Carlos y Anabel

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Último día de clase. Los chicos estaban como locos por coger las últimas vacaciones de verano ya que terminaban sus estudios y se graduaban. Estaban quedando con Carlos para irse de fiesta y celebrar el fin de curso y su graduación. Carlos llegó a casa y tuvo una conversación con su madre sobre qué pensaba hacer a partir de ese momento: -Carlos, ¿qué piensas hacer ahora? -Pues buscar trabajo, no pienso seguir estudiando. -Pero Carlos, tienes la oportunidad de estudiar lo que te guste. -Sí claro, pero no quiero estar más años en una silla sentado sin hacer nada... quiero trabajar. -Bueno como tu quieras, es tu vida. Después de hablar con su madre, se fue a andar por la ciudad en busca de un puesto de trabajo de carpintero. Tras buscar y buscar, encontró uno que no estaba mal para empezar: aprendiz de carpintero, 9 horas diarias y el salario de 900 euros al mes. Tras su primer mes de trabajo empezó a salir de fiesta con sus amigos y a gastar el sueldo del mes. Tras unos meses decidió comprarse un coche, ya que todos sus amigos tenían uno y no eran baratos. Llamó a su amigo para ir a mirar coches: -Jesús acércarte y me recoges que vamos a ir a los concesionarios a mirar un coche para mi. -Venga, dentro de 10 minutos estoy allí. Después de mirar varios vehículos se decidió por uno que, para el sueldo que tenia, no era barato y tendría problemas para pagarlo. Tras recoger su coche nuevo se fue de fiesta a seguir gastando dinero. A la hora de pagar las letras, ya no tenía suficiente y se las cobraban a su madre. Ésta, molesta, se lo comento: -Carlos, ¿tú ves esto normal? ¿Que te compres un coche y el dinero para pagar las letras te lo gastes en fiestas? -Mamá déjame que disfrute ahora que soy joven. -Pero a causa de tu disfrute me vas a arruinar a mi. Si no cambias vamos a acabar muy mal.

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ies luis velez de guevara

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Page 1: Carlos y Anabel

Último día de clase. Los chicos estaban como locos por coger las últimas vacaciones de verano ya que terminaban sus estudios y se graduaban. Estaban quedando con Carlos para irse de fiesta y celebrar el fin de curso y su graduación.

Carlos llegó a casa y tuvo una conversación con su madre sobre qué pensaba hacer a partir de ese momento:

-Carlos, ¿qué piensas hacer ahora?

-Pues buscar trabajo, no pienso seguir estudiando.

-Pero Carlos, tienes la oportunidad de estudiar lo que te guste.

-Sí claro, pero no quiero estar más años en una silla sentado sin hacer nada... quiero trabajar.

-Bueno como tu quieras, es tu vida.

Después de hablar con su madre, se fue a andar por la ciudad en busca de un puesto de trabajo de carpintero. Tras buscar y buscar, encontró uno que no estaba mal para empezar: aprendiz de carpintero, 9 horas diarias y el salario de 900 euros al mes.

Tras su primer mes de trabajo empezó a salir de fiesta con sus amigos y a gastar el sueldo del mes. Tras unos meses decidió comprarse un coche, ya que todos sus amigos tenían uno y no eran baratos. Llamó a su amigo para ir a mirar coches:

-Jesús acércarte y me recoges que vamos a ir a los concesionarios a mirar un coche para mi.

-Venga, dentro de 10 minutos estoy allí.

Después de mirar varios vehículos se decidió por uno que, para el sueldo que tenia, no era barato y tendría problemas para pagarlo. Tras recoger su coche nuevo se fue de fiesta a seguir gastando dinero. A la hora de pagar las letras, ya no tenía suficiente y se las cobraban a su madre. Ésta, molesta, se lo comento:

-Carlos, ¿tú ves esto normal? ¿Que te compres un coche y el dinero para pagar las letras te lo gastes en fiestas?

-Mamá déjame que disfrute ahora que soy joven.

-Pero a causa de tu disfrute me vas a arruinar a mi. Si no cambias vamos a acabar muy mal.

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Pero él siguió igual.

Era sábado, y como de costumbre, comenzó a llamar a sus amigos para irse de fiesta por la noche. Llamó a Jesús para quedar:

-¡Hey Jesús!.

-¡Hey! ¿Qué pasa?

-¿Vamos a salir esta noche no?

-Claro, eso está hecho, ¿a qué hora quedamos?

-A las 23:00 te recojo en la puerta de tu casa.

-Vale, luego nos vemos, adiós.

-Adiós.

Carlos se duchó y se vistió. Recogió a Jesús y cuando iban de camino al pub donde estaban sus amigos, éste le preguntó sobre temas de dinero:

-Oye, con las fiestas que nos pegamos y el dinero que nos gastamos, ¿Cómo te apañas para pagar el coche?

-Le cobran parte de las letras a mi madre...

-Pues no debería ser así, ¿no crees?

-Ya, pero soy joven y quiero disfrutar de mi juventud.

-Bueno, tu sabrás lo que haces Carlos.

-No te preocupes.

Llegaron al pub y allí estaba toda la pandilla de amigos. El pub era un sitio apartado, tranquilo, con una pequeña zona de ocio con billares, dardos, etc... Esa vez la fiesta llevaba un ritmo más tranquilo. Cuando llevaban allí un rato, se acercó una chica hacia Carlos y comenzaron a hablar. Se llamaba Anabel, era bajita, guapa, simpática y de la misma edad que Carlos, 18 años. Cuando entablaron conversación, se iban gustando más y más hasta que se lanzaron y se dieron un beso y lo demás... os lo podéis imaginar. Ya de madrugada, la llevó a su casa y el padre de ella estaba esperándola. Cuando abrió la puerta apareció éste y los pilló a los dos en la puerta:

-Hija, ¿Quién es este chaval?

-Un amigo que he conocido esta noche que ha tenido la amabilidad de acompañarme a casa.

-¡Ah!, muy bien hombre, ¿Cómo te llamas?

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-Me llamo Carlos.

-Bueno y qué, ¿os habéis enrollado mucho ésta noche?

-¡Papa!

-¿Qué pasa? sois jóvenes, tendréis que divertiros, ¿no?

-Sí... ehhh... bueno... ehh... yo me voy ya a casa. Adiós.

-Adiós Carlos, mañana nos vemos.

Carlos se quedó un poco paralizado cuando apareció el padre de Anabel, pero podía haber sido peor si no le hubiese agradado verlo con su hija. Al día siguiente, fue a recogerla para ir a dar una vuelta. Cuando iban en el coche dijo Carlos:

-Uf, ayer me quedé... que no sabía que decir.

-¡Bah! no te preocupes, le has parecido buen chico.

Pasado dos meses, Carlos iba a ir por primera vez a casa de Anabel a cenar y así conocer a sus padres. Estaba muy nervioso y, por fin, llegó el momento. Cuando estaban cenando, el padre de Anabel le empezó a hacer preguntas:

-Bueno Carlos, ¿a qué te dedicas?

-Estoy trabajando en una carpintería.

-¿Y piensas seguir estudiando un curso o algo?

-No, estoy bien así y no quiero seguir estudiando.

-Supongo que vives con tus padres, ¿no?

-Sólo con mi madre, están divorciados.

-Ya entiendo, ¿y como lo llevas?

-Intento llevarlo lo mejor que puedo, por eso no quiero seguir estudiando, porque pienso en lo ocurrido y me distraigo. Bastante me ha costado tener la E.S.O como para seguir en el mismo plan... así trabajo y me distraigo, y cada vez que puedo salgo con mis amigos y con Anabel.

-¿Y qué hay de tu padre?

-Mi padre se fue de la ciudad y vive con su pareja.

-Bueno ya sabes, aquí estamos para lo que necesites, Carlos.

-Muchas gracias, lo tendré en cuenta

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Cuando terminaron de cenar, se fueron al pub donde se conocieron, porque estaban allí sus amigos, entre ellos Jesús:

-¡Hey Jesús!

-¡Hey Carlos, que pasa!

-Pues nada, aquí venimos, de la casa de Anabel.

-¿Cena con los suegros, no?

-Ya ves, bueno ha estado bien, son simpáticos. Espera aquí voy a pedir una copa.

Habían transcurrido meses, y Anabel un día llamó preocupada a Carlos con el móvil:

-Carlos, ¿puedes venir a recogerme? tenemos que hablar.

-Sí, enseguida voy.

-Hasta luego.

Cuando llegó Carlos, vio que Anabel estaba muy preocupada:

-Carlos, tengo que decirte algo.

-Me estas asustando.

-Bueno... pues... vengo del ginecólogo porque tuve un retraso.

-¿Y?

-Pues... que estoy embarazada.

Carlos se quedó pálido y sin palabras:

-¿Bueno y ahora qué hacemos?

-Yo quiero seguir adelante con esto, Carlos, no me gusta el tema de los abortos.

-¿Bueno y ahora como piensas decírselo a tus padres?

-No lo sé. Se lo tendré que decir y punto.

Anabel fue a decírselo a sus padres. No les hizo mucha gracia el tema, ya que ella era muy joven, pero respetaban su decisión. Ellos le explicaron que tenía que empezar a organizarse:

-Bueno hija, ahora tendrás que hablar con Carlos de cómo os vais a administrar el dinero, ¿no?

-Si, luego lo hablaré con Carlos para ver como lo vamos a hacer. Voy a llamarlo.

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Llamó a Carlos y quedaron para hablar esa noche. Cuando iban en el coche, ella comenzó a planteárselo:

- A ver Carlos, necesitamos todo el dinero que ganes, o sea, que hay que salir menos de fiesta y el coche tendrás que venderlo.

-Bueno, ya veré que hago.

-No Carlos ya veré no, esto es una cosa seria, vamos a ser padres.

-¡Que vale, que ya veré!

A Carlos no le hizo mucha gracia el planteamiento que hizo Anabel. Trascurrió el tiempo y él siguió gastando y aún tenía su coche. Tras los nueve meses, el padre de Anabel llamó a Carlos.

-¡Carlos, estamos en el hospital! ¡Anabel está de parto!

-¡Ahora mismo voy!

Cuando llegó Carlos, Anabel ya había dado a luz.

-Aquí estoy.

-Carlos, pasa y mira a tu hijo.

Carlos pasó a ver a su hijo, lo cogió en brazos y decidió que se llamaría Carlos, como él. Después de que le dieran el alta a Anabel, fueron a casa de Carlos para que lo viera su madre.

Carlos no maduraba y seguía gastando en fiestas. Los padres de ambos tenían que ayudar a que no le faltara de nada al niño, por lo tanto, Anabel le dio el último aviso:

-Carlos, o cambias y dejas de derrochar o se acabó.

-Por ahora no nos va mal tal como estamos.

-Sí claro, teniendo que ayudarnos nuestros padres porque tú derroches.

Carlos lo pensó y se dijo basta. Se acabó el salir de fiesta y el coche. Carlos puso un anuncio para venderlo. Se compraría uno de segunda mano más barato. Cuando se lo dijo a Anabel se puso muy contenta. También dejó de salir de fiesta y de gastar ese dinero que tanto le hacía falta al niño. Al fin vendió su coche y pudo comprarse uno usado barato. Ya no les hacia falta que sus padres les ayudaran con el niño. A los dos meses, Carlos trajo una buena noticia, le habían subido el sueldo a 1100 euros mensuales.

-Ya podemos buscar un piso de alquiler.

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-Mañana mismo me pondré a buscar anuncios en el periódico, Carlos.

A la mañana siguiente, Anabel buscó anuncios y había uno que se ajustaba a su economía: 400 euros mensuales, salón, cocina y dos dormitorios. Cuando Carlos llegó del trabajo, Anabel le habló del piso del anuncio y decidieron quedar con el anunciante. Tras hablar con él, se pusieron de acuerdo y decidieron quedárselo.

A partir de ese momento se instalaron en el piso e iniciaron sus nuevas vidas.