Ciceron - El Sueno de Escipion

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El sueño de Escipión de Marco Tulio Cicerón, Sobre la República, Biblioteca Clásica Gredos, Ed. Planeta-deAgostini, Barcelona, pp. 158-171. Traducción: Alvaro D´Ors Fuente: http://xmejuto.blogspot.com/2010/01/el-sueno-de-escipion-marco-tulio.html Cuando llegué a Africa, en donde, como es sabido, era tribuno de la Cuarta Legión, bajo las órdenes del cónsul Manius Manilus, nada deseaba tanto como encontrarme con Masinissa. monarca que por causas justas había sido muy amigo de nuestra familia. Cuando me presenté ante él, el anciano, tras haberme abrazado, lloró, y tras hacer una pausa miró al cielo y dijo: «Gracias te sean dadas a ti, oh Sol supremo, y a tus compañeros celestes, por haberme permitido, antes de partir de esta vida, contemplar en mi propio reino y bajo estos cielos a P. Cornelius Scipio, cuyo sólo nombre me reconforta: ¡Pues nunca se ha ido de mi alma el recuerdo de los mejores y más invencibles de los hombres!». Le pregunté entonces con respecto a los asuntos de su reino, y él a mí con respecto a nuestra república-, y así pasamos el día conferenciando por extenso. Tras regios entretenimientos, volvimos a conversar hasta bien entrada la noche, en la que el anciano sólo habló del viejo Scipio ( Africanus Major): recordaba todo sobre él, no sólo sus hazañas sino también sus dichos. Cuando nos separamos para retirarnos a descansar, por el viaje y nuestra conversación nocturna yo estaba más cansado de lo habitual. quedándome profundamente dormido. Tras lo cual (pues creo que ello surgió del tema de nuestra conversación, dado que a menudo sucede que nuestros pensamientos y conversaciones producen algún resultado en el sueño, como lo que Ennius relata que le sucedió a Homero, quien acostumbraba a hablar sobre ello y meditar en sus horas de vigilia) Africanus se me aparecio en una forma que reconoci más por su busto que por mi conocimiento del hombre mismo. Cuando le reconocí me eché a temblar; él, sin embargo, me dijo: «Ten valor y rechaza el miedo, oh Scipio; guarda en la memoria lo que voy a decirte». «¿Ves tú esa ciudad que, obligada por mí a someterse al pueblo romano, renueva sin embargo, incapaz de permanecer en paz, sus antiguas guerras? (Aquí me mostró Cartago desde un punto claro y brillante, lleno de estrellas, de las alturas celestes.) ¿Y el asalto al que tú vas, siendo un simple muchacho? En dos años a partir de ahora, tú derribarás como cónsul esa ciudad, y ese nombre hereditario, que hasta ahora tú tuviste de nosotros, te pertenecerá a ti por tus propios esfuerzos. Además, cuando Cartago haya sido arrasada por ti, llevarás a cabo tu Triunfo y serás nombrado censor; entonces como legado irás a Egipto, Siria, Asia y Grecia, siendo hecho cónsul una segunda vez durante tu ausencia, y llevando a cabo la mayor de las guerras, destruirás Numancia. Pero cuando seas llevado sobre el carro triunfal al Capitolio, encontrarás la república

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El sueño de Escipión

de Marco Tulio Cicerón, Sobre la República, Biblioteca Clásica Gredos, Ed. Planeta-deAgostini,Barcelona, pp. 158-171. Traducción: Alvaro D´Ors

Fuente: http://xmejuto.blogspot.com/2010/01/el-sueno-de-escipion-marco-tulio.html

Cuando llegué a Africa, en donde, como es sabido, era tribuno de la Cuarta Legión, bajo lasórdenes del cónsul Manius Manilus, nada deseaba tanto como encontrarme con Masinissa.monarca que por causas justas había sido muy amigo de nuestra familia. Cuando me presentéante él, el anciano, tras haberme abrazado, lloró, y tras hacer una pausa miró al cielo y dijo:«Gracias te sean dadas a ti, oh Sol supremo, y a tus compañeros celestes, por haberme permitido,antes de partir de esta vida, contemplar en mi propio reino y bajo estos cielos a P. CorneliusScipio, cuyo sólo nombre me reconforta: ¡Pues nunca se ha ido de mi alma el recuerdo de losmejores y más invencibles de los hombres!». Le pregunté entonces con respecto a los asuntos desu reino, y él a mí con respecto a nuestra república-, y así pasamos el día conferenciando porextenso. Tras regios entretenimientos, volvimos a conversar hasta bien entrada la noche, en la queel anciano sólo habló del viejo Scipio ( Africanus Major): recordaba todo sobre él, no sólo sushazañas sino también sus dichos. Cuando nos separamos para retirarnos a descansar, por el viajey nuestra conversación nocturna yo estaba más cansado de lo habitual. quedándomeprofundamente dormido.

Tras lo cual (pues creo que ello surgió del tema de nuestra conversación, dado que a menudosucede que nuestros pensamientos y conversaciones producen algún resultado en el sueño, comolo que Ennius relata que le sucedió a Homero, quien acostumbraba a hablar sobre ello y meditaren sus horas de vigilia) Africanus se me aparecio en una forma que reconoci más por su bustoque por mi conocimiento del hombre mismo. Cuando le reconocí me eché a temblar; él, sinembargo, me dijo: «Ten valor y rechaza el miedo, oh Scipio; guarda en la memoria lo que voy adecirte».

«¿Ves tú esa ciudad que, obligada por mí a someterse al pueblo romano, renueva sin embargo,incapaz de permanecer en paz, sus antiguas guerras? (Aquí me mostró Cartago desde un puntoclaro y brillante, lleno de estrellas, de las alturas celestes.) ¿Y el asalto al que tú vas, siendo unsimple muchacho? En dos años a partir de ahora, tú derribarás como cónsul esa ciudad, y esenombre hereditario, que hasta ahora tú tuviste de nosotros, te pertenecerá a ti por tus propiosesfuerzos. Además, cuando Cartago haya sido arrasada por ti, llevarás a cabo tu Triunfo y serásnombrado censor; entonces como legado irás a Egipto, Siria, Asia y Grecia, siendo hecho cónsuluna segunda vez durante tu ausencia, y llevando a cabo la mayor de las guerras, destruirásNumancia. Pero cuando seas llevado sobre el carro triunfal al Capitolio, encontrarás la república

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en confusión por la política de mi nieto. Aquí, oh Africano, será necesario que muestres a la tierrapatria la luz de tu espíritu, tu genio y tu sabiduría; en este período de tu vida veo oscuramente elcurso de tu destino, aunque cuando tu edad haya completado ocho veces siete circuitos y vueltasdel sol, eso te llevará a la época fatal de tu vida por el circuito natural de estos dos números (cadauno de los cuales es perfecto, el uno por razón distinta al otro); ante ti sólo y ante tu nombre todoel estado girará; a ti, corno senador, todas las buenas gentes, los aliados de los latinos y lospropios latinos, acudirán; en ti descansará la salvación de todo el estado, y a menos que caigasobre ti la mala fortuna, a ti, como dictador, te corresponde establecer firmemente la república siescapas de las manos impías de tus parientes»; ante esta parte del recital Laelius lloró y los otrosse lamentaron amargamente, pero Scipio, sonriendo, dijo: «Te ruego no me despiertes de misueño; permanece un poco en paz y escucha el resto».

«Pero, oh Africano, para que puedas ser el más entregado al bienestar de la república, escuchabien: para todos los que han guardado, animado y ayudado a su patria, hay asignado un lugarparticular en el cielo, en donde los bendecidos gozarán de vida permanente. Pues nada sobre latierra es más aceptable a la deidad suprema que reina sobre todo el universo, que las uniones ycombinaciones de hombres unidos bajo la ley a las que llamamos estados; por tanto losgobernantes y conservadores proceden de ese lugar y a él retornan después».

En ese punto, aunque estaba totalmente aterrado, no tanto por el miedo a la muerte como por latraición de mis parientes, quise saber si él mismo estaba vivo realmente, y mi padre Paulus yotros a quienes creíamos aniquilados.

«Sí», contestó. «En verdad siguen vivos los que se han líberado de las ataduras del cuerpo comode una prisión: ¡Pues lo que llamáis vida no es en realidad sino muerte! ¿No ves a tu padre Paulusque viene hacia ti?»

Ante esa visión rompí en un mar de lágrimas: él, por su parte, me abrazó y besó y me prohibióllorar; luego, cuando mis lágrimas cesaron, y pude hablar, dije: «Te ruego me digas,reverenciadísimo y Excelentísimo padre: puesto que eso es la vida, como he oído decir alAfricano, ¿por qué permanezco en la tierra? ¿Por qué no me precipito a ir contigo?

«No puede ser», contestó él, «pues a menos que la Deidad que es el Señor de este universo que túhabitas, te libere de la prisión de tu cuerpo, aproximándose aquí, no puedes venir. Pues hombreshan nacido bajo esta ley para ser fieles guardianes de ese Globo que ves en el medio de esteuniverso y que es llamado la Tierra: y un alma se les ha dado de aquellos fuegos Sempiternos alos que tú llamas estrellas y constelaciones; siendo estos cuerpos esféricos y globulares, animadoscon almas divinas , prosiguen sus órbitas circulantes con maravillosa celeridad. Y por tanto, oPublius, por ti y por todas las personas piadosas, el alma será retenida en el mantenimiento delcuerpo: sin su orden, por quien se te ha dado ese alma, no podrás despedirte de la vida mortal, amenos que parezcas ser infiel al deber ante la humanidad que te ha sido asignado por la Deidad.

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Pero cultiva la justicia y la piedad, oh Scipio, siguiendo los pasos del Gran señor y de mí mismo,que te lo suplicamos. Estas cualidades, excelentes ya entre los padres y parientes. son todavíamás nobles cuando se practican hacia el país de uno: esta vida es el camino al Cielo y a la reuniónde aquellos que, habicndo vivido ya en la tierra, ahora, liberados del cuerpo, habitan este lugarque tú ves (esta esfera que brilla con la más resplandeciente luz entre las abrasadoras estrellas) yque, siguiendo a los griegos, llamáis la Vía Láctea. Desde este lugar todos los otros cuerposaparecen ante mi vista muy brillantes y maravillosos. Además están las estrellas que no se vennunca desde la tierra: y la magnitud de todas ellas es tal como nunca hemos sospechado: entreellas contemplo la más pequeña que está en el punto más lejano al Cielo y más cercano a laTierra, brillando con la luz prestada. Además, las esferas de las estrellas trascendieron mucho eltamaño de la Tierra. Así, la propia Tierra me parece ya pequeña, afligiéndome al pensar lapequeña parte de su superficie que en realidad ocuparnos.»

Mientras yo proseguía mirando, El Africano siguió hablando: «¿Cuánto tiempo permanecerá tumente clavada a la Tierra? ¿Contemplas el glorioso Templo al que has llegado'? Ahora sabes queel Universo se compone de nueve círculos", o más bien Esferas, todas unidas entre sí, una de lascuales es celestial, y la más lejana, que abarca a todas las demás, la Deidad suprema que conservay gobierna a las otras. En esta esfera se realizan las revoluciones eternas de las Estrellas, y a ellaestán sometidas las siete esferas que giran hacia atrás con un movimiento contrario al de la EsferaCeleste. La primera (de las Siete) Esferas está ocupada por la Estrella que en la Tierra se llamaSaturno. Luego viene la esfera de esa espléndida Estrella, saludable y afortunada para la razahumana, llamada Júpiter. Luego viene la Esfera Roja, terrible para la Tierra. a la que llamáisMarte. Bajo estas esferas, y casi en la región media, está situado el Sol, el Dirigente. Jefe yGobernador de las otras Luces. la mente del Mundo y el principio organizador, de tan maravillosamagnitud que ilumina e impregna con su luz todas las partes del Universo. Las Esferas de Venusy Mercurio siguen al Sol en sus respectivos cursos como compañeras suyas. En la Esfera inferiorla Luna gira iluminada por los rayos del sol. Bajo ésta en verdad no existe nada que no estésometido a la muerte y decadencia, salvo las Almas, que por donación de los Dioses han sidoentregadas a la raza humana. Por encima de la Luna todas las cosas son eternas, pero la Esfera dela Tierra, que ocupa un lugar medio y es la novena, no se mueve: es la más baja y a ella sonatraídos todos los cuerpos por su propia gravedad.»

Cuando me hube recuperado de mi asombro ante la visión de todas aquellas cosas, pregunté:«¿Qué es esa dulce y maravillosa melodía que llena mis oídos?»

«Eso», respondió él, «es esa armonía que, afectada por la combinación de intervalos irregulares,y sin embargo en armoníosas proporciones y separados así con razones, se debe al impulso ymovimiento de las propias esferas: la luz combinada con los tonos más graves; los diversossonidos, que uniformemente hacen una gran sinfonía. Pues no con silencio pueden hacerse esosmovimientos hacia adelante, y la Naturaleza nos lleva a la conclusión de que los extremos danuna nota baja en un lado y una alta en el otro. Así la esfera celestial cuyo curso estelar es más

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rápido da un sonido alto y agudo; siendo el tono más grave el de la esfera lunar, que es inferior;pero la Tierra, la novena esfera, permanece inmóvil, siempre fija en la sede inferior en el lugarmedio del Universo. Además, los movimientos de estas ocho esferas que están por encima de latierra, y de las que la fuerza de dos es la misma, producen siete sonidos apoyados en intervalosregulares; cuyo número es el principio conector de casi todas las otras cosas. Hombres Instruidos,habiendo imitado este misterio divino con instrumentos de cuerdas y armonías vocales, se hanganado para sí mismos el regreso a este lugar al igual que otros que, dotados de una sabiduríasuperior, han cultivado las ciencias divinas incluso en la vida humana.»

«Ahora los oídos de los hombres se han vuelto sordos a esta melodia; no hay en vosotros unsentido más apagado. Lo mismo que en ese lugar que se llama Catatdupa, en donde el Nilo caedesde las altas montañas, las gentes que allí viven han perdido el sentido del oído por la magnituddel sonido, así ciertamente, un tremendo volumen de sonido surge de la rápida revolución de todoel Cosmos, pero los oídos humanos no son capaces de recibirlo, del mismo modo que soisincapaces de mirar directamente al Sol, cuyos rayos ciegan y vencen los sentidos.»

Maravillado ante estas cosas, mis ojos volvían a menudo hacia la Tierra.

Entonces dijo El Africano: «Percibo que incluso ahora miras al lugar y morada de los mortales.Pero si a ti te parece tan pequeña, como ciertamente lo es, así vista, afánate por estas cosascelestes y estima menos las de la tierra. Pues la gloria o renombre realmente dignos de serbuscados no derivan de las bocas de los hombres. Tú ves que la Tierra está habitada enesparcidos lugares confinados dentro de estrechos límites, siendo esas regiones habitadas simplesmotas sobre su superficie con vastas zonas salvajes entre medio: y los que habitan la Tierra nosólo están separados así, pues ninguna comunicación es posible entre ellos del uno al otro, puesocupan posiciones en parte oblicuas, en parte transversales, en parte opuestas a las vuestras; deéstos seguro que no puedes esperar gloria. También percibirás que esta misma tierra está, por asídecirlo, circunscrita y circundada por zonas, dos de las cuales, las más separadas y situadas acada extremo bajo los mismos polos del cielo, están heladas como puedes ver: mientras la zonamedia, la más grande, se quema con el calor del Sol. Dos zonas son habitables, una de las cualesestá hacia el Sur, y aquellos que allí habitan ponen sus pies opuestamente a vosotros, y nadatienen que ver con vuestra raza. En cuanto a la otra zona que habitáis, y que está sometida alviento del Norte, mira qué parte tan pequeña tiene que ver con vosotros: pues toda la superficiehabitada por tu raza, limitada hacia los polos y más ancha lateralmente, sólo es una pequeña islarodeada por el mar, al que llamáis en la Tierra el Atlántico, el Gran Mar o el Océano. Pero, apesar de ese nombre, es tan pequeño como tú puedes ver. ¿Cómo es posible entonces que desdeesos países conocidos y cultivados, tu nombre o el de cualquiera de los nuestros, pueda cruzaresas montañas caucásicas, que tú ves, o pasar más allá del Gánges? ¿Quiénes, en las partesrestantes del Oriente, en las regiones más profundas del errabundo Sol, bien en los Climas delNorte o del Sur, oirán tu nombre? Entonces, descartadas esas partes, percibes dentro de qué

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estrechos límites trata de extenderse tu gloria; ¿y por cuánto tiempo, incluso, aquellos que cantantus alabanzas seguirán haciéndolo?

«Pues aunque generaciones desde aquí a la posteridad trataran de perpetuar la fama de alguien denosotros pasada de padre a hijo, no obstante, por causa del fuego y la inundación, queinevitablemente sucederán en períodos fijos del tiempo, seremos incapaces de alcanzar renombreduradero, y menos aún gloria eterna. ¿Qué importancia, además, las cosas a ti concernientestendrán para los que nazcan después, cuando no quede vivo nada de lo que existió antes? Másespecialmente, cuando de esos mismos hombres que van a venir, ninguno sea capaz de recordarlos acontecimientos de un solo año. Ahora, de acuerdo con una costumbre común, los hombressuelen medir el año simplemente por el retorno del Sol o, dicho de otro modo, por la revoluciónde una estrella. Pero cuando todas las constelaciones retornen a las Posiciones originales de lasque una vez partieron, restaurando así a largos intervalos la configuración original de los Cielos,entonces puede, hablarse verdaderamente del «Gran Año», dentro de cuyo período apenas meatrevo a decir cuántas generaciones de hombres están comprendidas. Pues así como en el tiempopasado, cuando el Alma de Rómulo entró en estas moradas sangradas, el Sol parecía fallar yextinguirse, así cuando el Sol de nuevo falle en la misma posición y al mismo tiempo, entonces,cuando los Signos del Zodíaco hayan regresado a su posición original, y las Estrellas seanllamadas, el ciclo del Gran Año se habrá cumplido; de este enorme período de tiempo, has desaber que ni una veinteava parte ha transcurrido todavía.

«.Y por tanto, si tú desesperas de un rápido retorno a este cuarto, en donde todas las cosas estánpreparadas para grandes y excelentes hombres, concibe qué valor tiene la gloria humana, queapenas puede soportar la más pequena parte de un ciclo. Pero si miras hacia lo alto y fijas tumirada en este estado y en tu casa eterna, no prestarás atención a la charla vulgar, ni pennitirásque tus actos sean influidos por la esperanza de recompensas humanas. La verdadera virtud ha deconducir por sí misma a la gloria real. Deja que los demás se preocupen de averiguar lo quepueden decir de ti: pues está fuera de toda duda que hablarán de ti. La fama humana estátotalmente restringida dentro de estos estrechos límites que tú ves, y nunca en ningún tiempo haganado nadie renombre inmortal, pues eso es imposible por causa del aniquilamiento de loshombres y el olvido de la posteridad.

Entonces dije yo: «Oh Africano, si es cierto que quienes han hecho merecimientos ante su paístienen, por así decirlo, un Camino abierto al Cielo -aunque por mi juventud he seguido los pasostuyos y de mi padre, y nunca empañé tu gran renombre- ahora, con tan gran perspectiva ante mí,me esforzaré con mayor atención.»

«Afánate», dijo él, «con la seguridad de que no eres tú quien está sometido a la muerte, sino tucuerpo. Pues tú no eres lo que esa forma parece ser, pues el hombre real es el principio pensantede cada uno, no la forma corporal que se puede señalar con el dedo. Que sepas pues, entonces,que tú eres un Dios. en tanto en cuanto es Deidad lo que tiene voluntad. sensación, memoria,

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previsión, y quien así gobierna, regula y mueve el cuerpo entregado a su cargo, así como laDeidad suprema hace con el Universo, y como el Dios Eterno dirige este Universo que en ciertogrado está sometido a decadencia, así un Alma sempiterna mueve el frágil cuerpo.

»Ahora bien, lo que está siempre en movimiento es eterno, mientras que lo que sólo comunicamovimiento, habiendo sido puesto en movimiento por otra causa, cesará necesariamente demoverse cuando se retire el impulso motor. De acuerdo con ello sólo lo que se mueveespontáneamente, porque es siempre todo en sí mismo, nunca cesa realmente de moverse, y esademás la fuente del movimiento en todas las cosas. Ahora bien, una causa primaria no deriva deninguna otra causa-, pues de ahí proceden todas las cosas, y no de otra cosa. Lo que surge de algomás no puede ser causa primaria, y si ésta no tuvo un comienzo, tampoco tendrá nunca un fin.Pues una vez destruida la causa primordial, ni podría ser generada de nuevo de ninguna otra cosani podría producir nada más: pues todas las cosas deben proceder necesariamente de la causaprimordial. Este principio eterno del Movimiento completo surge de lo que es movido por símismo y de sí mismo, y por tanto no puede nacer o perecer; o de otro modo por necesidad todoslos cielos colapsarían, y toda la Naturaleza se detendría, incapaz ya de obtener el impulso que lapuso en movimiento.

»Puesto que, de acuerdo con ello, es manifiesto que es eterno lo que se mueve por sí mismo,¿quién negará que este principio eterno es un atributo natural de las almas? Pues todo lo que esmovido por un impulso externo es inanimado: en cambio, lo que se energiza desde su interior esverdaderamente animado, y esta es la operación peculiar del Alma. Entonces, si el Alma es lo queestá por encima de todo, lo que es el propio motivo. ciertamente no nace, sino que es eterna.Ejerce, por tanto, esta alma tuya en las cosas más nobles: la solicitud y el cuidado por el bienestardel propio país son las mejores: pues animada y controlada por esos sentimientos, el alma pasamás rápidamente a esta esfera: su verdadero hogar. Y ello se puede conseguir más rápidamente si,estando aprisionada en el cuerpo, se eleva por encima de las limitaciones terrenas y, mediante lacontemplación de las cosas que están más allá del cuerpo, se abstrae en el mayor grado de sutabernáculo terrenal.

»Pues las Almas de los hombres que se han entregado a los deseos del cuerpo, y de las mujeresque, como instigadoras, se han entregado a sí mismas, y por el impulso de las pasiones obedientesa la gratificación sensual, han violado las leyes de Dios y del Hombre, una vez liberadas delcuerpo, siguen girando en este mundo, y esas Almas torturadas no volverán a este lugar, salvodespués de muchos siglos.»

Aquí dejó de hablar, y yo desperté de mi sueño