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Cartas son cartas. Apuntes sobre la carta fuera del género epistolar por S y l v i a ROÜBAUD (Universidad de Paris Sorbonne) Monique JOLY (Universidad de Lille III) El renovado interés suscitado por la epistologra- fía ha repercutido en los estudios sobre la relación en- tre género epistolar y creación literaria. Buena muestra del fenómeno es, en el terreno de las letras hispánicas, la nueva atención concedida a la posible deuda del Laza- lÁJLLo con las cartas de relación (1). Pero el estudio de las cartas que se insertan en macrotextos no epistola- res, y de la relación que se establece entonces entre mi- crotexto y macrotexto, sigue en una situación de relati- vo abandono (2). En la observación de este desequilibrio está el punto de partida de los presentes apuntes. Son dos los campos que en ellos se exploran : Sylvia Roubaud es- tudia, por un lado, la presencia de la carta en la nove- la de caballerías, y Monique Joly examina, por otro, la (1) Véase el cap. III del libro de Victor García de la Concha, Hue- va lectura del "Lazarillo", Madrid, Castalia, 1981. (2) Representa una excepción notable el trabajo de Joseph Courtes, La "lettre" dans le conte populaire merveilleux français,sn Documents, EHESS, r.° 9-10, 1979. RQU8AUD, Sylvia y JOLY, Monique. "Cartas son cartas". Apuntes sobre la carta fuera del género epistolar. En Critico'n (Toulouse), 30, 1985, pp. 105-125.

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Cartas son cartas.

Apuntes sobre la carta

fuera del género epistolar

por S y l v i a ROÜBAUD(Universidad de Paris Sorbonne)Monique JOLY(Universidad de Li l l e III)

El renovado interés suscitado por la epistologra-fía ha repercutido en los estudios sobre la relación en-tre género epistolar y creación l i t e r a r i a . Buena muestradel fenómeno es, en el terreno de las letras hispánicas,la nueva atención concedida a la posible deuda del Laza-lÁJLLo con las cartas de relación (1). Pero el estudiode las cartas que se insertan en macrotextos no epistola-res, y de la relación que se establece entonces entre mi-crotexto y macrotexto, sigue en una situación de r e l a t i -vo abandono (2). En la observación de este desequilibrioestá el punto de partida de los presentes apuntes. Son doslos campos que en ellos se exploran : Sylvia Roubaud es-tudia, por un lado, la presencia de la carta en la nove-la de caballerías, y Monique Joly examina, por otro, la

(1) Véase el cap. III del libro de Victor García de la Concha, Hue-va lectura del "Lazarillo", Madrid, Castalia, 1981.

(2) Representa una excepción notable el trabajo de Joseph Courtes,La "lettre" dans le conte populaire merveilleux français,sn Documents,EHESS, r.° 9 - 1 0 , 1979.

RQU8AUD, Sylvia y JOLY, Monique. "Cartas son car tas" . Apuntes sobre la carta fuera delgénero ep is to la r . En Critico'n (Toulouse), 30, 1985, pp. 105-125.

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r e l a c i ó n que se e s t a b l e c e en un momento dado e n t r e l acarta de amor y la representación de la rufianesca.

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El lugar que ocupan las cartas en las novelasde caballerías españolas es, a primera vis ta , modesto yepisódico. Bien mirado, sin embargo, su uso es lo sufi-cientemente constante y sistemático para merecer un exa-men detenido. ¿ Cuál es el contenido de los textos epis-tolares insertos en las ficciones caballerescas ? ¿ Quépapel desempeñan ? ¿ Cómo interpretar su inclusión dentrodel género ? A estas pocas preguntas el breve y muy par-cial sondeo cuyos resultados presentamos aquí permiteaportar algunas respuestas provisionales.

Punto de partida esencial en una pesquisa comoésta, el AmcuLói d& Gaula contiene un conjunto reducido denueve car tas , que pueden agruparse en varias categoríasdiferentes : las de información, en part icular aquellasen que la maga Urganda anuncia a sus protegidos diversasaventuras por medio de profecías un tanto enigmáticas (3);las de petición, en que un personaje so l ic i t a la ayudamili tar o e l apoyo moral de otro (4); y las cartas deamor que, enviadas por una dama a su amante, ya para de-clarar le su saña, ya para manifestarle su ternura, yapara recordarle un i d i l i o antiguo, constituyen tres pre-ciosas variaciones sobre un mismo tema. La primera es

(3) Citamos el Amadis de Gaula por la edición de la BAE (Bibliotecade Autores Españoles), t . XL, Madrid, Rivadeneyra, 1857, que, a pe-sar de sus imperfecciones, es de fácil consulta. Las cartas de Ur-ganda, dirigidas a Lisuarte y a Galaor, figuran en el Libro II, cap.14, p. 146 y 147; compárense con el aviso escrito confiado por lamaga a Amadis, Lib. IV, cap. 52, p. 401.

(4) Ver, en el Lib. IV, las cartas en que Amadis solicita el auxiliodel Emperador de Constantinopla, cap. 7, p. 282, y el del rey de Bo-hemia, cap. 10, p. 284; y la epístola de Oriana pidiendo el apoyo yla colaboración de su madre Brisena para traer la paz entre Amadisy Lisuarte, cap. 14, p. 289.

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la famosa car ta de celos que, d i r ig ida por Oriana a Ama-d í s , provoca la larga y dolorida penitencia de éste enla Peña Pobre :

M¿ labioia quzja, acompañada dz iobn\ada tazón,da logan, a quz ¿a {¡laca mano dzclaxz lo quz zl VUÁ-tz coiazón zncobnÁji no puzdz confia VOÍ zl {¡alio ydzilzal caballZAo Amadu dz Gaula; puzi u ya conoi-cida la dzilzattad z poca {¡iAmzza quz confia mí, lamai dzidichada y mznguada dz vzntun.a iobn.z todai loidzl mundo, kabéiá moitAado, mudando vuzitfio quztzn.dz mí, quz iobn.z todai un coi ai VOÍ amaba,... no pa-AZZCÓÍÍ antz mí n¿ zn panXz dondz yo iza-, potiquz t>zdcLzKto quz zl muy znczndÁdo amon. quz voi había Zi tai-nado, pon. VUZÍ-VLO mzn.z6cuiu.znto, zn muy nabíoia zcnxízl ¿aña-, z con vuzitAa. quzbnantada ¡Je z 6ab¿0i>zngañoi id a zngañan. otn.a cativa nugzn. como yo... ( 5 )

La segunda es aquella en que Oriana, arrepentida de suerror y severidad, reclama humilde y apasionadamente e lperdón de Amadís :

S¿ loi gn.andzi yznAoi quz con znzm¿&tad ÍZ ¿vuzltoi zn homiLdad, ion dígnoi dz izn, pzndonadoi,puzi ¿ qu€ iViá dz aquzlZoi quz con gn,an iobna dz amon.ie. cauiaAon ? M¿ pon. e¿o nizgo yo, mi vzndadzn.o amigo,no meAeiceA micha pzna, ponquz... con Kazan dzbizn.ayo coniidzKQA vuZiVia dlbcuzcián, vuatn.a honzitidad,quz (¡aita aquí un ninguna coia znAó, y iobiz todo,la gnxin iujzcíón dz mi tnÁAtz coiazón, quz no Iz vinoiino dz aquzlla zn quz zl vuzitKo zi zncznjiado ( 6 ) .

Por f in , la tercera —la más notable y hermosa aunque me-nos conocida— es la car ta mandada por la infanta Celin-da al rey Lisuarte, conmemorando los amoríos juvenilesy ya remotos de ambos, y requiriendo e l favor del monar-ca para e l hi jo nacido de es tas re laciones fur t ivas :

(5) Lib. II, cap. 1, p. 111. El sobreescrito de esta carta ("Yo soyla doncella ferida de punta de espada..."), remedado por Don Quijo-te, quedará grotescamente deformado por Sancho : Quijote, I, 25 y26.

(6) Amadís, Lib. II, cap. 9, p. 128.

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Sien ¿e. vo* aconda/iá, mi ieñoA., cuando al tiempoque. como caballen.0 andante., buscando ¿ai glande* avzn-tuAai, andábadu, habiendo mudwA de ellai a vue&Viagian hon/ia acabado, que ¿a ventuxa e buena dicha VOÍhizo aponXan. ai. leino de. mi padxz... Puu enfriando voi,mi ieñoi, en eZ mi ca&tillo, o poique, mi £eJimoi>uJia tocau&a&e., o ponqué, ¿a fontana to qui&o, &eye.ndo yo do.vot> muy pagada, debajo de. aquel (¡ZAmoào Koi>aí, texUnn-do iobie. noi muchai AOÍOÍ e. ̂ lon.e&, peAdltndo yo taimían, que. ¿aita entonces poizyeAa, £ue. znQzndAado eóedoncel, que. 6&gún 6u gnan hesunoiuAa, {^nxjXo aquel peca-do acaAA&ó, e como tal, del nú& podeAOào t>eñoi peAdo-nado t>enÁ... Hontalde e amolde, mi buen t>eñoi, facién-dole cabalteKo '( 7 )

De es t e a n á l i s i s del Amacttá de. Gaula se desprendenalgunas conclusiones evidentes , siendo la p r inc ipa l dee l l a s que e l 'corpus ' e p i s t o l a r ofrecido por la novelaes bas tante módico y de l imitada variedad. En primer lu-gar , l a s ca r t a s son pocas y forman elementos d i spersos ,cuya presencia —al revés de lo que acontece a veces enel "proceso de c a r t a s " propio del género sentimental—en ningún momento parece e s t a r vinculada con la técnicamisma de la narración novelesca. En segundo lugar , todaslas c a r t a s del Anadia son breves y relat ivamente densas;verdad es que suelen por lo general a jus ta rse a l esquemapreceptuado por los Aiteó dicXaminii medievales, y mostrarademás c i e r t a propensión a l empleo de expresiones y con-ceptos amanerados (8) ; pero también es manifiesto que

(7) Lib. I I I , cap. 4, p. 19U. Notemos que el encuentro erótico evo-cado en esta carta es, en cierto modo, una repetición de la famosaescena en que Oriana se entrega a Amadís : Lib. I, cap. 35, p. 84.

(8) Las cartas del Amadís se ciñen, dentro de su brevedad, a la di-visión en cinco partes ('salutatio1 , 'captatio benevolentiae ' o 'ex-pressio malevolentiae', 'narratio', 'pet i t io ' , 'conclusio') sistemá-ticamente aconsejada por los Artes d-iataminis : buen ejemplo de elloes la carta de la reina Brisena a Amadís pidiéndole socorro parasu marido el rey Lisuarte, Lib. IV, cap. 52, p. 397. Sobre los Artesdictaminas en la Europa medieval, ver J.J. Murphy, Rhetoric in theHiddle Ages, Berkeley, University of California Press, 1947, cap. 5,p. 220ss.; y por lo que se refiere a ellos en la península, ver Ch.

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desechan sistemáticamente las laboriosas amplificacionesdel discurso retórico profesional, presentándose antetodo como modelos de concisión, elegancia y, hasta cier-to punto, naturalidad aristocráticas. Por último, losdiferentes tipos de cartas incluidas en el Amacf¿ó son su-mamente escasos, y al versar exclusivamente sobre dostemas —la guerra y el amor— constituyen un materialepistolar específico y, por así decirlo, reglamentado,de formas y contenido fijos.

De hecho, las muestras epistolares ofrecidas porlas demás novelas del ciclo amadisiano denotan poquísi-mos cambios con respecto al Amadeo. Consideremos, porejemplo, al Lt&uaAte, de. Gn.e.c¿a, séptimo representante de laserie y obra de Feliciano de Silva (9). En él volvemos aencontrar la típica carta de celos dirigida al protago-nista por su despechada señora, en que repite, modificán-dolas apenas, las frases iracundas de Oriana :

VoKzndí no pat.ezc<¿¿4 ante, mí, ni donde, yo puedaueAOi ni oyi cíe VOÍ . . . / t>¿ qu¿t>¿éAzd<u, zngañcvi, alus, bax.a& donzztlcu, CLVÍÍÁ de. hazzn e¿60¿> zngañoa, que.no a ¿tu tatú como yo... ( 1 0 )

También hallamos la carta de ternura en que una dama rea-firma su amor, rogando a su caballero que regrese haciaella (11). Las únicas novedades que aparecen en el L¿óu<W.-

Faulhaber, Latin Rhetorical Theory in XlIIth and XIXth Century Cas-tile, Berkeley, University oí California Press, 1972.

(9) La primera edición del L-isuarte de Feliciano, desaparecida peromencionada en el ftegistrum de Colón, data de 151H; la más antiguaedición hoy conservada lleva la fecha de 1525. Utilizamos la de Lis-boa, 1587. Es H. Thomas quien ha demostrado que el autor del Lisuar-te es Feliciano de Silva : ver sus Novelas de caballerías españolasy portuguesas, Anejos de la Revista de Literatura, X, Madrid, CSIC,1952, p. 55ss.

(10) Carta de Onoloria a Lisuarte, Lisuarte de Grecia, cap. 52, fol.55r°• La ira epistolar de Onoloria produce en Lisuarte los mismosefectos que la de Oriana en Amadís, y le lleva a retirarse a tierrasextrañas, haciendo penitencia.

(11) Carta de Gricileria a Perión, cap. 35, fol. 36 r° : "vuestra

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XA. son, por un lado, una epístola de amor masculina, es-crita por el caballero a su enamorada para declararlesu gratitud y felicidad (12); y, por otro, una serie decartas de desafío, intercambiadas no sólo por hombres si-no también por mujeres guerreras, como la de la amazonaPintiquinestra, cuyo notable reto a su enemiga Calafiacomienza así :

Va, ta hzlna PlntLqulnzt>.üia., t>zñoKa dz la gznte.mznguada di teXa&, y ¿vivldoia y acA.zczntadoia dz ¿atzy di ml& dloóZi ...a Caladla., itûna de. ta ¿muta dzSí^eAnLa, do eJL oto y pA.edA.a6 pn.zcA.oiOA en micha abun-dancia ÍÍ cAÁan. ( 13 )

Cabe indicar, por lo demás, que la presencia deestos elementos epistolares en el LL&U.OAXZ no se debe a lainventiva de Feliciano de Silva, sino a una tradición es-tablecida por obras anteriores. De la declaración de amormasculina ya figura una muestra, a mediados del siglo XV,en la mininovela caballeresca inserta por Juan Rodríguezdel Padrón en su SleAvo UbKZ dz knoi y t i tulada "Estoria dedos amadores Ardanlier y Liessa" (14). Y de las cartasde desafío ofrece varios ejemplos, en época algo poste-r ior , la novela catalana de TiAante. et Btanco —que por otrolado encierra también cantidad de otras cartas de tipossemejantes a las del Amac£¿¿ (15).

gracia y hermosura ante mis ojos continuamente tengo, mas querríatener vuestra v i s ta . Y esto os ruego, mi verdadero amigo, que vostrabajéis de darme.. ." .

(12.) Carta de Peridn, caballero de la Esfera, a Grici leria, cap. 17,fol . 23r° y v°.

(13) Cap. W, fo l . 38r°.

Siervo Libre de amor, ed. A. Prieto, Madrid, Castalia, 1976(Clás. Castalia, 66), pp. 93-95.

(15) Ver Tirante el Blanco, versión castellana de 1511, ed. Martínde Riquer, Madrid, Espasa-Calpe, 1974 (Clás. Castellanos, 188-192),t . I : Carta de batalla de Quirieleisón de Montalván a Tirante, yrespuesta de éste , p . 246ss. ; t . II ; Cartel de batalla del rey deEgipto a Tirante, y su respuesta, p. 311ss. Las cartas de desafíodel Tirante han dado lugar a varios estudios mencionados por Martín

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Todos los datos que hemos ido reuniendo hastaaquí muestran a las claras que en la segunda,mitad delsiglo XV la inclusión de textos epis to lares en las nove-las caballerescas es ya, en cuanto al número, extensióny contenido de las ca r tas , una práct ica usual, regidapor normas propias del género. Sería interesantísimo, na-turalmente, determinar cuándo y cómo se instaura estapráct ica, que es muy probablemente anter ior al siglo XV,ya que siempre cabe la sospecha de que en el AmacLLi primi-tivo del s iglo XIV ya exis t ieran algunas cartas que dea l l í pasaron a la refundición de Montalvo. Sea lo quefuere, es sugestivo el hecho de que la primera epístolal i t e r a r i a española aparece, en el s iglo XIII, en la CA.O-eu.ca GzneAat de Alfonso el Sabio, precisamente bajo la for-ma de una carta femenina de despecho : la de la reinaDido a Eneas, cuya fuente es la séptima ÜVioida. de Ovi-dio (16). Otra indicación valiosa es la presencia crecien-te de cartas en los T/lcó-taneá españoles de los siglos XIVy XV, que en el lo imitan al TiÁAtán en prosa francés delque son traducciones y refundiciones (17) .

de Riquer en la Introducción a su edición, t . I, p. CIII-CIX ("Bi-bliografía General"). Para comparar con las del Amadís las cartas deamor o de información del Tirante, léanse : t . III, Carta de Estefa-nía al Gran Condestable Diafebus y de éste a Estefanía, p. 69ss.;t . IV, Carta de Tirante a la princesa Carmesina y de ésta a Tirante,p. 266ss.; y Carta del Emperador a Tirante, p. 276ss.

(16) Primera Crónica General, cap. 57-60. Notemos de pasada que elsobreescrito de la carta de celos de Oriana a Amadís, ya aludido enla nota 3 ("Yo soy la doncella ferida de punta de espada por- el co-razón y vos sois el que me feristes") parece un eco lejano de la fór-mula final de Dido en el poema de Ovidio .-"Praebuit Aeneas et causammortis et ensem; / Ipsa sua Dido concidit usa manu". Sobre la bogade la carta y de la leyenda de Dido en España, ver M.R. Lida de Mal-kie l , Dido y su defensa en la literatura española, en Rev. ds Filol.Hisp., IV, 1942, pp. 209-252 y 313-382.

(17) Véase al respecto H.L. Sharrer, Letters in the Hispania ProseTristan Texts, en Tristania, VII, 1981-1982, pp. 3-20, y La fusiónde las novelas artúrica y sentimental a fines de la Edad Media, enEl Crotalón. Anuario de Filología Española, I , 1974, pp. l<+7-157,en que el autor sostiene que la multiplicación y el tono particularde las cartas en los Tristanes españoles se debe al influjo de la

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En cuanto a la producción caballeresca posteriora los Afflcutcóe-i, no parecen observarse en el la grandes cam-bios en el uso del género epis to lar . Valga como ejemploel Be£¿<m¿4 de. &iec¿a, que, como es sabido, gozó de la in-dulgente simpatía de Cervantes, quien en el capítulo del"escrutinio" le concede término ultramarino para poderenmendarse (18). Las escasas trece cartas que en él sehallan reproducen en el e s t i l o y los temas la tradiciónque ya conocemos : información profética, sol ici tación,desafío, amor airado y amor apasionado. En todo este con-junto merecen mencionarse algunas cartas de particularin terés . Entre e l las está la epístola en que el sabioFristón comunica al Emperador de Grecia falsas noticias:picante y barroca transformación del aviso informativoen engaño (19). Otra epístola notable, de rechazo amoro-so ésta, es la que don Belianís envía a la princesa Ympe-r ia , hija del Gran Tártaro, para aconsejarle fríamenteque se case con otro :

. . . aco/idé. de. QACJUIVÍA a tu. atta. y podviot>a p¿ona, ¿>u.pZ¿cándote. tzngca, pon. bixe.no aquz&Lo que. eZalto y podzAOóo SzñoK quÁeJie. : y qui puu eZ anamizn-to deZ EmpeAadoi de. T/iapl&onda tan b¿e.n conjointe, a tagA.ande.za de tu atado té. uta, tzngaó pon. b¿e.n de.,otohgándoto, utofivaA tantea y tan ciueZii guwuucomo en eZ mxndo ie. e¿peA.an... (20).

Citemos, por fin, la curiosa car ta , entre airada y enamo-rada, que Belianís recibe de su señora Florisbella; comien-za por las habituales quejas de la amante despechada :

novela sentimental. Para las cartas del Tristan francés, consúlteseE. Lôseth, Le Roman en prose de Tristan, New York, Reprint BurtFranklin, 1970, § 57-60 et § 63; y E. Baumgartner, te Tristan enprose, Ginebra, Droz, 1975, p. 36ss., 229 y 305ss.

(18) El Belianís de Grecia (Partes I y II), cuya primera edición,desaparecida hoy, data de 1545, y cuya más antigua edición conser-vada es de 15M-7, es obra del burgalés Jerónimo Fernández. Citamospor la edición de Burgos, 1587.

(19) Belianís, Lib. II, cap. 30, fol. 177r°.

(20) Lib. II, cap. 34, fol. 180v°.

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. . . a tí zl cauiadon. de. todo* mii daño* y paiiio-nzi, du apiadado cavallzn.0 de. toi baiitc&coi, ¿alud -.ii con ¿a cMieMad quz me fiatai, y con zl dziv¿o que.me olvidai, agzno de mii pzmamizntoi, vagando pon.tA.eM.aii zitnxmai, hu.ye.ndo de. dondz mi nombiz oyn. pue.-dai, d& mi huvizazi d& izcibin. eZ pago, no iólo nodeuiejia. zicA.zv<Atz, pexo de. tu. nombhz me de,veA¿aZipantax, y tui COÍOÁ de. todo punto anayzntaA de. mime.mo'u.a...

Pero, al terminar, Florisbella, en vez de desterrar asu amante lejos de su presencia, le exige inesperadamen-te que regrese hacia ella :

. . . mea puíi en eó-te coi o no ¿o que. queAemoi,mai ¿o que. eJL tan £a¿io y engañoio amoK noi manda ha-zex, deumoi d&ita paite., i i atQuna en ti quedó, tzmando, quz iin zntzndzn. zn otn.a coia, venga* a ¿a COK-tz dzt Soldán mi padtz... ( 21 )

Huelga recordar que precisamente cuando salen aluz novelas como el Bz¿ian¿i dz Gn.z<Ua f lorece en España yen toda Europa, el género l i t e r a r i o de la ca r t a . Por e l lomismo, la res is tencia de las ficciones caballerescasfrente a dicho género llama la atención. Harto s ign i f i ca -t ivo a este respecto es e l caso de Antonio de Torquemada,que compuso a la vez un ar te de e sc r ib i r car tas —el ífa-nuaí dz E&oUbizntZi— y un l ibro de caba l le r ías —el Otivan-tz dz LauKa. Era de esperar que el autor del Manual aprove-chase la oportunidad que le brindaba su novela para ofre-

(21) Lib. II, cap. 28, fol. 172r°. Las demás cartas del Belianís deGrecia son las siguientes. Información : De la maga Belonia a donBrianel, 1,51, fol. 80r°. Petición : Del Bnperador de Trapisonda alGran Tártaro, II,25,fol.166r°; del Soldán de Babilonia al EmperadorBelanio de Grecia, II,32,178r°; de Aurora a su vasallo Damartino, I,47,74r°. Desafío : De Belianís a Perianeo, 1,56, fol.88v°-89r°¡ delEmperador de Trapisonda al Soldán de Babilonia, II, 20, I55r°-156v°;del Gran Tártaro al Soldán, II, 47, fol. 209v°-210r°, y la respuestade éste, 50, fol. 215v°-216r°. Amor : De Belianís a Florisbella, I,42, fol. 99r° y v°.

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cer en ella muestras amplias y numerosas de su periciaepistolar. Pero no es así : en el voluminoso QLLvante. lascartas apenas llegan a media docena, y se reducen a losconsabidos avisos informativos, declaraciones de amor yreproches femeninos (22). Este ejemplo confirma nuestraimpresión de que la novela de caballerías, a lo largo desu carrera, mantuvo con constancia las formas típicasque impuso desde un principio al género 'epistolar, aladmitirlo, con suma parsimonia, en su seno. Ello dio lu-gar, como se ha comprobado, a la formación de una temáti-ca epistolar propia de la novela caballeresca, con susmotivos básico's y sus variantes circunstanciales.

IIA diferencia de Sylvia Roubaud, que ha podido

ceñirse en sus comentarios al análisis de un corpus gené-ricamente homogéneo, el problema que ahora paso a exami-nar supone una confrontación entre textos de una gran he-terogeneidad. También es preciso agregar que, a diferen-cia de Sylvia Roubaud, vuelvo a ocuparme aquí de un pro-blema ya estudiado por mí en otro lugar (23), aunque des-de una perspectiva que no me llevó a dar prioridad, segúnahora quiero hacer, a algunas de las particularidadesque acompañan la redacción, la entrega y la lectura deun b i l l e te amoroso destinado a caracterizar los ambientesde la rufianesca.

La Segunda CzlJIA&MCL es, que yo sepa, el primer tex-to en que la carta de amor está aprovechada para caracte-

(22) El Manual de Escribientes data de 1552; el Olivante de Laurade 1564, año en que salió a luz en Barcelona su única edición. Veren el la , en particular : fol . 88r°, la carta de la maga Ypermea alEmperador Archelao; fol . 135r°, la de Olivante a su dama Lucenda;y fol. 145r° y v°, la contestación de esta última.

(23) De rufianes, prostitutas y otra carne de horca, en NRFÜ, 29,núm. 1, 1980, pp . 1-35.

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rizar a un personaje arrufianado, que se jacta de sabermucha germanía. María Rosa Lida se refiere de paso a es-ta carta, en su gran libro sobre la CeZutína, señalandoque la enrevesada carta de Pelides se contrasta, luego,con la de un mozo de espuelas llamado Pandulfo, y que lallaneza de estilo de la segunda carta pronto descubre laplebeyez de su autor. Se inserta este breve comentarioen las observaciones de conjunto que María Rosa Lida de-dica al fallo artístico de los imitadores que, —citocasi textualmente— incapaces de calar el rigor artísti-co que lleva a desechar en la Ce£e¿t¿na original el usoconvencional de la carta como vehículo de persuasiónamorosa, vuelven, como en otros casos, a la rutinariatradición (24). La escasa atención dedicada en este ca-so a la carta de mal gusto escrita por el mozo de espue-las se explica por la perspectiva de conjunto desde laque se enjuicia la labor sincrética de los continuadores,para emplear una expresión de Pierre Heugas, quien havuelto a ocuparse del problema en otro libro clasico (25).Heugas también se refiere a la carta de Pandulfo, pero,en este caso también, debido a la orientación de conjun-to de sus comentarios, se limita a resaltar la propie-dad con que Pandulfo está caracterizado mediante el em-pleo de una "retórica de burdel" que no consigue encu-brirse bajo el aparente galanteo. El problema de fondodel porqué de la relación establecida entre el arrufia-nado criado de Felides y una carta de amor —la cual, apesar de mandarse en nombre del amo, queda enseguidaidentificada como un modelo de mal gusto— no puede re-solverse con la imposición de un juicio de valor que lle-va, además, a citar incompletamente esta carta rematadapor unas malísimas coplas :

Cet avatwi de ta £e*#ie tznte. de volteA ta "nhlto-i¿qu& du. boAd&t" iotu tu ptu de ta gatanteAle. -.

Dame de mes entrailles et amour de mon âme.

Je t'envoie mon coeurpeint dans cette lettre, traversé, comme tu

(24) La originalidad artística de la Celestina, Buenos Aires, Eude-ba, 1970, p. 396, n. 28.

(25) La Célestine et sa descendance directe, Bordeaux, 1979. La alu-sión a las tendencias sincréticas que se observan en los continuado-res se encuentra en la p. 284.

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le verras, pair ces fleches. Car c'est ainsi, mon âmeque tu tiens mon coeur. Ma dame, tu es celle quipeut guérir ce coeur. Puisque ta beauté m•a frappé,que me guérisse ta compassion —

11 ut inutltz de. CÁXZA pùu avant ceXte. Itttte.qu& teAtnin&nt du copiai de la mime. ¿aA¿ne. (26)

Bastará advertir que el detalle, reiteradamentemencionado en la carta de Pandulfo, del corazón heridode flechas vuelve a aparecer, con parecida insistencia,en la carta rufianesca insertada en la ReAM.cA.on de. lo. CÁAceJLdi Se.V'Ltla. (27) —terminada ésta también con una copla—,para justificar, creo yo, otro planteamiento del proble-ma. Pero antes de dar el anunciado salto de la S&ganda Ce-lutlna (1534 ?) al texto de una relación escrita, a loque se cree, unos setenta años más tarde, me parece útildedicar un comentario a la paradoja que al parecer en-cierran las palabras con que el propio Pandulfo se refie-re a la carta que quiere enviar a Polandria, presentándo-sela como de su amo.

Declara en efecto Pandulfo que su intención es versi su germanía produce más efecto en la dama que la filo-sofía de su señor (28) . Podemos preguntarnos a qué res-ponde el uso de la primera de estas palabras, puesto quela carta no ostenta ninguna de las particularidades léxi-cas familiares a todos los lectores del romancero de ger-manía y aprovechadas, por ejemplo, en las famosas coplasde Rodrigo de Reynosa "en que se contrahace la germaníay los fieros de los rufianes y las mujeres del partido" (29).

(26) Ibíd., p. 299,

(27) Véase el texto de ambas cartas en el Apéndice.

(28) "Pues por nuestra dueña del Antigua, que hoy a la fuente, daa la moza otra carta raía en su nombre, para ver si aprovechará másmi germanía que su filosofía". Cena XXIII, Madrid, Ciencia Nueva,1968, p. 286.

(29) No es inútil recordar que éste es el primer texto recopiladopor John M. Hill en sus Poesías germanesaas, Bloomington, IndianaUniversity Publications, 1945. No creo que la palabra germanía ten-ga aquí el valor de "conjunto de la gente de mala vida", "rufianes-

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Basta acudir, en este caso también, al testimonio de Cha-ves, para ver que no sólo se alude con esta palabra allenguaje cifrado de los germanes, según daría a entenderel comentario de Covarrubias, sino también a un conjuntode actitudes que se consideran propias del saber germanes-co. Este sentido es el que le da Chaves, al relatar elcaso de dos presos que, a pesar de estar heridos de muer-te, se niegan a declarar. Es interesante el relieve dadopor el autor al contraste comportamental que entraña elmayor o el menor dominio de las normas de conducta quese observan entre la "gente de buena vida" :

[...] y ¿¿zgando un uaUbano a haczn. uta av&AÁ-guacÁón, mandándole, ponzn, la. mano zn la. QAUZ y quzjuAoAz y dijziz qulzn Iz hlnÁó y pon. quz, huyó la ma-no y KUpondÁó quz "pana quz i& mztia zn aquzllo,y quz i-c lo hab¿a éJL llamado, quz zl no &ab¿a -ó-t z&ta-ba hznÁjdo o no". V n.zpl¿cando zl z&cnÁbano quz cómodzcXa quz no zt>taba hznÁdo, vÁzndo zl quz lo z&taba.A lo cual izpLLcó zl hznÁdo •. "PUZÓ yo no vzo la hznÁ-da. S¿ vuzàaAazd la ve, ponga ahí, quz v-Ldo una hznÁdazn un hombn.z quz no tiznz la juit¿c¿a quz \JZA con zl,poiquz zt> galzotz de Su Majzitad". y dzjando útz,iz ¿ue zl uoühano al otno hznÁdo -, zl cual, como su-piese menos de germanía, puio la mano zn la cAixz, quz-nÁzndo dzclanan.; y atajólz otn.o kombn.z dz buzna vida,d¿c¿zndolz quz pzndía punto zn aquzllo. V OÍ,Í no qu¿-40 dzclan.an., y dijolz al z&cnÁbano : "i/aya vuzt>an.czdcon V¿oi, quz lo quz dijo ZàZ hombn.z quz uiá hznÁdo,digo yo". (30)

Volviendo ahora a la carta de Pandulfo, se ve queeste segundo significado de la palabra germanía autorizaa pensar que cuando está puesta por Feliciano de Silva enboca del mozo de espuelas autor de la segunda carta a Polandria,remite precisamente a los ya mencionados detalles del corazónherido de flechas y de las coplas puestas al cabo de la misivaamorosa. No cabe duda de que estos detalles están tomados deuna tradición epistolar más refinada,que de sobras conocía el

ca", que le asigna José Luis Alonso en su Léxico del margvnal-ismodel Siglo de Ovo, Salamanca, 1977.

(30) Véase el texto en B.J. Gallardo, Ensayo de una biblioteca es-pañola de libros varos y curiosos, Madrid, Gredos, 1968, I , pEl subrayado es mío.

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autor del F¿oi¿&z¿ dz Hiqu.<¿a. Mas también puede pensarseque su misma divulgación —atestiguada, por lo que serefiere a la costumbre de asociar cartas y coplas pararequerir de amores, por la existencia de un pliego decordel rigurosamente contemporáneo de la Szgunda Czííiti-na (31)— engendra la reacción que lleva a presentarlacomo propia del código epistolar de los rufianes . A laexistencia de este código se refiere expresamente Cris-tóbal de Chaves, en los comentarios genéricos intercala-dos entre las muestras que por otra parte ofrece de unoscoloquios amorosos nocturnos, junto a las rejas que se-paran la cárcel de los rufianes de la de las mujeres :

Vz nochz hay d&mái dzi-to, quz cantan au¿ ca.ntafi.ty>gztimanzi con &¿¿OÓ dzidz ¿ai> izjaé, y n.Zí>ponde.n ztta&,y pon. gultaAAa o atpa haczn z¿ óonzcilío zn loi, gnl-¿¿06 con un cach¿i¿o, o en ¿a nzja. "Muí/ Lindo z¿><u>o, ¿az dz mit, ojoà" —d-ccen ZL¿OJÍ> . "Va. zntizndo—>izàpondzn ztíoi— ¿ quz tz poJizcz, v-ida nia. ? Maña-na, va un biXZeXz a ua tu ca¿a .- Z6tánmz¿o ponlzndounoó copiai aJL cabo, y pintándome a mi aJULi, dz Kodi.-lía& con mu, QKÁJULO* iujztai a ua cana, y mi calazónatA.avZiado con ana iazta". "Sano ¿z qaizn.o \¡zt, vatz-IOÍO" —di.cz zíLa., y zbtat, y ofiai co*a¿ ¿zmzjantzi,que ion ¿n{¡Á.n¿ta¿>. ( 32 )

(31) Cartas y coplas para requerir nuevos amores (sin indicación delugar de impresión), 1535. No he podido consultar este pliego en elmomento de la redacción del presente trabajo.

(32) Ed. cit., p. 1348. Lo de "estánmelo poniendo" se aclara conotra referencia ulterior al cultivo de la epistolaria en el ambien-te de la cárcel :

Hay muchos presos que ganan su vida a escribircartas y billetes de amores para fuera de la cárcel;y otros que se sustentan de saber pintar al cabo delos billetes un corazón, pasado con sus saetas; y otrospintan un hombre de rodillas en el billete, con unosgrillos, y una dama que tiene de la mano la cadena,con una copla que le sale de la boca, que declara supasión y la enigma de la cárcel.

(Ibid., p. 1356).

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También se remite a l a e x i s t e n c i a de dicho código en loscomentarios que Chaves pone a l f i na l de la c a r t a memora-ble t r a n s c r i t a por é l en otro lugar de l a misma r e l ac ión ,y cuyo texto se reproduce en e l Apéndice.. Dice Chaves, cuan-do vuelve a tomar la palabra :

tito ultimo vznía en lagon, dz {¡Inxna, y luzgo zl•izñon. Motína pintado como galzotz, con unoi guillo*a lot> plzi> y una cadzna langa quz dalla dzlloi>, lacual Iba a paitan, a lu manoi dz una mujzn, quz tambiénvznla pintada, con tn.zí> Iztnai, en la boca qu& dzclanAna, y él una cl^na quz dzcla Juan, y en mzdlo dzlío-iun calazón pintado con do& {>aztaí>, y una Iztna quz Izbolla, a Molina dzidz la boca, y dzcla .-

la& ¿aztai dz Ana ion,y dz Juan zl corazón.

Aunque indiqué de paso, en el trabajo citado pormí al comienzo de las presentes páginas, que el detalledel corazón herido de flechas figura ya como señal demal gusto en la Szgunda Cílutlna, no advertí entoncesla plena significación de la coincidencia. Tampoco dedi-qué a l l í la suficiente atención al empleo de otros primo-res destinados a hermosear la carta del rufián Molina,cuya minuciosa descripción enlaza directamente con el re-mate versificado que acabo de citar :

Y poK oAla dzita coJita t/iala en dot> plana* un ro-mano, pintado como cabzzón dz camL&a dz mujeA, dadocon iui colonzi dz azacán como tlznzn en la z&tam-pa dz la hoja pilmeAa loi lÀhioi> dz caballznÁjan,-, la.CQJUiaduJia dz la. canXa, en {¡OIML dz un dzvanadoi dzmujzn. o dobladura dz ¿eAvlllzta, cuando ÍZ ponz pon.cwiloildad en ana mua-, y znclma pon. ¿obizicnlto"Juan a 4a Ana", y ùizgo S y I [clavo), quz dzcla :"Eiclavo". (33)

La pormenorizada atención dedicada a estos detalles sólose entiende a la luz de prescripciones como las siguien-tes, entresacadas de la penúltima sección del Manual dz

de Antonio de Torquemada :

(33) Ibíd. , p . 1365.

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Eó veAdad quz entonces ( 34)no iznÁM. tan (¡ácll zlcznnan. dz ¿<u ca/itai como agona, ponquz zt papzl, conizn tan blando y dzlgado, dzja kaczn. dz di todo loquz qazA.zmo6, y dz aquí, ha vznido quz cada día haynuzva¿ manznai y ¿onmu de cznxan ¿ai ca/itai, unaipzquzñai y atna& gAandzi, anai lan.gai y otnai contai,otnam ancha* y otnai anqoitat,, y como uto andz tandi^zn.zntzmzntz dz unoi tizmpoi a otnoi, la manzKa dzcznxan que. ÍZ acoótumbia y iz tiznz en UÍO, aquéllaZÍ la mzjoi; ,poiqu.z yo me acueAdo de UAOAÍZ dL^zuzn-tzi maneAaA dz cznAaduAOi dz ca/itai. Cuando ana ÍZuiaba, paKzcÍA muy mal haczn. otma d¿£zn.zntz, y aó¿ lananeAa quz agota t>z uia, quz zt> doblan, zl pLLzgo dzpapzl o zl medio piezgo pon. mzd¿o, y dz&puzi haezn.o-üia doblzz, dz manzAa quz quzdz zn cuafio panX&i,doblándolas pon. mzdJuo, no a la langa como a loi ofiai,ilno dz punta a punta, utene a haezuz una canta cailcuadnada. Eita eó la ¿onma mii conún y ondcnaAia, alo mznoà zntnz loó hombnzi plática y quz pnziumzndz tznzn. alguna zxpeAizncia zn iabzn. CZA/IOA lai con-tai [...]. (35)

Dan fe estas l íneas , como todas las que podrían entresa-carse de las dos últimas secciones del mismo manual, delenorme interés suscitado en los años del reinado de Car-los V por todos los requisi tos que exige la presentaciónmaterial de las ca r t a s . Buen testimonio ofrece también aeste propósito la tlonzita de Melchor de Santa Cruz, consu sección de chis tes dedicados a los sobrescri to (36),Sabido es que la gran mayoría de los chis tes recopiladosen la Flon.Zita remiten a los tiempos de los Reyes Católi-cos y del reinado de Carlos V, pese a la fecha de publi-cación de la obra. Estos años son también los que corres-ponden al momento en que se fragua el concepto nuevo de

(34) Torquemada se ha referido, en lo que precede, a "los tiemposantiguos", citando luego a Cicerón.

(35) A. de Torquemada, Manual de escribientes, éd. de Ma. Josefa C.de Zamora y A. Zamora Vicente, Madrid, Anejos del Boletín de laReal Academia Española, 1970, p. 255.

(36) Corresponde esta sección al capítulo V de la sexta Parte yson siete los chistes all í recogidos.

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gemianía. No me parece f o r t u i t o que por los mismos añoscuaje la idea de c a r a c t e r i z a r a los represen tan tes de uninframundo urbano paradel incuente con una ca r ta plagadade toda c lase de aber rac iones .

Incluso s i las inves t igac iones que hoy se l levana cabo es tán modificando nues t ra manera de ver l a s co-sas en e s t e t e r r eno , sabemos que en e l momento en que serecopi lan las escrupulosas adver tenc ias del Manaa¿ dit <U>-CAÁhLzntu son pocos los que saben l e e r , y menos todavíalos que saben e s c r i b i r . A d i f e r enc i a de lo que ocurreen los t an tas veces c i tados t ex tos cervant inos —en quese espec i f ica que ningún miembro de l a famil ia Panzasabe l e e r , o que t i ene Monipodio que pedi r a Rincón quele lea lo que es tá e s c r i t o en su l i b r o de memoria—, lostextos en que se aprovecha e l tema de la ca r t a de amorrufianesca no suelen a lud i r a los obstáculos con quepodría pensarse que t ropiezan los ruf ianes autores delas c a r t a s , o l as rameras que l a s reciben . Llama a e s t epropósito la atención e l con t r a s t e que e x i s t e , en la St-gunda. Cztuicna., en t re la regoci jada i n s i s t e n c i a con quese destacan los tropiezos de la cr iada, al in tentar éstaleer la car ta que Felides ha enviado a su dama (37), yla omisión de una indicación semejante a propósito de lacarta redactada por e l mozo de espuelas. I n s i s t í suficien-temente en otro lugar en las enfát icas protestas de Cha-ves, al destacar que no hubiera podido él inventar lo quepresenta como t ranscr i to a la l e t r a de un or iginal obradel rufián Molina (38). Incluso el propio Alemán —que

(37) Poncia, la criada, termina reconociendo que no acierta a leerla carta : " [ . . . ] Por tu vida, que la leas tú, señora, que yo noacierto", Cena XIV, éd. ci t . , p. 176.

(38) En el momento de la presentación oral de este trabajo, me hi-cieron observar R. Jammes y A. Egido que, como en las sociedadestradicionales con las que hemos estado nosotros en contacto, basta-ba con que un miembro de la comunidad supiera escribir. No era miintención plantear el problema de la posible existencia de talesmediadores, sino destacar que los textos no los suelen mencionar.

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con tanto empeño señala, cuando de su protagonista set ra ta , que ha sido éste "muy buen estudiante, l a t ino ,retórico y griego", o que se toma la molestia de ind i -car que ha sido estudiante el mozo de muías que en unmomento dado explica doctamente cómo nació un refrán (39) —no se cuida, en cambio, de indicar cómo es posible quela esclava blanca que vivió amancebada con Guzmán antesque a éste prendieran y procesaran le escriba de nochey desde su propio aposento, según tiene la delicada aten-ción de mencionar al f inal izar su carta (40). Solo en unade las composiciones del Romancero de Pedro de Padillavemos que un jaque cordobés deseoso de escr ib i r a suamada tiene que pedir a otra persona que le redacte lacarta (41) .

Las observaciones que preceden no tienen por ob-jeto poner reparos a la impropiedad con que sabemos desobras que está representado el es t i l izado mundo hampes-co de los textos aquí examinados. Lo que con e l las hequerido poner de rel ieve es al contrario el carácterefect is ta y de regocijado "morceau de bravoure" quetiene la carta de amor rufianesca desde el momento enque se comienza a cu l t iva r . De ahí , t a l vez, que en sucaso parezca impropio sacr i f icar a las exigencias de lapropiedad. Esto es lo que al parecer se desprende de lasindicaciones que Alemán atribuye a su protagonista, alpresentar éste la carta de su dama, que luego pasa a re -producir : " [ . . . ] Y en el rigor de mi prisión [ . . . ] me

Al referirse el propio Chaves a la actividad de los presos que seganan la vida escribiendo cartas y billetes de amor, agrega que lohacen "para fuera de la cárcel" y sólo destaca la intervención —sesupone que posterior a la redacción del mensaje personal— de losque pintan los corazones y ponen las coplas.

Tampoco presenta la carta rufianesca los lapsos lingüísti-cos que cometen, por ejemplo, los secuaces de Monipodio.

(39) G. de A.,1a,II,9; ed. de F. Rico, Barcelona, Planeta, 1967, p.333.

(40) "Fecha en este tu aposento a las once de la noche, contemplandoen t i , bien mío. Tu esclava hasta la muerte." (Ibíd. ,2a, III,7,p .872) .

También se insiste, en el mismo romance,en el aparejo que el ile-trado rufián pone a la disposición de su interlocutor:"Yo dije que síharía,/mas que aparejo faltaba,/y respondióme que estaba/tintero yescribanía/ arriba donde alojaba[...]",en John M.Hill,ob.cit.,p.33.

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envió una carta que, por ser donosa, me pareció hacermemoria della y porque también es bien aflojar a el ar-co la cuerda contando algo que sea de entretenimiento"(42) .Al hacer que redacte la carta una esclava que asume cari-caturescamente su papel de "sierva de amor", consigue noobstante Alemán conservar un ingrediente de mucho relie-ve en la representación del mundo hampesco. Sella de es-te modo la degradación del protagonista, pero salvandola dificultad que para la redacción de un billete seme-jante a los de los rufianes de Chaves representaba lacaracterización previa de Guzmán como hombre de claroentendimiento (43).

Puede parecer extraño, cuando no sea más que porcontraste con la fidelidad con la que acabamos de verque Alemán conserva la antológica carta de amor de esti-lo rufianesco, que ésta no haya sido conservada en cam-bio en el anónimo En#iem£ó de ta cásiceZ dz S&v-¿t¿a. Como essabido éste no se presenta a veces más que como un hábilzurcido de réplicas sacadas casi literalmente de la re-lación de Chaves (44). Pero como el chusco estribillopuesto al final de cada párrafo en la carta del señor Mo-lina pasa a sellar, en el entremés, las despedidas de ungrupo de rufianes, que han venido a dar el último abrazoa un amigo en trance de ser ejecutado, puede pensarseque estamos aquí ante un caso de incompatibilidad genéri-ca (el de la carta virtuosista con el entremés), observa-ción con la que creo que puede cerrarse adecuadamenteeste examen del tratamiento que a través de distintos génerosrecibe la arrufianada carta de amor de los Pandulfo, Juande Molina, y consortes.

(t2) G. de A., 2a,111,7; éd. cit., p. 872.

(43) No ha sido justamente valorada la nota degradante de los amoresde Guzmán con la esclava, pese al contrapunto cervantino de la ac-titud de Berganza frente a la esclava sevillana del Coloquio.

(M-4) Según recuerda E. Asensio en Itinerario del entremés, Madrid,Gredos, 1971, pp. 90-92.

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APÉNDICE

POLANDRIA Dala acá, y rasgalle he.

POKCIA Pardiós, no rasgarás hasta que la veas.

POLANDRIA Déjame, Poncia.

PONCIA Pardios, no te dejaré si no me prometes de no larasgar hasta la leer.

POLANDRIA Ora, que si prometo; y oye, que dice así :"Señorade mis entrañas y amores de mi alma".

PONCIA Oxte mi asno.

POLANDRIA Ora, yo me maravillo de tan gran necedad, oye :"Ahí te envío mi corazón pintado en esa carta, atrave-sado como lo verás con esas saetas, que tal me tienestú a mí el mío, mi alma".

POLANDRIA Quincia, esto bien lo entiendes tú.

QUINCIA Por Dios, señora, ya me parescen otras razones quela retólicas del otro día.

POLANDRIA Ora, pues, óyelas, que para ti son :"Y señora mía,tú eres la que mis entrañas puedes sanallas, y puestu beldad me hirió, sáneme tu piedad. ¡ Ay corazón,que me muero ! ; Ay entrañas, que me fino ! I Ay mialma, que me matas ! Como lo dice esa copla :

Eres tan hecha de floresy de perlas y azucenas,que me ponen mil dolores,que me ponen más temores,que me han de matar tus penas.Linda dama en perfeción,sabida entre las discretas,ves ahi mi corazón,como está tan sin razón,pasado con tres saetas.

POLANDRIA Mal año para ti,doña puerca, que esta carta sea pa-ra mí, que sus razones dan la razón de las razones quetú entiendes en la lengua de Pandulfo, o de otros ta-les mozos despuelas como él. Que la razón de mis pen-samientos bastaba a ponella en la lengua, aunque falta-ra en el saber.

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PONCIA Quieres decir, señora, que tal para tal, y Pedropara Juan.

(Feliciano de Silva, Segunda Celestina, Cena XXIV, éd. cit., pp. 29295).

Ana. Con Mellado que hue a Sevilla te envié unos renglonespara que te retirases por no sé qué hombrecillos que han procuradodarte pesadumbre, sabiendo que eres cosa mía; y saben ellos que si yopisara tierra, se la diera hasta el ánima. Pero saldrá el hombre des-ta cadena, que todos nos entenderemos por vida del cielo de Dios, yno digo más.

Y en lo que dices de Damiana la de Cosme, mintió quien telo dijo. Verdad hue que estando en esta mi galera Águila, donde soyforzado, en el Puerto de Sancta María, entró en ella esa mujer y sen-tóse en la portiza conmigo, hízoseme de melindres, y dila seis tor-niscones y échela por el escala abajo, quitéla un agnusdei de platay una cinta que lo has de romper tú, si vivo. Esto pasó y no otra co-sa. Y no tenía nadie que meterse en trenidades entre mí y ti, que denoche es y hay higueras, y ayuda Dios a cada uno. Pero saldrá el hom-bre desta cadena, y todos nos entenderemos; y no digo más.

Mas verdad también hue que estando en libertad topé esa mu-jer en la casa del padre de Estepa, rota y deshandrajada, y dijomeque era cosa que tocaba a Cejudo; y como soy tan amigo de amigos co-mo sabes, socorríla allí con cuatro reales; y aun juro a Cristo queMartín, el de la Payana, me los prestó para dárselos. Y a quien tehue con chismerones saldrá el hombre desta cadena, que todos nosentenderemos, y no digo más.

He sabido que mientras cumplo el tiempo de galeras te hasacomodado con el Paisano, hombre desflorado, a quien los demás no só-lo no respetan, pero aun le quitan lo que tú le das. Vista ésta, ledarás un madrugón tomando la vuelta de Jerez de la Frontera, quizáallí te dará gusto de her dos docenas de reales, que por vida de milibertad, que hasta la almilla del rey tengo empeñada; y no digo más.

Nuevas de galera son que de treinta y dos onzas de bizcochoque daban a cada forzado, no dan ya más de veintiséis; no sé qué esla causa. Polarte queda malo de dos tratos de cuerda, ambos con zabu-llida, porque se acordó de Dios, y no para rezar. Gambalva por lomismo pasó azotes toda la crujía. Al patrón de mi galera le alzarona la Leonisa; echa ojo, si la vieres por allá.

Desta galera Águila, este tuyo metido en tu cadena, donde

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hará por ti lo que hacía en libertad, cuando algunos temblaban deverte.

Tuyo hasta la muerte.

El nombre sabes, y no digo más.

(B.J. Gallardo, Ensayo..., pp. 1364-1365).

ROUBAUD, Sylvia y JOLY, Monique. "Cartas son car tas" . Apuntes sobre la carta fuera delgénero ep is to la r . En Cr i t i cón (Toulouse), 30, 1985, pp. 105-125.

Kesiaen I

Estudio de los textos epistolares insertos en las ficciones caballerescas.Apartir de los ejemplos sacados del Amadis de Gaula, se llega a una tipología de las car-tas, que se reparten en tres categorías principales (de información; de petición; deamor). Se destaca que las novelas de caballería integran un material epistolar muy espe-cifico, es decir reglamentado (con formas y contenido fijos y muy pocas variantes, comola epístola de amor masculina o las cartas de desafío), tanto en las primeras obras comoen ia producción posterior al Amadis.

II

La carta de amor de estilo rufianesco : su presencia en la Segunda Celes-tina (153*1 ?), en la Relación de la cárcel de Sevilla, en el Guzmán de Alfarache; suausencia del Entremés de la cárcel de Sevilla. Con algunas observaciones sobre los sen-tidos de la palabra gemania y los contenidos y formas de la arrufianada carta de amor.

Résumé I

Etude des textes épistolaires inclus dans les fictions chevaleresques. Apartir des exemples de l'Amadis de Gaula, est tracée une typologie de ces lettres, répar-ties en trois catégories principales (d'information, de demande, d'amour). Les romans dechevalerie apparaissent ainsi comme porteurs d'un matériel épistolaire très spécifique,c'est-à-dire réglé (avec des formes et des contenus fixes, ou susceptibles de très fai-bles variantes, comme la lettre d'amour masculine, ou les lettres de défi), aussi biendans les premières oeuvres que dans les productions postérieures à l'Amadis.

II

La lettre d'amour de style "rufianesco" : sa présence dans la Segunda Ce-lestina (153't ? ) , dans la Relación de la cárcel de Sevilla, dans le Guzmán de Alfarache;son absence dans l'Entremés de la cárcel de Sevilla. Avec quelques observations sur les

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s ign i f i ca t i ons du mot geroanía a ins i que sur les contenus et les formes de la l e t t r ed'amour selon les ru f ians .

Summary I

A study of the epistolary texts included in the chivalrous fictions.Based upon examples of the Amadis de Gaula, différent patterns of letters are proposedand according to ther classification three main groups appear : information, quest andlove.

The chivalry novéis include therefore very spécifie epistolary materialwhicb keeps to strict rules; there is a preestablished content and form and very fewvariations are tolerated (for example : the masculine love letter or the challengeletters). Ihis is obvious as well in works previous to the Amadis as well as in laterWorks.

II

The love letter in the "rufianesco" style : i ts being in La Segunda Celes-tina (1534 ?), in the Relación de la ca'rcel de Sevilla, in the Guzman de Alf-arache; butnot in the Entremés de la cárcel de Sevilla. With some remarks about the meaning of theword germania as well as about the contents and forms of the ruffian love le t ter .

Palabras clave : Género epistolar. Novelas de caballería. Literatura rufianesca.