CÓDIGOS CULTURALES EN LA RELACIÓN DE LA JORNADA DE...

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CÓDIGOS CULTURALES E N L A RELACIÓN DE LA JORNADA DE CÍBOLA DE PEDRO CASTAÑEDA NÁJERA I NTRODUCCIÓN La Relación 1 de Castañeda es un texto que hasta el momento só- lo había merecido la atención de los historiadores (Ternaux- Compans, Winship, Hammond, Hodge y otros), focalizada ha- cia la importancia documental del mismo sobre la expedición fra- casada de Vázquez Coronado en busca de las Siete Ciudades de Cíbola. Con razón se ha valorado de ella la aportación de datos geográficos que precisan el itinerario que siguió la expedición y de descripciones basadas en observaciones directas sobre las tie- rras y pueblos situados al N.O. de México y S.O. de los Estados Unidos. Sin duda, se trata de la narración más importante que se es- cribió sobre la expedición de Vázquez Coronado. Y, no sólo por el valor documental e histórico, sino por su valor discursivo en cuanto producción cultural de la Colonia. Este último aspecto es el que, sin desdeñar los otros, ocupará mi atención. Me centraré en el modelo de escritura, al margen del canon literario, que ge- nera una realidad nueva en un soldado que no es escritor ni lite- 1 El manuscrito original está perdido, tan solo existe una copia del mis- mo, fechada en Sevilla, en 1950, que se encuentra en la Lenox Library de Nueva York. La copia del manuscrito fue traducida al francés por Henri Ternaux- Compans, quien la encontró en la colección Uguina en París y la publicó en el t. 9 de sus Voyages, Paris, 1833. Una transcripción de dicha copia y la tra- ducción de la misma al inglés por GEORGE PARKER WINSHIP fueron publica- das junto con otros documentos sobre la expedición en el Fourteenth Annual Re- port of the Bureau of Ethnology (Washington, 1896). Otras ediciones en inglés son la de FREDERICK W. HODGE, Spanish explorers in the Southern United States 1528- 1543, Barnes & Noble, New York, 1907, y la de GEORGE P. HAMMOND y AGA- PITO REY, Narratives of the Coronado expedition. Coronado Cuarto Centennial Publica- tions, 1540-1940, t. 2, The University of New México, Albuquerque, 1940. NRFH, XXXIX (1991), núm. 2, 901-912

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C Ó D I G O S C U L T U R A L E S E N L A RELACIÓN DE LA JORNADA DE CÍBOLA

D E P E D R O C A S T A Ñ E D A N Á J E R A

I N T R O D U C C I Ó N

L a Relación1 de Castañeda es u n texto que hasta el m o m e n t o só­lo había merec ido la atención de los historiadores ( T e r n a u x -C o m p a n s , W i n s h i p , H a m m o n d , H o d g e y otros) , focalizada h a ­cia la i m p o r t a n c i a d o c u m e n t a l del m i s m o sobre la expedición f r a ­casada de Vázquez C o r o n a d o en busca de las Siete Ciudades de Cíbola . C o n razón se ha valorado de ella la aportación de datos geográficos que precisan el i t i n e r a r i o que siguió la expedición y de descripciones basadas en observaciones directas sobre las t i e ­rras y pueblos situados al N . O . de M é x i c o y S.O. de los Estados U n i d o s .

S in d u d a , se t ra ta de la narración más i m p o r t a n t e que se es­cribió sobre la expedición de Vázquez C o r o n a d o . Y , no sólo por el va lor documenta l e histórico, sino por su valor discursivo en cuanto producción c u l t u r a l de la C o l o n i a . Este último aspecto es el que , sin desdeñar los otros, ocupará m i atención. M e centraré en el modelo de escr i tura , al m a r g e n del canon l i t e r a r i o , que ge­nera u n a rea l idad nueva en u n soldado que no es escritor n i l i t e -

1 El manuscrito original está perdido, tan solo existe una copia del mis­mo , fechada en Sevilla, en 1 9 5 0 , que se encuentra en la Lenox Library de Nueva Y o r k . L a copia del manuscrito fue traducida al francés por H e n r i Ternaux-Compans, quien la encontró en la colección Uguina en París y la publicó en el t . 9 de sus Voyages, Paris, 1 8 3 3 . U n a transcripción de dicha copia y la t ra ­ducción de la misma al inglés por G E O R G E P A R K E R W I N S H I P fueron publica­das j u n t o con otros documentos sobre la expedición en el Fourteenth Annual Re-port of the Bureau of Ethnology (Washington, 1 8 9 6 ) . Otras ediciones en inglés son la de F R E D E R I C K W . H O D G E , Spanish explorers in the Southern United States 1528-1543, Barnes & Noble, New York , 1 9 0 7 , y la de G E O R G E P. H A M M O N D y A G A -P I T O R E Y , Narratives of the Coronado expedition. Coronado Cuarto Centennial Publica-tions, 1540-1940, t . 2 , The Univers i ty of New México, Albuquerque, 1 9 4 0 .

NRFH, X X X I X (1991), núm. 2, 901-912

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r a t o , pero a q u i e n tampoco cabe t i l d a r de ignorante . Precisamen­te autores como Ángel Rosenblat , Peter B o y d - B o w m a n , I r v i n g A . L e o n a r d , M á x i m e Cheval ier y M a n u e l A l v a r , entre otros, han demostrado el error de tachar sistemáticamente de analfabetismo al conquistador y al soldado 2 .

D a d a la fecha en que fue escrita (entre 1560 y 1565) 3 y sus características textuales no cabe i n c l u i r l a en el corpus de las " r e ­laciones geográf icas" — s i b ien es c ierto que lo geográfico es f u n ­d a m e n t a l en e l l a — , cuyo f o r m a t o se ajustaba a u n in terrogato ­r i o , inc lusive con las respuestas numeradas . E n cambio , pertene­ce a lo que W a l t e r M i g n o l o clasifica como el período no o f i c ia l , que se extiende desde 1505 hasta 1574 4 . Por t a n t o , el título de esta obra debe identi f icarse con la narración o i n f o r m e que se ha ­ce de a lguna cosa que sucedió (Dice. Aut.), de acuerdo con el uso que se le daba en el siglo x v i . N o corresponde, pues, a " i n f o r ­m e solicitado por la C o r o n a " . Castañeda, dentro del texto , usa a l t e rnat ivamente los términos " r e l a c i ó n " y " n o t i c i a s " ( " c i enc ia o conoc imiento de las cosas", Dice. Aut.), lo cual era frecuente en los cronistas; así José de Acosta , en su Historia Natural y Moral de las Indias, emplea " r e l a c i ó n " como sinónimo de " l i b r o " y aso­cia a ellos la idea de not i c ia e información 5 .

Si se compara la Relación de Castañeda con otras que poseen el m i s m o referente de la expedición de C íbo la 6 se observan no ­tables diferencias. L a f u n d a m e n t a l es la situación c o m u n i c a t i v a .

2 Cf. también F R A N C I S C O D E S O L A N O et al., Proceso histórico al conquistador, Alianza Edi tor ia l , M a d r i d , 1988, pp. 26-30.

3 Por ser el único texto disponible una copia fechada en 1596 se ignora el año exacto de su composición; por el Proemio podemos deducir que fue en­tre 1562 y 1565 ( " y también creo que algunas novelas que se cuentan el aber, como a veinte años y más que aquélla jornada se hico la causa") .

4 Cf. W A L T E R M I G N O L O , "Cartas , crónicas y relaciones del descubrimien­to y la conquista" , en Francisco Iñigo (ed.), Historia de la literatura hispanoameri­cana, Cátedra, M a d r i d , 1982, t . 1, pp. 57-111.

5 Explica W A L T E R M I G N O L O que " L a formación discursiva historiográfi-ca acepta por sinónimos, en el siglo x v i y x v n , los de historia, crónica, ana­les (y aun relación) para referirse al texto historiográfico. Por lo tanto, cuando los nombres empleados son crónica, anales o relación, encontramos — a l mis­mo t i empo— claras referencias a los principios generales de la formación dis­cursiva historiográfíca", " E l metatexto historiográfico y la historiografía i n ­d i a n a " , MLN, 96 (1981), p. 380.

6 M e refiero a la Relación de Fray Marcos de Niza , el Tratado de las Nue­vas, la carta de Coronado al Rey (Tiguex, 20 de octubre de 1541), la Relación Postrera de Síbola (1541), la Relación del Suceso (fechado por error en 1531, su fecha exacta debió ser 1540 o 41) y la Relación de Jarami l lo .

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NRFH, X X X I X L A RELACIÓN DE L A JORNADA DE CÍBOLA 903

Todas —excepto e l l a — explícita o implícitamente obedecen a ins­trucciones previas y se l i m i t a n a dar cuenta de los hechos de m o ­do breve , con la intención de i n f o r m a r más que de i n t e r p r e t a r ; además, todas —excepto la de J a r a m i l l o — se escr ibieron en fe­cha próxima a la cronología de aquéllos. E n c a m b i o , Castañeda in t roduce u n P r o e m i o , d i r i g i d o a u n a personal idad i n n o m i n a d a (' ' h u m i l d e m e n t e suplico debaxo de su anparo , como de berdade-ro servidor y c r iado , sea recebida esta pequeña o b r a " ) , donde da cuenta de las razones que le impulsaron a escribir la Relación cuando ya habían t r a n s c u r r i d o más de ve inte años desde que la expedi ­ción había ten ido lugar . Esta conciencia del hacer historiográfi-co, sin d u d a , no suele pertenecer al contexto c o m u n i c a t i v o de las Relaciones, más b ien se sitúa d e n t r o de u n modelo discursivo per­teneciente a la tradición c u l t u r a l h u m a n i s t a 7 . O t r o rasgo que m a r c a la di ferencia es que Castañeda, recurr iendo a la " c a p t a d o b e n e v o l e n t i a e " , mani f iesta el deseo de que su texto se p u b l i q u e y , para el lo , p ide al dest inatar io del Proemio que lo acepte: " p l e -ga a Nues t ro Señor me dé ta l gracia que con m i r u d o entend i ­m i e n t o y poca ab i l i dad pueda, t r a t a n d o b e r d a d , agradar con esta m i pequeña obra al sabio y p r u d e n t e lector , siendo por vuestra merced aceptada" . E l " r u d o e n t e n d i m i e n t o " y la " p o c a a b i l i ­d a d " no serían en este caso u n recurso al tópico de " f a l s a modes­t i a " s ino, de nuevo , la conciencia de que se está enfrentando a u n a tarea que le sobrepasa, pues su narración está más cerca del discurso histórico en cuanto i n f o r m e de " l o visto y v i v i d o " que de la s imple relación.

E s t r u c t u r a l m e n t e la narración de Castañeda se organiza en t o r n o a dos ejes, diacrónico (narración, histor ia) y sincrónico (des­cr ipciones) , hallándose el segundo incrustrado en el p r i m e r o e i n ­t e r r u m p i e n d o de ese m o d o el h i l o n a r r a t i v o .

E n efecto, el texto está d i v i d i d o en tres partes precedidas de u n Proemio . L a p r i m e r a de veintidós capítulos, la segunda de ocho y la tercera de nueve. Esta última es continuación de la p r i m e r a y f o r m a u n i d a d con ella. N o así la segunda, que son descripcio­nes de los pueblos y prov inc ias , de los r itos y costumbres de los habi tantes , de la fauna y de la flora. Sea por descuido o sea i n t e n ­c ional esta anomalía es t ruc tura l es u n a r u p t u r a de la coherencia y de la u n i d a d de la h i s tor ia que exigían los tratadistas . D a la i m -

7 W A L T E R M I G N O L O trata aspectos de esta misma cuestión en " E l man­dato y la ofrenda: la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala, de Diego M u ­ñoz Camargo, y las Relaciones de I n d i a s " , NRFH, 35 (1987), 451-484.

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presión de que, al cederles el lugar central del libro, Castañeda prefirió sacrificar la composición retórica de las partes para po­ner el énfasis en tales descripciones, probablemente, pensando en la ignorancia que existía sobre el amerindio y el interés informa­tivo que podían tener para el lector 8 .

E l eje diacrónico se articula conforme a la dialéctica mito/des-mitificación y narra la expedición de Vázquez Coronado como u n proceso de engaño/desengaño. E n efecto, aquélla resulta en el texto de Castañeda una infructuosa búsqueda de las " c r e a c i o ­nes del ensueño y de la codicia, último refugio del espíritu que no quiere aceptar la inexistencia de los países fantásticos", en tér­minos de Carlos Pereyra. E l texto de Castañeda revela, como nin­gún otro sobre este mismo asunto, la presencia de u n a ideología medieval, en los expedicionarios, que tamizaba las reacciones fren­te a la realidad que estaban viviendo. Este hecho puede concep-tualizarse como una "sobreabundancia de información" que des­figura la realidad.

E n cambio, el eje sincrónico, donde el objeto del enunciado es el amerindio que poblaba aquellas tierras y las condiciones de su habitat, denota una ideología más neutra (aunque no totalmen­te) en la que el sujeto de la enunciación describe sin poseer infor­mación previa y donde no existe "mitificación". E s más, no du­da en reconocer sus propias limitaciones ( " les quiero dar relación particular de todo lo poblado que se bio y descubrió en esta jor ­nada y algunas costunbres que tienen y ritos, conforme a lo que de ellos alcangamos a s a b e r " ) .

CÓDIGOS CULTURALES

E n este apartado voy a desarrollar los distintos componentes cul­turales que se entreveran en el discurso de Castañeda y a deter­minar en ellos la posición del sujeto de la enunciación. Desde esta perspectiva me interesa el texto en cuanto producción: no sólo la materia histórica (res gestae) sino la re-construcción que Castañe­da hace de ella a través de la escritura.

8 Cf. R O L E N A A D O R N O , "L i t e rary production and supression: Reading and wr i t ing about amerindians in Colonial Spanish A m e r i c a " , Dispositio, 11 (1986), 1-25. Según esta autora los factores que determinaron la historiografía sobre los indios fueron " t h e imperial demand for information (the Relaciones geográfi­cas de Indias), political motivations (Toledo, Las Casas), and the ethnografic and philosophical examination of cultures (Sahagún, Acosta) " (p. 4).

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a) Interacciones entre lo real y lo imaginario: mitos y leyendas

L a expedición de C o r o n a d o a Cíbo la se l leva a cabo a p a r t i r de lo que Si lv io Zava la l l a m a " u n a geografía v i s i onar ia de Amér i ­ca ' ' , de ahí la interacción que existió en aquel la experiencia entre lo i m a g i n a t i v o y lo rea l . Por idénticas razones Fernández de Cas­t i l l e j o l l a m a a América " l a t i e r r a de la i lus ión" , y observa con agudeza que " l a s ilusiones creadas en la penetración c iv i l i zadora aceleraban y agrandaban la conquista m i s m a " 9 .

Son numerosos los autores que h a n enfatizado la base telúrica y m e n t a l en los mitos y leyendas que c o n f i g u r a r o n la percepción del m u n d o amer i cano . I r v i n g A . L e o n a r d , en su obra h a r t o co­noc ida , Los libros del conquistador, l l a m a la atención sobre el entor ­no c u l t u r a l de los conquistadores y , más concretamente , sobre el i n f l u j o apasionado que los l ibros del l l amado ciclo greco-asiático e jercieron en la p r i m e r a m i t a d del siglo x v i en la imaginación de los lectores peninsulares , que inducían al conquistador español a pensar que " a l p a r t i c i p a r en viajes a u l t r a m a r , palparían en rea­l i d a d las m a r a v i l l a s , las riquezas y las aventuras que se contaban en los l ibros populares tan s e d u c t o r a m e n t e " 1 0 .

E n la expedición de Vázquez C o r o n a d o , contada por Casta­ñeda, se entrecruzan datos objetivos sobre aspectos geográficos, etnográficos, cul turales , etc., con datos imag inar ios y fantásticos procedentes de aquellas lecturas. A estos elementos se añaden las in formaciones ya m a l intencionadas , por parte de los naturales , ya m a l interpretadas por los españoles sobre riquezas y tesoros inexistentes. Pero antes de avanzar en esta cuestión se i m p o n e n u n par de precisiones. E n p r i m e r lugar , no puede perderse de vista que , considerada como discurso, la narración de Castañeda hace referencia a elementos legendarios y míticos, es verdad , pero desde u n a perspectiva desmit i f i cadora , puesto que él ya era testigo de la i r r e a l i d a d de esos mitos cuando escribe; por t a n t o , dichas le ­yendas están en relación con los hechos {res gestae), no dependen de la visión de q u i e n los n a r r a . Antes al c o n t r a r i o , su texto es u n a crítica a la c redu l idad i n m o t i v a d a que acarreó el desastre de la expedición. Castañeda m i s m o l l a m a la atención al comienzo de la segunda parte de su Relación sobre " l a discordancia de las n o t i -gias. Porque aber fama tan grande de grandes thesoros y en el

9 F E D E R I C O F E R N Á N D E Z D E C A S T I L L E J O , La ilusión en la conquista, Atalaya, Buenos Aires, 1945, p. 15.

1 0 I R V I N G A . L E O N A R D , LOS libros del conquistador, 2a ed., F . C . E . , México, 1979, p. 42.

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m i s m o l u g a r no ha l lar m e m o r i a n i aparencia de aberlo , cosa es m u y de no tar . E n lugar de poblados ha l lar grandes despoblados, y en lugar de ciudades populosas ha l lar pueblos de docientos ve­c inos . . . " ( p p . 152-155). E n consecuencia, no me interesa aquí e x a m i n a r la génesis de tales mi tos n i las hipótesis fecundas que h a n suscitado, basta por ahora con señalar que la m a t e r i a históri­ca se es tructura a p a r t i r de la confrontación entre el m i t o y la rea­l i d a d , o, lo que es lo m i s m o , el engaño y el desengaño. E n efecto, los mi tos de las Siete Ciudades y del re ino de Q u i v i r a const i tuyen la sustancia legendaria que sirvió de estímulo a la expedición de C o r o n a d o y alimentó las expectativas de r iqueza que a y u d a r o n a soportar el h a m b r e , el frío y los enfrentamientos con los n a t u r a ­les. A u n q u e menos i m p o r t a n t e s , también aparecen, en el capítu­lo déc imo de la p r i m e r a par te , datos sobre la presencia de g igan­tes que recuerdan las fábulas medievales teratológicas basadas en la mitología clásica.

b ) E l ideal caballeresco

Sin perder el h i l o de las relaciones entre lo real y lo i m a g i n a r i o en la Relación de Castañeda debe considerarse la referencia que hace a los l ibros de caballería en el capítulo séptimo de la tercera par te , por ser este u n p u n t o m u y discut ido en relación con las cró­nicas de I n d i a s . Allí refuerza las estrategias adoptadas en el Proe­m i o , al identi f icarse como u n " a u t o r s i e r t o " para los futuros lec­tores, cuando comenta las hazañas realizadas por el capitán J u a n Gal lego . E n d icho capítulo — q u e puede servir de ep í logo— hace u n a comparación entre las res gestae realizadas por los conquista­dores y las que se leen en los l ibros de caballería, considerando aquéllas superiores y más dignas de admiración, pues, además de ser verdaderas, se h a n hecho con más escasos recursos.

C o n esta aclaración, destinada a f u n d a m e n t a r la veracidad de su h i s to r ia , Castañeda demuestra tener conciencia de la t enden­cia del lector a asociar las narraciones y relatos referentes a cosas de indios con las novelas de caballería u otras ficciones, lo cual era frecuente en los cronistas. Justi f icaciones de este t i p o se en­c u e n t r a n también en las obras de Sahagún, José de Acosta y el I n c a Garci laso .

D e las palabras de Castañeda se deduce que él también era lector de l ibros de caballería (o al menos que tenía u n a idea bas­tante exacta de su contenido ) , pero que sabía d i s t i n g u i r la ficción

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NRFH, X X X I X L A R E L A C I Ó N D E LA J O R N A D A D E CÍBOLA 907

(fábulas de encantamientos) de lo rea l , lo que, por c ierto , era a l ­go m u y n a t u r a l entre aquellos lectores 1 1 .

Tales autojusti f icaciones, que t r a t a n de p r o b a r la verac idad del texto y di ferenciarlas de las que se describían en los l ibros de ficción, denotan la a c t i t u d de rechazo que el erasmismo puso de m o d a hacia este t ipo de l i t e r a t u r a . Ro lena A d o r n o h a señalado el carácter negat ivo que solían tener las alusiones de los cronistas a los l ibros de caballería y las considera más b ien u n a estrategia p a r a hacerles c omprender a los lectores experiencias e imágenes sobre u n M u n d o N u e v o que ellos no conocían: " N o t a filter t h r o u g h w h i c h to perceive or w r i t e about A m e r i c a n adventures , i t made possible instead a strategy that employed a c o m m o n a n d at trac t ive c u l t u r a l re ferent ; t h r o u g h this means, au thor a n d rea-der cou ld take new sightings w h i c h made translatable or negot ia -ble the l i t e r a r y exchanges o n the N e w W o r l d " 1 2 .

N o obstante, en más de u n a crónica — y no sólo como estrateg ia— se advierte la presencia del sentido caballeresco de l a v i d a que tenía el español medio de la época i m b u i d o de la t r a ­dición espir i tual del m e d i e v o 1 3 . Precisamente u n a de las manifes­taciones de esa p r o x i m i d a d entre el ambiente esp i r i tua l de la cró ­n i ca de Ind ias y la novela caballeresca es la fac i l idad con que el cronista y los lectores de su época aceptaban lo fantástico y sobre­n a t u r a l .

O t r a faceta de ese sentido caballeresco corresponde a la creencia en la intervención del D i a b l o en el N u e v o M u n d o y a la i d e n t i f i ­cación de las prácticas religiosas de los amer ind ios con el cu l to a Satanás, de ahí la misión del conquistador de " s u s t i t u i r el ídolo p o r la c r u z " . N o era extraño, en este contexto , que los españoles pensaran que los indígenas estaban en comunicación con el d i a ­b lo . Escribe Rodr íguez P r a m p o l i n i al respecto: " E s t e m u n d o i n ­dígena en cuya v i d a t iene t a n act iva participación el d iab lo es, con las diferencias del caso, el m i s m o m u n d o en que se desarro­l l a b a n las acciones de los caballeros andantes. E l d iab lo anda por todas partes, aux i l ia y aconseja a los enemigos del caballero y hasta tenemos el caso del sacrificio h u m a n o como lo pract i caban los az­tecas" (p . 114).

E n la Relación de Castañeda hay dos referencias al d iab lo . L a

1 1 Cf. M Á X I M E C H E V A L I E R , Lectura y lectores en la España del siglo xvi y xvii, T u r n e r , M a d r i d , 1 9 7 6 , p. 7 3 .

1 2 R O L E N A A D O R N O , art . c i t . , p. 1 9 . 1 3 Cf. I D A R O D R Í G U E Z P R A M P O L I N I , Amadises de América, Junta Mexicana

de Investigaciones Históricas, México, 1 9 4 8 , pp. 7 1 ss.

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p r i m e r a , en el capítulo octavo ( p r i m e r a par te ) . C u e n t a Castañe­d a que u n soldado l l a m a d o T r u j i l l o fingió haber visto u n a visión, mientras se estaba bañando en el río, en la que el d e m o n i o le ha ­bía dicho que matase al general y lo casaría con Beatr i z , su m u ­j e r , y le daría grandes tesoros. ( E n rea l idad era u n a tre ta para abandonar la expedición.) C o n aquel mot ivo dio Fray Marcos unos sermones " a t r i b u y e n d o a que el d e m o n i o , con e m b i d i a del b i e n que de aquel la j o r n a d a avía de resultar , los quería desbaratar por aquel la vía. Y no solamente paró en esto sino que los frailes que i b a n en la j o r n a d a lo escr ibieron a sus conbentos y fue causa que p o r los pulp i tos de M é x i c o se dixesen hartas fábulas sobre e l l o " .

L a segunda, en el capítulo dieciocho de la p r i m e r a parte . Allí u n español l l a m a d o Cervantes , que se había hecho cargo de u n indígena a q u i e n l l a m a b a n el T u r c o , juró con so lemnidad que ha ­bía visto a éste hab lar en u n a o l la de agua con el demon io . Y , para demostrar lo , contó u n hecho que le había o c u r r i d o con él que sólo podía explicarse por intervención del d iab lo .

c) La conquista, una nueva versión de la Cruzada

Por último, o t ro e lemento med ieva l en esta Relación es la visión del conquistador como h o m b r e de f rontera y de la conquista co­m o C r u z a d a .

Las t ierras que se describen en ella corresponden a la deno­m i n a d a área c u l t u r a l del Suroeste o G r a n Suroeste, por los a n t r o ­pólogos ( N . N . O . de M é x i c o y S .O. de los Estados U n i d o s ) . Esta zona, en parte montañosa y en parte desértica o semidesértica, estaba hab i tada por pueblos a los que los nahuas mesoamerica-nos l l a m a r o n ' ' c h i c h i m e c a s " . Para los españoles const i tuyeron la p r i n c i p a l resistencia a la conquista y fueron siempre tenidos por " s a l v a j e s " , " f e r o c e s " y alejados de toda pos ib i l idad de salvación mediante el c r i s t ian ismo.

A lo largo de los siglos x v i y x v n , las t ierras del N o r t e fueron consideradas f rontera , es decir , obstáculo para la evangelización y la consumación de la conquista t e r r i t o r i a l necesaria para conso­l i d a r la minería. Este hecho refuerza la i m a g e n del conquistador como u n a proyección de los hombres de f rontera que p r o t a g o n i ­zaron las Cruzadas, pues dentro de la nueva frontera que era A m é ­r i c a , estos terr i tor i os eran a su vez zona f ronter i za .

N o es difícil en esta línea de pensamiento asociar la estrategia m i l i t a r adoptada por Vázquez Coronado en la expedición que p r o -

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tagonizó con las que solían aplicarse en las Cruzadas medievales. ' ' D u r a n t e muchos años —expl i ca Céspedes del C a s t i l l o — , y a par ­t i r sobre todo de 1508, los castellanos o rgan izan u n a serie de e n ­tradas, cabalgadas (después empezaron a llamarse conquistas), que son expediciones pequeñas y rápidas que se hacen por sorpresa a t e r r i t o r i o de los nat ivos para correr la t i e r r a y robar lo que h a ­l l a r e n " 1 4 . Y considera la conquista de reinos asociada a la evan-gelización de los paganos u n a nueva versión de la C r u z a d a .

Esta proyección especular del espíritu de cruzada se filtra en l a Relación de Castañeda hasta en la visión del a m e r i n d i o . Es el caso del T u r c o , a q u i e n l l a m a r o n así por su aspecto (cap. 1 2 , 1 a

p a r t e ) , y de los querechos: " [ l o s soldados] d i e r o n con unas r a n ­cherías de gente alárabe que por allí son l lamados querechos" —se dice en el cap. 19, de la p r i m e r a parte . Y en ese m i s m o capítulo, l l egan a u n a barranca por donde habían atravesado Cabeza de V a c a y Dorantes , y entre la gente que vivía allí h a l l a r o n " u n a i n d i a t a n b lanca como m u g e r de Cas t i l l a , salvo que tenía l abrada la barva como morisca de Berbería" . También es frecuente la com­paración de las v iv iendas de algunas de estas t r i b u s con las t i e n ­das de los árabes 1 5 .

L A FIGURACIÓN DEL AMERINDIO

Obv iamente , la visión del indígena que proyecta la Relación de Cas­tañeda no puede considerarse como u n a defensa del m i s m o . E l hecho de que existan pocos casos de singularización de jefes o per­sonalidades y de que no se les mencione p o r su n o m b r e es ya sig­n i f i c a t i v o . Por lo general , para n o m b r a r l o s , los españoles solían r e c u r r i r a algún rasgo físico notable ( " e l capitán B i g o t e s " ) o a la asociación con u n a persona conocida ( " J u a n A l e m á n " , por ­que se parecía a u n J u a n Alemán de M é x i c o ) o con la fisonomía p r o p i a de ciertos países (el " T u r c o " ) . T a n sólo existen dos ex­cepciones, la del I n d i o Sópete o Isopete y la del i n d i o X a b e . Y

1 4 F R A N C I S C O D E S O L A N O et a i , op. cit., p. 4 6 . 1 5 R O L E N A A D O R N O ha relacionado esta cuestión con el modo de construir

la alteridad: " E n suma, la búsqueda de semejanzas y la elaboración de com­paraciones, por un lado, entre el amerindio y el hebreo, y por otro, el amerin­dio y el moro o el morisco, revelan los procesos de fijar la alteridad apoyándo­se en la semejanza", " L a construcción cultural de la a l t e r idad" , R C L L , 1 9 8 8 , núm. 2 8 , p. 6 3 .

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estos hechos no caben at r ibu i rse a fa l ta de m e m o r i a si considera­mos que el a u t o r fue capaz de recordar con notable exac t i tud l a t o p o n i m i a .

A pesar de tales inconvenientes la información sumin i s t rada p o r Castañeda reconoce ciertas formas de organización entre las poblaciones descritas, en contra de la pre tend ida ausencia de ellas en v i r t u d del n o m a d i s m o de algunas, puesto que respetaban a sus jefes y r egu laban la convivenc ia mediante costumbres y r i tos .

E n términos generales la i m a g e n del a m e r i n d i o en esta Rela­ción es de honradez , hosp i ta l idad y generosidad, frente a la v i o ­lenc ia , la c rue ldad y el abuso que demost raron los españoles en algunos casos. Castañeda no escatima datos a la hora de comen­t a r tales atrocidades, y se encarga de de jar suf ic ientemente claro que eran casi s iempre los españoles los que provocaban los e n -f rentamientos , y por esa razón, y porque no solían guardar la pa ­l a b r a de paz, fueron perd iendo crédito entre los indígenas. Por el c o n t r a r i o , éstos se ofrecían v o l u n t a r i a m e n t e a ayudarlos con­fiando en su amis tad , pero reaccionaban y se defendían cuando comprendían que los estaban t r a i c i o n a n d o . Así, por e jemplo , en el capítulo séptimo de la tercera parte se hace referencia a las cruel ­dades que cometió el capitán J u a n Gallego con u n número bas­tante reduc ido de hombres , entre ellos a lguna gente de Culiacán: " e n t r a n d o en los pueblos por fuerga, m a t a n d o y destruyendo y pon iendo fuego; dando en los enemigos t a n de súpito y con t a n t a prestega y denuedo que no les d a b a n l u g a r a que se j u n t a s e n n i entendiesen, de suerte que eran t a n temidos que no avía pueblo que esperarlos osase, que ansí huían de ellos como de u n podero ­so exérc i to " (p . 177).

Esta i m a g e n se encuentra sobre todo en lo que he l l amado el eje diacrónico. E n el eje sincrónico, lo que le interesa a Castañe­da es establecer una tipología — e n la medida de sus posibil idades— de las dist intas poblaciones que fueron encontrando en el r u m b o que siguió la expedición, con el propósito de dejar b i en definidas las condiciones naturales , geográficas y humanas de aquellas t i e ­rras . E n su interpretación sobresalen aspectos impor tantes para d e f i n i r lo que constituía el " c a m p o de la c iv i l ización" en el p e n ­samiento europeo.

Y a aludí al p r i n c i p i o al hecho de que esta parte está i n c l u i d a en la Relación como u n cuerpo extraño ( u n texto sincrónico i n t e r ­polado en u n a narración diacrónica). Esto era común en las obras historiográficas del siglo x v i cuando se ocupaban de la v ida y cos­t u m b r e s de los indígenas (Las Casas, Sahagún y López de G ó -

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mará, entre o t r o s ) 1 6 . C l a r o está que , la práctica descr ipt iva de Castañeda —bastante minuc iosa p a r a tratarse de u n p r o f a n o — , p o r su extensión, se a p r o x i m a más al m o d o organ izat ivo de las " re lac iones geográf icas" que a aquellos estudios etnográficos; y , sin que se sepa con exact i tud si utilizó algún modelo específico de cuest ionar io , es evidente que no i gnoraba qué elementos m e ­recían destacarse en las descripciones.

A d o r n o h a l l amado la atención sobre las just i f icaciones con que i b a n acompañados estos temas y en las que los cronistas no pretendían resolver problemas historiográficos sino culturales ( p . 4 ) . Castañeda no es u n a excepción en este p u n t o . U n a j u s t i f i ­cación precede al p r i m e r capítulo, en la segunda parte de la Rela­ción, donde se ocupa de la descripción de los pueblos indígenas y de sus r i tos y costumbres, en l a que destaco dos aspectos. U n o — y a señalado—, la conciencia de Castañeda de la distancia c u l ­t u r a l que existe entre él — y sus posibles lectores— y el m u n d o indígena, y , en consecuencia, su esfuerzo — d i g n o de e n c o m i o — p o r entender , además de observar. A m o d o de e jemplo , citaré el que se comenta en el capítulo cuar to , segunda parte : " d e u n i n ­d io de los nuestros que avía estado catibo entre ellos alcansé a sa­ber algunas cosas de sus costumbres , en especial preguntándole yo por qué causa en aquel la p r o v i n c i a andaban las mugeres m o ­gas en cueros haciendo t a m g r a n frío, d ixóme que las doncellas avían de andar ansí hasta que tomasen mar idos y que en cogno-ciendo varón se c u b r í a n " (p . 160).

E l o t ro aspecto atañe, más d i rec tamente , a la finalidad con que esta parte descr ipt iva fue escrita: i n f o r m a r , de acuerdo con los intereses de la C o r o n a (pob lar y evangel izar) , sobre las carac­terísticas de las t ierras (r iquezas y f e r t i l idad ) y de sus habitantes ( m a y o r o m e n o r rac ioc in io ) : " comengaremos a t r a t a r de la v i l l a de Culiacán y berse [h ]a la di ferengia que ay de la u n a t i e r r a a o t r a para que meresca lo uno estar poblado de españoles y lo otro no17

abiendo de ser a el c on t rar i o cuanto a crist ianos, porque en los unos ay ragón de hombres y en los otros b a r b a r i d a d de animales y más que de best ias" (p . 155).

1 6 Cf. W A L T E R M I G N O L O , "Car tas , crónicas y relaciones. . . " , p. 70 y también R O L E N A A D O R N O , " L i t e r a r y product ion . . . " , pp. 2-4. Señala esta autora que " t h e idea of the preservation of a history was causally l inked to the not ion that a human community had experienced a process of cultural and societal development" (p. 4), razón por la que muchos escritores excluían de ella los pueblos amerindios.

1 7 Las cursivas son mías.

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L o que sorprende de tales descripciones es que están hechas con o b j e t i v i d a d , sin mani festar el m e n o r asombro n i e m i t i r j u i ­cios de reprobación — c o m o sucede con otros c ron i s tas—, sobre todo al t r a t a r costumbres y prácticas de iniciación sexual de a l g u ­nos de los pueblos descritos que atentaban contra la m o r a l católica.

CONCLUSIÓN

L a relación de Castañeda es u n texto híbrido, al m a r g e n del ca­n o n l i t e r a r i o , que, por u n lado se a p r o x i m a al mode lo de las R e ­laciones geográficas y , por o t r o , revela u n a conciencia del hacer historiográfico. A su vez, este hecho demuestra que el contacto con u n a rea l idad c u l t u r a l nueva generó, por necesidad, nuevas formas de escr i tura , al t r a t a r de representar lo que no había sido codif icado antes.

L a imbricación de modelos textuales distintos viene dada, pues, por la d ivers idad de la mater ia y por su estructuración en dos ejes, diacrónico y sincrónico. También se ha visto que los c o m p o n e n ­tes culturales impl icados en ellos d i f i e ren . M i e n t r a s que la m a t e ­r i a histórica está conf igurada por mi tos , leyendas e ideas caballe­rescas propias de la tradición esp i r i tua l del medievo , las descrip­ciones aportan datos empíricos que no remi ten a n i n g u n a tradición anter i o r .

H e quer ido l l a m a r la atención sobre algunas de las estrategias de u n texto que elude in tenc iona lmente someterse a las normas impuestas por los modelos con que se redactaron los restantes i n ­formes que existen sobre la expedición a Cíbola . Se t r a t a de u n a obra que genera su p r o p i o molde mediante el cruce de varios t i ­pos discursivos reconocibles: la carta en el P r o e m i o , la relación en los fragmentos de rea l idad seleccionados en las descripciones, y la h i s to r ia en el modo de ordenar la m a t e r i a y en el propósito ve-r is ta de contar " l o visto y v i v i d o " .

S in reconocerle ningún mérito l i t e r a r i o , el suyo es con m u c h o el más i m p o r t a n t e de los documentos existentes sobre aquella ex­pedición y u n a interesantísima " d e s v i a c i ó n " de las normas a las que solían atenerse las relaciones.

CARMEN DE MORA Universidad de Sevilla