Chilenos: entre la continuidad de la izquierda o giro a la derecha

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Reportaje que realice para el diario colombiano La Patria (www.lapatria.com). Sobre las elecciones presidenciales y de congreso 2009 en Chile. www.sergioacevedovalencia.com

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w w w. l a p a t r i a . c o mDOMINGO 13 DE DICIEMBRE DE 20096b e n d o m i n g oEl país vivirá la quinta ElEcción prEsidEncial dEspués dE la dictadura militar

Chilenos: entre la continuidad

de la izquierda o giro a laderecha

Las encuestas dan como ganador en primera vuelta al candidato de la derecha Sebastián Pi-

ñera, pero en segunda vuelta la izquierda puede ganar si se unen sus partidos políticos.

Oficinas de la candidata a diputada Marcela Sabat, atacada por 30 personas simpatizantes de un candidato “amigo” y compañero de lista.

Sergio DaviD aceveDo* EspEcial/la patria

Santiago De chile

Chile saldrá hoy a votar para elegir presidente y Congreso, en medio de la indecisión y apatía de sus ciudadanos. El presidenciable favorito en las encuestas es el em-presario y candidato de derecha, Sebastián Piñera.

Han pasado 21 años desde el plebiscito que devolvió la demo-cracia al país austral y 20 años de gobiernos de centro-izquierda con cuatro presidentes en ese tiempo: Patricio Aylwin, Eduardo Frei —candidato hoy—, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, la pri-mera mujer en gobernar el país del sur.

Los comicios se celebrarán sin la presencia del ex dictador Au-gusto Pinochet, quien falleció en el 2006. Pero su fantasma ronda a los candidatos de derecha que tratan ahora de ahuyentar su sombra.

Tanto así, que a Rodrigo García Pinochet, nieto preferido del ex general, sus amigos políticos no le permitieron integrar la lista para la Cámara de Diputados por el parti-do de derecha más extrema, la UDI (Unión Demócrata Independiente), grupo político conformado por partidarios de la dictadura.

El heredero del general debió recoger firmas para inscribirse como independiente y sin el res-paldo de los amigos de su abuelo, que ya tratan de evitar cualquier relación con los 17 años de dic-tadura en la cual ocuparon altos cargos.

Son cuatro candidatos Cuatro candidatos optan a la

primera silla del Palacio de La Moneda. Uno de derecha y tres ligados de alguna manera a la Concertación de Partidos por la Democracia, la coalición de centro-izquierda que ha gober-nado el país por los últimos dos decenios y que en esta elección ha visto cómo su ala más progresista se ha disgregado para dar techo a dos de los candidatos.

Uno de ellos, Jorge Arrate, mi-litante del Partido Socialista (PS), y que va arropado entre otros por el Partido Comunista (PC), se de-clara heredero del ex presidente Salvador Allende, quien fue derro-cado por Pinochet.

El otro es Marco Enríquez-Ominami, conocido en esta cam-paña como ME-O, quien renunció al Partido Socialista para lanzarse como independiente al no tener el apoyo de sus correligionarios, que optaron por avalar la candidatu-ra del oficialista y ex presidente Eduardo Frei. Los dos partidos de derecha, reunidos en la Alian-za por Chile, apoyan a Sebastián Piñera, miembro del sector más liberal, llamado Renovación Na-cional (RN).

Los presagios de los politólogos y “encuestólogos” locales indican que hoy no se definirá al nuevo presidente y que se deberá ir a la segunda vuelta, el 13 de enero. La división de los partidos de la Concertación es lo que hace pro-nosticar un escenario favorable

FOTOS/SergiO AcevedO/LA PATriA

Pancartas dañadas por colaboradores de compañeros de listas al congreso.

Si es izquierda o derecha el escenario no cambia

para que la derecha llegue a ganar la presidencia a través de la vía democrática por primera vez en 45 años.

Unión de izquierda En las últimas semanas, Arrate

-el candidato de menor aceptación en las encuestas- ha insistido en un pacto antes de la primera vuelta. Su propuesta es que, sin importar el candidato de centro-izquierda que pase a segunda vuelta, éste sea apoyado por los otros dos aspirantes, para evitar que la derecha tome el poder.

La invitación de Arrate fue re-chazada por ME-O, quien ha dicho que no dará directriz alguna para la segunda vuelta si no logra llegar a competir en enero: “Mis electores estarán libres de decidir su voto. Es el pueblo quién elige”.

El candidato Eduardo Frei, cuando cumplía el cierre de cam-paña el día viernes aceptó el com-promiso y lo anunciando como un “pacto de amigos”. Agregó: “Arrate nos ha invitado a trabajar unidos en segunda vuelta, y a partir del 13 de diciembre (hoy) será el mo-mento de la unidad”.

Las encuestas dan como con-trincantes para el llamado balotaje de segunda vuelta a Piñera y a Frei. Pero es Enríquez-Ominami quien se convirtió en el fenómeno electoral de esta elección. El joven diputado, nacido tres meses antes del derrocamiento de Allende, em-pezó marcando 1% en los sondeos y con los meses fue creciendo, al punto de acercarse peligrosamen-te a Frei. Aún puede llegar a ser la sorpresa electoral de hoy.

ME-O es reconocido como el candidato “díscolo”, por sus aseveraciones sobre su consumo de drogas y otros temas libera-les en el país más conservador de Latinoamérica y también el más desarrollado de la región en conectividad, comunicaciones y globalización.

El arrastre de Enríquez-Omi-nami, hijo del fundador del Mo-vimiento de Izquierda Revolucio-naria (MIR) Miguel Enríquez, ha llevado a muchos jóvenes chilenos a identificarse con él.

Guillermo Holzmann, Subdi-rector del Instituto de Asuntos Pú-blicos de la Universidad de Chile, analiza la campaña de ex socialista como una irrupción democrática, donde “nadie tiene la verdad sobre el otro y todos tienen la posibilidad de entregar sus ideas”. Eso, según él, “entra a romper los círculos de poder y genera el conflicto que vemos hoy”.

Apatía para sufragar En Chile la política ocupa gran

parte en la agenda de los medios de comunicación. Pero a pesar de la importancia que ostenta el tema en la sociedad chilena, se espera que las mesas de sufragio sean hoy poco concurridas: los ciudadanos se han vuelto apáticos con la po-lítica, como lo muestra la última Encuesta Nacional de Opinión Pú-blica, una de las más respetadas del país, al decir que el 45% de los chilenos no se identifica con grupo político alguno.

El Registro Civil chileno estima que hay 12 millones de ciuda-danos aptos para votar, pero los inscritos en el Servicio Electoral para sufragar hoy son 8,2 millones de personas. O sea, el 32% de los chilenos no asisten a las urnas y los inscritos en el censo electoral lo hacen por obligación para no ser sancionados, ya que estar inscrito obliga a votar a riesgo de multas que van desde 120 a 600 dólares.

Cristóbal Bellolio, investigador Escuela de Gobierno Universidad Adolfo Ibáñez, recalca que la in-diferencia por la política en Chile está en la perpetuación de indivi-duos en los círculos de poder.

“Lo relevante es que el concepto de renovación política en Chile se ha entendido en forma amplia: renovación de caras, contenidos y estilos. Un estilo nuevo no es necesariamente independiente de

los partidos, sino una forma de comunicarse abierta, horizontal, genuina.

Es inverosímil pretender que un joven de 20 años se sienta partícipe de la mística fundacional de la Concertación, o que crea que la Alianza es la renovación cuando sus protagonistas son los mismos que ve en televisión desde que nació”.

Algunos chilenos creen que el voto obligatorio es antidemocráti-co. El estudiante de posgrado de la Universidad Católica Francisco Ormazábal alegremente dice: “Me-nos mal no va votar hoy”.

Y añade que no se quiere ins-cribir en los registros electorales nunca y que votará cuando la inscripción sea voluntaria y sin sanciones económicas. La inge-niera Elisa Villalobos afirma que si de ella dependiera no iría a votar hoy.

En las elecciones pasadas se inscribió para votar por Bachelet, pero no le interesa votar en éstas; sin embargo, estando en el censo le “toca ir” para no ser multada.

También se renueva el Congreso

Hoy los votantes, además de mostrar su preferencia por un candidato presidencial, también recibirán tarjetones para elegir, a parte del Congreso, compuesto por 120 diputados para un periodo de cuatro años y 38 senadores para una legislatura de ocho años. Gran parte de los integrantes de ambas cámaras aspiran a la reelección: la Ley les permite presentarse una y otra vez.

La legislación autoriza la publi-cidad de las campañas faltando un mes para las votaciones. Las normas restringen los espacios y la utilización de la vía pública para colocar pancartas, pendones y vallas en pocos lugares que todos quieren ocupar en las calles.

Estas limitaciones han suscita-do incluso peleas internas entre las candidaturas de derecha para el Congreso, que han llegado hasta a demandas penales por destruc-ción de la publicidad, asaltos a centros de campaña y amenazas con armas de fuego entre parti-darios.

La destrucción de material publicitario de candidatos “ami-gos” tuvo su último altercado esta semana entre la candidata Marcela Sabat y su compañero de lista Rodrigo Álvarez. Los hechos ocurrieron cuando un grupo de 30 personas simpatizantes de Ál-varez (UDI) ingresó a las oficinas de Sabat (RN), armado con una escopeta y piedras para destruir el local y el material publicitario de la candidata. Álvarez personal-mente había visto cómo desde el primer día fueron destruidas sus pancartas en parques de la zona donde hacía campaña.

Casos similares se han registra-do en otros lugares del país, por lo que la coalición de derecha ha sido criticada fuertemente por la izquierda: se menciona que de esa forma pretenden los políticos de derecha manejar el país, usando “la violencia y la fuerza”.

*www.sergioacevedovalencia.com

La periodista del diario El Mercurio Jimena Villegas ma-nifiesta que el ganador de las elecciones presidenciales no afectará en nada a la institu-cionalidad chilena. Si el elegido es Marco Enríquez-Ominami la pregunta será cómo va gober-nar sin un apoyo de partidos debido a su candidatura inde-pendiente.

En el caso de Sebastián Piñe-ra, la duda es cómo manejará el país la derecha después de tantos años: “En el fondo, no importan coalición o nombre, no va pasar nada, da igual”, anota Villegas. La reportera considera que ninguno de los candidatos que llegue a silla presidencial podrá hacer mu-chos cambios, debido a las re-particiones e intereses de poder con las que funciona la política interna de Chile.

Un ejemplo de la estabilidad institucional local lo representa la propia presidenta Bachelet, quien venía con bajo perfil dentro de la política nacional: nunca fue miembro de las élites, sino que pertenecía a cuadros menores dentro del PS. Pero la mandataria pudo sostener un equilibrio entre una coalición con tantos intere-ses y poderes diferentes como la Concertación.

Lo mismo sucedió con Ricar-do Lagos, el primer presidente socialista después de Allende: se decían que iba a tener pro-blemas de gobernabilidad, pero nada pasó. Al contrario, tanto Lagos como Bachelet vivieron el cierre de sus periodos con altos niveles de popularidad.