Caridad en Santa Teresa

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Por sus frutos los conoceréis: “Caridad camino de la Santidad” SANTA TERESA DE JESÚS Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz 13 de mayo de 2015

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Por sus frutos los conoceréis: “Caridad camino de la Santidad”

SANTA TERESA DE JESÚS

Miguel Luis López-Guadalupe Muñoz

13 de mayo de 2015

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“Cuán basura son las cosas deste mundo, y cuán preciosas las interiores”. Carta XIX. “Así que es muy bien las unas se apiaden de las necesidades de las otras”. Camino de Perfección 7, 7.

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“En la cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino para el cielo.

En la cruz está el Señor de cielo y tierra, y el gozar de mucha paz,

aunque haya guerra; todos los males destierra en este suelo,

y ella sola es el camino para el cielo”.

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LA CARIDAD EN TERESA DE JESÚS

Parte el pensamiento de Teresa de la caridad aprendida en casa y de la irrenunciable convicción experimentada por sí misma de que Dios es amor.

Teresa constata la saturación de bienes terrenales que no satisfacen las ansias más elevadas del ser humano. Por eso, propone renunciar a las galas del mundo y, en consecuencia, elegir libremente la pobreza.

En sus conventos apuesta al principio por vivir sin rentas, elección voluntaria de un radical desasimiento de lo terrenal. Ello implica poner todos los bienes en común, y en el fondo supone rechazar la honra y el dinero.

La vida cristiana, en suma, consiste en imitar a Cristo y dar cabal cumplimiento al mandamiento del amor. Subyace en esto la firme consideración de que todos somos iguales ante Dios.

Desde esta perspectiva, nuestro contento está en “contentar al otro”, aún más en identificarse con el que sufre. Sólo entonces se consideran indisociables la contemplación y la acción, la perfecta compenetración entre Marta y María.

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“Yo no conocí a la madre Teresa de Jesús mientras estuvo en la tierra, más ahora que vive en el cielo la conozco y la veo en dos imágenes vivas que nos dejó de sí, que son sus hijas y sus libros”

Fray Luis de León, 15 de septiembre de 1587

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1. Caridad aprendida en casa

Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Libro de la Vida, 1, 2.

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2. Dios es amor

Todo es dado de Dios. Mas parece para esto nos podemos mucho ayudar con considerar nuestra bajeza, y la ingratitud que tenemos con Dios, lo mucho que hizo por nosotros, su Pasión con tan graves dolores, su vida tan afligida, en deleitarnos de ver sus obras, su grandeza.

Libro de la Vida, 10, 2.

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3. Saturación de bienes terrenales

Consideraba de qué podía aprovechar aquella baraúnda de cosas y veía que se podía alabar al Señor de ver tantas diferencias de cosas, y ahora me cae en gracia cómo me ha aprovechado para aquí; y aunque estuve allí un rato, era tanto lo que había que ver, que luego se me olvidó todo de manera que de ninguna de aquellas piezas me quedó más memoria que si nunca las hubiera visto.

Castillo Interior, VI, 4, 8.

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4. Renunciar a las galas del mundo Hízome sacar joyas de oro, y piedras, que las tenía de gran valor; en especial una de diamantes, que apreciaba en mucho. Ella pensó que me alegraran, yo estaba riéndome entre mí, y habiendo lástima de ver lo que estiman los hombres, acordándome de lo que nos tiene guardado el Señor, y pensaba cuán imposible me sería, aunque yo conmigo mesma lo quisiese procurar, tener en algo aquellas cosas. Libro de la Vida, 38, 4.

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5. Elegir libremente la pobreza Determinámonos a ser pobres, y es de gran merecimiento; mas muchas veces tornamos a tener cuidado y diligencia para que no nos falte no sólo lo necesario sino lo superfluo, y a granjear los amigos que nos lo den y ponernos en mayor cuidado, y por ventura peligro. Libro de la Vida, 11, 2.

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6. Vivir sin rentas Hase de vivir de limosna siempre, sin ninguna renta. Y mientras se pudiere sufrir, no haya demanda; mucha sea la necesidad que les haga traer demanda; sino ayúdense con la labor de sus manos, como hacía san Pablo, que el Señor las proveerá de lo necesario. Como no quieran más y se contenten sin regalo, no les faltará para poder sustentar la vida. Si con todas sus fuerzas procuraren contentar al Señor, Su Majestad tendrá cuidado que no les falte su ganancia. Constituciones, III, 1.

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7. Desasimiento de lo terrenal Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible, quien muy de veras ama a Dios, amar vanidades? Ni puede, ni riquezas, ni cosa del mundo, de deleites, ni honras; ni tiene contiendas ni envidias. Camino de Perfección, 40, 3.

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8. Bienes en común En ninguna manera posean las hermanas cosa en particular ni se les consienta, ni para el comer, ni para el vestir, ni tengan arca, ni arquilla, ni cajón, ni alacena, si no fueren las que tienen los oficios de la Comunidad, ni ninguna cosa en particular, sino que todo sea en común. Constituciones, III, 3.

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9. Rechazar la honra y el dinero

¿Qué se me da a mí de los reyes ni señores, si no quiero sus rentas ni de tenerlos contentos, si un tantito se atraviesa contentar más a Dios? Daremos con todos al traste, porque tengo para mí que honras y dineros casi siempre andan juntos, y que quien quiere honra no aborrece dineros, y quien aborrece dineros que se le da poco de honra.

Camino de Perfección, 2, 5.

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10. Imitar a Cristo

Muy mal parece, hermanas

mías, de la hacienda de los pobrecitos, que a muchos les falta, se hagan grandes casas; no lo permita Dios, sino pobrecita en todo y chica. Parezcámonos en algo a nuestro Rey, que no tenía casa, sino en el portal de Belén fue su nacimiento. Los que las hacen, ellos lo sabrán; yo no lo condeno; son más; llevan otros intentos. Mas trece pobrecitas, cualquier rincón les basta.

Camino de Perfección, 2, 9.

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11. Mandamiento del amor

Cuanto a la primera, que es amaros mucho, va muy mucho; porque no hay cosa enojosa que no se pase presto en los que se aman, y recia ha de ser cuando dé enojo. Y si este mandamiento se guardase en el mundo como se ha de guardar, creo a todos los otros sería gran ayuda de guardarse; más, o más o menos, nunca acabamos de guardarle con perfección.

Camino de Perfección, 4, 5.

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12. Iguales ante Dios

En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especial si tocan en mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar para detenerse en ello: «si soy más antigua», «si he más años», «si he trabajado más», «si tratan a la otra mejor». Estos pensamientos, si vinieren, es menester atajarlos con presteza.

Camino de Perfección, 12, 4.

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13. Nuestro contento está en contentar al otro

Si poseyendo yo una joya, o cosa que me da gran contento, ofrecéseme saber, que la quiere una persona, que yo quiero más que a mí, y deseo más contentarla, que mi mesmo descanso, dame gran contento quedarme sin ella, que me daba lo que poseía, por contentar a aquella persona, y como este contento de contentarla, excede a mi mesmo contento.

Libro de la Vida, 35, 11.

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14. Identificarse con el que sufre

Que no, hermanas, no; obras quiere el Señor, y que si ves una enferma a quien puedes dar algún alivio, no se te dé nada de perder esa devoción y te compadezcas de ella; y si tiene algún dolor, te duela a ti; y si fuere menester, lo ayunes, porque ella lo coma, no tanto por ella, como porque sabes que tu Señor quiere aquello.

Castillo Interior, V, 3, 11.

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15. Indisociables la contemplación y la acción

Ansí que está casi obrando juntamente en vida activa, y contemplativa, y puede entender en obras de caridad, y negocios que convengan a su estado, y leer; aunque no del todo están señores de sí, y entienden bien, que está la mejor parte del alma en otro cabo.

Libro de la Vida, 17, 4.

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16. Marta y María

Creedme, que Marta y María han de andar juntas para hospedar al Señor y tenerle siempre consigo, y no le hacer mal hospedaje no le dando de comer. ¿Cómo se lo diera María, sentada siempre a sus pies, si su hermana no le ayudara? Su manjar es que de todas las maneras que pudiéremos lleguemos almas para que se salven y siempre le alaben.

Castillo Interior, VII, 4, 14.

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PROFESIÓN DE ISABEL DE LOS ÁNGELES

Mi honra el abatimiento, y mi palma padecer, en las menguas mi crecer, y en menoscabo mi aumento. En el hambre mi hartura, mi esperanza en el temor, mis regalos en pavor, mis gustos en amargura.

En olvido mi memoria, mi alteza en humillación, en bajeza mi opinión, en afrenta mi victoria. Mi lauro esté en el desprecio, en las penas mi afición, mi dignidad sea el rincón, y la soledad mi aprecio. En Cristo mi confianza, y de Él solo mi asimiento, en sus cansancios mi aliento, y en su imitación mi holganza.

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NADA TE TURBE

Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa,

Dios no se muda; la paciencia

todo lo alcanza; quien a Dios tiene

nada le falta:

Sólo Dios basta.