chamanismo

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JOSÉ VICENTE RODRÍGUEZ CUENCA Profesor Titular Dpto. de Antropología Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de Colombia Editor Bogotá, octubre de 2006 “Territorio ancestral, rituales funerarios y chamanismo en Palmira prehispánica, Valle del Cauca”

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chamanismo

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  • JOS VICENTE RODRGUEZ CUENCA

    Profesor Titular Dpto. de Antropologa

    Facultad de Ciencias Humanas

    Universidad Nacional de Colombia

    Editor

    Bogot, octubre de 2006

    Territorio ancestral, rituales funerariosy chamanismo en Palmira prehispnica,

    Valle del Cauca

  • Territorio ancestral, rituales funerariosy chamanismo en Palmira prehispnica,Valle del Cauca

    Primera edicin:

    Octubre de 2006

    Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Departamento de Antropologawww.humanas.unal.edu.co/antropologa

    ISBN:958-8063-35-3

    Foto de Portada:Mscaras antropomofas y zoomorfas de El Bolo y Coronado,Palmira, Valle del Cauca

    Diseo y diagramacin:Julin R. Hernndez [email protected]

    Impresin y encuadernacin:Editorial Guadalupe

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    Impreso en Colombia - Printed in Colombia

    Todos los derechos reservados.Prohibida su reproduccin parcial o totalpor cualquier medio sin permiso del editor

    Catalogacin en la publicacin Universidad Nacional de Colombia

    Territorio ancestral, rituales funerarios y chamanismo en Palmira prehispnica, Valle del Cauca / ed. JosVicente Rodrguez Cuenca. Bogot: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de CienciasHumanas, 2006

    180 p. : il.

    ISBN : 958-701-xxx-x

    1. Indgenas de Colombia Vida social y costumbres 2. Costumbres funerarias indgenas Palmira (Valle del Cauca)(Colombia) 3. Chamanismo 4. Arqueologa indgena - Palmira (Valle delCauca)(Colombia) I. Rodrguez Cuenca, Jos Vicente, 1952- - ed.

    CDD-21 394.5 / 2006

  • El nombre Kansateurwa (kansa canto, teurwa tierra) es el que realmente corresponde a la cul-tura original (Malagana) de esta tierra, ya que vi-bra con la naturaleza y con los diferentes espritusque la conforman. As lo ley el Mamo en la tie-rra, en el aire, en los rboles y en el agua

    Es posible que el hermanito menor puedaentender el pensamiento de la naturaleza ms allde la oscuridad si vuelve a escuchar los pjaros, aleer el lenguaje de las burbujas del agua, a hacerlepagamento al universo; de esa manera puede recu-perar la capacidad de comprender e interpretar lamemoria viva. Mientras siga lleno de libros, demquinas y dedicando su vida a causarle dao a latierra, enfermndose a s mismo, es muy difcilque su pensamiento alcance la trascendencia paramirar los secretos ocultos que slo se revelan a aque-llos que hacen pagamento, a los que no son due-os de nada, slo guardianes cuya misin es velarpor proteger una piedra porque tiene derecho, esun ancestro que descansa; esa gente vive en armo-na con todos los ecosistemas y su memoria es enespiral como el caracol.

    Mamo Bunkuanarum Meja, Ey mey nukenKogui de la Sierra Nevada de Santa Marta

  • Tabla de Contenido

    Agradecimientos 9

    Prlogo 11Dr. Guillermo Barney Matern, Fundacin Ecoparque Llanogrande

    Captulo 1: Palmira: una historia de chamanes, riquezas y depredacin 13Jos V. Rodrguez, Universidad Nacional de Colombia1.1. Cosmovisin, chamanismo y ordenamiento del mundo prehispnico 131.2. La llegada de los espaoles: sangre y destruccin 171.3. La formacin de las grandes haciendas 201.4. La recuperacin de la memoria histrica y ambiental de Palmira 22

    Captulo 2: Paisajes y territorio ancestral de Palmira 27Pedro Botero, Fundacin TerrapretaJos V. Rodrguez, Universidad Nacional de ColombiaCarlos A. Rodrguez, Universidad del Valle2.1. El valle medio del ro Cauca 272.2. Grandes unidades geo-pedolgicas 282.3. La vegetacin 302.4. Los suelos 312.5. Los paisajes 312.6. El transecto del Corredor ecolgico y tecnolgico de Palmira 32

    Captulo 3: El desarrollo prehispnico del Valle del Cauca 45Jos V. Rodrguez, Universidad Nacional de ColombiaSonia Blanco, INCIVACarlos A. Rodrguez, Universidad del Valle3.1. Perodo Precermico 453.2. Perodo Ilama (Bolo Temprano) 463.3. Perodo Yotoco 503.4. La Tradicin Sonsoide (Bolo Tardo) 513.5. Los indgenas a la llegada de los espaoles 53

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    Captulo 4: Asentamientos prehispnicos tempranos 61Sonia Blanco, INCIVAJos V. Rodrguez, Universidad Nacional de ColombiaGustavo Cabal, INCIVA4.1. Llanura del ro Bolo (Hacienda Malagana) 614.2. Santa Brbara 644.3. Estadio Deportivo Cali 674.4. El Sembrador 73

    Captulo 5: Rituales funerarios y chamanismo en el cementerio de 81Coronado (siglos III a.C. a III d.C.)Jos V. Rodrguez, Universidad Nacional de ColombiaSonia Blanco, INCIVAAlexander Clavijo, INCIVA5.1. El ritual funerario como fuente de informacin 815.2. El contexto arqueolgico de Coronado 845.3. El difunto 875.4. El recinto funerario 925.5. El ajuar 945.6. De la taxonoma numrica a los posibles grupos sociales 1025.7. Los grupos espaciales y temporales 1225.8. Los grupos por gnero y edad 1225.9. Caractersticas fsicas y etnognesis 1235.10. Condiciones de vida de la poblacin de Coronado 1245.11. Relaciones culturales de Coronado 1265.12. La necrpolis de Coronado y la discusin sobre los orgenes 127de la diferenciacin social

    Captulo 6: Asentamientos tardos 139Jos V. Rodrguez, Universidad Nacional de ColombiaSonia Blanco, INCIVAAlexander Clavijo, INCIVA6.1. Los antecedentes arqueolgicos 1396.2. Terraza de Palmira 1406.3. Cordillera Central 1426.4. Depresin de La Buitrera 1446.5. Colinas estructurales 145

    Captulo 7: Condiciones de vida y orgenes de las poblaciones de Palmira 155Jos V. Rodrguez, Universidad Nacional de Colombia7.1. La primera impresin de los europeos sobre el valle del ro Cauca 1557.2. El estudio de las condiciones de vida de las poblaciones antiguas 1577.3. La alimentacin 1577.4. Paleopatologa 158

  • Jos V. Rodrguez, editor | 7 |

    7.5. Paleodemografa 1617.6. Sobre los orgenes

    163

    Captulo 8: Paisajes y pueblos prehispnicos del municipio de Palmira 169Jos V. Rodrguez, Universidad Nacional de ColombiaSonia Blanco, INCIVAPedro Botero, Fundacin TerrapretaCarlos A. Rodrguez, Universidad del ValleAlexander Clavijo, INCIVA8.1. Unidades geo-arqueolgicas y tipo de asentamiento 1698.2. Paisajes y sociedades 1708.3. Los pueblos prehispnicos de Palmira 1728.4. Las prcticas funerarias prehispnicas en el municipio de Palmira 173

    Bibliografa 175

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  • El presente texto hace parte de una serie de informes del programa Palmiraseorial: paisajes, pueblos y culturas que adelanta el Grupo de Investigacin en An-tropologa Biolgica (GIAB) -reconocido por Colciencias en Categora A-, el Ins-tituto para la Investigacin y Preservacin del Patrimonio Ambiental y Cultural delValle del Cauca (INCIVA), la Universidad Nacional de Colombia por intermediodel Departamento de Antropologa y la Divisin de Investigacin (DIB) (Proyecto20101005276), con el apoyo de la Fundacin de Investigaciones ArqueolgicasNacionales (FIAN) del Banco de la Repblica (Proyecto No. 365), la FundacinEcoparque Llanogrande (FELLG) y la Alcalda Municipal de Palmira (Secretara deAgricultura), el Grupo de Arqueodiversidad de la Universidad del Valle y el Institu-to Colombiano de Antropologa e Historia (ICANH), donde particip el investi-gador Eduardo Forero Lloreda. Gracias a ellos se ha podido adelantar la sistemati-zacin de la informacin bioarqueolgica existente sobre el municipio de Palmira,y realizar excavaciones arqueolgicas en Aguaclara y La Buitrera, y en el rea aledaadel municipio de Pradera. En Palmira cabe destacar la labor del chamn de lacultura, Dr. Guillermo Barney Matern y de la Dra. Mara Cecilia Solarte de Motoa,Directora Ejecutiva de la Fundacin Ecoparque Llanogrande (FELLG). La familiaBotero de la Reserva Natural Nirvana en La Buitrera, especialmente el Dr. Federi-co, Doa Teresita, Lorena, Sergio y Jaime Diego Botero, y Selene Echeverry [q.e.p.d.]quienes nos brindaron calidez humana, hospitalidad y una grata amistad. La seoraMara Clara Lloreda propietaria de la Hacienda Cantaclaro en Aguaclara, los pro-pietarios de las Haciendas Los Cmbulos, La Ruiza y Villa Teresita nos brindaron laposibilidad de recorrer su territorio para la ubicacin y excavacin de asentamientosprehispnicos. En campo colaboraron Gustavo Cabal, lvaro Gmez, YolandaJaramillo, Ticcy Y. Mndez, y los estudiantes de la Carrera de Antropologa de laUniversidad Nacional de Colombia. La artista Yolanda Jaramillo R. realiz las figu-ras de las tumbas y vasijas que ilustran maravillosamente el presente texto. La Uni-

    Agradecimientos

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    versidad Nacional Sede Palmira, por intermedio de la Direccin de Bienestar nosbrind un importante apoyo con el alojamiento de los estudiantes en sus instala-ciones. A los evaluadores de los informes preliminares, profesores Carlos A. Rodrguezde la Universidad del Valle, Sonia Archila de la Universidad de los Andes y de laFundacin de Investigaciones Arqueolgicas Nacionales (FIAN), Virgilio Becerrade la Universidad Nacional de Colombia y Arturo Cifuentes de la UniversidadCentral, especiales agradecimientos por sus ideas y sugerencias. A los antroplogosRoco Salas y Gustavo Gonzlez por su colaboracin en la revisin del Captulo 2(Paisajes). Al historiador Luis Fernando Tascn de la Casa de la Cultura de Palmirapor su inters, sugerencias y apoyo a la investigacin arqueolgica de la regin.Finalmente queremos agradecer al Doctor Ivn Felipe Meja Cabal por autorizar-nos la utilizacin de algunas imgenes de su coleccin particular. Con todos ellostenemos una enorme deuda de gratitud por los recursos aportados, el soporte tcni-co, el permanente apoyo y crticas constructivas.

  • Los arquelogos, antroplogos e historiadores son los desenterradores de todoun pasado humano que los actuales habitantes de un mundo de cambio acelerado,constante, virtual y globalizado no conocemos y menos interpretamos.

    Como un analfabeto y ciego mental, ellos me han contado sobre ese mundoextraordinario que hemos desaprovechado al no tomar enseanzas para este presen-te de gigantesca convulsin tecnolgica. Me he puesto a pensar cmo estos mara-villosos paisanos sin computador, Internet, banda ancha ni celulares pudieronconstruir una cultura diversa y magnfica hace cinco mil aos en este nuestro ama-do territorio, cmo se interrelacionaron con otras gentes tan lejanas pero sin jets,helicpteros, autopistas y vehculos a 120 Km./hora; gentes que tambin constru-yeron en su respectivo nicho ecolgico otras formidables manifestaciones cultu-rales, como los Tayronas, Zenues, Tolas, Tumacos, Huilenses del Sur, entre otros;pero tal vez lo ms sorprendente es or de estos modernos chamanes de la investi-gacin como Jos Vicente Rodrguez, Sonia Blanco, Alexander Clavijo, PedroBotero, Carlos Armando Rodrguez, Gustavo Cabal, Hctor Salgado, MarianneCardale, Leonor Herrera, Eduardo Forero, Digenes Patio, Cristbal Gnecco, lafascinante narracin de los talentos desarrollados por estas comunidades.

    El mundo de hoy, el de Bill Gates cmo hubiera aprovechado estos Bolostalentos para construir una revolucin tecnolgica como ellos lo edificaron hacecinco mil aos.

    Su tejido social, estilo de trabajo simbolizando tal vez las abejas, con grupospequeos de especialistas construiran un panal de eficiencia y genialidad eningeniera, caminos, agricultura, agronoma, orfebrera, industria ltica, etc., quedespus de miles de aos nos maravilla, sorprende y debe hacernos reflexionar sobretodo porque crearon una cosmovisin de hombres, ambientes y plantas que esta-mos luchando por hacer vigente sabiendo que no somos dueos de nada, solo

    Prlogo

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    guardianes temporales para proteger la naturaleza que nos alimenta y da vida, peroque permanentemente tratamos de destruir.

    Personalmente me trasnocha el pensar cmo lograron construir colectivamen-te un ambiente de talentos y realizaciones tan espectaculares, y adems cmo lo co-municaban, intercambiaban y cmo lo ligaron con una contagiosa espiritualidad paradarle a sus yoces un sentido de comprensin, desarrollo y autoestima ejemplar.

    Gracias a los investigadores por cometer el irrespeto con la ciencia, por ponera este subdesarrollado mental a barruntar escritos para un libro que es productode mentes desarrolladas; benditos sean por los antiguos chamanes, estos dedica-dos y patriticos chamanes modernos que con este libro contribuyen a ayudarnosa entender ese viejo mundo y as poder construir con ejemplo el del futuro.

    Por: Guillermo Barney MaternFundacin Ecoparque Llanogrande

  • 1.1. Cosmovisin, chamanismo y ordenamiento del mundoprehispnico

    Explorar el pasado prehispnico del Valle del Cauca, y de Palmira en particular,tiene su magia, no solamente por el aspecto extico de los rituales que practicaronsus antiguos pobladores (funerarios, sacrificios humanos, canibalismo ritual), mis-mos que maravillaron a estudiosos de diversas parte del mundo (Cieza, 1922;Eckert,2002; Trimborn, 2005), sino, ante todo, por el halo de misterio que rode a estasprcticas y que reflejan el pensamiento de un mundo religioso, pero, a su vez, muymaterial en su visin del mundo pues apuntaba a la supervivencia estratgica de lasociedad. Para los europeos esta manera de pensar fue irracional, brbara, pero hoyda hemos aprendido que este mundo ha desarrollado distintas visiones y manerasde considerar los fenmenos naturales, es decir, realidades alternativas, y, por consi-guiente reconocer la igualdad de estas diferentes realidades es cuestin de justiciahumana. Aprovechar su fortaleza para promover formas de poder material msntidas, ms humanas y ms orientadas a la supervivencia es cuestin de sentidocomn. Aprender a entender y respetar estas realidades culturales alternativas es unprimer paso por el camino hacia un mundo mejor (Freidle et al., 1999:32).

    Gracias a la fertilidad de sus suelos, a la gran diversidad de paisajes (pramos,montaas, colinas, llanuras, depresiones, ros, lagunas, zanjones), y a la estratgicaposicin entre ambas cordilleras (Central y Occidental), el municipio de Palmiraen el Departamento del Valle del Cauca, fue habitado, posiblemente desde princi-pios del Holoceno (hace cerca de 10.000 aos) a juzgar por los hallazgospaleontolgicos de restos de mastodontes manipulados por humanos en Palmaseca(Rodrguez C. A., 2002:30). Desde finales del I milenio a.C. y principios del Imilenio d.C. se conocen complejos asentamientos en la llanura del ro Bolo(Malagana, llamada Kansateurwa por los indgenas Kogui) y de la terraza de Palmira(yacimientos arqueolgicos de Coronado, Santa Brbara, Estadio del Deportivo

    Captulo 1Palmira: una historia de chamanes,

    riquezas y depredacin

    JOS V. RODRGUEZ, Universidad Nacional de Colombia, GIAB

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    Cali, El Sembrador), cuyas poblaciones desarrollaron un dinmico mundocosmognico y conocimientos de ingeniera hidrulica que incluyeron la elabora-cin de jarillones y zanjones de drenaje para el manejo de las aguas del ro Bolo, elconocimiento y aprovechamiento de una biodiversidad presente en varias zonas devida (ro Bolo, zanjn Timbique), y refinados rituales funerarios ricos en ajuareslocales y exgenos, donde el control del conocimiento ancestral jug un papel tras-cendental en el proceso de diferenciacin social. Este mundo prehispnico de Palmirafue cosmopolita y, como plantean los indgenas Kogui de la Sierra Nevada de SantaMarta, Kansateurwa o nombre sagrado que significa Canto a la tierra como lla-maron al mal denominado Malagana, estuvo comunicado con el mundocosmolgico de Centroamrica y Sudamrica como gran centro ceremonial.

    Posteriormente, hacia finales del I milenio d.C. las poblaciones tardas cons-truyeron en la terraza de Palmira (CIAT, Corpoica), y, especialmente en las colinasde Aguaclara y La Buitrera verdaderas obras de arquitectura funeraria, con ampliascmaras semejantes a casas que incluan techos a dos y cuatro aguas. Por los caminosque descienden de la cordillera Central y surcan por La Buitrera, las poblacionesantiguas se conectaron con el valle del ro Cauca, y a su vez, con la cordillera Occi-dental. En las faldas de las lomas erigieron canales para el manejo de las aguas yevitar la erosin.

    Este avance cientfico lo alcanzaron gracias al conocimiento milenario delmundo, a la interpretacin, encauzamiento y recreacin de las fuerzas naturales enbien de la humanidad. En su cosmovisin los indgenas americanos entendan quela energa es nica, restringida, se encuentra en equilibrio y fluye como el agua delos ros, pero en algunos momentos algunos seres y objetos estn ms cargados deella -detienen el flujo- generando crisis en el sistema, por lo que hay que realizarsacrificios con el fin de restablecer la armona. Los dioses crean a los humanos yotros seres por lo que a travs de sacrificios, especialmente de vctimas humanas, seles suministra energa. Las crisis pueden ser peridicas, cclicas u ocasionales, comotambin humanas, personales, sociales o naturales (Gonzlez, 1994:31). De aqusurgen reglas restrictivas para evitar esos momentos, como el castigo de la gula, laimprevisin, la agresividad, el excesivo nmero de hijos, los desmanes en la cacera,recoleccin de plantas y en los amoros inoportunos. El surgimiento de las enfer-medades y conflictos sociales se consideran una consecuencia de la perturbacin delequilibrio ecolgico, de ah que el chamn cumple la funcin de eclogo, personasabia que mediante su conocimiento ancestral realiza el diagnstico y la curacinapropiada para restablecer el orden (Reichel-Dolmatoff, 1977.369).

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    El chamn palabra que proviene de la lengua Evenk, Siberia, Rusia, significa espe-cialista religioso-, pay (Desana), piache (Guajibo), mamo (Kogui), mohn o jeque(Muiscas), jaiban (Embera), es un escogido por los espritus que le ensean a trascenderlo material para volar con el alma a otros mundos por el cielo, o gatear por las peligrosasgrietas de los mundos subterrneos; tiene el poder de combatir contra los malos espri-tus y sanar a sus vctimas, aniquilar los enemigos y salvar a su propio pueblo de lasvicisitudes del hambre y las enfermedades. No obstante, el chamn debe sustentarse desus propios recursos, cazando, recolectando, cultivando, cocinando, como cualquierotra persona del comn. Es una labor peligrosa pues a pesar del dominio que posee delotro mundo cuando se encuentra en trance, viajando al espacio de los espritus paraconvencerlos de que acten de forma correcta, puede ser atacado, y terminar loco omuerto. Es un intermediario con los dueos de la naturaleza, un eclogo que gestiona ypreserva los recursos de la selva (Eliade, 1960:23; Reichel-Dolmatoff, 1977:372; Cayn,2001: 258; Pineda, 2003: 26; Vitebsky, 2006:8-11).

    Una particularidad del chamanismo americano es el empleo de plantasalucingenas para inducir el trance, las visiones y el vuelo del alma. Entre ellastenemos la mescalina del peyote (Lophophora williamsii) y los hongos (Conocybe,Panaeolus, Psylocybe) de Centroamrica, el humo del tabaco en rituales de purifica-cin y sanacin en toda la regin, el mambeo de coca las hojas mascadas conpolvo de caracoles en poporos- en la regin andina, el rap del yopo o cohoba(Anadenanthera peregrina) aspirado en la Orinoquia mediante utensilios especia-les, la ayahuasca o yaj (Banisteriopsis caapi, B. inebrians) y la ucuba (Virolasurinamensis) en la Amazonia, el floripondio, borrachero o huacacachu (Brugmansiaaurea) en el sur de Colombia, la huilca (Anadenanthera colubrina) en Chile. El yajes el psicotrpico ms difundido en el noroeste de Suramrica y es considerado unmedio para liberar el alma de su confinamiento corporal para que viaje librementefuera del cuerpo y regrese a l a voluntad. El alma, as liberada, lleva a su poseedorde las realidades de la vida cotidiana a un reino maravilloso que considera real, en elque l permite comunicarse con sus antepasados (Schultes, Hofmann, 2000:124).

    Dentro de la parafernalia del chamn se incluye el vestuario, la pintura corpo-ral, instrumentos musicales (tambores en Siberia, maracas y flautas en la Amazo-nia) y sonajeros para llamar los espritus, rocas, pequeas piedras especiales quepueden ser recipientes de espritus, plantas y animales (felinos, murcilagos, guilas,plumas de aves) cuyas propiedades ayudan al chamn a concentrar energas. Duran-te las danzas de mscaras emplean representaciones de seres hbridos, el hombre-murcilago entre la cultura Tumaco-La Tolita (Bouchard, 2005:25) y en la Sierra

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    Nevada de Santa Marta (Reichel-Dolmatoff, 2005:26; Legast, 2005:41), la ser-piente-saurio en San Agustn (Velandia, 1994: 47; Llanos, 1995: 154), figuras votivasen el mundo muisca que encarnan oposiciones binarias del pensamiento dual, comohumano-animal, femenino-masculino, arriba-abajo, da-noche, con el fin de que elchamn pueda combinar las propiedades de ambas oposiciones en la solucin desituaciones de desequilibrio (Lleras, 2005:67). Las mscaras sealan precisamenteel poder de transformacin de los chamanes.

    El tan codiciado oro para los espaoles, smbolo de riqueza y pujanza para elmundo europeo, tuvo otras connotaciones para los indgenas. Su contemplacin ala luz del sol tropical o en las tinieblas de las malocas iluminadas por leves antor-chas, produjo una relacin entre oro y sol, brillo, resplandor y reflejo, color, semeny poder; se asociaba con su carcter fertilizador, seminal y de importancia en elpoder poltico, afirmando la actitud dominante de los jefes portadores de cascos,mscaras, narigueras, torzales, pectorales, brazaletes, colgantes, alfileres, poporos calabazos para portar el polvo de concha con el que se mascan o mambean las hojasde coca-. No se trataba de una ostentacin de riqueza material sino de una afirma-cin del poder numinoso del binomio oro-sol, personificado en algunos miem-bros de la comunidad (Reichel-Dolmatoff, 2005:31). En la orfebrera se expresamejor que en otras obras de arte el complejo chamnico de los indgenas america-nos, donde el icono del vuelo exttico es su principal smbolo, pues el vuelo siem-pre ser la imagen del hombre trascendente (Op. Cit. 279).

    Por esta razn los indgenas de la Sierra Nevada de Santa Marta asolean el oro endeterminadas pocas, con el fin de que asimile fuerzas renovadoras, conjuntamentecon los cuarzos y otras piedras, para que se transmita a los seres humanos y los protejay fertilice. Adems, el oro tiene el mismo nombre del sol, nyi, nuestro padre oroque camina por la bveda celeste y de vez en cuando descansa en un banquito. Elmurcilago se denota como nyuiyi, gusano o pene progenitor, pues a pesar de ser de laoscuridad, est encargado de dar fertilidad a las mujeres, de ah que la figura del hom-bre-murcilago se asocia tanto con la muerte como con la vida (Legast, 2005:40-41).

    Las regiones Calima en la cordillera Occidental y El Bolo (Malagana) en Palmirason muy conocidas por la variedad y exuberancia del arte chamanstico orfebre(Archila, 1996; Bray et al., 1998; Bray, 2000; Cardale ed., 2005; Reichel-Dolmatoff,2005). Huellas de chamanes se han hallado en Coronado (tumbas 47 y 51), carac-terizadas por las mscaras antropomorfas en situacin de trance (vuelo chamnico),una de ellas en forma de hombre-murcilago (Blanco et al., 1999). En el estadiodel Deportivo Cali se ha localizado un complejo ritual funerario muy refinado,

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    consistente en una chamana cuyo cuerpo yaca en posicin de decbito ventralflexionado, con 9 punzones en huesos humanos (posiblemente desangradores), flau-tas en hueso animal, un collar muy grande con caracoles marinos y la piedra deamolar los utensilios en hueso (tumba 7) (Blanco et al., 2004). Posiblemente elindividuo de la tumba 46 tambin pueda corresponder a un chamn, pues posee unenorme collar con varios caracoles marinos retocados, y cermica matada (frag-mentada) alrededor del cuerpo. En una coleccin privada de Palmira (IMC) sehallan varias mscaras ceremoniales de chamanes y al propio sabedor sosteniendouna, con el cuerpo tatuado, tocado de plumas, pintura facial y expresiones de trance(Fig. 10, 11, 12, 13).

    1.2. La llegada de los espaoles: sangre y destruccinAl llegar los espaoles en el siglo XVI encontraron en el valle del ro Cauca, al

    parecer de fray Pedro Simn (1981, V: 228),la tierra ms rica de oro y plata quepienso calienta el sol, ni se les ha descubierto a los mortales, cuya bsqueda generel mayor genocidio jams cometido contra un grupo tnico por los espaoles. Estero se llam inicialmente de Santa Marta pero por algn pueblo o cacique encon-trado all se denomin Cauca. Recolectaba las aguas de ambas cordilleras y era tantorrentoso al pasar cerca de Cali que se le lleg a comparar con el Guadalquivir deSevilla, Espaa, siendo difcil de vadear por lo que los indgenas construan puentesde bejucos entrelazados que se amarraban de gruesos rboles a ambos lados del ro.En su trayecto de casi 300 leguas hasta desembocar en el ro Magdalena surcabatierras fras, templadas y clidas que ofrecan al viajero diferentes alimentos, comopapa, arracacha, cubios, hibias y quinua en las partes altas cerca de su nacimiento,maz, algodn, frjol, arruruz, zapallo, yuca y frutales en las tierras bajas. Por susorillas los espaoles encontraron gran diversidad de rboles (cedros, ceibas y otrosdesconocidos para ellos), con una amplia diversidad de aves y monos de muchasespecies, muy donosos y coloridos (Simn, 1981, V: 231). El cur, al parecer,constituy una de las principales fuentes de protena animal.

    El valle del ro Cauca, de ser una de las tierras ms prdigas y pujantes delterritorio colombiano durante la poca prehispnica, con una gran diversidad degrupos tnicos, como los liles, gorrones, bugas, chancos, quimbayas, carrapas,ansermas y otros, qued desolado por el impacto de la conquista espaola, antetodo por las guerras que sostuvieron para defender sus tierras, mujeres e hijos con-tra la esclavitud europea, el maltrato que padecieron en las haciendas, en el trans-porte de las mercancas y en la construccin de ciudades y caminos; finalmente, por

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    el efecto de las enfermedades que trajeron los peninsulares, nuevas para los indge-nas americanos, como la gripe, viruela, sarampin, tifus, fiebre amarilla y otras, queacabaron de reducir la poblacin nativa pues estas enfermedades nunca se conocie-ron en el Nuevo Mundo (Silva, 2004:33).

    En 1546 se desat una horrible pestilencia posiblemente gripe viral- que aca-b casi con la tercera parte de la poblacin indgena, afectndoles la cabeza y losodos, producindoles tan elevadas temperaturas que en dos o tres das pasaban sinremedio de esta vida los apestados (Cieza de Len, 1922: 77). Los indgenas inter-pretaron este mal como una seal para sublevarse contra todo lo que estuvierarelacionado con los europeos: sus costumbres religin, lengua, hbitos-, animalescerdos, gallinas, vacas, caballos, asnos- y capataces que eran sostenidos con el tra-bajo nativo.

    Adems de la usurpacin de sus tierras, fueron obligados a pagar tributos, aceder sus mujeres para el servicio domstico de las matronas espaolas, y los hom-bres se convirtieron en peones de las encomiendas, minas y haciendas que se enri-quecieron con la sangre y sudor de los nativos. Para completar este cuadro de deso-lacin, los cronistas europeos escribieron su propia versin sobre los indgenas,considerndolos brbaros canbales que hacan su vientre sepultura, pues supues-tamente se coman unos a otros y vivan en estado de guerra permanente, por locual supuestamente se extinguieron. Esta versin fue aceptada y difundida por his-toriadores como Hermann Trimborn (1949, reeditado en 2005) en su texto Se-oro y barbarie en el valle del Cauca, en donde la versin hispnica y europea de laconquista y colonizacin de Amrica pretendi mostrar la victoria de la civiliza-cin cristiana encarnada en Espaa sobre las sociedades barbricas indgenas deAmrica; se reverenci la idea de la Madre Patria que trajo la civilizacin, el idio-ma y la religin, como bien lo anotara Jaime H. Borja en la introduccin a lareedicin del texto de Trimborn (2005:17). Esta idea de guerra total de todoscontra todos o guerra endmica en el valle del Cauca ha sido aceptada sin mayorescrticas por otros autores que han teorizado sobre el surgimiento de los cacicazgos(Carneiro, 1991:176). Tambin por algunos historiadores oficiales del Valle delCauca (Raffo, 1956:12) quienes llegaron a considerar a los indgenas de atrasadosque no saban cultivar, y carecan del contrapeso del trabajo y de la inteligencia.

    Sin embargo, el mismo cronista Pedro de Cieza de Len (1922:82) escribapatticamente en 1553 que fueron precisamente las guerras contra los espaolespor defender sus tierras, los maltratos en las construcciones y la hambruna comoconsecuencia de la guerra las principales causas de su extincin:

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    Todo este valle, desde la ciudad de Cali hasta estas estrechuras, fue primeromuy poblado de muy grandes y hermosos pueblos, las casas juntas y muygrandes. Estas poblaciones y indios se han perdido y gastado con tiempo ycon guerra; porque como entr en ellos el capitn Sebastin de Belalczar,que fue el primer capitn que los descubri y conquist, aguardaron siem-pre de guerra, peleando muchas veces con los espaoles por defender sutierra y ellos no ser subjetos; con las cuales guerras, y por el hambre quepasaron, que fue mucha, por dejar de sembrar, se murieron todos los ms.Tambin hubo otra ocasin para que se consumiesen tan presto, y fue queel capitn Belalczar pobl y fund en estos llanos y en mitad destos pue-blos la ciudad de Cali, que despus se torn a reedificar a donde agora est.Los indios naturales estaban tan porfiados en no querer tener amistad conlos espaoles, teniendo por pesado su mando, que no quisieron sembrar nicultivar las tierras, y se pas por esta causa mucha necesidad, y se murierontantos que afirman que falta la mayor parte dellos.

    Por otro lado, los estudios arqueolgicos demuestran que no existen eviden-cias osteolgicas de barbarie, canibalismo y estado de guerra permanente, yque, al contrario, las comunidades indgenas fueron muy organizadas en el apro-vechamiento de los recursos naturales y en la regulacin del crecimiento demo-grfico con el fin de no agotarlos (Rodrguez, 2005). Que posean admirablesconocimientos de ingeniera hidrulica a juzgar por los jarillones, canales y terra-zas que construyeron (Cardale ed., 2005). Que elaboraron exuberantes piezascermicas alcarrazas, mscaras, figuras antropomorfas, cuencos, platos y otros- yorfebres (mscaras, narigueras, orejeras, pectorales, torsales) de tal calidad quehoy da son objeto de admiracin a nivel mundial (Archila, 1996; Blanco et al.,1998; Rodrguez C. A., 2002). Que sus entierros reflejan una cosmovisin muycompleja donde las tumbas parecen verdaderas casas, elaboradas igualmente conun impresionante estilo arquitectnico (Rodrguez, 2005). De brbaros canba-les en la visin europea medieval, hoy da se les considera sabios eclogos quedejaron para la posteridad actitudes preservadoras del medio ambiente, contrariasa las depredadoras que nos heredaron los peninsulares. Este constituye el mejorlegado de la historia prehispnica, cuya memoria hay que rescatar para contribuircon la construccin de identidad cultural, ms an cuando somos portadores encasi un 80% de grupos mitocondriales indgenas porque las mujeres nativasfueron indispensables para la supervivencia de los hispnicos por la comida y el

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    calor humano-, por lo que nuestros orgenes combinan las races de la MadreAmrica y el Padre Espaa y frica.

    Gracias al mundo americano el Viejo Mundo se deleita de la papa, maz, to-mate, pimentn, aj, tabaco, yuca, quinoa, plantas medicinales, frutales, algodn, ydel oxgeno de los bosques nativos que fueron preservados durante milenios hastala colonizacin europea; adems de una gran sabidura ecolgica y de profundosconocimientos astronmicos. De los hispnicos heredamos las gallinas, el ganadovacuno, porcino, caprino, la lengua castellana y la cultura hispnica y el afn por eloro que contienen las guacas de indios. De los africanos, si bien su participacingentica es muy pequea, heredamos sus cadenciosos ritmos, el pltano para lossancochos y la alegra festiva de casi todos nuestros carnavales.

    1.3. La formacin de las grandes haciendas en los siglos XVII-XVIII

    En el Valle del Cauca la mayor parte de la poblacin indgena se concentr enla banda occidental del ro Cauca, que constituye la parte ms estrecha y menosfrtil, y en los valles encajonados de la cordillera Occidental, que abasteci la ciudadde Cali de producto agrcolas y pescado hasta que su mano de obra escase a finalesdel siglo XVII. Por su parte, la banda derecha fue ocupada lentamente por losterratenientes que monopolizaron las tierras y requeran del traslado de la mano deobra indgena del otro lado (Colmenares, 1983: 26). Los sobrevivientes fueroncongregados en Pueblos de Indios, por lo general en sus propias tierras o cerca deellas, siendo obligados a cultivar en las haciendas, a trabajar en los trapiches paneleros,y a participar en la construccin de caminos y en el transporte, en condicionesinfrahumanas, acelerando su decrecimiento poblacional. Inclusive eran obligados avender sus reses a los pueblos espaoles cuando stas escaseaban, agudizando laprecariedad de los productos alimenticios de las comunidades nativas. Alegando laausencia de indgenas, los primeros encomenderos reclamaron las propiedades va-cas (Daz, 1983:30).

    A partir del siglo XVIII con la apertura de la frontera minera del Choc seinici el proceso de conformacin de verdaderas haciendas, cuyas tierras habansido arrebatadas a los indgenas. Entre ellas las haciendas y trapiches de Llanogrande,El Alisal, El Chontaduro, El Hatico, La Herradura, El Bolo y Aguaclara, entreotras, enmarcadas dentro de la jurisdiccin de la parroquia de Llanogrande. Vale lapena sealar que con el nombre de Llanogrande se conocan las tierras de la bandaderecha del ro Cauca, tanto las de la jurisdiccin de Cali como las de Buga, ubica-

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    das entre el ro Amaime al norte y El Bolo al sur y por el occidente con el ro Cauca,cuyo primer ttulo perteneci a Gregorio de Astigarreta y Avendao en 1611, hijodel conquistador del mismo nombre (Raffo, 1956:33). La hacienda Malagana seubicaba desde el zanjn El Cabuyal hasta el ro Bolo (Daz, 1983:191).

    La principal caracterstica de estas tierras es su gran fertilidad, adecuadas parala agricultura intensiva, adems que estn irrigadas por abundantes aguas de ros yquebradas (Amaime, Nima, Agua Clara, Bolo, Frayle, Guachal) que desciendende la cordillera Central y que alimentan lagunas, lagos y ricos acuferossubsuperficiales (Negra, Las Colonias, Seca, Miraflor, La Florida, los Nevados,Santa Rita, Pato); igualmente reciben la influencia fertilizadora del ro Caucadurante su desplazamiento por el valle de inundacin, con sistemas de humedalesy madreviejas (Guayuy, Santa Ins, Los Crdobas, El Berraco, Platanales,Timbique, Tortugas, Higueroncito) (Municipio de Palmira, 2002). La llanura deinundacin del ro Bolo se diferencia de los dems ros por el hecho de que sucurso es ms lento y sinuoso, alimentado por pequeos afluentes, por lo queinunda la regin entre Candelaria y Palmira durante la poca de invierno, fertili-zando sus suelos.

    Fruto de la organizacin econmica, social y poltica en 1773 Llanograndesurge como un territorio desligado de Buga y Cali, para luego tomar el nombre dePalmira en 1813, otorgado por Don Pedro Simn Crdenas, en honor de la parro-quia de Nuestra Seora del Rosario del Palmar, alrededor de la cual se organiz elasentamiento. El componente indgena ya no haca parte de la poblacin de estapoca, debido a su paulatino exterminio, en principio ejercido por los espaoles yms tarde por los manejos polticos en funcin de la industrializacin procedentede la clase dirigente (Daz, 1987: 6).

    Con la muerte de Doa Margarita Rengifo de Cobo el 30 de octubre de 1783se estableci, segn el testamento de la mencionada matrona, un territorio para losesclavos que le haban sido fieles, alrededor del ro Bolo a un lado de la carreteraentre Palmira y Candelaria, que se denomin Bolo San Isidro, cuyas tierras estabancubiertas en los aos 50 del siglo XX de cafetales, cacaotales, platanares, arrozales,hortalizas y pastos (Raffo, 1956:35).

    La fundacin de Palmira estuvo sin lugar a dudas ligada al desarrollo a lo largode los siglos XVI a XVIII de las haciendas que eran "unidades productivas casiautosuficientes que producan excedentes destinados al mercado, lo que gener losrecursos y la mano de obra necesarios tanto para las construcciones que les eranindispensables como para su vivienda principal" (Barney, Ramrez, 1994: 27).

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    En el siglo XIX las haciendas se constituyeron en centros econmicos "queintegraban a una poblacin adscrita permanentemente a ellas (administradores, es-clavos y colonos), as como un sector fluctuante que se encontraba en perodos decosecha y un buen nmero de labriegos ubicados en predios aledaos, con los quese mantena una relacin de mercadeo al por menor y, eventualmente de contratolaboral" (Daz, 1987: 6).

    Jorge Isaacs (1993:26) describa en 1867 en su obra maestra Mara el paisajevallecaucano que observaba desde la hacienda El Paraso, como un conjunto dellanuras interrumpidas por bosques de robles, donde se podan cazar tigres; rostorrentosos difciles de vadear y las cordilleras cubiertas de nieblas:

    Las verdes pampas y selvas del valle se vean como al travs de un vidrioazulado, y en medio de ellas algunas cabaas blancas, humaredas de losmontes recin quemados elevndose en espiral, y alguna vez las revueltas deun ro. La cordillera de Occidente, con sus pliegos y senos, semejaba man-tos del terciopelo azul oscuro suspendidos de sus centros por manos degenios velados por las nieblas.

    La diversidad de climas y paisajes, desde ambientes muy fros en el Pramo de LasHermosas, hasta clidas tierras en la terraza del casco urbano de la ciudad y la llanura deinundacin del ro Cauca, alberg una variada y extica flora y fauna que sirvi derecurso alimenticio y fuente de imaginacin a las comunidades prehispnicas, cuyashuellas se aprecian en yacimientos arqueolgicos como El Bolo (Malagana), La Fortu-na, CIAT, Corpoica, Palmaseca, Estadio del Deportivo Cali, El Llanito, El Tulipn, LaAcequia, Guaguy, Cantarrana, Santa Brbara, Coronado, Zamorano, El Sembrador,La Buitrera. Hoy da el municipio de Palmira posee la mayor cantidad de sitios ar-queolgicos, no solamente en el Valle del Cauca, sino tambin en toda Colombia;muchos de ellos saqueados por manos inescrupulosas que han arrebatado a la comuni-dad local y al pas la oportunidad de conocer la verdadera historia de sus antepasados.

    1.4. La recuperacin de la memoria histrica y ambiental dePalmira

    Este recurso natural, cultural e histrico posee un enorme potencial ecotursticoque est siendo aprovechado, entre otros, por la Reserva Ecolgica Nirvana en laBuitrera, y que se pretende fortalecer mediante el desarrollo de un EcoparqueCientfico y Tecnolgico Llanogrande que atravesar los terrenos del CIAT,

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    Corpoica y Universidad Nacional, derrotero planteado por la Fundacin EcoparqueLlanogrande, con el fin de promover sus valores naturales, humanos, culturales,artsticos, cientficos, tecnolgicos, industriales, histricos y sociales1 . Estos valoresnaturales se pueden potenciar articulndolos con los culturales, pues en sus terrenosse ubican caminos, aterrazamientos, cementerios y otras construcciones prehispnicas,adems de actitudes preservadoras del medio ambiente por parte de las poblacionesantiguas, con las que se puede educar a los visitantes contemporneos.

    Infortunadamente, el Municipio de Palmira es el ms afectado en Colombia porla intensa guaquera que destruy un sitio arqueolgico de tal magnitud como ElBolo. Tambin representa un extenso territorio donde el conflicto por el uso y mane-jo indebidos del suelo en agricultura y ganadera intensivas constituye el principalproblema ecolgico, conjuntamente con la contaminacin de las aguas, la erosinsevera en la zona de piedemonte por la tala de los bosques, especialmente en las cuen-cas de los ros Nima y Amaime, de donde el Municipio se beneficia de la generacinde energa, aguas para todos los usos, suelos, clima, recreacin, entre otros servicios.

    Por su parte, el inventario, evaluacin de su estado actual y el anlisis formal delos yacimientos arqueolgicos presentes en la zona con atractivo turstico, posibili-ta el establecimiento de mecanismos de proteccin mediante un plan de manejopara incluir en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del municipio de Palmira;tambin para tratar de entender las causas del desarrollo socioeconmico de laspoblaciones prehispnicas de esta regin y sus relaciones con las de las cordillerasCentral y Occidental.

    La recuperacin y preservacin de los valores paisajsticos, histrico-culturales delMunicipio de Palmira para el desarrollo sostenible de su comunidad, la concientizaciny capacitacin de sus habitantes en programas de apropiacin de su patrimonio, y elincentivo del ecoturismo, representan uno de los principales programas de vida dePalmira de cara a asegurarse un mejor futuro para las generaciones venideras.

    Las instituciones regionales que tienen como objetivo la investigacin y preser-vacin del patrimonio natural y cultural como el INCIVA, la Universidad del Valley entidades nacionales como la Universidad Nacional de Colombia, el InstitutoColombiano de Antropologa e Historia (ICANH) y la Fundacin de Investiga-ciones Arqueolgicas Nacionales (FIAN) del Banco de la Repblica que poseenamplia experiencia en estas actividades, han aunado esfuerzos para acometer estameta comn.

    1 La Fundacin Ecoparque Llanogrande, el Museo Arqueolgico Palmira y la Reserva Natural Nirvana sonejemplo de la preocupacin de la ciudadana por sus recursos naturales y culturales.

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    El presente texto tiene como objetivo presentar una visin global del desarro-llo de las sociedades prehispnicas del municipio de Palmira, en el tiempo y elespacio, con el fin de reconstruir su historia a partir de tiestos, piezas de orfebrera,huesos, tumbas, paisajes modificados y otras huellas materiales del registrobioarqueolgico, para tratar de entender el verdadero sentido del uso del territorioancestral palmirano, desde el referente cosmognico de la realidad indgena, y nodesde la ptica de los conquistadores hispnicos que deformaron la historia a sumanera para justificar el etnocidio. El captulo No. 5 es el ms amplio pues corres-ponde a la presentacin de los resultados estadsticos del cementerio de Coronado,que constituye el yacimiento ms grande excavado sistemticamente en el Valle delCauca, apropiado para este tipo de anlisis. La metodologa general se basa en losconceptos y prcticas de la ecologa humana (Morn, 1993), que trata de analizarlas relaciones entre los humanos y su medio ambiente biofsico, social, poltico yeconmico (Captulos 1, 8), elaborando modelos ecolgicos que den cuenta deesas relaciones, caracterizando los paisajes desde el punto de vista fisiogrfico y sumanejo en el tiempo y el espacio (Captulo 2), la organizacin social y las respuestasadaptativas desarrolladas por sus pobladores (Captulos 3, 4, 5, 6), y su incidenciasobre las condiciones de vida (Captulo 7).

    La metodologa aplicada es transdisciplinar, incluyendo anlisis fisiogrficos(Pedro Botero), socioculturales (Sonia Blanco, Alexander Clavijo, Gustaval Cabal,Carlos A. Rodrguez) y bioantropolgicos (Jos V. Rodrguez). Con el presentetexto queremos que la comunidad palmirana entienda y valore la otra realidadindgena, la que hizo posible el desarrollo econmico de conquistadores,encomenderos, hacendados, industriales, peones, esclavos africanos y mestizos con-temporneos.

  • mapa

    inserto

  • El municipio de Palmira tiene un permetro de 1.162 km, entre el ro Amaimeal norte, el ro Bolo por el sur y oeste, el ro Cauca por el occidente, y las cuchillasde la cordillera Central en los lmites con el Tolima, por el este. El territorio ances-tral del municipio de Palmira combina llanos en un 43,5%, piedemonte en un7,3% y montaa en un 39,2%. La topografa es muy variada, con terrenos altoscomo la Cuchilla La Florida a 4200 msnm y reas bajas en la llanura aluvial del roCauca, sobre los 990 msnm, lo que brinda un enorme potencial en biodiversidad,con tierras ubicadas en distintos pisos trmicos. Una gran cantidad de drenajes ha-cen parte de las principales caractersticas ambientales, los que se concentran en lascuencas de los ros Amaime y Nima, favoreciendo la subsistencia de una gran diver-sidad de especies de flora y fauna (POT, Palmira, 2000). En poca prehispnicaestuvo cubierta de caaduzales y bosques, huertas de maizales, yucales y de palmasde pijibay, transformndose con la llegada de los peninsulares hasta convertirse enun enorme llano cubierto de caa de azcar, ciudades, carreteras e industrias agrco-las, siendo una de las ms prsperas de Colombia.

    2.1. El valle medio del ro CaucaEl valle medio del ro Cauca contiene una planicie aluvial ubicada entre las

    cordilleras Central y Occidental, con alturas entre 800 y 1000 msnm, con unalongitud de sur a norte de 200 Km. entre Santander de Quilichao y Cartago; conuna amplitud promedia de 10 a 20 km. Esta regin es una depresin geotectnicarellenada durante millones de aos por la depositacin de sedimentos fluviales ylacustres de agua dulce, formados cada vez que los materiales efusivos procedentesde los conos volcnicos del complejo Ruiz-Tolima taponaban al norte de Cartagola salida de las aguas del ro Cauca hacia el Atlntico.

    La planicie del valle del Cauca est formada por varias unidades que presentanorgenes, formas de sedimentacin y procesos actuales distintos. En el rea de estu-

    Captulo 2Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    PEDRO BOTERO ZULUAGA, Fundacin Terrapreta, GIABJOS V. RODRGUEZ C., Universidad Nacional de Colombia, GIAB

    CARLOS A. RODRGUEZ, Universidad del Valle, Grupo de Arqueodiversidad

  • | 28 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    dio pueden presentarse diversos paisajes que a su vez condicionaron o favorecierondiferentes tipos de uso de los suelos.

    2.2. Grandes unidades geo-pedolgicas

    2.2.1. Planicie de piedemonte de la cordillera CentralFormada por la coalescencia de muchos abanicos aluviales y coluviales, se pre-

    senta como un plano inclinado, con su parte ms alta hacia la cordillera y su pie encontacto con la llanura de desborde del ro Cauca. Los sedimentos de esta planicieson principalmente finos y heterogneos en cuanto a sus materiales de origen. Den-tro del gran paisaje de piedemonte se pueden diferenciar los siguientes paisajes (IGAC,1988, 1989).

    a. Llanuras de inundacin actual de los ros que descienden de la cordillera Cen-tral. Por sus caractersticas de reas inundables presentan algn riesgo para lapoblacin asentada en los cauces mayores, por lo que no se usan intensivamentesino espordicamente (extraccin de arena y grava, habitaciones temporales,caza y pesca ocasional, extraccin de madera y algunos cultivos).

    b. Terrazas recientes en el piedemonte. Suelos jvenes y frtiles, sujetos a laposibilidad de inundacin muy ocasionalmente durante las crecientes ma-yores. Son reas donde se ubican generalmente pequeas fincas de uso mix-to y explotacin semi intensiva, con algunas reas suburbanas. Muy apro-piadas para frutales como cacao, guanbana, mango, ctricos y la cra de avesde corral.

    c. Terrazas subrecientes en el piedemonte. Son las ms extensas y al ser un pocoms altas que las anteriores no se inundan. Aqu se ubica principalmente lagran explotacin caera, las grandes haciendas, pueblos y ciudades. Los sue-los son ms arcillosos y un poco menos frtiles que los anteriores, pero sonmuy favorables para la utilizacin intensiva con tecnologas modernas.Muchos de ellos presentan problemas de salinizacin y compactacin.

    d. Terrazas antiguas de piedemonte. Se localizan pocos suelos (Palmaseca, Tulu,Ro Fro) de estas unidades en algunos sectores del piedemonte. Presentanhorizontes endurecidos que los hacen poco aptos para el uso agrcola y estnsiendo sometidos a procesos erosivos. Algunas reas urbanas y suburbanas,as como obras de infraestructura (aeropuerto, estadio), se ubican en estosterrenos por ser ms altos y estables. El resto del rea se dedica a ganaderaextensiva, algunos cultivos y pequeos bosques.

  • | 29 |Pedro Botero Zuluaga, Jos V. Rodrguez C. y Carlos A. Rodrguez

    Las ltimas estribaciones de la Cordillera Central, hacia el Valle del Cauca, secaracterizan en el rea del Municipio de Palmira, por presentar un pequeo valle trans-versal (en sentido norte sur), ubicado entre los 1200 y 1500 msnm, entre Cantaclaro,Aguaclara, La Buitrera y Nirvana, cuyas caractersticas principales se refieren a unclima suave, transicional entre clido y medio, relativamente hmedo, surcado porgran cantidad de aguas que bajan de las montaas y las colinas vecinas. Sus suelos sederivan de depsitos fluviovolcnicos y coluviales, cuyo relieve y caractersticas gene-rales son similares en varios aspectos a los del Valle del Dorado en la regin Calima.En los filos de las montaas se aprecian huellas de antiguos caminos y terrazas oplataformas, que conducen al valle (particularmente uno que desciende de la ReservaNirvana y se enfila en lnea recta hacia Malagana, en el ro Bolo (Fig. 1).

    Dada la riqueza de minerales, flora y fauna exticas que posee la cordilleraCentral, muy posiblemente esta regin provea de sal, oro, cuarzo; materias primaspara la elaboracin de instrumentos lticos, sustancias alucingenas, y de una granvariedad de aves y otros animales de monte que buscaban refugio en los pramos(Las Hermosas). Las evidencias se manifiestan en la red de caminos, en losaterrazamientos antiguos que se preservan en La Buitrera y en las centenares detumbas que se aprecian en Aguaclara al borde de la loma Cantaclaro, que demues-tran la existencia de una gran poblacin relacionada con el piedemonte y lasestribaciones occidentales de la cordillera Central.

    2.2.2. Llanura de desborde del ro CaucaEste gran paisaje est conformado por las reas donde el ro Cauca est sedi-

    mentando actualmente durante sus salidas del cauce menor. La existencia de unapendiente mnima favorece la formacin de meandros, madre viejas y sinuosidades,fcilmente inundables en poca de invierno. La llanura aluvial alterna posiciones dedique natural y napa cerca de los cauces, a basines y pantanos lejos de ellos, durantelos desbordes y retiradas de las aguas.

    2.2.3. Planicie de piedemonte de la cordillera OccidentalSe forma por pequeos abanicos aluviales y coluviales coalescentes provenien-

    tes de esta cordillera. Los sedimentos y los abanicos provenientes de la cordilleraCentral son ms abundantes y de mayor tamao, por cuanto es ms grande y altaque la Occidental -sin tener en cuenta probables basculamientos o movimientostectnicos de elevacin o subsidencia-, por lo cual el ro Cauca ha sido empujadohacia el occidente, encontrndose actualmente cerca de la cordillera Occidental.

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    2.3. La vegetacinEn cuanto a la vegetacin nativa se puede decir que los bosques originales de la

    regin se perdieron todos por la tala total a que fueron sometidos desde el arribo delos europeos y posteriormente durante la colonizacin. Solo encontramos bosquessecundarios en algunas reas de cauces y otros en vas de recuperacin y enriqueci-miento, como la accin de los propietarios de la Reserva Natural Nirvana, especial-mente con siembras muy importantes de rboles Comino crespo.

    Sobre las especies de fauna nativa se puede decir que desaparecieron con losbosques locales. Se encuentran pocas especies de aves y mamferos; probablementequedan especies en grave peligro de extincin en las laderas de la cordillera. Para suconservacin se propone la creacin de corredores biolgicos por toda el rea plana,especialmente con bosques recuperados en las llanuras aluviales actuales del Cauca ysus tributarios orientales y occidentales.

    En los bosques cercanos a los cauces se conservan algunas especies de vegeta-cin nativa, de carcter secundario, en donde predominan la guadua (Guaduaangustifolia), el samn (Samanea saman), guamo (Inga spp.), gualanday (Jacarandacaucana). El bosque subxeroftico lo componen hierbas como el escobo (Sidarhombifolia), pajarito (Crotalaria spp.), dormidera (Minosa pudica) y cordoncillo(Piper anisobum) entre otros (IGAC, 1988). El sector que ocupa hoy da el ingenioManuelita estuvo cubierto por selvas vrgenes pobladas de monos. En la cuencadel ro Bolo abundaban los burilicos, chambimbes, espinos, higuerones, palobobos,totorales y cachimbos; en la cuenca del ro Sonso los higuerones, ceibas, guaduales,guayabales, mestizos, yarumos, chambimbes, chiminagos, guamos, chagualos2 . Conla construccin del Ferrocarril del Pacfico (1915-1925) y el ensanchamiento de losingenios, se talaron estos bosques, particularmente el comino crespo en la cordilleraCentral. Con el tiempo, el uso intensivo de la tierra para el monocultivo de la caade azcar, la mecanizacin excesiva y los tratamientos aplicados al suelo, han gene-rado deterioro de los suelos, salinidad, compactacin, empobrecimiento de su con-tenido orgnico, y, ante todo, empobrecimiento de la biodiversidad, representadahoy en la escasa flora y fauna nativa, lo que demuestra el total rompimiento delequilibrio antrpico-biolgico-ecolgico inicial. Por esta razn se hace importanteel proyecto de corredor biolgico, que una la cordillera Central con la Occidental,pasando por la gran planicie aluvial, con el fin de iniciar un proceso de recuperacinde la biodiversidad.

    2 V. M. Patio. Recursos naturales y plantas tiles en Colombia. Aspectos histricos. Bogot, Biblioteca BsicaColombiana, Instituto Colombiano de Cultura, 1977, pp. 58-62.

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    2.4. Los suelosLos suelos se han formado por pedognesis de sedimentos transportados en dife-

    rentes formas, bien sea de origen fluvial o lacustre, y elico a partir de los volcanes quedesde las cordilleras depositaban cenizas volcnicas. La cordillera Central est consti-tuida principalmente por diabasas, filitas, cloritas, intrusiones aisladas de granitos,andesitas y gabros. La cordillera Occidental est formada por diabasas, formacionesmetamrficas e intrusiones de calizas y gabros. La mayor parte del piso actual del vallegeogrfico est constituido por depsitos de sedimentos del Holoceno; el ro Caucalleva su cauce dentro del valle, recostado en su mayor parte contra la cordillera Occi-dental, como resultado de la mayor altura de la cordillera Central, la que ocasionamayor longitud a los tributarios de la margen derecha del ro con mayor carga; estossedimentos dieron origen a la llanura aluvial de piedemonte de la cordillera Central.

    Algunos sectores de las cuencas de los ros Nima y Amaime y en las cuencasbajas de los ros Toche, Cabuyal y la quebrada Teatinos presentan erosin severa ymuy severa; otras reas erosionadas se aprecian en los sectores de Potrerillo, Caluc,Ayacucho, El Mesn, Chontaduro y La Buitrera.

    2.5. Los paisajesEn este grfico (Fig. 2) se presenta de manera esquemtica las relaciones direc-

    tas e indirectas entre todos los elementos que conforman el paisaje, de tal maneraque un cambio en las condiciones de funcionamiento de uno cualquiera de ellos,produce cambios de ajuste, en todos los dems. Por ello, cuando afectamos al sue-lo, a las aguas, a la biota, a la atmsfera o al relieve, estamos afectando al paisaje ensu conjunto y no solo a uno de sus elementos.

    2.5.1. CuencasLa cuenca del ro Amaime es la de mayor extensin en el municipio de Palmira;

    de sus 55.000 hectreas 35.000 corresponden al municipio de Palmira. La cuencaposee 10.000 hectreas en los pramos de Las Hermosas y Los Domnguez, con 20lagunas en valles glaciares en los nacimientos de los ros, representando la mayorriqueza hdrica del municipio. Infortunadamente los bosques han sido interveni-dos para establecer ganadera extensiva, cultivos limpios y trazos viales, sobre lade-ras con altas pendientes generando fuertes procesos de erosin. En 1996 se confor-m el Comit de Proteccin y Mejoramiento de la Cuenca Hidrogrfica del roAmaime, integrado por representantes del municipio de Palmira, municipio de ElCerrito, CVC, AcuaValle y Empresas Municipales de Palmira.

  • | 32 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    Figura 2. Esquema sobre los elementos que se deben analizar al estudiar el uso de la tierra en un paisaje(Botero, 2005).

    La cuenca hidrogrfica de los ros Bolo, Agua Clara, Fraile y Desbaratado con58.250 hectreas, incluye tambin lagunas glaciares originarias del ro Bolo, comola laguna Los Cristales. Algunas empresas agroindustriales, establecidas en estas cuen-cas, estn contaminando las aguas con desperdicios orgnicos e inorgnicos.

    2.6. El transecto del Corredor ecolgico y tecnolgico dePalmira

    2.6.1. GeologaLos sedimentos de relleno del valle ocupan la zona plana, e incluyen principal-

    mente abanicos aluviales antiguos y subrecientes muchos de ellos formando ahoraterrazas como la de Palmira. En la llanura aluvial de piedemonte reciente en algunoscasos se forman tambin terrazas. En estas unidades son abundantes los depsitosde cenizas volcnicas, unas veces mezcladas con sedimentos aluviales y en otras casipuras, tanto en las terrazas como en los flancos de la cordillera Central. En lascolinas bajas que flanquean el rea por el oriente, encontramos areniscas y lutitas dela Formacin Vilela compuesta tambin por conglomerados y tobas arenosas delPlioceno. En la cordillera encontramos rocas del Cretcico y Jursico, la FormacinAmaime de lavas baslticas almohadilladas y el grupo Bolo Azul con metagabros y

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    diorita, gneis hornblendico y anfibolitas. En el Paleozoico encontramos al grupoBugalagrande conformado por esquitos anfiblicos (Ingeominas, planchas geolgicasa escala 1: 100.000 de Cali y Palmira, 1983, 1992).

    Toda la zona se encuentra cruzada por grandes fallas en sentido general norte-sur como la falla PalmiraBuga cercana a la ciudad de Palmira, la falla GuabasPradera por el pie de las colinas, la falla Potrerillos por la depresin de la Buitrera yel grupo de fallas del sistema Romeral al inicio del cuerpo de la cordillera. Todasestas fallas son activas relativamente y han colaborado en la conformacin de lasgrandes unidades geomorfolgicas presentes en el transecto (Fig. 3).

    2.6.2. GeomorfologaSe puede dividir en dos grandes Subprovincias Fisiogrficas:I. Ultimas estribaciones del flanco occidental de la cordillera CentralII. Planicie central del Valle del CaucaCon los ltimos vaivenes tectnicos en la formacin de las cordilleras, durante

    el Pleistoceno y Holoceno, el equilibrio de fuerzas ha cambiado y con ello la ubica-cin del cauce del ro Cauca. Unas veces ha corrido bien por el centro de la granplanicie de Llanogrande y, otras, como en la actualidad, se encuentra recostadocontra la cordillera Occidental. En esta figura (Fig. No. 3) se observan las principa-les unidades geomorfolgicas que conforman la regin. Es de notar que el sistemade fallas de Romeral domina y define las grandes unidades de cordilleras y planicies.

    La regin de La Buitrera se form por hundimientos y levantamientos a lo largode fallas y plegamientos que respectivamente formaron la depresin y las colinas desuelos rojizos, en rocas sedimentarias sujetas a fuertes procesos erosivos y de grandesmovimientos masivos, muy probablemente relacionados con terremotos.

    En las Colinas sedimentarias son frecuentes los aterrazamientos por accinantrpica, aunque probablemente algunos ya fueran terrazas naturales, simplemen-te agrandadas y en otros casos fueron depsitos coluviales. Se presentan, ademscimas truncadas para construir plataformas. Contra las colinas sedimentarias hayalgunos coluvios y terrazas que son muy favorables para asentamientos prehispnicos;se continan hacia el occidente con llanuras de inundacin reciente como parte deabanicos aluviales de piedemonte de la cordillera Central. Algunas zonas son msaltas, probablemente subrecientes y se pueden denominar terrazas, por ejemplo elsitio donde se encuentra el rea urbana del Municipio de Pradera.

    Tambin encontramos colinas y montaas erosionales en rocas metamrficas,recostadas contra el cuerpo de la cordillera y colinas bajas estructural-erosionales en

  • | 34 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    rocas sedimentarias, con aparentes aterrazamientos antrpicos grandes. Entre estosdos juegos de unidades positivas en el relieve, aparece una depresin (probablemen-te de carcter tectnico) que llamamos "Regin de la Buitrera". Esta depresin hasido rellenada por sedimentos coluviales, aluviales y volcnicos en diferentes even-tos. Dentro de la depresin se destacan dos reas laterales: unas prximas a las coli-nas metamrficas, que reciben directamente los sedimentos arrastrados por los rosdesde el cuerpo de la cordillera y otras ms alejadas de la cordillera, pero prximasa las colinas sedimentarias, que reciben sus productos de erosin, principalmente detipo coluvial . En el centro de la depresin se presenta una zona ms baja y por lotanto ms inundable y encharcable, que desde el punto de vista del uso de la tierra(fisiogrfico) tiene condiciones especiales para su manejo; actualmente es objeto decultivos de frutales (guanbana, mango) en predios de la hacienda La Ruiza.

    En el piedemonte, con abanicos y conos aluviales de depositacin reciente, sepresenta un hundimiento parcial entre las fallas de Guabas Pradera y PalmiraBuga, que ha favorecido la gran depositacin aluvial en esta zona, impidiendo laformacin o permanencia de sitios arqueolgicos. Movimientos masivos del terre-no de grandes proporciones fueron registrados en las estribaciones de la cordillera

    Figura 3. Corte transversal oeste-este con las grandes unidades geomorfolgicas y las fallas geolgicasprincipales que las afectan.

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    Figura 4. Materiales sedimentarios detrticos mezclados con cenizas volcnicas que forman las colinasterciarias, y una tumba tarda de pozo y cmara. Sector Cantaclaro, Aguaclara.

    Central, en las reas de los ros Nima, Aguaclara y Bolo y en la depresin de LaBuitrera (Crist, 1952). Estos ros tambin han afectado el rea del piedemonte conaludes de materiales lodosos durante grandes crecientes ocasionadas por lluvias in-tensas en la cordillera o por terremotos que producen deslizamientos bloqueandolos cauces en la parte alta, los cuales al romper la barrera inundan el plan en formamasiva con materiales diluviales (Fig. 3).

    La terraza de Palmira un poco levantada con respecto al piedemonte, permi-ti una relativa estabilidad de los suelos, que se vieron libres de grandes inunda-ciones y por tanto fue muy propicia para asentamientos prehispnicos, colonialesy republicanos; sin embargo, por este mismo motivo se conservan capas de ceni-zas volcnicas relativamente puras en los horizontes subsuperficiales de algunosperfiles de suelos. Esta depositacin masiva de cenizas pudo ocasionar el abando-no de ciertas zonas y la conformacin de hiatos en la columna estratigrfica ar-queolgica (Tabla 1).

    Como ya se haba mencionado, la actividad volcnica en el complejo RuizTolima tapon el drenaje del valle en varias ocasiones a la altura de Cartago, congrandes derrames fluviovolcnicos que bloquearon el drenaje del valle en esa estre-cha garganta. As se form una gran rea lacustre en las regiones ms bajas y planas.

  • | 36 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    Este proceso fue repetido varias veces a lo largo de la historia geolgica (IGAC,1980). En sitios ms pequeos, localizados indistintamente en la planicie tambinse presentaron condiciones pantanosas o lacustres, por bloqueamiento local de losdrenajes, debido a cambios en los cursos de los ros, incluyendo al Cauca, que enalgunas ocasiones corri tan al oriente como en las reas hoy ocupadas por el pobla-do BoloSan Isidro. Esto fue comprobado en los estudios sedimentolgicos reali-zados en el sitio Bolo 1 y en los terrenos donde se encuentran actualmente el CIATy Corpoica (Rodrguez, Stemper, 1994; Rodrguez, 1997).

    La llanura de desborde del ro Bolo forma un corredor alargado depresional ensentido oriente-occidente, que se junta en una gran depresin cerca del ro Cauca,con otros ros provenientes de la cordillera Central como el Prraga, Chontaduro yFraile que forman el Guachal, en terrenos ya de la llanura aluvial de desborde del roCauca.

    Todas las caractersticas geomorfolgicas y del clima (atmosfrico y del suelo),condicionan los aspectos relativos a la pedognesis, al uso de la tierra y por lo tanto,la presencia o ausencia de sitios arqueolgicos.

    2.6.3. Clima atmosfricoSegn la clasificacin de Holdridge, una parte del rea corresponde al bosque

    seco tropical, con temperaturas promedio anual cercanas a 24 C y precipitacionesalrededor de 1000 mm anuales (reas cercanas al ro Cauca). En la mayora del rease presenta el bosque seco premontano, con temperaturas un poco ms bajas (18 a24 C) y las precipitaciones similares a las anteriores. Aunque en Palmira se hanpresentado aos extraordinariamente secos (722 mm en 1930) y aos hmedospor encima de lo normal (1536 mm en 1933) (Crist, 1952).

    Hacia la cordillera las temperaturas bajan an ms y las precipitaciones puedenser mayores, entre 1000 y 2000 mm anuales. Esta zona no cuenta con estacionesmeteorolgicas locales.

    2.6.4. Los suelos2.6.4.1. Montaas de la Cordillera Central (M)En el rea de estudio se componen principalmente de laderas bajas de la ver-

    tiente occidental, desarrolladas principalmente a partir de rocas diabsicas y cenizasvolcnicas en la superficie, formando abundantes coluvios con mezcla de ambosmateriales. El clima es medio en temperatura y seco a subhmedo por precipita-cin. El relieve es inclinado hasta escarpado, con pendientes muy variables desde 5

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    a 7 % hasta 25-50 % y ms inclinadas. Se presenta erosin ligera y moderada,especialmente laminar, en crcavas y movimientos masivos como deslizamientos yderrumbes, favorecidos por la tala del bosque para formar fincas de frutales, gana-dera y de recreo. La principal medida de conservaron aconsejada se refiere al cuida-do que se debe tener al construir caminos, carreteras o explanaciones para construircasas y galpones. La reforestacin es la medida ideal de recuperacin recomendadaespecialmente en las reas con pendientes superiores al 25% (IGAC, 1964, 1969).

    Los colores de los suelos van desde el pardo grisceo al rojo amarillento. Lastexturas son generalmente finas (franco-arcillosas) con presencia de arenas, gravillasy fragmentos de roca. La fertilidad natural es muy variable, desde baja en los suelosrojizos ms antiguos, hasta media en las reas de coluvios con presencia mayor decenizas volcnicas. Hacia la parte ms alta de la cordillera (1500 a 2000 msnm) sepresentan suelos derivados de rocas metamrficas, como esquistos, con frecuentesderrumbes, crcavas y grandes movimientos masivos. Estos suelos son muy pedre-gosos y difciles de trabajar por lo inestables. En esta zona se recomienda un especialtratamiento de recuperacin del paisaje, con siembras masivas de vegetacin nativay controles especiales en las obras civiles, tal como se practica en la reserva naturalNirvana.

    2.6.4.2. Suelos de la depresin de La Buitrera (D)Esta zona forma un relieve plano-cncavo con pendientes ligeras a moderadas.

    Los suelos se han desarrollado a partir de materiales transportados y sedimentadospor coluviones, aluviones y por va elica (cenizas volcnicas). Se encuentran mu-chos materiales de origen diabsico como arcillas mezcladas con arenas y gravillas yalgunas veces cantos rodados.

    El clima de la zona es transicional del clido moderado al medio y las precipi-taciones son un poco mayores que en la planicie. Se encuentran frecuentes terrazas,muchas de ellas retrabajadas por la accin antrpica prehispnica. En algunas reasse presentan procesos erosivos laminares y alta compactacin de los suelos, causadaprincipalmente por sobrepastoreo.

    Los suelos se clasifican como Alfisoles, principalmente, tambin se encuentranMollisoles y Andisoles en algunas reas ms pequeas. Hay una mezcla de suelosviejos y maduros con otros jvenes e incipientes (menos frtiles vs ms frtiles).Tambin son frecuentes los suelos antiguos sepultados por suelos jvenes de colornegro o gris oscuro derivados de cenizas volcnicas.

  • | 38 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    2.6.4.3. Suelos de las colinas estructurales-erosionales en rocas terciariasde la formacin Vilela (C)

    Los suelos de estas colinas presentan un color rojizo generalizado, profundo,que indica su alto grado de evolucin pedogentica, causada por una edad bastanteavanzada (las colinas son del Plioceno) y unas condiciones tropicales hmedas pre-valecientes durante miles de aos, todo esto unido a un cierto grado de estabilidad,cuando la zona estaba cubierta por bosques, y un drenaje libre que permite el con-tinuo lavado de los productos de meteorizacin de las rocas madres que dieronorigen a estos suelos profundos y bien estructurados.

    Las texturas dominantes subsuperficiales son arcillo-arenosas, con horizontesmuy bien definidos. Se caracterizan por la baja fertilidad natural, alta acidez y escasapresencia de nutrientes en el suelo. Se diferencia muy claramente un horizonteantrpico a 40 cms de profundidad, que fue utilizado en pocas prehispnicas conun grado de utilizacin medianamente intensivo, que est en concordancia a nivelestratigrfico con el horizonte donde se inician las entradas de las mltiples tumbasde la tradicin Sonsoide y BoloQuebrada Seca que se presentan en el rea. (Fig. 4)

    2.6.4.4. Suelos de los abanicos aluviales y coluvios del piedemonte (P).Gran abanico aluvial del ro Nima

    Los ros Bolo, Nima, Aguaclara y Vilela formaron suelos de pH casi neutro aligeramente cido con contenidos de carbn orgnico bajo a medio, medios a altosen calcio y potasio; no son salinos ni sdicos, y, por consiguiente, sus suelos sonexcelentes para la agricultura. Se presentan franjas alargadas e irregulares de suelosarenosos. Tambin se observan franjas alargadas de suelos arcillosos (Vertisoles enreas ms pequeas). En general en este gran paisaje dominan los Mollisoles y losVertisoles. Se encuentran suelos de texturas medianas a finas sobre sedimentos gruesoscomo cantos rodados y suelos francoarenosos o francoarcillosos sobre gravillososo limosos. En general en esta zona hay pocos limitantes para la utilizacin intensivade la tierra, incluyendo naturalmente la buena disponibilidad del agua por las co-rrientes abundantes y de buena calidad que bajan de la cordillera en estas reas. Elnico limitante se refiere a la eventual posibilidad de un alud de lodos provenientede la cordillera (IGAC, 1964, 1969, 1975, 1977).

    2.6.4.5. Suelos de la terraza aluvial subreciente y antigua con aportes decenizas volcnicas (T)

    En este gran paisaje dominan los suelos de texturas moderadamente finas en elhorizonte superficial y un poco ms gruesas en los horizontes subsuperficiales. El

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  • | 40 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    relieve en general es plano, sin procesos de erosin aparentes, drenaje moderado amoderadamente rpido. En general la fertilidad de los suelos de la terraza es alta.Dominan los Mollisoles en la gran mayora de la unidad. Rodeando la terraza sepresentan suelos ms arcillosos (Vertisoles) y en algunos casos hacia el ro Nimasuelos ms arenosos.

    En el rea de Palmaseca se formaron suelos antiguos cementados ycompactados, con problemas de carbonatos de calcio y sodio, adems afectadospor erosin laminar ligera a moderada. Los horizontes petroclcicos indican sue-los de avanzada evolucin, con edades mayores que los dems de la regin. Enalgunas otras regiones de la planicie central del Valle del Cauca (Ingenio SanCarlos en Tulu, Abanico de Ro Fro), se presentan restos tambin de una super-ficie antigua (IGAC, 1988), posiblemente contempornea o de edad muy prxi-ma a la de la Formacin Popayn, con presencia de Alfisoles con horizontes muyduros y cementados, como los que se encuentran en los alrededores del aeropuer-to (veredas Palmaseca, La Herradura y Obando). Es importante anotar tambinque es en estos paisajes antiguos donde se han encontrado restos de megafauna enla zona plana del valle (mastodontes) aunque sin evidencias de asociacin conpobladores humanos.

    En la zona central de la terraza, cerca del casco urbano de Palmira, se presentanhorizontes limosos subsuperficiales gruesos (40 cms) tpicos de fuertes depositacionesde ceniza volcnica; frecuentemente sepultando suelos ms viejos que se encuentrana profundidades de 1 m a 1,50 m y que pueden ser desde arenosos hasta arcillosos.Estas variaciones texturales en las secuencias de depositacin, indican diferentes con-diciones ambientales a lo largo del tiempo, desde vegas de ros pequeos que atra-viesan la terraza, hasta condiciones cenagosas y pantanosas en reas arcillosas, conperiodos en los cuales caen cenizas volcnicas sobre la regin (IGAC, 1964, 1969,1975).

    2.6.4.6. Suelos de la llanura aluvial de desborde del Ro Bolo (B)Son abundantes los suelos generalmente finos franco-arcillo-arenosos. Tam-

    bin los arenosos finos que producen en general suelos ricos de alta fertilidad(Mollisoles). Algunos suelos vrticos, que tambin son de alta fertilidad natural,sobre sedimentos medios y arenosos. Hacia la profundidad 4,5 a 5 metros se pre-sentan suelos arcillosos pesados clasificados como Vertisoles que nos estn indican-do un cambio ambiental desde condiciones pantano-lacustres a condiciones de lla-nura aluvial de desborde. Algunas reas son afectadas por encharcamientos y drenaje

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  • | 42 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    lento. Tambin son frecuentes los suelos con alta influencia antrpica prehispnicaenterrados por los desbordes aluviales posteriores. En pocos casos encontramos sue-los afectados por ligera salinidad.

    En este gran paisaje se observan horizontes limosos que corresponden a cenizasvolcnicas sepultadas por sedimentos del ro Bolo o de zanjones y quebradas prove-nientes de la cordillera.

    2.4.6.7. Suelos de la llanura aluvial de desborde del ro Cauca (A)En los diques y explayamientos se encuentran suelos de texturas franco-areno-

    sas finas, franco-limosas y francas; en algunos cauces de los afluentes encontramospiedra, cascajo y gravilla, tambin en madreviejas y cauces abandonados. Son suelosde poco desarrollo pedogentico (jvenes), con fertilidad natural limitada por fre-cuentes casos de niveles freticos altos, carbonatos de calcio y sodio en el perfil.

    En los basines se presentan suelos encharcados y algunas veces pantanosos, conmucho sodio, texturas francas a finas arcillosas y difciles condiciones para la agri-cultura. Muchas de estas reas se deberan conservar o restaurar a sus condicionesoriginales, para que sirvan de puentes en la funcin de corredores biolgicos. Comoel objetivo de este trabajo no es un reconocimiento geomorfo-pedolgico, no sepresentan separadas en el mapa, aunque s se tomaron de las planchas topogrficas delIGAC, usadas como mapa base, las indicaciones sobre reas inundables o pantanosas,que forman la base natural para la recuperacin o restauracin de ecosistemas estrat-gicos para la vida silvestre en el transecto La BuitreraCIAT (Fig. 1).

    Con relacin a la evaluacin de los suelos y paisajes actuales adelantada por elequipo se puede concluir lo siguiente:

    La mayor prdida ocurrida hasta ahora, es la referente a la biodiversidad, la cualse ha empobrecido hasta extremos de extincin (dentro de la regin y para ciertasespecies animales o vegetales). Las aguas conservan todava condiciones aceptables,dentro de rangos internacionales para riego y consumo, lo que indica que su degra-dacin no es qumica. Es necesario tener en cuenta principalmente las cabeceras delas cuencas, que estn siendo taladas aceleradamente y algunas veces contaminadas.All la reforestacin o restauracin de la vegetacin y los suelos es urgente, porque lareduccin de los caudales en pocas de sequa unida a la salinizacin y a la contami-nacin de los suelos y las aguas, podra llegar a ser un grave problema para muchasreas agrcolas y urbanas.

    La erosin de suelos y los movimientos masivos, estn afectando principal-mente a los grandes paisajes de colinas (C) y de montaas (M). Tambin en el rea

  • | 43 |Pedro Botero Zuluaga, Jos V. Rodrguez C. y Carlos A. Rodrguez

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  • | 44 | Paisajes y territorio ancestral de Palmira

    apical del abanico aluvial del ro Nima se observan procesos de erosin acelerada.En la gran mayora de la planicie, se presenta la compactacin de los horizontessubsuperficiales del suelo, desde ligera hasta moderada y fuerte. La salinizacin dealgunas reas tambin es un problema para muchos suelos del transecto. Las prcti-cas de recuperacin de la productividad en estas condiciones son costosas, pero latecnologa actual puede ejecutarlas adecuadamente.

    Se recomienda la conservacin de los relictos de vegetacin nativa que ansubsisten y la revegetalizacin con especies apropiadas en ciertas reas propicias comolos humedales actuales o antiguos, las rondas de los ros y la complementacinmediante un trabajo mancomunado con la red de reservas naturales de la sociedadcivil para la creacin del corredor biolgico Cordillera Planicie Cordillera.

  • 3.1. Perodo PrecermicoEl poblamiento del territorio colombiano se inici desde el Pleniglacial a fina-

    les del Pleistoceno, hace ms de 10.000 aos, como se ha evidenciado en los AndesOrientales (Van der Hammen, Correal, 2001). El inicio del Holoceno hace cercade 10.000 aos condujo a cambios bruscos en el clima y la vegetacin de los prime-ros pobladores del territorio colombiano, y a nuevas respuestas adaptativas. El in-cremento de la temperatura en varios grados (2-3C) hacia 7.000 aos a.C., espe-cialmente entre 3.000 y 1.000 aos a.C. condujo al aumento de las zonas boscosasde tipo andino por encima de los 2.000 msnm y de subandino entre 1.000-2.000msnm, hasta 500 metros encima del actual nivel; despus del I milenio a.C. lastemperaturas descienden y el lmite del bosque se ubica hacia el nivel actual (van derHammen, 1992:73). En estas zonas de vida abundaban animales como el venado,conejo, cur, borugo, zarigeya, armadillo, coat, pecar, ratones y otros; en lospastizales de las tierras bajas del valle del ro Cauca pastaban mastodontes que apro-vechaban tambin los humedales para obtener sales minerales del cieno. Estos ani-males debieron conformar parte de la dieta alimenticia de los cazadores, que tam-bin recolectaban plantas, y en algn momento conocieron la manera de reproducirlaspara su utilizacin posterior.

    Durante el seguimiento de los animales de caza que trashumaban en bsquedade pastos frescos, los cazadores se asentaban temporalmente en pequeas terrazascoluviales cercanas a ros y quebradas, desde donde podan avistarlos, espacios que asu vez suministraban recursos como peces y moluscos. Para el aprovechamiento delas plantas y restos de animales empleaban artefactos lticos en material local, comolascas, yunques con martillos, y lo ms particular, cantos rodados con bordes cur-vos y dos escotaduras para enmangar (azadas) (Fig. 6) (Gnecco, Salgado, 1989:38).Los sitios excavados hasta el momento en la cordillera Occidental corresponden acampamentos o posiblemente estaciones cercanas a ros y quebradas de pobladores

    Captulo 3El desarrollo prehispnico del Valle del Cauca

    JOS V. RODRGUEZ, Universidad Nacional de Colombia, GIABCARLOS A. RODRGUEZ, Universidad del Valle, Grupo de Arqueodiversidad

    SONIA BLANCO, INCIVA, GIAB