CHARLAS CUARESMA 2016 - obisdocourense.es · Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos 3 DIOS,...

55
Dichosos los misericordiosos Dichosos los misericordiosos Dichosos los misericordiosos Dichosos los misericordiosos CUARESMA CUARESMA CUARESMA CUARESMA 2016 2016 2016 2016 Clero de la ciudad – Diócesis de Ourense

Transcript of CHARLAS CUARESMA 2016 - obisdocourense.es · Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos 3 DIOS,...

Dichosos los misericordiososDichosos los misericordiososDichosos los misericordiososDichosos los misericordiosos

CUARESMACUARESMACUARESMACUARESMA 2016201620162016

Clero de la ciudad – Diócesis de Ourense

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

2

SUMARIO

DIOS, PADRE MISERICORDIOSO

UN AÑO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DE LA MISERICORDIA

I. Canto de inicio

II. Motivación inicial

III. Las manos misericordiosas de Dios

IV. Tema: Dios Padre, “paciente y misericordioso”

1. Dios es misericordia

2. La misericordia de Dios Padre es, a la vez, ternura y fidelidad

3. La misericordia de Dios Padre se desborda y alcanza a todos

V. Para orar

JESUCRISTO, EL HIJO, ROSTRO DE LA MISERICORDIA DEL PADRE

I. Canto de inicio II. Motivación inicial III. Texto bíblico: Flp 2, 6-11 IV. Tema: Jesucristo, el Hijo, rostro de la misericordia del Padre

1. El Hijo nos revela la misericordia del Padre 2. La vida de Jesús, un camino de misericordia 3. Bienaventurados los misericordiosos

V. Para orar

EL ESPÍRITU SANTO, FUENTE DE MISERICORDIA I. Canto de inicio II. Motivación inicial III. Texto bíblico: Mt 25, 31-46 IV. Tema: El Espíritu Santo, fuente de misericordia

1. Necesitamos el Espíritu Santo para vivir la misericordia 2. Necesitamos el Espíritu Santo para convertirnos en testigos de la misericordia 3. Necesitamos el Espíritu Santo para convertirnos a la comunión fraterna 4. Necesitamos el Espíritu Santo para ser profetas de la misericordia 5. Necesitamos el Espíritu para ser misericordiosos como el Padre. Las obras de misericordia Conclusión

V. Para orar LA IGLESIA, MADRE Y HOGAR DE MISERICORDIA

EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN I. Canto de inicio II. Motivación inicial III. Texto bíblico: Lc 19, 1-9 IV. Tema: La Iglesia, madre y hogar de misericordia

1. La Iglesia, casa y hogar de misericordia 2. El sacramento de la reconciliación, medio para acoger la misericordia divina Conclusión

V. Para orar

CELEBRACIÓN COMUNITARIA DEL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

3

DIOS, PADRE MISERICORDIOSO

UN AÑO PARA CONTEMPLAR EL MISTERIO DE LA MISERICORDIA

I. CANTO DE INICIO

Misericordes sicut Pater

Misericordiosos como el Padre

O bien

Misericordias Domini in aeternum cantabo

Las misericordias del Señor para siempre cantaré

II. MOTIVACIÓN INICIAL

"Los Salmos deben ser comprendidos también desde Cristo ya que en él

encuentran su definitivo cumplimiento y revelan su sentido más pleno. Nos hablan del

Hijo, que nos revela plenamente el rostro del Padre. El cristiano al rezar los salmos, ora

al Padre en Cristo y con Cristo" (Benedicto XVI).

Salmo de ambientación: Salmo 136

El Salmo 136 es un himno de alabanza y acción de gracias. La reiteración

machacona del estribillo "porque es eterna su misericordia" hunde las raíces de la

misericordia de Dios en la misma creación. El recuerdo de la liberación de la esclavitud

de Egipto y las continuas presencias de la misericordia en la historia de Israel es prenda

de una misericordia que cantarán todas las generaciones. También nosotros cantamos:

"porque es eterna su misericordia".

Salmo 136 (135)

Dad gracias al Señor porque es bueno:

porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:

porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:

porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:

porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:

porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra:

porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:

porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:

porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:

porque es eterna su misericordia.

Él hirió a Egipto en sus primogénitos:

porque es eterna su misericordia.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

4

Y sacó a Israel de aquel país:

porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo

extendido:

porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:

porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:

porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:

porque es eterna su misericordia.

Guió por el desierto a su pueblo:

porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:

porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:

porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:

porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:

porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:

porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel su siervo:

porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación, se acordó de

nosotros:

porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:

porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:

porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:

porque es eterna su misericordia.

Breve momento de interiorización: repitición orante de algun versículo del Salmo

III. LAS MANOS MISERICORDIOSAS DE DIOS

"Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es

fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación.

Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad"

(Misericordiae vultus=MV 2)

"Misericordia : es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad". En

la misericordia de Dios se refleja y revela el amor eterno del Padre, del Hijo y del

Espíritu Santo; un amor que se comunica entre las tres divinas personas y que se

desborda en amor misericordioso hacia cada uno de nosotros. La Sagrada Escritura nos

va presentando la misericordia como manera de ser del mismo Dios, como punto

central de la vida y predicación de Jesús y como vocación para los cristianos guiados

por el Espíritu.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

5

En el Jubileo del año 2000, con motivo de la entrada en el nuevo milenio, un

cuadro acompañó la meditación de muchos creyentes: se trata del regreso del hijo

pródigo de Rembrandt. Aún queda en la retina de muchos la rica humanidad del

anciano padre inclinado hacia el hijo harapiento que vuelve a casa. Las dos manos que

le abrazan son una prolongación del gesto de amor que revela la serenidad y

luminosidad de su rostro. Muchos han visto en esas manos toda la riqueza simbólica

del misterio de la misericordia divina. Una mano más femenina y delicada revela la

ternura maternal de Dios; otra mano, más fuerte y masculina, revela la fidelidad de

Dios constante en su misericordia y su perdón.

Las manos de misericordia de Dios siguen saliendo a los caminos de cada

historia humana para estrechar, con ternura y fidelidad, a los hijos que vuelven a casa;

para abrazar con más calidez a los hijos que con frialdad vivimos junto a Él.

IV. TEMA: DIOS PADRE, "PACIENTE Y MISERICORDIOSO"

"La misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta

con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se

conmueve en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se

trata realmente de un amor visceral. Proviene desde lo más íntimo como un

sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de

perdón" (MV,6)

La cualidad central del Dios de la Biblia es la misericordia. He aquí el

autorretrato que Dios nos hace de sí mismo: Yavé "es un Dios compasivo y

misericordioso, lento a la ira y rico en misericordia y fidelidad. Mantiene su

misericordia hasta la milésima generación" (Ex 34,6-7).

1. Dios "es" misericordia

La imagen de un Dios justiciero, que atemoriza y que incita a ocultarse de su

presencia no responde ni siquiera a los estratos más viejos del Antiguo Testamento.

Está muy extendida la opinión de que el Dios del AT es un Dios vengativo y

justiciero, mientras que el del NT es bueno y misericordioso. Cierto que hay textos del

AT que pueden favorecer esta opinión: exterminio de poblaciones, algunos salmos que

parecen alabar la venganza... El lenguaje, a veces, hace prisionero al pensamiento y las

mismas expresiones no logran transparentar toda la riqueza del mensaje. El pueblo de

Israel, releyendo su historia, ha querido poner a Dios de su parte y lo ha presentado

como el guerrero que lucha contra sus enemigos, que colma su sed de venganza, que

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

6

instaura su poder sobre los falsos dioses y el triunfo de su pueblo sobre el dominio de

sus opresores.

La revelación progresiva del nombre de Dios va destruyendo estas imágenes

parciales de Dios y pone en relieve el auténtico rostro de Dios, al que le corresponde

también un corazón. La Biblia da un salto revolucionario al hablarnos de un Dios que

tiene corazón: que se entristece por el ser humano y sus pecados (cf Gen 6,6), que

pastorea a su pueblo con "corazón integro" (cf Sal 78), que siente cómo su corazón le

da un vuelco y se le conmueven las entrañas (cf Os 11,8). El libro de Oseas es un canto

al corazón de Dios1.

Pero hay una nota que nos revela Dios de su personalidad que sobresale sobre

todas las demás: su misericordia.

La misericordia no es el único rasgo de Dios pero sí es el rasgo capital. Todas las

demás cualidades de Dios están al servicio de su misericordia. Si Dios es eterno, es

para tener misericordia eternamente, "de generación en generación". Si Dios es

omnipotente, lo es para poner su omnipotencia al servicio de su misericordia. Si Dios

es sabiduría, esta tiene por objetivo principal dirigir y orientar la misericordia de Dios.

Si Dios es infinito, lo es para que su misericordia sea infinita. Quien no percibe y siente

la misericordia de Dios no sabe nada de Él. Más aún, tiene una imagen distorsionada

de Dios2.

1.1. La historia de Dios con su pueblo es una "historia de misericordia"

La misericordia de Dios va más allá del mero enternecimiento o lástima por la

desgracia o el desvalimiento de alguien, en una situación concreta. La misericordia de

Dios crea una relación afectiva con quien la provoca y la recibe. La misericordia de Dios

es siempre la manifestación de un amor renovado, a pesar de las continuas

infidelidades del ser humano. La misericordia es como un cordón umbilical que nunca

se corta.

Cuando Dios ejerce su misericordia no lo hace de forma aislada o puntual, sino

que entabla una relación que perdura. La misericordia de Dios expresa un inmerecido

e inesperado regalo de la gracia divina que trasciende toda relación mutua de

fidelidad, que desborda todas las expectativas y categorías humanas: "el hecho de que

el Dios omnipotente y santo asuma la menesterosa situación en la que el ser humano

se ha colocado a sí mismo, de que perciba la miseria del ser humano pobre y

desdichado, de que escuche su queja, de que se incline y humille, de que descienda

1 Cf W. KASPER, La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana, Sal Terrae, Santander 2014.

2 Cf J.M. URIARTE, Esperanza, misericordia, fidelidad, PPC, Madrid 1996

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

7

para estar junto al hombre en su necesidad y lo vuelva a coger una y otra vez a

despecho de su infidelidad, lo perdone y le brinde una nueva oportunidad, aunque

más bien merecería justo castigo, todo ello rebasa las experiencias y expectativas

humanas normales, va más allá de la imaginación el pensamiento humano3.

La historia de la revelación de Dios a los hombres, del trato de Dios con su

pueblo, de la cercanía de Dios a cada uno de nosotros es una historia de misericordia.

El Dios de la misericordia es un Dios de personas, de nuestros padres: "el Dios de

Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob". La revelación del Dios en el Sinaí, y en el

Horeb, es el sello que marca toda la historia del pueblo escogido, nuestra prehistoria:

es la revelación de la inmensa misericordia de Dios que libera a su pueblo no solo de la

esclavitud de Egipto sino también del pecado de haberse olvidado de Dios y haberse

ido tras dioses extraños, ídolos de barro. La historia de Abrahán, de Isaac y de Jacob

nos recuerda el proyecto de Dios desde antiguo, inmediatamente después del primer

pecado: recuperar a su pueblo y traerlo a su amor.

De los patriarcas pasamos a los profetas: "en la predicación de los profetas la

misericordia significa una potencia especial de amor, que prevalece sobre el pecado y

la infidelidad del pueblo elegido"4. Los profetas nos muestran al Dios de nuestros

padres como un Dios misericordioso que ama y promueve la vida: la misericordia de

Dios le concede un nuevo espacio vital al pueblo infiel y merecedor de castigo,

devuelve a la vida al pecador que vive en muerte, alejado de Dios. Es un Dios que se

reivindica como un Dios que da vida: "¿Acaso quiero yo la muerte del malvado -oráculo

del Señor- y no que se convierta de su conducta y viva?" (Ez 18,23; cf33,11-16). El

mismo profeta nos lo describe con una de las imágenes más gráficas de la Biblia:

"revestiré de carne estos huesos secos y viviréis" (cf Ez 37,1-14). Jesús nos revelará que

"Dios no es un Dios de muertos sino de vivos" (cf Mc 12,27).

Los profetas proclamaron la misericordia de Dios, especialmente expresada en

la predilección de Dios por los débiles y los pobres. Desde Oseas a Amós, pasando por

los profetas mayores como Isaías y Ezequiel, se denuncia la injusticia y opresión del

débil y se susurran palabras de aliento para los pobres, quienes tienen en el Dios de

Israel su valedor y defensor: "Dios ha fundado Sión y en ella se refugian los desvalidos

de su pueblo" (Is 14,32); Dios les escucha y les da consuelo y palabras de aliento: "los

pobres y los indigentes buscan consuelo y palabras de aliento: Los pobres y los

indigentes buscan agua, y no la encuentran; su lengua está reseca por la sed. Yo, el

Señor, les responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré" (Is 41,17).

3 Cf W. KASPER, La misericordia, p. 49

4 JUAN PABLO II, Dives in Misericordia 2

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

8

Los Salmos cantan la infinita misericordia de nuestro Dios. Es un Dios "clemente

y compasivo, paciente y misericordioso" (Sal 145). El salmo 86 añadirá a las descritas

otra cualidad de la misericordia: "lealtad". El salmo 193 subrayará que "no guarda

rencor y no nos trata según merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras

culpas". Y el 116 nos repite con palabras de aliento: "el Señor es benigno y justo,

nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos. Estando yo sin fuerzas, me

salvó".

“Eterna es su misericordia” es el estribillo que acompaña cada verso del salmo

136 (135), mientras se narra la historia de la relación de Dios con los hombres (cf MV

7). Todos estamos llamados a prolongar la Historia de la salvación incorporando, por la

misericordia de Dios, nuestra propia historia y exclamar: "Eterna es su misericordia".

Otros libros del AT narran historias peculiares de la misericordia de Dios para con su

pueblo (Oseas, Esther...), la inexplicable presencia de la misericordia en medio del

dolor y el sufrimiento (Job) o la entrañable y hogareña misericordia de Dios con sus

hijos (Tobías).

La historia de Israel, que vaticina el cumplimiento de las promesas mesiánicas,

llega a su cumbre en el Nuevo Testamento: el Mesías anunciado, el Salvador esperado,

es Jesús de Nazaret, el Cristo. Él es la gran misericordia de Dios: la meta de la historia y

la prenda de la eternidad. El evangelista Lucas nos describe de forma magistral la

misericordia. Basta echar una mirada a las parábolas de la misericordia (cf Lc 15) y a

todas las escenas de perdón que narra el evangelio (cf Lc 7,36-50; 19,1-10). La Historia

de la salvación no puede ser otra cosa que una historia de misericordia, que culmina

en Jesucristo. Él se reviste de buen pastor para guiar con bondad y misericordia a su

pueblo y ocupa el lugar del buen samaritano para cuidar nuestras heridas.

2. La misericordia de Dios Padre es, a la vez, ternura y fidelidad

La imagen corriente de misericordia que hemos heredado resulta con

frecuencia excesivamente blanda. Parece un simple sentimiento de compasión o un

mero impulso de ayuda. Un sentimentalismo barato, dicen algunos. No es así la

misericordia de Dios. La teología bíblica nos certifica que la misericordia divina tiene

dos caras complementarias: la ternura y la fidelidad. La ternura asegura el carácter

espontáneo y sentido de la misericordia. La fidelidad garantiza la firmeza del

compromiso, lejos de sentimentalismo pasajero.

La ternura recoge la mano más maternal de Dios (cf DM 4). El amor de Dios no

se reduce a cumplir los requisitos de una paternidad responsable que cuida, sana y

hace crecer. Es un movimiento espontáneo del corazón que no puede desentenderse

de la obra de sus manos. "Efraín es para mí un hijo querido, un niño predilecto. Cada

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

9

vez que lo amenazo, vuelvo a pensar en él. Mis entrañas se conmueven y me lleno de

ternura hacia él" (Jer 31,20). Y puntualiza: "¿Acaso olvida una mujer a su hijo, y no se

apiada del fruto de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré" (Is

49,15).

Si la ternura nos cuida, la fidelidad de Dios nos sostiene con mano paternal. La

misericordia de Dios es una benevolencia consciente y voluntaria por la que Dios

asume y acepta los vínculos que le unen con sus hijos. Se expresa en una decisión

inquebrantable y sostenida de responder, de no fallar, de estar allí donde le

necesitamos, de cumplir tenazmente su promesa. Dios "mantiene su amor

eternamente" (Ex 34,6). Toda la Escritura es un canto a la fidelidad de Dios que

persiste y sigue buscando y llamando a pesar de la infidelidad del hombre. Él no se

doblega a la infidelidad y frivolidad humanas. Su misericordia es más fuerte que ellas:

"Aunque sean vuestros pecados como la grana, blanquearán como nieve; aunque sean

rojos como púrpura, quedarán como lana" (Is 1,18).

2.1. La misericordia es paternal y conyugal

La ternura y fidelidad de Dios están arraigadas en la condición misma de Dios.

Con dos imágenes, gráficamente humanas, nos revela Dios algo de su misterio: Él es

padre y esposo de su pueblo.

La imagen del padre tiene en los profetas un hondo vigor expresivo. "Cuando

Israel era niño, yo lo amé y de Egipto llamé a mi hijo. Cuanto más lo llamaba, más se

apartaba de mí... Con todo, yo enseñé a andar a Efraín y lo llevé en mis brazos. Pero no

ha comprendido quién lo cuidaba. Con cuerdas de ternura, con lazos de amor les

atraía. Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas y se inclina hacia él

para darle de comer... Mi pueblo sigue aferrado a su infidelidad. ¿Cómo te trataré,

Efraín? ¿Acaso puedo abandonarte, Israel?... El corazón me da un vuelco. Todas mis

entrañas se estremecen. No volveré a destruir, porque yo soy Dios, no un hombre" (Os

11,1-9).

La paternidad de Dios, origen de su misericordia, ha encontrado su expresión

insuperable en la parábola del hijo pródigo (cf Lc 15,11-23): el padre que esperaba al

hijo perdido le sale al encuentro, se agarra a su cuello, tiembla de alegría, celebra una

fiesta, lo rehabilita devolviéndole su túnica y su anillo y lo defiende de la

incomprensión del hijo mayor... ¡La parábola es un monumento a la misericordia de

Dios! San Juan Pablo II, en una exégesis original y penetrante, afirma que el padre,

lejos de humillar al hijo, le devuelve la dignidad que había perdido (cf. DM 5-6). La

misericordia de Dios rehabilita al indigente y al pecador.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

10

La imagen del esposo revela admirablemente los vínculos de Dios con los suyos.

El símbolo del esposo traicionado y engañado, que no se cansa de esperar y de buscar

a su esposa extraviada con otros amantes, resulta excepcionalmente evocador sobre

todo en el profeta Oseas: "Voy a volver a enamorarla. La llevaré al desierto y le hablaré

al corazón... Ella me responderá como en los días de su juventud... me llamarás esposo

mío" (Os 2,16-20). El vocabulario amoroso de Oseas se caracteriza por una audacia

única. Abarca todos los posibles momentos de las relaciones matrimoniales: noviazgo

desarrollado en amor y gracia; matrimonio; ruptura por adulterio; reconciliación. Las

pasiones correspondientes son las más agitadas: fervor, celos cólera y las tempestades

del amor.

Envuelto en este lenguaje familiar de la debilidad humana, se revela el amor

incondicional y fiel de Dios: "Te desposará conmigo para siempre en justicia y en

derecho, en amor y en ternura. Te desposaré en fidelidad y tú reconocerás al Señor"

(Os 2,21-22). En la estela del profeta Oseas, cuando Jesús llama para seguirle a un

publicano y pecador como Mateo, ante el escándalo de los fariseos, nos dirá el

Maestro: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad,

aprended lo que significa "misericordia quiero y no sacrificio" (cf Os 6,6), que no he

venido a llamar a los justos sino a los pecadores"(Mt 9,9-13).

Una mirada descuidada podría inducirnos, al leer estos textos, la falsa

impresión de que Dios, buen conocedor de nuestro frágil corazón, no da mucha

importancia al pecado del hombre. Nada más contrario a la verdad. Precisamente

porque conoce el corazón del hombre, Dios ve con inmensa clarividencia cómo el

pecado contraviene a lo más profundo de su condición de criatura llamada a vivir de

cara a Él. Dios no minimiza el pecado. Nos revela que su misericordia es más fuerte

que el pecado.

3. La misericordia de Dios Padre se desborda y alcanza a todos

Cuando comparamos la misericordia humana con la misericordia de Dios

quedamos sorprendidos por la desmesura de esta. Nos induce a pensar que no calcula

costes ni riesgos, ni toma precauciones al ejercerla. Se nos aparece como una debilidad

del corazón de Dios.

Como dice Francisco en la bula de convocatoria del Jubileo extraordinario de la

misericordia: "Eterna es su misericordia es el estribillo que acompaña cada verso del

Salmo 136 mientras se narra la historia de la revelación de Dios... La misericordia hace

la historia de Dios con su pueblo una historia de salvación. Repetir continuamente

eterna es su misericordia, como lo hace el Salmo, parece un intento por romper el

círculo del espacio y del tiempo para introducirlo todo en el misterio eterno del amor.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

11

Es como si se quisiera decir que no solo en la historia, sino por toda la eternidad, el

hombre estará siempre bajo la mirada misericordiosa del Padre" (MV 7).

Dios siempre sale al encuentro. Cuando nosotros experimentamos el impulso

de acercarnos a Él desde nuestro desvalimiento o desde nuestra lejanía, Él ya nos ha

tomado la delantera y nos viene buscando. Nuestra inquietud es el eco que despierta

en nosotros su llamada previa. Él se vuelve primero a nosotros para que nosotros nos

volvamos a Él. Así lo expresa san Pablo a su discípulo Tito: "Ha aparecido la bondad de

Dios y su amor al hombre. Él nos salvó no por nuestras buenas obras, sino en virtud de

su misericordia... de este modo, salvados por su gracia, Dios nos hace herederos

conforme a la esperanza que tenemos de alcanzar la vida eterna"(Tit 3,4-7). Dios no

espera que el culpable o el desvalido den el primer paso. Él nos sale al encuentro, la

esperanza de la salvación es nuestra herencia.

Nosotros somos ordinariamente más cautos que Él. Nos parece más acorde con

nuestra dignidad ofendida, y menos arriesgado, esperar a que el necesitado o el

ofensor decidan acercársenos. Nos mantenemos a la espera, con el corazón blindado.

3.1. Una misericordia paciente, sin medida y universal

La misericordia de Dios nos sorprende también porque no pone condiciones. Ni

la magnitud de nuestras necesidades, ni la oscuridad de nuestro pasado, ni la

reincidencia en nuestras debilidades, ni las escasas expectativas de un futuro

sensiblemente más fiel por nuestra parte detienen a Dios. Él ofrece siempre una nueva

oportunidad. Solo lo detiene un obstáculo: el endurecimiento de nuestro corazón. No

es que Dios desista de salvarlo. Él sigue cavando en torno a la higuera estéril y

esperando que dé fruto (cf Lc 7,6-9). Pero no fuerza nunca por fuera una puerta que se

le cierre por dentro. Así lo expresa el bello soneto de Lope de Vega: "¿Qué tengo yo

que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío, que a mi puerta cubierto

de rocío pasas las noches del invierno escuras? ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,

pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío, si de mi ingratitud el hielo frío secó las llagas

de tus plantas puras! ¡Cuántas veces el Ángel me decía: alma, asómate ahora a la

ventana, verás con cuanto amor llamar porfía! ¡Y cuantas, hermosura soberana,

mañana le abriremos, respondía, para lo mismo responder mañana!".

Este soneto, inspirado en un verso con sabor místico del Apocalipsis, nos

presenta a Dios que está llamando a mi puerta, pero no violenta mi libertad: "Mira,

estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en

su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20). Si abrimos, nos promete una cena.

¡Qué hermoso este juego de pronombre: cenaré yo con él, él conmigo! Se trata de una

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

12

cena de intimidad, no de una comida de empresa. Quizá, la tertulia nos haga exclamar

con san Agustín: ¡Tarde te amé!

La misericordia de Dios es desbordante porque trasciende las reglas de la

reciprocidad. Dios no responde con la misma moneda. No responde a la distancia con

la distancia, a la falta con el castigo, a la ofensa con la venganza. Ni siquiera con la

simple justicia de la ley. Rompe el círculo vicioso que nos induce a reaccionar con un

comportamiento equivalente al que hemos padecido. Es una misericordia paciente y

sin medida.

La misericordia de Dios es, también, universal. El pueblo de Israel tardó en

asimilar que la misericordia de Dios se extendía a todo el género humano e incluso a la

creación entera. Después del exilio comprendió la lección.

El libro de Jonás, el profeta enviado a la ardua tarea de llamar a la conversión a

la pagana pecadora ciudad de Nínive, es una sátira dirigida a hacer reflexionar a

aquellos que restringían la misericordia de Dios al pueblo judío (Jon 4,1-3). La

universalidad de la misericordia del Señor queda, magistralmente consignada más

tarde en esta sentencia: "la compasión del hombre se limita a su prójimo; la del Señor

abarca a todo viviente" (Qo 18,23). Ya en el NT, Pablo escribía a los gentiles: "Vosotros

fuisteis en otro tiempo rebeldes a Dios, pero ahora... habéis alcanzado misericordia...

Porque Dios ha permitido que todos seamos rebeldes para tener misericordia de

todos" (Rom 11,30-32).

Todos los humanos, por el hecho mismo de serlo, necesitamos misericordia.

Dios no discrimina: la ejerce con todos; pero ejerce preferentemente su misericordia

con algunos. Estos no son precisamente los privilegios de esta vida. Son, más bien, los

desheredados. Siguiendo la lógica de su misericordia, Dios se compadece

singularmente de aquellos seres humanos especialmente desvalidos, marginados,

desgraciados, abandonados, alejados de Él (cf Lc 15,7-10). Estas son las preferencias de

Dios. Cuanto más hundidos estemos, cuanto más herméticamente se nos cierren las

puertas del futuro, cuanto más abrumados nos sintamos por la enfermedad, las

dificultades económicas o los problemas familiares, Dios está más dispuesto a ejercer

su misericordia con nosotros. Ninguna situación humana, por desesperada que sea, se

sustrae a la misericordia de Dios. Más aún, las situaciones extremas afectan

especialmente al corazón de Dios. Su cercanía no disipa nuestro dolor, pero es una

compañía preciosa que nos ayuda a soportarlo: es como la mano amiga que, sin

palabras, se posa en nuestro hombro en tiempos de duelo.

Evoca el papa Francisco en la Bula de convocatoria del Año Jubilar: "La

misericordia en la Sagrada Escritura es la palabra clave para indicar el actuar de Dios

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

13

hacia nosotros. Él no se limita a afirmar su amor, sino que lo hace visible y tangible. El

amor, después de todo, nunca podrá ser una palabra abstracta. Por su misma

naturaleza es vida concreta: intenciones, actitudes, comportamientos que se verifican

en el vivir cotidiano. La misericordia de Dios es su responsabilidad por nosotros. Él se

siente responsable, es decir, desea nuestro bien y quiere vernos felices, colmados de

alegría y serenos" (MV 9).

V. PARA ORAR

Peticiones

• Dios es tierno y fiel en su misericordia, sin medida, paciente y compasivo

Para que acojamos con alegría y agradecimiento la misericordia que Dios

derrama abundamente en nosotros. Oremos.

R/ Padre , tu misericordia es eterna

• La misericordia de Dios llega a todos de generación en generación

Para que experimentemos en nuestra vida cotidiana el abrazo reconciliador

de Dios que nos invita a ser misericordiosos con nuestros hermanos.

Oremos.

R/ Padre , tu misericordia es eterna

• En la acogida orante y en actitud humilde podemos contemplar el

misterio de la misericordia de Dios, fuente de serenidad y paz

Para que cultivemos, con hondura y sencillez, una vida orante que, animada

por el Espíritu, nos comprometa a ser las manos extendidas de la

misericordia del Padre. Oremos.

R/ Padre , tu misericordia es eterna

Oración del papa Francisco para el Año Santo de la Misericordia

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del

cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y

obtendremos la salvación.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

14

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su

omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la

Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la

Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado

entusiasmo, llevar el EVANGELIO a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y

oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives

y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén

Canto final

Sí, me levantaré,

volveré junto a mi Padre.

1. A Ti, Señor, elevo mi alma,

Tú eres mi Dios y mi Salvador.

2. Mira mi angustia, mira mi pena,

dame la gracia de tu perdón.

3. Mi corazón busca tu rostro;

oye mi voz, Señor, ten piedad.

4. A Ti, Señor, te invoco y te llamo:

Tú eres mi Roca, oye mi voz.

5. No pongas fin a tu ternura,

haz que me guarde siempre tu amor.

6. Sana mi alma y mi corazón,

porque pequé, Señor, contra Ti.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

15

JESUCRISTO, EL HIJO, ROSTRO DE LA MISERICORDIA DEL PADRE

I. CANTO DE INICIO

Misericordes sicut Pater

Misericordiosos como el Padre

O bien Misericordias Domini in aeternum cantabo

Las misericordias del Señor para siempre cantaré

II. MOTIVACIÓN INICIAL

La misericordia de Dios se nos ha transparentado como el amor cercano y

conmovedor en la vida de Jesús. La carta a los Hebreos nos presenta a Jesús como “el

resplandor de la gloria del Padre” (Hb 1,3). Jesús en los Evangelios no sólo enseña el

mensaje sino que,al mismo tiempo, lo vive.

Identificaremos la misericordia cristiana acercándonos a la Palabra de Dios

contemplando al Maestro y Testigo de la misericordia: “Quien me ha visto a mí,ha

visto al Padre” (Jn 14,9). El presente Año de la Misericordia es una llamada a una

lectura atenta del Evangelio de Lucas, llamado el Evangelista de la ternura de Dios, de

su misericordia.

“En Jesús es Dios quien se moviliza a favor de los desgraciados:las entrañas de

Dios se conmueven en las entrañas humanas de Jesús. En su misericordia, Jesucristo es

el rostro humano de Dios”.

Salmo de ambientación: Salmo 18, 8-10. 15

Canto de alabanza a Dios. El Evangelio de Jesús nos da calor y vida. En la

Palabra de Dios descubriremos la voluntad de Dios y se convertirá en fuerza para

nuestra vida.

AS TUAS PALABRAS, SEÑOR, SON ESPÍRITU E VIDA SON ESPIRITU E VIDA

1.-A lei do Señor e perfecta, reconforta a alma, a declaración e firme, fai sabio o inxenuo. 2.-Os mandatos do Señor son rectos, aledan o corazón: o precepto do Señor é limpo, ilumina os ollos.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

16

3.-A vontade do Señor e pura, permanece por sempre; as decisións do Señor son verdadeiras, enteiramente xustas. 4.-Dignate aceptar as palabras da miña boca e o sentir do meu corazón. Señor, ti es a miña forza, o meu redentor.

III. TEXTO BÍBLICO: Filipenses 2, 6-11 La misericordia desde arriba resulta siempre humillante. En Jesús, Dios tiene

misericordia con nosotros desde abajo. En Jesús, “Dios no se aferró a la categoría de Dios…”

El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de si mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre- sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

IV. TEMA: Jesucristo, el Hijo, rostro de la misericordia de Dios

“Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre”.La misericordia de Dios se

ha hecho personal y cercana en la vida, en los gestos, en la enseñanza, en la muerte y

en la resurrección de Jesucristo.

1. El Hijo nos revela la misericordia del Padre

No tenemos que inventar la misericordia de Dios sino buscarla en el Evangelio,

que nos transparenta gestos y palabras de la vida de Jesús.

• su conducta al comer con los pecadores públicos y tratar con las prostitutas,

está hecha con esta intención.

• sus parábolas sobre la misericordia sobre la misericordia revelan este mismo

propósito.

• Jesús, “resplandor de la gloria del Padre e imagen perfecta de su ser” (Hb 1,3),

transparenta de palabra y de obra del corazón paternal de Dios. Sus gestos

humanos de ternura y de acogida son acciones de Dios mismo presente en la

historia.

Jesús no sólo anuncia el mensaje de la misericordia del Padre,sino que también

lo vive: Mc 1,41 leproso; Lc 7,13: el sufrimiento de una madre; Mc 5,32: el hambre del

pueblo; Mc 6,34: siente el dolor por las ovejas sin pastor; Jn 11,35-38: llora ante la

tumba del amigo; Mt 25,35-48: llega a identificarse con todos los pobres (“lo que

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

17

hicisteis con ellos conmigo lo hicisteis”); Lc 23,34-43: en la cruz, su miserircordia

culmina con el perdón al buen ladrón.

En muchas ocasiones aparece una expresión específica y concreta para

expresar la misericordia de Jesús o de su Padre: “se le conmovieron las entrañas” (Lc 7,

3: ante el joven muerto; Mt 20, 34: ante los ciegos; Mt 9, 36: ante la multitud

hambrienta; y en las dos grandes parábolas de nuestro tema: Lc 10,33 [samaritano] y

Lc 15,20 [padre]).

Jesús, en su misericordia, es el rostro humano de Dios. Las entrañas de Dios se

conmueven en las entrañas humanas de Jesús. Por tanto, en Jesús, es Dios quien se

moviliza a favor de los pobres.

2. La vida de Jesús, un camino de misericordia.

La vida de Jesús es un camino de misericordia. Jesús se pone a caminar con su

pueblo compartiendo y sintiendo su abandono. Jesús deja el seno del Padre quien

complacido le envía con la fuerza del Espíritu para acudir misericordioso en ayuda de

su pueblo.

Nuestro Dios, en Jesús, tiene misericordia con nosotros desde abajo. La

misericordia desde arriba resulta siempre humillante. En Jesús, Dios, “siendo de

condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de

si mismo tomando la condición de esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así,

reconocido como hombre por su presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente

hasta la muerte, y una muerte de cruz” (Flp 2,6-8).

Jesús pasa su vida pública “haciendo el bien” (Hch 10,38); predicando, sanando

y perdonando (Mc 2,1-13). Podemos fijarnos de modo especial en Mc 2,1-12. Jesús no

sólo soltó las trabas de unas piernas sino que desató el nudo: “nunca hemos visto cosa

igual”.

La misericordia de Dios, en Jesús, se acerca al pecador y con su perdón expulsa

los llamados demonios “domésticos”: el placer en la Magdalena (Lc 7,36-50); el dinero

en Zaqueo (Lc 19,1-10); el del poder arrogante y la mirada de misericordia que provoca

arrepentimiento y fidelidad (Lc 22,61 ss).

La historia del perdón de Jesús tiene un punto culminante en la cruz. Dios es un

Padre de ternura y misericordia y Jesús es el Señor a través del que descubrimos su

paternidad y su misericordia: Jesús muere perdonando a sus verdugos: “Padre,

perdónalos, porque no saben lo que hacen”(Lc 23-34); concede la misericordia del

perdón al buen ladrón: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

18

23,41); provoca la confesión de fé del centurión: “realmente este hombre era justo”

(Lc 23,47).

El gesto del Crucificado se completa con el gesto del Resucitado: “Recibid el

Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados…” (Lc 20,22-23).

3. Bienaventurados los misericordiosos

La Palabra de Dios no sólo nos invita a contemplar la misericordia del Señor.

Nos apremia practicarla.

Atención a las parábolas de la misericordia. En ellas encontramos el núcleo del

Evangelio y de nuestra fe. Nos dice el Papa Francisco: “En las parábolas dedicadas a la

misericordia,Jesús revela la misericordia de Dios como la de un padre que jamás se da

por vencido hasta tanto que haya disuelto el pecado y superado el rechazo con la

compasión y la misericordia….En ellas encontramos el núcleo del Evangelio y de

nuestra fé” (MV 9).

El Evangelio de Lucas nos revela, especialmente, el rostro de la ternura y la

misericordia de Dios. Sus parábolas transparentan especialmente la misericordia. En

ellas Cristo, el Maestro, se reviste de “buen samaritano” y del padre al que “se le

conmovieron las entrañas”. Jesús se hace entonces mi buen samaritano y me/nos dice:

“Anda y haz tú lo mismo”(Lc 10, 37)

Breve tiempo de silencio para la reflexión personal

V. PARA ORAR

Peticiones

• “Se le conmovieron las entrañas”

Para que al descubrir este rasgo de la misericordia de Jesús,se nos contagie de

ternura nuestra acción por los que sufren. Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos

• En Jesús se nos ha revelado al “Dios-con-nosotros”

Para que nuestra relación con el Señor potencie nuestra cercanía con los

necesitados. Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

19

• La vida de Jesús fue un camino de misericordia

Para que nuestra vida, palabras y gestos sean testimonio legible de misericordia

del Maestro. Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos.

• Jesús se compadece de la multitud “porque andaban como ovejas sin pastor”

Para que nuestra contemplación de multitudes de perseguidos, hambrientos,

desorientados y maltratado provoque en nosotros la verdadera compasión sin

quedarnos en una lástima superficial. Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos.

• “Misericordiosos como el Padre”

Para que descubramos que el compromiso de ser misericordiosos exige

siempre el esfuerzo de arrancar algo de mí para que sirva de crecimiento a los

demás. Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos.

• “Jesús pasó por la vida haciendo el bien”

Para que como Jesús pasemos por la vida haciendo el bien con una presencia

cercana, sanando y perdonando. Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos.

• “Hoy estarás conmigo en el paraíso”

Para que, como Jesús, sepamos descubrir y acoger las posibilidades que existen

en personas “condenadas” para acoger la mano misericordiosa de Dios.

Oremos.

R / Maestro de Misericordia, haz que crezcamos como discípulos tuyos.

Oración del papa Francisco para el Año Santo de la Misericordia

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del

cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y

obtendremos la salvación.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

20

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su

omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la

Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la

Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado

entusiasmo, llevar el EVANGELIO a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y

oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives

y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén

Canto final

O SEÑOR É O MEU PASTOR, NADA ME FALTA O SEÑOR É O MEU PASTOR, SEMPRE VAI CONMIGO Os pastos verdescentes me leva a repousar, Me leva a refrescar nas augas tranquilas

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

21

EL ESPÍRITU SANTO, FUENTE DE MISERICORDIA

I. CANTO DE INICIO

Misericordes sicut Pater

Misericordiosos como el Padre

O bien Misericordias Domini in aeternum cantabo

Las misericordias del Señor para siempre cantaré

II. MOTIVACIÓN INICIAL

Es un tópico, pero seguramente es verdad eso de que el Espíritu Santo es el

gran desconocido para muchos cristianos, o, al menos, el gran olvidado de nuestras

homilías, de nuestras reflexiones, retiros, etc. Y, paradójicamente también, es el gran

olvidado de nuestra vida espiritual personal, porque es ciertamente una contradicción

llamarle vida ‘espiritual’ y no tener en cuenta al Espíritu.

¿Quién le reza al Espíritu Santo de manera asidua como le rezamos al Padre o a

Jesucristo, incluso a la Virgen María y a los Santos? Yo diría que ni siquiera el Papa

Francisco en la bula Misericordiae vultus le dedica demasiado espacio, aunque tiene

una afirmación en el nº 4 que basta para descubrir su importancia en la vida de los

creyentes de cara a conducirnos a contemplar el rostro de la misericordia, que es

Jesucristo. Dice el Papa en la bula: “Que el Espíritu Santo que conduce los pasos de los

creyentes para que cooperen en la obra de salvación realizada por Cristo, sea guía y

apoyo del Pueblo de Dios para ayudarlo a contemplar el rostro de la misericordia” (MV

4).

Vamos a rezarle al Espíritu Santo al comenzar esta reflexión de hoy

ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO

¡Espíritu Santo, huésped amable de los corazones! Manifiéstanos el sentido

profundo del gran Jubileo y dispón nuestro espíritu para celebrarlo con fe, en la

esperanza que no defrauda, en la caridad desinteresada.

Espíritu de Verdad, que escudriñas las profundidades de Dios, memoria y

profecía de la Iglesia, lleva a la humanidad a reconocer, en Jesús de Nazaret, el

rostro de la misericordia del Padre.

Espíritu Creador, con la fuerza de tus dones, dirige la Iglesia para que sea

sacramento de Cristo en el mundo.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

22

Espíritu de Santidad, suscita en los cristianos el deseo de la unidad plena, para

que sean, en el mundo, signo e instrumento eficaz de unión con Dios y de la

unidad de todo el género humano.

Espíritu de Comunión, alma y eje de la Iglesia, haz que la riqueza de carismas y

ministerios contribuya a la unidad del Cuerpo de Cristo.

Espíritu de Consolación, inspira a la solidaridad con los que viven en la miseria,

proporciona a los enfermos el consuelo que necesitan, infunde en los que

sufren firmeza y esperanza y, en todos, reaviva el compromiso por un futuro

mejor.

Espíritu de Vida, vuélvenos dóciles a la invitación de tu amor y que estemos

siempre listos a acoger los signos de los tiempos que pones en el camino de la

historia.

Tú, Espíritu de Amor, con el Padre omnipotente y el Hijo Unigénito, seas

alabado, honrado y glorificado por los siglos de los siglos, Amén.

Interiorizamos repitiendo alguna de las frases de esta oración

III. TEXTO BÍBLICO: Mateo 25, 31-46

Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se

sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. El

separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá

las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi

Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui

forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me

visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme". Entonces los justos le contestarán:

"Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de

beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?;

¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?". Y el rey les dirá: "En

verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más

pequeños, conmigo lo hicisteis".

Entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, id al fuego

eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis

de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis,

estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis".

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

23

Entonces también estos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con

sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?". Él les

replicará: "En verdad os digo: lo que no hicisteis con uno de estos, los más

pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo". Y estos irán al castigo eterno y los justos

a la vida eterna».

¿Qué dice el texto?

Nos sitúa sobre los últimos tiempos, la llegada del Hijo del hombre, Jesucristo

Señor de la historia, que vendrá en su Gloria como Rey y Juez del Universo, pero que

procederá como un Pastor, separando ovejas a su derecha, y cabras a su izquierda.

El criterio del Reino, no será el poder, ni la elocuencia, sino el servicio. Los

hermanos más pequeños a los que hace referencia Jesús, son los pobres y débiles, los

humildes como los llama en varias oportunidades. El servicio brindado a estos

hermanos más pequeños en las obras de misericordia, es al mismo Cristo a quien se

sirve, y la falta de estas obras de misericordia para con los humildes, es al mismo Cristo

a quien se excluye.

Los de la derecha son premiados con la vida eterna en el Reino de los Cielos,

porque cumplieron con la centralidad de la Ley. Y los de la izquierda, con el castigo

eterno, porque no la practicaron, o fueron cumplidores superficiales de la Ley, y no con

su mandamiento mayor, el amor.

En los humildes y forasteros, en los enfermos y hambrientos, y en todos los

necesitados, allí está Cristo en el hermano, que espera ser servido.

¿Qué me dice a mí el texto?

Nos preguntamos para profundizar en nuestra vida estas palabras de Salvación:

1. ¿Conozco cuáles son las periferias existenciales de la sociedad en la que vivo?

¿Salgo de lo cotidiano para ir al encuentro de estos “hermanos más

pequeños”?

2. ¿Soy consciente que Cristo espera ser servido en el hermano? ¿Saber esto

modifica mi forma de tratar a los demás?

3. ¿Entiendo seré juzgado por mi servicio y por mi amor, y que de ello dependerá

estar a la izquierda o a la derecha?

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

24

IV. TEMA: El Espíritu Santo, fuente de misericordia

Dice el Papa Francisco en la bula Misericordiae vultus que “siempre tenemos

necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de

serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación”. Y explica que: “misericordia

es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia es el acto

último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia es la ley

fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros

al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia es la vía que une Dios

y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados para siempre no

obstante el límite de nuestro pecado” (MV 2).

Seguramente el acto supremo y signo eficaz con el que Dios expresa su

misericordia con nosotros es el sacramento de la penitencia, del perdón. Pues cuando

nos acercamos a este sacramento de la penitencia para reconciliarnos con Dios y

recibir su perdón y su misericordia, el ministro dice a la hora de absolvernos: “Dios,

Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección

de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por

el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de tus pecados en el

nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Por otra parte en Jn 20, 19-23 descubrimos a Jesucristo Resucitado soplando

sobre los apóstoles reunidos en el Cenáculo y llenos de miedo, diciéndoles: «Paz a

vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló

sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados,

les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Está claro: el perdón, la misericordia, y la consecuente alegría están conectadas

con el Espíritu Santo. El perdón de los pecados es fruto de la Pascua de Cristo y regalo

del Espíritu: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis”… Por eso se dice en la

fórmula de la absolución sacramental que Dios Padre “derramó el Espíritu Santo para

la remisión de los pecados”.

1. Necesitamos el Espíritu Santo para vivir la misericordia

El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “La gracia es, ante todo y

principalmente, el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica” (n. 2003)

Hay una antigua oración que se reza en la Liturgia de las Horas, y especialmente

al empezar la jornada de trabajo, y en la que, aunque no se nombre explícitamente, se

hace referencia al Espíritu Santo, el que inspira siempre nuestra vida, y que dice: Tu

gracia (es decir ‘tu Espíritu’), Señor, inspire nuestras obras, las sostenga y acompañe;

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

25

para que todo nuestro trabajo brote de ti, como de su fuente, y a ti tienda, como a su

fin. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Esta oración centra la actividad del creyente en Dios, en su gracia, en su Espíritu

como fuente y también como meta. Viene a decir que para vivir según Dios, para

actuar según su proyecto en nosotros, para no darle a nada que no sea Dios un valor

absoluto, para entender a Dios y descubrir, amar y vivir su misericordia es

imprescindible que el Espíritu nos guíe; necesitamos su “dirección espiritual” para

ponernos en actitud de servicio en la Iglesia y en la sociedad y ofrecer con generosidad

y gratuidad el don de su misericordia, de su ternura y de su perdón.

• Hace falta que el Espíritu Santo nos hable dentro y nos instruya sobre todas las

cosas, tal como nos dijo Jesucristo: “Yo le pediré al Padre que os dé otro

Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad… el Espíritu

Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os

vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14, 16-17. 25).

• Hace falta también que nosotros le escuchemos para que su comunicación, su

mensaje de verdad, su testimonio sobre la misericordia de Dios no se pierda.

• Es el Espíritu el que, si le dejamos, llenará nuestro corazón y lo dispondrá para

recibir el amor misericordioso del Padre y nos llenará también a nosotros de

misericordia hacia los hermanos, especialmente hacia los más necesitados.

Podemos decir con el Papa Francisco que “el don precioso que el Espíritu Santo

trae a nuestro corazón es la confianza profunda en el amor y en la misericordia de

Dios” (Twit 08/05/2013). Y añadir con el mismo Papa Francisco: “Este precioso don del

Espíritu Santo trae a nuestros corazones: la vida misma de Dios, vida de hijos

verdaderos, una relación de libertad y confianza en el amor y la misericordia de Dios,

que tiene como efecto también una nueva mirada a los demás, cercanos y lejanos,

vistos siempre como hermanos y hermanas en Jesús a los que hay que amar y

respetar. El Espíritu Santo nos enseña a mirar con los ojos de Cristo”.

2. Necesitamos el Espíritu Santo para convertirnos en testigos de la

misericordia

El Espíritu Santo es quien nos convierte en testigos de la misericordia de Dios.

Pero no vale cualquier testimonio. Hay que ser testigos veraces, coherentes, no

contradictorios. No vale decir unas cosas y hacer otras. Es necesario renovarse

espiritualmente para ser testigos apasionados y audaces de la misericordia de Dios. En

un mundo en el que la palabra ‘perdón’ apenas se pronuncia y mucho menos se

practica, los creyentes, “como elegidos de Dios, santos y amados” debemos

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

26

“revestirnos de sentimientos de misericordia entrañable, bondad, humildad,

mansedumbre, paciencia” (Col 3, 12).

Es necesaria la conversión personal para descubrir la propia identidad. Son

muchos los cristianos que padecen una profunda crisis de identidad personal. ¿Qué es

ser cristiano? ¿En qué consiste la identidad cristiana? Esta pregunta muchos no sabrían

responderla adecuadamente por falta de vida cristiana, de formación, de experiencia

del Dios de Jesucristo en su vida o por falta de oportunidades, porque las

circunstancias de su vida les han puesto al margen de Dios, de la fe, de la educación

cristiana.

Por otra parte, a veces, nos encerramos en nosotros mismos, huimos, como

dice el himno litúrgico a “refugiarnos en un torreón como quien huye a un exilio de

aristocracia interior” (Laudes, sábado de la 2ª semana) y convertimos la oración

personal en un refugio evasivo más que en un encuentro que anima a salir de sí mismo

y acercarse a los demás.

Por eso es necesario revisar nuestra vida cristiana para evitar el ‘egoísmo

espiritual’, el aburguesamiento que pueden inmovilizarnos, aletargarnos y hacer que

nos ‘acomodemos’, y, por ello, nuestra vida cristiana resultar estéril.

Es imprescindible convertirse y dejar que el Espíritu nos vapulee, nos

intranquilice, nos desasosiegue y nos vuelque “hacia afuera”, como hizo con los

apóstoles el día de Pentecostés al irrumpir en el Cenáculo para luego sacarlos de su

encierro y enviarlos a evangelizar. Será entonces cuando nos infundirá la certeza de

que la vida hay que entregarla para no perderla (Mc 8, 25), pues para el cristiano sólo

vale la actitud de Jesús que no vino a ser servido, sino a servir y entregar su vida (Mt

20, 28). Eso es misericordia.

Para este descubrimiento de la identidad cristiana, para esta conversión

personal, el Espíritu nos mueve a practicar los medios tradicionales de la vida cristiana,

lo que siempre nos han enseñado y generación tras generación se han practicado y

siguen practicándose en la Iglesia:

- la lectura creyente y orante de la Palabra de Dios;

- la participación en los sacramentos, especialmente la Eucaristía.

- Se nos pide crear en nuestras parroquias comunidades de base y

participar en ellas: grupos bíblicos, cáritas, catequistas, vida ascendente,

equipos de matrimonios, escuelas de padres, movimientos apostólicos…

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

27

Ahí está el Espíritu de Dios ayudándonos a centrarnos en Jesucristo para mejor

conocerle, seguirle y anunciarle, especialmente con la vida, porque en eso, –centrarse

en Jesucristo-, consiste la verdadera conversión y la identidad cristiana.

También nos mueve el Espíritu a vivir y renovar la piedad y religiosidad popular

y a descubrir, agradecer y valorar el ejemplo de tantos creyentes cuyo testimonio nos

convoca a cambiar nuestra vida, especialmente el testimonio de aquellos testigos de la

misericordia practicada con los que sufren, están solos, necesitan… Son tantos los

santos que en la historia de la Iglesia han sido canonizados por este especial carisma

de la misericordia entrañable por ellos practicada, porque han bebido en la fuente del

Espíritu y siguieron las huellas de Jesucristo viviendo las Bienaventuranzas. No los

podemos contar, pero todos conocemos algunos a los que tenemos especial devoción,

porque ellos han plasmado en su vida aquella bienaventuranza que dice “Dichosos los

misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” (Mt 5, 7).

3. Necesitamos el Espíritu Santo para convertirnos a la comunión fraterna

Uno de los aspectos de esta conversión personal es que no puede ser

individualista; personal, sí; individualista, no. Es necesario descubrir el gusto de ser

pueblo, de pertenecer a la Iglesia, de formar parte de ella y ser partícipe activo de la

comunión fraterna en la que tanto tiene que ver el Espíritu Santo como fuente de

comunión.

Hay que estar dispuestos a practicar la cultura del encuentro. La cultura del

encuentro es una dimensión característica de la comunidad eclesial, así como una

disposición necesaria para el envío y el anuncio, para testimoniar en todos los

ambientes la misericordia de Dios: Como dice el Papa Francisco, “cada vez que se nos

abren los ojos para reconocer al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer a Dios”

(EG 274).

Estamos llamados a ser “personas cántaro” capaces de portar el agua viva a

tantos sedientos de Dios y de su misericordia; capaces de entregar la antorcha

encendida de un amor que, como el de Jesucristo, “se abaja a la condición de esclavo y

por eso Dios lo levanta y le da el nombre sobre-todo-nombre” (Flp 2, 9-11). En

consecuencia toda entrega, toda compasión, toda misericordia ha de vivirse desde la

humildad de quien reconoce ser vasija de barro que lleva dentro el tesoro de la

misericordia de Dios y quiere ser con Él misericordioso. No ofertamos nuestra

misericordia, sino la de Dios, que es gracia, y gratis hemos de entregarla (Mt 10, 8)

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

28

4. Necesitamos el Espíritu Santo para ser profetas de la misericordia

Dice el papa Francisco: “El Espíritu Santo nos hace hablar con los hombres en el

diálogo fraterno. Nos ayuda a hablar con los demás reconociendo en ellos a los

hermanos y hermanas; a hablar con amistad, con ternura, comprendiendo las

angustias y las esperanzas, las tristezas y las alegrías de los demás. Pero el Espíritu nos

hace también hablar a los hombres en la profecía, o sea haciéndonos “canales”

humildes y dóciles de la Palabra de Dios” (08/06/2014).

Los grandes personajes y profetas bíblicos de la historia de la Salvación han sido

los intermediarios entre Dios y el pueblo. Ellos son los auténticos testigos de la

misericordia de Dios: Abrahán, Moisés, David, Los Profetas, los ‘pobres de Yahvéh’…

Con la fuerza del Espíritu Santo siempre estuvieron dispuestos a decirle a Dios “aquí

estoy: mándame, cuenta conmigo”.

En este momento actual de la historia, que sigue siendo historia de Salvación a

través de los signos concretos de los tiempos que ahora tocan, hacen falta personas

como Abrahán, gentes de fe profunda e inamovible, coherentes como creyentes,

dispuestas a cambiar los propios planes para obedecer a Dios y seguir su proyecto. Y

como Moisés, personas comprometidas en la liberación de cualquier opresión y/o

esclavitud que entregan su vida para ayudar a los marginados, los refugiados, los

esclavizados por cualquier tipo de esclavitud. Y también personas como David, el gran

rey de Israel, capaces de reconocer sus errores, aceptar sus pecados, arrepentirse y

buscar la misericordia y el perdón en el sacramento de la Penitencia para salir

fortalecidos a servir a los demás conscientes de que “servir es reinar”.

Nuestra Iglesia, nuestro mundo siguen necesitando profetas como aquellos que

mantuvieron encendida la antorcha de la esperanza cuando el pueblo de Israel se

apartaba de Dios y era infiel: Isaías, Jeremías,… Juan Bautista… Ellos hicieron posible

con su profecía que la misericordia de Dios permaneciese y se hiciera carne en

Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre.

¿Recordáis aquella vieja canción que decía: “En dónde están los profetas que

en otro tiempo nos dieron las esperanzas y fuerzas para andar? En las ciudades, en los

campos, entre nosotros están”.

Tal vez sea necesario ‘cantar’ de nuevo estas canciones que nos interpelan y

nos ayudan a mirar el pasado sin nostalgia, pero con realismo y preguntarnos de nuevo

en el presente ¿en dónde están los profetas?

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

29

También hoy hacen falta profetas, hombres y mujeres que no se callen ante la

injusticia, aunque por ello sean perseguidos y, a veces, eliminados por decir y vivir la

verdad. Hombres y mujeres que escuchen a Dios, entiendan a Dios y hablen de Dios.

Hombres y mujeres que se sientan misericordiosamente amados por Dios y que amen

entrañablemente al pueblo para que nadie desconfíe de su profecía. Hacen falta

profetas no para pronunciar amenazas y condenas, sino para provocar entusiasmos de

esperanza en este mundo catastrofista y desilusionado. Profetas que no se dejen

vencer por la desilusión y el desánimo, sino que, con su actitud y comportamiento,

manifiesten la verdad de Dios y su misericordia y ayuden y acompañen a otros a

descubrirla. Profetas que sean referencia de valores humanos y cristianos: de amor, de

fidelidad y compromiso, de fe y oración. ¿En dónde están los profetas?

Nosotros por el sacramento del Bautismo hemos sido constituidos ‘sacerdotes,

profetas y reyes’ y en el sacramento de la Confirmación hemos recibido el Espíritu

Santo que nos ha llenado con su fuerza para ser testigos valientes y eficaces de la

misericordia de Dios.

¿Cómo estamos viviendo esta dimensión de nuestro compromiso bautismal? ¿Qué está

significando la Confirmación en nuestra vida cristiana? Es el sacramento del Espíritu.

No lo olvidemos.

¿En dónde están los profetas que en otro tiempo nos dieron las esperanzas y

fuerzas para andar, para andar?.

Bien podemos decir: “Aquí están:

- en nuestros hogares cristianos

- en nuestros grupos de oración, de reflexión, de Biblia

- en nuestros catecumenados de adultos y de niños

- en nuestros colegios cristianos

- en nuestros Movimientos apostólicos y/o de espiritualidad

- en nuestras parroquias, verdaderas comunidades que tanto valoran y

cuidan el don de la profecía y son auténticos hogares de la Palabra de

Dios

- Y también seguramente en las ciudades, en los campos, entre

nosotros… Ya sabemos aquello de que ‘El Espíritu sopla donde quiere’.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

30

5. Necesitamos el Espíritu para ser misericordiosos como el Padre

En este punto quizás sea necesario clarificar el lenguaje de la misericordia

porque puede resultar un poco ambiguo.

• Por una parte puede sugerir un sentimiento de compasión y quedar reducido a

tener un corazón compasivo, sin el acompañamiento de un compromiso

práctico,

• o puede quedarse en hacer obras de misericordia en un momento u otro, sin

abordar las causas concretas del sufrimiento y las injusticias,

• o también puede entenderse como una actitud paternalista hacia las

necesidades de algunas personas sin reaccionar ante una sociedad que

funciona de manera inmisericorde.

El Espíritu Santo nos ayudará a resolver el problema, pues, como dice la

Secuencia de Pentecostés, es “padre amoroso del pobre” y “luz que penetra las almas”.

Él nos guiará con su luz y su amor:

• hacia la interiorización del sufrimiento ajeno

• a dejar que ese sufrimiento penetre en mis entrañas, en mi corazón, para

hacerlo mío

• a que me duela a mí el dolor del otro

Luego ese sufrimiento interiorizado, que me ha llegado hasta adentro,

provocará en mí una reacción, se convierte en punto de partida de un comportamiento

activo y comprometido.

Y por último, esa reacción se va concretando en actuaciones y compromisos

diversos orientados a erradicar ese sufrimiento o, al menos, aliviarlo. Nada hay más

importante. Tendremos que hacer muchas cosas a lo largo de la vida, pero la

misericordia ha de estar en el trasfondo de todo.

5.1. Las obras de misericordia

En este contexto encajan las obras de misericordia, que el Catecismo de la

Iglesia Católica define como “acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a

nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales” (n. 2447). Nos recuerdan

la presencia, la fuerza y la gracia de Espíritu Santo a quien Jesucristo mismo llama el

Consolador (Paráclito) (Jn 14,26), de quien la secuencia de Pentecostés dice que es

’fuente del mayor consuelo’.

Respecto a las obras de misericordia, dice el Papa en la Misericordiae vultus:

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

31

“Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las

obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar

nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para

entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los

privilegiados de la misericordia divina. La predicación de Jesús nos presenta estas

obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como

discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corporales: dar de

comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, acoger al

forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no

olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita,

enseñar al que no sabe, corregir al que yerra, consolar al triste, perdonar las

ofensas, soportar con paciencia las personas molestas, rogar a Dios por los vivos y

por los difuntos.

No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados:

si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al extranjero

y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba

enfermo o prisionero (cf Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayudamos

a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad;

si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de personas,

sobre todo los niños privados de la ayuda necesaria para ser rescatados de la

pobreza; si fuimos capaces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si

perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de

odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios

que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la

oración nuestros hermanos y hermanas. En cada uno de estos “más pequeños”

está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo

martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga… para que nosotros los

reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las

palabras de san Juan de la Cruz: «En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados

en el amor» (MV 15).

5.2. ¿Cómo practicar hoy las obras de misericordia?

No vamos a pararnos aquí a explicar una por una las catorce Obras de

Misericordia, pero sí apuntar con qué actitud, con qué espíritu practicarlas.

• Las obras de misericordia nos invitan a mirar a la gente que encontramos en

nuestro camino, a ser ‘samaritanos de amor”. A veces se cruzan en nuestro

camino personas verdaderamente desgraciadas, sin suerte, incluso ‘malas

personas’, con un sinfín de problemas de los que ni siquiera son culpables sino

víctimas. Otras son personas normales, pero a su vez, necesitadas de un gesto,

de una escucha, de una promesa, de un poquito de ternura.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

32

• Recuerdo aquí el testimonio de un voluntario social en una cárcel que decía:

“cuando das un abrazo se desencadena una revolución”. Cuando nos dejamos

tocar con las manos y con las palabras es cuando se intuye el sentimiento

compartido, la compasión, la misericordia al estilo de Jesús.

• A veces damos limosna, ayudamos a la gente, compartimos incluso tiempo y

bienes… pero sin mirar a la cara a las personas; no nos comprometemos de

verdad, no creamos una verdadera relación humana, -ese ‘yo-tú’ que han

descrito los humanistas-, en la que el ‘tú’ siempre tiene rostro y podemos

captarlo a una distancia adecuada, sin estar demasiado cerca para no invadirlo

ni demasiado lejos porque no le veríamos. Nadie es del todo ‘tú’ ni ‘yo’ sin el

otro. Esto ya lo dejó claro Jesús en la Parábola del Buen Samaritano.

Arthur Schopenhauer nos dejó esta “fábula del erizo” que puede ayudarnos a

entender mejor la necesidad del otro para una auténtica relación humana. Decía: “En

un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten

simultáneamente gran necesidad de calor. Para satisfacer su necesidad, buscan la

proximidad corporal de los otros, pero mientras más se acercan, más dolor causan las

púas del cuerpo del erizo vecino. Sin embargo, debido a que el alejarse va acompañado

de la sensación de frío, se ven obligados a ir cambiando la distancia hasta que

encuentran la separación óptima (la más soportable)”.

Schopenhauer concluía que ‘el otro es un mal necesario’. Un cristiano, si se deja

animar por el Espíritu Santo, jamás sacará esa conclusión, sino que mirará a los demás

con los ojos de Cristo y vivirá las relaciones humanas de tal manera que sólo podrá

decir que ‘el otro es un bien necesario’ ¡¡¡EL OTRO ES UN BIEN NECESARIO!!!

Podemos recordar aquí aquella anécdota del misionero que se encuentra con

una niña que llevaba colgado a la espalda a su hermanito pequeño por un camino muy

pendiente y peligroso. El misionero le dice: Pero, hija, ¿cómo llevas una carga tan

pesada? Ella le miró y dijo: No es una carga, señor, ¡es mi hermano!

Es con este espíritu como debemos practicar las Obras de Misericordia para dar

fe de que no se ha muerto el amor y no muere tan pronto la esperanza.

Ya el Concilio Vaticano II había dicho en la Apostolicam actuositatem que “estas

actividades y estas obras se han hecho hoy mucho más urgentes y universales, porque

los medios de comunicación son más expeditos, porque se han acortado las distancias

entre los hombre y porque los habitantes de todo el mundo vienen a ser como los

miembros de una familia. La acción caritativa puede y debe llegar hoy a todos los

hombres y a todas las necesidades. Donde haya hombres que carecen de comida y

bebida, de vestidos, de hogar, de medicinas, de trabajo, de instrucción, de los medios

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

33

necesarios para llevar una vida verdaderamente humana, que se ven afligidos por las

calamidades o por la falta de salud, que sufren en el destierro o en la cárcel, allí debe

buscarlos y encontrarlos la caridad cristiana, consolarlos con cuidado diligente y

ayudarlos con la prestación de auxilios” (nº 8).

¡Lo que ha cambiado esto desde entonces en lo que a medios de comunicación

se refiere!

Los signos de los tiempos con las nuevas situaciones, la globalización, la

interferencia de los problemas, que ya no son sólo problemas ‘locales’, sino globales,

reclaman actitudes y comportamientos eficaces e inmediatos. Cabe aquí la súplica de

la Plegaria Eucarística V/B: “Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,

inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo y desamparado,

ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien se siente explotado y deprimido. Que tu

Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor, de libertad, de justicia y de paz,

para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando”.

Las obras de misericordia practicadas con este espíritu serán respuesta

adecuada a la llamada de Jesucristo que nos dice, como al buen samaritano, “haz tú lo

mismo” y que nos convoca como Rey a rendir cuentas del amor al prójimo como

concreción del amor a Él. Este juicio se está llevando a cabo cada día de nuestra vida.

No hay que esperar al final. Aquí y ahora nos estamos acercando o alejando de los que

sufren. Aquí y ahora nos estamos acercando o alejando de Jesucristo. Lo decisivo en

ese juicio no es la religión en la que uno ha vivido, ni la fe que ha confesado durante su

vida. Lo decisivo es vivir con compasión, con misericordia, ayudando a quien sufre y

necesita nuestra ayuda. En la parábola del juicio final ni siquiera se pronuncia la

palabra amor porque no hace falta. El amor no ‘se dice’; se practica, se vive.

¿Habrá algo más espiritual que eso? ¿Será posible amar así, ser así

misericordiosos? ¡Claro que es posible! Pero sólo si bebemos en la fuente del Espíritu

Santo que “riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas e

infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito y guía al que tuerce el

sendero”.

Si le dejamos, el Espíritu Santo aportará a nuestras vidas la fuerza, el valor, el

compromiso, la misericordia entrañable que nos convierte en testigos eficaces de

Jesucristo, el rostro de la misericordia, quien nos ha dicho “bienaventurados los

misericordiosos porque alcanzarán misericordia” (Mt 5,7) y también “sed

misericordiosos como vuestro padre es misericordioso” (Lc 6, 36).

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

34

Conclusión

Para finalizar esta reflexión miramos a María, la mujer a quien el Espíritu cubrió

con su sombra y a la que fecundó y la hizo Madre de Misericordia. Ella dice Sí y,

compasiva, se pone en camino para servir, para ayudar. Allí, junto a Isabel, proclama

que el Señor es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación

(Lc 1, 50).

En María la misericordia era alabanza a Dios y servicio a los demás porque

estaba llena del Espíritu. Cuando no es así, cuando falta el Espíritu, se corre el riesgo de

convertir la misericordia en mera solidaridad humana, tan valiente, tan eficaz, tan

oportuna, tan necesaria, pero sin el punto de apoyo para construir la verdadera,

profunda, total y trascendente misericordia, cuyo rostro es Jesucristo y por extensión

aquellos en los que Jesucristo está presente y con los que se identifica: “cuanto

hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,

40).

La vida de María estuvo plasmada por la misericordia hecha carne. Pues a Ella

volvamos nuestra mirada en busca de sus ojos misericordiosos e invoquémosla como

Madre para que la Iglesia sea realmente hogar de misericordia y para que cada uno de

nosotros seamos dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su hijo Jesús, y así,

estemos siempre dispuestos a beber en la fuente de la Misericordia que es el Espíritu

Santo.

V. PARA ORAR

Peticiones

• Oremos para que siempre estemos dispuestos a acercarnos a nuestros

hermanos necesitados con un corazón misericordioso.

R/ Espíritu santo, Dios, sé para nosotros fuente de misericordia.

• Oremos por todos los miembros de la Iglesia para que no seamos indiferentes a

la permanente llamada de Dios a ser ‘misericordiosos como el Padre”.

R/ Espíritu santo, Dios, sé para nosotros fuente de misericordia.

• Oremos por todos los que sufren carencias corporales de todo tipo: los que no

tienen techo, los que pasan hambre, los que tienen frío, los enfermos, los

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

35

encarcelados, los esclavos del mundo actual… para que siempre encuentren

hermanos que les ayuden.

R/ Espíritu santo, Dios, sé para nosotros fuente de misericordia.

• Oremos por los refugiados, por los sin tierra, por los que son tratados como

extranjerso en su propia tierra.

R/ Espíritu santo, Dios, sé para nosotros fuente de misericordia.

• Oremos por los niños y jóvenes que se están preparando para recibir el

Sacramento de la Confirmación y por sus padres y catequistas, para que el

Espíritu Santo les haga fuertes y coherentes con la gracia que van a recibir y los

llene de Jesucristo, rostro de la Misericordia del Padre.

R/ Espíritu santo, Dios, sé para nosotros fuente de misericordia.

• Oremos por todos los bautizados para que vivamos el compromiso de ser

‘profetas’ que aman, oran y proclaman la Palabra de Dios con nuestra vida.

R/ Espíritu santo, Dios, sé para nosotros fuente de misericordia.

Oración del papa Francisco para el Año Santo de la Misericordia

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del

cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y

obtendremos la salvación.

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su

omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la

Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la

Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado

entusiasmo, llevar el EVANGELIO a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y

oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives

y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén

Canto final: “El Señor os dará su Espíritu Santo…”; o bien. “Con vosotros está y

no le conocéis…”; o bien: “Cuando el pobre nada tiene y aún reparte…”; o bien: “Oh,

Señor, envía tu Espíritu…”

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

36

LA IGLESIA, MADRE Y HOGAR DE MISERICORDIA

EL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN

I. CANTO DE INICIO

Misericordes sicut Pater

Misericordiosos como el Padre

O bien

Misericordias Domini in aeternum cantabo

Las misericordias del Señor para siempre cantaré

II. MOTIVACIÓN INICIAL

Hoy vamos a descubrir la misericordia en la Iglesia como algo que es su esencia

y su vida. La Iglesia está llamada a ser casa y hogar de misericordia. A través de los

sacramentos, y especialmente el de la Reconciliación, la Iglesia no sólo nos anuncia la

ternura de Dios, sino que nos la hace experimentar, hecha perdón, gracia, vida nueva,

vida divina. Y unidos a la Iglesia, con la garantía del perdón otorgado por Cristo a los

apóstoles, podemos clamar como David, con el salmo 50, “Misericordia, Señor,

misericordia”, seguros de su clemencia y de su perdón.

Salmo de ambientación: Salmo 50 (selección)

R/ Misericordia, Señor, misericordia

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

37

Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. ¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso: enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti.

Breve momento de interiorización

III. TEXTO BÍBLICO: Lc 19, 1-9

Entró en Jericó e iba atravesando la ciudad. En esto, un hombre llamado

Zaqueo, jefe de publícanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero no lo lograba

a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más adelante, se

subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.

Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo: «Zaqueo, date prisa y

baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa». El se dio prisa en bajar y

lo recibió muy contento.

Al ver esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de

un pecador». Pero Zaqueo, de pie, dijo al Señor: «Mira, Señor, la mitad de mis

bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a alguno, le restituyo cuatro veces

más». Jesús le dijo: «Hoy ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo

de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba

perdido».

¿Qué dice el texto?

Zaqueo busca a Jesús y fue sorprendido por él. Su mirada y su palabra le llevan

a entrar en el camino de la conversión.

Preguntas para la lectura

¿Quién es Zaqueo? ¿Su profesión? ¿Cómo aparece caracterizado? ¿Qué impide

a Zaqueo encontrarse personalmente con Jesús?

¿Quién busca a quién? ¿Qué reacciones se producen ante la voluntad decidida

de Jesús de hospedarse en casa de Zaqueo? ¿Cómo responde Jesús a la reacción tanto

de Zaqueo como de la gente? ¿Qué efecto produce en Zaqueo la actitud de Jesús?

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

38

¿Cómo son los malintencionados? ¿Cómo piensan y actúan? ¿Cuál es la actitud de

Jesús?

¿Qué me dice el texto?

Todos llevamos un Zaqueo en nuestro interior. Somos esa persona que Dios

busca sin descanso. Hoy, Jesús nos sale al encuentro, nos llama por nuestro nombre y

expresa su deseo de alojarse en nuestra casa para llenarla de salvación.

¿Me preocupo como Zaqueo para poder “ver” a Jesús? ¿Cuáles serán los

obstáculos que yo hoy debo superar para poder encontrarme con él?

¿Me deja indiferente el rostro de Jesús? ¿Cómo me invita el pasaje de hoy a

relacionarme con él? ¿La invitación de Jesús provoca alegría y felicidad en mi corazón?

¿Hasta qué punto soy consciente de que la conversión es respuesta al don de

Dios? ¿Pido este don para mi fe?

¿Quiénes son hoy los “zaqueos” que esperan el encuentro con Jesús?

¿Reacciono ante ellos como la gente, que murmura, o como Jesús, que ofrece el amor

gratuito de Dios?

¿De qué necesito ser salvado? ¿Cómo puede esta salvación concreta que

esperas ofrecer alegría a tu vida y a tu entorno?

¿Cómo preparo el encuentro en la celebración penitencial? ¿Qué pongo de mi

parte? ¿Melleva a cambiar? ¿es un encuentro salvador?

¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Agradezco al Señor que me busca y se hace el encontradizo para perdonarme.

Le pido que no se canse de buscarme y que no pare hasta dar conmigo.

¿Con qué personaje me identifico? ¿Cuánto hay de fariseo en mi conciencia y

obras? ¿Busco la conversión total al Señor o me quedo tranquilo sólo con un

maquillaje externo que apenas cambia mis actitudes y conducta? ¿Qué me pide el

Señor?

¿Trato de descubrir en mi vida el “paso” de Jesús e invitarle y acogerle como el

mejor Amigo?

Luego de un tiempo de oración personal, compartimos en grupos nuestra oración

¿Qué me lleva a hacer el texto?

Deja que resuene en tu interior la voz de Jesús: N…., baja en seguida, porque

hoy tengo que hospedarme en tu casa (v. 5). Hoy ha llegado la salvación a esta casa (v.

9).

¿En qué debería cambiar concretamente mi vida si acepto que Jesús se

encuentre conmigo? ¿Estoy dispuesto a asumir esos cambios?

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

39

¿En qué debería mejorar al celebrar el sacramento de la Reconciliación a la luz

de esto?

Oramos juntos:

Amigo Jesús: Tú siempre pasa a mi lado invitándote a mi casa y a mi amistad. Haz, te

ruego, que yo sepa descubrirte e invitarte continuamente. Es más. Sabes que no necesitas que

te invite. Porque todo lo mío es tuyo. Y mi mejor recompensa es que Tú estés siempre en mi

interior y que yo crezca cada vez más en tu compañía. Ensancha mi capacidad de acogerte y de

amarte. Y recuérdame que Tú pasa y estás presente en mis hermanos. Y que en ellos te

encuentre y les abra las puertas de mi persona. Porque acogiéndolos a ellos, Tú eres el que

entras realmente en mi vida. Que valore el sacramento de la Reconciliación y lo celebre con

esmero escuchando tu Palabra, encontrándome contigo, cambiando mi vida y dejándome

salvar por ti.

IV. TEMA: La Iglesia, madre y hogar de misericordia. El sacramento de la

Reconciliación

1. La Iglesia, casa y hogar de misericordia

1.1. No siempre la Iglesia ha sido precisamente “casa y hogar de la

misericordia”

Cuando repasamos la historia de la Iglesia recordamos épocas en las que daba

más una imagen de poder, de privilegio e incluso intransigencia. Seguramente pesaba

más la defensa de la integridad de la doctrina, el deseo de unidad o de justicia más que

el perdón... Por ello, el mismo Francisco afirma con dolor: “tal vez por mucho tiempo

nos hemos olvidado de indicar y de andar por la vía de la misericordia” (MV 10).

Pero los tiempos cambian y vemos en los papas gestos significativos de

misericordia: San Juan Pablo II visita y perdona a Ali Agca; Benedicto y Francisco

solicitan continuamente perdón a la sociedad por los pecados de la Iglesia; Francisco

visita el puerto de Lampedusa y denuncia el problema de la inmigración, muestra

mayor cercanía y acogida a los separados y vueltos a casar y abre la puerta del Año de

la Misericordia en Banghi. También la encíclica Dives in Misericordia de Juan Pablo II y

ciertas expresiones de Francisco: “la Iglesia como hospital de campaña”, “en salida a

las periferias”, “sin excluir a nadie”… A lo largo de la historia no han faltado las “Casas

de misericordia” en forma de hospitales, lugares de acogida de niños o ancianos, la

labor de los Misioneros, Cáritas o Manos Unidas… Urge que la Iglesia testimonie la

misericordia.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

40

La historia de la Iglesia está llena del testimonio precioso de los santos

(Subsidios Jubileo de la Misericordia, BAC, pp. 321-387). Recordemos al P. Kolbe, que

se pone en lugar de un padre de familia en Auschwitz , para morir por él. Y a Teresa de

Calcuta, próximamente canonizada, que reparte el amor de Dios a los más pobres de

entre los pobres (niños y ancianos). Decía a un joven universitario: “¿Ves a ese niño de

allí, el del fondo que llora?... Pues tómalo con cuidado y dale todo el amor que seas

capaz, a tu manera…”. Le cantó, lo besó, lo arrulló… y dejó de llorar. Sonrió y se

durmió. Al cabo de un rato, el inexperto joven universitario, buscaba casi llorando a la

hermana: “Hermana, que no respira…” “Siempre lo recordarás, antes de morir le has

dado el cariño y él lo ha recibido”. A San Agustín se le considera el predicador de la

misericordia (Subsidios, pp. 165-188).

1.2. “La misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” (MV

10)

Bella expresión la de “viga maestra”, la que sostiene una casa. “Misericordia es

la palabra que revela el misterio de la Stma. Trinidad” (MV 2). La misericordia es el

“corazón del Evangelio” (MV 12), que por su medio debe alcanzar la mente y el

corazón de toda persona. La Esposa de Cristo hace suyo el comportamiento del Hijo de

Dios que sale a encontrar a todos, sin excluir ninguno.

Su misión prioritaria es ser signo y testimonio de misericordia en todos los

aspectos de su vida pastoral: en el anuncio, la liturgia y el testimonio. Toda su pastoral

debería ser revestida de ternura, de modo que en nada le falte la misericordia. “La

Iglesia tiene la misión de anunciar la misericordia de Dios” (MV 12). “Quiere ser en el

mundo signo vivo del amor del Padre” (MV 4).

En la apertura del concilio Vaticano II, San Juan XXIII habla de usar “la medicina

de la misericordia”. Y en la conclusión del concilio, Pablo VI habla de la “parábola del

samaritano como pauta de espiritualidad conciliar”.

1.3. “La credibilidad de la iglesia pasa a través del camino del amor

misericordioso y compasivo”(MV 10)

“Es determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio que ella

viva y testimonie en primera persona la misericordia. Su lenguaje y sus gestos deben

transmitir misericordia para penetrar en el corazón de las personas y motivarlas a

reencontrar el camino de vuelta al Padre” (MV 12).

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

41

“La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el

mundo pueda ser acogido, amado, perdonado, y alentado a vivir según la vida nueva

del evangelio” (EG 114).

“En nuestras parroquias, en las comunidades, en las asociaciones y

movimientos, en fin, dondequiera que haya cristianos, cualquiera debería poder

encontrar un oasis de misericordia” (MV 12).

1.4. Hoy es más urgente que nunca que la iglesia sea hogar de misericordia

Francisco habla de que en nuestra cultura “la experiencia de perdón se

desvanece cada vez más” (MV 10). Francisco recuerda que ya Juan Pablo II en DiM

“hacía notar el olvido de la misericordia en la cultura presente“ (MV 11 y EG 2). “Ha

llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse del anuncio alegre del perdón.

Es el tiempo de retornar a lo esencial para hacernos cargo de las debilidades y

dificultades de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a una vida

nueva e infunde el valor para mirar el futuro con esperanza” (MV 10).

La iglesia sabe “que la primera tarea, sobre todo en un momento como el

nuestro, lleno de grandes esperanzas y fuertes contradicciones, es la de introducir a

todos en el misterio de la misericordia de Dios” (MV 25). Recalca también Francisco

que “el tema de la misericordia exige ser propuesto una vez más con nuevo

entusiasmo y con una renovada acción pastoral”, cuidando “su lenguaje y sus gestos”

(MV 12).

Y en este año jubilar: “la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a

aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con

la solidaridad y la debida atención. No caigamos en la indiferencia que humilla, en la

habitualidad que anestesia… Abramos nuestros ojos” (MV 15).

1.5. La misericordia es la vida de la Iglesia

Cristo ha dejado a la Iglesia el río divino que brota del misterio pascual y que

nos alcanza a nosotros a través del cauce de la Iglesia, mediadora de misericordia,

sobre todo gracias a los sacramentos. Ellos son fuente de vida para la Iglesia, son

instrumentos de conversión a Dios y de reconciliación entre nosotros.

“La misericordia es el núcleo central del mensaje evangélico, es el nombre

mismo de Dios, el rostro con el que se reveló… Este amor de misericordia ilumina

también el rostro de la Iglesia y se manifiesta mediante los sacramentos,

especialmente el de la Reconciliación, y mediante las obras de la caridad comunitarias

e individuales” (Benedicto XVI, Ángelus 30-03-2008)… Y ello “para que tengamos vida y

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

42

la tengamos en abundancia” (Jn 10,10). Según Francisco “desde el corazón de Dios,

brota y corre sin parar el gran río de la misericordia” (MV 25).

1.6. Todos los sacramentos son de la misericordia

Todos los sacramentos son de la misericordia de Dios, porque en todos ellos

Dios Padre, por medio de Cristo y en el Espíritu Santo, viene a socorrer y salvar a la

persona movido únicamente por un amor entrañable, “visceral”, “apasionado”, a

fondo perdido.

El bautismo es una intervención de la misericordia divina en nuestra vida para

salvarnos, perdonarnos y darnos una nueva vida. En la unción de enfermos, Cristo,

lleno de misericordia, visita al enfermo para aliviarle, animarle y si hace falta, perdonar

sus pecados. En la eucaristía recibimos la fuerza divina de Cristo que nos une a él y a

los hermanos, y nos impulsa a nosotros mismos, a servir, a vivir en comunión, y

perdona incluso nuestros pecados ordinarios. En la penitencia Dios misericordioso

toma la iniciativa y actúa con misericordia frente a nuestro pecado.

1.7. Dentro de la Iglesia, María es madre de misericordia

Ella experimento la misericordia de Dios que le preservó del pecado, custodió

en su corazón y nos dio al Dios de misericordia hecho hombre, cantó la misericordia de

Dios que se extiende “de generación en generación” (Lc 1,50). Al pie de la cruz es

testigo de que la misericordia de Dios no excluye a nadie. Y a ella le pedimos que

“vuelva a nosotros esos sus ojos misericordiosos” (Cf MV 24).

2. El sacramento de la reconciliación, medio para acoger la misericordia divina

Cuentan que un profesor comenzaba cada año sus clases colocando una

mandarina en su mesa y pidiendo a los alumnos que escribieran algo sobre ella. Unos

describen la forma redonda, hablan de su color y donde se cosecha, otros las

propiedades que tiene y la vitamina que aporta, otros inventan una historia sobre la

naranja o los gajos que la forman… Pero ninguno se acerca a palpar el fruto, a

exprimirlo, a saborearlo. Ven la realidad de lejos, pero no la tocan. Un ejercicio no solo

válido para estudiantes. Urge creyentes que experimenten, que saboreen la

misericordia de Dios en la ternura de la Iglesia, y, ¿por qué no en el sacramento del

perdón?

2.1. Dios misericordioso nos ofrece su perdón

La Iglesia, que es “hospital de campaña”, nos recuerda que el Dios

misericordioso nos ha elegido y nos ofrece su perdón. “Pero Dios, rico en misericordia,

por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

43

hecho revivir con Cristo —estáis salvados por pura gracia—; nos ha resucitado con

Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él” (Ef 2,4-5). Dios da el primer paso,

“primerea”. Así lo explica San Bernardo: “Nuestros ojos estaban ciegos. Nosotros

yacíamos paralizados en nuestra camilla, incapaces de llegar a la grandeza de Dios. Por

eso nuestro amable salvador y médico de nuestras almas descendió de su altura”

(Sermón I Dom. Adviento, 78).

2.2. Pero nosotros tenemos que poner algo de nuestra parte

Ante el ofrecimiento gratuito del perdón de Dios, a nosotros nos queda acoger

ese perdón reconociéndonos pecadores, arrepintiéndonos de ello e iniciando el

camino de la conversión. Sí, como el hijo pródigo: “me pondré en camino, volveré a

casa de mi padre y le diré…” (Lc 15,18). Por la conversión nos volvemos al Padre,

acogemos su gracia, experimentamos su misericordia y perdón y seguimos a Jesús. Ya

sabemos que es más fácil confesarse que convertirse, pero lo primero debe llevar a lo

segundo.

2.3. La Penitencia es un encuentro salvador con Dios

Este sacramento es un encuentro entre Jesús y nosotros a través del sacerdote,

un encuentro en el que él nos toca y nos salva, nos perdona y nos devuelve la dignidad

perdida, nos restaura. El encuentro con el amor de Dios nos rescata de nuestra

conciencia aislada y de la autorreferencialidad, somos hijos de Dios y volvemos hacia

él.

Zaqueo tiene una experiencia de encuentro, de perdón y de conversión. Vive

“empequeñecido”, pero va en busca de Jesús, sube al árbol. Jesús “levantó los ojos y le

dijo: “Zaqueo, date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa” (Lc

19, 5). Aquel hombre nunca se hubiera imaginado que Jesús fijaría en él su mirada, lo

llamaría por su nombre y le pediría hospedaje en su casa. Zaqueo se arrepiente y

promete restituir. Todos somos de un modo u otro Zaqueo. A todos nos conoce Jesús

por nuestro nombre, quiere encontrarse con nosotros, nos ofrece su perdón y espera

que iniciemos el camino de la conversión. De ese encuentro saldrá la salvación. No

olvidemos que como a Zaqueo puede haber personas que también nos dificulten llegar

a Jesús.

Escuchemos con atención el diálogo entre el sacerdote y el penitente, la

imposición de manos y las palabras que nos dice en nombre de Jesús que se encuentra

con nosotros: “yo te absuelvo de tus pecados”… Y respondamos “Amén”, que es un “sí,

creo”, que tú Señor, me perdonas, a través de las palabras del sacerdote...

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

44

2.4. Jesús da a los apóstoles el poder de perdonar

El Señor Resucitado, al aparecerse el primer día de la semana, sopló sobre los

apóstoles y los envió con la potestad, ante todo, de perdonar los pecados: “lo que ates

en la tierra”… (Mt 18,18), “a quienes perdonéis los pecados, Dios se los perdonará” (Jn

20, 23). En el sacramento de la Penitencia experimentamos la compasión de Dios de

forma inmediata y concreta, cuando el sacerdote, “en la persona de Cristo”, nos dice:

“yo te absuelvo de tus pecados”.

La Iglesia primitiva celebró este sacramento como una “segunda tabla de

salvación”, para los pecados cometidos tras el bautismo. Es un “bautismo segundo”,

fatigoso, no realizado con agua sino con lágrimas. Es el verdadero y privilegiado

sacramento de la misericordia del Dios Trinidad. Por este sacramento, Dios nos

perdona siempre y nos ofrece la oportunidad de comenzar de nuevo. En él, “Dios nos

muestra su corazón misericordioso y nos reconcilia plenamente consigo. Éste es el

rostro de Cristo que conviene hacer descubrir también a través del sacramento de la

penitencia que, para un cristiano, «es el camino ordinario para obtener el perdón y la

remisión de sus pecados graves cometidos después del Bautismo »” (Juan Pablo II, NMI

37; Reconciliación y penitencia 31).

2.5. Aunque nos cueste, es el cauce de perdón que Cristo nos ha dejado

Pero Dios, en su infinito amor, ha querido establecer con nosotros un cauce

concreto, visible y ordinario de su misericordia a través de sus sacramentos, y de una

forma muy especial, del sacramento de la Reconciliación. San Pablo nos hace una gran

petición: “en nombre de Cristo, os pedimos que os dejéis reconciliar con Dios” (II Cor 5,

20).

Nos puede costar entender la razón de esta encarnación y personalización del

perdón de Dios. No deja de ser sorprendente que, a veces, no comprendamos el

camino de la sencillez que nos ofrece su misericordia. Es lo que afirma Francisco: “!La

misericordia es el corazón del Evangelio! Es la buena nueva de que Dios nos ama, de

que ama siempre al pecador y con este amor lo atrae hacia sí y lo invita a la

conversión. No olvidemos que, a menudo, a los fieles les cuesta trabajo confesarse, sea

por motivos prácticos, sea por la dificultad natural de confesar a otro hombre los

pecados propios… ¡La confesión no es un tribunal de condena, sino una experiencia de

perdón y misericordia!” (Francisco, Discurso a la Penitenciaría Apostólica, 28 marzo

2014). Y este Papa se confesó ante los ojos de todos en la Basílica de San Pedro, antes

de sentarse él mismo a administrar este sacramento (28-03-2014).

En el sacramento de la Reconciliación, donde recibimos este perdón de modo

sacramental, también somos invitados a reconocer la culpa, a expresar nuestros

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

45

pecados, con un “corazón sincero” (cf Sal 50, 8) para que sean perdonados por la

misericordia infinita de Dios y se nos devuelva “la alegría de la salvación” (Sal 50, 14).

2.6. El sacramento de la misericordia es un regalo de Pascua

Así lo presenta el evangelio de Juan (Jn 20,19-23). Los apóstoles están

encerrados con miedo, Jesús les saluda “paz a vosotros”, esa paz ganada en la cruz y

comunicada a partir de la Resurrección, les muestra las manos y el costado signos

incontestables del amor misericordioso a los hombres. Y “ellos se llenan de alegría”, la

alegría de la vida nueva, la alegría de la redención, fruto de la misericordia. Y les envía,

comunicándoles el Espíritu Santo para que con su fuerza practiquen la misericordia y

el perdón de los pecados. ¡Cuántas veces este sacramento ha sido una experiencia

traumática cuando debería ser la liberación profunda, la paz del alma y la alegría

pascual, donada por el resucitado!

2.7. El sacramento de la reconciliación es una celebración y comunitaria

Cuando hacemos una celebración penitencial comunitaria, tenemos una

celebración con identidad: voy expresamente a confesarme, no es que “aproveche a

confesarme de paso que voy a misa”. Celebrar el perdón de Dios tiene su importancia,

por eso ya celebraremos otro día la misa. Y como es celebrativo, hay unos gestos:

juntarse todos, proclamamos la Palabra, la imposición de manos, decir los pecados, dar

gracias juntos, etc.

Es una celebración comunitaria: nos reunimos todos (no nos confesamos cada

uno por su cuenta); hacemos filas de pecadores visualizando lo que somos, pecadores;

el pecado de cada uno corrompe a los otros; pedimos juntos perdón a Dios y al mismo

tiempo unos a otros.

Démosle calidad a nuestras celebraciones penitenciales con la escucha de la

Palabra y una digna preparación.

2.8. El sacramento de la reconciliación perdona todo

Francisco en la residencia de Santa Marta (14-12-2015) contó algo que le

sucedió en 1992 en Buenos Aires, durante una misa por los enfermos. Llevaba varias

horas confesando, cuando llegó una mujer muy anciana, de más de ochenta años, "con

los ojos que veían más allá, con los ojos llenos de esperanza".

Y el Papa le dijo: ‘Abuela, ¿usted viene a confesarse?', porque él se estaba ya

levantando. Y ella le respondió ‘sí'. ‘Pero usted no tiene pecados'. Y ella le dijo: ‘Padre,

todos los tenemos'. ‘Pero, ¿quizá el Señor no los perdona?' ‘Dios perdona todo'.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

46

Francisco le preguntó cómo lo sabía, y ella respondió ‘porque si Dios no perdonara

todo, el mundo no existiría'.

Y termina el papa diciendo: "Dios perdona todo, solamente espera que tú te

acerques". Y añade: "la rigidez clerical cierra los corazones y hace mucho mal". No lo

olvidemos.

Por eso, el Papa invita a los sacerdotes a ejercer con generosidad y esfuerzo

este magnífico servicio de ministros de la misericordia y servidores del perdón de Dios:

“El sacerdote es instrumento para el perdón de los pecados. El servicio que presta

como ministro, de parte de Dios, es muy delicado y exige que su corazón esté en paz,

que no maltrate a los fieles, sino que sea humilde, benévolo y misericordioso, que sepa

sembrar esperanza en los corazones, y sobre todo que sea consciente de que el

hermano y la hermana que se acercan al sacramento de la Reconciliación buscan el

perdón y lo hacen como tantas personas se acercaban a Jesús para curarse” (

Francisco, Audiencia general, 20 noviembre 2013). “A los sacerdotes les recuerdo que

el confesionario no debe ser una sala de torturas, sino el lugar de la misericordia del

Señor que nos estimula a hacer el bien posible” (EG 44). El sacerdote “acoge con

abrazo paternal al penitente que pide ayuda y suplica perdón” (MV 17).

¡Ojalá también los que se confiesan lo hagan de forma rápida, clara, concreta y

escueta! No es momento para hacer consultas, monólogos y disquisiciones que no

viene al caso.

2.9. El que ha sido perdonado debe convertirse en instrumento de

reconciliación

Este perdón conlleva así mismo una misión: “Enseñaré a los malvados tus

caminos, los pecadores volverán a Ti” (Sal 50, 15). Quien ha sido perdonado es

convertido en testigo y mensajero de la misericordia de Dios, es un reconciliado en

salida, para acercar a todos a esta gran misericordia que perdona, que recupera la

dignidad, que rehace lo que estaba roto. Tras recibir el perdón, seamos instrumentos

de paz, de perdón y reconciliación.

2.10. Redescubramos y revaloricemos este sacramento

Llegados a este punto habrá que recordar las palabras de San Juan Pablo II:

“Deseo pedir una renovada valentía pastoral para que la pedagogía cotidiana de la

comunidad cristiana sepa proponer de manera convincente y eficaz la práctica del

Sacramento de la Reconciliación” (NMI 37).

¿Cómo hacerlo? Además de lo dicho, formando nuestra conciencia, no cayendo

en la rutina de una vida cómoda y sin exigencias, aprendiendo a reconocerse pecador,

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

47

valorar la gratuidad de la gracia. Aprender a pedir perdón a los demás, ser capaces de

acoger y perdonar las ofensas recibidas porque uno se sabe infinitamente acogido y

perdonado por Dios, vivir la paz, la bondad, la alegría, la paciencia, el dominio de sí.

Vivir la reconciliación en el seno de la comunidad buscando al que falta, ejerciendo la

corrección fraterna... Practicar la oración de intercesión extendiendo los brazos a las

dos partes como Cristo en la cruz, rezar por los pecadores.

Y que no falte nunca en la Iglesia, además de la conversión personal de sus

miembros, la conversión pastoral de la comunidad (Cf EG 25): la Iglesia es santa y

pecadora, necesitada de reforma en sus estructuras, en salida, más renovada, más

evangélica, con más comunión, más cercana a los pobres, con más presencia en las

periferias…

Conclusión

El Papa Francisco en MV 4 recuerda las palabras de Juan XXIII pronunciadas en

la apertura del Concilio para indicar el camino a seguir: “En nuestro tiempo, la Esposa

de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la

severidad … La Iglesia … quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente,

llena de misericordia y de bondad para con los hijos separados de ella” (Discurso de

apertura del Conc. Vat. II, Gaudet Mater Ecclesia, 11 de octubre de 1962, 2-3).

Construyamos entre todos esta Iglesia hogar y casa de la misericordia.

Y revaloricemos el sacramento del perdón. Acojamos la misericordia de Dios en

nuestras vidas. Que a todos pueda llegar el bálsamo de la misericordia como signo del

Reino de Dios que está ya presente en medio de nosotros. Y seamos, como creyentes y

como Iglesia de Cristo, artesanos de la misericordia de Dios.

V. PARA ORAR

Peticiones

Presentemos al Señor nuestras súplicas diciendo:

R/ Danos tu misericordia y tu perdón

• Por el Papa Francisco y por la Iglesia. Para que sea, como Jesús, portadores de

la ternura y misericordia de Dios en toda ocasión. Oremos.

R/ Danos tu misericordia y tu perdón

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

48

• Por los creyentes y alejados. Para que a todos pueda llegar el bálsamo de la

misericordia como signo del Reino de Dios que está ya presente en medido de

nosotros. Oremos.

R/ Danos tu misericordia y tu perdón

• Por los cristianos. Para que revaloricemos el Sacramento de la Reconciliación,

acudamos a él con frecuencia y sea expresión de nuestra conversión. Oremos.

R/ Danos tu misericordia y tu perdón

• Por los que seguimos a Jesús. Para que, como Zaqueo, el encuentro con Cristo

nos lleve a acogerle en la casa de nuestro corazón y a cambiar viviendo para

Dios. Oremos.

R/ Danos tu misericordia y tu perdón

• Por todos nosotros. Para que nos convirtamos en instrumentos de

reconciliación y de paz en este mundo tan marcado por el odio y la violencia.

R/ Danos tu misericordia y tu perdón

Atiende Padre bondadoso las súplicas que te hemos dirigido. Por JCNS.

Oración del papa Francisco para el Año Santo de la Misericordia

Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos como el Padre del

cielo, y nos has dicho que quien te ve, lo ve también a Él. Muéstranos tu rostro y

obtendremos la salvación.

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su

omnipotencia sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la

Iglesia sea el rostro visible de Ti, su Señor, resucitado y glorioso.

Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción para que el Jubileo de la

Misericordia sea un año de gracia del Señor y tu Iglesia pueda, con renovado

entusiasmo, llevar el EVANGELIO a los pobres, proclamar la libertad a los prisioneros y

oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia, a ti que vives

y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

49

Canto final

Cantaré eternamente las misericordias del Señor

Anunciaré su fidelidad por todas las edades

O bien

Danos un corazón, grande para amar

Danos un corazón, fuerte para luchar

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

50

CELEBRACIÓN COMUNITARIA DEL SACRAMENTO DE LA

RECONCILIACIÓN

RITOS INICIALES

CANTO DE ENTRADA Desde lo hondo a ti grito, Señor

SALUDO DEL PRESIDENTE

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

La gracia, la misericordia y la paz de Dios Padre y de Jesucristo, nuestro Salvador, estén con todos vosotros.

MONICIÓN Durante esta Cuaresma nos venimos preparando para celebrar la Pascua del

Señor que significa morir para poder resucitar con Él. Algo así como clavar nuestros

pecados en el madero de la cruz, para revestirnos de la vida nueva del Espíritu.

En esta celebración queremos mirarnos en el espejo de Cristo, para medir la

distancia entre su vida y la nuestra, para sopesar lo que nos sobra y lo que nos falta,

para sentir la necesidad de la conversión y abrirnos a la gracia del Espíritu.

ORACIÓN PRESIDENCIAL

Oremos pidiendo a Dios que nos ilumine para ver con claridad el camino de la conversión. (Instantes de silencio)

Padre de misericordia y Dios de todo consuelo: Que no te complaces en la muerte del pecador sino en que se convierta, auxilia a tu pueblo para que vuelva a ti y viva. Ayúdan0os as escuchar tu palabra, confesar nuestros pecados y darte gracias por el perdón que nos otorgas. Haz que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas en Cristo tu Hijo Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

51

LITURGIA DE LA PALABRA

MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA Dios nos va a dirigir ahora su palabra para llamarnos a la conversión. Para

disponernos a la escucha será bueno que pensemos un momento acerca de nuestra actitud interior ante el pecado.

PRIMERA LECTURA

Cesad de obrar el mal, aprended a obrar el bien Del profeta Isaías 1, 10-18

Oíd la palabra del Señor... No me traigáis más dones vacíos, más incienso execrable. Vuestras solemnidades y fiestas las detesto; se me han vuelto una carga que no soporto más. Cuando extendéis las manos, cierro los ojos; aunque multipliquéis la plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones: cesad de obrar el mal, aprended a obrar el bien; buscad la justicia, defended al oprimido; sed abogados del huérfano, defensores de la viuda. Entonces venid y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana.

SALMO RESPONSORIAL R /La misericordia del Señor cada día cantaré

Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad, Porque mi alma se refugia en ti; Yo me refugio a las sombra de tus alas Hasta que pase la desgracia. Invocaré al Dios Altísimo, Al Dios que lo hace todo por mí. R / La misericordia del Señor cada día cantaré.

Mi corazón está firme. Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar al son de instrumentos: “¡despierta, alma mía! ¡Despierten arpa y cítara, para que yo despierte a la aurora!

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

52

R / La misericordia del Señor cada día cantaré.

Te alabaré en medio de los pueblos, Señor, Te cantaré entre las naciones, porque tu misericordia se eleva hasta el cielo y tu fidelidad hasta las nubes.

SEGUNDA LECTURA

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 5,1-12. En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar enseñándolos: Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichoso los que trabajan por la paz, porque ello se llamarán “los Hijos de Dios”.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y o calumnien de cualquier modo por mi causa.

Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

HOMILÍA (Reflexión breve sobre palabra proclamada)

EXAMEN Para que puedas recordar y reconocer tus pecados

1. El Señor Jesús dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma” (Lc 10,27)

� ¿Qué lugar ocupa dios en mi vida? ¿Amo verdaderamente a Dios? � ¿Procuro cultivar mi fe y mi formación cristiana’ � ¿Rezo todos los días? ¿Participo habitualmente en la misa de los

domingos y días festivos? � ¿Respeto los bienes ajenos? ¿Me retraigo a la hora de compartir?

2. El Señor Jesús dice: “Amaos los unos a los otros como Yo os he amado” (Jn 15,12)

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

53

� ¿Comparto mis bienes ¿ ¿Soy avaricioso, egoísta y solo busco lo mejor para mí?

� ¿Soy responsable en mi profesión, honrado en mi trabajo y en los negocios?

� ¿He perjudicado a otros? ¿Les he engañado? � Como hijo: ¿Soy obediente y respetuoso con mis padres? ¿Me llevo bien

con mis hermanos? � Como padre o madre: ¿Me preocupo de la educación y de la formación

cristiana de mis hijos? � Como marido o esposa: ¿Soy fiel a mi pareja y la quiero? ¿Acepto los hijos

como un don de Dios? 3. El Señor Jesús nos dice: “Sed perfectos como vuestro Padre del cielo” (Mt 5,48)

� ¿Procuro vivir en la presencia de Dios o vivo como si él no existiera? � ¿Acudo al sacramento de la Reconciliación?

¿Comulgo frecuentemente con las debidas condiciones? � ¿Abuso de la comida o de las bebidas alcohólicas? � ¿Escandalizo con mis conversaciones, actitudes, comportamientos, etc...? � ¿Pongo en peligro la p0ropia vida o la vida de los demás?

LITURGIA DEL SACRAMENTO PETICIÓN COMUNITARIA DE PERDÓN Presidente: Conscientes de nuestra realidad, acudimos a Dios, rico en misericordia - Canto de una antífona penitencial -

� Perdón, Señor, por nuestros egoísmos, nuestra insolidaridad, por la dureza de nuestros corazones. � Perdón, Señor, por nuestras intolerancias. � Perdón, Señor, por nuestras comodidades riquezas y apegos. - Canto de una antífona penitencial -

� Perdón, Señor, por nuestros orgullos y por menospreciar a los demás. � Perdón, Señor, por nuestros individualismos. � Perdón, Señor, por no descubrirte en el pobre. - Canto de una antífona penitencial -

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

54

PADRE NUESTRO

Haznos, Señor Jesús, como tú: pobres, humildes, serviciales, solidarios, generosos y compasivos. Con la oración que Tú mismo nos enseñaste nos dirigimos a tu Padre y nuestro Padre: Padre nuestro...

CONFESIÓN PERSONAL Y ABSOLUCIÓN INDIVIDUAL

ACCIÓN DE GRACIAS Y DESPEDIDA Puede cantarse un canto de acción de gracias o bien R / Te damos gracias, Señor.

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Dad gracias al dios de los dioses: porque es eterna su misericordia. R/ Dad gracias al Señor de los señores porque es eterna su misericordia Solo Él hizo grandes maravillas: porque es eterna su misericordia. R/ Él hizo sabiamente los cielos: porque es eterna su misericordia. Él afianzó sobre las aguas la tierra: porque es eterna su misericordia. R/ Él hizo lumbreras gigantes: porque es eterna su misericordia. El sol que gobierna el día: porque es eterna su misericordia. R/ La luna que gobierna la noche: porque es eterna su misericordia Él dividió en dos partes el mar Rojo: porque es eterna su misericordia. R/

Cuaresma 2016 Dichosos los misericordiosos

55

Y condujo por medio a Israel: porque es eterna su misericordia. Guió por el desierto a su pueblo: porque es eterna su misericordia . R/ Él da alimento a todo viviente: porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Dios del cielo: porque es eterna su misericordia. R/

ORACIÓN PRESIDENCIAL DE ACCIÓN DE GRACIAS

Oremos al Dios que nos ha perdonado:

Dios, Padre bueno, te damos gracias por el perdón recibido. Aquí nos tienes, dispuestos a hacer eficaz la luz recibida, abiertos a tus llamadas. Queremos proclamar que Tú vives, y que tu misericordia es eterna. Bendito seas por los siglos de los siglos. Amén.

BENDICIÓN

El Señor esté con vosotros. Dios Padre os bendiga y os ayude a ser testigos del perdón celebrado. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre vosotros. CANTO FINAL Victoria, tú reinarás El Señor os ha perdonado. Podéis ir en paz.