Cecosesola: El fin de los liderazgos

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¿El fin de los liderazgos? CECOSESOLA [email protected] Versión actualizada al 1 de Marzo del 2011

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Texto en construcción de la central cooperativa Cecosesola acerca de la cultura organizacional jerárquica y su finitud histórica

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¿El fin de los liderazgos?

CECOSESOLA [email protected]

Versión actualizada al 1 de Marzo del 2011

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El concepto de igualdad, con todo el prestigio y toda la dignidad de un gran concepto filosófico y humanista, es hoy deformado y se emplea para aludir a uno de los aspectos más degradantes, más inhumanos y más peligrosos de nuestra cultura: la uniformidad, que significa la pérdida de la individualidad…. Hemos transformado la noción de igualdad convirtiéndola en uniformidad. ¿Qué significa el concepto de igualdad en la tradición humanista? Que éramos iguales en el sentido de que todo ser humano es un fin en sí mismo y no debe ser un medio para el fin de nadie…. Nadie debe ser tratado como un medio sino como un fin en sí mismo, independiente de la edad, color, sexo… Solo si se nos permite ser diferentes, sin la amenaza de ser tratados como desiguales, solo entonces somos iguales…….. La independencia y la libertad son la realización de la individualidad. Erich Fromm, “La condición humana”, Nueva Biblioteca Erich Fromm, 2009.

El hombre es independiente sólo si afirma su individualidad como hombre total en todas sus relaciones con el mundo….en resumen, si afirma y expresa todos los órganos de su individualidad. Carlos Marx, citado por Erich Fromm, Ibíd.

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Así, la idea de cambiar la sociedad por medio de la conquista del poder culmina logrando lo opuesto de lo que se propone alcanzar. El intento de conquistar el poder implica (en lugar de un paso hacia la abolición de las relaciones de poder), la extensión del campo de las relaciones de poder al interior de la lucha en contra del poder. Lo que comienza como un grito de protesta contra el poder, contra la deshumanización de las personas, contra el tratamiento de los hombres como medios y no como fines, termina convirtiéndose en su opuesto, en la imposición de la lógica de los hábitos y el discurso del poder en el corazón mismo de la lucha en contra del poder. Lo que está en discusión en la transformación revolucionaria del mundo no es quién es el poder sino la existencia misma del poder. Lo que está en discusión no es quién ejerce el poder sino cómo crear un mundo basado en el mutuo reconocimiento de la dignidad humana, en la construcción de relaciones sociales que no sean relaciones de poder. John Holloway, “Cambiar el mundo sin tomar el poder”, Vadell hermanos, Venezuela, 2005.

Criarse en la casa del poder es aprender sus formas, absorberlas…..El hábito del poder, su timbre, su postura, su manera de estar con los otros es una enfermedad que infecta todo lo que se le acerca. Si el poderoso te pisotea, estás infectado por la suela de sus zapatos. Salman Rushdie, “The satanic verses”, Vintage, Londres, 1998.

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Reflexiones sobre planteamientos de Humberto Maturana relacionados con procesos de transformación personal y cultural: Humberto Maturana es un mundialmente conocido médico, doctorado en Harvard, reconocido como investigador de los sistemas autopoiéticos intrínsecos de todos los seres vivientes. En otras palabras, el plantea cómo, a través de los procesos biológicos, los seres vivientes nos hacemos a nosotros mismos. Maturana analiza los procesos de transformación personal y cultural basándose en lo que el denomina la Biología del Conocer y la Biología del Amar. La Biología del Conocer se fundamenta en un análisis biológico de cómo los seres humanos captamos la realidad, del cual se desprende que biológicamente no tenemos la capacidad de captar una realidad objetiva independiente de nosotros. La realidad la captamos “filtrándola” a través de nuestras emociones, entendidas éstas como nuestros deseos, aspiraciones, miedos, rechazos, intenciones, inclinaciones… Como todos los integrantes del reino animal, somos fundamentalmente emocionales. Si bien nos diferenciamos de estos en cuanto a que el lenguaje nos permite conversar, reflexionar y/o razonar, esa capacidad para “lenguajear” (1) está impregnada por nuestros deseos, miedos, rechazos… Estos descubrimientos nos llevan a la conclusión de que todo lo que captamos o razonamos como realidad está marcado por aquellos aspectos de nuestra historia personal que se encuentran presentes en nuestras emociones del momento. Por lo tanto, los seres humanos no tenemos la capacidad de captar verdades absolutas. Las ideologías- ya sean estas políticas, religiosas o filosóficas-, en cuanto se presenten como verdades absolutas, serían un intento de imponer una supuesta verdad que en el fondo está basada en las emociones de los que las sustentan. Y, al estar por medio una imposición, estaríamos, entonces, ante un irrespeto al otro. A través de esa capacidad para "lenguajear" (conversar, pensar y razonar), los seres humanos, en conjunto, somos creadores de los (1)Término utilizado por Humberto Maturana.

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mundos culturales en que vivimos, así como, también, cada uno de nosotros participamos en la creación de nuestro mundo particular. Mundos estos que, según la Biología del Conocer, nacen marcados por los deseos, aspiraciones, miedos, intenciones, rechazos, inclinaciones presentes en cada momento de nuestro existir. Es así como estas emociones, que inducen el contenido de nuestro “lenguajear” y de los mundos que creamos, terminan determinando las características de nuestro accionar. Claro está, no en una relación lineal ya que nuestro accionar modula nuestras emociones en una permanente retroalimentación. De esto se desprende que una cultura sigue el camino trazado por los deseos, aspiraciones, miedos, intenciones, rechazos… que comparten sus integrantes, e igualmente, las características del comportamiento de una persona, al igual que la de cualquier integrante del reino animal, siguen lo trazado por sus emociones. De allí que un cambio cultural o una transformación personal implica un cambio en nuestras nuestros deseos, miedos, rechazos, a través de una reflexión que se nos hace posible a los seres humanos porque, contrario a estos otros seres vivientes, nosotros tenemos la capacidad de “lenguajear”. Pero, por lo mismo que somos fundamentalmente emocionales, para cambiar es menester desearlo. Como dice la colega de Maturana, Ximena Dávila, se trata de tener el deseo y la disposición de reflexionar sobre uno mismo y preguntarse si en este momento los deseos, aspiraciones, miedos que tengo son los que deseo. En sus palabras se trata de preguntarnos: “¿Me gustan mis deseos? "¿Es éste el querer que quiero?" Estos momentos de reflexión normalmente son inducidos por la curiosidad o porque atravesamos situaciones de dolor. El lenguajear, también, nos diferencia de los otros seres vivientes en el que somos seres intrínsicamente sociales. En palabras de Humberto Maturana nuestro estado natural de bienestar se encuentra en "la convivencia armónica con el otro(a) como legítimo(a) otro(a) en convivencia con uno"; es decir, en el convivir en el respeto, en relaciones amorosas de confianza mutua. El Amor, con sus muy variadas maneras de expresarse en lo afectivo, es entendido por Maturana como un “emocionar convivencial”, basado en el profundo respeto del ser diferente de la(s) otra(s) persona(s). El insiste en que la disposición al amor es

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intrínsico de los seres humamos. En cambio, la agresión, la violencia y el dañar al otro son inducidos culturalmente por lo cual se pueden revertir a través de la reflexión, ya que la tendencia biológica del ser humano es el vivir en el bienestar que produce la convivencia armónica. Puesto en términos concretos: la agresión y la violencia- ya sea cuando las generamos o cuando las sufrimos- nos causan dolor y nos enferman. El amor sana. De esto trata la llamada Biología del Amar. Los seres humanos somos capaces de cometer los más atroces crímenes o agresiones, pero estas conductas son inducidas culturalmente y representan un estado de malestar, contrario a nuestra tendencia biológica. Por lo tanto, a través de la reflexión, a través de esa disposición emocional a preguntarnos si "ese es el querer que quiero", los seres humanos tenemos la capacidad de generar una transformación personal y cultural que, de paso, hace mucha falta en el momento actual que vive la humanidad. De esto se desprende que podría existir una ética universal, común a todos los seres humanos y que transciende los códigos morales que implanta cada cultura: El no dañar al otro, la otra o a lo otro y, por lo tanto, el hacerse responsable de los daños que se pudiesen causar. En otras palabras, somos éticos en cuanto nos relacionamos respetando al otro, la otra y lo otro como legítimo otro(a) en convivencia con uno, que no es otra cosa que convivir en el bienestar. En fin, el fundamento para desear y vivir un convivir ético en el mutuo respeto se encuentra en nuestra biología; es decir, en nuestra manera de abordar el conocimiento y en nuestra tendencia biológica por convivir en el bienestar que emana de una convivencia armónica. Depende de nosotros el asumirlo o no. Humberto Maturana insiste que ésta no es una filosofía porque no trata sobre el Ser sino sobre el Cómo funcionamos los seres humanos. No estaríamos, entonces, ante una verdad transcendente, ante una nueva ideología. En nuestro caso, estos planteamientos nos han facilitado otras maneras de comprender el proceso de transformación personal y organizacional que hemos emprendido, así como a clarificar los orígenes de las frustraciones y obstáculos que hemos encontrado (y seguimos encontrando) en ese hacer camino al andar.

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El mismo musiú con diferente cachimbo: Generalmente tendemos a ver al capitalismo como algo aparte de nosotros, ya sea como una cosa: “el sistema capitalista” o personificado en “los capitalistas”, en los dueños de los medios de producción. Desde ambas perspectivas, el capitalismo como sistema o personificado, establecemos una relación terciaria. Hablamos en tercera persona como si nosotros no tuviéramos nada que ver, ya que nos consideramos en una posición supuestamente no contaminada. Es más, en algunos casos, ya por el hecho de tener un discurso anticapitalista nos decretamos impolutos, el propio hombre nuevo o mujer nueva. Sin embargo, desde otra perspectiva, podríamos preguntarnos si las personas que hemos sido formadas en las maneras de relacionarse que propicia nuestra cultura no tendríamos el capitalismo por dentro. La explotación no es un hecho meramente económico sino que forma parte de una relación utilitaria que limita y condiciona la expresión de la potencialidad del ser, que restringe el desarrollo de nuestras capacidades creativas, afectivas, intelectuales, espirituales, de toma de decisiones y de asumir iniciativas. A menudo no nos damos cuenta que el capitalismo no es algo externo a nosotros, ya que en el fondo una economía capitalista se sustenta en una manera de relacionarse en nuestro accionar cotidiano que se nutre y al mismo tiempo refuerza emociones que vamos aprendiendo desde nuestra niñez. (2) Desde pequeños vamos internalizando deseos y aspiraciones de dominación, competencia, de apropiación y/o acumulación individualista, así como una inclinación a fragmentar las relaciones y el conocimiento; todas éstas, emociones íntimamente interrelacionadas que tienden a estar presente simultáneamente. (2) En el libro de Cecosesola “Construyendo aquí y ahora el mundo que queremos” se presentan gráficamente varios ejemplos de cómo, en diferentes ambientes culturales, se retroalimentan en forma circular nuestras emociones con nuestro accionar.

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Por lo tanto, se nos hace muy difícil no replicar, en el quehacer diario, un accionar capitalistas. (3)

Visto desde esta perspectiva el poder no sería algo que, estando fuera, nos contamina, sino que, más bien, las emociones que lo sustentan se encuentran presentes en nosotros, formando parte de nuestra intimidad, emergiendo ante cualquier estímulo proveniente del mundo donde nos desenvolvemos. Pareciera que la casa del poder a la cual se refiere Salman Rushdie (4) se encuentra en el ámbito de nuestra cultura, en el marco de la sociedad en que hemos sido creados, por lo cual todos estamos de una manera u otra contaminados. Es bastante común la aspiración por obtener los recursos económicos que permitan adquirir los medios de producción que faciliten constituir una relación de explotación y, así, pasar de explotado a explotador, dos caras de una misma moneda, dos facetas de una misma relación. Sin embargo, no hace falta que estén en juego los medios de producción para que se constituyan unas relaciones donde nos tratamos como objetos a ser utilizados. A menudo cuando existe una relación de liderazgo donde unos ejercemos poder sobre otros, estamos ante una relación semejante a la que se da entre el patrón y el obrero. Al convertirse el otro en un medio y no en un fin en sí mismo, el desarrollo pleno del ser, tanto del líder como del seguidor, se encuentra aprisionado en una relación utilitaria. Quizás debido a ello se hace tan difícil construir alternativas al capitalismo desde el poder del Estado. La misma relación de dominación constituye una contradicción con el propósito de generar un proceso transformador. Por lo tanto, no es de extrañar que los intentos por transcender el capitalismo desde el poder (3)La costumbre de la piñata en los cumpleaños es quizás uno de los ejemplos más gráficos de cómo las características de nuestro comportamiento adulto puede ser influenciado por una vivencia de nuestra infancia que estimula emociones hacia la competencia, la lucha por el poder, la apropiación y la fragmentación de las relaciones. Es más, cuando la madre y hasta la abuela se meten en el ruedo entre las demás criaturas en una competencia desleal para beneficiar a su niño o niña, se está trasmitiendo que para apropiarse de algo vale todo, estimulando un total irrespeto al otro.

(4) Ver cita de Salman Rushdie al comienzo.

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tiendan a reproducir las mismas relaciones capitalistas con otro ropaje: el mismo musiú con diferente cachimbo. Esto, por supuesto, es aun más evidente cuando el Estado se apropia de los medios de producción.

Los deseos y aspiraciones de competencia, de apropiación y/ o acumulación individualista, así como la inclinación a fragmentar las relaciones y el conocimiento, que propicia nuestra formación encuentran su realización en las relaciones de dominación presentes en cualquier estructura de poder, entorpeciendo así la construcción de un proceso transformador. Esto ocurre por más que estén estos deseos acompañados por un discurso anticapitalista y/o antiimperialista magistralmente hilvanado. Como plantea Humberto Maturana, lo que sustenta las características de nuestro comportamiento y, por lo tanto, de nuestras maneras de relacionarnos, son nuestras emociones, nuestros deseos y aspiraciones, y no nuestros razonamientos. Más bien estos se confeccionan partiendo de estas emociones, buscando su realización.

Es más, el mismo hecho de enfrascarnos en una lucha contra el capitalismo nos puede atrapar en esa relación de competencia que, justamente, induce y refuerza las emociones que sustentan lo que queremos transformar. Pareciera, entonces, que un reto, que enfrentamos los que aspiramos a transcender el capitalismo, se encuentra en desarrollar una reflexión que nos lleve a considerarlo como una manera de relacionarse sustentada sobre unos deseos y aspiraciones inducidos culturalmente. Una manera de relacionarse que crea malestar. Al cuestionar estos deseos y aspiraciones presentes en nosotros mismos, ejercemos nuestra independencia y libertad y propiciamos un proceso de transformación cultural a través del cual nos vamos encontrando con el bienestar, con una convivencia armónica basada en el respeto al otro, la otra y a lo otro, donde todos y cada uno vamos siendo un fin en sí mismo y no un medio.

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Para algunos este camino puede parecer muy largo pero es de recordar que la humanidad lleva siglos intentando el atajo de cambiar el mundo a través del poder con resultados poco alentadores. ¿Por qué no abrirse a la posibilidad de otras alternativas? Si bien la transformación cultural es un proceso lento cuando se trata de ir abarcando toda una sociedad, a nivel personal puede ser de efecto inmediato, en cuanto tomemos la decisión de cuestionar aquellos deseos y aspiraciones generados en cada uno de nosotros desde nuestra infancia. De igual manera, en cualquier grupo humano dispuesto al cambio personal puede ocurrir un proceso transformador en forma expedita. Sí realmente deseamos transcender las emociones que sustentan el capitalismo y construir una sociedad de bienestar basada en el respeto al otro y a lo otro, ¿por qué postergarlo?, ¿por qué no vivir aquí y ahora esa sociedad que queremos?, ¿por qué no comenzar por nosotros mismos?

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La transformación a través de la reflexión: El proceso transformador en Cecosesola se sustenta en la creencia de que los seres humanos nos encontramos en unas relaciones de bienestar cuando convivimos en el respeto, la transparencia, la honestidad y la confianza mutua. Sin embargo, nos ha tocado vivir en una sociedad que nos induce deseos y aspiraciones hacia la acumulación individualista, la fragmentación, la competencia, la lucha por el poder y la dominación de unos por otros y esto, por supuesto, enturbia la posibilidad de una convivencia armónica. Estos deseos inducidos culturalmente nos llevan a experimentar situaciones de malestar. Durante los primeros años, en Cecosesola, le dedicamos muchas energías y esfuerzos a una lucha por el poder interno (el control de la directiva) y una lucha reivindicativa ante el poder establecido (el gobierno), sin darnos cuenta de la incoherencia de este accionar con nuestros deseos expresos en esos momentos de generar una amplia participación. (5)

Sin embargo, las frustraciones y angustias vividas en esta experiencia nos abrieron la posibilidad de la reflexión. Nos llevaron a preguntarnos si esos deseos por la acumulación individualista y la competencia, así como esa inclinación a fragmentar, que se encuentran implícitos en una lucha por el poder, eran coherentes con nuestras aspiraciones expresas de ir construyendo una organización participativa sin jerarquía. De esta manera, reflexionando, fuimos tomando consciencia de que, inadvertidamente, en nuestro accionar le hacíamos daño a otros y a nosotros mismos, creando malestar. Partiendo de estas reflexiones nos hemos ido encontrando con relaciones de respeto, transparencia, honestidad y confianza que se van profundizando y compartiendo. Así, se va facilitando el emerger de una vivencia global e integradora, unas relaciones de (5) Ver libro de Cecosesola, “Buscando una convivencia armónica.”

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producción solidarias, así como una organización en movimiento basada en la comunicación, la confianza e identidad con el proceso transformador. Para nosotros ha sido fundamental el darnos la oportunidad de reflexionar permanentemente, confiados en que una reflexión profunda y sincera nos lleva a cuestionar muchos de los deseos adquiridos socialmente y a encontrarnos con relaciones de respeto y confianza, en fin, con el bienestar. Pareciera, entonces, que no se trata de producir un hombre o mujer nueva, sino de abrirnos a la posibilidad de encontrarnos con esos deseos por convivir en unas relaciones armónicas con el entorno, emociones estas que forman parte de nuestra esencia humana. El problema, por supuesto, se encuentra en que esta reflexión no se puede imponer. Debe partir de cada persona el desear darse la oportunidad de cuestionar si sus deseos actuales lo llevan al bienestar. Por lo tanto, se trata de un proceso muy lejos de la perfección, con muchos tropiezos, pero tropiezos que, si estamos atentos y dispuestos, se convierten en una maravillosa fuente para la reflexión.

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Trascendiendo los liderazgos: En nuestra sociedad se concibe que un líder es aquel que lleva a otro a actuar según lo que el líder considera conveniente y este otro se adapta o acepta esta relación aunque esta conducta no esté internalizada en la intimidad de su ser. Este liderazgo se podría ejercer mandando, dando el ejemplo o a través de lo que los asesores empresariales denominan “coaching”, al referirse al tipo de relación que ejerce un entrenador deportivo sobre sus pupilos. En cualquiera de las tres alternativas suele estar presente la manipulación afectiva. Podríamos decir que tiende a existir una relación unidireccional de poder desde el líder hacia el seguidor. Una relación donde ambas partes tienden a cosificarse en una relación utilitaria. En otras palabras, ambos van dejando de ser un fin en sí mismo para convertirse en un medio, desvaneciéndose así una relación de respeto al otro(a) como legítimo(a) otro(a) en convivencia con uno. Pareciera evidente que nuestra cultura propicia un concepto de liderazgo que gravita en la utilización mutua, cosificando las relaciones. Quizás por ello, el rechazo en nuestro proceso cooperativo al concepto de liderazgo y quizás por ello, también, Maturana afirma que en una sociedad de bienestar que convive en el respeto van desapareciendo los liderazgos. En nuestro proceso cooperativo hemos ido descubriendo otra manera de relacionarnos que, apoyándose en una transformación en nuestras emociones, va transcendiendo esa relación utilitaria donde se ejerce el poder de unos(as) hacia otros(as). Si bien en un momento dado continúan operando formas de liderazgo tradicionales, existe un proceso a través del cual progresivamente va variando la gravitación en las maneras de relacionarnos. Vamos dejando de ser objetos para ir siendo cada uno un fin en sí mismo, en cuanto vamos construyendo relaciones de respeto, propiciando el desarrollo pleno del ser.

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Ahora bien, en el proceso que se ha dado en Cecosesola han existido a través del tiempo diferentes gravitaciones en cuanto al ejercicio de la influencia de unos(as) hacia otros(as). En los años 70, si bien existía un grupo que nos acercamos al cooperativismo con el deseo consciente de generar un proceso ético y participativo, en la práctica privó en nuestro inconsciente la influencia de la cultura en la cual habían sido formados. (6) Desde un comienzo partimos de una aparente verdad absoluta, insistiendo en que el movimiento cooperativo debería dejar de ser un archipiélago de actividades económicas al servicio solamente de sus asociados para convertirse en un movimiento popular comprometido con las luchas sociales. Si bien otros en el movimiento compartían esta tesis, algunos no la veía con simpatía, así como seguramente habían otros que ni entendían o ni les interesaba. Sin embargo, a través de un liderazgo que gravitaba en el ejemplo y el mandar, este grupo, junto con otros(as) cooperativistas que compartían las mismas creencias, fuimos induciendo un conflicto de marca mayor con el gobierno de turno y además con la mayoría de los partidos políticos. Conflicto cuyas implicaciones transcendían la capacidad de un movimiento que hasta ese entonces se desenvolvía dentro de las paredes de cada cooperativa, y de una Cecosesola que funcionaba como un servicio funerario para sus asociados, prestado por unos 12 trabajadores. Es así como Cecosesola, de un día para otro, no solo asume el 80% del servicio autobusero de la ciudad de Barquisimeto (7) con 127 autobuses y más de 300 trabajadores(as), sino que se convierte en una referencia de poder en función de apoyar las reivindicaciones populares. Llegamos a organizar las manifestaciones más grandes vistas en Barquisimeto. En varias ocasiones, en nuestros autobuses, nos movilizamos miles de personas para tomar las plazas públicas de Caracas en una lucha por el subsidio al transporte público. (6) Para más detalles ver libros de Cecosesola: “Buscando una convivencia Armónica”, “Construyendo aquí y ahora el mundo que queremos”, y “Hacia un cerebro colectivo”. (7) Ciudad de Venezuela con más de un millón de habitantes.

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Un movimiento, que inicialmente se desenvolvía dentro del claustro de cuatro paredes, de repente se encontró ejerciendo un poder comunitario que, según muchos, sobrepasaba y ridiculizaba al poder municipal, y todo esto liderado por un puñado de personas que no pasaba de la docena. Por supuesto, esto generó una fuerte oposición dentro del propio movimiento y una consecuente lucha por el poder en Cecosesola. Queriendo hacer algo diferente, terminamos actuando dentro de los parámetros de nuestra cultura en cuanto a ejercer un liderazgo tradicional, enfrascados en una lucha por el poder. Al final la oposición interna se alió con el gobierno de turno y la mayoría de los partidos políticos para acabar con Cecosesola. Nos incautaron los autobuses por la fuerza, nos arrestaron y en cuatro meses y medio administrando nuestros bienes acabaron con el 70% de la flota, dejándonos totalmente quebrados económicamente. El movimiento cooperativo estaba ante una situación para la cual no estaba preparado y que sobrepasaba con creces su capacidad de repuesta. Como era de esperarse muy pocas personas estaban disponibles, preparadas o dispuestas a enfrentar la crisis. De la docena que lideramos lo que se denominó la lucha del transporte cooperativo quedamos unos(as) cuatro que junto con otros(as) fuimos poco a poco buscando salidas. Sin embargo, la nueva situación interna en Cecosesola generó transformaciones progresivas en la gravitación de las cualidades del liderazgo. Durante la lucha del transporte, además de dirigir mandando, también ejercíamos el liderazgo a través del ejemplo con una conducta comprometida y moralmente acorde con las normas de nuestra cultura. Sin embargo, en esa lucha por el poder, como en cualquier lucha, nos causamos daños a nosotros mismos así como a terceros y, en ocasiones, sin hacernos responsables del daño causado. Evidentemente, en esa ocasión nuestro accionar tendía a responder a deseos de poder y de competencia, así como a una inclinación a fragmentar las relaciones. Como consecuencia, estaba

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implícito la existencia de dos bandos: por un lado los(as) “buenos(as)”, por supuesto nosotros(as), que tenían la razón y llevaban adelante una causa justa y por el otro unos(as) “malos(as)” que se encontraban del lado de los explotadores. Hoy en día nos damos cuenta que el solo hecho de encontrarnos en una situación de competencia nos obligaba a estructurarnos jerárquicamente. Al plantearse una lucha contra el otro, la información era restringida por temor de que fuese utilizada por el “enemigo”. Por lo cual, las relaciones de confianza quedaban confinadas a un círculo relativamente pequeño de personas, a un grupo informal que delineaba la estrategia para después proponer líneas de acción. Una vez rescatados los buses y con pérdidas 30 veces el capital invertido llegó el momento, en la década de los 80, de un liderazgo que gravitaba en el ejemplo, al hacernos, algunos(as), totalmente responsable del daño causado y enfrentando sus consecuencias. Ya aquí no se trataría de una simple posición moral de acuerdo a los códigos de nuestra cultura, sino de una actitud profundamente ética al hacernos plenamente responsable de los resultados de la acción que habíamos inducido y de nuestras acciones presentes y futuras. Por lo tanto, el ejemplo a través de un trabajo exigente y de total compromiso (más de 60 horas de trabajo semanal y 8 años sin vacaciones) seguramente influyó en muchas personas que se unieron al esfuerzo sin ser este necesariamente su proyecto de vida. Sin embargo, la progresiva reflexión sobre la experiencia de transporte y, como consecuencia, el ir transcendiendo los deseos por la competencia, por el poder y por fragmentar las relaciones, nos fue abriendo la posibilidad de continuar profundizando transformaciones en las cualidades de nuestras relaciones interpersonales. Así se fue facilitando el ir construyendo una convivencia armónica, proceso este que se comenzó a evidenciar en la década de los 90 (ya saliendo de la crisis económica) y que se ha ido profundizando con mayor ahínco con el venir del nuevo siglo. Pensamos que actualmente el ejemplo de dedicación y compromiso de muchos continúa jugando su papel pero la gravitación se mueve hacia una relación entre iguales, basada en

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el respeto a la individualidad del otro. Se trata de una actitud ante la vida que cada vez se comparte con mayor profundidad, de manera que vamos dejando de ser un medio para un logro externo de nosotros para ir siendo cada uno(a) un fin en sí mismo. Evidentemente un liderazgo basado en el ejemplo ha jugado y continúa jugando un papel importante en toda nuestra trayectoria. De igual manera, un liderazgo basado en el mandar sigue latente y se manifiesta en ocasiones en formas solapadas, algunas veces cubierto por el manto de la afectividad. Se trata de un proceso nada lineal con muchos altibajos, entre otras causas, debido a que se trata de una organización abierta a todo el que se quiera incorporar y que, por lo tanto, permanentemente ingresan nuevos integrantes. Sin embargo, pensamos que en los últimos tiempos la gravitación se ha estado moviendo hacia una convivencia armónica basado en el deseo de convivir en el respeto del otro y la otra como legítimo otro(a) en convivencia con uno. En este camino se va descartando, progresivamente, la necesidad de ese liderazgo que tanto valoriza nuestra cultura actual, a través del cual se ejerce un poder sobre el otro(a) y va emergiendo una relación donde nos influimos y nos complementamos unos(as) a los otros(as), respetando la integridad de cada quién. Por supuesto, creemos que es poco probable el poder llegar a un final idílico donde desaparezca absolutamente todo vestigio de liderazgo. Lo importante es continuar alimentando y profundizando ese proceso a través del cual vamos transcendiendo las relaciones de dominación, gravitando en relaciones de respeto donde el otro se va convirtiendo en un fin en sí mismo y no en un medio. La profundización de este proceso va acompañado de un nosotros(as) cuyo ámbito se va ampliando progresivamente.

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Ampliando el ámbito del nosotros: Por lo general, para las personas que hemos sido formadas en el marco de las emociones que propicia la cultura occidental, el ámbito del nosotros es limitado a un yo que se tiende a encontrar con el otro, la otra y lo otro en una relación utilitaria. Así, la otra persona se convierte en un medio y no en un fin en sí mismo y el resto de la naturaleza se torna en algo aparte, en aquello que se encuentra a nuestro servicio y, por lo tanto, debe ser aprovechado para el beneficio de la humanidad. Frecuentemente, los que venimos de una formación académica logramos, a nivel intelectual, una cierta visión global e integrada de la vida. Sin embargo, en la mayoría de los casos, está visión no se refleja en nuestro accionar, el cual tiende a moverse según las emociones que suscita nuestra formación de infancia. Así, en la cotidianidad, las relaciones se manifiestan fragmentadas, marcadas por la utilización, la competencia y la apropiación y/o acumulación individualista de poder, riquezas y conocimientos. Si bien el mundo popular venezolano ha sido penetrado por la cultura occidental, la asimilación de las emociones implícitas en esta cultura ha sido parcial, compartiendo su influencia con otras corrientes culturales como la africana e indígena. Uno de los resultados de este fenómeno se encuentra en las características de las relaciones que se tienden a dar en nuestro país. Como explicamos en nuestro libro, “Construyendo aquí y ahora el mundo que queremos”, existe en nuestro mundo de origen popular una tendencia individualista, no tanto a la acumulación, sino a la apropiación inmediatista de riquezas, poder y conocimientos. Esta tendencia al saqueo de lo que no nos pertenece se manifiesta tanto en las relaciones interpersonales como cuando nos relacionamos con el resto de la naturaleza. Sin embargo, se trata de una inclinación individualista que no tiende a materializarse dentro del entorno familiar, donde aparece, más bien, una tendencia a la solidaridad, aunque frecuentemente esta degenere en alcahuetería. Como consecuencia, las manifestaciones individualistas que se suscitan en el mundo popular tienden a incluir el entorno familiar

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como parte del nosotros. Es decir, lo que yo consiga, ya sea un cargo o una posesión, es para compartir con mi familia y el no hacerlo es castigado socialmente. De hecho, sí una persona no se aprovecha personalmente de cualquier oportunidad que se le presenta, es rápidamente tachada de pendeja, siendo este uno de los peores insultos utilizados en nuestro país. (8) De igual manera, si no aprovecha esa oportunidad para beneficiar a su círculo de afinidad inmediato es fácilmente tildada de mal amiga o sentenciada con la frase “el que le pega a su familia se arruina”. Esta conducta depredadora es reforzada aun más en cuanto todo acto de aprovechamiento individualista es motivo de orgullo personal y, además, celebrado socialmente. Sin embargo, si bien este comportamiento se podría catalogar como individualismo de grupo, se trata de un entorno familiar con un potencial de ampliación, ya que, en la práctica, tiende a incluir a amigos cercanos (los o las “panas” en términos venezolanos) sin ningún vínculo sanguíneo. En palabras del Padre Alejandro Moreno, Director del Centro De Investigaciones Populares de Caracas: “…el hombre de nuestro pueblo no es individuo sino relación. La convivencia lo constituye por dentro…Sí se quiere, la familia matricentrada sería el espacio micro de la relación….Desde ahí puede pensarse la macrorrelación, la expansión de la relación a ámbitos cada vez más amplios hasta cubrir todo el ámbito nacional…no se trata, pues de producir relaciones, sino de liberar la potencialidad de la relación real viviente..”(El aro y la trama, Convivium Press, 2008) En vista de que las emociones se transmiten a través de la formación familiar, estamos ante una mezcla cultural que se encuentra presente aún en aquellos de nosotros que venimos de un origen popular que data de varias generaciones atrás. Por lo (8) Según el diccionario de la Real Academia Española, el término pendejo se refiere a una persona cobarde, tonta o estúpida. En Venezuela, el término es utilizado comúnmente para señalar a personas que no aprovechan para beneficio propio las oportunidades que se le presentan, sin tomar muy en cuenta las consecuencias que se derivan de su acción. Por lo tanto, entre otras, son señaladas como pendejas las personas que se dejan utilizar sin sacar provecho de la relación.

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tanto, se trata de emociones que tienen una importante influencia en el comportamiento de la gran mayoría de los habitantes de nuestro país y, de hecho, casi la totalidad de los integrantes de Cecosesola provenimos de los sectores populares. De manera que, desde el punto de vista de nuestra organización, ha sido importante abordar, en la reflexión, la influencia que ejerce sobre nuestro comportamiento la cultura popular venezolana. La inclinación al saqueo, en función del beneficio de si mismo y del círculo inmediato, induce un comportamiento que destruye cualquier intento de construir relaciones de confianza basadas en el respeto mutuo. Por lo tanto, se hace necesaria una reflexión profunda con el fin de abordar los mecanismos culturales que, a través de la sanción social y la celebración de “la viveza criolla”, refuerzan esta tendencia cultural. (9) En nuestro proceso transformador nos damos la oportunidad de preguntarnos si esas emociones representan nuestros deseos, sí ese es “el querer que queremos”, y desde allí decidir voluntariamente las cualidades de las relaciones que deseamos construir con el otro, la otra y lo otro. Se trata de un proceso de transformación personal y organizacional que se apoya en nuestro contexto cultural, en liberar la potencialidad de relación real vigente presente en el círculo de afinidad inmediato señalada por el Padre Moreno. Partiendo de esta realidad, se abre la posibilidad de ir ampliando el ámbito del nosotros, siempre y cuando el proceso esté acompañado por un cuestionamiento de nuestra inclinación al aprovechamiento individualista, así como de un aprendizaje en cuanto a distinguir entre una relación solidaria y una de alcahuetería o tapadera. En nuestro caso ha sido de suma importancia el apuntalar estas reflexiones con mecanismos concretos que ayudan a ir derribando esos muros que fragmentan las relaciones. En este sentido, ha sido fundamental el ir desdibujando los liderazgos y en concreto el (9) En Venezuela el termino “viveza criolla” se refiere al aprovechamiento de cualquier oportunidad para el beneficio personal y de los allegados sin tomar muy en cuenta las consecuencias. En otras palabras, en no ser pendejo. En el libro de Cecosesola “Construyendo aquí y ahora el mundo que queremos” se profundiza sobre esta característica cultural del venezolano.

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hecho de que, en nuestra organización, ningún cargo o tarea conlleva un poder sobre el otro. De igual manera, el ámbito del nosotros se va ampliando apoyándonos en unas 300 reuniones conjuntas anuales en las cuales participamos en forma rotativa todos los más de 1000 trabajadores asociados a las diferentes organizaciones integradas en Cecosesola. Además, las barreras que dificultan la construcción del nosotros se van derrumbando ante la rotación permanente de las tareas necesarias para adelantar las actividades productivas, con los intercambios entre las personas que participamos en las diferentes organizaciones integradas en nuestra red cooperativa, así como, también, debido a las múltiples oportunidades de practicar cotidianamente el apoyo mutuo ante cualquier problemática personal o grupal. De hecho, cuando se presentan conflictos entre los participantes de las diferentes actividades o dentro de las mismas, es debido, generalmente, a la presencia de una inclinación a relaciones terciarias. Por lo tanto, estos casos se abordan normalmente en convivencias donde se reflexiona sobre la problemática planteada, así, como también, estimulando intercambios entre las personas involucradas. Otro elemento que ha cobrado cada vez mayor importancia en nuestro proceso viene siendo la incorporación progresiva de nuestro círculo íntimo de afinidad. Desde un comienzo se ha propiciado el ingreso de familiares y amistades como trabajadores asociados, asumiendo concientemente los riesgos que esto conlleva. Más recientemente, se viene estimulando con mayor énfasis la incorporación de la familia, en su conjunto, a través de numerosas actividades familiares que incluyen paseos, convivencias, planes vacacionales y actividades formativas con los hijos e hijas. En cuanto vamos profundizando el proceso transformador, ampliando el ámbito del nosotros, va emergiendo una energía solidaria que se diferencia de ese poder que se ejerce sobre el otro.

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Una energía solidaria: Nos referimos aquí a esa energía colectiva que surge de un proceso donde se van desdibujando las jerarquías, compartiendo información, estrechando relaciones de confianza y profundizando nuestra identidad. Una fuerza constructiva que existe en función de fortalecer el mismo proceso que la genera. Una fuerza que no se exhibe. Que no es violenta porque no se trata de un poder para imponerse sobre el otro. Una fuerza que sabemos que existe porque la vivimos diariamente y porque resplandece ante cualquier “reto”, “obstáculo” o “contratiempo” que encontramos en el camino. Una fuerza que se esfuma cuando alguien intenta colocarla en función de intereses personales o grupales, ya que se trata de una energía colectiva que no responde a ambiciones individualistas. Una fuerza que se diluye si intentamos encasillarla en función de la acumulación de poder, ya que al intentar acumular la solidaridad, como dinero guardado en el banco para ser utilizado oportunamente, destruimos su esencia. Como el horizonte, que existe, que se ve, que se disfruta, pero si tratamos de tocarlo se desvanece. Al contrario, la solidaridad se multiplica cuando la practicamos generosamente, convirtiéndose en una fuerza transformadora.

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¿Hacia donde vamos? Con frecuencia decimos que somos un proceso auto-organizativo no estructurado, donde la organización tiende a darse por sí sola en cuanto vamos siendo fieles a nuestra historia y a nuestro propósito. No obstante, nuestra formación cultural dificulta que se den entre nosotros procesos auto-organizativos como se evidencian tan naturales y espontáneos en la dinámica milenaria de creación de vida en nuestro planeta. Pareciera que nuestro encuentro con la auto-organización se va dando cuando vamos desdibujando el condicionamiento de nuestra formación cultural, en cuanto vamos transcendiendo esas emociones que nos llevan a constituir relaciones fragmentadas, de poder sobre el otro y de apropiación y/o acumulación individualista; en otras palabras, cuando vamos profundizando un proceso transformador a través del cual nos vamos encontrando con el otro como legítimo otro en convivencia con uno. Allí va emergiendo una práctica de participación directa, sin intermediación, a la par que vamos asumiendo iniciativas y decisiones individuales en el marco de criterios colectivos flexibles, asumiendo la responsabilidad de nuestro hacer. Allí vamos potenciando la realización de nuestra individualidad, trascendiendo el individualismo, ya que vamos encontrando nuestra realización en convivencia con el otro, ampliando el ámbito del nosotros. En cuanto vamos viviendo la auto-organización en el respeto al otro y a lo otro, en relaciones de confianza y cooperación, vamos internalizando la dinámica milenaria de creación de vida en nuestro planeta, por lo cual nuestro comportamiento va entrando en sintonía con ese proceso. Allí se nos va abriendo la posibilidad de ir trascendiendo ese comportamiento ecológico que se circunscribe a la imperiosa necesidad utilitaria de conservar una naturaleza que se encuentra al servicio de los seres humanos. Allí se nos presenta la posibilidad de ir siendo intrínsicamente ecológicos en cuanto la naturaleza va dejando de ser algo fragmentado, aparte de nosotros, y vamos siendo todos y todas naturaleza.

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Quizás simplemente nos estamos encontrando con una opción de vida. Una opción que nos lleva a ir trascendiendo esas relaciones de poder sobre el otro que forman parte de nuestro acervo cultural. En coherencia, una opción que no contempla la toma del poder como una alternativa para cambiar el mundo. Una opción de vida abierta a todos los que deseamos incorporarnos a vivir, aquí, ahora y junto con el otro, la otra y lo otro, el mundo que queremos.

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