Carpinteria de Armar en Los Tratados Europeos

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 La carpintería de armar en los tratados europeos de los siglos XVI y XVII Se puede afirmar que hasta el siglo XVI, salvo cono- cidas excepciones, la transmisión de los conocimien- tos de arquitectura y construcción se produjo de for- ma oral, dentro de cada uno de los gremios implicados en elproceso constructivo. No esextraño, pues, conocidas las peculiares regulaciones a que es- taban sometidos los miembros de los gremios, y con- cretamente la obligación de mantener en secreto los conocimientos adquiridos,l que sean escasos los do- cumentos y textos de esta época, manuscritos o im- presos. Pensamos que para efectuar el análisis de un sis- tema constructivo de una época determinada, en nuestro caso de la carpintería de armar, no son su- ficientes una meticulosa observación y toma de da- tos de los ejemplares conservados; es necesario también llegar a conocer cuál fue el proceso de eje- cución, cómo se efectuó su trazado, ..., y aunque algunos datos se pueden intuir, sólo la constancia escrita puede realmente confirmar las hipótesis. Entendemos que el planteamiento metodológico formulado por Kruft (1990) para una teoría com- pleta de la arquitectura, es igualmente procedente para el estudio de un componente aislado de la mi ma, como es el saber constructivo, y para una faceta concreta de éste, los conocimientos de car- pintería: «Los sistemas históricos han de aprehen- der e de forma inmanente, desde sus propias pre- misas y sus propias exigencias, antes de poder establecer por método comparativo líneas de desa- rrollo que quizá permitan deducir constantes, o al Ángel L. Candelas Gutiérrez menos hábitos de pensamiento históricamen e limi- tados.» (p. 15) Ahora bien, los conocimientos sobre carpintería de arm ar no se encuentran exclusivamente en los textos específicos de esta materi que por otra parte son es- casos. El autor de cada tratado general de arquitectu- ra nos transmite, aunque no sea ése su objetivo pri- mordial, el conocimiento de los sistemas que utilizaba, e incluso e s p os ib le d ed uc ir c ie rto s detalles constructivos. Además, son estos textos los q e go- zaron de mayor difusión y pudieron, por tanto, ejer- cer una mayor influencia en la a opción, por parte de los practicantes de la profesión, de determinadas for- mas de construir. LA CARPINTERÍA DE ARMAR EN LOS TRATADOS GENERALES DE ARQUITECTURA No es nuestro propósito pasar revista a todos los tra- tados de arquitectura que se produjeron en estos si- glos [(Cfr. Bonet Correa (1980) y Wiebenson (1988)] , sino tan sólo dejar constancia de tratamien- to de la carpintería dentro de algunos de ellos, posi- blemente los más significativos. Puede parecer una incongruencia remontarse al tratado de Vitrubio cu ndo queremos centrar nues- tra comunicación en los siglos XVI Y XVII, pero no nos vamos a referir al texto, sino a las ilustra- ciones del mism . En efecto, desde las primeras ediciones, los raductores y editores se volcaron en  Actas del Segundo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, A Coruña, 22-24 octubre 1998, eds. F. Bores, J. Fernández, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, U. Coruña, CEHOPU, 1998.

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La carp in tería d e armar en los tratados eu rop eos

de los siglos XVI y XVII

S e p ued e a firma r q ue h asta e l sig lo XV I, sa lv o c on o-c id as excepc ione s, l a t ransmis ión de los conocimien-to s d e ar qu ite ctu ra y c on stru cció n s e p ro du jo d e f or -

ma oral, dentro de cada uno de los grem iosimpl ic ad os e n e l p ro ce so c on st ru ct iv o. No e s e xt ra ño ,p ue s, c on oc id as l as p ec ul ia re s r eg ul ac io ne s a q ue e s-ta ba n so metid os lo s m ie mb ro s d e lo s g re mio s, y c on -c reta me nte la o blig ac ió n d e m an te ne r e n se cr eto lo sc on oc im ie nt os a dq ui ri do s,l q ue s ea n e sc as os l os d o-cum entos y texto s d e esta ép oca, m an uscritos o im -presos.

P ensam os q ue para efectuar el análisis d e un sis-tem a constructivo de una época determ inada, en

nuestro caso de la carpintería de arm ar, no son su-f icie ntes u na m etic ulo sa o bse rv ació n y to ma d e d a-tos de los ejem plares conservados; es necesariotam bién lleg ar a cono cer cuál fu e el proceso de eje-cución, cóm o se efectuó su trazado, ..., y aunquealg un os d atos se p ueden intuir, sólo la con stanciaescrita pued e realm ente confirm ar las hipó tesis.E nten dem os qu e el planteam ien to m etodo lóg icoform ulado por K ruft (1990) para una teoría com -p le ta d e la a rq uite ctu ra , e s ig ualm en te p ro ce den tepara el estudio de un componente aislado de lam ism a, com o es el saber constructivo, y para unafaceta con creta de éste, lo s co no cim ientos d e car-pintería: « Lo s sistema s h istó ric os h an d e a pre hen -

d erse de form a inm an en te, d esde su s p rop ias pre-

m isas y sus propias exigencias, antes de poder

e sta ble ce r p or m éto do c ompa ra tiv o lín ea s d e d esa -

rro llo q ue qu izá p erm ita n d ed ucir co nsta ntes, o al

Ánge l L . C an dela s Gutiérrez

m enos hábitos de pensamiento históricamente limi-

tados.» (p. 15)

A hora bien, los conocim ientos sobre carpintería de

arm ar no se encuentran exclusivam ente en los textosespecíficos de esta m ateria que por otra parte son es-

casos. E l autor de cada tratado general de arquitectu-ra nos transmite, aunque no sea ése su objetivo pri-mordial, el conocim iento de los sistemas que

utiliz aba , e in clus o e s p os ib le d ed uc ir c ie rto s d eta lles

constructivos. Adem ás, son estos textos los que go-

zaron de m ayor difusión y pudieron, por tanto, ejer-cer una m ayor influencia en la adopción, por parte de

los practicantes de la profesión, de determ inadas for-

m a s d e c on str uir .

LA CA RPIN TER ÍA D E A RM AR EN LO S TRA TA DO S

GE NE RAL ES DE ARQUITE CT URA

N o es nuestro propósito pasar revista a todos los tra-

tados de arquitectura que se produjeron en estos si-glos [(Cfr. Bonet Correa (1980) y W iebenson(1988)] , sino tan sólo dejar constancia del tratam ien-

to de la carpintería dentro de algunos de ellos, posi-

b lemen te l os má s s ig ni fi ca ti vo s.Puede parecer una incongruencia remontarse al

tratado de V itrubio cuando querem os centrar nues-

tra comunicación en los siglos XVI Y X VII, pero

no nos vamos a referir al texto, sino a las ilustra-

ciones del m ismo. En efecto, desde las primerasediciones, los traductores y editores se volcaron en

Actas del Segundo Congreso Nacional de Historia de la Construcción, A Coruña, 22-24 octubre 1998, eds. F.Bores, J. Fernández, S. Huerta, E. Rabasa, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, U. Coruña, CEHOPU, 1998.

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78 A . L . C an de la s

la tarea de ilustrar el texto, y m uchos de ellos efec-tu aro n co n gran seried ad este trabajo , con fron tand o

el texto de Vitrubio con los restos arqueológicosconservados. Ahora bien, en el caso de las armadu-ras, no había nada con lo que contrastar, ya que és-

tas habían desaparecido; su representación gráficase tenía que basar, pues, exclusivam ente en el texto.

Vitrubio describe la form a general, pero no llega al

detalle. Es razonable pensar que los delineantes tu-vieron que proporcionar a los grabadores para su re-

presentación aquello que conocían, o sea la cons-

trucción en el m om ento de la traducción del tratado.En consecuencia, en las ediciones de Vitrubio de]siglo XVI en adelante no sólo encontramos una ex-

posición del conocim iento constructivo de la arqui-

tectura romana, sino también -de la mano de los

grabadores- una interpretación de esta arquitectu-ra, en la que, especialmente en lo referente a la car-

pintería de armar, se refleja la construcción de laépoca.

Casi en paralelo con las primeras reediciones del

texto de Vitrubio, se publicaba en Florencia, en1485, el tratado de Alberti «De r e a ed if ic at or ia ».

So n sign ificativas las ex ig uas referen cias a arm ad u-

ras de cubierta de m adera en este tratado, y podem os

encontrar una explicación a ello en el título y conte-

nido del capítulo XI del libro VII: «Qu e c on vie ne

que los techos de los templos sean en bóveda, para

que no estén sujetos a incendio, ( ). E n lo s tem plo s

querría yo que por causa de la dignidad y de la

perpetuidad principalm ente el techo fuese de bóveda

(...)>> (p. 215). Pensam os que esta afirm ación pudo

influir en el progresivo abandono de la utilización de

sistemas de m adera en cubiertas de templos y edifi-cios nobles, y en la introducción de las bóvedas en-camonadas que, de los siglos XVII al X VIII, se dis-

p us ie ro n b ajo n um ero sas arm ad uras .

A unq ue A ]berti no qu iere h acer u n tratad o p ráctico

de construcción, denota sin em bargo un im portante

c on ocim ie nto y re flex ió n s ob re el fu ncio nam ien to m e-

c án ic o d e la s co nstru ccio nes , d em ostran do h ab er co m-p ren dido , o al m eno s in tuido , el m ecan ism o d e flexió n

de una viga, describiendo la compresión -acorta-

m iento- en las fibras superiores y la tracción -alar-g am ien to - en las in ferio res.

H asta la aparición sucesiva de los diversos libros

de Sebastiano Serlio (1537-1575), ninguno de lostratad os de arqu itectura con ten ía la in form ación qu epodían requerir arquitectos y constructores para en-

frentarse al proyecto y ejecución de una obra concre-

ta. Serlio responde precisam ente a ese problem a, in-

tentando proporcionar norm as para el ejercicio de laarquitectura.

Serlio dedica los capítulos LXXIII a LXXV del ]i-

bro VII a la descripción de armaduras de diversaco nstitu ción , q ue él m ism o deno mina « a ]a fran cesa»

o « a la italiana» , exp on iend o co n clarid ad la d ispo si-ción de las barras y los sistem as de unión.

Sin embargo, es en la descripción de villas que

efectúa en los libros V y VII, donde encontramos ]a

representación de un im portante núm ero de arm adu-ras. L ib erad o aqu í de cualqu ier necesid ad d e teo rizar

sob re esto s elem en tos, n os m uestra realm ente su pra-xis co nstru ctiva, siend o qu izá el factor m ás destaca-

ble de estas arm aduras su falta de homogeneidad,

apreciable tanto en la disposición de las barras com o

en la in clinación de las cub iertas, detectán do se clara-m ente la influencia de las tradiciones francesa e ita-liana, países en los que transcurrió su vida profesio-

nal. Con ello, Serlio nos demuestra que no tenía un

criterio determ inado para la defin ición del sistem a d ecubierta, aunque también se podría deducir que, en

esta época, se está entrando ya en un periodo de pér-

did a de la tradición con structiv a v ern ácu la de las d is-

ti nt as r eg ion es e ur opea s.

El tratado de Andrea Palladio (1570) tuvo una rá-pida difusión en Italia y Europa. El nom bre de Palla-

dio se encuentra asociado, todavía hoy, en los ma-

nuales y textos de construcción, principalmenteitalianos, a diferentes sistem as. Es el caso de la es-

tru ctura triang ulada de elem entos recti1 ín eo s d e m a-d er a, d en om in ad a « ca pr ia ta p alla dia na ».

Palladio es reacio, y evidentem ente no es el objetocentral de su tratado, a dar reglas de uso genérico so-bre cuestiones constructivas. Com o excepción a lo

anterior, y en lo referente al uso de la m adera, encon-

tramos la enunciación de algunas reglas de ordenpráctico, como son la separación entre maderos de

entramados: «grueso y medio de la misma viga» (Li-

b ro 1 , C ap ítulo 1 ); o la pen diente de las cub iertas: «s edividirá la anchura de lo que ha de ocupar el techo

en nueve partes; dos de las cuales se darán á la ele-

vacion del caballete en su punta: pues si se hace por

un quarto de su anchura, será el caballete y techo

m uy emp in ad o (...); y si se hace por un quinto será

muy l la no .» 2 (L ib ro 1 , C ap ítu lo X XIX )

A unque en ningun m om ento se hace verbalm ente

refere nc ia e xp resa a lo s sistem as d e c ub ie rta, en e] li-

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La carpintería de armar en los tratados de los ss. XVI y XV II 79

bro segundo, al efectuar la descripción gráfica de las

dif ere ntes v illas , u tiliz a u n c or rec to sis tem a dié dric o

representando planta, alzados y secciones. A partirde ellos, se puede deducir cuál era el sistema de ar-

m adura utilizado. En el caso de Palladio, y a diferen-

cia de Serlio, se observa una gran coherencia en lautlización de arm aduras. T odas ellas están basadas en

la u tiliza ció n d e c erch as tr ian gu lare s eq uid ista ncia -das, sobre las que apoya un segundo orden de vigas,

o correas, increm entándose el núm ero de barras queconforman la cercha a medida que aumenta la luz acubrir.

Aunque no se puede considerar como un tratadogeneral de arquitectura, el texto de B ernardino B aldi(1621) nos ofrece lo que puede considerarse com o la

p rim era de sc rip ción d el co mp or-ta mie nto e str uc tu ra l

d e u na a rm adu ra . ( fig .l)

En el último tercio del siglo XVII, comienzan aaparecer un gran número de obras destinadas la di-vulgación, tanto para profesionales com o para aficio-

nados, de aspectos constructivos y formales de la

ed ific ació n, y d edic ada s fu nd am enta lm en te a la e difi-cación residencial. Los libros de Moxon (1677) oBullet (1691) pueden ser un ejemplo de este tipo detratados, que durante el siglo X VIII tendrían una am -p li a d ifu si ón .

Los TRATADOS DE CARPINTERÍA

El único tratado específico de carpintería del siglo

X VI, que conozcam os, es el que escribió Philibert deL 'O rm e, m ientras que del siglo X VII existen dos tex-tos en los que la carpintería de armar constituye elobjeto único del tratado -López de Arenas (1619) y

Mathurin Jousse (1627)- y tres en los que esta ma-teria ocupa un lugar destacado: Fray Andrés de SanM iguel (hacia 1630), Johann W ilhelm (1649) y Ro-d rig a M arc o (1 699 ).

E n 1561 se publica en París el libro Nouv el le s i nv en -

tio ns p ou r bien bas tir e t a p etit fr ais d e P hilib er t d eL'Orm e, dedicado en su m ayor parte a la exposición de

su in ven ción d el s iste ma d e c arp in te ría m od ular en cla-vijada, en el que se utilizan m aderas de pequeña escua-

dría con objeto de solventar la escasez y carestía de lasm ad era s ap tas pa ra cu brir gr an des lu ce s.

N o deja de ser paradójico que el prim er texto espe-

cífico relativo a la carpintería de arm ar no nos ofrez-

ca dato alguno sobre la ejecución de los sistem as tra-

dicionales. E l sistem a de carpintería que propone De

L'Orme es sobradam ente conocido, y pensam os que

sería gratuito realizar aquí una exposición detalladad el m ismo .

U n elem ento atípico hasta ese m om ento en los tra-tados, es la descripción en detalle de los elem entos, loque hoy denom inaríam os el detalle constructivo. L os

m agníficos dibujos que aparecen en los folios 291 y

293 del tratado de De L'Orme son, posiblem ente, losprim eros detalles constructivos de la historia de la

co nstr uc ción en ca rp in tería , c on scie ntem ente u tiliza -

dos. En ellos representa el apoyo en el estribado de

una de las cerchas de su invención. No se trata tansólo de dibujos a gran escala de un elem ento, sino queco nju ga to do aq uello q ue u n bu en d eta lle co nstru ctiv o

debe poseer: representación de los elem entos del pro-pio sistem a (la plataform a, las piezas de m adera,...),

los elem entos del entorno (en este caso los m uros), lanom enclatura de cada una de las piezas y el acotado.

Los textos de Diego López de Arenas y Fray An-

drés de S an M iguel presentan un sistem a de construc-

ción -la carpintería de armar española -, que se ve-nía ejecutando m ediante la transmisión oral de las

técnicas de trabajo. E n el m om ento en que se escriben

estos tratados se constataba ya una pérdida de los co-

nocim ientos necesarios para ponerlas en práctica. L ó-pez de Arenas es testigo de ello, y es, en parte, lo que

le lleva a escribir su tratado: «... Y aviendo assi m is-

mo advertido en las veces q e sido Examinador y Al -

calde A larife, que en realidad de verdad, o la m ateria

de las medidas, y reglas de carpinteria no esta tan

c on oc ida y a pu ra da c om o es ne ces sa rio , ..., e quer idoto ma r el tra ba jo de e sc riv ir es te C om pe nd io ...» (pró-logo de la edición impresa de 1633). Am bos textos,que presentan un lenguaje ciertam ente críptico, han

sido interpretados ejem plarm ente por E . N uere (1985y 1990), tras frustados intentos de investigadores an-

teriores. A este autor nos rem itim os para la descrip-

ción y com prensión del sistem a y sus procesos de di-seño y ejecución, que quedan claram ente expuestos

e n lo s te xto s a nte rio rmen te c ita do s.Una prim era lectura del texto de Rodriga M arco (o

Álvarez) puede inducir a estim ar que se trata de una

copia del texto de L ópez de A renas. Ciertam ente, al-

gunas partes del m anuscrito son copia literal del tex-

to de López de Arenas, pero proporciona nuevos da-

tos sobre algunos aspectos, como por ejemplo el

sistema de estribado o la ejecución de armadurasp ar a c úp ul as .

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80 A . L . C an de la s

En Alemania, Johan Wilhelm escribe su Archi-

t ec tu ra C iv il is , que lleva por subtítulo: O descrip-

ción y esbozo de muchas renombradas cubiertas,

como altas agujas, tejados en cruz, acodam ientos,

algunas cúpulas, tam bién prensas, puentes levadi-

zos: ¡tem , toda clase de prensas, escaleras de cara-

col, y otras fábricas m ecánicas similares, descrip-

ción ésta suficientem ente ilustrativa del con ten id o

de l t ra tado.En Francia, con una primera edición en 1627, se

edita un tratado denom inado: LE THEATRE DE

L'ART DE CHARPENTIER enrichi de Diverses Fi-

gu res avec l'interpréta tion dixelles fa ict & dressé

par M athurin ]ousse. Publié a La Fleche, chez Gor-

ges G riveau , lm prim eur du Ro y.

Son escasos los datos que se tienen sobre su autor.

Sabemos que Jousse trabajó como arquitecto en su

ciudad natal, La Fleche. Entre sus obras se incluyen

un manual sobre el trabajo en meta] (1627), una tra-

ducción al francés del tratado latino de Viator, La

P er sp ec ti ve P os it iv e (1635), y una guía para la técni-

ca de la estereo to mía ( 1642 ).H em os trabajado sob re la edició n prín cip e de 162 7,que se conserva en la Biblioteca Nacional de París.

Según H. Bailan (Cfr. W iebenson 1988: 239), «sus

m uch as im presio nes in dica n q ue el lib ro .ve u tilizó la r-

go tiem po com o guía estánda r pa ra carpintería».En

efecto, se reeditó en 1650, 1664,1692, 1702 y 1751.

E l tratado tiene un carácter em in entem ente prácti-co , lo que tiene fiel reflejo en el desarrollo d el m ism o:]a obra no está dividida en capítulos, com o es habitual

en toda la literatura de la época, sino que éstos que-dan su stituidos po r lo s com entarios a las su cesiv as fi-guras que componen el libro. Este método queda

an un ciad o y ju stificad o p or Jo usse en la in tro du cció n:

« ta sch an t p lu s d e m on strer m es c on cep tio ns p arfig u-

re s & dimentions de la chose mesme, que par une

grande suite de discours, qui le plus souvent apporte

plus de confusion, que de lum iere a la chose» J (p. 1).

Cada parte del tratado q ueda referenciad a com o «De-

claration de la n° figure», conteniendo el texto co-

rrespond ien te la d escrip ción y co mentario s a cada un a

de las ciento veinticinco figuras que componen elconjunto de la obra. En el tratado, se ilustra un total

de 3 4 edificio s, co n diversidad de situacio nes: form a

de la planta, estructu ra de la sección , función d el edi-ficio, etc. La últim a parte se d edica a cim bras, escale-

ras e in clu so a la ejecución de u n interesante refu erzo,m ed iante increm ento d e sección, de jácenas de carg a.

La parte del tratado dedicada a la carpintería de ar-m ar, la m ás am plia, com ienza con una detallada des-

crip ció n de las h erram ien tas y útiles necesario s paraun carpintero, diferenciand o entre útiles de trazado( re gla , c om p ás , e sc ua dra , f als a e sc ua dra , « pi er re n oi-

re» o lápiz p ara m arcar la m adera...), herram ientas de

corte y talla (azuela, taladros, hachas, sierras...) ymedios auxiliares para el manejo y elevación de lasp iezas (cabrios, trípod es de carga, gatos...). N o apa-

recen dibujos d e esto s elem en to s, p ero sí u na correc-

ta d efin ició n y d escrip ció n d e su u tilid ad .

El sistema de representación es similar en todos

los casos, constando siem pre de una vista en planta yu na o v arias seccio nes, u tilizan do el sistem a d iéd rico .

En planta sigue el criterio de representar en el con-

to rn o ]a s ole ra «<sabliere») con las m arcas de los ele-mentos que apoyan en ésta, y en la zona central elenrayado.4 Incluye en la m ayoría de las lám inas m ar-

cas auxiliares de trazos de compás, o líneas de re-

feren cia. S iem pre ap arec e u na «toise» 5 o e scal a.

En la presente ocasión, nos centrarem os en el aná-

lisis, p arcial, d e sólo dos d e las arm aduras qu e ap are-cen en el tratado, y que quedan descritas en las figu-

ras IV a IX del mismo y en sus correspondientes«Declarations» :

«DECLARATlON DES IV, V & VI FIG URE S, qui m ons-

trent la Charpente d'un Pavil!on a simples Sablieres,

a vec J am be s d efo rc e» 6

«DECLARATlON DES VII, VIII & IX FIGURES, qui

monstrent le moyen de faire les charpentes des Logis,

Pavillons, & a utr es e difíc es B erlo ns o u q ua rr ez» 7

Para la ejecución de sus arm aduras, Jousse utilizaalgún tipo de plano previo. A l com ienzo del tratado,

señala: «Lors qu' on veut faire la Charpente de quel-

que edifice que ce soit, il f aut prem ierem ent prendre

les mesures de la place, tant la longueur que largeur,

a ver une Reigle ou p erche: & s< ;avoir de celuy qu i le

fait faire quel assem blage il y veut & en faire un des-

se in exactementfait » (p. 14).8 En este dibujo pre-

v io estaría co nte nid a, en térm in os g en erales, la in ten -

ción de la obra a ejecutar y, posiblemente, ladispo sición en planta de lo s elem entos. E l d esarrollovertical, por lo que hemos podido deducir, se efec-

tu aría casi exclusivam en te en obra o taller, sim ultá-

neam ente a la construcción, sin el apoyo de dibujosauxiliares. Com o ayuda para el proceso de trabajo,

Jousse utiliza dos elem entos que denom ina «falso ti-rante» y «falso punta!», el prim ero con una longitud

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La carpintería de armar en los tratados de los ss. XV I y X VII 81

algo superior al ancho de la estancia y el segundo

con la longitud de la altura de la cubierta.

E l proceso com ienza con la colocación de las sole-ras en el contorno del edificio, perfectam ente nivela-das, ensam bladas m ediante unión m achiem brada ase-

guradas con clavijas de madera: «chevillez avec

c he vi ll es c ommun es» (p. 14) (fig. 2). L as barras incli-nadas, los pares, no apoyan directam ente en el estri-

bo o solera, sino que se interpone una pequeña piezaprismática: «blochet» o z ap at a.

Por su funcionam iento estructural, se pueden dis-tinguir dos tipos de cuchillos de arm adura. L os prin-cipales, a los que Jousse denom ina «Maitresfermes»,

y las «Simp le s f ermes». La principal m isión de los

prim eros es servir de apoyo a un entram ado de barrasque, a m odo de cercha para arriostram iento, se sitúa

en el plano medio de la estancia, entre el enrayado y

F ig ur a 2Co lo ca ci ón d e l as s ol er as d e l os mu ro s l on gi tu di na le s. J ou s-s e ( pg . 2 0)

"Colocar las soleras de los paños largos coincidentes con

las caras interior y exterior del m uro, m ejor retirando la so-

le ra u na p ulgad a del exte rior y dos, tres o cuatro por el inte-

rior, a fin de que porten mejor sobre los muros y no estén

suje tas a las fa ltas de aline ac ión del m uro "

la cum brera. En el plano del enrayado, o alm izate, seproduce la confluencia de las barras que siguen la di-

rección de la proyección de todos los maderos de laestructura principal -pares y lim as-o El conjunto

se refuerza con la introducción de jaba\cones que, se-gún su posición, tom an un nom bre específico: «jam-

be tt es , e ff el ie r s, l ien s. ..».

Jousse da una receta, no m uy precisa, para la ubi-

cación de las cerchas m aestras y de las interm edias,indicando que la distancia de las prim eras a los extre-

m os del edificio será algo m enor que la m itad del an-

cho de la estancia (fig. 3). Con la aplicación de estanorm a, quedan ubicadas las dos cerchas m aestras ex-

F ig ur a 3P osic ió n de c erch as m ae stra s y s ole ra s d el m ur o la te ral.J ou ss e ( pg . 1 5) .

"D eterm inar la posición de las cerchas m aestras extrem as,tomando la m itad del ancho de la casa y qután dole d os tre s,

cuatro pies o m ás según el tam año del edificio. (...) M arcar

el punto E en el medio de la primera cercha maestra, y tra-

zar una línea desde E hasta la esquina interior de la sala,

prolongandoel trazo hasta encontrar la solera exterior del

paño largo (F). Este punto determ inará la posición de la so-

lera exterior del muro lateral (...). Se m edirá la distancia

e ntr e la s c erc ha s m ae stra s y si fuera mayor de diez o doce

pie s se introduc irá otra e n la m itad.

 

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82 A . L . C an de la s

trem as, p rov oc and o q ue e l cu arto de lim as n o teng ab ase c ua dra da . E ntre c ad a p ar d e c erc ha s m ae stra s,s e sitú an e qu id is ta nc ia da s la s c erc ha s s im ple s, fo r-m ad as p or d os p are s y u n n ud illo . E l c on ju nto c ar ec ed e tira nte s, d ad o q ue la e le va da in clin ac ió n d e la c u-b ie rta m in im iz a la a cc ió n h oriz on ta l e n lo s a po yo s.

L a d eterm in ació n d e la p end ien te se efectu aríap re fe re ntemen te d an do u na a ltu ra s im ila r a l a nc ho d ela e sta nc ia , a un qu e m en cio na la p osib ilid ad d e fo r-m ar un triáng ulo eq uilátero con lad o ig ual a l an cho(F igs. 4 y 5 ).

J ou ss e in dic a u na d ef in ic ió n o rie nt ati va d e la s e s-c ua dría s d e lo s m ad ero s, in dic an do p ara a lg un as d el as c on st ru cc io ne s d e s u t ra ta do l as d imens io ne s q ueu ti li za , manif es ta nd o e n n ume ro sa s o ca si on es s u i n-c ap ac id ad p ara d ar u na re gla u niv ersa l a e ste re sp ec -t o, u ti li zando f ra se s como «y le da rá s d os, tres o m ás

pu lgadas s egún la g rande za del ed if ic io» .

L a d is po sic ió n d e la s b arra s d e la a rm ad ura , ta ntolo s p ares co mo las lim as e in clu so lo s p equ eño s ja-

E

D

AlL (

F ig ur a 4De te rm i na ci ón d e l a p en di en te ( l) . J ou ss e ( pg . 2 1 )

"Establecerem os la altura m arcando sobre el puntal el an-

cho del edificio desde los puntos A, situándola desde el

punto medio del falso tirante D hasta llegar al punto E, que

dará la altura donde se deben alinear los pares, dando por

este m edio a la altura tanto com o tiene de diám etro el edifi-

c io ( .. .) "

L 1

F igura 5

D eterm in ació n d e la p end ien te (11 ). J ousse (pg . 2 1)

"Esta forma (se refiere a la anterior figura) es más bella ymejor que la rebajada, la cual se obtiene dando solamente a

la lon gitud d e lo s p ares el anch o d el ed ificio "

ba lcone s auxi li ar es , queda de fi ni da po r l a apl ic ac iónd e s en ci ll as p er o e fic ac es r eg la s g eométr ic as , b as a-d as e n s u mayo rí a e n r el ac io ne s p ro po rc io na le s e nt ree le me nto s o e n d iv isio ne s d e e le me nto s s ig nific ati-vo s. E stam os, p ues, an te un a técn ica d e tra bajo d i-rectam ente relacionada con lo que se denom ina la

«g eo metría fab ro rum » [(C fr. R uiz R osa (1 987 )].A un qu e J ou sse n o p erte ne ce a l g re mio d e lo s c arp in -teros -quizá ya en esta época el grem io, tal com ofu ncio nab a en la E dad M ed ia, estaría p róx im o a d e-sa parecer-, no s tran sm ite un a reco pilació n d e co-n oc im ie nto s q ue to da vía s e se gu iría n m an te nie nd og ra ci as a la tr an sm is ió n o ra l d e l os m ismos .

E l e nu nc ia do d e la re gla q ue p la nte a p ara la u bic a-c ió n n ud illo , c ua tro s ép tim os d e la a ltu ra , lle ga a te -n er e l m ismo s ig ni fi ca do q ue l a a cc ió n d e d et ermi na rla p os ic io n d el n ud ill o, l o q ue q ue da il us tr ad o e n o tr ade l as cons tr ucci ones , donde i nd ica :«o tra manera de

hacer un s ie te-cuar tos» , q ue , sin e fe ctu ar n ad a p are -c id o a u na d iv is ió n e n s ie te p ar te s, d a c omo r es ul ta douna posición del nudillo cercana a la de los cuatros ép tim os d e la a ltu ra , a un qu e n o e xa cta . (F ig s. 6 a 8 )

P or ú ltim o, en la d eterm in ació n d e la p osic ió n delo s ja ba lc on es, la e sc ue ta fra se d e J ou ss e «d iv id ir e l

 

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La carpintería de armar en los tratados de los ss. XVI y XV II 83

A

F igura 6 po sic ión d el nudillo (1). Jousse (pg. 21 )

A

"D ividir la longittud del par por debajo, a tomar dede la za-pata A , en cinco partes iguales, y poner dos de ellas sobre el

falso punta l (...) lo q ue da rá la cara infe rio r del nu dillo"

,4,~3,*2,ft

,i______-D

Figura7P osición del nudillo (II). Jousse (pg. 2 1)

"O ta forma de situar el nudillo: dividir el falso puntal en

siete partes iguales, a tomar desde el punto D al punto infe-

rior de los pares, en el cuarto punto se establece la cara in-

f er io r d el n ud il lo "

2 3

F ig ur a 8p os ic ió n d el n ud il lo ( lI l) . J ou ss e ( pg . 2 3)

"Si los pares tienen la misma longitud que el diámetro del

e dificio, pa ra ha cer un "siete -cua rto s" dividid el falso tiran-te en tres partes, poned la punta del com pás en el segundopunto y la otra punta al pie de la "Jambette", girad el com -pás hasta que cruce sobre el falso puntal, lo que marcará la

c ar a i nf er io r d el n ud il lo "

t odo en s ie te part es» n os h a lle vad o a in te ntar n ume-rosas d ivisio nes d e elem ento s hasta q ue no s dim os

c ue nta d e q ue «el t odo» só lo p od ía se r la ú nic a lín ea ,q ue br ad a p er o c on ti nu a, q ue s e p ue de v is ua li za r d es -d e ab ajo e n e l p ro ce so d e mon ta je . (F ig . 9 )

P AR AL EL IS MO S E NT RE LO S T EX TO S

DE JOUSSE y LÓ PEZ D E A REN AS

L a p rá ctic a co in cid en cia e ntr e la s f ec ha s d e e dic ió ndel tratad o de Jo usse y la aparició n de los tex tos so -

bre carpin tería de lo b lan co d e L ópez de A renas 9 eslo q ue n os h a in cita do a e xp lo ra r e l tra ta do d e J ou sse .N os e nc on tra mo s c on u n tex to q ue n os tra nsm ite u natr ad ic ió n h ere dad a: n o se tr ata d e la s in no vac io ne sq ue n os d escribe D e L 'O rm e, sin o qu e estam os antel a d es cr ip ci ón d e p ro ce so s d e e je cu ci ón y t ip ol og ía sd e arm ad uras que se han estad o ejecutand o en C en -t ro eu ro pa , p or l as r ef er en ci as q ue t en emo s, a l me no sd es de e l s ig lo X II I.

 

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84 A . L . C an de la s

A

- Jambette-

F igu ra 9S it ua ci ón de lo s j ab al cones . J ou ss e ( pg . 22 )

"Dividiréis el todo en siete partes iguale, a tom ar desde laparte inferior de la zapata A, siguiendo el trazo desde den-

tro de la solera bajo los pares y el nudillo hasta llegar a la

otra zapata A, y en aq uellos p un tos estab leceréis las " Jam -

bettes" y los "Effe l ie r s"

D e m an era re su mid a, se p ue den e nco ntrar lo s si-gu ien te s pa ra le li smos en tr e ambos t ex tos , r el at ivos a lp roceso de e jecuc ión :

- U tiliza ció n d e u n p lan o o esq uem a p re vio : E l«de ss ei n» d e J ou ss e o l a «mue st ra » que u ti li za Lope zde Arenas.

- La reiteradaatenciónque se prestaa la correctacol oc ac ió n d e l as s ole ra s o e st ri bo s.

- La e jecuc ióndi rec ta en obra , s in mediac ióndep la no s, d e l a p rá ct ic a to ta li da d d el d es ar ro llo v er ti ca ld e l a a rm adu ra .

- Los p ro cedimi en to s p ar a la d et ermi na ció n d e l au bic ac ió n d el n ud illo .

- La utilizació n de relacion es dim en sio nales in-trínsecas al propio sístem a, com o base para el traza-

d o d e o tr os e le me nto s.

También se pueden encontrar sim ilitudes en la

con cepció n form al y estru ctural d e am bos sistem as:

- Se t ra ta f undamen ta lm ent e d e e st ru ct ur as b as a-das en el funcionamiento de planos paralelos de pa-

res y nudillo, en los que, en el caso de Jousse, algu-

nos de estos planos -las «Ma itre s F erm es » - se

han especializado, para form ar el plano interm edio

ve rt ic al de a rr ios tr ami en to .- En am bos casos, el enrayado o alm izate reduce

la flexión de los pares y contiene las barras necesa-

rias para co nseg uir u n adecu ado arriostram ien to en elplano ho rizontal d e la arm adu ra, pro ducién do se ad e-

más una continuidad visual en los planos que confi-g ura n la p arte in ferio r d e la te ch um bre.

NOTAS

A

1. A ello habría que añadir el frecuente analfabetism o de

lo s a pre nd iz es y /o d e lo s m ae stro s.

2. Las comprobaciones que hem os efectuado sobre los di-

versos dibujos de la edición de 1570 arrojan com o sor-p re nd en te resu ltad o q ue P allad io no se aten ía en g en eral

a esta regla, que, por otra parte, tal com o está enunciada

haría suponer un exquisito control de la pendiente, dado

el escaso m argen existente entre la pendiente que tom a

como válida (23.9°), la «muy empinada» (26.5°) y la« mu y lla na » (2 1.8 °) .

3. Tratando de m ostrar mis concepciones m ás por figuras y

dimensiones de la propia cosa, que por un gran flujo de

d iscu rso , qu e la m ayo ría d e las v eces trae m ás co nfu sió n

que luz a la cosa.

4. «Enrayeure» en el texto original. La palabra enrayado

viene recogida por el D .R.A .E. con un significado sim i-

lar al del térm ino francés. Sin em bargo, es una palabra

no utilizada por los autores españoles que tratan la car-p in te ría d e a rm ar .

5. El térm ino «toise» se utiliza tanto para la escala gráfica

incluida en cada plano, como para la unidad antigua dem edida francesa. U na «toise» tiene diferente, aunqueparecida, longitud en cada región francesa. En el área de

París equivalía a 1.949 metros. Cada «toise» se divide

e n se is p ie s.

6. «Q ue m uestra la carpintería de un pabellón con estribos(so leras) sim ples, co njab alco nes» . P p. 1 4 a 1 9.

7. «Que muestra la forma de hacer las carpinterías de vi-

v ien das, p ab ello nes y o tro s ed ificio s cu ad rad os o rec tan -

gulares». El texto y las lám inas ocupan las páginas 20 a

27, otra página num erada erróneamente con el núm ero

24 y u na p ág in a sin n um era r.8. «Cuando se quiera hacer la carpintería de cualquier edi-

ficio es necesario tomar las m edidas del lugar, tanto la

lo ng itU d com o la an ch ura (oO .)y saber del que lo m andahacer que tipo de arm adura quiere y hacer de ella un di-bu j o e xa c to»

9. E1 prim er m anuscrito está fechado en 1619, el segundo

en 1632 y la prim era edición impresa es de 1633.

 

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La carpintería de arm ar en los tratados de los ss. XVI y XVII 85

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