre de 1907 y continuaron de forma quincenal has-

ta agosto de 1936. El saludo de bien-venida de El Granito de Arena conta-ba a sus lectores lo que quería ser:

«Este papelito que ha tenido la fortuna de caer por primera vez en tus manos no anda en pretensiones de pasar por Revista ilustrada ni cien-tífica, ni sociológica, ni por nada de esas cosas que suelen ser las revistas que corren por esos mundos de Dios y del diablo.

Sus pretensiones son más modes-tas: se contenta con ser lo que expre-sa su título: Granito de Arena y nada más que eso.

Porque has de saber, lector ami-go, que hay en esta Ciudad un puña-do de católicos ni torpes ni dormidos,

que hace algún tiempo han tomado con serio empeño el restaurar todas las cosas de Huelva en Cristo.

Y en Dios y en mi ánima te digo que con tales brios lo han tomado que parece que lo van consiguiendo.

Pues bien, dar cuenta á los católi-cos de otras partes de lo que con aquel fin sus hermanos de este rincón de España hacen, decir á los hermanos de acá lo que hacen sus hermanos de allá, y de esta suerte establecer inte-ligencias y fomentar estímulos entre unos y otros; y con todo esto dar el mayor buen ejemplo posible para ma-yor gloria de Dios; he aquí a lo que viene el Granito de Arena al cam-po de la Acción social católica.

Granito porque es muy poco lo que significa y lo que puede ser; y de Arena porque quiere servir para lo que sirve la arena; para contener el empuje de las olas y de elemento de edificación.

En esos renglones está lo que pu-diera llamarse nuestro programa; rea-lizarlo con la bendición del Sagrado Corazón de Jesús y de la Stma. Vir-gen de la Cinta nuestra Patrona y con la aprobación y guía de nuestro Pre-lado, he aquí nuestro deseo y nuestra más risueña esperanza».

Nombres y sobrenombres

E l nombre de El Granito de Arena se ha mantenido invariable en estos 110 años. El lema, es de-

cir, la frase que aparece bajo la cabe-cera, ha ido cambiando con el pasar de los años. Al inicial «Boletín men-sual órgano de la Junta de Acción So-cial Católica de Huelva y de las de su Arciprestazgo, con licencia eclesiás-tica» le sucedió un cambio muy rá-pido, ya que en el número 2 cambió su periodicidad de «mensual» por la de «quincenal», editándose los días 5 y 20 de cada mes. También cambió sutilmente el nombre del editor por el de la «Junta Arciprestal de Acción Social Católica de Huelva y de las Pa-rroquiales de su Arciprestazgo».

El número 109, del 5 de mayo de 1912, cambia el lema por el de «Bo-letín quincenal de sociología prácti-ca del Sagrado Corazón de Jesús» y el 5 de enero de 1914 por el de «To-do por, con y para el Corazón de Je-sús. Guerra al pesimismo y al laicis-mo en las Obras Católicas» que, con algunas variaciones, se mantendrá hasta el último número de 1919.

El 5 de enero de 1919 se estrena-ba el lema que actualmente ha recu-perado El Granito: «Revista de ac-ción eucarística», agregando su pe-riodicidad: «quincenal». Durante un año convivieron ambos lemas.

Cabe destacar que el 5 de enero de 1914 El Granito de Arena comen-zó a incluir un suplemento llamado Juanes y Marías, que afirmaba ser «Re-vista quincenal. Órgano oficial de la Obra de los Sagrarios Calvarios», de alrededor de 12 páginas. Este suple-mento fue el antecesor del lema que comenzó a utilizar El Granito en el número de marzo-abril de 1967: «Ór-gano oficial de la Pía Unión de los Sa-grarios Calvarios».

Números con mucho color

A l igual que muchas revistas ca-tólicas nacidas a principios del siglo XX, El Granito de Arena

fue pionero en la implementación de las novedades tecnológicas que se iban presentando. Sirva, como ejemplo, la portada a todo color que incluyó a partir de marzo de 1949 y que utilizaba la tricromía,

imprimiéndose en rojo, azul y verde. Mostraba el escudo de la Obra simu-lando una vidriera llena de luz.

Otro número destacado en este aspecto fue el de enero de 2001, que comenzó a editarse íntegramente en color. Recordemos que el 29 de abril de ese año tendría lugar la beatifica-ción de don Manuel González.

110años

Page 14: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

2726 2726

Orar con el obispo del Sagrario abandonado

T odo viene de Él y todo se enca-mina hacia Él. Él es el Verbo por quien todo fue creado. Él es la

victoria que todos esperamos alcan-zar después de la hermana muerte: «para que donde estoy yo estéis tam-bién vosotros» (Jn 14,3).

Este tiempo de adoración eucarís-tica nos sumerge en el tiempo de Dios, en esa realidad que trasciende el es-pacio y el tiempo, que nos adentra en

la eternidad divina: «Dice el Señor Dios: “Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y ha de venir, el to-dopoderoso”» (Ap 1,8).

Adorar a Jesucristo en su presen-cia eucarística conlleva dejarnos con-ducir por el Espíritu Santo hasta el Corazón mismo del Salvador, postra-dos a sus pies, dándole gracias por-que Él es Rey vencedor de la muerte y, a la vez, cordero de Dios que quita

el pecado del mundo: «Digno es el cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén» (Ap 5,12.16). En este tiempo de adoración eucarística, mi-rando a Jesús Sacramentado y deján-donos mirar por Él, contemplemos este misterio de su reinado universal.

Oración inicialDios, amor, eternidad de eternidades, que creaste todas las cosas en tu Hi-jo amado, Rey del universo, y lo hi-ciste reinar desde la cruz como juez misericordioso y Señor de la historia, haz que toda la Humanidad, liberada ya de la esclavitud del pecado, pueda reconocerle como su Salvador, le sir-va en su majestad y te glorifique a ti sin fin. PNSJ.

Escuchamos la PalabraJn 18, 33-38

Puntos para la meditaciónJesucristo se hizo hombre para llevar adelante la misión que traía de parte del Padre: «Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al co-nocimiento de la verdad» (1Tm 2,4).

Su misión es inaugurar en la tie-rra el Reino de los Cielos. Así lo anun-ció desde el comienzo de su vida pú-blica: «Se ha cumplido el tiempo y está cerca el Reino de Dios. Conver-tíos y creed en el Evangelio» (Mc 1,15). Mediante esa conversión, des-de la adhesión incondicional a Cris-to, participando de los Sacramentos y de la vida de la Iglesia, vamos sien-

Para esto he nacido y para esto he venido al mundoTú lo dices: soy rey

En el mes de noviembre celebramos el último domingo del Tiempo Ordinario con la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo. Cristo es principio y fin de todo lo creado, centro de la historia, salvación de los hombres, hombre perfecto, rey que triunfa dando su vida en la cruz y resucitando de entre los muertos

Jn 18,37

do partícipes de la vida divina. Así Cristo va reinando en el corazón de los hombres, nos va reuniendo en tor-no a Él para formar parte de la gran familia de los hijos de Dios, la Iglesia, que es sacramento universal de salva-ción, signo y germen de este Reino.

Todos los hombres están llama-dos a entrar en el Reino de Dios. Pa-ra entrar en él es necesario acoger la Palabra de Dios: creer en ella, con-vertirse y ponerla en práctica.

Cuando Jesús, en el pretorio ro-mano, s interrogado por Pilato sobre su reinado, el Señor responde firme: «Mi reino no es de este mundo... Mi reino no es de aquí». Los signos de la presencia de su reino se hicieron patentes a lo largo de su vida pública:

«Id y anunciad a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resuci-tan, los pobres son evangelizados y ¡bienaventurado el que no se escan-dalice de mí!» (Lc 7,22-23).

Jesús reina en la cruz y desde la cruz. Reina dando la vida: volunta-riamente subió a Jerusalén, sabiendo que allí moriría de muerte violenta a causa de la contradicción de los pe-cadores. Dios juzgó conveniente que le condenaran a muerte (cf. Hb 2,10). A través de este hecho histórico, Dios va a realizar su designio de salvación en favor de todos los hombres. Cris-to ha muerto por todos los hombres sin excepción.

«Jesús, el nazareno, el rey de los judíos» (Jn 19,19). Es el letrero que mandó colocar Pilato señalando la causa de su condena a muerte. Este título condenatorio indica cómo rei-na Jesús: dando muerte a la muerte con su muerte y resurrección.

Él es el cordero de Dios que qui-ta el pecado del mundo (Jn 1,29). Él es el Siervo doliente que se deja lle-var en silencio al matadero (cf. Is 53,7). Él ha venido para «servir y dar su vi-da en rescate por muchos» (Mc 10,45). Él es el «príncipe de la vida» (Hch 3,15), «el que vive» (Ap 1,18). Él, con su muerte y resurrección, ha de-rrotado el pecado y la muerte; nos ha justificado; nos ha abierto las puertas del Reino de Dios: «Al que no cono-

Preces en la adoraciónA ti, Jesucristo, Rey de reyes y Señor de señores, que intercedes por nosotros ante el Padre en el Reino definitivo, te dirigimos nuestras preces:

Acuérdate de nosotros, Señor, en tu ReinonTú que eres la Verdad, la Palabra definitiva de Dios a los hombres, ayuda a tu Igle-

sia a vivir en la verdad y a educar a los niños y jóvenes en una conciencia limpia y misericordiosa.

nTú, que fuiste coronado de espinas, mueve la inteligencia y el corazón de los que gobiernan para que trabajen por el bien común y lo hagan como verdadero servi-cio a los demás.

nTú, que acogiste la súplica del buen ladrón y le prometiste la entrada en el Paraí-so, convierte a los que están fuera de la ley a dejar su pasado y ábreles las puertas de la integración pacífica en la sociedad.

nTú, que viniste de parte del Padre como testigo de la verdad, infunde en los pe-riodistas y en los responsables de los medios de comunicación el compromiso por una información veraz de los hechos y un estado de opinión que suscite la solidaridad entre los pueblos, las naciones y las religiones.

nTú, que fuiste condenado injustamente en el patíbulo de la cruz, promueve en los jueces y abogados una defensa seria de los que padecen cualquier tipo de injusta explotación.

nTú, que en la cruz manifiestas tu amor hasta el extremo y la gloria de tu Reina, acrecienta la fe de los cristianos en ti, la esperanza en los signos de presencia en

la Iglesia y el amor que nos haga vivir en comunión unos con otros.

Cristo, cordero de Dios que reina en la cruz. Mosaico de la Basílica de la Santísima Trinidad (Fátima, Portugal).

Page 15: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

28

Cordialmente, una carta para ti

29

Apreciado lector: Recordarás que en mi anterior carta, titulada «Necesitados de perdón», te hablaba de las manchas que el pecado deja en el alma. Son los que suelen tenerla limpia –te decía– quienes más acusan tales manchas y quienes más necesitan eliminarlas. Son los que no se encuentran a gusto y quieren limpiar cuanto antes las manchas dejadas por el pecado…

R ecordarás también que hacía re-ferencia a unas palabras del pa-pa Francisco, pronunciadas du-

rante una audiencia general, con las que deja bien clara la esperanza que Jesús ofrece a quienes han pecado y necesitan ser perdonados: «Jesús sa-le al encuentro de los pecadores, que somos todos. Así, los pecadores son perdonados».

Pues bien, en el Ángelus del do-mingo, día 17 del pasado mes de sep-tiembre, el papa volvió a insistir en esa necesidad de perdón, que siente el pecador arrepentido y que se ve colmada por la infinita misericordia de Dios. Una misericordia sin lími-tes, porque Dios perdona siempre: «Él nos perdona todos los pecados en cuanto mostramos incluso solo una pequeña señal de arrepentimien-to». No cabe duda, estimado lector, de que la infinita misericordia de Dios, por la que perdona nuestros pecados ante la más leve señal de arrepenti-miento, deberá llenar de alegría y es-peranza nuestros corazones. Dios per-dona siempre. De esto no cabe duda. Pero, ¿y nosotros? ¿Nosotros también hemos de perdonar siempre?

Sobre esta pregunta el pontífice hizo referencia al Evangelio de san Mateo (18, 21-35), en el que san Pe-dro pregunta a Jesús: «Señor, ¿cuán-tas veces tengo que perdonar las ofen-sas que me haga mi hermano? ¿Has-ta siete veces?». A Pedro le parecía que perdonar siete veces ya debía ser el límite. Sin embargo, Jesús ve las co-sas de manera muy distinta, y le con-testa: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete». Con tal respuesta el Maestro le viene a de-cir que se ha de perdonar siempre, que no hay límites para el perdón.

Este perdonar siempre lo confir-ma y aclara Jesús contando la cono-cida parábola del rey misericordioso y el siervo despiadado. El rey perdo-na al siervo una gran deuda, pero es-te no es capaz de perdonar a un com-pañero una deuda mucho menor.

Todo pecado, cada pecadoEl rey de la parábola es Dios, que per-dona siempre nuestros pecados, inclu-so los más graves; sin embargo, noso-tros a veces nos comportamos como el siervo despiadado, y no perdona-mos ni las más pequeñas ofensas. Y es-to no es justo. Cuando nos comporta-mos así tenemos que responder ante Dios, al igual que lo hizo el siervo de la parábola cuando su rey le pregun-ta: «¿No deberías tú también compa-decerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?»

¿Verdad, estimado lector, que an-te esta pregunta nos quedamos sin palabras, sin saber qué responder, si es que alguna vez negamos el perdón a quien nos lo pedía?, ¿verdad que sentimos necesidad de pedir perdón a Dios y también al compañero que

no quisimos perdonar? Y como no podía ser de otro modo, el santo pa-dre recordó en aquel Ángelus la ora-ción más entrañable para los cristia-nos, la oración que nos enseñó el pro-pio Cristo: el Padre Nuestro. Dijo que «en la oración del Padre Nuestro Je-sús ha querido alojar la misma ense-ñanza de esta parábola. Ha puesto en relación directa el perdón que pedi-mos a Dios con el perdón que debe-mos conceder a nuestros hermanos». En efecto, cuando decimos «perdo-na nuestras ofensas, así como noso-tros perdonamos a los que nos ofen-den», lo que estamos haciendo es pe-dir perdón a Dios porque nosotros también hemos perdonado.

¡Qué hermoso sería el mundo, apreciado lector, si cumpliésemos lo que decimos en el Padre Nuestro! Pe-dimos perdón a Dios, pero porque nosotros también hemos perdonado.

Establecemos así una cadena de per-dón que va del Cielo a la tierra y vi-ceversa. La vida sería más agradable y más humana si tuviéramos en cuen-ta la pregunta que el rey de la parábo-la le dirige al siervo despiadado: «¿No deberías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?».

Nosotros tenemos la absoluta se-guridad de que Dios siempre nos per-dona; basta una pequeña señal de arre-pentimiento. Pero nuestro familiar, nuestro amigo lo mismo que nuestro enemigo, nuestro compañero, en una palabra, nuestro prójimo, ¿también tiene la misma seguridad de ser per-donado por nosotros, a la menor se-ñal de arrepentimiento? Esta es la pre-gunta, amigo lector, que como cris-tianos todos nos deberíamos plantear.

Cordialmente,Manuel Ángel Puga

Dios perdona siempre

Puerta del perdón de la Basílica de San Isidoro (León, España), con el descendimiento de la cruz en el centro.

cía el pecado, lo hizo pecado, en fa-vor nuestro, para que nosotros lle-gáramos a ser justicia de Dios en Él» (2Co 5,20).

Escuchemos a san Manuel González«No debe ser el reinado de Jesús motivo de recelo o suspicacias a los reyes y poderes legítimos de la tie-rra, que, como dice la Iglesia al en-vidioso rey Herodes: No quita rei-nos mortales el que los da celestia-les, sino más bien motivo de honor, confianza e imitación» (OO.CC. II, n. 3156).

Sí, el Reino de Cristo ya está plantado en la tierra en medio de la Humanidad, pero sin usurpar nada a los reyes y gobernantes de los pue-blos y las naciones. Al contrario, el Reinado de Cristo está presente en la tierra para alentar, promover, sus-citar la justicia y la paz, la vida y la verdad, el amor y la libertad verda-dera entre los hombres. Cristo no quita nada y lo da todo.

«Pero lo que más interesa a to-dos los vasallos de este gran Rey in-mortal, individuales y colectivos, es saber enterarse bien que, siendo Rey desde la eternidad y por todos los títulos, quiso hacer trono de su soberanía en la tierra una Cruz de palo y prefirió, como dice san Ful-gencio, a reinar vivo, triunfar muer-to. ¡Sacrificado por sus vasallos!...» (OO.CC. II, n. 3156).

Desde la cruz, quien era y es Su-mo Sacerdote, Hijo amado del Pa-dre, ungido por el óleo del Espíri-tu, consumará el misterio de la re-dención humana.

«Y ¿no os parece que sólo un Rey inmolado por amor tiene dere-cho a que la ley sustancial de su rei-nado y la esencia de todas las rela-ciones de los súbditos con su Rey y entre ellos sea el amor? Se habla de desarme, de paz universal, de socie-dad de naciones, de relaciones cor-diales entre los pueblos... ¿Sin aca-

tar a Cristo crucificado, Rey univer-sal de reyes y de pueblos? ¡Que no se cansen en buscar amor universal sin Él...! Sin Él todo es barro que se desmorona y polvo que se lleva el viento» (OO.CC. II, n. 3157).

«Sin mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5), dice Jesús. Sin Él todo se desmorona, todo es barro. Solo su amor lo penetra todo, lo inun-da todo, lo transforma todo (cf. Ef 4,6). Solo su amor «no pasa nun-ca» (1Co 13,8). Solo desde su amor infinito y eterno nos asegura: «Mi-ra, hago nuevas todas las cosas» (Ap 21,5).

Se cantaba antiguamente al Sa-grado Corazón de Jesús este canto: «Corazón santo, tú reinarás. Tú nuestro encanto siempre serás». San Manuel nos invita a cantarlo una y otra vez, para que nunca ol-videmos quién reina en el univer-so, quién trae la paz duradera, quién ha vencido la muerte, quién ha de-rrotado al demonio: Jesucristo.

«Está muy bien y es muy justo que en público y en privado, en el templo y en la calle aboguemos por ese reinado y demos a los cuatro vientos nuestras ansias porque se establezca pronto, para que se en-teren los ángeles y se alegren; para que lo sepan las almas buenas y se entusiasmen; para hacérselo saber a los impíos, que no quieren que Él reine y se vayan acostumbrando; y para que no se le olvide al demonio y tiemble...» (OO.CC. II, n. 3507).

Oración finalTe damos gracias, Padre Dios, por el sacrificio de tu Hijo en la cruz, que ha traído la reconciliación de los hombres contigo y entre ellos. Te pedimos con humildad y con-fianza que su muerte y resurrección alcance la paz y la unidad de todos los pueblos y, algún día, todos po-damos vivir en Él en el Reino de los Cielos. PJNS.

Miguel Ángel Arribas, Pbro.

Page 16: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

Con mirada eucarística

3130

P ero no reparan, aunque esté a la vista, en una lamparilla de color rojizo que titila delante de un Sa-

grario. A veces la lamparilla medio oculta, medio olvidada, se recoge en un rincón del templo. La visita, que sigue su camino, le da la espalda.

La espalda a DiosHace más o menos cien años san Ma-nuel González, el apóstol de la Euca-ristía, el obispo del Sagrario abando-nado, denunciaba que los males de la sociedad provienen de la espalda que el hombre le ha dado al Sagrario, se quejaba del laicismo que aparta al ser humano de los valores que le son na-turales y que conducen al desastre co-lectivo. Y, la verdad sea dicha, de qué forma calamitosa condujeron. Así se hacía la siguiente pregunta retórica, pregunta que tiene una sola y vigen-te respuesta: «¿Estamos convencidos de que la causa de todos los males que padece el pueblo viene del abandono en que todos, directores y dirigidos, han dejado al Sagrario?».

Es cierto que la historia no se re-pite, aunque se parece mucho. Se pa-

rece mucho este encono personal y social que está viviendo hoy España en territorio catalán. El hombre ha dado la espalda a Dios. España, Eu-ropa, está olvidando las raíces cristia-nas en las que se basa la autenticidad de su ser. Está olvidando que las tres supuestas razones de «libertad, igual-dad, fraternidad» proceden del Evan-gelio y más concretamente de la pa-rábola del Hijo Pródigo: libertad pa-ra que un hijo se marche y dilapide la herencia y el otro se quede, libertad para reconocer el error y volver a la casa común; igualdad sin fisuras de los dos hermanos a los ojos del pa-dre; fraternidad que consiste en com-prender mutuamente, en ponerse en el punto de vista del otro, en amar y perdonar. Se trata de superar la envi-dia cainita y volver a la autenticidad.

La autenticidad de serEs un problema de autenticidad. El relativismo conduce a situaciones re-duccionistas de tal calibre que se con-funde la parte con el todo, el mal con el bien, el odio con el amor. La mani-pulación del lenguaje ha creado una realidad virtual, inexistente. Lo que no aparece en los medios de comuni-cación social no existe. Las llamadas redes construyen permanente y repe-titivamente, como hoy se dice, un re-lato que en poco o nada se parece a la realidad, a la que falsifican, adulte-

ran, incluso cambian. Unos cuantos son los responsables de un estado de opinión vacío de cualquier criterio, ausente de cualquier crítica razona-da. Quien domine la comunicación es el dueño, lo cual es tan viejo como el mundo. Y la comunicación está in-teresada en invertir los valores a fin de lograr sus propósitos espurios.

Se invierten los valores. El des-precio al otro parece ser que es la norma de conducta, sencillamente porque no es de los míos y porque además es inferior. Desprecio que lleva al odio y el rencor, a la quiebra de la convivencia. Solo existen los valores económicos. El bienestar úni-camente consiste en preservar la eco-nomía y para ello hay que buscar lu-gares seguros. Los mal llamados va-lores económicos, aunque se ocul-ten o disfracen, están corrompiendo al individuo y a la sociedad que con-forma. Y sin embargo, esa lampari-lla invita al sitio de la verdadera au-tenticidad, al de la conciencia lim-pia, sin máscaras ni anteojeras, invi-ta a la desnudez del hombre que, co-mo san Agustín, sabe que en su in-terior está la verdad: «No salgas fue-ra, en el interior del hombre habita la verdad».

Es falta de la auténtica conciencia, ese común conocer (conciencia, «co-nocer con») que el hombre tiene con Dios y en el que, según nos dice J. Ra-tzinger, se basa la Palabra revelada, la que chispea permanentemente en esa lamparilla: «Las Sagradas Escrituras parten del presupuesto de que el hom-bre, en lo más íntimo, conoce la vo-luntad de Dios, que hay una comu-nión de saber con Dios profundamen-

te inscrita en nosotros, que llamamos conciencia». Y faltan las palabras. Y sobran los silencios. No nos referi-mos al silencio productivo, al que se hace descansillo para el impulso de la palabra que sobreviene después; y sí nos referimos a la palabra que se convierte en acción comprometida en la tarea de buscar la verdad. «Yo os digo que si ellos se callan, habla-rán las piedras» (Lc 19,40). No se concibe tanta pasividad por parte del compromiso cristiano. No puede ser el cristianismo una reliquia para com-partir en privado, no se puede llamar silencio a lo que es miedo, ni la co-bardía puede tomar el nombre de la prudencia. La inacción no puede es-conderse en el paraguas de lo políti-camente correcto. El cristianismo es la base de nuestra civilización y los cristianos tenemos la obligación de hacer misión de la Palabra, escrita con mayúsculas.

Una búqueda compartidaEspaña es ahora también tierra de misión. Si el diagnóstico es correcto, pueden encontrarse remedios para curar el mal. Y el mal no es de ahora, la enfermedad se viene inoculando desde hace mucho tiempo por deter-minadas élites sociales y políticas. En la misión la verdad no se impone, se propone la tarea compartida de bus-carla. «¿Tu verdad? No, la Verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya guár-datela» (A. Machado). Para sanar, para saber quiénes somos, por dón-de vamos y a dónde queremos ir, en la ruta turística debería ser visita obli-gatoria la lamparilla del Sagrario.

Teresa y Lucrecio, matrimonio UNER

La lamparilla del SagrarioNo dejan de pasar turistas a la catedral gótica, renacentista, a la iglesia modernista, románica… Disparan sus cámaras, escuchan a la guía de turno o llevan acoplados al oído unos audífonos enormes, elevan miradas de admiración que chocan contra el capitel, el arco, el friso, la cúpula, se extrañan ante tanta belleza acumulada o se asombran por el paso casi inmaculado del tiempo.

Para saber quiénes somos y a dónde

queremos ir hay que visitar esta lamparilla

Page 17: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

3332

E n este caso, la protagonista es la querida profesora Grace Wes-ley, que ayuda a sus estudian-

tes a entender y disfrutar de la His-toria. Su amor por enseñar, su amor por sus estudiantes y su amor por la vida provienen del mismo lugar: su amor por Cristo.

Cuando Brooke, una de sus estu-diantes, que atravesaba la dura pérdi-da de su hermano, hizo una pregun-ta acerca de Jesús durante la clase, la respuesta razonable de Grace la me-tió en problemas.

Grace deberá enfrentar una de-manda judicial que le podría costar la pérdida de la profesión que tanto ama y expulsar a Dios de las clases y de la vida pública para siempre.

La película, inspirada en deman-das reales que han tenido lugar en EE.UU., refleja la situación de miles de cristianos a quienes se les exige se-parar la vida y la fe, relegando esta al ámbito privado. Pero, como bien mues-tra la protagonista, no es eso a lo que estamos llamados los creyentes sino a dar razón de nuestra esperanza, co-mo dice la primera carta de San Pe-dro, con lo que hacemos, con lo que decimos, con lo que vivimos…

A lo largo de los siglos, desde san Esteban, el primer mártir cristiano, hasta nuestros días, la Iglesia siempre

ha sufrido persecución. Esta película refleja lo que pode-mos llamar el martirio del si-glo XXI, es decir, esa perse-cución silenciosa que, al fin y al cabo, pretende eliminar la presencia de Dios de la vi-da de la sociedad.

El modo de proceder de la profesora Grace nos re-cuerda el poder que tiene la fe y el valor de la verdad, en medio de un mundo que quiere olvidar a Dios porque el Evan-gelio cuestiona y pone en tela de jui-cio la propia vida.

Son varias las situaciones en las que los personajes se tienen que en-frentar a duras decisiones, tanto en el ámbito laboral como en el familiar, para defender aquello que da un nue-vo sentido a sus vidas.

La película nos hace ver que creer en Dios es razonable y que no se pue-de negar la existencia histórica de Je-sús, pero, también, que eso no basta. Como afirma Benedicto XVI en Deus Caritas est: «No se comienza a ser cris-tiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida». Ese encuentro no es solo algo racional, ni un encuentro con alguien del pasado;

es el encuentro real con una persona viva, que nos ama y que ha prometido estar siempre con nosotros.

Jesucristo hoy sigue tocando los corazones de los hombres a través de su Palabra, a través de otras personas, a través de las circunstancias de la vi-da… Que ese encuentro con el Se-ñor nos llene de fortaleza para poder dar testimonio de Jesucristo sin mie-do, con valentía, con la certeza de que el Espíritu Santo nos asiste siempre en los momentos de prueba.

Ana Mª Cayuso Prados, m.e.n.

Cartelera recomendadaLectura sugerida

A ntonio Gil Moreno es sacerdo-te desde 1965 y periodista cor-dobés, nacido en Hinojosa del

Duque, en el año 1942. Es licencia-do en Teología por la Universidad pontificia de Salamanca, con expe-riencia como párroco y actualmente Canónigo de la Catedral de Córdo-ba. Ha sido subdirector del diario Córdoba y delegado de Medios de co-municación social de 1966 a 1999. Fundó la revista Iglesia en Andalucía y trabajó en Radio Nacional de Es-paña con el programa Buenos días nos dé Dios. Destaca su amplia labor co-mo escritor, colaborador de la Revis-ta Vida Nueva y la publicación de nu-merosos libros.

Su obraBesos de Dios a medianoche es una obra cargada de esperanza y mensajes ca-zados al vuelo para iluminar la vida cotidiana, fundamentados en expe-riencias y reflexiones personales. En sus páginas se manifiesta la preferen-cia por la concreción de la enseñan-za numérica, nos habla de «un lema para el siglo XXI»; «dos formas de vivir la vida»; «las tres llamadas de Jesús»; «necesitamos tres “síes” más uno para crecer»; «cinco frases para soñar»; «las cinco columnas de la

evangelización»; «las seis palabras que transforman el mundo»; «diez formas sencillas de amar» y «las diez recetas para alcanzar el éxito», entre otros muchos.

Se compone de 148 títulos, de contenido breve y directo, comenzan-do con un imperativo que suena a in-vitación fascinante: «¡Enamórate!». Con él, Antonio Gil Moreno se ha fi-jado en el padre Arrupe, general de la Compañía de Jesús, para escoger el primer beso de Dios a medianoche, una plegaria encendida en la fe ar-diente de este significativo jesuita.

Y sigue su obra recorriendo pre-ciosos himnos de santa Teresa de Je-sús, de san Agustín, de numerosos au-tores elegidos para incorporar sus obras en la Liturgia de las Horas. Ade-más, nos desvela brevemente, en diez líneas, cómo se imagina a Dios el mis-mo Karl Rahner y cómo Albert Eins-tein nos da un sabio consejo para no-sotros, los lectores de este libro: «Pre-ocúpate más por tu conciencia que por tu reputación, porque tu concien-cia es lo que tú eres y tu reputación es lo que los otros piensan de ti» (p. 49).

A través de este libro es posible entrever que el autor es un hombre despierto y observador, que está aten-to al lenguaje de Dios en las cosas or-

dinarias, en las personas y aconteci-mientos. Por eso es capaz de ofrecer numerosos detalles y experiencias pa-ra invitarnos a abrir el oído y la vista y así descubrir la belleza y el sabor de Dios, lo que él llama besos de Dios a medianoche.

No podemos pasar por alto el nú-mero 139, donde presenta a san Ma-nuel, el obispo del Sagrario abando-nado, recordando su canonización, la gracia carismática y el anuncio euca-ristizador de su epitafio. Concluye su obra con la preciosa bendición irlan-desa que, desde aquí, también noso-tros deseamos para todos los lectores de esta obra y de la revista que tienes en tus manos.

Mª de Valle Camino Gago, m.e.n.

Plegarias encendidas de fe

El valor de la verdad

Besos de Dios a medianoche

Autor: Antonio Gil MorenoAño: 2017Editorial: PaulinasPáginas: 152 - Formato: 12 x 19 cmPrecio: 12,50 €

Las páginas de Besos de Dios a medianoche pretenden ser un ramillete de mensajes sencillos, lenguaje ágil, fácil de entender, como si fuesen sus textos una especie de luces que iluminan no solo el camino sino nuestros pasos. Cuando se hace el silencio a nuestro alrededor, Dios mismo se acerca a nosotros y besa nuestro corazón anhelante y nos daremos cuenta cómo en el pleno invierno brota una pequeña flor de primavera.

Dios no está muerto (2) es una película estadounidense de drama cristiano dirigida por Harold Cronk, secuela de la película homónima de 2014. En ella se vuelve a hacer frente a la polémica con aquellos que quieren sacar a Dios de la vida de las personas.

Ficha técnicaNombre: Dios no está muerto (2)Duración: 121 minutos / Año: 2016País: EE.UU.Género: Drama cristianoDirector: Harold CronksActores: Melissa Joan Hart, Pat

Boone, Hayley Orrantia

Page 18: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

AgendaNoviembre

Intención del papa para el mes de noviembrePor los cristianos de Asia, para que, dando testimonio del Evan-gelio con sus palabras y obras, favorezcan el diálogo, la paz y la comprensión mutua, especialmente con aquellos que per-tenecen a otras religiones.

Encuentro para familiasBajo el lema: «La familia cristiana vive de la Eucaristía», la Delegación General de la UNER ha organizado un Encuen-tro para familias en Ibros ( Jaén), del 7 al 10 de diciembre. Contacto e inscripciones: 91 541 82 31 - 628 915 705.Fecha tope de inscripción: 25 de noviembre.Precio: Adultos, 100€; niños, 50€.

Asuntosde familia

1Miércoles

2Jueves

8Miércoles

6Lunes

16Jueves

19Domingo

20Lunes

26Domingo

Iglesia: Solemnidad de Todos los Santos

Iglesia: Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos. El papa preside la Eucaristía por las víctimas de todas las guerras

FER: En 1935, san Manuel González, en la Semana Pro Seminario de Toledo, da una conferencia sobre: El decrecimiento de las vocaciones sacerdotales y sus causas

FER: 110º Aniversario de la fundación de la Revista El Granito de Arena por san Manuel González

FER: En 1908, san Manuel González, en la III Semana Social de Sevilla, pronunció su célebre conferencia sobre: «Acción social del Párroco»

Iglesia: El papa preside la Eucaristía con ocasión de la I Jornada mundial de los pobres

FER: En 1927, san Manuel González entroniza el Sagrado Corazón de Jesús en la diócesis de Málaga, sobre la fachada del seminario.

Iglesia: Solemnidad de Jesucristo, Rey del UniversoIglesia: Hasta el 2 de diciembre, viaje apostólico del papa Francisco a Myanmar y Bangladés

34

Información e inscripciones: congresoculturamozarabe.es

Madrid - 7 al 10 de diciembre

Page 19: Cien años de gratitud Cien años de alegríaelgranitodearena.com/revistas/granito/EGDA_noviembre_17_baja.pdf · cristo» (Jn 17,3), tocamos el culmen de la misión de Jesús. Como

RECUERDOS

FAMILIA

Mucho más que

para toda la

El Obispo del Sagrario abandonado

7ª edición. 2 volúmenes17 x 24 cm, 750 páginasEdición aniversario, disponible a partir del 16 de octubreTapa dura: 40€ - Tapa blanda: 30€

Historias de don Manuel Más de 50 páginas para colorear

y conocer mejor a san Manuel52 páginas. 21,5 x 19,5 cm

RIE calendario 2018 Un mensaje de san Manuel

para cada mes del año10 x 15 cm

El apóstol de la EucaristíaPinceladas sobre la vidade san Manuel González

8 x 12 cm - 144 páginas

20 % de dto.Hasta el

30 de noviembre

Ofertalanzamiento

4€

2,50€4€