Castillos

208
Anton io Ma rtínez Delgado 5antiaQo Martínez Delgado ilustró. CIUDADES, CASTI LLOS y LEYENDAS Editorial de Cromos BOQotó Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

description

referencias a distintas ciudades

Transcript of Castillos

Anton ioMa rtínezDelgado

5antiaQo Martínez Delgadoilustró.

CIUDADES,CASTI LLOSy LEYENDAS

Editorial de CromosBOQotó

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

A MI MADRE

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

A LA MEMORIA DE MI PADREY DE MI HERMANO

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

NOTICIALIMINAR

No es una hipérbole afirmar que la pa-tria de Beethoven, de Leibniz, de Hegel yde Schiller; de Goethe, Federico el Grandey de Einstein es para la mayoría de los co-lombianos una incógnita, bien porque elespíritu y la cultura esparcida por los hi-jos de los Caballeros teutones sea impe-netrable a nuestra peculiar mentalidadlatina, o porque los mismos alemanes sehayan cuidado poco o nada de hacersesimpáticos al mundo, lo cierto es queson escasos los que han tenido la curio-sidad de conocer a fondo el alma de esaraza ilustre, y menos de visitar sus ciu-dades admirables y sus encantados pai-.saJes.

Para nosotros, los estados alemanes re-presentan una tradición adusta de gue-rreros empenachados, emperadores fas-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

8 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

tuosos, nobles señores feudales, mitadcristianos y mitad bandidos; filósofos in-comprensibles y castillos almenados, conuna princesa enamorada dentro y sol-dadesca en los adarves; pero ignoramoslos romances maravillosos del Rin y delDanubio, el folklore de las llanuras deTuringia y de los montes de Bavie-ra, las tradiciones hazañosas al par queamables de los estudiantes de Heildelbergy de Bonn, la grandeza de Potsdam, elembrujamiento de la Selva Negra y losatardeceres policromos en esos lagos al-pinos del Tirol, azules como sardios y

amparados por montañas enhiestas y blan-cas de nieve. Nuestros turistas, por sno-bismo o falta de imaginación, se conten-tan con ir a París, a pasearse por el Bos-que de Bolonia o a formar grupos ociososen los bulevares, exactamente como ha-cen en la esquina de ARRANCAPLUMAS,en Bogotá, pero no sienten deseo de saberque más allá del Rín están Colonia y Ma-guncia, Francfort y Munich, Nurembergy Dresde, Hannover, Leipzig, Berlín y lasciudades anseáticas, ilustres por sus mu-seos, sus catedrales y monumentos his-tóricos, sus universidades y sus fábricas,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 9

donde se trabaja con una energía apenasigualada por las de Estados Unidos.

Nosotros tuvimos la fortuna de colmarun anhelo de toda la vida, recorriendo a es-pacio la mayor parte de esa nación, y que-remos transmitir nuestras impresiones enla esperanza de que se comparta nuestraadmiración por ese gran pueblo y comohomenaje de agradecimiento a nuestrosamigos de Alemania, donde sólo encontra-mos una deferencia y una gentileza sin lí-mites. No cansaremos a nuestros lectorescon una descripción demasiado minuciosade escenas y lugares, que si por una partelas relaciones de viajes van pasando de mo-da, por la otra es ya mucho y bueno lo quese ha escrito acerca de Alemania y Euro-pa en general; de manera que despuésde invitar al lector a repetir con nosotrosuna excursión rápida a través del Reich,ensayaremos algunos apuntes sobre eseotro panorama, más versátil que sus ríosy sus paisajes alpinos, pero de mayor in-terés y consecuencia para la humanidad,como es el alma del pueblo, sus anhelosy peculiar concepto de la vida, y sobretodo la manera como va resolviendo elgrave conflicto de su adaptación a las nue-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

10 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

vas condiciones del vivir, motivadas porla guerra. Allí se libra todavía una bravalucha entre el pasado y el presente, en-tre la Alemania de los barones feudalesy de Federico, y la de hoy, socialista,trabajadora y pacífica.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CAPITULO 1

5UBlENDO EL ~IN

Dusseldorf, la "ciudad de los jardines". - Visiones y le-yendas de Colonía: la Catedral y la "Pressa". - Viejashistorias. - Bonn: la casa de Beethoven y la Universi-dad. - Voces del Pasado.- Vinos, castillos y romances.

Nosotros, como cualquiera de los turistas bur-gueses de Yanquilandia que anualmente hacen le-gión en las costas del norte y del Mediterráneo,empezámos nuestra excursión por las provinciasrenanas, después de una dilatada visita a la cuen-ca del Ruhr, que merece estudio aparte; y comopunto de partida nos detuvimos tres días en Dus-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

12 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

seldorf, la última ciudad, hacia el norte, de ese grandistrito industrial, que es uno de los centros meta-lúrgicos más ricos e intensamente poblados delmundo, como es bien sabido.

El crecimiento de Dusseldorf, como el de todaslas ciudades alemanes en el último medio del pa-sado siglo, ha sido prodigioso, sólo superado qui-zá por sus hermanas de Norte América. Tiene ca-si medio millón de habitantes, y aunque vieja, noquiere parecerlo; por doquiera se ven amplias ave-nidas ataviadas de árboles y flores, con bellas re-sidencias a flanco y flanco y alardeando una pul-critud extraordinaria. Es casi un delito empañar lalimpieza de sus calles siquiera con un cabo decigarrillo, y los habitantes se entristecen cuandoviene el otoño y las hojas de los árboles amari-lIean sobre los andenes o cubren la tersura de susdormidos canales. Aquí yallí se levantan monumen-tos Y estatuas de un perfecto buen gusto, puesDusseldorf se enorgullece, y con razón, de ser unode los centros artísticos más importantes de Euro-pa, logrando aunar, en perfecta armonía, la produc-ción industrial con la artística e intelectual, lo cualparece en verdad un contrasentido. No en vano esla patria de Enrique Heine. En pintura es centrode la escuela realista contemporánea, y compitecon Munich en vigor y perfección. Las gentes tienenun sentido justo de la belleza y de la forma, y dagusto ver cómo el salón de otoño es cada añoel tema de todas las conversaciones. Pobres y ri-cos, que son aquí muchos, especialmente entre los

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 13

magnates del acero, se reúnen a discutir horas en-teras en los cafés, entre vaso y vaso de cerveza,sobre la excelencia de este o de aquel cuadro, co-mo si todo lo demás careciera de importancia. Es-tas disquisiciones, junto con los conciertos al airelibre, hicieron mucho por amenguar el hambre yel abatimiento en las horas tristes de la guerra,igual que en Viena. iOh, poder mágico del arte!Las flores son también objeto del acendrado amorde sus hijos; se las ve haciendo festones hasta enlos postes de las calles, y el sistema de parques ybulevares de Dusseldorf no tiene par en Europa,por lo cual ha merecido el título de "ciudad de losjardines", Es un título envidiable, en verdad, y lecae justo a esta ciudad espiritual, elegante y refina-da.

Los príncipes del Palatinado establecieron allí suresidencia después que los franceses destruyeronen 1689 el castillo de Heidelberg, convirtiéndoseen sede del Oran Elector Juan Ouillermo. De estetiempo data la tradición artística de Dusseldorf,pues este Mecenas adquirió sus talentos en Floren-cia, donde vivió largo tiempo, y donde se casó con lahija del gran duque. Fue un decidido protector delas musas y de la galantería, como Luis XIV, y suespíritu perdura. Friedrich Jacobi nació tambiénaquí, y su casa, hoy el Malkasten, fue centro dereunión para filósofos, artistas y escritores de to-das partes, entre los cuales figuraron Goethe yWieland.

Después de horas inolvidables dijimos adiós a

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

14 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Dusseldorf y tomamos el tren para Colonia, sinduda la ciudad más importante del Rin. La ilustreClaudia Augusta Agrippinensis de los romanos,después Colonia Agrippinensis en memoria deVipsanio Agripa y quizá también de la célebre es-posa del emperador Claudio, que nació allí, se ex-tiende sobre ambos bancos del río, enseñoreadapor la catedral, cuyas maravillosas flechas puedendistinguirse desde muy lejos, como orgullosa ates-tación del espíritu profundamente católico de sushijos. ¡Colonia! ¡Tu nombre, sonoro como campa-na de plata, fue siempre uno de los ensalmos denuestra primera juventud, a causa de tus guerrasilustres y del prestigio de tus leyendas, esas le-yendas romancescas del Rin, que empiezan aquí yterminan en Coblenza, como si cada vuelta del ríoy cada eminencia dijeran entre suspiros los versosde un poema antiguo!

C.lonia hizo su camino en la historia a travésde vicisitudes sin cuento, víctima, más que ningu-na otra de las ciudades alemanas, del fanatismo des-encadenado en la Edad Media durante las guerrasde religión. Porque no solamente España cometiólas mayores sinrazones de la historia, pero también enotras esferas los señores obispos y arzobisposmarcaron la frente de los infieles con un tizón,mostrando una crueldad y una saña de que es tes-tigo, por ejemplo, la famosa "virgen de bronce"del castillo arzobispal de Salzburgo. Pero ya habla-remos sobre esto.

Durante la Edad Media, Colonia fue el centro

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 15

natural para el intercambio entre el oriente y eloc-cidente de Europa, de suerte que las sedas, las es-pecias y las perlas de Ormuz traídas por los pira-tas osmanlíes y los bajeles de Venecia a lo largodel Mediterráneo, ya de oriente, de Oénova, deFlorencia o las Indias, buscaban camino hastaallí a través de los Alpes y luégo río abajo, paraser distribuídas a las ciudades anseáticas, a Escan-dinavia, Inglaterra y los Países Bajos. Mercaderesafluyeron de todo los puntos de la rosa, y grandefue el apogeo de riqueza a que llegó la ciudad re-nana, para envidia y admiración de sus enemigosfranceses y de algunos ducados pobres del nortey del país bávaro. Dentro de sus altas murallas,extendidas en un círculo de nueve millas, alzáron-se fastuosos palacios, ora de nobles señores, yade burgueses enriquecidos; y el arte gótico levan-tó iglesias y conventos a profusión, verdaderos en-cajes de piedra que aun pueden verse incrustadosentre los elegantes pero vanos edificios de la ciu-dad moderna.

Mas tanta opulencia iba relajando las costumbresy amenguamlo el celo religioso de la masa católica,con tanto mayor razón cuanto que los artífices detan estupendo progreso eran descendientes de Abra-ham, como fueron hijos de Osmán los fautores dela grandeza de España hasta la venida de los Aus-trias; y 10 mismo que aquí, los primates y optima-tes de la Iglesia resolvieron limpiar de infieles laregión con la punta de la espada, más bien quebuscar un avenimiento. Así fue que en el año de

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

16 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

1425 la autoridad eclesiástica decretó la expulsiónde los judíos, dueños no solamente de toda la ri-queza de la ciudad, pero también sus mejores sol-dados y arquitectos, de modo que bien pudo decircon Lope:

Maté a mi mejor amigo,a un hombre tal que primerme mataría a mi mismo;y le maté con razónmatándole sin motivo.

Más de mil cuatrocientas familias, las mejores ymás opulentas de Colonia, salieron de la ciudad, ycon ellas gran número de servidores, albañiles, sol-dados y gente mercenaria que derivaban su vivirde la generosidad de los judíos, esparciéndose enpoblaciones vecinas como Mulheim, Dusseldorf, El·berfeld y Creveld. y para completar la obra, casi dos-cientos años más tarde, en 1618, la suprema autoridadexpulsó también a los protestantes, con prohibiciónde sostener en lo sucesivo ningún comercio conlos fieles y de alistarse en las tropas de los con-des palatinos. Es de suponerse que semejante me-did~ trajo como consecuencia la desaparición de...•.todo corñettio y la miseria general, además de quela población se redujo a menos de cuarenta milpersonas, de las cuales tres mil eran eclesiásticoso pertenecientes a órdenes religiosas, y cuatro milmendicantes.

Primero que fueron expulsadas, en los arsenalesde la ciudad había yelmos, lanzas y armaduras

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 17

para veinticinco mil guerreros, aunque la pobla-ción masculina capaz de llevar armas excedía detreinta mil. Es verdad que el enardecimiento delas pasiones en aquellos tiempos oscuros no dabasitio para la tolerancia, de suerte que sería injustoemitir un juicio demasiado severo sobre quienesobraban sin duda de buena fe, tanto más si se tie-ne en cuenta que los hugonotes, en su afán desubyugar las almas y de socavar los cimientos delPapado, llegaron a extremos atroces. Mas no poreso los resultados de la intolerancia fueron menosfunestos, y la opulenta Colonia desapareció casi deentre la lista de las grandes ciudades, ayudada tam-bién por la desviación de las rutas tradidonalesdel comercio mundial a causa del descubrimientode América y de la circunnavegación del continen-te africano. El poderío naval sustituyó a la fuerzaterrestre, y ya no fueron Venecia ni las potenciasdel Mediterráneo las señoras del mundo, sino lasnaciones del norte que tenían acceso a los gran-des mares y se hallaban, por tanto, en capacidadde adueñarse del tráfico de oriente y occidente, co-mo Inglaterra, Portugal, Holanda y España.

No obstante, con el andar del tiempo las cosascambiaron, entró la cordura en los espíritus y des-pués del tratado de Westfalia las gentes pusiéron-se a trabajar. El Rin, con el Danubio y el Elba,tornó a ser de nuevo una de las grandes vías parael comercio del continente, y Colonia fue recobran-do su perdida preeminencia. Sin embargo, el creci-miento de esta ciudad, igual que el de otras me-

2

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

18 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

trópolis sajonas, data apenas de ochenta años,acrecentado por la unificación de los estados ale-manes después de la guerra de 1870. Por estopuede decirse que Colonia, [o mismo que Dussel-dorf, es una ciudad esencialmente moderna, en suespíritu y en su aspecto, de lo cual dan fe sus be-llos edificios y enormes estaciones de ferrocarril;los tranvías que circulan ruidosos por todas partes;el vocerío de las gentes; sus majestuosos puentesde hierro a través del Rin, sobre cuyas ondas pa-san y pasan vapores cargados de gentes y mer-cancías, provenientes ya de Maguncia, Coblenza yEstrasburgo, ya de Holanda, y empavesados conbanderas de todos los países; sus calles de asfalto,sus grandes hoteles y lujosos almacenes, que na·da tienen que envidiar a los de París y Berlín; y,en fin, sus escuelas y sus fábricas, para no hablarde los cabarets, pletóricos de música, de luces ymujeres bellas.

Sus habitantes, que pasan del medio millón, sonhospitalarios, laboriosos y honrados, y 10 mismoque sus hermanos de Prusia y de Franconia, danuna impresión de reserva, modestia y discreción, y sonmuy religiosos. Gustan de las actitudes y de ciertoalarde de dignidad y cortesanía, como todos losalemanes, que no conciben el trato social sin dar-se títulos formidables y grandes reverencias, lo cualaparece medio cómico para el que viene de otraspartes. Un ingeniero u abogado de la universidadde Bogotá, por ejemplo, se convierte aquí en elseñor super-ingeniero o super-abogado tal y cual, y

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 19

en los restaurantes es preciso decir: señor super-sirviente, sírvase traerme la cuenta, para ser atendi-do. Y si queréis transformar la faz adusta de lospolicías que gobiernan el tráfico en las esquinas,estirados y serenos como estatuas de bronce, qui-táos el sombrero ante ellos y preguntadles con ladebida atención:

-Guten Margen, Herrn Offizier. Wo ist die Ko-nig-Strasse ?

En el acto los veréis sonreír con todo el sem-blante, y enderezándose el bigote os dirán, contantas palabras como pueden, dónde queda la di-rección que buscáis.

Pero el alma y la enseña de Colonia, como en T0-

ledo, es la catedral. La maravillosa estructura góti-ca, con sus armonías de piedra y sus leyendas mi-lagreras, llena la historia de la ciudad y le prestafisonomía particular. La catedral: esta palabra espara sus habitantes el resumen de seis siglos deluchas y vicisitudes, la apoteosis del arte cristiano,el poema máximo de la piedra, la expresión estu-penda de la fe católica, y supera en esbeltez y enaudacia a todas las otras catedrales de Europa. Pe-ro si sus flechas y sus líneas exteriores son unconjunto admirable de arquitectura, mayor aún esel ensalmo de sus naves altísimas, sostenidas has-ta la crucería por columnas ligeras como árboles jóve-nes e iluminadas discretamente por la luz que se fil-tra a través de rosetones y ventanales policromos,esos ventanales góticos, que dicen la historia dereyes y de santos, fabulosos de colorido y simetría

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

20 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Las luchas de la Reforma y el sostenido conflic-to entre los ciudadanos y el arzobispado, que hizobatalla por centurias para acabar con las libertadesy adueñarse del gobierno, retardaron por espaciode mucho tiempo la terminación de la iglesia, cu-yos primeros cimientos datan de casi setecientosaños. Una leyenda dice que este retardo se debióa las malas artes del diablo, quien vengó de estasuerte la burla de que lo hizo víctima el arquitec-to que fabricó los planos, el cual, para hacerse adinero, le vendió su alma, exorcisándose despuéscon un hueso de Santa Ursula. Los negocios sonlos negocios, y la mala fe del arquitecto no le me-recía otro tratamiento, al menos en opinión del se-ñor de las tinieblas. Por lo demás, en Colonia yen el resto del mundo existe una verdadera monta-ña de huesos que se dicen pertenecer a la Santa,y con los cuales podrían fácilmente construírse losesqueletos de cincuenta mil personas. Con SantaUrsula murieron once mil vírgenes, degolladas enel mismo día por los Hunos.

La mayor profanación de la catedral tuvo lugaren 1796, cuando las tropas de la república france-sa entraron a saco en la iglesia, perforando su te-chumbre y convirtiéndola en depósito de forrajes.Después del Congreso de Viena, y gracias a laayuda de los reyes de Prusia, se comenzó la re-construcción, que no vino a terminarse sino hastael año de 1880, en que Ouillermo 1, con gran apa-rato de tropas y de corte y ante una inmensa mu-chedumbre, puso la última piedra en esa fábrica,empezada a construir siete siglos antes.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 21

Según la tradición, los cráneos de los tres ReyesMagos, traídos primero de Constantinopla a Milán,y luégo de aquí a Colonia por el emperador fe-derico Barbarroja en 1164, reposaron por muchotiempo en la catedral, siendo objeto de la venera-ción de los cristianos, que de todos los confinesvenían a rendir homenaje y a buscar remedio asus males ante las sagradas reliquias. Sin embargo,esta leyenda carece de fundamento, desde luegoque no ha sido ni siquiera posible identificar laspersonas de Melchor, Gaspar y Baltasar, sin quepor eso se amengiie el encanto de la bella leyen-da que todavía, y ojalá por mucho tiempo, da suprestigio a la fiesta de Navidad.

Otra vieja y curiosa historia popular refiere quehabiendo muerto de peste la esposa de un noblesefior, por nombre Richmodis, de señalada virtud ygrandes merecimientos, fue puesta bajo tierra condemasiada prisa y sin las debidas ceremonias, porlo cual la Providencia guió hasta ella a dos ladronesde tumbas, que la hallaron viva. Los foragidos hu-yeron abandonando su botín, y la cuitada, con lamortaja aun ceñida en torno del cuerpo, se encami-nó a su casa. Los ojos de Richmodis se negarona creer 10 que veían, y con más indignación queespanto le dijo a la que juzgaba venir del más allá:

-Más fácilmente creo que mis caballos se en-cuentran ahora mismo en la buhardilla de esta misanta casa, que usted sea de este mundo; de mo-do que vuélvase por el camino que trajo, espectromaldito I

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

22 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

y para maravilla y regocijo de Richmodis, nobien había pronunciado estas palabras cuando losdos mejores alazanes de sus cuadras asomaron porla buhardilla, como prueba de que la muerta decíaverdad. Ambos dieron gracias a Dios e hicieron co-locar las cabezas en piedra de los nobles caballossobre la buharda, donde aun se conservan, paraejemplo de las generaciones y como testimonio delo que fue un milagro patente. Las viejas devotasde Colonia aun encomiendan su alma a la señoraRichmodis, quien por haber muerto y resucitado,según decires, resolvió escanciar la copa de losamores en lo que le restó de vida.

No queremos terminar esta reseña sobre Coloniasin referimos a la Pressa, la admirable exposicióninternacional de la imprenta que tuvo lugar aquídesde la primavera hasta el otoño de 1928, y dela cual, sin duda, tuvo oportuna información el pú-blico de Colombia. Fue esta una demostración delos adelantos a que ha llegado el mundo, y espe-cialmente Alemania, en materias editoriales. Aun losprofesionales de la prensa iban aquí de sorpresaen sorpresa, pues son tantos y tan extraordinarioslos recursos que ofrece hoy la ciencia para la rá-pida dispersión del pensamiento, que muy difícil-mente podrán ser superados en otros campos dela actividad humana. Además, fue un noble concur-so de cultura entre las naciones de la tierra, quetodas estuvieron allí representadas, dándoles opor-tunidad para conocerse mutuamente y apreciar susrespectivos adelantos en esta máxima conquista delespíritu humano.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 23

La exposición tuvo lugar en una vasta serie deedificios de novísimo estilo, en ladrillo rojo, dis-puestos en hemiciclo en torno de una fuente muyoriginal y elegante, y terminados justamente paraesta circunstancia. El plan de las construcciones fuesobremanera sencillo, sin recargo ninguno de ar-quitectura, todo en líneas verticales, según la escue-la moderna, que busca los planos superpuestos yla armonía de la línea recta con prescindencia detoda ornamentación. Es un concepto sin duda muyafortunado, de gran efecto, especialmente cuandose aplica a edificios de mucha proporción, dondepuede admirarse el conjunto pero no el detalle ar-tístico. Por eso los rascacielos neoyorquinos que sealzan a doscientos cincuenta metros sobre el suelo,terminados a veces en flechas góticas y cubiertosde fiorituras que a fuerza de no verse parecen mu-gre, dan una impresión deplorable y carecen de es-tilo. Los edificios de la Pressa son un magníficoejemplo de buen gusto por la armonía de su con-junto y la elegancia de sus líneas.

El bloque principal, de ocho pisos, estaba desti-nado a la parte técnica, y el otro a los pabellonesde los diferentes países. Además, por doquiera ha-bía sitios de diversiones, y un ferrocarril en minia-tura transportaba los visitantes de un extremo aotro de la exposición.

El edificio de los pabellones fue muy interesan-te, pues además del material exhibido, cada paísdaba muestra de su espíritu y particular idiosincra-cia. En litografía y bellas ediciones los Es~ados

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

24 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Unidos y Alemania demostraron llevar la delantera,como también por la perfección mecánica, excelen-cia y poder de sus Iinotipos y máquinas de im-primir. las enormes rotativas, que pudimos ver enacción, son controladas por uno o dos individuoscon botones eléctricos, y pueden lanzar diariamen-te ediciones hasta de dos millones de ejemplaresde sesenta páginas, y son las que usan, por ejem-plo, el Chicago Tribune y el New York Times. Elpapel se desliza a una velocidad extraordinaria, yla misma máquina se encarga luégo de agrupar,plegar y transportar a las oficinas de distribuciónlas diferentes secciones del periódico, de suerteque una noticia puede ser impresa y llevada a to-dos los extremos de una gran ciudad casi en eltérmino de minutos. A este respecto pudimos re-cordar que después de asistir al célebre encuentrode boxeo entre Tunney y Dempsey en el estadiode Chicago, cuando salimos a la calle, a las oncede la noche, ya el Tribune circulaba por todaspartes con el relato de la batalla, round por round.

El pabellón de los Soviets estaba dedicado ente-ramente a mostrar sistemas de propaganda, algunosmuy ingeniosos y efectivos, pero sin mayor interésdesde el punto de vista cultural. Inglaterra, lospaíses Escandinavos, Holanda, Turquía y los Bal-kanes, lo mismo que Egipto, la China y el Japón,presentaron libros como joyas, donde cada letraera una obra de arte y ennoblecidos por el tiempoy el venerable contenido de sus páginas. AIIf lasediciones de Oxford y del Londres de Shakespeare

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 25

y Lord Bacon; los libros escandinavos de roman-ces y mester de joglaría j el primer Koran; lospergaminos faraónicos y los manuscritos de Sidar-ta Oautama, y, en fin, las escrituras inverosímilesde los antiguos mandarines, que daban su vida portrazar una página perfecta.

Los pabellones mejor presentados fueron sin dudalos de los países latinos, como Italia, Francia y espe-cialmente España. El de la primera, como es de supo-nerse, estaba dominado por un busto cesáreo y colosaldel señor Mussolini, lo que le daba un aspecto de ser-vil adulación, pero abundoso en libros raros y mara-villosos, lo mismo que el de Francia, señora delbuen gusto y maestra en el arte de presentar lascosas. Pero España dio la mejor nota en este cer-tamen de cultura, no solamente por la colecciónde reliquias impresas que pudo presentar, sino porla discreta, severa y elegantísima disposición desus salone~, que más parecían estancias de un cas-tillo feudal, llenos de dignidad, olorosos a cofresde sándalo y custodiados por las armaduras deantiguos señores y caballeros de Calatrava. DonMiguel de Cervantes Saavedra y el ingenioso Hi-dalgo de la Mancha presidían el salón prindpal, yno terminaríamos si quisiéramos hacer la lista delos nombres ilustres que aparecían en libros denoble estirpe con que España contribuyó a la ci-vilización del mundo. La parte exterior del pabe-llón semejaba un patio andaluz, con su balcón col-gado de flores y un mantón de riquísimo brocado,y en el medio una fuenta arrulladora. Sólo alaban-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

26 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

zas mereció este rincón de la Pressa. Cuando nos-otros visitámos la exposición, Colombia aun nohabía hecho nada por hacerse representar, aunquesupimos que lo hizo después, saliendo de la prue-ba airosamente.

El bloque destinado a la parte técnica y comer-cial fue de tan grandes proporciones, que sería im-posible dar una idea adecuada en estas páginasde todo lo que allí aglomeraron las diversas indus-trias que hacen relación con la prensa y con el li-bro, como 1inotipos, rotativas diversas, ingeniosísi-mos aparatos para la transmisión de noticias, utili-zando los últimos adelantos de la radiotelegrafía; má-quinas que copian y reciben dictados, etcétera. Aquí,como en los demás campos de la actividad humana, laindustria trata de suplantar cada vez más la unidadhombre con la unidad máquina, que trabaja sin equi-vocarse ni fatigarse, pero a costa de la tranquilidady del equilibrio sociales, porque crea ambiciones ynecesidades nuevas sojuzgando al mismo tiempola voluntad del individuo. La cuestión es produciry consumir en grande escala, cada vez más, y paralograr lo segundo es necesario convencer a loshombres halagándoles el oído, el tacto, los ojos yel olfato por medio de una propaganda inteligentey continua. Esta es labor especialmente de la pren-sa, a cuyo servicio están hoy las principales con-quistas científicas de la inteligencia en materia decomunicaciones, y por la cual, para lograr su favor,se lanzan los hombres en arriesgadas empresas. Entodos estos aspectos la Pressa llenó su propósito,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 27

constituyendo una de las exposiciones más impor-tantes de los últimos tiempos, como la feria deLeipzig, de la cual hablaremos oportunamente.

01<>1< *

La necesidad de continuar nuestro VIaje nos im-pidió permanecer más tiempo en Colonia, de don-de salimos al cabo de tres días para Bonn, cunade Ludwig van Beethoven y asiento de una céle-bre universidad, conocida en todo el mundo y muyfavorecida por los príncipes de la familia Hohen-zoIlern.

Esta antigua y venerable ciudad, sita a una horade Colonia en automóvil, no ofrece en realidadmayor interés desde el punto de vista de sus ca-lles y edificios, casi todos vetustos y terminadosen triángulo, según ese estilo peculiar y desgarba-do tan común en Alemania, sobre todo en los es-tados protestantes, que no conocieron la simetría.y el buen gusto sino hasta que Federico el Grandelos importó de Francia. El sitio de mayor interéslo constituye quizá la casa del gran músico, con-vertida hoy en museo, donde pueden verse retra-tos del maestro, sus papeles e instrumentos, asícorno la buharda en que nació el autor de Fide/ioen 1770. La universidad interesa sobre todo porqueera donde se educaban de preferencia los Hohen-zollern, y por los famosos duelos de los estudian-tes, que tenían a gran honor regresar a sus hoga-res con la faz cruzada de cicatrices.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

28 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Es de mencionarse también el monasterio deKreuzberg, donde antiguamente exhibíanse los cuer-pos momificados de los monjes muertos dentro desus claustros, algunos de ellos viejos de seiscien-tos años, pero muy bien conservados a causa dela extraordinaria sequedad del suelo. También pue-de verse la Scala Santa, copia en mármol de Ca-lTCfade aquella por donde subió Jesús hasta pre-sencia de Poncio Pilato en Jerusalén, y la cual espreciso subir de rodillas, como acontece con ladel Señor de Monserrate, en Bogotá. Se cuenta quedurante la Revolución francesa un coracero preten-dió subirla a caballo, con tan mala suerte que elcuartago resbaló sobre las losas, muy empinadas depor sí, y ambos rodaron, quedando muerto el eo-racero. Este accidente, considerado por los monjescomo un milagro, acrecentó la afluencia de fieles,que todavía continúa.

Pero el interés principal de Bonn deriva de susleyendas y de su historia, y porque puede decirseque allí comienza el romance del Rin. Originaria-mente puesto avanzado de los romanos, hacia elaño 40 de Cristo, Bonn no vino a lograr importan-cia sino mucho después, cuando el desenfreno delas pasiones religiosas estableció en Colonia la de-portación en masa de protestantes y judíos. Enton-ces, lo mismo que en la Roma de Alejandro VI yde los cardenales galantes del Renacimiento, la pie-dad anduvo frecuentemente mezclada con apetitosmenos nobles, sirviendo más bien de pretexto pa-ra intrigas amorosas, venales y políticas. Cuando

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 29

la autoridad eclesiástica expulsó de Colonia a Con-rado de Hochstaden por hereje, éste se refugió enBonn, donde hizo levantar murallas y un castillode calicanto con materiales que tomó de las viejasfortificaciones romanas.

La ciudad prosperó y vivió más o menos en pazhasta el siglo XVI. en que sobrevinieron aconteci-mientos que vale la pena recordar.

Gobernaba entonces en Colonia, como arzo-bispo-elector, el conde Salentino de Isemburgo,quien sin embargo no llevaba órdenes religiosas,cosa por lo demás frecuente en aquellos tiem-pos entre los príncipes de la Iglesia. El conde noera persona de mayores escrúpulos, de suerte quepronto se enamoró de una bella y noble dama conla cual se casó, renunciando al propio tiempo a to-das sus prerrogativas y dignidades. Este aconteci-miento suscitó enorme escándalo, y para prevenirsu repeti ción los ciudadanos eligieron al condeOebhard Truchsess, muy reputado por su celo re-ligioso y buenas costumbres y quien, además, ju-ró por escrito obediencia a la Santa Sede y fideli-dad a la causa católica. Pero entonces, como aho-ra, los políticos no se creían en el caso de respe-tar la palabra empeñada una vez dueños del poder,lo cual parece que se ajusta muy bien a la éticade ese arte, en que lo importante es saber men.tiro Sin duda, tal consideración hizo decir no hacemucho a un célebre estadista inglés, «que si loshombres políticos hiciéramos en privado lo quehacemos en público, seríamos todos unos bandole-ros,..

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

30 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Sea como fuere, lo cierto es que un día de Se-mana Santa, mientras el conde avanzaba bajo pa-lio en la procesión del Corpus, sus ojos cayeron enuna monja de maravillosa belIeza, asomada a unaventana del tránsito y de quien enamoró se con tantaintensidad como rapidez. De regreso a su casa, elarzobispo-elector hizo raptar a la monja, que resul-tó ser la divina condesa Agnes de Mansfeld. No hayevidencia de que la infortunada cediera a los apre-mios del conde, quien la encerró durante cuatroaños en la torre de su castillo; pero lo cierto fue queterminó casándose con él en 1583, bajo las instan-cias y amenazas de sus hermanos y según los ritosestablecidos por Cal vino. El electorado, naturalmen-te, lanzó una pragmática, desposeyendo de sus tí-tulos a quien de semejante modo ofendía el senti-miento público, y nombró en su lugar al duqueErnesto de Baviera. Pero Truchsess de Waldburgorecogió el guante y rehusó entregar el mando al deBaviera, ayudado por su hermano Carlos, resultan-do de aquí una lucha feroz entre ambos magnates,que se prolongó por mucho tiempo. Los desposa-dos huyeron a Westfalia con el tesoro de la sedearzobispal, mientras que Carlos aterrorizó y saqueóa Bonn hasta que al fin fue capturado y muertopor los soldados de Ernesto de Baviera. Este per-siguió después a Oebhard, logrando volar el cas-tillo de Oodesberg, donde habiase escondido, aun-que el fugitivo tuvo tiempo de escapar con la bellacondesa, dirigiéndose a Inglaterra"en busca del apo-yo de la reina Isabel. Esta última acogió con bra-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 31

zos abiertos a Agnes de Mansfeld, para deportarlapoco después a Holanda, cuando la condesa provo-có los celos de la reina enredándose en una aven-tura amorosa con el gallardo Roberto Devereux,conde de Essex. Oebhard, vencido y en la miseria,murió en Estrasburgo en 1601, terminando así estecélebre escándalo.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

...

CAPITULO 11Los romances del ~m-Las sie·

te colmas-El castillo de Dra-chenfels y sus leyendas: elconde Enrique, Sigfrido y elDragón - El monasteriO deHeisterbach y el monje Félix.Comino de Maguncia.

-~

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

34 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Bien entrada la mañana franqueamos el Rin porel Alter Zoll, soberbio puente de hierro con es-tribos a guisa de fortines medioevales, y nos enca-minamos a Petersberg, una de las célebres siete co-linas que se alzan en círculo sobre la banda de-recha del río en pintoresca sucesión, verdeantes yrisueñas, con alegres caseríos por la base y casti-llos cimeros. Bajo el cielo sereno y azul nuestroautomóvil sube hasta la cumbre un camino en zig-zag, f1anqueado de pinos albares y a veces tan em-pinado que el motor apenas si logra vencerlo. Enla cima, y arropado entre frondosa arboleda, se alzaun magnífico hotel moderno, con vista a todos la-dos y muy bien servido.

Como el aire es tibio, hemos resuelto almorzaren la terraza, junto con algunos turistas ingleses yamericanos que demuestran su alegría con grandescarcajadas, mientras los criados circulan por entrelas mesas llevando y trayendo platos y haciendo re-verencias. El reposo y opulencia del paisaje parecepenetrar en los espíritus, y el sol alardea en copasrebosantes de dorado vino, ese vino del Rin queestimula sin adormecer y que parece encerrar en susoros un misterioso encantamiento.

El río se desliza quietamente a nuestros pies, bañan-do casi los burgos que se extienden sobre ambas ban-das, Mehlem, friesdorf, Dottendorf, Konigswinter, Lim-perich, tachonados de árboles y de techos rojos y cru-zados por caminos diminutos como los que se ven enlos cuadros de los viejos maestros. Los flancos de losmontes aparecen cubiertos de plantíos y viñedos de

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 35

verde agraz, y en las eminencias, aquí y allí, emer-gen las sombrías siluetas, ya derruídas, de torreo-nes y castillos de antiguos señoríos, mudos testi-gos de una época legendaria, cuando sus dueñosbajaban a librar batalla con sus rivales o iban decaza en compañía de sus amantes y precedidos detrompeteros y perros ventores.

Las más eminentes entre estas ruinas son las de 00-desberg, donde estuvo escondida Agnes de Mansfeld,y de la cual sólo quedan las barbacanas y la torre delhomenaje; y la de Drachenfels, que podemos ver anuestra izquierda, erguida sobre un farallón cortado apico y tan carcomida por el tiempo que apenas si lo-gra sostenerse. El castillo fue primero construído porel arzobispo Federico l de Colonia para defendersecontra las embestidas del Emperador Enrique V, enel año de 1117, y luego pasó a manos de un mo-nasterio de Bonn, que a su turno lo cedió en parteal burgrave conde Claes a cambio de que éste su-ministrara las tropas y el dinero necesarios para sos-tener lo. Pero el trueque no resultó ventajoso parael monasterio, porque al cabo de dos generacioneslos descendientes del burgrave se adueñaron delcastillo por entero, sin explicaciones. Se cuenta quedurante una comida ofrecida por uno de ellos a losbarones del vecindario en el siglo XV, y mientraslos in-.~ados se ponderaban mutuamente el valor ybelleza de sus anillos, el conde Enrique, que así sellamaba el anfitrión, mostró el suyo, diciendo:

-Mi anillo, aunque en vez de diamante tiene unguijo, vale mucho más que todos los vuéstros juntos.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

36 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

-¿Por qué lo decís, conde? - preguntáronle sus

amigos.-Porque la piedra que veis aquí me produce

enorme rendimiento. Al capítulo metropolitano deColonia, solamente, le vendo cada año hasta cienflorines en piedra de mis canteras.

En efecto, de Drachenfels salió el material parala construcción de la catedral, al menos durante laprimera época.

Pero la más romántica leyenda nacida en Orachen-fels es sin duda la de Sigfrido y el dragón. En unode los repliegues de la roca se abre la cueva queservía de guarida al monstruo, el cual venía aterro-rizando la comarca sin que fuera posible darle caza,pues arma ninguna podía herirlo a causa del espe-sor de su costra escamosa. Pero Sigfrido, tan gallardoy hermoso como valiente, descubriendo la vereda pordonde el dragón bajaba hasta el río para beber, ca-vó en ella un foso, y a\1í se ocultó en acecho dela fiera; y en cuanto ésta hallóse encima de su ca-beza le hundió la espada hasta los gavilanes porbajo del corazón, donde la piel era suave. Sigfridoquedó bañado en el torrente de sangre que saliódel dragón, la cual lo hizo invulnerable a arma nin-guna de mortal, excepto en un sitio de su espaldaque le fue señalado, mientras se bañaba, por unahoja que se desprendió de un tilo. Sigfrido confióel secreto a su mujer-ioh, imprudencia de los ma-ridos! - y ésta lo hizo conocer de Hagen, su aman-te, quien de esa manera pudo apuñalar a su des-venturado rival mientras él se inclinó para beber.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 37

Según otra versión, no fue Sigfrido sino una vir-gen cristiana la vencedora del dragón de Drachen-fels. Dice esta leyenda que habiendo sido captura-da por unos guerreros paganos mientras hacía ora-ción, éstos decidieron, en vez de darle muerte, atar-la a un árbol cercano a fin de que el monstruo ladevorase. Mas para maravilla de los impíos, cuan-do el dragón se dirigió a la virgen con malos hí-gados, la cuitada le arrojó el crucifijo que llevabaal cuello, con 10 cual la fiera se partió llena de te-rror acabando por ahogarse en el río. Esta versión,tendenciosa de por sí, no tiene el encanto de laotra y se debe a la inventiva de los monjes deBonn, quienes añadieron, naturalmente, que el mi-lagro ocasionó la conversión de todos los habitan-tantes de la región a la fe católica, y que su prín-cipe se casó con la virgen cristiana, tal como suce-de en los cuentos infantiles. Por eso en el monaste-rio de Kreuzberg alumbraban, día a día, los cirios quelas personas devotas solían colocar ante viejos y des-teñidos lienzos con escenas de la ocurrencia, mientrasque lo:; buenos monjes cambiaban monedas por

reliquias.¡Leyendas del Rin! ¡Viejas historias de amorosos

desvaríos, de hazañas guerreras o de milagro y ma-ravilla, que aun pobláis de fantasmas amables lospeñascos y los bosques! ¡Sombras de Sigfrido, deBrunequilda y Segismunda, de Ounther y Brunilda,de los Nibelungos y de los Caballeros teutones, queparece alentáis en el paisaje, embrujando y tiñendod e infinita melancolía los castillos arruinados de an-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

38 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

tiguos señorones! ¡Oh, leyendas maravillosas delRin! iOh, adorables cantigas, que inflamásteis lasmusas de Wagner y de Ooethe!

Ahí está, por ejemplo, Heisterbach, donde puedeverse lo que aun queda del más célebre de los mo-nasterios cistercienses, cuyas encantadoras leyendasfueron transcritas por Walter Mapes conforme alespíritu de quien las inventó, aquel famoso priorCaesarius, tan picaresco como buen filósofo. Deél tomó Longfellow la conocida historia del monjefélix que aparece en La leyenda dorada, y quenosotros oímos relatar muchas veces en nuestra ni-ñez, antes de dormimos, de labios de cierta buenatía. ¿La recordáis?

El monje félix llevaba muchos días de tortura, nopudiendo en manera alguna admitir como verdaderaslas palabras del texto sagrado, de que «milaños en laaugusta presencia son apenas un día", cuando he aquíque una mañana, mientras paseaba por bajo las ha-yas del jardín, llegó a sus oídos el canto dulcísimode un pájaro madruguero. Cuando el canto cesó, fé-lix encaminóse a la abadía, y para asombro del monje,el hermano portero le rehusó la entrada, alegan-do que no le conocía.

-Hermano, dijo el recién venido, os declaro anteel Señor que yo soy el monje féIíx.

-Ningún monje félix habita en esta santa casa,respondióle el portero.

Pero el milagro quedó en claro cuando en loscronicones del convento vino a descubrirse que elmonje félix había desaparecido del claustro hacíacien años.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 39

And they knew, at last,That such had been de power01 that celestial and immortal song,A hundred years had passed,And had not seemed so longAs a single hour!

Allá abajo, a nuestra izquierda, verdea en me-dio del río la isla paradisíaca de Nonnenwerth, ysobre un monte de la ribera opuesta vemos desta-carse la triste ruina de Rolandsbogen, donde nacióuna de las más bellas leyendas del Rin, parecidaen cierto aspecto a la desgraciada historia de Abe-lardo y Heloísa.

Dice la leyenda que Rolando, amigo de Carlo-magno y brioso paladín, andaba cierta vez los ca-minos en busca de aventuras para ejercitar su va-lor y su destreza, cuando le sorprendió la nochefrente al castillo de Heriberto, señor de Drachem-burgo y de las Siete Colinas. Ralando descabalgóy vino para el alcázar en demanda de hospeda-je, seguido de su escudero, con el propósito decontinuar su andadura al día siguiente en busca deun caballeroso adversario. No bien hubo franquea-do la rampa almenada cuando vio que Hildegunda,hija del señor del castillo, vino a postrarse ante él,según mandaban las tradiciones de caballería, hacién-dole mesura con vino, pan y pescado. Sus cabelloscaíanle sobre los hombros cual una nube de oro, diceel poeta; sus mejillas tenían el cambiante de las conchasm arinas; sus labios eran rojos como los alboholes en

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

40 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

medio del trigal, y sus brazos y sus manos ondu-laban con la gracia exquisita de los tallos de una rosadel campo. Rolando puso extas}ado sus ojos en losazules ojos de Hildegunda, y tomando de sus ma-nos el vino que ella le ofrecía en copa de oro,brindó a la salud de Heriberto, aceptando al propiotiempo la generosa hospitalidad de ese gran señor, yresuelto a no buscar nuevas aventuras porque habíaencontrado la más notable que un paladín de subravura pudiese encontrar.

Hildegunda encendióse también de amor por elvaleroso Rolando, de manera que bien pronto se ca-saron, con gran pompa y entre la alegría de los va-sal1os. La primavera misma pareció celebrar con susgalas el feliz acontecimiento, y los viñedos, los bosques y los senderos de las colinas fueron testigospor largos meses de aquel amor juvenil y apasiona-do, que nada en la vida habría de oscurecer. PeroRolando era un soldado y tenía puesta su espadaal servicio del emperador. No era dueño de su vida.Así fue que una triste mañana Hildegunda lo viopartir cubierto de sus armas para luchar contralos infieles sarracenos, que por esos días devasta-ban el norte de España a fuego y sangre. Erapreciso obedecer la orden de Carlomagno, pero an-tes de separarse los dos amantes se juraron amoreterno, sobre el Evangelio y sobre la cruz de la es-pada de Rolando. Y pasaron los meses sin queHildegunda supiera del paladín. ¿Habría sucumbido,acaso, víctima del alfanje sarraceno? Sí. Un mensajerotrajo un día la triste nueva. Rolando cayó en los Pi·

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 41

rineos tras brava lucha en combate desigual, y en-tonces la infeliz enamorada, sin esperar ya nada deeste mundo, se desposó con el Señor encerrándosepara siempre en el silencioso claustro de Nonnen-werth.

Sin embargo, Rolando no había muerto. Un pia-doso campesino lo reconoció entre el montón decadáveres, traspasado de lanzas pero aun vivo,y lIevándoselo en secreto a su choza le cuidó susheridas hasta que al cabo de varios meses lo de-volvió sano. Rolando entonces, gustando de antemanola dicha del encuentro, encendió una noche de in-vierno su antorcha ante el castillo de Heriberto. Losdos hombres se miraron sin hablarse, y Rolandosupo, por boca de un servidor, que Hildegunda yano le pertenecía a él sino al Señor. El paladín arro-dillóse en acatamiento a la divina Voluntad, y des-ligado también de este mundo, hizo construír unatorre desde la cual podía ver las murallas que en-cerraban a su amada.

De sobretarde llegaban hasta él los ecos del cam-panario, o el dulce cántico de las monjas a la horade maitines, con el alba, y muchas veces lograbaver el reposado desfile de las hijas del Señor a lolargo del c1au~tro, pero sin saber cuál era Hildegun-da, porque todas llevaban la faz sumida en el mis-terio de las tocas. Un día pudo discernirla y en-tonces sintió una alegría inmensa. Era la cuarta enel desfile. Por largas horas avizoraba en la torre pa-ra verla pasar, hasta que de pronto ya no la viomás, y en un amanecer de diciembre llegó hasta él

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

42 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

un doble de campanas y el coro fúnebre y caden-cioso de las monjas, que conducían a la capilla, en-tre cirios, el cadáver de Hildegunda. Rolando jun-tó las manos en oración ante el hueco de la ven-tana, donde lo halló su escudero, y desde ese ins-tante no volvió a pronunciar ni una palabra. HiI-degunda rindió su espíritu sin saber nunca de lavuelta de su amante, que mudo y ensombrecido pa-saba semanas enteras contemplando el pobre cru-cifijo que señalaba, allá abajo, en el jardín del con-vento, la tumba de Sor María de la Cruz. Y allí ama-neció un día muerto Rolando, de rodillas ante elhueco de la ventana, mientras las monjas entonabancon su dulce voz el rezo de maitines.

Nosotros pasamos el día en estas reminiscenciashasta que ya caída la tarde emprendimos el descen-so hacia Bonn, a fin de tomar a la mañana si-guiente uno de los pequeños vapores que subenel Rin hasta Maguncia. A nuestra izquierda el granrío perdíase en los montes, mientras que a nuestraderecha se deslizaba soñoliento en medio de prade-ras abiertas, donde empezaban ya a brillar las lucesde los burgos. Lejos, en una penumbra azul, desta-cábanse airosamente las flechas de la catedral de Co-lonia, en tanto que una brisa tibia, saturada de per-fumes de monte, soplaba suspirosa por entre las ra-mazones de los pinos albares .

•••La mañana es espléndida, y nuestro barco, el Deu!s-

chland, remonta el río sin prisa y sin esfuerzo, de-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 43

jando en pos dos estelas que se van separando hastamorir cada una en una banda A bordo vienen muchosturistas americanos e ingleses, la mayor parte porcuenta de la agencia Cook, y algunos alemanes deBaviera, gordos y sonrosados, en ese pintoresco tra-je montañero de calzón corto de cuero, plumaen el sombrero, botas herradas y mochila de cami-nante. Se muestran satisfechos de la vida, y sus bi-gotes contrastan con la faz limpia y severa de losingleses, quienes escrutan el paisaje con sus prismá-ticos o toman fotografías, mientras que los prime-ros prefieren hablar en alta voz o entonan en coroviejas canciones de Hcidelberg, alzando sobre lascabezas vasos rebosantes de cerveza de Munich. Suentusiamo crece cuando la banda de a bordo con-mueve el aire con valses estruendosos, y cada vezque nos cruzamos con otro barco hay un cambiode saludos y pañuelos que se agitan. Algunosturistas contemplan el paisaje distraídamente, y otros,en especial las mujeres, toman notas y consultan suBaedeker cuando el agente de Cook grita nombresy cita episodios a través de su bocina, con esa pre-cisión mecánica y desentonada de quien está acos-tumbrado a repetir varias veces por día una mismacosa. A nuestro lado viene una dama de Chicagode edad indefinible, empeñada en aprenderse de me-moria absolutamente todos los nombres que salende la bocina del guía, algunos de los cuales son enverdad inaccesibles para el mortal que no haya teni-do la buena suerte de nacer hablando alemán. Pero ala dama, en rigor, no le interesan en mayor grado

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

44 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

los sitios sino sus nombres, porque piensa escribirun libro de viajes y dictar conferencias a su regresoa la patria, de modo que rara vez quita los ojos- delBaedeker para ponerlos en las riberas. Can todo, alcabo de un tiempo nos dice, con ese tono afirmati-tivo de quien profiere una verdad insospechada:

- This country around here is wonderful. Isn't it?-Ves, madam.-Is this your f¡rst trip in Oermany?-Ves, madam.-But don't you think I¡fe is better over in the

States?-Ves, madam.-And don't you think these Oermans are rather

awkward?- Ves, madam.-Arn't you really tired of so many churches and

castles al\ in ruins?- Ves, madam.-How do you like this beautiful weather?-Very well, madam.

Hemos dejado atrás a Bonn, Konigswinter, Saalhof,Rheineck, Hammerstein, y a medida que avanzamos,los montes se empinan y se estrechan más y más,dominados siempre por torreones y castillos en su-cesión interminable, imponentes los unos, humildeslos otros, pero llenos todos de romances, de leyen-das, acordándose maravillosamente con el tono delpaisaje y tan pintorescos y diversos de aspecto queparecen ilustraciones de un cuento oriental. Es un

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 45

panorama de ensueño, que dijérase flotar en la luzazulina de esta mañana de agosto. Los flancosde los cerros están cubiertos de viñedo,> casi ensazón, o de plantíos dispuestos en parcelas tan re-gulares y bien alineadas que parecen mantas trilla-nas. Para fortuna de este trayecto, la industria noha levantado fábricas ni construcciones de hierro,de suerte que el paisaje guarda su aspecto agrestey legendario, si se exceptúan las heridas abiertas enlas rocas aquí y allí para la extracción de piedra.¡Cuán hermoso debió de ser este afortunado rincóndel mundo en épocas de pasadas glorias, cuandoguerreros y poetas ejercían sobre la comarca indis-putado señorío!

Sin duda el lector querrá saber el por qué de tan-tl'S castillos y la razón para que todos se hallen enruinas. Según dijimos antes, el Rin fue durante laEdad Media la gran vía para el comercio, no sólo deAlemania, pero del continente europeo, de suerteque por él transitaban los mercaderes del norte, del sury del oriente, además de que entonces, lo mismoque hoy, en sus riberas se producían vinos exce-lentes, reputados entre los mejores de Europa. Do-minar el río era, por tanto, como tener la llave dela fortuna, de modo que bien pronto los nobles delcontorno, acostumbrados a vivir únicamente del des-pojo y de la guerra, porque el trabajo era oficio devillanos, se hicieron fuertes en estas eminencias, lascuales les ofrecían seguridad y descubrían muchoespacio de tierra.

Estos barones se convirtieron por obra de las cir-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

46 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

cunstancias en aves de rapiña, en verdaderos ban-didos, y no sólo saqueaban la heredad de sus ve-cinos más débiles toda vez que podían, sino queeran el terror de los viajeros y de los barcos quetransitaban el rio, los cuales eran forzados a pa-gar un tributo a cada paso y sin poderlo evitar,pues el Estado reconocía este derecho a los seño-res feudales. Una parte del impuesto iba al empe-rador,la otra al príncipe de la región y el resto alos barones que lo cobraban. Estos, por su parte,estaban en la obligación de conservar en buen esta-do el camino Que iba por la orilla y de remolcarlas embarcaciones con mulas en los pasos difíciles,así como de protejerlas contra los asaltos frecuen-tes de los bandoleros. Pero los apetitos de los ba-rones los llevaban constantemente a abusar de susprivilegios, restringiendo unas veces las libertadesde sus vasallos, sin razón ni justicia, y otras impo-niendo a los ciudadanos contribuciones excesivas,verdaderas exacciones de piratas, de suerte Que lasciudades y los campos vivían en continua rebelióncontra sus señores. Puede decirse que por este mo-tivo la historia de Alemania fue en esa época unno interrumpido conflicto entre la nobleza y la plebe,en el cual no siempre obtuvo esta última la ventaja.

El medro de los barones alcanzó su auge hacialos siglos trece y catorce, en Que fueron construí-dos la mayor parte de estos castillos. Y cdsi tres si-glos después Luis XIV, interpretando falsamente unacláusula del tratado de Westfalia Que puso términoa la guerra de treinta años, se apoderó de Alsacia

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 47

y de Lorena y envió luégo sus ejércitos en una or-gía de destrucción a todo 10 largo del Rin, de mo-do que muy pocos castil1o~ quedaron en pie y susdueños huyeron para no volver. Entre las víctimasfiguraba no solamente la pequeña nobleza sino tam-bién los Grandes Electores, opulentos y poderososseñores que gobernaban las provincias y elegían alemperador, y que por lo general eran príncipes ge-nerosos, buenos administradores y amantes de lasletras. Los ejércitos de la Revolución francesa com-pletaron la devastación del Rin un siglo después,en nombre de la Razón y de la Libertad, siendo unafortuna que las ruinas no hubieran sido puestas com-pletamente a ras.

'"'" '"El Deutschland continúa subiendo, y he aquí que

nuestros ojos descubren, en una vuelta del río, algoextraordinario. En efecto, una isla baja flotando, llenade gentes, con un caserío en el medio y empavesa-da de banderas. Parecc como si uno de los burgosde la orilla se hubiese desprendido, y lo más ex-traño es que por el frente vienen remeras que ba-ten las aguas cadenciosamente, inclinándose ya a unlado, ya a otro, mientras entonan coplas melodiosasque una muchedumbre responde en coros inmensosy majestuosos, como los que se oyen en los orfeo-nes de la Capilla Sixtina. Parece una visión de cuen-to de hadas. La isla baja lenta, lentamente, y a me-dida que nuestro barco avanza a su encuentro elcanto se robustece y pasa sobre nuestras cabezascomo un soplo sonoro.

-¿Qué es esto, señor?-preguntamos a un oficialdel barco.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

48 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

-Es una balsa que va a Ho!anda.¿Una balsa esta enormidad? Pues si, señor, es una

balsa, una de esas célebres balsas del Rin descri-tas por Stevenson de esta manera:

«Y vi dos o tres de estas enormes balsas, forma-das por árboles de Suiza y de la Selva Negra, unaanclada en medio del rio y la otra flotando co-mo una isla. Los famosos Krakens están forma-dos por robles y abetos de las montañas que cu-bren las orillas de los ríos tributarios, por los cua-les bajan a merced de la corriente hasta estas cer-canías atados en porciones o balsos más pequeños,y que agregados unos a otros dan cuerpo a la bal·sa grande. Dicha balsa alcanza a veces una longi-tud de doscientos cincuenta metros por quince deanchura, y cuando se pone en movimiento va pre-cedida por botes de lastra que llevan consigo an-clas y cables para guiarla o detenerla en su curso.La manipulación del krahens, desde aquí hasta Dort,en Holanda, su lugar de destino, ofrece grandesdificultades, y requiere una habilidad extraordinariaque muy pocos poseen, para salvar las corrientes,los remolinos, curvas estrechas, rocas y bancos dearena que constantemente se oponen a su andar.Además, el cumplimiento de todas estas operacio-nes no es posible sin la suma de muchos esfuer-zos y labor manual, de donde resulta que la tripu-lación de estas balsas llega con frecuencia a la sor-prendente cantidad de mil personas entre obreros,capataces, mujeres Y niños, todos los cuales sealojan a bordo en un número de habitaciones de

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTIllOS Y LEYENDAS 40

madera que no baja de cincuenta o sesenta, juntocon almacén de provisiones, establo para ganados,etc. Entre tales chozas se destacan, por su holgu-ra y comodidades, las del capitán y el encomen-dero.

Es curioso observar el paso de un krahens, conbandas de remeros a lado y lado batiendo las aguascon sus inmensas palas, cuyo ritmo llena las ribe-ras de ecos sonoros".

Después de cruzarnos con tan original embarca-ci6n vemos aparacer, a una vuelta del río, primerouna casa, después dos, en seguida las torres bizan-tinas de una iglesia, los ennegrecidos bastiones deviejas murallas, una ciudad, en fin, pintorescamenteextendida a lo largo de la orilla, tachonada de ca-sitas blancas y rojas donde el sol hace alarde: esAndernach, antigua residencia de los emperadoresmerovingios, y una de las cincuenta fortalezas deNer6n Claudio Druso, que alcanz6 gran prosperi-dad en los primeros tiempos de la Liga Ánseáticay fue destruída dos veces, primero por el emperadorFelipe de Suabia en 1198, y después por los fran-ceses en 1688.

Se cuenta que el de Suabia la puso a saco envenganza de haber tomado el partido de su rivalOtto de Brunswick, cuyos mercenarios se pasaronal enemigo y sitiaron la ciudad, la cual, por su par-te, permaneci6 leal a Otto. Mientras los sitiadores es-peraban al emperador lograron un día poner manosen una monja, y para divertirse la desnudaron, ba-ñáronla en miel, cubriéndola luégo de plumas de

4.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

50 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

gallina, y en ese estado la pasearon por todo elcampamento sobre un jamelgo deslomado entre lamofa y el escarnio de la soldadesca. Felipe acertóa llegar en esta sazón, y en vez de complacerse enel bárbaro atentado, porque era muy religioso, pusoa los cabecillas en agua hirviendo hasta convertir.los en caldo, y luego tomó la ciudad y la quemóhasta sus Cimientos.

Nuestra demora en Andernach es corta, lo mis-mo que en Neuwied, sita en la otra banda del río,y a poco aparece, casi de improviso, el enorme ymajestuoso monumento del emperador Ouillermo,levantado por la nación alemana para conmemorar lavictoria de 1810 y que se alza precisamente en elángulo formado pOI la confluencia del Rin y delMosela.

Estamos en Coblenza, "la ciudad renana" porexcelencia, y una de las cabezas de puente ocu-padas hoy por los franceses. En ambos ríos hay con-siderable tráfico de barcos y chalupas, y sobre lasplayas abundan los bañistas y los restaurantes alaire libre. El Deutschland ancla frente al imponen-te castillo de Ehrenbreitstein, y en un automóvilrecorremos la ciudad nueva y la antigua, situadaal otro lado del Mosela, donde está el abandonadocementerio francés del tiempo de Napoleón. Allí seve una pirámide ennegrecida por el tiempo don-de aun puede leerse: "Aquí yace Marceau, solda-do a los diez y seis años, general a los veintidós,que murió luchando por su patria el último día delaño IV de la República. Quienquiera que tú seas,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 51

amigo o enemigo, respéta sus cenizas ". La histo-ria se repite, y sin duda Marceau siente gran con-suelo cuando hasta él llegan los ecos de los clari-nes que ahora mismo resuenan frente a nosotros,los clarines de las tropas francesas de ocupación,como prueba de que su muerte no fue en vano.

Nosotros hemos querido tomar algunas fotografías,pero un guardia nos advierte que el uso de cámarasfotográficas está prohibido por la autoridad militar. Esto se debió a que cuando los franceses ocupaban la pla-za con tropas senegalesas, un periodista americanoimprimió varias películas para demostrar los exce-sos y la apariencia de los negros usados por Cle-manceau en las ciudades renanas. Nosotros creemosque el periodista tenía razón, pero otra cosa pien-sa el comando militar.

Poco interés nos mereció la ciudad en sí misma,de suerte que después de observar sus principalesmonumentos hemos resuelto subir hasta la fortale-za de c.hrenbreitstein, llamada por mucho tiempo el"baluarte de Alem:mia" o el "Gibraltar del Rin ",a causa de su posición estratégica frente a la de-sembocadura del Mosela, lo cual fue sin duda degran valor cuando no se conocían los cañones de42 centímetros.

La fortaleza puede haber perdido su primitiva efi-cacia, pero Coblenza es y seguirá siendo de capi-tal importancia militar, pues da acceso y gobiernalos valles del Rin y del Mosela. Los franceses losaben, y por eso están ahí. El castillo abarca com-pletamente el ápice de la colina donde está asen-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

52 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

tado, y se adhiere a ella de tal modo que pareceun apéndice tallado de la roca.

En verdad, el castillo de Ehrenbreitstein fue cons-truído a principios del siglo pasado, con dinero fran-cés obtenido por Prusia después de las guerras na-poleónicas,pues la primitiva fortaleza quedó reducidaa escombros cuando las tropas imperiales evacuarona Renania en 1801; de modo que éste, como los de-más castillos del Rín, ha sido víctima constante de lasacometidas del gallo galo y es casi un símbolo detradicional enemistad entre Francia y Alemania. Lareconstrucción de los fuertes después de Napoleóncostó entonces la enorme suma de cinco millonesde dólares, y al cabo de cien años han venido aquedar de nuevo desmantelados por los francesesen virtud del tratado de Versalles, que ordena des-truír todas las defensas que se encuentren en unazona de cincuenta kilómetros sobre la banda dere-cha del Rin. Pero es seguro que dentro de pocosus cañones vuelvan a apuntar del lado de Francia,y así sucesivamente. En lo antiguo era consideradoel castilIo como inexpugnable, y sólo capituló dosveces, ambas por hambre, en 1637 y 1799, siendoinnumerables los sitios que sostuvo con éxito, co-mo el de 1688 contra el propio Mariscal Vaubanen presencia de Luis XIV.

Desde la cima se goza un paisaje realmente ma-ravilloso, pues domínanse las llanuras de Eifel y deNassau, y cuando el día está claro los ojos alcanzanhasta Colonia de un lado, y más allá de Bopparddel otro. Pero el mejor regalo de la vista es el !va-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 53

He del Mosela, que desde aquí más parece artificiode los hombres que obra de la naturaleza: tantaasí es su variedad y su verdura. De modo que he-mos resuelto recorrerlo antes de; continuar haciaMaguncia, pues difícil nos parece resistir a la tenta-dora invitación que nos hacen sus montes y suscaminos ocultos, además de que bien vale la penatomarse una botella de bon vino del Mosela al am-paro de sus viñedos y con toda la reverencia queel caso requiere.

Porque importa saber que escanciar el vino esun arte sutil en estas tierras, y mísero y vano deaquel que lleve la copa a sus labios sin prímerocontemplar en silencio el dorado licor; sin aspi-rar luégo su aroma con los ojos dormidos, y pro-barIo apenas a fin de advertir a la mente y al gustode lo que va a venir; y, en fin, sin apurarlo len-tamente y a sabiendas, saboreándolo después conregocijo de toda la faz, como único elogio, por-que las palabras serían superfluas e insuficientes.Esta es la mejor y la única manera digna 'de :co-rresponder el favor de una copa de vino añejo, pa-labras que tienen para los productores de uva unsentido íntimo, casi místico.

Antes de abandonar a Ehrenbreitstein hemosquerido recordar la visión "que por voluntad delSeñor" tuvo aquí el muy santo Elector Juan Hugode Orsbeck, la víspera de la Epifanía del año de 1701.

Dicen las crónicas que habiendo terminado su ora-ción, ya bien entrada la noche, y cuando se dirigíaa la iglesia por una estrecha galería de piedra,alum-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

54 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

brándose con una lámpara, tuvo la extraordinariasorpresa de encontrar la sagrada estancia llena depersonas conocidas, algunas de las cuales habíanmuerto hacia tiempo, y otras hallábanse lejos delcastillo. Su sorpresa creció al descubrir entre el gentíoa su hermana Eva, muerta cuando tenía quince años,"bella como el mejor día de verano y radiante dediamantes." Junto teníase su hermano, caído en ba-talla contra los infieles en campos de Hungría haciamás de treinta y siete años. Aquélla sostenía un her-moso ramo de novia, y éste llevaba una venda sobreel brazo derecho, donde fue herido, y en la manoizquierda una guirnalda de mirtos. Delante de ellosestaban sus dos hermanas mayores, de las cualess610 una vivía aún, ocupadas en examinar el anillode desposada de su madre; y junto al altar unataúd abierto, con el propio cadáver de Juan Hugoentre mortajas.

El clero y los canónigos entraron a paso lento,y después de entonar una misa de requiem por elalma del Elector descendieron el ataúd a la bóveda,rompiendo sobre ella el escudo de armas de losOrsbeck.

Cuando vino la noche el príncipe se retiró a sushabitaciones, todo recorrido de espasmos, y sólo congran esfuerzo pudo conciliar el sueño. A la mañanasiguiente quiso atribuír tan singular aconteciminntoa una pesadilla, mas para asombro suyo encontró elanillo de su 'madre caído al lado de su cama, desuerte que no fue dueño de evitar un grito y sumi6-se en honda meditación.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 55

"Vanidad de vanidades ", dijo para sí, y ahí mismoresolvió desligarse de las cosas de este mundo. Alcabo de diez años justos murió el Elector en cir-cunstancias idénticas a las que sus ojos habíanpresenciado, y como era el último de su raza, al~ajar el féretro a la tumba los canónigos rompieronsobre ella el escudo de su familia, mientras un he-raldo proclamó en alta voz: "Orsbeck, señor, yano hay ningún Orsbeck" .

.... ..j Tierra afortunada, la tierra del Mosela!j Tierra de la luz y del color; valles umbrosos;

montes de divinas curvas; castillos señoriales; vi-des que se curvan al peso de los sarmientos; carasfestivas y embrujados cantares de las zagalas; mú-sica de manantiales, cuánta opulencia en tus paisa-jes de corte clásico, que son regalo de los ojos ybálsamo del espíritu!

El Mosela es un río legendario, un Rin en mi-niatura, venero de leyendas y de uvas, de aspectoy alma propios. Su población es casi enteramente.ústica, y por siglos ha vivido aferrada a los ris-(os y vertientes de los montes, tan precipitados enf ;ta región que más bien parecen cimtiles comolos que se ven en las costas de Irlanda. Y con sertan verticales, en sus flancos crecen los viñedosque desde tiempo inmemorial le han dado renom-bre a este valle, plantados allí Dios sabe cómo, desuerte que en tiempo de cosecha los vendimiado-res tienen que colgarse de cuerdas para recoger el

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

56 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

precioso fruto. Esta faena se cumple en medio defestivales dignos de una égloga de Teócrito, y talvalor se atribuye a las bayas, que en tiempos anti-guos era azotado públicamente el vendimiador queolvidaba cinco de ellas en un pámpano.

La excelencia de la uva del Mosela se debe a laparticular topografía de la región, dispuesta de modoque el sol le 'da sus rayos durante todo el día, ytan intensamente, que durante el verano aventaja encalor a los más favorecidos viñedos del Mediterráneo.

Aunque el vino del Mosela alcanza a veces gran, precio, como el famoso Bernkastel, la población es po-bre, debido a que de siete vendimias, seis son casiperdidas. fácil es imaginarse las angustias, azares yespectativas del que deriva su subsistencia de estesuelo no siempre generoso, y cuánta!:. fatigas y lágri-mas encierran esas burbujitas que se escapan del do-rado licor en los festines de los privilegiados delmundo. Nosotros, ante una botella de Bernkastel, so-ñamos siempre con las vendimiadoras del Mosela,decidoras y de porte gentil, que así convierten envino"sus cantos y sus lloros. ¡Benditas vendimiadoras !

Remontando el Mosela, los burgos se suceden alos burgos y los castillos a los castillos, pintores-cos los unos, tristes y derruídos los otros, como som-bríos testigos de épocas bárbaras.

Primero está Ley, con sus casas pintadas de blancoy cruzadas de maderos, a estilo de Holanda, y luegodesfilamos ante el famoso Oieblicher Berg, que enotro tiempo alumbraba el río por las noches con loscuerpos de infieles y hechiceros puestos a quemar

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 57

por orden de su Eminencia. Porque en la época aque nos referimos el uso de hechicerías y prácticasdiabólicas se extendió de tal manera por Europa, y

especialmente en'el Mosela, que el papa Inocente VIIIinició contra ellas una guerra sin cuartel en 1484,mediante la encíclica Malleus Maleficarum.

En la mente del Pontífice no estuvo sin duda laidea del exterminio por medio de la hoguera, perocomo tampoco lo prohibía expresamente, los mar-graves de Renania apelaron a este expediente comoel más a propósíto para limpiar los cuerpos de im-pureza, convencidos de que así le prestaban a susvíctimas un señalado servicio.

Semejante estado mental explica, por ejemplo, có-mo el dulcísimo Francisco Javier asistía impasiblea los autos de fe ordenados por el rey de Portugal,y cómo su evangélica mano se alzaba piadosa, perosin temblar, sobre los míseros que se revolcabanentre la hoguera sagrada. Sólo un juez de brujería,Balzer Voss, alardeaba de haber enviado a las lla-mas cerca de mil personas, entre hombres, mujeresy niños, de suerte que en un año de labor apostó-lica sólo quedaron en el Mosela dos individuos vi-vos.

La dialéctica usada por Vos s era tan concluyentecomo expedita: "Si el reo niega su delito, decía,hay que torturarlo hasta que confiese; si se decla-ra culpable, se le quemará sin dilación; si el acu-sado trata de escapar, es prueba de la podredum-bre de su conciencia, y si se mantiene firme esporque demuestra confianza en la ayuda del de-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

58 .ANTONIO MARTINEZ DELGADO

monio". Cierto día un rico señor de Winningen, Fe-derico Molich, fue puesto en suplicio a fin de quedijese la verdad, pero fue tal su firmeza que nose le vió derramar una lágrima ni lanzar un que-jido. Semejante impasibilidad movió el corazón delmargrave de Baden, que desde entonces suprimiólos juicios por superchería .

•• •Nuestro barco cruza luégo ante Gobern, Gondorf,

Alken, Thuron y Bischofstein, adorables poblacio-nes, gobernadas por castillos y fortalezas cuyastradiciones se pierden casi en lo profundo de laedad, pero todos destruidos por orden del Rey Sol.

De estas leyendas una de las más interesanteses la que se relaciona con la solitaria torre de Eh-remburg, erguida entre peñascos a un lado de Bro-denbach, y completamente guardada por precipicios,de manera que sólo un sendero abrupto da accesohasta ella. El sendero no se detiene en la fortaleza,sino que sube rodeando la torre hasta la cresteria delas almenas, lo cual permitia el libre trán!\ito dela soldadesca sin necesidad de penetrar al interior.Además, las rocas en que se asienta se encuen-tran perforadas en todos sentidos por túneles ypasadizos, que eran otras tantas salidas de emer-gencia. Por esto el castillo se consideraba inex-pugnable antes de inventarse la artillería, y sussefíores, igual que los demás barones del Rin,eran verdaderos salteadores. De los fosos de Eh-remburg se sacaron en no lejana fecha más de se-senta mil libras en huesos humanos, provenientes

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 59

de enemigos o merodeadores cogidos en los caminosdurante dos siglos.

Por los años de 1386 habitaba el castillo Fede-rico de Ehremburg, y su hijo, un gallardo mucha-cho de diez y ocho años, era el terror de la co-marca, no porque abrigara sentimientos perversos,sino porque fue educado en la creencia de quematar a una persona no era asesinato, siempre quese la advirtiese antes del combate. Por lo demás,esta singular práctica se ajustaba del todo a lastradiciones de caballería, y para Walter era apenasun entretenimiento ejercitar su brazo a costa de dos

\

vidas diarias.Pero esto de luchar con gente rústica acabó por

serie insoportable, y un día le entraron tentacionesde buscar amores y adversarios en una ciudad co-mo Coblenza, aprovechando para ello la fiesta delcarnaval. Federico de Ehremburg, que de sobra co-nocía los alcances del temible y arrebatado aguilu-cho. sólo convino en permitirle esta salida bajo pro-mesa solemne de no desnudar la espada ni buscarmolestia con quienquiera que fuese. Walter partió,acompafiado de dos escuderos solamente, y comolas hosterías hallábanse colmadas por la afluenciade gentes al carnaval, puso pie en la Posada de laEstrella, sobre el río.

No bien había descabalrado cuando víó que surival el conde de lsemburgo, asomado a una ven-tana en compañía de la más bella muchacha de Co-blenza, se mofaba de su escaso séquito, mientrasque él hacía gala de gran número de st:rvidores y

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

60 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

escuderos. Walter, acordándose de su promesa, nohizo caso de la burlería, pero más bien ayudó a ella,y se puso luégo a contemplar las escenas de car-naval que se desarrollaban sobre el puente viejo.

En éstas estaba cuando la muchacha, que le teníainclinación, entró a su cuarto con gran aspavientoy la boca llena de noticias, urgiéndolo para que separtiese en el acto porque el de Isemburgo andabalevantando a la población contra él, a fin de liqui-dar una vieja enemistad entre su familia y la deWalter. Pero éste no era hombre de tener miedos,y en cambio de partirse se puso a seducir a la be-lla, atraído no solamente por su perfecta belleza si-no por las curvas de su talle y de sus piernas, lomismo que por muchos otros encantos que la tra-dición no define ....

La hermosa se encontró pronto cautiva en los aca-riciadores brazos de Walter, y todo hubiera concluídoen un edén si el conde no hubiese aparecido en estasazón, con su espada amenazante y seguido de ungran gentío. Este acometió primero contra la infiel,pero Walter entró en juego y de una estocada enel cuello puso al conde fuéra de combate. En se-guida montó en su silla, y con fiereza de tigre seabrió paso por entre la multitud, dirigiéndose alcastillo a mata caballo. Pero el de Isemburgo, aun-que herido, lo siguió de cerca, junto I:on varios ve-cinos de Coblenza, y pronto puso sitio al castillo,cuya guarnición rechazó a los asaltantes despuésde una espantosa carnicería.

Enloquecido por el despecho se entregó a toda

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 61

suerte de atrocidades, de modo que el conde palatinoRuperto decidió aplacar al de Isemburgo por la fuer-za, y después de alguna brega lo arrastró hastaCoblenza con una soga al cuello, junto con otrosde sus secuaces. Walter, sin embargo, no se diopor satisfecho, y al cabo de algunos días se pre-sentó en la ciudad, ejecutando a varios ciudadanos,quemando casas y libertando a Wallrade, que asíse llamaba la heroína de esta historia, y quien,junto con su madre, yacía en un calabazo mien-tras recibía el castigo del látigo por su indiscre-ción. Por lo demás, Walter no la consideró dignade su amor y tornó a su castillo sin mirarla, sal-vándo así su reputación de galante caballero sinnecesidad de comprometer en un enlace desigualel nombre de los Condes de Ehremburg. ¿ Verdadque esta historia bien vale una ópera?

Pero ninguno de estos retiros supera en esplen-dor y en fantasía de la naturaleza al castillo deEltz, quizá el único en toda Renania que ha sobre-vivido intacto el transcurso de los siglos, por gra-cia de su aislamiento y especial favor del rey Luis.Se alza en el fondo más tupido de los bosquesque rodean a Moselkern, y para llegar hasta él espreciso caminar a pie largo tiempo por senderosembrujados y llenos de ensueño, como en los cuen-tos de hadas, asombrados por abetos de troncoblanquizco, pinos albarcs y robles majestuosos. Tu-lipanes y asfódelos crecen en los acampas, y enel silencio de la hora los árboles parecen inclinar-se en una quietud pensativa, atentos al eco de pa-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

62 ANTONIO MARTlNEZ DELGADO

sadas batallas, cuando en alías de portento caba-lleros de recio corazón se partían el sol a diario yescribían la historia con sangre de sus venas, aveces por el dominio de un reino, otras por el fa-vor de una dama. Caminamos sub! e un mullido dehojas secas, y la fronda es tan espesa que el solapenas la vence, diseminando en torno una luzazul de capIlla. De largo en largo nos salen alpaso bustos de antiguos hijosdalgo, carcomidospor el tiempo y envueltos en yedra, donde se detie-nen los pájaros y juegan las ardillas, esas adora-bles ardillas de los parques, que avizoran y desa-parecen en un repente, para surgir de nuevo don-de menos se espera. Dijérase un perdido rincóndel mundo, abandonado desde hace siglos, y sinembargo aun lo habitan los condes de Eltz. ¿ Porqué esta melancolía de los árboles, que parecenasustarse del que llega, y esta tristeza infinita delparaje, tan solitario y tan quedo, que invade elalma y pone el corazón en suspenso? Los habi-tantes de Moselkern dicen que es por una maldi-ción del cielo, y que espectros de ánimas en penadivagan por el bosque después que se pone el sol.

Pronto salimos de la arboleda, y frente a nos-otros se abre un paisaje de maravilla, imponentey armonioso a la vez, como ningún artista hubie-ra podido imaginario. Lejos azulan las colinas ensuaves ondulaciones, y de entre la verdura surgenacá y allá campanarios airosos y rematados porcruces donde tiembla la luz. Casitas blancas semiran en los regolfos del río, y de vez en vez las cam-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 63

panas de las iglesias dan al dia su triste son, len-tamente, como súplicas adoloridas: Tin .... tan 1 Tintan 1 Tin 1 Y sobre este conjunto de verduray de luz álzase aislado, sobre una eminencia deprecipitados flancos, donde crecen los pinos y tre-pan las gacelas, la citadela de Eltz, orgullosa, soli-taria, imponente. Es una visión fantástica, que traea nuestra mente historias de princesas cautivas ybizarros paladines, palacios encantados y geniosnocturnos, oídas en torno de la lámpara en nues-tros primeros años y que nos impedían el sueño.Hemos vuelto a sentir el hechizo de esas historias,y no~ encaminamos al castillo apagando los pasos,temerosos de despertar a las brujas que dormitanbajo la umbría y esquivando árboles de troncoextrafío que nos parecen tocados de maleficio. Aveces tenemos que curvarnos bajo cerezos y man-zanos en flor, que dejan caer sobre nuestros hom-bros una lluvia fragante de pétalos blancos.

La fortaleza es una estructura de piedra del másbello estilo feudal, con sus torres flanqueantes yde pico, sus parapetos y matacanes, adarve s y sal-teras, almenas y rampas, formando un todo armo-nioso no superado por ningún otro castillo deEuropa, inclusive el de Windsor. Su historia esremota, como que alcanza a mil afios, y fue pormucho tiempo un típico anerbenhaus, o alberguepara cuatro familias de la misma sangre, separa-das entre sí pero responsables todas de la guardadel castillo. De modo que dentro de sus frías mu-rallas vivían los Platt- Eltz y los Eltz-Rubenach,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

64 ANTONIO MARTlNEZ DELGADO

los Eltz-Rodendorf y los Eltz-Kempeusch, cada unocon sus servicios y sus guardias propios, pero li-gados, como queda dicho, por la común obligaciónde proveer a la defensa de la citadela y del ho-nor de la familia. Sostuvo con éxito innumerablesguerrás contra potentados vecinos, mas poco faltópara ser destruida por los ejércitos del Mariscalde Boufflers, que había emprendido la destrucciónsistemática de los castillos del Rin y del Moselapor orden de Luis XIV, a fin de hacer segura lafrontera de Francia por este lado. El Mariscal teníaya sus cañones apuntados al castillo de Eltz, conlas mechas listas, cuando he aquí que un jinetebajó de los montes a revienta cinchas, y plantán-dose delante de las bocas de fuego pidió ser lle-vado ante el Mariscal inmediatamente. Felipe Eme-rich, que así se llamaba el jinete, y quien mástarde habría de convertirse en Mariscal de Francia,traia órdenes del rey para respetar los hermososbaluartes de Eltz y rendir a su vencida guarniciónlos honores de la guerra. En 1920 un incendiodestruyó parte de los antiguos bastiones, aunquela reconstrucción se halla casí termínada.

Si bien las cuatro ramas de los Eltz que habita-ban el castillo respondían a su común obligaciónde sumar esfuerzos y soldados contra los enemi-gos de fuéra, es de suponerse que la diversidadde intereses y ambiciones de tanto señor, los lleva-ra a adversar a cada paso. algunas veces en com-bates fratricidas. Según acontece entre personasque viven juntas, la unión trajo la desunión, y el

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 65

escudo de los Eltz fue partido en cuatro, un can-tón en forro de sinople y un león rampante paracada uno; y para concertar la paz, los cuatro vás-tagos convinieron un tratado de familia realmentesingular, que decía, entre otras cosas, 10 siguiente:"y cualquiera de nosotros que dé muerte a su her-mano o a los hijos de su hermano dentro de lasmurallas y las garantías del castillo, y que deesto sea Dios testigo, en ese mismo instante aban-donará este techo, y ni él ni sus herederos tendránderechos en el patrimonio de Eltz hasta que la afren-ta no haya sido vengada. Aquél de nosotros que dégolpes a su hermano, o a la mujer ° al hijo de suhermano, o en cualquier forma 10 mutile en algu-na parte de su cuerpo, saldrá para siempre de Eltz ;y aquél que hiera al otro con punta de acero sal-drá del castillo y habitará fuéra de su dominio porun mes ". Esto último era como soltar un águilaentre gavilanes, pues el país abundaba en enemi-gos de los condes, de suerte que el que saliese desus murallas sin guardia ninguna podría estar se-guro de no volver, o de volver en pedazos.

El seftorío de los Eltz se ejerció en la comarcadurante muchas semanas de años, hasta que el po-deroso príncipe de Baldwin, arzobispo de Tréverisy hermano del emperador, resolvió liquidar su vie-ja querella con los condes, obIígándolos a aceptartérminos de razón. Con este fin erigió una fortale-za a tiro de honda sobre una roca de enfrente, ytal fue la estrechez a que redujo a sus rivales queéstos se vieron bien pronto en el caso de pedir

lS

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

66 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

condiciones. Según ellas, los Baldwin entraban enposesión del castillo con el título de Baldwin-Eltz,y los condes quedaban sujetos al Electorado deTréveris, abandonando al mismo tiempo todo fili-busterismo sobre el comercio de la región, que enlo sucesivo quedaría libre de tributos.

Sin embargo, la tregua no fue larga, porque alcabo de pocos años vino a romperse en circuns-tancias dignas de un canto homérico, gracias alcoraje de una mujer. De ello da testimonio una ar-madura traspasada de lanza bajo el brazal izquier-do, que se conserva en la armería del castillo, yque fue la que llevó Inés, condesa de Eltz, en esanoche trágica.

Hija única del viejo conde Elías, que se casó yaen los umbrales de la vejez, su nacimiento fue paratoda la famila una causa de pesar, pues los condesanhelaban un hijo varón que pudiese conservar enalto las tradicione~ guerreras Y el prestigio de losEltz, ya bien menguado por falta de hazañas queilustraran el nombre, como en los tiempos del Oran

Elías.Cuando se concertó la paz, una paz deshonrosa,

entre los Baldwin y los Eltz, fue delegado del Arzo-bispo-Elector el Caballero de Braunsberg, tan brutalcomo ambicioso, y quien deseaba aumentar sus domi-nios y sus títulos mediante una unión ventajosa. Demodo que entre las cláusulas del convenio quedó es-tablecido que Inés le seria dada en matrimonio al se-fior de Braunsberg en cuanto la bella muchacha, quetenía a la sazón cinco afios, entrara en pubertad. Los

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 67

padres de Inés no pusieron obstáculo a este aveni-miento, porque el plazo era largo y podrían, por tan-to, esperar a que las cosas cambiaran. Pero no fue así,y el seflor de Braunsberg, que tenía el apoyo del Ar-zobispo y que no dejaba caer de la memoria loscompromisos adquiridos, tornó al cabo de nueveanos, con gran cortejo de escuderos, a exigir laentrega de la que le pertenecía en derecho.

El señor de Braunsberg vino d~ amanecido, peroen vano anduvo con su montura todos los caminosdel bosque, porque Inés no parecía. Al fin dio conella en un claro de la arboleda, echada en brazosde un poeta vagabundo, uno de esos poetas de Re-nania, que iban de casar en casar y de castilloen castillo diciendo odas encendidas al oído de lasdoncellas; y alzándola sobre el arzón la condujo,velis nolis, hasta el patio de la fortaleza, dondetrocó su brutalidad en cortesanía. Pero Inés, yaharto indignada por el arrebato de que había sidovíctima, respondió a los requiebros con dos lati-gazosen la faz del insolente, que lo enceguecierone hiciéronle brotar sangre, y emprendió luégo lafuga hacia sus estancias privadas antes que su en-furecido perseguidor volviese en sí.

Pero los condes de Eltz tenían empeñada su pa-labra, así es que esa noche se reunieron en con-sejo de familia y enviaron por la rebelde para en-tregar/a en matrimonio al Caballero de Braunsberg.Cuando un heraldo anunció la llegada de la con.desa al gran salón del castillo, todos los circustan-tes se pusieron en pie, y el enviado del Arzobispo,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

ANTONIO MARTINEZ DELGADO

con grave y burlona reverencia, apresuróse a mos-trarle la silla que se le había señalado. Pero Inés,majestuosa de orgullo y de rabia, en vez de acep-tar sitio al lado del advenedizo, pasó de largo yfuese a sentar al otro extremo de la mesa, en me-dio de los lacayos, como prenda de que renuncia-ba a su familia y a su nombre antes que entregarse a los caprichos de un soldadote. Semejante de-safio humilló a los sel\ores de Eltz allí presentes,quienes picados en su orgullo desnudaron espadasa una, y por encima de las copas trabaron comba-te con Braunsberg y sus escuderos hasta ponerlosen fuga. Sangre y vino tif'ieron los manteles, y eltratado con el príncipe de Baldwin quedó roto,pero no liquidado.

Al cabo de algunos años el Arzobispo-Electorfue en guerra contra los margrave s vecinos, y pro-puso a los de EUz una alianza para recha~ar alenemigo común. Mas no bien habían éstos partido,cuando Braunsberg, aun no repuesto de su humilla-ción, tomó ventaja del desamparo en que se halla-ba el castillo, y con gran acopio de tropas y cata-pultas presentóse ante las murallas y exigió la ren-dición incondicional. Lalucha fuedesigual,y bien pron-to los puentes levadizos cayeron y las puertas se abrie-ron francas para los invasores. En fila india éstos pe-netraron, entonando canciones obscenas y alum-brándose con antorchas, cuya lumbre ponía sobrelas paredes de las bóvedas sombras gesticulantesy fantásticas. De pronto las puertas cerráronse so-bre sus espaldas, y los adarves resonaron con el

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 69

sonoro chocar de armas blancas. Los gritos seunieron a los gritos, y sobre las mallas de los in-vasores se alborotó un haz de aceros entigrecidos.Los caballos piafaban, y sus jinetes doblábanse so-bre las arzones al bote de las lanzas. Fue una car-ga sin piedad, libraba por los viejos y las mujeresdel castillo, a cuya cabeza estaba Inés, poseída detoda la rabia y el orgullo de su raza, cual fieraacorralada. Más de la mitad de los soldados deBraunsberg quedaron muertos, y el resto huyó aban-donando armas y caballos, en un frenesí de terror.Inés los persiguió hasta el puente, como furia ven-gadora, y la roja lumbre de las antorchas ponía re-flejos foscos en la sangre que empurpuraba su es-pada y su armadura, la sangre de Braunsberg, por-que ella misma le partió el corazón.

-j Por Dios y los Eltz!, gritó la condesa consu espada en alto, desde la eminencia de una al-mena, y el coro de sus doncellas respondió conun rugido:

-¡Por Dios y los Eltz!Pero lo que no pudo Braunsberg contra ella en

combate leal, lo alcanzó la traición. Al doblar unatorre, el oculto arco de un genovés lanzó su saetasobre el paramento de la connesa, que rodó conel pecho atravesado, mientras su voz imploraba lamisericordia de Dios. Así acabó esta rama de losEltz, en circunstancias de grandeza dignas de haberinspirado la musa del autor de las Walkirias.

Los habitantes de Moselkern dicen que el espec-tro de Braunsberg ambula por el bosque de Eltzdespués que se pone el sol.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

70 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Es ya entrada la noche, y con la mente llena derecuerdos volvemos a Coblenza para seguir nues-tra excursión por el Rin.

•• •Hemos entrado en la parte más pintoresca y le-

gendaria del Rin, entre Coblenza y Bingen. Nolejos de la primera de estas ciudades se encuentranlas hermosas poblaciones de Oberlahnstein y Nie-derlahnstein, arrimadas a las dos orillas del Lahn iy enfrente, sobre la otra banda del Rin, se alza elcastillo de Stolzenfels, hoy propiedad del KromprinzOuillermo. Un poco más allá descubren nuestrosojos un pequeño anfiteatro octagonal, rodeado dearcadas y en el medio una pilastra a manera debautisterio, pero sin ninguna techumbre: es el Ko-nigsstuhl, o silla del rey, construído en el siglocatorce, y que servía para las reuniones de los Oran-des Electores cuando se trataba de elegir al Empe-rador, o de concluír tratados y expedir decretos dealcance nacienal, a ejemplo de la célebre resoluciónde 1338, que declaró a Dios como fuente única y su-prema de toda autoridad, denegando al Papa cual-quier influencia temporal sobre el emperador escogi-do por los siete Electores. Esta declaración, revolu-cionaria de por sí, habría de tener tremendas con-secuencias y ser causa de luchas continuas entrela santa Sede y los príncipes alemanes independientes.

También aquí fue depuesto, el año de 1400, elentonces emperador de Alemania y rey de Bohe-mia Wenzel, quien logró su encumbramiento a la

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 71

suprema dignidad mediante el cohecho y la ame-naza, no obstante su mediocridad y su beodez. Enagosto de ese año los siete Electores se reunieronen el K5nigsstuhl y emplazaron a Wenzel para que .probara su idoneidad; pero como éste no se die-ra por aludido, eligieron sucesor a uno de entreellos, el conde palatino Ruperto. En cuanto corrióla voz, los habitantes de Nuremberg enviáronle unemisario a fin de que los relevara de su juramentode fidelidad, a lo cual contestó Wenzel: "Muy bien,os declaro libres si me traéis cuatro toneles de vi-no de Bacharach!"

Luego aparece el impresionante castillo de Marks-burg, el único, con el de Eltz, que no fue destruÍ-do por los franceses, y a poco andar nos hallamosa vista de Boppard. Esta población es una de las másantiguas y más bellamente situadas del Rin. Se hallaen la confluencia de ricos y pintorescos valles, y apa-rece flanqueada a lo largo de la orilla por árboles yflores que alegran la vista y perfuman el aire. Laplaya está llena de bañistas y restaurantes al airelibre, porque éste es un centro de excursiones muypreferido por los turistas. Pero en vez de recorrersus calles hemos resuelto pasar el río, aquí muyencajonado, y subir hasta los derruídos castillos de"Los hermanos hostiles ", que se levantan en losdos extremos de un mismo farallón, y acerca delos cuales corre una leyenda singular.

Es fama que en tiempos antiguos el CaballeroBayardo de Boppard, señor de Liebenstein, recogióen su castillo y educó con mucho esmero a la hi-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

72 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ja de un pariente pobre, que murió dejándola encompleto desamparo. En Hildegarda, según era sunombre, florecieron todas las virtudes y los donesde la belleza y de la gracia, de manera que los doshijos de Bayardo, Heinrich y Camada, se enamora-ron de su hermana de leche con todo el ímpetude la juventud, pero sin confesarse la pasión quelos reunía en un mismo culto.

Heinrich, el mayor de los dos, gozaba de especialfavor con su' padre a causa de su lealtad, su caráctery valentía, pero Conrado lo aventajaba en hermosuravaronil y en el arte de pulsar el laúd, lo cual quieredecir que Hildegarda le mostró inclinación. Bayardoestimaba como un error la preferencia de la mucha-cha, pero convino en que se casaran y construyó pa-ra ellos el castillo de Sternberg, a tiro de piedra deLiebenstein. Por su parte, Heinrich, adolorido peroleal, ahogó una pasión ya inútil y marchó en unacruzada a Tierra Santa, para ilustrar su nombre yhallar el olvido y el reposo. Mientras tanto murióBayardo, de manera que las bodas no pudieron lle-varse a cabo en la forma prevista, y Comado pre-firió buscar consuelo a su pesar en holgorios es-candalosos, junto con amigos plebeyos y disolutos.

Sin embargo, a sus oídos llegó el eco de las haza-flas y los portentos de su hermano en tierra dein-fieles, y tan humillado se sintió, que allí mismo re-quirió sus armas y partióse a Oriente, sin despe-dirse siquiera de su prometida. En verdad, el vinoy las caricias de otras mujeres lo habían rebajado,amenguando su amor por la dulce y solitaria HiI-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 73degarda, que lo vio partir segura de que volveria.Pero el hermoso Conrado no era hombre de grandes empresas, de manera que a las primeras fati-gas de la guerra tornó bridas y se instaló en Cons-tantinopla, donde se ligó en amores con una aven-turera griega, fabulosa de perlas y belleza. Así fueque un día Hildegarda vio cómo una caravana demulas y caballos, enjaezados de plata y con largosparamentos, escaló la roca de Sternberg, con su in-fiel amante a la cabeza, y transida de dolor ence-rróse a llorar su perdida felicidad entre las mura-llas de Liebenstein.

Mucho tiempo después un caballero solitario pre-sentóse ante las murallas, anunciando que traía no-ticias para el/a del ausente Heinrich; y cuál no fuesu alborozo al ver que el emisario no era otro queel propio conde Heinrich, quien apresuró se a re-gresar cuando tuvo conocimiento de la traición desu hermano. El hubiera querido ocultar la tristeconducta de Conrado ante los muros de Jerusalén,pero su indignación no conoció Hmites cuando su-po que a la cobardía había unido la crueldad, puesatrevióse a hacer mofa de Hildegarda y a traerhasta sus propios umbrales a su amante. EntoncesHeinrich envió un emisario a Sternberg, retando asu hermano a un combate a muerte por haber vio-lado las leyes de la caballerosidad y el juramentohecho a Hildegarda.

En cuando vino la mañana los dos adversarios, fren-te a frente en el escampo que separaba los dos cas-tillos, se hallaban prestos a iniciar batalla en cuanto

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

74 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

alumbrase el sol, cuando hé aquí que Hildegarda sepresenta entre ambos y les exige, en nombre del amorque antes habían sentido por ella, a renunciar a la lu-cha y llegar a una reconciliación. De este modo evi-tóse el combate fratricida, y la pobre Hildegardatomó hábitos en el convento de Bornhofen, espe-rando hallar en Dios un amor más duradero y másnoble que en los hombres.

Henrich, por su lado, encerróse a llorar su pa-sión en la soledad y en el silencio de Liebenstein,resuelto a no ver a nadie hasta que le llegara lahora del Señor, porque su corazón no podía ya en-contrar ningún halago en las cosas de este mundo. Pe-ro cierto día Conrado vino hasta él, humillada la fren-te, y rogó a su hermano que lo perdonase y le per-mitiera compartir el mismo techo, agregando quesu amante había huído con uno de sus amigos du-rante la noche, y que deseaba expiar sus culpas.Heinrich le abrió los brazos, y desde entoncesSternberg ha vivido abandonado.

Tal es, al menos, la historia que nos cuenta En-rique Heine.

Con Boppard se relaciona un incidente dignode contarse. Los habitantes de esta ciudad exas-perados con la rapacidad y la tiranía del ElectorJuan de Baden, se declararon en abierta rebelión con-tra el Arzobispo y organizáronse para resistirle porla fuerza El Arzobispo, naturalmente, lanzó con-tra ellos excomunión mayor, y en el verano de1497 puso sitio a la ciudad, no sólo con sus tro-pas, sino con los contingentes de los Electores de

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 75

Colonia y Maguncia y del margrave de Hesse. Es·te último prefirió quedarse al otro lado del río,pues según dijo, "desde allí puedo ver mejor lachunga ", pero en realidad con el muy cuerdo pen-samiento de tener campo y anchura por donde co-rrer en caso de que sus mercenarios flaqueasen.Con el ejército del Arzobispo-Elector vinieron doscañones de ilustre memoria, el "Ungnade" y el"Schnellechen ", cada uno con un artillero en jefe,seis carpinteros, un albañil, ocho sirvientes y cienbalas de piedra, sin contar otras muchas piezasmenores de artillería, casi todas las cuales hicieronexplosión. Los doce mil hombres del Elector aco-saron a los sitiados en toda forma, de modo queéstos, después de un bombardeo de doce dias, pi-dieron una tregua, no para discutir términos de paz,sino para celebrar la fiesta de la Trinidad.

Según una manda de la abadesa de Mariemberg,muerta hacía muchos años, el producto de su cuantio-sa fortuna dejaría de ser distribuido a los habitantesde Boppard cuando éstos omitieran celebrar la fies-ta por cualquier causa o razón; y como las vegasdonde celebrábase ordinariamente la fiesta estabanocupadas de manera lamentable por los cañonesdel Elector, era preciso buscar un avenimiento.

En ese entonces las leyes de caballería se respeta-ban primero que las leyes de la guerra, de suerte queel Arzobispo no puso reparos a la demanda de loshabitantes, y antes bien, excitó a sus soldados aque se agregasen con ellos. Así fue que desde queamaneció las puertas se abrieron, los cañones fue-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

76 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ron cambiados de sitio, y sitiados y sitiadores bai-laron y emborracháronse hasta que se puso el sol.A esta hora los vecinos de Boppard ayudaron asus enemigos a emplazar de nuevo los cañones, ycuando vino el día siguiente la lucha a ultranza re-comenzó, para terminar pronto con la rendición dela plaza. Pero los ciudadanos fueron respetados yla guarnición recibió los honores de la guerra, sibien los caudales de la abadesa de Mariemberg pa-saron a manos de su Eminencia. "¿ Para qué nossirvió entonces bailar? "-preguntó el burgomaestre."Para que no se diga que me opongo a vuestradicha", respondióle el Arzobispo.

De Boppard a San Ooar el paisaje es de unafrescura exquisita, que recuerda a veces el umbro-so y fecundo valle de Piedecuesta, a causa de suverdura y de los ríos y farallones que lo guardanpor ambos lados. Sobre los declives crecen las pa-rras, el sol rebota en la corriente y las gaviotascortan el aire en sesgos milagrosos. En este parajeel río se estrecha entre los montes como si qui-siera esconderse, y de largo en largo se le unenpequeños afluentes que bajan de los cañales dan-do tumbos. Las ruinas son escasas o ningunas, ysólo al cabo de una hora vemos aparecer los es-combros del castillo de Thurnberg y las ruinas delBurg-Katz, encima del caserío de St. Ooarshau-seno El segundo fue construído por los condes deKatzenellenbogen, y su nombre significa "El gato ",con lo cual quisieron hacer mofa de la humilde ci-tadela de sus rivales, el Thurnberg, que alzábase

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 77

enfrente y a la que dieron el nombre despectivo de"El ratón ". Al otro lado está Sto Ooar, precioso ydiminuto villorrio, que tomó su nombre de un san-to venido de Aquitania en tiempos remotos, y queestableci6 su vivienda en una caverna de la roca.

El monje alimentábase de los peces que de propiomovimiento asomaban en las orillas, dice la leyen-da, o de liebres del bosque vecino, que llegabanen bandas a ofrecerle su carne y su pelamen. Maspara su desventura, la región pertenecía a Rusticus,obispo de Tréveris, quien hizo conducir al santo asu presencia para que explicase su conducta y die-ra pruebas de santidad, pues el virtuoso obispoabrigaba serias dudas de que Ooar fuera en reali-dad un escogido del Señor. En cuanto llegó a pre-sencia de su Señoría, el monje se deshizo de sumanto y lo suspendió de un rayo de sol que en-traba por uno de los ventanos. Pero el obispo du-daba aún, y para mayor certeza pregunt6 al santoquién era el padre de un recién nacido que sussoldados encontraron abandonado esa mañana so-bre los bordes del bosque. Ooar neg6se a desple-gar los labios, pero a una segunda intimación ex-citó al párvulo para que dijese él mismo la verdad.El niño se irguió, y señalando a su Señoria declaróen alta voz:

-El obispo Rusticus es mi padre, y Flavia es mimadre.

Su Eminencia no se aguardó a más explicaciones,e incontinenti hizo arrojar del lugar al monje, quede este modo retornó a su ermita sin ser molestado.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

78 ANTONIO JrfARTINEZ DELGADO

En cuanto a Rusticus, el Capítulo metropolitano lodepuso de la silla obispal y lo condenó a siete añosde encierro, con prohibición de escuchar a mujer al-guna en confesión por el resto de su vida.

Tánto escarbó Rusticus en la santidad de Ooarque le costó la suya propia. Por lo demás, esta pi-cante anécdota, digna de la imaginación del perversoy divino Marcial, aun provoca la ironía de los veci-nos de Tréveris, muy dados a los epigramas de sa-bor picaresco.

Nuestro barco avanza ahora contra una corrienteimpetuosa, ocasionada por el encajonamiento de lasaguas entre rocas abruptas, que dan la impresión dehaber sido redondeadas en el transcurso de los si-glos por esta fuerza que las va limando. En realidad,dichos cantiles no son el contrafuerte de ninguna cor-dillera, sino la socava hecha por las aguas en subrega de milenios para buscarse un lecho a nivel,pues el ápice de los montes, por ambos lados, vienea ser remate .e vastas llanuras que en época deperdida memoria se hallaban a un mismo plano conel río. Es de suponerse, por tanto, que tal lecho seahonde aún más en siglos venturas. Sus cortes azu-linos o bermejos recuerdan a veces el Oran Cañóndel Colorado, y si los panoramas que presenta elRin por esta parte no son muy amplios ni tan pin-torescos como el de las Siete Colinas, en cambioabundan en ruinas ilustres y en maravillosos roman-ces, como ningún otro sitio de la tierra. Porque cadaeminencia y cada vuelta del río dice viejas historias,y aun el eco del torrente es una canción. Después

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 79

que pasamos San Goar el guía grita una palabramágica:

- iLorelei!La imponente roca se avanza sobre el río, como

un centinela de gigante traza, empinado y melancó-lico. Instintivamente ponemos la vista en la cima,que se empina sobre nuestra cabeza casi vertical, y enun esfuerzo de imaginación creemos escuchar la dul-ce voz de la sirena que desde allí atraía a los pes-cadores incautos para perderlos en el torbellino dela corriente, mientras sus manos de nácar peinaban latrenza dorada de sus cabellos, esos cabellos cuya lum-bre avergonzaba al mismo sol. La música de a bordodeja oír sus flautas, y un cancionero entona la bellabalada de Heine, con música de Silcher: /ch weissnich, was so/l as hedeuten... Pero según parece, nofue Heine quien imaginó por primera vez la hermosaleyenda, pues ya en t 800 Clemens Brentano escribiósobre ella un poema corto. En cuanto al tesoro delos Nibelungos, que se dice enterrado en el corazónde Lorelei, la primera noticia que se tiene acerca deesta tradición la constituye un poema escrito porMarner en el siglo trece.

Las rocas están dispuestas aquí de tal manera quedevuelven el eco de la voz quince veces, como enalgunas partes de los Alpes. Es una de las curiosi-dades del lugar, y en Oberwesel el barco se detienepara escuchar las repercusiones de un pequeño ca-ñón puesto allí para tal efecto, mediante, eso sí. elpago de una propina al que lo maneja, un inválidode la guerra. Los estudiantes suelen pararse en laribera y gritar, haciendo bocina con las manos:

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

80 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

-¿Quién es el alcalde de Oberwesel?-i· " esel! responde el eco. Y esel en alemán sig-

nifica jumento.Esta última población es un agrupamiento pinto-

resco de bastiones y torres góticas de perfecto es-tilo, y encima está el castillo de Sch~nburg, construídoen el siglo doce y destruído después por los fran-ceses, donde nació aquel célebre Armando FedericoHermann, duque de Schomberg, que luchó primerobajo Ouillermo de Orange contra los portugueses,después contra los españoles como general francés,y pereció combatiendo contra los Estuardos en labatalla de Boyne.

Hemos dejado atrás las ruinas de Rheinfels, lasmayores del Rin, y que fueron antes de la llegadade los franceses quizá la más poderosa fortaleza detodo el valle. Luego asoma la diminuta casería deCaub, alongada sobre la orilla entre los castillos dePfalz y Outenfels, el primero de los cuales ocupapor entero un islote en medio del río, que da la im-presión de un barco de guerra anclado, mientras queel otro se asienta en la cresta del farallón. En laorilla se advierte un monumento que marca el sitiopor donde cruzó el Rin en 1813 el famoso mariscalvan BJOcher.

Durante la guerra de treinta años los españolespusieron sitio al castillo de Outenfels, lograndorendirlo con excepción de una torre, cuya guarni-ción tuvo en jaque a los vencedores por variosdías. Tan mortífera y certera fue la puntería de susmosquetes sobre las tropas españolas, que éstas pre-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 81

firieron esperar a que la guarnición capitulara porhambre, como efectivamente sucedió. Pero el generalcastellano convino en rendirle los honores de la gue-rra, respetando sus armas y sus vidas, de modo queen el día señalado las compañías formaron calle dehonor a cada flanco de la torre, con banderas incli-nadas y tambores batientes, y cuál no sería la sor-presa de los hispanos cuando por toda guarniciónvieron salir a un anciano, su mujer y una cabra deleche. El animal se alimentó con la yerba que crecíasobre la torre, dando en cambio su leche a los si-tiados; pero, naturalmente, cuando se hubo comidotoda la yerba éstos se vieron forzados a entregar-se. Los soldados españoles los hubiesen ultimadosin piedad, tanto así fue su despecho, a no ser porla enérgica actitud del general, que prefirió la bur-la a verse deshonrado faltando a su palabra.

El castillo de Pfalz fue construído por el empe-rador Luis de Baviera, en el mismo sitio donde si-glos antes se levantaba la choza que abrigó al hijode Carlomagno, Luis el Afable. Hastiado de gran-deza y de esplendores vanos, este singular prínci-pe quiso morir allí, "sobre un mullido tan burdocomo los que hallaba en los bosques cuando ibade caza, y arrullado en su último sueño por el mur-murio sin artificio de las ondas del Rin. "La si-tuación del castillo lo hacía muy seguro, de mane-ra que jamás fue capturado, y las condesas palati-nas pasaban en él su luna de miel y daban a luz elfruto de sus entrañas. El rey Gustavo Adolfo sedetuvo aquí en una de sus correrías por los cam-

6

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

82 ANTONIO MARTINEZ DELCADO

pos de batalla de Europa, aunque por breve tiem-po.

Después aparece Bacharach, milagrosamente afe-rrada a los riscos de la roca, y que sirve de entra-da y salida a un primoroso valle donde se produ-ce el admirable vino que lleva su nombre, por elcual el emperador Wenzel, según dijimos antes, tro-có la ciudad de Nuremberg. El Papa Pío II no po-día trabajar sin tener delante una botella de dora-do Bacharach, de suerte que la cristiandad les fuedeudora a estas preciosas bayas de muchas bonda-des del Pontífice. Los vendedores de vino suben abordo y ofrecen su mercancía cantando:

iZu Bacharach am Rhein,Zu Klingenberg am Mayn,Und Wilrzburg an dem Stein,Wachsen die besten wein!

Desde aquí hasta Bingen las riberas están literal-mente colmadas de castillos, pues como el tráficoera muy intenso, los barones que vivían del pillajeaprovecharon cuantos riscos e islotes ofrecían ven-tajas para la construcción de fortalezas, mientrasmás escarpados e inaccesibles tanto mejor. Tan be-llas y pintorescaa son estas almenas, que bien pue-de la posteridad perdonarles a los dueños sus fecho-rías a cambio de haberlas construí do, pues sirvie-ron para ilustrar el Rin con leyendas hazañosasy formaron el alma soñadora de sus habitantes. Ban-didos de noble estirpe, a ellos debemos las mejo-res creaciones de Wagner, de Beethoven, de Hei-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 83

ne .... ¿ Por qué lamentar tantos sacrificios, tanta san-gre vertida en emboscadas cobardes, si tenemos alas Walkirias, los Nibelungos, la balada de Lorelei?

Furstenberg, Nollich, Heimburg, Sooneck, Falken-burg y Rheinstein, para no citar sino algunos, soncastillos arruinados de nobles líneas y viejas his-torias, que dilatan la mente y subyugan el espíritu,como ningún otro sitio de la tierra. Los amantesde lo pintoresco y de lo bello no podrán hallarmejor fuente de inspiración que los valles del Riny del Mosela, donde todo es armonioso y lumino-so, aventajados en grandeza de escenario sólo porlos Alpes, aunque los últimos soguzgan la imagi-nación sin dejarse abarcar por ella. El Rin no es des-proporcionado ni se ofrece a la vista en conjunto,sino que va desplegando sus paisajes uno en posde otro, como las hojas de un libro, de manera quela atención no se disipa. Los paisajes se individua-lizan, sin parecerse unos a otros, lo cual les comu-nica un sentido íntimo que en veces los hace apa-recer familiares. En efecto, estos castillos no sor-prenden, sino que halagan y responden a una im-presión remota de nuestro espíritu, como si los hu-biéramos ya entrevisto en sueños, no sabemos có-mo ni cuándo ....

El alcázar de NoIlich sirve de remate sin soluciónde continuidad, a un espigón inverosímil, por dondese sube mediante una escalinata tan precipitada queda vértigo: la Escalinata del Diablo, labrada audaz-mente en un vuelo de la roca, y único acceso po-sible al castillo. Dicen las crónicas que un cabalIe-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

84 Alft'ONIO KARTINEZ DnGADO

ro de Lorch, enamorado de una princesa cautiva enla torre de Nollich, tuvo que apelar a las hadas delvalle del Wispe para que le ayudasen a Iibertarla:así fue que la princesa escapóse por los aires enuna nube, y nadie supo más de ella, ni del caballe-ro de Lorch.

Vamos llegando a Bingen, y los montes se alla-nan para descubrir valles de encanto, verdeantes ycubiertos de viñedos famosos, plantados por ordende Carlomagno, quien desde el castillo de Ingelheimdescubrió cómo la nieve derretíase primero en lavertiente de estas colinas, antes que en el campoabierto. Las vides embalsaman el aire y llegan has-ta los bordes del río, recortadas a una misma altu-ra y sostenidas por pequeñas estacas para evitarque se doblen. Tal precio alcanza el codiciado fru-to que no hay parcela sin cultivar, y los dueños depredio saben exactamente cuántas son sus matasy cuál será su rendimiento. Lo mismo que en elMosela, los cantiles han sido aquí tallados en te-rrazas superpuestas, que les dan un aspecto de gra-dería, para rellenar después los bordes con tierra fér-til y sembrarlos de parras. Es una labor que requiereinfinitos desvelos y fatigas, y por eso el adveni-miento feliz de la uva es mirado como un milagroy da ocasión a festivales interminables durante lavendimia, que tiene lugar en el otoño, ya cuandolas hojas se han caído dejando las ramas mondas.

Entonces Baco inicia su marcha triunfal por villo-rrios y ciudades, y tras él vienen la prosperidad yel bienestar: es época de cantares y de amores,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 85

que ha inspiradoJa musa de los poetas desde Queel hombre descubrió el secreto encerrado en la ba-ya maravillosa. Y con ser esta la región por exce-lencia del buen vino, la beodez es cosa desconoci-da, pues los alemanes, y los europeos en general,conocen el arte de beber. Diversos son los vinosque se producen en esta parte del Rin, pero nin-guno supera quizá al famoso ROdesheim, uno delos más costosos y que gozan de mayor favor en-tre la gente de buen tono.

Frente a Bingen se yergue el monumento nacionalque la nación alemana construyó para conmemorarla victoria de 1870, y cuyas proporciones desmesu-radas sirven apenas para demostrar su mal gusto.Desentona con el paisaje y carece de la grandezaque su autor, John Lchilling, quiso darle. Esta ma-nía de las cosas colosales y pesadas fue una delas más características de la generación alemana an-terior a la guerra Quiera Dios que a orillas delRin no vuelvan a levantarse monumentos como elNiederwald.

Abajo, sobre la orilla, se ven las ruinas del cas-tillo de Enrenfels, y en medio del río la Torre delRatón, que en otro tiempo albergó al despiadado obis-po Hatto. En cierta época de hambre algunos vecinosdel valle de Rheingau invadieron las trojes del ecle-siástico, dice la tradición, para hacerse a granos, y él,lleno de ira, pegó fuego a los pajares y abrasó a to-dos esos infelices, a quienes comparó con las ratasque devoraban sus cosechas. Incontinenti éstas lo per-siguieron con tal saña, que el obispo quiso buscar

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

86 ANTONIO MARTINEZ DELCADO

asilo en la torre, aunque en vano, porque las ratasle dieron caza y acabaron por comérselo vivo.

En Bingen termina en realidad el trayecto pinto-resco del Rin, o al menos la parte de las leyendasy de los alcázares, si bien aun resta mucho por ver en-tre Maguncia y la frontera de Alsacia Nosotros, muya nuestro pesar, tuvimos que abandonar ese itinera-rio, prefiriendo hacer un alto en la ciudad antes nom-brada y dirigirnos después a Heidelberg, para conti-nuar luégo hacia el lago de Constanza a través dela Selva Negra.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CAPITULO III

Maguncia: La Catedral. El anillo de los Nibelungos-He-delberg: El castillo y la universidad-La Selva Negra-Laciudad y el Lago de Constanza-El concilio y la muertede Juan HU5s-Augsburgo. "la ciudad de las fuentes".

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

88 ANTONIO MARTlNEZ DELGADO

A pesar de su antigUedad, Maguncia carece de esavenerable vetustez de que suelen revestirse las ciu-dades de abolengo, y poco es lo que ofrece a lacuriosidad del viajero, si exceptuamos la maravillosacatedral, porque sus modernos edificios, sus jardinesy paseos a lo largo del río guardan semejanza conlos de otras ciudades de Alemania, de modo que sonde escaso interés. Lo mismo que en Reims, Coloniao Milán, la catedral le presta a Maguncia fisonomíaparticular, aunque las aventaja a todas en valor ar-quitectónico, no precisamente por la majestad o es-beltez de sus líneas, sino porque en el curso de susmil años de vida ha sufrido tantas adiciones y mo-dificaciones que por sí sola constituye un documentoinapreciable en la historia del arte cristiano.

En parte renacentista, en parte gótica y en parterománica, esta gran estructura carece de unidad de es-tilo, mas no por eso deja de ser armoniosa en su con-junto y de maravillar por la nobleza de su talla pro-cera. Quizá ninguna otra catedral la supera en sereni-dad y en ese ambiente místico y solemne que llenalas naves de las igle~ias de ~,donde parece alen-tar el espíritu de Dios. El andar apagado de las vie-jas devotas y el quedo susurro de voces femeninasque dicen su oración al socaire de las columnas oante altares temblorosos de luces, llenan las bóvedasde místicas sonoridad es e invitan al recogimiento. Aun lado del portal un adolescente espera entre sueñoy sueño que gente piadosa le compre flores y cirio svotivos, o folletos con descripciones de la catedral yfotografías de las treinta y dos tumbas de emperadores

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 89

que se enfilan en ala y ala, porque la catedral deMaguncia fue el panteón de los monarcas alemanes.

Entre esas sepulturas ilustres se destaca la de fas-trada, que supo inspirar a Carlomagno un amor au-gusto. Cuando ella murió, este César dióse al dolorcon tal intensidad que los negocios del imperio ca-yeron en el caos, porque le pareció que muerta subienamada el gobierno del mundo careda de impor-tancia para él. Su ministro Eginhardo atribuyó se-mejante trastorno a cosa de superchería, de modoque un día abrió en secreto la tumba de Fastrada,y halló en la boca de la muerta un anillo mágico.Eginhardo guardóse la joya, y desde el día siguienteel monarca empezó a olvidar su tristeza y a prestaratención al gobierno. Pero el ministro creyóse enel deber de revelarle la verdad, aun a riesgo de caeren desgracia, y entonces Carlomagno encaminóse conél en medio de la noche hasta mitad del puente debarcas que había hecho construír sobre el Rin, yallí, erguido y solemne, arrojó a las aguas el anillode fastrada. Desde ese momento el emperador delmundo tornóse insensible a los amores humanos,y puso todo su empeño en el engrandecimiento yfelicidad de sus pueblos. ¿Y sabéis cuál era esa joyamaravillosa, que hizo la dicha y la desdicha de lospequeños y de los grandes, de los hombres y delos dioses? ¡Pues nada menos que el anillo de losNibelungos!

También figura entre las tumbas de la catedral lade aquel famoso Enrique de Meissen, conocido enla antigua Oermani¿s con el nombre de frauenlob, o

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

90 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

"Elogio de las mujeres," y quien supo enaltecer yhonrar a la mujer en una época en que nuestrasamables adversarias eran tenidas como seres de nin-gún valor ante Dios ni ante los hombres, sino másbien como juguete de pasajeras veleidades y escla-vas de su señor. Por eso cuando murió Enrique, lasdoce más bellas muchachas de Maguncia condujeronsu ataúd en hombros, cubriéndolo de flores y lIe-nándolo con vino de Riidesheim, que era su bebidafavorita. Más allá está la tumba de Pedro de Aspelt,artífice de tres emperadores, con una efigie en piedel Elector, bajo cuyo brazo extendido se enfilantres figuras diminutas de reyes.

Otra causa de justo orgullo para Maguncia es el -haber sido cuna de Juan Gensfleisch, conocido en lahistoria con el nombre de (jutenberg, el gran in-ventor de la prensa de imprimir con letras móviles.

Ningún artificio humano ha tenido tan formidablesconsecuencias en el desarrollo de la civilización, puespuso al alcance de todas las inteligencias los tesorosde la ciencia, hasta entonces confinada en el secretode los monasterios para regalo de un estrecho círcu-lo de privilegiados. Si por obra de encantamientoOutenberg tornase a la vida, quedaría petrificadoal ver la suma de bien y de mal que su invenciónle ha causado al mundo, como quedaríase BertoldoSchwarz, ese brujo que inventó la pólvora no lejosde aquí, en friburgo de Brisgovia. Oracias a Guten-berg las ideas volaron sobre los hombres como unabandada de aves locas, y el espíritu humano hallófrancas las puertas de todos los anhelos, de todos

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 01

los ideales y de todas las pasiones. Por eso el famosomaguntino figura entre los grandes de la Historia,si bien puede asegurarse que no sospechó, ni podíasospechar, el alcance maravilloso de su invención.Aun se conserva la casa donde nació, en la primeramitad del siglo catorce, y que desde entonces es el nú-mero d os de la Chri stopherstrasse.

Sus orígenes y su vida, 10 mismo que su apariencia,son muy os euros, pero se sabe que ensayó primerosu idea en Estrasburgo y volvió luégo a Maguncia en1444,donde se dedicó a perfeccionar un sistema parafabricar espejos y pulir metales, sin mayor éxito. Al ca-bo de muchas vicisitudes formó una compañía confust y Schoefer para el desarrollo de la imprrnta ypublicó una edición de la Biblia entre 1450 y 1455,pero tuvo que entregarle al primero todos los ele-mentos de que disponía en pago de mil seiscientosf1orines, si bien continuó luchando valientemente enpro de su idea, unas veces solo, otras con sociosde ocasión. Al fin murió, abandonado y en la po-breza, en el año de 1468, mientras otros sacaban pro-vecho de la nueva industria, de tal manera que afines del siglo había en Alemania más de mil im-prentas, y que un solo impresor de Nuremberg, en1470, tenía veinticuatro prensas y empleaba hasta cienaprendices. Que los libros publicados entonces al-canzaron gran número, 10 prueba el hecho de queaun existen por lo menos treinta mil incunables enlas bibliotecas del universo. En el museo Outenbergse conservan diversos ejemplares de la época y do-cumentos relativos a la vida del maguntino.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

92 ANTONIO KARTINEZ DELGADO

Maguncia, una de las principales cabezas de puen-te del Rin, tiene gran valor estratégico y se hallahoy ocupada por los aliados en virtud del Tratadode Versalles. La fundaron los celtas y fue luégo cam-pamento romano hasta el advenimiento del cristia-nismo, del cual fue uno de sus primeros baluartes,mereciendo por su opulencia, a la cabeza de la Ligade las ciudades renanas, el título de Maguncia Aurea.Como lugar de tránsito para los ejércitos del estey del oeste, su vida estuvo ligada a todas las vici-situdes y turbulencias del continente por espacio desiglos, hasta que fue casi destruída por Adolfo deNassau en octubre de 1462, en circunstancias queBaring-Oould describe de la manera siguiente:

"Según el plan convenido, los conjurados debíanemborrachar a los guardias de la puerta de Oauthor,cuyos cerrojos, descorridos a la caída de la noche,franquearían la entrada a los de Nassau. Al amparode la obscuridad éstos avanzaron, silenciosos y arastras; pero ya cuando se deslizaban contra los mu-ros, un ruido extraño los hizo vacilar, y en la creen-cia de que el plan había sido descubierto por lossoldados de defensa, poco falt6 para que empren-diesen la fuga. Pero Judas estaba de su parte, y yatornaban faces cuando un gran buho bati6 sus alasencima de las murallas y desapareci6 en la noche.Avergonzados de sus temores y tranquilizados porel silencio que sigui6, los conjurados volvieron a suempeño divididos en dos compañías, una para la puer-ta del Rin y la otra para la de Oauthor, que se en·contraba franca. Por allí entraron con mucha cautela

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 93

y pusiéronse a levantar barricadas en las calles, es-merándose por no mover gran ruido; pero el ajetreoy el ir y venir de los soldados despertó a los veci-nos, que dieron el grito de alarma, y en menos deun pestañear la poblaei6n entera, repartida en ban-das en ~torno de sus jefes, estaba a la greña conlos invasores en una lucha de vida o muerte. Losde Nassau fueron rechazados, pero antes de aban-donar el campo prendieron fuego a algunas casas,logrando con esto distraer la atenci6n de los ma-guntinos, algunos de los cuales corrieron en buscade medios para contener las llamas.

A esta sazón, la segunda compañía de Adolfo ataca-ba la puerta del Rin, amenazando derribarla, de mane-nera que los habitantes se vieron cogidos entre dos fi-los. Mas no por esto cejaron, y Diether/'junto con elconde palatino Federico, lograron escapar, yendo agran compás de piernas a juntar refuerzos entre loscampesinos del contorno; sin embargo, apenas logra-ron una leva de pocas docenas de mozos, de suerteque fueron batidos y obligados a huÍr de nuevo. Conla mañana, su Eminencia el Arzobispo-Elector penetróen la ciudad por sobre un camino de cadáveres yala soflama de los incendios, ordenando a los notablesde la ciudad reunirse en la plaza principal de la ciudadpara ser contados, mientras la soldadesca se despa-rramó en los hogares deSamparados para hacer presaen esposas e hijas y robar hasta donde alcanzaransus manos, porque tal era el derecho del vencedor.

Los ciudadanos principales fueron desterrados parasiempre, el tesoro de la ciudad confiscado, y las cé-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

04 ANTONIO IrlARTINEZ DELGADO

dulas y cartas de privilegio concedidas a Coblenzapor varios emperadores, hechas trizas y lanzadas alfuego. Así cayó Maguncia, la gloria del Rin. Elfuego y el hierro hicieron por ella lo que su pastorse proponía, pues varios cientos de ciudadanos ca-yeron muertos, entre ellos el capitán de la plaza ysu burgomaestre fust, hermano del socio de Ou-tenberg. La prosperidad de Maguncia terminó ese 28de octubre de 1462, y sus mercaderes y manufac-tureros buscaron refugio en francfort-del-Meno, quedesde entonces se convirtió en una de las primerasy más prósperas ciudades de Alemania." Adolfo deNassau no comprendió nunca la razón de esta sin-razón, siendo así que había sometido a esa parte desu grey para salvarla de la herejía. "El diablo, dijo,es un ser inexplicable!"

Pero Maguncia se recuperó con el tiempo, aunqueno del todo, y sus ciento veinte mil habitantes hanhecho nuevamente de ella una ciudad próspera yalegre, a pesar de hallarse otra vez bajo la bota delconquistador. Aquí estuvo en sus años mozos uncierto Clemente Venceslao Metternich, más tardeprincipe de Winneburg, oriundo de Coblenza, justa-mente cuando las tropas de la República francesaentraron a tambor batiente, llevando consigo ideasy principios que habían de socavar las bases delSacro Imperio, herencia de los Césares, cuya fábricavería el mundo saltar en pedazos como fortalezaaventada por dinamita. Sus ojos fueron testigos delos desmanes de los batallones jacobinos, y aunqueeducado en las tradiciones igualitarias de la gran

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 95

época josefina, y por consiguiente liberal, fue tal suimpresión que en el acto se convirtió a las ideas másreaccionarias y despóticas de los Habsburgos. Eu-ropa y el mundo habían de sufrir las consecuenciasde este suceso por casi cuarenta años, con su se-cuela de guerras y de odios que todavía perduran.Aquí, pues, en ese mismo balcón desde donde noso-tros contemplamos ahora la plaza mayor de Magun-cia, se empañó la mente maquiavélica del príncipede Metternich, para desvelo e infortunio del mundo.Tales han sido nuestra impresión y nuestros recuer-dos de la "joya del Rin". Hemos terminado nues-tra peregrinación por este valle de castillos y deensueño, y para decirle adiós dignamente vamoscon nuestro gentil compañero de viaje, TrygveOlaf Sommerstad, a tomamos una botella de Rli.

desheim al Earinser Hof, donde un jazz hace las de-licias de los turistas americanos. Por fortuna notenemos que soportar mucho tiempo este absurdoestallido de latas, porque en el término de una ho-ra sale el tren que debe llevamos a la ciudad delos estudiantes y de los poetas: Heidelberg.

** *Aun recordamos aquel libro de estampas que ha-

cía las delicias de nuestros primeros años: era ungran libro de lomos dorados y pasta roja con bro-ches ya foscos, traído por uno de nuestros abue-los de sus correrías por Europa Había en él vistasde ciudades y paisajes, unas en negro y otras atodo color, con reproducciones de antiguos maes-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

96 ANTONIO XARTINEZ DELGADO

tros, entre ellos Canaletto. Esas páginas poblaro nnuestra mente de visiones y de ensueño, y fue cuan-do primero sentimos el anhelo de los viajes pormares lejanos. Entre sus muchas litografías en ma-dera figuraban dos, que a través de tantos añosaun nos parece estar viendo: la catedral de San Mar-cos, en Veneda, y el castillo de Heidelberg. Mu-chas veces detuvimos los ojos en ellas y poreso, cuando por primera vez nos sentímos delantede la fortaleza, pareciónos como si un pasado fa-miliar nos saliese al encuetro.

Heidelberg es sin duda el más pintoresco, el másnoble y el más excelso de los castillos de Europa.Visto desde el valle del Neckar, a la caída del solen un día de agosto, teñido de rojo y envuelto enjirones de niebla, diríase la ilustración de un cuen-to. Se irgue en un recuesto del Jettenbuhl, como sibrotase de la arboleda, sereno y adusto, dominandoel paisaje y amparado por enhiestos montes, quedan frente a la cordillera del Odenwald, dondecrecen viñedos de verde agraz o robles de tupidaumbría. Su maciza y orgullosa estructura está com-puesta de varios palacios, edificados en el curso desiglos, cada uno de estilo diferente pero reunidosen un todo armonioso que le presta fisonomía par-ticular: a la derecha la torre octagonal del reloj,airosa y de cumplida estatura, haciendo flanco a lacapilla de San Uldarico; a la izquierda, los jardinesy las terrazas del alcázar del conde Federico, querecuerdan los de Eltz, rodeados de robles y de man-zanos en flor; atrás la glorieta gótica y los aguiJo-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 97

nes del viejo palacio de Rodolfo, con su Torre dela grieta, cubierta de verdura, sus bastiones delpuente levadizo y su maravilloso Sal6n de los Ca-balleros, donde tenían lugar las fastuosas recepcio-nes del conde palatino Otto Henry, gran senes-cal del Sacro Imperio Romano. Desde la terraza po.demos ver a nuestros pies la aldea de Heidelberg,con su calle única, su universidad y sus casitasapiñadas, y el valle del Neckar, estrecho y cerradopor U:1 lado y abierto por el otro sobre un paisa-je infinito. El río brilla como si fuera de plata, cru-zado por un puente de arcos que desde aquí se-meja un juguete, haciendo quingos y desaparecien-do al fin en el horizonte calino, mientras las nie-blas suben de lo hondo y se prenden en las ver-tientes de la montaña. En las paredes de San VI-darico se abren nichos donde caballeros de piedra,puestas las manos sobre la cruz de la espada,parecen contemplar el desfile de los siglos: algu-nos se hallan rotos, y la lluvia ha puesto trazasde lloros sobre sus armaduras. En las estancias, in-mensas y sonoras, se ven antiguos blasones y losescudos de Baviera y del Palatinado, con la ordendel Tois6n de Oro, el globo imperial y el ~guila delos Césaresj cariátides, esculturas y arabescos deprimor; flores en guirnaldas, cabezas cornudas, leo-nes y bellotas del más cumplido estilo plateres co.Por las noches, reflectores invisibles iluminan elcastillo sabiamente, de manera que parece suspen-dido en la oscuridad, y fuegos de artificio lo cu-bren de resplandores y de luces: los cohetes su-

7

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

98 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ben, suben, y dejan caer de lo alto una lluvia deestrellitas azules, rojas, blancas, que descienden aespacio hasta desaparecer en el vacío. Y si acertáisa contemplar este espectáculo cuando la luna aso-ma tras la negra silueta del castillo y los estudian-tes entonan a lo lejos viejas canciones de Heidel-berg, entonces guardaréis para toda la vida el re-cuerdo de algo fantástico.

El castillo fue primero fundado en el siglo doce,pero solamente hasta comienzos del diez y sieteno cobró los contornos que hoy tiene, debido a la mu-nificencia de Federico V, quien edificó el bello pa-lacio estilo Renacimiento que se levanta detrás pararegalo y holgura de su mujer, la condesa Elizabeth,hija de Jacobo I de Inglaterra y nieta de María Es-tuardo. Cuando murió su último posesor, el OranElector Carlos, Luis XIV envió contra él sus ejér-citos con orden de no dejar piedra sobre piedra,de modo que fue una fortuna que toda la fábricano hubiese desaparecido. En cuanto a la población,quedó reducida a cenizas, con excepción de al-gunas casas y varias iglesias, entre las cuales ladel Espíritu Santo es la más original a causa de ha-ber sido dividida por mitad en tiempo de la Refor-ma, correspondiendo el coro a los católicos y lanave a los protestantes.

Pero el mayor prestigio de Heidelberg deriva desu universidad, ilustre por varios siglos, como quefue fundada por el Elector Ruperto 1 en 1386, ypor cuyos claustros han desfilado las grandes figu-ras de Alemania en las ciencias, las artes y las le-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 99

tras. Hoy va siendo suplantada· por institucionesquizá mejor provistas y de un espíritu más deacuerdo con el siglo, pero la de Heidelberg se picade aristocrática, y es, por tanto, motivo de or-gullo para los estudiantes alemanes obtener allí sudiploma de grado, como Oxford y Cambridge enInglaterra y Harvard en Estados Unidos. Las uni-versidades inglesas la aventajan por la nobleza y eldelicioso sabor añejo de sus edificios, que las ha-cen únicas en el mundo, pero Heidelberg tiene unespíritu muy suyo y guarda tradiciones que la di-ferencian por completo de toda otra institución desu género. Entre ellas la más singular es la de losduelos, cuya práctica se originó aquí y en Bonn yterminó por extenderse a todo el país. De ahíque la mayor parte de los germanos salidos de lasuniversidades alemanas muestren en la cara cica-trices absurdas, que lejos de enfadarlos son otrostantos motivos de orgullo para ellos y para sus fa-milias. En este pueblo guerrero y amante de la lu-cha, las cicatrices y las escaras son un alarde dehombría, de suerte que reciben el homenaje de to-dos y les aseguran a los estudiantes su admisióna las codiciadas fraternidades, adonde no puedenentrar sin un haber, por lo menos, de seis duelos.

Dicha costumbre ha sido siempre un delito ante laley, y el gobierno actual parece resuelto a extirpar-la del todo, aunque es dudoso que logre mejor éxi-to que los anteriores.

Estos encuentros se verifican al otro lado delrío, en la Hirschgasse, una taberna de estudiantes,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

100 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

sin mayor aspecto, amueblada pobremente Y cons610 dos pisos, uno de los cuales sirve de café yel otro de campo de honor. El último está siem-pre lleno de muchachos que se ejercitan tirando ala espada, y el suelo presenta oscuras manchas dela sangre vertida en más de cien años de com-bates. Estos duelos no son nunca a muerte, y seefectúan a pie firme, un duelista enfrente de otro,sin facultad de mover más que el brazo derecho.Los estoques tienen la punta roma, de manera quesajan sin penetrar, y los combatientes protegen elcuello, los ojos, las orejas Y el pecho, exponiendosolamente la cabeza y el resto de la faz. Cada due-lo es a cuarenta vueltas, de seis golpes cada una,y es atendido por un numeroso grupo de estu-diantes que forman en torno, fumando y movien-do gran alboroto. La lucha es a primera sangre, yen el cuarto siguiente esperan varios médicos lis-tos a coser y restañar las heridas que resulten, yvarias botellas de vino para celebrar el aconteci-miento.

Otro singular aspecto de Heidelberg es la admi-nistraci6n de justicia, que se practica exclusivamen-te por los estudiantes, quienes gozan de un fueroespecial, que los exime de ser juzgados por tribunalesordinarios y de reducirlos a prisi6n diferente de launiversitaria, que se ha convertido en una especiede instituci6n. Por lo demás, esta es otra de lasambiciones de los muchachos, que no se conside-ran consagrados mientras no se hayan batido variasveces ;y \levados a la cárcel, de manera que si

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 101

son incapaces de cometer una falta punible apelana insultar a un policía o a golpear a un vecino pordácame esas pajas. Entonces el ofensor se va contendido de cama y todo a la cárcel, una casa an-tigua, sin guardias y donde pueden moverse a sugusto. Naturalmente, mientrras se instruye el su-mario y los jurados dictan sentencia, el condenadono tiene obligación de asistir a las clases, lo queen verdad es una gloria. Algunos toman su foto-grafía con tiempo para fijarla en los muros de laprisión antes de abandonarla, con esperanza, esosr, de volver. Las paredes y los techos están lite-ralmente colmados de inscripciones en prosa y ver-so, casi todas humorísticas y algunas muy ingenio-sas, o caricaturas y diseños relativos a los profe-sores, compañeros o asuntos que les son familiares.Allí pudimos ver, entre todo ese cúmulo de nom-bres, algunos ilustres, como el de Otón von Bis-marck, quien había de ser después el Canciller deHierro.

'"••Apenas entrada la mañana tomamos el tren hacia

Offenbourg, para cambiar allí por el que debía lle-vamos a Constanza a través de la Selva Negra, oScharzwald. Por espacio de seis horas rodamossobre un paisaje ondulado, ora faldeando mon-tes, ora a lo largo de valles ubérrimos, a semejanza deese maravilloso del Cauca, donde crecen los plantíos ypacen tranquilamente las vacadas, que al moverseentre el pastal hacen sonar los cencerros. Bajo el

í)(uL,0;::C- ) ..

CC¡/!"OGAClON

•• n ".-.,-~,".. " -' ,/"

".1:C'_':."0C

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

t02 ANfONIO MARTINEZ DELGADO

azul de esta mañana de agosto los campos parecensonreír, y una brisa tibia nos trae olores de broza.Hemos perdido de vista las llanuras, y a medida queel tren sube, ábrense a nuestros pies gargantas pro-fundas en cuyo fondo se apiñan caseríos de techosrojos, cual si hubiesen caído allí quién sabe de dónde,y que desaparecen como una visión. Después son lasruinas de un castillo, pegadas a las rocas en un pasoestrecho, o el eco sonoro de torrentes montañerosque bajan saltando entre un hervidero de espumas.

El tren sube y sube, pasando de una loma a otrasobre atrevidos viaductos o a través de túneles cu-yo número no baja de sesenta, algunos de los cua-les largos de varios kilómetros, y que hacen de estaobra una de las más bellas hazañas de ingeniería.Las colinas, aquí redondas como las que se ven enlos Andes, están cubiertas de una arboleda tupiday muy oscura, que de lejos presenta el aspecto demanchas extensas y de donde ha derivado esta re-gión el nombre justísimo de Selva Negra. Es uncontraste feliz de todos los tonos, desde el verdede los plantíos hasta el profundo de los trópi-cos, y por momentos se diría que viajamos en elferrocarril de Oirardot. La carretera, blanca y llenade gente alegre, cae de las alturas hasta el fondode los valles como una serpentina de carnaval, atra-viesa los casares, trepa de nuevo y se pierde enlos repliegues para surgir otra vez encima de nos-otros, allá en un filo de los montes. De largo enlargo aparecen labranzas a estilo de las que se venen nuestros valle~ andinos, y casas prendidas en

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 103

las laderas, típicas de la Selva Negra, con ampliossocarrenes y rodeadas de pinos, donde los caballosde Ilbor triscan entre haces de heno asustando ga-llinas y gansos: cuando el tren pasa, los perrossaltéll en medio del averío, y entonces el aire selIem de pl urnas. Estas casas son de tres y cuatropisos, pero como se levantan en un plano muy in-clinado, el mismo sendero da acceso a las varias es-tancias; y según es la copia de heno que se advier-ta en la parte posterior, así puede calcularse la for-tuna de !)u dueño, pues mientras más forraje esporque hay más animales que sostener. Al cabo dealgWlas horas llegamos a la cumbre, un paisaje fríoy triste, y tras una corta demora emprendemos eldescenso de la cuesta a toda máquina, de suerteque bien pronto empezamos a tocar la llanura.

En verdad, este es el corazón de la Selva Negra,y uno de los centros agrícolas más ricos del prin-cipado de Baden: los cultivos se extienden por do-quiera, lo mismo en las vertientes que en los acam-pas, y los pinares y los bosques de abetos cobranun tono subido, casi negro. Igual que las gentesmontañeras de todo el mundo, los habitantes de laSelva Negra son honrados hasta la medula, algomelancólicos, decidores, muy religiosos y "conser-van aún los ojos atentos para el milagro ", comodice Valle Inclán refiriéndose a los hijos de Santia-go de Oalicia. Después que se pone el sol, loscaminos de la Selva Negra se llenan de fantasmas yde hadas amables, y las abuelas refieren a sus nie-tos cuentos de maravilla en torno de la lámpara

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

104 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

El tren da una vuelta brusca y casi de repe.1tenos encontramos bordeando el lago de Cons1an-za, o Bodensee, como lo llaman los alemanes, sose-gado y azul, y cuya orilla por este lado se abre enuna inmensa curva Que va a perderse en el t,ori-zonte brumoso. A nuestra derecha los montes an-gustiados de Suiza se miran en el agua, domina-dos, allá lejos por enhiestos picos, de formas ex-trañas unos, blancos de nieve otros, y sobre lasaguas corren velas latinas de porte gentil o volitanlas gaviotas. Aquí y allí algunos pescadores tIransus anzuelos o tienden redes, y los bañistas zabu-lIen. El tren se desliza por la orilla, y a poco ve-mos aparecer las torres y las casas de Constanza,bañadas de sol, reflejándose en el cristal del lagocon delicado temblor.

Es hora de almorzar, y vamos con Sommerstaden busca de salmón y de una botella de "Meers-burger" al lnsel-Hotel, situado en una isla diminu-ta enfrente de la ciudad, y Que en tiempos antiguosfue convento de dominicos. Los buenos monjesfundaron este retiro en 1236, y con el andar de losaños lo convirtieron en uno de los más opulentosrefugios del arte y de la ciencia en Alemania. Pocoha logrado contra:él el embate de los siglos, y puededecirse que en sus maravillosos claustros de estilorománico aun se respiran la paz y el incienso deotros días. Los frescos de Haberlin se conservancasi intactos, lo mismo que los jardines y la torredel convento, cubierta de hiedra, donde estuvopreso Juan Huss. Nosotros comemos nuestro sal-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 105

món a un lado del altar, en la vieja capilla, cu-yos muros oyeron la última misa de los monjesel 26 de julio de 1785, día luctuoso en que fueclausurado el convento. Hoy los turistas han inva-dido este santuario venerable, y enfrente a nosotros,bajo los triforios y azulejos de la iglesia, dos mu-chachas inglesas fuman cigarrillos egipcios, y unamúsica de jazz llena de sones absurdos la bóvedadel refectorio, que antes oyera el canto piadosode los monjes según las normas de San GregorioMagno. Sobre la cornisa, un grifo de piedra con-templa esta escena entristecido y resignado; tienerota una garra, y en su flanco hay un letrero borro-so en latín: ANNO DOMINr MDXXVIII.

Constanza es célebre en la historia por haber si-do asiento del famoso Concilio que puso fin alcisma de Occidente y condenó a las llamas al refor-mador checo Juan Huss, y que fue reunido por inicia-tiva del emperador de Alemania y rey de Hungría Se-gismundo de Luxemburgo, en el año de 1414.Po-cas asambleas ha visto el mundo tan ilustres y alpropio tiempo tan nefandas como esta de Con s-tanza, donde estuvieron mezcladas todas las virtu-des, todas las pasiones y todas las infamias, puessi bien es cierto que terminó con el cisma queamenazaba destruír la unidad de la Iglesia, en cam-bio con su intolerancia y su fanatismo sentó ellamisma las bases de la Reforma que cien años des-pués sustrajo a la obediencia de los papas todo elseptentrión de Europa.

Veamos por qué. En aquellos años oscuros ros es-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

106 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

piritus estaban tan dislocados por la concupiscenciay los apetitos de toda suerte, que la misma cortepontificia no logró sustraerse a la corrupción y re-lajamiento general de las costumbres, y obisposy cardenales escandalizaban al mundo con sonadasintrigas de amor o empeñábanse en una lucha sincuartel para el logro de poder y de riqueza. 11 To-do en Roma está de venta, hasta la imposición delas manos y los dones del Espíritu Santo", decíaen Constanza Eneas Silvio Piccolomini, más adelan-te Pío 11,de modo que no era posible para losfieles recibir el perdón de sus pecados y hallar lasalvación eterna sino mediante pago de contado.

Esta situación, de suyo gravísima, vino a com-plicarse con el afianzamiento de los papasde Aviñón, donde reinaba Benedicto XIII, ele-gido para la sucesión apostólica por los cardenalesfranceses después de la muerte de su antecesor,Clemente VII, mientras que en Roma ocupaba lasede de San Pedro Gregorio XII. Ambos primatesaceptaron sus cargos con la condición de que ab-dicarían cuando lo tuviesen por conveniente, deseo-sos, sin duda, de dejar abiertas las puertas para unavenimiento; pero como ambos afirmaban, no sinrazones, ser los verdaderos y legítimos vicarios deCristo, y como los dos colegios de cardenales te-mían cada uno perder su influencia y respectivopoder, este avenimiento no parecía posible, tantomás cuanto que los príncipes cristianos reinantes enEuropa prestaban apoyo a uno u otro, según eransus particulares intereses. Como todos los esfuer-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS T LEYENDA!! 107

zos en este sentido fracasaran y ninguno de lospapas rivales aceptaba la idea de someterse a unasola y común autoridad, el Concilio de Pisa losdeclaró en contumacia y procedió a elegir como pa-pa a Alejandro V. Este murió a poco, y en su lu-gar fue nombrado Juan XXIII, quien no hizo sinoagravar las cosas debido a su pasado dudoso ycorrumpido. De suerte que ambos optimates rehu-saron hacerle mesura, y asidos del apoyo que lesprestaban sus respectivos partidarios iniciaron nue-vamente la lucha por obtener la supremacía, luchaque trajo consigo escándalos y asesinatos inconta-bles. Los cardenales franceses, particularmente, semostraron tenaces contra todo entendimiento, puessus privilegios estaban en juego, y además, no po-dían olvidar que un pontífice romano, BonifacioVIII, pretendió arrebaterle la corona a Felipe el Her-moso, rey de Francia, a quien excomulgó y persi-guió con sus anatemas, exasperándolo de tal ma-nera que el último envió a su embajador Nogareta Anagni para que insultara en su nombre a Boni-facio, y después hizo elegir a Beltrán de Got conel nombre de Clemente V; éste suprimió la ordende los Caballeros Templarios e inició la serie de lospapas de Aviñón. En medio de semejante caos fuecuando el emperador Segismundo intervino, a fin dedesatar el nudo una vez por todas y traer la paza los espíritus, logrando que se aceptas e la idea dereunir en territorio alemán un gran conclave de to-dos los príncipes de la Iglesia universal para queeligiese un jefe supremo y condenara las herejíasreinantes.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

108 ANTONIO JolARTlNEZ DILCADO

El concilio abrió sus sesiones, y por cuatro anosConstanza lIenóse con el esplendor y la magnificen-cia de todos los grandes de la tierra, venidos de lasvarias esferas con el altísimo propósito de escribirun nuevo capítulo en la historia del mundo: reyesy emperadores, jinetes en caballos paramentados deoro y de vistoso jaez, precedidos de heraldos quellenaban el aire con el estruendo de sus clarines; car-denales vestidos de púrpura, erguida la orgullosafrente y rodeados de consejeros, escribas y paladi-nes; patriarcas de oriente, graves y proceros, con susmantos de encendido carmesí; condes palatinos, ba-rones y senescales, empenachados y lucientes dearmaduras, con vasto cortejo de servidores y escla-vos; nobles caballeros con la cruz de Malta sobreel pecho, y obispos guerreros que daban su bendi-ción a las turbas con la faz oculta tras las capelli-nas; buhoneros, menestrales, cambistas, bufones ygente aventurera, todo este abigarrado conjunto in-vadió a Constanza, cuya población elev6se de seismil a setenta mil habitantes, de tal manera que losque no encontraron asilo en las casas y hosterfasde la ciudad, o sea la mayor parte, levantaron toldasen las afueras, ofreciendo así un aspecto de campa-mento militar. Naturalmente, las condiciones higiénicasfueron deplorables, y además de las bajas por causade epidemia, más de quinientas personas muriero nahogadas en el lago: tánta así era la confusión enesos días.

Sin embargo, y con ser tan importante )a liquida-ción de) cisma de Aviñ6n, el concilio dedic6se pri-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS T LEYENDÁS 109

mero a examinar y condenar las herejías de JuanHuss, que estaba predicando en Praga contra losabusos de la Iglesia, representados especialmente enla venta de indulgencias. Huss se mostró remiso aaceptar la invitación de los cardenales a presentarseante el concilio, mas al fin convino en hacerlo, si-guiendo las amistosas sugestiones del emperadorSegismundo, quien proveyólo de guardias de cuerpoy de un salvoconducto incondicional de ida y vuelta,en el cual estaba empeñada la fe de la Iglesia y elhonor del monarca. Pero los casuistas y consejerosdel conclave estimaron que el fin justificaba los me-dios, y no bien había descabalgado Huss cuando lossoldados del emperador pusieron manos en él, ysujetándolo con cadenas lo arrojaron en un foso delcastillo. Ahí permaneció por más de seis meses, du-rante los cuales protestó en vano contra la ignomi-nia de que había sido víctima y afirm6se en susprincipios, negándose rotundamente a retractarse entodo o en parte. Finalmente, el 6 de julio de 1415fue llevado ante la asamblea de cardenales y arzo-bispos que debía juzgarlo, reunida en la iglesia gó-tica de Constanza, donde escuch6 atónito los cargosde sus perseguidores, entre ellos el de que sus Emi-nencias tenían pruebas de que Huss se hacía pasarpor la cuarta persona de la Trinidad. El cuitado de-fendióse con bravura, sin testigos ni defensores, peroen vano, hasta que al fin le fue formulada una pre-gunta concreta por el portavoz del tribunal:

-Este sagrado concilio, en nombre de Dios Nues-tro Señor, desea saber si el acusado Juan Huss seretracta o no.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

110 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

El aludido levantóse, y con firmeza de la voz de-claró, de modo que todos le oyesen:

-No me retracto, y me confio a la misericordiade Dios.

Acto seguido el concilio lanzó excomunión mayorcontra el hereje y ordenó que fuese quemado vivo,mientras un escribano púsole sobre la espalda unpapel con esta inscripción: "Nosotros encomenda-mos tu alma al diablo, Juan Huss." La sacra hogueraardia ya frente a la iglesia, y Juan Huss fue asadovivo ante una muchedumbre de curiosos y de car-denales austeros, mientras en sus labios temblabaun rezo.

El sangriento festin enardeció a sus Eminencias,y meses después el compañero de Huss, Jeróni-mo de Praga, sufrió igual suerte, para baldón delemperador alemán y mengua de la Iglesia, pues lachamusquina de los dos herejes apenas sirvió paradesatar la tormenta de la Reforma y las guerras dereligión cien años después. Por fortuna esos tiemposya pasaron, y la tortura no ha vuelto a ser el caminopara encontrar la verdad. Antes de disolverse, el con-cilio eligió para el gobierno de la Iglesia romana aMartín V, y de esta suerte terminó una situaciónque estuvo a punto de anarquizar para siempre laherencia de San Pedro.

El día empieza a caer, y con nuestro amigo subi-mos a bordo de uno de los barcos que hacen latravesia del gran lago, con ánimo de tomar en Lin-dau, esa misma noche, el tren para Augsburgo. He-mos dado nuestras maletas a un porteador del mue·

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 111

He,y apenas tenemos tiempo para embarcamos, entreun alud de gentes, pues la sirena está ya sonandoy la marinería comienza a soltar amarras. Al fin nossentimos sobre cubierta, fallecidos y sudorosos, ysólo tras heroica lucha logramos conquistar sitio enuna banca de proa, a esfuerzo de codos y entre la in-dignada protesta de dos damas de senos opulentísi-mos, cubiertas de paquetes, cuyo torrente de pa-labras gruesas no entendemos por fortuna, pero quedeben ser de muchos quilates porque una pudorosamuchacha que nos da frente abandona su sitio ta-pándose los oídos y con las mejillas rojas como unaguinda. Nosotros correspondemos a las damas conuna sonrisa idiota, que no hace sino infernar másaún su locura. La tempestad se calma ¿¡I fin, y elbarco treme a impulso de las hélices, que lo empujansobre un lago aneblado de azul y cuya tersura esapenas turbada por ondas donde brilla el sol, co-mo si fueran escamas de un pez monstruoso. j Cuán-ta paz, cuánta luz, cuánta inefable armonía de loscielos, las aguas y los montes!

A nuestra izquierda descúbrense vastas llanuras,cubiertas de huertos, jardines y labranzas, tachonadasacá y allá por caseríos que se hunden tras el ho-rizonte cada vez más lejano, mientras se irguen ma-jestuosos a nuestra derecha los macizos de los Al-pes de Suiza, azulinos y terminados en galayos ocumbres de inmaculada blancura, que ora adoptanla forma de catedrales góticas, ora parecen dedos mi-tológicos tendidos sobre el cielo. Las gaviotas vue-lan y revuelan en torno a nuestro barcl) haciendo

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

112 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

enjambre y abatiéndose con gran ruido y prestezasobre las aguas cada vez que un pasajero les arrojamendrugos. Por dondequiera se alzan las humare-das de otros barcos, y frente a nosotros, lejos, lejos,hacia el lado austriaco, se acumulan sobre el hori-zonte nimbos bronceados.

A poco andar fondeamos en la pequeña bahía deMeersburg, cuna de Federico Antonio Mesmer, fun-dador de la teoría sobre el magnetismo animal, ydespués de una corta demora continuamos haciaFriedrichshafen, hoy célebre a causa de los talleresestablecidos allf por el conde Zeppelin para la cons-trucción de dirigibles.

Con motivo de la natural confusión producida porla salida y entrada de nuevos pasajeros en Meers-burg, hemos querido aseguramos acerca de nuestrasmaletas, mas con asombro y disgusto notamos quehan desaparecido, y con ellas nuestro dinero y do-cumentos importantes. ¿Qué hacer y qué pensar enesta emergencia? Porque, o fuimos víctimas de unrobo, o el porteador que las tomó a su cargo enConstanza nos perdió de vista, y en ese caso seríacosa fácil dar con él. De manera que hemos resueltodesembarcar en Friedrichshafen y regresar a la pri-mera de estas ciudades, mientras nuestro compañerosigue a Lindau con el fin de conseguir cuartos enel Bayerischer Hof, que seguramente estará colmadode turistas en esta época.

El desagradable incidente alteró por completo nues-tros planes, ya que no podremos llegar a Aug~burgohasta el día siguiente, pues el tren sale a las ocho

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CruDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS t t 3

y a Lindau no arribaremos de nuevo antes de me-dia noche. Sin embargo, todo fue para mejor. Cuan-do saltamos a tierra, en Constanza, por muy pocono caemos encima de un simpático viejo en uniforme,que muy orondo y fumando una de esas enormespipas bávaras que llegan casi hasta el suelo, mirabadistraídamente en torno, sentado sobre una copia demaletas. ¡Nuestras maletas! Cuando nos vio, unagran sonrisa iluminó su faz, una sonrisa tranquiliza-dora y cordial, y golpeando las valijas nos dijo:

-j Sí, señor! Y aquí me hubiesen encontrado ma-ñana o dentro de un mes. Sólo que la propina hu-biera sido más larga, claro está. Ja, ja, ja!

El buen hombre montó la guardia sobre las ma-letas por espacio de siete horas, iguales a diez mar-cos de jornal, pero la ventura del encuentro fue tangrande que resolvimos doblar la recompensa, paraasombro del agraciado, que apenas si daba créditoa sus ojos.

-¡ Dios quiera que esto le suceda otra vez con-migo, y pronto!-nos dijo-inclinándose hasta el sue-lo. En cuanto a Sommerstad, le pusim(ts un telegra-ma extrarrápido con ·~Iafausta nueva, a fin de quepudiese calmar su desasosiego.

El regre~o, con el último sol, fue espléndido, y noeran aún las diez cuando el "Reina Carlota" tocó enrada de Lindau por entre dos escolleras, rematadauna por el famoso león en mármol de esta antiguaciudad libre, y la otra por el faro. En este precisomomento un avión-correo de la Lufthansa descendióen la bahía, después de describir grandes círculos,

8

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

114 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

y se partió otra vez con dirección a Munich. En elcielo límpido se encendían y se apagaban las estre-llas, y las luces de la orilla temblaban en las aguas,alargándose como culebras de oro. Enfrente, sobrelos Alpes de cimas blancas, la luna parecía soñar.

Nuestro amigo nos espera sobre el muelle, y conél vamos a comer en la gran terraza del BayerischerHof, rodeada de palmas y enredaderas que llenan elaire de fragancias tropicales. El hotel está lleno degentes en traje pintoresco, las mujeres con briales ala antigua usanza, y los hombres con chaquetas decolores vivos, ros bávaro y calzón corto de cuero:es gente montañera que se acuesta temprano porqueantes que el sol alumbre ~mprenderá una penosaascensión por los flancos del Hoierberg.

Cuando cesa la música y los sirvientes levantanmanteles y apagan luces, nosotros nos aventuramospor las calles solitarias y medioevales de Lindau, algu-nas tan estrechas que pueden tocarse, con los brazosabiertos, por ambos lados. Es un dédalo de callejuelasoscuras y sinuosas, donde nuestros pasos levantan eco,y f1anqueadas por caserones de paredes infladas, conventanas a modo de atalayas y balcones volados. Enlas esquinas se encienden luces eléctricas, en las pro-pias linternas donde antaño ardían los fogariles quedaban la señal de alarma o cambiaban avisos conlos vigías de los montes, y en las plazas, desiertasy nobles, el agua parece murmurar viejas tristezas enfuentes inmensas de piedra, cuyos brocales rotos blan-quean bajo la luna. De cuando en cuando surge unvecino retardado y desaparece bajo las arcadas sono-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 115

ras de los palacios y casones de linaje, sobre cuyasparedes se vislumbran frescos antiquísimos y blaso-nes de ilustre memoria. Se respira un ambiente deintimidad, de vetustez y melancolía en esta singularciudad, que más parece un fantasma de otras épocas,y cuyas torres y espadañas parecen maravillarse delmortal silencio que hoy la envuelve. Y sin embargo,el comercio y la industria no han respetado este san-tuario de recuerdos: sobre un portal de maravillosalabor, con escudos de armas y columnas estriadas,se destaca un letrero en verde y rojo con la nefandapalabra SINOERj enfrente está un anuncio del Deats-che Rank, Filiale Lindau, y más alIá un cabaret, don-de se mueven sirvientes vestidos de frac y bailan lasparejas al compás del jazz.

** *Al siguiente día tomamos el tren para Augsburgo,

varias veces ilustre y patria de Hans Holbein y JuanJacobo Brucker. Los turistas que viajan por Europa ra-ras veces lIegan a las puertas de esta ciudad impe-rial, en otro tiempo centro del comercio, de la bancay de las artes en Alemania, y una de las más trpi-camente medioevales de Baviera.

Es una reliquia arquitectónica e histórica, y fueallí donde Melanchton presentó en 1530 la célebreprofesión de fe de los luteranos, conocida en la his-toria con el nombre de Confesión de Augsbargo.Nosotros la hubiésemos dejado también pasar por al-to, a no haber sido por la galante invitación que paravisitarla nos hicieron los directores de la Maschinen-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

116 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

fabrik-Augsburg-Nuremberg, que construye los famo-sos motores Diese\.

y sea ésta la oportunidad de expresarles nuestrosagradecimientos por la manera gentílisima como con-tribuyeron a hacemos agradable nuestra permanenciaen Augsburgo, pues no sólo no tuvieron para noso-tros secretos en la construcción de sus motores,sino que nos llevaron de banquete en banquete, yfinalmente pusieron a nuestra disposición un belloautomóvil Mercedes-Benz, en el cual hicimos el restode nuestro viaje por todo el sur de Alemania yAustria.

En los enormes talleres de la MAN, subsidiariade la OHH de Oberhausen, muy conocida en Co-lombia, vimos motores de todos tamaños, desde elmás pequeño hasta los destinados a los grandestransatlántico s, y es por demás decir que nos dejómaravillados la organización y la técnica de estas fá-bricas, modelos en su género, y las únicas en el mun-do que construyen los verdaderos motores Diese\.

Estos últimos son sometidos a las más seve-ras pruebas antes de salir para su destino, puesdeben ser perfectos, y entre los muchos que sehallaban en construcción pudimos ver algunos des-tinados a Colombia.

Por horas y horas recorremos salones inmensos,llenos de ruidos metálicos, de explosiones de mo-tores, máquinas de todos estilos y tamaños quese sacuden, martillan o giran sin t"detenerse, comosi cantasen el poema robusto y grandioso del Tra-bajo y de la Industria, victoriosos de nuevo en Ale-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 1t 1

mania gracias al esfuerzo titánico de sus hijos. Esun bello alarde de energía, que no puede menosde conmovemos, y cada fucilazo de las barras deacero al rojo vivo, al ser martilladas sobre el yun-que, o las palpitaciones poderosas de los émbolos,nos parecen otras tantas afirmaciones de voluntadrotunda y de fe en el porvenir.

Así lo declaramos a los ingenieros que nos sir-ven de guías, quienes parecen sorprenderse denuestras palabras, porque el derrotismo y la depre-sión moral que siguieron al colapso de los impe-rios centrales han llegado a formar hábito; de suer-te que la frase "como usted ve, estamos mal", esla única que viene a los labios de todo alemán,cual si se tratase de una consigna

Además, la invasión del Ruhr por los francesesen 1923, y las continuas exigencias de estos últi-mos, que no se satisfacían con nada, son la prin-cipal causa para que el pueblo alemán se empeñeen ocultar su progreso a los ojos de los extranje-ros, pues teme, y con razón, que un aumento os-tensible de su riqueza excite el apetito de sus ene-migos. Mas para el observador desapasionado, elresurgimiento de Alemania es indiscutible y cons-tituye uno de los milagros de esta época. Aun más,la derrota fue un estímulo que vino a suscitar ener-gías desconcertantes, y puede afirmarse que si losfranceses no se ven en la obligación de trabajarporque ganaron la guerra, los alemanes, en cambio,han triplicado su esfuerzo justamente por haberlaperdido. De modo que cuado se liquide el embro-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

118 ANTONIO MARTlNEZ DELGADO

110de las reparaciones y Alemania puede disponeren su provecho de la producción que hoy utilizapara satisfacer sus acreencias, entonces ningún otropaís de Europa podrá competir con ella. En efec-to, no hay parcela de tierra sin cultivar, y cada má-quina ha sido perfeccionada de tal suerte que pue-da producir tres veces más que antes de la guerra,para de esta manera aumentar la riqueza común ydisponer de un sobrante capaz de atender a las re-paraciones dispuestas por el plan Dawes. Alemania,de esto no cabe la menor duda, le está preparandoal mundo una gran sorpresa. Ejemplo de ello, en-tre muchos, es la gasolina artificial o sintética, cuyaplanta tuvimos ocasión de visitar cerca de Duis-burgo El bordoneo ensordecedor de los motores yel tremor de las grandes dinamos parecen corrobo-rar nuestras observaciones, las cuales acaban porentusiasmar a los ingenieros. Uno de ellos contemplasatisfecho el intrincado bosque de ruedas y de ejesen movimiento, y poniéndonos una mano sobre elhombro nos dice, en tono firme:

-Sí, señor; Alemania volverá a ser grande, perono por la violencia, sino mediante el trabajo de sushijos y su fe en Dios y en la justicia. Estamos degenerales y de bayonetas hasta aquí, agregó, seña-lándose la garganta con el canto de la mano. V nosparece que esta frase corresponde exactamente alespíritu de la Alemania de hoy.

Luego pasamos a la sección de camiones y ma-teriales de ferrocarril, y en seguida a los talleresdestinados a la construcción de máquinas para im-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 119

prenta, cuyas formidables rotativas ya habíamostenido ocasión de ver en la Pressa de Colonia;mas no por eso dejamos de maravillamos otra vezante estos mecanismos, a los que no les falta sinohablar, y que no tienen rival por la perfección desu acabado y su capacidad de trabajo.

Augsburgo, según queda dicho, es una de lasciudades alemanas donde más fuertemente se per-cibe la influencia del medioevo, y las gentes hablande acontecimientos y de personajes que pertene-cieron a épocas legendarias como si fueran cosasde ayer. Esto explica el poder realmente aplastantede la tradición en estos pueblos, que parece tu-vieran aún el alma adherida a las piedras y monu-mentos de sus antepasados, así como también elesfuerzo que han tenido que realizar para despo-jane de viejos prejuicios y acomodarse a las con-diciones de la vida moderna. Más aún: el espíritumedioval dejó una huella tan indeleble en los pue-blos de esta parte de Europa que pasarán años antesde que desaparezca por entero.

El pasado gobierna, y las nuevas costumbresmodifican, más bien que destruyen, la herencia delos siglos. Las naciones de América carecen de ver-daderas tradiciones, y por eso no necesitan de-rruir para poder edificar, mientras que en Europalas sombras de guerreros, santos y emperadoresaun recorren los caminos y sojuzgan las concien-cias.

Para nosotros fue una sorpresa esta superviven-cia del medioevo en los estados alemanes especial-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

120 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

mente, y nos pareció casi milagro el que gentesque han pasado su vida al abrigo de techos secU-lares y escuchando voces de ultratumba puedan in-teresarse en automóviles, en radio, en ferrocarrileseléctricos y en deportes de la última hora. Porqueen el campo, más que en las ciudades, hombres ymujeres se visten como lo hicieran sus abuelosdel ano mili las zagalas llenan sus cántaros en lasmismas fuentes construídas por orden de Carlo-magno, y los preceptos del gran emperador se re-piten y se practican de generación en generación,suscitando controversias y pasiones incomprensi-bles para el que nació en un país virgen de histo-ria. Las calles, con sus casas de madera termina-das en ángulo y adornadas por el frente con fres-cos de batallas y de santos, son las mismas quevió Pepino el Breve, y la Hauptsachlichstrasse deAusburgo es exactamente la misma vía romana pordonde antaño transitaron las legiones de César.Para comprender, pues, el alma de Augsburgo y delas ciudades de Baviera y Westfalia que luego he-mos de visitar, conviene recordar su historia, asícomo las costumbres que prevalecieron en la EdadMedia y que todavía perduran entre las gentes sen-cillas.

En aquella época la autoridad suprema residía enla sagrada persona del emperador, pero eran taleslos privilegios de que gozaban los príncipes y se-ñores feudales, que sus gobiernos no sólo eran in-dependientes dentro del imperio, sino que adversa-ban con frecuencia en guerras encarnizadas, en las

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 121

cuales las principales víctimas solían ser naturalmen-te aquellas ciudades que señaIábanse por su pros-peridad y opulencia y estaban, por tanto, en con-diciones de pagar tributos e indemnizaciones deguerra.

Tales exacciones eran continuas, y como algunasde ~stas ciudades eran suficientemente fuertes pararesistir a la rapiña de los príncipes, levantaron mu-rallas, organizaron a sus ciudadanos en batallonesy obtuvieron cédulas imperiales que reconocían sucompleta independencia, a cambio de un tributoanual para su majestad. Muy pronto las ciudadeslibres del imperio lograron desmedida importancia,convirtiéndose en refugio natural de las ciencias,las artes, la banca y el comercio, y por su organiza-ción y sus defensas constituían verdaderos princi-pados por sí mismas. Fácil es comprender que estesistema vino a estimular un espíritu de indepen-dencia y un individualismo agresivos y exclusivis-tas, de manera que fue difícil obligar a tales ciuda-des a que entrasen como parte de entidades mayo-res. Augsburgo no se agregó al reino de Bavierasino hasta el año de 1806, y gracias a la interven-ción de Napoleón.

La vida en esa época no fue precisamente el ro-mance y la gesta que nos pintan los poetas y loslibros de caballería, sino muy al contrario, una érade miseria, de escla vitud y de sufrimientos indes-criptibles, y las ciudades eran verdaderos hacinamien-tos de cosas, hombres y animales. Carecíase de agua,y los cerdos andaban libres por las calles ayu-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

122 ANTONIO MARTlNEZ DELGADO

dando al lodazal, de tal manera que Francfort sevio en el caso de prohibir la construcción de chi-queros en las vías públicas, y Ulm sólo permitíaque los puercos anduviesen sueltos entre las oncey las doce del día. No se requiere gran esfuerzode imaginación para representarse una escena calle-jera en esos tiempos.

Sin embargo, hubo príncipes justos y un espíri-tu de ciudadanía y cooperación fue poco a poco for-mándose en las masas urbanas, que se guiaban poraltos ideales y principios de moral muy superioresal materialismo que hoy gobierna al mundo. Desuerte que si las condiciones materiales de la vidapodían ser lamentables, en cambio en el terreno es-piritual y de la inteligencia florecieron virtudes al-tísimas. En el campo, naturalmente, imperaba el máscompleto desorden, pero las ciudades eran bien go-bernadas, quizás en exceso, pues el Estado interve-nía en todos los actos de la vida, si bien teniendosiempre en mira el bienestar de los pueblos. "Augs_burgo es una ciudad bella y admirablemente ad-ministrada", escribía en el siglo quince fneas Silvio.

Según acontece siempre entre comunidades incultas,las familias patricias ejercían al principio indisputadoseñorío, mas con el andar del tiempo los ricos mer-caderes y los propietarios de fincas lograron parasí una parte del gobierno, e igual cosa obtuvierondespués los vasallos y las clases obreras organiza-das en gremios, las cuales elegían en sufragio li-bre sus representantes en los concejos, muy al es-tilo de lo que se practica hoy en las agrupaciones

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 123

urbanas de Estados Unidos. De esta manera el pue-blo se daba sus propias leyes y la democracia er:tefectiva y llegaba casi al socialismo, como lo prue-ban los numerosos edictos suntuarios que castiga-ban el lujo, a fin de evitar las ostentaciones de losricos e impedir que la vanidad indujese a los po-bres a gastar más allá de sus medios.

E/ procedimiento podía ser más o menos injus-to o arbitrario, pero obligaba a la modestia y pre-venía el encumbramiento de individuos de fortunacomo los que hoy se ven en nuestras sociedades,especialmente entre gentes de muchos blasones ve-nidas a menos, que ocultan su miseria medianteel simple expediente de vivir en el fausto, tal comohada el Caballero de Saint Oalt.

Las ostentaciones de todo orden estaban prohi-bidas, no por una manía puritana a estilo de laque imponía por la fuerza, e impone todavía enciertos países, la virtud a los ciudadanos segúnel criterio de unos pocos, sino más bien como dis-ciplina colectiva encaminada al bienestar general.Por ejemplo, en las fiestas de bodas sólo eran per-mitidos hasta veinte o treinta invitados, y los re-galos, así como los trajes de los asistentes, no po-dian exceder en ningún caso de cierto precio y ca-lidad, de suerte que una pareja de recién casadospodía apenas enviar presentes por valor de sietechelines, y de tres solamente una persona viuda.Con excepción de las autoridades, que podían ves-tirse de satín, seda o damasco, el traje de las de-más clases sociales estaba severamente regulado

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

\

124 ANTONIO IlAtlnNU DELGADO

por la ley, de manera que los lacayos e individuosde escasos recursos no podían usar "zapatos de co-lores o terminados en punta ", y los ciudadanos es-taban en el deber de reconvenir y enviar a sus ca-sas a toda mujer, casada o soltera, que anduviesepor la calle con faldas demasiado largas, pues estoimplicaba un gasto inútil de tela En este particular,los ministros de la Iglesia estimaban como muchomás inmoral el despliegue de costosa sedería queuna discreta exhibición de las piernas, porque estasúltimas eran obra de Dios, y el pecado no estabaen enseñarlas sino en mirarlas con malos ojos.

Naturalmente, el porcientaje de pecados mortalesentre los hombres disminuyó en proporción directade la desnudez' de las tibias femeniles, pues laima-ginación no tenía el estímulo disolvente de la cu-riosidad. Además, en esos buenos tiempos el Esta-do protegía al público de modo efectivo contra lasargucias y mala fe de los comerciantes, de tal suer-te que los panaderos cuyo producto era de malacalidad recibían vestidos una ablusión de todo elcuerpo en las fuentes públicas; el fraude era casti-gádo con la pena de muerte, y engaños menorescon mutilación, azotes o paseo a lo largo de lascalles en jaulas de madera y entre las burlas de lamuchedumbre.

Hacia esta época las clases trabajadoras empeza-ron a organizarse en gremios, especialmente los ar-tesanos y albañiles, con fines puramente políticosy administrativos y cuyo poder e influencia llegarona ser formidables. A estas agrupaciones de clases,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 125

que hoy han degenerado en sociedades secretascomo la masonería internacional, se debió en mu-cho la democratización de los gobiernos despuésde la Edad Media, pues arrebataron el poder a lasfamilias patricias y pusieron el comercio y la indus-tria en manos de la burguesía. Sus miembros di-vidíanse en maestros, aprendices y sirvientes, lomismo que los masones de hoy, pero sin los alar-des vanos y gerundianos de estos últimos.

Tan poderosos eran estos gremios en sus diver-sas esferas, que un artesano no podía ejercer su in-dustria fuéra de la respectiva organización, so penade verse perseguido y hostilizado en todos los ac-tos de su vida, tal como se practica hoy entre lasuniones obreras de Estados Unidos, aunque estasúltimas implican un concepto más vasto de tiraníade la masa; pero lo mismo que hoy, los gremiosdeterminaban las afiliaciones políticas y religiosasde sus miembros, y además, los proveían de mate-rias primas, regulaban el precio de los artículos ysu calidad y ponran un lfmitea la producción. Sin em-bargo, estas ligas de trabajadores a la moderna per-siguen fines puramente económicos, por más quesus guiones o capitanes quieran prestarles un sen-tido místico, muy a diferencia de los gremios delmedioevo, que practicaban de veras el amor frater-nal, la lealtad, el honor y la ayuda mutua, "a finde que la vida de sus miembros se ordenase ente-ramente de acuerdo con la disciplina y los princi-pios cristianos ". El maestro asumía para con suaprendiz obligaciones de padre, I·alojándolo en su

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

126 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

casa, vigilándolo día y noche tras doble cerrojo,cuidando que nada le faltase y que atendiese conregularidad a la iglesia, y castigándolo en su cuer-po severamente si daba muestras de no temer aDios o mostraba un espíritu rebelde, porque el do-lor ennoblece y hace prosperar la parte mejor delhombre, que es el alma. "Los infelices y desampa-rados recibían siempre el socorro de los más ricoso de los más fuertes, y "aquél que no ayude aenterrar a los muertos y que no eleve oracionespor la salvación de sus almas, rompe el juramentoprestado al ser admitido en el gremid, y es, portanto, indigno de Dios y:de los hombres".

Este noble espíritu de confraternidad gobernabapor entero la vida de los ciudadanos y constituíala gran fuerza moral de las ciudades alemanas enla Edad Media. Cada gremio tenía en las catedralessu capilla y su santo patrono y hacía decir misaspor los vivos y los muertos; sus socios se compro-met(an bajo juramento a alegrarse con el vecino oa llorar sus penas; a lo largo de los caminos y enlas ciudades lejanas sostenían con fondos propioshosterías adecuadas, donde los hermanos de otrasorganizaciones recibían hospitalidad libre y encon-traban diversiones honestas; tribunales y hospita-les de su exclusiva propiedad castigaban las ofen-sas y cuidaban a los enfermos, y ningún maestropodía contraer matrimonio sino con mujer honrada,alemana de origen y bien nacida.

En tiempo de guerra, los gremios marchabanjuntos en batallones especiales, y si uno de sus

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 127

miembros flaqueaba ante el enemigo o era heridopor la espalda, declarábasele indigno de llevar lasarmas. Si bien este espíritu de clase tiraba en ve-ces a oligárquico, no por eso la democracia fue me-nos efectiva, y las virtudes ciudadanas alcanzarongrande incremento.

El ideal de las sociedades democráticas en esaépoca, al repartir por igual las ventajas y respon-sabilidades de la vida, nivelando siempre por lobajo, disminuía, más bien que aumentaba, las liber-tades del individuo en favor del mayor número, locual limitó sin duda la iniciutiva privada pero pusoa raya las ambiciones y los apetitos personales, enespecial entre los príncipes, que buscaban aumentode poder y de gloria a costa de la gleba.

De esta manera se formaron las ciudades libresy democráticas del imperio, como Augsburgo, lacual fue desde el año de 1268 centro del tráficoentre el norte de Europa, Italia y el Levante, y cu-yos bellos edificios aun dan muestra de la digni-dad, la grandeza y elegancia de los antiguos días.Es una ciudad patricia, joya del Renacimiento, denobles calles y hermosas plazas, f1anqueadas porcaserones de estirpe y embellecidas por fuentes debronce que a veces parecen altares, mitad g6ticasy mitad bizantinas, fabulosas de labor, y sonoras.Fue ésta una de las ciudades amadas de Carlos V,en ella f1oreci6 Hans Holbein y fue ahí donde Gus-tavo Adolfo quiso establecer la capital del vasto im-perio que estuvo a punto de formar.

Entre las familias de Augsburgo, muchas alcan-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

128 ANTONIO MARTINEZ DELCADO

zaron prominencia, a causa de su fortuna o de sustalentos, como los Fugger y los Welser, que rivali-zaron en poder y en magnificencia con los Médi-cis de Florencia, y algunas de cuyas mujeres me-recieron por su belleza casarse con príncipes, co-mo esa famosa Inés Bernauer. De estas dos fami-lias, la más ilustre fue la de Fugger, que de la na-da se convirtió en la más opulenta de Europa, ycuyos miembros llegaron a ser los amigos y losbanqueros de Carlos V y del emperador Maximi-liana 1.

Es famoso en la historia el nombre de Fugger,y su influencia tlegó a ser tan grande que puedecompararse con ventaja a la ejercida hoy por losmagnates de WaJl Street, si bien estos últimos nosiempre siguen los principios de la razón y de lahonradez, mientras que los primeros nunca tuvie-ron miras egoístas y se aplicaron al progreso desu patria y el mejoramiento de las clases desvali-das, como lo prueban las casas para pobres, aunintactas, mandadas construir por uno de la familia,y que alojaban gratuitamente o por suma insignifi-cante a familias vergonzantes. Estas comunidades,completamente amuralladas e independientes dentrode la ciudad, conócense en Augsburgo con el nom-bre de Fuggereis, y fueron legadas a los pobres en1519 por jacobo Fugger a título perpetuo, de maneraque todavía sirven su propósito; son en sí mismaspequeños burgos, con sus fuentes, sus altaresy suiglesia aparte, y sólo son admitidos en ellas pobresde filiación católica, porque tal fue la expresa va-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 129

luntad de su fundador. Nadie pudo nunca venceren generosidad o en alteza de miras a un fugger,y por eso sus miembros gozaron, por generacio-nes, del respeto de los grandes y de los pequeños.Las doscientas familias indigentes que viven en losfuggereis aun bendicen el nombre de su fundador,que sigue siendo el modelo del buen ciudadano, ca-ritativo, desinteresado y magnánimo.

El primero de su estirpe, Ulrich fugger, era hijode un hilandero, y amasó una fortuna en negociosde comercio. Sus tres nietos, nacidos entre 1442 y1459, aumentaron de modo extraordinario el patri.monio de la familia; bien pronto convirtiéronse enbanqueros de los Habsburgos y otorgaron gran-des empréstitos al emperador Maximiliano 1,quienles dió como garantía el condado de Kirchberg yel señorío de W eissenborn; y Jacobo, llamado " elRico ", contribuyó de manera decisiva a la elecciónde Carlos V. Ellos gobernaban casi por entero el

. comercio del continente, en especial el de las espe-cias, la lana y las sedas; poseían y laboraban minasde plata en el Tirol y de cobre en Hungría y vastaspropiedades en Europa, Asia y América, donde qui-sieron hacer de Venezuela una colonia alemanajun-to con Bartolomé Welser. fue entonces cuando na-ció la famosa expedición de Nicolás de frederman.Anton y Raimund fugger fueron los principalesartífices del ascenso de Carlos V al trono imperial,quien ceñía también la corona de España y que enrecompensa les concedió grandes privilegios, comopor ejemplo, el derecho de acuñar moneda de oro,

9

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

130 ANTONIO MARTlNEZ DELGADO

la administración de sus tierras y la explotaciónexclusiva de las minas de plata que poseía el mo-narca en Ouadalcanal, lo mismo que los depósitosde azogue de Almadén; y más adelante declarólos enposesión de los señoríos que antaño les diera co-mo garantía hipotecaria el emperador Maximiliano,con el título de condes de Kirchberg y Weissen-born. El poder y la opulencia de los Fugger noconocieron entonces límite, y sus emisarios, dise-minados por todo el mundo, los tenían al cabo delos menores cambios que sobrevenían en las con-diciones políticas o comerciales de tres continentes,capacitándolos para sacar ventaja de todas las opor-tunidades. Tan grande llegó a ser la fortuna de losFugger hacia esta época, que personas bien infor-madas la calculaban en más de sesenta y tres mi-llones de f1orines, y de seis el haber privado deAnton, sumas entonces colosales. Durante la dietade Augsburgo el emperador Carlos V fue huéspedde Anton, y éste, para hacerle mesura a su señor,hizo fuego en la chimenea con las obligaciones dedeudas contraídas por el primero, cancelándolas deesta manera, para asombro del monarca, que apenassi daba crédito a sus ojos. La casa donde tuvo lu-gar este incidente hoy sirve de hotel, y en él se hos-pedaron varios monarcas en épocas posteriores, co-mo Ouillermo 11,cuyo retrato, lo mismo que el delemperador Francisco José de Austria, pueden ver-se en las fabulosas estancias del antiguo mercader,dignas de los mejores palacios del Renacimiento:escaleras en mármol de Carrara, techos enlucido s

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 131

con frescos de grandes maestros, paredes de riquí-sima labor, suelos incrustados de raras maderas,traídas de oriente, candelabros, estatuas y porcela-nas, todo aquí denuncia el afán de inmortalidad yde grandeza que dominaba a esos nuevos ricos,quienes, al igual de sus congéneres de todas lasépocas, desde Craso y Trimalción hasta el comer-ciante afortunado de nuestros días, buscan el ho-menaje de los demás mediante vanas y exageradasprodigalidades y ostentaciones de mal gusto, comosi el alarde lograse lo que no pueden la inteligen-cia o el blasón.

Contiguo se alza el viejo caserón de los fugger,aun habitado por uno de sus descendientes, termi-nado en gabletes y faldones característicos de laarquitectura alemana de la época, y sobre cuyas pa-redes se ven frescos de vivos colores con la historiade esa ilustre familia, desde la llegada de Ulrich,hijo de un pobre hilandero, hasta el fastuoso reci-bimiento acordado por Anton al emperador Carlos V.Por lo demás, esta manía de exteriorizar con pin-turas la gloria de antiguos hijosdalgo, o senti-mientos religiosos y de casta, fue muy común enBaviera, y de aquí que los frentes de las casas apa-rezcan frecuentemente colmados de santos o escenasdiversas, como en los pabellones de las ferias. Al-gunos de estos frescos son verdaderas obras de arte,pero la mayor parte constituyen lamentables atenta-dos contra el buen gusto y ofenden la vista, si bienno dejan de ser pintorescos.

Durante el período de los fugger las artes f1ore-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

132 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

cieron igual que la riqueza pública, y AugsburgolIenóse de bellos edificios, especialmdnte iglesias, yfuentes a profusión, de tal suerte que ha recibido elnombre muy justo de "ciudad de las fuentes," comoDusseldorf es la "ciudad de los jardines." Entreellas merecen citarse, por su gracia inimitable y laelegancia de sus líneas, las tres que se levantan enla Maximilianstrasse, verdaderos monumentos de ar-te, construídas en bronce por nadie menos que Adria-no de Vries y el holandés Hubert Gerhard a finesdel siglo diez y seis. frente a una de ellas está elRathaus, o palacio municipal, joya del Renacimiento,con su maravilloso "Salón de oro ", donde coroná-banse los reyes de Baviera y tenían lugar, en tiem-pos antiguos, las fastuosas recepciones de los prín-cipes y grandes de Augsburgo. fue modelado al es-tilo del palacio de los Dux, en Venecia, con derrochede oros y fiorituras, y con ser tan amplio carece decolumnas que sostengan la techumbre, la cual esconservada en su sitio mediante cadenas invisiblesen vez de cruceros o vigas. En estancias vecinaspueden verse dos mesas en ataujía que sirvieron,la una al emperador Carlos V para firmar la paz deAugsburgo, que otorgó en Alemania la libertad deconciencia, y la otra de escritorio a Martín Lute-ro, cuando éste negóse definitivamente a someter-se a las demandas de Cajetanus, enviado del Papa,para luego emprender la fuga hacia Coburgo, dondeescribió su conocido himno "Qué poderoso baluartees Dios Nuestro Señor." Allí presentó también Me-lanchton, si no estamos equivocados, su famosa pro-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 133

fesión de fe, en junio de 1530, y la cual dio principioa la Reforma.

Pero Augsburgo no es solamente una ciudad delpasado, porque al lado de sus iglesias venerablesy de sus palacios del Renacimiento ha levantado lu-josos edificios modernos, y donde antaño alzábanselas murallas de esta antigua ciudad imperial hoy co-rren bellas y amplias avenidas asombradas de abetosy robles, y bordeadas por quietos estanques dondenadan los cisnes y se copian los árboles. Esos es-tanques eran los antiguos fosos de las murallas, ysólo aquí y allí se conservan algunos bastiones co-mo símbolo de épocas guerreras, aunque en vez desoldados hoy viven en ellos palomas y golondrinas.

Las fábricas de Augsburgo son numerosas, es-pecialmente las dedicadas a industrias textiles, queocupan por lo menos diez mil obreros y empleanmaquinarias de último modelo, las cuales hubieransin duda colmado los anhelos de Ulrich Fugger; ysu comercio figura entre los más importantes delsur de Alemania, de suerte que ha mantenido conhonor la herencia de sus mejores épocas.

Horas inolvidables pasamos en Augsburgo, y conla mente llena de recuerdos salimos una mañana enautomóvil para Munich, la espléndida capital de Ba-viera y una de las ciudades más interesantes y pin-torescas del mundo, ya a vista de los Alpes.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CAPITULO IV

Munlch. ciudad apo-línea y "Atenas delIsar"-Sus museosy

monumentos.-Un poseo con ellector.- Los alrededores de; Mu-nich.-Camino de los Alpes.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

136 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Hemos dejado atrás ciudades ilustres, como Vlmy Ratisbona, que nos traen grandes recuerdos de laepopeya napoleónica; y a lo lejos hemos visto tam-bién, a orillas del Danubio, ese admirable templogriego levantado por Luis 1 de Baviera para guar-dar las cenizas de los germanos que ganaron lainmortalidad: el Walhalla, construido a semejanza delfabuloso albergue donde las Walkirias, mensajerasde Odin, iban a escanciar hidromel a los héroescaídos en los combates. Copia exacta del Partenón

.rIe la Atenas clásica, sus bellos y severos contor-nos de mármol se yerguen solitarios bajo la luz me-ridiana, mientras la gran llanura bávara extiende sualfombra esmeraldina y sin ondulaciones hasta per-derse en un velo de brumas, donde los ~Ipes, le-jos, lejos, alzan sobre el cielo azul sus cabezasblancas.

Nuestro automóvil corre por una carreterra deadoquines y cemento, tan pulida como las que seven en Estados Unidos, y flanqueada por árbolesque le prestan sombra constante. Todo es luz yverdura, y sobre el llano, aquí y allí, amarilleanhaces de trigo ya en sazón, o las espigadoras ha-cen heno. Diriase un paisaje de Ruysdael. Decuando en cuando un crucifijo o una Virgen demadera presiden desde la orilla del camino lapaz de los campos, y los honrados aldeanos sedescubren al pasar, deseándonos buena suerte ••en

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS J 37

nombre de Dios". Otro automóvil nos da alcance,colmado de maletas y muchachas alegres, y unade ellas nos grita en inglés, haciendo bocina conlas manos:

-¡Hale, muchachos! ¿Cuál es el camino de Mu-nich?

-Si quiere en contrario síganos, preciosa, le res-pondemos. Y ambos automóviles inician una ver-tiginosa carrera, tratando cada uno de sobrepasaral otro. Pero nosotros vamos adelante, hasta quelas americanitas se impacientan y nos amenazancon los puños, cordiales y fiesteras.

-¿Cuál quiere llegar primero y en bu~na com-pañía?-Ies dice Sommerstad.

-¡Yo, yo! gritan a una. Nuestra galantería nosobliga a detenemos, y dos preciosas muchachas deCalifornia asaltan nuestro automóvil.

-y ahora, adelante, bellacos, dice Elsie, cogiendoel timón. Y adelante vamos por la llanura, movien-do grande alboroto y entre alegres carcajadas,mientras el viento agita, como si fueran grímpolasde feria, los velos que sujetan la cabellera de nues-tras adorables compafteras.

Es ya media tarde cuando a lo lejos vemos des-tacarse, entre doradas cúpulas que abrillanta elsol, una torre gÓtiCá de maravillosa esbeltez: es elRathaus de Munich.

Ya en las afueras de la ciudad, a orillas del lsar,nos detenemos ante un edificio inmenso, de dondesalen ecos de música bárbara y gran murmullo devoces. Centenares de automóviles esperan sobre el

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

138 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

camino, y todo el mundo parece alegre, como siestuviera de fiesta. Es un bierhaus, una de esas tí-picas casas de cerveza que se ven en Baviera yespecialmente en Munich, donde la gente se reú-ne, sin distinción de clases a tomar el famosolicor en jarros enormes de barro y a entonaren coro canciones de la vieja Germania. Noso-tros no vacilamos en entrar también, y en alegrecomparsa con nuestras nuevas amigas tomamos si-tio en torno de una mesa como todas las demás,es decir, de pino blanco y sin manteles, y con in-tención de hacer lo que hagan los demás. Pero nonecesitamos pedir nada a la muchacha que nossirve, porque ella sabe a lo que vamos, mejor, alo que debemos ir, y ya viene hacia nosotros concinco jarros desbordantes en cada mano, cogidospor las asas Dios sabe cómo. Así es que en dossegundos nos hallamos en presencia de la terribleobligación de ingerimos varios litros de cervezanegra, acompaftados de salchichas y bizcochos enroelas, muy salados y de poco sabor, que una mu-chacha rozagante y coloradota nos ofrece ensarta-dos en árboles como los que se usan en nuestrosjardines para sostener las flores. En el inmensosalón, cuyo techo abovedado descansa sobre ro-bustos pilares, hay por lo menos dos mil personasde toda edad y condición, cada una con un jarroheroico en la mano y ayudando a más no poderal bullicio formidable que parece convertir estebierhaus t"n un infierno. De todas partes se alzanvoces, el humo de las pipas hace el aire irrespira-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 139

ble, y sobre un estrado del fondo mozos y mozasen traje pintoresco de Baviera danzan al compásde flautas y tamborilcs: es una de aquellas danzaspeculiares del país bávaro, atropelladas, angustio-sas, de complicado jaleo, donde las parejas se es-timulan con palmadas y exclamaciones entre can-ción y canción. Los mozos, emplumados y con laspiernas desnudas hasta arnba de la rodilla, bailanpersiguiendo a las zagalas, que fingen esquivar sugalantería y su atrevimiento con una gracia burlo-na, pero se alzan las faldas para provocarlos denuevo cuando ellos parecen desrteñarlas. Entonceslos galanes las acosan otra vez, con ardor y ele-gancia, haciendo temblar los cascabeles y las cin-tas que les cubren el calzón y las mangas conapremios de macho en celo, hasta que las mozas,seducidas, desfallecen en sus brazos con un gemi-do de suprema pasión.

-iOlanzendl ¡Wohl! ¡Wohl!-grita entusiasmadala concurrencia, alzando sobre la cabeza los vasosrebosantes. Pero nos parece una alegría burguesay de mal gusto, casi artificial, y los rostros se con-traen después de cada carcajada, para inclinarsevoraces sobre las salchichas humeantes o los sand-wiches de carne cruda untados de caviar. Un ar-tista joven discurre por entre el gentío ofreciendopobres acuarelas de su pincel, o tomando retratosal lápiz de quienquiera que esté dispuesto a darleun marco: lleva una inmensa corbata negra, y ne-gros y abiertos son sus ojos, que parecen dos car-bonados sobre un rostro de angustiosa palidez. EI-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

140 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

sie se interesa en él, y cuando le estira un billeteamericano, el artista sonríe con amargura y se ale-ja sin decir nada.

-Es un antiguo oficial del ejército ruso, y di-cen que hasta conde o algo por el estiio, comentadespreocupadamente la moza que nos sirve, mien-tras limpia de boronas la mesa con una punta desu delantal.

-¿De veras?- pr~guntan ansiosas nuestras ami-gas, estirando el cuello para descubrir de nuevo aldesconocido. Pero el conde desaparece entre el gen-tío con su cartera de acuarelas, en medio de la in-diferencia o el desdén generales, y Elsie se con-tenta con suspirar.

-No se preocupe, dice la moza a nuestra rubiaamiga, que ya verá bastantes de esos aquí en Mu-nicho Ya verá .... Ya verá ....

Está bien metida la tarde y nos disponemos adejar esta pintoresca bi"haus a fin de llegar tem-prano a la capital de Baviera, cuyos picos góticosse alzan en la distancia so bre un cielo inmaculado.

-¿A qué hotel van ustedes?- pregunta Sommers-tad a las americanas, que empiezan ya a inquie-tamos.

-Al Regina-Palast. ¿Y ustedes?-Al Regina-Palast ...Nuestros automóviles vibran, y pronto corremos

nuevamente sobre la gran llanura, de donde se le-vantan acá y allá humaredas azules. Es realmenteun espectáculo admirable el de estos abiertos cam-pos bávaro$ del sur, donde la luz alardea con un

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 141

brillo de milagro, y tan diferentes de las llanurasseptentrionales, tan monótonas, tan tristes ..... Lamente se dilata, y el viajero siente un deseo irre-sistible de abarcar con los brazos el paisaje inmen-so, y de correr, correr hasta más allá del horizon-te, donde las cimas eternas de los Alpes se destacanimpolutas, a manera de guardianes del mundo,en un cielo de zafiro. La gran cadena alpina, quese extiende desde Salzburgo hasta Vorarlberg, ydesde las colinas de Baviera hasta las gigantesmontaOas del sur del Tirol, es uno de los porten-tos de Dios, un prodigio de majestad y de gracia,y lo mismo que el mar, el símbolo de la natura-leza inmutable y tremenda.

En estos días policromos del otoño el aire nosenvuelve con suaves caricias de mujer, saturado dearomas sutiles, y el paisaje se extiende con capri-chos de artista, todo bañado de sol, y el corazónbate con presteza, y el viento tibio del sur arras-tra por sobre el Danubio, nubes encendidas deformas extrañas, que ora semejan castillos, oraanimales monstruosos, y que avanzan ligeras,desmadejándose y dividiéndose, como enjambrede divinos mensajeros en ,1 «crepúsculo de losdioses-. Enrique Heine, que en 1828 sintió elensalmo de los Alpes mientras se hallaba en con-templación en las alturas de Neuberghausen yel sol batía en las cumbres níveas, abdllantándo-las como si fuesen de plata pura, reconoció en elpanorama que rodea a Munich uno de los más be-llos espectáculos que jamás hubieran contemplado

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

142 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

sus ojOS. "Muchas veces, escribe, mientras perma-necía sentado allí, recluído en mis pensamientos,parecióme que la hermosa faz de un bello jovenme sonreía desde las cumbres, y quise tener alaspara volar hasta su patria italiana. Creía percibirla fragancia de los limoneros y los naranjos, trai-da por la brisa desde más allá de las montaftas, ysentía un deseo vehemente de ir a Italia. Y enverdad, una tarde pude ver distintamente la her-mosa faz del joven dios de la primavera, desple-gando ante mí toda su belleza, mientras los rayosdel sol poniente lo ataviaban de oro a medida queascendía a su trono, en el más enhiesto pico delos Alpes. Guirnaldas de flores y laurel le cefiíasu juvenil cabeza, y con una sonrisa adorable medijo: «iTe amo!» ...

y no es precisamente la abundancia de pinto-rescas y románticas perspectivas lo que presta alos contornos de Munich su encanto especial, sinomás bien la amplitud de sus panoramas horizonta-les, sencillos y luminosos; la riqueza de colores yde tonos, y la profundidad infinita del paisaje, en-lucido en el fondo por los grandes Alpes, que leprestan carácter y son ~inseparables del conjunto,como los neveros del Tolima y del Ruiz en losAndes colombianos; como la Giralda, en Sevilla,los Propíleos en, Atenas, la catedral de Coloniay las siete colinas en la Ciudad Eterna.

Pero la belleza excepcional de los alrededoresde Munich no fue puesta en boga sino cuan-do vino ,Rousseau y los hombres tornaron a bus-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 143

car inspiración y sosiego en la naturaleza pura, yartistas como Chistian Morgenstern, Schleich, Líer,Zwengauer y el gran Canaletto trazaron lienzos in-mortales desde la colina de Gasteig, contribuyen-do asi a cambiar el criterio de lo bello que existíaen esa época, artificial y reducido casi a la arqui-tectura y a los jardines «estiJizados". Por esoquizá Gustavo Adolfo pudo exclamar, cuando elalcalde y los regidores de Munich le entregaron laciudad al cabo de una marcha triunfal, el 17 demayo de 1632: «Esta ciudad semeja una monturade oro puesta sobre el lomo de una yegua magra».Sin duda el rey guardaba el recuerdo de sus pai-sajes helados del norte, y estas llanuras, cubiertasentonces de arena y de manojos de retama y re-corridas per el tormentoso lsar, no le redujeron elcorazón, poco inclinado de suyo a la serenidad ya las cosas armoniosas.

El Isar corta el valle, arrastrando pedazos de cie-lo azul, almadías y maderadas de pinos, que lle-van su perfume hasta el centro mismo de la ciu-dad. El tráfico de balsas ha decrecido en impor-tancia, pero en otros tiempos alcanzó grande incre-mento, hasta el punto de que existía un servicioregular hasta Viena. y esta circunstancia fue pre-cisamente la que estimuló el crecimiento de la ca-pital de Baviera, fundada hace casi diez siglos porlos monjes de Schaftlarn, de donde sin duda de-rivó su nombre alemán de Munchen, antes Muniha.Vieja es la historia de la gran ciudad báva-ra, y su marcha a través de mil atlas es un aco-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

144 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

pio de luchas, de esfuerzos, de nobles y pequeñaspasiones, de humorismo y de tragedia, de todoaquello, en fin, que da origen a la tradición y a lagloria y sin lo cual los hombres no son capacesde edificar la grandeza. Pero ante todo, Munich esuna ciudad romántica y muy dada a las cosas delespíritu, como si la naturaleza que le sirve de mar-co, armoniosa y luminosa, hubiera rendido los co-razones y conquistado las inteligencias, igual queen otros países del sur, donde el cielo, las flores,los montes serenos, el aire perfumado y los clarosdías prestan viveza a las almas, ardor a las pasio-nes y mesura a la vida, como ha sucedido en Ita-lia, en Grecia, en Francia y en España.

Ir a Alemania sin llegar hasta Baviera es cono-cer sólo el envés de la medalla; y visitar a Bavie-ra sin entrar a Munich es como poner los ojos enun cuerpo descabt=zado de mujer. Porque la ",Ate-nas del Isar,. nada tiene de común con las demásciudades del Reich, ni por su carácter, ni por suarquitectura, ni por sus tradiciones y esplendidez,y resume en sí el espíritu pintoresco del país, aménde constituir la sede de la cultura alemana en cuan-to ella tiene de ágil, en oposición al concepto du-ro de la vida que demuestran los alemanes del norte,tan adustos, tan faltos de imaginación y tan hos-cos. El sentimiento profundamente católico de losbávaros, por varios siglos los mejores soldados delSacro Imperio; su monarquismo indiscutible, naci-do de una tradición milenaria y de su ingenua in-clinación a la pompa, Y puesto de relieve hasta en

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 145

los pilares que señalan las fronteras, donde se leenlas tres palabras áureas que forman la estructuramoral de todo buen bávaro: «Oios-Kaiser-Patria";su amor a la belleza y a lo frívolo, y su desdén,en fin, por la filosofía helada de los septentriona-les, son razones para la hostilidad que siempre haexistido entre los prusianos y los hijos del sur,sin contar con que en ambos sectores los proble-mas sociales son muy diferentes a causa del in-dustrialismo que prevalece en el Bajo Rin y en losestados que dan al Báltico, en tanto que Bavieraes un país de agricultores y paisanos. Acontecetambién que hasta el dialecto bávaro es casi in-comprensible para los berlineses, por ejemplo, ylos intereses económicos del antiguo reino mira-ban más bien hacia Viena y el Danubio. Pero noobstante, razones étnicas, militares y políticas im-pusieron la incorporación de Baviera al bloque ger-mánico, y es preciso reconocer que en el fondo to-dos comprenden la necesidad de conservar al Va-terland; si bien es cierto que cuando se le pregun-ta a un hijo de los Alpes si es alemán, respondeal momento: «No, yo soy bávaro».

El espíritu amable y sencillo, hospitalario y de-mocrático de los bávaros también los diferencia delos prusianos, y fue siempre estimulado pOI sus re-yes, modelos casi siempre de simplicidad y de cor-dialidad campechanas. Muchas son las historiasque a este propósito corren de boca en boca, peroentre ellas recordamos una especialmente fascinado-

10

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

146 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ra, trafda por un viajero inglés no recordamosdónde:

Discurriendo una vez por el campo el rey Maxi-miliano, «el buen rey", dejó olvidado en un sitiodel bosque, donde había estado haciendo versos,cierto importante documento. Como la distanciaera grande y reconociérase cansado, hizo sefiasa un ansarero del contorno que fuese en busca delobjeto perdido, con promesa de una moneda cuan-do estuviera de vuelta.

-Pero no puedo abandonar mis gansos, replicóel ansarero.

-No te preocupes, que yo cuidaré bien de ellosmientras vuelves, le dijo el rey.

Pero el muchacho resistíase, perplejo, a entre-gar toda su fortuna al cuidado de un extraño, pormás que la promesa fuese halagadora.

-Es que yo soy el rey, y te prometo que nin-gún mal sobrevendrá a tus ánsares, repuso el des-conocido.

-Eso no me importa; en cambio, ¿prometéis quelos gansos estarán todos en su sitio a mi regreso?

-Descuida, que soy persona honrada, repuso Ma-ximiliano. Y con esto el muchacho se partió, perono sin ensefiar antes al pretendido monarca la ma·nera de guiar en orden la bandada. Pero cuandovolvió, los gansos corrían a la loca perseguidospor el príncipe, que anheloso y entre hilos de su-dor buscaba en vano reunir a la dispersa grey.

-Sóis un idiota, campanudo señor, dijo el mu-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CAS1'Il.LOS y LEYENDAS 147

chacho al bisofío monarca, y con un gesto de amar-go y supremo desdén alargó el papel a Maximi-liana, para irse a juntar de nuevo la gansada. Elrey pidióle humildemente perdón, explicando queen su calidad de gobernante no tenía práctica eneso de guardar rebaños, y estiró al ansarero unapieza de oro.

El rapaz se quedó maravillado, e hizo al monar-ca una profunda reverencia, entre burlona y rendida:

-Quienquiera que seáis, señor, sois un amablecaballero, y tengo para mí que podéís sin reatosaspirar a cualquier cosa, inclusive a gobernar comorey este país bávaro; pero, oídIo bien, nunca llega-réis a ser un ansarero de renombre.

Ignoramos por qué, la cerveza de Munich, desdeluego excelente, ha dado su reputación a la ciudaden los diccionarios enciclopédicos y en la mentedel vulgo americano, como sucede con los mata-deros y apriscos de Chicago. Pero nada másabsurdo, pues si bieR es cierto. que en Munichabundan las fábricas de buena cerveza, éstas nose ven, y en cambio, el viajero se maravilla conla esplendidez de sus modernas avenidas, sus par-ques, los soberbios edificios que adornan las ca-lles, sus museos, universidades y conservatorios demúsica. Porque Munich rivaliza, y aun muchas ve-ces supera, a París y Viena en lo que hace rela-ción con las cosas del espíritu. de tal modo, quehoyes uno de los mayores centros de cultura enel mundo, al propio tiempo que una de las ciuda-des más modernas del continente, sólo comparable

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

148 ANTONIO MARTINE! DELGADO

en su prodigioso desarrollo al de sus hermanas dela América del Norte. Esta afirmación parece unaparadoja, si se piensa en los monjes de Schaftlarny en que era ya una ciudad cuando Enrique elLeón construyó un puente sobre el Isar, una plazade mercado y una casa de moneda en 1158. Perodurante ocho siglos su crecimiento fue tímido, de-bido especialmente a que los parajes donde se le-vantaba, rústicos e inhospitalarios según la opiniónde entonces, suscitaban la antipatía de los france-ses y los alemanes cultos, que no podían soportarla fealdad de esos "marjales bávaros". V el apo-geo de la ciudad no vino a comenzar hasta queun príncipe visionario y galante, recién llegadode Italia y todo imbuído de helenismo "resolvióconvertir a su capital en una nueva Atenas, y gol-peando aquel suelo honrado y triste con su varade oro, hizo surgir los Propíleos, un Partenón, unaPinacoteca, una Gliptoteca", y no descansó hastaque el viejo Munich "se pobló de columnas y detemplos", como dice Guy de Pourtalés en su bellolibro sobre el Rey-Hamlet. Esto acontecía en el pri-mer tercio del pasado siglo. Poco importaba quemás luego el buen rey Luis I de Baviera hubieseconvertido la corte en una opereta, con humos deLuis XIV, y que se viera en el caso de abdicar lacorona en holocausto a los encantos de Lola Mon-tes: el gran paso estaba dado, y su ideal de pasara la posteridad haciendo de Munich una ciudad apo-línea estaba ya cumplido.

Poco es lo que resta del pasado, y las iglesias y

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 149

palacios construídos en otro tiempo por los Gran-des Electores y duques de Baviera se hallan endesapostura junto a la opulencia de las construccio-nes modernas. Algunas provocan admiraci6n, comopor ejemplo la catedral de Nuestra Señora, o Frauen-kirche, con sus altas torres de cobre, edificada enel siglo XV para sede del arzobispado, en estilog6tico, y la Michaels-Hofkirche. Pero con ser belloel aspecto de la primera, no tiene la grandeza delnuevo Rathaus, verdadera sinfonía de torres g6ticas,arcadas, estatuas y labores de primor, apenas su-perado en variedad y perfecci6n de líneas por lacatedral de Milán. La flecha central es una joya, yen su base funciona un reloj monumental, con dosfiguras reales en el fondo, ante las cuales danza unenjambre de cortesanos y señores de justa cuandodan las once. Este Rathaus, o palacio municipal,decora magníficamente la Marien-Platz, sin dudauna de las plazas más activas y brillantes de Euro-pa, con sus edificios de variado estilo y en el me-dio la famosa columna de la victoria, tallada enmármol rojo y rematada por una estatua de la Vir-gen, patrona de Baviera. Cuando los Alpes estánbien visibles, tanto en el viejo como en el nuevoRathaus aparecen banderolas, y entonces las torresse llenan de turistas, ávidos de contemplar el pai-saje, que en los días claros de la primavera o delverano es realmente admirable. Nosotros hicimos lopropio, como era de rigor, y después tomamosasiento en uno de esos buses típicos que recorrenlas ciudades europeas cargados de excursionistas,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

150 AN"I'ONlO MARTINEZ DELGADO

todos provistos de Baedeker y cámaras fotográfi~caso No obstante la evidente comodidad y conve-niencia de estas excursiones, pues le evitan al tu-rista la difícil obligación de formarse un itinerariopor cuenta propia, hay en ellas no sé qué de in-fantil y depresivo, pues reducen al viajero a la con-dición de colegial obediente, forzándolo a escucharuna lección de historia repetida cien veces del mis-mo modo, y a soportar las más idiotas preguntasde parte de viajeros que anualmente cumplen conla obligación mecánica de "viajar".

El guía, erguido en medio del bus, va gritandonombres a través de su bocina y relatando histo-rias, mientras los edificios, las grandes plazas, losjardines y los monumentos pasan y pasan en inter-minable sucesión, dejando en la mente un recuerdoconfuso y sin que el turista sepa nunca si va desur a norte o de oriente a occidente.

-¡Atención, señoras y señores! Esta es la Ma-rien-Platz, el centro de Munich, adonde confluyentodas las líneas de tranvías y las calles elegantesde la ciudad. Ahí tenéis el Neu-Rathaus, edificadoen estilo gótico según los planos de Hauberrisserentre los años de 1870 y 1906, con materiales traí-dos de tal y tal parte.

-Entonces no es antiguo, como el castillo deHeidelberg?-interrumpe una señora otoñal, gradua-da en la Universidad de Columbia, que va junto anosotros.

-No, señora. Pero luego veremos, entre otras eo-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 151

sas, St. Michaels-Hofkirche, modelo del arte góticocatólico en Alemania, y que data del siglo XV.

-¡Ah!....-Las estatuas que véis en la fachada del edifi-

cio son de antiguos electores y duques de Bavie-ra, y la que aparece en el ala izquierda, bajo unbaldaquino, representa al príncipe Regente Leopol-do, soberbia figura ecuestre cincelada por von Mi-\ler en 1906.... La columna en mármol rojo queocupa el centro de la plaza es el Marien-Saule, eri-gida en 1638 por el elector Maximiliano para con-memorar su famosa victoria de Praga, y las cuatrofiguras que adornan la base son cuatro genios enlucha con un basilisco, una vívora, un león y undragón, los cuales representan las plagas, el ham-bre, la guerra y la herejía .... Esta es la Konigs-Platz,y aque\la la Ludwig Strasse, con magníficos alma-cenes y espléndidos restaurantes, donde los ame-ricanos, especialmente, podréis apreciar las deliciasde nuestra cerveza negra .... Esta es la Maximilians-Platz, celebrada en el mundo entero por sus jardi-nes y por su famosa Fuente de Wittelsbach: lasmáscaras que adornan las cuatro caras del pedes-tal central representan las cuatro razas bávaras, ylos colosales grupos escultóricos de los lados, ta-\lados en mármol blanco, simbolizan a un mismotiempo el poder destructivo y fertilizante del agua ...Los estupendos jardines ante los cuaJes vamos pa-sando fueron construídos por orden de nuestrogran rey Luis I en el sitio ocupado por los fososde las antiguas murallas ... ¡Atención, señoras y se-

L;l:.LI' ".

(~_L:,,:r_·;;,•...,;·- ..~i) <.:1 (),N

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

152 ANTONIO MARTINEZ DELCADO

ñores! Ahí tenéis el Museo Germánico, orgullo deAlemania y único en el mundo, y que alberga todocuanto la ciencia ha logrado acumular en el decursode los siglos, desde la sencilla palanca hasta losmás complicados mecanismos, y desde la primerarueda hasta las grandes dinamos modernas .... Estaes la Elisen Strasse .... aquí tenéis el palacio de jus-ticia.... los antiguos jardines botánicos, convertidoshoy en exhibiciones de arte.... el palacio de cris-tal... la basílica de San Bonifacio.... la columnata delos Propíleos ... la Gliptoteca ...

-y este conjunto de imponentes edificios ¿quées?-pregunta la dama otoñal.

-Ah, sí! Es el célebre Museo Nacional de Bavie-ra, erigido a principios del siglo según los planosde Gabriel von Seidl.

-¿Y ese otro?-La vieja Pinacoteca, uno de los museos de pin-

tura más notables del mundo, y que rivaliza en va-riedad y riqueza con los mejores de París, Vienay Dresde: ahí están obras maestras de Rubens, Du-rero, Holbein, Rembrandt, Rafael, el Orecco, Ticia-no.... Este es el Jardín Inglés, y ahora vamos a de-tenernos en el monumento del Soldado Desconoci-do, una de las mejores obras de arte que tenemosen Munich.

y el guía tiene razón. En esta época de glorifi-caciones orgullosas y alardes heroicos, especialmenteentre las naciones vencedoras de la gran guerra, conFrancia a la cabeza, que parecen empeñadas en eri-zar campos y colinas con monumentos de variado

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUI>ADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 153

mérito para eternizar el triunfo más bien que elmartirio, y que antes que rendir tributo a la majes-tad del valor miran a humillar al vencido, la tumbadel Soldado Desconocido de Munich se alza comoun modelo acabado de severidad y de grandeza, asícomo ~onstituye un fino ejemplo de arte moderno.No es una protesta, ni hay en él fierezas de guerreroque se dobla ante el bote de adversa lanza con elrostro desemblantado y las manos crispadas con unademán de venganza. Es grave y sencillo, como el si-lencio, como el dolor. Y no tiene complicadas laboresde escultura, ni se levanta sobre la cabeza del pere-grino: es un conjunto severo de líneas rectas, edi-ficado más abajo del suelo en medio de un anchocuadrilátero, sobre cuyas paredes de mármol estáninscritos, en letras de oro, los nombres de trece milciudadanos de Munich caídos sobre los campos debatalla.

En el centro se halla el monumento, un gran rec-tángulo de mármol puesto sobre seis monolitos, ydebajo una estatua yacente de soldado de la granguerra en uniforme, que duerme el sueño augustode los héroes, con el fusil sostenido sobre el pecho.Nada más. De un lado, en uno de los monolitos,se lee: "A nuestros muertos"; y del otro, una frasesobria y tremenda: "Ellos volverán!"

Nosotros, sobrecogidos del respeto que infundenlas necrópolis, meditábamos en el esfuerzo inútil detodos aquellos cuyos nombres enlucen las paredesde mármol, y que fueron sacrificados sin misericor-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

154 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

día en holocausto a la ~oberbia de una casta queno supo morir, ni siquiera llorar ante su infortunioy el de su raza, como hizo el rey moro cuando loscastellanos entraron en Granada. iPobres hijos de laGloria, que fueron al último sacrificio en cambio deuna esperanza! Sus sombras se habrán encontradocon las de aquellos otros que cayeron en contrariocampo, en nombre de un mismo Dios, de unos mis·mos ideales humanos, de iguales nociones de patriay de gloria, allá en ese valle donde corre silenciosa·mente el río de la eternidad y de la muerte.

Pero su ofrenda no fue en vano, porque al menosatrajo los hombres al corazón, haciendo que en ellosflorecieran ciertos esmaltes de la virtud ya olvidados,y porque enseñó a los grandes de la tierra que siellos suelen tomarse a veces el derecho de muer-te sobre los pueblos, éstos también pueden to-marse el derecho de muerte sobre los gobiernos,como dice por ahí un gran poeta. El pueblo alemánsupo comprenderlo así, y por eso se deshizo conun gesto de desdén, decoroso y muy señor, de todoese ejército de reyes y de príncipes que en la épocade fortuna se creyeran los depositarios de la virtud,la inteligencia y el carácter, y que al venir la catás-trofe sólo demostraron toda su pequeñez y su mi-seria moral.

-Unas piedras y unos nombres, hé aquí todocuanto queda de la gran tragedia, se nos ocurre ex-clamar.

La señora graduada de Columbia, que nos oye,parece maravillada y nos dice con un gesto evocador:

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAi5 155

-Pero, ¿este país luchó contra los aliados y enfavor de Alemania?

-Pues da la casualidad de que estamos precisa-mente en Alemania, respondemos. Tal vez, señora,¿usted iba para otra parte?

Este diálogo, que podría tomarse como una inven-ción malévola, fue textual, y da la medida de la ge-nial ignorancia de los americanos en cosas de geo-grafía e historia, excepción hecha de la suya propia,que recitan sin equivocarse.

Ya en muchas ocasiones pudimos observar la carade pasmo de ciertos turistas de Yanquilandia, al verque en la vieja y bárbara Europa existen ciudadestan grandes como Nueva York y Chicago, con au-tomóviles, ferrocarriles subterráneos, muchedumbresafanosas y fábricas de mucho empuje. Sin embargo,es preciso confesar que el americano se va impo-niendo, porque su dinero sostiene la nueva y for-midable industria del turismo, el movimiento de losalmacenes y de los bancos, el lujo de los cabarets,el escenario de los teatros, y sin él no se destapa-rían cada noche de verano centenares de miles debotellas de champaña y vinos del Rin, ni los sas-tres podrían vender tantos vestidos de seda paralas muchachas que se pasean a media noche porlas calles elegantes de París, de Berlín, de Viena,de Munich.....

Además, como el saxoamericano no se preocu-pa en lo más mínimo por aprender un idioma ex-traño, adondequiera que va exige ser entendidoen inglés, bebe high-balls, se hace cortar el pelo a

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

156 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

su manera y busca teatros donde haya coros demuchachas neoyorquinas en traje de baño que bai-len a compás, esbeltas y de piernas perfectas. Elresultado de estas exigencias es que no hay enEuropa un hotel que se estime que no tenga "Ame-rican Bar", y criados muy donosos, todos los cua-les hablan inglés correctamente; ni teatros de re-vistas donde casi todos los números del programano sean americanos o ejecutados por americanos,como pudimos comprobarlo en las ciudades deEuropa que tuvimos ocasión de visitar; ni mu-chacha de cabaret, en fin, que con mucho gar-bo y la mejor de sus sonrisas no se acerqueinfaliblemente a una mesa donde haya hombres deaspecto extranjero, para decir, haciendo los labiosuna punta y la mirada llena de intención:

-1 do speak English, gentlemen. May I have aglass with you? Ves? No?

Si se piensa que en el verano de 1928 los tu-ristas saxoamericanos gastaron en Alemania y Fran-cia trescientos millones de dólares en viajar y di-vertirse, fácilmente se comprende el interés de loseuropeos por conservar el aprecio de tan esplén-didos huéspedes, hasta el punto de que muchasciudades ilustres estarían dispuestas a convertirseúnicamente en museos de catedrales viejas parahalagar el esnobismo de los americanos. Porque, ¿ysi ellos no volvieran? ¿Qué harían los soberbios al-macenes de Leipziger Strasse en Berlín, del Gra-ben en Viena, de los grandes bulevares en París,invadidos siempre por una falanje de extranjeros

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 157

que compran porque sí, unas veces vestidos y jo-yas, otras, obras de arte y objetos de lujo, o anti-gUallas? ¿Y qué sería de tan tos soldados inválidosde la guerra, que en museos, catedrales, palacios ycastillos abandonados ganan su vida relatando his-torias? ¿Y de todas esas pequeñas industrias queviven de la vanidad, la ignorancia, la curiosidad yel afán de sentirse viajando que muestran los re-cién venidos? Sólo que entre Alemania y Franciaexiste una diferencia: en el primero de estos paísesexiste, o al menos se aparenta, un perfecto decorohacia el extranjero, del cual se aprovechan cuandoespontáneamente quiere gastar, mas sin importu-narlo ni engañarlo. Mientras que en Francia la ex-plotación sistemática del extranjero es inicua y llegaa todos los extremos de la indelicadeza y de laimpertinencia, como si la consigna única del fran-cés se redujera a robar al que llega, pero a robar-lo con arte refinadísimo y gracia perfecta. No exis-te chofer en París que indefectiblemente no alarguediez veces más el camino de su cliente, si es neó-fito, ni tendero que entre alardes de abnegación yavillanándose no cobre cinco metros más de telade la que se lleva su víctima. Id al teatro, a losrestaurantes, a los almacenes, a los museos y veréisque antes de llegar a vuestro destino habreis teni-do que pagar cinco, diez, veinte, cincuenta vecespara lograr sentiros libres y con derecho a hacerlo que os venga en voluntad; siempre hay una ma-no que os señala y ojos de codicia que os siguen,y si queréis ver frentes humildes, bocas cerradas,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

158 ANTONIO MAR'tlNEZ DELGAbO

corazones abiertos y gentes listas a llevar a cabono importa qué, haced sonar las monedas de vues-tra escarcela .... Pero lo extraordinario es que el fran-cés (nos referimos naturalmente al tipo común), seguarda el dinero para en seguida odiar y ridiculizaral extranjero. Hay casos típicos. En cierta ocasión,por ejemplo, se paseaba por Versalles un gran se-ñor de la banca neoyorquina, y para asombro suyovio cómo los estanques se llenaban de yerbas ylas avenidas de los parques de hojas ya podri-das; cómo los capiteles y las cornisas se des-prendían poco a poco, y las estatuas de los nichosse desmoronaban, exhibiendo heridas que movíana compasión; cómo en las columnatas de los Tria-nones, en las escaleras de mármol y sobre las pare-des ennegrecidas, se iban abriendo poco a pocogrietas amenazantes, comparables a las que se venen los templos arruinados de Siam y de la India.El banquero se enteró de que todo esto sucedíaporque los franceses no podían dedicar su dineroa reparar edificios, y menos a blanquearlos (comosucede con los palacios del Louvre, que empañanla vista de puro negros), y entonces les hizo elregalo increíble de un millón de dólares, a fin deque no dejaran reducir a polvo esa joya del gransiglo. Versalles está otra vez que salta de limpio,pero los guías no hablan del señor Rockefeller, queentendemos fue el autor del presente.

Quizá el célebre millonario, ante la imposibilidadde que le hicieran una estatua, quiso vincular en al-guna forma su nombre al de Luis XIV y a ese pa-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 159

sado brillante, que sin su concurso hubiera desapa-recido bajo las hojas y caídose de la memoria delos hombres. «Pero aquí estoy yo, se dijo sin dudael saxoamericano, y este millón de dólares os daderecho a la inmortalidad!» Mas-ioh, ironía de lasuerte!-Ias estatuas de los Luises, y con ellas lassombras galantes de María Mancini, de Luisa de laValliére, de Madame de Montespan, de la soberbiaOlympia, de Madame de Pompadour, renacieron ai-rosas y sonrientes, y los guías guardan silencio so-bre la grandeza y la esplendidez del gran señorneoyorquino. ¿A qué más podía aspirar un millona-rio ignorante y presuntuoso, sino a la gloria de ha-ber reparado la magnificencia de los jardines y losmármoles versallescos? ¿No es esa, acaso, suficien-te compensación? Así ironizan los franceses y puedeque en el fondo tengan razón. Pero sea como fuere,la nobleza de intención y la generosidad del ban-quero americano no deben ponerse en duda, pormás que su aditud pueda tomarse como una cho-cante lección de decoro.

Incidentes como éste sirven para demostrar la im-posibilidad de que la mente del europeo logrejamás comprender la del americano, y viceversa, enrazón del concepto inverso de civilización, cualitati-va la una y cuantitativa la otra, que los coloca enesferas distintas de pensamiento y acción. El ame.ricano es rudo, franco e ingenuo, desconoce el va-lor de la tradición lo mismo que la medida de lavida y el sentido del matiz, es pragmatista por tem-peramento y detesta la ironía. Pero, en cambio, es

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

160 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

cordial y generoso, profesa la virtud de la alegría,rinde tributo a la fuerza en cuanto ella tiene de afir-mativo y de conquistador, atribuye al esfuerzo per-sonal un valor trascendental y ha logrado eliminarel dolor como secuela necesaria de la vida, locual es sin duda una de sus mejores conquis-tas. De aquí resulta que el americano se halla enconflicto permanente cada vez que se pone en con-tacto con razas milenarias, suscitando antipatías yrecelos entre personas de un espíritu sutil, que pre-fieren la filosofía y la meditación a los alardes exce-sivos de una vida exuberante. Pero quizá él mismotiene la culpa, porque no sabe viajar. Por ejemplo,la prime:1 y más grande de las sorpresas que ex-perimenta es descubrir que casi todos los ciudadanosdel país adonde va son extranjeros, usan una ali-mentación diferente y no hablan inglés, es decir, queson distintos de él, en vez de reconocer que es élquien se diferencia de los demás. Si llega a admitiresto último y a no humillarse cuando se le reputacomo extranjero, es porque su mentalidad ha dadoun gran paso hacia la serenidad y la perfección yprincipiado a practicar el difícil arte de ser y saberportarse como extranjero, según dice john Erskine.El prejuicio de la superioridad de su país no lodeja apreciar y respetar otros países, donde se ima-gina que sus moradores viven en una perpetua y vio-lenta discusión entre ellos por la sola circunstanciade que hablan un idioma que no entiende; y comopor eso mismo son, o tienen que ser inferiores aél, de buena fe se imagina que es un misionero de

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 161

virtud y sabiduría, y comienza a dar consejos e in-dicar las reformas que son necesarias aquí y allí, osea a sugerir las ideas que le son familiares y quepor esa razón le parecen mejores. Esta manía desorprenderse de todo y de aconsejar le presta unaarrogancia que lo hace decididamente antipático ycontra la cual los europeos no tienen ni siquierael recurso de la ironía, pues al americano, como no lacomprende, no le hace daño.

- This is a big city with much traffic, for heavens!Did you expect that?-nos decía ingenuamente cier-ta vez un califomiano, en la Unter den Linden deBerlín.

V, sin embargo, Europa se americaniza En manosde los saxoamericanos van cayendo las fábricas deautomóviles, de electricidad, los cinematógrafos,los teatros. El mejor de estos últimos que existeen París es el Paramount, y Viena, la patria mara-villosa de Strauss, se electrizaba hace poco con unaopereta de ambiente absurdamente yanqui: La Con-desa de Chicago. Las construcciones se levan-tan según métodos traídos de Norte América, y hastala moral práctica de los hijos de la gran Repúblicava sustituyendo al misticismo trascendental e inútilde algunos pueblos latinos.

¿ Debe desechar se semejante influenda y se hallaEuropa ante una nueva invasión de los bárbaros?El tema es demasiado vasto para ser resuelto enalgunas páginas, y temeríamos salimos de nuestropropósito original, o sea el de presentar en estepequeño volumen únicamente nuestras impresiones

11

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

162 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

acerca de ]a A]ema~ia pintoresca y legendaria, de-jando para más adelante e] estudio de temas de su-yo difíciles y complejos. Pero es preciso reconocerque desde que los Estados Unidos enviaron suslegiones al viejo mundo para Juchar contra el mili-tarismo alemán, los americanos han traído a Euro-pa una noción nueva de la vida, su espíritu optimistay resuelto, su pasión por las grandes realizacionesy, más que todo, un concepto novísimo y que juz-gamos afortunado respecto de ]a liberación y digni-ficación de la mujer por medio del libro, de ]a ale-gría de la vida, de una moral práctica y benévolay de una mejor aplicación de sus facultades físicasy mentales, sustrayéndo]a del círculo siempre limi-tado, exclusivo y peligroso del amor.

Además, en los órdenes materiales de la vidaintrodujeron sistemas muy prácticos en los transpor-tes, en los hoteles. en las construcciones y en ]aindustria en genera], resultando de aquí una másordenada y racional aplicación del esfuerzo hu-mano con ayuda de la máquina, un aumento enor-me en la economía y en la producción y una granmejora en los métodos de higiene pública. Va esun placer viajar en las grandes líneas de ferrocarri-les paneuropeos, con itinerarios fijos y en carrospullman de estilo americano, con todos los serviciosapetecibles; o guiar, durante semanas, un automó-vil por carreteras de cemento, como las que cruzanen todos sentidos los Estados de la Unión; o ins-talarse en hoteles de tipo moderno, con baños enlos cuartos, ascensores y luz en abundancia, desalo-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 163

jando esos caserones alemanes sumidos en las ti-nieblas, sin aire y sin agua, donde el pasajero quese bañaba atraía inmediatamente las sospechas delmédico, cosa, por lo demás, que aun acontece enEspaña, en Francia y especialmente en el sur deItalia.El americano no es muy perceptivo en razón del

reducido campo de sus emociones y de sus ideaspues no gusta de la filosofía ni del análisis e igno-ra, por tanto, las ventajas de pensar bien, lo cuallo lleva a improvisar constantemente y a preferir elespectáculo al sentido de la vida j se halla incapa-citado para la admiración y el homenaje hacia lascosas del espíritu, y por eso se burla de lo queno entiende, formula preguntas absurdas y no seavergUenza de confesar su ignorancia en cosas ele-mentales. De aquí que la sorpresa de la doctora dela Universidad columbita, al saber que Baviera ha-cía parte de Alemania y luchó contra los Aliados,nos hiciera sonreír en vez de indignamos. Y hastatuvimos la benevolencia de enseñarle que la repú-blica germana no fue fundada por Washington, si-no por los socialistas revolucionarios de Weimar ....

Sin embargo, las frecuentes impertinencias de losturistas, que andan tras el guía en escucha de ex-plicaciones más o menos extravagantes, lo mismoque escolares de primeras letras en torno de sumaestro, nos hizo prometer para lo sucesivo ende-rezar nuestros pasos dt propia cuenta, al azar, deacuerdo con lo que nos fueran sugiriendo nuestrasobservaciones, nuestros recuerdos y nuestras lectu-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

164 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ras. Esa misma tarde dijimos adiós al bus y a ladama otoñal, y en un automóvil de plaza fuímos avisitar los principales monumentos de Munich, es-pecialmente las estatuas del rey Luis 11, "el loco n,

de quien hemos de hablar más adelante, y la desu amigo el gran Ricardo Wagner, tallada en már-mol y que se levanta frente al admirable Prinzre-genten- Theater, uno de los edificios que más nossedujo en la capital bávara por su finura y gra-cia antiguas. No lejos está el Luitpold -Brl\cke,construído sobre el Isar en un sólo arco de pie-dra, con el Monumento de la paz de un lado,y en cada extremo dos figuras inclinadas de mujer,que representan a Baviera, el Palatinado, Franconiay Swabia. Pero entre el cúmulo de estatuas y mo-numentos que decoran a profusión los jardines, lasplazas y las avenidas de Munich, la que más enor-gullece a sus hijos, tal vez a causa de su tamañoya que no por su belleza, es una estatua colosalde bronce que se alza sobre una colina al ladodel Theresien-Wiese, y que representa a Baviera. Laestructura tiene más de cien metros de talle, y enel interior de la cabeza hay espacio hasta para cin-co personas. Pero es un monumento pesado, queno da la impresión de majestad que se propuso elescultor y absolutamente desproporcionado con losedificios que le sirven de marco.

Esta manía de las cosas descomunales ha sidocaracterística de los pueblos germanos, que de estemodo expresaron por mucho tiempo su orgulloguerrero y su ambición de grandeza. Los viejos

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 165

pueblos latinos, en quienes el sentido de la armo-nía y del matiz les infundió un concepto justode la vida, sonríen de esta manera extravagantede interpretar las aspiraciones humanas, atribuyén-dola a falta de imaginación y a un vano alardede raza joven, poco acostumbradra a las fine-zas del espíritu, y que se imagina aumentar supropio valer con ostentas de gigante. Pero es qui-zá el único monumento de esta clase que se ve enMunich, para fortuna de la "Atenas del Isar ", don-de todo es armonioso y luminoso, y que deja enel ánimo del visitante una impresión inolvidable deseñorío, de opulencia y de majeza intelectual.

Pero es necesario comprender este ambiente, sindejarse engañar por las salchicas y la cerveza ne-gra de los delicatessen, donde los buenos burgue-ses alemanes se reúnen para hablar a gritos y en-tonar canciones de la vieja Germania.

.•.••• •••

-¿Cuándo irá usted a los Alpes?, nos preguntaElsie cierta mañana, mientras el tibio sol de otoñoentra franco por los ventanales góticos del Rathaus,perforando el aire como la espada triunfadora de undios antiguo.

Nos quedamos mirando los picos que se alzanlejos en el cielo azul, y cautivados de pronto porel hechizo del paisaje y de la luz, respondemos:

-Hoy!

••••'"

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CAPITULO V

Los Alpes.-Lagos y paisajes.-El KÓNIG-SEE.-En el Tirolaustrlaco.- Innsbruck, ciudad de ensueflo.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

•• •Es el tramonto del día, y los caminos están lle-

nos de gente andariega de toda traza que anda apie en busca de salud y por amor a los rr.ontes:los hombres, trajeados de colores, marchan a;Joyán-dose en su bordón, y las mujeres, a su par, tantana veces con ese ritmo alegre que conduce as al-mas a través de los sueños, como las zagaas deVaIle Inclán. De cuando en cuando un camnantesolitario siéntase a la vera y allí se queda pensativo,con la mirada fija en las cumbres, como si envi-diase su altura serena y su eterna inmovilidad: losdemás pasan de largo y lo saludan, haciendo tem-blar las plumas del ros. VaIles y hondonadas es-tán sumidos en la sombra, mientras la cordillera al-pina se alza majestuosa, teñida de azul, pero va tor-nándose roja a medida que el sol se pierde en elhorizonte anubarrado y ensangrentado: es una so-bretarde luminosa y larga, y las moles alpinas,taIladas como catedrales góticas, se desnudan anteel paisaje con la última lumbre, como hembras ena-moradas ante su amante.

Nuestro automóvil sube y baja por el caminoangosto, rozándose con álabes de pinos y despertan-do en la arena un rumor sagrado. De vez en veztropezamos con un rebaño de ovejas y de cabrasque buscan el retiro de la noche: los guía un pa~tor tañendo la flauta y Ilevan perros zagueros, y en los~scampos las vacadas rebuIlen haciendo sonar loscencerros. Una gran paz ha caído sobre el mundo

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 169

que parece adormirse poco a poco en la azul penum-bra de la tarde. fragancias resinosas embalsaman elaire, y cuando cruzamos pequeñas caserías lleganhasta nosotros olores de forraje y el eco de caba-llos que triscan en las cuadras, porque el trigo estáen sazón y es, por tanto, la época de las mieses.Las mujeres, en brial bávaro, asoman a las puertaspara vemos pasar, y nos gritan agitando la mano:

-j Adiós, y buena suerte!Por los alcores va trepando la noche, y del

llano álzanse cantares que se responden con otroscantares más lejanos: es el clamor de los mozosy de las mozas que hacen labor en las eras, y sudejo se acuerda con el plañido de una campanaque viene también de muy allá y llena de gloriala tarde. Hay sosiego, hay quietud, y sobre la lin-de que marca el Tagernsse se encienden lumbres:es el primer lago alpino que se abre ante nosotros,transparente, apacible, en cuyo fondo se ven in-vertidos los picos de la montaña, coronados de he-leros y de nubes.

Abajo fluye el Loisach con mucho estrépito, yque parece llevar dos aguas: la una diáfana y azul,la otra blanquizca en razón de la nieve que traerevuelta desde las alturas. Poco a poco aparecensobre el camino y en las eminencias villas suntuo-sas rodeadas de jardines de donde salen ecos demúsica o risas de gente alegre. Hacemos alto anteuna bella mansión construida en medio de lospinos, en la vertiente de la montaña y en unsitio a propósito para la tranquilidad y el ensueño:

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

170 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

es el Hotel Bellevue. Criados de librea se apresu-ran a nuestro encuentro con grandes asomos derespeto y esa cortesanía que tiene valor entendido.Nos inscribimos para una permanencia de tresdías, o mejor, se inscribe Sommertad, porque nos-otros ignoramos totalmente por qué nos halla-mos ahí ni cómo se llama ese bello rincón delmundo. Sabemos solamente que nuestro cuarto tie-ne un balcón abierto al paisaje, a estas horas mo-jado de luna, la cual riela en las aguas de un lagoque se extiende a nuestros pies y pone sobre elmacizo del Bernina, que se divisa enfrente, " unagran nube blanca "j y sabemos también que por elancho vestíbulo del hotel, enlucido con estatuas,cuadros de viejos maestros y un acuario circulangrupos de gente que habla todos los idiomas ylleva los más diversos vestidos, y al paracer empe-ñada en una sola conversación: los Alpes. Abajo,por entre la umbría de los pinos, tiemblan las lucesde una ciudad.

-¿Qué es esto? pregunto impaciente a mi sin-gular amigo.

Sommerstad rompe al fin su silencio de horas yme responde, en tono doctoral:

-Oarmisch-Partenkirchen.Sommerstad es un hombre extraordinario, sin du-

da. Generoso como un gran señor, y habituadoa imponer su voluntad a causa de ser uno de losdirectores del más grande sindicato de acero queexiste en Europa, no consulta nuestra opinión sobrela ruta que debemos seguir, sino que ordena. Y a

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 171

horas de comida toma la carta, la abarca toda de unavez y tirándola luego sobre el mantel le dice al criadounas palabras terribles en alemán de Baviera, queno entendemos naturalmente, pero que han de tra-ducirse en cosas más terribles todavía: sandwichesde carne cruda con caviar, arenque ahumado, patasde rana en salsa, cerveza negra-j Dios santo !_ylo que es peor todavía, cordial de alpinista, mitadalquitrán y mitad ácido fénico, que según mi ami-go sirve para dar ánimos y facititar la digestión.Pero esta vez hemos resuelto indignamos, y conun ultimátum definitivo le decimos a Sommerstad,resueltos a darle un tiro si no accede:

-Oiga, amigo: yo vengo de un país decente, ysi usted no me pide ahora mismo carne a la parri-lla con papas fritas, leche fresca, pan mondo y li-rondo y frutas al natural, me vuelvo inmediatamen-te para Colombia!

Nuestra energía tiene buenos resultados, porqueel criado viene a poco y nos pone delante manja-res dignos de un hombre bien nacido, con los cua-les podemos calmar un hambre atrasada de variosdías. Los vecinos de mesa aplauden, y Sommerstadacaba por reír hasta hacerse daño. Pero, con todo,no tiene remedio. Cuando nos retiramos deseososde descansar y meditar a solas, un tcamarero vie-ne a nuestro cuarto y nos dice que una dama de-sea hablamos.

-¿ Una dama? A mí? ...-Sí, herrnlDelgado. La baronesa de Weisbach.En efecto, bajamos al vestíbulo, y una bella J11U-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

172 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

chacha de veinte años nos sale al encuentro: tieneazules los ojos y una cabeza de madona. Nos sa-luda con un ademán de todo el busto y la faz ilu-minada por una sonrisa ingenua:

-¿Herrn Delgado?-A las órdenes de usted, señora....- Me ha dicho el Director Sommerstad que us-

ted será mi compañero para ir esta noche al teatro enOarmisch, y le doy las gracias por su galanteria.

-En efecto, baronesa, he querido tener ese honor!Pero Sommerstad nada nos había dicho. Decidi-

damente, nuestro grande amigo es inaguantable, ypreferimos no volver a discutir con él. Por fortunaes siempre oportuno y espléndido, menos a la ho-ra de comer. Que Dios lo perdone .

• ••Para el turista que viene en busca de emociones

y de contrastes, la cordillera alpina es un espectácu-lo inolvidable y grandioso, y eleva el espíritu a lacontemplación de las cosas de la naturaleza. Ese vas-to cortejo de montañas, que emergiendo de los va-lles se levanta al cielo coronado de nieves eternas yresplandecientes, enlucido por la base con una fée-rica sucesión de lagos fabulosamente azules y cas-tillos de ensueño sobre los recuestas, es ocasiona-do al homenaje por la obra de Dios, que de estamanera supo embellecer el mundo, y nos induce adescifrar el gran misterio de la c;reación,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 173

¿Cómo, en efecto, llegaron a formarse e5tas mo-les calcáreas, y a qué hecatombes y torturas noestuvo sometida la tierra hasta dar nacimiento alprodigio de las cordilleras? ¿Fueron ellas la sú-bita consecuencia de una catástrofe en el principiode los tiempos, o el producto lento de la contrac-ción de la corteza terrestre, durante su enfriamiento,en el transcurso de los milenios? Esta última hipó-tesis es la más probable, sin duda, y es evidente quela transformación universal sigue su curso, de mo-do que el aspecto del mundo será muy otro paranuestros descendientes cuando hayan pasado unoscuantos millones de años.

El advenimiento de las cordilleras no constituyó,pues, la tragedia que todos pensamos, y todavía si-guen ellas perfilándose y modificándose bajo la in-fluencia de la rotación de la tierra, de las lluvias y delviento. Y hasta la propia inmensidad que les atri-buímos es un concepto enteramente humano, comodice por ahí Anatole France, toda vez que no sabe-mos si el mundo es grande o pequeño; porque side pronto quedara reducido al tamaño de una nuez,no lo notaríamos, y nuestras nociones de mediday de distancia continuarían siendo idénticas. Lo im-portante, agrega el gran escritor latino, no es que eluniverso tenga determinadas dimensiones, sino queel hombre haya sido capaz de comprenderlo.

Pero, justamente, esta comprensión no es siempreigual y se presta a emociones y conceptos distintos.Para el viajero, estimulado por una curiosidad siem-pre insatisfecha y trivial de escenas y lugares, los

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

t 74 ANTONIO MARTINEZ DELCADO

Alpes no tienen en este caso el sentido profundo,casi místico, que encierran para el nacido al amparode sus empinados galayos. El bávaro y el tirolés, porejemplo, tienen el sentido de los Alpes, que hablanun lenguaje íntimo y sublime a quien los contempladesde ]a infancia: él hace parte del paisaje, tiene elalma prendida a los árboles y a los perfiles del mon-te, sabe interpretar los cambiantes de los lagos o lacurva divina y helada de los neveras, y en su espírituprenden la alegría o el temor, ya sea que las cimasse levanten impolutas frente al sol, ya que la tempes-tad las cubra de nubes y relámpagos. El montañerono entiende de calendarios, sino que dialoga conlas cumbres y consulta con ellas los signos deltiempo:

-Hoy estás sonriente y luminoso, monte Sugs-pitze ! Vamos a la era ...

Por eso el habitante del país alpino ama sus corodilleras y siente inmensa nostalgia cuando las pierdede vista. Todos esos picos lo subyugan y le sonfamiliares, y si llegáis a decir delante de un bávaroque se estime: "¡qué bello ese monte!", os respon-derá con enfado y desdén:

- fíjese en lo que le digo: ese no es un monteasí no más, sino el Alpspitze, y tiene 2.865 metros.Ese otro es el Dreitorspitze, el de más allá el Schne-efernerkopJ, aquél el Kramer ...

Las montañas, además, poderosas y al parecersiempre pensativas, comunican al que vive entre ellasmodalidades y virtudes especiales, como son el es-fuerzo tenaz, la franqueza, la mirada altiva, el hablar

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 175

sonoro, el corazón levantado y el orgullo de poseer-las y escalarlas, como si alcanzando sus cimas sediera una ilusión de grandeza y señorío sobre lascosas del mundo, las cuales desde la altura se ofre-cen a sus pies silenciosas y pequeñas.

Cuando viene el invierno los picos y las vertien-tes se cubren de blanco, enlutados apenas por eleterno verde oscuro de los pinos, y entonces bandasde turistas invaden los lagos congelados, los decli-ves y los senderos, resbalosos como jabón, por don-de pasan y pasan trineos y grupos de patinadoresen alegre comparsa.

El sol desaparece lentamente entre jirones de nie-bla, y las crestas, bajo el cielo diáfano, se cubren deun rojo intenso, que se torna luego en azul de za-firo y después en un gris suave como el manto queusan las hijas de la noche en los cuentos de mara-villa: es el Alpen gliihn, milagro de la luz que sóloes dable contemplar en esos países montañosos de lazona templada donde el crepúsculo es largo y lasirradiaciones del sol muy intensas. Saber comprendertodo eso, penetrar el alma del paisaje y poder cons-truír ensueños, rindiendo homenaje al propio tiempoa la perfecta armonía del universo frente a tan so-berbio espectáculo, es lo que se llama poseer el sen-tido de los Alpes.

Oarmish-Partenkirchen, como Innsbruck y Berch-tesgaden, es uno de los centros más importantes deturismo en todo el pais alpino, y como centro deexcursiones no tiene par en Baviera.

No lejos está el diminuto y. encantado Risser-See,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

176 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

que parece una amatista incrustada en los montes,siempre lleno de bañistas y de pequeños veleros iy más allá el Kreuzeck-Haus, soberbio pico desdecuya cima, adonde se llega por un funicular, sedescubre una perspectiva admirable. Cuando nosacercámos a la base un grupo de paisanos, en esetraje abigarrado y pintoresco de los bávaros, bailabaa campo abierto, moviendo grande alboroto y alcompás sonoro de las gaitas. No resistímos al de-seo de tomar algunas fotografías, y una linda mozaal ver lo que hacíamos, acercóse con grandes mohi-nes y nos dijo a señas, entre rubor y rubor:

-Si me lo manda, le doy un beso! ...-¡Vaya si te lo mandaré, no faltaba más! le res-

pondimos, y sin otros preámbulos le tendimos laboca. El incidente nos iba costando una discusióncon su galán, pero al fin todo se calmó con dosmarcos.

Es imposible sustraerse al atractivo de las montañas,y por eso hemos resuelto escalar a pie el Eckbauer,ataviados igual que los demás, o sea con sombrerode plumas, calz6n de cuero, botas herradas y ungran bordón rematado en punta de acero. Semejanteindumentaria nos daba un aspecto formidable, ynosotros mismos nos sentíamos capaces de subir alHimalaya y aun a las columnas de Hércules ...

Respiramos a todo pulmón, y con paso firme co-menzamos el ascenso por un sendero abrupto y pe-dregoso, que ora bordeaba los precipicios tajados apico, ora desenvolvíase a la sombra de los árboles.Varias veces tuvimos que cerrar los ojos para no sen-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CrnDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS t 77

timos atraídos por el abismo, o que detenemos parahacer ánimos, mientras nuestro compañero trepabaágilmente farfullando una canción. Pero el amor pro-pio nos llevó hasta la cima después de tres horas pe-nosas de continua marcha, y alli nos tirámos al sol,fallecidas las fuerzas y el corazón palpitante. Y sinembargo, nuestra hazaña era apenas un juego de niños,comparada con las de esos alpinistas intrépidos quesuben y suben durante diez horas por filos inverosími-les, donde se juegan la vida sólo por el placer de po-derlo contar.

A nuestro regreso entramos por el Partnach-Kla-mm, que es una garganta abierta en la~roca por lasaguas de los deshielos, a una profundidad de cua-renta o cincuenta metros. Un senderuelo va por elfondo, casi a ras de la corriente, y la luz apenas silogra filtrarse. A veces, sobre el recorte de cieloque se descubre desde abajo, tiemblan las estrellasen pleno día. ¿Cuántos siglos no habrá necesitadoel agua para abrirse paso a través de la cordillera,limando y socavando las rocas en su empeño cons-tante y tenaz? Nuestro pensamiento se va en estascavilaciones con el agua del torrente, que sigue de-batiéndose contra las piedras en un esfuerzo pe-renne para conquistarlas y vencerlas. Terrible esel agua, pensamos, la más poderosa entre todas lasfuerzas ciegas de la naturaleza, pero dócil y dis-puesta a prestar ayuda al hombre a fin de consu-mar con él la conquista del mundo, convertida envapor, en electricidad, en lluvia o en represas paralas grandes irrigaciones.

12

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

178 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

Al cabo de tres días dejamos a Oarmish-Parlen-kirchen, con el alma saturada de luz y de paisajes,y vamos a visitar el famoso monte Sugspitze, elmás alto de Alemania y monarca de los Alpes bá-varos. Pero de paso llegamos a Kochel, aldea típicade los Alpes, con su gran fuente de estilo pla-teresco en mitad de la plaza, su mercado de frutas,su iglesia humilde pegada al cementerio, su sol edadaldeana, sus bandadas de gansos y sus mozas de-cidoras sobre el umbral de las puertas, que haceny deshacen reputaciones mientras le dan a la rue-ca Y los buenos paisanos bávaros que sueñan oplatican sentados al socaire de las paredes, arma-dos de largas pipas, mientras el sol postrero ponede relieve esos frescos singularísimo s que enlucenlos frentes de las casas con escenas de justa o in-genuas historias bíblicas. A veces tenemos que pa-rar nuestro automóvil para dar paso a las puntasde cabras que bajan del monte o a carretas cargadas deenormes montones de heno, sobre los cuales can-tan boca abajo las mozas. ¡Santa paz eglógica delas aldeas, esencias de monte, almas sencillas ycristianas, niños que retozan descalzos entre el arro-yo, campanas de la iglesia, zagalas de senos du-ros y risa cantarina, cuánta alegría traéis al corazóny cuánto raposo! ¡Bendita paz aldeana!

Es media mañana y nuestro automóvil sigue su-biendo y bajando por la rúa, que se desenvuelve en zig-zag en medio de los pinos. De largo en largo se abrena nuestros pies hondonadas y valles salpicados decaseríos, o surgen delante las moles escuetas y gri-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 119

ses de la cordillera Nuestro chofer, un duro pru-siano que hizo la guerra en las ambulancias, guía elautomóvil con pericia extraordinaria a 60 kilómetrospor hora, lo cual es suficiente para que tengamos elalma en suspenso. Cuando le suplicamos mayor pru-dencia sonríe desdeñoso y nos responde bordeandovertiginoso los abismos, con las ruedas casi en el aire.Esto es para nosotros una agonía, de suerte querespiramos con deleite una vez que salimos a te-rreno llano sobre los bordes del Bader-See, peque-ño lago encantado, de un azul pálido yaguas trans-parentes: tan diáfanas, que en el fondo, de treinta me-tros, se puede ver distintamente como a través deun cristal, la figura en mármol de una sirena puestaallí por el rey Luis 11a fin de comprobar la purezadel agua; y los peces se distinguen con igual ni-tidez que en los acuarios. Esa transparencia se debeen realidad a que el Bader-See se alimenta de aguassubterráneas, que se filtran por las arenas del fondo.

Proseguimos la marcha y después de bordear ungran valle en semicírculo sobre el cual se viertenlos rayos del sol como en inmensa ánfora verde,aparece ante nosotros, aislado y sereno, con la ma-jestad de un dios, el monte Sugspitze. Sus perfilescobran un relieve impresionante sobre 'el cielo inten-samente azul, y abajo extiende el Eih-See sus aguasde un verde profundo.

Allá está el Sugspitze, con sus flancos precipita-dos y su frente nívea, desnudo y brillante, en durocontraste con el paisaje que le sirve de alfombra,inmenso, profusamente arbolado y sobre el cual flo-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

180 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ta una penumbra azul. Esta variedad de tonos y deluces es característica de los panoramas alpinos,muy al contrario de lo que sucede en los Andes,cuyas curvas redondas y monótonas tienen el mis-mo color profundo de la llanura, de suerte que ape-nas si quiebran el conjunto sin matizarlo. Mientrasque estos Alpes peninos, leponcios y bergamascosson esencialmente decorativos, muy en proporcióncon el escenario que señorean y majestuosos e im-ponentes, pero sin la adustez de las montañ as ame-ricanas.

Por largo espacio nos detenemos a la veradel camino en mística contemplación, deseosos degrabar para siempre en la memoria este espec-táculo grandioso. Sentimos una emoción estéticacomo la que producen las grandes obras de arte,pero una emoción que nos esclaviza, lo cualparecerá sin duda escandaloso a cierto filósofo an-tioqueño, quien estima indigno de un hombrelibre el dejarse poseer de la belleza. Pero nosotrosconsideramos más bien como un índice de noble-za el arrobo que experimenta la persona culta an-te un objeto bello, y como víctima de aplanamientoespiritual al que ha logrado, a fuerza de ser prácti-co, metodizar su inteligencia hasta hacerla insensi-ble a las cosas de la naturaleza o del arte. ¡Felizquien logra comprender la melancolía de un puen-te abandonado, el misterio de los pozos umbríos,la tristeza de los viejos jardines o la quietud pen-sativa de los árboles solitarios!....

Nuestro amigo toma fotografías, y después de un

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 181

largo espacio de silencio seguimos f1anqueando lallanura en dirección al Sagspitze, que se agrandamás y más. A llegar a su base encontramos grannúmero de gente que espera turno para subir enel funicular, un atrevido cable aéreo por dondeeirculan en dirección opuesta dos carros suspendi-dos del alambre, los que realizan el viaje en casimedia hora y a una inclinación que desde abajo nosparece vertical.

Mientras nos llega el turno, resolvemos con Som-merstad almorzar en la terraza del hotel y tomar-nos una botella de champaña en homenaje al granmonte. No hay una nube en el cielo, el calor essofocante y la luz enceguece. Los motores que ac-cionan el funicular vibran en nuestros oídos conti-nuamente, y cada vez que el carro llega a la ter-minal un empleado grita a grandes voces:

-¡Tres mil a tres mil cincuenta! ¡Apurarse, apu-rarse!

La espera es larga, pero al fin queda nuestro nú-mero incluído en el turno respectivo, y pronto nosencontramos suspendidos en el espacio camino dela cumbre. Es una sensación parecida a la de vo-lar, y más de una vez nos sentimos sobrecogidosde angustia al pensar en la posibilidad de que elalambre se rompa y nuestra canasta se desplomeen el abismo. Arboles y riscos pasan lentamentea nuestros pies, y a medida que ascendemos, lavegetación escasea hasta desaparecer por entero.El frío es intenso allá arriba, el aire se adelga-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

182 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

za y cada vez que franqueamos una torre de lasque sostienen los cables leemos una cifra: "2.500metros" "3.000 metros" ... "3.500 metros" ... "3.800metros" Cuando llegamos a la cima es más demedio día, y abrigándonos hasta las narices nosaventuramos por un sendero trillado sobre el filode la cresta, agarrándonos con mucha cautela a lacuerda que sirve de guía y de sostén a los viajerosinexpertos.

El viaje vale la pena, y la vista que se descu-bre desde allí es soberbia. A nuestros pies se ex-tiende la gran llanura bávara, verde y sonriente,con sus ríos de plata, sus aldeas diminutas, susbosques como manchas, sus humaredas azulinas ysus lagos que parecen dormir bajo la luz, todo ní-tido y perfectamente discernible aun a gran dis-tancia, igual que escenarios en miniatura sobre unespacio infinito. Cierra el llano por el sur la cade-na majestuosa y lejana del Tauern, mientras al estese divisan las eminencias de Todi, Santis, los Al-pes de Allgau y Staufen, hasta Austria. Pocas ve-ces habíamos visto un despliegue de horizontescomo el que hoy alcanzan nuestros ojos, ni tantaarmonía de los cielos y la tierra. El sol está yaoblicuo, y las crestas y repliegues de la montañaprolongan sobre el hielo sombras largas. Con nues-tros prismáticos penetramos hasta el fondo de la le-janía, y en los flancos de nieve podemos distinguirlas pequeñas sombras de alpinistas que suben peno-samente. A nuestra espalda se alzan apiñados mon-tes y montes, que parecen galopar en el azul como

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 183

tropa de gigantes en busca del sol. Sus cabezasblancas se hunden en el espacio, circuídas a vecespor nubes inmóviles y tan claro es el día que enel confín lejano podemos ver las cumbres más al-tas de Francia, de Suiza y de Italia, majestuosas,serenas, refulgentes como sarta de diamantes: elgran San Bernardo, el San Ootardo, los Alpes Ii-gurios, los saboyanos, los peninos ...

Con la caída del sol el frío se hace cada vez másintenso, y resolvemos descender, no sin echar unapostrer mirada al inmenso panorama, enrojecido aho-ra por los últimos rayos del atardecer. Cuando 11e-gamos de nuevo a la llanura, nos parece haber vi-vido un bello sueño, y como nos sobra día, pasa-mos la frontera austraca para dormir en un me-són de la montaña, con ánimo de llegar después aInnsbruck.

.•..•. .•.

Cambio de moneda, cambio de escenario, cambiode vestidos, cambio de fabla y obligación para nues-tro chofer de tomar la izquierda en vez de la dere-recha. Estamos en Austria, en el Tiro!. Es decir, en unpaís geográficamente distinto porque así lo han dis-puesto los intereses y los odios de los hombres,y por eso hemos tenido que detenemos en la adua-na para mostrar pasaportes y abrir maletas. Unossoldados de rara estampa hacen guardia, y el oficialde mando se acerca a nuestro automóvil para hacerpreguntas:

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

184 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

-¿Traen vinos, cigarrillos o tabaco?-No, señor.-¿De dónde es usted?-De la América del Sur.-¿De veras?-Sí, señor.-¿A qué viene a Austria?-De turista y para escribir artículos. Soy de la

prensa-Está bien. Pueden seguir.y nos saluda en actitud marcial. En la puerta de

la casona se lee: Orenze-Oberosterreich, y encima eláguila bicéfala de los Habsburgos, lo cual es paranosotros una sorpresa gratísima, porque nos pareceque vamos a encontrar todavía restos de la gran tra-dición de los Césares y del Sacro Imperio. Sobre laraya de la frontera vemos una columna ya ennegre-cida, coronada por la imagen de la Virgen, y entorno, un letrero en letras áureas: Dios, Kaiser, Patria.

Vamos en carrera loca por el ancho valle delSellrain-Tal, anegado de luz y cerrado por altos pi-cos. El aire tibio nos bate de frente, y el sol tar-dío pone reflejos de oro oxidado en las ramas en-

. cimeras de los castaños, que empiezan a amarillear-se con el otoño. Pequeñas bandadas cruzan sosega-damente por lo alto, y el torrente impetuoso del Me-lach llena el espacio de ecos sonoros. La carretera,lisa y blanca, corta el valle unas veces por el me-dio, y otras se desliza acostada a las rocas, quesuelen estirarse sobre nosotros en actitud amena-zante. En Munich hemos visto paisajes como éste

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTIUOS y LEYENDAS 185

pintados por Ruysdael, y los hemos sentido tam-bién en las melodías embrujadas de franz Schubert:montes y montes, cascadas que brillan como lluviade gemas, plantíos de lino y de maíz, vides que acen-dran el vino Tokay, puentes con barandales de pie-dra blanca, arroyos presurosos, aldeas perdidas enel aire fosco, concierto de las aguas y de la vento-la al desmadejar la umbría de los pinos, y luz so-bre el campo, sobre el río y sobre los helero s.... ¿Noes verdad que de todo eso hay en el Momento mu-sical, en la Sinjonfa inconclusa y en los Recuerdosde Viena?

Nuestro automóvil se detiene y Sommerstad nosseñala una roca ciclópea y casi vertical, con largascornisas horizontales, donde crecen tímidamente pi-nos enanos. Arriba, a mitad de altura, se abre unhueco y dentro podemos distinguir la estatua hino-jada de un príncipe:

-Es en recuerdo de la prodigiosa aventura delemperador Maximiliano.

-¿Cuál?...-Es muy interesante. El emperador andaba una

vez los montes a caza de gacelas, esas gacelas ro-jas de los Alpes, cuando de pronto divisó una quehuía ligera por las breñas, pendiente abajo, y el em-perador la siguió. Es empresa relativamente fácil des-colgarse de rama en rama, pero subir de nuevo esimposible. El regio cazador dio muerte a la gacela,que vínose por el alud hasta caer descuartizada enla llanura entre un charco de sangre. Maximilia-no quiso luego desandar, pero en vano, y en el

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

186 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

desierto paraje sus voces de angustia fueron apenasrespondidas por el eco que levantaban en las hon-donadas. En tan duro trance invocó la ayuda de laVirgen, y entonces un gran pino que se erguía en-cima de su cabeza doblóse hasta él, y de esta suer-te pudo escalar otra vez el farallón. Al tornar a supalacio arrodillóse en acción de gracias por el mi-lagro cumplido en su persona, y ordenó inmediata-mente construír esa gruta que ve usted, en memo-ria del portento.

Vase oscureciendo y hay presagios de lluvia, demanera que apresuramos el andar. Se angosta el va-lle, ábrese de nuevo, y en el fondo alcanzamos aver las torres de Innsbruck iluminadas milagrosa-mente por un haz de rayos que bajan perforandolas nubes, como en los cuadros antiguos. Nos senotimos adormitados por el paisaje y hubiésemos pre-ferido no llegar tan pronto: esa dulce tristeza la he-mos sentido siempre que decimos adiós al mar, alos campos luminosos y a las mujeres bellas ...

•• •Innsbruck, la capital del Tirol autriaco, es una ciu-

dad antigua y heroica, la más pintoresca de los Al-pes réticos y bergamascos después de Salzburgo.Tiene apenas 50.000 habitantes, pero su historia co-mienza en el siglo XII y fue teatro constante de lu-chas entre los altivos tiroleses y sus poderosos ve-cinos de Austria y de Italia, que sucesivamente bus-caban hacerse dueños de este baluarte natural paraatacarse y defenderse. Merced a esta brega peren-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 187

ne los rudos tiroleses se convirtieron en terriblessoldados, corajudos, irreductibles y tan amigos desu independencia como diestros en el manejo delarco o del fusil, de manera que para matar a cienenemigos sólo eran necesarios cincuenta tiro le-ses y que hiciese cada uno de ellos dos dispa-paros. Todavía son temibles, y en la última guerraintegraron los mejores batallones alpinos, esos ba-tallones que se batían ferozmente de risco en risco,lo mismo en verano que en los meses helados deinvierno, cuando la nieve cae incesante y cubre lacordillera con una espesa capa.

La ciudad se halla colmada de turistas, especial-mente americanos del norte, de suerte que con di-ficultad podemos encontrar alojamiento en el HotelMaría Theresia. Sin embargo, esta invasión de gen-te no modifica en nada el ambiente ni el aspec-to típico de la ciudad, que al igual de Popayán,parece fatigada de siglos y dormida en la sereni-dad augusta del paisaje. Desde las ventanas denuestro cuarto podemos contemplar libremente lasaltas montañas heridas de luz y cubiertas de blan-cura, o las calles vetustas, donde se enfilan caso-nas de linaje y monumentos enlucidos con esta-tuas de príncipes, de guerreros y de santos. Todoparece yacer aquí en la paz del recuerdo, y las al-mas están siempre abiertas al cielo, como los grifosde sus fuentes, que estira.n hacia lo alto sus cabe-zas de piedra en eterna contemplación.

Los hijos de Innsbruck se enorgullecen de suhistoria y de los tesoros de arte que guardan en

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

188 ANTONIO MARTINEZ DELC.lDO

museos y catedrales, con razón sobradfsima, por-que es mucho lo que allí vale la pena de verse.Pero esta sería labor de varias semanas, y comonuestra permanencia en la capital del Tirol es obli-gadamente breve, nos hemos limitado a concurrira un baile típico de campesinos en un cabaret debajo fondo, y a visitar la catedral o Hojkirdze.

Esta admirable iglr.sia franciscana, mitad góticay mitad estilo italiano del Renacimiento, fue cons-truida en el siglo XVI para hacer memoria del granemperador Maximiliano 1 y de su familia, de acuer-do con la voluntad expresada por él mismo, quienquiso así perpetuar la gloria de su estirpe y loshechos hazañosos de aquellos ~príncipes que rin-dieron su admiración o sus afectos. Es una obramaestra de arquitectura llevada a término median-te el concurso de los mejores artistas de la épo-ca, de modo que puede afirmarse sin hipérbo-le que no hay dos estatuas, ni dos ojivas, ni dosfrescos debidos a un mismo autor. La construc-ción de la iglesia se llevó a cabo en tiempos deFernando 1, pero la parte ornamental y decorativacorrespondió al emperador Leopoldo 1, según sedesprende de la siguiente inscripción latina, pues-ta sobre el portal:

MAXIMILIANUS PRIM US FUNDA VITFERDINANDUS PRIM US AEDIFICA VITLEOPOLDUS PR1M US EXORNA VITCERNITUR HIC TRIPTEX PRIMUSCUR NEMO SECUNDUSSCILlCCT AFFECTANT PRINCIPIAS SUPERJ.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS y LEYENDAS J 89

Constituye el monumento principal un fastuo-so mausoleo dedicado a Maximiliano, quien apare-ce de hinojos sobre unos cojines de piedra, conlas manos juntas, y en t(,rno cuatro bellas figurasde bronce que representan las cuatro virtudes car-dinales; y a lado y lado, montando la guardia, vein-tiocho estatuas también de bronce, todas en acti-tud de severa meditación y de hondo homenajehacia el augusto emperador. ¿Quiénes son esosmudos personajes de metal, condenados a rendireternamente un tributo de silencio a Maximiliano?Son príncipes y grandes damas que llevaron nom-bres romancescos y sonoros: Clodoveo, Felipe elHermoso, Teodorico, rey de los ostrogodos, el ga-llardo Arturo de Inglaterra, Teodoberto de Borgo-ña, María Blanca Sforza, Cimburgis de Masovia,Leonor de Portugal, María de Borgoña, Margaritade Austria...

No sé qué de melancólico y de infinitamente deso-lado alienta en ese cortejo de fantasmas, que evo-can con sus armaduras o sus desmayos grandeshechos, ya caídos de la memoria de los hombres.y más conmovedor aún el ingenuo alarde del em-perador, que ordenó se perpetuase su virtud enforma ostentosa y en su triple aspecto de monar-ca, de guerrero y de santo. Afirmación de orgulloy pueril vanidad de príncipe convencido de su gran-deza y que hoy apenas sirve para estimular la curio-sidad de los viajeros. Pero el monumento es belloe impresionante, y en el silencio de las naves evo-ca un pasado ilustre de reinas enamoradas, prínci-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

190 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

pes valerosos, obispos guerreros y señores de justa.De lnnsbruck salimos muy a nuestro pesar al

día siguiente, y cruzando otra vez la frontera to-mamos el camino de Berchtesgaden por la vía delos grandes lagos de Baviera y del norte del Tiro!.

Primero es el Achen-See, profundo y abierto, congrandes hoteles en la orilla y limitado al sur porlos montes lejanos dellnn-Tal y del Ziller-Tal; des-pués el Konig-See o Lago de San Barlolomé, sinduda el más bello de Alemania y que apenas su-perado por los de Suiza, a los que aventaja sin em-bargo en serena quietud y en el embrujamiento desus aguas de zafiro. La naturaleza llega en el I(Oniz-See al ápice de lo sublime, y quien lo haya visto enun día como éste, anegado de azul, jamás olvidarála impresión de solemnidad y majestuosa belleza queproducen sus aguas aprisionadas entre montes casiperpendiculares, a una altura de tres mil metros,revestidos de pinos por la base y radiantes de nieveen la cima.

Hemos tenido el acierto de \legar con la prime-ra mañana, de suerte que el paraje se ha1la solita-rio y la luz hace sus primeros juegos en las ramasde los árboles, en las cumbres heladas, en los arro-yos que bajan saltando por las pendientes y enla linfa esmeraldina del lago, que se aduerme fantás-tico entre los farallones, tan quieto y tan azul quese diría un gran cristal puesto sobre los bordesenjoyados de un cáliz de complicada labor. Sobre-cogidos de pasmo, casi con;miedo, contemplamospor buen espacio esta maravilla donde nada falta

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 191

para hacer de ella una obra perfecta. Luego nos des-lizamos sobre las aguas en un bote de velas, y na-vegamos lentos, silenciosos, temiendo profanar lagloria del sol y turbar la tersura de las ondas azules.La brisa inclina nuestra frágil nao, que avanza co-mo una mariposa con las alas abiertas, y por de-bajo pasan los montes blancos y las rocas bermejas,que parecen dar un salto mortal cuando la superfi-cie se riza al corte de la quilla. Arriba, en una cuestabrava, divisamos con los prismáticos unos puntosrojos que se mueven: son las gacelas salvajes de losAlpes. De un hueco abierto a nivel del lago brotaun raudal, y otro baja dando saltos. En los enhies-tos picos marcha sosegadamente un cortejo de nu-bes blancas.

-Aquí se hundi6 hace años un barco lleno deperegrinos, sin que pudiera salvan~e ninguno por-que la pared de la roca no daba agarradero,-noscuenta el piloto, señalando un cantil donde alcanzaa verse una cruz.

Más allá nuestro amigo hace bocina con las ma-nos y da un grito, cuyo eco repercute sonoro porlos ámbitos durante largo tiempo. Repetimos laexperiencia varias veces para sentimos respondidospor los montes con una algarabía confusa, y alfin el piloto dispara su pistola, que despierta en ellago un concierto de rumores. Desembarcamos alotro extremo, sobre un verde promontorio en élcual se levanta la capilla de San Bartolomé, jun-to a una villa donde podemos comer truchas fres-cas y salm6n, y después 'franqueamos el Sallet-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

192 ANTONIO KARTINEZ DELGADO

Alp, pequefto istmo que separa el /(Onig See de suhermano menor, el Ober See. Este es un lago pro-fundo y solitario, donde parece que viviesen ninfasy genios ocultos, gobernado por montañas y preci-picios inaccesibles. El espectáculo desde allí es so-berbio, y tiO puede uno menos de rendir homena-je a quien supo organizar de esta suerte todos lostonos de la luz y juntar, en el más afortunado delos conciertos, los mejores recursos de la naturaleza.

Después del Kdnig-See vamos a Berchtesgaden,aldea típica de los Alpes y centro de turismo, muysemejante a Oarmish-Partenkirchen. Almorzamos enun restaurante de la montaña, desde donde se venlos lagos y las montañas, y por primera vez desdehace meses nos regalamos con leche recién ordeña-da. Nos embarga un gran bienestar y quisiéramosquedarnos allí durante mucho tiempo. Pero es ne-cesario llegar a Salzburgo ese mismo día, de mane-ra que ponemos en marcha el motor y pronto cru-zamos de nuevo la frontera, negando a la vieja ciu-dad austríaca a media tarde.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

I

,~," -"-" " ,~ ~

~,

",/ ~~

CAPITULO VI

5alzburgo. lo reina de losAlpes. - De nuevo en Ba-viera. - El CHIEMSEE,-La"Isla de los caballeros",El romance de Luis 11, el"Rey loco",

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

** *

Salzburgo tiene un alma y una tradición austriacas,y fue por lo mismo, católica y cruel, mas puede de-cirse que pertenece al grupo de las grandes ciuda-des bávaras y es la más pintoresca y típicamentealpina del sur de Europa, junto con Innsbruck. Desuerte que no es posible dar por vistos los Alpessin una visita a esta singular ciudad, donde se ad-vierte ya un cambio radical no solamente en elcarácter de los pueblos pero también en el paisaje:porque ya se percibe aquí el soplo de Bizancio, ylos Alpes comienzan a morir para ser reemplazadospor los montes ondulados y las llanuras que bañael Danubio azul, cuyas brisas parece que trajeranla sonrisa, las luces y el embrujamiento de Viena.

Alternativamente bávara y austriaca, Salzburgo que-dó al fin bajo el dominio de los Habsburgos a prin-cipios del siglo pasado, lo cual tendrá importanciasin duda para la constitución política y geográficade la antigua doble monarquía, y su posición co-mercial puede ser también de mucha consecuencia.Pero nosotros, que empezamos a cansamos de lasciudades por sí mismas, puesto que al fin y al cabotodas son iguales desde el punto de vista munici-pal, hemos venido a buscar en ésta una impresiónar-tística y a sentir el hechizo de uno de sus hijosilustres: W olfgang Amadeo Mozart.

Figuráos un capricho de pintor antiguo,!uno deesos lienzos luminosos y nobles de colorido, con

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

195

grandes montañas en e] horizonte c::hie'-tas 0(' blan-co y encendidas en el fulgor de la tarde.; 11n lÍo deplata, el Salzach, partiendo en dos }:¡ grtm :)anuraverde, donde brillan aldeas diminutas y negre:m bos-ques de álamos, y en el centro las s:!\letas de trescolinas dispuestas en t:-iángu]o sobre. las h:mcias delrío; entre ellas, una ciudad de ecHes ,:;1;1)05:1S, pla-zas viejas donde la gente platica sir. :¡f:1n, y forresgóticas o bizantinas que perforan el :dre; y, porfin, los contornos adustos e imponentes de un cas-tillo medioeval que parece continuar Í8s líneas de]a roca y que señorea el conjunto, orgulloso y muyseñor. Figuráos ese cuadro, con el retrato de un ar-zobispo paramentado de mallas en \JIU ('squina, lacabeza de Mozart en la otra, flámulas medio enro-lladas con leyendas en latín por la base, ~. tendréisuna idea cabal de Sa]zburgo.

Sin duda, la fisonomía de la ciudad se la im-primió el dominio eclesiástico, y se respira en ellano sé qué aroma parecido al que llena los patiosarzobispales y los jardines de los conventos. Por don-quiera se ven iglesias y palacios imperiales de viejadata, como el monasterio de San Francisco, en es-tilo románico del siglo XIII; el Kolleg-Í1rm-Kirche, labella capilla gótica de Nonnberg y la de Santa Mar-garita; ]a catedral, construída por Solari en estilobarroco italiano del siglo XVII i el castillo de Mira-beIl, en las afueras, el imperial de Hellbnmn y elde Anif, ocupado hoy por la condesa Sofía MOYiel Residenz-5chloss, donde aun vive la Oran Du-quesa de T oscana, e infinidad de nobles edificios,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

196 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

erigidos en su mayor parte por los arzopispos deSalzburgo, entre los cuales cobró gran fama su Emi-nencia W olf Dietrich.

Pero la catedral y la fortaleza, o Hohen-SalzbUlg,constituyen el atractivo principal, y por eso les he-mos dedicado la mayor parte de nuestro tiempo.

Al castillo, que sirve de término a la colina deMonhesberg, se llega por un pequeño ferrocarril decremallera, pero antiguamente no daba acceso a élsino un antiguo camino angosto y muy defendido,tallado en zig-zag por el flanco de la roca. Era laresidencia oficial del arzobispo, quien ejercía una au-toridad despótica sobre toda la provincia y tenía asus órdenes un ejército de fanáticos, del cual servía-se muy frecuentemente para aterrorizar a la comarcae imponer la virtud a los herejes a poder de hierro.Sombrío, como el alma de esos virtuosos señores,en sus prisiones se cometieron todas las atrocidadesque ha imaginado el hombre, y en sus lóbregas ga-lerías parecen escucharse aún los gritos de angustiade los infelices destrozados por orden de sus Emi-nencias en nombre de Dios .. Los salones superiores de esta inmensa fábricaadmiran por la esplendidez de sus muros blasonadosy la profusión de los adornos: puertas de estilo pla-teresco, áureos baldaquinos, sillas de entallado es-paldar con las armas de San Pedro, cortinones derojo carmesí, estucos de primor, sedas jayantes yarmarios como catedrales góticas. Allí comían y re-posaban los señores arzobispos, cuya virtud era tangrande como su crueldad; abajo, en los sótanos, es-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 197

taban los prisioneros, que eran siempre numerosos.Estos infelices, después de larga reclusión, recibíansentencia de muerte y pasaban a la sala de las tor-turas, donde entregaban a Dios el alma luego desometérseles a un suplicio lento. Se les perforaban lasuñas con púas al rojo blanco y azotábaseles conflagelos erizados de clavos; y cuando merecían muer"te infamante eran puestos en la Virgen de bronce,una estatua hueca que aun se conserva, la cual po-día abrirse por el frente y cuyas hojas estaban provis-tas de diez y seis clavos para el tórax y dos paralos ojos: cerradas sobre el condenado, no tornabana abrirse sino cuando el cuerpo quedaba exangOe.Mientras tanto, un sacerdote rezaba el oficio de losagonizantes, y los despOjos eran tirados luego a unafosa común.

En una galería subterránea pudimos ver un aljibede ochenta metros de profundidad, tallado con cincelen la roca viva y cuya construcción, que duró treintaaños, se debió a los prisioneros. Vertiendo en él unvaso de agua se pueden contar hasta siete segundosantes que el eco responda.

El castillo, que por un lado se levanta a pico, ypor el otro se halla protegido por un gran foso,ancho de diez metros, está relacionado con unacuriosa leyenda: un bandido célebre, muy popularen Austria a causa de la protección que dispensabaa los pobres y de su odio por los arzobispos deSalzburgo, fue condenado a la hoguera, pero obtu-vo licencia para dar a caballo una última vuelta so-bre la muralla a guisa de despedida. Ardían ya las

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

198 AC'/C,JNIO MARTlNEZ DELGADO

llamas, y el pueblo, aglomerado al otro lado del foso,lloraba en silencio la suerte del bandido. Este, enefecto, dio un paseo en su alazán alrededor de lahoguera, pero en vez de descabalgar y para asom-bro de tedos los presentes, aguijó al cuartago, saltóal llano p:x encima del foso y desapareció luegoen una car:'er;.; vertiginosa, sin que los soldados delarzobispo ;:.:dieran darle alcance. A poco el bandi-do provo~ó u::a rebelión general de los campesinosque estlvo a pllllto de triunfar. fue vencido, noobstanie, y pagó su osadía en la Virgen de bronce.

Por la noche fuimos a la catedral, donde un corollegado de Vienu ejecutaba el Zauber-flOfe o ensalmode flautas de Mozart, y su famaso Requiem. Fueuna velada i:.olvidable, y aun nos parece oír losacordes profundos de esa música, que llenaba eltemplo de V<lstas sonoridades y pasaba como unsoplo ITléigicosobre la cabeza de las viejas devotasy hacia oscilar las luces de los cirios. Si váis aSalzburgo, no dejéis de asistir a un concierto noc-turno en la catedral.

** '"Decimos adiós a Salzburgo, y para terminar nues-

tra excursión por el país alpino, entramos de nuevoen Bavicra y enderezamos al Chiemsee, donde se en-cuentra el fa moso castillo del rey Luis.El lago que aventaja en extensión al Kónigsse, se abre

en un valle despejado pero con montañas hacia elsur que ie sirven de fondo y muestran todos los to-nos, desde el oscuro de los pinos en la base, hasta

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 199

el gris o bermejo de las lomas bajas y el blanco de lascrestas. Las nubes, al pasar, filtran cambiantes sobreaquel conjunto de macizos, que se copian en elagua con todos los colores del ris. En las riberascrecen apiñados grupos de abetos y de álamos. Laimpresión que viniendo de Rosenheim produce elChiemsee es de completo desencanto, porque seentra en él por una ensenada cubierta de marjalesdonde se queda detenida la niebla, y el charlear delas ranas en la tarde llena el paraje de melancolía.Pero después el horizonte se abre y el círculo alpinoaparece en toda su gloria, dominado por el OrossVenedig y el Watzmann, siempre coronados denieve. Al norte, los campos están manchados de plan-tíos, arboledas y flores bordes, mientras que ha-cia el sur el paisaje es desolado en razón de lasciénagas que lo invaden todo.

En medio de las aguas, una enfrente de otra,están dos verdeantes islas, reflejándose quieta-mente en las ondas y mirándose con una curio-sidad galante: la Isla de las damas y ]a Isla delos caballeros. En la primera había un convento demonjas, que servía también de prisión a las hijasdel Señor o a las damas de sangre que merecían esedestierro por sus aventuras de amor, y ]a segundaalbergaba un monasterio de benedictinos. Pero la dis-tancia entre ambas era suficiente para garantizar la vir-tud de unos y otras, quienes pasaban la vida entre ora-ción y oración, rodeados del profundo silencio quesojuzga esas islas recónditas y apacibles. Los religiosostenían siempre delante un paisaje triste pero deextraor-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

200 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

dinaria belleza, y su santo reposo era turbado tan sólopor el murmullo de los bosques, el fragor de lastempestades, muy frecuentes en el Chiemsse, o porla congoja de las enamoradas.

Es un escenario alpino, pero sin embargo di-fiere en mucho de otros que hemos visto enBaviera y el Tirol. Estos muestran un semblante uni-forme dentro de su variedad, donde sólo la luz y elcolorido les prestan fisonomía especial, mientrasque el Chiemsee tiene alma propia. En efecto, la seve-ridad de las líneas, los planos horizontales, el mis-terio de las frondas, la bruma que suele asentar-se sobre el llano, los vientos que a menudo batenel lago con retumbo de voces, como si cruzaran elaire guerreros mitológicos en un frenesí de batalla,le dan al paisaje un aspecto solemne de ópera deWagner, muy dentro de las tradiciones y las leyen-das germanas: es un escenario c1á~ica y definida-mente alemán.

Adrede hemos llegado de tarde. porque el últimosol pone en las cosas sugestiones evocadoras y esocasionado al recuerdo. Con nuestro amigo damosla vuelta al lago y en seguida desembarcamos en laIsla de los caballeros, donde el postrer grupo deturistas que ha visitado el castillo espera barco pa-ra regresar a la estación de ferrocarril. Es una for-tuna hallamos solos. Ni siquiera aceptamos el con-curso del guía, porque sabemos lo bastante para in-terpretar el pasado sin ayuda de nadie y porque losdiscursos de esos cícerones a dos marcos por horanos son absulutamente odiosos.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 201

Penetramos en la isla por una vereda agreste, asom-brada de altos álamos y toda cubierta de hojas se-cas. La brisa agita en veces la umbría, y los rayosenrojecidos del poniente, al filtrarse por las rama-zones, dibujan sobre el piso un inquieto enjambrede luces. Nuestros pasos producen un susurro queamedranta los pájaros y delante nuestras sombras,estiradas y cómicas, van a saltos callados por so-bre los troncos abatidos, o se confunden con lasque proyectan en el sendero árboles centenarios ynobles.

Una emoción religiosa nos penetra como si anti-guas y desoladas memorias saliesen a nuestro en-cuentro. Igual impresión habíamos sentido ya, reco-rriendo las avenidas de la arboleda que rodea el cas-tillo de Eltz, y habíamos luego de sentirla en losparques de Schoenbrunn. Pero en estos castillos,como en VersalIes, alienta un pasado heroico y ga-lante, y aun parecen escucharse el reír de las fa-voritas o los suspiros de amor, el desfile de los cor-tesanos o las protestas del duque de Reichstadt,mientras que la soledad de la Isla de los caballeroses completa y sus jardines y estanques dicen acada vuelta del sendero la extraña desventura de unpríncipe y la tragedia de un alma...

Media hora empleamos en esta peregrinación, alcabo de la cual llegamos al otero donde se asien-ta el castillo. Su frente es idéntico al de Versalles,y para completar el parecido, una bella sucesión defuentes enluce el parterre: las de la fama, la for-tuna, Latona, Neptuno; después sigue el Gran Canal,

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

202 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

que se prolonga hasta el lago y ofrece una perspec~1iva de aguas. realmente estupenda. Aquí un pino,extendiendo sus ramas en actitud solemne, decora elpaisaje y vierte sobre él una tristeza augusta; allá,dos viejos guardianes platican a la sombra y a sulado está un lebrel que los mira atento: llevan la fazsumida en amplias almocelas y de cuando en cuandoseñalan puntos lejanos con sus bordones. Hastadonde la vista se dilata la superficie del lago brillacon reflejos de nácar, y por sus ondas se deslizanbotes que van a dejar cargas de heno en la Islade las damas; muy lejos se distingue apenas la igle-sia antigua de Chieming, y hacia el sur los montesalpinos, en éxtasis perenne, enrojecidos con el últi·mo sol.

En el vestíbulo del castillo, todo de mármol blan-co del Tirol, se encuentra un precioso grupo depavos reales fundidos en plata y bronce, aves quesegún parece ejercían en el rey Luis un raro hechi·zo. Vienen después la famosa escalera, también demármol, y el gran salón de entrada, con su lucernade cristales, arañas de luces, frescos, columnatasde pórfido, guirnaldas de oro, grupos escultóricosy alegorías sobre la guerra, las ciencias, las artes yla industria, todo a profusión y en el estilo churri-gueresco de Luis XIV. Subiendo la escalera se en-tra directamente a las estancias reales. Cada una deellas quiere sobrepasar a las demás en derroche delujo y ornamentación, pero es tal la magnificenciay el recargo de adornos, que sería imposible pa-ra los ojos abarcarlo todo en una sola visita: prime-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 203

ro está la sala de g-uardias del rey, luego la pri-mera antecámara, el gabinete, la sala del oeil deboeu!, el salón de estado, la galería de los espejos,la sala de la paz y la de la guerra, el dormitorio,el estudio, el salón ojival, la pequeña galería, el ba-ño, el tocador .... Y dondequiera frescos admira-bles en las paredes de estuco y en los alfar-jes, estatuas, cortinones de armiño, vasos de por-celana, tapices de oriente, figulinas de alabastro, ra-ras maderas traídas del fondo del Asia, joyclerosincrustados de pedrería, relojes de fino esmalte, lien-zos de batallas o personajes ilustres, girándulas debronce o de cristal, gobelinos antiguos ...

Naturalmente, se repiten los cupidos alados y mo-tivos de la mitología pagana, ]0 mismo que referen-cias a la historia de Baviera, o desfiles de bacan-tes, Venus desnudas y bailes de derviches en mez-quitas orientales. Pero ]a sombra del príncipe queacumuló todas estas riquezas no se ve por ningu-na parte, y en cambio abundan las alusiones a ]ahistoria de los Borbones, especialmente a los fastosde Luis XIV, como si el castillo hubiera sido con-sagrado de modo exclusivo a perpetuar la gloriadel Rey Sol.

Este aparente propósito delata la ausencia de unavoluntad fuerte, de una personalidad robusta, de uncarácter definido y de una inteligencia origina], cosasque bien se advierten en aquellos monumntos quepor sí solos hacen historia y llevan de manera in-confundible el sello de quien les dio vida o los ilus-tró con sus hazañas. El alcázar de Toledo, el Esco-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

204 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

rial, la mezquita de Córdoba, el palacio de Versalles,la Malmaison, Saint Cloud, Sch~enbrunn, el palaciode los Dux en Venecia, para no citar sino algunos,son testimonios de grandezas pretéritas, y por sussalones o avenidas se adivinan pasar los turbantes ylas esclavas de los Ommíadas, la corte de los Borbo-nes, la sombra de Bonaparte, la faz adusta de losAustrias, el empenachado séquito de los Habsburgoso el desfile sombrío de los Dux, mientras que en elK6nigschloss van Herrenchiemsee, como llaman losalemanes el castillo que nos ocupa, no se ve estilopropio, ni se evocan grandes fastos, y antes se notala deliberada intención de ocultarse en glorias ajenas.

Unicamente se impone al espíritu la noción de larealeza, el orgullo de casta y la convicción absolutade pertenecer a una estirpe que se cree inferior enjerarquía a Dios, pero muy más allá de todos los mor-tales. Ni aun siquiera es un tributo ostentoso a laraza de los Wittelsbach, sino el deseo de formar enla fila de los príncipes, ya que todos son igualmen-te divinos, no importa la rama de que procedan desuerte que lo urgente era grabar dondequiera y en lamente de todos una afirmación máxima:

-¡YO, EL REY!¿Y quién fue este singular personaje que así quiso

perpetuar sus anhelos, ya que no su persona? Elúltimo de los románticos, el príncipe infortunado eincomprendido, al que los hombres dijeron loco porhaber sido poeta:

Luis 11de Baviera.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 205

** *Nació en 1845 en el castillo de Nymphenburg, si-

tio de esparcimiento cerca de Munich. Su primera ju-ventud se deslizó quietamente en Hohenschwangau,el país de los cisnes, que Maximiliano 11, su padre,dedicó a la leyenda y a la historia germanas. ElTusclllllm fue el lugar de recreo para el joven prín-cipe, que pasaba días enteros sumido en el silen-cio mientras contemplaba, sobre los muros del pa-lacio, la historia portentosa del Caballero de Lohen-grin, en especial aquella escena que muestra al hé-roe sonando su trompa delante del emperador y suvictoria en una justa de caballeros. Tales cuadrosle poblaron el alma de fantasmas, y desde entoncesprefirió vivir su mundo interior y dar escucha sola-mente a las voces que venían de sus sueños, delmás allá. Semejante abstracción le causó muchaalarma al preceptor, quien un día se atrevió a re-prochar al príncipe su falta de atención y su empeñoen perder el tiempo:

-¡ Bah! yo no pierdo mi tiempo, respondió Luis,sino que pienso bellas cosas, yeso usted no 10 en-tiende.

¡Pensaba bellas cosas! ¿Era acaso preferible dedi-carse a aprender las reglas de la etiqueta o cuestio-nes de hacienda, con profesores estirados y minu-ciosos, sin más fin que obtener el aplauso de laspersonas sensatas? ¿Para llegar a personaje impor-tante era necesario primero ser mediocre? ¿No valíamás, por ventura, construír universos mejores y ha-bitarlos dignamente, lejos de todas las preocupa-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

206 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

ciones que sujetan a los hombres sobre la tierray los obligan a ser pequeños? j Si lograse al menosser como el caballero de Lohengrin!

Así discurría el joven príncipe, y de este modoasomóse al mundo de los sueños cuando aun nose había alzado a joven púber. Las cosas inventadaspor su imaginación cobraron aspecto verdadero, yun enjambre de visiones lo torturaba de conti-nuo, sin que pudiera al mismo tiempo darles ex-presión definida o interpretarlas en una forma querespondiese a su querer. ¿No habría en la tierraun espíritu superior al suyo, capaz de comprenderloy de enseñarle el camino de las almas, pero un hom-bre que estuviera tocado de la Divinidad?

y mientras la desesperanza invadía al real efebo,un hombre genial, allá en Viena, doblegábase a laescasez y a la tristeza, o recorría el mundo en buscade un príncipe como los de los cuentos de hadas,que le pagase las deudas y le diese la mano para quemarchara con él por el camino de la gloria. Era unhombre pequeño, feo y desagradable, a quien todo elmundo despreciaba por loco pero que llevaba enla frente la llama de los inmortales: Ricardo Wagner.

El loco Luis no conocía al loco Wagner, y sólotuvo noticia de él cuando la ópera de Munich anun-ció en su programa a Lolzengrin. Hízose conducirinmediatamente al teatro, y fue tal el espasmo quese apoderó del rey a causa de la música que susmédicos temieron que le sobreviniese un ataque mor-tal.Una melodía desconocida le desubrió cosas ape-nas sospechadas y sus ojos, vieron al caballero de

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 207

Lohengrin en un concierto de luces y de voces talcomo 101 había imaginado contemplando los murosde Hohenschwangau. Y días después el rey, poseídode los símbolos y de la necesidad de sentirse un dios,hizo alumbrar el lago de modo fantástico y lentamen-te navegó en sus aguas vestido como el caballero deLohengrin, sin más testigos que las estrellas y unospocos lacayos.

Naturalmente, entre el poeta y el músico nació unatierna amistad que tenía algo de morboso, para es-cándalo de la corte y de los ciudadanos de Munich,que no pOdían soportar que su rey tratase de im-poner el reinado de Wagner y despilfarrara millonesen un palacio dedicado a las musas. El gran com-positor fue pronto el centro de todos los odios, peroLuis se empeñó en hacerlo triunfar, aunque esto pu-diera costarle la corona, porque más valía establecerpara siempre el señorío de la belleza que gustar loshalagos transitorios de un reino. De modo que rom-pió por entre todos los prejuicios y Wagner pudoasombrar a la "Atenas del Isar" con el Buque fan-tasma primero, y después con Tristán. Al propiotiempo llegaron a Munich músicos de gran renom-bre, entre ellos Cornelius, Lizt y Hans Biilow, desuerte que la política pasó a segundo plano y elArte se impuso a las inteligencias. Los cortesanosestaban fuéra de sí, y para completar el cuadro, otroloco vino del norte y empezó a decir cosas incom-prensibles: Federico Nietzsche.

¿Qué hada Luis entregándose por completo a tan-tas idioteces? ¿Por qué descuidaba las graves cues-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

208 ANTONIO MARTINEZ DELGADO

tiones del Estado y cómo no pensaba en casarse?Las intrigas comenzaron, y por su lado las prince-sas disponibles de Europa tenían puestos los ojosen ese mancebo de veinte años, el más bello detodos los príncipes, pero también el más incompren-sible. Sin embargo, Luis contrajo compromiso matri-monial, pero bien pronto lo rompió cuando pudoconvencerse de que las mujeres no eran capaces depenetrar la grandeza de sus pensamientos. Sólouna, por ser inaccesible e infortunada como él, se-dujo su corazón pero en forma platónica, no comomujer talvez sino como deesa incomprendida: suprima Elizabeth, la esposa del emperador Francis-co José. Fueron unos amores de continua lamen-tación, sostenidos por correspondencia, porque ape-nas si pudieron verse. Comenzaba para Luis el rei-nado de la soledad, la soledad de su corazón,y desde entonces fue el rey sin alegría y sin amor.Ya no pensó más en casarse y se aplicó a buscar laforma de satisfacer sus anhelos armoniosos y de ex-presar su rebeldía contra los hombres que se empe-ñaban en convertirlo en un rey como todos, es de-cir, en buen diplomático y buen administrador.

¿Y cómo lograrlo? Interpretando a Wagner, elhombre-dios, que había terminado ya la Tetralogíay Los maestros cantores. ¡Qué bellos temas para con-vertirlos en piedra en la cima de los Alpes y sobrelos lagos azules!

Dialogar con seres invisibles, concebir ideas bellasy engendrar obras de arte perdurables era no sóloel modo de satisfacer sus sentimientos, sino la rea-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 200

Iizaci6n de un acto vital. ¡Qué más daba que lollamaran loco, si él había creado un mundo mejorque ese donde viven los hombres aglomerados enlas ciudades!... Y asífue que mientras Wagner estre-naba el teatro de Bayreuth y daba remate a Parsi-fal, Luis recorría las cumbres y los lagos de Bavierapara levantar 6peras de piedra, "a la gran manera."Fue primero el castillo de Berg, en el Valle de lasrosas, y después la imponente estructura de Neus-chwanstein, obra maestra de gracia y armonía y er-guida también en el más armonioso de los paisajes.

¡Castillos y más castillos! Seguían las protestasde todo un pueblo, pero mientras Wagner escribiese6peras Luis les haría eco en su espíritu y las petrifi-caría sobre los montes. Hizo construír el Konigshausen el Schachen, decorado suntuosamente a estilomorisco, y después el palacio de LinderhoJ, don-de está el famoso Orotto que representa a Tannhau-ser en el Venusberg y frescos o estatuas consagra-dos a Parsifal, Lohengain, Tristán e Isolda, las Wal-kirias.. , De este modo creía no solamente obligar ala naturaleza a cantar un poema eterno en loor deluniverso de fantasmas que Luis había creado conWagner, sino sobrepasar a todos los otros castillosde Baviera,construídos por los señores del medioevoy los antiguos margraves y arzobispos.

El poema de los mármoles estaba ya completo, ys610 le faltaba el supremo homenaje de la gloria,pero un homenaje que le rendiría él solo en apar-tado sitio y con tal esplendor, que ningún otro prín-

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

210 ANTONIO IfARTINEZ DELG.!DO

cipe antes que él hubiese realizado nada semejante.Por tanto, érale preciso eclipsar la belleza de VersaIles,agregando lo que se le olvidó a Luis XIV, el ReySol, el príncipe que simbolizó la Gloria. Y poseídode un frenesí de ostentos comenzó a construír elmás suntuoso pero el más insubstancial de todossus castillos, el de la Isla de los caballeros.

A esta sazón Luis había perdido ya el leit motivde sus actividades artísticas a causa de haberse mal-quistado con Wagner¡ de manera que las obras delgran trovador y su genio dejaron de inspirar a Luisquien, envanecido, quiso hacer obra propia, sin com-prender que en su espíritu no había surtidero paraempresas de mucho momento. Por eso se acogió qui-zás a los grandes recuerdos de Luis XIV y colmóde estatuas, símbolos y retratos del monarca fran-cés las estancias del palacio, que en sí mismo esuna repetición de Versalles. Pero una imitación falsa,destinada a honrarse a sí mismo y a satisfacer unorgullo y una grandeza sin hazañas; de una mega-lomanía y un alarde de vanidad que sólo tenía porfin ensalzar la majestad de tres palabras: ¡YO, ELREY! Luis carecía de una personalidad vigorosa quedesorrollar y comenzó a girar en torno a la lumbrede la historia de Francia, pues Wagner había muerto,y nadie, fuéra de él, podía prestarle energías creado-r,!-s. "Porque hay almas planetarias, dice Ouy dePortales, que gravitan alrededor de los astros de lagrandeza humana y viven de sus reflejos como dul-ces lunas melancólicas."

Que el rey Luis fuera un caso patológico es cosa

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

CIUDADES, CASTILLOS Y LEYENDAS 211

que nadie sabe. Lo único cierto es que se apartóde las preocupaciones corrientes de los hombres pa-ra vivir su propio mundo interior, y que los médicoslo declararon loco. En Munich proc1ámose la Regen-cia por incapacidad mental del monarca, y el eternoinconforme fue conducido a la fuerza, después deuna escena dolorosa, al cassillo de Berg, a fin desometerlo a una cura. El final todo el mundo lo sa-be: al siguiente día de llegado a su dorada prisión,el pobre rey invitó a su médico von Oudden a quelo acompañase a dar un paseo por el parque, conel último sol. Pero ninguno de los dos regresó, ya media noche los pescadores hallaron sus cuerposya rigidos flotando en las aguas del lago de Starnberg.

Así acabó la vida del desdichado Luis, el últimode los románticos, y los castillos que levantó sontambién los postreros que hombre alguno vuelva aconstruír como homenaje exclusivo a las artes o ala gloria.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

212 ANTONIO MARTINEZ DELC.ADO

•••En el Chiemsee hemos conclufdo nuestra excursión

por la Alemania pintoresca y legendaria, y llenaspupilas de paisajes y la memoria~de recuerdos to-mamos def,nuevo el camino de Munich. Va termi-nando el otoño y los campos se bañan de melan-colía. Sobre los caminos corren las hojas secasarrastradas por la brisa, y las ramazones, al agitarseblandamente, parecen susurrar la tristeza de los re-cuerdos ...

Berlín, febrero de 1929.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

INDICE

Noticia liminar . 7

CAPITULO I.-Dusseldorf, la" ciudad de 108 jardines.-Visionesy leyendas de Colonia: la catedral y la "Pres-sa ".-Viejas historias.- Bonn: la casa de Beethoven y laUniversidad.-Voces del Pasado.-Vinoo, castiIICl'ly roman-ces 11

CAPITULO n.-Los romances del Rin.-Las siete colinas.-El castillo de Drachenfels y sus leyendas: el conde En-rique, Sigfrido y el drag6n.-EI monasterio de Heinster.bach y el monje FéIix.~ de Maguncia 33

CAPITULO I1I.-Maguncia. La catedra1.-EI anillo de 108Nibe1ungos.-Heldelberg: el castillo y la Universidad.-LaSelva Negra-La ciudad y el lago de Constanza.-EI con-cilio y la muerte de Juan Huss.-Agusburgo, "la ciudadde las fuentes" 87

CAPITULO IV.-Munich, ciudad apoltnea y "Atenas delIsar".-Sus museos y monumentoo.-Un paseo con el lec-tor.-Los alrededores de Munich.-Qunl:no de 108Alpes.. 136

CAPITULO V.-Los A1pes.-Lagos y paisajes.-EI Konig._See..-En el Tirol austrlaoo.-Innsbruck, ciudad del ensueflo 167

CAPITULO VL-saIzburgo, la reina de loe AIpe&.-De nue-Te) en BavIera.-El CbJemar.e.-La "laJa de Joe cabelle-roe ".-El romana! de Luie 11, el rey 1000•••••••••••••• 100

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia

Derechos de propiedad li-teraria registrados conformea la ley.

Este Libro fue Editado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República,Colombia

Este Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,ColombiaEste Libro Fue Digitalizado Por La Biblioteca Luis Ángel Arango Del Banco De la República,Colombia