Carmen Báez Contador de Cuentos

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 El contador de cuentos Carmen Báez (tomado del libro “La roba-pájaros”) -¿De dónde sacas tus cuentos? -Del pozo -¿Del pozo? -!"# del pozo# Del $ondo del pozo %stán re&ueltos con el a'ua# con las ranas con las estrellas pero *a +ue saber sacarlos, %l contador de cuentos 'uarda un silencio de eni'ma !entado sobre los adobes de la barda balanceando al aire sus piernas de barro# mira de reojo a “la pre'untona” “La pre'untona” es una niita $rá'il# como de cera. blanca cr/dula %l contador de cuentos sabe la importancia +ue sus embustes le *an 'anado entre la c*i+uiller"a de 0alo 1e rde 2l $inal de los d"as# cuando empieza a parpadear la tarde# /l se sienta en la barda +ue marca una raa paralela entre la milpa el camino 2ll" &an todos los nios del pueblo a embaucarse con el mila'ro de su $antas"a# pla'ada de campanas# de  pr"ncipes malos de mendi'os santos de cootes# de na*uales de brujas -!abes 3dice# como *aciendo a “la pre'untona” la merced de con$iarle un secreto- %l pozo dice sus cuentos en las noc*es Cuando *a luna es cuando se pueden sacar los más bonitos -¿4 cómo los sacas? -50ues, nada6 7e siento en el brocal meto la cabeza dentro 2ll" me esto +uietecito# mirando para abajo escuc*ando# escuc*ando Lue'o de estar as" un rato puedo o"r lo +ue el pozo dice, %l auditorio contiene la respiración para +ue no se escape ni una sola de las palabras +ue el embustero *il&ana -2noc*e 3 a$irma-# me contó la *istoria de una caracolita -¿8na caracolita? -!"# un 'rillo 8na nue&a pausa Las bocas entreabiertas los ojos redondos esperaban á&idos La &oz in$antil del contador de cuentos inicia su relato en medio de un silencio pro$undo %ra una caracolita de color rosa. 8na maana dijo a su madre. -7amá# o +uiero casarme -Bueno# dijo la caracola 1en para +ue te pon'a bonita 4 la lle&ó a un c*arco para la&arle la cara Le pintó sus labios de color san're. le puso un traje nue&o un moito azul sobre la cabeza le dijo. -1ete a la calle para +ue bus+ues no&io Como te &erán bonita# todos &an a +uerer casarse conti'o 9: esco'es -7adre# ¿a cuál debo esco'er? -2l +ue sea mejor marido ¿4 cuál será el mejor marido -%l más trabajador Despu/s# la madre e;plicó a su nia +ue toda caracolita debe buscarse un compaero +ue sea mu trabajador# para +ue le construa una casa bonita la lle&e car'ando sobre sus espaldas La caracolita salió a la calle cantando abriendo mu bien los ojos 2 la orilla del camino estaba un topo 'ris# ca&ando su casa entre surcos del sembrado -Buenos d"as# seo r 9o po -Buenos d"as# Caracolita

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Carmen Báez Contador de Cuentos

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El contador de cuentos

Carmen Bez (tomado del libro La roba-pjaros)

-De dnde sacas tus cuentos?

-Del pozo.

-Del pozo?

-S, del pozo, Del fondo del pozo. Estn revueltos con el agua, con las ranas y con las estrellas; pero hay que saber sacarlos

El contador de cuentos guarda un silencio de enigma. Sentado sobre los adobes de la barda y balanceando al aire sus piernas de barro, mira de reojo a la preguntona.

La preguntona es una niita frgil, como de cera: blanca y crdula.

El contador de cuentos sabe la importancia que sus embustes le han ganado entre la chiquillera de Palo Verde. Al final de los das, cuando empieza a parpadear la tarde, l se sienta en la barda que marca una raya paralela entre la milpa y el camino. All van todos los nios del pueblo a embaucarse con el milagro de su fantasa, plagada de campanas, de prncipes malos y de mendigos santos; de coyotes, de nahuales y de brujas.

-Sabes dice, como haciendo a la preguntona la merced de confiarle un secreto-. El pozo dice sus cuentos en las noches. Cuando hay luna es cuando se pueden sacar los ms bonitos.

-Y cmo los sacas?

-Pues nada! Me siento en el brocal y meto la cabeza dentro. All me estoy quietecito, mirando para abajo y escuchando, escuchando. Luego de estar as un rato puedo or lo que el pozo dice

El auditorio contiene la respiracin para que no se escape ni una sola de las palabras que el embustero hilvana.

-Anoche afirma-, me cont la historia de una caracolita. -Una caracolita? -S, y un grillo.

Una nueva pausa. Las bocas entreabiertas y los ojos redondos esperaban vidos.

La voz infantil del contador de cuentos inicia su relato en medio de un silencio profundo.

Era una caracolita de color rosa: Una maana dijo a su madre:

-Mam, yo quiero casarme.

-Bueno, dijo la caracola. Ven para que te ponga bonita.

Y la llev a un charco para lavarle la cara. Le pint sus labios de color sangre: le puso un traje nuevo y un moito azul sobre la cabeza y le dijo:

-Vete a la calle para que busques novio. Como te vern bonita, todos van a querer casarse contigo. T escoges.

-Madre, a cul debo escoger?

-Al que sea mejor marido.

Y cul ser el mejor marido.

-El ms trabajador.

Despus, la madre explic a su nia que toda caracolita debe buscarse un compaero que sea muy trabajador, para que le construya una casa bonita y la lleve cargando sobre sus espaldas.

La caracolita sali a la calle cantando y abriendo muy bien los ojos.

A la orilla del camino estaba un topo gris, cavando su casa entre surcos del sembrado.

-Buenos das, seor Topo.

-Buenos das, Caracolita

-Qu est usted haciendo?

-Trabajando nia, trabajando...

La caracola, la pobre vio el pelo gris y los ojos opacos de su amigo topo. Ola a sudor y a mugre; pero era muy trabajador y sabia construir su casa. Y ella tuvo miedo de pasar las noches a su lado.

Corri, corri, corri, hasta que se encontr con un caracol que caminaba despacito, arrastrando su casa de cristal sobre su espalda.

-Buenos das, Caracol.

-Buenos das, Caracolita.

-Trabajando!

La caracolita tuvo miedo otra vez. Miedo de pasar los das al lado de aquel caracol trabajador y hurao.

!Que feas son las gentes que trabajan!- pensaba-. Yo no me casar nunca.

Pensando, pensando, se le vino la noche encima.

Como estaba cansada, se sent a la entrada del bosque. Tena tanta tristeza que los ojos se le haban puesto salados.

De pronto, una msica suave y alegre le ataj el llanto. Detrs de los matorrales alguien tocaba el violn y cantaba una cancioncilla.

Cuando estuvo mas cerca se encontr a un grillo joven que tocaba su violn y dando saltitos.

-Qu grillo tan lindo!- pens- si yo pudiera casarme con l! Mientras ms lo miraba, ms bello le pareca. !Ese grillo bailarn alegre hara un magnifico marido! La vida sera bella, deliciosamente bella a su lado, siempre oyendo su msica y siguiendo sus danzas. -Buenas noches, seor Grillo.

-Buenas noches Caracolita.

-Qu ests haciendo?

-Bailando!

La caracolita pens con ilusin: Si este grillo supiera trabajar...!

-Y cuando no bailas qu haces?

-Cuando no bailo, canto.

-Y cuando no cantas, qu haces?

-Cuando no canto, ni bailo, toco mi violn.

-y cuando no cantas, ni bailas, ni tocas el violn, qu haces?

-Cuando no canto, ni bailo, ni toco mi violn me echo a dormir y sueo que estoy bailando, y cantando y tocando mi violn.

La angustia empezaba a hacer un nudo en la garganta de la caracolita.

-Pero... no trabajas nunca?

No, caracolita. Dios me cuide! Si yo trabajara con mis brazos, se me cansaran los brazos y luego no podr tocar mi violn.

-...Podras trabajar con tus piernas!

-No Si yo trabajara con las piernas, se me cansaran la piernas y luego no podra bailar

-...Con la boca!

-No, Caracolita, no Si yo trabajara con la boca, se me cansara la boca y no podra cantar!

Es triste, se quedo pensando la caracolita, que cuando ella encontraba alguien con quien casarse l no saba trabajar.

Sus ojos se volvieron a ponerse salados, y pens en las palabras de su madre: Un hombre trabajador, para que te haga tu casita.

De pronto, su corazn comenz a repicar ilusionado. Si slo fuera por la casa, ella misma podra construirla!.

-Grillito. Quieres casarte conmigo?

-Casarme contigo?

-S, csate conmigo. No me encuentras bonita?

-Si me gustas mucho. Pero... y donde vamos a vivir?

-No te apures por eso Grillito. Yo arreglar todo.

Apresurada se fue a la milpa y cort una calabaza grande. Con mucho cuidado, alegre le sac las tripas, la pint de colorado. Hizo en la parte de arriba una puertecita por donde entra el sol en las maanas y en la noche la luz de las estrellas.

Se casaron los dos, y vivieron felices, muy felices. La caracolita se levantaba en la madrugada a buscar yerbas para el desayuno, que levaba a la cama donde dorma el grillito. Mientras ella arreglaba la casa y preparaba la comida, l tocaba su violn. Por las tardes salan los dos al bosque; l para cantar y bailar y ella para mirarlo. Se pintaba los labios de tojo y se envolva en un rebozo azul, eran felices, muy felices, l cantando, bailando y tocando su violn y ella mirndolo... mirndolo... mirndolo.

Esta noche, cuando se metieron en su casita con el fin de dormir, no haba estrellas, ni luna, y las ramas comenzaban a llamar a la lluvia con sus voces roncas.

Apenas haban metido en la cama cuando la lluvia comenz a dejar caer sus goteras gordas que repicaban en el techo de la casa como si fuera Sbado de Gloria.

-Grillito dijo ella-. Estoy pensando si nos olvidaramos de cerrar la ventana del techo. -Durmete, caracolita durmete ya maana veremos si esta cerrada.

-Grillito, levntate a cerrar la ventana, que la lluvia est cayendo dentro de la casa!-Durmete, Caracolita; sola casa se moja, el sol de maana volver a secarla.

-Grillito, levntate a cerrar la ventana, que el agua sigue entrando!-Durmete Caracolita. Suea que estoy bailando y que t me miras. Ya maana veremos cmo echar fuera el agua de la lluvia.

Y se durmieron los dos. l soando que cantaba y bailaba y tocaba su violn, y ella llorando porque su marido era perezoso que no saba levantarse de la cama para cerrar una ventana.

Y la lluvia sigui entrando por la ventana abierta e inund las patas de la cama y sigui; y sigui subiendo e inundo el colchn; y sigui subiendo y subiendo hasta que cubri al grillo y a la caracola que estaban dormidos, y Se ahogaron!Cuando el embustero termin su cuento, el pnico se haba retratado ya en las caras del auditorio, y un grito de espanto sali de las bocas abiertas.

-Por qu se ahogaron?

-Porque el grillo era flojo y no quiso levantarse a cerrar la ventana!

-Eres malo!

-Eres malo!

-Eres malo! gritaron todos indignados-. Por qu los dejaste que se ahogaran?

Y el llanto apareci en los ojos, y las miradas se tornaron agresivas.

-Bueno -dijo el contador de cuentos-, eso es lo que a m me dijo el pozo. Maana le vuelvo a preguntar. A lo mejor no se ahogaron! A lo mejor haban aprendido a nadar!