Casquete, Jesús Eric Hobsbawm Un Historiador Para La Historia

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164 165 En la madrugada del 1 de octubre de 2012 falleció en Londres a los 95 años de edad Eric Hobsbawm. Con él se despide el historiador más leído de las últimas décadas y, probablemente, también el más reputado y respetado. Hasta la adolescencia su vida sufrió avatares propios del judío erran- te. Nacido en 1917 en Alejandría, entonces protectorado británico, su orfandad prematura de padre y madre le llevó sucesivamente a Viena en 1919, a Berlín a finales del verano de 1931 y a Londres a comienzos de 1933. Según confesión propia, esos dos años escasos que vivió en la capital alemana fueron los más determinantes de su existencia. En los momentos terminales de la República de Weimar, Eric Hobsbawm: un historiador para la Historia La gran amplitud de miras, su claridad en el análisis y una elegancia expositiva, sin menoscabo del detalle, proporcionó a Hobsbawm un reconocimiento generalizado, incluso entre sus adversarios políticos. en la capital alemana reinaba un clima de guerra civil latente, con las organizaciones paramilitares de izquierdas (socialdemócratas y, sobre todo, comunistas) batiéndose ideológica y físicamente contra los nazis en la lucha por la calle y por los votos. Fue el humus en que se forjó el Hobsbawm que nunca dejaría de ser: un intelectual persuadido del poder explicativo del método de análisis marxista de la sociedad y de la historia, así como un militante comunista que pagó puntualmente su cuota al minúsculo Partido Comunista Británico desde que se afilió en 1936 hasta su disolución en 1991. Los tíos que tomaron a su cargo en Berlín al joven Eric (y a su her- mana) supieron ver premonitoriamente que la Alemania en manos de los nacionalsocialistas no era el lugar más prometedor para un adolescente judío como él que, por añadidura, apuntaba maneras de comunista, pues apenas desde su llegada empezó a colaborar con la Sozialistischer Schülerbund, una minúscula organización estudiantil izquierdista inspirada por Olga Benario. Se aferró durante toda su vida a esos dos pilares de su identidad, el judaísmo y el comunismo. Al primero desde la heterodoxia. Cuando tenía unos diez años, su madre le reconvino con un “nunca hagas nada, ni por asomo, que dé la im- presión de que te avergüenzas de ser judío”. Desde entonces ejerció de “judío no judío”, como él decía, esto es, de judío no practicante aunque siempre orgulloso de su condición, lo que no obstaba para que lanzase afiladas invectivas contra el estado de Israel y el sionis- mo. No obstante, para él siempre fue más relevante el segundo pilar de su identidad, su compromiso político, “esa pasión característica del siglo XX”. “Un hombre –escribiría más tarde en su autobiografía Años interesantes (2003; orig. 2002)– cuya vida perdería su carácter y su significado sin el proyecto político al que se consagró siendo un estudiante”. Se inició como un comunista ortodoxo (“en las décadas de 1940 y 1950 pensaba de forma muy doctrinaria”), pero acabó sus días convertido en un oráculo de la izquierda británica no dogmá- tica y en un valedor del eurocomunismo italiano. Eso en su rol de intelectual que intervino activamente en la política a lo largo de su dilatada existencia, porque, como reconocen historiadores ubicados SEMBLANZAS JESÚS CASQUETE

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    En la madrugada del 1 de octubre de 2012 falleci en Londres a los 95 aos de edad Eric Hobsbawm. Con l se despide el historiador ms ledo de las ltimas dcadas y, probablemente, tambin el ms reputado y respetado.

    Hasta la adolescencia su vida sufri avatares propios del judo erran-te. Nacido en 1917 en Alejandra, entonces protectorado britnico, su orfandad prematura de padre y madre le llev sucesivamente a Viena en 1919, a Berln a finales del verano de 1931 y a Londres a comienzos de 1933. Segn confesin propia, esos dos aos escasos que vivi en la capital alemana fueron los ms determinantes de su existencia. En los momentos terminales de la Repblica de Weimar,

    Eric Hobsbawm: un historiador para la Historia La gran amplitud de miras, su claridad en el anlisis y una elegancia expositiva, sin menoscabo del detalle, proporcion a Hobsbawm un reconocimiento generalizado, incluso entre sus adversarios polticos.

    en la capital alemana reinaba un clima de guerra civil latente, con las organizaciones paramilitares de izquierdas (socialdemcratas y, sobre todo, comunistas) batindose ideolgica y fsicamente contra los nazis en la lucha por la calle y por los votos. Fue el humus en que se forj el Hobsbawm que nunca dejara de ser: un intelectual persuadido del poder explicativo del mtodo de anlisis marxista de la sociedad y de la historia, as como un militante comunista que pag puntualmente su cuota al minsculo Partido Comunista Britnico desde que se afili en 1936 hasta su disolucin en 1991.

    Los tos que tomaron a su cargo en Berln al joven Eric (y a su her-mana) supieron ver premonitoriamente que la Alemania en manos de los nacionalsocialistas no era el lugar ms prometedor para un adolescente judo como l que, por aadidura, apuntaba maneras de comunista, pues apenas desde su llegada empez a colaborar con la Sozialistischer Schlerbund, una minscula organizacin estudiantil izquierdista inspirada por Olga Benario. Se aferr durante toda su vida a esos dos pilares de su identidad, el judasmo y el comunismo. Al primero desde la heterodoxia. Cuando tena unos diez aos, su madre le reconvino con un nunca hagas nada, ni por asomo, que d la im-presin de que te avergenzas de ser judo. Desde entonces ejerci de judo no judo, como l deca, esto es, de judo no practicante aunque siempre orgulloso de su condicin, lo que no obstaba para que lanzase afiladas invectivas contra el estado de Israel y el sionis-mo. No obstante, para l siempre fue ms relevante el segundo pilar de su identidad, su compromiso poltico, esa pasin caracterstica del siglo XX. Un hombre escribira ms tarde en su autobiografa Aos interesantes (2003; orig. 2002) cuya vida perdera su carcter y su significado sin el proyecto poltico al que se consagr siendo un estudiante. Se inici como un comunista ortodoxo (en las dcadas de 1940 y 1950 pensaba de forma muy doctrinaria), pero acab sus das convertido en un orculo de la izquierda britnica no dogm-tica y en un valedor del eurocomunismo italiano. Eso en su rol de intelectual que intervino activamente en la poltica a lo largo de su dilatada existencia, porque, como reconocen historiadores ubicados

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    en sus antpodas ideolgicos, como Niall Ferguson, el Hobsbawm historiador nunca fue esclavo de la doctrina marxista-leninista.

    Facilitado por el hecho de disponer de la ciudadana britnica, pas del que era originario su padre, recal en Londres al cabo del acceso de Hitler al poder en enero de 1933. En Inglaterra, en el Kings College de la Universidad de Cambridge, se forj como historiador entre 1936 y 1939. Hasta su ingreso en la universidad haba trashumado por siete centros educativos en un total de trece aos. La militancia comunista condicion su devenir personal y profesional. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial fue llamado a filas. Pas seis aos de su vida desempeando en suelo ingls funciones intrascendentes en el ejrcito, pese a los preciosos servicios que poda haber prestado un universitario inteligente con dominio perfecto del idioma del enemigo. Una vez licenciado del ejrcito, se postul en vano para una plaza en su universidad de procedencia, en Cambridge. Sin llegar a los extre-mos de perversidad e inmoralidad del macarthismo estadounidense, lo cierto es que en los primeros compases de la Guerra Fra en Gran Bretaa tampoco resultaba sencillo abrirse un hueco en la universidad para perfiles abiertamente comunistas como el suyo. Con todo, en 1947 consigui una plaza como profesor de Historia social y econmica en el Birbeck College de Londres, aunque no fue hasta la dcada de los setenta que fue reconocido con la mxima distincin acadmica, la ctedra. Un peaje ms por su compromiso. Claro que para entonces ya era un historiador internacionalmente reconocido cuyos libros se haban vertido a diferentes idiomas, entre ellos el espaol. Hobsbawm se jact en alguna ocasin de que el momento de las traducciones de sus libros serva como un indicador del grado de apertura de pases que padecan regmenes autoritarios. En el caso de Espaa resulta oportuno. Las primeras ediciones de sus libros datan precisamente de la dcada de 1960: Las revoluciones burguesas (1964), Formaciones econmicas precapitalistas (Hobsbawm figura como editor de textos de Marx; 1967) y Rebeldes primitivos (1968). Paradjicamente, ni esos ni ninguno de sus libros fue traducido al ruso u otra lengua sovitica en el perodo comunista, ni siquiera durante la perestroika y la glsnost

    iniciadas por Gorbachov a mediados de la dcada de 1980. Tena su lgica. Hobsbawm resultaba demasiado heterodoxo en lo poltico para el rgimen y, ms tarde, cuando ste empez a aflojar la mano, los re-ferentes ideolgicos sencillamente estaban en parmetros distintos a los que l simbolizaba y defenda.

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    El Birbeck College fue el hogar acadmico de Hobsbawm hasta su jubilacin en 1982. Es cierto que no tuvo demasiada eleccin en un primer momento, pero tambin que pocas instituciones univer-sitarias britnicas encajaban mejor con su espritu. Con una oferta de estudios a tiempo parcial y vespertina, el Birbeck era una insti-tucin anmala que atraa un nmero considerable de estudiantes que trabajaban durante el da. All aprendi que los historiadores no deberan escribir slo para sus colegas.

    Su segundo hogar intelectual fue la New School for Social Research, en el corazn de Manhattan. An le estoy viendo subiendo por las esca-leras mecnicas tocado con su visera tpica de la clase obrera britnica y con los materiales para la clase metidos en una bolsa de plstico. All pas los semestres de invierno entre 1984 y 1997. Un historiador encumbrado como era l podra haberse decantado por cualquier otra institucin acadmica de mayor postn. De hecho haba impartido cursos en universidades como Cornell o el MIT, por mencionar tan slo dos norteamericanas. Si opt por esa diminuta universidad especializada en ciencias sociales fue por un doble motivo. La New School contaba con una seccin de estudios de postgrado fundada el mismo ao de la conquista nazi del poder con la misin de acoger a intelectuales europeos, sobre todo judos, que huan del ascenso del fascismo en Europa. Cuando se vincul a ella, la universidad an segua fiel a su tradicin de alimentar el pensamiento izquierdista estadounidense con la filosofa crtica europea, en particular la alemana, y Hobsbawm fiel a esos mismos ideales en los que se socializ polticamente en su adoles-cencia berlinesa. Para muestra un smbolo: su gorra. Como intelectual

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    de origen judo y mximo exponente de la historiografa marxista vivo que era, ningn lugar ms indicado para continuar con su vocacin docente ante el alumnado ms diverso y estimulante que nunca tuvo. All comparti magisterio en el marco del Centro de Estudios Histricos de dicha universidad con otro coloso intelectual de la poca, el soci-logo e historiador Charles Tilly, fallecido en 2008. Adems del pasado y presente de una pequea universidad con un sesgo marcadamente progresista, haba otra poderosa razn para responder a la llamada de la universidad neoyorquina: el jazz, otra de sus pasiones, sobre la que incluso lleg a ejercer de crtico bajo el pseudnimo de Francis Newton, en homenaje a un trompetista de jazz que era comunista. Contar con un despacho de la New School en el Greenwich Village encima del Bradleys, la quintaesencia del ambiente jazzstico en Manhattan, era algo a lo que Hobsbawm sencillamente no poda resistirse.

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    El apellido Hobsbawm es una deformacin del original alemn Obstbaum que el funcionario de turno en el registro ingls alter a su abuelo, emigrado desde Polonia. Su apellido bien podra ser ledo como una metfora de lo fructfero de sus aportaciones a la historiografa y al debate en el seno de la izquierda. Como miembro activo del grupo de historiadores fraguado alrededor del Partido Comunista britnico, entre los que sobresalieron Christopher Hill y Edward P. Thompson, anim entre 1946 y 1956 un giro historiogrfico que abog por devolver a la gente corriente al primer plano de la historia. Su proyecto colectivo represent un intento por sacudirse la fascinacin por los titulares del poder poltico y/o religioso, los monopolizadores de la riqueza material y los consumidores de la alta cultura que haba hegemonizado la historiografa poltica clsica o historicismo. Ahora el centro de inters son los sectores ms humildes de la sociedad, la gente corriente, las capas populares, el pueblo llano; en definitiva, los de abajo. Gracias a la historia social as concebida ir ganando terreno la perspectiva de atender al modo en que los grandes procesos de transformacin de

    las sociedades occidentales, de modo notable la industrializacin y el capitalismo, alteraron las condiciones de vida de los sectores ms vulnerables y cmo stos reaccionaron ante aquella. Cierto que les preceda una tradicin liberal-radical que se haba ocupado antes de esos sectores mayoritarios de toda sociedad; la diferencia es que, en su caso, tras el proyecto investigador lata un proyecto social de tona-lidad marxista y nimo emancipador. En ese contexto se enmarcan los trabajos de Hobsbawm sobre bandidos sociales, sectas milenarias y amotinados de las ciudades en la era preindustrial recogidos en Re-beldes primitivos, sobre movimientos campesinos (en particular en su libro Revolucin industrial y revuelta agraria: el Capitn Swing 1978; orig. 1969, escrito al alimn con otro de los grandes de la historiogra-fa marxista, George Rud) y, cmo no, sobre el movimiento obrero en multitud de ensayos, entre los que cabe destacar Trabajadores: estudios de historia sobre la clase obrera (1979; orig. 1964). La empata con los perdedores del despliegue capitalista permea a todos ellos. Desde el punto de vista metodolgico, en estos trabajos es manifiesto el esfuerzo por tender puentes con ciencias sociales como la economa, la demo-grafa, la sociologa y la antropologa, algo a lo que el historicismo antes hegemnico se vena resistiendo en aras de salvaguardar el estatuto epistemolgico de la historia.

    El nacionalismo fue otro objeto de sus desvelos intelectuales. No sorprender, si se repara en que se trata de un fenmeno eminente-mente contemporneo, su periodo de especializacin. Para alguien con su perfil vital e intelectual, de trayectoria cosmopolita y confesin marxista, judo antisionista, socializado polticamente en confrontacin directa en las calles berlinesas con el ultranacionalismo nazi y con races polacas, austriacas, britnicas y alemanas, el nacionalismo no poda ser contemplado sino con la mayor de las prevenciones. En esta lnea de trabajo destacan dos trabajos suyos. Uno es la edicin junto con Terence Ranger de La invencin de la tradicin (2002; orig. 1983). Su tesis es que las naciones no constituyen entes naturales, como sostiene el nacionalismo, sino que descansan en mitos construidos por unas elites. Hoy esta idea es moneda de uso corriente en la historiografa.

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    El otro libro al hilo de este tema, Naciones y nacionalismo desde 1780 (1991; orig. 1991) es un exponente de las teoras modernistas, es decir, aquellas que sostienen que las naciones son una creacin a partir de la Revolucin francesa utilizada por los Estados o por ciertas elites intere-sadas en crear marcos alternativos con el fin de expandir su influencia poltica y econmica.

    Todas estas obras le ganaron el reconocimiento de sus colegas de profesin como libros que eran de un especialista destinados a otros especialistas. Sin embargo, lo que le abri las puertas del gran pblico fue su tetraloga sobre la Europa contempornea desde 1789 hasta 1991, un proyecto de alta divulgacin de largo aliento que pasa por ser la mejor sntesis de los dos ltimos siglos: Las revoluciones burguesas: Europa 1789-1848 (1964; orig. 1962. Posteriormente reeditado con un ttulo fiel al original, La era de la revolucin aunque, al decir del propio Hobsbawm, la traduccin deje mucho que desear); La era del capital, 1848-1875 (1998; orig. 1975); La era del imperio, 1875-1914 (1998; orig. 1987) y, sin duda el volumen de todos ellos que mayor xito de ventas e influencia ha cosechado, Historia del siglo XX (1995; orig. 1994), que incomprensiblemente su editorial sigue reeditando con ese inspido ttulo en lugar de guardar fidelidad al original y titularlo La era de los extremos: el corto siglo XX. Acuar expresiones que hacan fortuna en el gremio de historiadores (y ms all, como su definicin de Tony Blair como Thatcher con pantalones) fue otra de las virtudes de Hobsbawm, y caracterizar al corto siglo XX como la era de los extremos son dos de las ms conocidas suyas a las que los editores espaoles renuncian desde el ttulo.

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    Han sido numerosas las voces que nunca perdonaron a Hobsbawm su permanencia en el Partido Comunista britnico tras la intervencin sovitica en Hungra en 1956 y el conocimiento de las brutalidades contra su propia poblacin perpetradas por el rgimen de Stalin. A raz de estos acontecimientos, sus compaeros historiadores (y muchos

    ms militantes) abandonaron en masa el partido. l permaneci como cmplice silente (un compaero de viaje) y se decant pblicamente por una pertenencia espiritual al Partido Comunista Italiano con el argumento de que a diferencia de Gran Bretaa, en Italia segua mereciendo la pena unirse al Partido despus de ese ao [1956. Nota: JC]. Dos razones justifican su fidelidad al partido britnico: una diga-mos que esttica, sustantiva la otra. Con un ojo puesto en la legin de excomunistas renegados, sostuvo que hay clubs a los que no quiero pertenecer. Ms peso tiene, sin duda, la segunda razn. Del grupo de historiadores britnicos del partido, Hobsbawm era el nico que vio la cara al nazismo en los aos terminales de la Repblica de Weimar. Ser comunista entonces significaba combatir el fascismo y luchar por una revolucin mundial liderada por la URSS. Ser comunista en los albo-res del siglo XXI significaba para Hobsbawm que la injusticia social debe seguir siendo denunciada y combatida, sencillamente porque el mundo no mejorar por s solo. Ah radica el hilo rojo (nunca mejor dicho) que da cuenta de su trayectoria intelectual.

    La enorme amplitud de miras, su claridad en el anlisis y una elegancia expositiva,sin menoscabo del detalle, proporcion a Eric Hobsbawm un reconocimiento generalizado, incluso entre sus adversarios polticos. Ahora l tambin es historia.

    [Deseo expresar mi agradecimiento al Prof. Ulrich Wyrwa, del Zentrum fr Antisemitismusforschung en Berln, por facilitarme materiales indispensables para la redaccin de este obituario.]

    JESS CASQUETE ES PROFESOR TITULAR DE HISTORIA DEL PENSAMIENTO POLTICO EN LA UNIVERSIDAD DEL PAS VASCO / EUSKAL HERRIKO UNIBERTSITATEA Y PROFESOR INVITADO EN EL CENTRO DE ESTUDIOS SOBRE ANTISEMITISMO (ZFA, BERLN).