Charles Spurgeon : Predicar El Evangelio : Sermón 34 Del 5 de Agosto de 1855 : New Park Street

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    El Plpito de la Capilla New Park

    Street

    Predicar el Evangelio

    NO. 34

    Sermn predicado el Domingo 5 de Agosto, 1855

    por Charles Haddon Spurgeon

    En la Capilla New Park Street.

    "Porque si anuncio el evangelio, no tengo de qu jactarme,

    porque me es impuesta necesidad; pues ay de m si no anuncio elevangelio!" --- 1 Corintios 9:16 (RVA)

    Sermones

    El hombre ms destacado de los tiempos apostlicos fue el apstol Pablo.l siempre fue grande en todo. Si se le considera como pecador, l fue enextremo pecador; si se le ve como perseguidor, l odiaba en extremo a loscristianos y los persegua hasta ciudades lejanas; si se le toma comoconvertido, su conversin fue la ms notable de todas las que hayamosledo, consumada por medio de un milagroso poder y por la propia voz de

    Jess que le habl desde el cielo: "Saulo, Saulo, por qu me persigues?"Si lo tomamos simplemente como cristiano, vemos que fue extraordinario,que am a su Maestro ms que otros, y buscaba mostrar, ms que todoslos dems, la gracia de Dios en su vida.

    Pero si lo consideramos como apstol y predicador de la Palabra,sobresale de manera eminente como el prncipe de los predicadores, quepredic incluso ante reyes y emperadores -como Agripa y Nern- y,asimismo, estuvo frente a emperadores y reyes por causa del nombre deCristo. Una caracterstica de Pablo era que cualquier cosa que hiciera, la

    haca con todo su corazn. Era del tipo de personas que no podadesempear una funcin a medias, ejercitando una parte de su cuerpo ydejando que la otra parte permaneciera indolente; sino que, cuando sepona a trabajar, absolutamente todas sus energas -cada nervio, cadatendn- eran utilizadas al mximo en el trabajo que deba hacer, ya fueratrabajo del malo o del bueno.

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    Pablo, por tanto, poda hablar con toda la experiencia en lo tocante a suministerio, puesto que l fue el mayor de los ministros. Todo lo que dice esimportante; todo nos llega de lo profundo de su alma. Y podemos estarseguros de que cuando escribi esto, lo escribi con mano firme: "Sianuncio el evangelio, no tengo de qu jactarme, porque me es impuestanecesidad; pues ay de m si no anuncio el evangelio!"

    Ahora bien, estoy convencido de que estas palabras de Pablo sonaplicables a muchos ministros en nuestros das; a todos aquellos quetienen un llamado especial, que son guiados por el impulso interno delEspritu Santo a ocupar la funcin de ministros del Evangelio. Alconsiderar este versculo, responderemos a tres preguntas el da de hoy:primero, qu es predicar el Evangelio? En segundo lugar, por qu elministro no tiene de qu jactarse? Y en tercer lugar, cul es esa necesidad

    y esa preocupacin involucradas en el versculo: "Porque me es impuestanecesidad; pues ay de m si no anuncio el evangelio!"?

    I. La primera pregunta es: Qu es predicar el Evangelio? Hay muchasrespuestas para esta pregunta, y posiblemente aqu mismo, en miaudiencia (aunque yo creo que somos muy uniformes en nuestrasconvicciones doctrinales) pueden hallarse dos o hasta tres respuestasrpidamente disponibles a esta pregunta: Qu es predicar el Evangelio?Intentar, por tanto, responderla yo mismo de conformidad con mi propiojuicio, con la ayuda de Dios, y si sucede que no es la respuesta correcta,

    estn ustedes en completa libertad de encontrar una mejor, mediante supropio discernimiento.

    1. La primera respuesta que dar a la pregunta es sta: Predicar elEvangelio es exponer cada doctrina contenida en la Palabra de Dios, ydar a cada verdad su propia importancia. Los hombres pueden predicaruna parte del Evangelio; pueden predicar nicamente una sola doctrinadel Evangelio; y yo no dira que un hombre no predica en absoluto elEvangelio si slo sostuviera la doctrina de la justificacin por la fe,

    "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe". Yo lo considerara unministro del Evangelio, pero es alguien que no predica todo el Evangelio.No puede afirmarse que un hombre predica el Evangelio completo deDios, si hace a un lado, a sabiendas e intencionalmente, una sola verdadde nuestro bendito Dios.

    Este comentario mo debe ser muy punzante y estallar en las conciencias

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    de muchas personas que, casi como un asunto de principios, nocomparten ciertas verdades con la gente debido a que temen esasverdades.

    En una reciente conversacin con un eminente creyente, hace un par desemanas, me deca: "seor, sabemos que no debemos predicar la doctrinade la eleccin, ya que no tiene la capacidad de convertir a los pecadores."Yo le respond: "pero quin se atreve a identificar fallas en la verdad deDios? Usted est de acuerdo conmigo en que la eleccin es una verdad y,sin embargo, usted afirma que no debe predicarse. Yo no me atrevera aafirmar algo as. Considero que es una arrogancia suprema atreverse adecir que una doctrina no debe predicarse, cuando Dios, en su supremasabidura, ha querido revelarla a los hombres."

    Adems, me preguntara: El fin de todo el Evangelio es convertir a los

    pecadores? Hay ciertas verdades que Dios bendice para conversin de lospecadores, pero acaso no hay otras verdades destinadas a traer consueloa los santos? Y, no deberan, estas verdades, ser objeto del ministerio dela predicacin, igual que las dems? Debo tomar en cuenta unas ydescartar otras? No: si Dios dice: "Consolad, consolad a mi pueblo!", si laeleccin consuela al pueblo de Dios, entonces debo predicarla. Sinembargo, no estoy tan convencido de que la doctrina de la eleccin nopueda convertir pecadores.

    El gran Jonathan Edwards nos dice que, en el momento culminante de

    uno de sus avivamientos, predicaba acerca de la soberana de Dios tantoen la salvacin como en la condenacin del hombre, y mostraba que Diosera infinitamente justo si enviaba a los hombres al infierno; que l erainfinitamente misericordioso si salvaba a algunos, y que todo provena deSu inmerecida gracia soberana. Y deca: "No he encontrado ninguna otradoctrina que promueva tanta reflexin: nada encuentra un mejor caminoal corazn del hombre que la predicacin de esta verdad."

    Lo mismo puede decirse de otras doctrinas. Hay ciertas verdades en la

    palabra de Dios que estn condenadas al silencio; porque, en verdad, nodeben expresarse, ya que, de acuerdo con las teoras que ciertas personassostienen de estas doctrinas, no estn orientadas a promover ciertos fines.Pero, nos corresponde a nosotros juzgar la verdad de Dios? Debemosponer Sus palabras en la balanza y decir: "Esto es bueno y esto es malo"?Debemos tomar la Biblia y amputarla y decir: "Esto es paja y esto esgrano"? Debemos deshacernos de alguna de las verdades diciendo: "No

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    me atrevo a predicarla"? No: Dios no lo quiera. Cualquier cosa que estescrita en la Palabra de Dios, est escrita para instruccin nuestra: todaella es til, ya sea para reprensin o para consuelo o para la instruccin enjusticia. Ninguna verdad de la Palabra de Dios debe ocultarse, sino quecada porcin de ella debe predicarse segn su propio sentido.

    Algunos hombres se limitan intencionalmente a cuatro o cinco tpicos quepredican de manera continua. Si te aventuras a entrar a sus iglesias,naturalmente esperars orlos predicar sobre este versculo: "Ni de lavoluntad de la carne, sino de Dios" o, si no, sobre este otro: "Elegidosconforme al previo conocimiento de Dios Padre." Ustedes saben muy bienque al entrar a esas iglesias escucharn nicamente acerca de la eleccin yque todo proviene de Dios. Esos individuos se equivocan tanto como losotros, dando demasiada importancia a una verdad y olvidando a lasdems. Sobre cualquier cosa que deba predicarse -llmenla con el nombre

    que quieran-, la norma del verdadero cristiano es la Biblia, toda la Biblia ynada ms que la Biblia.

    Desgraciadamente, muchos forjan un crculo de hierro alrededor de susdoctrinas, y cualquiera que ose dar un paso mas all de ese pequeocrculo, no es considerado como poseedor de sana doctrina. En ese caso,Dios bendiga a los herejes! Seor, envanos ms herejes! Muchosconvierten a la teologa en una especie de cilindro con cinco doctrinas querotan de manera indefinida; nunca se aventuran a otros temas. Debepredicarse toda la verdad. Y si Dios ha escrito en Su palabra "El que no

    cree ya ha sido condenado", eso debe predicarse tanto como "Ningunacondenacin hay para los que estn en Cristo Jess". Si leo: "Oh Israel, tte has destruido a ti mismo" (versin King James), la condenacin de esehombre es su propia obra; debo predicar eso al igual que la frasesiguiente: "En M se encuentra tu ayuda" (versin King James).

    Cada uno de nosotros, a quienes se nos ha confiado el ministerio, debebuscar predicar toda la verdad. S que puede resultar imposible tratar dedecir toda la verdad. La alta colina de la verdad tiene brumas que

    envuelven su cima. Ningn ojo humano puede ver la cumbre; tampoconingn pie humano la ha hollado alguna vez. Sin embargo, podemosintentar pintar la bruma, ya que no podemos pintar la cima. Intentemosdescribir el misterio, ya que no podemos explicarlo. No encubramos nada;si hay nubes en la cima de la montaa de la verdad, digamos: "Nube yoscuridad hay alrededor de ella." No lo neguemos; y no pensemos enreducir la montaa de acuerdo con nuestro propio estndar, simplemente

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    porque no podemos ver la cima o porque no podemos alcanzar la cumbre.El que quiera predicar el Evangelio debe predicar todo el Evangelio. Quienquiera ser considerado un ministro fiel, no debe hacer a un lado ningnaspecto del Evangelio.

    2.Nuevamente, si me preguntan: Qu es predicar el Evangelio? Contestoquepredicar el evangelio es exaltar a Jesucristo. Tal vez sta sea la mejorrespuesta que puedo ofrecer. Me entristece comprobar a menudo cunpoco se entiende el Evangelio, aun entre algunos de los mejores cristianos.

    Hace algn tiempo una joven mujer se encontraba en medio de una grantribulacin en su alma; ella se acerc a un hombre cristiano muy piadoso,quien le dijo: "Mi querida amiga, debes irte a casa a orar." Yo pens paramis adentros que eso no es nada bblico. La Biblia no dice: "Vete a casa yora." La pobre joven se fue a casa y or y continu sufriendo su

    tribulacin. l le dijo: "Debes tener paciencia, debes leer las Escrituras yestudiarlas." Eso tampoco es bblico; eso no es exaltar a Cristo.

    Encuentro que muchos predicadores estn predicando esa clase dedoctrina. Le dicen a un pobre pecador convencido: "Tienes que ir a casa yorar, y leer las Escrituras; debes asistir al culto...", etctera. Obras, obras,obras, en vez de: "Por gracia sois salvos por medio de la fe." Yo le dira:"Cristo debe salvarte, cree en el nombre del Seor Jesucristo." Yo no ledira a nadie, en esas circunstancias, que ore o que lea las Escrituras o queasista al templo; le presentara la fe, la fe simple en el Evangelio de Dios.

    No es que menosprecie la oracin; eso debe venir despus de la fe. No esque diga ni una palabra en contra de buscar en las Escrituras; sa es unaseal infalible de ser hijo de Dios. No es que tenga objeciones en contra deir al templo a escuchar la palabra de Dios, Dios no lo quiera! Me gozoviendo a la gente en el templo. Pero ninguna de esas cosas es el camino dela salvacin. En ninguna parte est escrito: "El que asista al templo sersalvo" o "El que lea la Biblia ser salvo". No he ledo en ninguna parte: "Elque ore y sea bautizado ser salvo"; pero s: "El que cree" -el que tiene unafe desnuda en el "Hombre Cristo Jess"- "en Su Divinidad, en Su

    humanidad, es librado del pecado. Predicar que slo la fe salva es predicarla verdad de Dios."

    Tampoco reconocer a nadie como ministro del Evangelio, en ningnmomento, si predica como plan de la salvacin cualquier otra cosa que nosea la fe en Jesucristo; es la fe, la fe y solamente la fe en Su nombre. Perola mayora de las personas se encuentra enredada en sus propias ideas.

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    Tenemos tanto concepto del trabajo almacenado en nuestro cerebro, talidea del mrito y de las obras labrada en nuestros corazones, que nosresulta casi imposible predicar de manera clara y completa la justificacinpor la fe. Y si llegamos a hacerlo, entonces la gente no puede recibirla. Lesdecimos: "Cree en el Seor Jess y sers salvo." Pero ellos tienen la nocinde que la fe es algo tan maravilloso y misterioso, que es casi imposible quela puedan alcanzar sin tener que hacer algo ms.

    Sin embargo, esa fe que nos une al Cordero es un don instantneo de Dios,y aquel que cree en el Seor Jess es salvo en el momento, sin ningn otrorequerimiento. Ah!, mis amigos, acaso no queremos exaltar ms todavaa Cristo en nuestra predicacin, y exaltar ms an a Cristo en nuestrasvidas? La pobre Mara dijo: "Han sacado al Seor del sepulcro y nosabemos dnde le han puesto", y podra decir ahora lo mismo si saliera dela tumba. Oh, que haya siempre un ministerio que slo exalte a Cristo!

    Oh, que la predicacin siempre lo muestre a l como Profeta, Sacerdote yRey para Su pueblo! Que el Espritu manifieste al Hijo de Dios a Sus hijosa travs de la predicacin! Necesitamos tener una predicacin que diga:"Mirad a m y sed salvos, todos los confines de la tierra!"

    Predicacin del Calvario, teologa del Calvario, libros sobre el Calvario,sermones sobre el Calvario! stas son las cosas que queremos y en laproporcin en que el Calvario sea exaltado y Cristo sea engrandecido, enesa medida el Evangelio es predicado en nuestro medio.

    3.La tercera respuesta a la pregunta planteada es:predicar el Evangelioes dar a los diferentes tipos de personas lo que requieran."Slo debespredicar al pueblo de Dios, cuando ests en ese plpito", le dijo una vez undicono a un ministro. El ministro respondi: "Has marcado a todo elpueblo de Dios en la espalda, para poder reconocerlo?" De qu sirve estagran capilla si slo voy a predicar al amado pueblo de Dios? Sondemasiado pocos. El amado pueblo de Dios puede caber en un pequeosaln. Tenemos aqu mucha gente que no pertenece al amado pueblo deDios, mas cmo puedo saber si la predicacin que me piden que dirija al

    pueblo de Dios no puede tambin alcanzar a alguien ms? Alguien podradecir por otro lado: "Por favor, predica a los pecadores. Si no predicas alos pecadores esta maana, no habras predicado el Evangelio. Teescucharemos slo una vez, y tendremos la certeza de que no caminascorrectamente, si no predicas particularmente a los pecadores en estamaana, en este sermn en particular." Qu tontera, mis amigos!

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    Hay momentos en que debe alimentarse a los hijos, y hay otras ocasionesen que debe advertirse a los pecadores. Hay propsitos diferentes paraocasiones diferentes. Si un ministro predica a los santos de Dios, y no dicenada a los pecadores, est actuando correctamente, siempre y cuando enotras oportunidades en que no est consolando a los santos, dirija suatencin de manera especial a los impos. Escuch, el otro da, un buencomentario de un amigo mo muy inteligente. Una persona estabacriticando las fallas deLecturas para la Maana y para la Noche,del Dr.Hawker, ya que no tenan por objetivo la conversin de los pecadores. Miamigo le dijo al caballero: "Has ledo la Historia de Greciaescrita porGrote?" -"S". -"Pues bien, no es cierto que se es un libro chocante,puesto que no tiene por objetivo la conversin de los pecadores?" "S"-respondi el otro-, "pero laHistoria de Grecia, escrita por Grote, no fueescrita para convertir a los pecadores." "No" -respondi mi amigo- "y si thubieras ledo el prefacio deLecturas para la Maana y para la Noche,

    del Dr. Hawker, habras visto que ese libro no fue escrito para convertir alos pecadores, sino para alimento del pueblo de Dios, y si cumple con eseobjetivo, entonces el escritor ha sido sabio, aunque no haya tenido otroobjetivo."

    Cada grupo de personas debe recibir lo suyo. El que predica nicamente alos santos y slo a ellos, no predica el Evangelio completo; el que predicanicamente a los pecadores y slo a ellos, y nunca a los santos, no predicael Evangelio completo. Nosotros tenemos aqu una mezcla de todo.Tenemos al santo que est lleno de seguridad y es fuerte; tenemos al santo

    que es dbil y de poca fe; tenemos al recin convertido; tenemos alhombre que duda entre dos opiniones; tenemos al hombre moral;tenemos al pecador; tenemos al rprobo; tenemos al marginado. Cada unode esos grupos debe recibir su palabra. Cada uno de ellos debe recibir suporcin de alimento a su tiempo; no en todo tiempo, sino a su debidotiempo. El predicador que olvida a alguno de esos grupos no sabe cmopredicar el Evangelio completo. Qu! Me pueden exigir que me limite enel plpito a predicar ciertas verdades nicamente, para confortar a lossantos? No lo puedo aceptar. Dios les da a los hombres corazones para

    que amen a su prjimo y, por tanto, deben desarrollar esos corazones. Siamo a los impos, no debo tener los medios para hablarles? No puedohablarles acerca del juicio venidero, de la justicia y de su propio pecado?

    Dios no permita que yo corrompa de tal manera mi naturaleza y de talmanera me endurezca, que no llegue a derramar ninguna lgrima, cuandoconsidere la perdicin de los seres humanos que me rodean, y cuando de

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    pie me dirija a ellos as: "Ustedes estn muertos, por tanto no tengo nadaque decirles a ustedes!" y cuando en realidad predique (aunque no sea conpalabras) esa hereja tan abominable, que si los hombres estn destinadosa la salvacin, entonces se salvarn, y que si no estn destinados a lasalvacin, entonces no se salvarn; que entonces, necesariamente, debenquedarse quietos y no hacer absolutamente nada; y que no tiene ningunaimportancia si viven en pecado o en justicia; un destino fatal los tieneaprisionados con cadenas inquebrantables y su destino est tandeterminado que pueden continuar tranquilamente viviendo en pecado.

    Creo que su destino est determinado. Como elegidos se salvarn, y si noson elegidos, estn condenados para siempre. Sin embargo, no creo en lahereja -que se deriva como una inferencia- que establece que, por lotanto, los hombres no son responsables y no deben hacer nada. sa es unahereja a la cual siempre me he opuesto, ya que es una doctrina del

    demonio y no de Dios. Creemos en el destino; creemos en lapredestinacin; creemos en que hay elegidos y no elegidos: pero, a pesarde ello, creemos que debemos predicar a los hombres: "Cree en el SeorJess y sers salvo", pero si no crees en l, ests condenado.

    4.Haba pensado dar una respuesta adicional a la pregunta, pero no mealcanza el tiempo. La respuesta habra sido algo as como: predicar elEvangelio no es predicar ciertas verdades acerca delEvangelio; no espredicar acerca de la gente, sino predicar a la gente. Predicar el Evangeliono consiste en hablar sobre lo que el Evangelio es, sino en predicarlo al

    corazn, no por medio de tu propio poder, sino bajo la influencia delEspritu Santo. No es estar en el plpito y hablar como si nosestuviramos dirigiendo al ngel Gabriel dicindole ciertas cosas, sinohablar de hombre a hombre y derramar nuestro corazn en el corazn delcompaero. Esto, creo yo, es predicar el Evangelio, y no pronunciar entredientes algn rido manuscrito el domingo en la maana o en la noche.Predicar el Evangelio no es mandar a un cura para que haga el trabajo porti; no es vestir la ropa fina y pronunciar una altsima disertacin. Predicarel Evangelio no es, con las manos de obispo, hacer una oracin que

    constituye un bello ejemplar y luego ceder el plpito para que una personams humilde predique. No.

    Predicar el Evangelio es proclamar con lengua de trompeta y celoencendido las inescrutables riquezas de Cristo Jess, para que loshombres puedan or, y entendiendo, puedan volverse a Dios con todo sucorazn. Esto es predicar el Evangelio.

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    II.La segunda pregunta es: POR QU NO LES ES PERMITIDO A LOSMINISTROS GLORIARSE? "Porque si anuncio el evangelio, no tengo dequ jactarme." Hay maleza que puede crecer en cualquier parte, y unamaleza que puede crecer es el ORGULLO. El orgullo puede crecer tanto enuna roca como en un jardn. El orgullo crece en el corazn de unlimpiabotas y crece en el corazn de un poltico. El orgullo crece en elcorazn de una muchacha de servicio e igualmente crece en el corazn desu seora.

    Y el orgullo puede tambin crecer en el plpito. Es una hierba que seesparce de manera terrible. Requiere cortarse cada semana, pues, de otraforma, estaramos hundidos hasta nuestras rodillas en l. Este plpito esun excelente terreno para el orgullo. Crece de manera desenfrenada, y yoestoy seguro que difcilmente encontraran a un predicador del Evangelio

    que no confiese que tiene una muy fuerte tentacin hacia el orgullo. Yosupongo que incluso aquellos ministros sobre los que no se comenta nada,pero que son gente muy buena y tiene una iglesia en una ciudad grande ala que asisten al menos seis personas, sufren la tentacin del orgullo.

    Pero independientemente de que eso sea as o no, estoy seguro de quedondequiera que haya una gran asamblea y dondequiera que haya muchoruido y agitacin en relacin a un hombre, hay all un grave peligro deorgullo. Y, vanlo bien, entre ms orgulloso sea un hombre, msestrepitosa ser su cada al final. Si la gente sostiene en sus brazos en alto

    a un ministro y deja de sostenerlo y lo suelta, qu golpazo se dar elpobre individuo al trmino de todo! As les ha ocurrido a muchos. Muchoshombres han sido sostenidos en alto por los brazos de otros hombres; hansido sostenidos en alto por los brazos de la alabanzay no por la oracin;estos brazos se han debilitado y han cado al suelo.

    Digo que hay la tentacin al orgullo en el plpito; pero no hay razn parael orgullo en el plpito; no hay terreno para que crezca el orgullo; perocrecer de todas maneras. "No tengo de qu jactarme." Pero, a pesar de

    todo ello, a menudo se introduce algn motivo para enorgullecernos, noreal, sino aparente para nosotros mismos.

    1.Ahora, cmo es que un verdadero ministro siente que "no tiene de qujactarse"? Primero, porque est muy consciente de sus propiasimperfecciones.Creo que nadie se formar una opinin ms justa de smismo que quien es llamado constante e incesantemente a orar.

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    Una vez un hombre pens que poda predicar, y cuando le fue permitidoocupar el plpito, encontr que las palabras no fluan libremente como lesperaba y en un momento de ansiedad nerviosa y temor, se inclin haciadelante sobre el plpito y dijo: "Amigos mos, si ustedes se subieran alplpito, perderan toda la soberbia que pudieran poseer." Creo que eso lespasaraa muchos, si intentaran alguna vez la predicacin. Les quitara lainclinacin a criticar y les hara pensar que, despus de todo, lapredicacin no es un trabajo fcil. Cuando se predica mejor es cuando sepiensa que se ha predicado mal. Quien se ha fijado en la mente un elevadoconcepto de lo que debe ser la elocuencia y una arenga sincera, sabr qutan corto se queda. l, mejor que nadie, puede reprobarse cuandoreconoce su propia deficiencia. No creo que un hombre deba gloriarsecuando hace algo bien. Por otro lado, creo que l ser el mejor juez de suspropias imperfecciones y que las ver claramente.lsabe lo que debe ser:

    otros hombres no. Miran y ven y piensan que todo es maravilloso,mientras que el predicador piensa que todo es maravillosamente absurdo,y se retira meditando en las cosas en las que ha fallado.

    Cualquier ministro verdadero sentir sus deficiencias. Se comparar a smismo con hombres tales como Whitfield, con predicadores de la talla delos puritanos, y dir: "Qu soy yo? Un enano al lado de un gigante; elmontculo de un hormiguero al lado de una montaa." Cuando se retira adescansar el domingo por la noche, dar vueltas en su cama porque sienteque err el tiro, que no ha tenido la vehemencia, la solemnidad, la mortal

    intensidad de propsito que requera su funcin. Se reprochar por nohaber enfatizado lo suficiente algn punto, o por haber evitado algn otro,o por no haber sido lo suficientemente explcito en algn tema enparticular, o por haber considerado demasiado algn otro. Ver suspropias fallas, ya que Dios siempre disciplina a sus hijos en la noche,cuando han hecho algo mal. No necesitamos que otros nos reprendan;Dios mismo lo hace directamente. El ministro ms honrado por Dios amenudo se sentir deshonrado en su propia estima.

    2. Adems, otro medio que nos lleva a no jactarnos es el hecho de queDios nos recuerda que todos nuestros dones son prestados.Y de manerasorprendente, al leer un peridico esta maana, esta verdad me fuerecordada: que todos nuestros dones son prestados. El artculo dice as:"La semana pasada, la quieta comunidad de Pueblo Nuevo fue trastornadapor un evento que ha trado tristeza a la comunidad completa. Uncaballero muy exitoso, que haba obtenido un ttulo universitario con

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    honores, se ha vuelto loco desde hace algunos meses. l habaadministrado una academia para la educacin de jvenes, pero su locuralo ha obligado a abandonar su ocupacin, y desde hace algn tiempo havivido solo en una casa en esa comunidad. El casero obtuvo una orden dedesalojo; y habiendo sido necesario esposarlo, lo dejaron negligentementesentado en unas escaleras a la vista de una gran multitud, hasta que llegel medio de transporte que lo condujo al asilo. Uno de sus alumnos (segnel peridico) es el Sr. Spurgeon."

    El hombre que me ense todo lo que s en cuanto a conocimientohumano, se ha convertido en un loco de atar! Al darme cuenta de eso,sent que poda doblar mi rodilla con humilde gratitud y dar gracias a Diosque mi razn no se ha tambaleado y que sus poderes permanecen intactos.Oh, cun agradecidos debemos estar de que nuestros talentos nos hayansido preservados y que nuestra mente sea sana! Ninguna otra cosa me

    habra podido afectar ms directamente. Ese gran hombre se habaesforzado juntamente conmigo, un hombre de genio y habilidad; y mirenen lo que se haba convertido! Cmo ha cado! Cmo ha cado! Cunvelozmente la naturaleza humana cae desde la altura y se hunde pordebajo del nivel de los animales!

    Bendigan al Seor, amigos mos, por los talentos que les ha dado! Dengracias al Seor por la razn y por el intelecto que poseen! Aunque stosno sean muy sofisticados, responden a sus necesidades; y si los llegasen aperder, pronto se daran cuenta de la diferencia. Tengan mucho cuidado

    de no pensar en relacin con cualquier tema: "No es sta la granBabilonia que yo edifiqu?" Siempre debemos recordar que tanto lacuchara de albail como la mezcla nos vienen de Dios. La vida, la voz, eltalento, la imaginacin, la elocuencia, todos son dones de Dios; y quienhaya recibido los mayores dones, debe sentir que a Dios pertenece elescudo de los poderosos, puesto que l ha dado poder a Su pueblo yfortaleza a Sus siervos.

    3. Otra respuesta a la pregunta. Otro medio que utiliza el Seor para

    preservar a sus ministros de la tendencia a jactarse, es ste: l les hacesentir su dependencia constante del Espritu Santo.Confieso que algunosministros no sienten eso. Algunos se atreven a predicar sin el Espritu deDios o sin haberle orado. Pero pienso que ningn hombre queverdaderamente haya sido llamado de lo alto, se atrever a hacer eso, sinoms bien sentir que necesita al Espritu.

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    Una vez que me encontraba predicando en Escocia, el Espritu de Diosquiso dejarme solo; no pude hablar como usualmente lo hago. Tuve lanecesidad de decirle a la gente que el coche haba perdido sus ruedas; queel coche se arrastraba pesadamente. He sentido el beneficio de eso desdeentonces. Fui humillado amargamente y pude haberme arrastrado bajo lacscara de una nuez o pude haberme escondido en cualquier oscurorincn de la tierra. Sent como si no deba hablar ms en el nombre delSeor; y entonces me vino el pensamiento: "Oh!, eres una criaturaingrata, pues no ha hablado Dios por tu medio cientos de veces? Y, poresta vez que no quiso hacerlo, vas a reconvenir a Dios por eso? Ms biendale gracias por los cientos de veces que ha estado a tu lado; y si algunavez te ha abandonado, entonces admira Su bondad de mantenertehumilde por este medio." Algunos pueden pensar que fue el poco estudiolo que me llev a esa situacin, pero puedo afirmar con toda honestidad,que no fue eso. Pienso que estoy obligado a estudiar con dedicacin y as

    no tentar al Espritu con sermones sin preparacin. Usualmente consideromi deber pedir la gua del Seor para mis sermones y le imploro que lograbe en mi mente; pero en esa ocasin, creo que me haba preparado mscuidadosamente de como ordinariamente lo hago, de tal forma que la faltade preparacin no era la causa. La simple causa fue: "El viento sopla dedonde quiere", y los vientos no siempre son huracanados. En algunasocasiones el viento est quieto. Y, por tanto, si me apoyo en el Espritu,debo saber que no siempre sentir su poder con la misma fuerza. Quhara yo sin la influencia celestial, ya que a ella le debo todo? Por medio deeste pensamiento Dios humilla a los que le sirven. Dios nos ensear

    cunto lo necesitamos. No permitir que pensemos que hacemos algo pornosotros mismos. "No -dice l-, no te corresponde nada de la gloria. Voy ahumillarte. Ests pensando: yo hago esto? Te mostrar lo que eres sinM."

    Vemos a Sansn ir tras los filisteos para atacarlos. l se imagina quepuede matarlos, pero los filisteos estn encima de Sansn. Le sacan losojos. Su gloria se esfuma, porque no confi en su Dios, sino que confiabaen s mismo. Cada ministro ser llevado a sentir su dependencia en el

    Espritu; y entonces dir con nfasis, igual que Pablo: "Porque si anuncioel evangelio, no tengo de qu jactarme."

    III. Ahora viene la tercera pregunta, con la cual concluiremos estemensaje. CUL ES ESA NECESIDAD QUE NOS ES IMPUESTA DEPREDICAR EL EVANGELIO?

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    1. En primer lugar, una gran parte de esa necesidad se debe alllamamiento mismo.Si un hombre es verdaderamente llamado por Diospara el ministerio, lo desafo a que se niegue a aceptar el llamamiento. Unhombre que verdaderamente tiene en su seno la inspiracin del EsprituSanto que lo ha llamado a predicar, no puede dejar de hacerlo. Tiene quepredicar. Como fuego en los huesos, as ser esa influencia hasta queproyecte sus llamas hacia fuera. Los amigos pueden querer frenarlo, losenemigos criticarlo, los despreciadores burlarse de l, pero el hombre esindomable; l tiene que predicar si tiene el llamado del cielo. Todo elmundo lo puede abandonar; pero l le predicara a las ridas cumbres delas montaas. Si tiene el llamado del cielo, aunque no tenga unacongregacin, le predicara a las cascadas y dara su voz a los riachuelos.No podra callarse. Sera una voz proclamando en el desierto: "Preparad elcamino del Seor." No creo que se pueda detener a un ministro de lamisma forma que no se puede detener a las estrellas del cielo. No creo que

    se pueda lograr que un ministro deje de predicar, si realmente tiene elllamado, de la misma manera que no se puede detener a las poderosascataratas queriendo consumir sus aguas con la tacita de un nio.

    El hombre que ha sido guiado por el cielo no puede ser detenido pornadie. Ha sido tocado por Dios y nadie le impedir predicar. Volar sobrealas de guila y nadie podr encadenarlo a la tierra. Hablar con la voz deun serafn y nadie podr cerrar su boca. No es su palabra como un fuegodentro de m? Debo de callar cuando Dios ha colocado su Palabra en m?Y cuando un hombre habla de conformidad con lo que el Espritu le da a

    hablar, siente un gozo semejante al cielo; y cuando termina desea volver asu trabajo de nuevo y ansa estar predicando nuevamente. Yo creo que losjvenes que predican tan slo una vez a la semana y piensan que ya hancumplido con su deber, no han sido llamados por Dios a una gran obra.Pienso que si Dios ha llamado a alguien, lo impulsar a predicarconstantemente y sentir que debe predicar en medio de las naciones, lasriquezas inescrutables de Cristo.

    2.Pero otra cosa nos har predicar: sentiremos "ay de m si no anuncio el

    Evangelio!" y sa es la triste carencia de este pobre mundo cado. Ohministro del Evangelio, haz un alto por un instante y piensa en tus pobresprjimos! Velos como un arroyo, apresurndose a la eternidad; diez milvuelan a su morada eterna cada solemne momento! Mira el trmino deese arroyo, esa tremenda catarata que lanza corrientes de almas alabismo! Oh, ministro, piensa que los hombres se condenan por millarescada hora, y que cada vez que late tu pulso, una nueva alma abre sus ojos

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    en el infierno en medio de tormentos; piensa en cmo los hombresaceleran su camino a la destruccin, cmo "el amor de muchos se enfra" y"abunda la iniquidad". Te pregunto: no sientes una gran necesidad? Nosientes el ay de m si no predico el Evangelio!?

    Camina una tarde por las calles de Londres en el momento del ocaso,cuando la oscuridad abriga a la gente. No ves a aquella ramera caminarveloz a su maldito trabajo? No ves a miles y miles de millares lanzados ala ruina cada ao? Del hospital y del asilo salen voces que dicen: "Ay de tisi no predicas el evangelio!" Acrcate a ese gran edificio construido conparedes impresionantes; entra en los calabozos y mira all a los ladronesque por aos han gastado sus vidas en el pecado. brete paso en algunaocasin hacia la triste plaza de Newgate y mira al asesino ajusticiado. Unavoz saldr de cada institucin correccional, de cada prisin, de cadapatbulo, diciendo: "Ay de ti si no predicas el evangelio!"

    Acrcate a las camas de los moribundos y observa cmo los hombresmueren en la ignorancia sin conocer los caminos del Seor. Mira el terroren sus rostros conforme se acercan a su Juez, sin haber conocido lasalvacin, sin haber siquiera conocido el camino; y mientras los vestemblando ante su Hacedor, escucha una voz: "Ministro, ay de ti si nopredicas el evangelio."

    Puedes tambin seguir otra ruta. Ve alrededor de esta gran metrpolis yprate a la puerta de algn lugar donde se escuchen el sonar de

    campanillas, cantos y msica, pero bajo el total influjo de la ramera deBabilonia, donde las mentiras se predican como verdades; y cuandoregreses a casa y pienses en los Papas, deja que una voz te recuerde:"Ministro, ay de ti si no predicas el evangelio." O entra en la habitacin delinfiel, donde blasfema en contra de su Hacedor; o asiste al teatro donde seponen en escena obras llenas de lujuria y libertinaje, y de lo profundo detodos estos antros de vicio sale una voz: "Ministro, ay de ti si no predicasel evangelio." Y da una ltima caminata por las cmaras de loscondenados; cuando pueda verse el abismo del infierno, prate frente a l

    y escucha:

    "los tristes lamentos, las quejas vacas,y los chillidos de fantasmas torturados."

    Acerca tu odo a las puertas del infierno y por unos instantes escucha losgritos entremezclados y los alaridos de agona y desesperacin que te

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    rompern los tmpanos; y cuando regreses de ese triste lugar con sumsica lgubre aun producindote terror, escuchars la voz que terecuerda: "Ministro! Ministro! Ay de ti si no anuncias el evangelio!"Mantengamos estas cosas al alcance de nuestra vista y entoncestendremos que predicar. Si te dijeran: Deja de predicar! Deja depredicar! Responderas: Aunque el sol dejara de brillar, nosotrospredicaramos en la oscuridad. Aunque las mareas dejaran de existir enlas playas, nuestra voz predicara el Evangelio. Aunque el mundo dejarade girar, y los planetas detuvieran su curso, nosotros todavapredicaramos el Evangelio. Hasta tanto que el centro encendido de latierra no estalle a travs de las gruesas estructuras de sus montaasabiertas, nosotros mientras predicaremos el Evangelio; hasta que laconflagracin universal no disuelva la tierra, y la materia desaparezca,estos labios o los labios de otros ministros llamados por Dios tronarnllevando la voz de Jehov. No podemos evitarlo. "Porque me es impuesta

    necesidad"; s, ay de nosotros si no anunciamos el Evangelio!

    Ahora, mis queridos hermanos, una palabra para ustedes. Algunaspersonas que me escuchan hoy son verdaderamente culpables a los ojosde Dios, porque ellos no predican el Evangelio. No puedo imaginar que delas mil quinientas o dos mil personas aqu presentes que escuchan mi voz,no haya personas calificadas para predicar el Evangelio, adems de m. Notengo tan mala opinin de ustedes para considerarme superior enintelecto a la mitad de ustedes, o an en el poder de predicar la Palabra deDios: y aun suponiendo que yo lo fuera, no puedo creer que tengo tal

    congregacin que no haya muchos dotados de talentos y dones que no lospuedan utilizar en la predicacin de la Palabra.

    Entre los Bautistas de Escocia existe la costumbre de invitar a loshermanos para que exhorten los domingos en la maana; no tienen unministro de planta que predique en esa ocasin, sino que cada hombre quese sienta inclinado a hacerlo, se levanta y habla. Todo eso est muy bien;slo me temo que muchos hermanos sin las calificaciones adecuadas seconvertiran en los mayores conferencistas, ya que es un hecho conocido

    que los hombres que tienen poco que decir, se tomarn el mayor tiempo;y, si yo presidiera, les dira: "Hermano, est escrito, habla paraedificacin." "Estoy seguro de que no te edificaras ni a ti mismo ni a tuesposa, intenta lograr eso primero y si no lo puedes lograr, nodesperdicies nuestro precioso tiempo."

    Lo repito nuevamente: no puedo dejar de creer que hay algunos presentes

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    este da que son flores "desperdiciando su dulce aroma en el aire deldesierto", joyas de brillantsima luz perdidas en las cavernas del mar delolvido. ste es un asunto muy serio. Si hay talentos en la iglesia de NewPark Street (la iglesia cuyo pastor era Spurgeon), espero que sedesarrollen. Si hay predicadores en mi congregacin, dejemos queprediquen. Muchos ministros se esfuerzan para limitar a los jvenes en elasunto de la predicacin. Aqu tienen mi mano, tal como es, para apoyar acualquiera de ustedes que quiera decir a los pecadores por doquier cunamado Salvador han encontrado. Quisiera descubrir muchos predicadoresentre ustedes; quiera Dios que todos los servidores del Seor seanprofetas. Hay algunos presentes que deberan ser profetas, excepto queestn medio temerosos; bien, debemos encontrar para ellos el remediopara quitarles su timidez. No puedo soportar el pensamiento de quemientras el demonio pone a todos sus servidores a trabajar, haya unsiervo de Jesucristo que est dormido. Joven, cuando regreses a casa,

    examnate a ti mismo, date cuenta de cules son tus habilidades, y sidescubres alguna habilidad, entonces haz la prueba en alguna pobre yhumilde habitacin y habla a una docena de pobres gentes acerca de loque deben hacer para ser salvos. No necesitas tener aspiraciones dededicarte de tiempo completo al ministerio, pero si Dios as lo quiere,entonces puedes aspirar a ello. El que desea un obispado buena cosadesea. De cualquier manera, busca predicar el Evangelio de Dios. Hepredicado este sermn de manera especial, porque deseo iniciar unmovimiento que parta desde este lugar y que alcance a muchas personas.Quiero descubrir a algunos en mi iglesia, de ser posible, que prediquen el

    Evangelio. Y pongan atencin, ustedes que tienen talento y poder, ay deustedes si no predican el Evangelio!

    Pero mis amigos!, si se dice: Ay de nosotros si no predicamos elEvangelio, cmo ser el ay de ustedes si escuchan y no reciben elEvangelio? Dios quiera que escapemos de esa condenacin. Que elEvangelio de Dios sea para nosotros sabor de vida para vida y no demuerte para muerte.

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