Cascos verdes

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12 Obra Social de Viajantes Vendedores de la República Argentina EL MEDIO AMBIENTE Y LA INCLUSION SOCIAL La iniciativa de juntar los dos te- mas fue tan novedosa como per- fecta. “El planeta en que vivimos y las personas con discapacidad intelectual son frágiles y nece- sitan del cuidado de todos. Pero también tienen mucho para en- señarnos”, comenta, a modo de introducción, el Director Ejecutivo de Cascos Verdes, Matías Alonso Ron. Cascos Verdes fue fundada a co- mienzos de 2007 por Javier Ureta. Un joven estudiante de ingeniería ambiental cuya vida cambió luego de compartir varios días con un chico con síndrome de Down. Javier quedó asombrado. Se en- contró con una persona con una capacidad de amar impresionante y sintió la necesidad de hacer algo. A partir de entonces comenzó a pensar de qué manera podía de- volverle a este chico la enseñanza de vida que experimentaba cada vez que tenían la oportunidad de encontrarse. Quería retribuirlo. Darle algo suyo. Y finalmente se le ocurrió la idea de incluirlo en aquello que él hacía: estudiar me- dio ambiente en la universidad. “Con esa primera inquietud na- ció Cascos”, recuerda hoy Alonso Ron, joven Licenciado en Adminis- tración de empresas que rápida- mente se sumó a la iniciativa. “Crear conciencia” Cascos Verdes cuenta en la ac- tualidad con tres proyectos. El primero de ellos se llama “Crear conciencia” y consiste en formar jóvenes con diversas discapa- cidades intelectuales en temas ambientales. Con el singular atractivo para los chicos de que las clases se dan dentro de un ámbito universitario, que puede ser la UCA (Universidad Católica Argentina) o la Universidad de San Andrés. Otra forma En Cascos verdes también promueven el cuidado del planeta. Pero lo hacen de una manera distinta. Forman jóvenes con discapacidad intelectual en temas ambientales y les dan la oportunidad de trabajar como educadores. Matías Alonso Ron, Director Ejecutivo de la ONG, dialogó con andar . de ayudar

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12 Obra Social de Viajantes Vendedores de la República Argentina

EL MEDIO AMBIENTE Y LA INCLUSION SOCIAL

La iniciativa de juntar los dos te-mas fue tan novedosa como per-fecta. “El planeta en que vivimos y las personas con discapacidad intelectual son frágiles y nece-sitan del cuidado de todos. Pero también tienen mucho para en-señarnos”, comenta, a modo de introducción, el Director Ejecutivo de Cascos Verdes, Matías Alonso Ron.

Cascos Verdes fue fundada a co-mienzos de 2007 por Javier Ureta. Un joven estudiante de ingeniería ambiental cuya vida cambió luego de compartir varios días con un chico con síndrome de Down.

Javier quedó asombrado. Se en-contró con una persona con una capacidad de amar impresionante y sintió la necesidad de hacer algo.

A partir de entonces comenzó a pensar de qué manera podía de-volverle a este chico la enseñanza de vida que experimentaba cada

vez que tenían la oportunidad de encontrarse. Quería retribuirlo. Darle algo suyo. Y finalmente se le ocurrió la idea de incluirlo en aquello que él hacía: estudiar me-dio ambiente en la universidad. “Con esa primera inquietud na-ció Cascos”, recuerda hoy Alonso Ron, joven Licenciado en Adminis-tración de empresas que rápida-mente se sumó a la iniciativa.

“Crear conciencia”

Cascos Verdes cuenta en la ac-tualidad con tres proyectos. El primero de ellos se llama “Crear conciencia” y consiste en formar jóvenes con diversas discapa-cidades intelectuales en temas ambientales. Con el singular atractivo para los chicos de que las clases se dan dentro de un ámbito universitario, que puede ser la UCA (Universidad Católica Argentina) o la Universidad de San Andrés.

Otra forma

En Cascos verdes también promueven el cuidado del planeta. Pero lo hacen de una manera distinta. Forman jóvenes con discapacidad intelectual en temas ambientales y les dan la oportunidad de trabajar como educadores. Matías Alonso Ron, Director Ejecutivo de la ONG, dialogó con andar.

de ayudar

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La primera camada incluyó única-mente a chicos con síndrome de Down, pero a partir del segundo año el proyecto se extendió tam-bién a otras discapacidades.

Los jóvenes deben superar los 18 años de edad, saber leer y escribir. “Lo mínimo es la lecto-escritura”, aclara el Director. “Van una vez por semana a la facultad donde cursan tres horas cátedra. Tienen que estudiar, hacer la tarea y ren-dir exámenes”, explica.

El proyecto dura dos años. En el primero los chicos ven “Psicolo-gía de residuos” y en el segundo “Agua y energía”. Los profesores son estudiantes o egresados de las carreras de psicología y psico-pedagogía. “Personas vinculadas a la discapacidad, a las que les resulta mucho más fácil transmi-tir el contenido, que a un ingeniero ambiental”, dice.

“Ambiente para todos”

Los jóvenes se egresan culmina-dos estos dos años y en seguida ya cuentan con una oferta laboral: se los invita a trabajar dentro de la organización, como educadores ambientales.

El trabajo de los chicos consiste en dar exposiciones en colegios, empresas y eventos. Este segun-do proyecto recibe el nombre de “Ambiente para todos”.

Es así que estos jóvenes se paran delante de un auditorio de 30, 40 o 50 personas y les enseñan qué cosas se pueden hacer para cui-dar el planeta. Como por ejemplo, cómo separar la basura.

“Cuando les comentás que tie-nen que hacer una exposición… a la mayoría no le simpatiza de-masiado”, explica Matías. Pero cuando las camadas anteriores les cuentan lo bien que los reci-bieron y cómo les agradecieron su trabajo… la cosa cambia. “Se sienten por primera vez dueños de un saber que la sociedad reclama, necesita y valora”, concluye.

“Sociedad inclusiva”

El tercer proyecto se llama “So-ciedad inclusiva”, y se desarrolla a la par del último año de los jóve-nes como educadores.

En Cascos verdes saben que no son la solución para la vida de los jóvenes, ni tampoco lo son para la de sus padres. Por eso la duración es de 4 años. “Lo dejamos bien en claro: dos años de capacitación y dos años como educadores”, ex-plica el director.

El último año trabajan sobre los vínculos de los jóvenes. Realizan encuentros semanales entre to-dos los actores relacionados con la vida de cada uno de ellos en particular, a fin de identificar cuá-les son las cosas en las que les gustaría trabajar una vez termina-do el vínculo con Cascos Verdes.

“La idea es funcionar un poco como trampolín. Incentivar a des-pertar cosas. Mostrarles a los chicos que pueden. Que son una persona más con derechos y obli-gaciones”, remarca.

Cada año que pasa Cascos Verdes incorpora más jó-venes a la organización. El proyecto “Crear conciencia” del ciclo 2010 ya cuenta con 44 jóvenes y esperan poder abrir, próximamente, un curso en otra universidad.

Mientras que los educado-res ambientales con disca-pacidad intelectual son para este año alrededor de 20.

Para recibir información, contactarse o colaborar con Cascos Verdes escribir a:

[email protected]

“Se sienten por primera vez dueños de un saber que la sociedad reclama, necesita y valora”

Para terminar Alonso Ron deja en claro que las personas con discapacidad intelectual pueden realizar una gran cantidad de ac-tividades en el plano laboral. Algo que la mayoría de las empresas desconoce. Y en este sentido des-taca que las tareas que son “repe-titivas y constantes”, por ejemplo, les dan a estos jóvenes “una segu-ridad y una tranquilidad absoluta”.