Carmen Giménez; Picasso pintó en blanco y negro muchos de sus cuadros más importantes

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Entrevista con Carmen Giménez para Yo Dona

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Primer plano

CarmenGiménezposafrentealGuernica.Susojos se fundenconlosquepintaraPicasso.

Impreso por Nicanor Cardeñosa Monzón. Prohibida su reproducción.

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CARMENGIMÉNEZ

asi acabado el verano, un sol tempranerodel Este entra en los pasillos interminables delReina Sofía y lo llena todo de luces y sombras.Zócalo y suelo de granito gris, paredes blancasinmaculadas..., hoy el museo no es sino un

gran escenario en blanco y negro. En una de sus salas, sen-tada frente al Guernica, nos recibe, en silencio y rodeada porun claroscuro, Carmen Giménez, la mujer que, en tiemposdel Gobierno de Felipe González, se atrevió a llevar a cabo loque todos asumían como imposible: dotar a España de unCentro de Arte Contemporáneo capaz de situarse entre losmayores del mundo. Así nació el Museo Reina Sofía. De lamisma forma surgió una carrera que difícilmente cabe enten-der que habite en una única persona: restauradora de artedel siglo XX, miembro de la Academia de Bellas Artes de SanFernando, responsable de que el Guggenheim llegara a Bil-bao, encargada de la colección del siglo XX del homólogoneoyorquino, creadora del Museo Picasso de Málaga... Y unade las mayores expertas en la obra y vida del genio mala-gueño. El tiempo –y el corazón– la han hecho tremendamente

CPor Nicanor J. Cardeñosa / Fotos Jerónimo Álvarez

El 5 de octubre la Gran Rotonda del GuggenheimdeManhattan albergará una exposición con 118 pinturas,esculturas y trabajos en papel del malagueño, en blanco ynegro. Carmen Giménez, restauradora ymiembro de la

Academia de Bellas Artes de San Fernando, es la comisariade estamuestra, que pretende enseñar cómo el genial pintorse enfrentaba a las obras cruciales de su vida con la falta

de color como principal herramienta.

/‘Picasso Black and White’ se exhibe en el Museo Guggenheimde Nueva York, del 5 de octubre de 2012 al 23 de enero de 2013 /

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cercana a la familia del artista. Es quizá la única persona en elmundo que, a base de tesón y años de trabajo, ha sido ca-paz de convertir en realidad lo que se podrá ver el próximo 5de octubre en la Gran Rotonda del Guggenheim de NuevaYork: Picasso Black and White (Picasso Blanco y Negro).Para entender la expectación creada por esta visión radical eíntima del trabajo del pintor –«y escultor», puntualiza –, bastaleer lo que Carol Voguel escribía en The New York Times ape-nas se anunció el evento: «No importa que el número de visi-tantes del Guggenheim Museum de Nueva York esté cercade ser el más alto que jamás haya tenido. Cuando PicassoBlack and White se inaugure dentro de un año, habrá aúnunos cuantos más».

Antes de que suceda todo eso, le pido que se siente de-lante del Guernica, el cuadro en blanco y negro más grandeen el sentido absoluto del término. Lleva un vestido rojo, quizáporque se reserva un Lanvin en blanco y negro para su home-naje más sutil al maestro. «Cada vez que Picasso realizó ungran cuadro o un cambio en la dirección de su obra, lo hizo enblanco y negro o en monocromía…, salvo Las Señoritas deAvignon.» Esos tonos han perseguido a Carmen durante dé-cadas, quizá en una visión muy certera, ya que un gran nú-mero de obras que el pintor había guardado para sí mismocarece de color. Aunque el Guernica no podrá estar en la ex-posición, porque la pintura no aguantaría un viaje semejante.Pedirle que lo comente sería una impertinencia, pero Carmenes de una naturaleza tan curiosa como ese acento que trae ai-res de aquella Casablanca donde nació. Permanece en silen-cio mirando el cuadro unos segundos interminables, y luegohace ese sonido suyo, tan francés, de aspirar el aire como sifuera una interjección. Y otra vez vuelve a quedarse callada.Ella se mantiene allí, sentada, sin decir nada, completamenteaislada, ensimismada; durante un instante se diría que no

piensa, solo contempla. «Lo primero que te viene a la cabeza,claro, es la fuerza del blanco y negro –dice finalmente–. Res-pecto a la línea y la composición, se observa una pirámide…,pero también una cruz. Y esa mano…» Vuelve el silencio.

Es impresionante que alguien que ha dedicado una in-mensa parte de su vida a estudiar a Picasso no pontifique so-bre su obra, sino que dialogue. Por un momento esta mujerpareciera una extraterrestre; de fuera de este mundo o, almenos, de España… «Podría vivir en Nueva York, pero soyde aquí, esto es lo mío. Nunca pensé que las cosas pudieranponerse tan mal, ¡qué momento más difícil!, pero este es mipaís.» Después, al abandonar la sala, confiesa: «¿Sabes quees la primera vez que estoy así delante del Guernica? Me heemocionado». Y será más tarde, en la comodidad de su casa,rodeada de catálogos (que son claramente su paisaje), foto-copias, algo de arte y mucho té verde, cuando me contócómo se produjo todo.

«CUANDO QUERÍA HACER ALGO IMPORTANTE, PICASSOSIEMPRE UTILIZABA EL BLANCO Y NEGRO.»

Arriba: ‘Damas de honor (LasMeninas, después de Velázquez)’, 1957.Abajo, de izq. a dcha.: ‘Busto demujer (Marie-Thérèse)’, 1931. ‘El taller del sombrerero’, 1926.‘Marie-Thérèse, cara y perfil’, 1931. (Obras que semuestran en la exposiciónPicassoBlack andWhite)

Impreso por Nicanor Cardeñosa Monzón. Prohibida su reproducción.

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44/YO DONA.15 SEPTIEMBRE 2012

ESCENA I.MUSEO NACIONAL DE PICASSO EN PARÍS (1979)Carmen entra dispuesta a recorrer la colección formada por lasobras que cedieron a Francia los herederos como pago de im-puestos. «Picasso jamás hablaba de la muerte y, por eso,nunca hizo testamento. Dominique Bozo (negociador de su he-rencia) fue una de las piezas clave a la hora de recopilar todoaquello que el pintor había guardado. Volví a contemplar susobras y observé que había mucho blanco y negro, incluso en laescultura. Pero aún no lo tuve claro.»

ESCENA II.CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA (1986)Javier Solana charla con Carmen Giménez frente a uno delos cuadros de la exposición Le siècle de Picasso, que es-taba en España. Para entonces, «Marina ya había cedidotoda su herencia, por sus problemas con el pintor. Tenía lamejor colección. Pablito quiso ver al abuelo; Jacqueline no lopermitió y él se suicidó bebiendo lejía. Marina adoraba a suhermano. Fue durísimo». En ese momento, Francia cambióla ley para que los hijos no nacidos dentro del matrimoniotambién pudieran heredar; así consiguieron parte de la obraMaya, Paloma, Polo…

«Deberíamos tener Picassos así», dijo de pronto Solana. «¿Teencargarías tú?» «Me dio libertad total. Lo adoro por eso.»Carmen sabía qué buscar y dónde. Así llegó el cuadro deLa Nadadora y la escultura Dama Oferente. «Esta fue creadapara la entrada de la exposición en la que se encargó el Guer-nica, en el año 37. Luego, Jacqueline colocó una copia sobrela tumba de su padre en su castillo de Vauvenargues. Se hizoel molde en yeso [muestra una foto del estudio de Picassocon la gran figura blanca resplandeciente en medio de la os-curidad]. Siempre trabajaba con un candil o una luz de gas.»

«En los 90 me di cuenta de que hay muchísima obra con es-tos dos tonos que no ha sido estudiada. Cuando quería ha-cer algo importante, Picasso utilizaba el blanco y negro, escomo mejor se expresaba. Entonces lo comenté con los res-ponsables del Guggenheim, y me dijeron: ‘No, es muy deco-rativo’. Ridículo, si hay alguien que no resulta decorativo esél. Si a Matisse le quitas un color, el cuadro se cae; pero conPicasso, el cuadro sigue ahí. ¿Quiénes son los artistas en losque se inspiraba para crear así? Velázquez, El Greco... ¿Quéhacían en esa época los franceses? Fauvismo. Y él, que es-taba muerto de hambre, pintaba en blanco y negro.»

ESCENA III.MUSEO PICASSO DE MÁLAGA (1986)Norman Rossenthal, conservador de la Royal Academy deLondres, sentado con Carmen en el Jardín del Museo deMálaga, sigue la inauguración de El Picasso de los Picassoy le dice: «Has puesto el blanco y negro en uno de los la-dos. ¿Por qué no me montas una exposición?». «Nadie sehabía dado cuenta, nadie, nadie… Finalmente, un día todose puso en marcha. Y no resultó tarea fácil, porque habíamucha obra prestada, pero la familia se involucró y pudosacarse adelante.»

¿Cuántas obras componen esta muestra? «Muchísimas, 140o 150, pero había más… Se exponen dibujos, porque consi-dero que están en el mismo plano que otras grandes crea-ciones y él tampoco hacía diferencias. Solo hay siete, sonmuy delicados frente a la luz y no quiero que los tapen paraprotegerlos. En todos el color es la anécdota. Mira, este –LeCharnier– es del Moma, y allí nos hicieron el enorme favor deestudiarlo. Descubrieron que hay rojo debajo; es decir, el re-sultado es algo premeditado..., el blanco y negro era lo quebuscaba y por lo que trabajaba. ¡Mira! (muestra un collagecon una zona oscura) esto era papel de periódico, blanco,pero se ha vuelto marrón. El tiempo trabaja bien. Resultamaravilloso. Y se queda contemplando, ensimismada denuevo. Luego pasa la página para pararse en Las Modistas,quizá el cuadro donde de verdad empezó todo. El té se en-fría poco a poco en la taza que sostiene aún en la mano.

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CarmenGiménez junto al Guernica.

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