CASTILLO VALENZUELA / ORTIZ CISCOMANI · DIMINUTIVO Y ... · Red de Revistas Científicas de...

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  • Revista de Humanidades

    ISSN: 0717-0491

    [email protected]

    Universidad Nacional Andrs Bello

    Chile

    Lozoya, Ivette

    Pensar la revolucin: pensamiento latinoamericano e intelectuales en el MIR chileno 1965-1973.

    Propuesta terica y metodolgica para su estudio desde la Historia Intelectual y la Historia de la

    Violencia

    Revista de Humanidades, nm. 27, enero-junio, 2013, pp. 173-197

    Universidad Nacional Andrs Bello

    Santiago, Chile

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=321227371008

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  • CASTILLO VALENZUELA / ORTIZ CISCOMANI DIMINUTIVO Y ASPECTO NOMINAL EN ESPAOL 173

    PENSAR LA REVOLUCIN: PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

    E INTELECTUALES EN EL MIR CHILENO1965-1973

    P RO P U E S TA T E R I C A Y M E T O D O L G I C A PA R A S U

    E S T U D I O D E S D E L A H I S T O R I A I N T E L E C T U A L Y L A

    H I S T O R I A D E L A V I O L E N C I A

    T H I N K I N G T H E R E V O L U T I O N :

    L AT I N - A M E R I C A N T H O U G H T A N D I N T E L L E C T U A L S

    I N T H E C H I L E A N M I R 1 9 6 5 - 1 9 7 3

    T H E O R E T I C A L A N D M E T H O D O L O G I C A L P RO P O S A L

    T O I T S S T U D Y F RO M T H E P E R S P E C T I V E O F

    I N T E L L E C T U A L H I S T O RY A N D T H E H I S T O RY O F V I O L E N C E

    Ivette LozoyaUniversidad de Santiago de Chile

    Alameda N 3363, Estacin Central

    Santiago, Chile

    [email protected]

    Resumen

    El siguiente trabajo presenta una discusin terica y una pro-

    puesta metodolgica para el estudio de los referentes intelectua-

    les latinoamericanos que definieron ideolgica y polticamente

    REVISTA DE HUMANIDADES N27 (ENERO-JUNIO 2013): 173-197 ISSN: 07170491

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    al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). En trminos

    ms especficos, son consideraciones tericas para indagar en las

    ideas que forman parte del pensamiento poltico, econmico y

    filosfico latinoamericano que se convirtieron en referencia para

    el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. La propuesta est

    pensada para conocer la relacin que exista entre los intelectua-

    les latinoamericanos y la organizacin revolucionaria, diferen-

    ciando entre quienes cumplan un rol de referentes y quienes

    eran militantes del MIR.

    Palabras claves: Movimiento de Izquierda Revolucionaria, intelec-tuales, pensamiento latinoamericano, violencia poltica.

    Abstract

    This paper introduces a theoretical discussion and a method-

    ological proposal to the study of those intellectual Latin-Amer-

    ican models that defined the Movimiento de Izquierda Revolu-

    cionaria (MIR) from both an ideological and a political per-

    spective. In specific terms, it offers theoretical considerations to

    investigate the ideas that changed the political, economic and

    philosophical Latin-American thought and later became para-

    digmatic for the MIR. This approach aims to understand the

    connection between Latin American intellectuals and the revo-

    lutionary organization, making a distinction between those who

    played a paradigmatic role to the MIR and those who were ac-

    tive militants.

    Key words: Intellectuals, Revolutionary Left Movement, Latin-American Thought, Political Violence.

    Recibido: 27/09/2012 Aceptado: 12/12/2012

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    En los aos 60 asistimos en Amrica Latina a un proceso de bsque-da de desarrollo por vas distintas al capitalismo. Este influjo, que reforz la identidad continental, se expres en todos los aspectos de la realidad: la poltica, las artes, las letras, dando origen a un pensamiento original que nutri la creacin de proyectos societales alternativos. Sobre esta alterna-tividad se instal la represin, derrotando las ansias liberalizadoras anti-capitalistas, lo que tambin tendra consecuencias sobre el pensamiento latinoamericano.

    El Movimiento de Izquierda Revolucionaria fue protagonista de este proceso de Amrica Latina; para algunos como responsable de la violen-cia, para otros como vctima de la persecucin poltica y, para otros, como expresin militante de quienes construyeron un proyecto alternativo al de la clase dominante. En este desarrollo de una construccin de proyecto re-volucionario, los intelectuales y el pensamiento poltico latinoamericano tuvieron un importante rol como referentes tericos y militantes.

    La complejidad de la realidad latinoamericana que implica el ago-tamiento del modelo de desarrollo, la presin de los movimientos de clase sobre las estructuras nacionales y el ejemplo de la revolucin cubana gene-ran una inversin de la interpelacin entre el poder y los intelectuales. Ya no es el intelectual el que interpela a la sociedad, sino es la sociedad, desde los proyectos totalizantes por lo tanto desde los espacios de construccin de poder el que lo interpela a posicionarse y comprometerse.

    Las experiencias polticas en el periodo 1960-1973 son sistematizadas por sus protagonistas, y se constituyen y legitiman como parte del pensa-miento poltico latinoamericano. As, son las teoras sobre la revolucin, el poder popular, el proyecto de construccin socialista y las estrategias militares las que nutren la discusin de los intelectuales de izquierda en las dcadas en cuestin. La sensibilidad sesentista1 y el reconocimiento de un movimiento continental facilitan la circulacin y adscripcin a estas ideas. En consecuencia con esta realidad, el MIR recepciona las discusiones dadas a nivel latinoamericano y realiza una lectura adecuada a la realidad chilena. En este ejercicio de apropiacin y traduccin participaron los intelectuales

    1 Concepto utilizado por Devs en El pensamiento latinoamericano del siglo XX al referirse a la izquierdizacin de la cultura en lo que l llama tambin los largos aos 60 (vol. 2).

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    militantes, quienes tambin realizaron la traduccin hacia las masas a travs de los rganos de difusin de la poltica del partido.

    De esta afirmacin, entonces, se desprende que el Movimiento de Izquierda Revolucionaria pens e implement una poltica hacia los intelec-tuales, los que tuvieron distintos grados de vinculacin con la organizacin, yendo desde la simpata a la militancia, y diversas funciones que fueron desde la elaboracin de documentos internos a la creacin de textos pen-sados como propaganda. Los medios de difusin de la discusin poltica, principalmente las revistas, cumplieron un rol fundamental en el desarrollo del debate. De estas, las revistas editadas en Cuba como la Tricontinental y Casa de las Amricas son referencia obligada, teniendo su correlato interno en la revista Punto Final o la revista Chile Hoy.

    La dcada de los 60 vio aparecer las escuelas de sociologa a nivel continental y tambin en Chile. Por otro lado, la CEPAL, la FLACSO, las reflexiones en torno al Concilio Vaticano Segundo y las experiencias guerrilleras generan un grupo importante de intelectuales latinoamericanos y latinoamericanistas que se posicionan frente a esta realidad y que teorizan sobre ella. Sern estos intelectuales de izquierda, que desde sus espacios aca-dmicos piensan el socialismo, los que dotarn de elementos al MIR para justificar el proyecto de revolucin socialista. No son sujetos marginales al poder, sino intelectuales reconocidos y valorados que asumen el llamado no solo a pensar la revolucin, sino que a hacerla.

    Los estudios sobre este periodo histrico en Chile an no se han ago-tado. Si bien hay varios trabajos desde la Historia y las Ciencias Sociales que abordan los procesos polticos, los movimientos sociales y las organizaciones revolucionarias en el marco temporal propuesto, hay una serie de temticas y enfoques que an no se han explorado. Lo mismo ocurre con el objeto especfico de estudio, el MIR, que a pesar de ser la organizacin poltico mi-litar que cuenta con ms investigaciones hechas, es posible todava elaborar nuevas preguntas para su estudio.2 Esas nuevas preguntas han ido surgiendo

    2 Respecto a lo escrito sobre el MIR, destacan recopilaciones de documentos internos y discursos de su lder poltico Miguel Enrquez, tambin varios artculos y libros que analizan la formacin y desarrollo histrico de la organizacin. Finalmente, tambin existen obras basadas en entrevistas y testimonios.

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    en la medida que las transformaciones sociales del presente nos obligan a mirar el pasado en bsqueda de referencias y alternativas. La existencia en las dcadas en estudio de proyectos totales alternativos a los de la clase dominante y, por otro lado, la imposibilidad de materializarlos, nos lleva a preguntarnos a propsito del trmino del aletargamiento de la sociedad chilena3 si dichos proyectos fracasaron debido a que su materializacin era inviable, fueron superados a travs de la instalacin de otros valores y prioridades, o simplemente fueron derrotados militarmente. En definitiva, si la causa de la derrota fue la estrategia deficiente o que el horizonte utpico perseguido era imposible de realizar.

    Nos parece relevante indagaciones ms profundas respecto a la ex-periencia revolucionaria latinoamericana, evitando reducir la explicacin del proceso al vulgar historicismo que pretende explicar todo debido a la existencia de una poca que configura y condiciona la realidad. Explicarse el surgimiento y, ms tarde, la derrota de las organizaciones poltico mili-tares en Amrica Latina simplemente por el ejemplo que proporcionaba la revolucin cubana, el contexto de guerra fra y luego la cada del muro, nos parece a estas altura no solo insuficiente, sino tambin caricaturesco.

    Es por eso que volver sobre la temporalidad y el objeto de estudio pre-guntndose por la relacin entre intelectuales latinoamericanos y el MIR nos parece importante, ya que a travs del estudio de dicha relacin es posible indagar en la creacin de teoras y discursos justificadores y sustentadores de un proyecto alternativo. Creemos que es un aporte tambin la aplicacin de enfoques que no estn muy difundidos en nuestro pas, de manera de lograr el desarrollo de la disciplina. Por otro lado, mirar los procesos nacionales en perspectiva latinoamericana nos permite enriquecer en anlisis, y reconocer tendencias generales y particularidades en la realidad continental. Pensamos igualmente que un estudio que analice la relacin entre pensamiento poltico latinoamericano y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria nos permitir

    3 La coyuntura chilena en el 2011 y 2012 est marcada por el resurgimiento de una serie de movimientos de protesta, lo que para algunos implica la finalizacin de un ciclo histrico definido por el pacto poltico entre izquierda y derecha que materializa el proceso de transicin a la democracia. Ese pacto habra significado en trminos sociales una desmovilizacin, lo que habra implicado la continuidad de las polticas neoliberales de la dictadura, sin contrapeso alguno.

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    discutir las interpretaciones mecanicistas respecto a la aplicacin de las con-cepciones revolucionarias latinoamericanas en Chile. Los estudios histricos que existen sobre organizaciones revolucionarias, en general, estn abordadas desde el plano de lo militar y su fracaso. Los estudios desde la perspectiva de la nueva historia poltica son pocos y, por lo tanto, dejan un campo abierto para trabajar. Finalmente y frente a lo que se ha definido como la muer-te del intelectual, resulta atractivo indagar en el proceso precedente donde los intelectuales no solo intervenan en el debate terico, sino que tambin abrazaban la militancia, asumiendo plenamente los compromisos que ello significaba. El giro que desde hace algunos aos dio la historia poltica, nos abre una serie de temticas para poder indagar en las relaciones de poder. La posibilidad de salir de la exclusividad de las elites polticas y el desarrollo del estado, amplindose los estudios a otros sujetos que conflictan con el poder, implica tambin el acercamiento desde otras perspectivas. As, los discursos, el pensamiento poltico, la militancia, las redes entre otros, se convierten en objetos de estudio que se propone sean abordados desde dos enfoques: el de la Historia de la Violencia y la Historia Intelectual.

    Los mtodos, categoras, fuentes e interpretaciones ligados a la His-toria Intelectual nos permiten analizar y seguir la trayectoria, la circulacin, las redes, la recepcin del pensamiento revolucionario en Amrica Latina y la referencia e influencia que este signific para el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. En relacin a la Historia de la Violencia, esta nos otorga las herramientas para vincular a los intelectuales con un perodo histrico y una organizacin donde la violencia poltica tiene centralidad; de ah entonces que es posible estudiar la relacin de los intelectuales con su poca, no solo en base a la lectura de su obra, sino tambin desde el contexto poltico en el cual se desenvolvieron, considerndolos como referencias intelectuales y militantes del proyecto revolucionario del MIR. De esa manera, mientras que la Historia Intelectual nos permite el acercamiento al pensamiento y discurso poltico que es asumido por el partido, la Historia de la Violencia nos permite analizar el MIR como organizacin revolucionaria y su poltica hacia los intelectuales.

    En relacin a la Historia de la Violencia, Julio Arstegui la identifica con la resolucin o intento de resolucin, por medios no consensuados, de una situacin de conflicto entre partes enfrentadas, lo que comporta esencialmente una accin de imposicin, que puede efectuarse, o no, con

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    presencia manifiesta de fuerza fsica (Arstegui, Violencia 30). En esta definicin se encuentran presentes los elementos bsicos para poder estu-diar histrica y operacionalmente las dinmicas particulares de la violencia poltica, ya que se seala e identifica su naturaleza relacional al ser producto de las relaciones sociales, su carcter de accin deliberada, su enorme poten-cialidad de ruptura del orden social y su diferenciacin, tanto de la nocin de fuerza como de la de conflicto (Gonzlez 42).

    Por tanto, entendemos la violencia como un modo determinado de comunicacin, cuya singularidad reside en que busca forzar el cambio de una situacin o un comportamiento. La violencia, en este sentido, es un modo de interlocucin que a veces resulta ser la nica alternativa posible ante la oclusin de otros medios de relacin mutua. La violencia no es, contra lo que pudiera parecer a simple vista, la ruptura de todo tipo de interaccin social, sino un modo especial de la misma (Gonzlez 13).

    Al entender la violencia como un elemento propio de lo social y de lo poltico, estamos sealando que es susceptible de ser historiada, fundamentalmente, a travs de su relacin con las estructuras sociales y econmicas que la moldean en diferentes intensidades. De esta manera, es esencial identificar las variables histricas de gran trascendencia que inciden notablemente en las dinmicas y el comportamiento violento de los sujetos, particularmente en sus formas de protesta o expresin poltica.

    La lectura del pensamiento poltico latinoamericano que nos interesa plantea ms que el anlisis de las ideas en s mismas, el estudio del proceso desde que las ideas son elaboradas hasta que son apropiadas. Este enfoque nos obliga a cuestionarnos la posibilidad de llegar a las ideas en su esencia y ms bien asumir la lectura e interpretacin de dichas ideas como una creacin. Desde este punto de vista, resulta inoficioso cualquier intento por evaluar como correcto o incorrecto la apropiacin del pensamiento poltico latinoamericano que hace el MIR, pero s nos obliga a analizar la traduccin que hace la organizacin al contexto especfico en el cual se desenvuelve.4

    4 La reflexin que precede a estas afirmaciones se inserta en la crtica al positivismo y al concepto de ciencia desarrollado por autores como Gadamer, Khun, Eco, Feyerabend y que tiene un correlato en la disciplina histrica a travs del llamado giro lingstico. En discusiones ms actuales respecto a la Historia Poltica, ver autores como Elias Palti, J Antonio Aguilar, Rosanvallon y Roberto Vila.

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    En palabras de Carlos Altamirano, la Historia Intelectual . . . indica un campo de estudios, ms que una disciplina o una subdisciplina. Aunque inscribe su labor dentro de la historiografa, su ubicacin est en el lmite de ese territorio, y a veces cruza el lmite y se mezcla con otras disciplinas. Su asunto es el pensamiento, mejor dicho el trabajo del pensamiento en el seno de experiencias histricas (Altamirano, Para un programa 10-11). Desde esta perspectiva, se hace posible analizar la poltica del MIR no solo como prctica, sino tambin como proyecto. Ideas que se nutren en la prctica, se reformulan e influyen en las definiciones polticas de la organizacin.

    Entendemos que los intelectuales estn insertos en una poca y que la creacin de estos recoge los elementos de esa poca a la vez que impacta en la realidad transformndola. No obstante, es vlido analizarlos en s mismos, convertirlos en objetos de la historia y no solo en fuentes para el anlisis de esta. En definitiva, pese a que los textos de una poca son indisociables de la accin poltica, para esclarecer el sentido intelectual de los escritos no basta con remitirlos al campo de la accin o su contexto. Ponerlos en conexin con su exterior, con sus condiciones pragmticas, contribuye, sin dudas, a su comprensin, pero no ahorra el trabajo de la lectura interna y de la interpretacin correspondiente (Altamirano, Para un Programa 20).

    Al analizar la historia del MIR desde el enfoque de la Historia Inte-lectual, podemos ver la obra de los intelectuales latinoamericanos como la expresin escrita de la poltica de una poca. Este enfoque nos permite salir del anlisis del pensamiento en s mismo, o de las ideas en abstracto, para trabajarlas en relacin a un momento en el pensamiento poltico, anali-zando qu significado tienen y de qu manera se transforman en referencia para las definiciones ideolgicas de una organizacin como el MIR y, de esta manera, situarlas histricamente (Tuck).

    Poniendo en relacin a los intelectuales latinoamericanos y el Mo-vimiento de Izquierda Revolucionaria estamos indagando en una doble direccin: por una parte, la relacin se plantea desde los intelectuales hacia el MIR y, por otra, es de inters tambin definir cul fue la poltica de la or-ganizacin hacia los intelectuales. En esta relacin, el concepto de violencia poltica adquiere pertinencia y relevancia debido a que estamos hablando de una organizacin que se define como poltico-militar, lo que implica que los intelectuales que militan en ella fueron quienes deban legitimar

  • IVETTE LOZOYA PENSAR LA REVOLUCIN: PENSAMIENTO LATINOAMERICANO E INTELECTUALES EN 181

    discursivamente el proyecto y la estrategia que inclua el uso de la violencia revolucionaria.

    Hay una dimensin de la produccin intelectual latinoamericana que no necesariamente tiene una relacin directa o de carcter orgnico: el pen-samiento poltico de una poca fluye, y en ese fluir es interpretado y resig-nificado en un intento por convertirlo en proyecto de transformacin. En esa perspectiva consideramos importante indagar en cmo el pensamiento poltico latinoamericano fue recepcionado por el MIR.

    La interpretacin de la historia continental, las teoras sobre el de-sarrollo del capitalismo y la teorizacin respecto a la revolucin latinoa-mericana fueron referencias obligadas para la organizacin poltico militar. La transferencia que hizo la organizacin de estas teoras no fue como si aplicara un manual, sino que las recepcion, ley y re-signific de acuerdo con las condiciones de la lucha de clases en Chile, con la realidad geogrfica y con la particularidad del desarrollo poltico del pas.

    1. El concepto de intelectual

    Todos los hombres son intelectuales, podramos decir, pero no todos los hombres

    tienen en la sociedad la funcin de intelectuales (Gramsci 13).

    En los aos 60 asistimos en Amrica Latina al periodo ms fructfero en trminos de originalidad de las ideas (Devs, El pensamiento latinoameri-cano). La bsqueda del desarrollo, las contradicciones propias del modelo, la presin de los distintos actores sociales y el influjo que signific la Re-volucin Cubana generaron lo que Devs define como un ambiente, una sensibilidad. Este contexto situ a los intelectuales en una centralidad y los vincul con proyectos societales generales, no solo a travs de la opinin informada, el discurso culto o los estudios cientficos, sino tambin a travs de la adscripcin a proyectos ideolgicos, a partidos polticos tradicionales y a organizaciones guerrilleras.

    Esta politizacin de los intelectuales, esta toma de posicin frente a proyectos que se planteaban como excluyentes, reedit la discusin llevada a cabo ya a fines del siglo XIX a propsito del caso Dreyfus en Francia: esa discusin respecto a qu es un intelectual y cul es su funcin social.

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    El reconocer al intelectual como objeto de estudio y analizar su ac-cionar en los aos 60 nos obliga a definir la categora. Sobre este sujeto, en general, diremos que es parte de la elite pensante de un pas o regin, es un sujeto que desde los espacios cientficos, humanistas, artsticos dialoga con la realidad poltica y social. Los intelectuales:

    [i]nterpretan la realidad, su funcin es la de dar orden simblico a las cosas.

    Suelen hablar en nombre de valores universales y, en su calidad de paladines

    y transmisores de conocimiento, reflejan su vocacin de orientar la conducta

    de la sociedad en base a ciertas pautas y valores culturales definiendo objetivos

    y alcances del desarrollo social. (Hofmesteir y Mancilla 9)

    Si bien en el origen de este concepto se tiene en mente a quienes desde un saber y unos valores universales intervienen en la opinin pblica, la transformacin social, el cambio de sensibilidades y la profesionalizacin de los saberes genera nuevas definiciones respecto al intelectual ms ligadas a su funcin especfica.

    Planteando los criterios para definir el concepto de intelectual, Al-burquerque seala que

    se han seguido dos vas fundamentales, la social y la poltica. La primera la

    concibe como un estamento profesional o administrativo y se preocupa por su

    eventual constitucin como cuerpo social; la segunda lo entiende como elite

    pensante de una sociedad e indaga en sus relaciones con la poltica y el poder.

    (Alburquerque 10)

    Basado en el primer criterio profesional, tcnico, administrativo, quienes intentan definir a la intelectualidad en las ltimas dcadas se en-frentarn a la dificultad de establecer mrgenes que delimiten quin es y quin no un intelectual. As, Jos Joaqun Brunner plantea que bajo esta categora caben especialistas tcnico-organizacionales de la administracin pblica, de la economa, de la gestin en general, los analistas de coyuntura poltica, los futurlogos y los planificadores, los profesores de enseanza terciaria, los periodistas o empleados de medios masivos de comunicacin.

    Esta definicin, ligada especficamente a lo profesional, tiene que ver con lo que los historiadores han llamado la muerte del intelectual, e implica

  • IVETTE LOZOYA PENSAR LA REVOLUCIN: PENSAMIENTO LATINOAMERICANO E INTELECTUALES EN 183

    la relegacin de los otrora mediadores entre el poder y la ciudadana, a un aspecto especfico de su funcin, a tareas alejadas del debate y de la confron-tacin con el poder o el dilogo con la ciudadana.

    Pablo Ponza, en su Intelectuales y violencia poltica, establece una diferenciacin en el carcter de los intelectuales en distintos momentos his-tricos, distinguiendo de esta manera el posicionamiento de los intelectuales como expertos en distintas disciplinas y la cientifizacin de su labor. Desde los aos 30, en Amrica Latina y, especficamente, en Argentina, asistimos a la instalacin de estos expertos en instituciones cientficas, institutos de estudios que alcanzan una amplia legitimacin y permite el reconocimiento de sus saberes como experticias que aportan al ejercicio del poder, constitu-yndose como asesores de los gobiernos.

    En un sentido ms amplio, otros autores se han referido a una franja de trabajadores de los respectivos pases ligados a la administracin y al desarrollo cientfico tecnolgico, es decir, aquellos ligados a la actividad de pensar el desarrollo nacional. Esto define a los intelectuales como una Intelligencia vinculada al proyecto nacional y su desarrollo, pero, por otra parte, se aleja de la caracterizacin de los intelectuales como aquellos que analizan la realidad como un ejercicio de crtica intelectual, privilegiando a quien sustenta desde la creacin artstica, cientfica, tcnica el de-sarrollo social. Este carcter de la intelectualidad hace que para los pases socialistas la adscripcin o no de la Intelligencia al proyecto es un problema respecto al cual reflexionar (Trotsky).

    No obstante la anterior acepcin, la que consideraremos es aquella que toma como modelo el caso Dreyfus; con esto nos referimos a que consi-deraremos al intelectual ms como un pensador que como un profesional.5

    Son varios los estudios que desde la Historia, la Sociologa o la Cien-cia Poltica se acercan al concepto de intelectual. En base a los aportes de esos autores se puede arribar a la definicin de la categora que hace posible su aplicacin. Esta definicin ha sido abordada considerando la esencia de

    5 La categora de pensador es solo complementaria a la de intelectual. Con pensador nos referimos a aquel hombre de letras creador de una obra trascendente que impacta a nivel social latinomericano y, por ende, se crean a travs de su produccin redes eidticas.

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    la actividad intelectual, la funcin, la relacin con el poder y la vinculacin con los distintos actores polticos.

    Ponza, en el estudio ya referenciado, propone una definicin que no lo presenta atrapado por la disciplina, y resalta los aspectos de comunica-cin y relacin de su creacin; de esta manera seala que un intelectual es aquel individuo que crea, evala, analiza o presenta smbolos, valores, ideas e interpretaciones a un auditorio de manera regular. Es un agente social con un capital simblico reconocible, intereses especficos en juego y preten-siones de verdad en la esfera poltico-cultural donde se halla inserto. (11)

    Resaltando los mismos elementos experticia disciplinaria y comu-nicacin con la sociedad Alburquerque define al intelectual como aquel individuo perteneciente al mbito de la ciencia, del arte, del pensamiento o de la cultura que se dedica a pensar, comprender y explicar la sociedad en que vive, debiendo transmitir el resultado de su reflexin a un pblico determinado (9). El mismo autor, en su estudio sobre los intelectuales la-tinoamericanos en los aos 60, reconoce al intelectual como [s]ujeto por-tador de un poder especfico, que lo dota de un estatus que lo habilita para dialogar con otros entes tambin en posesin de poderes determinados (8). Bajo este argumento, los intelectuales son excepcionales poseedores del poder de mediar entre los saberes cientficos y la poblacin, entre el poder poltico y la base.

    Profundizan esta definicin los conceptos que Alburquerque utiliza para explicar la adscripcin de los intelectuales a ciertos principios. Para l la dimensin tica, valrica y espontnea sera la clave de explicacin de los comportamientos intelectuales (9). El intelectual, entonces, se posiciona frente a la realidad, sus argumentos son subjetivos pues se desprenden de posturas valricas e ideolgicas, no obstante, el poder de conocimiento, experticia, cientificidad y, por ende, objetividad que se les reconoce como intelectuales, permite que sus apreciaciones constituyan verdad y que doten a los distintos proyectos polticos de legitimidad.

    Los intelectuales de la dcada del 60 asumieron esta tarea, imbuidos en las problemticas sociales, involucrados en la discusin respecto a cul era el camino al desarrollo que deba adoptar Amrica Latina; se posiciona-ron, pensaron la realidad vinculados a los preceptos tericos que permitan, a su entender, dar respuestas a las interrogantes de la realidad continental, aplicaron el metarrelato del marxismo a nivel local y, en esa relacin, lo

  • IVETTE LOZOYA PENSAR LA REVOLUCIN: PENSAMIENTO LATINOAMERICANO E INTELECTUALES EN 185

    enriquecieron convirtindolo no solo en una lectura del presente y el pa-sado, sino en una proposicin de futuro. Los intelectuales de los 60 no contemplaron la realidad desde el palco que les daba su experticia y su capacidad crtica, sino que asumieron que eran parte del problema y no solo observadores de este.

    De esta manera, los intelectuales en esa poca estuvieron tensionados entre su pertenencia al campo de los intelectuales y el deber de responder a su clase. Este acercamiento tensiona la definicin de Alburquerque que, pensando a los intelectuales en trminos colectivos, seala que . . . son individuos de profesiones diversas que se sienten con una misin comn y un espritu de cuerpo, incluso una conciencia de clase (9). La adscripcin de los intelectuales a la clase sera pensndose ellos como clase o como parte constitutiva de una clase.

    De esta definicin, del ser intelectual como pensador de la realidad, generador de discurso, legitimador de proyectos, interlocutor en sus socie-dades, se desprende la pregunta respecto a cul es la funcin entonces de los intelectuales en Amrica Latina en los aos que abarca la propuesta. Si bien reconocemos que la accin del intelectual, para que sea tal, debe estar ligada a lo pblico, a la denuncia, a la posicin poltica, cul es el lmite en esa relacin con lo pblico?; la vinculacin con la poltica, con el poder, es parte de la funcin del intelectual? La pregunta es pertinente en la medida en que reconocemos en los intelectuales latinoamericanos una vinculacin con el poder como colaboradores o como crticos desde que la crea-cin de la CEPAL instala a los intelectuales como pensadores del modelo de desarrollo latinoamericano y, por lo tanto, como aliados del poder del estado nacional. Esta colaboracin deviene en la creacin, finalmente, de una posicin crtica frente al modelo y el cambio en la relacin con el poder, desde la colaboracin a la contraposicin, sin embargo, en ambos casos no ser solo desde la opinin o el aleccionamiento de sus sociedades, sino desde la constitucin de los intelectuales como actores polticos directos, funcionarios de la CEPAL primero y militantes de organizaciones polticas despus.

    Esta realidad histrica nuevamente nos permite discutir el concepto de Alburquerque que plantea que cuando los intelectuales se ubican junto al poder poltico, puede darse muy rpidamente una situacin en la que al compromiso con la verdad y la razn se le sume intereses polticos. El

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    discurso acerca de la libertad frente a la autoridad se ver entonces influi-do y hasta sustituido por los imperativos polticos (Alburquerque 9). Es posible plantear que los intelectuales tienen como funcin la bsqueda de la verdad y que esta funcin no se cumple cuando asumen otras funciones al interior de sus sociedades como es la funcin poltica? Nos parece que esta afirmacin es atemporal y abogamos por una definicin histrica del carcter y la funcin del intelectual. Desde esa perspectiva, el intelectual que en los aos 50 era un experto al servicio del proyecto nacional, en los 60 y 70 poda ser un militante revolucionario, y su funcin, al igual que la realidad, se construye en la historia misma.

    Los estudios histricos sobre la relacin de los intelectuales y la pol-tica han intentado dilucidar esta tensin: as, desde el posicionamiento de los intelectuales frente a acontecimientos hasta la relacin de estos con los partidos, nos permite levantar clasificaciones respecto a la accin de este grupo.

    En relacin al ltimo punto mencionado, la reaccin de los intelec-tuales frente a Auschwitz, el estudio realizado por Enzo Traverso distingue cuatro grupos principales dentro de los intelectuales europeos y norteame-ricanos: los colaboracionistas, los supervivientes, los cegados y un pequeo nmero de denunciantes (Dosse 75). De esta manera, dentro de un campo o espectro amplio, podemos clasificar a los intelectuales de acuerdo a su posicin frente al hecho.

    De la misma manera, los compromisos militantes nos permiten levan-tar subcategoras. El compromiso de los intelectuales con el comunismo es el objeto de mltiples trabajos desde las distinciones formuladas por Annie Krieguel, cuando diferenciaba la adhesin poltica, existencial e ideolgica.6 Si numerosos intelectuales han participado en la aventura comunista desde dentro, son numerosos los que se han quedado al margen del partido, a pesar de identificarse con su poltica y de apoyar sus tomas de posicin: esos son los famosos compaeros de viaje (Dosse 72-73). Es posible, entonces, establecer que la relacin entre intelectuales y partidos no necesariamente es

    6 Se refiere a los trabajos realizados por historiadores franceses respecto a la relacin entre los intelectuales y el Partido Comunista, en especfico el texto de Krieguel es Les Comunistes Francais (1920- 1970), editado en Pars.

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    de militancia sino que existe una variedad de posibilidades que van desde la simpata, la adhesin valrica o de principios, el ser compaeros de viaje hasta la vinculacin a la estructura orgnica con la consiguiente asignacin de tareas dentro de la organizacin.

    De esta definicin amplia de intelectual es necesario arribar algunas especificaciones que nos permitan adjetivarla y as definir de mejor manera el objeto de estudio. Para el enfoque propuesto, la relacin de los intelec-tuales con la poltica, los partidos y el Estado es central, por esto que la definicin de intelectual que hace Antonio Gramsci se vuelve pertinente. Para el marxista italiano, los intelectuales son los empleados del grupo dominante para el ejercicio de las funciones subalternas de la hegemona social y del gobierno poltico (Gramsci 16). De esta manera, se evidencia un vnculo entre los intelectuales, las clases sociales o los mbitos de poder, configurando lo que el autor denomina intelectual orgnico. El concepto no tienen que ver necesariamente con la relacin de pertenencia que el intelectual tenga con una estructura orgnica, es, ms bien, la adscripcin y reproduccin que un sector hace de una ideologa determinada.

    La reflexin de Gramsci ha permitido a otros preguntarse por la re-lacin entre intelectuales y Estado, intelectuales y partidos, intelectuales y clase obrera. Si bien existen algunos estudios que han llegado a definir y conceptualizar dicha relacin, no nos inclinamos por ninguna de ellas pues debera ser un objetivo de investigacin llegar a una definicin propia de estas relaciones en el contexto histrico.

    2. Intelectuales, pensamiento poltico y violencia

    El fenmeno violento no es un hecho puntual, sino un hecho social global, vinculado ciertamente a la poltica, pero tambin a la economa, a las representaciones colectivas y al imaginario social (Gonzlez 161). Asu-miendo la complejidad de la definicin de la violencia entendemos que analizar el pensamiento latinoamericano que se desarroll entre el tiempo de la Revolucin Cubana y las dictaduras latinoamericanas y que teoriz en torno a la violencia es, en definitiva, acercarse a la violencia desde una perspectiva histrica.

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    Eduardo Gruner, en su libro Las Formas de las espada, plantea: La violencia es constitutiva de la prctica poltica, porque es fundadora de la juridicidad estatal (31). Para el autor, la ley se sustenta en la coaccin, por lo tanto, el orden legal establecido por el Estado solo es posible bajo el imperio de la violencia. As, el derecho (poltico) permite la inscripcin de la violencia en la sociedad de manera legtima (35), instituyendo al Estado como nico detentador de esta. La violencia (exclusiva y excluyente), per-mitida por el Estado, tiene como objeto inmediato salvaguardar al derecho, es decir, proteger el derecho a la utilizacin de la violencia como poder poltico que, a su vez, no existe sin el amparo de esa violencia legitimizada. No obstante existe, segn Gruner, en este ejercicio una contradiccin b-sica, dado que el estado moderno y el contractualismo son posibles por la renegacin de la violencia constitutiva de lo poltico (36), es decir, si bien la violencia es consustancial al Estado, se niega su existencia o intermedia-cin en las relaciones polticas. Lo que el Estado teme de la violencia es la aparicin de un orden jurdico-poltico nuevo, diferente a aquel establecido por una primigenia relacin de fuerzas, en ese sentido, al Estado le interesa borrar la existencia de la violencia, generando un discurso de instituciona-lidad y conciliacin.

    Pero no solo se niega la existencia de una violencia transformadora sino tambin de una violencia conservadora ejercida por el Estado. Dicha violencia es catalogada como excepcional, ni siquiera como legtima. Esta ltima afirmacin es fundamental, ya que una de las caractersticas del rela-to histrico en Chile es hacer aparecer el desarrollo de los procesos a travs del tiempo como un continuo de institucionalidad y civilidad, donde la vio-lencia se ha ejercido de forma excepcional, interpretacin que, sin embargo, no es muy difcil de rebatir.7

    A pesar de coincidir con las apreciaciones de Gruner, en el sentido de que la violencia es consustancial a la existencia de la sociedad moderna, es necesario realizar una especificacin mayor en el concepto de violencia

    7 Ver los trabajos realizados por Igor Goicovic, especialmente Los escenarios de la vio-lencia popular en la transicin al capitalismo y otros, donde el autor refuta la tesis sobre la excepcionalidad de la violencia en el desarrollo histrico chileno.

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    poltica, es decir, llegar a operacionalizar dicho concepto, establecer, por ejemplo, distintos periodos de violencia o identificar especificidades en el uso de esta y diferenciar entre quienes la ejercen y cules son sus objetivos.

    Para estos efectos, la aplicacin del concepto que hace Arstegui nos es til. Segn el autor, podemos hablar de fenmenos de violencia cuando determinadas acciones individuales y sociales tienden a una especificidad que puedan revelarnos y nos permitan atribuirles de forma inequvoca una influencia sobre la reproduccin social. La conceptualizacin de la violencia empieza a ser posible, justamente, cuando empiezan a manifestarse fen-menos que de alguna manera podemos aislar y contextualizar con alcance discriminatorio (Arstegu, La especificacin 132-33).

    Para Amrica Latina, el periodo que va desde 1959 hasta 1990 marca un ciclo particular de violencia, donde podemos efectivamente identificar los elementos constitutivos de la violencia poltica. Ejemplo de esto es el fin de la monopolizacin de la violencia por parte del Estado y el uso de esta herramienta por otros actores de manera ms o menos extendida; estos nuevos actores sern los partidos de la izquierda revolucionaria.

    Por otro lado, en este periodo se materializa otro de los elementos que, a juicio de Arstegui, debe existir para que podamos hablar de violen-cia poltica. En las dcadas del 60 y 70, la sociedad toma conciencia de la existencia de la violencia y eso le da un cariz a su uso, pues esta se reivindica y, por lo tanto, se hace ms visible y ms explcita, lo que permite identifi-carla como fenmeno (Arstegui, La especificacin 13).

    La categora de violencia nos permite un acercamiento distinto a la problemtica chilena, entendiendo que es compleja, y que los periodos y actores analizados no se definen ni diferencian solo en relacin al uso de esta. Esta salvedad es necesaria debido a que es casi parte del sentido co-mn calificar a las dictaduras y a los partidos de izquierda armados como detentadores de la violencia como su principal caracterstica, sealando que es el uso de la fuerza lo que los distancia de la democracia o de los partidos tradicionales.

    Es necesario aclarar que ambos contrincantes tanto las dictaduras como las organizaciones revolucionarias tienen en su accionar un susten-to y utilizan, por lo tanto, esa violencia como un instrumento para el logro de sus objetivos. Detrs del accionar violento de los actores hay un proyecto a implementar y es eso lo que la convierte en violencia poltica. La izquierda

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    radical no basaba su radicalidad en el uso de las armas, sino en el plantea-miento de un proyecto alternativo al proyecto de la elite (Flaskamp 142).8

    Otro abordaje parte del concepto ms especfico de violencia revo-lucionaria. Desde el punto de vista terico y conceptual, diremos que una de las problemticas para la utilizacin de esta categora es que est poco sistematizada. Uno de los autores que la ha trabajado es Eduardo Gonzlez Callejas, quien define algunos conceptos que para nuestro estudio resultan pertinentes: uno de ellos es el de Guerrilla, del que dice que a semejanza del terrorismo revolucionario, la guerrilla es un tipo de violencia desplegado por actores no elitista, que suele desarrollarse en el marco de una estrategia subversiva ms ambiciosa, y que aspira a culminar como un asalto al poder en forma de insurreccin o de guerra civil (Gonzlez 476).

    Los conceptos de revolucin y violencia son claramente vinculantes; los estudios que tratan las revoluciones, inevitablemente deben considerar a la violencia como parte constitutiva del proceso o como un medio para alcanzar la transformacin profunda. Callejas al respecto plantea que

    la necesidad del empleo de la violencia en una revolucin es evidente, y que

    la lite dirigente no acostumbra abandonar el poder sin oponer resistencia,

    y los revolucionarios estn obligados a tomarlo por la fuerza. Puesto que en

    el estado contemporneo, los instrumentos coercitivos a disposicin de las

    autoridades son numerosos y cada vez ms perfeccionados, los revolucionarios

    debern movilizar amplias secciones de poblacin y recibir su apoyo activo,

    pero tambin intentar anular o captar los recursos coercitivos del estado.

    (Gonzlez 505)

    A esto habra que agregar que el discurso positivo que hacen de la violencia en momentos determinados los intelectuales y los medios de co-municacin permite que los levantamientos armados contra el poder sean vistos como legtimos. En un acercamiento distinto a la historia del MIR

    8 Para este autor, sin embargo, la violencia de los grupos de izquierda se debe ms bien a la respuesta en contra de la represin dictatorial: Sin duda pese a todo su ultraizquier-dismo, tampoco el ERP habra iniciado la lucha armada en 1970, de no haber existido una dictadura que la justificara (142).

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    nos interesa indagar en la relacin entre intelectuales y legitimacin de la violencia a travs del discurso poltico.

    Asumir la violencia poltica como una categora historiable, y la importancia de la legitimacin de la violencia a travs de la produccin intelectual y el discurso poltico, nos permite especificar la relacin entre pensamiento poltico, intelectuales y partido revolucionario. En este ejer-cicio, queda establecido que es la violencia un articulador de esos tres ejes donde los intelectuales a la vez que generan un corpus de ideas que justifi-can la revolucin se incorporan a la causa a travs de la militancia, por lo tanto, la violencia deja de ser un discurso para convertirse en una potencial accin. Qu signific para dichos intelectuales esa inversin del ejercicio de la violencia, de ser perseguidos y violentados por inmiscuirse en la poltica a ser quienes adoptan una actitud activa como revolucionarios, es decir, ejercer la violencia para lograr la transformacin?

    La adscripcin de la presente propuesta a la Historia Intelectual y la Historia de la Violencia nos obliga a pensar en la relacin entre pensamien-to poltico, produccin intelectual y organizaciones revolucionarias como una que es compleja, de enriquecimiento mutuo y que est muy lejos de ser una simple aplicacin de la teora a la accin poltica. Asumiendo que en la lectura de texto existe tambin una creacin, proponemos un anlisis de las fuentes utilizando diversas herramientas que nos permitirn hacer una lec-tura interpretativa de los documentos internos del MIR y de la produccin de los intelectuales latinoamericanos.

    3. Propuesta y desafos metodolgicos para el estudio de la historia del MIR desde la Historia Intelectual y de la Violencia

    Los estudios hechos sobre el MIR han redundado en el anlisis de la accin poltica de la organizacin no as en su pensamiento. El abordaje desde una perspectiva distinta nos obliga a innovar en la interpretacin de las fuentes disponibles para su estudio. Las fuentes a las que nos referimos no son distintas a las que se han utilizado hasta ahora por los estudiosos del MIR: documentos internos, comunicados, prensa nacional y entrevis-tas, ms algunas menos estudiadas como la revista Punto Final, rgano de

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    debate poltico e intelectual surgido en 1965, donde participaban militan-tes y simpatizantes del MIR, lo que genera que sea considerada un medio difusor de la lnea mirista.

    Creemos que es necesario un mapeo del ambiente intelectual de los aos 60. Para esto es posible tomar como referencia dos publicacio-nes cubanas, la revista Casa de las Amricas y la revista Tricontinental. La importancia que tiene Cuba como referente revolucionario justifican esta eleccin. Puesto que las temticas puestas en anlisis tienen que ver con la definicin del proyecto revolucionario se hace inoficiosos el anlisis de otras publicaciones de carcter cultural y artstico, optando por las ya men-cionadas debido a los textos de teorizacin respecto a la revolucin exis-tentes en sus pginas y a la mirada latinoamericanista de la problemtica poltica que las convierte en rganos de discusin y difusin poltica, as como de constitucin de redes.

    A partir del anlisis de los documentos internos y las publicaciones se puede construir una matriz para establecer referencias, influencias y redes. La utilizacin de este instrumento tiene como objetivo identificar quines son los intelectuales que ms escriban en las principales revistas latinoamericanas que difundan el pensamiento poltico en el continente, de la misma manera es posible establecer cules son los intelectuales o ideas ms citados y las vinculaciones que constituyen redes entre los intelectuales latinoamericanos.

    En un enfoque ms cualitativo, el anlisis de la poltica, la propa-ganda y la formacin nos permitira concluir respecto a la recepcin del pensamiento latinoamericano en el MIR, en definitiva, de qu manera se traducen las ideas revolucionarias por parte de la organizacin. La catego-ra de recepcin implica asumir que las ideas y la lectura de estas se hace por sujetos influidos por el tiempo en el que viven. Esta realidad, lejos de constituir un problema o una limitante debido a la desnaturalizacin de las ideas originales, es, para objeto del enfoque propuesto, una premisa bsica para acercarse al estudio de la relacin existente entre el Movimiento de Izquierda Revolucionaria y el pensamiento latinoamericano.

    De esta manera, la transformacin o adecuacin de las ideas que ha-cen los distintos actores, sern vistas como un enriquecimiento del pensa-miento latinoamericano y no como una distorsin, mala lectura o traicin al original. De la misma manera, y utilizando los argumentos de Horacio

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    Tarcus para entender la recepcin del marxismo en Amrica Latina, en-tenderemos que la teora latinoamericana de los aos 60 evita quedarse en los crculos intelectuales cuando se hace actividad prctica y voluntad colectiva (24).

    Entendiendo, entonces, que desde la creacin de las ideas hasta la conversin de estas en afirmaciones polticas por parte del MIR hay un proceso complejo y enriquecedor, distinguiremos utilizando los criterios definidos por Tarcus algunas etapas o momentos: la produccin de una idea por parte de los intelectuales; la difusin a travs de distintos medios como publicaciones, congresos, cartas; la recepcin y finalmente el momen-to de la apropiacin (30).

    En esta identificacin de momentos, Tarcus define la recepcin como la difusin de ideas en un campo de produccin diverso del original desde el punto de vista del sujeto receptor. Es un proceso activo por el cual deter-minados grupos sociales se sienten interpelados por una teora producida en otro campo de produccin, intentando adaptarla a (recepcionarla en) su propio campo (31).

    A juicio del autor, los estudios de recepcin no pueden limitarse al sealamiento erudito y descriptivo de transferencia de ideas y autores de un espacio cultural a otro. Citando a Fornet-Betancourt, explica que estos estu-dios implican la reconstruccin histrica de las condiciones que preparan la posibilidad para que determinada filosofa se torne histrica en el contexto de determinadas condiciones de vida y de pensamiento (42).

    La construccin de mapas eidticos, de manera de poder establecer derivaciones y complejizaciones de las teoras revolucionarias en Amrica Latina, es otra de las maneras posibles para abordar las influencias y la re-cepcin del pensamiento latinoamericano.

    Por ltimo, las entrevistas en profundidad son una herramienta b-sica entendiendo que muchas vinculaciones fueron de carcter clandestino y que hay una serie de experiencias, nexos e interpretaciones que no han quedado registrados en las fuentes escritas, lo que nos obliga a acceder a ellas a travs de la consulta directa a los protagonistas de los procesos.

    Los estudios sobre Historia Intelectual se vienen desarrollando en Amrica Latina desde hace unas dcadas y, como en otras reas, donde se ha publicado de manera ms abundante es en Argentina y Mxico. En Mxico, la existencia de un cuerpo acadmico de Historia Intelectual dependiente

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    del Departamento de Humanidades en la UAM evidencia el respaldo ins-titucional que a estas temticas se otorga. Esto se ha reflejado en algunos seminarios y publicaciones que en el pas se desarrollan. En una de estas publicaciones, Mara Polgovsky plantea que

    Amrica Latina ha asistido al renacimiento de la historia poltica. La disciplina

    que resurge, sin embargo, ha sido despojada de toda concepcin esencialista de

    la nacin, la ciudadana o el americanismo. Transformada en sus fundamentos

    epistemolgicos por el giro lingstico y, por lo tanto, necesariamente revi-

    sionista, esta historia ha sido particularmente rica en sus reflexiones en torno a

    los conceptos y los lenguajes polticos. Las nociones de historia intelectual,

    nueva historia intelectual o historia poltico-intelectual han servido para

    distinguir a esta disciplina en plena renovacin, que busca diferenciarse de la

    historia de las ideas, la historia social y la historia cultural. No obstante, su

    institucionalizacin es an precaria, siendo muy escasas las publicaciones espe-

    cializadas en el tema y las ctedras universitarias focalizadas en su estudio. (s/p)

    Dentro de este limitado nmero de publicaciones y estudios es posi-ble identificar algunos que han sido conos al marcar la pauta de lo que es posible trabajar bajo este enfoque.

    En Chile, los estudios sobre las ideas y los intelectuales no prolife-ran an, no obstante hay algunos autores que han realizado estudios que transcienden las fronteras de la realidad chilena. Eduardo Devs es quien ha trabajado de manera ms extensa el pensamiento no solo chileno sino tambin latinoamericano. Los tres tomos de El Pensamiento latinoamericano en el siglo XX realizan un recorrido por las principales corrientes de pen-samiento del subcontinente, donde deja de manifiesto que los pensadores latinoamericanos se han debatido entre el centralismo y el identitarismo. El autor ha trabajado el periplo de las Ciencias Sociales en Amrica Latina, su insercin, politizacin y autonomizacin respecto del poder (Devs, La circulacin 1-6). En relacin a la temporalidad que nos convoca, el autor plantea la existencia de una sensibilidad que guiara la produccin inte-lectual y que permite, por ejemplo, la superacin de las ideas desarrollistas y el surgimiento de la teora dependentista. Lo mismo ocurrira con la insta-lacin de la teologa de la liberacin o la educacin popular que solo tienen sentido a la luz de esta sensibilidad sesentera.

  • IVETTE LOZOYA PENSAR LA REVOLUCIN: PENSAMIENTO LATINOAMERICANO E INTELECTUALES EN 195

    Las redes intelectuales son otra de las temticas que Devs ha traba-jado en dos lneas distintas: el anlisis de las redes intelectuales al interior de Amrica Latina y la circulacin de las ideas perifricas. De estos estudios nos resulta particularmente importante las redes que se establecen a partir de la creacin de la CEPAL entre los intelectuales chilenos y los del resto de Amrica Latina, y la propuesta que hace Devs respecto a ampliar el espectro que consideramos como componente del pensamiento latinoame-ricano que, durante mucho tiempo, contempl nicamente la filosofa. El autor nos incita a trabajar otras producciones intelectuales que para la presente propuesta podra ser el pensamiento poltico, las teoras sobre la lucha armada, la educacin popular, la rebelin popular entre otros e integrar otras metodologas como el anlisis de redes que permite superar el limitante concepto de generacin (Devs, Redes Intelectuales).

    Los textos referentes al anlisis del pensamiento poltico y las con-cepciones revolucionarias que nutren el proyecto y el programa del MIR son menos abundantes. Hay, en primer lugar, algunas publicaciones que contienen recopilaciones de discursos y documentos del partido, lo que nos dice que hay un inters en la organizacin que va ms all de las acciones militares o la poltica de masa implementada y que es importante tambin reconocer las reflexiones que nutrieron y definieron dichas polticas. En esa lnea estn los textos recopilatorios editados por Escaparate y LOM respec-tivamente, que renen discursos y documentos del lder del MIR, Miguel Henrquez (Naranjo y Ahumada). Mencin especial merece el texto sobre el pensamiento de Bautista Van Shouwen; en l el autor no solo recopila textos escritos por el militante revolucionario sino que los analiza y contextualiza, lo que nos permite un acercamiento al pensamiento poltico de la organi-zacin (Hernndez).

    La revisin de los escritos sobre el MIR nos permite diagnosticar que no existen estudios sobre las definiciones poltico ideolgicas de la organiza-cin, sobre sus referencias e influencias, y sobre el rol de los intelectuales al interior de la organizacin. Esto nos posibilita, entonces, proponer un acer-camiento original a la historia de la organizacin revolucionaria, en pers-pectiva latinoamericana, y utilizando el enfoque de la Historia Intelectual.

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