Cartas - Alejandra Pizarnik

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Cartas - Alejandra Pizarnik

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  • A lejandra P izarnik inici una terapia psicoanaltica con Len O strov alos 18 aos. E l tratamiento se interrumpi transcurrido poco ms deun ao, pero el profundo inters de ambos por la filosofa y laliteratura deriv en una relacin de amistad que se afianza durantelos aos en que A lejandra residi en F rancia (1960-1964).De este perodo data la may or parte de las cartas reunidas en stelibro, hasta el momento inditas. En ellas, la poeta relata suexperiencia de v ida parisina, las nuev as relaciones que establece (conSimone de Beauv oir, Julio C ortzar, Marguerite Duras, O ctav io Paz,A ndr P iey re de Mandiargues, Eduardo Jonquires), la precariedadeconmica de los primeros tiempos, el v nculo ambiv alente con sufamilia, los desafos, logros y dificultades de su proceso creador, perofundamentalmente los profundos terrores y angustias que laatrav iesan en los momentos de depresin ms dev astadores. Laconfianza depositada en su exanalista y el esfuerzo de ste porsostenerla a pesar de la distancia otorgan a estas cartas unaparticularidad que las distingue de muchas de las dirigidas a otrosdestinatarios.

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  • Alejandra Pizarnik & Len Ostrov

    Cartas

    ePub r1.0Titivillus 23.04.15

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  • Alejandra Pizarnik & Len Ostrov, 2012Edicin de: Andrea OstrovDiseo de cubierta: Silvina Gribaudo

    Editor digital: TitivillusePub base r1.2

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  • INTRODUCCINPOR ANDREA OSTROV

    Entiendo la publicacin de estas cartas como un acto de justicia. En primerlugar, hacia sus autores, que mantuvieron una correspondenciaininterrumpida durante la estancia de Alejandra en Pars (1960-1964). Ensegundo lugar, hacia las cartas mismas que, a mi entender, concentran unaparticularidad que las distingue de la correspondencia hasta ahorapublicada de Alejandra P izarnik. Muchas cartas de esta escritora fueronpublicadas en distintos momentos por algunos de sus destinatarios enrevistas y diarios de pases diversos. En 1988, Ivonne Bordelois reuni enCorrespondencia Pizarnik una valiosa coleccin de cartas publicadas einditas, organizadas en torno a los diferentes receptores[1]; en 2003,aparece Dos letras[2], una edicin de las cartas que Alejandra dirige alpoeta, narrador, pintor y editor Antonio Beneyto entre el 2 de septiembrede 1969 y el 12 de septiembre de 1972, intercambio epistolar que surge apropsito de la voluntad de Beneyto de publicar Nombres y figuras en laeditorial independiente La esquina y que contina con el proyecto de laantologa El deseo de la palabra, en la que Alejandra y Beneyto trabajanjuntos pero que aparecer pstumamente, en 1975.

    Len Ostrov fue el primer psicoanalista de Alejandra, quien recurri al cuando tena apenas 18 aos, a mediados de 1954. La terapia dur pocoms de un ao. Cuando ella se instal en Pars, entre 1960 y 1964, entablcon l una relacin epistolar de la que se han conservado 21 cartas(excepto tres de ellas, todas datan de este perodo), y lamentablemente slocinco de las respuestas de Len, que actualmente forman parte del ArchivoPizarnik de la Universidad de Princeton.

    Si bien la relacin mdico-paciente ya haba concluido y haba surgidouna amistad sustentada en el profundo inters de ambos por la literatura yla filosofa, resulta evidente que Len Ostrov representaba para Alejandrauna figura paterna y contenedora, a quien recurra en los momentos deangustia y desesperacin ms terribles, cuando surgan los miedos ms

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  • inmanejables y avasalladores. En estas cartas, la escritora expone con totalcrudeza sus estados de nimo ms desoladores, cuando la depresin msdevastadora la invada. El personaje alejandrino se hace a un lado paradejar or esa voz grave y lenta, en la que temblaban todos los miedos [3].Pero adems, la lectura cronolgicamente ordenada del conjunto permitereconstruir un relato por dems elocuente de su estancia en Pars, desde lasvacilaciones iniciales, los cambios de domicilio, las nuevas amistades, labsqueda de trabajo, hasta la relacin con la familia, las posibilidades depublicacin y, por supuesto, los pormenores del proceso creador.

    En las pocas respuestas conservadas, se hace evidente el esfuerzo deOstrov por hacer consistir a ese yo que tantas veces se encuentra a puntode desmembrarse: de distintas maneras, intenta darle nimos, reforzarla ensu autoestima, ayudarla a tomar decisiones, apoyarla en sus esfuerzos,alentarla en sus proyectos. En trminos de Ivonne Bordelois, Ostrov fueuna suerte de padre literario para P izarnik, quien le dedic La ltimainocencia (Poesa Buenos Aires), su segundo libro, en 1956, y uno de lospoemas de Las aventuras perdidas (Altamar, 1958) [4].

    La amistad continu despus de su regreso de Europa, en 1964. Y enalguna ocasin, Alejandra asisti a las comidas literarias que mis padressolan ofrecer en casa, a donde concurran tambin Olga Orozco, EnriqueAnderson Imbert, Betina Edelberg, Bernardo Verbitsky, Florencio Escard,Boleslao Lewin. Recuerdo haberla visto en una oportunidad, durante eseinvierno. Yo no haba cumplido an cinco aos. Me fascinaba poderpresenciar la llegada de los invitados, escuchar las conversaciones,estudiar los vestidos de las seoras y robar uno que otro bocadito . Mispadres me permitan quedarme despierta hasta el momento de sentarse a lamesa. En esa oportunidad, desde mi lugar en la punta del sof, la vi entrar yatravesar la sala. La imagen permaneci a travs de los aos: nada devestidos elegantes sino pullover y pantalones furiosamente rojos. Camintorpemente y sin hablar para desplomarse en el primer silln que encontrlibre. A tal punto llam mi atencin, que a la maana siguiente pregunt ami mam quin era esa seora de pantalones colorados . Recuerdo surespuesta: Alejandra! .

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  • Las cartas robadas

    Entiendo la publicacin de estas cartas como un acto de justicia tambinpor otras razones. Durante mucho tiempo consider equivocada o noque el hecho de que mi padre hubiera sido psicoanalista de Alejandraconstitua un obstculo para la difusin de su correspondencia. Algo ascomo una tica profesional delegada o heredada que yo deba garantizaro salvaguardar aconsejaba mantener en privado una comunicacin que,si bien claramente la exceda, haba surgido a partir de una relacinanaltica.

    Sin embargo, algunos fragmentos de estas cartas comenzaron a circular misteriosamente . La fuente no autorizada fue la entradacorrespondiente a Alejandra P izarnik que Ins Malinow escribi en 1980para la antologa Poesa argentina contempornea de la FundacinArgentina para la Poesa. Malinow conoca a Len Ostrov desde lajuventud y sabiendo de la existencia de estas cartas solicit consultarlas alos efectos de escribir un artculo sobre Alejandra. Esto no implicaba,obviamente, consentimiento para publicarlas. Sin embargo, de las sietepginas de la introduccin que Malinow escribe a los poemas de P izarnikincluidos en dicha antologa, la mitad consiste en transcripcionesfragmentarias y desordenadas de las cartas de Alejandra. Las presenta comocartas que la poeta envi desde Pars a un amigo y que llegaron a mpor mediacin de Len Ostrov [5]. Resulta evidente, para cualquier lectoratento, la ambigedad que esta frase deja en cuanto al destinatario de lacorrespondencia, ya que por mediacin de no equivale en absoluto a dirigidas a Len Ostrov.

    Pero hay ms: el 30 de noviembre de 1997 Malinow reproduce otrosfragmentos de estas cartas en el Suplemento Literario del diario tucumanoLa Gaceta. Esta vez llega an ms lejos y pretende hacer concreta ymaterial su apropiacin indebida de estos textos: afirma poseer losmanuscritos de las cartas. Dice: Por esos azares de la vida, desde haceaos guardo un original del Primer Diario de Alejandra P izarnik y cartasque envi a un amigo mo, el cual me las cedi sin ninguna preocupacin. Tenelas, son de Alejandra; ahora son tuyas me dijo. Y fue as como

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  • discretamente las almacen entre telas de araas y silencio [] y ahora seme ocurre revelar unas lneas, de gran belleza formal, pues la prosa deAlejandra acaso, en mis originales, supera sus versos insuperables(nfasis mo)[6]. El mismo ocultamiento de la identidad del destinatario delas cartas, ese misterioso y annimo amigo capaz de ceder supuestamente los originales sin ninguna preocupacin , se reitera eneste prrafo, pero ahora en funcin de hacer crebles unas afirmaciones que,de otro modo, hubieran resultado inverosmiles.

    Pero hay todava ms: en el ao 2002 Malinow publica Alejandrasecreta, un libro de poemas inspirados en las cartas de Alejandra aLen Ostrov, sin sello editorial. En el prlogo afirma: de ese material,entresaqu prrafos, pensamientos, circunstancias, y as naci estevolumen, pues de inmediato advert que estas cartas eran, ante todo,poesa [7]. Lo que aqu no dice es que los hermosos versos que ofrece a lalectura son mayoritariamente transcripciones textuales de las cartas, dondepor lo general la nica intervencin de Malinow consisti en reemplazar elpronombre de primera persona utilizado por Alejandra por un ella , ydisponer las frases originales en forma de verso. Baste como ejemplo elsiguiente prrafo entresacado de la carta N. 5:

    Leo a Gngora y a los surrealistas y me preocupo por la palabrano slo en la frase sino en s, sino y sobre todo en s. Creo haberhecho un pequeo progreso en los ltimos poemas. Y descubr quese puede hacer poemas sin tener nada pensado, sin pensar, sinsentir, sin imaginar, en cualquier instante y a cualquier hora. Ensuma, el poema se hace con palabras

    que se convierte en el poema Lee a Gngora :

    Lee a Gngoray a los surrealistasy se preocupa por la palabrano slo en la frasesino en s,

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  • sino y sobre todo en s.Cree haber hecho un pequeo progresoen los ltimos poemas:descubri que se puede hacer poemassin tener nada pensado,sin pensar,sin sentir,sin imaginar,en cualquier instantey a cualquier hora.Dice: el poema se hace con palabras .

    El sistemtico cambio pronominal de la primera a la tercera personacompleta la consumacin del acto de apropiacin, puesto que en realidaden estos poemas Malinow no habla de Alejandra sino que, claramente, esAlejandra misma la autora de los textos. Pero claro, quin podra darsecuenta si se trataba de un material indito en su mayor parte? Por estarazn, el 10 de agosto de 2002 publiqu en el suplemento Cultura yNacin del diario Clarn una resea sobre Alejandra secreta de InsMalinow en la que me encargu de hacer explcito el procedimiento sise me permite la irona a partir del cual la autora de ese libro escribiestos poemas.

    Cuerpo presente

    El conjunto de las cartas que Alejandra P izarnik enva a Len Ostrovconforman, por un lado, una narracin cuidadosa y pormenorizada de suvida en Pars: la descripcin de sus sucesivas viviendas; de su vidabohemia y desordenada; la alusin a la ambivalencia respecto de su trabajorutinario en la revista Cuadernos del Congreso para la Libertad de laCultura que le permite sobrevivir y permanecer en esa ciudad; la referenciaa las nuevas amistades literarias; la reflexin sobre el sufrimiento que leocasionaron algunas de sus antiguas relaciones; la conciencia de sus

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  • amores imposibles y del difcil vnculo con su familia; la irrupcin de losproblemas de salud y malestares fsicos; el relato de situaciones puntualescomo el encuentro con Simone de Beauvoir o con la bailarina amiga deCsar Vallejo ofrecen un cuadro ntido de los primeros aos de su etapaparisina. En estas cartas, la escritora no escatima detalles en laconfiguracin de un relato de lo vivido que, de algn modo, contrarrestaesa voz pblica que saba instalar como seala acertadamente PatriciaVenti en otros intercambios epistolares en los que raras veces [] hacereferencia a hechos personales destacados y en general se mantiene distantecon las personas ajenas a su entorno, pero en ciertos casos permite que lavoz extrovertida, abierta y comunicativa relate su quehacer literario [8].

    Sin embargo, la extroversin de su voz va mucho ms all, en este caso,de sus preocupaciones literarias: no solo estn presentes las reflexiones,alegras, dificultades y angustias vinculadas con el ejercicio de la escrituray las impresiones y comentarios sobre sucesivas lecturas. En estas cartas sedibujan adems lugares, momentos, situaciones, personas, objetos,recorridos, hbitos, paisajes y rituales de la vida cotidiana, de manera talque los textos presentan un fuerte anclaje carnal, corpreo: aqu hay carnadura , hay un cuerpo doliente o gozoso, pero indefectiblementepresente, an en las manifestaciones ms elevadas del pensamientoabstracto. Se impone, en todo momento, la densidad de una presencia fsica,un cuerpo como sede de la experiencia, inmerso en el espacio-tiempo, uncuerpo en situacin :

    Son las ocho y el autobs bordea el Sena y hay niebla en el ro yel sol en los vitrales de Notre-Dame, y ver a la maana, camino a laoficina, una visin tan maravillosa, y an la lluvia, y an este cielode otoo absolutamente gris tan de acuerdo con lo que sientoeste cielo que amo mucho ms que el sol, pues en verdad no amo elsol, en verdad amo esta lluvia, esta tristeza en lo de afuera (Carta N.9).

    O:

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  • Ando bastante mal de salud. Renunci absolutamente al caf, alalcohol y casi al tabaco. Tengo vrtigos y desfallecimientos. No ssi es fsico, metafsico o patafsico. Pero tengo una fatigainenarrable. A los 25 aos puedo decir: Cansada de la edad .Es esto la adultez que llega definitivamente? (Carta N. 16).

    Una sola lengua potica

    En estas cartas se reconocen muchas de las obsesiones, preocupaciones,angustias y temores que durante toda su vida atormentaron sin tregua a lapoeta. Sin embargo, tal vez a causa de la relacin teraputica que habamantenido aos atrs con su destinatario, creo advertir una intensidadespecial, un desnudamiento absoluto, un esfuerzo extremo y agotador aveces ( esta carta me exige un esfuerzo enorme ; le escribo con grandesesfuerzos [Carta N. 3]) por comunicar sus estados, confesar sus terrores,reflexionar sobre sus limitaciones, que distingue a estas cartas de muchasde las que fueron ya publicadas. Aqu no prevalece, por ejemplo, labrevedad de los intercambios ms puntuales vinculados con el envo orecepcin de algn libro o artculo; tampoco las necesariasespecificaciones relacionadas con algn proyecto de publicacin, ni eltono humorstico ni los malabarismos lingsticos infaltables en las cartasa los amigos ms cercanos, principalmente en los ltimos aos. Predominaen cambio una modulacin ntima, confesional, introspectiva, pormomentos muy prxima al tono de muchas de las entradas de su Diario.El siguiente prrafo de la Carta N. 3, por ejemplo:

    Estoy tocando fondo en mi demencia. Las alucinaciones semultiplican, ahora con miedo []. Estoy luchando cuerpo a cuerpocon mi silencio, con mi desierto, con mi memoria pulverizada, con miconciencia estragada

    fcilmente establece un eco con este fragmento de la entrada del Diariocorrespondiente al 28 de julio de 1955:

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  • Cada vez me atormenta ms la incapacidad de hilar unpensamiento. Mi actividad mental consta de un suceder de imgenesvertiginoso, recuerdos desordenados, palabras que se van en cuantotrato de apresarlas[9].

    Del mismo modo, el siguiente fragmento de la carta N. 4:

    Pero aqu me asalta y me invade muchas veces la evidencia de mienfermedad, de mi herida. Una noche fue tan fuerte mi temor aenloquecer, fue tan terrible, que me arrodill y rec y ped que no meexilaran de este mundo que odio, que no me cegaran a lo que noquiero ver, que no me lleven adonde siempre quise ir

    conforma un explcito contrapunto con la entrada del 4 de junio de 1960,ya no solo en cuanto al sentimiento que se busca expresar. Hay adems, uncierto ritmo, una determinada puntuacin, una particular estructura frsticaque se corresponden:

    Dios mo, [] que no me enajene en la demencia, que no vayaadonde quiero ir desde que nac, que no me sumerja en el abismoamado, que no muera de este mundo que odio, que no cierre los ojosa lo que execro, que no deje de habitar en lo horrible (Diarios, 166).

    Pero tambin, y ms fundamentalmente, resulta posible encontrarpuentes y remisiones entre el texto de estas cartas y la escritura potica dePizarnik, la escritura literaria propiamente dicha. Se repiten tpicos,motivos, frases. El siguiente fragmento correspondiente a la Carta N. 15

    Cmo hacer, despus, para despearse en la hoja en blanco ypelear con las palabras. Me pregunto quin me da fuerzas, quin mehunde en el silencio fantasma de las palabras

    se reformula en un poema a partir de la eliminacin del verbum dicendi:

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  • Quin me perdiEn el silencio fantasma de las palabras[10].

    La misma transformacin ocurre entre slo puedo decir lo que vealguien que mira el mundo desde debajo de una alcantarilla (Carta N. 13)

    y

    Una mirada desde la alcantarillapuede ser una visin del mundo (Poesa Completa, 125).

    De igual manera, la frase Pero quin hablar del amor? No yo. Yoamo de la Carta N. 12 se reescribe en su versin potica sustituyendoel verbo hablar por cantar :

    Quin cantar al amor?No yo.Yo amo (Poesa Completa, 318).

    Pero an ms all de estas consonancias, tanto la recurrencia dealgunos elementos distintivos espejos, silencio, voz, sol, viento, exilio,bsqueda, miedo, infancia, sangre como el minucioso trabajo con el ritmoy la sintaxis de la prosa permiten reconocer en este conjunto epistolar lainconfundible impronta potica de la escritura alejandrina. Basten algunosejemplos:

    Yo, de mi parte, habito con frenes la luna (Carta N. 4).

    Ese silencio como una mano de terciopelo (Carta N. 5).

    El cielo fue blanco este mes, fue una ausencia, fue mi amor estecielo: era una tregua, un puente entre dos mundos (Carta N. 8).

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  • Una noche se rompern los espejos, ardern las que fui y cuandodespierte ser la heredera de mi cadver (Carta N. 11).

    Qu har cuando me sumerja en mis mundos fantsticos y nopueda ascender. Porque alguna vez va a tener que suceder. Me ir yno sabr volver. Es ms, no sabr, siquiera, que hay un sabervolver . Ni lo querr, acaso (Carta N. 3).

    Resulta evidente, a partir de lo dicho, que nos encontramos ante unaescritura que atraviesa las demarcaciones genricas carta, diario, poesa,prosa potica y que se re-escribe, se re-toca una y otra vez, en diferentesregistros, en sucesivas exploraciones, en continuos reconocimientos, enpermanentes bsquedas. Un texto nico, proteico, errante, nmada, quejams se detiene, que sin cesar se rehace, se re-construye en un combateinfinito con el lenguaje[11]. Se trata, en definitiva, de una sola exploracinpotica que atraviesa los lmites entre la escritura pblica o publicadade la poeta y sus papeles privados (cartas, diario):

    Si hay algo en lo que creo es en este diario: hablo de su calidadliteraria, de su lenguaje. Es infinitamente mejor que todos mispoemas (Carta N. 15).

    Pero yo sigo escribiendo mi diario que ya deja de serlo pues escasi un largo y absurdo poema en prosa (Carta N. 18).

    En efecto, Alejandra misma public fragmentos de su Diario en elnmero 7 de la revista colombiana Mito de 1962 y ms an, planeaba juntoa Jorge Gaitn Durn fundador y director de esta revista una edicinde su Diario completo que se frustr a causa de la muerte de este ltimoen un accidente areo, al regresar de Pars, el 22 de junio de ese mismo ao.Posteriormente aparecieron fragmentos del Diario en el nmero 11-12-13de Poesa=Poesa (1962) y en Les Lettres Nouvelles (1964). Pero adems,a la vuelta de Pars ella misma resumi y reescribi como afirma Ana

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  • Becciu las entradas correspondientes al perodo en que residi enFrancia (1960-1964) a los efectos de una posible publicacin[12].

    Poesa encarnada

    La bsqueda esttica de P izarnik se presenta como necesaria e ineludible,de manera tal que conlleva un compromiso absoluto ( Deseos deescriturarme, de hacer letra impresa de mi vida [Diarios, 218]). As, elacto creador y la posibilidad de supervivencia constituyen una identidadque la escritora hace explcita insistentemente:

    Necesito hacer bellas mis fantasas, mis visiones. De locontrario no podr vivir. Tengo que transformar, tengo que hacervisiones iluminadas de mis miserias y de mis imposibilidades (CartaN. 5).

    Pero hay un juego a muerte. Tengo que hacer poemas bellos ytengo que poblar de voces mi silencio (Carta N. 11).

    Posibilidades de vivir? S, hay una. Es una hoja en blanco, esdespearme sobre el papel, es salir fuera de m misma y viajar en unahoja en blanco (Diarios, 95).

    Por consiguiente, la apuesta a la salvacin a travs de la escritura anulanecesariamente las delimitaciones genricas y atraviesa las fronteras entreel texto pblico y el privado. Se trata de una sola bsqueda, esttica eidentitaria, potica y vital, lingstica y emotiva al mismo tiempo:transformar el horror, escapar de la locura, exorcizar el silencio. Se escribepara no morir, para no enloquecer. Escribir es, en definitiva, el espejo ylos textos de Alejandra desbordan de espejos en el que se encuentra unreflejo de la propia existencia.

    El acto creador como condicin de posibilidad de la supervivencia se

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  • traduce en una estrecha implicacin entre la escritura, el poema, el texto y elpropio cuerpo, que la escritora enuncia de manera explcita:

    Ojal pudiera vivir solamente en xtasis, haciendo el cuerpo delpoema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis das y con missemanas, infundindole al poema mi soplo a medida que cada letrade cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir[13].

    En la entrada del 23 de mayo de 1962 escribe en su Diario:

    Inquieta y preocupada por la forma de la poesa sabiendo sinembargo que no es eso lo que me inquieta y preocupa (Diarios,219).

    Esa bsqueda de la forma, esa lucha con el lenguaje a la que nosreferimos ms arriba, se reduplica de alguna manera en la lucha queAlejandra mantuvo con su propio cuerpo durante toda su vida: el asma,cierta tartamudez, el acn y una leve escoliosis le producan una constante incomodidad con [su] cuerpo (Diarios, 223). Una mujer tiene que serhermosa. Y yo soy fea. Esto me duele ms de lo que yo creo (Diarios,141). Los kilos de ms le pesaban particularmente, razn por la cual desdemuy joven se someti a un perpetuo rgimen alimenticio (Diarios, 266)y comenz a tomar anfetaminas para bajar de peso, en busca de esa formaideal: Es un crculo vicioso. Para no comer necesito estar contenta. Nopuedo estar contenta si estoy gorda (Diarios, 141).

    La constante preocupacin por el estilo de escritura se traduce dealguna manera en el afn de lograr un cuerpo armonioso. En la Carta N. 19constata por fin:

    Mi nica metamorfosis (notable segn mis amigos) es hastaahora fsica, corporal. Mi cuerpo se ha estilizado, cambiado muyfavorablemente y, lo que es asombroso, mis manos no son las deantes: su delicadeza actual me da miedo.

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  • Paralelamente, Alejandra hace constantes referencias a los malestaresfsicos que la aquejan, producto de los excesos de toda ndole a los quese somete: el alcohol, la comida, las drogas, los cigarrillos, el sexo, elinsomnio y an la velocidad si atendemos a la carrera desenfrenada enmotocicleta que relata en la Carta N. 19 y en la entrada del diario del 4 deseptiembre de 1962 forman parte de la misma bsqueda tica, esttica yvital. Para hacer el cuerpo del poema con [el] cuerpo es necesario hacerde ste la sede de una experiencia de lo revulsivo, lo catico y perturbadorde modo tal que el xtasis irrumpa bajo las formas ms extremas delplacer y el dolor.

    La angustiosa conciencia de los lmites del lenguaje ( no es eso, no eseso lo que quisiste decir [Carta N. 9]; qu exasperacin ante la pobrezade mi lenguaje [Carta N. 10]) instaura la imperiosa necesidad detraspasar las fronteras del cdigo, de explorar el caos que surge ms all dela sintaxis y la gramtica. Sin embargo, la aproximacin a esa zona dederrumbe no constituye un ejercicio meramente intelectual ni unaespeculacin abstracta y anmica. Por el contrario, se trata de unaexperiencia de escritura que no ser verdadera si parece la de un espritu.[Si] no hay sangre en ella. [Si] no encarna en actos, en sucesos, en nombrespropios (Carta N. 3). Por consiguiente, la conmocin del lenguaje, ladesterritorializacin de la lengua necesaria para un acercamiento a lapoesa absoluta tiene anclaje en una desorganizacin del propio cuerpoque posibilite la suspensin de los esquemas racionales, funcionales yjerarquizantes y habilite en cambio una continua circulacin deintensidades: Vida de tu sombra, qu quieres? Un transcurrir de fiestadelirante, un lenguaje sin lmites, un naufragio en tus propias aguas(Poesa Completa, 251). Me estoy destruyendo con cigarrillos y comida.Mi cuerpo no soporta ms. Ataque de ayer. Asfixia. Es el precio que pagopor haber vendido mi vida al demonio de los ensueos (Diarios, 163).

    En tal sentido, no solo los excesos bquicos y erticos, tambin laexperiencia del miedo y de la angustia ms extremos, el agotamientoexcesivo, el dolor fsico agudo, el insomnio, las alucinaciones, la vivenciade la propia fragmentacin, la amenaza de la locura constituyen diferentesmodos de produccin de intensidades que ponen en primer plano ladimensin material de un cuerpo en dispersin:

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  • tengo mucho miedo y no obstante estoy maravillada, fascinadapor lo extrao y lo inextricable de todo lo que soy, de todas las quesoy y las que me hacen y deshacen (Carta N. 10).

    Anduve enferma: el corazn, la tensin, etc. Resultado: debollevar una vida controlada y ordenada sin instantes paradisacosproporcionados por el alcohol y ciertas pastillas que me hacan feliz(es una historia larga) (Carta N. 13).

    Cada da me siento ms cansada, ms enferma (nada ms quevrtigos y fatiga). [] En fin, estoy cansada y sufro de insomnio(Carta N. 14).

    Sin embargo, en esa misma intensidad que la atraviesa reside la nicagaranta de consistencia: En medio de mi terror estaba el pequeo miedo aperder la intensidad de mi sufrimiento. Si mi angustia me deja, pens, estoyperdida reconoce en su Diario el 26 de mayo de 1961 (Diarios, 207). Yen la Carta N. 11 dice: Pero tambin tengo temor de no trabajar todo elda, de no dolerme horriblemente el cuerpo, de no desvanecerme casi entareas cuyo fin es ganarse la vida .

    Ahora bien, si la lengua potica supone una desterritorializacin dellenguaje, la poesa como experiencia vital y corporal implica unadesterritorializacin del propio cuerpo que culmina, evidentemente, en lamuerte: Grietas y agujeros en mi persona escapada de un incendio.Escribir es buscar en el tumulto de los quemados el hueso del brazo quecorresponda al hueso de la pierna (Poesa Completa, 251). De este modo,si la poesa representa por un lado la posibilidad de salvacin para lapoeta, ser tambin y al mismo tiempo la piedra de su propio sacrificio: S, de una manera visionaria, que morir de poesa. [] Tal vez ya sientalos sntomas iniciales: dolor en donde se respira, sensacin de estarperdiendo mucha sangre por alguna herida que no ubico afirma en suDiario el 11 de agosto de 1962 (Diarios, 260). Y, en un texto de 1969: Me atengo al poema. El poema me lleva a los confines, lejos de las casas

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  • de los vivos. Y por dnde andar cuando me vaya y no vuelva? (PoesaCompleta, 360).

    En funcin de esto, me interesa detenerme en la frase Y hablando de mivocacin de objeto sigo dndome en holocausto a la sombra de la Madre(Carta N. 12), mediante la cual la poeta intenta referirse a cierta manerasuya de posicionarse ante las relaciones humanas. Sin embargo, pareceinevitable pensar ac en una sustitucin metafrica y leer adems Poesadonde dice Madre . Qu otro holocausto si no, determin la vida y lamuerte de Alejandra?

    Ganarse la vida

    Los interrogantes, inquietudes, inseguridades, vacilaciones y terrores queatormentan a la poeta se encuentran ampliamente desplegados en estascartas. Sin embargo sin pretender desconocer ni minimizar su conflictivapersonal constituyen adems una cruda y explcita puesta en escena de laproblemtica insercin del artista en la sociedad de consumo. En efecto, laeleccin de una forma de vida entregada del modo ms absoluto a lacreacin esttica resulta a las claras incompatible con lo que socialmente seconsidera una vida adulta y saludable . Si los parmetros de normalidad identitaria prescriben una garanta de estabilidad laboral,econmica, afectiva, familiar, sexual, domiciliaria el despliegue de unasubjetividad artstica suele requerir condiciones de posibilidad muydistintas a las establecidas por los dispositivos culturales de fijacin .La exigencia social de ganarse la vida (representada en este caso por lanecesidad de conseguir un empleo con el cual mantenerse) se convierte enun mandato absurdo y alienante para quien pretende no solo escribirpoemas sino hacer poesa con la propia vida:

    no deja de parecerme irrisorio y sorprendente donar siete horasde mi da, donarlas as, sabiendo que la muerte existe, y muchascosas hermosas existen, y muchas cosas terribles, y trabajar as,como si no pasara nada, como si uno no viniera a la tierra por un

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  • tiempo breve (Carta N. 7).

    Pero me gustara no enajenar mi tiempo en un trabajoprolongado lo que probablemente tendr que hacer. Pero quieromi tiempo para m, para perderlo, para hacer lo de siempre: nada(Carta N. 4).

    En efecto, cmo conciliar la Poesa con las leyes de mercado que rigenla economa capitalista? Cmo sostener esa nada frente a losimperativos de utilidad y productividad que rigen nuestros cuerpos?Cmo salvar el abismo que existe entre la poesa y la vida ? (Carta N.4). Por consiguiente, los reproches sistemticamente autoinfligidos que laautora expresa en estas cartas falta de orden, de mtodo, de capacidad detrabajo, de constancia, de tenacidad, de voluntad, de eficiencia revelanno tanto incapacidades o defectos personales sino una radicalincompatibilidad entre los procesos internos de la creacin artstica y laorganizacin eficiente del tiempo productivo regulado por estructurasexternas: Y me pregunto qu hacer con mis lecturas desordenadas, con miimposibilidad de hacer tantas cosas que me propongo (Carta N. 9).

    En funcin de esto, creo necesario sealar que el tpico del exilio tanrecurrente (y ms an, estructurante) en la escritura de P izarnik no solodebe ser entendido como expresin de una determinada construccinsubjetiva o como metfora de la condicin existencial del ser humano sinotambin como alusin al lugar marginal del arte y del artista en la culturade masas. Alejandra no solo habla del exilio como imposibilidad derelacin con los otros o con el mundo exterior:

    en verdad estoy sola pues ninguno me es imprescindible yhablo y saludo y realizo mi comedia social para no perder todocontacto humano. Pero tal vez es ya tarde para reanudar lasrelaciones simples y fciles, el placer de conversar, de estrecharmanos (Carta N. 12).

    El exilio atae adems a su condicin misma de poeta en la medida en

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  • que se vincula con el lenguaje: Yo no s hablar como todos. Mis palabrassuenan extraas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros connadie dice en la Carta N. 6. Y anlogamente:

    El lenguaje me es ajeno. Esta es mi enfermedad. Una confusa ydisimulada afasia. [] Todo tiene nombre pero el nombre nocoincide con la cosa a la que me refiero. El lenguaje es un desafopara m, un muro, algo que me expulsa, que me deja afuera (Diarios,286).

    La pregunta constante entonces, que se reitera una y otra vez en estascartas es cmo vivir? . Cmo reunir en un mismo cuerpo vida y poesasin que ese cuerpo resienta los efectos de las elecciones extremas? Cmosobrevivir a la experiencia del caos, la fragmentacin, la pulverizacin de smisma? Cmo sobreponerse al silencio que sobreviene al renunciar a lahospitalidad de la lengua cotidiana para despearse por los desfiladeros dela palabra nueva y desconocida? Cmo permanecer en el exiliodefinitivo? Vida y muerte; orden y caos; da y noche; trabajo y poesa;descanso e insomnio; salud y demencia son solo algunas de las tensionesenloquecedoras que atravesaron la vida de quien opt siempre por ir nadams que hasta el fondo (Poesa Completa, 453), tal como qued escritoen su pizarrn de trabajo el da de su muerte.

    Criterios de esta edicin

    Las cartas de ambos autores han sido dispuestas en orden cronolgico eintercaladas de modo de reconstruir hasta donde fue posible el dilogoentre los corresponsales. Se trata de veintiuna cartas de P izarnik y cinco deOstrov. Todas ellas fueron transcriptas sin modificacin alguna, conexcepcin de algunos errores ortogrficos o tipogrficos que no crenecesario reproducir puesto que la presente edicin incluye facsmiles delos originales.

    Como es sabido, pocas veces Alejandra consignaba la fecha de sus

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  • cartas. Sin embargo, fue posible recuperar el orden cronolgico de lasmismas no solo a partir de la fecha de los matasellos sino tambin enfuncin del contenido. A pesar de los intervalos a veces muy prolongadosentre una carta y otra la secuencia va configurando un verdadero relato por entregas de la vida parisina de la escritora. Las respuestas deOstrov conservadas, pocas lamentablemente pero consecutivas, permitenreconstruir ntegramente al menos la primera etapa del dilogo atento quetuvo lugar entre ambos.

    Una ltima aclaracin: dos prrafos correspondientes a la Carta N. 4 yotros dos extrados de la Carta N. 19 aparecen en CorrespondenciaPizarnik de Ivonne Bordelois como Cartas a Antonio Beneyto . Ivonneaclara que se trata de fragmentos extrados de un artculo que Beneytopublica en el N. 36 de la revista Quimera, Alejandra P izarnik.Ocultndose en el lenguaje , en 1983. Sin embargo, en dicho artculoBeneyto habla de cartas de la poca en que [Alejandra] vivi en Parssin aclarar en ningn momento quin era su destinatario ni de qu fuentetoma los textos. Su verdadero destinatario no es Beneyto sino LenOstrov. Precisamente, Ivonne misma reconoce que en esos fragmentos seescucha el mismo tipo de terror que caracteriza la correspondencia conOstrov (Correspondencia Pizarnik, 56-57). Adems, la relacinepistolar que entablan P izarnik y Beneyto surge recin en 1969, conmotivo de la voluntad de este ltimo de publicar Nombres y figuras en laeditorial La Esquina, de modo tal que an no se conocan en la poca enque Alejandra estuvo en Pars.

    Por ltimo, agradezco a Nora Catelli, quien me facilit copias de lascartas de Len Ostrov conservadas en el Archivo P izarnik en laUniversidad de Princeton. A Susana Chavez-Silverman, que me envi elartculo de Antonio Beneyto arriba mencionado. A Gabriela Finkielsztein,que me ayud a tipear varias de estas cartas. Y a Carlos Dmaso Martnez,por su incondicional apoyo y sus valiosas sugerencias para la edicin deeste libro.

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  • RECUERDO DE ALEJANDRA[14]

    POR LEN OSTROV

    Hace veinticinco aos fue a mediados del 57 una mujer me llam portelfono para pedirme una entrevista. Mi primera impresin, cuando la vi,fue la de estar frente a una adolescente entre anglica y estrafalaria. Meimpresionaron sus grandes ojos, transparentes y aterrados, y su voz, gravey lenta, en la que temblaban todos los miedos. (Me acord de esa criaturaperdida en el mar de un cuento de Supervielle). El dilogo que entoncesiniciamos, y que dur poco ms de un ao, continu despus, ya instaladaen Pars, en cartas que no hacan ms que corroborar lo que desde losprimeros momentos supe: que con Alejandra P izarnik, romntica ysurrealista, pero por encima de todo, ella, Alejandra, inclasificable y nica,algo importante se incorporaba a nuestras letras.

    Alejandra me traa, habitualmente, un poema, pginas de su diario, undibujo (haba comenzado a asistir al taller de Batlle P lanas). Y ahora lopuedo decir: no poda sustraerme al goce esttico que su lectura, su visinsuscitaban en m, y quedaba, en ocasiones, si no olvidada, postergada miespecfica tarea profesional, como si yo hubiera entrado en el mundomgico de Alejandra no para exorcizar sus fantasmas sino para compartirlosy sufrir y deleitarme con ellos, con ella. No estoy seguro de haberla siemprepsicoanalizado; s que siempre Alejandra me poetizaba a m.

    La entrega de Alejandra a la poesa era total, absoluta. Fue lo que lepermiti resistir hasta que decidi abandonar la lucha los embates delviento feroz. La irrenunciable y heroica tarea de acercarse al caos paraentrever su ley secreta, de atisbar en las tinieblas para iluminarlas con elrelmpago de la palabra precisa y bella fue la tarea que eligi comodefinicin de su destino. (Necesito hacer bellas mis fantasas, misvisiones. De lo contrario, no podr vivir. Tengo que transformar, tengoque hacer visiones iluminadas de mis miserias y de misimposibilidades Hoy me apliqu varias horas a Gngora l saba,se daba cuenta de las palabras, de todas y de cada una).

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  • Siempre confi en Alejandra. Ms all de sus desfallecimientos, de susabandonos, de sus renuncias, de sus angustias, de sus muertes de sumuerte saba yo que estaba salvada, irremediablemente, porque la poesaestaba en ella como una fuerza inconmovible. Y si los poderes oscuros,algunas veces, parecan ganar terreno, no era ms que el trmite inevitablepara que, despus, lo terrible entrevisto se convirtiera en condicin decrecimiento y de mayor lucidez. Hasta que Alejandra hace diez aosdecidi interrumpir su bsqueda. Porque haba ya encontrado? Porquesinti que nunca encontrara? (Simplemente, no soy de este mundo Yohabito con frenes la luna No tengo miedo de morir; tengo miedo deesta tierra ajena, agresiva No puedo pensar en las cosas concretas; nome interesan Yo no s hablar como todos. Mis palabras suenanextraas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadiequ har cuando me sumerja en mis mundos fantsticos y no puedaascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me ir y no sabrvolver. Es ms, no sabr siquiera que hay un saber volver. Ni lo querracaso).

    En una carta le contaba que en mis ltimos das de Pars, all por el 55,haba resuelto llevarme algo de la ciudad el inexcusable souvenir ymorosamente le narraba mi aventura. Alejandra, a su vez, me confi que detener que llevarse algo, como recuerdo de su estancia en Pars, se llevara lafachada de una casa medio derruida que haba visto en un pueblito Fontenay-aux-Roses cuya estacin de ferrocarril est llena de rosas.Las ventanas de esa casa eran de color lila, pero de un lila tan mgico, tancomo los sueos hermosos, que imaginaba que entraba en ella, y una vozla reciba: Hace tanto que te esperaba Y all se quedaba para siempre porque ya no tendra que buscar ms.

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  • CARTAS DE ALEJANDRA PIZARNIK

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  • Carta N. 1[15]

    Queridsimo Len Ostrov:

    Todava me contemplo, asombrada de estar viva. Hubiera queridoesperar varios das y despus escribirle una hermosa y dentro de loposible potica carta. Pero ahora no quisiera otra cosa que llorar yque usted me pregunte por qu. La verdad es que ac me muero demiedo. No s si ello responder a mi inmensa capacidad de temer o si larealidad contiene verdaderamente causas que lo desaten. No estamosen el pueblo sino en un paraje desolado donde no hay ms quesonidos, ruidos informes que imitan todo lo que fantasea el miedo.Nos pueden violar por la noche? Enseguida se encuentran ramasserviciales que remedan a la perfeccin ruidos de pasos. (Siempre quehayan sido las ramas). Es excesivamente solitario este lugar y denoche es una cosa horrenda que me enmudece de terror. Y siempre lavoz del mar, una voz desgarradora. Mientras escribo contemplomillares de hormigas que caminan a mis pies. Algunas me escalan. Memuero de nuseas. En verdad, pronto sonreir, tal vez, de mi estadoactual. (Ahora hay una mosca verde que bebe de mi frente). Pero ahoraestoy muy desamparada, muy angustiada. Aunque me extraesobremanera no interesarme por el aspecto de aventura que presenta lacosa. Anoche cre estar en mi cuarto, sufr mucho al despertar. Ademsme empez a molestar la columna vertebral, tal vez porque duermo en elsuelo, no s Ayer me dije que debo volver creo que no haypasajes hasta fin de mes y que no me importara viajar de pie,necesito estar en mi cuarto, lejos de esta monstruosa naturaleza. Hevisto los mdanos. Parecen monstruos de un planeta

    Ne me dites plus rien: pour vous jai tout perdu! (Le Cid)

    desconocido. Estoy tan mal que nada me parece vlido ya. Creoque voy a irme. Acaso las dems tienen menos miedo que yo? Enrealidad tambin estn asustadas pero no como yo Para qu todo

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  • esto? Y si me violan, si me asesinan lo creo probable e imposible ala vez; lamento estar aqu, lo lamento mucho. Si me ocurre algo y novuelvo ms me gustara que usted le pidiera mis poemas a mi madre.(Para ms referencias: estn en la biblioteca, bajo llave). Ayer pens enusted pero no pude determinar si lo que prefiere es que me quede aquy luche con el miedo o que me vaya. Tambin cuando viajaba pens enusted, pero estaba eufrica y todo era muy bueno. Recuerdo que estuvemucho tiempo pensando en Kafka, debido a que el domingo antes deirme termin de leer un libro que haba empezado meses atrs, Cartas aMilena. Cuando viajaba, impresionada por la lectura, se me ocurrique la diferencia entre Kafka y yo es que l tena una extraordinarialibertad de pensamiento y una horrenda inhibicin para actuarmientras que a m me sucede lo contrario. De cualquier modo meimpresion mucho, especialmente cuando dice frases como sta: Y enverdad es hasta cierto punto una blasfemia construir tanto sobre unapersona . (Acaba de pasar Gregorio Samsa ya metamorfoseado).

    Oh perdn por esta monotona, perdn por esta carta espantosa,perdn por haberlo conocido, y por haber nacido! Pero ya se arreglarsiempre que se me pasen los dolores, apenas puedo escribirle decualquier modo todo seguir igual.

    (He interrumpido la carta y ahora vuelvo ms calmada). Creo quesera una verdadera cobarda volver. Pero al mismo tiempo este viaje esuna temeridad gratuita. Solo me calmar completamente si logro leerlos libros que he trado. Pero la literatura est lejansima. (Hay doshormigas en mi mano. Esta naturaleza es obra de un demonioamargado. Pero usted ha intervenido y ellas se han idoinexplicablemente). Hay un viento atroz, un viento que consume misdeseos, no puedo meditar ni imaginar nada, he cerrado las puertas demi ser y solo queda una receptibilidad ansiosa y desconfiada. Ira aser algn mal presagio este viento? Tal vez me diga que usted meolvid y que nada me queda sino este estar aqu, roda por insectosengendrados por mi culpa. Tal vez ellos busquen redimirse por mediode mi miedo. Y si esta carta fuera nuestra ltima comunicacin? Notengo miedo de morir, tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva, tengo

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  • miedo del viento (yo que dije que hay que salvar al viento ahoradigo que hay que salvarme del viento ), tengo miedo de los rbolessalvajes, nacidos porque s y para nada. Ahora comprendo que no esposible volver a la era en que se haca fuego con madera y piedras(como hacemos nosotros) porque tal vez la naturaleza est agraviadade nuestra huida y cada uno que retorna a ella se ve objeto de su odiocausado por el desamparo en que la hemos dejado. Hace siglos que mefui de Bs. As. y hace siglos que lo vi a usted. Y esto ltimo me hacedoler el corazn. No puede hacer algo para que el viento setranquilice? Por qu no les dice a los rboles que soy inocente? Yal mar que no ruja? Y a la noche que no construya complots contrami miedo? Estoy segura que ser bondadoso y har todo lo que leruego. Solo que no puedo retribuirle con otra cosa que con mi miedo,con mi falsedad y si le interesa con mi total adhesin. Estoy en otroplaneta y nada en l me enamora. Suya,

    AlejandraMartes 9 hs.

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  • Carta N. 2[16]

    Raro no pensar en usted. Raro no disolverse en una angustiainnombrable al pensar que estoy aqu, ms sola que las piedras anellas son besadas por el mar. Pero no estoy muy extraada. He miradoal mar, lo alab a pesar de todo, me enfrent con el sol, y participseriamente en el sueo de las arenas.

    He preguntado a mi sangre si mi vida tiene posibilidades. Y se meha dicho que s. Y la palabra libertad tiene sentido. Esto es lo quesent entre las rocas, junto al mar. He meditado en mi mana de negar lavida, en ese pesimismo mezquino del que quiero salir. No hay duda: lodifcil es aceptar la vida. De all mis aullidos, mis horribles defensaspara execrarla. Pero es solo por comodidad.

    Quisiera ahora ms que nunca trascender el miedo infantil, laimbecilidad, en suma. Todo es tan incierto y tan frgil que a veces meconsidero esa niita perdida en el mar de la que habla Supervielle enun cuento. La nica solucin es ser valiente. En suma, dejar deanalizarme. No s si mi decisin es definitiva, cmo puede serlo sitodo vuela, si a cada instante mi yo se alimenta de las cenizas de un yoanterior!

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  • Carta N. 3[17]

    Muy querido Len Ostrov:

    No s qu esfuerzo me exige escribirle, es imposible decirlo conpalabras. Hace mucho tiempo que vengo escribindole cartas yrompindolas, dicindome: no, no es eso lo que yo quise decir. Lopeor es releer al da siguiente lo que escribo hoy: jams me puedoreconocer. Pero ahora estoy sentada en el Caf de Flore, cerca delcorreo y enviar estas lneas, an sabiendo que me arrepentir de ellas.He recibido su carta y la he ledo y reledo. Ella me dio unos deseosfuriosos de que mi prxima carta fuera alegre, un mensaje de paz, deserenidad, de bienestar. Tout va bien! Y que usted pensara, al leerla:hizo muy bien en irse a Pars. Pero no es posible an. Y tal vez jamslo sea. Estoy tocando fondo en mi demencia. Las alucinaciones semultiplican, ahora con miedo: qu har cuando me sumerja en mismundos fantsticos y no pueda ascender. Porque alguna vez va a tenerque suceder. Me ir y no sabr volver. Es ms, no sabr, siquiera, quehay un saber volver . Ni lo querr, acaso. Por eso dibujo todos losdas. Temor de mi desconexin, de mi indiferencia, de mi soar pasivo.Estoy enamorada de esta ciudad. Miro, veo, camino. No estoy ociosa.Pero nunca he tenido una conciencia ms fuerte de mi enfermedad, demis imposibilidades.

    Esta carta me exige un esfuerzo enorme. Hace tanto tiempo que nohablo y para m hablar es hablar de m hace tanto que sonro, digoidioteces con mi maldita familia, o frases ingeniosas con las pocaspersonas que encuentro, o mentiras en mi correspondencia con mispadres. Hace tanto que no digo yo y hablo de mis miserias. Y mehubiera gustado tanto, digo, que mi carta fuera eufrica y maravillada.Pero para eso me tendran que asesinar antes: no me podrn quitar eldolorido sentir Hice tantas idioteces, he bebido tanto, he gastadotodo mi dinero, y ahora no s qu hacer, si bien no me angustiademasiado. El mes pasado me fui a vivir a un hotel y despus tuve quevolver chez mon oncle, a causa de carecer de medios. Pero qu puede

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  • significar el dinero si estoy luchando cuerpo a cuerpo con mi silencio,con mi desierto, con mi memoria pulverizada, con mi concienciaestragada. Hasta mi cuerpo presenta signos de la lucha: estoy enfermaporque bebo y bebo cuando estoy enferma. Adems, descubr que elchocolate me hace mal por lo cual se me convirti en una necesidadsemejante a una droga. A veces me hundo en un cine para escapar, porunas horas, a mis necesidades, mis compulsiones viciosas. Mepregunto por qu no me avergenzo de decirle estas miserias.

    Recibo cartas nostlgicas y llenas de afecto de mi madre: quiereque vuelva. Yo tambin hasta hace unos das, quera volver. Lacausa? Mi entraable correspondencia con Susana, basadaesencialmente en el humor negro. Pero hace ya dos semanas que no meescribe, lo que me lleva a sentir un odio profundo por ella. Lo mejor esque no me importa tanto lo que me escribe sino que me escriba. Que nome olvide. Esto podra ilustrar un trabajo sobre la psicologa delcobarde: el que se arruina en sus esfuerzos por retener e impedir lo quees imposible de retener y lo que vendr de todas maneras. Adems,siguiendo con Susana, su silencio me impide querer volver.

    Le escribo con grandes esfuerzos. Me siento bastante mal yprobablemente quisiera estar en mi cuartito de Buenos Aires, en micama, con las frazadas cubrindome la cabeza. Tal vez me exijodemasiado, como si yo fuera el empresario tirnico de una cantante yo que no quiere cantar. Pero me pregunto finalmente si todo estono es bueno. Tal vez me sea fecundo encararme de una vez por todas (yqu irreal es esto: no existe una vez por todas ) con mis delirios.

    Esta carta parece la de un espritu. No hay sangre en ella. Noencarna en actos, en sucesos, en nombres propios. Pero se acerca, enparte, a la verdad. Y la envo antes de releerla y romperla. Hasta muypronto. Abrazos para usted y Aglae,

    Alejandra8, av. CHASTENAYECHATENAYMALABRY SEINE

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  • Respuesta de Len O strov

    Querida Alejandra:

    Su carta muestra cun profunda es en Ud. su nostalgia por sumadre. Lo que me dice de su cuartito de Buenos Aires, de sus frazadas,y el pasaje inmediato a Susana despus de contarme sobre las cartasllenas de afecto de su madre, creo que son muestra suficiente. Ah esten gran parte el problema, oscuro, negado, ambivalente, pero intenso ypresente como una herida actual, a pesar de los das y los aos. Tendrque encararlo, inevitablemente. Por ahora qu le puedo decir paraayudarla? Me dice que no est ociosa, que mira, que ve, que camina,que est enamorada de Pars; todo esto est bien, ya es algo, pero,evidentemente, poco, en la medida en que se le interponen, constantes,sus problemas y melancolas. Me estar arrepintiendo de haberlainstado a que haga el viaje? No me resuelvo todava. Creo quierocreer que, en definitiva, ser fecundo, que en una persona como Ud.,an con todas sus dificultades, Pars no puede quedar como al margen,como mera ciudad interesante. Puede ser que necesite Ud. volver aBuenos Aires para asimilar la experiencia, para poder incorporrsela ysentir, recin, ya dentro de Ud., que la aumenta y enriquece.

    La imagin escribiendo la carta en el de Flore, a donde yo ibatodas las noches y del cual no se lo cuente al mozo conservo unbalde de hielo con la inscripcin Caf de Flore , que una tarde, enun verano, en un rapto preparado con premeditacin y alevosa, y queno quise someter a ninguna consideracin moral, me llev como souvenir de ese Pars del cual no quera separarme.

    Escrbame Alejandra, sin romper las cartas; djese llevar por loque espontneamente le surja. No importa que al rato o al dasiguiente no se reconozca en lo que escribi. Pese a Ud., Ud. essiempre Alejandra.

    Un abrazo de Aglae, Andrea y mo,

    Len Ostrov

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  • Alejandra: Puedo pedirle un favor? Si no le resulta gravoso, ensus paseos, pregunte en las libreras de viejo si es posibleconseguir los siguientes nmeros de La Nouvelle Revue Critique:3-4-5-13-104-108 y 112. Tambin el nmero sobre Freud editadopor Le Disque Vert, que creo es del ao 1924. Hgalos reservarpara girarle yo el dinero o que directamente los entreguen a lalibrera Vrin, 6, P lace de la Sorbonne, de la que soy viejo cliente,para que ellos me los manden y girarles el importe.

    Una librera que se ocupa de conseguir libros y revistas agotadoses Strechert-Hafner, en 16, Rue de Cond, Paris VI.

    Muchas gracias

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  • Carta N. 4[18]

    Queridsimo Len Ostrov:

    Gracias por su carta. Jams he recibido y bebido palabras con tantaintensidad como las suyas. Justamente la noche anterior me habahecho una orga de autoconmiseracin, de nadie te recuerda y todos teolvidan. Pero despert y vi su carta. Entonces el enemigo se corri.

    Lo que sucede es que tengo la maldita mana de comunicarexclusivamente mis angustias. Cuando estoy bien, cuando el ser cantay se encanta de estar en este mundo ancho y alto, no se me da porescribir una carta y decir que tout va bien.

    Me fui de nuevo del hogar familiar. Estoy en una piecita en la Ruedes coles, que habito gratuitamente aunque no tanto pues debopasearme dos horas por da con una niita por el Luxemburg o a vecescolaborar en las tareas domsticas en las que ya soy una experta yadems no salir de noche varias veces por semana cuando madame etmonsieur salen y yo velo por la niita a la que por otra parte degeneroy pervierto pues le dejo hacer y decir todo lo que le prohben; ademsdibujamos juntas. Tiene 2 aos y medio y ya lleg al arte abstracto. Haz un perro le digo. Y hace esto: o haz un caballo y: \ o a pap : o a mam : etc. De todos modos me tendr que mudarpues me dieron la pieza por un mes solamente. Veremos qu har ycmo se las arreglar sin un centavo. Me veo con algunos pintoresargentinos: todos angustiados por el dinero. Yo, de mi parte, habitocon frenes la luna: cmo es posible preocuparse por el dinero? Perome gustara no enajenar mi tiempo en un trabajo prolongado lo queprobablemente tendr que hacer. Pero quiero mi tiempo para m, paraperderlo, para hacer lo de siempre: nada.

    Estoy tratando de hacer o comenzar a hacer un poco de periodismopara La Gaceta de Tucumn. Mi to Armand no el que me hospeda,pues tengo 2 tos aqu conoce a Simone de Beauvoir y le dijo queyo le puedo hacer un reportaje. Ayer la llam por telfono: fue la

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  • sorpresa ms grande de mi vida: marco el nmero y me responde unavoz de sirvienta gallega: yo creo haberme equivocado y pregunto denuevo por Mme. de Beauvoir. Cest elle qui parle dice la voz alos gritos. Le murmur mi nombre y le murmur lo del reportaje. Meresponda a los gritos, una voz tan rara, tan funcional, tan al mismotiempo generosa porque se da tanto a pesar de su fealdad ehistrica y flexible. Y haca tanto contraste con mi lentitud, migravedad, mi sentarme sobre cada palabra como si fuera una silla.Cuando cort el reportaje[19] se har tal vez la semana prxima medio un ataque de risa interminable y me fui a jugar con la niita que sequed absolutamente sorprendida de mi euforia, de verme tan animosay deseosa de jugar. No dej de pensar en esa voz durante todo el da,no s por qu la asociaba con el abismo que existe entre la poesa y lavida, entre un gran poeta que en general vive como un oficinista y unser que hace un poema de su vida pero que no puede escribir poemas.Pens si no habr que elegir: orden, mtodo, trabajo fecundo,existencia mesurada, estudiosa: entonces se escriben grandes poemasy grandes novelas, o lo otro: un sumergirse en la vida, en el caos deque est hecha, en las aventuras oh la vida de aventuras que cuentanlos libros para nios me la dars a cambio de todo lo que hesufrido? (cito y deformo de memoria). En suma, cmo vivir?

    Lo que me dice del problema con mi madre es ms que cierto. Aquen Pars me surgieron recuerdos de cosas viejas, que cre sepultadaspara siempre: rostros, sucesos, etc. Los anot y trat de analizarlosseriamente. Pero lo que me interesa es haber descubierto que noconozco el rostro de mi madre (yo, que tengo una memoria excepcionalpara los rostros) sino que lo veo en la niebla, esfumado, como elnegativo de una foto. Conscientemente, no la extrao. No s qudecirle en mis cartas ni tengo ganas de decirle nada. Ella me enva treso cuatro frases convencionales y muchos abrazos. Posiblemente no meimportara no verla nunca. Pero no confo en estas afirmaciones. Hepensado en el anlisis. En Buenos Aires lo haba descartado de misproyectos. Pero aqu me asalta y me invade muchas veces la evidenciade mi enfermedad, de mi herida. Una noche fue tan fuerte mi temor a

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  • enloquecer, fue tan terrible, que me arrodill y rec y ped que no meexilaran de este mundo que odio, que no me cegaran a lo que no quierover, que no me lleven adonde siempre quise ir. Pero para hacerme elpsicoanlisis necesito ir a Buenos Aires. Y no s an si deseo volvero no. Creo que mis angustias en Pars provenan del brusco cambio devida: yo, que soy tan posesiva me veo aqu sin nada: sin una pieza,sin libros, sin amigos, sin dinero, etc. Mi felicidad ms grande es mirarcuadros: lo he descubierto. Slo con ellos pierdo conciencia deltiempo y del espacio y entro en un estado casi de xtasis. Me enamorde los pintores flamencos y alemanes (particularmente Memling porsus ngeles), de Paolo Uccello, de Leonardo (La virgen, el nio y Sta.Ana por supuesto! que me arrastr a una larga y absurdainterpretacin sexual, aunque en verdad no hay qu interpretar puestodo est all). Y naturalmente Klee, Kandinsky, Mir y Chagall (lospreferidos, por ahora).

    Me parece muy bien que se haya llevado un balde del de Flore. Yo,por ahora, me porto juiciosamente: slo unos pocos libros. Pero si metuviera que llevar algo sera la fachada de una casa desmoronada de unpueblito llamado Fontenay-Aux-Roses, cuya estacin de ferrocarrilest llena de rosas. Las ventanas de esa casa tienen los vidrios decolor lila, pero de un lila tan mgico, tan como los sueos hermosos,que me pregunto si no terminar penetrando en la casa. Tal vez, sientro, me reciba una voz: Hace tanto que te esperaba . Y yo ya notendr que buscar ms.

    Hago se hacen algunos poemas. Cuando los corrija le enviaralgo. Sigo dibujando pequeos monstruos. Y leo al perro deLautramont . Escribo minuciosamente mi diario. Y envejezco.Cumpl aos y so que me decan: el tiempo pasa . Pero no lo creo.Quevedo tampoco lo crea: miro el tiempo que pasa y no le creo(cito de memoria). Mi nico ruego constante es que no me abandone lafe en algunos valores espirituales (poesa, pintura). Cuando me dejatemporariamente viene la locura, el mundo se vaca y rechina como unapareja de robots copulando.

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  • Le buscar las revistas y todo lo que necesite o y llegara anecesitar. Abrazos para usted y para Aglae,

    Alejandra

    Numero las cartas para nuestros futuros bigrafos.

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  • Carta N. 5

    Muy querido Len Ostrov:

    Le envi hace poco una carta desde una hermosa piecita, que ya noexiste para m, pues estoy de nuevo con mi familia, hasta fines de estemes. Despus va a venir Agosto y no s qu har, hay un vaco enAgosto, una distancia hecha de un precipicio, que necesitar saltar o,lo mejor, cambiar de camino. Le dije que le contara sobre miencuentro con S. de Beauvoir, pero me es penoso rememorarlo. Quizs,y casi como siempre, veo con ojos lgubres cosas que objetivamenteno lo son. Razonablemente hablando, tal vez fue un encuentro comocualquier otro del estilo: una periodista preguntando sobre esto yaquello, y la entrevistada que responde. Pero yo no me he recuperadoan de lo que fue para m este encuentro: una profunda experiencia delmiedo. Y ms profunda an por lo inesperado de este miedo. Comenzel da del encuentro: despertar y sentir que el corazn me lleva y metrae. Horribles sacudidas. Taquicardia. Esto fue nuevo. No era mi viejomiedo espiritual posible de traducir en metforas. Un nuevo miedo:cuerpo y alma encontrados por vez primera, reunidos, celebrandonupcias horribles. Trat de beber, pero la primera gota me oblig apermanecer tendida en la cama varios minutos, asistiendo a algo comouna revolucin. Imposible pensar. Imposible todo. Imposible tambinla lenta agona con la mano en el corazn de mi ser pasendosehasta que se hizo la hora y yo entr en Les Deux Magots rogando yrogndome que mi voz surgiera pues mi miedo ms profundo (el delos exmenes) era que la garganta se cerrara. Y cuando lleg me calmun poco pues su aspecto no es en modo alguno aterrador. Le preguntcon una seriedad excesiva, con la voz estrangulada, con el ritmo delcorazn siempre delirante sobre la mujer y el arte y algunas otrasidioteces por el estilo que respondi con algunas frases de Elsegundo sexo. Cuando finalizamos me pregunt a su vez sobre m ymis cosas: y le dije de mis poemas, de mi preocupacin por la palabra,de mi angustia por mis poemas actuales, etc., exagerando un poco, porsupuesto, cuando dije, por ejemplo que lo nico que me interesa en

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  • este mundo es hacer poemas , lo que la sorprendi, sin duda, y mepidi mis libros. Creo que contena o reprima su inters por m, no spor qu, pero seguramente a causa de su tiempo escaso, y cuando nosdespedimos, me insinu que vuelve de Brasil se va ahora con Sartre en Octubre, por lo que estar a mi disposicin . Bueno, yo mequed dos horas en el caf ella ya se haba ido y me sentrepentinamente bien: ya pas el miedo , me deca. Lo mismo que enlos exmenes.

    Dems est decir que el corazn jams volvi a molestarme sinoque lo que le sucedi fue festejo exclusivo para el encuentro (ttulode un cuento que hice sobre lo que le acabo de contar). Olvidabadecirle que S. de B. me dijo que por qu soy tan tmida y cmo voy ahacer para persistir en los reportajes con tamaa timidez . Mepregunto cmo har ahora para escribir un artculo sobre las idiotecesque le pregunt. Quiere que se lo enve cuando se publique. (Conoceese poema de Eliot: y cmo podra yo atreverme? ).

    Hablando de poemas hice varios nuevos y no son malos. Leo aGngora y a los surrealistas y me preocupo por la palabra no sloen la frase sino en s, sino y sobre todo en s. Creo haber hecho unpequeo progreso en los ltimos poemas. Y descubr que se puedehacer poemas sin tener nada pensado, sin pensar, sin sentir, sinimaginar, en cualquier instante y a cualquier hora. En suma, el poemase hace con palabras . Y con ganas de hacerlo, agrego.

    Esto tal vez, para justificar mi apasionada declaracin sobre mivocacin potica de la que me siento tan insegura como con todoa S. de B.

    Tambin dibujo. Le mostr lo que hice a Octavio Paz y lo estimamucho. Con Paz tengo una relacin rara. Hay algo misterioso nadasexual que nos une y nos obliga a una familiaridad que asom encuanto nos vimos.

    Volviendo a lo del encuentro me dej anonadada. Me refierosiempre al miedo incomprensible que sent y que siento cuando meanimo a recrearlo. El miedo pegado a mi rostro como una mscara de

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  • cera . Qu no me animara a hacer ahora para desmentirme mi terror, miser cobarde. Ir al fuego, al agua, a la perdicin, al suplicio, s, pero estan fcil; lo que no podra hacer es otro reportaje. Y esto es para rerse.O no.

    El reportaje fue el martes. Desde entonces hasta hoy, viernes, no hesalido de esta casa de mi cuarto sombro y no muy lindo. Ha llovidohermosamente y me han faltado ganas y motivos de moverme. Levarios libros, escrib varios poemas, no habl con nadie sino lossaludos convencionales de siempre y descubr que me senta apenas me atrevo a decirlo casi feliz . Exceptuando las veces enque me acordaba . Ests en Pars; tienes que salir, tienes que ver .Entonces la angustia. Maana; juro que maana saldr . Pero unnuevo libro, pero tal vez un nuevo poema. Y el silencio interno tanagradable despus de haber ledo muchas horas, despus de haberescrito. Ese silencio como una mano de terciopelo. Tal vez un poco dehasto, pero no obstante, una sensacin casi de dicha, una tristeza tandulce que deviene alegra. Un olvido absoluto de la realidad, de suhorror. Pero no puedes pasarte la vida encerrada leyendo y haciendopoemas como Calipso, la tortugaelectrnicapoeta . No puedo?No se puede? Por qu no se puede? Por qu hay gente que trabajadiez y quince horas por da en lo que le gusta y no siente que no sepuede ? Pero no se puede . Est dicho. Hay que trabajar en cosasserias y ganarse la vida. Por otra parte, esta concentracin de ahora enla lectura y poesa no puede durar mucho. Maana o pasado retornar ami nebulosa mental y arrastrar un solo libro durante meses, en los queno escribir una sola lnea. No obstante necesito leer, lo necesito parasobrevivir; estoy absolutamente convencida de necesitar alimentospoticos para mi poesa. Lo que se llama tcnica potica si bien noexiste pero hay algo diferente que llaman con este nombre equvoco.Yo lo necesito. Necesito hacer bellas mis fantasas, mis visiones. De locontrario no podr vivir. Tengo que transformar, tengo que hacervisiones iluminadas de mis miserias y de mis imposibilidades. No ssi me explico bien. Por eso, hoy, por ejemplo, me apliqu varias horas aGngora. Lectura un poco penosa la vez primera. Y no obstante l

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  • saba . Se daba cuenta de las palabras, de todas y de cada una.

    An no s qu har me refiero a la realidad . Para quedarmenecesito pensar en ganarme la vida. Cuando pienso en ello pienso queno es justo aplazar siempre las cuestiones que siento urgentes: leer,escribir, etc. Razonablemente hablando: pueden hacerse las dos cosas.S. Pero mi sueo, mi aspiracin ms grande se enlaza a mi signoastrolgico: Tauro el mismo que el de Balzac signo asociado a lafecundidad, a la capacidad de trabajo, a la voluntad, del que estoydesviada por alguna aberracin pero gimiendo siempre porincorporarme a sus fieles: slo ser feliz cuando escriba innumerablesvolmenes, cuando escriba sin detenerme durante das y meses y aos.Pero qu quiero escribir o sobre qu, me pregunto, si en m hay slosilencio. Pero no me convenzo. Y la vieja aspiracin sigue, frustrada ypersistente.

    Otra vieja frustracin y esta carta deviene crnica es elestudio. Saber que lo necesito para mis poemas, lo necesito parajustificarme, (no s ante quin pero no deja de aterrarme que, en unsentido social, si yo leo a Gngora para m estoy perdiendo eltiempo mientras que si lo leo para un examen trabajo y mebeneficio ). Adems en tanto no finalice los estudios ser siempre unavagabunda. Pero cmo seguir si el miedo se adhiere a mi rostro comouna mscara de cera cuando pienso en los exmenes, en hablar enpblico. La primera solucin que se me presenta es el psicoanlisis.Quizs me ayude a poder hablar sin miedo. Pero si no fue posiblecurarme con su ayuda, por qu ser posible con otra, cul ser mejor, esque acaso hay alguien mejor que usted en Buenos Aires. Y no slo elno poder hablar me lleva a pensar en este tratamiento: es tambin elpasado que aqu despert, que me sobreviene en oleadas, que memolesta como una invasin de moscas venenosas. Me debato y mato,pero vienen ms y ms. Hasta que caigo y viene el silencio.

    Todo esto que cuento y digo sucede hoy. Maana tal vez despiertey sonra con cierto desprecio por la obsesiva de ayer, por sus planes burgueses , por su anhelo de seguridad. Y tal vez la neurosis sea

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  • esencialmente un anhelo de seguridad. Un no saber que ella no existe(Descubrimiento durante el viaje). Pero aunque maana venga Otra ypasado Otra, mi visin de la felicidad es siempre la misma: un podertrabajar en y con las cosas que uno quiere. Me pregunto si hayposibilidad de cura cuando alguien no lo puede. Si no puede trabajares porque no quiere, no tiene cosas que quiere. Y alguien que es asest enfermo? Oh me gustara conversar con usted de estas cosas.

    Habl por telfono con Verdevoye y tal vez nos veremos la semanaprxima. Perdn por mi lentitud en buscar las revistas: comenzar maana . Perdn tambin por esta carta aburrida y excesiva. Abrazospara usted y Aglae,

    Alejandra15 de julio

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  • Respuesta de Len O strov

    Buenos Aires, agosto 18 de 1960.

    Querida Alejandra:

    Todo este tiempo estuve pensando en escribirle, pero lascircunstancias me imponan postergarlo porque estaba todo yopreocupado e indignado por una canallada que, en la Facultad mehaba preparado, a traicin, el colega que diriga le aceptaron larenuncia hace unos das el Departamento de Psicologa. Se trataba,sencillamente, de eliminarme. Me result tan sorpresivo eincomprensible todo eso! Por suerte logr desbaratar la maniobra.Ahora solucionado el problema vuelvo a Ud.

    Se enter de que Silvina Bullrich public en La Nacin de haceun par de domingos un reportaje a Simone de Beauvoir? Me parecibastante flojo y lament que se adelantara al probable suyo. No s sipublicaran enseguida otro, en caso de que me lo mandara. Pero haescrito Ud. un cuento y confo en l.

    Alejandra: no creo que sea yo el mejor psicoanalista de BuenosAires. Creo que otro, a lo mejor, podra sacarla a Ud. de sus miedos yde sus problemas. Por motivos X, Ud. se traba con dificultades que, endefinitiva, traducen su dificultad para aceptarse. Qu importa si maana no escriba o arrastre un libro durante meses? Todo eso noes, en Ud. prdida de tiempo, es trabajo , elaboracin, creacin,aunque aparentemente no lo parezca. Ud. es de esos seres que trabajansiempre porque la intimidad no descansa. Y si sus miedos y miseriasse convierten, despus, en palabras bellas, pues algrese, porque laspalabras bellas solo surgen cuando algo, de adentro, hermoso oterrible, mejor, hermoso y terrible, las impulsa. Djese de exmenes yconvencionalismos: Ud. trabaja y se beneficia cuando lee a Gngorapara Ud., y casi dira que pierde el tiempo cuando lo lee para prepararun examen.

    Me alegra que haya hecho amistad con Octavio Paz. S cunto lo

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  • admira, y vaya aprendiendo que lo que importa, en definitiva, es saberque hay unas cuantas personas que la quieren y saben lo que Ud. escapaz de hacer por lo que ya ha hecho.

    Un abrazo grande de Aglae, Andrea y mo,

    Len Ostrov

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  • Carta N. 6[20]

    Muy querido Len Ostrov:

    Tena pensado escribirle ms tarde, cuando hubiera sobrevenido loque yo esperaba y que tal vez sobrevenga pero yo ya no lo esperotanto, ni como antes, como ayer. Me haban propuesto que yo hiciera elscnario de un film corto sobre Vallejo para difundirse por latelevisin en varios pases sudamericanos. Acept feliz. La propuestacoincida con mi buen estado anmico: haba salido mucho, habavisto. Haba acariciado la esperanza de quedarme en Pars muchotiempo, indefinidamente, esperanza que se resolvi en certeza cuandola propuesta. La haba aceptado con todas mis buenas intenciones dehacer algo alguna vez por m, algo bueno y que me alegre, que melibere. De esto hace unos 15 das. Dos semanas sin ver nada, sinvisitar a nadie, sino como empujada por algo o alguien terriblementefuerte, y yo me deca: trabaj, si trabajs te vas a salvar. Anduvetorturndome en la Biblioteca Nacional donde no hay nada sobre lavida de Vallejo. Ni siquiera tena sus poemas que estn agotados yque por fin me consigui Jonquires. Fui a la Unesco y habl concuanto peruano existe. Por intermedio de un amigo de un amigo de unamigo de alguien que conozco di con la noticia de la existencia de unavieja bailarina peruana, viuda de Ernesto More, gran amigo de Vallejo.Anteayer, pues, fui a lo de una vieja condesa rusa fanticamentemarxista, que vive en su calle Visconti. Como la reunin era muytarde pas por el caf Old Navy lleno de argentinos y no s cmo fuepero enganch a un italiano que me acompa. Llego y est el chicoperuano (amigo de un amigo etc.), la bailarina, la Condesa, una viejabouquiniste que me vendi una vez el KamaSutra junto al Sena y unmuchacho espaol que trabaja de sifonero en el verano y en elinvierno ayuda a un fillogo a traducir al francs el Mo Cid. Todomuy interesante pero frustrador cuanto a Vallejo. La vieja bailarina sehaca la importante y menta abiertamente. Por fin se dio el gusto y meense cmo bailaba Vallejo cuando se embriagaba. Entonces me fui y

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  • era tarde y el italiano no pudo volver a su casa a causa del metro queno andaba a esa hora. Entonces se meti por la ventana de mi cuarto(habito provisoriamente en la Rsidence Universitaire dAntony: Les visites masculines sont interdites ). Y por supuesto hicimos elamor expresin infiel en este caso. Y todo pas de una manera muyinteresante slo que es muy largo y difcil contarlo ahora. No es estotodo: me vi con la sirvienta de Jonquires, que tena una revistaperuana; me vi con Ricardo Paseyro, yerno del finado Supervielle; mevi ayer con Jorge Carrera Andrade, quien me miraba con desconfianzaal principio y finaliz comprndome cigarrillos y nos veremos denuevo, etc. En suma: no tengo casi nada de material para el film.Porque se necesitan cosas vivas, circunstancias, etc. Y no hay sinopoemas e interpretaciones metafsicas. Adems, con mi inteligenciamuerta, con mi imaginacin absurda, con mis visiones cada da msalucinadas, qu estructura dar a este film, de manera que sea aceptadopor personas que piensan en el inters comercial y en la aceptacinpblica que puede tener. Y lo peor es que quiero encarnizadamentehacerlo. Y quiero que me den a m los otros que piensan hacer: Daro,Gmez Carrillo, Supervielle, etc. Y me interesa profundamente ganardinero hacindolos, y me interesa hondamente aprender el oficio deescribir para la televisin.

    Me pas dos semanas en estado de ansiedad dichosa: todo estoque digo que me interesara hacer se me presentaba posible. Y leconfieso que pens con alegra en la posibilidad de ganar muchodinero, escribir sobre lo que existe y jams sobre lo ausente, es decir,escribir produciendo obras que seran artculos de consumo (para laT. V.) y pens con alegra, digo, en no escribir poemas nunca ms. Salvada , me dije. Pero me di cuenta que haba exagerado: corr yanduve mucho y me fatigu horriblemente y todos me decan si estoyenferma. Pero me haca trampa, porque dentro de m no haca elscnario, no lo pensaba, dentro slo haba la esperanza de salvarme. Ycuando ayer recib una carta bastante fra de mam, motivadaposiblemente por alguna desaprobadora de mi persona de mi to deaqu (me he distanciado completamente de mi maldita familia) y me

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  • preguntaba cundo volver, (la primera vez que lo pregunta) y medeca cosas tan sin importancia, tanto hasto, tanta frustracin en laspequeas familias, que me jur trabajar hasta morir y no volver, o sivuelvo, volver fuerte y casi o algo o apenas libre. Pero hoy comienzoel scnario y me desespero. Entonces le escribo a usted, como si lepidiera que me ayude contra lo que en m quiere ir a la cada, eso en menamorado de la miseria, de la pobreza, del malestar, del desamparo, delo hurfano, de la muerte. Hasta pens esto, a propsito del scnario: olo haces y trabajas como una mujer adulta o te vas al Sena y das elsonido de un cuerpo menos. Pero no es tan fcil. No es tan fcil. Hoy,como no hice nada, me angusti y de pronto se vino todo: hice o sehicieron cinco poemas, absolutamente incomprensibles y no muymalos. Alegra entonces. Bienvenidos. Termino de escribirlos y se vala esperanza de la salvacin por la profesin remunerada. Al diablotodo. Mientras lleguen los poemas. Pero quiero hacerlo. No quiero ir aBs. As. a vivir con mi familia. Pero no puedo pensar en el scnario. Noestoy muy angustiada ni muy triste pero no puedo pensar en las cosasconcretas. No me interesan. Me pidi tambin una chica que hace ciney televisin que colabore con ella en un film corto sobre undesencuentro amoroso. Le di ideas buenas. Pero hacer los dilogos mees imposible. Yo no s hablar como todos. Mis palabras suenanextraas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros connadie. Qu artculos de consumo fabricar con mi lenguaje demelanclica a perpetuidad? (A propsito de m: conoce Las nochesblancas, de Dostoievski? Nunca sent ms fuerte temor queleyndolo). Bueno, he credo que sera tan fcil cambiar como si fueravestirse distintamente. Hasta me ocup de leer los diarios en estas 2semanas. Y saber de poltica. Hoy hice los poemas, necesito escribirley medito en la muerte y en lo de siempre. Estoy absolutamenteconvencida de que la vida es invivible. Ejemplo: estamos muertos.Luego, quisiera trabajar y leer y escribir y ganar dinero y no ver nuncaa mi familia, y estar sola sin sentirme culpable por eso. Vida tranquila,industriosa, la que me prometo siempre. Hasta que reviento y meembriago y fornico durante una noche que no es noche sino un oscuro

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  • rito para restablecer el hasto y la calma y la espera absurda de siempre.Le escribir pronto, le dir cmo anda todo esto, posiblemente malrepito (lo digo proustianamente: para que no suceda, por el solohecho de haberlo pensado). Lamento lo de la Facultad y de su colega . No comprendo por qu la gente es tan idiota. Le envangran saludos Jonquires y familia. Ayer la vi a N. Gerstein, y me dijolo hermosa que es Andrea. Entonces, para ella, para usted y Aglaegrandes abrazos,

    Alejandra

    Perdn por el exceso de pronombres en primera personas

    ha salido en plural: la semana pasada tuve, al fin, una experiencianervaliana: salgo de mi pieza, llego al parque, miro mi enorme ventana ya quin vi, en un centsimo de segundo? A m. Me asust y me sentfeliz. La experiencia del doble me fascin siempre. Es curioso, pero nome acus de esquizofrenia. Mejor dicho, me sent agradecida.

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  • Respuesta de Len O strov

    Querida Alejandra:

    Apenas recib su carta fui a Verbum para comprar un libro sobrela vida de Vallejo que haca un tiempo haba visto en la vidriera. Ya noestaba; lo haban vendido. Y Vzquez no pudo darme ningn datoconcreto autor, editor como para tratar de conseguirlo en otralibrera. Lo nico que pudo decirme es que, dentro de uno o dosmeses, lo recibir de nuevo. Pas por otras libreras y nadie sabanada. Hubiera querido ayudarla con algo positivo en su empresa, perodesgraciadamente por lo menos en forma inmediata no es posible.Lo nico que puedo hacer es, s, decirle que si por unos das vivicon conviccin y entusiasmo el proyecto, es indicio de que algo enUd. est queriendo cambiar. No se desanime. Y no plantee las cosascomo excluyentes. No se trata de no escribir ms poemas paradedicarse a una literatura de distinta densidad. Si fuera as, le dirarotundamente que rechace toda invitacin en ese sentido. Por otrolado no se engae: no podra Ud. hacerlo: ni dejar de escribir poemasni dedicarse exclusivamente a lo otro.

    Adems, creo que debera hacer, aun para T. V., lo que Ud. realmentesiente. No se me escapa que la perspectiva comercial y el gran pblicocomo destinatario pueden ser un obstculo insalvable, pero quinsabe! A lo mejor lo suyo es captado, apreciado, porque su lenguaje,aunque lo considere Ud. como que proviene de mundos irreales yfantsticos, puede tocar, en ms gente de lo que sospecha, cuerdas queestn esperando quien sepa hacerlas vibrar.

    En cuanto a su proyecto de quedarse, a lo mejor, indefinidamenteen Pars, no quiero opinar. Lo nico que importa es que descubra Ud.qu es lo que realmente quiere y en qu lugar del mundo siente Ud.que podra realizarlo mejor. He hecho la fantasa de que Ud., en Pars,puede llegar a convertirse en algo importante literariamente, porque yalo es, pero Pars nos guste o no sigue siendo el gran resonador dela literatura en el mundo.

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  • Escrbame pronto para decirme en qu anda con su scnario.

    Un gran abrazo de Aglae, Andrea y mo,

    Len Ostrov

    Apenas termino esta carta y me pongo a hojear un nmero recientede Insula, me encuentro con esta noticia: la revista Indice, deMadrid, en su ejemplar de febrero de 1960 se dedica a examinar, endiversos artculos, la vida y obra de Vallejo. Se me ocurre que notendr dificultades para consultar ese nmero en Pars o parahacrselo llegar desde Madrid en ltimo caso.

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  • Carta N. 7[21]

    Muy querido Len Ostrov:

    Espero que habr recibido mi carta anterior, dedicadaexclusivamente al tema televisin y trabajo . Lamento anunciarleque lo de la televisin no anduvo pero que en cambio me sirvi paraponerme en contacto con la revista Cuadernos, en la que soy ahoraempleada (y robadora de hojas, como es evidente). Trabajo desde ellunes, hoy es mi cuarto da, estoy contenta y no lo estoy, tengo unhorario de oficinista, 9 a 12 y 14 a 18. El sueldo es muy bueno y sirvepara vivir tranquilamente en esta ciudad que ya est en m y que,segn todos mis deseos, no abandonar tan pronto. Pero le escribo austed todo esto porque me siento un poco confusa con la novedad deque mi deseo de quedarme ser realizado (si bien me excedo en eloptimismo pues los tres primeros meses de todo empleo parisino sonde prueba, y nosotros sabemos lo lejana que estoy de la empleadaeficaz y necesaria. En fin). El gran y enorme problema es, comodecamos ayer, mi madre. Ella sabe que tengo pasaje que me sirve paravolver hasta marzo (mi anhelo secreto es devolverlo y comprarmealgn autito viejo). Ahora bien: necesito de todas las fuerzas delmundo para no hacer la hija prdiga, para no volver y llorar y prometerser buena y pedir perdn por haber nacido. Todos estos meses desoledad, de cambio de domicilio, de bsqueda de empleo, me hanfortalecido algo. Para darle una idea de mi vida por aqu: dej la casade mi to en Agosto y me fui a la residencia universitaria de Antony(veinte minutos de Pars) donde me qued dos meses hasta que mecans de su confort, de su ambiente universitario, de su poca relacincon Pars, etc. La semana pasada me consegu una pieza en un sextopiso de la P lace de Clichy (en el corazn de Clichy, lleno deprostitutas y compaa). El hecho de que yo, la nacida temerosa ymiedosa por orden y venganza de no s quin, habite sola y solitariauna chambre de bonne en una dudosa calle de Montmartre, no es unhecho vulgar y corriente en la historiografa alejandrina. La pieza esmuy hermosa pues no tiene ratas ni pieles sarnosas de viejas locas,

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  • pero en cambio no tiene agua y el bao (un agujero detrs de unapuerta) queda a unos sesenta metros, y para ir all no hay luz denoche!!!!! Quiere decir que te prendes un fsforo y tanteas las paredesy las puertas hasta llegar a un infecto agujero casi siempre ocupadopor un viejo siniestro que te saluda con los ojos en tu Bueno, estoyexagerando, como siempre. Y ya que hablamos de corredores oscuros yagujeros volvamos al tema madre : a mi temor de volver por temor asu temor. A su venganza silenciosa. En fin, a todo eso que est encualquier manual de psicoanlisis. Pero me gustara quedarme variosaos, ganarme mi vida varios aos, trabajar como cualquier ser adulto,escribir (estoy escribiendo), no pensar en publicar sino escribiralgunos aos, sin urgencia, lentamente, tranquila, etc. Y adems leer,estudiar, en fin, vivir adultamente. Si consigo quedarme en este empleo(estoy trabajando con Edmundo Eichelbaum, quiero decir, en la mismaoficina, creo que usted lo conoce; en verdad, fue l quien le habl dem a Gorkin y fue por l que consegu el empleo). Lo que sucede esque no deja de parecerme irrisorio y sorprendente donar siete horas demi da, donarlas as, sabiendo que la muerte existe, y muchas cosashermosas existen, y muchas cosas terribles, y trabajar as, como si nopasara nada, como si uno no viniera a la tierra por un tiempo breve.Todo esto me asombra profundamente, pero considerandoracionalmente que hace un mes yo me quera suicidar, considerandoque la imagen de mi vida era un golpearse la cabeza en la pared, y queahora, cuando salgo de aqu, slo tengo sed de cosas bellas,considerando todo esto, creo, en fin, que todo ir mejor. Y ahora lodejo. Abrazos para usted, Aglae y Andrea,

    Alejandra

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  • Respuesta de Len O strov

    Buenos Aires, octubre 21 de 1960.

    Querida Alejandra:

    Me pregunta Ud. si recib su carta anterior, dedicada al tema: T. V. ytrabajo. S, la recib, y a mi vez le pregunto si recibi la ma porque suinterrogante me lleva a pensar que no lleg a Ud. La mand alConsulado, y en ella trataba de colaborar con Ud. en el asunto Vallejo.

    Me alegra todo lo que me dice en su carta. Creo que es el caminopara Ud., por lo menos inmediatamente. Si siente que est lograndoconciliar sus proyectos, a pesar de las siete horas de oficina, no ceda.Defindase, defindalos. Veo complacido que lo que siempresostuve que Pars es teraputico se est cumpliendo. Espero queno me defraude, y que pueda pasar por esos tres meses de prueba ypoder quedar as en el empleo. Yo la veo a Ud. viviendo en Pars.Es una ciudad para espritus como el suyo. Me acuerdo que Phillipsun psicoanalista ingls que estuvo hace un par de aos en BuenosAires, excepcionalmente culto me deca que sus vacaciones yeventualmente los fines de semana los pasa en Pars. Y me acuerdoque yo, cuando estuve en el 55 en Europa, la primera ciudad que visitfue Pars. Arregl mis cosas para recorrer algunas otras, pero paraterminar mi estada en Europa de nuevo en ella, como si necesitara,como ltima impresin, llevarme la de Pars, que est en m y me dibujaun futuro feliz pensando que alguna vez estar de nuevo all.

    Arregle sus cosas, acepte que en esta breve vida es inevitabletenemos que dormir y trabajar a veces en cosas que no nos interesandel todo, es decir, reducir las horas de la contemplacin y de la tareaque expresa nuestra vocacin mejor. Todo eso que, aparentemente esperder tiempo puede, en definitiva, no serlo. Recuerde aquel cartelitoque Saint Paul Roux colocaba sobre la puerta de su habitacin cuandose iba a dormir: Se ruega no molestar. El poeta trabaja .

    Trabaje, en lo suyo y en la oficina, puesto que esto ltimo es

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  • condicin inexorable para seguir en Pars. Y vaya ahorrando, sipuede, algunos francos y crrase a Roma cuando pueda. Y ya me dir.

    Un gran abrazo mo, de Aglae y de Andrea,

    Len Ostrov

    Como la direccin que pone en el sobre es ilegible, resuelvomandarle sta a la de su oficina. En todo caso, aclreme la suya,particular.

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  • Carta N. 8

    Querido Len Ostrov:

    Gracias por sus cartas y por lo de Vallejo y por lo que me dice ypor cmo me lo dice. Por ahora todo va bien. Aqu est por estallaruna guerra civil pero no se lo siente. Y aunque se lo sienta(Dostoievski deca que podra muy bien caer todo con todos con talque yo pueda tomar mi taza de t ). El cielo fue blanco este mes, fueuna ausencia, fue mi amor este cielo: era una tregua, un puente entredos mundos. Me gustara saber de Buenos Aires, es decir, de usted yde unos pocos ms que quiero.

    Le envo estas pocas lneas porque son para decirle que herecibido, me han llegado, sus dos ltimas cartas. Dentro de poco leenviar la ma propiamente dicha, que ser enorme y problemtica yenamorada del primer pronombre como todas las anteriores. Deseoenormemente que puedan venir cuanto antes a Pars. No se preocupepor mis direcciones ni mis cambios de domicilio que merecen por lomenos un Proust para referirlos. Escrbame siempre al Consulado.Abrazos para usted y Aglae y Andrea,

    Alejandra1 de noviembre de 1960.

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  • Carta N. 9[22]

    Muy querido Len Ostrov:

    Quisiera explicarle lo que sucede. Pero no s cmo transformarloen palabras. El problema es si me quedo o me voy. Dentro de un mes ymedio me dirn si me confirman en mi empleo. Si todo sigue comoahora, creo que me aceptarn, pues hasta el presente hago todo bien yno slo no se quejan de m sino que hasta parecen contentos.

    Pero tengo un pasaje para volver que me sirve hasta principios demarzo. Si lo devuelvo pasarn aos o mi vida hasta que puedacomprarme otro pues ahora cuesta el triple que cuando lo compr. Unaforma de solucin sera pedir aqu una licencia de dos meses (si es queme aceptan definitivamente) y volver con mi pasaje, quedarme un mes oquince das y retornar en avin a Pars. Pero quin me pagara elpasaje por avin? Mi familia, sin duda. Pero pienso si no ser unaesclavitud definitiva para m obligarles a pagar tan caro el placer dever mi rostro dos o tres semanas. Sin olvidar que les debo anmontones de dinero (pues son ellos que estn pagando mi deuda conel Fondo Nacional de las Artes y son ellos que an me envan un giromensual pues no quiero decirles todava que trabajo). Confieso queno me gusta enviarle esta carta balzaciana llena de conflictoseconmicos pero es preciso, creo, para que vea cmo es el problema.Lo peor de todo es que mis conflictos econmicos no existen. Quierodecir, no siento autnticamente la necesidad de ganar mi vida. Lodeseo con mi parte positiva, la que quiere liberarse de su estadoinfantil. Pero no deja de ser literaria esa parte ma, o al menos no dejade ser una construccin intelectual. Porque siempre hay algo detrs delo que hago, siempre hay un sustituto que espera detrs de lo quehago y que me impide entregarme por completo. Es decir, que siemprehay lo otro por si me sale mal esto. Siempre est la posibilidad devolver si el empleo no resulta. Pero jams me sucede no tener msremedio que hacer algo. Quiero decir, si la familia no me enviaragiros y yo supiera que si no trabajo me muero de hambre y de fro, todo

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  • me sera ms fcil.

    Cuando pienso en Buenos Aires, veo cerrado, veo un pozo, veoalgo que se abrir por un segundo como una flor devoradora y secerrar sobre m. Cuando pienso en Olga, en Elizabeth, en Susana,siento el infierno que fueron esas relaciones. Cuando pienso en mifamilia, en mi pieza, tengo horror ante la idea de envejecer all, y meimagino absolutamente idiota, sin juventud, neutra, imposibilitada dehablar, imposibilitada de todo (casi dira que veo una plaza: yo ya soycasi vieja, mi madre me lleva a la plaza y me da rdenes, me dice que nojuegue, que me voy a ensuciar y a darle ms trabajo an del que ledoy). Esta imagen de la solterona frustrada e idiotizada por su madreme persigue. Tal vez la refuerzan las palabras de mi madre en susltimas cartas ( me apena que te quedes en Pars en el invierno; allhace mucho fro y puede hacerte mal ; para qu tens que sufrir all yprivarte de las comodidades que tens aqu y de tus padres que tequieren , etc.).

    Pero de cuando en cuando me llega la angustia de la Facultad. Yadiste bastantes vueltas. Ahora a entrar en serio, a terminar loempezado . Y cuento los aos que me faltan para dejar de ser joven (loque es absurdo). Y me digo que es ahora o nunca. Que debierarecibirme, terminar, aprender lo que de lo contrario jams voy aaprender. Pero algo me dice que slo se aprende lo que se ama y que lacultura, el conocimiento, es slo cuestin de amor. Si no hay amor esun caos, aunque se conozcan fechas y datos y noticias eruditas. Perotal vez sea una excusa para mi pereza. Y me pregunto qu hacer con mislecturas desordenadas, con mi imposibilidad de hacer tantas cosas queme propongo. Ahora bien: lo nico que me hara volver a BuenosAi