CÁTEDRA ANTENOR ORREGO

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EL MUNDO, EL PERÚ Y TRUJILLO EN LAS PRIMERAS

DÉCADAS DEL SIGLO XX

Por: Dr. Elmer Robles Ortiz

La vida y el pensamiento de los personajes ilustres no se explican cabalmente sin el conocimiento, aunque fuese panorámico, del lugar y de la época en que vivieron. Su grandeza no solo nace de su inteligencia y de su educación gracias a las cuales, según el caso de cada personaje, escribieron libros, crearon teorías, enunciaron leyes científicas, inventaron máquinas y otros artefactos, produjeron sus obras de arte… en fin, dijeron su palabra o realizaron su acción, sino que a las cualidades personales también se unen los factores propios del espacio y del tiempo que gravitaron sobre ellos. La vida familiar, las relaciones interpersonales, los sucesos del terruño, del país y del mundo influyen en todos los seres humanos, particularmente en las etapas de la infancia y juventud. En esta perspectiva, a los jóvenes que comenzaron a destacar durante la segunda década del siglo XX, les tocó vivir, durante los años decisivos de su formación y en los inicios de su actividad intelectual, en un tiempo en el cual acaecieron trascendentales hechos de la historia de Trujillo, del Perú, de América Latina y del mundo entero, los más significativos de los cuales son expuestos, brevemente, en los párrafos siguientes.

EL ANARCOSINDICALISMO

Los trabajadores e intelectuales del Perú y de América Latina de comienzos del siglo pasado, recibieron fuerte influencia del anarquismo, corriente ideológica surgida en Europa a mediados del siglo XIX, para alcanzar una sociedad con irrestricta libertad y cuya mayor aspiración es la desaparición del Estado y de toda forma de poder.

El francés Pierre Joseph Proudhon (1809-1865) fue uno de sus abanderados más destacados, criticó severamente la propiedad y fundó el movimiento mutualista. Mikail Bakunin (1814-1876), ruso, otra cabeza de esta doctrina, en su defensa de la libertad individual absoluta, rechazó al socialismo marxista. El príncipe ruso Pedro Aleseych Kropotkin (1842-1921), también figura destacada entre los ácratas, escribió libros de mucha acogida entre estudiantes y trabajadores peruanos, y fue uno de los primeros personajes notables en enrostrar públicamente a Lenin sus métodos autoritarios para imponer el comunismo. Ellos y los anarquistas en general rechazaron toda forma de dictadura, exaltaron los valores de la fraternidad entre los hombres y de la libertad sin límites, motivo por el cual se les llama libertarios. En el Perú, la figura intelectual más notable que abrazó las ideas anarquistas fue Manuel González Prada (1848-1918), cuyas obras Pájinas Libres y Horas de Lucha, presentan la cruda realidad peruana de fines del siglo XIX y principios del XX, señalan el problema del indio, plantean la colaboración del intelectual con el obrero. Por su actitud rebelde, su firme posición moral, su política radical frente a los problemas nacionales, logró la admiración de estudiantes y obreros, que lo consideraron su maestro.

En la realidad social de entonces, en que las extenuantes jornadas de trabajo se extendían hasta más de doce horas diarias, con bajos salarios y condiciones de vida humillantes, el anarquismo encontró terreno fértil entre los obreros. Sus ideas se fusionaron con el sindicalismo e impregnaron las organizaciones de los trabajadores en Lima, las principales ciudades y centros laborales del país. Los primeros gremios y huelgas fueron promovidos por los libertarios. En Trujillo, fundaron sociedades mutualistas y otras instituciones, tales como la Liga de Artesanos y Obreros del Perú (1898) que aún existe. Los trabajadores azucareros de los valles de Moche y Chicama abrazaron el anarcosindicalismo y organizaron gremios para defender sus derechos. Allí existía el abusivo sistema de “enganche”, similar a la “mita” de los tiempos coloniales, que ataba al trabajador con el contratista. Las huelgas a partir de 1910 fueron el medio de su lucha reivindicatoria, pero sus

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reclamos eran reprimidos violentamente por la policía, puesta del lado de los hacendados. Por lo general, las paralizaciones de labores terminaban con el derramamiento de sangre de los trabajadores, como sucedió con la masacre de 1912 en Casa Grande. La historia registra los nombres de bravos luchadores sociales de Trujillo y los valles vecinos que abrieron el camino de los derechos laborales.

Los anarquistas trujillanos tenían una biblioteca que izaba cada primero de mayo una bandera roja, símbolo de su ideología. Entre los que alcanzaron notabilidad figuró Julio Reynaga. Los estudiantes de espíritu justiciero mantenían relaciones cordiales con ellos, en forma individual o mediante el Centro Universitario, y brindaban apoyo a los trabajadores a través de artículos periodísticos, como en repetidas ocasiones lo hizo Antenor Orrego.

LA REVOLUCIÓN MEXICANA

Uno de los acontecimientos de mayor trascendencia del siglo pasado, particularmente para América Latina, fue la revolución mexicana, iniciada en 1910. México estaba gobernado por el general Porfirio Díaz (1830-1815) que durante largos años –desde fines del siglo XIX- imponía su férrea voluntad en el país. La constitución política era mellada; las libertadas ciudadanas, recortadas; la represión de las protestas contra su régimen opresor se acallaban con dureza. La riqueza nacional, sobre todo el petróleo, era absorbida por el capital extranjero. Y aunque le interesaba el aspecto material de la economía, el aspecto moral del país iba hacia el precipicio. Los asesores del presidente se inscribían en la corriente filosófica del positivismo y se les conocía como “los científicos”, entre los cuales hubo algunos intelectuales connotados.

Previos fallidos motines, la revolución estalló el 20 de noviembre de 1910, año en el que Díaz, una vez más, se impuso en las elecciones. Pero como el alzamiento popular avanzó, se vio obligado a dimitir en 1911. Francisco I. Madero fue el iniciador del movimiento, en torno del cual se congregaron los luchadores por la libertad y la justicia social. Su lema, “sufragio efectivo; no reelección”, tuvo acogida en las mayorías populares, que además del cambio político, exigían rumbo social, particularmente, la liquidación del latifundismo mediante el reparto de la propiedad de la tierra, del que fue abanderado Emiliano Zapata, representante del espíritu agrarista, cuyas palabras “Tierra y Libertad”, calaron hondamente entre los campesinos, víctimas de secular explotación por parte de los grandes hacendados.

Con avances y retrocesos, adhesiones y felonías entre sus caudillos militares y civiles, la revolución mexicana, fue un largo proceso que costó numerosas vidas. Movimiento espontáneo pero vigoroso, con improvisaciones y tanteos, superados por la fuerza vivificante del pueblo, no se guió por una ideología específica, comenzó sin un plan concreto, se hizo sin un programa delineado. Sin embargo, se convirtió en la primera revolución social –no socialista- del siglo XX. De la acción contra la reelección presidencial, la falta de libertad, el avance imperialista sobre las riquezas del país, la explotación del indígena, y después de años de lucha armada y derramamiento de sangre, la revolución pasó a un cause doctrinario y se institucionalizó mediante la Constitución de Querétaro, aprobada en 1917, durante el gobierno de Venustiano Carranza.

En el fragor de la contienda, surgieron, junto a los caudillos militares, espontáneos líderes populares, entre ellos, Doroteo Arango, más conocido por su sobrenombre de Pancho Villa, de firme postura agrarista y antifeudal. La defensa de la soberanía, el rechazo al imperialismo estadounidense, la bandera nacionalista y al mismo tiempo latinoamericanista, la política agraria a favor del campesino y cierta posición anticlerical, estuvieron presentes en los principales caudillos y en decisiones de los gobiernos nacidos al calor de la revolución. El derecho de los trabajadores a sindicalizarse y defenderse, la separación de la Iglesia y el Estado, el pregón de la unidad de América Latina, el reconocimiento de la ciudadanía continental, la defensa de la identidad cultural, el apoyo a la creación artística y el gran impulso que mereció la educación, le dieron a México un nuevo rumbo. Durante el gobierno de Álvaro Obregón (1920-1924), el país alcanzó notoriedad en el campo

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educativo, gracias al dinamismo de la Secretaría (Ministerio) de Educación dirigido por el maestro José Vasconcelos. Campañas de alfabetización, “misiones culturales” dirigidas a poblaciones del campo y de las montañas, edición de libros, creación de bibliotecas, cultivo y difusión de las artes, apoyo a los pintores –cuyos murales aún se aprecian en edificios públicos-, mejoramiento de la educación universitaria…en fin, una gran obra de educación en las aulas y las masas, le dieron a México fama en todo el continente. Vasconcelos reunió a educadores y otros intelectuales de diversas áreas, mexicanos, unos, y de otros países, para realizar su labor. Entre los últimos merece nombrar a Víctor Raúl Haya de la Torre (Presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, deportado por el gobierno de Augusto B. Leguía), Gabriela Mistral (poetiza chilena, futura Premio Nóbel de Literatura) y el argentino Julio R. Barcos (que llegó a destacar en el campo pedagógico).

Al interior del país, los opositores a la revolución fueron los conservadores, los terratenientes, el clero vinculado a los grandes propietarios, así como los políticos de posiciones extremistas. Y en el frente externo, los sectores hegemónicos de Estados Unidos.

Con sus aciertos y errores, éxitos y fracasos, la revolución mexicana agitó profundamente la conciencia política de toda América Latina, de modo especial entre los jóvenes estudiantes, profesionales, intelectuales y trabajadores. Su definición por la libertad, la soberanía popular y nacional, la reforma agraria, la educación popular, la democracia y la justicia social, así como su postura antioligárquica, antifeudal y antiimperialista, y la alianza de diversos sectores ciudadanos para convertir en realidad las ideas de transformación, fueron estímulo y ejemplo a seguir por parte de las juventudes anhelantes de mejores condiciones de vida en nuestros países.

LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

En el periodo entre 1914 y 1918, Europa fue escenario de la primera guerra de proyección mundial. Nunca antes de esa contienda, la humanidad fue profundamente conmovida por los terribles acontecimientos protagonizados por los países involucrados. De un lado estuvieron los aliados: Francia, Rusia, Inglaterra, Servia, Italia y Estados Unidos. Y del otro, las potencias centrales: Alemania, Austria-Hungría, Bulgaria y Turquía. Las causas fueron múltiples, pero la pretensión hegemónica de Alemania en lo político y económico fue la causa esencial, a lo cual se unían las rivalidades de Austria y Rusia por la posesión de territorios en los Balcanes, el anhelo de Francia por recuperar las provincias de Alsacia y Lorena, en poder de Alemania a raíz de su derrota en 1870, asimismo, las grandes rivalidades comerciales de los países más desarrollados de Europa. Estados Unidos intervino en contra de Alemania a raíz del hundimiento –con el empleo de la nueva arma submarina- del barco de pasajeros “Lusitania” en el que perdieron la vida muchos de sus ciudadanos. Los países beligerantes de Europa movilizaron –en conjunto- más de 50 millones de combatientes en todo el tiempo que duraron las operaciones militares. Por su parte, Estados Unidos envió un millón de soldados, cuya participación fue decisiva en el desenlace de la guerra.

Diversos tratados pusieron término a conflagración, el de mayor importancia fue el de Versalles, suscrito entre los aliados y Alemania.

Si bien las causas fueron europeas, las consecuencias recayeron en todo el planeta. Millones de vidas humanas (se calcula en más de 15) se perdieron en los campos de batalla y en las ciudades destruidas. Cayeron diversas monarquías de Europa y dieron paso a formas republicanas de gobierno; cambió el mapa político de ese continente con la aparición de nuevos Estados independientes; apareció la ideología política del comunismo y entró en disputa con las formas democráticas del mundo occidental. Estados Unidos se encumbró como primera potencia política y económica del mundo. Europa fue aquejada por una profunda crisis con repercusiones en todo el orbe. Las batallas devastaron los campos con lo cual se redujo la producción agropecuaria. A la escasez de alimentos se unieron las enfermedades y epidemias. La paralización de las actividades económicas acarreó desocupación. Por otro lado, mejoraron las comunicaciones y el transporte, y hubo avance en las ciencias médicas.

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En el Perú disminuyeron las importaciones de maquinaria y equipos industriales, lo cual ocasionó alteraciones en la economía, pero aumentaron las exportaciones de algodón, azúcar, petróleo, cobre y otros minerales. La intensificación de los cultivos, produjo auge de las haciendas costeñas, el enriquecimiento de sus dueños, pero también la escasez y carestía de los alimentos. Si bien se incrementó la producción minera y agroindustrial, la mayoría de la población sufrió los efectos de la guerra.

Los hechos y resultados de la guerra fueron motivo de reflexión entre los grupos juveniles más lúcidos, sobre el valor de la vida humana, las relaciones pacíficas entre los hombres y pueblos, y la necesidad de exaltar la libertad y la justicia.

LA REVOLUCIÓN RUSA

El zar Nicolás II, gobernaba Rusia desde 1894, había implantado un régimen despótico; sus súbditos carecían de libertades y derechos elementales; la mayoría de la población (campesinos, obreros, artesanos y empleados) sufría explotación, vivía en la pobreza y padecía hambre, mientras los nobles poseían riquezas y gozaban de privilegios; las tierras pertenecían a pocas personas; las jornadas de trabajo alcanzaban hasta 15 horas al día y los salarios eran bajos. Ante la indiferencia del gobierno y de la nobleza frente a esas condiciones precarias de vida, el pueblo no tuvo otra alternativa que proclamar un trato digno y humano mediante la revolución. En 1917, se presentaron las condiciones propicias para el levantamiento. El ejército ruso fracasaba en la primera guerra mundial, las principales ciudades, sobre todo Petrogrado, sufrían el flagelo de la hambruna, lo cual desató la turbulencia popular, acrecentada por las medidas represivas del gobierno. Así las cosas, los trabajadores se amotinaron (febrero de 1917) y miles de soldados se plegaron al movimiento. Los mencheviques –seguidores moderados del socialismo- lideraron el descontento que, al generalizarse, condujo a la abdicación del zar (en marzo). La monarquía fue abolida y se estableció la república, el soviet o consejo revolucionario (obreros, campesinos y soldados) eligió un gobierno provisional al mando de Alejandro Kerensky. Pero no satisfizo las expectativas populares y, mediante la llamada “revolución de octubre”, fue derrocado por los bolcheviques –socialistas partidarios de la toma violenta del poder- liderados por Vladimir Illich Ulianov (1870-1924), más conocido como Lenin. A los pocos años, Lenin conformó la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

La revolución rusa aportó un mensaje de redención de los oprimidos, inflamó la imaginación de las juventudes obreras y estudiantiles, y las motivó en la lectura del marxismo. Con la caída de la monarquía zarista, pensaron que el gobierno de los pobres era posible. Las promesas de una sociedad igualitaria y la consecución de la justicia social conmovieron a los sectores anhelantes de terminar con la explotación del hombre por el hombre. Pero sufrieron desilusión, al evolucionar la URSS hacia un Estado absolutista, sin libertades ni oposición política. A la muerte de Lenin, su fundador, le sucedió José Stalin (1879-1953), cuyo poder omnímodo implantó un régimen totalitario y profundizó el capitalismo de Estado, el poderío militar y el gobierno centralizado. En verdad, la URSS no llegó a ser propiamente ni socialista ni comunista. Devino en una superpotencia con características imperialistas. Con todo ello, practicó la explotación del hombre por el Estado. En el Perú, la juventud y el pueblo aspiraban conseguir la justicia social pero sin sacrificar la libertad.

LA REFORMA UNIVERSITARIA

A lo largo de la historia universitaria del Perú se realizaron diferentes reformas, pero la Reforma por antonomasia es la que se inició el año de 1918 con el Grito de Córdoba, Argentina, y en el Perú en 1919. Fue un intenso y amplio movimiento estudiantil orientado a terminar con las obsoletas estrategias académicas y administrativas, y abrir las universidades a su contexto social. Como este, ningún otro movimiento alcanzó tanta importancia en la transformación cultural y educacional del Perú y de América Latina durante toda la historia contemporánea, distinto a las asonadas que convulsionaron la agitada vida política de la república.

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Frente a la realidad dramática de las universidades, durante las primeras décadas del siglo, los únicos que adoptaron una posición activa, firme y constante para enmendar rumbos, fueron los alumnos, no los profesores ni autoridades. Las iniciativas de cambio partieron de aquéllos, no de éstos.

El movimiento reformista eliminó el predominio nepótico, plutocrático y oligárquico enquistado en cátedras y órganos de gobierno de las universidades. Combatió la obsolescencia de los contenidos de aprendizaje, el trato autoritario al alumnado y auspició el estudio de la realidad nacional. Los reformistas hicieron frente al colonialismo mental e iniciaron la movilización por la búsqueda y realización de lo auténtico, de lo nuestro; la independencia cultural y la identidad nacional. La Reforma Universitaria dio inspiración, rumbo y pensamiento en el orden sociocultural.

A raíz de la Reforma, las universidades incrementaron su número de alumnos y de asignaturas sobre temas nacionales; renovaron su cuerpo de profesores y sus métodos de enseñanza; se vincularon con la comunidad; adquirieron orientación social. Se inició la democratización de la educación.

El movimiento tuvo en Argentina como líder principal a Gabriel del Mazo; en Colombia a Germán Arciniegas. En el Perú el abanderado indiscutible fue Víctor Raúl Haya de la Torre; además destacaron: Jorge Guillermo Leguía, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Raúl Porras Barrenechea, Manuel Seoane y Manuel Abastos.

El primer congreso nacional de estudiantes se realizó en Cusco en 1920, organizado y presidido por Haya de la Torre. Allí se acordó fundar las universidades populares, cuya inauguración ocurrió en 1921, luego fueron bautizadas con el nombre de González Prada, y mediante ellas se hizo obra trascendente en la educación de las clases trabajadoras, no vista antes ni repetida después.

El movimiento reformista propugnó una universidad democrática, autónoma, integral, dinámica, social, científica y humanista. Ha legado, en la teoría o en la práctica, diversidad de postulados, la mayoría de ellos en plena vigencia: comunidad universitaria integrada por profesores, alumnos y graduados; autonomía institucional en sus aspectos académico, normativo, administrativo y económico; libertad de cátedra; cátedra libre; asistencia libre; cátedra paralela; temporalidad de la cátedra y su provisión mediante concurso; gratuidad de la enseñanza; participación estudiantil en el gobierno universitario; aplicación de métodos activos en el proceso de enseñanza-aprendizaje; democratización de la universidad; proyección hacia el pueblo y preocupación por los problemas nacionales; orientación hacia la integración latinoamericana.

LA REVOLUCIÓN CIENTÍFICA Y TECNOLÓGICA

Los primeros años del siglo XX no solo están marcados por los cambios políticos y sociales, sino también por el progreso científico y su manifestación tecnológica. Diversos aportes decimonónicos fueron recusados. Con el desarrollo de las ciencias matemáticas y físicas, se abrieron paso nuevos conceptos sobre materia, masa, energía, movimiento, velocidad y muchos más, con hondas repercusiones en todas las manifestaciones del conocimiento. Surge la física relativista y quántica. Los esposos Pierre Curie (1859-1906) y Marie Sklodwska (1867-1934) descollaron en sus investigaciones sobre la radioactividad y descubrieron nuevos elementos químicos. Albert Einstein (1879-1955) formuló la teoría de la relatividad, de suma trascendencia en el avance científico. La primera transmutación del átomo fue hecha (1919) por Ernest Rutherford (1871-1937). Y por su lado, Nilhs Bohr (1885-1962) aportó con sus estudios sobre la estructura del átomo. Los trabajos de Max Planck (1858-1947) desembocaron en su teoría de los quanta. Guillermo Marconi (1874-1937) realizó las primeras pruebas de transmisión inalámbrica mediante ondas hertzianas, perfeccionó la radio y sentó las bases de la televisión. La fisiología cuenta entre sus grandes representantes a Santiago Ramón y Cajal (1852-1934). Durante la primera guerra mundial, Alexander Fleming

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investigaba sustancias antibacterianas que no fuesen tóxicas para el organismo humano y años después (1928) descubrió la penicilina y con ella inició la era de los antibióticos.

La relación precedente, rápidamente expuesta, es solo una muestra, no agota el aporte del intelecto de principios del siglo XX al incesante proceso creador que hemos vivido y seguimos viviendo, en lo que se llama revolución científica y tecnológica, cuyas posibilidades para hacer más llevadera la vida de toda la humanidad son insospechadas.

Las juventudes estudiantiles de las primeras décadas del siglo anterior procuraron estar informadas de tan formidables avances que impactaron en sus mentes y sus actos.

LA REALIDAD NACIONAL

Durante los primeros decenios de la centuria pasada, socialmente se distinguían en el Perú tres clases. Una, la clase rica o pudiente, en parte, heredera de la nobleza colonial (aristocracia) y orgullosa de su pasada alcurnia, que pasó a la república con su mismo poder; a ella se unieron los nuevos ricos surgidos durante el auge del guano y del salitre. La componían los grandes terratenientes y propietarios de minas, los grandes empresarios del comercio de exportación e importación y de la industria, asimismo los banqueros. Era la minoría de la población pero con fuerte influencia política (oligarquía) en razón de su enorme poder económico (plutocracia). Encumbrados hombres públicos (presidentes, ministros, legisladores) salieron de su seno. También se le llama gran burguesía.

Otra, la embrionaria clase media la integraban pequeños y medianos propietarios de tierras, comercios e industrias, empleados, profesionales, intelectuales, estudiantes y sectores poblacionales de mediano poder adquisitivo en el gran mercado. Allí germinó la emoción social y el interés por los problemas nacionales, la crítica contra la injusticia y el autoritarismo, el anhelo de mejora de las grandes mayorías, lo cual se fue evidenciando con su creciente participación política, tan es así que de ella surgieron grandes ideólogos, fundadores y conductores de partidos que alcanzaron adhesión popular. Y de allí en lo que corrió del siglo, salieron también las figuras más representativas de las letras, artes y ciencias del Perú contemporáneo, como fue el caso del Grupo Norte y de la Generación del Centenario.

Y la clase popular, compuesta principalmente por campesinos, obreros y artesanos, era la mayoritaria. Por lo general, sobre ellos recaía cruel explotación, así entre los asalariados de las haciendas cañaveleras y algodoneras de la costa, como entre los campesinos, víctimas de los gamonales de las regiones altoandinas, y entre los obreros de los asientos mineros. Todos los trabajadores manuales tenían bajos ingresos y escaso poder adquisitivo de productos manufacturados. En muchísimos lugares, por su deficiente alimentación, pobre vestimenta, mala habitación, falta de medicación y su analfabetismo, vivían en condiciones infrahumanas. A ello se sumaba el consumo de coca y alcohol que minaban su salud. Entre los trabajadores más cultos, caló el anarcosindicalismo y surgieron inquietudes de organización gremial y participación política. Con el apoyo de los estudiantes, lograron ciertos avances en la legislación social, tal el caso de la jornada de 8 horas diarias de trabajo en 1919.

En el aspecto económico, cabe anotar que las grandes haciendas de caña de azúcar se iniciaron con el siglo. La concentración de la pequeña y mediana propiedad dio origen a los latifundios en manos de empresarios extranjeros: Casa Grande, la más vasta hacienda del país, y Laredo (Gildemeister, alemán); Cartavio y Paramonga (Grace, estadounidense). Las haciendas de Chiclín y Roma, de inmigrantes italianos (Larco), pasaron a sus descendientes peruanos. Los antiguos trapiches fueron desplazados por los grandes ingenios. Los trabajadores procedían, en su mayoría, de las regiones altoandinas, reclutados por el sistema de “enganche”, montado por los contratistas, intermediarios entre la empresa y los trabajadores, que vivían miserablemente en campamentos, alrededor de los ingenios. Casa Grande, autorizada por el gobierno, construyó un ferrocarril hasta el puerto de

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Malabrigo y por él realizó su propio comercio de exportación e importación. Fue un verdadero encalve.

Otro enclave en el norte, formado desde comienzos de la república, fue el de los yacimientos petroleros de la Brea y Pariñas (Piura) que en 1916 pasó a manos de la International Petroleum Company. Diversas decisiones de gobierno buscaron, infructuosamente, solucionar el grave problema de la propiedad y del pago de impuestos. (La solución llegó recién en la década del 60).

Desde el primer lustro del siglo, la producción de cobre y petróleo incrementó en importancia, desplazaron al oro y la plata. La economía de enclave también estuvo en la minería. En el centro comenzó a operar la compañía estadounidense Cerro de Pasco Cooper Corporation. Y en La Libertad, la Northern Peru Mining Company que explotó las minas de Quiruvilca y estableció su planta de tratamiento de Shorey. El Perú alcanzó notoriedad como país cuprífero, a partir de la primera guerra mundial.

A principios de siglo, llegaron los primeros automóviles. El Perú no tenía carreteras; solo caminos de herradura. Mediante ley de 1920 se implantó el servicio obligatorio de los varones comprendidos entre los 18 y 60 años para la construcción de carreteras. Por ese mismo tiempo surgieron los precursores de la aeronavegación, el trujillano Carlos Martínez de Pinillos, uno de ellos. Los ferrocarriles cubrían las rutas: Callao-La Oroya-Cerro de Pasco, Arequipa-Juliaca-Cusco, Ilo-Mquegua, Chimbote-Huaraz, Pacasmayo-Chilete, Salaverry-Ascope, éste último tenía un ramal que iba de Trujillo a Menocucho, su construcción hasta la sierra, prevista por los gobiernos del siglo XIX, quedó trunca. A lo largo de la costa, el transporte de pasajeros y carga se realizaba por vía marítima.

Con el nuevo siglo, lentamente, el alumbrado eléctrico se fue extendiendo. Trujillo contó con esta energía desde 1907, para cuyo efecto se construyó una planta hidroeléctrica en Poroto. En Lima se inició el transporte urbano mediante el tranvía eléctrico. Entre algunas ciudades, comenzó a funcionar el servicio de radiotelegrafía; posteriormente, el uso del teléfono a larga distancia. La primera emisora de radio fue inaugurada en 1925.

Durante gran parte de nuestra historia republicana, los gobiernos salieron de los grupos oligárquicos y plutocráticos o fueron rodeados por ellos. A esta nota de la política peruana se une el autoritarismo y el militarismo, pues, en forma casi pendular, el país vivió periodos de democracia y de dictadura o tiranía, de gobiernos elegidos por el pueblo y otros resultantes de golpes de Estado. Como siempre, la autocracia abre paso a la megalomanía, al abuso de la fuerza, no respeta la voluntad popular, base de su antítesis, la democracia. En la democracia, la fuerza está al servicio del derecho; en la dictadura o tiranía, el derecho está sometido por la fuerza. En la primera, existe libertad, el pueblo participa sin coacción en la vida política y elige a sus representantes. La segunda, niega la libertad y todos los derechos humanos e impide o dificulta la elección popular entre los opositores. Contra esa tremenda opresión se ha luchado en todos los tiempos y lugares. El Perú ha pasado por periodos de autocracias y de gobiernos elegidos por el pueblo que, si bien no se los pueda calificar de auténticas democracias, respetaron el Estado de derecho. La inestabilidad política y la oscilación entre ambos tipos de gobierno son trabas para el desarrollo. Así ocurrió a principios del siglo XX, antes y también después. La juventud siempre anheló cambiar este orden de cosas, por una democracia política, social y económica.

En el campo intelectual, el siglo amaneció con la generación del novecientos, predominantemente académica y con inclinaciones conservadoras; sus principales representantes, Víctor Andrés Belaúnde (1883-1966), Francisco García Calderón (1883-1953) y José de la Riva-Agüero y Osma (1885-1944), además de su aporte en la producción intelectual como ensayistas, ejercieron notoria influencia política. Luego apareció el movimiento Colónida, llamada por Jorge Basadre generación “literatizante y bohemia”, representada por Abraham Valdelomar (1888-1919), que motivó el renacimiento literario provinciano. Y luego nacen núcleos intelectuales en Trujillo (Grupo Norte), Lima (Converatorio Universitario), Cusco (Grupo Resurgimiento), Puno (Grupo Orkopata) y

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Arequipa (Grupo FIAT y otros), e inquietudes fuera de estos grupos, y todos en conjunto, conforman la Generación del Centenario o de la Reforma Universitaria, también llamada Generación Vetada. Unos fueron poetas, narradores o ensayistas; otros, pintores o músicos; otros más, historiadores, filósofos o políticos; la mayoría, periodistas y educadores; todos dirigieron su mirada a realidad peruana, para transformarla. Es la generación más brillante, de sus filas salieron personajes cuya fama se extendió por todo el mundo. A ella perteneció Antenor Orrego.

TRUJILLO, CUNA DE UNA NUEVA GENERACIÓN

Esta ciudad transcurría su vida con la misma quietud de tiempos anteriores. Según Orrego, era una oscura ciudad, una aldea agraria pero de universitarias presunciones, de vida sosegada y mansa como los verdes cañaverales de sus alrededores. Aún conservaba su solera colonial, sus casonas señoriales con grandes portones y balcones de madera tallada, ventanas de fierro forjado, amplios salones y zaguanes, así como la maravillosa arquitectura de sus templos. En sus calles, anchas, unas empedradas y otras de tierra, pero limpias, se escuchaba el pregón de los vendedores de pan, leche, pescado o fruta, el trotar de caballos, el chirrido de carretas y carruajes. Pero pronto llegaron los automóviles. A horas establecidas, las campanas de sus iglesias coloniales, llamaban a misa, desde la Catedral, del Carmen, la Merced, San Francisco, San Agustín, Santa Ana y tantas más. Su población no excedía de 16 mil habitantes.

Su nota colonial era acentuaba por la muralla construida para resguardarla del asalto de piratas y corsarios. Y seguían en uso sus grandes portadas: la de Huamán, al oeste, daba salida de la muralla hacia el pueblo prehispánico de ese nombre; la de Mansiche, al norte, en dirección de ese pueblo también de origen indígena; la de Miraflores, al noreste, cerca de la Iglesia de Santa Rosa y de la línea férrea al valle de Chicama; la de Moche, al sur que daba salida al antiguo pueblo de Moche; y la Portada de la Sierra, al este, por donde partían los viajeros al interior.

Por lo general, las familias vivían retraídas, en un ambiente de quietud conventual. Las calles cobraban vida en las primeras horas de la mañana en los alrededores del mercado de abastos, y en otros momentos en las puertas de cines y teatros. Por las noches, todo era soledad y silencio. Juan Espejo Asturrizaga anota: “La vida se deslizaba apacible en los interiores de los hogares, sin traspasar sus dinteles, resguardadas por sus añosos portones y las gruesas varillas de las rejas de sus amplias ventanas coloniales. Sociedad cerrada, orgullosa, egoísta, con un sentido bastante medieval de su clase, de sus abolengos, que vivía todavía dentro de un pasado aún no renovado”.

Los colegios de entonces eran el Seminario de San Carlos y San Marcelo, fundado por el obispo trujillano Carlos Marcelo Corne (1625), San Juan, Instituto Moderno, para varones; y para mujeres: Santa Rosa y Hermanos Blanco o Belén. Además funcionan numerosas escuelas primarias, tales como el Centro Escolar Nº 241, ubicado en la plaza de armas, donde fue profesor César Vallejo. La universidad, fundada por Simón Bolívar y José Faustino Sánchez Carrión (10-05-1824), reunía alumnos de todo el norte peruano. Quienes provenían de fuera, generalmente, vivían en pequeños hoteles y pensiones, llevaban vida sencilla de acuerdo a las mesadas de sus familiares.

Las principales actividades comerciales y cívicas se realizan en torno al mercado, la plaza de armas, los jirones Progreso (hoy Pizarro), Gamarra, Bolívar, Ayacucho y del Arco (Mariscal de Orbegoso).

Los diarios que circulaban eran La Industria (fundado en 1895 por Edmundo Haya Cárdenas y Teófilo Vergel), La Reforma, La Razón y El Federal. De Lima, llegaban periódicos y revistas una vez por semana, por barco.

Las actividades culturales eran insignificantes. La universidad se concentraba en el desarrollo de las cátedras, las colaciones de grado y, esporádicamente, alguna conferencia. Con las fiestas religiosas y familiares o del aniversario patrio, los vecinos rompían su letargo.

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A mediados de la segunda década, los gremios de trabajadores con sus reclamos, el Centro Universitario con sus labores de proyección social, y la confluencia de inusitadas inquietudes estudiantiles comenzaron a darle a Trujillo nuevo rostro. Surgió una pléyade juvenil atenta a los sucesos del mundo y preocupada por el estudio de la realidad peruana. Reuniones de lectura, debate y fraternidad, excursiones a monumentos arqueológicos y playas, poemas, dramas y ensayos, melodías y pinturas, estudio de los problemas locales y nacionales, celebraciones y ágapes, fueron formando nuevos actores del pensamiento. Aquellas “líricas y férvidas juntas moceriles” –según palabras de Orrego- abrieron a su fantasía viajera caminos innumerables de la creación intelectual. “Rondas nocturnas, pensativas y de encendida cordialidad, unas; gárrulas y alborotadas, otras. Más de una vez la algarada juvenil turbó el sueño de la vieja ciudad provinciana. Con frecuencia los amaneceres sorprendíannos en estos trajines que tenían un adulzurado sabor romántico, apagando como de un soplo, la feérica fogata de nuestros ensueños”. “Así comenzó una heroica lucha que algunos años más tarde debía rendir tan pródigos frutos para la cultura y elevación mental de Trujillo”, dice Orrego.

Así Trujillo irá dejando su apacible y rutinaria vida y será el escenario donde nacerá un mensaje de identidad cultural y compromiso de redención social. Así con los pies bien puestos en su propia realidad y conectada con el acontecer mundial y nacional, se gestó una nueva generación, la generación del Grupo Norte o Bohemia Trujillana, alborada de rumbos inéditos para un Perú libre, justo y culto. Y así el futuro autor de Pueblo-Continente, comenzó a decir su palabra y realizar su acción.

Dr. ERO/10-08-08

EL GRUPO NORTE Y LA GENERACIÓN DEL CENTENARIO

Por: Dr. Elmer Robles Ortiz

A principios del siglo, siendo aún niño, Antenor Orrego se afincó en Trujillo, su ciudad adoptiva, futuro escenario de sus grandes realizaciones desde su inquieta etapa estudiantil. Aquí inició su multifacética y profunda obra, un verdadero monumento de la intelectualidad peruana. Perteneció a una generación histórica inconfundible. Generación innovadora que trajo su propio estilo; creencias, ideas y aspiraciones; una peculiaridad cultural distinta respecto a las generaciones anteriores. Frente a un entorno social pasadista, regido por la tradición y el conservadurismo, la colisión generacional fue inevitable.

La ciudad de Trujillo siempre ha demostrado indiscutible preeminencia cultural en el norte del Perú. Para estudiar en el Colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo acudían, desde lejanos tiempos coloniales, jóvenes de diferente procedencia. Fenómeno similar se dio cuando entró en funcionamiento la universidad que, fundada por Bolívar y Sánchez Carrión en 1824 –aunque instalada en 1831-, fue una de las cuatro establecidas fuera de Lima hasta pasada la mitad del siglo XX y cuyas aulas acogieron jóvenes de la vasta región norteña y otros lugares del país. De este modo, la universidad fue el foco cultural que contribuyó a darle vida a una singular generación conformada por jóvenes nacidos entre el ocaso del siglo XIX y el amanecer del XX, oriundos ya sea de Trujillo, de otros puntos del norte, o ligados a él por razones diversas. Aquí se dieron cita, aquí confluyeron, espiritualmente, como en ningún otro momento de nuestra historia, futuros autores de notables obras de cultura.

Esta generación se autopropuso exigente disciplina para entregarse al servicio de la región y del país. Con el entusiasmo, la tenacidad y vehemencia propios de la edad juvenil, tomó clara conciencia de su responsabilidad histórica y trató de compenetrarse en los problemas nacionales para buscar el esclarecimiento de nuestra identidad cultural.

Su irrupción en la vida tranquila de Trujillo, culturalmente, sonó a rebeldía contra lo consabido, la imitación y el seudoacademismo y, socialmente, fue una clarinada por la reivindicación obrera; todo

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lo cual convulsionó el manso y muelle transcurrir citadino de la época. Pero estos jóvenes no se amilanaron, no quisieron que otros pensaran por ellos, prefirieron el camino áspero y difícil a la vida rutinaria y cómoda, aunque su actitud insólita les costara, casi siempre, nefastas incomprensiones, increíbles pretericiones, silenciamiento y veto de larga duración.

Social e históricamente, las generaciones nacen al conjuro de factores típicos e irrepetibles. Y no obstante las naturales diferencias entre sus miembros, es tácita la comunión de ideales y aspiraciones que imponen nota peculiar y distintiva a su palabra y acción. En esta perspectiva, la generación que Trujillo vio balbucir hacia 1915 hizo frente a una enorme barrera de privilegios arraigados y pasiones implacables. Sin embargo, logró abrirse entre todas las dificultades, de allí que su lucha por la cultura marcara con sello indeleble su destino. Las vicisitudes de aquellos años formaron su carácter y acicatearon sus sueños y esperanzas. Las circunstancias adversas le exigieron pugnacidad y ésta implicó imaginación creadora para manejar las armas del pensamiento.

El núcleo de jóvenes intelectuales, llamado “La Bohemia Trujillana”, “Grupo de Trujillo” o “Grupo Norte”, tuvo por mentores a Antenor Orrego y José Eulogio Garrido, y junto a ellos figuraron: César Abraham Vallejo Mendoza, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, Carlos Valderrama, Carlos Manuel Cox, Francisco Xandóval, Juan Espejo Asturrizaga, Oscar Imaña, Federico Esquerre, Daniel Hoyle, Eloy Espinoza, Manuel Vásquez Díaz, Alfonso Sánchez Arteaga o Camilo Blas, Juan José Lora, Alfredo Rebaza Acosta, Julio Esquerre (Esquerriloff), Leoncio Muñoz, Néstor Martos, Francisco Dañino…cuando el Grupo se dispersaba, Ciro Alegría.

Esta pléyade tuvo que actuar con beligerancia intelectual para abrir su auténtico camino en un ambiente negativo y hostil. Solo así pudo realizar, según palabras de Orrego escritas en 1926, “la labor tal vez de más dilatada envergadura espiritual y de más fuerte virtualidad cohesiva que se ha dado en los últimos años de la República”.

Podría decirse que tal juicio vino de parte interesada y se emitió en tiempo cercano a los hechos, pero es certero como lo corrobora la obra realizada por cada personaje, y hasta es modesto conforme lo amerita el historiador Héctor Centurión Vallejo cuando anota: “El Grupo [Norte] realizó en el Perú el más importante movimiento intelectual, la más vital revolución ideológica, que en sus fines y objetivos, aunque distintos, es comparable a la revolución ideológica que precedió a la guerra de la independencia”.

En momento posterior al citado, Orrego ha dejado otros testimonios de sus imborrables recuerdos de aquellos años. Dice en Mi encuentro con César Vallejo: “A fines de 1915 publiqué una página íntegra con los versos de Spelucín, Vallejo e Imaña en “La Reforma” (…) Alrededor de ella y, poco antes, alrededor de la revista “Iris” comenzó a configurarse y canalizarse el movimiento literario inicial, que hubo de alcanzar su mayor brillo, difusión e influencia alrededor del diario trujillano “El Norte”, que Spelucín y yo fundamos (…) “El Norte” se constituyó en el centro inspirador y animador de la novísima corriente intelectual y literaria en todo el norte de la república, que se extendió luego al país entero y que tuvo su arranque o epicentro en la ciudad de Trujillo”.

Y añade: “Las veladas transcurrían entre lecturas, comentarios de los nuevos libros, conferencias improvisadas, recitaciones poéticas, música clásica y, más que todo, la crepitante algazara de los mozos que incursionaban con frecuencia en los restaurantes y cafés de la ciudad. En altas horas de la noche, las calles trujillanas, devolviendo el eco de nuestras voces, nos vieron deambular con ruidosa alegría en ocasiones innumerables. Solíamos, también, trasladarnos a las playas cercanas: Buenos Aires, Huanchaco, Las Delicias y, en muchas ocasiones, nos sorprendió el amanecer, frente al mar, recitando versos de Maetelinck, Verhaaren, Samain, Rimbaud, Paul Fort James, Mallarmé, Walt Whitmann, Darío, Herrera y Reissig, Lugones y, desde luego, el pauvre Lelián, Baudelaire y…tantos más. Algunas veces, la voz de Imaña, con no muy buena dicción francesa, por ese entonces, y recitando con entonación un tanto engolada,

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“Le violon de l’automme…” etc.

se perdía envuelta en el bronco y profundo trémolo de las olas. Como trama invisible de fondo, palpitaban allí muchas esperanzas que forjaba la fantasía, numerosas ilusiones moceriles que habrían de quebrar la vida, pequeños dramas personales de amor y, subrayando el conjunto, con trazo firme, el poderoso ímpetu y el gallardo coraje que nos infundía la indeclinable fe en nuestro destino. Solamente esta última no nos defraudó del todo porque varios de esos mozos trajeron a la realidad histórica y viviente de la patria, entre cuitas, sacrificios y angustias heroicas, lo que la intuición juvenil iluminó en sus pechos desde esos días lejanos y generosos”.

Casi paralelamente al Grupo de Trujillo, en varias ciudades del Perú: Lima, Cusco, Puno y Arequipa, insurgían otros que, del mismo modo, fijaron su mente en nuestra realidad y dedicáronse a buscar las raíces de la peruanidad para explicar el presente y columbrar el porvenir con mirada propia. El núcleo de la capital de la república constituyóse por estudiantes en torno al “Conversatorio Universitario”, allí los nombres ilustres de Jorge Guillermo Leguía, Raúl Porras Barrenechea, Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Manuel Abastos, Guillermo Luna Cartland, Ricardo Vegas García y Carlos Moreyra Paz Soldán. A ellos se sumó Haya de la Torre cuando se trasladó de la Universidad de Trujillo a la Universidad Mayor de San Marcos. Coetáneos con ellos fueron José Carlos Mariátegui y Manuel Seoane, ambos periodistas e ideólogos, cuya influencia, como de toda aquella generación, llega hasta nuestros días.

En el Cusco hizo irrupción el “Grupo Resurgimiento” con Luis E. Valcárcel y José Uriel García, entre otros, mientras en Puno, los intelectuales dieron vida al “Grupo Orkopata” al que pertenecieron Gamaliel Churata o Arturo Peralta Miranda, Dante Nava, Emilio Vásquez y Alberto Cuentas Zavala. Arequipa no fue ajena a este despertar de las conciencias, allí se conformaron varios cenáculos, tales como “El Aquelarre” y el “Grupo Fiat”, que exhiben como representantes a Percy Gibson, César Atahualpa Rodríguez, Alberto Guillén Juan Manuel Polar y Manuel Benigno Ballón Farfán, entre muchos más.

En conjunto, todos estos actores de la cultura, cuyo amanecer intelectual, coincidentemente, despunta a cien años de la independencia del Perú, conformaron la luminosa “Generación del Centenario”, que se dio por entero a escudriñar la realidad y a librar el más grande esfuerzo por transformar el país, pero simultáneamente, fue objeto del más grande escarnio de nuestra historia y sufrió postergación. Por eso Porras Barrenechea la llamó “Generación Vetada”.

Todos padecieron sus ideas a costa de sus justos y legítimos derechos y de sus propias aspiraciones personales y familiares. A todos, para decirlo con los versos de Vallejo, les pegaban, les daban duro con un palo y duro también con una soga. Mas, el tiempo ha sido su mejor aliado. Antes, el denuesto; hoy la gloria para ellos. Y a pesar de tan lacerante experiencia, parece que aún no aprendemos bien la lección dictada por la historia. La vocación de sepulturero se impone sobre la de partero. La tendencia escatológica prima sobre la biológica; para el vivo espinas y vituperios, para el muerto flores y elogios.

Orrego fue certero al observar este fenómeno cíclico de nuestra historia, cuando anotó de modo insuperable lo siguiente:

“Según parece, la tumba ejerce sobre los peruanos un extraño sortilegio necrolátrico. Esperan que mueran sus mejores hombres, que desciendan bajo la loza funeraria, como briznas vencidas de la vida, que enmudezcan definitivamente, para celebrar su gloria póstuma. Parece que el pensamiento y las obras de los vivos eminentes suscitan, en este país, desconfianzas misteriosas. Solo cuando el cadáver del hombre ha licenciado todas sus palabras vivientes de revelación, de enseñanza o de belleza, cuando el cadáver ha quedado tenso de estupor frente al augusto enigma de la muerte, entonces, rómpese el silencio con que lo circundaban mientras vivía”.

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“Entonces, también, comienzan a florecer sobre el sepulcro las jaculatorias y las apologías más desmesuradas y estridentes”.

En medio de la ingratitud empeñada en olvidar a muchos personajes, han surgido ya evidencias de su reivindicación.

En verdad, las lecturas, los recitales, la conversación, el debate, las caminatas por playas, monumentos arqueológicos y la campiña circundante…le dieron a los miembros del Grupo Norte una expresión espontánea y original de vivificante metodología pedagógica, riquísima en interaprendizaje. La autodisciplina y la convivencia espiritual les prodigó la cultura que el sistema educativo no les pudo dar. El Grupo vivió más al día que la propia universidad respecto al avance de las diferentes manifestaciones culturales, particularmente en los campos literario, estético y filosófico. Sus miembros practicaron ese concepto de la teoría educativa según el cual todos somos, al mismo tiempo, educandos y educadores. Tal vez allí tendrían origen estas reflexiones de Orrego: “No hay sabiduría infusa, sino sabiduría sufrida, conquistada y vencida”. “Es necesario que conozcas tu mensaje para enseñarlo”. “Revelas y te revelan. Enseñas y te enseñan. Eres profesor y discípulo”.

La generación emergente se vio ante la imperiosa obligación de combatir la rutina, marchar por su propia ruta, crear su camino. Los jóvenes abrieron su mente y su corazón a lo nuestro y entraron el fragor de la vida colectiva en procura de educación, justicia y libertad para el pueblo.

“Un grupo fecundo y creador”, dice Teodoro Rivero Ayllón, refiriéndose a aquellos jóvenes de Trujillo, y añade: “Este Grupo Norte es y será un grupo ejemplar, paradigmático. No se ha dado en el Perú caso similar, y su trascendencia continental es innegable”.

Su obra dejó profunda huella, marcó la historia.

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DIRECCIONES INTELECTUALES Y PRODUCCIÓN DEL GRUPO NORTE

Grupo Norte (I): DIRECCIONES INTELECTUALES

Poesía/Narrativa Filosofía/Ideología/Política

Artes Plásticas Música Ensayo Periodismo Economía Biografía/Historia Educación

César Vallejo

Alcides Spelucín

José Eulogio Garrido

Francisco Xandóval

Eloy Espinoza

Oscar Imaña

Federico Esquerre

Ciro Alegría

Víctor Raúl Haya de la Torre

Antenor Orrego

Carlos Manuel Cox

Macedonio de la Torre

Alfonso Sánchez Urteaga (Camilo Blas)

Julio Esquerre (Esquerriloff)

Carlos Valderrama

Daniel Hoyle

Macedonio de la Torre

Antenor Orrego

Víctor Raúl Haya de la Torre

César Vallejo

Juan Espejo Asturrizaga

Alcides Spelucín

Antenor Orrego

José Eulogio Garrido

Víctor Raúl Haya de la Torre

Alcides Spelucín

César Vallejo

Federico Esquerre

Ciro Alegría

Carlos Manuel Cox

Manuel Vásquez Díaz

Juan Espejo Asturrizaga

Alfredo Rebaza Acosta

Antenor Orrego

Alcides Spelucín

José Eulogio Garrido

Víctor Raúl Haya de la Torre

César Vallejo

Francisco Xandóval

Juan Espejo Asturrizaga

Alfredo Rebaza Acosta

Carlos Manuel Cox

Eloy Espinoza

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Grupo Norte (II): PRODUCCIÓN

Autores Principales obras

*César Vallejo

*Víctor Raúl Haya de la Torre

*José Eulogio Garrido

*Alcides Spelucín

*Francisco Xandóval

*Eloy Espinoza

*Juan Espejo Asturrizaga

*Carlos Manuel Cox

*Carlos Valderrama

*Daniel Hoyle

*Ciro Alegría

* Poesía: Los Heraldos Negros; Trilce; Poemas humanos; España, aparte de mi este cáliz

Ensayo: Rusia en 1931; El arte y la revolución. Novela: Tungteno. Cuento: Paco Yunque

* Ensayo: Por la emancipación de América Latina; El antiimperialismo y el Apra; ¿A dónde va Indoamérica?; Y después de la guerra ¿qué?; La defensa continental; Espacio-Tiempo Histórico; Obras Completas (7 ts)

* Prosa poética: Carbunclos; Visiones de Chan Chan

* Poesía: El libro de la nave dorada. Ensayo: Contribución al conocimiento de César Vallejo

* Poesía: Canciones de Maya; El libro de las paráfrasis

* Poesía. Fogatas

* Biografía: César Vallejo. Itinerario del hombre 1892-1923

* Ensayo: En torno al imperialismo; Utopía y realidad en el Inca Garcilaso de la Vega; Petróleo en Sudamérica

* Composiciones musicales: La pampa y la puna; Idilio incaico; Khori Huayta (ópera); Tríptico nacional (ballet)

* Composiciones musicales: (Marineras)

* Novela: Los perros hambrientos; La serpiente de oro; El mundo es ancho y ajeno

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Grupo Norte (III-a): PRODUCCIÓN DE Y SOBRE ANTENOR ORREGO

> DE ORREGO

1. Notas marginales (Aforísticas). Trujillo, Tipografía Olaya, 1922.

2. El monólogo eterno (Aforística). Trujillo, El Norte, 1929.

3. Pueblo-Continente. Ensayos para una interpretación de la América Latina. Santiago de Chile, Editorial Ercilla, 1939

4. Estación Primera. Lima, Talleres de Obras Gráficas, 1961

5. Discriminaciones. Lima, Universidad Nacional Federico Villarreal, 1965

6. Hacia un humanismo americano. Lima, Librería-Editorial Juan Mejía Baca, 1966

7. Mi encuentro con César Vallejo. Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1989

8. Obras completas. Lima, Editorial Pachacútec, 1995, 5 ts.

> SOBRE ORREGO

Obras específicas

1. Abugattás, Juan y otros .Antenor Orrego, la unidad continental y los orígenes de la modernidad en el Perú. Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2003

2. Chang-Rodríguez, Eugenio. Antenor Orrego. Modernidad y cultura. Páginas escogidas. Lima, Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2004

3. Flores Caballero, Luis. Humanismo y revolución en América Latina. Bosquejo de interpretación del pensamiento materialista de Antenor Orrego. Lima, Talleres Gráficos R. Jamis, 1968

4. Flores Quelopana, Gustavo. El ontologismo americanista de Antenor Orrego. Lima, Instituto de Investigación para la Paz, Cultura e Integración de América Latina, 2003

5. Ibáñez Rosazza, Manuel. Antenor Orrego y sus dos prólogos a Trilce. Trujillo, Universidad Privada Antenor Orrego,1995

6. Rivero-Ayllón, Teodoro. Antenor Orrego: Meditaciones sobre la Universidad. Trujillo, Trilce Editores, 2003

5. Robles Ortiz, Elmer. Las ideas educacionales de Antenor Orrego. Trujillo, Universidad Nacional de Trujillo, 1992

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Grupo Norte (III-b): PRODUCCIÓN DE Y SOBRE ANTENOR ORREGO

Capítulos o secciones de libros

1. Llanos Horna, Segundo. Los periodistas de La Libertad. Trujillo, Impresiones Peruanas, 2004

2. Ramos Rau, Demetrio. Pensadores norteños. Trujillo, ABC Publicidad, 2004

3. Rivara de Tuesta, María Luisa. Filosofía e historia de las ideas en el Perú. Lima, Fondo de Cultura Económica, 2000, t II

4. Sánchez, Luis Alberto. La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1981, t IV

Artículos en revistas académicas

1. Lozano Ibáñez, Víctor Raúl. “El porqué del nombre de la Universidad Privada Antenor Orrego”. En: Hampi Runa. Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Año II, Nº 6, junio, 2003

2. Paz Esquerre, Eduardo. “Antenor Orrego, periodista”. En: Antenor Orrego. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol. 12, Nº 19, Agosto-diciembre 2004

3. Robles Ortiz, Elmer. “Discurso de orden”. En: Antenor Orrego. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol 15, Nº 22, Enero-julio 2004

4. Robles Ortiz, Elmer. “Cultura popular y cultura política: Su relación con la universidad en el pensamiento de Antenor Orrego”. En: Antenor Orrego. Revista Oficial de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol. 16, Nos. 24-25. Enero-diciembre 2005

5. Robles Ortiz, Elmer. “Educación y universidad en el pensamiento de Antenor Orrego”. En: Acta Médica Orreguina Hampa Runa. Facultad de Medicina de la Universidad Privada Antenor Orrego. Trujillo, Vol. 6, Nº 1. Enero-Abril 2006.

PRODUCCIÓN DEL GRUPO NORTE: FRAGMENTOS

1. CÉSAR VALLEJO

PIEDRA NEGRA SOBRE PIEDRA BLANCA

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Me moriré en París con aguacero, un día del cual tengo ya el recuerdo. Me moriré en París –y no me corro-

tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso estos versos, los húmeros me he puesto

a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto, con todo mi camino, a verme solo.

(De: Poemas humanos)

El origen de estos versos estaría en un delirio del poeta. Orrego escribe: “Dormíamos ambos en el único dormitorio de la casa. Una noche despertéme sobresaltado a los gritos angustiosos de mi huésped que me llamaba desde su lecho. Cuando abrí los ojos en la penumbra, Vallejo estaba delante de mí, temblando como un azogado de la cabeza a los pies”. Y le dijo que había visto en París, muerto, con gentes desconocidas.

(Mi encuentro con César Vallejo. Bogotá. Tercer Mundo Editores, 1989, pp. 42-43.)

AMÉRICA LATINA

¡América Latina! ¡En un tropel de heraldosque doman la soberbia de una montaña azul,te inicias en la vida llevando entre tus venascien epopeyas sacras en flor de juventud!

¡América Latina! ¡Mitad del Universo!¡Te crispas en el globo como un gesto de Dios,y siento que te agitas con el divino aprestode un músculo infinito que va a empañar el sol!

(Trujillo, 1916)

2. VÍCTOR RAÚL HAYA DE LA TORRE

TRIUNFA VANIDAD

A fines de 1916, la compañía de comedias dirigida por la notable actriz Amalia de Isaura, hacía una exitosa temporada en Trujillo, con funciones a teatro lleno. Recibió favorables comentarios de Vallejo y Orrego. Por su parte, Haya de la Torre, con el seudónimo de Juan Amateur, escribió la comedia intitulada Triunfa vanidad que luego presentó la citada compañía. Era una defensa de Vallejo frente a los injustos ataques de los grupos económicamente privilegiados. Al respecto, Juan Espejo Asturrizaga (César Vallejo. Itinerario del hombre 1892-1923, Lima, SEGLUSA Editores, 1989, p. 50) anota:

“El argumento se desarrolla en una ciudad de provincias. Una muchacha ‘bien’, hija de un hacendado rico, envanecido de su plata, se enamora de un poeta, un bohemio con talento, pero pobre. El padre, incapaz de comprender estos amores, desprecia y se burla del joven poeta. Pero pasan los días y éste que es orgulloso y luchador obtiene una serie de triunfos que le llevan al éxito y a la fama. La obra termina con la aceptación del padre para que su hija contraiga matrimonio con el bohemio”.

“Esta comedia…no era en el fondo mas que una actitud polémica y de rechazo contra ese ambiente hostil e incomprensivo que se desató en el Trujillo de aquellos días, frente a ese grupo de elementos juveniles, ardorosos y valientes que empezó a bregar por una renovación cultural y un afán de sacudir la modorra intelectual de una ciudad carente de valores y sin una auténtica tradición literaria”.

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Vallejo, impresionado por la obra y en adhesión de su compañero de estudios, le dedica un soneto del mismo título: “Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer, cariñosamente.”

¡Triunfa vanidad! ¡Tus dientes roedoresse ceban en el sacro manjar azul del cielo!¡Judaicas risas huecas! ¡Tus copas de licoresno son copos de gloria! ¡Son úlceras del suelo!

Y son tus cristos siempre tristes soñadores.¡Tu padre ha sido Sancho; Mercurio fue tu abuelo!¡Si brillan en tus carnes metálicos sudoreses porque te dan lumbre las lágrimas del cielo!

Mas tú eres necesaria ¡Sin noche no hay aurora!¡Tal un tropel de muros en donde triunfadoracabalga una flamante melena de pendones!

Y en el cerebro inmenso que finge el Orbe alado¡oh, vanidad, tus joyas agudas se han clavadocomo una turba bíblica de eternos aguijones…!

(La Reforma, Trujillo, 18 de diciembre de 1916)

Y Haya de la Torre, con el seudónimo de Juan Amateur, publica el poema siguiente:

HIPERESTESIAMis primeros versos para César A. Vallejo, cariñosamente.

Mis nervios son las cuerdas de un piano resonante,que a rudos martillazos la vida hace vibrar,me deleito escuchando la sonata inquietanteque canta la amargura de un íntimo pesar!Ya es suave, dulce, rítmica como un “claro de luna”,ya con Chopin exalta mi loco fantasear,o crece, se agiganta, resuena como unainmensa cabalgata wagneriana al trotar…!

(La Reforma, Trujillo, 23 de diciembre de 1916)

POR LA UNIDAD DE LOS PUEBLOS INDOAMERICANOS

“El proceso dialéctico del mundo que pasó de la dispersión feudal a la formación de grandes naciones, avanza en su presente etapa a la delimitación de poderosas unidades continentales”.

“En nuestras escuelas, colegios y liceos la Historia de Indoamérica se enseña mal. Un absurdo nacionalismo chico estimula el desdén por otros pueblos que siendo vecinos y hermanos tienen mucho que enseñar y que mostrar aún a los más avanzados. Nunca se ha hecho hasta ahora, en forma sistemática y repetida, una obra de acercamiento juvenil y popular a base de viajes colectivos de estudiantes y trabajadores, en grandes grupos y con un sentido de aprendizaje y de aproximación.”.

“El primer paso para una efectiva solidaridad continental hay que darlo en la prensa, en las escuelas, en los partidos. Cada diario o revista, grande o pequeño, debería hacer propaganda didáctica sobre los países indoamericanos…Hay que enseñar a nuestros muchachos, muy a fondo, la historia de loa veinte Estados hermanos integrantes de nuestra gran nación. Y hay que llevar a los partidos un profundo y tenaz sentido indoamericanista. Una política nacional sin un espíritu continental no será nunca política indoamericana ni verdaderamente patriótica. Y de ella necesitamos premiosamente

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para la defensa y la seguridad de todos, en esta hora del mundo en que los continentes divididos como el nuestro se unen o perecen”.

(La defensa continental, 4ª ed., Editorial Imprenta Amauta, Lima, 1967, pp. 20, 26, 28-29)

“Pero nosotros tenemos como designio futuro inevitable el de una patria continental de 23 millones de kilómetros cuadrados…más grande que cualquiera federación o unión de estados del mundo…Por consiguiente, un continente o un Pueblo Continente –con la sabia denominación de Antenor Orrego- que significa la patria del futuro, la más grande nación del porvenir; que significan los Estados Unidos de Indoamérica, sólo menos poblado que China o que India pero más extensos que cualquiera nación hoy conocida. Somos un continente con tremendos problemas, problemas de agresión geo-climática, problemas de desafío físico para conquistar desiertos que hay que irrigar, para comunicar distantes regiones, para colonizar selvas y trópicos. Alquilen ha dicho que la obra de los pueblos latino o indoamericanos frente a su agresión climática es una obra de gigantes que necesita por tanto una raza de gigantes en todos los países que forman nuestra Patria Continental”.

(Discursos, en: Obras completas, Lima, Librería-Editorial Juan Mejía Baca, 1977, t 7, pp. 438- 439.)

3. ALCIDES SPELUCÍN

EL SALMO DE LOS PUERTOS

Desde esta roca brava que atalaya la orilla del mar,

quiero dar mi canción!

Quiero darla al oído de los lejanos puertosque apuntara la quilla de mi embarcación,una tarde dorada,

oxidada, amarilla,

en que ardía la pipa de la evocación.

¡Puertos de Dios, tirados como caracoles, sobre la arena parda,

por aquí, por allá!...

Amados de los vientos, amados de los soles, y de lo que se viene,

y de lo que se va…

Puertos que vi de cerca, puertos que vi de lejos,

en el suave regazo de cualquier litoral, con sus calles sombrosas,

con sus marinos viejos,

y su alcohol, su tabaco, y su yodo, y su sal…

¡Viejos puertos en éxtasis de blanca ave marina, cuyo refugio búdico perturbara yo un día,

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para llevar, del ala tenue de su neblina, una pluma empapada de acre melancolía!

¡Puertos maravillosos, soñados o entrevistos,que jugara increíbles catedrales de bruma,donde monjes huraños salmodiaban a Cristoscelestes, en marinas antífonas de espuma!

¡Puertos de Dios, oh dulces y benignas posadasAbiertas al misterio de toda inmensidad!¡Nidos azules para las alas fatigadas!¡Atalayas de ensueño! ¡Radas de eternidad!

(El libro de la nave dorada, 1926.)

Antenor Orrego, dice en el prólogo de El libro de la nave dorada: “¡Almas tropicales, tórridas pupilas anegadas de luz, nervios templados en las fraguas del sol, frentes erguidas hacia el combo cálido del americano cielo, pensamientos frenéticos y caniculares que anunciáis ya el galope de la raza futura, glebas enardecidas de entrañas pródigas y virginales, mares tibios, caldeados por el cotidiano beso solar, venid a sentir, por milagro del arte, el jadeo de vuestro fuego, venid a palpar la recia encarnadura luminosa y musical de vuestro Expresador. Este verbo espejea vuestra ardida maravilla; esta voz concreta, articula en su registro vuestro cósmico mensaje, tan esperado por otras razas. Al fin, América, el provenir ha cansado a los siglos y he aquí tu hijo amasado con la ganga de tus tierras y abrigado en lo más hondo de tu axila materna! ¡Pon la oreja atenta a los primigenios vagidos sinfónicos de tu criatura bienamada. Esta vez el ruiseñor de la selva ha levantado su tienda trashumante en los mástiles de lar barcas románticas y sobre los lomos de las olas aladinescas. Simhad el Marino, que ha fatigado a la aventura cruzando todos los caminos azules, coge la lira y devuelve en canciones todo lo que a su corazón donóle el trópico alucinado!”

“En César Vallejo, la categoría estética es la virginización técnica del verbo para que se adaptara a la virginidad de su visión. En Alcides Spelucín, la realidad estética categórica es la virginizacion formal de las cosas, o mejor, la virginización funcional de la forma que está siempre petrificada y yerta para el otro ojo vulgar. Por eso, mientras el uno es un revolucionario de la retórica, el otro es un revolucionario del significado vital de la forma, como presencia real y objetiva. Y es curioso constatar, que mientras el revolucionario de la forma estética deja intactas las formas de la realidad objetiva; el revolucionario de la representación funcional de las formas objetivas deja intactas las romas tradicionales de la estética”.

“Esta deslumbrante sensibilidad pictórica transmuta el color y la luz en emoción estética. Luz y color inconfundiblemente tropicales. Verbo radioso que está anegado en el torrente de claridades zenitales que se proyectan al límpido cielo. El poeta no solo expresa el color objetivo, no solo transporta la realidad inmediata y táctil, no solo lo incrusta, fotográficamente, en el verso, sino que lo piensa y la permeabiliza en el espíritu; lo siente como estados de conciencia, como acendrada entraña de su sensibilidad. ¡Pensar el color, he aquí lo que diferencia de tanto rimador superficial y descriptivo!”.

4. FRANCISCO XANDÓVAL

BORDE

Para Antenor Orrego

Mañana no estarás. Ya será ausenciaY no habrá quien nos charle, ¡quien me charle!

No habrá alegría para mi existencia

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a quien cuando pidió quisiste darle.

Te nos vas, Antenor ¡Sonoro día,filo de eternidad, labio que nombra!Onda de amor y de sabiduríaeres hasta hoy; mañana, ausencia y sombra.

Se nos van tu bohemia, tu algazara,tu palabra, tu fe, tu noche clarade verano, tu ritmo, tu emoción.

Y así desde este marzo, el aguacero Me está borrando ahora tu sendero ¡y se me irá, solito, el corazón!.

(Trujillo, 1920)

LA LÁMPARA EN LA NOCHE

Cuando a solas, en la noche, me debato con mi penay en el mar de lo insonoro creo oír que tú me nombras,tu mirada surge al pronto como un haz de luna llena,y oloroso se dibuja tu recuerdo entre las sombras.

¡Ah, mujer! Y como nunca, nunca más habré de verte,tu recuerdo va delante de mi sombra desolada,¡tu recuerdo irá alumbrándome en las grutas de la muerte

con la lámpara inefable de tu imagen adorada! (El libro de las paráfrasis, 1967)

5. JOSÉ EULOGIO GARRIDO

“Escritor de extraña y particularísima sensibilidad, a cuya voz se desanudan los caminos; platican los cerros y las nubes en la gama de sus líricos colores, hablan las piedras y las ruinas de los imperios fenecidos como si tuvieran el don del canto; las aldeas y los pueblos serranos se acercan y parlotean como chiquillos o resbalan por las laderas igual que juguetes navideños; todo un milagro de vigor, de imaginación y de vida, tal es Garrido”.

(Francisco Xandóval, 1941)

ALBORADA

Mi madre trepa la cuesta llevándome de la mano. Y yo me siento frágil, alado y prismático como una pompa de jabón. En mi se reflejan el cielo, la ladera, las nubes y el camino.

Nos hemos levantado antes que el sol y viajamos cuesta arriba en busca de unos tragos de leche recién ordeñada. Vamos en pos de una vaca negra famosa en la campiña.

Esa mañana me enseñó ella lo que era “el rayar de la aurora”, porque los chiroques de plumaje amarillo y negro, cantan tan dulcemente, porque el río se ríe de mañana y brama de noche, porque los buenos se van al cielo y los malos al infierno, porque a los cerros les gusta “remedar” a los muchachos, porque no se ven las estrellas de día y porque hace mal comer demasiado queso.

Aprendí eso aquella mañana y esa es toda la ciencia que poseo para saber del universo y de la miseria de los hombres. (Carbunclos, ¿1945?)

VISIÓN I

Me he despertado, repentinamente, aquí, en Chan Chan.Me he despertado en el recinto de un palacio de magia.

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Me he despertado repentinamente.Hay un claror como de grandes ventanales de zafiros: vago e irreal.Mis ojos no saben si están mirando dentro de la cuerva de un sueño.No lo saben. Se abren ávidos, ávidos, no más.Este callejón estrecho teñido de sombra azulmarino y arriba el clarol de los ventanales de zafiros, vago e irreal.Camino como si llegara del País Inmóvil.Mis ojos han olvidado el Pavor.…pero este muro de la derecha se rompe allí…Sí…sí se rompe…No…no se rompe…Es que sale él.¿Hacia dónde?

(Visiones de Chan Chan. Trujillo, Gráfica Jacobs, 1981)

6. ANTENOR ORREGO

Para ser leída cuando falleciera, luego puesta sobre su pecho, ya en el ataúd, Orrego, escribió:

PLEGARIA

Desde todos los evos oscuros de la Eternidad,Dios está descendiendo sobre mí.Soy el vértice supremo de las fuerzasesenciales que se actualizan en mi carne.Soy el punto neutro en que el avereposa y se apresta para el vuelo.Soy el hijo eterno del Padre Eterno.¡Grande espíritu del mundo, acompáñameen mi camino de Dios hacia Dios!

(Obras completas, Lima, Editorial Pachacútec, 1995, 7 V, p. 246.)

(Porque de él se seleccionan diversos textos para el curso, aquí solo transcribimos lo que antecede)

CRONOLOGÍA DE ANTENOR ORREGO

1892. 22 de mayo. Nace Antenor Orrego Espinoza en la hacienda Montán, distrito de Lajas, provincia de Chota, departamento de Cajamarca. Sus padres: José Asunción Orrego Asenjo y María Victoria Espinoza Villanueva., propietarios de dicha hacienda.

1902. La familia Orrego Espinoza se establece en Trujillo, donde Antenor cursa los estudios de educación primaria y secundaria en el colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo. Allí inicia sus vínculos con miembros del futuro “Grupo Norte”: José Eulogio Garrido, Macedonio de la Torre, Alcides Spelucín, los hermanos Víctor Raúl y José Agustín Haya de la Torre. Con el correr de los años, Trujillo será su ciudad adoptiva.

1910. Ingresa a la Universidad de Trujillo para estudiar en la Facultad de Letras.

El anarcosindicalismo se extiende entre estudiantes y trabajadores manuales de Trujillo y del valle de Chicama.

Revolución mexicana de amplia repercusión de América Latina.

1912. Registra matrícula en primer año de la Facultad de Jurisprudencia, igualmente en la de Ciencias Políticas y Administrativas.

24 de diciembre. Por su calificación de sobresaliente, es premiado en el curso de Derecho Constitucional de la última facultad anteriormente mencionada. La premiación, con la obra de “Derecho Constitucional” de Grinke, la recibe en la ceremonia de clausura del año académico.

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1913. Antenor Orrego y Abraham Valdelomar ganan premios en el concurso literario del diario “La Nación” de Lima.

Inicia su publicación la revista “Cultura Infantil” dirigida por Julio Eduardo Mannucci, que también es director del Centro Escolar Nº 241. Circuló hasta 1918. En sus páginas, aparecieron los primeros poemas de César Vallejo. Allí también publicaron sus versos: Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Juan Espejo Asturrizaga, Francisco Xandóval. Por su parte, Mannucci, Orrego, José Eulogio Garrido y Federico Esquere escribieron en prosa.

1914. Golpe de Estado contra el presidente Guillermo Billinghurst. Gobierno militar de Oscar R. Benavides hasta 1915.

23 de setiembre. Discurso de Orrego en la Universidad por la fiesta de la primavera.

Aparece la revista “Iris” dirigida por José Eulogio Garrido; en ella publica Antenor diversos artículos.

Discurso de Víctor Raúl Haya de la Torre por la fiesta de la raza.

Orrego conoce a Vallejo por intermedio de Haya de la Torre.

Comienza la primera guerra mundial.

1915. Primeras reuniones de la “Bohemia de Trujillo” o “Grupo Norte”, impulsadas por Antenor Orrego y José Eulogio Garrido.

Orrego es jefe de redacción del diario La Reforma; después será director.

23 de setiembre. César Vallejo recita su poema “Primaveral” desde un balcón frente a la Plazuela O’Donnovan.

Por su composición “Canto a la Primavera”, Oscar Imaña obtiene la Flor Natural en los juegos florales organizados por la Universidad.

12 de octubre. José Eulogio Garrido pronuncia un discurso en la Universidad con motivo de la fiesta de la raza.

Orrego es el guía intelectual de César Vallejo y del Grupo. A fin de año, publica en La Reforma una página íntegra con versos de César Vallejo, Alcides Spelucín, Francisco Xandóval, Oscar Imaña, Eloy Espinoza, así como artículos de Federico Esquerre, Agustín Haya de la Torre y Juan Manuel Sotero.

Vallejo opta el grado de bachiller en letras con su tesis “El romanticismo en la poesía castellana”.

1916. Las actividades culturales se incrementan en Trujillo por parte de los jóvenes intelectuales y del Centro Universitario.

Con motivo del fallecimiento de Rubén Darío, Orrego publica un emotivo artículo sobre el poeta nicaragüense en La Reforma.

Aparece una nota de Orrego en la revista Balnearios, de Barranco, que asimismo le da espaldarazo a Vallejo al reproducir su poema “Aldeana”.

Para participar en la ceremonia de inauguración del monumento a José Gálvez, en la ciudad de Cajamarca, el Centro Universitario decide el viaje de cuatro representantes: Dileo Herrera, Álvaro de Bracamonte, José Eulogio Garrido y Víctor Raúl Haya de la Torre.

Un grupo de estudiantes limeños visita Trujillo. El discurso de bienvenida lo pronuncia Haya de la Torre. Y Vallejo recita un poema en honor a los visitantes.

En el mes de setiembre, el poeta Juan Parra del Riego llega de visita y es recibido con afecto por los intelectuales que aglutinan Orrego y Garrido. Les da el nombre de “Bohemia de Trujillo”. El

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escritor José Félix de la Puente obtiene el primer premio en el concurso organizado por la Universidad en celebración de la fiesta de la primavera. En la ceremonia de premiación participan Juan Parra del Riego y Víctor Raúl Haya de la Torre, que en aquellos días desempeña la secretaría del Centro Universitario.

12 de octubre. En la ceremonia por el día de la raza, organizada por el Centro Universitario, el poeta César Vallejo declama su poema “América Latina”

15 de diciembre. La comedia “Triunfa vanidad” escrita por Haya de la Torre, es llevada a la escena por la compañía española de comedias dirigida por Amalia de Isaura, que hacía una temporada de teatro en Trujillo en medio de elogiosos comentarios, entre ellos, los de Vallejo y Orrego.

1917. Orrego preside el Centro Universitario, y después Oscar Imaña.

Intensa actividad cultural. Los diarios publican poesías, cuentos, artículos diversos, entrevistas. Además se realizan veladas literarias y llegan a la ciudad compañías de teatro. El Centro Universitario promueve inquietudes intelectuales. Desde La Reforma, Orrego inicia los sábados literarios que acoge la producción de los intelectuales trujillanos. “Orrego se erige en alma y nervio de esta actividad”, anota Espejo Asturrizaga.

Haya de la Torre viaja a Lima para proseguir sus estudios en la Universidad de San Marcos. Al cabo de unos meses regresa, de visita, y en sus disertaciones aboga fervorosamente por los trabajadores de los valles de Moche y Chicama, víctimas de cruel explotación. Luego, Orrego, desde el diario La Libertad inicia una valiente campaña a favor de los obreros. Le acompañan Federico Esquerre, Juan Espejo Asturrizaga, entre otros, que sacuden el ambiente laboral y enarbolan la protesta. Firmado por Orrego, director del mencionado periódico, y Espejo, redactor principal, apareció el manifiesto titulado “Protesta ante el país”, allí dicen: “Queremos pedir a voz en grito, puestas las manos en nuestro corazón, justicia para los millares de infelices trabajadores que son hoy las víctimas anónimas de la explotación y de la bala homicida de la fuerza”.

16 de julio. Vallejo ofrece conferencia en la Universidad.

Alcides Spelucín viaja al exterior: Guayaquil, Panamá, Nueva York, La Habana...

12 de octubre. Orrego sustenta una conferencia en la Universidad de Trujillo, en reemplazo de su catedrático de literatura, Dr. Eleazar Bolona, quien se excusó de participar en el acto por haber asumido el cargo de alcalde de la ciudad el día anterior.

El compositor Daniel Alomía Robles visita Trujillo en compañía del poeta Enrique Bustamante y Ballivián. Los “bohemios” participaron en sus veladas y conferencias.

En noviembre la danzarina Norka Rouskaya actúa en el teatro “Ideal”. Orrego elogia sus cualidades artísticas en artículo publicado en La Reforma.

Revolución rusa. Esperanza de justicia social, distorsionada pronto por regímenes totalitarios, negadores de la libertad y creadores de un poder imperial basado en el capitalismo de estado.

Orrego termina sus estudios de jurisprudencia.

Vallejo viaja a Lima en diciembre para continuar estudios en San Marcos.

1918. Antenor Orrego dirige la revista La Semana.

Junio. Se inicia la Reforma Universitaria en la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, movimiento que se extenderá por toda América Latina.

Fallece Manuel González Prada en Lima.

Termina la primera guerra mundial, con hondas repercusiones en todas las actividades humanas.

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1919. Golpe de Estado contra el presidente José Pardo y Barreda. Augusto B. Leguía inicia el oncenio (hasta 1930).

Desde Lima, Haya de la Torre lidera la Reforma Universitaria.

1920. 1º de agosto. Saqueo e incendio en Santiago de Chuco. Vallejo es involucrado. Viaja a Trujillo y es refugiado por Orrego en “El Predio”, su casita de campo, que tenía tomada en alquiler, en el pueblo de Mansiche. El poeta sufre prisión. Orrego es el primero en visitarlo en la cárcel y luego encabeza el memorial en demanda de su libertad.

Aparece el poemario Fogatas de Eloy Espinoza, con prólogo de Orrego, que prosigue publicando sus artículos en La Reforma.

1921. Tras 112 días de prisión, Vallejo logra su libertad y regresa a la casita de Antenor en la campiña de Mansiche. En marzo viaja a Lima.

Haya de la Torre inaugura la Universidad Popular en Lima, nacida en el proceso de la Reforma Universitaria.

Diciembre. El prefecto Temístocles Molina Derteano clausura La Libertad, cuyas páginas apoyan las luchas reivindicatorias de los trabajadores del valle de Chicama, y apresa a su director. Así Orrego inicia la primera de las siete prisiones por defender la libertad, la justicia social, la democracia y educación para el pueblo. Por intervención del ministro Germán Leguía y Martínez, el joven filósofo sale libre, pero es desterrado de Trujillo.

Obligado, viaja a Lima, donde se reencuentra con varios “bohemios” trujillanos: Vallejo, Haya de la Torre, Xandóval, Carlos Manuel Cox, Manuel Vásquez Díaz, Macedonio de la Torre, Crisólogo Quesada, que allí prosiguen sus reuniones y conocen nuevos amigos entre los intelectuales capitalinos.

1922. Publica su primer libro, Notas marginales (Ideología poemática). Aforísticas, en Trujillo.

Aparece en Lima Trilce, de Vallejo, con prólogo de Orrego. Edición al cuidado de Xandóval.

Spelucín regresa del exterior. Encuentro ocasional en Lima con Vallejo y Orrego.

1923. 1º de febrero. Se publica el primer número del diario El Norte, fundado por Antenor Orrego (director) y Alcides Spelucín, con apoyo financiero del empresario minero Juan Alberto Vega Rabines. Redactores: los hermanos Alcides, Belisario y Francisco Spelucín Vega, Juan Espejo Asturrizaga, Carlos Manuel Cox, Eloy B. Espinoza, Manuel Vásquez Díaz, Agustín Haya de la Torre, Francisco Dañino Ribatto, Pedro Lizarzaburu Chávez, Juan Manuel Sotero, entre otros.

23 de mayo. En Lima, manifestación obrero-estudiantil por la libertad de conciencia y contra las pretensiones reeleccionistas de Leguía, organizada por la Universidad Popular y liderada por Haya de la Torre.

17 de julio. César Vallejo y Julio Gálvez Orrego, sobrino de Antenor, viajan a París. “Pronto se agotaron los magros recursos que llevaron los viajeros. Yo pude girarles algunas pequeñas sumas de mis primeros sueldos en instantes angustiosos para ellos. Con el propósito de aliviarlos un tanto, Spelucín y yo, acordamos (…) nombrar a Vallejo como corresponsal del diario [El Norte] en París”. (Orrego)

Víctor Raúl es apresado y el 9 de octubre sale desterrado a Panamá. Viajara a Cuba, México y después a Europa.

Octubre/noviembre. En la Universidad de Trujillo, protestas por la prisión de Haya de la Torre y la defensa de ideas reformistas desemboca en la expulsión de alumnos, entre ellos, Carlos Manuel Cox, Manuel Vásquez Díaz y Eloy Espinoza, del Grupo Norte.

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1924. 7 de mayo. Víctor Raúl Haya de la Torre funda la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en México. Entre los primeros en adherirse figura Orrego.

1926. Mayo. Se publica El libro de la nave dorada, poemario de Spelucín, con prólogo de Orrego, que asimismo inicia sus colaboraciones en la revista Amauta, dirigida por José Carlos Mariátegui, en Lima.

Contrae matrimonio con doña Carmela Spelucín Vega.

Desde que viaja a Francia, Vallejo mantuvo correspondencia fluida con Orrego. En 1926, éste le dice que se preparaba para viajar a Europa el año siguiente. Y le envía el libro de Spelucín antes mencionado. Desde París, Vallejo le escribe a Spelucín: “Has logrado, querido hermano, realizar una obra redonda, pareja, definitiva, desbordante de infinito. Con Víctor Raúl la hemos leído con el amor de toda nuestra fraternidad y se no han llenado los ojos de lágrimas”. Además de cartas, el poeta remite al filósofo sus libros Rusia en 1931 y Tungteno, como también periódicos, revistas y libros franceses.

1927. Orrego invita al joven Ciro Alegría a colaborar en El Norte.

Orrego es alumno destacado de la Facultad de Filosofía, Historia y Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

1928. 23 de setiembre. Nace su primogénita Alicia Carmela Orrego Spelucín.

1929. Sale a luz El monólogo eterno (Aforísticas), en Trujillo.

Continúa su producción intelectual. Publica el artículo “La integración económica latinoamericana”, y prepara su libro Panoramas, por el cual se interesa Mariátegui, con quien mantiene intercambio epistolar. (Dicha obra se perdió).

29 de octubre. Nace su segunda hija, Liliana Orrego Spelucín.

En noviembre es nuevamente apresado.

1930. 22 de agosto. Golpe militar del comandante Luis M. Sánchez Cerro contra el gobierno de Augusto B. Leguía.

Orrego viaja a Lima, pero por orden de la Intendencia de esa ciudad, es obligado a retornar a Trujillo por considerársele “molesto y peligroso para el gobierno”.

21 de setiembre. Fundación del Partido Aprista Peruano en Lima.

Noviembre. El semanario Crítica de Chiclayo publica un número especial dedicado a Orrego, con nota de Juan José Lora y poema de Francisco Xandóval.

1931. Es elegido en cabildos populares para representar al norte en la Junta de Gobierno de David Samanez Ocampo, pero este anhelo mayoritario no se cristaliza.

13 de mayo. El periodista Manuel Seoane, al retornar de su destierro en Argentina, funda el diario La Tribuna, en Lima.

14 de mayo. Nace su hijo Antenor Orrego Spelucín.

25 de julio. Víctor Raúl regresa al Perú, tras ocho años de destierro. El pueblo de Trujillo le tributa emotiva recepción en la plaza de armas, con discurso de Orrego.

11 de octubre. Elecciones generales. Según la Enciclopedia Británica, Sánchez Cerro ganó la presidencia de la república “gracias al empleo de medios fraudulentos”.

Diciembre. Navidad de sangre en Trujillo; las fuerzas del orden masacraron a militantes apristas en su propio local partidario. Igualmente hubo matanzas en Ascope y Paiján.

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1932. 17 de febrero. Fuerzas del gobierno allanan el Congreso Constituyente.

18 de febrero. 23 parlamentarios son desterrados del país, entre ellos, Carlos Manuel Cox y Alcides Spelucín, representantes por La Libertad y que habían formado parte del Grupo Norte. También otros parlamentarios de la Generación del Centenario: Luis Alberto Sánchez y Manuel Seoane.

6 de mayo. Es apresado Haya de la Torre en Lima.

Orrego es apresado en Trujillo. Su cautiverio dura 15 meses.

9 de mayo. El gobierno clausura la Universidad de San Marcos.

7 de julio. Revolución de Trujillo. Militantes apristas se apoderan del cuartel O’Donnovan. En los días siguientes, el gobierno de Sánchez Cerro ordena bombardear la ciudad por tierra, mar y aire, para debelar el movimiento en proceso de expansión a otros ámbitos. Millares de ciudadanos fueron fusilados en Chan Chan y Mansiche.

20 de julio. Mediante decreto supremo, el gobierno clausura la Universidad de Trujillo, por los sucesos de la revolución.

1933. Enero. Orrego es recluido en los aljibes del Real Felipe, en el Callao, donde con otros presos políticos sostiene una huelga de hambre de once días.

30 de abril. El presidente Sánchez Cerro es asesinado al salir del hipódromo de Santa Beatriz. El general Oscar R. Benavides asume el gobierno por un periodo de tres años, según decisión del Congreso.

9 de agosto. Benavides promulga la Ley de Amnistía. Haya de la Torre, Orrego y demás presos políticos, salen en libertad. Pero al poco tiempo Orrego va una vez más prisión.

Orrego dirige transitoriamente La Tribuna. Intensifica su actividad periodística en el exterior por medio de diarios y revistas de América y Europa: “Humanismo” y “Cuadernos Americanos” (México), “La Nueva Democracia” (Nueva York), “Claridad” (Buenos Aires), “Cuadernos” (París).

1934. El general Benavides se consolida en el poder por medios autoritarios. Haya de la Torre y otros opositores al gobierno sufren terrible persecución.

1935. Continúa la persecución. Es apresado Carlos Manuel Cox.

1936. 11 de octubre. El Dr. Luis Antonio Eguiguren, triunfa en las elecciones presidenciales, apoyado por el Partido Aprista Peruano. El gobierno de Benavides le impide asumir el poder. El Congreso prorrogó el gobierno de Benavides por tres años más.

Protestas en todo el país. Opositores al gobierno sufren persecución, son apresados o salen al exilio a Chile y otros países. Orrego está en prisión.

1937. 15 de febrero. El líder obrero y ex constituyente (1931) Manuel Arévalo, discípulo de Orrego, es torturado y asesinado por fuerzas del gobierno en el trayecto de Trujillo a Lima, en Colorado Chico, entre Huarmey y Pativilca. Profundamente conmovido, Orrego en su Ofrenda de Pueblo-Continente anota: “¡Cuánta efusión fraternal prodigó Manuel Arévalo, el hermano mártir, al mecanografiar estas páginas que él comprendió y amó tanto, y que –sarcasmo del destino- no vería nunca publicadas!”

Orrego está en prisión

1938. Orrego continúa preso.

15 de abril. Fallece en París, César Vallejo.

1939. Pueblo-Continente. Ensayos para una interpretación de la América Latina se edita en Santiago de Chile. (Escrito entre 1936 y 1937).

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8 de diciembre. Manuel Prado Ugarteche asume la Presidencia de la República, dispone amnistía y los presos políticos logran su libertad, Orrego, uno de ellos.

1941. Alcides Spelucín recluido en “El Sexto” de Lima. 1944. Orrego sufre prisión.

1945. Es elegido Senador por el departamento de La Libertad. También lo es Alcides Spelucín.

José Luis Bustamante y Rivero es elegido Presidente de la República.

Orrego integra la Comisión Bicameral constituida para elaborar la Ley de Reforma Universitaria.

1946. 24 de abril. El Presidente de la República promulgó el Estatuto Universitario o Ley de Reforma Universitaria Nº 10555. Gracias a esta norma: “La vida universitaria renació pujante y se mantuvo con brillo inusitado hasta 1948”, anota el historiador Carlos Daniel Valcárcel. Y Gabriel del Mazo, abanderado de la Reforma Universitaria argentina escribe: “Es el documento más importante en nuestra América sobre legislación universitaria”.

9 de mayo. Orrego solicita ser nombrado docente del curso de Cultura Indoamericana de la Facultad de Letras de la Universidad de Trujillo. Con fecha 11, el decano da cuenta de dicha solicita a la Junta Reorganizadora.

13 de mayo. El Consejo Universitario acuerda nombrarlo catedrático del curso antes mencionado.

15 de mayo. La Asamblea Universitaria lo elige Rector, por abrumadora mayoría de votos.

20 de mayo. La Universidad de Trujillo le confiere el grado de Doctor Honoris Causa, y de inmediato asume su cargo de Rector.

1947. 10 de setiembre. Recibe para la Universidad 30 hectáreas de terreno, donadas por el Dr. Vicente González de Orbegoso y Moncada, para la construcción de la ciudad universitaria, gestionadas por intermedio de Haya de la Torre. (Posteriormente la donación se amplió a 40 hectáreas). Inicia los trabajos de dicha obra.

Logra la transferencia del ejido denominado “Grama de Mansiche” para la construcción de la futura Facultad de Medicina. Inicia el proceso para establecer esta Facultad, con la colaboración del notable científico Dr. Eleazar Guzmán Barrón.

1948. Zozobra política. El gobierno se encuentra en dificultades.

27 de octubre. Golpe militar del general Manuel A. Odría contra el Presidente Bustamante y Rivero. El Congreso de la República es clausurado.

Por orden del gobierno de facto, el ejército asaltó el local de la Universidad Nacional de Trujillo. Termina el rectorado de Orrego, interrumpido arbitrariamente por la política gubernamental. Su duración: 2 años, 5 meses, 7 días, periodo en el cual realizó encomiable labor según los principios de la reforma universitaria y creó nuevos organismos académicos.

1949. Orrego dirige La Tribuna, en la clandestinidad. Es apresado.

Haya de la Torre asilado en la Embajada de Colombia (Lima); allí permanecerá 5 años, 3 meses y 3 días.

1950. La Junta Militar de Gobierno convoca a elecciones. Candidato único, el general Odría es elegido Presidente de la República. Prosigue su autoritarismo.

1951. Orrego en la clandestinidad. 1952/1953. Sufre prisión. Sale absuelto.

1955. Febrero. Aparece La dimensión de la piedra del poeta Julio Garrido Malaver, con prólogo de Orrego.

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1956. Manuel Prado Ugarteche es elegido para un segundo periodo presidencial.

El nuevo gobierno decreta amnistía política. El Partido Aprista Peruano recobra su legalidad. Ciudadanos encarcelados por sus ideas, salen en libertad; otros regresan del exilio.

Orrego visita Trujillo. Reuniones con sus antiguos amigos del Grupo Norte: Xandóval e Imaña, y los de nuevas agrupaciones literarias: “Cuadernos Trimestrales de Poesía”, “Peña del Mar” y del naciente “Grupo Trilce”.

1957. Publica la segunda edición de Pueblo-Continente, en Buenos Aires, Argentina.Dirige La Tribuna de Lima. Allí escribe su columna “Efigie del Tiempo”.

1958. Deja la dirección de La Tribuna.

1959. Agosto. Viaja, por primera vez al exterior, invitado para participar en el Simposio en Tres Actos sobre la Obra de César Vallejo, organizado por la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, realizado entre el 12 y 16 de agosto.

8 de noviembre. El Grupo Trilce de Trujillo le tributa homenaje. El discurso de orden lo ofrece Teodoro Rivero Ayllón.

1960. 10/14 de julio. Realiza su segundo viaje fuera del Perú, visita México, en el vuelo inaugural de Aerolíneas Peruanas, como representante de La Tribuna.

17 de julio. Fallece de una repentina afección cardiaca. Deja un poema en que anuncia su propia muerte.

PERFIL DE ANTENOR ORREGO

Para trazar, de modo panorámico, el perfil de Orrego en sus principales manifestaciones personales e intelectuales, qué mejor acudir a sus contemporáneos, amigos, familiares o discípulos, personajes afines en ideas o discrepantes con él. Para estos efectos han sido seleccionados algunos fragmentos de textos de Felipe Cossío del Pomar, Eudocio Ravínes, Teodoro Rivero Ayllón, y Alicia Orrego Spelucín, una de las hijas del filósofo, escritos en calidad de homenaje póstumo, asimismo de una obra orgánica de Luis Alberto Sanchez. Con excepción de éste último, dichos textos están incluidos en el tomo V de las Obras completas de Antenor Orrego.

1. MIS RECUERDOS DE ANTENOR ORREGO

Por: Felipe Cossío del Pomar

Hace algún tiempo leí unos versos de Rafael Alberti, que ahora evoco al desglosar de “mis” cuadernos las líneas dedicadas al noble amigo ausente: “a ti, sonoro, puro, quieto, blando, incasable al mar de la paleta…”

En el “mar” de mi paleta estuvo Antenor Orrego, alma de colores, desde que lo conocí en Trujillo el año 1923. Y desde que le estreché la mano en la puerta del diario “El Norte”, del que era Director, donde alentaba las inquietudes de la generación más inquieta del Perú del novecientos. En ese encuentro, le vi justo, sereno, bondadoso, de una modestia y una generosidad incalculables.

Aprovechaba yo mi breve estancia en la capital de La Libertad para hacer apuntes de la región, y retratos de mis nuevos amigos antes de proseguir mi viaje a Europa; entre otros, el de José Eulogio Garrido, uno de los mentores más sagaces del “grupo intelectual” y el de Macedonio de la Torre, quien daba ya pruebas de su genio. Orrego me impresionó profundamente, sin duda por lo que conocía de sus escritos reveladores de la conciencia americana, tan desconocida para la mayoría de nuestros escritores.

Por esos tiempos estaba en boga la teoría del “Nimbo”, puesta en práctica por los prerrealistas, quienes la heredaron de los primitivos florentinos. Sostiene esta teoría que a cada persona le

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corresponde un Nimbo, cuyos colores coinciden con su carácter y aspecto físico. Esto no era una novedad para mí. Desde hacía mucho tiempo cultivaba el empeño de descubrir nimbos en el “motive”, como decía Cezanne. En el nimbo de Antenor Orrego me sorprendía de no encontrar negros, ni blancos, ni grises. En los colores que le correspondían vibran opacos verdes de cañaverales, oro mate de tapiales, añiles y rosas entre pardos polvorientos. Colores de Trujillo pleno de poetas, de pueblo lleno de colores heroicos, apasionados, violentos, tiernos o melancólicos. Antenor era el gran “motive” para una cabeza de estudios; cara alargada, mirada clara y lejana, pálido y profundo como un retrato del Greco.

Le he seguido luego en su vida y pensamiento. Le he visto entrar y salir de las prisiones del Perú con la misma imperturbable actitud que da la fuerza del espíritu invencible. Y mientras en cada país de América oía repetir su nombre con admiración, y en cada publicación de importancia leía sus artículos fecundos siempre de enseñanzas, en la patria nuestra era evidente el empeño por ignorar al autor de “Pueblo-Continente”, una de las obras más notables escritas sobre América Latina.

México, agosto de 1960.

2. ANTENOR ORREGO

Por: Eudocio Ravínes

Sus partidarios le llamaban “El Amauta” por su calidad de hombre sapiente y sagaz. Antenor Orrego fue primordialmente un promotor de cultura en un país de analfabetos. Y aquí residió su heroísmo y su nobleza.

Antenor Orrego fue como una estrella que apareció en Trujillo. Su luz iluminó un círculo en el se fueron reuniendo valores que habían de ser de primera magnitud. Orrego iluminó la figura de César Vallejo y la obra inmortal del poeta mayor del Perú contemporáneo. Y Orrego iluminó asimismo los caminos y los primeros pasos de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Tempranamente Orrego se dejó ganar por ese “Complejo de Redentor” que es el cultivo del pensamiento en el Perú. Aprendió a filosofar, intentó su filosofema vernáculo, pidió la palabra y dio su mensaje, que fue un mensaje humano, profundo, noblemente humano.

Nada de lo que es peruano le fue ajeno. Filosofó sobre el Perú, hizo sociología sobre el Perú, forjó literatura sobre el Perú; se hizo político y militante y combatiente y dirigente. Se dio por entero a los peruanos. Vivió en las prisiones infames destinadas a los “políticos” por los dictadores de antaño. Fue víctima de la dureza sin par con que la tiranía de Sánchez Cerro se ensañó con la intelectualidad del Perú. Y en las cavernas pétreas del Castillo del Real Felipe hacía filosofía para suavizar la crueldad que golpeaba inmisericorde a los prisioneros.

Su creación más valiosa fue la concepción de los “Pueblos Continente”. Las décadas han pasado después que él enunciara su teoría sociológica, y los acontecimientos y sobre todo el proceso de la realidad histórica, no han hecho sino remachar su idea otorgándole valor y dándole vitalidad de tipo científico.

Más, por encima de todo esto, la virtud capital de este promotor de pensamiento, fue su calidad humana, su incansable bondad, su apasionada vocación de darse a los demás. Amó a su país con pasión intensa y sobre todo, permanente; sonó en su progreso; tuvo optimismo saludable ante el provenir. No imprecó: no siguió la huella amarga de González Prada; fue un leal y abnegado servidor de la gran obra de creación del régimen democrático, del cual estamos disfrutando. La libertad que gozamos, la paz dentro de la cual vivimos, la magnífica creación que se está gestando en el Perú, tienen con Antenor Orrego una de esas deudas que no se pueden pagar nunca.

Fue un genuino intelectual; fue un magnífico hombre de pensamiento; pero, por sobre todo, fue un firme y estoico combatiente.

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23.07-1960.

3. ORREGO Y XANDÓVAL

Por. Teodoro Rivero Ayllón

En reiteradas ocasiones, desde mis días colegiales en “San Juan” había oído a don Francisco Xandóval hablar emocionadamente, con no sé qué unción y gratitud, cuando venía a nuestras frecuentes pláticas el nombre de don Antenor, de ese hombre inmensamente bueno, cuyo mejor elogio sea tal vez el que, en recuerdo de Martí, dijo Rubén Darío: “Quien se acercó a él, se retiró queriéndolo”.

Un aura de simpatías, en permanente fluir, circundaba en efecto a este varón singular, en que admirábamos tanto la altura luminosa de su pensamiento cordial. Todo emoción, todo él, entrega generosa de sí mismo. Cuán tardíamente vengo a comprender ahora lo que cierta vez me dijo don Antenor en animada charla: cómo a través de la emoción había llegado a la aprehensión de ciertas verdades. ¡Qué extraño, qué velado me parecía entonces todo aquello!

Digo que había oído más de una vez a don Francisco el elogio hondamente admirativo de Antenor Orrego. De ahí que cuando, más tarde, me allegué al maestro ya venía yo con predisposición para amarlo. Xandóval, niño aún, había sido su alumno en los primeros años de media en el Colegio Seminario. Más tarde hizo con él periodismo en “La Reforma” y en “El Norte”, y compartió a su lado inolvidables horas en las tertulias de Grupo del que don Antenor Orrego era animador principal.

Con la atención admirativa con que lo había oído en sus clases del Seminario hablar una mañana sobre el milagro griego, Xandóval volvía ahora a escucharlo con renovado interés en tanto discurría –conversador diserto- sobre el origen de las viejas culturas orientales, sobre la génesis de nuestras civilizaciones aborígenes o sobre el porvenir de la nueva América. Ora sobre algún tema elevado de filosofía o arte; ora en el comentario, entusiasmado y hondo, de un poema de Verlaine o de un cuento de Poe.

Aún me parece ver a don Antenor, sentado en su amplio sillón tapizado de verde, sencillo, afable, paternal, dialogando animadamente.

(Del diario “Norte”, Trujillo, 28 de julio de 1960)

4. EL PERFIL DE MI PADRE

Por: Alicia Orrego Spelucín

Tras un cuarto de siglo de su ausencia física de esta América de su pasión, Antenor Orrego, será siempre uno de los valores humanos; creador indiscutible y auténtico en el campo del pensamiento.

La presencia de Antenor Orrego se destaca en nuestro horizonte literario con un perfil heroico en un tono superlativo de bondad, y de amor a todas las causas nobles. Citando frades del gran poeta Alcides Spelucín: “¡Espada bíblica y antorcha revolucionaria! He aquí sus blasones heráldicos si ahora fuera posible tenerlos”.

Orrego ha sido la hipotenusa en un triángulo admirable, formado con Haya de la Torre y Mariátegui, con raíces fecundas en el pueblo peruano. Fue él quien comenzó a clamar justicia y regar la simiente, convergiendo, cada día, intelectuales y obreros hacia el centro de un mismo ideal, haciendo brotar raudales de luz en la vida de nuestro pueblo, pidiendo él mismo seguir al conductor Haya de la Torre, en esta gran cruzada que comprometía a todos los hombres libres del Perú.

Pertenecía a la estirpe de los Montalvos, Martís y González Prada. Reveló e intuyó al creador más genial de la poesía hispanoamericana César Vallejo, aseverando –sin lugar a dudas- que sería uno de los poetas más geniales de la literatura universal. Además, Ciro Alegría, Macedonio de la Torre, Alcides Spelucín, Oscar Imaña, Juan José Lora, Nicanor de la Fuente, Francisco Xandóval, los

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hermanos Abraham y Felipe Arias Larreta, el caricaturista Esquerre, etc. recibieron la sabiduría del Maestro.

Sus divagaciones filosóficas calaron profundamente sinnúmero de disciplinas, él nos enseñó lo que es verdadera ciencia, verdadero arte, verdadera política y lo que es más importante aún, nos enseñó a pensar sin imitaciones, como auténticos americanos, aquí en nuestro propio continente como seres pensantes de nuestra propia realidad, nos instigó a encontrar nuestro camino, nuestro propio destino, nuestro Pueblo-Continente.

Sería muy largo, exponer en un breve artículo sus innumerables facetas de escritor, filósofo, poeta, político, educador. Sabía alentar y corregir, no había en sus voz ni en su gesto nada que contradiga la amplia y profunda luz de su espíritu que supo avizorar, por los caminos de la filosofía, el destino de América.

¿No son acaso estas ideas, enunciadas hace medio siglo, las que están tomando forma en el mundo latinoamericano de hoy?

5. ANTENOR ORREGO

Por: Luis Alberto Sánchez

Orrego abrazó valerosamente la causa de la renovación integral del Perú, filosófica, estética y políticamente. Este hombrecillo menudo, de prematura calva, rostro alargado y frente fugitiva, ojos rasgados y azules, tez pecosa y ademanes suaves, tenía ideas claras, definidas, y voz tan rotunda como sus ideas. Autodidacta incansable, se forjó una sólida cultura poético-filosófica, en lo que coincidió con la tendencia neoidealista puesta en boga por los bergsonianos de Lima. Dato curioso: en ello se movía también Iberico, otro cajamarquino, contemplador de la naturaleza y de Dios. Lo que distingue a Orrego de Iberico fue sobretodo la sensibilidad social y la capacidad de entusiasmo.

No cohibido por ninguna traba interna, ni siquiera la profesoral, Orrego se lanzó en apolínea danza a mover metáforas e ideas. Así nació su primer libro, publicado mucho después, y así nació la generosa empresa del diario El Norte, que empezó a editar en 1922 [1923], en asociación con Alcides Spelucín. El Norte fue, al par que baluarte contra la penetración imperialista de la Northern Mining Company en el Departamento de La Libertad, un valeroso vocero contra el gamonalismo comarcano y un palenque de inquietudes literarias.

A los treinta años Antenor Orrego publicó su primer libro: Notas marginales (Ideología Poemática) Aforísticas. (Trujillo, 1922). La forma de expresar su pensamiento acusa al frecuente lector de Nietzsche y Rodó. En este libro, Orrego señala algunos aspectos importantes de la inteligencia humana no solo por lo que le concierne a él, sino por lo que implican a su generación y a la subsiguiente, que reconocerán en Orrego a su maestro.

Se trata, como diría Iberico, de “una filosofía estética”.

En el libro El monólogo eterno (Aforística) (Trujillo, 1929) insiste sobre el tema ético y estético, y sobre la manera apodíctica de Nietzsche.

Encarcelado, perseguido, vejado, tuvo que sobreponerse a las negras vicisitudes propias de un hombre de convicciones en un Perú como el de entonces.

[Pueblo-Continente. Ensayos para una interpretación de la América Latina, Santiago de Chile, Ercilla, 1939]. Libro escrito con pasión y en medio de serias dificultades, revela en su estilo eso mismo: dificultades y pasión. No es un libro que se lea con facilidad, ni que se repiense sin objeciones. Pueblo-Continente es un libro en que se canta al espíritu de América y a su unidad, por tanto es un himno al porvenir.

Orrego, aparte de sus méritos de pensador, había sido el revelador y bautista de Vallejo. Hasta ahora su prólogo a Trilce (1922) permanece incólume. Su penetración no ha sido sobrepasada.

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Es imposible hablar de Vallejo sin mencionar a Orrego, ni estudiar severamente a Haya de la Torre, a Spelucín ni aun al propio Mariátegui, sin remitirse al autor de Pueblo-Continente sacerdote y catecúmeno de un credo civil basado en la libertad, la justicia y el amor.

(De: La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú. 5ª ed. Lima, Editorial Juan Mejía Baca, 1981, tomo IV, pp.1344-1348.)

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