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    CERVANTES, PROTGORAS Y LA POSMODERNIDAD:FUNCIONES DEL ENGAO EN EL QUIJOTE

    Heinrich Merkl

    Platn nos ha dado, en sus dilogos, unas informaciones preciosas sobre lafilosofa del siglo V a. C. Mientras que James A. Parr piensa que el prlogo de

    Cervantes al Quijote es una rplica de unas ideas expuestas por Scrates en el

    dilogo platnico Fedro,1 yo quiero proponer aqu leer el Quijote como una

    reflexin sobre las ideas del sofista Protgoras. Como los libros de Protgoras

    no han llegado hasta nosotros, me referir explcitamente a la filosofa de Pro-

    tgoras tal como ha sido interpretada por Platn, en el dilogo Teetetos. Lo

    real, y la verdad, son para el Protgoras de este dilogo, dependientes del

    sujeto que las siente o cree: existen tantas verdades o realidades como sujetos;

    y el sabio (el pedagogo) tiene que persuadir a sus alumnos a creer lo que les

    hace felices, independientemente de lo que l cree que es la verdad.

    Protgoras es un precursor del pensamiento posmodernista.3 Por cuantos, an no se ha hecho la historia de la recepcin de las ideas de Protgoras

    desde la Antigedad hasta el siglo XIX. Un captulo de esta historia tendra que

    tratar del siglo XVI, durante el cual los dilogos de Platn fueron redescubiertos

    por los intelectuales del centro y del oeste de Europa, incluso en Espaa, con

    la ayuda de refugiados griegos.4 Claro est que las ideas del atesta Protgoras

    no se discutan abiertamente entonces. Muy caracterstico, a este respecto, es

    un adagio de Erasmo intitulado Dunt homines, tot sententiae. All, Erasmo

    resume, atenundolas las ideas de Protgoras, pero sin nombrarle, y sin dejar

    sospechar el eje atesta de estas ideas; eje que Erasmo haba entendido, porque

    excepta de su alcance los artculos de la fe catlica, integrndolas, as, al

    cristianismo. Es cierto que Erasmo saba que este conjunto de ideas tiene su

    raz en el movimiento sofista, porque cita, para ilustrarlas, a Eurpides, y

    porque en elElogio de la Locura, se refiere a los sofistas en trminos elogiosos

    aunque por boca de la locura. La actitud cautelosa con respecto a los

    sofistas que se puede observar en Erasmo caracteriza a muchos humanistas del

    Renacimiento que saban que hay algunos textos de la Antigedad que son

    del todo incompatibles con el Cristianismo, pero se guardaban bien de comen-

    tarlos para evitar posibles conflictos con el Santo Oficio.5

    Cervantes tambin habr conocido las ideas de Protgoras, sea a travs de

    Erasmo, sea a travs de Juan de Mal Lara o de Juan Lpez de Hoyos, sea a

    travs de Platn.8

    Hay cierta afinidad entre las recientes interpretaciones pos-modernistas del Quijote, y esta novela misma, afinidad que se explica fcil-

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    mente suponiendo que Cervantes conoca las ideas de los precursores sofistas

    de la posmodernidad.

    La primera interpretacin posmodernista del Quijote se considera ser la

    de Michel Foucault en Les mots et les choses, seguida de la de Wilma

    Newberry.7 Para Foucault, don Quijote es un ser hecho de literatura, que lee el

    mundo como ha ledo los libros de caballeras; Foucault formula as el postu-

    lado posmodernista, segn el cual la diferencia entre mundo y texto no

    existe, el sentido pasa a ser una creacin ms o menos libre del lector (del

    mundo o del texto).8 Carmelo Samon ha resumido y criticado la interpretacin

    de Foucault, haciendo resaltar que Foucault no ha visto la importancia que

    tienen para la visin del mundo de don Quijote, los dems protagonistas de la

    novela.9

    Esta crtica habra que especificarla diciendo que los dems protagonistas

    del Quijote, que continan la de Foucault, no se enteran tampoco de la impor-

    tancia del engao en esta novela. As, Ramn Saldvar analiza el episodio que

    parece haber sido inventado para ilustrar las tesis de Protgoras, o sea el

    episodio del yelmo de Mambrino (I, 21 y 44, 45), y el de los molinos de viento

    (I, 8), para ilustrar el mequenismo de desviacin del significado, caracterstico

    del discurso de don Quijote.10 Salvador Jimnez Fajardo, siempre poniendo

    entre comillas la palabra realidad, habla en sus anlisis de disfraz, imi-

    tacin y ficcin, pero nunca de engao.11 Peter Gendolla tambin se

    inspira en Foucault para mostrar que la novela de Cervantes renuncia a toda

    sntesis, afirmando as su diferencia esttica y llegando a realizar la auto-

    noma de la novela moderna.12 Paul Julian Smith polemiza con los que con-

    sideran al autor como padre fundador del texto, haciendo hincapi en la ines-tabilidad histrica del significado del texto y de sus valores.13 Iris M. Zavala

    hace una sntesis de conceptos propuestos por Jacques Derrida, y otros por

    Mijail Bajtn, a partir de la que interpreta el Quijote como una crtica carna-

    valesca del logocentrismo.14 Myriam Yvonne Jehenson analiza algunas histo-

    rias intercaladas de la Primera Parte, haciendo resaltar sus similitudes, para

    mostrar que Cervantes, en el Quijote, es un precursor de la posmodernidad.15

    Para Nicholas Spadaccini y Jenaro Talens, cuyo excelente libro retoma muchos

    elementos del pensamiento posmodernista, el Quijote es un espejo roto,

    cuyos fragmentos, o sea, las perspectivas de los narradores y de los protago-

    nistas de la novela, producen unas imgenes parciales del mundo, que, en su

    conjunto, constituyen una crtica del mundo construida por los discursos ante-riores a Cervantes. Considerando el Quijote como una investigacin de los

    lmites entre lo ficticio y lo real, ponen el acento en la auto-referencialidad

    de la novela, o sea en el hecho de que los protagonistas leen y juzgan, en esta

    novela, las historias que se han publicado sobre sus propias hazaas.18

    Todos los estudios posmodernistas mencionados yerran por ignorar el

    papel fundamental que tiene el engao en el Quijote.

    La nica excepcin, por cuanto sepa, es la de Wilma Newberry, cuyo

    estudio hace hincapi en que los dems protagonistas de la novela, por medio

    de sus engaos, infligen dao a don Quijote. Con todo esto, Newberry carac-

    teriza la burla como una alteracin de la realidad.17 Definicin extraa y

    falsa, a mi ver, que hay que corregir, La burla es una accin mentirosa, y comotal reposa sobre la mentira, que es una afirmacin conscientemente falsa con

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    respecto al mundo personal del sujeto que habla. Esta definicin es vlida an

    en la concepcin filosfica, relativista y subjetivista de Protgoras. La mentira

    no altera la verdad subjetiva, sino que la encubre a los dems con intencin de

    engaarlos. En el Quijote, los dems se enteran de que ciertas afirmaciones son

    falsas an con respecto al mundo personal de la persona que las ha emitido, lo

    que constituye una prueba filosfica de la existencia de un mundo interper-

    sonal, o sea social.18

    El engao (la mentira, la burla, etc.), en cuanto encubre la verdad, es

    tambin, en el mundo del Quijote, una accin moralmente reprensible20 casi

    siempre, por lo menos. Si la crtica moral del engao se hace siempre, en

    esta novela, por boca de un protagonista,21 o de uno de los narradores,22 un

    estudio de las funciones del engao en el Quijote, muestra, que la verdad s que

    existe en el mundo de esta novela, independientemente de las perspectivas de

    protagonistas o narradores individuales, porque queda claro, las ms de las

    veces, quin est engaado y quin no lo est, y, por consiguiente, quin se ha

    enterado de lo que es real y verdadero, y quin est equivocado por haber sido

    burlado. He aqu algunos ejemplos:

    El primero es del tercer captulo de la Primera Parte; all, el engaador es

    el ventero, que determina de seguirle el humor a don Quijote por tener

    que rer aquella noche (pg. 48).23 El engaado es don Quijote, porque cree

    que el ventero puede armarle caballero de verdad, y las primeras vctimas del

    engao son los dos arrieros heridos por don Quijote. Este tipo de engao,

    donde un protagonista se burla de don Quijote para divertirse, se repite muchas

    veces en la novela pinsese en los engaos en el palacio de los duques.

    En el episodio de Andrs (I, 4) no est claro si es Andrs o su amo quienengaa a don Quijote: Juan Haldudo dice que Andrs miente, y Andrs dice

    que Juan Haldudo miente, y ambos declaran ser vctima el uno del otro. Don

    Quijote, sin averiguar nada, decide que la vctima es Andrs. Entonces sobre-

    viene el segundo engao: Juan Haldudo, viendo que don Quijote toma partido

    por Andrs, engaa a don Quijote. Aqu, el motivo del engao es la necesidad

    que siente Juan Haldudo de ampararse de las amenazas y agresiones de don

    Quijote; el engaado es don Quijote, que cree haber desfecho un tuerto, y la

    vctima de este segundo engao es Andrs, que, al final del episodio, est peor

    que antes (I, 31). Algo parecido le pasa a don Quijote con los galeotes (I, 22),

    que les engaan para cobrar su libertad, hacindole creer que la justicia del Rey

    no es justa. Aqu, el engaado es don Quijote, y es tambin la primera vctimadel engao los galeotes le apedrean. Este tipo de engao, que pervierte el

    programa justiciero de don Quijote, se analiza ms en el encuentro con Roque

    Guinart y Claudia Jernima (II, 40).

    Otro tipo de engao se ejemplifica en el relato del suceso de la quema de

    los libros, suceso del que don Quijote viene informado de una manera falsa y

    engaosa (I, 7). Aqu, los engaadores son el cura y el barbero, y los que

    ejecutan el engao son el ama y la sobrina. El motivo del engao es el querer

    sanar a don Quijote de la locura que le han diagnosticado, y la primera vctima

    del engao es don Quijote, porque pierde sus libros, y porque el cura y el

    barbero no salen con su intencin de sanarle, sino que le confirman en su

    locura. Este tipo de engao casi-psiquitrico se repetir muchas veces en lanovela, sobre todo en el episodio de la princesa Micomicona (I, 28 y ss.).

    [3] Cervantes, Protgoras y la posmodernidad 595

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    Otro tipo de engao se analiza en el episodio del encantamiento de

    Dulcinea (II, 10). El engaador es, aqu, Sancho; su motivo es querer parecer

    un buen servidor de su seor, el engaado y la vctima del engao es don

    Quijote. Un engao parecido es el de Camila, cuyo motivo es querer parecer

    una buena esposa, a pesar de sus amores con Lotario (I, 34). Los engaos de

    este ltimo tipo conducen, paradjicamente, y en contra de las intenciones del

    engaador, al desengao del engaado.

    No he mencionado hasta ahora el tipo de engao en el que don Quijote se

    engaa a s mismo, siendo l mismo la primera vctima. Este tipo de engao

    viene descrito en los episodios de la celada (I, 1), de los molinos de viento (I,

    8) del yelmo de Mambrino (I, 21 ss.), y muchos ms. Se trata de un auto-

    engao medio consciente que est en la base de lo que el cura y el barbero

    creen que es la locura de don Quijote: don Quijote se comporta como si

    quisiese probar, por su praxis vital, las tesis de Protgoras con respecto al

    carcter subjetivo de lo real.

    La idea de prueba por medio de un engao haba sido introducida explci-

    tamente, en el inicio de la historia deEl curioso impertinente (I, 23). Quizs,

    la relacin de esta historia intercalada con la trama principal consista en el

    paralelo entre Anselmo en cuanto engaador de Camila, de un lado, y el cura

    y el barbero en cuanto engaadores de don Quijote, por otro.24 Mientras que

    Anselmo engaa a su esposa para probar su virtud, el cura y el barbero

    engaan a don Quijote para guiarle, por medio de este engao, hacia la feli-

    cidad, comportndose, as, como si quisiesen probarla pedagoga de Prot-

    goras.

    Sabemos todos que ni Anselmo, ni el cura y el barbero, llegan a conseguir,por medio de sus maquinaciones engaosas, el fin que se haban propuesto, y

    que don Quijote fracasa en su intento ms o menos consciente de probar, por

    medio del auto-engao, el carcter subjetivo de la realidad.25 Si la novela de

    Cervantes es un experimento virtual destinado a probar la filosofa de Prot-

    goras, el fracaso de este experimento virtual prueba que las tesis filosficas de

    Protgoras no son sostenibles. En esta ptica, el Quijote es una novela anti-

    sofista: una prueba virtual de la existencia de una realidad objetiva.

    El Quijote no es la nica obra de Cervantes que se puede caracterizar

    como una reflexin potica sobre las ideas de Protgoras. En El retablo de las

    maravillas topamos con la misma problemtica, presentada con acentos algo

    diferentes. El hecho de que la reflexin sobre lo que es la realidad y la verdadocupe una tan larga parte de la obra de Cervantes, me parece indicar que la dis-

    cusin con las ideas de Protgoras no tendra solamente un valor terico para

    Cervantes, sino que se podra vincular a su experiencia vital.

    Para resumir: las interpretaciones posmodernistas del Quijote no son

    anacrnicas, en la medida en que el pensamiento posmodernista se parece al

    de Protgoras, y en la medida en que la novela de Cervantes es una reflexin

    potica sobre las ideas de Protgoras. Sin embargo, estas interpretaciones no

    suelen ser adecuadas, porque

    1. pasan por alto el papel fundamental del engao en esta novela, donde la

    distincin clara entre el que est engaado y el que no lo est, prueba la exis-

    tencia de un mundo social que constituye, a su vez, la base de lo que es laverdad en esta novela, y,

    596 Heinrich Merkl [4]

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    2. porque el fracaso de don Quijote, y el fracaso del cura y del barbero en

    sus intentos de probar la epistemologa y la pedagoga de Protgoras, respec-

    tivamente, son una prueba de que estas tesis no son sostenibles, y equivale a su

    rechazo.

    Muchos son los crticos literarios del siglo XX que han buscado, como

    Hans-Jrg Neuschfer, un mensaje tico en el Quijote.28 Yo creo que este

    mensaje consiste en que el engao es, casi siempre, un medio moralmente

    reprehensible, y que, quien quiera desfacer agravios y enderezar tuertos es

    necesario que los analice antes, deshaciendo posibles engaos para as llegar a

    conocer la verdad.

    NOTAS

    1

    Vase James A. Parr: Plato, Cervantes, Derrida: Framing Speaking and Writing in DonQuijote, en On Cervantes: Essays for L.A. Murillo. Edited by James A. Parr, Newark (Del.): Juan

    de la Cuesta, 1991, p. 178 y ss.2 Vase Lucian Jarphagnon: Histoire de la pense. Antiquit et Moyen Age. Paris: Editions

    Tallandier, 1989, p. 86. Lo que nos queda de los escritos y de los resmenes y crticas explcitas de

    las enseanzas de Protgoras ha sido reproducido, traducido al alemn, en Wilhelm Capelle: Die

    Vorsokratiker. Die Fragmente und Quellenberichte Obersetzt und eingeleitet, Stuggart: Alfred

    Krner Verlag, 41988, pp. 323-340). El dilogo Teetetos lo leo en la traduccin francesa de Lon

    Robin vase Platon: Oeuvres compltes, II (Bibliothque de la Pliade), Pars: Gallimard, 1950,

    pp. 83-192.3 Para una caracterizacin del pensamiento posmodernista vase Peter Brger: Ursprung des

    postmodernen Denkens, Weilerwist: Velbrck Wissenschaft, 2000, sobre todo pgs. 164-187. Brger

    sita los orgenes del pensamiento posmodernista en la Phnomenologie des Geistes, de Hegel, y en

    la experiencia de la primera guerra mundial. Me parece que el pensamiento posmodernista

    contina el subjetivismo y nihilismo que es una de las corrientes del pensamiento europeo desde sus

    orgenes en los filsofos presocrticos. En cuanto al idealismo filosfico alemn (Fichte, Sche-

    lling, Hegel) encuentra los fundamentos del mundo en el yo, es una continuacin del subjetivismo

    y relativismo de los sofistas, de los que Protgoras es quien ha tenido ms fama; y en cuanto los

    posmodernistas exaltan la libertad del lector de leer el mundo y los textos conforme a sus deseos

    individuales, continan tanto la filosofa del idealismo alemn cuanto la de los sofistas.4 Franoise Joukovsky conoce dos comentarios renacentistas del Teetetos de Platn. Vase

    Franoise Joukovsky:Le Feu et le Fleuve. Hraclite et la Renaissance francaise, Genve: Librairie

    Droz, 1991, pg. 74 s. En este libro importante, Franoise Joukovsky ha seguido las huellas de la

    filosofa de Herclito en el Renacimiento italiano y francs. No s si ya se ha hecho un trabajo

    anlogo, y que incluya a los intelectuales espaoles, sobre la recepcin de la filosofa de Protgoras

    y los sofistas en el Renacimiento. Para la recepcin de los dilogos de Platn en la Espaa del XVI,

    vase Jos Lpez Rueda: Helenistas espaoles del siglo XVI, Madrid: Instituto Antonio de

    Nebrija/CSIC, 1973.5 Para el Moras Egkomion, id estStultitiae Laus, vase Erasmus von Rotterdam: Aus-

    gewhlte Schriften. Lateinisch und Deutsch herausgegeben von Werner Welzig. 2. Bd., Darmstadt:

    Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 21990, pgs. 8-211. Stultitia dice all que quiere imitar, en su

    discurso, a los sofistas de la Antigedad (ibid., pg. 10). Para el adagio Quot homines, tot senten-

    tiae vase Erasmo, ed. cit., 7. Ed., pg. 382.6 Para la cultura de Cervantes, vase Bruce W. Wadropper: Cervantes and Education, en: Mc

    Gaha, Michael D. (ed.): Cervantes and the Renaissance, Easton: Juan de la Cuesta Hispanic Mono-

    graphs, 1980, pgs. 178-193; Ludovik Osterc: Ms sobre la cultura de Cervantes, en:Anales Cer-

    vantinos 28 (1990), pgs 143-153. En la primera mitad del siglo XX, Amrico Castro y Marcel

    Bataillon han mostrado que el pensamiento de Cervantes estaba imbuido del de Erasmo. Vase A.

    Castro, El pensamiento de Cervantes (Revista de Filologa Espaola.-Anejo IV), Madrid, 1925,

    sobre todo los apartados No conformismo, pgs. 262-292, y El cristianismo de Cervantes,

    pgs. 307-320; Marcel Bataillon,Erasmo y Espaa. Estudios sobre la historia espiritual del sigloXVI. Traduccin de Antonio Alatorre, Mxico: FCE, 1950, pgs. 777-801. Ms recientemente,

    [5] Cervantes, Protgoras y la posmodernidad 597

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    Robert W. Felkel ha interpretado al Quijote basndose en la filosofa aristotlica-tomista, de la que

    afirma que era la de Cervantes. Vase Felkel, Robert W.: Aristteles, Santo Toms y la percepcin

    sensorial en el Quijote, in:Anuario de Letras 28 (1990), pgs. 181-231. No hay contradiccin entre

    los excelentes anlisis de Felkel y lo propuesto en la presente comunicacin, porque Aristteles haconocido y criticado las ideas de Protgoras y de otros sofistas, de manera que la filosofa aristot-

    lica puede entenderse como un rechazo del pensamiento sofista. Amrico Castro ha llamado la

    atencin sobre la Filosofa vulgar(1568) de Juan de Mal Lara, del que afirma que era un autor muy

    ledo por Cervantes (A. Castro, op. cit., pg. 179). Dice que Mal Lara sigue losAdagia de Erasmo

    muy de cerca (A. Castro, op. cit., pg. 183 n., tambin pgs. 190-195). Cervantes puede haber

    conocido las ideas de Protgoras a travs de Aristteles, o a travs de algn filsofo aristotlico-

    tomista contemporneo de Cervantes; puede haber ledo el Quot homines, tot sententiae de

    Erasmo, pero tambin puede haber ledo el Teetetos de Platn; o si no, puede haberlo conocido

    indirectamente a travs de otro humanista del siglo XVI, como por ejemplo su maestro Juan Lpez

    de Hoyos.7 Vase Arnold Rothe: Cervantes und Homer, in: Wilhelm Graeber et alii (eds.):Romanistik als

    vergleichende Literaturwissenschaft. Festschrift fr Jrgen von Stackelberg, Frankfurt a. M., u. a.:

    Peter Lang, 1995, pgs. 273-291, sobre todo pgs. 281-283. Aunque Rotche no menciona a Luigi

    Pirandello y a Jorge Luis Borges, los dos precursores cervantistas ms importantes de Michel

    Foucault en el siglo XX, sus observaciones constituyen una buena caracterizacin de lo que se puede

    llamar la escuela posmodernista cervantina. Para Pirandello en cuanto cervantista, vase Wilma

    Newberry (op. cit. en la nota 16, abajo), y Richard Schwaderer: Importancia de la figura de don

    Quijote en el ensayoLumorismo (1908) de Pirandello, in:Actas del coloquio cervantino, Wrzburg,

    1983 publicadas por Theodor Berchem y Hugo Laitenberger, Mnster, 1987, pgs. 118-126. Para

    Borges, vase Julio Rodrguez-Luis: El Quijote segn Borges, in:Nueva Revista de Filologia His-

    pnica 36 (1988), pgs. 477-500, sobre todo pg. 485s. Tambin hay que mencionar, aqu, a Carlos

    Fuentes, cuyos escritos cervantistas son posteriores a los de Foucault; vase Bernard Fouques,

    Carlos Fuentes, autor del Quijote, in: Actas del coloquio cervantino, Wrzburg, 1983 publi-

    cadas por Theodor Berchem y Hugo Laitenberger, Mnster, 1987, pgs. 69-74.8 Vase Michel Foucault, Les Mots et les Choses. Une archologie des sciences humaines,

    Paris: Editions Gallimard, 1966, pgs. 60-64. Segn esta obra, la regla de no distinguir entre la

    lectura del mundo y la de un texto caracteriza solamente la poca del Renacimiento. Vase Peter

    Brger, op. cit. en la nota 3, pg. 122s. La generalizacin de la no-distincin entre lecturas del

    mundo y lecturas de un texto no puede ser atribuida sino a unos posmodernistas posteriores a

    Foucault. Sin compartir el aludido postulado posmodernista, Edward Friedman presenta un exce-

    lente anlisis de la lectura en cuanto relacionado a la realidad del Quijote, pero sin mencionar que

    las lecturas son la base de muchos de los engaos narrados en esta novela. Vase E. Friedman:

    Reading Inscribed: Don Quijote and the Parameters of Fiction, in: James A. Parr (ed.): On Cer-

    vantes. Essays for L.A. Murillo, Newark (Delaware): Juan de la Cuesta, 1991, pgs. 63-64.9 Vase Carmelo Samon: Foucault e le follie di don Chisciotte, in: Giovanne Calabr

    (ed.): Identit e metamorfosi nel barroco ispanico (Acta Neapolitana, 10), Napoli: Guide, 1987,

    pgs. 149-157, sobre todo pg. 154.10 Ramn Saldvar: Don Quijotes Metaphors and the Grammar of Proper Language, in

    Modern Language Notes 95 (1980)m pp. 252-278. Los consejos que el amigo del autor le da a ste

    en el Prlogo implican, segn Saldvar, que el lector est absolutamente libre para crear el sentidode la novela que l quiera.

    11 Vase Salvador Jimnez Fajardo: The Sierra Morena Labyrinth in Don Quijote I, in:

    Modern Language Notes (1984), pp. 214-234.12 Peter Gendolla: Die verrckte Vernunft. Zum Wirklichkeitsbewutsein in Cervantes Don

    Quijote, in:Romanistische Zeitschrift fr Literaturgeschichte 12 (1988), pp. 161-177, sobre todo

    pg. 172, pg. 176.13 Paul Julian Smith: The Erasure of Rheroric in Cervantes, in: P.J. Smith: Writing in the

    Margin. Spanish Literature of the Golden Age, Oxford: Clarendon Press, 1988, pgs. 172-201.14 Vase Iris M. Zavala: El Quijote, la escritura desatada y la crtica del logocentrismo, in:

    Nueva Revista de Filologa Hispnica XL (1992), pgs 305-322.15 Vase Myriam Yvonne Jehenson: The Dorotea-Fernando/Luscinda-Cardenio Episode in

    Don Quijote: A Postmodernist Play, in:Modern Language Notes 107 (1992), pgs 205-219.

    16 Vase Nicholas Spadaccini / Jenaro Talens: Through the Shattering Glass. Cervantes andthe Self-Made World. Minneapolis: University of Minnessota Press, 1993. El hecho es que la

    598 Heinrich Merkl [6]

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    Segunda Parte se refiere, as, a la Primera Parte y a la continuacin por Avellaneda, es uno de los

    temas predilectos de las interpretaciones posmodernistas. Sin embargo, vase Pedro Lpez Lara:

    En torno al desengao de don Quijote, in:Anales Cervantinos 25-26 (1987-1988), pgs. 239-254,

    que refiere la auto-referencialidad de la Segunda Parte al cronista mencionado en la Primera (sobretodo, pg. 245). La auto-referencialidad me parece ser ms caracterstica de la modernidad que

    de la posmodernidad. Probablemente es tan vieja como la impresin de libros. En el Quijote, la

    auto-referencialidad se encuentra al lado de la referencia a un mundo social. Para los hombres pol-

    ticos desde el Renacimiento hasta hoy, el hecho de leer sobre s mismos en libros o peridicos tiene

    que ser una experiencia casi cotidiana.17 The most elaborate conscious alteration of reality occurs in the second part of the novel

    when the duke and duchess () decide to provide a setting in which Don Quijotes version of

    reality does not clash with his surroundings. (Wilma Newberry: The Pirandellian Mode in Spanish

    Lirerature from Cervantes to Sastre, Albany: State University of New York, 1972, pg. 6s) Segn

    Newberry, Cervantes quiere mostrar, as that it is impossible to control fiction or to isolate it from

    reality. (Newberry, op. cit., pg. 8) Me permito observar, aqu, que los protagonistas, e incluso el

    narrador, en los captulos aludidos por Newberry (II, 31ss.), con la excepcin de don Quijote y

    Sancho, saben que los duques estn burlndose de don Quijote; y que esta burla no altera la realidad

    en ninguna manera, sino que aade a la realidad una representacin teatral improvisada que nadie,

    sino don Quijote y Sancho, confunde con la realidad. Sin duda que tienen razn los innumerables

    crticos que han afirmado que la locura de don Quijote consiste en que confunde realidad y ficcin.

    Conservemos la distincin entre las dos, para que los poderosos no puedan burlarnos con tanta faci-

    lidad como los duques burlan a don Quijote en la Segunda Parte.18 La descripcin de este mundo social, llevada a cabo por J. Salazar Rincn (El mundo social

    del Quijote, Madrid: Gredos, 1986), presupone el discernimiento entre mentiras, burlas y fic-

    ciones, de un lado, y la realidad y la verdad, por el otro.19 Vase Alexander A. Parker: El concepto de la Verdad en el Quijote in: Revista de Filo-

    loga Espaola, 32 (1948), pgs. 287-305. Parker resume la concepcin del mundo que segn l

    caracteriza el Quijote, diciendo: () La realidad no es ambigua; el mundo es razonable de suyo;

    sin embargo, reina en todo l la discordia del campo de Agramante, puesto que los hombres son muy

    propensos a falsear la verdad cuando creen que esto les conviene. (pg. 304). No cabe duda de

    que la obra subraya lo difcil que es conocer la verdad, as como comunicarla o difundirla. Debido

    a esta dificultad, la vida es un intrincado laberinto en que andan confusos los hombres. ()

    Pero la dificultad est en el plano de la moral, no en el de los sentidos. La dificultad que hay en

    alcanzar la verdad se debe a la arrogancia, al engreimiento, al egosmo, a la frivolidad, a la clera,

    a la grosera, a la intolerancia y al entremetimiento de los hombres; todo lo cual falsea la verdad

    () (pg. 304). A. A. Parker criticaba, entonces, una de las tesis expuestas por Amrico Castro, en

    El pensamiento de Cervantes (1925). Las posiciones idealistas de A. Castro tienen mucho en comn

    con las interpretaciones posmodernistas actuales del Quijote. Para una discusin ms reciente de

    la interpretacin de A. Castro, vase Juan Ignacio Dez Fernndez: Libertad de percepcin y

    realidad variable: Algunas notas sobre la semiologa del vestido en el Quijote, in:Anales Cervan-

    tinos 34 (1998), pgs. 61-83, sobre todo pgs. 65-71.20 Thomas R. Hart ha mostrado que haba, en la Italia de entonces, poticas que condenaban

    el engao. Citando una obra de Giovanni della Casa, dice: () della Casa condems both witty

    remarks and practical jokes, since both may cause pain. () Cervantes may have shared dellaCasas views on this point. (Th. R. Hart: Deceit and Decorum in Cervantes, in The Modern

    Language Review 90 (1995), pg. 371.) Apoyndome en los argumentos de Hart, quien hace

    hincapi en que los protagonistas burlados vienen retratados con tanta simpata en esta novela, me

    permito disentir de Ruth El Saffar, que piensa que Cervantes trataba, en sus obras, de justificar el

    engao. Vase R. El Saffar: Cervantes and the Games of Illusion, in: Mc Gaha, Michael D. (ed):

    Cervantes and the Renaissance. Papers of the Pomona College Cervantes Symposium,November

    6-18, 1978, Easton (Pennsylvania): Juan de la Cuesta Hispanic monographs, 1980, pgs. 141-156,

    sobre todo pgs. 152-153.21 El ejemplo ms claro es el del eclesistico (II, 31). Don Quijote casi siempre condena el

    engao vase, por ejemplo, el Discurso de la Edad de Oro (I, 11), pero lo permite en la guerra

    y en el amor (II, 21). (He ledo el Quijote en la edicin de Martn de Riquer, Barcelona: Editorial

    Juventud, 1968; dcima edicin, Julio 1975.)

    22 Vase cap. I, 9, y muchos ms. Para un anlisis de la funcin epistemolgica de los narra-dores y del traductor vase Javier Blasco: La compartida responsabilidad de la Escritura desatada

    [7] Cervantes, Protgoras y la posmodernidad 599

  • 7/24/2019 Cervantes y el Protgoras.pdf

    8/8

    del Quijote, in: Criticn 46 (1989), pgs. 41-62, sobre todo pgs. 54-60; y Antonio Mart Alanis:

    La funcin epistemolgica del traductor enEl Quijote, in:Anales Cervantinos 23 (1985), pgs. 31-

    46.23

    No ignoro que el motivo del engao cambia en el curso de este episodio: despus de la velade las armas, el motivo del ventero para continuar su burla es evitar otras desgracias ms (Quijote

    [ed. Martn de Riquer], pg. 52).24 He propuesto este paralelo en mi resea del excelente libro de E. C. Riley: Don Quixote,

    London 1986, in:Romanistisches Jahrbuch 38 (1987), pg. 379, interpretando el Quijote I como un

    exemplum destinado a mostrar la inhumanidad de las acciones engaosas del cura y del barbero, y

    de Anselmo.25 Para un anlisis del desengao de don Quijote vase Pedro Lpez Lara, En torno al desen-

    gao de don Quijote, in:Anales Cervantinos 25-28 (1987-1988), pgs. 239-254, pgs. 239-254;

    John J. Allen: El desarrollo de Dulcinea y la evolucin de don Quijote, in:Nueva Revista de Filo-

    loga Hispnica 38 (1990), pgs. 643-674; y sobre todo Robert W. Felkel, art. cit. en la nota 6,

    arriba, pgs. 210-225. Felkel dice que el desengao en el Quijote II equivale a deshacerse de un

    error como primer paso para acercarse a la verdad (pg. 210).26 Vase Hans-Jrg Neuschfer: El curioso impertinente y la tradicin de la novelstica

    europea, in:Nueva Revista de Filologa Hispnica 37 (1990), pgs. 605-620. Neuschfer interpretala novela del Curioso Impertinente, y tambin la trama principal como un exemplum destinado a

    mostrar que el hombre es capaz de determinar su propio destino. Con la condicin de que () no

    sobrevalore sus limitadas posibilidades. (pg. 620)

    600 Heinrich Merkl [8]