Casa Posada Barrientos
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Transcript of Casa Posada Barrientos
Investigador Principal Luis Fernando González Escobar Co-Investigador Alejandro Salazar Correa Colaboración de Marta Salazar Jaramillo
Medellín, 4 de abril de 2006
FUNDACIÓN FERROCARRIL DE ANTIOQUIA
La Casa Posada Barrientos Investigación Histórica
2
CONTENIDO
1. Introducción
2. La ciudad de finales del siglo XIX
3. La arquitectura en Medellín en el último cuarto del
siglo XIX
4. Las casas quintas de la Avenida La Playa
5. La arquitectura de la casa Posada/Barrientos
6. La casa Posada/Barrientos en los documentos
notariales
7. Un techo de Zinc que le hace sombra a una historia,
Crónica de una casa convertida en mito urbano
8. Sitios de consulta
9. Bibliografía
10. Anexos
3
La casa Posada/Barrientos en medio de la sede de Comfenalco a la izquierda y la Clínica Soma a la derecha. Al frente carril de La Avenida La Playa. Fotografía Sergio López, 2006, Fundación
Ferrocarril de Antioquia
INTRODUCCIÓN
Aprisionada entre dos culatas de sendas edificaciones de
dudosa arquitectura moderna, la casa aparece hundida,
abandonada e irremediablemente perdida. El paramento o la
línea de fachada del resto de la cuadra la oculta y la hace
aparecer lejana, ajena del tráfago y el ajetreo de la Avenida La
Playa. En el fondo su decoración, formas y el mismo deterioro
le dan al transeúnte la imagen de una casa varada en el
tiempo y la posibilidad
de imaginar su propia
historia, cualquier
historia.
La llamada, en los
últimos años, Casa
Barrientos, entre la
Clínica Soma y la sede
de Comfenalco-La Playa,
es la única sobreviviente
de las casas quintas que
construyeron los ricos
burgueses de Medellín
desde mediados del siglo XIX hasta principios del siglo XX, a
lado y lado de la quebrada Santa Elena, sobre las avenidas
Derecha e Izquierda.
4
Son realmente pocos y significativos los ejemplos de esa
arquitectura doméstica urbana del siglo XIX que aún perdura
sobre La Avenida La Playa y el resto del centro de Medellín. De
las demoliciones para construir parqueaderos, ampliar calles y
avenidas, o levantar nuevas casas o edificios, de arquitectura
más contemporánea o a la última moda, de buena o dudosa
calidad, acaso quedan la casa Barrientos, junto a la de Pastor
Restrepo –en la esquina Suroriental del Parque de Bolívar-,
como los ejemplos más significativos.
En tal sentido, para la ciudad, es valioso
conservar este referente arquitectónico a
pesar de los llamados a su demolición
por su estado ruinoso,
descontextualización urbana o carencia
de méritos arquitectónicos. No hay duda
que la casa Barrientos no fue la mas
destacada, sobresaliente o fastuosa de
las casa quintas burguesas; hubo otras
de mayor volumen y espacialidad, de
mejores condiciones materiales y
tecnológicas o de valores formales y
arquitectónicos, pero todas lamentable y
implacablemente desaparecieron.
Es casi necesario reconocer que por descarte la casa se vuelve
valiosa. A medida que una a una van cayendo las otras casas,
ésta comienza a adquirir preeminencia, hasta ser
Corredor de la fachada principal, fotografía de Fabio Gallego, 2006.
5
individualizada, nombrada como casa Barrientos y valorada
hasta ser incluida en los inventarios patrimoniales de la ciudad.
Es que ella es un testimonio de más de 120 años de
arquitectura y de historia urbana. Y como único centinela a
orillas de la quebrada Santa Elena amerita ser salvado.
La valoración de los últimos decenios se enfrenta al
desconocimiento sobre la historia de la casa. La poca
importancia de esta casa o la preeminencia de las otras casas
quintas prácticamente la mantuvieron en el anonimato, al
punto que no aparece ni en las guías ni en los álbumes de
Medellín que fueron tan comunes en la primera mitad del siglo
XIX. Tampoco existen casi fotos en los archivos de los
principales fotógrafos de la ciudad.
Así, de su poca o relativa importancia de los primeros años
pasó a la preeminencia de los últimos decenios,
constituyéndose en un referente obligado hasta alcanzar el
carácter de mito urbano. Para valorarla se le dotó de un
expediente histórico poco fehaciente, pues no se soporta en
una investigación histórica rigurosa, mientras se le atribuían
autores, hechos o acontecimientos en proporción directa al
halo de misterio que la casa emanaba.
Es claro que investigaciones históricas que se relacionan con
arquitecturas domésticas como en el caso de la Casa
Barrientos, enfrenta grandes dificultades para ser asumidas. En
primer lugar al ser una vivienda particular implica buscar en
6
archivos familiares, donde con mucha frecuencia –la mayoría
de las veces-, los descendientes de los primeros propietarios
han quemado todos los papeles por intrascendentes, estorbar o
considerar carentes de valor, por lo cual es difícil encontrar
algún papel que de cuenta de la casa, su genealogía, sus
características técnicas, cambios espaciales y formales, entre
otros aspectos; en otros casos quienes fueron los últimos
propietarios no dejaron descendencia o son parientes lejanos
con ningún o pocos nexos, por lo cual tampoco conservan
archivos o documentos que pudieran servir a esclarecer la
historia de la casa. Cuando pasan a entidades oficiales, como
en este caso, la Institución receptora recibe el inmueble y su
correspondiente escritura y nada más.
Una vivienda de este tipo pocas veces tiene un fondo
documental en los archivos oficiales, salvo el de las escrituras
y los negocios registrados en notarias, a no ser que haya
entrado a un proceso judicial donde se puede encontrar otro
tipo de información. Este es el caso de la casa comúnmente
llamada Barrientos, que para documentarla se ha tenido
muchas dificultades, más dudas que certezas.
Para esta indagación se ha acudido, entre otros, a los archivos
notariales -1ª , 2ª, 3ª y 4ª, tanto en el Archivo Histórico de
Antioquia como en la propia Notaría 4ª en el Centro o en el
fondo que se encuentra en Envigado-, a posibles informaciones
en el Archivo Histórico de Medellín, en el Archivo Arzobispal,
archivos parroquiales de La Candelaria, la Veracruz y San José;
7
en la Fundación Antioqueña de Estudios Sociales, la Biblioteca
Pública Piloto –Sala Antioquia y Archivo Fotográfico-, Biblioteca
de la Universidad de Antioquia, en este caso en búsqueda de
información de la prensa del siglo XIX. Pero también se ha
buscado información en fuentes orales de diversa índole,
muchas veces con una relación indirecta que directa.
Más que argumentar la dificultad que genera esta situación es
resaltar el por qué se ha convertido en un gran mito histórico
urbano de Medellín. Ante la evidente carencia de fuentes
ciertas, aún para los mismos especialistas en la historia urbana
y de la arquitectura, los vacíos se han llenado con inferencias,
suposiciones o una gran dosis de imaginación.
Las diversas narraciones le han construido una historicidad
fantasiosa que difícilmente se soporta en las pruebas
documentales. Esto hace necesario revisar desde el nombre
con el cual se la conoce hasta replantear el arquitecto
supuestamente responsable del diseño y ejecución de la obra;
en primera instancia es claro que la casa debería comenzar a
ser reconocida como Posada Barrientos, en tanto fue la familia
Posada quien la mandó construir y la familia Barrientos la que
la ocupó buena parte del siglo XX, a partir de 1925 cuando la
compraron, pero ya hacía muchos años que existía tal y como
hoy se conoce. Como se verá mas adelante es poco probable
que sea el arquitecto francés Charles Carré el responsable de
su diseño y construcción, tal y como se informa en muchas
8
fichas técnicas, en documentos varios o en guías
patrimoniales.
Con lo investigado se pueden discutir y poner en entredicho
varias de las afirmaciones predominantes, pero aún es
insuficiente para tener certezas. Se puede tener ya claro que
los Barrientos fueron poseedores por cerca de 60 años la casa,
pero no fueron sus promotores iniciales, ni contrataron a
Carré, pero no hay pruebas documentales como para señalar
un diseñador o constructor de la casa.
Por eso este trabajo aborda, hasta donde la documentación lo
ha permitido, una aproximación a la casa desde la tradición de
la propiedad, pero más allá, en lo que concierne a sus procesos
constructivos, cambios espaciales, formales y arquitectónicos,
a una hipótesis que se sustentan en el diálogo con el estudio
patológico de la edificación, en correlación con los momentos
temporales definidos por los cambios de propietarios y con los
momentos históricos de la arquitectura en la ciudad. De esta
manera se establece una lectura de contextos, donde se infiere
la formalización arquitectónica, las características constructivas
y los probables responsables de la obra, por lo que sucedió en
la ciudad en los años de construcción y transformación de la
casa. Si bien no aparece un autor cierto si es posible aventurar
los probables autores por las condiciones del medio y quiénes
eran los más importantes y activos responsables de la
arquitectura.
9
De esta manera el informe, en sus cuatro capítulos iniciales, da
cuenta de cómo Medellín en el último cuarto de siglo XIX hace
el transito de la Villa a la ciudad, acentúa su centralidad
económica y política regional, acelera su ritmo de vida, define
nuevas aspiraciones y transformaciones urbanas, y cambia la
forma de concebir la arquitectura. Son estos años en donde la
Avenida La Playa consolida su importancia urbana por la
construcción de las casa quintas, entre ellas la construida por
la familia Posada, que en el siglo XX será de los Barrientos.
Los primeros capítulos permiten ver el escenario y la razón de
su implantación allí, lo mismo que las razones de esta
arquitectura, lo mismo que sus características y los
responsables de su ejecución. De esta manera, sin precisar el
autor de la casa se muestra el panorama y los probables
responsables.
En el numeral 5 se da una aproximación a los momentos de
cambio material, tecnológico, espacial y formal de la
arquitectura de la casa. Allí se parte de hipótesis, que surgen
de contrastar el estudio de la patología realizado por la
Fundación Ferrocarril de Antioquia, con la investigación
contextual histórica y los documentos notariales de la vivienda.
En buena parte es debido al diálogo establecido con el John
Jairo Acosta, arquitecto de la Fundación.
Haciendo uso de los documentos notariales se hace un
seguimiento a la tradición de la propiedad desde el siglo XIX
10
hasta el presente. De igual manera allí se da cuenta de las
genealogías familiares de los primeros y los últimos
propietarios, que permite en este numeral 6, también, una
aproximación a las dinámicas urbanas en el siglo XIX.
El numeral 7 es una crónica periodística, elaborada por Marta
Salazar, en la que se pretende dar cuenta de los
entrecruzamientos tan disímiles frente a la percepción, lectura
o historicidad de la casa que la elevan al rango de mito urbano.
Allí se da cuenta de lo planteado en estudios históricos,
supuestamente rigurosos, hasta las diversas ideas formadas
por tradición oral o por lo que le sugiere al transeúnte la vejez,
el abandono y lo extraño de sus formas, pasando por la
información que dan los catálogos oficiales.
11
LA CIUDAD DEL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XIX
En noviembre de 1875 la Villa de Medellín celebró el segundo
centenario de la fundación. Después de la procesión por las
calles y como parte de la celebración, el eminente médico
Manuel Uribe Ángel pronunció un discurso desde el atrio de la
catedral, ubicada en la Plaza Mayor, en el que hizo un repaso
histórico del momento fundacional, del discurrir lento, gradual
y sostenido que se había cumplido desde entonces para llegar
a ese momento, el estado precario y las dificultades de la
existencia en los tiempos anteriores y un elogio a la “prospera
situación presente” que se vivía en la Villa; y se preguntaba:
Pero ¿qué es esta ciudad, se dirá por algunos, que se
tiene el aire de hacer aparecer en este momento como
importante y valiosa? Medellín no es ciertamente,
responderé yo, una ciudad populosa como Teherán la de
Oriente, ni opulenta como Tiro, ni comercial como
Alejandría, ni culta como Atenas, ni sabia como Paría, ni
monumental como Roma, ni rica como Londres, ni
gloriosa como Berlín, ni espléndida como Nueva York;
pero en cambio es la ciudad adolescente y hermosa de
estas regiones, y vista por su aspecto físico, es la
ciudad blanca de los Andes, la ciudad pulcra de
América, la ciudad bella de Colombia, la ciudad risueña
de Antioquia, que extendida muellemente sobre la
pintoresca planicie de Aburrá, fecundizada por su río,
refrescada por sus torrentes, sombreada por sus
árboles, contesta graciosamente y con donaire, el
saludo de atención que le dirigen los viajeros, desde las
12
altas cumbres de sus montañas, cuando vienen a
visitarla1
Luego de esta descripción lírica, que no pretendía según él ser
poética, enumeró las razones por las cuales veía un cambio en
el estado de cosas, las mismas con la cuáles apoyar el
optimismo con el que veía el futuro:
...Medellín, desde su punto de vista social, tiene una
Escuela para las Artes, numerosos planteles para la
educación elemental, Colegios y Universidad para la
instrucción de profesores, un clero respetable, un
Cuerpo médico ilustrado y humanitario, hábiles
1 En Celebración del 2º Centenario de la Fundación de la Villa de Medellín, Medellín, Imprenta del Estado, 1875.
Vista de la Villa de Medellín en 1875, fotografía de Pastor Restrepo, reproducción del Libro de Oro de Medellín, 1675 – 2 de noviembre – 1975, Editorial Bedout S. A.
13
jurisconsultos, ingenieros civiles, artesanos, honrados e
inteligentes, mineros que la enriquecen, comerciantes
que la honran, asilos de beneficencia y caridad,
telégrafo eléctrico para su correspondencia, biblioteca
para su instrucción, habitantes robustos y dóciles, ideas
sanas, moderación de carácter y laboriosidad.
Y Medellín, en cuanto a comodidades para la vida, tiene
edificios capaces, ornamentación regular, sólidos
puentes, aseadas calles, paseos deliciosos, alimentación
frugal, sana y abundante, aguas exquisitas, baños
imponderables, lindísimos campos, aire purísimo,
atmósfera clara, cielo espléndido y tantas ventajas, en
fin, que yo prolongaría hasta el fastidio su enumeración,
si quisiera ponerlas de manifiesto, para explicar por este
medio, la causa del tierno amor que todos dedicamos a
ciudad privilegiada2.
En buena medida el médico Uribe Ángel tenía razón para
celebrar el presente y ser optimista con el futuro, pues hacía
sesenta y dos años que le habían otorgado el título de ciudad,
casi cincuenta años de nombrarla capital de Antioquia y apenas
siete años que la elevaron a rango de ciudad episcopal y por lo
cual trasladaron la sede episcopal a ella, con lo que había
consolidado la centralidad política, religiosa, además de la
económica, pues a ella se fueron a vivir los principales
capitalistas y allí convergía la actividad comercial de buena
parte de Antioquia y de las nuevas fronteras de colonización.
2 Ibíd.
14
Medellín se había erigido en el principal centro urbano de
Antioquia, por encima de la antigua capital colonial –Santa Fé
de Antioquia- y de San Nicolás de Rionegro, que le disputó la
preeminencia, al menos en la primera mitad del siglo XIX.
Incluso su importancia hacia que se destacara en el concierto
nacional, de la recién creada República de Colombia, al punto
que para 1851 era la cuarta ciudad de Colombia y para 1870 la
tercera, pasando de 13755 a 29765 habitantes, entre uno y
otro año, según los censos de esos mismo años.
Pero al mismo Uribe Ángel le tocaría observar por veintinueve
años más como ese optimismo que respiraba en 1875 se volvía
realidad, alcanzando a no sólo ser testigo sino cronista de los
cambios; ya en 1885 en su famosa Geografía del Estado de
Antioquia, señalaba como en esos diez años Medellín había
entrado “en el camino de su prosperidad y progreso…se le ha
visto en estos últimos tiempos seguir como por encanto y
como tocada por la vara de un mago, para adquirir
proporciones de altísima importancia. Medellín es hoy una
población de índole especial…”3
Un punto de partida importante fueron los proyectos
educativos, viales y económicos de la administración de Pedro
Justo Berrío y, en parte, de Recadero de Villa. Berrío le dio un
viraje a la educación, trayendo una misión alemana para a
educación secundaria y estableciendo la Escuela de Artes
3 Manuel Uribe Ángel, Geografía General de Estado de Antioquia en Colombia –edición crítica a cargo de Roberto Luis Jaramillo-, Medellín, Ediciones Autores Antioqueños volumen 11, (1885) 1985, pág. 125
15
Oficios y reestructurando y reabriendo la Universidad de
Antioquia. Con lo cual en Medellín quedaron los únicos centros
de educación superior de todas las provincias.
Con Berrío y Villa como gobernadores de Antioquia, se impulsó
un plan vial, definiendo la construcción primero de un carretero
al Magdalena y luego de un camino de rieles, es decir, un
Ferrocarril, que se comenzó a construir en 1875. Así mismo la
construcción de los carreteros Norte y Sur, que llevaban de
Medellín a Barbosa y de Medellín a Caldas, respectivamente, y
los caminos al Oriente -el valle de San Nicolás por Santa
Elena-, de Occidente –al río Cauca- por el Boquerón y del Sur,
por Caldas hacia Fredonia. Con este plan se definía aún más la
centralidad de Medellín y el valle del Aburrá, pues lo
comunicaba con los nuevos centros urbanos surgidos de la
colonización a la vez que lo conectaba con los mercados de la
metrópoli siguiendo la ruta del río Magdalena a la costa Caribe.
Si bien el Ferrocarril tendría demasiados problemas, se
demoraría en su construcción y en su llegada a Medellín, cada
kilómetro construido en estos años potenciaba el optimismo y
los mercados. Así que las conectividades establecidas en el
último cuarto del siglo XIX, el aumento de la movilidad, la
disminución paulatina de fletes y la ampliación de los mercados
permitieron el surgimiento de varias casas comerciales.
Pero los comerciantes también habían incursionado en la
actividad minera, pues requerían del oro y la plata para sus
transacciones externas e internas. Ayudados por la llegada de
16
nuevas tecnologías, la explotación minera no sólo amplió sus
fronteras sino que incrementó su productividad, haciendo de la
Villa en trance de ciudad en el centro de sus actividades, como
lo señala un viajero francés a finales del siglo XIX:
Medellín es el corazón y el estómago de la región del
oro, es la bomba aspirante-impelente de las grandes
minas colombianas. No porque éstas estén situadas en
las inmediaciones de la ciudad, sino porque es a ésta a
la que afluyen, donde convergen los negocios, los
informes y los lingotes, los propietarios y los
arrendatarios de las minas aglomeradas en los cinco o
seis puntos donde se concentra la explotación aurífera:
Remedios, Amalfi, Cruces de Cáceres, Marmato,
Concepción, Andes4.
Como consecuencia de lo anterior se dio el incremento de los
capitales de sus inversionistas. Ayudados por la acumulación
de capitales del comercio y la minería, el paso siguiente fue la
incursión en la actividad bancaria, que tiene un primer auge en
los años setenta y ochenta cuando se establecen las primeras
casas bancarias o bancos, y en las actividades manufactureras
que tendrán un desarrollo en estos años. En el espacio urbano
o en sus afueras surgen las “fábricas” de chocolates, jabones,
cervezas, locería y aún telas, lo que sería el preámbulo al
desarrollo de los primeros centros fabriles en el primer decenio
del siglo XX.
4 Pierre D’Espagnat, Recuerdos de la Nueva Granada, Bogotá, Biblioteca Popular de la Cultura Colombiana Viajes – Volumen III, Editorial A B C, 1942, pág. 252.
17
Medellín, a finales del siglo XIX, se había convertido en la
ciudad del comercio y el dinero, a él y sólo a él se debía el
cambio en sus rutinas y sus dinámicas. La apacible Villa
decimonónica se transformó en un centro de ajetreo y tráfago.
Así lo percibieron distintos viajeros extranjeros que llegaron a
sus calles y plazas a finales del siglo. El ingeniero inglés Jorge
Brissón al penetrar en la ciudad hacia 1891 le llamó la atención
la “animación y la actividad”, en una ciudad de calles aseadas
y bien conservadas, con dos días de mercado –martes y
viernes-, donde todo era “trabajo y tráfico”5. Brisson vio a los
arrieros conduciendo las recuas, los vendedores ambulantes
con su variedad de mercancías, las carretas tiradas por
caballos para llevar mercancías o recoger las basuras, los
policías con sus uniformes azul oscuro, los emboladores, las
negras con los cantaros de leche en la cabeza, los obreros –
mujeres y hombres- descalzos, los comerciantes y
administradores, abogados y médicos, y profesores con
sombrero de copa y moda europea con retraso de cuarenta
años. Eso vio y describió Brisson del tráfago urbano. Ya no era
la quieta aldea descrita por Charles Saffray, otro viajero a
mediados del siglo.
Otro tanto percibió el francés D’Espagnat hacia 1898, cuando
entró por el norte de la ciudad por una ancha y animada vía,
pavimentada con pequeñas piedras. Al pasar el puente sobre la
Santa Elena y entrar a la “plaza de Berrío”, encontró mucha
actividad a “la moderna”, y apuntó luego de su estadía: 5 Jorge Brisson, Viajes por Colombia en los años de 1891 a 1897, Bogotá, Imprenta Nacional, 1899. pág. 62.
18
Habría desde luego muchas otras cosas, y muy útiles -
desde el punto de vista comercial, agrícola y minero, se
entiende- que anotar respecto de esta región de
Antioquia, más moderna por sus ideas que el resto de
Colombia, más activa en el sentido de los negocios, más
perseverante en transformar, en crear, pero también
más triste, más exclusiva en su constante preocupación
de ganar dinero6
Brisson y D’Espagnat coincidieron en destacar el ambiente
urbano, la animación, cierta modernidad, pero también les
6 Pierre D’Espagnat, Recuerdos de la Nueva Granada…Op. Cit., pág. 249.
Panorámica de Medellín en 1890, fotografía de Pastor Restrepo, Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto, reproducida del libro El Concejo de Medellín protagonista del desarrollo de la capital antioqueña 1900 - 1999, Medellín, Concejo de Medellín, 2000, pág. 37
19
desalienta que todo está dedicado al “comercio y el tráfico” o
su opuesto, el enclaustramiento familiar y doméstico. No había
casi distracciones, ni restaurantes, ni escenarios públicos, ni
actividad social, pues como señalaba el segundo, era natural
que “en Medellín casi no se reciba, que se salga poco, que se
viva una vida de familia que, vista desde la calle por el que
está de paso, parece estricta y de un aspecto más bien
rígido”7.
En la ciudad del comercio y el dinero había surgido una nueva
clase social, los burgueses que, para D’Espagnat, “tienen un
espíritu más áspero, más yanqui, tienen algo de positivo, de
cruelmente practico, algo a lo que en definitiva se subordinan
todas las tendencias sociales, hasta las mismas relaciones que
consideran como algo infinitamente secundario y de mera
forma”. Esa burguesía pragmática, positivista y rentista es la
que alentará con su espíritu y forma de concebir el mundo, las
transformaciones de la ciudad. Ya en la educación, en lo social,
en lo urbano o lo arquitectónico, comenzó a expresarse desde
el decenio de la conmemoración del segundo centenario
fundacional de la Villa. Así la instrucción, si bien logró
consolidar un espacio importante, estaba dirigida a promover
hombres prácticos que permitieran seguir generando el
progreso y la civilización que pretendía la clase dirigente, con
las profesiones tradicionales o las nuevas profesiones liberales,
especialmente la ingeniería –civil o de minas-, que se convertía
en uno de los ideales educativos; y, por otro lado, el
7 Ibíd., pág. 250.
20
mejoramiento de las habilidades técnicas mediante la
instrucción impartida en la Escuela de Artes y Oficios, con lo
que se aseguraba la mano de obra calificada para la ejecución
de las obras.
Los ingenieros para medir, cuantificar, dirigir, mejorar las
explotaciones trazar y abrir nuevos caminos, construir los
puentes o, también, dimensionar la ciudad, dibujarla e incluso
diseñar sus nuevos espacios. Los planos de Medellín de 1875 y
1889 fueron elaborados por los estudiantes de ingeniería de la
Universidad de Antioquia, el primero, y de la Escuela de Minas
el segundo; en ellos los estudiantes daban cuenta tanto de los
adelantos académicos y técnicos sino que daban cuenta del
cambio de la fisonomía urbana, la extensión de la malla, los
límites físicos alcanzados, el crecimiento poblacional y el
surgimiento de los nuevos espacios.
Mientras que para 1875 son 29760 habitantes, catorce años
después son 37237, es decir, 7477 pobladores más, lo que
equivale a un incremento en un cuarto de su población en esos
años. Ese crecimiento poblacional es absorbido por una malla
urbana que creció hacia dos polos fundamentales: el sector de
Villanueva, al norte del marco de la Villa, superando la
quebrada Santa Elena y llegando hasta La Loca, algo que se
había iniciado desde los años cincuenta por iniciativa de Tyrrell
Moore, pero que comienza a tener mayor poblamiento desde
finales de los años setenta cuando se propuso la construcción
de la nueva catedral, presidiendo la plaza que se bautizó como
21
de Bolívar; el otro polo fue al oriente de la Villa, más allá del
“Parque de San Francisco”, superando la quebrada La Palencia,
siguiendo el camino hacia Rionegro, con los loteos que Modesto
Molina realizó a partir de 1876, lo que permitiría consolidar el
barrio Oriente, donde se implantaría la primera Plaza de
Mercado a principios de los años noventa. Desde entonces los
burgueses entendieron del loteo de fincas y la especulación
periurbana como uno de los grandes negocios.
En esa malla urbana que se extendió al oriente y al norte,
superando quebradas y zanjones, se implantaron las nuevas
sedes y escenarios urbanos que soñó la burguesía para su
nuevo entorno urbano. Para corresponder a los deseos dejaron
atrás la plaza colonial y se incorporó el parque de inspiración
europea; primero fue el parque de Bolívar, que entre 1888 y
1892 se construyó con sus rejas, jardines y arborización, y
luego fue la transformación de la plaza Mayor o de la
Candelaria, entre 1892 y 1895, para dar paso al Parque de
Berrío, también con rejas, jardines y arborización, sumado a la
estatua del patricio local con lo que se le reconocía el haber
iniciado el proceso transformado. Ambos espacios fueron
trazados por los estudiantes de ingeniería y el de Berrío fue
diseñado por el Ingeniero Antonio J. Duque, quien
precisamente estudió en la Escuela de Minas.
Para hacer el Parque de Berrío, fue necesario liberar la Plaza
Mayor o de La Candelaria de la actividad del mercado. Una
propuesta que tuvo mucho de higiene y otro tanto de estética.
22
Para la burguesía era inconcebible que Medellín, la que ya se
preciaba de sus adelantos, mantuviera el mercado público al
aire libre y en la misma Plaza principal, con las consecuencias
del bullicio, mugre, malos olores y basuras. De ahí surge la
necesidad del traslado del mercado a una plaza cubierta y la
conversión de la plaza principal en un parque, como
efectivamente ocurrió a partir de 1888 cuando se decidió hacer
la concesión a Rafael Flórez quien construyó e inauguró en
1891 la Plaza de Oriente, luego llamada de Flórez, por el
apellido de su promotor. Liberada la plaza del pueblo mercader
se dio paso al parque en memoria de un prohombre regional.
Pero entre 1892 y 1894 se licitó y construyó otra plaza de
mercado en el sector de Guayaquil, al sur de la ciudad, en este
caso desarrollada por un grupo de inversionistas encabezada
por Coroliano Amador. Con esto la ciudad mejoró su imagen
urbana, se dotó de una nueva infraestructura y empezó a
funcionalizar la espacialidad urbana.
Las plazas de mercado apenas fueron una parte de todo lo
ejecutado en estos decenios finales del siglo XIX. A pesar de su
visión pragmática, o tal vez por ella misma, la clase dirigente
dotó de sedes a las principales instituciones educativas,
gubernamentales, religiosas y aún de beneficencia. Entre los
años setenta y ochenta, fueron destinados recursos para
construir la sede –el “palacio”- de la Asamblea Legislativa, el
gobierno Ejecutivo y el Tribunal Superior, el Palacio de Correos
y Telégrafos, la sede de la Escuela de Artes y Oficios, el Asilo
de Locos –“manicomio”-, la reforma del Teatro y aún la
23
construcción de la Biblioteca Pública y el Museo de Zea. Estos
años fueron de gran auge constructivo no sólo por estas obras
arquitectónicas sino por los distintos puentes urbanos, en todo
lo cual se destacó el uso del ladrillo y la ejecución por parte de
la mano de obra local, pues, como apuntaba el mismo Uribe
Ángel, “las artes y oficios han llegado en la capital á
condiciones sumamente recomendables, y entre ellos el arte
del albañil figura en primera línea”8
Pero, sin duda, la obra de mayor impacto y significación fue la
construcción de la nueva catedral. La vieja catedral existente
no merecía buenos comentarios ni de propios ni de extraños,
como tampoco se consideraba que correspondiera a la dignidad
de la sede episcopal. El mismo Uribe Ángel señalaba que la
catedral estaba muy lejos de corresponder a la altura de su
destino, era un edificio malísimo y por eso la ciudad había
comprendido “la necesidad que tiene de un templo
monumental, en armonía con sus actuales exigencias
religiosas, y ha puesto los cimientos de una gran catedral
sobre el lado nordeste de la gran plaza de Bolívar. Las bases
para este edificio presuponen gran costo y muchos años para
su construcción”9
Las autoridades religiosas y políticas, las fuerzas económicas y
sociales, se comprometieron con un proyecto que en un primer
momento superó sus propias expectativas, al punto de poner
el proyecto al borde del fracaso y comprometer más esfuerzos 8 Manuel Uribe Ángel, Geografía General…Op. cit., pág. 128. 9 Ibíd., pág. 127.
24
y años de los pensados. Ese primer esfuerzo comenzó en 1874
y culminó en 1876, cuando el proyecto diseñado y dirigido por
el italiano Felipe Crosti fue suspendido por la guerra civil de
aquel año; reiniciado en 1882 nuevamente se suspendió en
octubre 1883 pues se consideró al arquitecto como incapaz y
los planos irrealizables. El sueño de la catedral de Crosti sólo
alcanzó a aflorar del suelo. Una tercera etapa se inició en
noviembre de 1889, con la llegada de Charles Emilé Carré
quien elaboró los planos y dirigió la obra hasta marzo de 1894,
cuando regresó a Francia; para esta fecha la monumental obra
estaba a nivel de muros y columnas, y seguiría bajo la
dirección del maestro local Heliodoro Ochoa. La obra no sólo
mostró la calidad de la mano de obra local sino que influyó
para que la arquitectura religiosa, comercial y privada de los
dos últimos decenios del siglo XIX, tuviera en el ladrillo el
signo característico, ya con los diseños del arquitecto Carré o
de los maestros de obra local, que siguieron mostrando sus
habilidades, destrezas y conocimientos adquiridos.
La construcción de la nueva catedral era un referente simbólico
de lo religioso pero también de la dimensión del cambio que
sufría la ciudad, expresada en la arquitectura religiosa y la
civil, en los espacios y recintos urbanos y en el trazado de la
las calles, al punto de plantearse el primer plano de Medellín
Futuro en 1890; por eso, para 1893, se decía en la prensa de
otras ciudades de Colombia que “Medellín ha progresado
rápidamente en los últimos años, ha construido plazas y
parques, calles de diez y seis metros de anchura, casas de
25
Parque de Bolívar en 1905, con sus jardines y fuente central. Al fondo, a la derecha, la casa de Pastor
Restrepo. Foto Melitón Rodríguez. Reproducción del Libro de Oro de Medellín, 1675 – 2 de noviembre – 1975,
Editorial Bedout S. A.
varios pisos que le dan aspecto de elegante de ciudad
moderna10. Como se lee la imagen que habían labrado los
pragmáticos burgueses en el espacio público también la habían
trasladado a sus propias viviendas, que construyeron ya fuera
en el área urbana o en las proximidades de ésta, aprovechando
las vías construidas; una saturación que mereció el comentario
maravillado de Brisson, quien
no pudo dejar de compararlo
con sus propios referentes:
“En torno a la ciudad hay
casas de recreo en sitios
pintorescos cubiertos de
bosque. El valle presenta un
aspecto que recuerda el de
las campiñas europeas en
torno de las grandes
ciudades, y verdaderas
carreteras parten de la
ciudad en diferentes
direcciones”11.
Los capitales adquiridos y
acumulados los comenzaron
a reflejar en sus viviendas.
La austeridad de las casas
propia de los decenios
10 Periódico Ferrocarril de Cali, trascrito en el periódico La Correspondencia núm. 14, Medellín, 14 de diciembre de 1893, pág. 57. 11 Jorge Brisson, Viajes por Colombia…Op. Cit., pág. 60.
26
anteriores dio paso a la decoración interior y exterior. Lo que
anteriormente era una virtud comenzó a considerarse un signo
del pasado y se acogió el lujo como la máxima expresión de los
tiempos. Y el lugar por excelencia del lujo fueron las casas a
orillas de la Santa Elena, bautizada por el viajero
santandereano Hermes García en 1907, como el “paseo de las
quintas”, donde “moran grandes capitalistas, [que] ostenta
edificios suntuosos; algunos de ellos pueden valer mas de cien
mil pesos oro están construidos con refinamiento
arquitectónico y en sus terrazas y jardines lucen fuentes y
esculturas de bronce o de mármol”12
Obviamente no toda la ciudad era así, no toda estaba
remozada y mostraba esa cara de progreso, de nuevas
maneras y formas, pero el mismo García no dejaba de aspirar,
como seguramente gran parte de la burguesía y de la
dirigencia local, a que esto ocurriera mas temprano que tarde:
“Medellín tiene también, como es natural en una antigua
ciudad no del todo remozada, calles estrechas, edificios
vetustos y barrios de apariencia pobre. El progreso del
buen gusto que allí se respira a cada paso, borrará
estos vestigios, enluciendo el cuerpo de la ciudad toda
como lo está el espíritu”13
12 Hermes García, En la Tierra de Robledo, Caracas, Empresa El Cojo, 1908, pág. 44. 13 Hermes García, En la Tierra de Robledo, Caracas, Empresa El Cojo, 1908, pág. 44.
27
LA ARQUITECTURA DOMÉSTICA DE LA CIUDAD DE
MEDELLÍN EN LOS AÑOS OCHENTA DEL SIGLO XIX14
El progreso deseado, perseguido e incorporado por las elites a
diferentes escalas, había cambiado los conceptos, los hábitos y
gustos que se reflejaron en las casas de la nueva burguesía. Es
claro que quedaban atrás los viejos caserones, demolidos por
el progreso insaciable, y cuyos lotes eran subdivididos, pero,
¿cuál era el estilo moderno que se pregonaba ya desde los
años setenta y ochenta del siglo XIX?, acaso, ¿la casa de
Pastor Restrepo construida a principios de los años setenta en
la esquina suroeste de la plaza de Bolívar y diseñada por Juan
Lalinde, y las quintas periurbanas en el eje de la quebrada
Santa Elena de Santiago y Tulio Ospina y de Gabriel Echeverri,
construidas a finales de los años ochenta?.
Entre la primera y la última hubo una variada propuesta
arquitectónica que incluyó las construcciones diseñadas por
Felipe Crosti, mucho antes de caer en desgracia por el fracaso
en el proyecto de la catedral, aunque ya para ese tiempo había
dejado la ciudad. Crosti diseñó y construyó varias casas entre
ellas las de Celedonio Restrepo, Tomás Quevedo, Cipriano
Isaza –en la calle Carabobo-, Jorge Bravo –en la calle Cúcuta-,
y el Palacio Amador –en la calle Palacé-, una de sus más
reconocidas obras. Ya para 1877 en la prensa local se decía
14 Este aparte forma parte de un capítulo inédito de la investigación de Luis Fernando González Escobar, Medellín Arquitectura y Ciudad 1870 – 1932 Los orígenes y la transición a la modernidad, tomo II, maestros, arquitectos y arquitectura, Medellín, 2001/2006.
28
Grabado de la casa de Pastor Restrepo en el Parque de Bolívar, decenio de los 80, siglo XIX, tomado de la Revista Colombia Ilustrada de Bogotá.
que “Medellín está tomando una nueva y variada faz bajo el
aspecto arquitectónico gracias al joven F. Crosti, que con sus
conocimientos científicos ha creado el buen gusto entre
nosotros por sus graciosas y elegantes construcciones”15; años
después se le reconocería que la obra de este arquitecto había
cambiado “bastante nuestra arquitectura colonial”.
También se destacaron
los proyectos del
mencionado Juan
Lalinde como las casas
de Pastor Restrepo –
plaza de Bolívar-,
Manuel Uribe Ángel –
calle Palacé con el
Codo-, Pablo de Bedout
–en Junín, entre La
Playa y Caracas-,
Wenceslao Restrepo –
también en Junín-, el Chalet de la Montaña de Fernando Vélez
–en Pedregal-, y una obra que si bien no es de arquitectura
doméstica, también marcó un punto de inflexión en la
arquitectura urbana, como fue el Hotel Plaza en la calle
Boyacá, con sus tres pisos y elaborado historicismo.
15 Boletín del Comercio núm. 10, Medellín, 14 de septiembre de 1877, pág. 37.
29
Un interesante punto comparativo de la arquitectura de
Medellín de estos años la hizo Carlos E. Restrepo en una carta
enviada en 1879 desde la ciudad de Río de Janeiro:
Al principio nos disgustó mucho por haber conocido
la parte vieja que es de calles mui estrechas...i
casas mui chiquitas por el estilo de las que hizo
Crosti...Después conocimos la parte nueva que se
compone de los barrios Botafogo, Tiyuca, San
Cristóbal, Río Comprido i dos o tres más i esta si
nos gustó, pues las casas son mui bonitas i bien
construidas siempre al estilo de Crosti, i don Juan
Lalinde i de un costo monstruoso por ejemplo una
como la de don Pastor Restrepo en una calle
principal pero a una milla del centro cien o ciento
cincuenta mil pesos [...] En cuanto a cosina(sic) y
casa les llevamos muchas ventajas, sobre todo en
comodidades de la última16
Renovación frente a la arquitectura colonial, conocimientos
científicos y buen gusto aplicado a la arquitectura, un estilo
definible e identificable, casas pequeñas pero con comodidad,
que cambiaban la amplitud de los caserones y su incomodidad,
aquella arquitectura tosca de que hablaba el personaje en un
texto del escritor local Camilo Botero Guerra. El estilo moderno
entonces estaba relacionado con una renovación formal,
espacial y técnica de las casas de habitación de las familias de 16 Carta dirigida a Concepción Callejas de Restrepo, Río de Janeiro, 3 de septiembre de 1879, Correspondencia de Carlos E. Restrepo, Biblioteca Pública Piloto.
30
la elite en primer lugar, sin dejar de desconocer los efectos en
el resto de la arquitectura domiciliaria de la ciudad. Es el
momento donde la arquitectura pasó de las casas de dos pisos
a tres pisos, del cambio de la monotonía urbana, de la
uniformidad encalada de los períodos precedentes, con la
introducción de materiales y formas, entre ellas la arquitectura
en inglés que decía Manuel Uribe Ángel, que la gente no
entendió, los petit hotel, las casas burguesas urbanas, las
casas quintas suburbanas, las casas campestres renovadas. A
pesar de los primeros intentos de arquitectura industrial e
institucional, de los inicios de la construcción de la nueva
catedral, es un momento donde la edificatoria de la vivienda es
la más importante, en donde ocurren fundamentales
transformaciones, especialmente en el lenguaje historicista que
no entró a la arquitectura urbana por las grandes obras.
Retomando las palabras de Manuel Uribe Ángel en 1892, que la
ciudad hubiera asumido un aspecto grandioso “ya sea que se
vea por la faz de la arquitectura, ya se le considere por el lujo,
ya por el refinamiento artístico”. Para Uribe Ángel las casas del
pueblo eran casas pequeñas, “pero bien gobernadas”, en
donde a veces tenían la arrogancia de exhibir alfombras, papel
de colgadura, interesantes cuadros, uno que otro quinqué y
hasta espejos grandes en marcos dorados. Entre tanto la clase
acomodada tenía casas prolijamente embaldosadas,
entabladas o entapizadas, empapeladas la mayoría y provistas
de ricos y costosos muebles. Pero la “mayor parte de nuestras
habitaciones urbanas cuentan un solo piso; hay bastantes que
31
tienen dos, y unas cuatro o cinco que van hasta tres, de
imitación que imita un poco las europeas de tercer orden, en
su aspecto y distribución; pero esta moda no ha calado en el
gusto del pueblo, quien le ha dado en decir que están hechas
en inglés y que no las entienden”17.
El cambio de altura no fue lo mas destacado. Las limitaciones
técnicas no permitían, aún, cambiar el perfil urbano desde las
viviendas, como si ocurría con las nuevas iglesias o los edificios
institucionales. Pero lo que no tenían en altura lo tendrían en
los materiales, la concepción espacial y, sobre todo, en las
formas y la decoración.
En unos casos se destacaron las casas en ladrillo. La utilización
de este material no sólo fue en los puentes, iglesias, edificios
institucionales sino en algunas de las principales viviendas.
Esta renovación tecnológica determinó a su vez un cambio
estético. La tapia sólo permitía fachadas planas y encaladas, el
ladrillo implicó nuevas formas, texturas y color. Columnas
cuadradas, libres o adosadas, frisos, cornisas, frontones,
jambas, etcétera, de ladrillo cocido, comenzaron a aparecer en
el paisaje urbano. Así fueron construidas casas como la del Dr.
Ricardo Restrepo –muchos años después la sede del Club
Unión- en 1885 o la de Paulina Villa a finales del decenio, entre
muchas otras. El caso del Hotel Plaza es aún más ilustrativo,
en tanto la edificación alcanzó los cuatro pisos; el primero de
los cuales tenía unas arcadas, con arcos de medio punto, el 17 Carta de Manuel Uribe Ángel a Isidoro Laverde Amaya, 21 de junio de 1892, en Isidoro Silva,...Op. Cit., págs. 16 y 17.
32
segundo piso con un grupo de cuatro arcos de medio punto en
el centro y puertas ventas rematadas con frontones
triangulares a ambos lados; el tercer piso con arcos rectilíneos
y el cuarto piso rematado por una gran hastial, profusamente
decorado.
No obstante, antes del uso intensivo
del ladrillo, el lenguaje había
cambiado sustancialmente. Basta
señalar los ejemplos paradigmáticos
de las casas de Pastor Restrepo o
Manuel Uribe Ángel, ya
mencionadas, las cuales son una
muestra representativa de esa
arquitectura aspirada y desarrollada
entre los años 70 y 80 del siglo XIX.
Construidas en el tradicional tapial,
la cubierta, los balcones y la
carpintería de madera y metálica
destacaron por su singularidad. Las
cubiertas en teja de barro, también
tradicional, no fueron techos con
faldones planos como era la costumbre, sino que se rompían
con una profusión de lumbreras, o especie de tejados saledizos
sobre la pendiente, que en parte querían ser especies de
manzardas. La plenitud encalada de fachadas se trataba de
romper con los balcones saledizos, debajo de los balcones una
Hotel Plaza, propiedad de Pastor Restrepo, ubicado en la Calle Boyacá. Reproducida de
Revista Ilustrada, julio 9 de 1898
33
decoración a la manera de metopas y las esquinas con una
especie de almohadillado.
En todos estos casos hace irrupción en los balcones la reja de
hierro colado, profusamente decorada. Además la carpintería
de madera se destaca por sus florituras en puertas, ventanas,
hastiales, tornapuntas,
columnas o barandas; por
eso los remates de los
arcos no son rectilíneos sino
escarzanos, los tímpanos de
las puertas con arco de
medio punto con una
decoración radial y el
entablerado de puertas y
ventanas incluyeron por
primera vez un ajedrezado
juego de vidrios planos y de colores, entre otros destacados
aspectos.
Obviamente de este desarrollo no eran responsables sólo los
principales “arquitectos” de la ciudad, como el caso de los
mencionados Juan Lalinde y Felipe Crosti, sino otra serie de
ingenieros –Luis G. Johnson, para citar sólo uno-, “maestros de
obra” -como Erasmo Rodríguez, Gonzalo Velásquez o
Heliodoro Ochoa-, y un importante número de ebanistas –
Simón Caballero, Emeterio Ortiz, Rafael y Nepomuceno
Calderón, entre otros-, que se habían formado en el último
Casa de Mr. Badian, en la Calle Colombia, año de 1910. Reproducido de Medellín el 20 de julio de 1910, S.M.P.
34
cuarto del siglo XIX, recogiendo la herencia de otros ebanistas
extranjeros y colombianos; precisamente de Nepomuceno
Calderón se elogió con largueza la construcción de la escalera
en la casa de José María Amador, ubicada en la Avenida
Derecha de la quebrada Santa Elena:
“una hermosa escalera, toda de madera y de forma y de
estilo enteramente nuevo para nosotros…la obra en
referencia la componen tres cuerpos, formando los dos
primeros un arco elíptico de mucha elegancia; no se
encuentra en la obra ni un solo tornillo ni clavo, pues la
constituyen ajustes hechos matemáticamente y en
perfecta armonía con las leyes que determinan la
resistencia de materiales. Nos llamó sobremanera la
atención varias piezas de metal, fundidas por el mismo
señor Calderón, y sin temor de equivocarnos, podemos
asegurar que es la mejor obra de ornamentación que se
ha fundido en el país”18
Es necesario señalar que Calderón se había demorado tres
años en la elaboración de la obra, pero se ponía como ejemplo
de las virtudes y destrezas adquiridas por la mano de obra
local en estas “artes”, al punto de reconocer ese nuevo estilo
que se apoderó de la ciudad. Mano de obra, materiales,
influjos, capitales y momento histórico, se conjugaron para
renovar la faz urbana y dotarla de una arquitectura que colmó
las expectativas de la burguesía dominante, con la cual
demostraron el ascenso y esplendor adquirido.
18 Periódico El Progreso núm. 64, Medellín, 28 de junio de 1893, pág. 255.
35
LAS CASAS QUINTAS DE LA AVENIDA LA PLAYA
Por más de ciento cincuenta años la quebrada Santa Elena
estuvo a espaldas del poblamiento de la Villa. Fuente
proveedora del agua de la pila de la Plaza y, después, sitio de
descargas, nunca las fachadas principales estuvieron de frente
a sus orillas.
El General Luciano A. Restrepo, en un texto publicado en La
Miscelánea en 1898, rememoraba como en tiempos de la
niñez, es decir, en el primer cuarto del siglo XIX, “a lo largo de
la quebrada sólo había lo que los campesinos y todos llamaban
La Playa, es decir, bastos terrenos, anegadizos, cubiertos de
despojos que la quebrada amontonaba allí. Por esas
playas,…sólo contaban unos pocos ranchos de paja, lo más
lejos posible de la corriente amenazadora19
Luego, a finales del segundo cuarto del siglo XIX, el panorama
a orillas de la quebrada aún era precario pero ya algunos de
los comerciantes más importantes visualizaban las
posibilidades de este sector como sitio de sus residencias,
como fue el caso de Gabriel Echeverri y de Mariano
Santamaría:
la banda derecha del arroyo Santa Elena, cubierta de
guayabales, manglares y naranjos, sólo contaba con
19 Citado en Alberto Bernal Nicholls, Miscelánea sobre la historia los usos y las costumbres de Medellín, Medellín, Universidad de Antioquia Dirección Académica y de Extensión Cultural, mayo de 1980, pág. 45
36
estas casas: la de una señora Rojas, quien vendió a Don
Gabriel Echeverri las tierras aledañas al Este y al Oeste,
casa que ocupaba entonces Don Francisco Botero A.; la
de Ascensión Piza, comprada luego por Don Mariano
Santamaría, y la de doña Luz Mesa, de dos pisos con
pinturas de brocha gorda en todas sus paredes, entre
otras la imagen de San Cristóbal, casa que tenía
puertas de arco y se hallaba ubicada al Oriente del sitio
que ocupa el Circo España.
…
Igualmente despoblado se hallaba a la sazón la banda
izquierda del arroyo Santa Elena, pues del Puente de
Junín hacia arriba, sólo había estos edificios: el de don
Luis Velásquez, donde se encuentra hoy la casa de Don
Antonio José Gutiérrez; el de Don Alberto Arteaga, que
poseyó después Don Alejandro Uribe Upegui; y más
adelante algunas casas pajizas y una de tejas de la
familia Arroyave y en la “Vuelta de Guayabal” la de Don
Joaquín López de Mesa”20
Sólo a mitad del siglo XIX, al mismo momento que se planteó
el desarrollo del proyecto urbano de Villa-Nueva, también se
comenzaron a construir casas cuyas fachadas principales
miraran la quebrada y a organizarse sus calles laterales para
formar un paseo, en este sector que se conocía como
“Quebrada Arriba”, por ubicarse arriba de la plaza, punto
geométrico y de referencia de la Villa.
20 Agapito Betancur, en La Ciudad 1675 – 1925 Medellín en el 5º Cincuentenario de su fundación, Medellín Tipografía Bedout, 1925, pág. 23
37
Precisamente Gabriel Echeverri, quien como vimos compró allí,
y uno de los más prestigiosos comerciantes de la Villa en su
labor en pro del progreso de la misma emprendió obras
constructivas y de embellecimiento urbano, entre ellas la
adecuación de las
orillas de la quebrada,
rectificando su
recorrido,
construyendo los
muros en piedra,
configurando las dos
calles paralelas y
arborizando el
recorrido entre el
puente de Palacé y la
calle de El Palo, con
semillas de ceibas y
árboles, traídas de sus
fincas a orillas del río Cauca en suroeste. Ya para 1875, cuando
la celebración del segundo centenario, el paseo se había
consolidado con las dos avenidas –La Izquierda, al sur y la
Derecha al norte- y se había extendido hasta la calle de
Girardot, es decir, un recorrido de seis cuadras irregulares
entre las que estaban las calles de Junín y el Palo, que tenían
continuidad a ambos lados, aunque la del Palo sin puente en
ese momento, además la calle Caldas en la Avenida Izquierda,
la calle Sucre en la Avenida Derecha, y la calle de Ricaurte que
le daba continuidad a la Avenida Izquierda hacia el Oriente. Por
Foto de acuarela del sector de Quebrada Arriba, en 1859, Fotografía de Melitón Rodríguez, Archivo Fotográfico Biblioteca
Pública Piloto.
38
eso en 1885 se decía que el “riachuelo Santa Helena tiene por
uno y otro flanco dos malecones sombreados en parte por
frondosos árboles, y además casas lujosas de propiedad
particular”21.
Árboles frondosos,
protegidos por pretiles
circulares en piedra, que
ocultaban las fachadas
de las casas, cuyas
ramas se extendían
sombreando la corriente
del agua por un lado y
los senderos peatonales
por el otro, es la imagen
idílica que dejan ver las
fotografías en el presente pero también la buscada y
proyectada por la burguesía entonces, y la percibida por los
viajeros y cronistas en su momento:
Al uno y al otro lado de la quebrada Santa Elena se
levantan malecones de piedra que sostienen puentes de
fierro y cal y canto. Sobre la calzada existe una alameda
de acacias y árboles frondosos, alternados con palmeras
que reflejan en la base de las hojas una luz color
púrpura, en las orillas del torrente. Se levantan en los
costados de la avenida edificios de ladrillo rojo en forma
de quintas encantadoras con verjas artísticas de hierro,
21 Manuel Uribe Ángel, Geografía General…Op. cit., pág. 130.
Quebrada Santa Elena y Avenida La Playa en 1910. Reproducido de Medellín el 20 de julio de 1910, S.M.P.
39
jardines, surtidores de agua y departamentos ricamente
decorados. Las habitaciones de los señores J. M.
Amador, Tulio Ospina y algunas otras de la ciudad no
quedarían desairadas en las avenidas de los Campos
Elíseos, tanto por su gracia en lo exterior como por el
boato de sus salones y aposentos”22
En el último decenio del siglo XIX el paseo de la Avenida La Playa ya
no se sustentaba sólo en el recorrido peatonal, los carruajes y los
árboles, sino que la esencia estaba en las distintas casas que se
construyeron desde los años setenta, que cada vez fueron mas
elaboradas y complejas, como lo destacaba el cronista anterior hacia
1893.
Las primeras casas aparentemente no variaban en mucho del común
denominador de la arquitectura en el marco de la Villa: casas de muros
de tapia encalada, con cubierta en teja de barro, en forma de U o L,
girando a partir de un patio interior, pero la ubicación en las afueras
permitía variaciones imposibles de hacer al interior: un retiro generoso
de la fachada con respecto a la calle para generar un antejardín,
separado por muros en tapia y un corredor a lo largo de la fachada
principal. En general eran casas de gran simpleza pero que marcaban
una ruptura con las viviendas al interior de la malla urbana, pues,
fundamentalmente, estaban levantadas sobre el nivel del piso de la
calle, es decir, en una especie de podium en tierra, estrategia de
emplazamiento que era utilizada contra las frecuentes crecientes de la
quebrada, pero que fue aprovechado para darle mayor realce e imagen
a la vivienda, inclinación que también servía a los propósitos del
22 Periódico Ferrocarril de Cali, reeditado en el periódico La Correspondencia núm. 14, Medellín, 14 de diciembre de 1893, pág. 57.
40
antejardín en tanto servían para exponer las diversas ornamentaciones
y arborizaciones.
La disposición espacial no varió
mucho en los años setenta y
ochenta, pero la introducción
del ladrillo, el elaborado trabajo
de la madera y la introducción
del vidrio y la forja, permitieron
cambios formales más
elaborados y de mayor riqueza.
Las más sencillas de estas
nuevas casas se mantuvieron
de un solo piso, pero de dos
tipos diferentes: las que siguieron con el corredor y las que lo
eliminaron. En el caso de las primeras, el corredor se enriquece al
cambiar las columnas de madera –cuartones simples- por columnas en
lenguaje historicista –basa, fuste y capital- terminadas en tornapuntas,
las barandas pasan a ser rejas o balaustradas, y si bien se mantiene el
rígido ritmo de vanos, las puertas ventanas se elaboran con vidrios y se
decoran en frisos y jambas. Entre tanto, las casas que eliminaron el
corredor frontal, total o parcialmente, pasaron a rematarse con cornisa
corrida y áticos continuos. En unos casos se jerarquizó el acceso con
un porche en el eje de simetría, soportadas en columnas historicistas.
Se amplió el tamaño de los vanos y hubo más variedad en los arcos,
que ya no fueron rectilíneos sino escarzanos o de medio punto.
Las mas complejas y elaboradas fueron las que pasaron a ser de dos
pisos, en las cuales aparecen altillos, balcones, gabinetes, corredores
Casas en la Avenida Derecha sobre la calle Córdoba. Reproducido de Medellín el 20 de julio de 1910, S.M.P.
41
en el primer y segundo piso, arcadas y columnas de diferentes formas,
almohadillados, frontones y claves, en un variado repertorio.
En todos los casos los muros en tapia, que le daban un aire privado a
los antejardines, se cambiaron
por pretiles de ladrillo –con
diferentes aparejos y formas
inscritas-, rejas continuas en
hierro forjado o separadas en
trayecto por machones
rematados con elementos
decorativos y una portada que
evidenciaba la importancia de
la vivienda. En los antejardines
se introdujeron los surtidores y
las esculturas.
De la casa de la Señora Rojas, que comprara don Gabriel Echeverri a
mediados del siglo XIX, a las casas de finales del siglo hay una enorme
distancia, en materiales, formas y fastuosidad; entre estas últimas se
destacaron, en la Avenida Derecha, la casa del padre Enrique Uribe, la
mandada a construir por Coroliano Amador para su hijo José María, la
que después de 1910 se convirtió en el Palacio Arzobispal o la de Luis
María Escobar; y en la Avenida Izquierda la de Manuel María Escobar,
una de las más imponentes y prestantes, como que fue llamada la
“casa presidencial” por haber sido el sitio de hospedaje del presidente
de la República González Valencia, en su visita a la ciudad en 1910,
aparte de ser el escenario de la fastuosa fiesta de homenaje. Frente a
ellas la casa Posada Barrientos fue apenas un punto intermedio.
Casa de Manuel María Escobar en la Avenida Izquierda. Reproducido de Medellín el 20 de julio de 1910, S.M.P.
42
LA ARQUITECTURA DE LA CASA POSADA BARRIENTOS
No existe, como se ha insistido, fuentes o documentos que
permitan aseverar la fecha exacta de construcción de la Casa
Posada/Barrientos ni quién fue el responsable del diseño y la
ejecución. Por el contexto urbano y arquitectónico ya descrito,
por las relaciones que se pueden establecer entre momentos
históricos y el trabajo de diagnóstico de la patología actual de
la casa, es posible aventurar la hipótesis de tres momentos
históricos de la casa.
La casa original de tapia. Un primer momento que corresponde
probablemente desde los años setenta hasta los ochenta del
siglo XIX. Es desde el momento de su construcción, antes de
1879, cuando se tiene certeza de su existencia por haber sido
legada por su madre a las cinco hermanas Arango, hasta
cuando fue transformada en otra fecha incierta a finales de los
años ochenta.
Su disposición espacial y formal era la propia de la arquitectura
convencional que dominaba en muchas casas de campo y
suburbanas de la Villa. Esto es, una casa de “tapia y tejas”, de
un solo piso, pequeña y compacta. La planta que giraba
alrededor de un patio, en este caso no un patio central sino
lateral. Las columnas de los corredores alrededor del patio en
madera sobre basamentos de arcillada cocida; un corredor
exterior, también con columnas de madera, que daba al
43
antejardín y desde el cual se dominaba las avenidas Izquierda
y Derecha de la quebrada Santa Elena.
Como todas las casas de tapia eran rígidas, donde dominaban
más los llenos que los vacíos, por las mismas condiciones
constructivas y estructurales. Superficies planas, encaladas,
donde apenas sobresalían las ventanas y el marco de la
puerta, con alguna decoración a nivel del dintel, con una
especie de frisos. El corredor era un embarandado de madera
redonda.
Desde el principio se distinguía por estar en un altozano, una
especie de eminencia natural, que se aprovechaba para
emplazarla en un nivel superior al de la calle, con lo cual evitar
las probables inundaciones, por las reiteradas avalanchas de la
quebrada Santa Elena, que de tanto en tanto se desbordaba
generando situaciones de riesgo y temor en la Villa.
La casa quedaba emplazada distante de la Avenida Izquierda
por el antejardín y el muro en tapia, en donde lo único
sobresaliente era la parte central, donde el muro se convertía
en portada por el aumento de la altura y la coronación con un
tejado.
Intervención y transformación. Un segundo momento entre
finales de los años ochenta y antes de 1895, como lo atestigua
la primera foto conocida tomada por Paulo Restrepo ese año.
44
Se pasó de un piso a dos pisos, al menos en la parte frontal,
donde se construyó un desván o buhardilla con lumbreras,
para lo cual hubo necesidad de incluir en el extremo nor
occidental de la fachada un cuerpo especial para una escalera
en caracol, que conectaba el primer piso con el corredor del
segundo piso y la buhardilla.
Espacialmente la casa
también fue transformada
pues fue ampliada al
agregarse varias
habitaciones en el costado
occidental; además, lo más
importante, fue alargada
para construir un patio
posterior más pequeño que
el primero, e incluir a
continuación un baño de
inmersión, que daba al solar
posterior. La nueva
disposición espacial implico
cambios en los muros de
tapias para generar los ejes y
circulaciones. En la parte
occidental incluyó la
conversión del zaguán en un
túnel, con arcos de medio punto, que llevaba al solar.
Detalle de arco de medio punto en el túnel que comunica desde el acceso al patio posterior. Fotografía de Sergio
López, Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2006
45
El cambio más significativo estuvo en la parte de la decoración
general de la casa. Para esto hubo necesidad de romper las
tapias, con el fin de ampliar los vanos para las puertas y
ventanas. Las tapias intervenidas se confinaron con ladrillos.
Puertas y ventanas tuvieron dimensiones más generosas que
las anteriores y, algunas de ellas, fueron más anchas que
altas, especialmente la puerta principal del acceso y hacía los
espacios sociales de la casa, para dar jerarquía e importancia a
cada uno.
Es la época donde la casa adquiere un aire más historicista,
por el trabajo los maestros carpinteros, en puertas, ventanas,
altillos, escaleras, tribunas y demás. Hay un trabajo de
carpintería muy similar a la realizada por el Maestro
Nepomuceno Calderón, quien fue a su vez el constructor de las
escaleras internas y de la
carpintería de la casa de
José María Amador, al
frente de la casa
Posada/Barrientos, luego
conocida como la casa
Arzobispal.
Es destacable el trabajo de
carpintería del cuerpo de
escalera, que es una caja
de madera, trabajada con
esmero en sus cuatro costados, parcialmente en el cuerpo del
Interior de la caja de la escalera. Fotografía de Sergio López, Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2006.
46
primer piso y totalmente en el segundo. Ventanas con arcos de
medio punto, cuyos tableros una parte, la inferior, son
totalmente en madera y en
la parte superior, hasta el
tímpano del arco, se
cambian por vidrios de
colores, para formar un
gran vitral, que tamiza
hermosamente la luz hacia
el interior de la escalera.
Incluye además el trabajo
de calados en montantes,
frisos y columnas inscritas
de madera, con clara
referencia historicista.
Además el trabajo de la
escalera en caracol, con su
pasamano curvo y las
columnas torneadas y el
remate en un chapitel de
lámina coronado con un
gallo.
El trabajo de carpintería
desarrollado en estos años
incluyó la baranda del
Detalle de escalera e interior de la caja. Fotografía Sergio López, Fundación Ferrocarril de Antioquia, 2006
Detalle de Lumbrera, Fotografía Alejandro Salazar, 2006.
47
corredor mirador del segundo piso, la armadura de la cubierta
–con jabalcones y tornapuntas torneados-, y la crestería y
otros aditamentos en las lumbreras de ese segundo piso.
También formó parte de este gran cambio, la verja de la calle,
en donde la tapia le dio paso a una reja metálica sobre un
pretil de ladrillo cocido con decoraciones. Reja que también le
fueron puestas a la escalera de acceso, en forma de abanico.
Habría señalar que para 1895 el acceso por la verja no se hacía
por el centro sino por el costado occidental, siguiendo el eje del
Fachada de la Casa Posada Barrientos en 1895, Fotografía de Paulo E. Restrepo, Archivo Fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.
48
zaguán, pero años después le fue construida a una portada
también de hierro, que es la existente en el día de hoy, la cual
ya aparece en una foto de 1922.
Esta es la forma arquitectónica que ha conservado la casa
desde finales del siglo XIX y que muestra la fotografía de 1895
tomada por Paulo E. Restrepo, el primer registro fotográfico
conocido.
Una tercera etapa se puede plantear después de la compra por
parte de la familia Barrientos Uribe en 1925 hasta la actualidad
Vista hacia la Avenida La Playa y el Palacio Arzobispal, desde el segundo piso de la casa, 1922. Reproducción tomada de la Revista Antioquia por María, núm. 19. Se observa la
puerta central en la verja.
49
cuando se amplió la casa hacia el solar, para disponer mayor
espacio para la servidumbre, contar con una cocina más amplia
y área para servicios. Es una intervención de poca factura
donde se utiliza madera y bahareque para las divisiones de
alcobas de la servidumbre, cuarto útil, despensa y cocina, en
un segundo piso.
Es más una etapa más de pérdidas que de ganancias tanto
para la casa, como de esta en relación con el contexto urbano.
Las adiciones no son de buena calidad y apenas hay una labor
de mantenimiento de la casa, que incluyen las sucesivas capas
Avenida La Playa, reproducción del Álbum de Medellín en 1956. A la Izquierda aparece el Palacio Arzobispal, a la derecha se alcanza a ver la verja de la casa Posada Barrientos.
50
de pintura en ventanas, puertas y paredes, que ocultan, en el
último caso el papel de colgadura.
Pero la acción negativa para la casa en este periodo se inicia
con el cambio que experimentó la Avenida La Playa, al pasar
de una avenida peatonal a una vehicular, implicando la
cobertura de las aguas de la quebrada Santa Elena. Desde los
años treinta esa conversión en una vía de alto tráfico vehicular
incidió en la perdida del predominio residencial a favor del
comercial, institucional y,
fundamentalmente, de servicios.
Las antiguas casonas y casas
quintas cedieron sus espacios para
los nuevos usos o fueron demolidas
para construir edificios que
cumplieran con este fin.
La casa Posada Barrientos quedó
flanqueada por edificaciones de
varios pisos. A ambos costados, el
oriental y el occidental, las nuevas
obras generaron cambios en
cimentaciones y muros
medianeros, con las consecuencias
de desestabilización de paredes,
muros, etcétera. El parte oriental
fue construido el edificio del Club
de Profesionales, hoy sede de la Caja de Compensación
Interior del Club de Profesionales en los años cincuenta, hoy sede Comfenalco La Playa.
Reproducción del Álbum de Medellín en 1956
51
Familiar de Antioquia –Confenalco sede La Playa-, un edificio
funcionalista, de cinco pisos, inicialmente de buena factura que
luego ha sido desfigurado. En la parte occidental se construyó
la sede de la Clínica Soma, un edificio del doble de altura que
el Club de Profesionales, cuya culata apabulló aún más la casa.
En los años ochenta, con la muerte de Federico Barrientos, el
último miembro de la familia que habitó la casa, y el proceso
de sucesión, la casa entró en un deterioro notable por los usos
inadecuados a que se le sometió –por ejemplo, venta de
mercados populares-, por el saqueo y el vandalismo;
desaparecieron así apliques, decoraciones, lámparas, vidrios de
puertas y ventanas, y un largo etcétera que, sin embargo, no
hicieron perder el encanto y, por el contrario, aumentaron el
misterio de esta vieja casona.
52
LA CASA POSADA BARRIENTOS
EN LOS DOCUMENTOS NOTARIALES
El punto de partida obligado para una indagación sobre esta
casa, como es obvio, es la compra por parte de la familia
Barrientos. El primer dato que
aparece consignado en los registros
de las entidades administrativas y/o
legales de la ciudad sobre la ruta
histórica es el número de la
escritura de 2.951 del 14 de
diciembre de 1.925. Efectivamente y
como el imaginario social ha dictado
y aceptado por décadas, la “Casa
Barrientos” hizo parte de los
bienes de la familia de este apellido.
Pero la compra y posesión de parte
de ésta familia es apenas una parte
de la historia de la casa en el siglo
XX. A partir del registro notarial de
1925 se abre una puerta al pasado,
mediante el cual se puede seguir la
huella de sucesivas compras y
ventas de este inmueble, que se
remontan a los años setenta del
siglo XIX, una fecha más lejana de
lo que se pensaba en términos históricos sobre la casa.
Primera página de la escritura 2.951, por la cual los Barriendo Uribe compraron la casa en
1925. A.H.A.
53
Entrega en sucesión: Ventas de particulares:
Núcleo Familiar Barrientos Uribe:
54
La familia Barrientos compró la casa en colectivo, como un
patrimonio familiar. Cinco hermanos a saber: Miguel, Federico,
Juan Carlos, Emilia e Isabel Barrientos Uribe, la adquirieron por
partes iguales el año de 1.925. La compraron al señor
Bernardo Álvarez G. por un valor de treinta mil ciento cinco
pesos oro, recibiendo por este valor según la escritura 2951:
Una casa de tapia y
tejas, con su
correspondiente
solar y demás
mejoras y
anexidades, entre
las cuales cuenta
paja y media de
agua de la llamada
del distrito de
diámetro diez
líneas; una
instalación eléctrica
de diez focos, con
contador propio y
sus acueductos de entrada y salida de
agua, inmueble situado en esta ciudad,
en la avenida izquierda de la Quebrada
“Santa Elena”
Firma de los cinco hermanos Barrientos, en la escritura 2.951 de 1925, mediante la cual compraron la casa a
Bernardo Álvarez. A.H.A.
55
En el año de 1.925, de acuerdo con el documento de
compraventa, la casa contaba con un lote de terreno adjunto
con el que se seguía manteniendo la estructura original del
terreno sobre el que se planteó en su momento la construcción
de una casa exenta sin paramentos y rodeada de vegetación, a
la usanza de la época sobre la Quebrada Santa Elena y su
famoso paseo.
Pero, anterior a los Barrientos Uribe, se sucedieron varias
familias. Remontando a 1919, y entre ese año y la fecha de la
compra por los Barrientos, la casa fue motivo de sucesivas
negociaciones haciendo parte de un intrincado nudo de
negociaciones, en el que muchos apoderados son poseedores
de pequeños derechos legales sobre la propiedad. La escritura
1.815 de agosto 12 de 1.925 menciona además de la posesión
de un derecho sobre el inmueble por parte del Banco de Sucre
S.A, que en ese momento se encontraba en liquidación, un
número considerado de accionistas o participantes sobre el
derecho de propiedad del inmueble.
a) Tomás Uribe W., varón, mayor de edad y vecino de
este municipio, obrando en su carácter de liquidador
sustituto del Banco de Sucre, Sociedad Anónima de este
domicilio, hoy en liquidación.....b) Jorge Escobar Ch. ...
procediendo en su carácter de liquidador de Vásquez
Correa & Cía, Sociedad Regular....c) Joaquín Cano...
socio gestor de “J Cano & Cía...d) Germán
Olano...apoderado general de Ricardo Olano...e) Jesús
M. López V... obrando en su condición de apoderado de
56
los acreedores de José María y Jorge Uribe A; f) Gonzalo
Mejía, obrando en su propio nombre; y g) Obdulia
Gaviria de Uribe... [Figuran muchos otros, hijos de esta
última señora y herederos de Lisandro María Uribe].
En la escritura 1815, los anteriores poseedores vendieron la
casa a Bernardo Álvarez G., que reunificó los derechos de la
propiedad bajo un único derecho, luego de que esta se hubiera
convertido prácticamente en un bien de remate en el que dicho
inmueble representaba solo un valor de flujo comercial, hecho
seguramente ocasionado por la liquidación del Banco de Sucre
S.A (propiedad de los hijos de Lisandro María Uribe) y otras
firmas comerciales, en estos años de crisis económica en la
ciudad.
La casa llegó a ser propiedad del variado grupo que le vendió a
Bernardo Álvarez por la venta que hiciera de ella el señor
Maximiliano Correa J., el 23 de noviembre de 1.925 en la
escritura 2.159 consignada en la Notaría 1ª del Circuito de
Medellín. En esta fecha la casa llevaba en manos del señor
Correa seis años, luego de haberla comprado a Antonio J.
Gutiérrez en 1.919.
Antes de la venta de 1919 por el señor Gutiérrez, tres de los
costados circundantes de la propiedad le pertenecían al mismo
señor Gutiérrez, luego de compras sucesivas que hubo de
hacer a los vecinos que desde el siglo XIX tenían las
propiedades, las que debieron ser efectuadas durante poco más
de tres decenios en las que la casa permaneció en poder de
57
éste. Para 1.919 la casa solo contaba con dos vecinos: por el
frente o norte con propiedad de Heliodoro Arango P., y por el
occidente con la propiedad de Isaac Restrepo P.
Los que pudiéramos decir que fueron los vecinos originales del
predio, aparecen nombrados en la escritura 387 del 22 de
marzo de 1.888 en la que el señor Antonio J. Gutiérrez compró
la propiedad a Víctor Arango y a sus hijos, como herederos de
la señora Dolores Posada de Arango, esposa y madre
respectivamente de los anteriores.
Los colindantes de la propiedad figuran de esta manera en el
año de 1.888:
“Por el frente o norte, con la expresada avenida
[Avenida Izquierda de la quebrada Santa Elena, hoy
Avenida La Playa] por el costado de arriba ú oriente,
con fincas de la señora Helena Vásquez de Gutiérrez, y
Natalio Arango, por el centro o Sur, con propiedad del
Señor Joaquín Posada Jaramillo, y por el otro costado ú
occidente con finca de la señora Clotilde Tirado de
García.”
De esta descripción de linderos y cruzando datos con las
escrituras anteriores se podría deducir que el señor Gutiérrez,
comprador en ese momento de la casa, era un posible heredero
de la propiedad de la señora Helena Vásquez de Gutiérrez
colindante por el oriente, y que además, en los años
posteriores a la compra de la casa fue adquiriendo los terrenos
58
de la señora Clotilde Tirado de García, del señor Joaquín
Posada Jaramillo y de su hija Sara Posada, representada por su
padre para vender su derecho, como consta en la escritura 387
de 1.888.
La descripción de la casa y anexos negociados en dicha
escritura de 1888 figuran así:
“Una casa de tapias y tejas, con su correspondiente
solar, situada en esta ciudad, en la avenida izquierda de
la Quebrada “Santa Helena”, y comprendida dentro de
estos linderos... La finca vendida queda con la
servidumbre de recibir las aguas lluvias de la finca de la
Señora Vásquez de Gutiérrez; y con las del acueducto a
su favor para el desagüe del agua que viene al surtidor
del patio del frente, que atraviesa el patio de la casa
colindante al occidente para ir al surtidor de la otra casa
que sigue en la misma dirección. Es condición de la
venta no poder quitar ni ensuciar el agua que viene del
surtidor del patio de enfrente de la casa, pues los
vendedores se reservan el derecho de hacer uso de esa
agua en el surtidor que se encuentra en el patio de
enfrente de la casa que habitan que es la que queda al
occidente de la Señora Clotilde Tirado de García – La
finca vendida tiene además la servidumbre pasiva de
recibir el agua viva que tiene la Señora Helena Vásquez
de Gutiérrez, en su casa colindante cuya agua pasando
por las comunes de ambas casas va a salir a la
quebrada principal (Santa Helena) –Todos los cercos
con excepción del que da a la calle son de medianía por
59
mitad entre los colindantes, menos en una parte en que
en el costado de occidente construyó un pretil el
otorgante Víctor Arango, y que es obligada a sostenerlo
hoy la señora Clotilde Tirado de García por ser dueña de
la casa donde esta construido dicho pretil. Es obligación
tanto de los vendedores como del comprador sostener
en buen estadio la cañería que conduce el agua para las
casas, desde donde se toma en el acueducto público,
hasta que llegue al surtidor de la casa vendida,
haciendo los gastos por mitad... En esta venta se
incluye además un lote de terreno, o sea la mitad del
solar de la casa quinta del señor Antonio J., que da
frente a la calle de Colombia, parte del solar o lote de
terreno que linda...”
Ahora bien, remitiéndonos a ese último documento encontrado
sobre la propiedad objeto de investigación, y coligiendo sus
datos con los nombres e informaciones paralelas en las demás
escrituras, podemos inferir que la familia Posada fue en un
momento no solo dueña del predio de la casa sino de terrenos
y bienes aledaños que conformaron antes de las sucesivas
divisiones por derechos de herencia, hijuelas y otras figuras
legales, un solo bloque de terreno que era parte del patrimonio
familiar.
Es en esta escritura de 1.888 donde la señora Dolores Posada
de Arango figura como propietaria del bien y trasmite por
causa de muerte la propiedad a sus hijos y a su esposo. Este
último con permiso legal otorgado por sus hijos hace negocios
60
con la propiedad y otros bienes que se encuentran registrados
en los libros de registro e instrumentos Públicos de la época.
La necesidad posterior al hallazgo de este documento es la
búsqueda de la causa mortuoria de Dolores Posada de Arango y
la consecución de la sucesión donde aparezcan los bienes
transferidos en herencia. Todo esto con la finalidad de
encontrar nuevos datos e informaciones que aclaren la génesis
de la casa.
Ahora bien, contando con la fecha de 1.888 último documento
hallado donde esta registrada la venta del inmueble, podemos
decir que la denominada “Casa Barrientos”, fue construida para
la familia Posada Jaramillo, antes de 1879, al menos en su
versión original, como se ha planteado en el aparte de la
arquitectura de la casa. El señor José Lorenzo Posada y Doña
Dolores Posada de Arango, fueron los primeros habitantes y
poseedores; una hija de estos, Dolores Posada Jaramillo, la
recibió en 1879 como herencia de su madre, y ésta la legó a
las cinco hijas que había tenido en su matrimonio con Víctor
Arango. De ahí que se halla denominado la casa como “Posada
Barrientos”, por ser aquellos los primeros poseedores y los
segundos por ser los propietarios en el siglo XX y ser los que
están en el imaginario de la ciudad como los dueños de la casa.
Ahora, los documentos muestran claramente que la casa
original fue construida mucho antes de la llegada a la ciudad
del arquitecto francés Charles Emilé Carré, a quien se le
61
atribuye el diseño y construcción de la casa. Como se podrá
observar, ya existía previamente una casa cuando el llegó a
mediados de 1889
Los títulos y documentos encontrados entre 1.888 y 1.925 no
hacen referencia a ninguna modificación del bien inmueble,
pero esto no descarta la remodelación que se hizo antes de
1895. Dicha intervención se debió ejecutar mientras estuvo en
posesión de la casa el señor Antonio J. Gutiérrez, lo que podría
incluir entre los probables ejecutores de la remodelación al
arquitecto Carré, pues estaba en la ciudad para el periodo 1889
– 1894; no obstante, el tipo de intervención, las características
materiales y formales, no lo hacen posible pues su obra se
ejecutó totalmente en ladrillo y el manejo que hizo del lenguaje
arquitectónico es muy lejano al ejecutado en esta casa, el cual
parece mas obra de maestros locales.
El olvido de que los miembros de la familia Posada fueron
quienes se hicieron cargo de la construcción de la casa nos
indica no sólo el sometimiento que el presente ha hecho para
recomponer el pasado sino también su tendencia a olvidarlo. La
hoy famosa y mal llamada “Casa Barrientos” no solo hace parte
de nuestros actuales mitos urbanos, con una historia
truculenta, sino que también una buena puerta para descubrir
las memorias perdidas de un Medellín que aun tiene secretos
para legos y profanos.
62
Genealogía familiar, genealogías urbanas
En la toponimia urbana de Medellín aun se encuentran vestigios
de la costumbre decimonónica de hacer memoria del lugar y
sus edificios a través de los apellidos de sus fundadores o
gestores. Es así como algunas de sus edificaciones más
representativas históricamente siguen atravesando las épocas
con el nombre y apellido de los que alguna vez fueron sus
habitantes o dueño. Edificios como los ahora populares Carré y
Vásquez, el Pasaje Sucre, el Palacio Amador, la Casa
Barrientos, el Edificio Moore, el edificio Olano, entre otras,
hicieron parte de una lista que era interminable en la primera
mitad del siglo XX.
Esta estrategia social de la memoria, de apariencia inocua en
su época, nos permite ver hoy ver la práctica colectiva de la
nominación del lugar como uno de los objetos de estudio
directo para la investigación urbana y arquitectónica; bajo esta
premisa un apellido es, no solo un objeto de memoria -
imaginaria o real-, sino también una puerta para la indagación
histórica. Del cruce de este objeto con el paisaje de sus
circunstancias urbanas, sociales, arquitectónicas, históricas y
políticas es que surge la posibilidad de reconstruir un panorama
general que arroje luces sobre algunos espacios e inmuebles
arquitectónicos que hoy recupera la ciudad en sus esfuerzos de
no perder imágenes y memorias de otras épocas. La necesidad
de recuperación y resignificación de estos espacios es a su vez
63
la resignificación del presente y el reconocimiento de que todo
presente esta hecho de “pasados”.
Siglo XX versus siglo XIX
Mientras que la historia urbana del siglo XX en Medellín ha sido
objeto permanente de varios estudios, la correspondiente del
siglo XIX presenta serias dificultades a la hora de ser
afrontada. Uno de los problemas tácitos para el abordaje del
siglo XIX es la escasez de fuentes objetivas que se relacionen
directamente con el espacio. El encuentro de gráficos, dibujos,
fotografías, grabados, planos y esquemas de la ciudad o de
alguna edificación se reduce drásticamente a medida que se
indagan las décadas anteriores a 1.890.
Las generalidades descriptivas de la ciudad no cubren ni se
detienen en las unidades que integran su conjunto, a parte de
las edificaciones representativas socialmente, solo las
excepciones llegan a ser mencionadas en la historia como
valores importantes de la vida urbana.
Esta dificultad ya mencionada de relacionar la historia urbana
del siglo XIX con el cotidiano social de una ciudad como
Medellín, proviene, además de la escasez de fuentes, de la
escasez de objetos arquitectónicos de este siglo en relación con
los habitantes comunes de la ciudad. Es de anotar que una
gran parte del valor que se ha depositado sobre algunas
edificaciones de este siglo –las que sobreviven- esta
64
determinada en gran parte por su antigüedad más que por la
relevancia o no que tuvieron en el contexto de su época. La
valoración del vestigio se constituye en un mecanismo para
recordar otros valores, algunos que inclusive el vestigio ya no
posee, ya por haber sido desprovisto de ellos o porque nunca
los tuvo. En este caso podríamos decir que un valor intrínseco
de nuestro objeto de estudio es ser relator de imágenes y
visiones de una Medellín no conocida.
Es claro que la “Casa Posada Barrientos” no era un objeto
arquitectónico único de la época. Algunas fotografías muestran
como la arquitectura doméstica que imperaba en la zona de la
Quebrada Santa Elena, tanto en quebrada arriba como en
quebrada abajo, conformaba un conjunto relativamente
homogéneo de casas quintas con arquitecturas palaciegas que
combinaban su emplazamiento geográfico en el centro urbano
de Medellín con la atmósfera bucólica que les proporcionaba la
quebrada a cielo abierto. Ese conjunto integraba
eclécticamente valores de la arquitectura de tapia de la región,
con imágenes de las arquitecturas europeas.
La ausencia de documentación planimétrica sobre la casa, su
concepción, diseño y construcción, obliga a complementar el
trabajo descriptivo que de la casa se ha hecho a del uso de las
genealogías y el estudio de títulos de la época, como un
recurso a mano para relacionar la casa con su contexto original
y para adjuntar a la investigación tres factores consecutivos en
la génesis urbana de Medellín: familia, casa, ciudad.
65
Casa y familia
Los Barrientos Uribe
La familia Barrientos Uribe, fue conformada por Don Alejandro
Uribe Fonnegra y Doña María Josefa Uribe Gaviria, de esa
unión nacieron cinco hijos: Miguel, Federico, Juan, Emilia y e
Isabel. Estos cinco hijos adquirieron la casa en el año de 1.925
y vivieron en ella hasta mediados de la década del ochenta,
cuando murió el último de ellos, Federico, no dejando
herederos y tampoco registros documentales o fotográficos
sobre la casa. Al no dejar herederos, luego de un proceso de
trece años, las
propiedades y acciones
que quedaron pasaron a
manos del Instituto
Colombiano de Bienestar
Familiar en 1996.
No es claro si los padres
de los Barrientos Uribe
habitaron la casa. La
compra de los Barrientos
Uribe en 1925 desestima
la afirmación que ellos contrataron al arquitecto Carré para el
diseño de la casa, como se afirma algunos documentos, ni
mucho menos el padre de ellos, como se afirma en otro
trabajo.
Federico Barrientos, el último de la zaga de los Barrientos Uribe. Foto cortesía del señor Abraham García
66
Los Correa
Los miembros de la familia de Maximiliano Correa son posibles
habitantes de la casa entre los años de 1.919 a 1.925, año en
que la casa entra en etapas sucesivas de compras y ventas. El
señor Correa entregó en su momento la casa al Banco de Sucre
en un negocio que cita además de la entrega del bien, la
liquidación de Vásquez y Correa que hace pensar en algún
vínculo familiar de este con dicha sociedad.
Los Gutiérrez Vásquez
Anterior al señor Correa es el señor Antonio J. Gutiérrez el
propietario de la casa por tres décadas, el señor Gutiérrez fue
poseedor de varios predios en la zona desde los años de 1.880
en adelante, no solo por posible heredero familiar de Elena
Vásquez de Gutiérrez, sino por compras encontradas de
terrenos aledaños a la Casa Posada Barrientos y también de
ésta a don Víctor Arango e hijos.
La mención de los anteriores nombres y apellidos son el inicio
de la genealogía familiar que es de verdadero interés para el
estudio y que da inicio al entendimiento del valor de la “Casa
Posada Barrientos” en el contexto actual de la ciudad y de la
historia urbana. Se puede verificar en la cronología de las
escrituras encontradas, los personajes de la vida comercial de
Medellín que tuvieron algún vínculo con este bien y las
relaciones de negocios entre ellos y/o sus familias. Que incluye
67
además de casas comerciales, entidades bancarias y familias,
urbanizadores, pensadores de la ciudad, y visionarios desde
entonces de la Medellín del siglo XX.
La familia Arango Posada
La familia Arango Posada se formó de la unión de Don Víctor
Arango Jaramillo y Doña Dolores Posada Jaramillo, de esta
unión nacieron cinco hijas a saber Emilia, Elisa, Buenaventura,
Maria Jesús, Mercedes y Matilde.
Estas cinco hijas heredaron la “Casa Posada Barrientos” por la
sucesión de su madre y autorizaron la venta del predio a su
padre con un poder conferido por ellas y sus respectivos
maridos en el año de 1.887.
Doña Dolores Posada
Para el encuentro del bien anterior a 1.887, año en que se
autoriza la venta a Antonio J. Gutiérrez, se necesitaba
encontrar la mortuoria de la señora Posada de Arango muerta
en diciembre del año 1.879. La sucesión no fue hallada en los
luego de revisar folio por folio los archivos de la Notaría 1ª ni
en la Notaría 2ª, en las fechas posteriores a la muerte de la
señora Posada de Arango.
Esta dificultad obligó a recurrir a las sucesiones de su esposo y
de sus hijas para hallar los demás bienes heredados por ellos y
68
establecer un contexto de propiedades y también de
transacciones comerciales, tanto alrededor de la casa
investigada como de las actividades familiares de los Arango
Posada alrededor de ellos. La herencia del predio de la “Casa
Posada Barrientos” era una parte de un sinnúmero de
propiedades que aparecen en el estudio de títulos. Luego de la
lectura de los protocolos y las escrituras encontrados en la
revisión, se puede inferir que la herencia legada por Doña
Dolores Posada de Arango a sus hijas provenía también por
herencia de su propios padres Don José Lorenzo Posada y
Doña Gertrudis Jaramillo.
Los Posada
En la genealogía de Gabriel Arango Mejía figuran como una
familia numerosa. El cruce de esta genealogía con los negocios
consignados en las notarías 1ª y 2ª en el decenio de 1.880 los
presenta como poseedores de varios globos de terreno en
Medellín, en sus fracciones aledañas y en otros distritos o
municipios. Los terrenos de Guayabal en la fracción de Belén,
El Poblado, también llamado El Aguacatal, el barrio de
Quebrada Arriba, las calles Junín, Cundinamarca, Palacé,
Pichincha, Girardot, etc., globos de terreno, casas y fincas en
Andes, Fredonia, Jericó, Girardota, Caldas, El Retiro y otros.
En la investigación se hallaron varios títulos que hacen
referencia a bienes ubicados en la Avenida Izquierda de la
quebrada Santa Elena en los que esta la propiedad de doña
69
Sara Posada vecina por el costado oriental de la “Casa Posada
Barrientos”. Sara Posada era sobrina de doña Dolores e hija
don Joaquín Posada Arango (ver testamento en el Folio 219 de
1.893 de la Notaria Primera)
También se encontró la referencia de una casa identificada en
la escritura 1.402 con el número 243 sobre la avenida
izquierda, este bien fue heredado por Mercedes Arango Posada
de su madre y hallado en la sucesión de sus bienes luego de su
muerte en 1.927.
Don Víctor Arango
El padre de los Posada Arango era hijo de Don Manuel Arango
Vélez y Doña Rafaela Jaramillo. Era un próspero comerciante,
prestamista, minero y negociador de bienes en la ciudad. Sus
movimientos comerciales se centraron en dos sociedades
conocidas: una con Natalio Arango, su sobrino, con quien
realizó infinidad de negocios inmobiliarios, y la otra como socio
y líder fundador de la firma comercial conocida como Víctor
Arango e hijos en la cual participaban activamente su familia,
hijos, nietos y yernos. La firma comercial Víctor Arango e
hijos, tuvo como gerente a Carlos E. Posada Arango (nieto),
hijo de Buenaventura Arango Posada e Ismael Posada.
70
SUCESIONES
Si bien la sucesión de la madre de los Posada Arango es la que
da cuenta del origen del título de la propiedad de la familia
Posada sobre la hoy llamada “Casa Barrientos”, es a través de
la sucesión de don Víctor Arango Jaramillo que se da luz sobre
la importancia de esta familia en la vida urbana, social y
comercial de Medellín.
Don Víctor muere el primero de agosto del año 1.907 en su
finca “El Bermejal” a la edad de 86 años y es enterrado en el
cementerio de San Pedro. En ese momento estaba casado en
segundas nupcias con Ana Rosa Londoño Posada, matrimonio
para el cual necesitó solicitar dispensas eclesiásticas por
vínculo familiar directo. Don Víctor realizó su testamento en el
año de 1902 cuando contaba con 81 años enumerando bienes
muebles e inmuebles, derechos sobre minas y también algún
listado desglosado sobre su ganado (al cual le tenía nombre).
Una copia de este testamento acompaña su sucesión en el libro
DESCENDENCIA DE DON VÍCTOR ARANGO
Hijas Esposos
Elisa Arango de Cock Alfredo Cock Pemberty
Maria Jesús Arango de Restrepo Eugenio Restrepo
Matilde Arango de Escobar Justino Escobar
Buenaventura Arango de Posada Ismael Posada (Primos Hnos.)
Mercedes Arango Soltera
Emilia Arango Soltera
71
de folios de octubre del año 1907, que comprende los fojas
1031 a 1110, de la Notaría 2ª.
Una vista rápida del listado de bienes consignados en el
testamento destaca los siguientes:
• La finca EL Bermejal con un valor
estimado en
1.200.000 pesos oro
• Los baños El Edén con un valor
estimado en
1.000.000 pesos oro
• Un solar en La Ladera que tenia de
vecinos a los herederos de Natalio
Arango su sobrino, con un valor
estimado en
20.000 pesos oro
• Una casa quinta de tapias en
Quebrada Arriba con un valor
estimado en
180.000 pesos oro
• Un solar en la calle de Estrada 60.000 pesos oro
• Una mediagua de tapias en la calle
de Estrada
25.00 pesos oro
El testamento hace descripción exhaustiva de los derechos
sobre diferentes minas en Girardota, Copacabana, Don Matías,
Pácora y otros municipios de Antioquia y el viejo Caldas, y
también de la posesión de tierras en “El Bermejal”, en la que se
incluye la extensión, enumeración de límites del predio y de los
predios vecinos colindantes y el nombre de sus dueños. Estos
terrenos fueron fundamentales para el desarrollo de la parte
nororiental de la ciudad, desde finales del siglo XIX, pues allí se
72
trazaron los barrios de Campo Valdés y Aranjuez. En las tierras
del Bermejal don Víctor poseía varios tejares donde se
producían ladrillos con fines de construcción en los proyectos
urbanos.
La historia de los barrios del nororiente y el noroccidente quedó
ligada a la descendencia de Víctor Arango Jaramillo, quienes
recibieron los bienes de esta herencia en el año de 1.919. Los
matrimonios y las relaciones familiares de las hijas Arango
Posada ligan nuevos panoramas alrededor de la historia urbana
de Medellín. El caso mas visible que permite comprender esa
nueva génesis urbana iniciando el siglo XX alrededor de la
posesión de tierras es el que se puede ligar a las acciones
emprendidas por miembros de la familia Cock, de donde
proviene Don Alfredo Cock Pemberty, hijo de William Cock y
Ana Pemberty, y padre de Víctor, Gabriel, Alfredo, Ana,
Dolores, Elisa, Juan de Dios y Julián Cock Arango, estudiados
por algunos investigadores en la conformación urbana del
noroccidente de la ciudad.
De las sucesiones de las hijas de Don Víctor Arango y de un
estudio detallado de los bienes y negocios que figuran en estas,
al igual que las sucesiones de sus esposos, se puede llegar a la
conclusión de que la mal llamada “Casa Barrientos” además de
ser un objeto de estudio sometido a recuperación
arquitectónica para ser integrado de nuevas maneras al tejido
de la ciudad, es también en la actualidad un objeto propicio
para la reconstrucción de una genealogía ya no de los
73
apellidos, sino de la historia misma de la formación de Medellín,
una genealogía urbana que precisa de otros siglos en la que
sus personajes, acontecimientos, barrios y construcciones van
tomando asiento en los aposentos de nuestra memoria.
74
UN TECHO DE ZINC QUE LE HACE SOMBRA A UNA
HISTORIA23. Crónica de una casa convertida en mito
Tratar de construir un relato coherente sobre un mito urbano
de Medellín es como meterse en una encrucijada. Los mitos
urbanos están en permanente cambio, se transforman, mutan,
y van dejando retazos de memoria, pedacitos de tela que
arman y desarman la colcha.
En la venta de frutas afuera de la casa por la avenida La Playa,
se puede ver mucho movimiento, por allí transitan miles de
personas diariamente, algunas caminan desprevenidas,
ninguna a la misma velocidad, todo se mueve rápidamente,
excepto ciertas personas que, como una llamada, sienten los
ecos de la casa Barrientos, paran, la miran y, a veces, hasta se
atreven a llamar al Celador. Desde este lado de la calle se
puede mirar como esta casona vieja, casi caída, se roba la
atención de algunos desde hace varios días.
Hablando con la gente ahí, afuera, con los taxistas, los
vendedores, y algunos transeúntes, aunque la casa les parece
singular, muchos de ellos no saben ni cómo se llama, ni por
qué se mantiene en pie. A las preguntas, responden con
mirada acuciosamente dudosa, ¿cómo? ¿Qué?, ¿de qué está
hablando? Eso sí, los que han oído hablar algo de ella, los
atrapa, ahí se quedan, esta historia, con tanto aire inverosímil,
23 Texto elaborado por Marta Salazar Jaramillo, Publicista, Estudiante de la Maestría en Hábitat, Escuela del Hábitat, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia sede Medellín.
75
y tantas palabras tan inciertas, permea los imaginarios
urbanos con relatos que se van recreando según en el punto
de vista del que lo narra.
La casa adentro
Desde las escaleras que descienden al antejardín se puede ver
mejor las personas que se acercan a la reja a mirar la casa.
Sus ojos la recorren de arriba hacia abajo. Los que van
acompañados intercambian palabras y finalmente siguen el
recorrido.
“Aquí no hay espantos” dice muy seguro don Orlando Vásquez,
uno de los responsables del cuidado de la casa por estos días,
yo nunca he escuchado nada. Una respuesta muy segura para
una de las historias que más se ha tejido alrededor de los
espantos, los fantasmas que habitan esta casa, que para los
que los han visto, escuchado o mejor sentido, se manifiestan
de muchas maneras: ruidos de copas y fiestas, “…espacios
generosos, entre los cuales el más destacado era el gran salón
del segundo piso, donde se realizaron concurridas reuniones de
la alta sociedad medellinense”24; objetos que se caen, con un
sonido brillante, como de morrocotas de oro, entre otros
sonidos. Por esta casa han pasado varios cuidanderos, uno de
ellos relata en una de las crónicas que se le han hecho a la
24 John Aristizabal, Alejandro Del Valle, Gabriel J, Gómez, Sergio Jaramillo y María Victoria Mesa “Charles Emile Carre (1863-1909)”, en Boletín Cultural y Bibliográfico núm. 34, Bogotá, Biblioteca Luis Ángel Arango, 1995. http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol34/charles.htm#CASA%20BARRIENTOS%20(1895-1900) .
76
casa, sobre estos ruidos que no lo dejaban dormir, que él de
ese cuarto a la entrada que sirve de control, no se movía.
Espantos que han traído también caza fortunas. Los ruidos
deben ser entierros, entierros de la plata, del oro, de las joyas
que tenían los Barrientos. Más de uno ha estado escarbando en
esta casa, tratando de buscar esa guaca que tiene a los
fantasmas inquietos. Cuentos de entierros a los que se les
achaca en parte el deterioro de la casa, manos que removieron
tierra, ladrillos, palos buscando el tesoro enterrado de la
familia.
Para otros más incrédulos, la historia de los fantasmas no los
trama mucho. Lo que los ha llevado a esta casa, es ese aire de
ruina, de deterioro, que le ha dado un halo de misterio, de
intriga, de miedo. A Fabio Gallego, estudiante de Comunicación
Social, las noches en qué le tomó las fotografías la casa le
producía algo, adrenalina, pero él cree que es más una
percepción, un sentir con este tipo de construcciones.
Indagando en esta historia, en la única parte donde se
encuentra más o menos unidad era en la plata que tenía la
familia Barrientos, ahí sí la mayoría de personas se pueden
poner de acuerdo, con el resto de asuntos los terrenos son
movedizos.
La familia Barrientos llegó a esta casa, en muchas fechas, para
unos llegó en 1895, para otros por los lados de 1910 y ahí las
77
fechas van cambiando dependiendo de la fuente. Aquí hay una
de las lagunas de información, como en la mayoría de asuntos
históricos de la ciudad. En la Guía de Patrimonio Arquitectónico
del Periódico El Mundo dice: “La casa de habitación de la
familia Barrientos, una de las más acaudaladas de la ciudad de
principios del siglo XX, fue diseñada por el francés Carlos E.
Carré para ser construida con materiales de inmejorable
calidad y finos adornos que fueron encargados del exterior. Allí
vivieron don Alejandro Barrientos Fonnegra, su esposa Josefa
Uribe Gaviria y sus cinco hijos. En la actualidad es única casa
quinta del siglo XIX que se conserva en la Avenida La Playa y
que, tras soportar el uso, el abuso, el abandono y años de
litigio, se prepara para ser restaurada”.
La fecha de construcción aparece en la mayoría de los casos en
1895, fecha que no correspondería a la estadía del arquitecto
francés en la ciudad, como tampoco su estilo arquitectónico
con las otras obras que el construyó en Medellín. En una
crónica de La Hoja de Medellín, el historiador Roberto Luis
Jaramillo, plantea que: “pudo haber sido construida por Juan
Lalinde o Felipe Crosti”. Por ahora no se pueden definir
claramente estos datos
Esta casa se vuelve historia y patrimonio en la ciudad, por ser
de las últimas que quedan de lo que fue el Paseo de La Playa,
no tanto por su arquitectura, ya que en este lugar estuvieron
construcciones mucho más majestuosas, esta vieja casona, es
78
entonces un signo en este momento de la ciudad por su valor
histórico.
La casa Barrientos no fue habitada solo por esta familia,
aunque en la mayoría de la literatura se diga que ellos
contrataron al arquitecto para hacerla. Las escrituras, como ya
se vio, hablan de varios habitantes, familias prestantes de la
ciudad que estuvieron primero viviendo en ella, como los
Arango, los Gutiérrez, unos cuantos días los Correa, ellos
también hacen parte de esta historia, también dejaron sus
huellas en este recinto, unas marcas que el peso de la familia
Barrientos borró por lo menos del imaginario mayoría de las
personas de Medellín.
Don Abraham García, enfermero que estuvo a cargo de tres de
los Barrientos en sus últimos días, entra, mira y recorre la casa
con mucha añoranza, la ve deteriorada y la nostalgia se le
dibuja en la cara, inicia su historia y los recuerdos parecen
cobrar vida.
La primera parada la hace en el primer patio, habla del árbol
que había allí, con pasos corticos y rápidos empieza a
deshilvanar la historia de los espacios, aquí era el comedor, al
lado un comedor chiquito para nosotros, continúa hacia al
fondo y se encuentra con el oratorio, habla de un segundo piso
que ya no existe, como una mansarda; sigue su recorrido
hasta la cocina, los cuartos de empleados y el patio trasero, allí
también se detiene y habla de unos brevos hermosos. Don
79
Abraham no sabe exactamente cuál fue su fecha de llegada a
esta casa, tampoco sabe cuántos años fueron, su relato es de
aproximadamente 12 años con los Barrientos, aunque el va
contando lo que se le viene a la mente, los silencios en algunos
casos se vuelven más elocuentes que las mismas palabras.
De las hijas se sabe poco, igual que de la muerte de los
padres. De lo poco que se sabe es que tenían profesor privado,
no las dejaban salir a ningún lado, ellas han estado invisibles
en esta historia, tanto que sus nombres se han cambiado, en
algunos textos se llaman Isabel y Emilia y en otros Alma y
Perla, estos últimos, dos nombres más novelescos más dignos
de la historia que de ellas y su familia se fraguó. “Sin
hermosura física, de cabello castaño oscuro, más bien baja y
obesa y de voz ronca, Isabel no tuvo amistades, posiblemente
porque era demasiado retraída y tímida al igual que su
hermana menor Emilia, a quien tampoco se le conocieron
amistades o novios. Era más bien como “mermadita”
ensimismada, callada y físicamente muy distinta de sus
hermanos”25. Este encierro parece que no fue tan voluntario,
no las dejaban visitar de nadie, sólo de algunas primas que
jugaban con ellas. De estas mujeres se sabe poco, algunos
dicen que terminaron locas en el Hospital Mental en Bello, pero
los relatos son nebulosos, inconclusos más difusos que los de
sus hermanos.
25 Martha Isabel Restrepo, “La historia detrás de las ruinas”, en Periódico De La Urbe, Medellín, junio de 2003, pág. 6.
80
Los Barrientos llegaron a esta casa, después de dejar la suya
en el Parque de Berrío donde hoy queda el Banco de la
República, de este lugar pasaron a La Playa cuando todavía era
un Paseo con la quebrada Santa Elena incluida. Esta familia fue
muy importante en la ciudad en el siglo XIX y comienzos del
XX, su papá ocupó diferentes cargos públicos, pero la historia
se fue desvaneciendo y la familia se fue desapareciendo,
perdiendo importancia en la historia de la aristocracia de la
ciudad.
La historia, como buen mito, se divide entre los que aseguran
que ellos vivían entre lujos importados de Europa y los que
dicen que eran austeros y hasta amarrados. Esta última
creencia parece tener más consenso entre los que los
conocieron.
Según las historias los “barrientones”, como les decían,
hicieron un pacto de soltería, se prometieron a ellos mismos no
casarse con nadie, no prolongar su especie y aparentemente lo
lograron, aunque después de su muerte aparecieron varios
hijos que reclamaban su herencia.
Don Abraham sigue con su recorrido, y cuando llega al cuarto
nos habla del primer Barrientos que tuvo que cuidar, Miguel,
un hombre grande y acuerpado, que había sufrido un derrame
cerebral. Cuando él llegó, iba a estar apenas quince días, que
era lo que los médicos habían dicho que duraría, pero duró
81
cuatro años más, se murió de una bronquitis, según él, y no de
una enfermedad de la próstata como se ha dicho.
Don Miguel, trabajó en Francia, allá supuestamente dejó un
hijo que nunca apareció aunque don Abraham lo estuvo
buscando. Miguel o “miguelón” como también se le conocía,
era el mayor de la familia, según los relatos el más jovial pero
también era el más extraño. Cuando don Abraham llegó,
Miguel llevaba siete años con unas medias puestas que se le
habían adherido a la piel, él con mucho cuidado se las quitó y
le protegió sus pies con una mallita de alambre. Al parecer él
visitaba con frecuencia el Club Unión, en las historias dicen que
leía las cartas a las personas y por eso y otras prácticas
esotéricas se habían ganado el desamor de los habitantes del
Palacio Arzobispal y dicen por ahí que hasta la excomunión.
Un día en el Club Unión: “…un familiar de Ospina Pérez
celebraba la presidencia que acababan de obtener: “!en
nuestra familia cada 25 años tenemos un presidente!” a lo que
Miguel contestó: “en cambio, en nuestra familia cada vez que
hay un bastardo es presidente”, aludiendo al cercano
parentesco que tenían con Marco Fidel Suárez”26.
Alrededor de este personaje también se han tejido muchas
historias en relación con la familia Barrientos, unos hablan que
éste fue concebido en la poceta de atrás de la casa, otros por
26 “La casa de los Barrientos. La última de las casaquintas de La Playa, una mansión llena misterios, se desmorona poco o poco”, en Revista La Hoja. Medellín, abril de 1994, pág. 50.
82
el contrario dicen que ese es un parentesco inventado, porque
son dos familias distintas y otros que dicen que son primos
hermanos.
Los tres hermanos Barrientos iban mucho a la finca en Bello,
allí pasaban mucha parte de su tiempo y después de vender
ésta por $250.000.000 al Instituto de Crédito Territorial,
visitaban la que les quedó en San Cristóbal, allá como que
pasaban muchos de sus días.
Para don Abraham, ellos eran buenas personas; él se fue
ganando la confianza, siempre lo trataron muy bien. Relato
que coincide con la historia de don Gildardo, hijo de don
Alonso, un mecánico de Bello, que les hacía favores, muy bien
remunerados por los Barrientos: “mi papá, no los hacía
esperar, cuando ellos llegaban el dejaba lo que estuviera
haciendo”, porque sabía que eso era platica, “esos señores
eran muy amables, respetuosos”.
Después de la muerte de Miguel sus hermanos quemaron
muchos papeles, ellos mismos, no dejaron que nadie les
ayudara, Juan y Federico no querían que de ellos se supiera
nada, relata don Abraham. La casa se fue quedando sola,
vivíamos con una dentrodera y una cocinera que cambiaban a
menudo, me tocaron muchas.
Juan Crisóstomo y Federico también eran profesionales pero
decidieron llevar una vida silenciosa y encerrada
83
aparentemente. A la casa no entraba casi nadie, según don
Abraham el apellido, como se ha especulado no importaba, a la
casa entraban pocos, muy pocos amigos, ellos no le hablaban
a la gente sino cuando la conocían mucho de resto no le
dirigían la palabra.
La vida cotidiana de ellos era muy simple, se levantaban, leían
el periódico, miraban las noticias y ya, así se les iban los días,
por eso también se leen relatos de ellos en donde los catalogan
de holgazanes. Tendrían que hablar las paredes para saber a
ciencia cierta qué fue lo que allí pasó, qué los hizo ser de esa
manera.
Otra de sus rutinas era a veces ir a misa a la parroquia San
José, pero en la casa como que no se escuchaban rezos. De
vez en cuando bajaban a la Candelaria, porque les quedaba
más lejos.
Juan, para don Abraham era un ser encantador, le contaba que
su mamá se sentaba en el zaguán todos los sábados a
repartirle monedas a los pobres que bajaban por el Paseo, una
costumbre que el quiso replicar cuando se iban a recorrer los
pueblos de Antioquia en un Jeep viejo pero bien tenido. En
esos viajes, les daban plata a las iglesias y a los pobres.
“Cuando llegábamos a los pueblos, se preguntaba cuál era el
mejor lugar para estar y allí nos quedábamos”. Federico no
estaba muy de acuerdo con el despilfarro de Juan, pero éste
sostenía que era mejor repartirla como ellos quisieran, porque
84
igual no sabían a quien se la iban a dejar y cómo se la iban a
gastar.
Juan era el menor, y se murió de un paro cardíaco que le
empezó en San Cristóbal. Ellos eran enemigos de las clínicas y
las drogas, entonces a don Abraham le tocó cuidarlo en la
casa, se murió en el baño, un día mientras el almorzaba. Sobre
su muerte también se ha tendido el halo de la sospecha.
Quizás la historia más famosa y conocida de esta familia, fue la
petición de la clínica Soma para comprarles el terreno para
hacer un parqueadero, la supuesta respuesta de los Barrientos,
fue que mejor ellos compraban la clínica para hacer el
parqueadero de su casa, con una menudita o con una alcancía
que tenían.
Finalmente quedó solo Federico, quizás el más huraño de los
tres, el ya estaba muy enfermo, sufría mucho con los cayos de
los pies, casi no caminaba, se fue mejorando y un día se cayó
por las escaleras, pocos meses después de la muerte de Juan.
Según el relato de don Abraham fue en las escalinatas de la
entrada, pero otras historias hablan que fue de las escalera
que tienen forma de caracol que llevaban al segundo piso.
Sobre esta muerte también se han narrado historias diversas,
si fue una caída inducida o no. Lo cierto es que a los pocos días
de este golpe se murió.
85
Estos señores grandes y acuerpados, solteros, con tanto dinero
y en esa época. Eran como un desperdicio, por eso las
habladurías de la gente tampoco se detuvieron para tacharlos
de “maricas”. Su aire huraño y sus vestidos raídos y sucios
debieron ser el espanto para las mujeres de la aristocracia
paisa. Claro que siempre para esta historia está la
contrapropuesta que habla de señores muy elegantes, muy
bien vestidos, que vivían entre los lujos que importaban de
Europa, que sólo se relacionaban con alta alcurnia de Medellín.
¿Cuál de las dos versiones será la verdad?
Por los adornos y los papeles de colgadura de los que todavía
quedan rezagos en la casa, parece haber sido muy lujosa y
ostentosa. Situación contradictoria con todo lo que se ha dicho
de esta familia conocida como avara, es allí donde no se sabe
quienes fueron los que realmente decoraron la casa, de esa
manera, una historia es que las hermanas, porque ellas si se
mantenían al tanto con la moda u otra puede ser que fueron
las familias anteriores de las que allí habitaron. “La vivienda,
con 730 metros cuadrados en el primer nivel y 191 en el
segundo, estaba decorada con el verdadero toque del
continente europeo: lámparas de cristal bacarat, cortinas de
raso, diseños en madera tallada, y coloridos vitrales. El interior
corresponde a la arquitectura tradicional antioqueña con patio
central, zaguán y cómodos corredores, sótano, buhardilla y
balcones”27. Una casa inmensa de la que no se tienen por el
27 Terra.com Espacios. Los tesoros del centro. http://www.terra.com.co/proyectos/espaciosmedellin/interiores/centro/patrimonio.htm
86
momento memorias fotográficas para saber como vivían los
Barrientos.
Después de la muerte de la familia Barrientos sin herederos, la
historia se volvió compleja, y llena de matices, todo empieza
cuando algunos familiares dicen que el Albacea Jairo Zapata
tuvo casi secuestrados a Juan y Federico, no los dejaban visitar
de nadie, algunos tenían contacto con ellos pero muy distante
afirma Lia Posada en la entrevista que le dio a la periodista de
La Urbe.
A la apertura del testamento asistió el primo Alfonso Uribe
Melguizo, quién según sus conocimientos se percató de vicios
de nulidad, al ser los testigos a la vez herederos y por lo tanto
demandó el testamento, para que fuera declarado nulo, 17
años después se adjudicó el testamento al ICBF.
Las historias dicen que los Barrientos dejaron su herencia a los
gatos, no se sabe a cuáles porque en la casa aparentemente
solo vivía una perrita, pero en unos personajes tan excéntricos
esta también puede ser una verdad.
Los familiares hablan de las joyas, los lingotes y monedas de
oro, la caja fuerte, los muebles lujosísimos que adornaban la
casa, todo esto si existía se desvaneció. Un camión en una
noche parece el culpable de habérselos llevado, no se sabe
para dónde o si realmente ocurrió. Hay quienes dicen que
fueron a parar a un motel por la autopista.
87
Los bienes declarados “mostrencos” parecen haber sido como
tal para el contador, de quién se rumora que aunque recibió
mucho tiempo utilidades de las acciones de los Barrientos, su
situación económica no es muy buena, su paradero es otro de
los misterios de esta casa.
Durante muchos años, la casa estuvo en el limbo, mientras
tanto se desarrollaron ventas de electrodomésticos, un
mercado popular y hasta se guardaron carretillas y carritos de
los venteros ambulantes del sector.
La incertidumbre, la duda y las historias recrean la vida de esta
casa, patrimonio por azar de una ciudad en la que la memoria
a veces pesa.
88
SITIOS DE CONSULTA
• Archivo Histórico de Antioquia A.H.A.
• Archivo Histórico de Medellín A.H.M.
• Biblioteca Pública Piloto de Medellín B.P.P.
-Archivo Fotográfico y Sala Antioquia
• Biblioteca Universidad de Antioquia
–Sala Patrimonial y Sala Antioquia-
• Instituto Colombiano de Bienestar Familiar –I.C.B.F.-
-Oficina Jurídica-
• Notaria 4ª de Medellín
FOTOGRAFÍAS
• Archivo Fotográfico Biblioteca Piloto
• Fabio Gallego
• Foto Pérez
• Mauricio Carmona R,
-Serie “Arquitecturas leves Casa Barrientos”-
• Sergio López –Fundación Ferrocarril de Antioquia-
• Reproducciones de libros citados a pié de foto.
FUENTES CONSULTADAS
Periódicos y Revistas
Boletín del Comercio, Medellín, 1877
89
Periódico De La Urbe, Medellín, 2003
Periódico El Progreso, Medellín, 1893
Periódico La Correspondencia, Medellín, 1893
Revista Antioquia por María, Medellín, 1922.
Revista Colombia Ilustrada, Bogotá, 188
Revista Ilustrada, Bogotá, 1898
Revista La Hoja. Medellín, 1994.
Bibliografía
Álbum de Medellín en 1956, S.c., S.e., S.f.
Aristizabal, John, Alejandro Del Valle, Gabriel J, Gómez, Sergio
Jaramillo y María Victoria Mesa “Charles Emile Carre
(1863-1909)”, en Boletín Cultural y Bibliográfico núm.
34, Bogotá, Biblioteca Luis Ángel Arango, 1995.
Bernal Nicholls, Alberto, Miscelánea sobre la historia los usos y
las costumbres de Medellín, Medellín, Universidad de
Antioquia Dirección Académica y de Extensión Cultural,
mayo de 1980.
Brisson, Jorge, Viajes por Colombia en los años de 1891 a
1897, Bogotá, Imprenta Nacional, 1899.
Celebración del 2º Centenario de la Fundación de la Villa de
Medellín, Medellín, Imprenta del Estado, 1875.
90
D’Espagnat, Pierre, Recuerdos de la Nueva Granada, Bogotá,
Biblioteca Popular de la Cultura Colombiana Viajes –
Volumen III, Editorial A B C, 1942.
El Concejo de Medellín protagonista del desarrollo de la capital
antioqueña 1900 - 1999, Medellín, Concejo de Medellín,
2000.
García, Hermes, En la Tierra de Robledo, Caracas, Empresa El
Cojo, 1908
González Escobar, Luis Fernando, Medellín Arquitectura y
Ciudad 1870 – 1932 Los orígenes y la transición a la
modernidad, tomo II, maestros, arquitectos y
arquitectura, Medellín, Fundación para el avance de la
Ciencia y la Tecnología Banco de la República,
2001/2006
La Ciudad 1675 – 1925 Medellín en el 5º Cincuentenario de su
fundación, Medellín, Tipografía Bedout, 1925.
Sociedad de Mejoras Públicas, Medellín el 20 de julio de 1910,
S.M.P.
Uribe Ángel, Manuel, Geografía General de Estado de Antioquia
en Colombia –edición crítica a cargo de Roberto Luis
Jaramillo-, Medellín, Ediciones Autores Antioqueños
volumen 11, (1885) 1985.
91
ANEXO 1
CRONOLOGÍA DE LA “CASA POSADA - BARRIENTOS” Nº Año ACCIÓN DESCRIPCIÓN
2006
Estudios Preliminares de Restauración Integral
El Municipio de Medellín, por intermedio de la Secretaría de Cultura Ciudadana, encargó a la Fundación Ferrocarril de Antioquia, para la realización de los estudios preliminares para la restauración integral de la Casa Barrientos, los estudios de adecuación arquitectónica de la edificación para el futuro funcionamiento de la sede de la Casa de la Lectura y las gestiones preliminares para su restauración.
873 2005 Nov 18
Permuta entre el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Municipio de Medellín, en la Notaría 24
El ICBF le entregó al Municipio de Medellín la Casa Barrientos –Calle 51 núm. 45-57-, con el lote posterior, junto a otro lote ubicado en la carrera 95 del barrio de La América y a cambio recibió un inmueble en la calle 65 C núm. 91-490 (con un área construida de 781 metros cuadrados y un área del lote de 85.531,27 metros cuadrados). El Municipio entró en posesión de la casa el 21 de diciembre de 2005.
1996 Ag. 12
Adjudicación por sucesión al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar ICBF, Juzgado 6 de Familia, como “único heredero abintestado”
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar recibió la Casa Barrientos “por adjudicación en sucesión”, por el Juzgado 6 de familia de Medellín, mediante la sentencia 737 del 12 de agosto de 1996, por esta misma sentencia recibió el lote posterior. El lote de la casa con un área de 1295 metros cuadrados, teniendo como linderos: “por el frente o norte, con la calle 51 o Avenida Izquierda; por el costado de arriba u oriente, con propiedad que fue de Natalio Arango, luego edificio Peña, y con propiedad que fue de Sara Posada, hoy edificio Médico, y con predio de Silvia Jaramillo de Restrepo; y por el occidente , con faja de terreno que en permuta se enajenó a inversiones SOMA S.A.- este predio se identifica con a Matrícula Inmobiliaria No. 01N-5123030 y su avalúo comercial es de mil ciento cuarenta y cinco millones quinientos treinta y cinco mil cuatrocientos veintitrés pesos m.l. ($ 1.145.535.423)”. Además recibió una finca en San Cristóbal, un local en la Galería San Vicente del Cementerio de San Pedro y acciones en la Compañía Colombiana de Tabaco, Banco Comercial Antioqueño, Bavaria, Banco de Colombia, Cementos Argos, Grulla, Sidelpa, Tejicondor y Colseguros.Ya se ahbían vendido acciones al señor Jairo Antonio Zapata en Fabricato, Cadenalco, Proleche, Imusa, Cine Colombia, Coltejer, Inversiones Aliadas y Comunidad Ley.
1983 Ene. 17
Juzgado Décimo Tercero Civil del Circuito de Medellín
Por la muerte de Federico Barrientos Uribe se abrió una sucesión mediante un auto, con el fin de presentarse los que consideraran tener derechos a la misma.
959 1982 Compra de Federico Barrientos Federico Barrientos compró la mitad del derecho de la
92
Jul. 30
en la Notaría 4ª. casa que poseía la sociedad Zapata Hermanos Colocadores de Seguros Limitada, con lo que el último de los Barrientos Uribe adquiere la totalidad de la casa.
5980 1981 Dic. 30
Compra de Zapata Hermanos, Notaría 5ª.
la sociedad Zapata Hermanos Colocadores de Seguros Limitada le compró a Juan Barrientos Uribe la mitad del derecho que este tenía sobre la casa
610 1979 Nov. 30
Compra de Juan y Federico Barrientos en la Notaría 13
Juan y Federico, le compraron el derecho que había adquirido el año de 1978 el señor Miguel López, por lo cual los hermanos quedan con de a mitad de la casa.
1383 1978 Jul. 27
Compra de Miguel López Hurtado, Notaria 12.
Miguel López Hurtado le compró a Miguel Barrientos Uribe, una tercera parte de los derechos de la casa.
1971 Oct. 1
Adjudicación por sucesión, Juzgado 6 Civil del Circuito de Medellín
El Juzgado 6 Civil adjudicó por sucesión una cuarta parte de la casa por la muerte de Emilia, siendo distribuida entre los tres hermanos varones: Juan C., Miguel y Federico. Esta adjudicación fue registrada el 5 de noviembre de 1971.
1965 Dic. 11
Adjudicación por sucesión, Juzgado 12 Civil del Circuito de Medellín
Por la muerte de Isabel Barrientos Uribe, se adjudicó por sucesión una quinta parte de la casa, en beneficio de los cuatro hermanos: Emilia, Juan C., Miguel y Federico. La sucesión fue registrada el 15 de febrero de 1966.
2951 1.925 Dic 14
Venta de Bernardo Álvarez G. a Miguel Barrientos U. Federico Barrientos U. Juan Barrientos U. Emilia Barrientos U. E Isabel Barrientos U.
Negocio efectuado en la Notaría 2a ante Clímaco Ramos: Una casa de tapia y tejas, con su correspondiente solar y demás mejoras y anexidades, entre las cuales cuenta paja y media de agua de la llamada del distrito de diámetro diez líneas; una instalación eléctrica de diez focos, con contador propio y sus acueductos de entrada y salida de agua, inmueble situado en esta ciudad, en la avenida izquierda de la Quebrada “Santa Elena”...[ y] Un lote de terreno contiguo a la propiedad...
1815 1.925 Ago 12
Negocio efectuado en la Notaria 4a ante Félix Betancur, donde Bernardo Álvarez G., compra la propiedad al Banco de Sucre S.A y otros
Comparecieron los señores a) Tomás Uribe W., varón, mayor de edad y vecino de este municipio, obrando en su carácter de liquidador sustituto del Banco de Sucre, Sociedad Anónima de este domicilio, hoy en liquidación.....b) Jorge Escobar Ch. ... procediendo en su carácter de liquidador de Vásquez Correa & Cía., Sociedad Regular....c) Joaquín Cano... socio gestor de “J Cano & Cía...d) Germán Olano...apoderado general de Ricardo Olano...e) Jesús M. López V... obrando en su condición de apoderado de los acreedores de José María y Jorge Uribe A; f) Gonzalo Mejía, obrando en su propio nombre; y g) Obdulia Gaviria de Uribe...procediendo en su propio nombre, como adjudicataria que fue de una cuota parte del inmueble....(figura un largo listado de hijos y descendientes de esta señora y su esposo Lisandro Maria Uribe con títulos y derechos sobre la propiedad)...
2159 1.921 Nov 23
Negocio efectuado en la Notaria 1a ante Zacarias Cock B. Los compradores adquieren la casa sin modificaciones en la descripción de la escritura anterior.
Venta de Maximiliano Correa J. a Banco de Sucre” Sociedad Anónima de este domicilio, Hijos de Lisandro Uribe y Cía. , en liquidación Sociedad Comercial de este domicilio; Vásquez Correas y Cía. Sociedad Comercial de este domicilio, “J. Cano y Cía.” Sociedad Comanditaria domiciliada en Medellín, y a Ricardo Olano Gonzalo Mejía y Jesús M. López V., en representación este último de los acreedores de José María Uribe H.
93
1368 1.919 Jun30
Negocio efectuado en la Notaria 1a ante Zacarias Cock B.
Venta de Antonio J. Gutiérrez a Maximiliano Correa J.
387 1.888 Mar 22
Venta de Víctor y María de Jesús Arango en representación de Maria del Carmen Arango (llamada Elisa), y como apoderado de las señoras Buenaventura, Matilde, Mercedes y Emilia Arango a Antonio J. Gutiérrez
Negocio efectuado en la Notaria 2a ante Pedro Faciolince, Una casa de tapias y tejas, con su correspondiente solar, situada en esta ciudad, en la avenida izquierda de la Quebrada “Santa Helena”, y comprendida dentro de estos linderos: “Por el frente o norte, con la expresada avenida; por el costado de arriba ú oriente, con fincas de la señora Helena Vásquez de Gutiérrez, y Natalio Arango, por el centro o Sur, con propiedad del Señor Joaquín Posada Jaramillo, y por el otro costado ú occidente con finca de la señora Clotilde Tirado de García – La finca vendida queda con la servidumbre de recibir las aguas lluvias de la finca de la Señora Vásquez de Gutiérrez ; y con las del acueducto a su favor para el desagüe del agua que viene al surtidor del patio del frente, que atraviesa el patio de la casa colindante al occidente para ir al surtidor de la otra casa que sigue en la misma dirección. Es condición de la venta no poder quitar ni ensuciar el agua que viene del surtidor del patio de enfrente de la casa, pues los vendedores se reservan el derecho de hacer uso de esa agua en el surtidor que se encuentra en el patio de enfrente de la casa que habitan que es la que queda al occidente de la Señora Clotilde Tirado de García – La finca vendida tiene además la servidumbre pasiva de recibir el agua viva que tiene la Señora Helena Vásquez de Gutiérrez, en su casa colindante cuya agua pasando por las comunes de ambas casas va a salir a la quebrada principal (Santa Helena) –Todos los cercos con excepción del que da a la calle son de medianía por mitad entre los colindantes, menos en una parte en que en el costado de occidente construyó un pretil el otorgante Víctor Arango, y que es obligada a sostenerlo hoy la señora Clotilde Tirado de García por ser dueña de la casa donde esta construido dicho pretil.
1879 Dic.
Sucesión a las hijas de Dolores Posada.
A la muerte de la señora Dolores Posada Jaramillo, quien recibió de su padre la casa, la lega a sus cinco hijas: Emilia, Elisa, Buenaventura, Maria Jesús, Mercedes y Matilde
¿? Construcción de la casa original por parte de José Lorenzo Posada, en una fecha no determinada.
94
Anexo 2
Notaría 2ª, Escritura 2951, diciembre 14 de 1.925,
Archivo Histórico de Antioquia
VENTA DE BERNARDO ALVAREZ G. A MIGUEL BARRIENTOS URIBE Y
OTROS
Número dos mil novecientos cincuenta y uno. En el Distrito de
Medellín, departamento de Antioquia, República de Colombia, a
catorce de diciembre de mil novecientos veinticinco, ante mí Clímaco
Ramos, Notario Segundo del Circuito de Medellín y los testigos
Francisco Hernández G. Y Eugenio Villa López, varones vecinos del
mismo Circuito, mayores de edad, buen crédito y sin causas de
impedimento, comparecieron el señor Bernardo Álvarez G, varón,
mayor de edad, a quien conozco, y dijo:
Primero. Que vende y transmite en posesión y propiedad a los
señores Miguel Barrientos U. Federico Barrientos U. Juan Barrientos
U. Emilia Barrientos U. E Isabel Barrientos U., varones los tres
primeros, mujeres solteras las dos ultimas, todos mayores de edad y
de este mismo vecindario, por iguales partes, los siguientes bienes:
a) Una casa de tapia y tejas, con su correspondiente solar y
demás mejoras y anexidades, entre las cuales cuenta paja y
media de agua de la llamada del distrito de diámetro diez
líneas; una instalación eléctrica de diez focos, con contador
propio y sus acueductos de entrada y salida de agua,
inmueble situado en esta ciudad, en la avenida izquierda de la
Quebrada “Santa Elena”, que linda: “Por el frente o norte, con
la expresada avenida; por le costado de arriba, o sea por el
95
oriente, con propiedad que era de la señora Elena Vásquez de
Gutiérrez, después de Pascual Gutiérrez, hoy de sus
herederos, y predio que era de Natalio Arango, después de
Heliodoro y Belisario Arango B, hoy herederos de Estanislao
Uribe Ruiz, y con propiedad de Antonio J. Gutiérrez; por el
centro o Sur, con propiedad que era de Sara Posada, hoy de
mismo señor Antonio J, Gutiérrez; y por el occidente con
solar del mismo señor Antonio J. Gutiérrez, solar que
pertenece a la casa quinta de este, que da frente a la calle de
Colombia, en parte hasta topar con el predio del señor Isaac
Restrepo P.; da una vuelta hacia le oriente, lindando con
propiedad de este ultimo, y, aquí, hacia el norte, en la otra
parte con predio del mismo señor Isaac Restrepo P.; y
b) Un lote de terreno contiguo a la propiedad que acaba de
alinearse, el cual esta unido por una puerta que linda: “Por el
norte con propiedad del señor Isaac Restrepo P.; por el
oriente con el predio alineado inmediatamente antes; y por le
sur y por el occidente con propiedad del señor Antonio J.
Gutiérrez.
Segundo. Que los inmuebles anteriores los hubo el otorgante por
compra al Banco de Sucre, en liquidación; Vásquez Garcías & Cía, J
Cano & Cia, Ricardo Olano, Jesús Mª López V. Gonzalo Mejía y a
hijos de Lisandro Mª Uribe y Cía y a sus representantes, según
escritura pública número mil ochocientos quince (1.815), de doce
(12) de agosto de mil novecientos veinticinco (1.925), otorgada
ante, el Notario cuarto, de este Circuito, registrada en la ofician
respectiva le día veinticinco (25) de agosto de este año (1925) en el
libro 1 impares, al foli0 55, con el número 1.469 que en copia
entrega a los compradores.
96
Tercero. Que de las propiedades de que se trata pesa un gravamen
hipotecario a favor de los vendedores a Álvarez G por la cantidad de
seis mil doscientos ocho pesos seis centavos oro ($6.208.06) por
capital e intereses liquidados hasta el primero (1) de Febrero de mil
novecientos veintiséis (1.926).
Cuarto. Que el precio en que vende y tramita los expresados
inmuebles es el de treinta mil ciento cinco pesos ($30.105) oro, de
los cuales declaras recibidos cinco mil ciento cinco pesos ($5.105) en
dinero efectivo y el resto, o sean veinticinco mil pesos ($25.000)
oro, que los compradores pagaran, como ellos mismo lo dirían más
adelante.
Quinto. Que desde hoy mismo hace entrega material a los
compradores de lo que por este acto los trasmite, con las acciones
consiguientes y con los usos, costumbres y servidumbres activas y
pasivas que legalmente tengan constituidas, o que consten en títulos
anteriores, haciendo especial mención de que el inmueble
determinado con la letra “A” tiene la servidumbre de aguas lluvias de
la casa que era de la señora Vásquez de Gutiérrez colindante al
oriente, en la forma que hoy esta constituido ese servicio , lo mismo
que la servidumbre pasiva que recibe el agua viva de las misma casa
que era de la señora Elena Vásquez de Gutiérrez, agua que pasando
por los excusados de ambas casas va a salir a la “Quebrada Santa
Elena” y a la quebrada “La Palencia”, pues para ambas quebradas
hay derecho de desagüe. Las paredes divisorias todas medianeras,
es decir, de por mitad entre los colindantes, menos en una parte del
costado occidental del edificio, en cuya parte opuesta existe un pretil
de piedra, construido por el antiguo poseedor, señor Víctor Arango,
pretil que debe ser sostenido por el señor Isaac Restrepo P.,
97
propietario actual de lo que era del señora Clotilde Tirado de García,
o por sus sucesores en esa propiedad. El agua potable de los
inmuebles viene por un acueducto que principia en la calle de
Ayacucho, sigue por la del Palo hasta llegar a la calle de Colombia,
baja por esta y entra a la propiedad vendida por predios del señor
Antonio J: Gutiérrez, servidumbre que existe desde hace mucho
tiempo a favor de la casa vendida y a cargo del predio que conserva
le señor Gutiérrez en la calle de Colombia que colinda con la casa
que aquí se vende.
Sexto. Que la colindante no tiene vendidos ni comprometidos a otro
los expresados inmuebles, los cuales están libres de todo censo,
embargo judicial, por causa de demanda civil, de anticresis y demás
convicciones resolutorias y que en cuanto hipoteca existe el
gravamen de que trata la cláusula tercera de este instrumento, por
la cantidad de seis mil doscientos ocho pesos, seis centavos
($6.208.06) oro, que vale ese crédito liquidado por capital e
intereses hasta el primero (1) de Febrero de mil novecientos
veintiséis (1.926), día en que cumple el plazo para pagarlo,
obligación que tiene el otorgante y que promete cumplir
oportunamente a fin de dar libres esos inmuebles del gravamen
hipotecario.
98
Anexo 3
Notaría 2ª, Escritura 387, marzo 22 de 1.888,
Archivo Histórico de Antioquia
VENTA DE VÍCTOR ARANGO Y OTROS A ANTONIO J. GUTIÉRREZ
Número trescientos ochenta y siete. En el Distrito de Medellín,
departamento de Antioquia, República de Colombia, a veintidós de
Marzo de mil ochocientos ochenta y ocho, ante mí Pedro Faciolince,
Notario Segundo del Circuito de Medellín y los testigos, Elías
Chavarriaga, y Luis M. Escobar, vecinos del mismo Circuito, mayores
de edad, buen crédito y en quienes no concurre ninguna causal de
impedimento, comparecieron los señores Víctor y María de Jesús
Arango, vecinos de este distrito, mayores de edad y casada la mujer
con el señor Eugenio F. Restrepo, que también es vecino de este
Distrito y mayor de edad, a quienes conoce el infrascrito Notario y
dijeron: Que el primero por sí y como representante legal de su hija
menor Maria del Carmen Arango (llamada Elisa), y como apoderado
de las señoras Buenaventura, Matilde, Mercedes y Emilia Arango,
como consta del poder que le confirieron ante el Notario Primero de
este Circuito, Doctor Román de Hoyos, el veinticinco de Enero de
este año, bajo el número 118, que tengo a la vista... dan en venta
real y enajenación perpetua al Señor Antonio José Gutiérrez, varón,
mayor de edad y vecino de este Distrito, es a saber: Una casa de
tapias y tejas, con su correspondiente solar, situada en esta ciudad,
en la avenida izquierda de la Quebrada “Santa Helena”, y
comprendida dentro de estos linderos: “Por el frente o norte, con la
expresada avenida; por el costado de arriba ú oriente, con fincas de
la señora Helena Vásquez de Gutiérrez, y Natalio Arango, por el
centro o Sur, con propiedad del Señor Joaquín Posada Jaramillo, y
99
por el otro costado ú occidente con finca de la señora Clotilde Tirado
de García – La finca vendida queda con la servidumbre de recibir las
aguas lluvias de la finca de la Señora Vásquez de Gutiérrez ; y con
las del acueducto a su favor para el desagüe del agua que viene al
surtidor del patio del frente, que atraviesa el patio de la casa
colindante al occidente para ir al surtidor de la otra casa que sigue
en la misma dirección. Es condición de la venta no poder quitar ni
ensuciar el agua que viene del surtidor del patio de enfrente de la
casa, pues los vendedores se reservan el derecho de hacer uso de
esa agua en el surtidor que se encuentra en el patio de enfrente de
la casa que habitan que es la que queda al occidente de la Señora
Clotilde Tirado de García – La finca vendida tiene además la
servidumbre pasiva de recibir el agua viva que tiene la Señora
Helena Vásquez de Gutiérrez, en su casa colindante cuya agua
pasando por las comunes de ambas casas va a salir a la quebrada
principal (Santa Helena) –Todos los cercos con excepción del que da
a la calle son de medianía por mitad entre los colindantes, menos en
una parte en que en el costado de occidente construyó un pretil el
otorgante Víctor Arango, y que es obligada a sostenerlo hoy la
señora Clotilde Tirado de García por ser dueña de la casa donde esta
construido dicho pretil. Es obligación tanto de lo s vendedores como
del comprador sostener en buen estadio la cañería que conduce el
agua para las casas, desde donde se toma en el acueducto publico,
hasta que llegue al surtidor de la casa vendida, haciendo los gastos
por mitad – Esta finca la hubieron en la sucesión de la Señora
Dolores Posada de Arango, esposa del otorgante Víctor y madre de
las demás vendedoras..... se la venden con sus anexidades en la
suma de ocho mil pesos de ley ($8.000)...que da frente a la calle de
Colombia, en parte hasta topar con el predio del señor Isaac
Restrepo P.; da una vuelta hacia el oriente, lindando con propiedad
de este ultimo, y de aquí, hacia el norte, en la otra parte con predio
100
del mismo señor Isaac Restrepo P. ; En esta venta se incluye
además un lote de terreno, o sea la mitad del solar de la casa quinta
del señor Antonio J., que da frente a la calle de Colombia, parte del
solar o lote de terreno que linda: “Por el norte con propiedad del
señor Isaac Restrepo P.; por el oriente con el predio alinderado
inmediatamente antes; y por el sur y por el occidente con propiedad
del vendedor. Segundo. Que el precio de esta venta es de veintiún
mil setecientos cincuenta pesos oro ($21.750) que declara tener
recibidos del comprador a su entera satisfacción Tercero. Que esta
propiedad la hubo el vendedor parte por compra a los señores Víctor
y María de Jesús Arango, procediendo el primero en su carácter de
representante de su hija María del Carmen o Elisa Arango y de
apoderado de Buenaventura, Matilde, Mercedes y Emilia Arango ,
según escritura número trescientos ochenta y siete (387) de
veintidós de marzo de mil ochocientos ochenta y ocho (1.888),
otorgada en la Notaría Segunda de este Circuito, y parte por remate
público en la solicitud del señor Joaquín Posada Jaramillo, para
vender bienes de la menor Sara Posada. El agua fue adquirida por
remate público ante el Concejo Municipal de este Distrito según
diligencia de veintisiete de febrero de mil ochocientos noventa y
cuatro (1.894).
101
Anexo 3
ESTUDIO DE TÍTULOS ARCHIVO HISTÓRICO DE ANTIOQUIA
Notaría 1ª.
AÑO 1880
Nº 73 Venta de Antonio Posada Arango a doña Maria Antonia
Belarmina Posada de dos casas ubicadas en la calle
Pichincha.
Nº 174 Cancelación de Víctor Arango a José María Hincapié
Nº 176 Aseguro a Florentino González y Esposa a Víctor Arango.
Hipotecaron casa en Quebrada arriba y finca en el
camino a Rionegro.
Nº 343 Préstamo de Norberto Arango a Andrés Posada Arango
sobre una hipoteca de finca en Guayabal.
Nº 409 José Antonio Posada Arango vende a Lázaro Maria
Posada casa en la calle Palacé.
Nº 442 Venta de derecho de sucesión de José Escobar a Manuel
María, Estanislao y Miguel Jerónimo Posada.
Nº 445 Donación de una casa en la Asomadera (José Posada).
Nº 451 Venta de Francisco Chavarría a Juan Bautista Posada de
una casa en la calle de San Félix.
Nº 453 Venta de una finca de Nacianceno Jaramillo a Luis María
Posada (Yarumalito, Yarumal)
Nº 481 Venta de Juan Francisco Arango Posada y Candelaria
Posada a Agustín Arango de una finca en Belén
Altavista.
102
Nº 482 Venta de Juan Francisco Arango Posada y Candelaria
Posada a Fabriciano Arango de una finca en Belén
Altavista
Nº 484 Cancelación de deuda de Andrés Posada Arango a
Norberto Arango sobre hipoteca de finca en Guayabal.
Nº 486 Deuda de Belisario Arango a Norberto Arango sobre
hipotecas de finca El Plan en Fredonia y Guayabal en
Medellín
Nº 491 Amelia Posada paga a Guillermo Escobar sobre hipoteca
en el Poblado
Nº 498 Luis Maria Posada vende a Tomás Cipriano Alejandro
Posada un terreno en Jericó.
Nº 501 Compra de terreno en Heliconia de Gonzalo Arango.
Nº 502 Tomás Cipriano Alejandro Posada vende a Lázaro María
Posada casa en la plaza de Andes
Nº 518 Compra Fabián Posada finca en Jericó.
Nº 561 Venta de Natalio Arango a Daniel Arango finca en
Guayabal
Nº 599 Cancelación de Joaquín Posada Arango a Ramón
Escobar y otros, sobre hipoteca de finca en el Poblado
Nº 604 Venta de Clementina Robledo a Natalio y Víctor Arango
de una casa en la calle Palacé.
Nº 608 Aseguro de Víctor Arango por veinte acciones al banco
de Antioquia sobre hipoteca de una casa en Quebrada
Arriba.
Nº 627 Venta de José Antonio Posada a José María Botero
Vallejo de una casa en el Retiro
Nº 1156 Venta de Alejandro Posada a Luis Maria Posada de una
finca en Andes.
103
Nº 1157 Venta de José Antonio Posada Arango a sus hijos
Adelina y Tomás Cipriano Alejandro Posada de la finca
La Florida en Andes
Nº 1158 Venta de José Antonio Posada Arango a Tomás Cipriano
Alejandro Posada –su hijo- de la finca La Esperanza en
Andes
Nº 1226 Venta de una casa de Víctor y Natalio Arango al
presbítero Pablo Tulio Pineda en la calle Palacé
Nº 1314 Entrega de José Antonio Posada Arango y Rafael Arango
a Fabián Posada de una suma de dinero y una finca en
Guayabal
AÑO 1881
Nº 1506 Manuel J. Álvarez vende a Carlos E. Amador un derecho
de la veintitresava parte sobre la mina La Esmeralda en
Yarumal.
Nº 1510 Venta de Castor Maria Arango a Anacleto Velásquez de
una casa de teja en la Plazuela de San José.
Nº 1524 Venta de José Antonio Posada Arango a Francisco
Cadavid de una casa en Maturín dividida en
departamentos llamados el uno La Carnicería y el otro
La Gallera.
Nº 1549 Manuel María Posada vende el Presbítero Joaquín María
Giraldo un terreno en el Parque del Poblado
Nº 1643 Venta de Manuel Posada a Francisco Antonio Álvarez de
una casa en Quebrada Arriba
Nº 1644 Venta de Tomás María Fernández a Rafael Posada de
una casa en Ayacucho
Nº 1668 Venta de Quiteria Escobar de Santa María a Lucio
Posada de un terreno en Jericó
104
Nº 2089 Venta de Alberto Álvarez a Nepomuceno Posada de un
globo de terreno llamado Guayabal
Nº 2142 Venta de Eugenio y Bartolomé López de Meza a Natalio
Arango de la veinticuatroava parte de una mina en
Girardota en el paraje Arado del Loco
Nº 2152 Venta de Cecilia Cuartas a Jerónimo Posada de una finca
en Caldas
Nº 2153 Venta de Lázaro Posada a Luis Maria Posada de la
Hacienda el Bosque en Andes
Nº 2231 Venta de José María Mejía a Gaspar y Nicanor Posada de
la finca Raizal en Caldas
Nº 2272 Venta de Lázaro Botero a Ismael Posada de un lote en
la calle La Unión
Nº 2406 Venta del apoderado de Eliseo Escobar y otros a José
Antonio Posada Arango de una casa en la calle Pichincha
Nº 2442 Venta de Alejandro Vélez a Natalio Arango de una casa
en Quebrada Arriba por el camino a Rionegro
Nº 2621 Venta del apoderado de Juana María Fonnegra a Víctor
Arango de una casa situada en el ángulo noroeste que
forman las calles Boyacá y Junín y hasta la quebrada
Santa Elena
Nº 2694 Venta de Inés Posada de Villa a Pablo C. Villa Posada de
un derecho en la Guayabala Barrio de Belén
Nº 2695 Venta de Maria Luisa Natalia y Paulina Villa a Natalio
Arango de una casa en la calle Junín y avenida izquierda
de la quebrada Santa Elena
Nº 2703 Venta de Juan C. Arango a su hermano Ezequiel Arango
de una casa en la calle Girardot
AÑO DE 1.882
105
N° 49 Venta de Tomas Cipriano Alejandro Posada a Miguel
Mesa de la mitad de la finca “La Florida” en Jericó
N° 69 Venta del Doctor Andrés Posada Arango a Modesto
Molina de una casa en Belén
N° 70 Venta de José A. Posada a Victoriano Restrepo Uribe de
una casa en la calle de Junín.
N° 84 Venta del Pbro. José Dolores Jiménez a Miguel A.
Arango y Luis María Posada de un terreno en el barrio
San Francisco.
N° 359 Venta de Gaspar y Nicanor Posada a Félix Antonio
Posada de la tercera parte de la finca Raizal en Caldas.
N° 368 Venta de Crisóstomo Posada a Antero Correa de un
terreno en el pasaje la Yurá y el Llano en Envigado.
N° 531 Venta de José Antonio Posada (hijo de Genoveva Vélez)
a Salvador Posada de ocho décimas partes de una finca
en el Guamal.
N° 576 Venta de Víctor Arango a Pablo E. Melguizo de una casa
en la calle de Caldas.
N° 579 Venta del apoderado de Recaredo Villa a Natalio Arango
de una paja de agua de 12 líneas
N° 594 Protocolización del sucesión de Fabián Posada, padre de
Joaquín Posada y esposo de Gerónima Bohórquez.
N° 646 Venta Pedro Herrán a Lázaro María Posada de unas
fincas en Santo Domingo
N° 716 Venta de Belarmina Posada de S. a Justiniano Villa de
una casa en la calle de Pichincha al lado del Coliseo de
la ciudad, donada a la vendedora por José Antonio
Posada.
N° 717 Venta de José Antonio Posada a Belarmina Posada de
una casa en la Plazuela de San Roque, colindante con el
106
Palacio Episcopal, con propiedades del Doctor Andrés
Posada Arango y del vendedor.
N° 767 Venta de José Antonio Posada a y Tomas Cipriano
Alejandro Posada su hijo, a Aníbal Posada, de un
terreno contiguo a su hermana Belarmina Posada y de
una manga en la Asomadera.
N° 843 Venta de Baltasar Posada a Daniel Hoyos G., de unos
terrenos en San Carlos.
N° 954 Venta de Luis María Posada a Severiano Londoño de la
novena parte de un terreno en Guayabal.
N° 956 Venta de José Antonio Posada a Jesús María Gómez de
una casa en la calle Niquitao, ángulo noroeste con la
calle San Juan.
N° 1010 Venta de Manuel Díaz y otros a José Antonio Posada
Arango de media finca en Buenos Aires-Jericó.
N° 1284 Venta de Cayetana Sánchez e hijos a Ismael Posada de
una finca con casa de paja en Altavista.
Notaría 2ª.
AÑO DE 1.880
No 122. Venta a de Maria U. á Gaspar Posada de un pedazo de
terreno en la fracción Aguacatal en el poblado.
No 280. Venta de Manuel Posada Arango á Joaquín Gutiérrez
de un terreno llamado “potrero de Don Gaspar” en Hato
viejo.
No 316. Venta de Eugenia Martínez á Luis Arango de un terreno
en Itagüí.
107
No 500. Venta de Posada V. Soto a Vespasiano F. de fincas en
Yarumal (Espíritu santo y concepción)
No 511. Venta de Enrique Posada á Luis Velásquez de un
Terreno en Amaga.
No 570. Venta de Juan de Soto á José Arango de una casa en
Manizales.
No 903. Venta de Braulio Posada á Joaquín Mejía de una casa
entre las calles Bolívar y Villanueva en Medellín.
No 1003. Mercedes Arango vende á José M. Tobón de un pedazo
de terreno situado en el Camellón.
No 1151. Venta de José Taborda á Manuel Arango de un terreno
Situado en Guayabal.
No 1177. Venta de Bartolomé Pérez á Gonzalo Arango de una
finca en el Barrio de Ana.
No 1701. Venta de Gregoria Grajales á Rafael Arango Grajales á
Marcelino Arango de un terreno en la Bermejala.
No 1904. Venta de Braulio Arango á Marcelino Arango de un
terreno situado en la Granja en el punto de “Salado de
Correa”.
No 1385. Venta de Lisandro Arango á Bartolomé Pérez de un
terreno en el salado.
No 1395. Venta de Epifanía Posada á Waldo Rodríguez de un
terreno en Sopetrán.
No 1406. Venta de Luis Arango á Antonia Jaramillo de un solar
entre la calle Bolívar y la calle de Casicas.
No 1874. Venta de Mateo Pérez á Joaquín Posada situado en el
pasaje del Pedregal.
No 1182. Venta de Ismael Posada á José Santa de una casa
situada en la Asomadera.
108
No 1210. Venta de Escobar y Hermanos á Ismael Posada de una
casa quebrada arriba frente a la playa.
No 1291. Venta de Rudencio Medina á Nepomuceno Posada de un
terreo en Guayabal.
No 1301. Venta de encarnación Vargas de Hoyos á Miguel A.
Posada Arango de una casa situada en la calle de
Ayacucho.
No 1340. Venta de Mariana Arango á Julián Vásquez de un
terreno situado en la calle Junín.
No 1350. Venta de Álvaro Restrepo á Olga Arango de Díaz de una
casa en la calle Boyacá.
109
ANEXO 4
SUCESIONES DE LAS DESCENDIENTES DE VÍCTOR ARANGO
Hijas Esposos
Elisa Arango de Cock Hace su testamento en 1.931 a la edad de 64 años, muere de uremia en 1.935 en el barrio de Campo Valdez. Sucesión. Protocolo 1645 de 1.936. Notaría Tercera.
Alfredo Cock Pemberty Sucesión. Protocolo 1306 folio 2.412 de 1.928. Notaría Segunda Figuran entres sus bienes terrenos en Campo Valdez y Aranjuez
Maria Jesús Arango de Restrepo Muerta por descarga eléctrica en la carrera Bolívar el 13 de enero de 1.922. Sucesión. Protocolo 240 de 1.923, Notaría primera.
Eugenio Restrepo Muerto el 22 de mayo de 1.922. No se encontró su sucesión.
Matilde Arango de Escobar Realza su testamento en 1.929 a los 72 años. Muerta el 29 de mayo de 1.931. Sucesión. Protocolo 2774 de 1.931. Notaría Segunda
Justino Escobar Sin datos
Buenaventura Arango de Posada Figura con el protocolo 2717 de 1.923 de la Notaría Segunda. No se encontró
Ismael Posada Figura con el protocolo 2717 de 1.923 de la Notaría Segunda. No se encontró
Mercedes Arango Sucesión. Protocolo 448 de 1.931. Notaría Tercera. Figura una casa con le número 243 de la Avenida Izquierda de la Quebrada Santa Elena, colindante con Isaac Restrepo, con finca de Sofía Llano y Antonio J, Gutiérrez y también con Gabriel Arango Lalinde. Cuya escritura es la 1402 del 15 de noviembre de 1.888, Notaría Primera. En el año de 1.924 Mercedes Arango compra los derechos de herencia de su hermana Emilia sobre esta casa, como consta en el protocolo de la sucesión de Emilia con número 1843 del 11 de septiembre de 1.924 de la Notaría Segunda.
Soltera
Emilia Arango Muerta de una afección cardiaca el 20 de octubre de 1.927. Sucesión. Protocolo 1843 del 11 de septiembrede 1.924. Notaría 2a. Observar consecutivo del protocolo 1842 y desde ahí los folios numerados a lápiz del 1 al 153.
Soltera