Celina Manzoni Los intelectuales yel poder · formula y condensa casi al final de El ... de intele...

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·a Celina Manzoni Los intelectuales y el poder Biografia, Autobiografia e Historia en El mundo alucinante de Reinaldo Arenas E l episodio del encuentro de Fray Servando con José Maria Heredia en el palacio presidencial de México, re- formula y condensa casi al final de El mtmdo alutiMnte 1 -o en lo que se podria considerar uno de sus posibles finales- cuestiones que con distintas modulacio- nes se han ido desplegando en todo el texto: el carácter de las relaciones que se instituyen entre los intelectuales y el poder, las relaciones que 105 intelectuales establecen entre si y la representación que de esas situaciones realizan. Podria decirse que esas reflexiones de algún modo resumen la incomodidad y los intentos de reubicación que todos los momentos de crisis suscitan, con una repercusión diferenciada, en lo que Ángel Rama denomina "la ciudad le- trada", en lo que dicho de otro modo seria la intelectualidad entendida como un sector con características propias y con posiciones fluctuantes en la socie- dad. Si admitimos que un momento funda- mental de cambio y crisis en América Latina tuvo su centro en las revolucio- I Reinaldo Arenas. El lIIulldo alucinante (Una Il_lo tU IJWIlI1Iras) (Caracas. Monte Ávila Edito- res. CA., 1982). Edición revisada y autorizada por el autor, premlida por un prologo y un epígrafe del mismo que no figuran en la de 1981. Las citas de páginas entre paréntesis corresponden a esta edición. La novela fue escrita en 1965 y recibió una Mención en el Concurso de UNEAC en 1966. La primera edición en espaiIol fue publicada en México por Editorial Diógenes en 1969. El texto de la segunda edición de Elllluftdo alllcirttJlllt (Bar- celona. Montesinos. 1981) presenta además dife- rencias textuales respecto de la que se utiliza. En francés existe una edición de 1968 publicada por Editions du Seuil que como la de México no ha sido posible consultar. nes independentistas que modiijcaron el mapa del subcontinente instaurando un nuevo orden, y si aceptamos la hipótesis de que otro "momento histórico ca- liente"-como lo llama Viñas- es el de la Revolución Cubana -también denomi- nada "de segunda independencia" -, es- taremos en condiciones de percibir la dramaticidad sobre la que se constituye el texto de Reinaldo Arenas así como el sentido de los procedimientos de que se vale, indicativos a su vez de algunos as- pectos de su ideología estética. Para empezar, el registro del encuen- tro entre clérigo y poeta -no avalado por la historia oficial- introduce de ini- cio una sospecha acerca de la idoneidad de la Historia.! Si además caemos en la trampa de las definiciones, el "género" al que pertenece este texto -biografia no- velada o quizá novela histórica- incor- 2 En "Fray Servando. víctima infatigable". suene de introducción a la edición de Caracas. Reinaldo Arenas explicita esta desconfianza en la historia en tanto registra datos minuciosos y precisos pero no "la mayorla de los instantes impor- tantes" (p. 14). , En el eplgrafe resuena el eco de b Po/bU de Aristóteles remite 19unos de los problemas de la relación b diferencia entre el hisloríador el poeta a cuestiones con b fICCión lo verosimil. Completo dice: "Esa es b vida de fr.ll Servando Teresa de tal como fue. tal romo pudo haber ido, tal como a mi 1M hubiese gus- tado que hubiera ido. M que un.. rica o biográfia pretende ser. ·mplemente. una novela." De algún modo. el prólogo dd aulor constitu e en una sutil ampliación de este.' q>lgrafe. . Fray Servando Teresa de Mier. M,.orUs, Antonio Castro Leal (ed.) éliro, Editorial Po- n 26 .. d

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Celina Manzoni

Los intelectuales y el poderBiografia, Autobiografia e Historia en El mundo

alucinante de Reinaldo Arenas

El episodio del encuentro de FrayServando con José Maria Heredia

en el palacio presidencial de México, re­formula y condensa casi al final de Elmtmdo alutiMnte 1 -o en lo que se podriaconsiderar uno de sus posibles finales­cuestiones que con distintas modulacio­nes se han ido desplegando en todo eltexto: el carácter de las relaciones quese instituyen entre los intelectuales y elpoder, las relaciones que 105 intelectualesestablecen entre si y la representaciónque de esas situaciones realizan. Podriadecirse que esas reflexiones de algúnmodo resumen la incomodidad y losintentos de reubicación que todoslos momentos de crisis suscitan, con unarepercusión diferenciada, en lo queÁngel Rama denomina "la ciudad le­trada", en lo que dicho de otro modoseria la intelectualidad entendida comoun sector con características propiasy con posiciones fluctuantes en la socie­dad.

Si admitimos que un momento funda­mental de cambio y crisis en AméricaLatina tuvo su centro en las revolucio-

I Reinaldo Arenas. El lIIulldo alucinante (Una

Il_lo tU IJWIlI1Iras) (Caracas. Monte Ávila Edito­res. CA., 1982). Edición revisada y autorizada porel autor, premlida por un prologo y un epígrafedel mismo que no figuran en la de 1981. Las citasde páginas entre paréntesis corresponden a estaedición. La novela fue escrita en 1965 y recibió una

Mención en el Concurso de UNEAC en 1966.La primera edición en espaiIol fue publicada enMéxico por Editorial Diógenes en 1969. El textode la segunda edición de Elllluftdo alllcirttJlllt (Bar­celona. Montesinos. 1981) presenta además dife­rencias textuales respecto de la que se utiliza. Enfrancés existe una edición de 1968 publicada porEditions du Seuil que como la de México no ha sidoposible consultar.

nes independentistas que modiijcaron elmapa del subcontinente instaurando unnuevo orden, y si aceptamos la hipótesisde que otro "momento histórico ca­liente"-como lo llama Viñas- es el de laRevolución Cubana -también denomi­nada "de segunda independencia"-, es­taremos en condiciones de percibir ladramaticidad sobre la que se constituyeel texto de Reinaldo Arenas así como elsentido de los procedimientos de que sevale, indicativos a su vez de algunos as­pectos de su ideología estética.

Para empezar, el registro del encuen­tro entre clérigo y poeta -no avaladopor la historia oficial- introduce de ini­cio una sospecha acerca de la idoneidadde la Historia.! Si además caemos en latrampa de las definiciones, el "género"al que pertenece este texto -biografia no­velada o quizá novela histórica- incor-

2 En "Fray Servando. víctima infatigable".suene de introducción a la edición de Caracas.Reinaldo Arenas explicita esta desconfianza enla historia en tanto registra datos minuciosos yprecisos pero no "la mayorla de los instantes impor­tantes" (p. 14).

, En el eplgrafe resuena el eco de b Po/bU de

Aristóteles remite 19unos de los problemasde la relación b diferencia entre el hisloríadorel poeta a cuestiones \~ncub<b.s con b fICCión loverosimil. Completo dice: "Esa es b vida de fr.ll

Servando Teresa de M~r. tal como fue. tal romopudo haber ido, tal como a mi 1M hubiese gus­tado que hubiera ido. M que un.. n()\~b hisl~

rica o biográfia pretende ser. ·mplemente. unanovela." De algún modo. el prólogo dd aulor ~constitu e en una sutil ampliación de este.' q>lgrafe.. • Fray Servando Teresa de Mier. M,.orUs,Antonio Castro Leal (ed.) éliro, Editorial Po-

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Pero si este complejo entramado de bio­grana. autobiograna e Historia está cri­bado además por elementos susceptiblesde ser leídos como momentos de unaautobiografl3 del autor, o como una "au­tobiografl3 por delegación",s tendremosque la novela contextualiza lo dos mo­mentos de que se hablaba al comienzo,el de las revoluciones de independenciay el de la Revolución Cubana.6

En cualquiera de esos tiempos histó­ricos la colocación del intelectual serecorta en un movimiento complejoque intenta dar cuenta del vaivén de­pendencia-independencia o mejor umi­sión-autonomía respecto del poder. Enese margen más o menos estre ho peronuctuante en el que los intelectuales ad­quieren conciencia de que si por unaparte sirven a un poder. por otra ellomismos son due~o de un pod r -quepasa privilegiadamente por la e riLUray. de otro modo tambitn por la I LUra­se constituye la imagen de Fra er­vando omo "vi ima infatigabl" drebote. la autoimagen de Reinald Ar-nas idenrifi d n ti. "...túmo la mi Ola pe na" (p. 19).

El juego de las dedicatorias. pr Iy eplgrtlfe poslula en la r la i n para­texLU,ll una serie de valor : h nrad zintele lual, d garro (como d r i o).persc u ión y exilio. Sobre eso valorel texto va re ortand modelo pu 10

de intele lual. lo que realizan I r bel­dla Yafirmación del hombre americano

rrüa. 1946. 2 \·olümenes). Comprende la dopier.l5 qUl' dnde 1865 aprovechó Manuel Pa no:Apol0fÍ4 ti,1 Dotlor ¡\fin (nerita en 1819) y R,laci6nti, lo qlU suudi4 tII F.urOflG al Oot.klr Don ,rvantioT,ma tit Mj,r tittpuls qut fiu Iraslatiatio allá florrttulklt tit lo atlU4tio eOlllra iI tII Máico, tiuti, juliotit 179' /uu14 (K/u/m tit /80'" lo que falta. poste­rior a CSiI fecha puede encontrarse en: ManiJüslo

a/'Ologitiro (a1c.IIlr.t hasu 1820) Yen Exposici6n tit laflmtruoóll qUt M pa4tciJo titult ti 14 tit junio ti,/8/7 ltos14 ti flrtStllÚ tit /822 ti Dotlor S,rvantioTtrtS4 tit Mj,r. oritp Gllm'o. tic" Todos estostextos se incluyen en la mencionada edición.

~ Pierre Bourdieu. "Campo intelectual, campockl poder ~. Itobitus ck clase". Ca.po titl poder Jco.po illltl,ctuol (Buenos Am. Folios Ediciones.198~. p. 18.

6 Los de11l('lltos autobiográfICOS del autor puedenrastrearse a través de una serie de marcas en todod texto. si no bastaran d contexto en que fue es­crita y la voluntad autobiográfICa explicitada en loque A(('nas denomina la penlagonla (cinco obrasque narran y narra~n momentos de su vida).

como Fray Servando. o los burócratasque se arrastran en la adulación y eloportunismo y se convierten en sus mástemibles perseguidores, sean activoscomo el covachuelo León o pasivos comoesos "viejos babeantes. que se considera­ban sabios porque sabían más o menosleer... " (p. 114) Yde los cuales dependela resolución de su sentencia. Es entorno a estas cuestiones que el texto ac­tualiza la crítica del presente, verificableal comienzo de la novela en el cortejode alumnos adulones. y en el diálogo deServando y Heredia. al final.

El espacio en el que se realiza ese diá·logo -una verdadera lucha de discursos­e ejemplarmente uno de los espaciospo ibles del poder: el palacio presiden­cial. En él, la mirada desacralizadora delfraile adivina una pajarera en demoli­ción, una construcCión fantástica en laque proliferan y se afanan por agradaral Señor Presidente "pájaros adulo­nes", "cotorras amaestradas". capacesde llegar -por propia iniciativa- a la eli­minación física de las escasas vocesdisidentes.7 Entre aquellas aves cantorasocupa un lugar de privilegio en el textoel poeta "ya viejo" -en una poco sutilreferencia a Carpentier- que empeñadoen la descripción maniáticamente minu­ciosa del palacio presidencial, en ciertomodo reconstruye y sostiene con suobra -El saco de las lozas-un edificiotambaleante. Más allá del desenfado del

7 Otros palacios en el texto son vistos conla misma mirada irónica y desprejuiciada: confrón­tese. la sucesión de jaulas que es el palacio deRaquel y las imágenes de los palacios de Franciae Inglaterra como zonas de desperdicio.

gesto vanguardista o parricida. al mar­gen de la conjeturable cuota de envidiaal intdectual prestigioso, embajador enFrancia, y del evidente enfrentamientogeneracional. lo que se oponen son polí­ticas culturales y estéticas. y central­mente una relación con el poder en laque su imagen se articula con la corrup­ción, la opresión, la impunidad y la ve­jez, ya sea porque lo dueños del poderson siempre viejos o porque el autorita­rismo envejece a quienes lo ejercen.

La articulación de lo que el fraile yel poeta expresan y de lo que piensan

-presentado con una técnica asimilablea la del aparte teatral-, la confrontaciónde sus propios discursos y poemas. laviolencia mutua y también la mutua pie­dad y respeto, los redimensiona en esacondición de intelectuales disidentesque en todo tiempo son desechables:

"Y qué somos", dijo la voz del fraile,interrumpiendo el poema y el pensa­miento de Heredia, "qué somos eneste Palacio sino cosas inútiles, reli·quias de museo. prostitutas rehabili­tadas. De nada sirve lo que hemoshecho si no danzamos al son de la úl­tima cornetilla. De nada sirve. Y SI

pretendes rectificar los errores noeres más que un traidor, y si preten­des modificar las bestialidades noeres más que un cínico revisionista. ysi luchas por la verdadera libertad es­tás a punto de dar con la mismamuerte" oo. (p. 293)

reflexiona Servando. Pero también re­mite a las condiciones políticas de pro­ducción de los textos (los del fraile, los

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del poeta y los del propio Arenas), queen todos los casos aparecen conforma­dos, dimensionados por una situaciónde exilio -ya cumplido o por cumplircomo un destino inevitable, como pa­rece inevitable también escribir a mer­ced de las llamas de los inquisidores. Siel exilio es generador de desplazamien­tos en el espacio, en el tiempo y en laimaginación, es también capaz de p~ducir un discurso -el de las Memorias deFray Servando- texto fundante en másde un sentido de la novela de Arenas. Elexilio como movimiento productor,expande el ciclo de la represión, el en·cierro y la huida a la que toda actividadde escritura parece condenada, desde lareferencia al discípulo castigado por elmaestro porque "le hacía tres rabos ala 'o' y él dice que no hay que hacerleninguno" (p. 23) con que se abre la no­vela, hasta la imagen final 'del escritorque rodeado por las llamas escribe lavida de Fray Servando: "Y de nuevotropezó con las llamas. Las llamas, quese alzaban, llenando toda aquella habita­ción donde el fraile había ido a parar.Las llamas, y entre ellas alguien quecontaba la vida del fraile." (p. 301).

Si bien la imagen del desplazamientoconvendria también a una definicióridel viaje y como tal vincularla este textoa otro género prestigioso (verificablequizá en el subtitulo: "Novela de aven­turas"), en tanto estos viajes se originanen una situación de expulsión, ajenidady marginación, se constituyen en unatravesia, entre otros sentidos porqueesos exiliados se sienten atravesados porlas contradicciones de la época Y ade­más, sus intérpretes. Como se le hacedecir a Heredia, "Porque de todas lasdesgracias de la tierra, que son tantas...,ninguna es tan terrible como la del poe­ta, porque no solamente debe sufrircon 'más vehemencia las calamidadessino que también debe interpretarlas"(p. 292). Esta situación no sólo arrastra'humillaciones y vicisitudes sino tambiénuna pregunta, la de la identidad delhombre americano. El interrogante re­corre todo el texto y produce respuestaScuya indole también contribuye a dife-.renciar modelos de intelectual en Amé­rica Latina.

En las zonas de cruce que crea ade­nms la itinerancia, un espacio privilegia-

do lo constituyen Paris y sus salones: enellos la heterogeneidad de voces delsiglo de las luces interroga, explica y au­toriza. La cita, la alusión, la parodiacirculan como discursos intersticialesque desencadenan movimientos de nos­talgia o de reflexión cuyo objeto esAmérica y la condición del hombreamericano. Aunque elidido en las pe­dantes charlas literarias del palacio deChateaubriand, el gesto plebeyo deFray Servando recordando la traduc·ción de Atala realizada en colaboracióncon Simón Rodriguez, recoloca alli unacuestión que en los salones de Madamede Staef alCanza proyecciones de futuris­010 en las predicciones de la dama:"'Viene usted de un lugar que pronto

existirá'" (p. 179), Yen las del sabio via­jero Humboldt quien discurre frente aun atento y exaltado Simón Bolivar:"'La América española está madurapara ser libre pero carece de un granhombre que inicie la marcha'" (p. 178).

El trato con Humboldt actualiza enServando la nostalgia que acompaña aldesarraigo y aunque reinstala la dudaacerca de la imagen optimista de Ma­dame de Stael ("Y algunas veces mepregunto si será verdad que existe",p. 182), también lo constituye en unafigura complementaria y opuesta delviajero que es Humboldt. Mientras ésteredescubre América, la mirada desmiti­ficadora del fraile crea una imagen deEuropa completamente .nueva respectode la dominante -sea la del perulero em­bobado e ingenuo del siglo XVIII en lafigura del Conde de Gijón, sea la de suproyección en el rastaquoutre del XIX,

Si Europa es en las Memorias tierra desalvajes, de locos y corruptos, camposhambreados, ciudades amenazadas porla ruina y la inmundicia, amuralladasy rodeadas de aguas putrefactas e inmó­viles, diriamos que el movimiento delfraile alcanza la categoria de Urla revan­cha que, no obstante, no logra equilibrarel peso. del prestigio acumulado en elotro platillo de la balanza. Uno de losmás esclarecidos deudores de esta otraimagen seria Héctor A. Murena, quienabre su ensayo "El pecado original deAmérica"s con esta reflexión:

• Héctor A. Murena, El pecado original de AlIIi­rica (Buenos Aires, Sudamericana, 1965), p, 155.

He aquí los hechos: en un tiempo ha­bitábamos en una tierra fecundadapor el espíritu, que se llama Europa,y de pronto fuimos expulsados deella, caímos en otra tierra, en unatierra en bruto, vacua de espíritu, ala que dimos en llamar América.

Esta concepción esencialista del exiliodel espíritu (Europa), en una Américade grosera materialidad cuyo cuerpo de­be ser escamoteado y en la cual vivir esen sí mismo un destierro, trascurre porsenderos distintos de lo del personajede Arenas, qui n en ese diálogo de tex­tos a través de los iglos, refuta:

Aunque ha m id a Mur nacomo interl Ul r, par bvio t'\alarque en el horiz nt d r n , la rflexione atribui I rail alim ntanuna estética que I miza d· manimplícita una v z m n Al j Carpen.tier y probabl m nt n al un delaspectos de su teoriza i n d lo real m ­~villoso y con I d I I llamado"r ­lismo mágico". M all de lo diveinterlocutores, la pr unta importa por·que en los años nt • en una nue\'<linflexión, se reactualiza por una pane,en el viaje de la izqui rda a Cuba porotra, en las hipótesi predicciones demuchos intelectuale uropeos de en­tonces que teorizan acerca de las posi­bilidades de salida, lo limites de esasposibilidades y el balance de las revolu­ciones. La novel deja las respuestas enuna lOna de ambigüedad cu o análisisexcede los marcos de te trabajo.

En ese juego de preguntas respu~

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laS que recorre en la novela casi dos si­glos. el gran enemigo es el tiempo, unanoción falsa yengañosa en lanto un mi­nulO puede ser igual a un siglo y el díaes igual a la noche en la percepción deun prisionero. El pasado aparece presio­nando y determinando al presente y nohay futuro pero sí una ficción de futuroen la que Servando camina por una ca­lle de México que lleva su nombre: es eltributo de la posteridad y se vincula conel deseo de reconocimiento nunca total­mente satisfecho del intelectual tras­puesto a una gloria futura como unmodo de conjurar un pr nte conside­rado de desconocimiento negación.En esa misma ficción futurisla. Arenasescribe que frdY Servando imagina queun poeta escribe su biografla rodeadode llamas t.'n el entro de una hoguera,en un nivel de lectura, d nu vo la in·quisición. la en ura. per al má: elinfierno de la e ritura. E ribir nocomo un ofi io ino com una maldi·ción, un OI~uro del qu imposibleSuStrderse.

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in trum IltO d 1;1 proidea. -ob t ril . n I ntid deobrea tuado. xa perad . El mundo

alucinantt rali7"1 ,,1 una u ti n la·ve de 1" Mtmori4S: una d lIa laon epci6n de la lit ratura go.

En la MtmoriaJ. ..... m pren una clda, d' donde me cabapara oro refe tori y m podl n tam·bién sacar en pr e i n I rala. Tantaseran y tan grande. que m omi ron elsombrero. yo t nla qu dormir aromado de un palo para Que no me comie·sen...9 En la novela: "Con un palo, quearranqué del te ho. me nlaba en unbanco (que era todo el moblaje de lacelda) y comenzaba a espanlar las ratassin darme tregua un instante. con laotra mano escribía escribía in cesar."(p. 89). También la lectura participadel riesgo y la aventura en la multiplica­ción de libros escondidos, prohibidos oescamoteados -que el mi mo gesto de laintertextualidad reproduce- en el ve­neno que es la literatura en la soledadque conlleva como un estigma pres-

9 Frd)" ~n..ndo. v_ l. p. 229.

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tigioso quizá, pero marca al fin delo distinto. Al riesgo de las llamas sesuman el de la autocensura y el de lacensura, ésta siempre en relación conlo cortante o lo agudo (las tijeras en laboca, el cuchillo de la castración, la varaencendida en el ojo o en la boca), y tam­bién la humillación de la espera para lapublicación, que reedita la imagen dolo­rosa del intelectual con su manuscritobajo el brazo.

En ese imaginario del inacabablecombate del intelectual, ocupa un lugarcentral la lucha con sus propias contra-

dicciones. La inconformidad colocadaen una ambición de originalidad a ul­tranza lleva a fray Servando a la com­posición del sermón que desencadenaráel ciclo infinito de represión y huida; lainterrupción de la "obra maestra" pro­voca el suicidio de su autor, uno delos moradores de "la tierra de los quebuscan", y que por ello mismo nuncaalcanzan, o la más patética imagen delcreador de un maravilloso poema frus­trado por la falta de una última palabra.También Servando ejemplifica el dramade la creación, cuando encerrado enuna celda se le hace clamar desesperadopor papel y pluma.

Escribir en medio del infierno acuá­tico. Escribir. Dejar que todas lasocurrencias le salieran de la cabeza.No desperdiciarlas como ahora enque las ideas iban y venían y se difu­minaban entre la oscuridad de la

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prisión. ¡Cuántas ideas!...Y sin em­bargo, pensó mientras gritaba poragua y por luz, como un nuevo yreciente mito, las mejores ideas sonprecisamente las que nunca logrollevar al papel, porque al hacerlopierden la magia de lo imaginado yporque el resquicio del pensamientoen que se alojan no permite que seanescudriñadas, y, al sacarlas de allísalen trastocadas, cambiadas y defor­mes. (p. 70).

La repetición infinita de las mismassituaciones confirma por una parte laexcepcionalidad que la autoimagen delintelectual conlleva, y por otra, la con·cepción del tiempo como cíclico; unaconstrucción horadada por el convenci­miento de la existencia de una lineali­dad amenazante y también desoladora:la Historia. La prepotencia de la histo­ria, cronológica: y lineal, sus "conocidasy atroces ironías" (p. 15), su capacidadpara recoger lo fugaz -fechas, nombres,datos precisos- y su imposibilidad decaptar "los impulsos, los motivos, lassecretas percepciones que instan (hacen)a un hombre" (p. 15), la vuelven noconfiable. El texto intenta la ruptura dela estafa que es el tiempo lineal, paradesenmascararlo como aliado del podery de la Historia; acude una vez más a laescritura de los otros, se apropia de ellaen un juego de intertextualidades, paro­dias, plagios, citas, que provoca eldiálogo entre el Quijote y Orlando, losNocturnos de Silva y las Serranillas delMarqués de Santillana, El contrato socialy Moby Dick, Lezama Lima y Borges-presente en el juego de re-escritura,espejos y laberintos que el texto pro·pone.

Con esta formidable mezcla y hete­rogeneidad se apuntala la ruptura delcódigo de la linealidad, se sueña que sedesenmascara al tiempo y que por lotanto se puede escapar de la Historia.Ese sueño: escapar cuando no se puedeya "resistir tanto escarnio" (p. 297), esla formulación del deseo, más bien de lailusión de los intelectuales en su posibi­lidad de independencia respecto delpoder siempre amenazante; una ilusióntan extendida a lo largo de los siglosque ha merecido ser calificada porAntonio Gramsci de "utopía social". O

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