CERRONI, Umberto. Introducción a la Ciencia de la Sociedad. Hacia una Ciencia Social Integrada, Ed....

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* ¡.¡-*.iCIENCIA ECONÓMICA E IDEOLOGÍA1. AuÁrrsrs rcoNórrlrco y DocrRrNARrsMo,5--r\ -' +!";'-I ;*t--'J-, CJI'-, (r;,r-lL-, p---.\.*, \1t11+,^f )**, , {.--:*r* .!L¡.rr.-'. ,' bL4"-L " CoZ'n),ti+ J z 3 s ,2 1 5 . tl IC¡.*e*-*., U-L-f.1-*¡-,1*..',- lJ* 1- S--.(J. $"t* '4('.!.¿-El problema más importante que plantea la historia del pen_ samiento económico es sin la menor duda el pertinente a las circunstancias históricas y teóricas en vi¡tud de ias cuales se constituye una ciencia au

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CIENCIA ECONÓMICA E IDEOLOGÍA

1. AuÁrrsrs rcoNórrlrco y DocrRrNARrsMo

El problema más importante que plantea la historia del pen_samiento económico es sin la menor duda el pertinente a las cir-cunstancias históricas y teóricas en vi¡tud de ias cuales se consti-tuye una ciencia autónoma de la economía polít ica. En líneasgenerales, este problema no es distinto de los ielativos a le cons-titución en ciencias autónomas de otras disciplinas <<positivas>>que permanecieron durante largo tiempo vinculadas a csta óaquella rama de la fi losofla o la religión. pero eviclenternenrc, csre.caso presenta cie¡tas connotaciones específicas esenciales. La m¿íspalmaria de todas hace referencia al hecho de quc la historia clclpensamiento económico se nos muestra baio dos enfoques rl is_tintos según se configure como historia de exposicioncs, qrrc nr-guien ha denominado <<fotogtáfr,cas>>,r de la activiclecl cconómicrr .como historia de las valoraciones y de los jrricios formula<los sol.,r.r.tal actividad. Por consiguiente, es ftrndemc¡rtal ln clctcrminncitindel origen de la ciencia económica parn rcsolvcr cl ¡rroblerr.r:r r¡rr,.afecta a esta doble art iculación clc l r h istor i ¡ r < lc l l r t ,nsnnr icrrroeconómico, a f in y efecto que puecla. l i j r r rst . ( . ¡ l .n c:rr t . r ¡ r r r . r . ¡ i ; í -nico ese conjunto de exposiciones quc pcrnrit irrín rr l:r cconorní;rplantearse como ciencia autónomn y s(.1)ílr l lrst ' . l t. l ,rs vnlorncir.rncsy proycctos rcfornradores ql lc l ) ( ) t ' l r t t ' ¡ io t ic ln¡)o l : r l ( ' ( ) t ) t l ) ; t i i í l r ( ) t ) .

1. E. James, Stor ia . t le l . pensiero ((() t r t ) t r t t ( . ( ) , Nl i l f n, l ,16] , ¡ r . 5 [ t .x istcversión castellana: I l irtori¿ di patr,rnir,t,to r.t 'n¡5t'r i((), tr l,r, l,rcci, ir i , lc ] i icrr. loDefarges, Aguilar, N,l¿rclrit l , t96il.

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236 INTRoDUccióN ¡, r.,a, crENcrA DE LA socrEDAD

La primere obra imporrante sobre historia de las doctrinaseconómicas, la de Gide y Rist,2 aún no efectuaba esta distincióncontentándose con seguir los desanollos del pensamiento econó-

. mico en una y otra de las direcciones apuntadas. pero poco apoco ha ido consolidándose la distinción u q,," venimos ,.firi¿rr-donos gracias tanto a los progresos analíticor d. lu propia econo-mía como a las distinciones inroducidas por los hisioriádores del

' pensamiento económico, en base a tales progresos, dentro de lasdoctrinas particulares de los diferentes

-pensadorer. ya pirou,en la introducción a su Traité d,éconotiie politique, proponía

. <(separar de la forma más radical posible t ...I 1a -doctrlna^

y lateoría, la explicación y ia valoración, el conocimiento de ra rea-lidad y el juicio de valor>>. Este mismo punto de vista es seguidoposteriormente por B. Nogaro y por Bousquet, y halla su másfirme defensor en J. A. Schu-p.i.r, cuya-Hisitiria d.el análisiseconómico indicaba ya en su mismo título el deseo del autor deestablecer una clara distinción entre <<análisis económico>> v <<Den-samiento económico>>.3

'

una vez aceptada y, por decirlo de algún mocio, instituciona-lizada, dicha distinción comporta evidentemente una respuesrapeculiar al problema que planteábamos al principio, a sa6er, laasunción de una estrLlctura técnico-analítica como estructura dis-tintiva de la ciencia económica. Este tipo de asunción se hallaampliamente difundido en la actualidad, de forma que la estruc-tura técnico-analftica parece haber incidído tan profundamente enla historia de la economía polltica que incluso ha traldo consigoIa modificación del nombre tradicional de dicha disciplina. En laactualidad se halla cada vez más generalizado el término económi-ca pata designar esta orientación general de la economía política

.2.. ch' Rist y..ch. Gide, Histoire des doctrines écoxontiques depuis lespbysiocrates jusqu'l nos iour's, Paús, 1947.,^ ?_.-_1.4. Schumpetet, Storia del l 'anal isi economica,,Tu¡ín, 1959, I , p. lf exisre versión casrellana: Historia der anárisis económico,'t¡a¿uóci¿n ¡"MT.u:l Sa*istán,..Ariel, Barcelona, 19711: <Entiendo pá', ;niJr*iu a.fannrrsrs economrco" lx hrstorra de.los esfuerzos intelectuales qtre han l levadoi

.?!.-1:: lo1nbr¡g,para comprender los fenómenos .io.¿Ái-i o, io qu"

es- lo mismo, la historia de los aspectos analíticos o científicos dei pensa-. miento económico>>.

cr[,NcrA ¡¿coNóltrcir n rpgo¡.ocÍ¿ 237

que parte de fines esencialmente analíticos y considera sumamenteperjudicial cualquier contaminación <<doctrinatia>>.4

Bajo este perfil la situación de la economía es muy similar,en sus planteamientos generales, a la teoría general'del derechoy del Estado tai cotno la han elaborado los normativistas cpn la tu'tela del <<purismo>> keinesiano. Al igual gue Kelsen, Schumpeterpone como base de su construcción de la economía analítica lanecesidad de evitar toda <<ideología>>, y por consiguiente, la de<<depurar>> también a la economía política de toda posible intru-sión de juicios de valor para conformarla como <<conocimiento alque prestan su ayuda instrumentos especiales>>.s Con ello, ttataáe diferenciar la Listoria del análisis económico tanto de la <<his- '

toria de los sistemas de economía política>> como de la <<historiadel pensamiento económico¡>. Veamos cómo define Schumpeterestos otros dos sectores del conocimiento: <<Entiendo pot "siste-

ma de economía política" la exposición de un conjunto orgánicode políticas económicas cuyo autor las propugna en base a cieqtosprincipios unifrcadores (normativos), como puedan serlo los'prin-cipios del liberalísmo económico, del socialismo, etc.>>. Por supátt., el <,pensamiento económico>> sería <<la suma de todas las

opiniones y deseos relativos a cuestiones económicas, y especial-

4. L. Robbins, Saggio sulla natut'd e l'importanza della scienza ecopomi',o,iur*, 19tt, ;' jt-[.*iste versió' castellana: Ensayo-s-obre la naturalezai i"- ¡*iirliii¡i 2u io ciencia económ.ica,, FCE,- Méxíco ,- L95L2f :.5La económi-á" t...j se ocupa de aquel aspecto de la conducta que-se manifies,ta a causa

¡; 1; ¿r;;;á. Á.diós poti .ont.g,tir determinadós fines. De ahl se des-

ot.ná. lu" la económiia'r. mo.ttrá totalmente neutral con respecto a los

ñi,.t, -riJ"¿" -1"

iái"" -áa

economisra preocuparse p_or la consecucfrn de cual-quie,í ñnsiempre que dependa de medios escasos. La económica no se pce$.a-de los fines en cuanto tales>>.

5. J. A. Schumpetet' op, cit., p.9. Es verdaderátnente cutioso que un

"rruJioJo .á-ó Sifrt-p.i.t,'ton pieocupado por el <carácter técnico> del co

nocimiento social, ensirrch" ttuttá tal plnto ius límites que.la. propia magia

queda incluida dántro de la ciencia. <l$i 14 ciencia es conocimiento ayudadopor insrrumenro, ..p..iul.r, ¿; a;¿it, definida en base al criterio de adop-

:'tó" á; 1#i;il'ñ'.i.l.r;"¿. 1i.i ;" ;ó"riJ.tui como cietcia, por ejemplo,ü--rsiu ;tucticada .t'iti¡L,l p¡*iii"":. v .uo .tt la medida' én q-ue haceuso de técnicas .o g.".iult*tit"

^c..ri6tá que se han jdo^ desagollandg I

transmitiendo poco a po.o-." éf ámbito de uÁa-casta.d9 b.rujos profesionales'y efectivamente, por pii*ipi",- rr-Éii" á"¡é*.. incluir la

'magia deu6o de

la ciencia>> (op. cit., PP. 9'10).

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mente a la política económica, que fluctúan en Iá "conscienciapública" en una determinada época y lugar>>.ó por consiguienre,la base sobre ia que se establece la precedente nipartición seríala separación entre conocimiento científico esenciahnente analíti-co, coordinación política de un sistema económico y <<visión> ge-neral (preanalítica),

- H , Pata nosotros la distinción más esencial es la que se establece- entre <<análisis>> y <<visión>>, pues refleja la distinción más generalentre ciencia e ideologla a la que en mayor o menor medida hacenreferencia todas las demás ciencias sociales. Tratemos de fijarlacon mayor precisión siguiendo las indicaciones del propio Schum-peter. Escribe schumpeter 7 que <<el esfuerzo analrtiico va necesa-riamente precedido por un acto cognoscitivo preanalítico, que esel que nos suministra la materia prima para aquél>.

Efectivamente, el esfuerzo unr]lti.o <<se inicia después de quehayamos conseguido la "visión" de un cierto grupo-de fenóÁe-nos)>, y <<lo primero que debe hacerse entonces es convertir Iavisión en palabras o en conceptos, de forma que sus elementosocupen el lugar que les coresponde con nombres que faciliten suteconocimiento y manipulación dentro de un esquema o cuadromás o menos orgánico>,

Y prosigue Schumpeter,

pero actuando de este modo, logramos casi de forma automáticaotras dos cosas. Por un lado, reunimos nuevos datos que vienen' a sumarse _ a los disponibles, y aprendemos a contemplar con

' sospecha ciertos datos que aparecían en la visión originar. porotro, el mismo trabajo de elaboración del esquema añádirá nuc-vas relaciones y nuevos conceptos al grupo originario y, en general,eliminará otros. En el marco de este lnfinió pro.éro dé dar ,,recibir, la <<actividad empírica>> y ra <<teórica)>, que se corrig"í' una a o$a^y se imponen mutuámente nuevas tafeas, acab"n forgenerarse finalmente m o d elos cien t ilico s -productos provisiJna-

' Ies <<originados conjuntamente>> por ra intiracción reclproca deaquellas dos <<actividades>> y de los elementos supervivientes de

cIENcrA r,coNóltrc¡ n ronoLocÍ¡ 239

la visión original-, modelos a los que se irán aplicando citericscada vez más rigurosos de coherencia y adecuación,

Por consiguiente, el Proceso cognoscitivo seguiría, segúnSchumpeter, un desatrollo que puede resumirse en la exptesión<de la visión al análisis>>, y dado que <<la visión es ideológica casipor definición>>, pues <difícilmente puede distinguirse el modo.n qo" vemos las cosas del modo en que desearíamos vetlast>,8dicho proceso enttañaría en substancia una progresiva <<libera-ción>> de la ideología, Si bien es cierto que esta última constituyeun elemento estimulador para la investigación, ésta sólo puedeavanzar hacia sus objetivos científicos liberándose progresivamen-.te de las <<visiortes>> pteanalíticas mediante <<un conjunto. de re-glas que le permitan individualizar, diagnosticar y. eliminar lailusión ideológica>>, procediendo con ello a <<conceptualizat el con-tenido de la visión>> y a buscar <<otros datos empíricos (hechos)

con los que enriquecemos y verificamos los originariamente indi-vidualizados>.e

En este esquema explicativo de Schumpeter podemos aislartres puntos fundamentales: 1-) iunto a, y antes de, la penetra-ción analítica de ios fenómenos existe un conocimiento no cien-tífico (intuitivo) denominado <<vísiónr> que, en cierto modo, <<fo-

menta> la investigación detetminando un conjunto de finalidades,e incluso una sefie de puntos de referencia orientativos; 2) elconocimiento científico nace de 1a verificación o de Ia emancipa-ción de esta <<visión>; 3) el conocimiento científico puede proce-

der a tal verificación emancipadola pues existe un <(campo de.ve-rificación>> objetivo con respecto al cual medir la bondad de la<<visión>>.

Estos tres puntos fundamentales nos remiten de inmediato atres problemas de orden general que nos ttasladarán hasta la his-toria general del conocimiento social (y en particular, económico).El primer problema es el de la <,procedencia>> de la visión, odicho de otro modo, el del tipo de. condicionamiento que la origi-na. El segundo es el relativo al grado de <<supervivencia>> de ele'

8. Ibid., p. 54,9. Ibid., p. 57.

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mentos ideológicos en er anárisis eco¡ómico. Finarmente, el ter-cero es el de la relación- que se establece entre esta <<superviven-. cia>i y Ia <<verificabiiidad> "f..¡"u

á. l; ¿;;#r.*o'"'En otros términos, podemos

"on*ni¡ con Schumpeter en queel conocimiento cientí6-co r. tulü:fromovido por una determi-

. nada visión global originaria ¿. iori."ornenos, pero se rrara de' examinar cuál es la génesis de esta ointuición>. En segundo lu_gar, también Dodemos estar de

".".r¿o- .o'-íffi;.d"i, n,r.el conocimienio científi."

";;-;;1.¡ifi.a.ión y eriminación delos elementos ideorógic": d. ;;d+, p.ro l" t.¡á.ri. ffirtantees dererminar qué ciiterio pu"d. d;;;o, cuenra de la eventuar su-pervivencia de alsunos de ür", .t.r"iio, a pesar de su inverifica-bilidad. En tercei<(campod.u.,in.ulir*ii".*T;"Ti.,?a;.:::::,:,T;i::*lpor qué motivos ezudo'por ;l l;;ü:"ijli: ¿1 üTf ;:,::?:l-;: ffii:''jJ$:servirnos como <<eliminadór .i"ntin.árr'i¿;iü;;"r"üli.]r", en Ia investigu.ioli

todos los presupuesros

2. Le rss¡s op ScHUMpETER

Antes de juzgar los méritos substanciales de los t¡es proble_mas antes enunciados 10nvie.n5 profundizamobrc-iu

-.onáp.i¿n

^T^::i: Schumpeter de Ia ideojo gia y d, sus relaciones con Iacrencia económica. En su ensayo Slienre ond I¡r;l;;-;,i;eJUU.u_do en 1949, quizá sea donde i ru.á"r un tratamiento más com-pleto sobre .l t.-u_ Tru, .*porr.r-L.u.r.nte Ia historia delproblema de la ideologiu,

-orirurrá";;.' aproximadamente hasta ra mitad der sigro x'* Ia evolución de Ia<<ciencia>> había venido siendo .onri¿Lr"au como un proceso pu-ramente intelectual, como una se¡ie de

"*ptoru.ionir-á.J ""iverso empírico o, por así decirlo, como un proceso de filiaciónde descubrimientoi o de ideas ui"liii."r, pÁ..r" qü rl.,i.ru-

10' Incluso con er título:,S^cienza e ideorogia> en F. cafté, Economistimoderni, Mrlán, 1962, pp. 253_SZé.-- v 's!v¡v¡

CIENCIA ECONOMICA E IDEOLOGIA 241

rrolla según una ley propia, aunque, indudablemente, influenciaa la historia y es influido por ésta de muy diversos modos.

Schumpeter afrrma que <<Matx fue el primero en transformal estarelación de independencia entre la "ciencia" y los demás sectoresde la historia social en una relación de dependencia de la primeracon respecto a los datos objetivos de la estructura social [...]>.Admitida una determinada interpretación de la ideología en Marx(la que de hecho ha alcanzado una mayor difusión), Schumpeterseñala que <<las ciencias sociales [... ] no comparten)> las ventajas ,de las ciencias naturales, en las que <<1a interpretación sociológicano pone en enüedicho, al merlos en los últimos dos o ffes siglos,la "verdad objetiva" de las investigaciones>>. En efecto, en elcaso de las ciencias sociales parece posible

poner en entredicho sus resultados no sólo por todos aquellosmotivos que son comunes a las demás ciencias, sino tambiénen base a la razón ulterior de que no reflejan otra cosa que lasvinculaciones de clase del escritor y que no hay lugar para lascategorías de verdadero y falso sin referirse a las mismas, demodo que tampoco lo hay para la idea de <(progreso cientlfico>.

Así pues Schunrpeter se alinea en última instancia con quie-nes niegan una posibilidad <objetiva>> de elaboración de la cien-cia social (que ya desde este mismo instante contrasta extraña'mente con la proclamada certidumbre de los progresos <<analíti-,' 'cos)> en el terreno de la economía), al tiempo que determina el<procedimiento científico)> que debe seguirse para ptogresar enlos conocimientos sociales. He aquí las fases: 1) <<percepción de. -un grupo de fenómenos cor¡elacióna.los> por medio-de una intdi

*!4'*

ción precientifrca que el investigador recibe de sus predecesoresy contemporáneos de forma substancialmente <(precientífrca>>; 2.)desarrollo analítico de la investigación; 3) progresiva <<elimina'ción>> por verificación de los elementos ideológicos; 4) posible su-pervivencia <<interesada¡> de elementos ideológicos inconrolados.

¿Cuál es entonces la <<fronterai> entre el proceso de eliminacióny el de conservación de los elementos ideológicos? Podría res'ponderse, para mantenernos fieles a la confranza schumpeteriana

16. - cERRoNr

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en las verificaciones- anarídcas, que dicha frontera se erige a causade la prevalencia del <inte¡és iocial> del investigador" sobre su<<interés cienrífico>>, por ranto, y en definitiva, de Ii d.biridad mo-ral del científico. pero sería ésta una respuesta muy poco concre-ta, pues de hecho nos conduciría una vJz más a negar ra posibiüdad misma de cons*uir una ciencia, es d.ecir, dJ elaborar unproceso de investigación rigurosamente rógico; negaría ei proble-

+r-.-- | T" mismo de la <<eiiminación>> de los pi..o.r."plos ideoliógicos.

una segunda respuesra podría ser que la fimitación teóricá dercientlfico le inmoviliza en ra prisión <ideorógica>>, haciéndore im-posible la verificación ]iberaáora que pudie-ra propor.ionarle elanálisis' Pero-schumpeter no sigue-esta^s iíneas áe pensamiento yse repüega sobre un tercer tipo de respuesta absorutamenr" ,or-prendente. En efecto, escribe: oel análisis económico no nos' faculta para emitir condenas indis*inzinado, y ,l materiai debeexaminarse refiriéndoio a ras circunstancias de cada caso particu-Iar. sin embargo, muchos economisras defienden la validez ie tales' condenas indiscriminadas [...]o porque <<las ideorogías crista-Iizan y se convierten en a¡tículoJ de fe, con ro que se haceninaccesibles ar tazonamiento, con defensores crispuestos a luchar. por ellas con todas sus fuerzas>>.

Por consiguiente, sólo el genérico <<progreso de los tiempos>>.dará paso a una nueva <<visión>> que permita cancelar tor rri.;o,p¡econceptos ideológicos y destruir las raíces ideológicas que el

, cientffico no logra extirpar a rravés de una simpre investilaciónanahtica.

Y ilega schurnpeter a una singular concrusión craramente am-bigua. Por un lado se afrrma que <<ninguna ideología económicapodrá sobrevivir indefinidamenie, incruio den*o á" ,r, mundo' socialmente estacionario>>, demcstrando así su inconsistencia cien-tlfiéa. Por o*o, se. proclama que er acto cognoscitivo <precien-tlfico>> constituye <<la condición necesaria de nuesffa actividad cien-tLfr'ca>>, ya que <<a través de él obtenemos nuevos materiares paranuestra tarea científica así como nuevo material que forrnrrlar,defendet y atacatr>. <Aunque a causa de nuestras'ideologías sáavance lentamente, sin ellas no podr.íamos caminar.>>

Esta sorprendente conclusión pone cle manifiesto fundamentar-

crENcrA ncoNóurca r rnnor-ocÍa

nente la esterilidad del conocimiento científico en el campo de laeconomía, bien sea porque el análisis económico se conforrnacomo simple <<maletín instrumentel>> que no permite auténticascortecciones de fondo de las ideologías al no sugerirnos nadasobre la posibiiidad de emitir juicios de valor, bien sea porque,en último término, son las ideologías las que estimulan el progresocognoscitivo. Ambos resultados -que convergen en una concep-ción escéptica de la posibilidad de hacer 6ig¡sl¿- suscitan dudasradicales. En primer lugar queda muy claro que la denominadaeconómica es cualquier cosa menos ciencia, qrle se trata de unasimple técnica <<adiáfora>> asimilable a la jurisprudencia normati-'va, dedicada a trabajar sobre los medios y a remitirlos a finessobre los cuales no se pronuncia. En segundo lugar, la imposibi-lidad de una auténtica ciencia (capaz de extraer juicios de hechode los juicios de valor) deja un amplio margen de supervivencia alas <<visiones>> precientíficas, en tanro que ¡adicalmente ineümina-bles y estimuladoras de un proceso cientlfico que, en definitiva,no puede servirse de otros instrumentos cognoscitivos más efi-caces.

Esta concepción de Schumpeter que acabamos de esbozar noes un hecho aislado. En el plano teorético coincide claramente conla mteodología de lMeber (y a tavés de ésta está en relación tantocon el historicismo como con ei pragmatismo), miennas que en elplano de la teoúa económica puede vincularse al tecnicismo, quequizá haya encontrado su más límpida fo¡mulación en el pensa-miento de Robbins. En efecto, es \7eber quien resuelve la pro-blemática metodológica del conocímiento social en la relaciónmedios-fines encuadrada en una metahistórica <<libertad de elec-ción> del investigador <,culturalmente interesador>. Y es Robbinsquien teoriza una económica adiáfon y me¡amente técnica: <<Laciencia económjca es la que estudia la conducta humana como unarelación entre fines y medios insuficientefiiente aplicables a usosalternativos>.rr Para el primero la <<fe>> del cientlfico es el defini-

11. L, Robbins, op. cit., p, 20. Con respecto a Weber, véanse ios ensayoscontenidos en M. \X/ébe r,

' íl netodo de[le scienze stórico-sociali, ed. de

P. Rossi, Turín, J.958, y M, Weber, ll laboro intellettuale cone professione,Turín, L966 fexiste raáucción castellana del ensayo weberiano <'!üissenschaft

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tivo punto de entronque (evidentemente cargado de ir¡acionaris-*o),d,r nuestro proceso cognoscitivo i p'o er Jegundo tu ot!.ni.uoes er unlco y auténtico contenido de la <<ciencia¡>. por consiguien-te, para el primero Ia ciencia no será más que or.p.ri"iórr' d". nuesffas- opciones ext¡acientíficas, mientras que para el segundola metafísica o 7a ideología s.¡áí erementos incontrorabres en elterreno de Ia ciencia_. Tanto para uno como para otro el procesode <<liberación>> de los precJnc"ptor ia"oi¿r*; ;ñ;i impo-sible, pues debe fundaminrarse Jr, lu ,upr.Áacía de Ia ie y debeser aceptado como- una tafea mefamente tecnicista y evaruaiora ,.r.ra clencla económica.

3. Et <<caso>> ¡B AnrsróTELEs

.a) Econonía y crenatístíca

Tratemos ahora de ilusüar problemas que acabamos de enun_ciar:nediante algún caso ejempüficador.

El primer ejemplo qn. poi.-os exponer es el del pensamien_to económico de Aristóteles, generalminte consideradi como elprimer inrenro de explicación iientífica de los fenómenos econó-micos a pesar de esta¡ todavía ampliamente condiciorudo po, .rr^determinada <<visión ideológica>>. io prim.ro que no, ,o'rpr.rrd.en Aristóteles es el gran contraste que existe

-entre alg.rni, er.-

Ihento.s de lo que, c<¡n Schumpeter, seguiremos llamarido inves-tigación

-analítica y la amplia utilizációi de erernento, q.r.- ru,1u

tienen de analíricos, sino que más bien son ético-meiafísicos.Este. contraste .puede evidenciarse fácilmente yu"tup*i"ndo

"lanálisis aristotélico sobre el valor con su regitímacián de la es-clavitud por naturaleza.Er con*aste a que nós referimos ha sidoobviamente obse¡vado por todos los hisioricdores der p.nru.i"n-to económico, incluido Schumpe-ter, quien señala al misLo tiempola <<intención analltica>> qu. áif.r.túa a Aristóteles de pratón yla presencia de un .<prefuicio ideorógico unido a una iniención

crENCrA Eco¡¡óMrcn B rpBor,ocí.t 2'45

apologética>.r2 La intención analítica se desprende concretamentedel análisis del valor (de la moneda, del cambio, etc.), la inten-ción apologética de la legitimación de la esclavitud. Análogo esel juicio emitido por Roll, para quien <<A¡istóteles fue el primereconomista analítico>>, a pesar de que fuera <<incapaz>> áe afron-tar <(una institución fundamental de su sociedad>>: la esclavirud.r3Y he aquí el juicio de James, otro historiador: Aristóteles <<supo '

distinguir, como los modernos, entre valor de uso y valor decambio, pero sus investigaciones asumen de inmediato un carác-ter normativo, no analítico>>.la

En todos estos juicios nos sorprende la falta de explicaciónsobre el corltraste señalado, es decir, la ausencia de una inves-tigación convincente acerca del sorprendente hecho de que Aris-tóteles consiga ver, cotno los autores rnodernos, distinciones ana'

líticas fundanrentales, pero que en cambio no logre stpetar, cotnolos autores modernos,la idea de la esclavitud. Si en el primerode los aspectos ensalzamos el genio de Aristóteles, por lo que

respecta al segundo deberemos reconsiderar nuestro juicio, aunquecon ello no logret,r.rs dar una explicación de su pensamiento capaá

de mostrat cómo y por qr,ré un determinado modo de <<analizar>>e1 mundo le permite anticipar conceptos aún inéditos a pesar deque no le permita liberarse del <prejuicio>> de la legitimidad de

]a esclavituá. O buscamos esta explicación o deberemos aceptar las

lamentaciones de Gomperz, quien <<casi experimenta vergüenza>>al hablar de este segundo aspecto del pensamiento aristotélico, y

no va más allá de ,t-rttu. un cándido .<asombro>> ante el mismo'ls

12. J. A. Schumpeter, op cir., pp.70'74.L. E. R;tr,-st;;ia dei pZnsieio'iconómico, Tutín, .7954, ny!'33 -t

exís'te versión casteilana: Historia de las doctri"oilrái¿*ír)],''p-Cp,,- Méxicol-{ "L974,J.-'

L4: E, James, Storia del pensiero economico, ed. cit., pp..26-27 ' .Cf ' tam'bid R. L.liu.ttlnán, Histoire' des doctrines écon'omiques'ii l'antiquité á nosiours. Parfs. 1960. pp. 12 ss.'"'';i.'ih: ó;bJ¿-.

-pi"titor¡ sreci. Storia detla filosolia antica, 4 uols',

norá".iu, lgez , pl. +ll ti"i*i. veñión castella¡a. Pénsadóres .$riegos' ]Iistt 'ria de la fitosofia de Ia antigüedad,3vols- trad,rcción de C. G. Kdrntt, P' vonH"*fU..á u L n. nr-o"t?I, Eáitótiái Coui*lu, Buenos Aíres, L95L-t952f'También'páréce simplista el'iuicio de M. Potrlenz (L'uomo- 8re:o,.ELorcncra,'1962, p. 753), paru luien .<la postura de Aristóteles estaba friada a prnrtpuesro que,

"orno."or,.J'¿"-i.'póiiti.r, .tiáLt ionvencido de-la necesidad

als Beruf>>, incluida en M. Weber,.El político y eI cienrífico, traducción deF. Rubio Llorente, Atiania sái,*iJ, fu;ffi, Lg67l.

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246 INTRoDUccTóru ¿ l¿ crENCr^ DE LA socrEDAD

Pero Io cierto es que Ia mayor sofpresa procede precisamente dela constatació-n_de que ," Éuyu ,"l.grdo'u ""

,".grrao plano elptoblema de hailar ,rna e"pricá"r¿., oT **rt"; i;"ü los juiciosemítidos se dis*ibuynn, po, ,ri ¿".irto,1;;.- d.cie de com_partimentos estancos: un erogio para er anarista á"r ,ruror, un,crítica, o bien una benévoru p"io g"rérica absorución <<historicista>>para el teórico de Ia esclavitud.'+'a''.. r comencemos por preguntafnos_en qué consiste el mérito aris-torélico en c,rento ," ,.fiL" , lu ¿irtir,.J¿;;;;;;";or de uso yüalor de cambio. El prinrer pr"r" de referencia que hemos deadoptar es ra *ítica qu" d.dii, arir,ári"r;i';;ilii-o eritistade Platón. Esta era lá ,olu.i¿r, iroprr"r,u por platón para hacer.frente a los probl..r, ,,rr.itrdi, po, la naciente división delttabajo, que venía

^ ^ rn^"ni-rr"uniigu, orgnni;iána de h porisgriega' Lejos de ser.<<imaginador>r6 p;,-;;;i i i prrt¿n r.,nt io' .desa*ollado rn anáiisis p-p;o l. r"-sociedad griega deduciencJo

' de é1, no sóro ra-existencia,'Jno io,ouién Ia ut'idaci y necesidadde Ia división. det trabajo ; ;;-t-;;;;.irlir."¿í. e;" observaSabine,tT platón parece 'l'rgu,

^ i^f ,"Airi, lr;;";;.";" <<la pre_misa de que el estadista jebía seridea d"t bi"n;; <(pcr este camino ,1.? H;l:i:"::J ;::Tfffirl:' del esrado ideal y ,qur J"r..,¡riá ¿. n,r.,ro que podía seguir conI¿ norma de ra especi arización>>- En ot¡os térmi'os, su mismísimavisión orgánica de la comrlnicladlle.,¡a a platón a tomar en cor_sideración la ya naciente divisíón ¿"1 tr"t oio, .;r; i l las socie_dades nacen en su origen de las necesídades humanas, que sólopueden 'satisfacerse

cuando se integran mutuamente. Los hom-bres tienen necesídades .{iu"trrr^f'ninguno d" "ilo,

,. basta ple-namente a sí mismo. En consecuencia-, necesita;-;yuir.r" . in-

lltl{-_d" Ia esclavitu-d, como aristócrata de ra diferencia ent¡el?f,?..,;*. o,?i, **.; .#. *li á"*ü' ¡ ¡ L l -á.i -¿ ü:".i,.' ;: : ;' ;"" g:i";'". "l

r",,irl,,oli',."t;::,Tli:;i'j.,1f,,,1t#.'a E rames, op cir,, p 26: *prarón-

17. G. H. Sabils, Staria-¿álr' dottr¡re politicbc, Milán. 19[existe versió' carralu"ri ¡i;:ó;i; ír''íJ ,r.orin potitica, r.r¿,r..iá],0? ;lcente }ferrero. FCE, Méxíco, liqiT.tf.,lamu¡¿n, E. Roll, op. cit., p. 2:,.

crENcrA rcoNóurc¡ r, rnrorocÍ¡ aA1

tercambiar tecíprocamente>>. De tal <<reciprocídad> de la vida encomunidad, <el ejemplo más simple es naturalmente la produc-ción y el intercambio de alimentos y otros medios para la vidafísica, pero el mismo argumento puede aplicatse a otras muchas

necesidades sociales no puramente económicas>>. Y Sabine con-cluye afirmando que <resto fue 1o que le pern-ritió a Platón efec-tuar rlna descomposición general de todas las sociedades humanasen grupos sociales. Allí donde existe socíedad existe una satis-fa.cción de necesidacl,es y un intercambio de servicios con tal fin>>.Dicha <<descomposición>> fue ptecisamente <<uno de los descubri-mientos más profur-rdos>> de Platón. Pero este descubrimieritochocaba con otros aspectos de Ia visión orgánica de la comunidadque Platón recibía a tavés de la tradición griega, aspectos a losque indudablemente ceñla su pensamiento. Precisamente de estacolisión nace el comunismo elitista 18 de Platón: se acepta la divi-sión del trabaio en 1o que se refiete a la disttibución de las fun-ciones políticas dentro de la comunidad (de ahí la división tipar-títa en clases del Estado), mienffa.s que se 7a rcchaza en cuantoatañ.e a la general participación de todos en el ttabajo productivo;la prooieda.d v el trabaio quedan excluidas para las clases gober-nantes porque deben g-obernar, mientras la participación en el go-bierno queda prohibida a las clases ínferiotes, pues deben dedi- .co.rse a trabaiar y producir. Platón ni siquiera se plantea el pro-blema de la justificación de la esclavitud. Simplemente se limita ateflexionar sobre los nuevos fenómenos de la dívisión del trabaio.y del intercambio para insertarlos en un cuadro orgáníco de lacomtrnidad traclicional. Esta es 7a raz6n, y no su supuesto carác-ter <<imaginativo>, por la que Platón no se adentra en el análi-sjs del cnmbio, cuya escasa difusión por entonces sólo le plairtea '

"l r.rohlema rle la esDecialización de las funciones.

18. Precisamente Roll (op. ci t . , p.24) habla de un <(muy mal entendido"comunismo" de la república platónica>>, pero no parece oftecer del mismouna interpretación más plausible, limitándose a ver en é1 la <<aoologlade una dLterminada clasi dirigeÁte>. La manfa de la modernización haconc{uci<lo a ciertos estudiosos al establecimiento de increfbles analogíasent¡e el comunismo de Platón y el socialismo de Estado (G, Tozzi, Econo-misti greci e romani,Mllán, 196L,p.74), asl como entre el primero y el fas-cismo (J. A. Schumpeter, op. cit,, p. 69).

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248 INTRoDUCcIóN ¿ t¡, crENcrA DE LA socrEDAD crENcrA ¡conó¡rlrct B rono¡.ocÍ¡ 249

Este esquema pratónico es combatido dura y radicarmente porAristóteles, para quien ta difusion d.l inr.i.uábi;;;_. ya talimportancia que.re obliga, .urrq.r.-r." todavra en el marco de untrarado rrrrrnl Í7^opolí-ticao,

a'genemliza, ¿o, for_^ ie oadqui-sición>> de los bienes, Ia económica y la crematística. A¡istóteles77ega a esta disdnción, no l" "l;iá;.s,

después de haber susten-rado Ia organicidad teleológica de Lu -.oÁo'JJ;i;;ñ.", y por

' consiguienre, ra estru*ura naturar d" h i;;ñi;; ili;r"n,bre enei Estado-ciudad. por,tanro, al igual que pl"ür,'ir*ir"l.,

-ur_tiene Ia tradición de Ia esriuctuia naiurat y no'*u"riionar (ar_tificÍal, convenida) de la comu"i¿J poÍticá, ;;r;;'ffirencia deaquél afronta ros probremas susciiudo, po, ra! modificaciones de' la economía naturar originaria. Ei organicismo aristotérico puedeprescindir del comunísmo de bienes, aunque esté resüingido alos gobernantes, y pulde aceptar i. ír.r*J .r"*irrl iu iropi.auagrivgdg, y el reconocimiento de las nuevas formas económicasfundadas en el intercambio uu

-o.ho más l.jos q"" .f q". asume

. Platón. Veamos de qué forma.' La distinción entre economla (gobierno de Ia casa, es decir,gestión de la economía naru¡ar) y ciematlstica (gestiái'd. ru ..o-' nomla de intercamlio) refleja fierm"nt. un arejamiento rear de Iaantigua organicidad naturar. para Aristóteles le estas dos formas. de economía se yuxraponen basrante claramente;;ü;";; por na_tutaleza, mientras..quá.lu o_t¡a no, sino que más bien deriva deuna forma de hab'ida4 y d" técní.uo. No obstante, dicha yuxra-- posición se ve moderada de inmediato por la

"orrr,uru.iár, de queel intercambio mismo, base de Ia cremutísti.r, oti.n. ,u, orlg.n",. €n un hecho narural, a saber, que los h"_b;;, ;;;;" ;" algunascosas más de Io necesario, mientras que d. o*u"--.nilo. si .r,' épocas pasadas no q.r.duÉu ¿. Árnn"rto esre <<hecho natural>ello era debido

" qn. o"r I" pri-.i"_for-u;;-.;;ñ ui, I^ fu_¡nilia,, el intercambio no ti.n.

"uid.nr.n,"nt.-],rnJ¿,lu"r,

.r. lir"r!j;*#::Ít.t.s, La potítica, ed. cir., a cuyo Iibro I se refieren todas

20. Debe subravarse esrn primacla histórica de la familia, de Ia que lacomunid¿d política 1,.::-ll: o;;';;; ,.,i;rr.ron y u_n desarrollo. Se traraoe una ldea que perdurará durante mucho-trempo en la historia der pensa-

sólo surge cuando la comunidad se ha hecho más numetosar>.Y puesto que para Aristóteles también Ia polis <<es por naturale-za>>, natutal parece el üánsito de una economía cerrada de laproducción para el consumo a una economía mediata de ffueque

iademás, en este caso, no se trata <<ni siquiera de una fotma {ecrematística>>, porque <<tendía a completar la autosuficiencia. ala que se aspira por naturaleza>>). La crematística (la <<innatural>>),urg. ,,u raíz de la necesidad de cambio>> mediatizado por la mo-nedu, porqne <<el dinero es el principio y el fin del intercambio>>.Tarnbién existe una crematística <<natutal>>, da que afecta a la

adminisffación de la casa>>. Esta, sin embargo, tiene <<un llmite,ya que la administración de este tipo de riquezas no es tarea que

le corresponda a la casa)>, pues son riquezas que supetan la sa-tisfacción de las necesidades inmediatas de subsistencia y más bien ,afectan al <bien vivir>.

Como puede verse, se pone ya de manifiesto un primer aspec-to de la distinción entre economía y c¡ematística (producción para

el consumo, producción para el intercambio con vistas a un consu-mo ampliado) aunque de forma bastante tímida y a través de un

intento de mantener un nexo con <(natufalismo>> fundamental de

la vida. Casi parece que Aristóteles vacile en cuanto al recono-cimíento de la nlreva esfera de la <vida)>, que la perciba como un

fotzat ]a <<naturalezar> v, al mismo tiempo, trate de deducirla de

ésta. Por un lado exalta (y si se quiere podríamos decir que se

trata de una exaltación <ideológica>) la economla natural, al tiem-po que le reprocha el buscar un <<exceso de placer>> con respecto

" loi n"..tidades elementales de la <<natutaleza>>. Pero por otro

se ve obligado a reconocef que en |a economfa doméstica ya se

hallan incluidas diversas formas de crematlstica y que, aderpá6ú4.".

la vida dentro de una comunidad superfamiliat (polis).e3 en sl

miento político-social, al menos hasta que el iusnaturalismo esté plenamentedesarrollado. Locke y Rousseau serán los pdmeros autores en tetutaf esla

;"'i' ;;;;; "rr'"i^J d;?;;-t hiomunidád Política un fundamento volun'

;;i; ; rr; potestad .*ír.ir"l ¿"-.ig"láii¿n. iie.tur alusiones -de A¡fstóteles

^'r' Jri-*ll d;'Erü;ifitit¡io-,-íl..it.; pt- 1's'20, 25'26)-hacen referen-

lii"."i,"f'r"io;;;i;;áJré!iir.'c?, .ii¡"irirlo Aristóteles, I t¡attato sutt'economia. ed. de R. Laurenti, Bati, 1967, nota 4'

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250 INTRODUCCIóN ¡T T,T. CIENCIA DE LA SOCIEDAD

.misma una vida natural. Desde el primer punto de vista Ia eco-nomla doméstica resulta superior, yu qrr..,ra naturareza es er fin>>;jesde- el segu¡do, la propla crematírtica parece reconducirnos ala vida natural, p.,., iambién el Estad a (pot¡ri ,. fl^nr"u .o.ofinalidad el <<bien vivir>>, Como puede ,r"rr" l" no.iór, de natu-yaleza, y por consiguiente de economía natural, aparece ya pro_f'undamente cargada de ambigüedad; diríase qr" ,ír-ai-ensiones

- ¡.-i -' ,lógicas. fuerzan ius dimens ¡oíes ¡deolaglro, y' qr" Aristóteles in-' tenta introducir, en el seno de un organicismo natural, un ele-menro qLle contfasta con el tradicional enfoque ético a fin delimitar 9! peso moral de un fenómeno qrr. yo l,u J.;uao de sercondenable por sí mismo. De ahí ,,, .o'rá"nn'al exceso cre nla"",

. que se converrirá (pasando por Ia condena .,'ong¿ti.u a. I;-:;:perfluo>) en el punto de relerencia del p.nrn.i?ito económico_social de toda la historia premoderna (rlegando nrJ" ,r"r,os quehasta Montesquieu y Rouiseau, bajo ln ci'p" d. .,r," condena al<lujo> y una exaltación a la <virtud>; no d.rupur.."rá hasta eradvenirniento de la nueva civirización t..,rgu"r, ;;-i; producciónpgr 13 producción).2r Por otro lado, esta misma ambigüedacl afectaal nuevo concepto de crematística. Aristóteres ve q;;;r^ segundaforma de adquisición surge <<iógicamente> de ra <<crematística na-

21. Uno de los primeros y más dra. !!'tliaáá i'i o.,.é,o ¿" pr,'".,,,-i;],:"'.,,ffi1$:j, üij,lir:.;oi :::,.,,fde Hume <sobre tr :.g"riduá-J.^r"Jnlt.r, (D:F;;;, "o;r' i 'Jr¡ potit ici, Tu.rín, t959. oo. 34.48 [e'xirt"

". i. i¿n".;;;;] l ;; 'É; ¿:o*,r"e"ií i i '".r, trnducciónde Enrique Tierno cJ"¿", l"lrllril 'ái r.iüá¡*-pálli;.ár.'¡uiía.i¿, 1e55:r),donde puede leerse en su-'encabezami"nto qr. <<rujo es una parabra de in-eierto sienificado q-ue pu"a--tomu.r.'i"l,to .rr..l buen como eÁ er mar senti-do>' Y éontinúa Éu.ii .¿or"lr.iür' "",." "iiLá-v^ "üo'"',o-'

pu"d.n fi jor."exactamente en este caso, con mrcha ma-vor razró'n a"-..rr"t5 sucede concualquier otro argumento moral. La id.".a9 r"iii"'rriirr"ü¿""¿. cr:arqr.riersentido, como Ia áceptación á. i"a" ."!uirir., en ra conrida, en ra bebicra o:1,:l :.,rri.,. constitúye ui

"i.i; d. p"i ,1, r" ;r;";#i,.i,i,1. ..nt" .1.qulen no esté dominado po.r un frenético rr"^ti..", ií"r.g-.,-.,rración creIrume se cen*a acto ."gnido jr.rl""". especialmente imp<irtante- en

'nplano ri gurosamente

"soñá-i"o' i,ei'

""r-., t.' y ¿i-;-.* ;;'ñ^ ;3i", a q u el losobjetos de uso q,r. sirven á;-;.;;;;;ó y pracer en la vicra es beneficiosopara 7a sociedad.- puet

"r -irmó ti.Ápo"qu" se m'rtiprican ros placeres ino.' cenies de ros iidivid-uos se constituye' una. especie ¿; .i;p¿r;r,r' de trabaioque, de acuerdo .::.r1,11-.*iq"*iái'JJl-¡.tr¿o-, podrá ser eventualmentc des_rinado al servicio público.-En una nación.en Ia q_ue.no exista demanda pal.atal tipo de consumo, ro. hombtes r".rn'¡.n ."-ü-i"á.i."iir,]ierden ioda

rural>> y del intercambio, pero también detecta que, por sus con-

,.*"náir, últimas, tt"" .ó-o tesultado una alteración del fina-

lismo naturalista al que se halla vincul ado a ffavés de la tradiclón

del pensamiento griágo. Su análisis va descubriendo y legitiman-

do iorno o.ut"goiíu, económicas>>, así 1o diríamos hoy en día,

tanto el intercambio como la moneda, peto condena a renglón

seguido las violencias que estos elementos introducen en su no-

cián <ideológicar> de naturaleza, como por ejemplo la usuta (<<en

este caso las ganancias provienen del dinero en sl y no de aquello

para 1o q.re hu- sido creado el dinero>) y el interés, ese hijo (tokos)

á.1 dineio que abusa de su propio padre.uAnte tai estado de cosas, la <<investigación analítica>> de Aris-

tóteles logra progresaf en la meclida en que consigue resquebra-jar la ideólogiu ¿.1 finalismo naruralista. Pero el ptoceso de libe-.

ración de la ideología se detiene por debilidad intrínseca del

análisis; para conseguir avanzar el análisis debería alcanzar con-

clusiones , l.t qo" no llega Aristóteles, como por ejemplo que el

interés es una categoría <<natural>> dentro de una economla de

intercambio más compleja. Por tanto, no puede afirmatse que

Aristóteles no descubre Ia <<economicidad>> del interés a causa

ce su adhesión a la ideología del <vivir de acuerdo con la 'natu-

taleza>>, sino que, por el contrario, qlle no puede $Perar una con-

dena nioralista al interés porque no se percata de 1a <<economi-

cidad> de la categoría económica ,,intelés>>. De hecho ha sabido

<<liberarse>> de 1a ldeología de la uvida cle acuerdo con la natura-

leza>> sólo en lo que hace referencia al réconocimiento elemental

cle las funciones económicas que desempeña la moneda denüo del

intetcambio. ¿Si ha reconocido al padre, por qué no- podtla hacet

1o pr:opio .or'r- rr, hilo? Parece que en--este caso podemos afitmar

q,rá uáto el todavla limitado desa*ollo del intetcambio impide

qu. "1

análisis de Aristóteles señale una diferencia más márcada,por 1o menos entte interés v usura (como observarán, por eiem-

crENcrA rcoNóurc¡ r rpror-ocí¿ 257

aleerla de vivir y se tornan inútiles. nga la colectividad, que no .puede man'

;;il dtlid;;; i; foi^t v sui eiércitos con la actividad de miembros tan

;'#J:^V¿;:; iÁu¡ii-íi p"i,itlii-iii-tiii iet settecento francese, ed- deC. Botehero, Turín, 1974.- -

2f. Cf'. Polít ica, ed' cit., I, 10, 1258 b.

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252 INTRODucfióN ¡. ¿¡, crENcrA DE LA socrEDADplo, Tomás de Aquino). En definitiva, si el onálisis econórnico noconsigue forzat las redes d. ü;;i;gía que rcdavíaengroba a raeconomla dent¡o de Ia ética ., ,¿lo *rgu€, a pesar de Ia genialidadde Aristóre'es, este rnd;J; ; ü;;rt cabo sob¡e reracio-nes rearesl;,rt::::"

aú¡ dimensiones [_*r"¿. -d;i;; ..lÍT"il,u 0.,-

complejidad. -aunque sea a un genio- categotias de tal

b) Valor de aso y ualor de cambio

Basándonos en_ esta primera constatación, volvamos al proble_ma de Ia distinció" ,ri;;;;t;H.,vator de uso y valor decambio' distinción q"" ari.tát.r.r .rt"f*_.. con ocasión de Ia otraque Ie tleva a demarcar I" ..o;;;;;'0".]".*áffi;;. ilá, uún,fiT:"r'ÍT ::1,"10.1"

;q;;il;;;:;" distinción pu,u .*pli",, ru

Para tratar espiedadn.,.'11,1'jj::'1ffü:'J.il?:.::.:yJ:fl ,"j j::",?:$";

. no del mismo modo en ,i, f"., ;i;;. es propio del objeto mien-tras queel otro 11 -lo es. 1.9, g;..nf", un zaparo puede utilizarse

::i'dXfi: o como medio ae intercamuir. a_,¡., ,oi._o¿o,

dine¡o " """, r ÍloÍ'l;, ll,,,llf i J.H::: :: :,il, :.",X;il,:: j :;en tanto que zapato, pero no segrín- su uso propio, ya que eIzapato no ha sido hecho para "

.""-,ol Vj.';i;; rá,!

o"r,cuarquier ono--o6ieto. di;ipt.j"i. n,, lJljrj'i"aJ.pu"a.someterse a intercanrbio t...1.-

- En esta céleb¡e proposición queda inmediatamente de mani-tri: ;::#*"j"ci'

á i;';;i ¿]"i1"u.,,.,do .on iu -,,"i;,ur",, "y a i" i*"t;ü J ; :ff j:l;" Jjffá ü ?"'.0.' :fi5.: :.. t j *xnatural un uso <no propioo pred"n oirti, <(por naturaleza>>. settata de Ia misma .o.r."rió.r q". lr.-ár'observado anterio¡menrecuando hallábarnos

:l-".r.";"J;."'.r._"rlrri.a den*o de Ia eco_nomía narurar' Evidentemente, Ia "o-fli.o"ion de ras reraciones

cTENCIA pcoruóurc.t B rpno¡.ocÍ¡ 253

económicas ha permitido estas primeras fractu¡as de Ia vieja capaideológica, ofreciendo al anáiisis un terreno que por el momentoaún parece indisociable de la vida <<natural>> del hombre y queserá teconocido por el filósofo a pesar de que ffate de enmarcatloen su visión de conjunto. Pero se plantea aquí una cuestión aná-loga a la que se nos suscitó antetiotmente: ¿por qué la ideologíasólo cede hasta este punto? Es decir, ¿por qué Atistóteles nosaca tanzbién otas consecuencias de su genial distincióh y'deberánesperatse todavía siglos de anáüsis pata alcanzar, pot ejemplo,'laintuición de la noción general del valor y del problema de losprecios? Debemos dejar constancia, pues viene a cuento, de esteacertado análisis de Schumpeter:

Aristóteles no sólo distinguió el valor de uso del valo¡ ¿" ..L-bio, como cualquier oüo de sus sucesores, sino que también sedio cuenta de que en cierto modo el segundo deriva del ptime-ro [... ]. Pero Aristóteles no fue más allá. Fueron los escolásticosquienes avanzaron en esta línea, y a eüos se debe el mé¡itode haber desarrollado la teoría del precio.23

Quizá pucliera responderse, como ya se ha hecho, q,r" luicleología de Aristóteles, o en palabras de Schumpeter <(su preo'

cr-rpación por el problema ético de la justicia en la formación'de 'los precios -de la justicia "conmutativ4"- dssvló su interésde1 problema analítico¡>, pero es el propio Schumpeter quien se-ñaia con toda justicia que

nada podría estar más lejos de la verdad. La preocupación porel aspecto ético de los precios, como demuestta palmariamenteel ejemplo de los escolásticos, es precisamente uno de los dro:F {'.

tivos más fuertes que pueden impulsar a un hombre a analizarel mecanismo efectivo del mercado. Y en efecto, son varios lospasajes que nos demuestran que Aristóteles trató de llevar a

cabo tal análisis, aunque sin éúto.24

En definitiva, es el análisis el que no logra avanz Í a causá

J. A. Schumpeter, oP. cit., p, 75.Ibid.

23.a^

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254 INTRODUCCION A LA CIENCIA DI] LA SOCIEDAD CIENCIA ECONÓMICA E IDEOLOGíA 255

. ' de su propia debilidad inrerna. veamos ahora en qué terminos

prantea Arisróteles. el problema der valor y cuáles son las ]imi-taciones de su análisis'

Aristóteles afronta el problema en su Etica niconzaquea,B encuyo libro quinto se ocupa del rerna de Ia justicia. A primera vista' pod?a pensarse que la limitación del planteamienro aristotélicoestriba precisamente en el hecho de que el problema del cambioG'r--*. iy de] valor se afronta desde el ángulo de la lusticia. pero en ¡ea-lidad esto es €n

-sí y de por sí un mérito dé Aristóteles, ,no de

los po_cos pensadores que logra ver una conexión interna enrreel prdblem a de la equivalencia económica en el intercambio y elproblema .é.tico de la justicia. En el mundo mode¡no ra elabora_ción analítica Togtatá ciertamente profunciizar

"lgunn. nociones

<<técnicas>>, pero no logtará descubri¡ Ia conexión"a qlle nos he-, mos referido: economía y ética seguirán desde ahora caminos di_vergente-s.2ó Naturalmente, 10 primero que_nos ,orpr.rd. ., q.r"Aristóteles establece esta conexión antes de haber elaboraclo 'un

amplio análisis <<técnico>> de las cafegorías cconómicas, y que porconsiguiente prevalece cierra tendencia a <<deducir>> ¿" l, ¿ii.uciertas dírectrices del análisis económico. pero esto pone de ma_nifiesto otro mé¡ito de Aristóteles, el de haber ,"bido il"g* odeterminadas conclusiones de <técnica-> económíca partiendo depremisas. éticas_. Por consig,iente, las limitaciones de su plantea-miento deben. bnsca¡se. en ofa_ parte, dento del propio análisis.

La cuestión- central que prantea A¡istóteres J propósito delintercambio en.Ia Etica niconzaquea es que <<todas las cora, de las

. que existe un intetcambio recíproco es riecesario que se hagan en

25. cf. Aristóteles, obras completas,'aducción de pa*icio de Azcárate,Asuflar, Madrid, 197) :.-

26,.. -Debe hace¡se una excepción con los escritos de los escolásricos ",,Ia medida.en que llegan a nuevos descubrimientos ¿nalíiicos ;';il;;: ::lla-economla. Por otra pa¡te, eI progreso de la clencia ..o.,j-i.^ ü ]]'Hi".;;fundamentación moderna) se h¿lla lntimr-".,r. üSr$;";-"-riiiol"i¿" ¿.ra ética,

-tal. como ocur¡e en el caso de la cienciá t;rrdi.r,

-ói;;il.;;.

""ouéde olvidarse que este .p¡oceso se muestra co.n'o inaip.nrnüi"'"prrn l,ionstitución de la economlá polltica -o¿"inr,

p.- tñ'p;"J" ?.T.-ofuiau.."oüe Aristóteles (y en menor medida pratón) iágr. or......,os una visión uni-i*ia de las relaciones t:Ti:?:,$-: t.t aifi.ii'por... ¿"-^l""ir"r'Ér"i a.-bito de nuestras actuales disciplinas especializaoas.

cierta forma permutables>. Como dice Aristóteles, puesto- que le

unión civii se basa en el <<intercambio de beneficios>>, es decir, en

un intercambio basado <<según la proporción expresada por la

unión en diagonalr, (,.es necesario, por consiguiente, que el ar-

quitecto to-"" d.l zapatefo la obra de éste y que a su vez le dé

,u propiu obra>>), dáterminar la <,permutabilidad> misma de las

cos", Jignifica determinar la posibilidad de intercambio y de uná

propor.iót a establecer en los mismos, precisamente la propor-

.iOn qrr" viene <<medida>> por la moneda' Pero esta permutabi-

lidad -y por consiguiente la misma mensurabil.idad monetaria--

or.o pod.á-producirse si, en cierto modo, €stas cosas no son igua-

les>>. Por consiguiente, vemos cómo de un problema típicamente

moral como es el de la justicia surge el problema económico, <<ana-

lítico>>, de la natur aleia del camb]io y del valor. Desde este en- '

foque poco es lo que la moneda pu_ede sugerirle a Aristóteles;

é1, que es todo *.rro, <<nominalistar>,27 ve que dentro de este con-

t"*to el problema de la medición monetaria (y el de los precios)

remite u otto tipo de medición. En efecto, la moneda la_contem-

pla de por sí siÁplemente como <algo legal> (nomisma)' El autén- '

i i.o probl"-u d.i irrt"t"ambio es que só1o <<existirá l"' l cuando

," i]^uyu establecido la paridad, de forma que la relación que'

existe entre agricultor y z paf.ero es la misma que debe existir eut¡e

1a obra de.tno y de oüo>' Estamos ante el punto decisivo: <<Si

no se puede eriablec.r esta reciprocidad, talnpoco puede .existir'una reüción social>>; <de ahí que sea conveniente que toda cosa

sea valotada>>; <<de esta forma siempre hay cambio, y si hay in-

tercambio hay vida social>>'28

27. Cf. J. A. Schumpeter, op. cit., p.78'2s. iozíí señala top.'i¡¡1.,'p.'t28) llue desde- este enfoque Aristóteles se

nos muestra como <(un -precursof

no demasiado lejano de la alrmacron qtte

A. Smith formulará ." ii n;ártiri-áe las nacion¿s'de forma más completa y'

;';;;;,--i-l;;.ii'Á¡i" ;;;;;:iJ- es una peculiaridad de la condición huma-

na>>. La observación ..-"*r.ru, pero el prrnto que nos interesa ,de forma

oa¡t icular es el motivoi. q;; ;ót i tr . la 'dif . tencia, o de o¡o modo' q'ré st

i;^;.;;^ü ñpt¿.'^ Árir,¿tÉt.i'¿.Ani. como naturai <la,tendencia a^trañcat,

" .áÁuüt ,'n" co* p";;;;;,'-iÁ. filit;; ¿o riichezza delte. nazioni' ,abbozzo'

f"rtrr, iS:S, p. 19 iexiste veisión castellana: lnuestigación sobre la fiüara'lr;;'; ;;;tr;2e-tia iiqiezo de las nacion"t, t."¿"..i0Ñ Gab¡iel Franco' FCE'

lr,l¿"i.o, 19581) y las-consecuencias que de esto se derivan'

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2.56 rNTRoDUccróN a ra crENcrA DE LA socrEDAD

-I'a primera dificurtad que advierte Aristóteres ar examinar elproflema del intercambio es, pu.r, qu" <<resulta verdaderamen¡eimposible gue objetos tan diiereni.J .rrtr. sr resurten conmen-

llltll.ji: y que a pesar de ello <<no hay diferencia alguna enrreoar por una casa cinco camas o el equivalente a las cinlo camas)>.

* P::.-1i.id" ya eJ paso a"t tru.iu" ul int.r.u*bio for'_.dio.

..: ,u moneda, I s.e ha producido precisament. ^

trou3, de estehilo lógico. Pero lo imiortante ulroru ., dererrninar q.rJ .oru,siendo común a la cami y a la."ru, hu.-. ;;;;;;;"üll .rro,dos bienes ran subsranciaimenre áitiinro, uno de otro. En defi-nidva, lo que ha deducido Aristóteres anaríticam."i.-1, q"" .lintercambio es una ecuación enüe cosas ¿if.r."t.r, io--q* ,ru.consigo la existencia de un puente entre distinro, "ioi.r=á.

.,rro,es decir, un valor d,e.cambio q,r. p,r.áu medirse uiÁurf"'a" f"moneda' Pero el anárisis r. d.iiene aquí, y ¿ristoreres .!i.pri.g"ante el. problema del valor para limitarse a exigir que la mtrr"dnsea <algo único>>, conclusiSn palmariamente modesta e inclusocont¡adictoria con respecro ar precedentu der*roil" á.i urreuri,en búsqueda de una medición ¡ld de Ia, cosns y de sus valores.

_Así pues, en la medida en que Aristóteles "o

."ig. L'* for_mulación del problema-<que eicambio, para ser justo, ponga enposesión de cada individuo me¡cancías'con un uuio, iorr"ta¡io ode mercado igual al de la mercancía cedidao,,i;;;";, "i.on_

-tliri" trara <<de explicar en qué consisre ,rrr" .u.rrtu-ul ijualdad delvaiof

-monetario>>," cietta el probrema regresando a-La funciónmedidora de la moneda, de .,riu .,.or^ legilo. po, turrto el un¿lisis se detiene en esra arusión a ra mensurábilidad rear de i;, pro-ductos del agricultor y dei zapateto, q* -.o-o ha sido señaradoen diversas ocasiones-

"bre por pti-.ro vez ia puerta a ra náción

de costo de,.producción y i" ullor_tr"brt; d" ;;;";;-;;;.r'para desarrollarse, nada más y nada menos, qrr. u las inveitiga-ciones de Petty, Smith, Ricarclo y Marx.

- -2,9, Gr\oz7i,.op. cit.,.o.

-16_6. No me parece suficiente limitarse a cons-tatar que A¡istóteles <rourdó deslumbrado d"il" i¿"" ¿.'qr.?'ii".ór" a.inoneda podía resolve.'.t p.of1"-" á. ü 1á¿" del intercambio, perdiendoasí de. vista la única vía,no moneraria q"; t. -i.,"bi;r;';;;ilid,;

ñ;ü; ,.,solución sus¡anci¿l al problema en cuestión>> (op. cit., p. 163).

crENcrA ncoNóurc¿, B roBor-ocÍ¡ 257

¿Qué es lo que puede haber detenido en este punto el análi-sis <<real>> de Aristóteles? Ciertamente, en este caso tarnpoco setrata de la ideología tradicional, que como tal habría debido blo-quear la detección de la diferencia enüe valor de uso y valor decambio e incluso la idea misma de una posible comparación entteobjetos naturalnzen¡e diferentes, Bastante más lógica nos parece Iaexplicación of¡ecida por Marx3o cuando indica que <(su análisisse estanca)> por la falta del coflcepto de ualor, no deductible dela configuración concreta del objeto sobre el que reflexiona Aris-tóteles, la sociedacl griega. Escribe Marxr

¿Qué es ese igual, es decir, la substancia común que rePresentala casa para la cama en la expresión del valot de esta última?Aristóteles declara que, elt realid'ad, no paede existir ned¿ deeste tipo. ¿Por qué? La casa rePresento algo igual con respectoa la cama en la medida en que representa algo qué es realmenteigual en ambas, en la cama y en la casa. Y este algo es el ftaba'jo buttzatzo. Pero Aristóteles no podía deducir de la forma delvalor el hecho de que en la forma de los valores de las mercanclastodos los trabajos se expresan como trabaio humano igual y portanto igualttente equiualentes, ya que la sociedad griega seapoyaba en el trabajo seruil y, por consiguiente, tenla como basenitiral la desigaaldad de toí hánbres y-d, tot fuerzas-trabaio.

Vale la pena seguir con la cita de Marx:

El misterio de la expresión del valor, la igualdad y la igual oa'lidez de todos los trabaios en tanto y en cuanto son trabaiobunzano en general, sólo podrá ser descifrado cuando el co-nceptode igualdad bumana posea ya la solidez de un prejuicio pop,ula{r-

-Pero ello sólo es posible en una sociedad en la que la form.a de,mercancía sea la forma general del producto del trabajo, y en laque por tanto la relación recíproca entre los hombrcs comoposeedores de rnercancías sea también la relación social domi

30. K. Marx, Il capitale, Roma, 1974, I, pp. 97-92. Marx subraya par-ticularmente el pianteamiento (no-monetario> del problema_ a_ristotélico delvalor en una obia precedente: cf. K' Marx, Per la critic¿ dell'economía po-iiliiá,n

^,, I914,'p.49 nota [existe ve¡sió¡ castellana: Contúbución a la

crítiia de Ia'economi¿ politica, tiaducción de J. Merino, Alberto Cotazón, ed',Madrid, 19701.

17. - crRRoMr

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258 rNTRoDUccróN a r,n crENCrA DE LA socrEDAD

nante. El genío de Aristóteles respiandece prccisamente en elhecho de que descubre una relación de igtaldad en la expresiónáeI aalor de las mercancías. Só1o las limiiaciones históricas de la

'sociedad en la que vive le impíden descubrir en qué consiste<<realmente> esta relación de igualdad.

, Merece la pena temarcar aqul que este <<condicionamiento so-'- ¡¡{r\. cial>> al que alude Marx para explicar las limitaciones teó¡icas de

A¡istóteles no es en modo alguno 1o que lia solido resumirsebajo el término <<visión>> o <<ideología>> (o incluso, como <<interés>>social del científico).3l Por el contrario, la atención parece cen-trarse en la configuración específica que presenta el objeto sobreel que reflexiona Aristóteles (la sociedad griega). Por consiguien-te, no se trata de un condicionamiento del científico en razón de

. 31. .Bajo este término se ha <<e,nglobado>> muchas nás cosas de lo queg! prop-io Marx.probablemente tratabi de dar a entender. Así, por ejempio,

' K¡auz ha. llegado a teorizar una <(percepción social> gracias 'a^ la ciral ̂ <ra

consciencia humana tiende ¿ priori haJia una cierta -dirección

(influencia

. positiva) . aI . tiempo que una

- especie de pantalla (negativa) le ciema y

' le hace rnvisibl.es o-tro-s modos de pensar y actuar. Esta percepción so_cial, esta pantalla de l-os pensamientos y dé los impulsos, -es

lá respon-sable de gue los miembros de una dete¡minada clasé o sóciedad, runquesiempre tenga a, la vista sus propios intereses colectivos, se considerin,y realmente se sientan, completamente desinteresados> (citádo e' o. Lan-Ee, op.cit . , ,p,.31,0). L,.Kr-zy'uricki l leva a cabo una apl icación explíci iade esta teoría al campo de la economla (pero refiriéndose sintomáticamente

. a la economfa moderna), Tomando e¡to comb base, Lange (op. cit., pp,312 ss.)elabora una distinción entre <<ideologías que mixtifican ia'realiáad^ e ideolo'-Ciag eue la.expücan>, Iimitando en cierto modc la noción de ideología a<<falsa consciencia>>. No obstante, el punto fundamental es propiamenre otro,a sabe_r, el criterio con que debe medirse la adecuación de tóda ideología a lá<<realidad>>, criterio que debe ser necesariamente el científico. En

"nio cot-

fta¡io deberfa admitirse la incognoscibi-lidad científica de la propia realidaá.lor otrS patte, si se postula esta posibilidad de conocimienio iientífico dela realidad, pierde relieve todo discurso sobre la id-eología y la atención debÁcenüarse cntonces en la deficiencia de los procedimicirtoi cognoscitivos se-guido-s por el investig.ador. ns significativo que el p_ropio Marx Éaya precisadoen tal alto grado las. investigaciones_ científicas de Petly, los fisióciatas, Smith' y_Ricardg y, sin-embarg,o, haya elaborado sus crlticas'precisamente sób¡e los-planteamientds

de aquellos, rechazando netame.nte el método, que tan popularha devenido entre algunos de sus discípulos, del puro

"desénmascaramiéntoode las ideologfas <<negativas>, a las.que-se contr,afonen ideologías .<posirivas>>que exffaen sus contenidos de un inptinto social. Con ello toma plausibilidadla. te-sis.de que <<1a ideología es

-un' surtitrtivo del instinro> tÍ. ñ.ü¡rrü

Ideologie e scienza economica, ed. de G, Becattini, Florencia, 'ígee , p. ij'.

sus intereses sociales o de sus ideales, sino un condicionamientode su análisis que depende de la configuración histórica objetiva(extramental) de la sociedad en que se mueve. Esta interpretacióndel <condicionamienro social>> del científico no parece háber sidoadoptada por los discípulos de Marx, que por regla generai hanpreferido desarrollar una teoría sobre Ia ideología substancialmen-te equivalente de la que podría deducirse, por ejemplo, de lamoderna <<sociología del conocimiento>.3z

c) La teoría de Ia esclauitud

Podemos pasar ya a examinar la teoría de la esclavitud enAristóteles. Después de cuanto llevamos dicho, ya no puede pare.

. 32. K. Mannheim (Ideologia e utopia, Bolonia, 1957) tiende a resrin-gir el empleo del concepto de ideologla a la manifesración del condicionamien-to sociológico del científico (de ahí su <<utópica> aspiración a una elaboraciónefectuada por <<intelectuales independientes>). De eita forma ve en la historiadel análisis del interés una historia de <<defo¡maciones ideológicas>>, aunquemás adellnte reconoce qu-e <el conocer es ideoiógico siempre qué no logra per-catarse de los nuevos elementos insertos en lá situaciZn o cuando"iri.renrapasar por encima de ellos considerándolos en términos ya completamenre ina-

'

decuados>> (op. cit., pp. 96-97), y que <el intento de elúdir lal deformacionesideológi.ls y utÉpicas es,. en última insrancia, un análisis de la realidado (p. 98).La sociologla del conocimiento elaborada por Mannheim se dife¡encia'de úteoría más extendida sobre Ia ideología tán sólo en que la primera <<no seocupa de-las mentiras que nacen de un delibe¡ado esfuérzo por engañar, sinode las diferentes formas en que puede mosrarse al sujeio la r-ealidád en .función de sus diversas posicioneJ sociales,> (p. 268), Péro el objeto de laelaboración de Mannheim no deja de ser en nñgrin momento una lonsidera-ción exrateorética de los problemas, que sólo viene moderada en la medidaen que renuncia a emitir criterios valorativos. Considerados baio un nuevopunto de. vista, el de la historia del pensamiento teórico, los límites de estaversión de la teorla de la ideoloeía aparecen perfectamente delimitados enG. Lukács, La distruzione della iagione, Turfn, tg¡9 lexiste versión caste-llana: El asalto a Ia razón, raducción de Wenceslao Roces, Grijalbo, Barcelo-na,19682], quien aunque reprocha a Mannheím su abandono de toda re-ferencia a una realidad objetiva, racionalmente cognoscible, escribe que <<laopción enüe racionalidad e irracionalidad nunca es una cuestión filosófica"inmanentet', En la elección_ que efectúa un pensador entre lo nuevo y loviejo intervienen, en primer lugar, no ya consiáeraciones teoréticas o filoió6-cas, sino situaciones y vínculos de clase>> (p. 97). ¿Qué interés <<teorético>>,<<inmanente>>, puede_ tener entonces la historia de las ideas de, por ponerun ejemplo, Petty, Smith o Ricardo?

CIENCIA E,CONóMICA E IDEOLOGiA 259

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260 rNTRoDUccróN A LA crENcra DE LA socrEDAD

:::T,:: aceptable Ia idea basrante común y genérica de que en su

,.aalsii^científico de las relaciones económicas Aristóteles incluyesu rustificación de la esclavitud como un <<uiburo> ideal a la ideo-:?9:t

de su época. En realidad, ya teníamos morivos para sospe-' ilut 9ue la verdadera limitacidn de su análisis se- debe más

i-t^t:-. Ia existencia de Ia esclavitud, al hecho de que la propiamstrtución real y positiva de la esclavitud confiriese a los nuevosrenomenos de lá economía de intercambio una dimensión restrin-

F.ili g".-- imposibilitaba demarcaciones y connotaciones más pro-

lllout: Por lo demás, también disponemos de un testimonio ditecto de Aristóteles al respecto. Se- trata de la célebre afirmaciónltl

q,"" Aristóteles explica por qué está de acuerdo con el régi-men de esclavitud. Citemos s,ts propias palabras:

Si todo inst¡umento lograra cumplir su función bien siguíendouna orden bien anticipándose a ella, como se dice que hacen lasestatuas de Dédalo o los üípodes de Hefestos, que, según elpoeta, <(entran por propio imputso en el concilio divinóo, lutranzaderas también tejerlan por sí solas y los plectros tañerían ellu.d, lor maestros artesanos no precisarían de subordinados nilos patronos de esclavos.33

. ,^-j-t'u. explicación es sumamente interesanre y se yuxtapone de

:::T1 significativa a orro tipo de argumenracióÁ coí el qie Aris-

:?::f: no se encarga ranto d. ue*flicar)) como de <<teórízar>> y

:t:9]:t*itt la esclÑitud. un b,ren'.;.mplo lo constitrye ,o afir-:i:'-u," je que <<es esclavo po, nuturáleza quien puede p.rt"n"..,l._:tt" t:..1 y quien sólo participa de Ia iazón en la medida enfll^f""* comirenderlu, f,ero nó poseerla>>, 1o que ttae consigorageneralización

de que .."igoro, ,Jrr, po, nututalizu,libres, oros, tt"' lY:t, y t ...I para éstos últimos juito es se! esclavos>>.s*^r^-tttltr.as que en este segundo tipo de argumentación Aristó-;:':-.""o?ce la legitimidad de la esclavitud de su concepción de4a naturaleza, en.l otto puede afirmarse que más bien itdace Ia

":^. ff':::.r.5? i:,ii;g,tz.,j b.

crENcrA rcoNóurca s ¡Ppor-ocfa 261

esclavitud de un determinado análisis de las telaciones sociales.

lr, l-,r, caso la esclavitud parece incluida en el plano genetal de

lu-*torul.ra, de tal forma que la equiparación entre esclavo y

ir*¡i. fiUre vendría u .., ulgo <<innatutal>>; en e] otro' la es-

clavitud parece mosüafse necesaria a causa de la falta de offa al-

tefnativa en el sistema de producción. La única, e itreal,-altetna'

ii u ,r"tdtia conformada ior una sociedad automatizada' cuya

eventual existencia excluida, evidentemente, la <<innaturalidad>>

de la equiparación entre libres y esclavos'--

Á;.iü;, holl"-o, una vez más anre la ambigüedad del ion-

."p;;:; ,.utrrrrl"r" en base al cual Aristóteles a¡aliza un modelo

histórico de funcionamiento productivo de la sociedad. Por un

i^á; ;" <<deduciendo,> de ,r, id"u de naturaleza los caracteres de

este modelo histórico, mienffas que por otro, dentro de su pro-

ceso cle anáIisis, ,to ,r".il".n modificuisu <<visión>> de la natutalgza

siempre que capta las dimensiones históricas de los problemas

económicos concretos. Por tanto, debe admitirse <<el reconocimien'

to aristotélico de la-posibilidad de una organiz_ación distinta del

trabajo>,3s y ello o p.rut de que Aristóteles no lograta captar una

alrernativa histórica real a ia organización esclavista: la ptopia

distinción entre esclavos y operarios mecánicos (banausi) perma'

,r"." ,,rbrtoncialmente d.ntto del marco de la organi?ación escla-

"i* ¿A trabaio desde el momento mismo en que a los s'egundos

se les reconoce una <<esclavitud limitada>> s La auténtica alterna-

ii".-i.iriáii.a qlre falta en el horizonte ideal de Aristóteles es 1a

á. unn socieclai fundada en la organización del gabaio <Jibre> o

*rul^riado, de la que nada podía entrever el filósofo griego' ni

riq"i"t^ "

truué, ie la atípica figura de los banausi' que corno

mucho podía tomarr" .o-á ptecJdente del artesanado mediey**- "Estainterpretaciónhal launaul ter iorconf i rmaciónenel .de.

sarrollo histórico que regisra el mismo pensamiento.esclavista'

il"-.tlri." de la esciaviüd fuá abriéndose camino muy lentamente

il;; ;;. no lleg,-r.'u-p.tnt^rr" en los desarrollos concretos de

la propia o.grnir^.iór, toti¡ un nuevo modo de adminisrar la

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. l / 4¿o¿ INTRODUCCIó¡¡ a r¡ crENcrA DE L^ socrEDAD

producción' D;r,ant5s largos sigros el pensamienro aristotérico do-minará el análisis de los ?;¿;;;", económicos, prestándose mu_tuo sostén l¿i,,t.r""_tio; j::ffi T"il":,il'J,":T.fr ,o;,:1,#1Hff ,,1.jliti",1rjt,,l:Irn"

ni el univerr^iir.-" .ii"ir"o ionr.nrirar, r"p"-concretosd.;T":1',';'"Xll"rff iffi ::f ,l'..1.,?'l,r*:.,,,ntX

- r.-* tutt:?^l:t: l¡ organizaiar,.álr.ta de la producción.yarrón, sín duda_ alguna uno de to, poior;;;;i;;", romanos' ülii Til:,T:[,,TTu:,*t*1,":'.":fi;*::*:"T,,,";

' nó obstante a,Al¡tór.r.r .i-l^"ciasificación de los medios usadospara cultivarii o, o, .i,'. * " Iry, .l'; #? i? 0"", fi"¡^ ;,};ilr;,: :, :i::, iicom.etcio),Y que Catón t"auiu Jmilaba "i

i"i,i.iiir,38 con el be-neplácíto de Cicerón.' v io J.ll'd-. ,", sintomático que, iunto a. las consideraciones rr"-urriiniil'ro¡r" rzr escravitud 1i,opo.tont",sobre todo en Ia ob¡a d. $;ü, vaya perfilándose d" forrno grr_duál un rema compl.rn-.*"ll'Jrro d"nrro de la cítica del escla_vismo, a saber, el de su .r.orn proauctividad. E, "ri"ln"., Colu_mela lamenr"

11r"^r.:r" ¿ilig..ul'¿el esclavo ."

"t-irofr^¡ o (<,tazónpor Ia qual, cuando a-,rn deierminado predi" r.-irri, ia ,ligilancia di-recta de su dueño, Io m.¡o" .r^ ,rqrit".i.;;;;iera el remadel trabájo libre con miras más interesadas que hunranitarias.ooTambién Piinio el viejo ;fiil;;". <(encargar el cultivo de loscampos .a esclavos es una pésima política, .á'n o ,oJo -tarea

ejecu_tada por miserables- a.r.ri"ro'J* >>, pata a continuación mitigarlas condenas sobre h ;ui;J;fo, _ir.os padres de Ia lelesia37. Ibid., p. 281.

t,,r.ii;.r.??á'itt'r?'::t-" la qfFca.que erectúa Tozzi (op. cit., p.276) a taestablece ,rn. .n#^Po.__Tig"t,iti dei fragmentio-i¿-n'i'átir'¡lr,'ll,'ií, eii

,r.;jJ'*:ü1.":rugiX,H,H,J..X.j"í",*.-11*di...0,. *.-'"-.' i",,,, op. cit.,

crENcrA Eco¡lóurc¡' P rnrorocfA 263

40. Esoibe Tozzi (op.- cit., p.34j): <En ,:::1"'l:{:l:i1'ííü!), ar empreo de ma'o o!"iBl"J;"',#",,}T iill," 11de mano de obra .itrun 1i.nl ü;; ;;

to, .srno, y por encima cle todo, dado eldesde un p"nío á.-uiri

< u'rprco oe mauo de obra esclava tifnenor ren¡limia¡ra ^,,-

a ¡umanitario, pino, y po¡ encima cle-l-.X11'.¿f te:T:;", :r;ü; i;t';J"ü1J; I" T.l ff .j T Í,." jXlluÍ 3l " "'

defienden durante largo tiempo estas postufas limitándose sim-

plemente a elaborar algunos rudimentarios conceptos económi-

.o, .orno el del <<justo precio>> comercial y el del damnun -emer-

gefis y eI lrtcr,rn ,rrroi, dengo del marco de la teoría del inte:

,ér.ot -Po,

otra pafte, ni la propia condena de la esclavitud traerá

.onrigo la radical afirmacién de 1a plena igualdad histórica de

lo, hlmbres al margen de las condiciones de su nacimiento, ni

oo, .orrrieoiente la eliminación de las mismas vinculaciones cor-

poratiuu, á"ntro de las clases medievale-s, hasta el momento mismo

"n qrr. comienza a perfilarse una visión contractualista del Esta-

do y d. las relaciones sociales en genetal, una teorla del -otigen

á" í" propiedad del ttabaio,la crltica-de 1a teotla aristotélica de

lu o"ri"rilidad de la moneda>> y una clara distinción entre interés

y urrrro. Inútil remarcar qle 9s- precisamente en este peilodo'

(entre el siglo xvr y mediaáos del xvrr) cuando la alternativa de

i" orgorrirnli¿" ¿"t trabaio asalariado, tan incomprensible pata

Aristáteles, alcanza dimensiones ¡istóricas institucionales'

Todo ello nos permite entender por qué entre_ los prirneros

grnnd", t"aricos de la época moderna-el cenüo de la reflexión se'

.",bi.^ .r, la crítica del pensamiento aristotélico, que había pre-

.,ui..i¿o casi sin discusión hasta bien entrado el siglo xvr. El

olr r¡un (1642) de Hobbes, que es el primer gran tratado sistemá-

tico de la oryanización político-social de nuevo cuño, parte clara-

mente de la irítica de la teoda aristotélica de la politicidad natu-

*i a¿ hombre y desarrolla una dura *ítica de 1a teoría de la

42. véase la aguda observación de schumpeter (op. cit., pp..125-126)d. Ñ;

""'¡.. üoialtió.-oir teología m¡.ral sólb intervenla. después de que

J. liiür"^ul"^¿.-á-.Áo una interplretación analítica de cada cáso-concreto'

;;r;'iü;h J.rp"?r-.i r.iiitrá; "f "ry

de sus reslasr> en visras a la modifi-

i;:tó;";;1;r- r.ir.i-on"t'".o"¿;i.;;. <'Por un- ladJ los preceptos morales' en

IiiiÜ'qi! ñ;;rbi;;;-il.u* á-¿iriintos ¡esultados cuando se aplican a dis-

tintas ci¡cunsrancias, v á"'1."üolá evolución capitalista creaba circtmstancias;;j;;"; i.r."roé'q". i"."i.tr" bajo la prohibició.r de la usura.ibal] per-

ái!i?"la"fáát""r.-ñpttt^r.ln. Pot btto, ista evolución iba inevitablemen'

"];;;ffi;e; d.";ü.-.d;iás de las pártes interesadas, que trataban de

;;irr;''d;';;ár, lui piriflit¿¿., q". f9r ofrecía un sistema cqila vez más

comolicado de leyes v;;;ó;;;;t,l- sóutt este problem' tf' q Capitani'

:,s;ñ;-;;;.ti;;-'d;x/tt;;;-".i'*.á¡"."á", nou'dell'Ist' Stor' ItaI' per il

Medioeóo. n.' 70 (1958), pp. 539'565'i. "ff "ffT:#:",;:.rff J;: ;¿"j"::.

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264 INTRODuccIóu r r¡, crENcrA DE LA socrEDA¡_)

91c-lavitud por naturaleza.a3 Los Dos tratados sobre er gobierno(1690) de Locke at^can ras tesis der úrtimo valedor á. iu t.or¡uaristotélica de la desiguardad por natutareza (Fiil;rt;

-á.rurro-

Ilan 7a primera teo¡ía áe Ia prápiedad basada ." .iii"d"i..*En el mismo año

"r, q.ré fueran publicados lor'pár'lroto¿o,

. 'de Locke ve la luz Ia potiiicar arithrnetick de winiam p.iry, .o.,-siderado_por más de uno como el fundador de Ia economía polí-tica moderna,as discípuro de Hobbes y maestro de Locke. pettyfue el primero en áesar¡oilar ampliamente la distinción enuevalor de u¡9 y valor de.cambio,_llegando u foi*ulur-"n" iroforr_da teoría del valor-trabajo, a explicai ra renta como prustr abajo, adescribir las ventajas económicas de ra división dei

-,i^i^¡" v ^.proponer una primera,_ aunque emb¡ionaria, teotía del precio y

{e las rentas diferenciales. Quedaba asl roto er cerco teórico qoedefendía la legitimidad de ra escravirud, v i".r." pááiu-i'i.iu. ,,Priruer tratado con esta sintomática afirmación: <<para el hombrela esclavitud es una condición tan mísera y despreciabl.,

-rui dir."-' tamente opuesta a la generosa y varien te naiutareza de nuestra

nación, que se hace difícil concel¡ir que un inglés, y mucho menosun gentilhombre, pueda llegar a delenderlaJo

' "

En este momenro la modifica ción histórica de ras reracionesreales .había literalmente ffastocado er concepto de <<naturareza>>al que aludía Aristóteles para poder legitimar la escravítud, con-

13,. Th. Ilobbes, op. cit., pp. 72 ss.qq. írecrsamente en relación con esre período, Roll (op. cit., p. ItI)observa que <(en coniunto lr..ontrut".ió"-¿l."tu .ntr. .opiiutiri"''y'ou..rótendía-a convertirse en.el métodó ;á;eif";ei;o para es[abrecer un conrra¡ode.trabajo.-t'..1 A mediados ¿.iiÁt.iipi".l* para la creación de un mer-cado libre de trabaio había aJcanziíi unu-ru-..'i.n "vanzada

a;-d;r;;ü; qu.Dean Tucker nudo'definir c9;; ;Lb;r;A ilrot...o,, -todo intento por parrede terceros "de fiiar los precios .ntr. compiaáo.-y-".na."a*,;r. ói.".{Ji-mo,H. J. La$.i, j_ e ó r i si n i' ¿,t t¡l i )l ¡, ii' ií)áii.,' n";;;.;;; p el,',ii. ̂ i' 1) ' Lr.. ts. Korl. oD. ciL, p. 114. Juicio anárogo sobre petty és . i .Áit idog$^Yry v por Roichir. cr.^urio,irní"'élñ'i'J*un.ra, La teoria der uarore edeuo suttappo

-capitatistico in Adam^ S.nith, MiIá;: iieil ll, lt; "-

el"f"loJi'iio**,!i;!{4i,;,,Íi;,1"!f .ilJ,ff;:l***t!*'t#:t},íí'ííi,?,67'i'í!;ñ,::;,',¡í'.,í!!!

¡;1yw;a;;:i'á7tiiiíi"ü*á1úi,ii"i¿i.-,t

ciENcrA pcoNóurce B roBo¡.ocí¡ 295

cepto cuyas raíces no había podido suvettit ni con su genial dis-posición <<analítica>>. A partir de ahora, todos los hombres naceniguales por <(natura!eza>>.

4. Er- Nacr¡vlrrNTo DE LA EcoNoMíe por,ÍrrcA MoDERNA

Podemos ya fijar una primera conclusión a partir de las prece'dentes consideraciones acerca del pensamiento económico de Atis-tóteles, conclusión cuya validez ttatatemos de contrastal acto se-guido. La conclusión es la siguiente. Aunque es un hecho indis-cutible que las <<prenociones>> ideológicas hipotecan la investiga-ción científica de las relaciones sociales, resulta evidente la posi'

bilidad concreta de que ésta se libere de aquéllas Y 9ue, por con'siguiente, pueda constituirse en una función primaria denffo dela historia de las ideas, precisamente a partir de la penerabilidadintelectiva de dichas relaciones. El auténtico y esencial lfmite. deesta penetrabilidad intelectiva de las relaciones sociales procedede su configuración histórica, es decir, del hecho de que categoríascomplejas como puedan serlo, por ejemplo, el concepto de valor,de trabajo abstracto, o de capital no pueden ser deducidas derelaciones tan sirnples como las de una sociedad patriarcal de es-tructura económica naturalista y de una sociedad de clases tancerrada como lo es la sociedad feudal. De ahl la posibilidad devalorar el genio teórico del científico (Aristóteles, en este caso)que anticipa en cierta medida caegorlas difícilmente deductiblesde las relaciones existentes en su época, y el lírnite históricosubstancial que conforma el tipo de sistema económico social so-bre el qrr"

"lubotu sus reflexiones. Y también deriva de ahl¡l**-r-

esencialidad de la historia del pensamiento <<teorético>>, carácter que

ignoran quienes desvían su atención hacia los condicionamientossociales q,-,e lo determinan, llegando de este rnodo a una singular

visión d. lu hirtoria del pensamiento como una histotia de <<erro-

res)> y de <<mixtificaciones ideológicas>, cuando no a la vísión de

la hisioria de las relaciones socialés como histo¡ia que no se halla

acompasacla, ni incluso en sus implicaciones teóricas, por las di-

fereniias históricas entre los diversos sistemas sociales. Bajo este

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266 INTRoDUCCTó¡{ ¡ r¡ crENcrA DE LA socrEDAD

último punto de vista desaparece el probrerna de ra configuraciónesrructurar de los sistemas sociales, c^raramente ,,-rbutituidJ por el

' problema del <<historicismo>> individuarizrd;, t;;; ra modernamitología del <<prorgeso> como progreso inteláctual <(puro)> que

' halla los términos universares para ra varoración rristórica en lascategorías modernas.

. Tratemos ahora de llevar a cabo una aproximación más cli-. ¡..-_ rrrrt,u ̂ ,las

relaciones entre cíencia e ideologia "".iir"n¿o la cate_goría de trabajo absffacto que, como ya crebiera haber resultado

. evidente, engloba "r

,r, ,"rá muchas ¿" l* .ri"go.iu', ".o'o-i.nu

' (y no sólo económicas). En particurri, i.¡".r" ul., or.¿ado muyclaro que diflc'mente podía ser entrevista una nocián del valor,4i incluso por parte de Aristóteres, deducié;á.il;; un tipo derelación social en

1" ny. el-*abajo ábr,ru.ro-io a.r._p.nuba nin_gún papel institucional rear. De hecho, ,ory Jiri.il-t.niu qr" ,.-sultar'la detección de <argo en común> .nir. lor-prodrrcto, hu-manos'cuando nada de común (o casi nada) había en*e los dife-I:tl:r

tipos de ttabaio, hasta el punto de q,e ntñno, cle ellos(y cie¡tamente Ios más esenciares) quedaban exáuidos de rasfunciones hu*rn* en calidad de a*ibutos muertos de la natura-'leza. La historía de las investigaciones econónricas- en er períodocaracterizado por la institución de la esclavit.rd se a,r.rrr" pu"r,y precísamente por tal motivo, como historia cle la ¡eflexión sobreIa naturaleza y.sobre zus fines, y por consiguiente como historiade Ia excogitación de fines pura" Iá, diversJs d;b-, der orga-nismo social, al que todavía no se .le "*ib,ry.n

.,n,r"ai-.nrián- yditerminacíón históricas. La dependencia ¿"'ro inr..rtigación eco_nómica con respecto a ra -"tnlíri.u

porítico-soci;i;;^." generar,a ,a metafísica tout court no se romperá ni siquiáia c'ando elanálisis se centre en er intercambio, al menos mien*as éste seaobservado como una categoría.""ruri'oo-"nt;-r;;d"" a ra circu_Iación y extraña por .o'nfr.to a Ia producción, *i.nru, sea con-templado como intercambio de bienes cuya producción se rrailatodavla impregnada por ras insondabres .í.ral¿"rlliirr.r.ro.Por todo elro tardará tanto en constituirse como tar Ia cienciaeconómíca, y también por ello

crENcrA rcoxóurc¡ E lororocíe 26.7

no debe asombrarnos que la economla clásica haya impresionado '

tan vivamente a los contemporáneos desempeñando una acciónrevolucionaria ta¡to frente a las nociones como frente a la nraxistradicional. Su aparición constituyó dentro de la historia delpensamiento, y especialmente en el marco de las ciencias socia-les, un hecho memorable, pues creaba el concepto de sociedadeconómica como sistema determinado, y sistema en tanto quéregulado por leyes particulares sobre cuya base pueden formu-larse cálculos y previsiones de acontecimientos.aT

Por tanto, tampoco debe asombratnos que el análisis econó-mico no se centre exclusivamente en el hemisfero más palmariodel intercambio. Una teoría de la sociedad económica como <<sis-tema determinado>> debía por fuerza implicar algo más. He aquícómo Dobb precisa magistralmente este punto esencial:

Presuponía no sólo admitir que en todo mercado los individuosson numerosos y entablan mutua competencia sino, también, que'tanto individuos como recursos son nóuiles al tiempo que existeuna flexibilidad en los precios (al menos dentro de los llmitesde un determinado pafs y durante un período de tiempo suficien-temente largo). Por consigrriente, podla afirmatse que unos de-terminados valores de cambio se comportan de un cierto modoconcreto, que presentan cierta uniformidad y se ajustan a cier-tas relaciones esenciales. Las relaciones determinantes son lasrelaciones entre los hombres en tanto que productores. El hechode que los hombres y los tecutsos productivos por ellos manipu-lados puedan moverse a través de diferentes ramas de la pro-

47. M. Dobb, op. cit., p.43. Idéntica observación hace Roll (op. cit.,pp. 164 ss.), quien pone en evidencia dos ca¡acteres esenciales de la escuelaclásica: la <<capacidad de oeneffación del mecanismo económico de la éDoca>>y el hecho de que, por v.z primera, se reconozca que <<los fenómen6s so-ciales, incluida la historia, tienen leyes propias que pueden ser descubiertas>>.Smith y Ricardo, sigue diciendo Roll, <<mosffaron a los economistas que lessueedieron la necesidad de coordinar las diferentes explicaciones de. los fenó-

'

menos económicos bajo un princípio único que estableciera entre todos ellosuna relación mutua. Consüuyendo su teoría sobre las bases establecidas porIos fisiócratas, rataron de ofrecer un cuadro Io más completo posille delproceso económico, cuad¡o abstracto, evidentemente, pero que contiene laesencia de la realiCad, de fotma que los trazos generales del dibujo se hanmantenido inalterados, aunque haya sido necesario rehacer algunas de suspa¡tes).

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268 rNTRoDUccróN ¿ r,a crENcrA DE LA socrEDAD

ducción a la búsqueda del máximo beneficio gal.antiz^ no sólo latendencia a la uniformidad de salarios v beneficios dentro delámbito global de la industria, sino tamiién que las relacionessegún las cuales se produce el intercambio de me¡canclas en elmercado tiendan a corresponderse con las relaciones entre sus

' costos ¡eales. Estos últimos representan los valores <<normales>>o <(natutales>>. Las relaciones de intercambio reflejan, por tanto,las relaciones de producción y se hallan determinadas por estasúltimas. La economla política se convierte ante todo en teoríade la ptoducción.48

De hecho son todas estas implicaciones, que maduran esen.cialmente en Ia obra de Adam Smith, las que conforman a media-

'dos del siglo xvrrr un poderoso <(muro de contención>> que separaráel pensamiento económico de raíces éticas del pensamiento económi-co científico.ae Este último parece arrinconar -y efectivamente, dehecho los teelabora desde una perspectiva completamente nueva-los viejos problemas de la ci¡culación (producción de moneda,utilidad, regulación de los cambios con el exterior, ateso¡amien-to, etc.) que habían alcanzado su época dorada enffe finales del

. siglo xvr y mediados del xvrrr en los trabajos de Malynes, Mun,.Galiani, Serra; Hume, Locke y Cantillon entre otros. En par-ticular, las relaciones económicas aparecen ahora como <indepen-dientes>> de la voluntad de los gobiernos, movidas por leyes in-manentes y susceptibles de análisis.

La teglamentación estatal, considerada anteriormente como esen-cial para que el orden pueda emerger del caos, resulta ahora

. 48. M. Dobb, op. c i t . ,pp.46-47.49.' La necesidad de precisar nuevamente el alcance teórico de esta

<<frontera>> ha sido observada con gran aguáeza por G. Pietranera, op. cit,,refiriéndose al hecho de que la misma, <(aunque ya se está perfilando desdehace dos siglos, no aparece nada clara o, al menos, no se muesffa asf en losmapas usualmente utilizaCos por los economistas>>. También Dobb (op. cit.,p. 14) señala que <(en la actualidad se tiende a mantener la tesis de quelos primeros economistas, no sólo carecieton de madurez, sino que se dejaronarrastrar por falsos problemas>. Un claro ejemplo de esta tendencia (especial-mente con relación a Ricardo) nos lo proporciona F. H. Knight, On thehistory and nethod ol economics, Chicago, 1956. Sobre el tema véase tam-bién C. Napoleoni, Il pensiero economico del 900, Turln, 196-3, pp. 190 ss.

CIENCIA ECONóMICA E IDEOLOGÍA 269

superflua. Más aún, se acrecentaba la sospecha de que tal regla"*éntu.ión había actuado de forma nociva, pues había obstaculi'zado el funcionamiento de las fuerzas económicas y había produ-

cido desequilibrios alll donde de otro modo hubiera podidoreinar la arntonía, sin la menor evidencia de que pudiera obtenerresultados más satisfactorios para el interés general, sinq más

bien al contrario.so

Ello era así hasta tal punto que, sorprendentemente, <(una des-

cripción de cómo funciona el i istema se convierte ipso'lacto en

una presunción de cómo debe funcionar dicho sistema>>.5r

Nos hallamos ante un conjunto de problemas de excepcional

interés. Las cuestiones que se plantean son las siguientes. ¿A tra'

vés de qué línea üvisoria y a causa de qué modificación efectiva

del objeto de reflexión el antiguo y siempre dominante concepto

de <<naturaleza>> va ab¡iéndose a la posibilidad de individualiza¡

un continente aLrtónomo de ¡elaciones económicas? ¿Cómo y por

qué esta apertura tiende más tarde a cerrarse sobre sf misma en

una <<restauración metafísica>> o nofmativa? Estas son las pfe'

guntas que se plantea, pot ejempio, un historiador de la teoría

del valor, Pietranera, cuando razona sobre un específico pero

fundamental punto de la misma: el de la teorla del valor-trabajo

en las obras de Smith y Ricardo. Escribe Pietranera:

en última instancia, el estudioso del desamollo histórico de la

teoría del vaior-trabajo se ve obligado a preguntarse [...]: ¿cuán-to hay, en Smith y Ricardo, de <<metafísico>> y cuánto de <<cien-

tíficamente demostrado>>?; ¿y cuánto de <<cientlficamente de-mostrado>) y cuánto de <<metafísico>> hay en la tradición pre-smithiana de la teoría del valor-trabajo? s2

{ -*{.*

He aquí una buena forma de replantear el ptoblema de las rgla-

ciones entre ideología y ciencia,

Si aceptamos que el <<problema de la creación y destino de la

plusvalía lru un problema cenral denuo de la economía clásica>,s3

50. M. Dobb, op. cit., pp. 56-57.51. !bi{, n. 57. r52. G. Pietranera, op. cit., p. t7.,. M. Dobb, oP. cit', P. 4L'

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270 rNTRoDUccró¡.r ,{ r,{ crENcrA D.E LA socrEDAD

estas preguntas pueden traducirse en otras equivalentes. A saber,' ¿qué modificaciones fundamentales del análisis determinan el na-

cimiento del <muto de contención> entre los conceptos de valory de tabajo, qué frustradas profundizaciones le hacen todavíaihconsistente frente a los sucesívos ataques de la crítica, permi-tiendo que una y ora vez, si descartamos la genial excepción delpensafniento de Marx, sea arrastrado por la restauración utilitaris-

-r¡.{f-. I t t . r--' 'ta del .siglo xlx y, más tarde, por la aparición de la económicacomo simple y elegante técnica de las relaciones formales? Resi-guiendo la lógica de estos problemas debería poderse determinar,tanto'la koriginalidad científica>> del pensamiento clásico, como

, sus ümitaciones <<metafísicas)>, y por consiguiente el nudo vital dela economla moderna.

Es un mérito aribuible a Pietranera haber examinado a fondoel nexo entre estos problemas y haber llevado a cabo una másnítida distinción entre las alusiones todavla genéricas a una teoríadel valor-ttabajo en la economía persmithiana y los planteamien-tos de Smith y Ricardo, tratando sobre todo de explicar el procesode estancamiento y desgaste teórico de los <(presupuestos>> iusnatu-ralistas. De acuerdo con ello, ha podido acentuar las diferenciasentre los pensamientos de Locke y Petty, mostrando cómo en elprimero de ellos (contra la opinión de Myrdal)s la ecuación valor-ttabajo constituye un campo de investigación exraño en tanto que

junto al trabajo, hallamos en Locke otros elementos, como,la<<industria>> (industry), el <<trabajo y la industria>> (labour andíndustry) y -a modo de límite de la propiedad, y por tantoen cierto sentido como fundamento- el uso (erse) personal.Patalelamente, y como condición del desarrollo de la propiedad,Locke nos habla de la posibilidad de impedir que algo (el pro-ducto) se estropee por inutilización (the perishing ol anythinguselessly), es decir, de Ia posibiüdad de conservar los bienesproducidos.55

54. G. Myrdal, El elenento político en Ia lormación de las doctrinaseconómicds, traducción de José Dlaz García, GreCos, Madúd, 1967.

55. G. Pietranera, op. cit., p,2).

CIENCIA ECONóMICA E IDEOLOGíA 27r

Este concepto de industria <(comprende ias invenciones, lasartes aplicadas y el progreso general de ias cienciasr>, e integra esanoción de activismo genérico cuyo opuesto <(es el ocio feudal ynobiliar, el ejercicio de las armas y el de las ciencias puramentecontemplativas>>.s6 Se üata de un concepto cuya indeterminaciónpermite una generalización iusnaturalista a pa*k de la cual, y deforma bastante arbitraúa, se extrae posteriormente la justifica-ción lockeana del especít'ico e histórico derecho a la propiedad pri-vada, claramente desmentido (en su oculta parcialidad) por laexclusión del siervo (seraant) de la propiedad del campo que hatrabajado para el señot.s7 Este mentís ilustra a la perfección elhecho de que toda la argumentación genérica sobre el trabajo ado-lece de un decisivo condicionamiento iusnaturalista, es decir, dela necesidad de conservat en el estado civil la endladis presocialde la <persona>> y de sus <<bienes>>.s8 Asl pues, aunque'logra des'prenderse de Ia tradicional justificación de la propiedad en razónde la ocupación (pasando por encima de un obstáculo que todavíabloqueará el pensamiento de Kant),se Locke no logra conferir unadeterminación histórica al <<principio> del trabaio, que de estemodo permanece privado de una verificación positiva y de unacomprobación institucional. Su teoría del valor-trabajo se resuelve

56. Ibid., p. 36.57. Cf. J. Locke, op. cit., p.2582 <La hierba que ha comido mi caballo,

la tierra que ha labrado mi siervo, el mineral _que yo he. extraldo de unlugar sobie el que tengo derechos no compartidos con nadie, se conviertenen mis propiedades sin designación ni consenso de nadie. Es mi rabajo loque ha iidó mío, es decit, el mover aquellas cosas del estado común en que.se hallaban es 1o que ha determinado mi propiedad sobre ellás>. Y est-o, tén-gase en cuenta, ras haber dicho poco antes (p, 256) que <cada individuoiiene la propiedad de su propia persona, a la que no tiene derecho nadiemás que é1. El trabajo de lu cuerpo y las obras salidas de sus.manos pode-mos decir que son propiamente suyas)>. Asl pues, el trabajo del siervo notiene el mismo carácter que el trabaio del señor, con lo que queda denun'ciado el caráctet ficticio e ilusorio de la <<igualdad pot naturaleza>. Esta gravecontradicción de Locke, que hiere en su mismo corazó¡ no sólo a su teorladel valor-trabajo sino al propio planteamiento del iusnaruralismo, ,tambiénha sido puesta de manifieito-por C. B. Macphetson, The political theory ofpossessi ie ixdioidual ism. Hobbes to Locke,londtes, 1964, pp. 215 ss.

58. Cf. sobte el tema, G, Della Volpe, op. ci t . , pp. 218 ss., asf como'H. Laski, op. cit.

59. Véase, más adelante, la corrección ptopugnada por Pieüanera.

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272 rNTRoDUccróN ¡. ¡,¡ cIENcIA DE LA SocIEDAD

en la teoría del <<trabajo encomendado>>, que in{luirá asimismosobre la obra de Smith y gue deja sin explicar el problema <tra-bajo> al mantenerse encetrada dento de un círculo vicioso.

Como obse¡va Pietranera, es Petty el encargado de impulsarla liberación del condicionamiento iusnaturalista con <<una impá-vida aceptación de la maldición blblica que acompaña ai mabajo>,sproveyendo a la teoúa del valor-trabajo no ya de una genéricareferencia al activismo industrioso y a las <<fuerzas vitales> natu-talistas, sino de una referencia específica a la histórica <<produc'ción social continuada dentro del mercodo tnundial con las sub-siguientes posibilidades de traslados tertitoriales y de recíprocaconcurrencia>>.ól Se trata de una referencia efectivamente experi-

'mental que lleva a Petty a superar, por ejemplo, toda rémorade austeridad pata, siguiendo los pasos de l{ume, promover eItrabajo productivo y combatir la indolencia.62 La piedra angularde esta invetsión prácticamente radical del viejo ideal ético estribaen el hecho de que Petty consigue desatrollar esta comparabilidadentre todos los uabajos, que a Aristóteles le resultaba imposible,mediante la <<reducción de los distintos trabajos patticulares atrabajo abstracto>>,ó3 reducción que obtiene a través de la medicióndel tiempo de trabajo necesario para producir socialmente losbienes (valor-trabajo contenido). Así desaparece el último resi-duo de la hipoteca iusnatutalista, \a presocialidad (naturalidad)

de la propiedad y de la <<vida>>, consumándose en la identi6cacióndel movimiento histórico que expresa su fundamento y su diná-mica real.4 Las vacilaciones teóricas que sigue manifestandoPetty enme las dos variantes de Ia teoría del valor-ttabajo pare-cen aludir a la dificultad de individualizar plenamente un movi-miento hiitórico real que no ha alcanzado todavla su total ex-

60. G. Pietranera, op. cit., p, 33.6L G. Pieranera, ob. cit., p. 35, refi¡iéndose al ejemplo de Petry sobre

la plata extralda de las minas de Perú y transportada a Londres con respectoa la proCucción de un bushel de grano (p. 34),

62. Ibid., p. 36. Y cf. nota 21.63. Ibid., p. 37.64. <<Lo que en las ciencias sociales -señala Pieüanera, op. cit,, p. 41-

significa simplemente experimentar>>, como demosración del juicio deB] A. Johnsón sobre Petty, según ei cual <<su tendencia fue similar a lade Galileo y la de Bacon> (p. 31),

CIE,NCIA UC<¡r ' tóM¡C¿. n rpBOLOCí¿ 273

pansión y que apenas está comenzando a desamollar este facto¡específico de la ploducción moderna que es el trabajo de los asa-lariados industriales.ós

Pot tanto, puede muy bien afi¡ma¡se que el tema fundamentalde la teoría económica moderna queda reducido a una elecciónentre la comprensión científica de las instituciones reales quecompletan el cuadro de la sociedad económica como <<sistema de- .terminado>> (histórico) y el riesgo inevitable a bloquear la inves-tigación, incluso a nivel del tecnicismo formaiista, al obligar. eh'úitima instancia a replegarse soble las antiguas justificacionesético-metafísicas. El larvado agnosticismo del econornista en la<<elección de los fines>> se traducirá en un obligado <<reto!no)> ala vieja cultura de extracción iusnaturalista.

Quizás el punto crucial de este dilema sea el esclarecimientode la naturaleza histórico-positiva del propio concepto de trabajoabstracto, es decir, se halle en el intento de comprender el movi-miento histórico que provee a tal concepto de su mat'eria realexplicando a través de las instituciones positivas de la sociedadmoderna el mecanismo que equipara de hecho (y no sólo a nivelconceptual) e1 producto privado como miemb¡o del organismoproductivo global.óu De 1o contrario, desde cualquier otro ángulode análisis, el <<control sobre el trabajo>> sólo servirá para crearun círculo vicioso del que únicamente puede salirse con ayudade postulados metafísicos.67 Flaber avanzado a 1o largo de estalínea teórica constituye no sólo el mayor mé¡ito teórico de losclásicos sino también el <<secreto>> de su capacidad para expresaruna interpretación coordinada y coherente del conjunto de las re-laciones sociales nrodernas. Por otro lado, su limitación resideen haber adjudicado a este mecanisrno de conjun.to una vísióñH -

65. Como comenta Pietranera (op. cit., p. .36) con respecto al ya cítadoejemplo de Petty, <<los excavadores de plata del Perú, lo mismo que loscampesinos ingleses que cultivaban grano, no son simples figuras ejemplifi-cadoras [o que, por ora parte, ya tendría un significado éspeclfico] queaparecen en los libros de Petty para dar realce a una graciosa parábola, sinoinconscientes confirmaciones de su teoría>>.

66. Cf. M. Dobb, op. cit., cap. III.67. Véase el uherior desarrollo Ce la investigación de Pietranera en la

obra que venimos citando,

18. - CERR.oNI

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274 TNTRoDUCCIóN ¡ l,r cIENcIA DE LA socrEDAD

intemporal y metahistórica, por otro lado la limitación que ca-' tactetiza a ioda su época, donde apenas comenzaban a fermentar

las 'nuevas tendencias del movimiento histórico hacia una com-

, prensión directa y una gesrión socializada de dicho mecanismo.

Por tanto, a pesar <<del continuo esfuerzo de detetminación

histórico-sociai de-los conceptos>,d evidente en la obta de Smith,

+.¡¡-_, , éste no consigue llevat de forma conclusiva su investigación hacia- -' ' una explicación histórico-causal globalizadora del tipo de sistema

econórriico-social que analiza. Cierto es, consigue rompet con <<1a. tradición que va desde Aristóteles hasta Hutcheson, tradición que

reducla los problemas del valo¡ a los de la utilidad, la demanda y

la escasez>>,6 pato no logra superar <<1a tendencia a la absolutiza-. ción, es decir, a situar fuera del espacio y del tiempo las coorde-

nadas específicas, históricas, de la teoría elaborada>>7o a fin de

obtenet un conocimiento globalizador de la sociedad moderna.'En particula!, no logra reproducir intelectualmente eI proceso

histólico que no sólo lleva de la embrionaria teoría del valor de

Aristóteles a la teoria del valor-trabajo, sino que también nos tfas-

lada desde la embrionaria economía de intercambio (todavía im-

buida por el sisrema esclavista de producción de bienes) a la

moderna economía de intercambio, donde éste ha impregnado,

atomizado y movilizado de tal forma el organismo social que ha

llegado a ónvertirle en mediador de la producción gracias a la

aplrición genenlizada del cont¡ato de trabajo asalariado.Tr El re-

sultado ,"iá .rt^ falta de diferenciación entte trabajo y fuetza'

de-ttabajo, criticada por Ricardo y posteriormente por Marx, de

coy^ rerolrrción depende en definitiva la identificación de la reíz

histótica de la categoría del trabaio abstracto'

5. Crrxcr¡. EcoNóMIcA E HIsroRrA

Él problema de la explicación histó¡ico-causal de la formación. global iel sistema económico moderno y de la correspondiente

' 68. G. Piet¡anera, oP, cit', P' 9).69. Ibid., P. 125.70. Ibid., p. 153.7I. Sob¡é

^este punto, cf. M. Dobb, op' cit', pp. 67 ss'

crENcrA EcoNóMrcA E rDEoLocfA 275

necesidad de una elaboración categorial rigurosamente histórica ytipológicamente determinada se convertirá en característico delpensamiento ochocentista, y en particula¡ del de la nueva cienciasocial, empeñada en relacionar sistemáticamente la investigacióneconómica con la investigación histórica, la investigación técnico-conceptual con la investigación histórico-institucional. Pocas du-das hay acerca de la gran importancia que llegará a adquirir esteproblema, especialmente en la obra de Marx.72 Sin embargo, loque nos interesa primordialmente aquí es dete¡minar las coorde-nadas generales en base a las cuales el pensamiento económico sesepara -a partir de Marx- del planteamiento clásico de esteproblema, y en particular, determinar la consistencia <<evaluativa>>de la económica para constituirse en <<ciencia pura)> de las cantida-des económicas y aspirar a la matematización suprema de las rela-ciones sociales modernas,

Ya nos hemos referido al puesto que ocupa -siguiendo lalínea de \X/alras-Pareto- la obra de Robbins .on r.rpé.to a estedesarrollo de ia teoría económica moderna. Por consiguiente,. val-&á la pena intentar demostrar rápidamente su validez a fin dedeterminar en qué modo, si ello es así, el tecnicismo resulta un.mero escaruoteo de los grandes problemas heredados de .la tra-

72. . Sobre este pl:anteamiento lógicohistórico de los problemas de laeconomía moderna en la obra de Marx, basa con eficacia Scliumpeter, a pesarde sus reservas de otro tipo, su juicio'acerca del alcance rig.r.osamente'cien-tífico de las conclusiones económicas de aquéI, Observa en'qué modo <<Marxevita todos los

-slogans populares según los cuales en el mércado capitalista

de trabaio e! obrqrq serla, de una u otra forma, robaCo, engañado o^, en sulamentable debilidad, obligado a aceprar cualquier condicióñ que se'le im-'pusieta. La cosa no es tan sencilla: él obrero-recibe el valor lntegro de stpo.tencial de trabaio> (J. A. Schumpeter, Capitalismo, socialismo, dámocrazia,MtIán,.1964, p. 26- [existe versíón castellana: Capitalisno, socialismo y de-mocracia, Aguilar, México, 19611). Una acerrada refutación de la idea bas-tante.exrendida según la cual El capital sería una obra <de tesis>, es decir,s^urgida Ce <presupuestos ideológicos>>, la constituye este offo juicio deJchlrmpeter (op_.,cit.,,p,.42) acerca de las relaciones entre teoría y hechosen Marx: <En Marx la función es de natu¡aleza química. En onas palabras,los hechos son introducidos en el núcleo mismo'del razonamiento'del quese desprenden-los resultados, Fue el primer gran economista qrle co.pr.náióy enseñó de forma sistemática que la teorla económica puedé transfórmarseen análisis histórico, y el relato histórico en histoire rai¡onnée>>. Sobre estepunto cf. también J. Robinson, op. cit., pp. 75-76.

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276 rNTRoDUccró¡.¡ ¿ ¡,¡ crENcrA DE LA socrEDAD

dición clásica y un larvado retorno a la dependencia del ideolo-gismo.

Entre las c¡íticas que se han efectuado a la definición y funda-nentación teóricas de la económica, ciencia que estudia la con-ducta humana como relación entre fines y medios en una situaciónde escasez, escogeremos la de Sweezy, pues nos parece particular-mente f.eltz.13 La definición de Robbins, escribe Sweezy,

no parece set demasiado pertinente para una ciencia de las re-laciones sociales, Más bien parece una definición de la conductahumaoa en general, Por tanto, no debemos sorprendernos deque esta ciencia üeve a resultados general-ente aplicables a to-das las formas de socíedad, es decir, a las más diversas conü-ciones en cuanto tespecta a las relaciones enüe los dife¡entesmiembros que la componen. Según el profesor Robbins, <<losptincipios generales de la teoría del valor son igualmente apü-cables a la conducta de un hombre aislado, al órgano ejecutivode una sociedad comunista o a la conducta de un individuocualquiera dentro de una economla de me¡cado>>. Indudable-mer¡te, otro tanto podrla afumarse de los principios generalesde la fisiología. EL profesor Robbins no liega hasta el extremode afi¡ma¡ que la economía no es una ciencia social, pero ex-

' perimenta una indudable antipatía por tal opinión.?4

Por el contrario, adopta como problema central el de la importan-cia de la opción individual frente a los usos alternativos de bienesescasos. Con ello, continúa Sweezy, <<el sistema económico dejade ser considerado primordialmente en términos de relación entreindividuos (relaciones sociaies) para contemplarse en términosde relaciones entre individuos y cosas>>.7s

Naturalmente, <(sería un errot infetir de esto que el economistamoderno no se preocupa en absoluto de las relaciones socialesde la producción>>, y sin embargo debe subrayarse

73. P. Sweezy, La teoria dello suiluppo capitalistico, Turín, 1951 [exis-te versión castellana: Teoría del desarrollo caoitalista. traducción de HernánLaborde, FCE, México, L970.

74. IbiC,, pp. 22-23.75. Ibid., p. 23. CÍ. también F. Lenz, <Sociologia dell'economia>>, en

G. Eisermann, Tlattato di sociologia, Padua, 1965, II, p. 106.

CIENCIA ECONóMICA E IDEOLOGÍ^ 277

que este aparato conceptual tiende a ser elaborado de forma que

uascienda- todo conjunto particular de relaciones sociales. En

consecuencia, estas írltimas entran en el cuadro (si es que'

entra,-') sólo de forma incidental y exclusivamente en el mo'

mento en que se pasa a aplicar la teoría. Y hemos dicho inci-

dentalmenté porqrr. no hace la menor falta que entfen, 'hechoque se desprende de suponer la teorla económica- igualmente

aplicable a Robinson Crusoe como a los otros varios tipos de

economía social. En otros términos, la teoda económica se

convierte ante todo en un proceso de elaboración y de cone-

xión de concepfos de los que se ha eliminado todo contenido

especlficamente social, En su aplicación efectiva, el elernentosotial puede introducitse (y normalmente asl se hace, en cuantoque Róbinson Crusoe es muy útil e interesante' especialmente

en las fases preliminares de la teorla) por medio 'le hipótesisad hoc que nos especifican el campo de aplicaciónJó

Así pues, Sweezy pone de manifiesto un doble y concomitante.

procedimiento característico de los teóricos de la economía como '

ciencia de las opciones individuales. En primer lugar, éstos haien

abslacción de las relaciones histórico-sociales generalizando el

problema del individuo como ente llamado a escoger una vez si-

iuado frente a diferentes bienes. En esta fase ya dan por demos-

nado; a) que el individuo es un ente indifetente con respecto a

los tipos de relación en los que se sitúa frente a los demás hom-

bres; á) que los bienes son pura y simplemente <(cosas> (¡narura-

lezal) y no prodrrctos sociales; y c) que el problema de'la elec-

ción ei simflemente un problema psicológico del individuo y no

también un ptoblema de actividad social considerada en todo su

coniunto. Sotre la base de estos supuestos <<ocultos>> se establece-

rá seguidamente la fase <<deductiva>> de la investigación, en la-"H''

qu. d. forma inevitable las relaciones sociales, ausentes hasta este

Áomento, deberán ser interpoladas deduciéndolas de bipótesis ad

hoc modlladas sobre los piecedentes supuestos. De ahl se des-

prende que, en una prim;ra fase -es decir, en la friación del

.u*po d! investigación así como de los principios formales. y de

las categoríu, c.ritrales- quedan excluidas las relaciones históri-

76. P. Srveezy, oP. cit., P. 24.

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276 INTRoDUCCIóN A ¡A crENCrA DE LA socrED^D

cas y sociares, asumiéndose como punto de partida er punto devista del individuo-Robinson, mie¡itras qu" árr-un'segundo esta_' dio -en la aplicación.de ros principios iubo.odo, y en su even-tual explicación histórjga,-, r" iotrod.r.en las r.ru.ior", socialesconformándoras, con ras hipótesis individuaristas v psicorogistas. que sirvieron de punro de partida. urro rigiid.^l , un mismotiempo, que nada realmenre histórico. p""d. ;;;-;li,"rr.¿o por eIanálisis v oue, sin embargo, ros principios .r. ¿r e*trui¿o, son apri_'"¡ii¡'\' i 'cables

^'ti¿oí y .r¿"-""'.;;i* tipos históricos de reraciones so_ciales. Y dado que, como fácilmente nos permite constatar la ex_periencia, el punto de vista del ind,ivicruo aisrado ,¿lo ., concre_tamenre posibre en ra disociada e indiuid.uarist:a-siciedad moder-na, al tiempo que no of¡ece de él ningu"; ;;;;;.;;ización o ex_plicación histórica se Ie convierte en criterio de interpretacióngeneral de la histo¡ia.

El ejemplo que nos ofrece Sweezy para comprobar las inquie-rantes consecuencias de esta metodorog?a ., .l ,"tuiruo ar salario.Escribe:

El término procede del lenguaje común, donde significa la can_tidad de dinero pagada, .ñ br",r". p".rrl.r-á."'ii..npo, "

Io,trabajad-ores -.mpi."do, por parte á. ,rn ináivi¿,ro suminis_trado¡ d1 trlbajg. Sin embargo'la teorfa .;;;;;;^i. ha vaciadode esre contenido social y io ha redefirii.

-.á,n" el producto,bien expresado en varor, bien expresado en términos físicos,iiaputabre a una activídad humana inmersa .n ,r, proceso pro-

, ductivo- generar. En este sentido, Robinson ó;;, er artesanoque 'abaja

por cuenta propia y el pequeñá pi"pi.rrri. agrícola' son tan asarariador "o','ro

Ér oo...o que trabaja en una fábricaindustrial, si bien de acuerdo_.o, .l't.rrg,rr;;,;;;" sólo esteúltimo tipo de trabajador puede .orr;¿.in?..,irffi_"n,e comoreceptor de un sarario. En ot¡as prr^br..,-"I'.rÍ*i., se con-vie¡re en-una ca'goría universal ¿e la viáa ;;o;;;", (es decir,' de la lucha par" iuper"r la limitaci¿" ¿.-lár-Ui#s) más que' en una categoría ptopia de una particular forma histórica de' la sociedad.z

77' Ibid" o' 24' De forma.que. la economfa política puede ser definida,como hace píréto, como <(una ciár,cia nrturar similar a ra psicorogía, Ia 6sio-

crENcrA BcoNólrrce p ronol"ocí¡ 279

Nada impide entonces que se defina como salario la compensaciónque se daba al sietvo feudal o al funcionario de corte de un em-perador romano.

Los ejemplos podrlan multiplicarse hasta aba¡car todas lascategorías económicas. Así, el capital, sacado del contexto histó-rico-social que en último análisis ba hecho que se Ie comprendacomo capital, se generaliza en un <<bien directo producido por elhombre y destinado a la producción directa de nuevos bienes eco-nómicos>>, categorla en la que pueden entrat perfectamente tantola gran fábrica moderna como el taller del arresano medieval o\a clava del cavernícola. Pero lo más importante es que en lafase <<deductiva> del análisis el economista volveiá a intoducirlas determinaciones históricas del salario nzoderno y del ,capitalmoderno para adaptarlas, evidentemente, a las hipótesis que ha-bían constituido el punto de partida, privándose asf, no sólo detoda penetraci6n crítica de las categorías modernas, sino tambiénde la comprensión de las diferencias entre los distintos sistemaseconómicos. Tal como concluye Sweezy, <<actuando así el sistemaeconómico actuai se ve implfcitamente oiticado en la medida enque no se adapta a un modelo consruido a partir de deduccionesde conceptos totalmente desprovistos de contenido social>>. Eneste sentido, <<aquellos que evitarlan con todo cuidado hacerlopasar ostensibleme;rte a ffavés de Ia puerta principal, intioducenpor la puerta de servicio algo que presenta un sorptendente pa-¡ecido con el modo iusnaturalista áe juzgar Ia sociedad que preva-lecía en el siglo xvrrr>.78

Pero en otro aspecto -añadimos por nuestra parte- el .re-sultado de la investigación es esencíalmente una apologla del pre-sente estado de las relaciones económico-sociales, su traducción entérminos conceptuales <<cerrados>>, es decir, incapaces de progre-sar en el conocimiento de la realidad histórica.

Obviamente, en los procedimientos reseñados existe un bunus

logía,-la química,. erc.> (V-- Pareto, Corso di economid politica, Turfn, 1961,p. 9 lexiste versión castellana: Manual de economla folltica,'Omebá, Bue-nos Airesl).

78. Ibid., p. 25.

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?80 INTRoDUCCTóN ¿ LA crENCrA DE LA socrEDAD

de verdad' para decirro en parabras de Dobb, <ra verdad de unprincipio económico t...I s¿lo subsiste ,i ,. uiriu -ál-.i.no,

. aspectos del problema para concentrar Ia atención en aqueüascaracterísdcas que,so¡ esenciares y fundamentai"r ""'"q".1

,..-tor del mundo rcal ar que se aprica ra teoria>>.,s En este sentidoIos teóricos de la economín ,.g.rram.r,1. ti.n.r, razón f'ente a ,os. <'istoricistas_> que,. hecho trar"h.cho, ,ig.,.n la sucesión de los fe-nómenos.independientemente de su Darticurar y distinta repre-sentatividad v esenciaridad. y también se echa d; ;.;;;-;n eüosla cautela de Ia que da muestrat nobb cuando escribe:

A menudo suele defenderse una teoría porque ofrece una ma_. yor generalidad que otra formulación ,ivul,'¡ " fii*.i" ,irr^parece éste un argumento bastante conuin..ntá. pJtr-r.il ..r,-veniente mosffarse un poco escépticos ante tal tipo de defensa,al menos hasta que no estemoi seguros de que esta mayor' genemridad no deba paga¡se demasiado cara en detrimentode Ia concreción.so

' Es inte¡esante compretar ra cita de Dobb: <<En er momenrode hacer abstracción de 1os erementos particulares de una situa-ción, existen, en términos generales, dos vías posibles>>. La pri-mera consiste en

cons*uir la propia abstracción partiendo de ra exclusión de cier-ros caracteres que se hallan presentes en cuarquier situaciónreal, ya -sea

porque son los más variabl.r, yu ,É"- poü.r" ,oncuantitativamente de menof importancia ; Ia á.;.;iiacióndel cu¡so de los acontecimientor. so exclusión reduce ros cárcu-Ios resultantes a una imperfecta aproximación ,].-*"fil"i, p*"

7?. M. Dobb, op. cit., p. 28.80. Ibid.. po. íZS_tlt.'Con' idéntico crite-rio Baumol esmibe que losqrodelos teóricoi <imprícan necesariu-"nü nóiuil., simpri.ficaciones v ábstrac-qones)>, pero añade de inmediato que ula !.".ruliru."iórr-.o_páiru'".or,.,muv elevados., a los que con- frecuenciu no r."ó...i;;il^ü";l!i'Jo,l. u"esquema teórico crue o¡etenda ser,aplicable á-,rnu

"*r.nra gam^ de circuns_

:T:i': debe hacei abstracción cre ras caracrerlsricas peculiares de cada situa-qon, a no ser que nuestro interés se halle cent¡ado!ildg";;.;;üüá.¿

""-mún a todas ellis>> (w. J..Buurnó1,-..r-...r"tüüir dr un modeto economico>>,en F. Caffé, op. c i t . )n. i f ) .

cIENCIA BcoNó¡trc.t r roeorocí¿ 2gL

de todos modos constituye un criterio mucho más significativoque si se hubieran omitido los factotes principales pala tomarsólo en consideración las influencias de segundo o¡den, Asf searpA nor eiemnlo, la abstracción de un proyectil que se mueve

en el vacío -hecho que en realidad nunca ocure, I fin deevaluar cuáles son los factores dominantes que regularán latrayectoria de un objeto lanzado a través de un medio resis-tente.

Pero existe una segunda vía, bastante más peligrosa, según

la cual

la propia abstracción [se fundamenta] no sobre una revelaciónde hecho acerca de cuáles son en una determinada situación los

carácteres esenciales y cuáles los no-esenciales, sino simplement¡

en el procedimiento formal de combina¡ las propiedades coLmunes

" .rtu mezcla heterogénea de situaciones y elaborar una

abstracción de las mismas sobre la base de analogfas.

Siguiendo esta segund a vía el análisis socio-económico pierde

las ca'dencias propias de los sistemas históricos y corre el't ies-

go de

hipostasiar sus propios conceptos, de considerar que las rela'

ciánes postuladai són determinantes en cada situación real, en

lugar de contingentes y determinadas por ottos elementos' Por

tanlo, se .orr. .1 tiesgo de presumir precipitadamente- que tales ' ,relaciones son aplicables a situaciones nuevas o imperfectamente'

conocidas, .on Ll resultado de acabar en. un dogmatismo abs-

tracto.

y esta es la adverrencia final de Dobb sobre las definicionJu .-'-

de la ciencia económica (y social en general)i

Obviamente, cualquier definición de una disciplina como la eco'

nomíe debe expresarse en términos de los problemas concfetos

clue se propone como objeto (como por otra parte ocurfe en

toda ciencia); por consiguiente, debe ser más una definición

por medio de tipos qu. iot medio de deümitaciones' La defi-

,ri.iór, de la ecónon ?a d.be darla la sección del mundo real

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282 INTRoDUccTórv e r¡ .rc*.ro DE LA socrEDAD cIENcrA Bcolóurc,t s roeolocÍl 283

que estudia_dicha ciencia, y 7as generalizaciones que crea, paraque sean adecuadas, deben representar los caracteres esencialesde su

-terreno real. eue rogre o no lrevar a cabo este tipo degenerulización y de rearismo es una cuestión de hecho. g"io l"idolatría de la concisión, absuaer ciertos aspectos de los evántosy condensarlos aisrándoros del resto puedó presentar una apa-riencia de genial generalidad, p"ro ello sólo al precio de unapérdida de conceción.8r

-.1.-_. I

Y ésta es Ia advertencia finar de Dobb sobre las definicionesde Ia ciencia económica.

Dobb finaliza también necesariamenre con una crítica a ra<<teorla pura> de Robbins, expresándose en ros siguientes tér-minos:

El más absüacto de los economistas trata naturarmente de a6r-. mar acerca der mundo real mucho más que el simpre hecho de

que los seres humanos llevan a cabo op.ior.r, como dice Rob-. bins, existen <<postulados subsidiarios>, y .rto, postulados, comoél mismo admite (aunque con ciertas ieticenciás), ros <<ex*ae>de la observación de aqueilo que puede ser regítimamente de-finido como material histó¡ico-rerativo. La r,"iáad pu..." ,..que es precisamente con tales <<posturados subsidiarios> comocomienza a elabora¡se l¿ economía poiít ica t.. ,I la propori. iJn

. <<el individuo erige>>, apenas s" con"retu bajo Ia forma <<losindividuos erigen de un determinado nodor>, se convierte enla falsa ptopo-ri.ión de que ros incrividuor .rig.i ribremente.B2

Así, por ejemplo, 7a teoúa del valor-utiiidad induce ciertamen-te a <<hace¡ absnacción de las dístintas posiciones de beneficiode los individuos concretos)>) de tal forma que <<los consumidores' deben contemplarse independientemente de su condició' de pro-ductbres y viceversarr,8' o en otras parabtor, ind.p.ndientemente

81. M. Dobb, op. cit., p. L72.-

82. Ibid.,, pp. .. i lZ_.tl l . ' f"Á¡i¿n J. Robj.¡rson (op. cir., pp. 89 1, 9J;observa¡que <ra utilidad.r un .on."jró ^.ir?i'riü-aJínoií.i,.nribrc cir.cula_ridad> y que <todos Iós ;"J;;;;itióe.¿o'liü.*'lo ¡;-J?;;#;;;fffr"".:l:' de dicho conccr)to no larr

$. M, Dobb., op. cit., p. 35. "'

de una teoría anaiítica de la distribución, peto sólo bajo el <<su-

puesto)> de que las preferencias humanas sean inmutables y que

ia, propi^s oieacciones de comportamiento>> no deban considerars'e

<(colno continuamente modificádut y condicionadas por las condi'

ciones de mercado en que se hallan inmersas>>.s Esta postura in-

duce a sospechar, to yu sólo, y en concreto' que se prescinde de

una teoría de la distribución, sino que se asume offa de forma

subrepticia, a saber, la de que <<los fenómenos económicos están

r.g,rládos por una serie de relaciones congactuales libremente

de"terminadas por una comunidad de individuos independientes,

cada uno de los cuales sabe exactamente qué es 1o que desea aI

tiempo que conoce y tiene acceso a todas las alternativas dispo-

niblesr. Y arí, <dado que a través de un inespetado iuego de des-

tfeza se ha logrado introducir la armonía en 1as ptemisas, ésta

aparece asimismo en las conclusionesr>.8s Haciéndose fuerte en la

álección individual>> y en la teoría del valot-utilidad, so pretexto

de respetar los requisitos de una investigación putamente <<fot-

mrlrr, i" económica nos restituye en definitiva una teorfa general

entificada (armonizada) de las relaciones económicas en uso'con

una teorla de la distribución que se basa en la idea tradicional

de que las <<cosas>> son taumatúrgicamente (<<naturalmente>>) asu-

midas en el decurso del movimiento económico sólo porque su

posesión [ ... ] otorga un beneficio. Queda ahora completamenteiegitimada Ia duda de <si el carácter imperativo

-de los corolarios

q.ie p.rede justificar una teorla de este tipo puede presentar cier-

ta importan cia para los problemas específicos a que dan- origen

Ius caiacterlsticas específiias de este o aquel tipo de sociedad eco-

nómica>>,MEn efecto, esto no hace más que traducir el carácter <<impe-

l.ativo)> de una determinada visión precientífica de los fenómenos.en cuanto que eminentemente metabistórica'

84. Ibid. , p. 156.85. Ibid. , p. 161.86. Ibid. , p. 171.

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284 rNTRoDUccró¡{ ¡ r¡ crENcrA DE LA socrEDAD

6. Cu¿¡vtrnrc¡cló¡v y ronu¡.rrzacró¡.¡

si el planteamiento subjetivo del probrema der varor acabópor llevar a Ia teoría de la elección de los medios hurá urr^ ,or_piendente conversión hacia \a psicorogía, .r" ",iiii"J-;r;i; .o"-sigo la matemádca y pareció pto-.t".t un renacimiento de Iaeconomía bajo vestiduras de auténtica ciencia>>.8? p.ro la casi

obligada alianza entre psicoJoglsqo y matemati zación parece in-ducir de ínmediato las más fundadas sospechas.

El primer punto de vista,_ el psicologismo, rehabilita el viejo. argumento _de Jevons contra la teoría dél valor_tr uAojo, sezun el' cual <<si sólo se ftatúa de una cuestión d. ;;;¡"j", Ji'p".-r?uaor,sumergíéndose en cua-lquier punto del mar y exrayenáo de sufondo.. Ia primera piedra. o concha que enconrrase, podría pedir

. por ella un elevado.precio por el simpre hecho d. háb* bu..^dopafa encontrafla>, de forma que se haría necesa¡io .onv.nir que<<las perlas tienen valor--[.,.1 porq,r. son útiles

" lur r.forur, q,r.

desean adornarse con ellas y que,-hasta el mornenro pt.r"il, ,rodisponen de ellas en la cantidad deseada ni puedei-ál*n"rro,en cantidades suficientes dadas las dificultad.s que implica .*rru.r-las del fondo de los

.m¿res>>.8s Este argumento es tan viejo, porlo menos, como condillac, y tras él .,s! oc,rlta ur *rior- r|,n' qo;rlpro qao, una confusión entre valor de uso y valor de cambiÁ>>,8ePob! plantea una objeción bastante efrcaz a ras modernas verrio-nes del marginalismo en los siguientes términos:

Pe¡o [...] ¿qué es lo que_fija la posición del propio margen?La respuesta es que viene determinada por la of.rtá airponlut.,lo cual a su vez. plantea- el_ problema_áe sab.r qué es lo qlr.determina la limitación de Ia oferta. Si la oferta'de todo tipode cosas fuera ilimitada no existirfan deseos insatisfechos n;utilidad marginal ni precios. por consiguiente, un p...iá ,Olopuede subsistir a causa de ras rimitaciones impuesras a Ia ofertade mercancías po¡ la 1imitación de los factoies de proáucciOn

97. J_, Robinson, op. cit., p. ll2..88. G. S. Jevoni, -Ecoroinio.páf¡iica, Milán, L9!.6, p.37. El argumento,aunque p_qsadg de moda,. sigue ciiculand; ;;;" crertos manuales.89. K. Marx, Il cap;tale,.¿. .¡r,'-i, p. iSf .

cTENCIA EcoNórtrcrr r rpBorocÍ¡ 285

exigidos para producida, limitación que se exPresa bajo la formade costos.

Así pues, <<postular cualquier tipo de valor normal presuponepostular una determinada distribución de la renta>, y Por üanto<<el conjunto de instituciones y de relaciones sociales de las queel indivicluo concreto forma patte integrante>>.s

Por consiguiente, frente a la globalidad de estos problemas elcriterio de la utilidad es una auténtica coartada para no hacedesfrente y para postular subrepticiamente una <<sociedad reconci-liada> en la que las relaciones interindividuales vuelven a serprecisamente aquellas puras relaciones de voluntad que los f,ló'Sofos veían en la ética y que el economista moderno había ffata'do de desvelar para afrontat un flueuo continente. Siguiendo estalínea, el investigador generalizará inevitablemente las leyes del

carnbio hasta reinitirlas a la filosofía que explica el <<secreto> dela elección de opciones a través de la conducta voluntaria delhombre, obligado por otra parte a sacrificar ideológicamente a

ellas el sistema de producción, que debiera explicar desde unpunto de vista teórico al menos para justificar 1a legitimidad de

ia "conomía

política en la moderna división del trabajo intelectual.En todo caso, esta vuelta a la filosofía estatá catgada de hipotecas<ideológicas)> que aluden claramente a La metafísica,er

Bajó el segundo aspecto, la matematización, distinto sólo en

apariencia, ia económiC^ ," .orrrtruye como una ciencia formali-z-ad,ora que se centra sobre dos tipos de problemas. Por un lado,

un problema que es propio de la econométrica, a saber, <<con-

cretlr en forma cuantitativa las leyes enunciadas por la ecbnomíapolítica en base a la descripción de los procesos económicos-rlul<.iuministra la estadística económica>>,e2 y por otro, problema tlpico

éste de la lógica económica, la construcción de una teotía del

equilibrio genéral. Tanto en un caso como en el otro la economía

90. M. Dobb, oP. cit., PP' 158-159.9L. Obui"rn"ri,.,',ui tá,ó.^"o tamb.ién puede prs,sent?r-s.e c.om9,tránsitd

hu.iu ..rr" ciencia más universal, la praxeólogía> (Von Mises)', Sobre'estetema véanse también las agudas obse¡vaciones de Lange (op, ctt., pP. ¿2't'

2)6\.92. O. Lange, oP. cit., PP. l2l-122'

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Éi:r

286 INTRoDUccTó¡l ¿ re crENcrA DE LA socrEDAD

política corre er-riesgo de orvidar, de forma tan grave como ocu-rfe en er caso del marginarismo, sus tareas científico-expri."ri;;para erigirse como técnica substitutiua o como una rama autosu-ficiente de la lógica- general, de Ia que

"r.;;;.;; pasa a depen-der aunque sea de foima inadvertida. Aislando lor-pro."ros cuan-titativamenre mensurabres o aquetos for..liruii.s en términosde funciones, el economista pierde de vista ;r;r;;; un caso comoG ¡r** | en otro los aspectos cualitalivos, eminentemente históricos, posi_tivos y determinados, y de forma muy particurar deja de lado un' problema esenciar putá r,., ciencia, determinar si ra cuantificacióny fotmalización de las ¡elaciones económicas no es también unfenómeno histórico inherente a un determi""áo,ip, de existenciade ]as relaciones sociares. Bajo este punro de vista, er anárisis der7eber y sombart sobre la naiu¡areza'hirrJri.á-*.iri a. l, raciona_

' lidad y calcurabilidad de ]as modern", tJr.i;;;r- ".onó-i.u, ",bastante ejemplar y significativo. Frente a este problema queda

' cuando menos abierta -y debe verificarse ¡, l¡,"¡ít- ra hipóresisque formula Lange en lás siguientes términos:

cIENCIA rcouóurca r rororocí¡' . 287

duccifu nediante intercambio, cuyo vetdadero dominio es la in-

dustr ia.Dedicada a la elaboración conceptual de Ia teoúa del equilibrio

(que está todo menos separada de la otra inclinación moderna a

la matematización de las relaciones económicas), |a económica no

sigue un camino distinto al que fecoffen las otras disciplinas so-

ciales formalizantes. Las tareas que se fija se parecen enormemen'

te a las gue asume 1a teorla géneral del ordenamiento jutídico,

de la sociología funcional o de la poiiticología estructural. A1-igualque todas eitas disciplinas, la económica adopta un método de

iotmalizaciijn que, con objeto de determinar las telaciones inter-

,as del sistema, cierra el éurtpo de investigación incluso -antes de

abrirlo, es decir, antes de haberse planteado e1 problema_ histórico

del nacimiento de su propio objeto. Pero si las ottas disciplinas

corren principalment" "1

ii"rgo de perder contacto con el objeto

de la economía política, que considetan en definitiva como una

<<ciencia auxiliar>, Ia económica por su parte corre el riesgo de

perder contacro con el objeto que le es propio y cuya reivindica-

iiór, hu.. que la economía política se constituya en ciencia au-

tónoma.Pero las teorías dei equilibrio no carecen de dificultades inter-

nas específicas, y Joan Robinson ea ha puesro brillantemente al

descubierto alguna de ellas equiparándose así con toda justicia a

Kelr¡s5. offas han sido detectadas con no menos brillantez por

Dobb, Lange, Sweezy y Baran.La principal de tales dificuitades reside en la imposibiiidad

de ajusár una teoría del equilibrio general componiendo -de fot-

ma coherente la teoría del intercambio y la teoría de la producción.

Arrastrados por la lógica de la matematización,los teóricos del

equilibrío general tienden demasiado a menudo a seguir el cami-no abierto por \{/alras, que Schumpeter define con gran . aciertocomo <(un intento de resolver, en 1a lfnea de J. B. Say, el fenóme-no de la ptoducción en el caso más general del intercambio entre

94. Cf. J. Robinson, op. cit', pp. 131 ss,., donde pued-en leerse afirma-ciones tan caústicas como ésta: <<La nana del equilibrio adotmece toda ln-vestisación ulteriotr>.

según el principio de ra racionalidad económica, una conducra[... ] es el resul¡¿¿s del desarrollo histórico, ;;;;:r;;r';n cier_to grado de desa*olro histórico de

-ras ¡eracio".r-ál^pr"¿ucción.. No se .t¡ata, como erróneamente ahrmán algunos [...], de unapropiedad universal de la actividad

.econóñi;",-.i;;,ir_,., po.el conrrario, durante u' Iargo p.ii"a" á. ,ffi."il .'.riria^¿económica se desarrol ln t . . . l , .e¡n modclos consuetudinarios-.tradicionales.e3 - - --b..

. Esta hipótesis nos sugiere precisamente una temárica hisró_rica que se halla en Ias misnrísiÁas ¡aíces der origen de Ia econo-mla política moderna, en el sentido á. qu" podría explicarnos por' qué y cómo la distinción aristotéricl eÁtre'oikon"*'¡o- rr"ir^ a"Ia producción) y crematística ha queda,Jo destruida no sóro comodistinción conceptuar, sino tambiÉ;-;;;" efectiva e institucional:?::::t!:

entre producción e inrercambio, .ng.nJ.unJ. .rl" ,,p"emrnenremente moderno de relación económi.a ,nitorio ,-lu pro-93. Ibid. , p. 168.

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288 INTRoDUccTóN e r¡ crENcrA DE LA socrEDAD

se¡vicios_ y bienes y, en última instancia, simplemente entre ser-vicios>.es

_ La única, y aparenre, alternativa que le queda ahora a la fo¡_malización matemática es la <(teorla áe los ju.go, estratégicos>>,que trataría entre otras cosas de desechar las inadecuaciones decálculo gue se dan en situaciones dominadas por los oligopolios e6(modificación frente a la cual la teoría der equilibrio gánlral pa-rece hallarse en graves di6cultades). pero .or,,o hr recánocido unautorizado representante de esra última teoría, las diúcultades sereproducen a través de conexiones entre la <<estática>> v la <diná-mica>>. si por su lado los teóricos del equilibrio deben repregarsesobre la noción de <equilibrio inestablerr, que como ha Jicho

. Pigou equivale prácticamente a un <desequilibrio>, Morgensterndebe conformarse con ¡educir el problema de la dinámica del sis-tema económico a la conside¡ación del <<facto¡ tiempo>> comosimple sucesión de lances y contralances entre dos o ües ojuga-do_res¡, llegando É¡almente a la conclusión de que <(parece injus-tificado avanzat [.., ] en la dirección de una t.oiíu dGárrri.u ..run-do no puede postularse adecuadamente la naturaleza deseada de

. la niisma>>.e?

. ̂ .25.J. A. Schumpete r, Storia dell'analisi economica, ed. cir., III, pp. IT9-

r24u. -Lncontraremos con_sideraciones análogas en I. G. Bljumin, - Kritika

. burzuaznoi politiceskoj .ekononii, Moscú, i9ez, pp. 77 ;:'Eilibe Blju-'min: <<Los defensores de la "teoiía dei equilibríon^trqdicional suéien adhe-

rirse a la teoría de la reali":rción de J. B.'Say, que niega ta portsiu¿a¿ ¿.una reproducción geaeral de las meicancíaso.'ir. ro"iui¿" ^c. ñ"pol;""],op. cit.,.p. 131.(dond_e se refiere a Von Neumann), y V. Vitello, Il pensieroeconomico moderno, Roma, 1963, op. 27_29.

96. Cf. K. \ü. Rotschild, "T'eória

Cel prezzo e oligopolio>, en F. Caffé,Econom.i¡ti moderni., ed, cir.,'pp. 43-44 noti, v o. uóig-J"ii.#,-.¿" scienzaecononuca e la reoria dei giochi>>, ibid., pp. 181-lgr.

%+ O.. l1lo¡sgns¡gr15óp. cit_.,w.íig'-ZOO, Véáse asimismo O. Morgens-tern, J' eor¡a dei

-giocbi, Turin, L969., p. .l16: <<una reoría di¡ámica sólo p"uedevenir después de una.teoría'estátiia-, iamás precederlu. páru-lrnáig.nr,.rn,<una estrategia determina sucesivos araques y contraataques del opon"enü, áÉ

.torma q,ue t¡ descrilción .de un juego tiene ya en cüenta su áesurrorio aÉaves del jjempo. Dg utf q.u.e no resulte clarc a priori qué es lo que sequrere srgru-ficar cuando se pice una teoría de los juegos "áinámicarrr>] perolos mismos creadores de la ieoría de los juegos ¡eóonócen que ésta presenra

. <incertidumbres>> en los. casos en .que aparecen o,¿" plriár"it;-i.J que seexigen previsiones para largos períodos áe tiempo. óüilb;ñ.ín.tuuJ uni*.n-do que esta teoría es sólo una nueva metaÍísica del Jsomo oiconomicus.

crENcrA rco¡{óttrrcá, r roeor,ocÍ¿ 289'.

Esta conclusión es casi idéntic a a la que propon. Éurro*pára su sociología funcional, cuando decide limitar la investiga-ción a la sucesión de <subsistemas)> para evitar con ello'er pro-blema central de la sucesión de los sistemas y, por tantol elprobiema mismo de Ia delinición de sisrema. rambi¿n ro es a raque adoptara Kelsen, quien después de haber desarrollado uná<<nomostárica>> fundada en el supuesto de la derivación gradual deunas normas a partir de otras, pone freno a su <(nomodinámica>>ante una Grundnornz de la que no puede ofrecernos una explica-ción normativa. Ante conclusiones de este tipo puede genirari-zarse el cáustico juicio del economisra Hicks, quien esciibe quela economía pura <(presenta una notable disposición a sacar cone-jos de un sombrero de copa, a producir proposiciones aparente-mente a priori que se ¡efieren aparentemente a 7a realidad. peroresulta realmente fascinante ffatar de descubrir cómo han ido'a

t

parar al interior del sombrero tales conejos>>.e8Así, matematización y formalismo parecen fracasar precisa-

mente ante los dos problemas cruciales de la economía política, losmismo que smith y Ricardo tomaron como base. para constituir-la como ciencia: el esclarecimiento de <<la naturaleza y las causasde la riqueza de las naciones> y <<la investigación sobre las leyesque determinan la distribución de los productos de la industriaentre las clases gue intervienen en tal producción>> (como escri-bía Ricardo a Malthus el 9 de octubre de 1820). En concrero,fracasan ante las explicaciones causales de los desarroilos histó-ricos de la producción y de las modificaciones cualitativas (his-tórico-sociales) dentro de las que se determinan a ún de diferen- 'ciar un sistema económico de offo. Por un lado la teoríg econó-.-u,r._.mica renuncia a sus fines teoréticos, teduciéndose a un tecnicis-

Cf. E. James, op. cít., p,479. De hecho, una vez disuelto el problema de ladinámica, la teoría de los juegos pone como cenffo de sus -investigacionesla abstracción del Robinson Crusoe, abstracción por completo ar-bitra¡ia.Cf. O. Molgenstern, Teoria dei giochi, ed. cit., pp, 82 ss.

-

98. J. H. Hicks, Value and capital, OxforC, 7939, p.23 fexiste versióncastellana: Valor y capital, FCE, México, L968f, citado por.I. Viet, Ie¡méthodes structuralistes dans les sciences sociales, Parls, 1965.-

19. - cBRRoNr

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290 ' rNTRoDUccróN ,e r,¡' cIENcIA DE LA socrEDAD

mo gue pretende autoverificarsers mienttas que por offo, y en la

medida én q,r" intenta generalizaciones y asertos, debe confor-

mafse ,"n ,Elo con estas <medias verdades>> de las que habla

Baumol,t* q,r" se parecen como una gota de agua a otra gota de

a*tra ^-hs

leorías-del <<radio medio>> de la sociología funcional

, dá Me*on. IIe aquí el juicio de un científico, que nos parece

. -..*

j, totalmente aceptable,,sobre este montaje metodológico, elegante--. i

y refinado, de formalización y matematizacióni <El formalismo

matemático es, pot su misfna natutaleza, incapaz de exptesar la

transfor¡nación cualitativa, el salto a una nueva cualidad en el pro-

ceso de desarrollo>>. Y si bien es cierto que sólo <<en las ciencias. donde pueden llevarse a cabo experimentos o la práctica act6a

como "tiedta de toque" de la teolla [...] no se ptesentan serios

obstácuios en la vía del conocimiento>>,101 el hecho de que nopuedan reproducirse situaciones en el laboratorio no puede con-

vertirse en obstáculo pafa que la economía, y las ciencias sociales

en general, busguen constantemente soluciones para los proble-

-"t.u laryo plaio. En ciertas ocasiones, el propio sentido común

sugiere la imposibilidad de sustituir una verdad que no poseemos

por dos'medias verdades a nuestta disposición.En definitiva, el problema sigue siendo el que planteaton ios

' clásicos con la impostación de los <<grandes problemas>> de la

economfa política modetna. No existen para ellos soluciones susti-

tutivas, sino simple s escalfloteos. Buscar soluciones de recambioes una simple... solución de recambio. como ha dejado escrito

99. Puede expresarse la misma idea adoptando la fórrnula de F. Knight(oP. cit., p, 55), iegún la cual oel problema histórico es cl de. la cxplica-i ién del 'oi ige" iv l ipersistencia) de la insostenible "r inidad') de factores>>.Lanle @p.-cit.,'pp' 254 ss') subtaya repeti9.amente oel abandono del carác'te¡ Ieóiéiico pói

-parte de la economía política>,_ aunque ponienCo de ma-

n|testo, obviarnente, la importancia y utilidad de los procedimientos de ma-tematización.

100. \0. J. Baumol, oP. cit., P, L8,101. M, S. Kremer, uK voprusu o metodologii sovrémennoi kosmogo-

¡ nü>), en Filosolskie problemy esiestaoznanija, Moscú, !967, pp. 136 ss, Tam'¡i¿" C. Gurvitch \Ia oocazione attilale della sociologia, Bolonia, !965,oo. 504 ss.) se muestra escéptico acerca del <<vlnculo bastante artificial queiirisieran establecer alg¡.rnos estudiosos entre la aplicación de mediciones aleltudio de los fenómenos sociales, y especialmente de Ia matemática, y elproblema de la estructura social>.

CIENCIA ECONóMICA E IDEOLOGÍA 291

Monis Cohen, <<el hecho de que el material social sea menos.rei-terativo que el de las ciencias naturales, hace mucho más diflcilIa veri-ficación de las leyes sociales, pero no anula el ideal comúna todas las ciencias>>.r02 De hecho existe un laboratorio experi-mental, aunque bastante original, tanto para la economla pollticacomo para las demás disciplinas sociales. Se trata precisamentede la dinámica de la historia que avala con su inapelable tribunaltanto las ideas como, por encima de todo, los sistemas económi-cos y sociales. Si resulta difícil comprender su <<sentido>>, al me-nos parece discutible la posibilidad de cancelar el problema porella representado y reducir nuestra praxis intelectual a un ejercicioformal que se satisfaga en su propia elegancia al no podei alcan-zaf <(toscos)> contenidos.

7. CoNcrusróN

- , Para terminaf, reconsideremos los tres problemas de los quehabíamos partido para anarizar las relaciones entre ciencia econó-mica e ideología. se tratará ahora de reconsiderar tres esquemasde soluciones que no tienen más pretensión que Ia de establecerfutu¡as hipótesis de trabajo.

En cuanto se refiere a la <<procedencia>> de la visión o ideo-logía, tenemos fundados motivos para sugerir la hipótesis de queviene caracterizada por procesos bastante más largos y compleJos .que aquellos, tan simplistas, del puro interés social o del instinto.Por fuerte que resulte el condicionamiento psicosocial, es evidenteque este método simplificador, al tiempo que elimina toda posi-ble influencia del conocimiento intelectivo, no logra explicar, por'ejemplo, la evolución intelectual que sufren en su trayectoria cien-tífica concreta casi todos los pensadores, incluidos los analistasde la economía. La misma posibilidad, verificable sin el menoresfuerzo, de tal evolución excluye el rígido determinismo de sus

L02. Citado en A. Inke,lgs, Introduzione alla sociologia, Bolonia, 1967,p- 160 lexiste versión castellana: ¿Qué es la sociología?" Iitroduccián a lá7¡:f:tS y a la profesióa, raCuccién- de Gómez de 3ilva, út"h", Mé*i.o,19651,

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CIENCIA ECONóMICA E IDEOLOGÍA 293

292 INTRoDUccTóN ¿ r,a crrNcra DE LA socrEDAD

<opciones>> intelectua-les, las cuales no pafecen en absoluto <<he-clas de una vez y pata siempre>>. Por tanto, si admitimos la po-sibiüdad de sustraerse a esre rígido condicionamiento social (o<<de clase>>), también será necesario aceptar que los llmites realesde un proceso intelectivo pueden venir constituidos exclusivamen-te por la validez del método empleado. Pero si no queremos caeruna vez más en el <<metodologismo>> (¡sería interesante pregun-tarse qué <<infe¡ioridad>> metodológica impidió a Aristóteles des-cubrir verdades que hoy circulan como manifestaciones del senti-do común!), debemos subrayar que el verdadero conücionamien-to que suf¡e el economista y el estudioso de las ciencias socialesen general es el de la estrucrura histórica del sistema social sobreel que está reflexionando.ro3 De ahí puede desprenderse el corola-rio de que también desde este punto de vista se hace necesarioplantearse la hipótesis de que el sistema trascienda el nivel de lasconsciencias (y d" los couesponüentes problemas psicológicosde la <<opción>) y se perfile de forma semejante a cualquier onoobieto sobre el gue medíte el cíentífico físico-natural, es decir,como un objeto urdido por estructuras positivas que no puede serreducido a los valores que introduce aquél en la investigación. Enparticular, en 1o gue ataie a la economía política, será necesarioprevenirse ante 1as probables reducciones subjetivistas de los pro-blemas económicos y controlaf constantemente tanto la composi-ción objetiva del problema mismo del intercambio (en ranto queligado a tipos especlficos de producción) como la esmucüra his-tó¡ico-funcional que debe conferirse a las categorías en función delos .distintos y particulares <<sistemas de economía pollticar>.¡n

En relación al segundo problema, ei relativo al proceso de<<liberación> de la <visión ideológica>>, podemos adelantar la con-

103. Recuérdese lo dicho en el .primet ensayo acerca de las implica-ciones recíprocas entre método y objeto, Por tanto, puede conveni¡se encierta medida con Galbraith en que las ideas <<no suéumben frente a losembates de otras ideas, sino bajo la presión de acontecimientos con losque n9 pueden luchar>> (J. K. Galbrai.th, I=a societá opulenta, MrIán, L963,p. 28 [existe versión casrellana: La sociedad opulenta, traducción de C. GraúPetit, Ariel, Barcelona, 1966':1).

104. En dicha contraposicíón se inspiran los ensayos recogidos en elvolumen Sociologia souietica, Roma, 1967, y muy esiecialmeñte los ¡resprirheros.

clusión de que, sobre Ia base de cuanto llevamos dicho, tal pro'

ceso avanza- en la medida en que vaya pentrándose intelectual-

menre la objetividad e historicidad de las telaciones económicas

(su carácter extraconsciencial y dinámico) y se supera, con.el po-

i., de anticipación teórica ptopio del cientlfico, la limitación

constiruida pot lu dimensión histórica que presenta el-obje.to a

exar¡en .orr]o miembro de un sistema histórico especlfico. Bajo

este punto de vista, la posibilidad de una vuelta atrás efectiva

., tuiuruntía de una eficaz anticipación; <(nosotfos somos los anl

;igr;; con tal de que, a causa á. ,tnu inclinación ^

generuliza-

.iár., arbitrarias, n-o caigamos en la tentación de modernizar

todo el proceso ¡istórico áel que ar'.anc nuestro sistema teórico

e institucional presente' y por tanto, de frenat el dinamismo

hacia el futuro.Por último, en cuanto al tercet problema, podemos afitmat

que el <(camPo de contrastación>> de nuestras asunciones -ton

t=;;;" ,i ál clebemos medir nues*as <(prenociones>> para ü-

b.r^rrro, de ellas- está marcado por la hipótesis, que yl hemos

definido como necesaria, de postular la objetividad de los pro- '

cesos económicos y sociales. L" .,tt p.ttivencia>> de aquellas pre-

nociones estará pues condicionada pof la capacidad -del

investi-

gador para mantenerse fiel a las exigencias internas de su propia

investigación, logrando vincularse de este modo a la historicidad

obietiv"a de los fro..ro, que articulan la sucesión histórica de los

diferentes sistemas institucionales' '

Para terminar podemos av^nzat algunas conclusiones de ca-

rácter más g.r.erol. La primera es que el análisis teórico de los

fenómenos éconómicos nunca puede prescindir de un riguroso

planteamiento histórico, garuntía de una elaboración rigurosa-

,n."t" funcional d" 1", .át.!orías. Por este motivo tal tipo de irivéF'*

tigación no puede plantearie como un mero <<análisis>> de una es'

tJrctura técnica, p,r., trot revela su carácter ideológico con res-

p..to u ,rrro, rál.ciones sociales (las modernas) altamente <<cosi-

h..d^ro. Lejos de quedar reducido a una simple <caia de instru-

mental>>, el análisis debe necesariamente definirse mediante un

,.conocí-i"nto clel sistema histórico'social en cuyo seno se ubi'

can los fenómenos económicos (y del cual reciben sus peculiares

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294 INTRoDUcció¡v ,t r¿ crENCrA DE LA socrEDAD

' connotaciones) para concluirse, consiguientemente, con iuiciostécnico-valorativos o plenamente históricos. Esto constit,.ryá a ,,,nmismo tiempo una garantía acerca de ra verificación efectiva dela ideología,

-cuya natutaleza parece caracterizatse precisamente

. por una entificación metahistórica de percepciones e intuicionesaisladas.

una segunda conclusión alude al valor de <<encauzamiento>>

-¡.r{¡_. i que, como dice Schumpeter, pueden tener las ideologías. A esterespecto podemos afirmar que, si bien es verdad que, por ponerun ejemplo, la <<visión> de smith debe consid"tor.. más fecundaque,la de Aristóteles, ello ro se debe tanto a una superioridadinfflnseca como a su carácter histó¡icamente más desarrtlac{o, deforma Que el problema no puede resolverse en modo arg,rno

, -tal .como muchos piensan- mediante una contraposición ent¡e<ideologías científicas>> e <<ideologías no científicasr>, y siempreexige llevar a cabo una constrastación científica sobre sistem^ hir-tóricos ¡eales. Dicha contraposición niega, ante todo, el valorcognoscitivo de la ciencia y oculta bajo una apelación al instintoy a la intuición un radical escepticismo gnoseológico. rnduce aconsiderar la historia del pensamiento como una- .,inutil izable>>historia de los er¡ores, visión esta típicamente racionalista queconstituye una sintomática prolongación del larvado empirismomediante el cual el presente se proyecta sin la menor cautera

, hacia el fururo.IJna tercera conclusión hace referencia a la conexión que

, presenta todo pensamiento entre un corpus de investigocione,cíentíficas y otro de exmapolaciones ideológicas. También en estecaso resulra evidente que sólo podrá pronunciarse un juicio ri-guroso partiendo de un muy atento examen histórico que pongaen evidencia tanto el carácter t¡asraticio de las ideoiogíás (;s

. decir, el hecho de que constituyen una herencia histórica de Ia' que se parte) como el carácte¡ eminentemente historicista (anti_

cipador) de los análisis científicos, Desde este enfoque se haceposible dererminar el grado de adhesión histórica de ia investiga_ci6n. reórica y, po! consiguiente, estabrecer en qué medida er in-vestigador logra <<liberarse>> de Ia ideorogía anticipándose ar de_sarrollo real de los fenómenos hisrórico, y

"n qué Ledida, por el

contrario, la <<supervivencia>> de la ideología está.generad.a,por

una debilidad inmínsecu ¿" lu investigación o por la especial di-

;;i;ntrrJti.n del objeto sometido a examen' En base a esto

;ili¿; e, poribl. ^frrÁ,r-

que nosotros' que también. somos los

antiguos, somos portadores J" 'n'

mayor responsabilidad intelec'

tual porque ,ro, nulL*os sometiendo a análisis un objeto -la

sociedad moderna- áo"¿" las relaciones entre los hombtes han

asumido una mayor articulación y <(transparencia>>' con 1o gue

,"-fr^-"fri" norutl"**i" ri*plifi.ad¿ nuéstra tarea intelectual.

Este hecho hace fosibl. ,r.,u última conclusión general que

hace referencia, por "ii-Jttitlo,

ala ética del científico moderno'

Éste afrontará sus tu'"u' ton tanta más responsabilidad cuanta

;;;;-;;.;ción. v tñ;t; -u"t"

a la hora de juzgar las ideas

de épocas pasadas y--it''unto más exigente y crltico se muesüe al

jtzgár las ideas actuales'

CIENcIA rcoNóltrc,¡t n lnpor-ocí¡ 295

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