La primera edición de Cantos de la mañana fue pu-blicada en el año 1910, en la ciudad de Montevideo, por el editor ítalo-uruguayo Orsini Bertani. El volumen que aquí presentamos es una reedición íntegra de dicha publicación realizada en vida de la autora. Con-secuentemente, hemos mantenido la ortografía y los signos diacríticos originales, del mismo modo que el prólogo de Pérez y Curis así como los textos valorati-vos y críticos que figuran a continuación del poema-rio en la edición de 1910. De este modo, al tiempo que conmemoramos la obra de Delmira Agustini a los cien años de su muerte, nuestro sello editorial da inicio a la serie Clásicos de la colección Signos de lira.

El telar de la conversación resulta uno y el mismo con el de la memoria que da título al volumen y envuelve temáticamente cada una de sus partes. Con un pudor que no niega decisiones confesionales ni apelaciones a lo privado, este poeta de la intensa conciencia tem-poral que es Arbeleche discurre con sinceridad por cada una de las etapas de su vida. El arte de conver-sar, que es arte y poder de la palabra, despliega la rememoración y el redescubrimiento del sentido de un pasado que, narrándose, constituye al hombre, al in-telectual y al autor de una obra poética de referencia en el Uruguay que va desde fines de los años sesenta hasta el presente.

Un hombre crea un mundo de arena. Una niña se encuentra con un hada. Un joven busca refugio en un castillo abandonado. Un cantinero recibe un cliente particular. Una mujer sospecha que el hombre a su lado ya no es su esposo. Un anciano baila con una si-lenciosa dama de blanco. Un grupo de adolescentes planea algo siniestro...

Mentirosos y Ladrones es una colección de cuen-tos cortos que viaja en el tiempo y el espacio, entre lo fantástico y lo cotidiano; porque lo extraordinario puede suceder en cualquier momento, en cualquier lugar, y a aquellos que menos lo esperan.

Basada en amplia investigación histórica sobre Francia, la novela Un tal Charles Henri Sanson de Aldo Solé Obaldía nos invita a reflexionar sobre las guerras, la Muerte -protagonista junto al narrador de este relato en primera persona- la falta de paz en este mundo, el cambio de gobiernos y regímenes, entre otros temas. Un verdugo, protagonista que asume esta profesión “maldita” en cuarta generación de la familia Sanson -San(s) son significa sin sonido- nos enseña con ricos detalles algunas ejecuciones, y en especial que su “principal virtud, no fue la de matar gente sino saber sobrellevar en silencio [sans son] este desagradable oficio”, “espantoso oficio, tan espantoso como buena era su paga”.

La intención de este trabajo es observar las carac-terísticas (contradictorias) de la obra de un artista, Leo Maslíah, al cual no se pretende “contrabandear […] a la hagiografía literaria” (Trigo, 1997: 65) pues ya pertenece a ella de cierta forma. Se trata de ver de qué manera se manifiesta en el sistema literario, cul-tural, al cual pertenece y, paradójicamente, combate; se trata de ver si es posible la existencia de artistas que puedan recibir, en atención a las características de su obra, la nominación conflictiva de marginal ca-nonizado que alude a la construcción de una identi-dad artística vinculada a un devenir entre diferentes lugares. Estos artistas llevan en sí mismos los rasgos de orillas opuestas y forman, así, una nueva realidad (particular, compleja, contradictoria): la identidad del marginal canonizado.

La violencia en todas sus formas, ya sea la ejercida por la mano del hombre o la que es parte de las catás-trofes naturales que asolan el planeta, es un leit motiv recurrente en nuestra cotidianeidad y abarca todas las manifestaciones del quehacer humano. Se ha vuelto habitual en el discurso cotidiano decir que la realidad supera a la ficción. Este mismo enunciado tiene implí-cito un presupuesto, que la realidad y la ficción están unidas, ya sea porque se imiten, se superen, se im-pregnen o se contradigan.La narrativa, así como otras manifestaciones artísticas dentro y fuera del arte literario, recurre a esta temática que no le puede ser ajena, por ser una de las tantas formas de re-crear, de re-presentar el mundo