Cuando Huguito saltó de la cama yvio que el paquete sobre sus zapa-tillas contenía ropa, se acostó otravez enojadísimo; pero cuando des-cubrió las botas, la faja y las bom-bachas se olvidó de los juguetesporque se sintió hombre y ese fueun día casi tan feliz como aquelotro, cuando le regalaron la bicicle-ta.

Fueron felices,comieron

perdices y solotuvieron un hijo:

el Huguito.

Carlos y Gilda ensu viaje de bodas

paseando porBuenos Aires.

Y a donde creenque iba un campe-

sino cuando secasaba, sino a

conocer las lucesde la gran ciudad?

Porota y Letti,las hijas de Domingade visita un día de Reyes.El bebé es el Dito.

Gilda con Hugo y Kuky en brazos

Pedro y Olgatuvieron treshijos: Kuky, Ditoy Nelita.

Kuky y Hugo un día en que

estaban limpitos

Pedro, Olga, Catalina,Marieta (Mamá de Olga)Antonia (La Mare), Aída,Juana y Juan, en el díaque se comprometieron

Pedro y Olga.Los niños son Esther, Doris

(hijas de Juan) y Niti.El coche es un Chevrolet1928, el mismo en el que

viajaban a Río CuartoCarlos, Gilda, Olga y los

chicos, cuando se les metióuna lechuza adentro congran desparramo de sus

ocupantes.

Olga con su madre, suhermana Marigen y críossobre el puente del río.

En el jardín, en el río, en uncenteno a punto de espigar yde caminata con Anita, cum-pliendo una promesa enReducción, donde casi lasatropella un auto.

Se hicieron hermanas dehecho. Nunca tuvieron unadiferencia y eran como dosbueyes tirando parejo delmismo yugo. Fueron com-pañeras en todo; para com-partir el esfuerzo del traba-jo, que no era poco en unachacra, las alegrías, las pe-nas y también los hijos,porque fueron cada una deellas la segunda mamá delos críos de la otra.

Llegaron a Piedra Blanca cuando ya no queda-ban mujeres. Las mayores se habían casado ylas menores fueron a la ciudad con los padres.

GILDA-OLGA / OLGA-GILDA

Carlos,Angel y elHuguitocon ropasdominguerasjunto alChevroletMod. 1930listos para ira la ciudad.

Antes de tener su voiture, Victor visitaba a una noviecita que supotener allá, en el Campo La Piedra, montado en un caballo que según él"era muy desgraciao" por lo chúcaro y mañoso. Cuando entraba por latranquera tenía que agacharse mucho para esquivar un hilo de alambrede un boyero eléctrico que la cruzaba por arriba. Ese día estuvo toda latarde; comieron masitas ricas hechas por ella, tomaron mate, café y licorde menta. Pasearon bajo las arboledas, se hicieron cariñitos y cuando

llegó la hora del regreso, Cenicienta acompañó a su príncipe hasta elpalenque donde tuvieron una despedida muy romántica. El montó en sucorcel (que "era muy desgraciao") y después de un par de corcovos partióen un galope enloquecido acompañándolo de unos poderosos y sonorospedos mientras que Víctor, bien agachado para que el alambre no le cortarala cabeza, quedaba en posición sospechosa y saludaba a su princesa comodiciendo: - ¡Yo no fuí, yo no fuí ! -

Con otro automóvil de puerta mas baja, cruzaron una tarde frente a lachacra de los Sabaldano. Salió a torearlos un perro grandote que lesladraba corriendo muy cerca al lado del coche. Carlos, instigado porAngel, lo agarró de la cola y lo dejó mirando hacia atrás arando con suspatas el camino. Contó Angel que después de soltarlo, miró por laventanilla trasera y vio al pobre can sentado en medio de una huellasoplándose las uñas recalentadas.

Víctorcon el "Fili"Piatti, hijodeMargarita.Tío ysobrinocompinchesde la mismaedad

AUTOS

José Berardo (el menor de los nueve hermanos de Gilda) mane-jaba un auto esa noche por primera vez en su vida. Iba solo y alcruzar el precario puente sin barandas su inexperiencia lo llevó adesbarrancarse en el arroyo "La Colacha". Nadie supo, ni éltampoco, como logró salir ileso de abajo del agua, ya que el cochetenía capota de lona y quedó metido en el lecho patas arriba.

Pedro era quizás el más campesino de todos. Amaba el trabajo de la tierra hasta límites insospechados y teníauna gran fortaleza y enorme resistencia física. Aunque era tarea normal para todos, rastrear un lote de cien hectá-reas caminando con las riendas de los caballos en las manos y hacer el trayecto de mil metros ida y vuelta veinteveces en el día, significaba nada menos que cuarenta kilómetros caminados en tierra arada. Pedro lo hacía sinsufrirlo. Era todavía muy joven cuando su padre le fabricó en la herrería una suerte de patín con una tabla y se lollevó al potrero donde estaba trabajando, para que lo enganchara detrás del implemento y se deslizara sobre él; nolo aceptó, prefería caminar. Hacía galas de su fuerza atándose en sus bíceps, protegidos con un trapo, dos vueltasdel grueso hilo de coser bolsas y cortarlos sacando músculos.

Una mañana regresó de una fiesta sin haber dormido ycomo los otros hermanos ya estaban en camino con unode los camiones hacia la ciudad, él solo cargó el otro conbolsas de cereal y los siguió como si nada fuera.

Una de sus virtudes era la moderación. En una farra nunca llegaba a mamarse. Cuandoencontraba su límite simulaba que bebía y con gran habilidad se divertía emborrachandoa los demás.Luis Berardo (hermano de Gilda) supo de sus "favores"; estaba tan mamado que no podíasostenerse ni articular lo necesario para orinar. Entonces Pedro le prestó ayuda: lo colgó,trabando sus brazos en la horqueta de un árbol, desabrochó su bragueta y sin sacarle nadale dijo - Dále ahora! y muerto de risa observaba como el otro se meaba en los pantalones.

Las increíbles y enormes trojes (Trojas,decían los gringos) donde se almacenaba elmaíz en espiga, cosechado a mano por unacuadrilla de juntadores que todos los añosvenían de lugares lejanos a ocuparse en lacosecha. Tecnología chacarera de extraor-dinaria artesanía en la que Pedro llegó atener gran pericia. Eran de 9 mts. de diáme-tro y sus paredes se construían en laprimera hilera con gruesas cañas veralessunchadas con cables y alambres. Luegose utilizaban las mismas plantas de maízque quedaban en el rastrojo e iban crecien-do a medida que se llenaban de espigas conun carrito tirado a mula, que subía por uncable hasta gran altura y volcaba en elcentro de la troje. El cable se hacía con larueda de un carro, que al girar iba trenzandosus 4 ó 6 hilos atados a sus rayos. Estossilos eran una excepcional muestra de ha-bilidad campesina como lo fue la máquinadesgranadora que diseñaron y fabricaron enla chacra y en la que tuvo mucho que verCarlos, al que más le gustaban los fierros ylos cálculos. En uno de los galpones senta-do en una confortable bolsa de marlosmientras comía galleta con chicharrón, seimaginó toda la máquina que construiríansobre el chassis de un camión. La hicierony funcionó de maravillas con todas lasinnovaciones que le agregaron respecto alas existentes. Lo mismo sucedió cuandocompraron la moderna cosechadora MasseyHarris norteamericana; pronto modificaronsu sistema de limpieza y le aumentaronnotablemente su rendimiento.Con chacareros ingeniosos como estos seinició en el país la gran industria de lasmáquinas agrícolas; los ingenieros vinieronmucho después.

A Pedro las trojas y a Carlos los fierros

LA ARTESANIA CHACARERA

Primera prueba de lamáquina para susajustes finales

Carlos

Fanny, no era todavía la novia de Manucho cuando con Anita Berardo(hermana de Gilda), lo espiaron por la banderola del comedor muy intrigadasporque este había cerrado la puerta con llave. Lo vieron con sus bombachas ycalzonsillos bajos, sosteniendo un candil en una mano y un espejo en la otraobsevándose sus hemorroides. Manucho siempre aseguró que ese fué elinstante preciso en el que Fanny se enamoró de él.

Al lado estaba la pieza de las pecheras. Allí se guardaban todos los arreos,aperos, lazos, rebenques, etc. Tenía sobre su techo un molinillo de viento paracargar las baterías de los coches, camiones, máquinas y también las de la radioPhilco, en la que Gilda y Olga escuchaban todas las tardes el radioteatro de CarmenValdéz, y por la noche Pedro sintonizaba un noticiero alemán en castellano dondese mofaban de los ingleses con una canción que entonaban "Periquita y sussecuaces" que decía: - Pobrecito Churchil de Bretaña / tu ya no tienes mas nadaque contar / le declaraste la guerra a Alemania / y hoy ya no haces más que soplar- Luego anunciaban, con una serie de lentos y dramáticos campanazos (que unanoche llegaron a 33), la cantidad de barcos enemigos que habían hundido losalemanes en ese día de la segunda guerra mundial.

La herrería. El taller para el arreglo yfabricación de las mil y una necesidadesde la chacra. Provista de herramientas,yunque y fragua, donde se calentabanlas rejas de los arados para afilarlasluego a martillazos. Con esas técnicasprimitivas soldaban hasta ejes de sulki apura fragua, yunque y martillo, y porsupuesto, la extraordinaria capacidadnatural del chacarero gringo para des-empeñarse en cualquier actividad ma-nual. En esa fragua, Manucho (que erainventor) quiso demontrarles a Angel yVíctor como se producía gas. Era muysencillo: se ponía carbón de piedra enuna lata vacía, se la tapaba hermética-

mente dejando solo un pequeño orificiopor donde saldría el gas una vez calen-tada, y luego haría una llamita al encen-derla con un fósforo. Puso la lata sobreel fuego y empezó a girar la manija delventilador para apurar el proceso. La latade pronto se infló provocando el terror yla estampida.Después de los reproches de sus alum-nos (por la bomba que haría volar laherrería), se armaron de gran valor lo-grando apartarla del fuego valiéndose deuna horquilla de emparvar y como escu-do, para protegerse de la gran explosión,solo usaron una bolsa rastrojera.

Huguito y Kuky con Fanny y con sus mamás.En las dos fotografías se ven al fondo la herrería y

la pieza de los arreos.