Capitulo PAREJA Jorge Vanegas

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1 EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO EN PSICOTERAPIA DE PAREJA. UN ENFOQUE DESDE LA PSICOTERAPIA DINÁMICA Por Jorge Humberto Vanegas Osorio TABLA DE CONTENIDO TITULO PÁGINA INTRODUCCIÓN 1. MODELOS TERAPÉUTICOS 1.1 El Enfoque Clásico: El Psicoanálisis 1.2 La Terapia Simultánea 1.3 El Enfoque Colaborativo 1.4 Terapia Conjunta de Pareja 2. LA ENTREVISTA INICIAL 3. AREAS DEL VÍNCULO A SER EVALUADAS EN EL PROCESO DIAGNÓSTICO 3.1 Ciclo vital de la relación amorosa 3.1.1 Elección de objeto 3. 1.2. la etapa del enamoramiento 3.1.2.1 En el flechazo 3.1.2.2 El galanteo 3.1.2.3 Enamoramiento o Amor Romántico 3.1.3 El ajuste del vínculo 3.1.4 El amor de compañía o Amor maduro 3.1. 5 El desamor 3.2 INTEGRACIÓN DE LAS FAMILIAS DE ORIGEN 3.3 DINAMICA DE LAS RELACIONES DE PODER 3.4 RELACIÓN CON LOS HIJOS 3.5 COMUNICACIÓN 3.6 VIDA SEXUAL 3.7 INFIDELIDAD Jorge Humberto Vanegas Osorio: Psicólogo, Universidad de Antioquia; Especialista en Psicología Clínica, Universidad del Norte; Doctor en Psicología clínica y de la salud, Universidad de Salamanca (España). Profesor de Psicoterapia, Psicología Clínica, Asesor de investigación en la Universidad de Antioquia y en Universidad del Norte.

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EVALUACIÓN Y DIAGNÓSTICO EN PSICOTERAPIA DE PAREJA. UN ENFOQUE DESDE LA PSICOTERAPIA DINÁMICA

Por

Jorge Humberto Vanegas Osorio

TABLA DE CONTENIDO

TITULO PÁGINA

INTRODUCCIÓN

1. MODELOS TERAPÉUTICOS

1.1 El Enfoque Clásico: El Psicoanálisis

1.2 La Terapia Simultánea

1.3 El Enfoque Colaborativo

1.4 Terapia Conjunta de Pareja

2. LA ENTREVISTA INICIAL

3. AREAS DEL VÍNCULO A SER EVALUADAS EN EL PROCESO DIAGNÓSTICO

3.1 Ciclo vital de la relación amorosa

3.1.1 Elección de objeto

3. 1.2. la etapa del enamoramiento

3.1.2.1 En el flechazo

3.1.2.2 El galanteo

3.1.2.3 Enamoramiento o Amor Romántico

3.1.3 El ajuste del vínculo

3.1.4 El amor de compañía o Amor maduro

3.1. 5 El desamor

3.2 INTEGRACIÓN DE LAS FAMILIAS DE ORIGEN

3.3 DINAMICA DE LAS RELACIONES DE PODER

3.4 RELACIÓN CON LOS HIJOS

3.5 COMUNICACIÓN

3.6 VIDA SEXUAL

3.7 INFIDELIDAD

Jorge Humberto Vanegas Osorio: Psicólogo, Universidad de Antioquia; Especialista en Psicología Clínica,

Universidad del Norte; Doctor en Psicología clínica y de la salud, Universidad de Salamanca (España).

Profesor de Psicoterapia, Psicología Clínica, Asesor de investigación en la Universidad de Antioquia y en

Universidad del Norte.

pc
Nota adhesiva
Vanegas Osorio,J.H. (2006) Evaluación y Diagnóstico en psicoterapia de pareja. Un enfoque desde la psicoterapia dinámica. En "Temas en Psicología Clínica". Ediciones Universidad del Norte. Barranquilla
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3.8 LOS CELOS

3.8.1 Formas De Los Celos 3.8.2 Reacciones Ante El Ataque De Celos 3.8.3 Rito Del Arrepentimiento

Bibliografía

INTRODUCCIÓN "Una pareja es la conformada por dos personas que tienen un continuo en las

expresiones sexo, amistad, pasión e intimidad"1 Este concepto que hemos elegido para delimitar el tema de estudio, excluye a las parejas de amigos o de socios. También excluye la idea de que las parejas se constituyen gracias al AMOR. En la aclaración del concepto, el Dr. Acuña señala que la palabra amor puede prestarse a confusiones culturales, en tanto se crea que sólo la fuerza del amor constituye a las parejas. Si se utiliza el término es para referirnos al amor pasión, amor intimidad. Esto implica que existen matrimonios que son pareja y matrimonios que no son pareja; uniones que no son matrimonio y si son pareja. “¿Ustedes se aman?” es una pregunta improcedente del terapeuta porque la pareja en crisis se siente herida en su narcisismo, hay pérdida de estabilidad emocional, y es muy posible que los miembros de la pareja no sepan en ese momento si aún se aman; con esta pregunta el terapeuta les agrega otro conflicto y desconoce que hay razones tan fuertes como el amor que mantienen unida una pareja, tales como: la admiración, las necesidades, los miedos y la dependencia. Una pareja no es sólo la suma de dos personas, se refiere también a la dinámica de cómo establecen el vínculo: dependencias, roles, integración de las familias de origen, valores, vivencias sexuales, triangulaciones.

1. MODELOS TERAPÉUTICOS El método psicoterapéutico elegido para entrevistar las parejas varía de un terapeuta a otro. 1.1 EL ENFOQUE CLÁSICO: EL PSICOANÁLISIS Deja en terapia a quien pide la cita, sin ver nunca a su pareja. Las modificaciones en la relación marital dependen de los cambios en la psicodinámica del paciente,

1 ACUÑA, Alonso (1987). Palabras liminares en V Seminario de Sexología. Cartagena.

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un cambio unilateral en el matrimonio suficiente para permitir el funcionamiento de éste y del individuo. (Martin, P. 1994) LEMAIRE, J. (1980). Ya ha señalado los riesgos que los psicoterapeutas debemos tener presentes al elegir un modelo diferente al de la entrevista conjunta, por ello vale la pena repetirlos. Nos referimos cuando el pedido atañe al problema de la pareja. El cónyuge del paciente espera que su compañero cambie sustancialmente. El mejoramiento del paciente moviliza afectivamente el vínculo y, en especial, cuando sabemos que el cónyuge participa activamente, tal vez sin saberlo, en el síntoma de quien recibe la terapia. Esta movilización causa descompensaciones patológicas tales como: Un cónyuge demasiado débil para tolerar cualquier cambio en el compañero, del que depende estrechamente, le hace abandonar el tratamiento y lo mantiene en estado de enfermedad. O bien, su propia descompensación agrava los problemas de la pareja. Otro, más libre, alienta al paciente para continuar el tratamiento, hasta que se siente amenazado por los cambios de su pareja y provoca regresiones a estados anteriores de la relación. Otro tipo de cónyuge descubre en los cambios de su pareja la necesidad de resignificar la dinámica del vínculo planteada hasta ese momento. Cuando un paciente empieza a mostrar una maduración mayor, es frecuente que su cónyuge reaccione como si quisiera hacerlo regresar nuevamente y retrotraerlo a la actitud anterior. En cualquiera de los casos, el cónyuge descompensado puede acudir a psicoterapia, obviamente con otro terapeuta, con la pretensión de obtener rápidamente los logros de su pareja. Pero su compromiso es débil y por tanto no profundiza en su proceso. Si el terapeuta no es hábil, indefectiblemente abandonará la terapia, hasta que un estado de crisis lo retorne con un pedido más personalizado y por tanto más comprometido consigo mismo. 1.2 LA TERAPIA SIMULTÁNEA Un mismo terapeuta trata a ambos miembros de la pareja en forma individual, pero simultáneamente. Este modelo adquiere un carácter más individual que diádico. Dificulta el restablecimiento de la comunicación funcional, el terapeuta puede hacerse cargo de secretos inconfesables, alguno de los cónyuges o ambos no avanzan en su proceso por tratar de obtener información de su pareja a través del terapeuta.

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Es útil cuando el terapeuta identifica que los síntomas o rasgos estructurales individuales son la causa principal del conflicto y para ello es necesario un trabajo más centrado en la reconstrucción histórica individual de cada miembro de la pareja. 1.3 EL ENFOQUE COLABORATIVO Cada esposo es tratado por un terapeuta diferente Ambos terapeutas se reúnen periódicamente para analizar la dinámica del vinculo y focalizar las áreas de intervención. El hecho de que cada terapeuta verifique lo realizado por el otro es una medida técnicamente invalorable de prevenir los impaces Transferenciales y contratransferenciales. No es frecuente encontrar dos terapeutas trabajando con este modelo, excepto en proyectos de investigación que requieren utilizarlo. 1.4 TERAPIA CONJUNTA DE PAREJA. Esta modalidad fue propuesta por Don Jackson en 19612. Es la más utilizada porque estimula el diálogo de la pareja, es eficaz y permite acceder con más rapidez y en mayor medida a la dinámica de la diada. En las entrevistas conjuntas siempre están presentes los dos miembros de la pareja; ambos pueden plantear la percepción de sus problemas y tienen la oportunidad de debatir sobre las áreas conflictuadas de manera distinta de como lo hacen entre sí por estar triangulados por el terapeuta a quien le reconocen competencia.

“En la práctica clínica de las terapias de pareja, la actividad más importante del terapeuta consiste en favorecer la comunicación entre los compañeros. De este modo es como se obtiene los resultados más manifiestos, los más rápidos y a veces los más profundos. El trabajo consiste en clarificar los mensajes y comparar los sentidos diferentes que ellos tienen para uno y otro integrante de la pareja. Sin duda es en este plano donde se realiza lo fundamental del trabajo en la mayoría de las entrevistas conjuntas”. (Lemaire, 1979)

Las ventajas de este modelo de entrevistas conjuntas son básicamente:

2 Don Jackson. Terapia del grupo familiar. Revista de psiquiatría, Vol 24, 1961.

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1. Incrementa la habilidad de comunicación entre la pareja, con la consiguiente posibilidad de esclarecer sus expectativas sobre el vínculo, las demandas individuales sobre el otro, mitiga las hostilidades y desconfianzas, y favorece la planeación conjunta del futuro del vínculo. 2. La presencia de ambos miembros de la pareja les permite compartir la responsabilidad en los problemas vinculares y comprometerse con las decisiones frente a su resolución. La presencia de ambos evita el riesgo de aceptar al ausente como depositario de lo malo del vínculo y al presente como representante de lo bueno y exitoso. (Siquier, María Luisa). 3. Le otorga al terapeuta la posibilidad de observar directamente la interacción de la pareja. 4. Evita los falsos supuestos de alianza con uno de los miembros y el riesgo de que el terapeuta se vuelva portador de secretos imposibles de revelar de una de las partes, lo que impediría el proceso terapéutico. Dificultades del modelo: Uno de los elementos que puede dificultar este trabajo es el problema de la contratransferencia, es decir la repercusión de estos conflictos sobre el terapeuta dado que remueven sin parar su propia problemática matrimonial y familiar. El hecho de observar y tomar conciencia de estos mecanismos contratranferenciales es fundamental en este tipo de tratamientos y por ello es tan necesaria la supervisión. (Pérez Testor,1996) Este modelo obliga al clínico a una constante vigilancia de su neutralidad, por tanto, evitará que sus juicios de valor y sus propios mitos sobre la relación de pareja se interpongan en las decisiones de sus pacientes. No permitirá que su lugar de terapeuta se desdibuje al asumir el papel de juez o de consejero. La principal dificultad de la terapia conjunta de pareja: es cómo interpretar, porque el foco interpretativo es el vínculo. No un miembro u otro, sino los dos, su relación. Con la interpretación de la colusión podemos ayudar a los dos miembros de la pareja a tomar conciencia del funcionamiento inconsciente que les ha llevado a actuar sus conflictos. (Pérez Testor,1996) 2. LA ENTREVISTA INICIAL Ni Los motivos de consulta ni las expectativas sobre el proceso terapéutico son siempre los mismos para cada uno de los miembros de la pareja, por el contrario, aunque el tema sea aparentemente el mismo, el planteamiento del pedido es comúnmente diferente; por ello el terapeuta habrá de cerciorarse de esta disimilitud escuchando a cada uno sobre el referente que tiene del conflicto que los ha llevado a consulta.

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Sería un grave error iniciar el proceso con el supuesto de que lo que uno de los dos verbaliza es el único motivo de consulta, así veamos asentir con la cabeza al otro. Todos los temas deberán ser abordados por ambos, cada uno tiene una representación diferente y estas posiciones, a veces opuestas sobre el problema, son justamente lo que la pareja a solas no escucha. Lo que en esencia ofrece la terapia de pareja es un espacio de comunicación funcional, porque en la mayoría de las veces lo que falla en primer lugar es la comunicación de la pareja; es en este momento cuando necesitan a un tercero que facilite los canales comunicativos. Las parejas crean un refinado sistema comunicativo no verbal y por ello incurren en muchos mensajes ocultos o en falsas interpretaciones. En síntesis el terapeuta promueve la comunicación verbal donde solo ha habido comunicación no verbal. Cualquiera sea el motivo de consulta, el terapeuta estará obligado a investigar el estado de todas las áreas del vínculo, pues, como en la terapia individual, las parejas inician por el tema menos amenazante, aunque este sea el problema actual. El Encuadre: El encuadre es la herramienta que usa el clínico para dosificar la relación con la pareja y establecer los limites que permitirán una adecuada comunicación e interacción de la triada que ahora incluye al terapeuta. El psicólogo introduce unas pautas lógicas, viables y fijas, obligándose mutuamente a cumplirlas y considerando toda trasgresión como resistencia y/o alteración de la transferencia o de la contratransferencia. No tenemos dos pacientes sino un vínculo sobre el que intervenimos. En terapia de pareja la psicopatología individual es un área más que el clínico deberá evaluar con el fin de establecer las influencias de los rasgos caracterológicos en las dificultades de la pareja. Pero el énfasis estará puesto en la dinámica de la relación. La contención está dirigida al vínculo. Por tanto el encuadre buscará afirmar el compromiso mutuo en el proceso terapéutico, para ello se tendrá en cuenta los siguientes aspectos generales: 1. Aclarar las expectativas de cada uno de los miembros de la pareja y clarificar cuáles de ellas son factibles en el proceso y cuales no. En especial cuando esperan que el terapeuta asuma la dirección de la vida relacional o que dé consejos o que participe en las decisiones sobre qué es mejor o no para el vínculo. 2. Explicar las características del proceso terapéutico: La función de las partes, lo que se espera de cada miembro de la pareja y especialmente, explicitar la neutralidad que ofrece el terapeuta. Esto advertirá a la pareja sobre su inevitable creencia, en el transcurso del tratamiento, de que el terapeuta está parcializado

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con uno de ellos; y se les autoriza a hablar de esta percepción, bien sea carente de fundamento o porque en verdad lo contratransferencial se está interponiendo. 3. Si se asumió el modelo de terapia conjunta no se tendrán entrevistas individuales porque puede desvirtuar los objetivos propuestos. Es recomendable iniciar las sesiones solo en el momento en que ambos estén presentes. 4. Los costos de la terapia deberían, en lo posible, ser igualmente compartidos por la pareja, pues esto influirá en el compromiso de cada uno con el otro y con el proceso. En este punto se incluye la responsabilidad del pago, incluso si no usan la hora asignada o no dan aviso al terapeuta de la inasistencia con un tiempo prudencial que él determine. 5. No nos podemos comprometer con un número de sesiones determinadas para alcanzar los objetivos propuestos, por lo que habría que invitar a la pareja a iniciar el proceso y poner el énfasis del éxito en el nivel de compromiso de cada uno, más que en la duración del tratamiento. 3. AREAS DEL VÍNCULO A SER EVALUADAS EN EL PROCESO DIAGNÓSTICO En el aparte siguiente desarrollaré sucintamente algunas áreas, pues a la vez tienen la funcionalidad de servir como focos terapéuticos. Reitero la invitación a ampliar la lectura sobre cada área del vínculo, en este capitulo, por espacio y propósitos del libro no es posible desarrollar la gran complejidad de cada una. El terapeuta no introduce las áreas, no funciona como un test, sólo se abordan en la medida en que los miembros de la pareja las van nombrando. Ya pertenece a la habilidad del clínico la manera cómo aprovecha el momento en que se entrecruzan los temas. Igualmente para la evaluación del vínculo deberá tenerse presente que lo que resulta patológico en lo individual no lo es en la relación de pareja. Por tanto el clínico no puede forzar su saber de la psicopatología individual para acomodarla o hacerla encajar en las relaciones de pareja. Me parece que el autor que más nos acerca al criterio de patología en la pareja es Jean Lemaire cuando nos dice “lo realmente patológico en la pareja es la imposibilidad de resolver la ambivalencia y el vínculo se queda en estados muy arcaicos de su evolución”. Esto es, utilizando defensas muy primitivas como la escisión, la negación y la identificación proyectiva. Las áreas del vinculo a evaluar son: Fases evolutivas de la relación amorosa, relación de poder, calidad de la comunicación, vida sexual, infidelidad, celos, integración de las familias de origen, relación con los hijos, agresión y violencia,

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habilidades de convivencia, dimensión social de la pareja e incidencias de las estructuras individuales en el vínculo. 3.1 CICLO VITAL DE LA RELACION AMOROSA El panorama evolutivo de la pareja está referido a los procesos psíquicos y relacionales comparables a la dinámica de la diada madre-hijo, que a su vez nos sirve de referente para estudiar los patrones de relación que cada miembro de la pareja ha integrado. Entendemos las fases del ciclo vital como aquellas remociones que sufre la organización diádica y que obliga a la pareja a asumir un nuevo funcionamiento de la relación. 3.1.1 ELECCIÓN DE OBJETO3 Las causas que nos llevan al enamoramiento no corresponden a energías misteriosas e incomprensibles de la atracción entre los seres humanos; la relación amorosa está determinada, y por tanto es una manifestación, de las representaciones mentales de los objetos4. Son muchos los mitos que oponen resistencia al estudio científico de la atracción y del amor porque podrían robarle algo de humanidad y valor, pero la verdad es que hay influencias socio-culturales y mecanismos psicológicos que definen la elección de pareja. Nuestro énfasis está puesto en estos últimos. Freud trató esta cuestión en tres trabajos: "Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre" (1910), "Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa" (1912) y "El tabú de la virginidad" (1918), que publicó bajo el nombre de: "Contribuciones a la psicología del amor", en el año 1918. En estos artículos basa

3 como cuando una mujer que en su niñez fue dañada por el alcoholismo de su padre; al casarse, se

encuentra que su esposo resulte ser un alcohólico, se divorcia y después se encuentra en la misma situación una vez más. O, un hombre que en su niñez fue dominado por la depresión de su madre se casa con una mujer depresiva.

4 Este concepto está ligado a la noción de representación mental. El objeto interno y el objeto externo están en

una estrecha interrelación y ello en un plano doble, afectivo y cognitivo, ya que después de una percepción

inicial, a la que el sujeto habrá atribuido una cualidad buena o mala (los términos bueno y malo no son

calificativos intrínsecos del objeto, sino indicadores de satisfacción o frustración) guardará una imagen mental

que podrá evocar a su manera, incluso en ausencia del objeto externo correspondiente, objeto externo que

deberá reencontrar en su medio para garantizar la realidad de esta imagen mental, eventualmente deformada.

Los objetos no corresponden a una relación uno a uno con las “personas reales” del mundo externo. Son una

versión compuesta, amañada de la persona real. Las personas reaccionan e interactúan, no sólo con un otro

real, sino también con un otro interno, una representación psíquica de una persona que en sí misma tiene el

poder de ejercer influencia en los estados afectivos del individuo y en sus reacciones comportamentales

manifiestas. (GREENBERG, Jay y MITCHELL, CHS. Relaciones objetales en la teoría psicoanalítica. p. 9)

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la elección de pareja a su origen edípico. En "Una introducción al narcisismo" habla de dos tipos de elección de objeto amado: El padre como referencia. Basado en el modelo de la persona o personas que primero atienden y protegen. Se ama a la mujer que alimenta o al hombre que protege y a las personas sustitutivas de ellos. Por elección narcisista: se ama a) a lo que uno es (a sí mismo) b)a lo que uno fue c) a lo que uno quisiera ser d) a la persona que fue una parte de uno mismo. Por su parte la teoría de las Relaciones objetales ha ampliado y profundizado los mecanismos psíquicos involucrados en la elección de pareja. La clínica de las terapias de pareja muestra los mecanismos de repetición mediante los cuales el sujeto tiende a reproducir un cierto tipo de relación: una forma de interrelación con su o sus objetos, de la que él conserva en el inconsciente el modelo imborrable; su nostalgia, de alguna manera. El compañero de pareja no se elige únicamente por su parecido u oposición a la figura parental, hay que agregar el elemento de la interrelación de esa figura parental. Importa subrayar que es en torno a la organización de las relaciones parentales donde se construye la referencia que llevará al sujeto a moldear su propia organización diádica. (Lemaire, 1979). La relación amorosa reproduce la de los primeros momentos de la existencia, cuando escinde el objeto y tiende a mantener el carácter totalmente bueno y a negar las partes malas. 3. 1.2. LA ETAPA DEL ENAMORAMIENTO 3.1.2.1 En el flechazo, es el primer impacto amoroso, el deseo se impone y cubre al objeto de amor. Se tiende a suprimir, gracias a la negación y a la idealización primitiva, las partes hostiles o insatisfactorias del objeto. La representación del objeto como totalmente bueno le permite al sujeto adherirse a él y reactualizar la simbiosis en esta nueva relación. 3.1.2.2 el galanteo, Igualmente se disimulan las representaciones negativas del sí-mismo y el sujeto muestra a su pretendiente las partes más organizadas del yo que estimulan a su vez, parafraseando a M. Klein, la “idealización proyectiva” a la manera de la identificación proyectiva5. 3.1.2.3 Enamoramiento o Amor Romántico

5 M. Klein desarrollo el concepto de “Identificación Proyectiva”: Es el proceso intersubjetivo por el cual

alguien contagia y hace sentir al otro ciertos estados emocionales -miedo, envidia, desvalorización, rabia,

abndono-.

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El enamoramiento o el amor romántico son sinónimos de la primera fase del vínculo amoroso; es una tormenta emocional, en este período el “amor es ciego” porque no se ve al otro a causa de la idealización. El amor romántico se basa en la fantasía, en la proyección de los atributos que le gustan en la otra persona. La idealización es la tendencia de un individuo a aumentar, a veces patológicamente, la cualidad de bondad en las personas que le agradan. Crea imágenes completamente buenas y poderosas. La exagerada idealización limita la relación amorosa, la distorsiona, no permite una adecuada comunicación y las expectativas desbordan toda posibilidad de una relación sana. Por efectos de la idealización las personas se enamoran de un irreal, de un fantasma que llevan consigo y lo proyectan en el cuerpo de su pareja, pero no aman a su pareja porque no la ven, aman el ser idealizado. Por ello las grandes decepciones en los periodos de real conocimiento y de ajuste del vínculo. “Ud. no era así...” escuchamos decir con frecuencia a las personas al referirse a su pareja. Pero en verdad si era así, lo que sucede es que la idealización no los dejaba ver cómo realmente era el otro. Des-ilusionarse es des-idealizar al otro. Pero esto es positivo si se logra integrar la representación buena y mala del objeto de amor, esto es que lo malo no le quita lo bueno. Al reconocer al otro como humano, no como un ser perfecto, se le puede amar con más realismo y por tanto se crean bases firmes para el amor maduro. El estado de completud del enamoramiento explica las promesas de amor eterno y el desmoronamiento de los límites entre los dos miembros de la pareja. Es una experiencia de fusión del uno con el otro que procura una sensación fundamental de realización, de unicidad. No hay reconocimiento de las diferencias. Esta simbiosis es a la vez el motivo de un gran dolor ante la posibilidad de la pérdida o la separación. Nuestra cultura ha fomentado esta primera fase como “el verdadero amor”. A través de las canciones, dramas telenovelescos, mensajes en los medios masivos de comunicación ofrecen las pautas de como se ama, y promueven el amor-pasión como la manera real del amor. Incluso muchas parejas que han logrado el acoplamiento y el tiempo compartido las ha madurado, dudan de su amor, lo confunden con la rutina, creen que porque ya no sienten “las mariposas estomacales” han dejado de amar a al otro. El promedio de las personas ni siquiera se han detenido a cuestionar la enorme influencia cultural en sus relaciones de pareja. Ante la amenaza de la pérdida del paraíso, muchas parejas se comprometen en matrimonio durante el periodo del amor romántico, dejando para los primeros años de unión conyugal la declinación inexorable de las fantasías que inicialmente los unió. Esto hace más profundas las crisis del vínculo y en ocasiones su temprana ruptura.

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Los sujetos capaces de integrar las representaciones del objeto bueno y del objeto malo podrán ajustarse a una relación duradera y más funcional. Para ello es necesaria la des-idealización del objeto y por tanto reconocer su imperfección; esto permite aceptar los sentimientos ambivalentes de amor y odio por el objeto. En adelante podrán tomar la distancia óptima el uno y el otro. Las individualidades enriquecen la relación, la absorción y la asfixia los llevan al empobrecimiento mutuo y a la muerte del vínculo. De cualquier forma los vínculos más estables enfrentan el desafío de cómo permanecer en contacto con el lado más satisfactorio de su relación, vigilantes de que los eventos que promueven la separación-individuación no destruyan la diada. Algunas parejas enfrentan el mayor desafío en el mismo momento del matrimonio, otras con el nacimiento del primer hijo o cuando el hijo entra en una etapa particular de su desarrollo como el campo edípico o la adolescencia, para otras parejas no se da hasta el tiempo en que los hijos abandonan la casa, el nido vacío. El psicoterapeuta habrá de investigar posibles conflictos engendrados en esta fase, y formas de organización patológicas, por qué los miembros de la pareja no pueden relacionarse de otra manera y no permiten la evolución del vínculo a fases de mayor funcionalidad algunos de ellos son: 1. Las parejas se resisten a abandonar el estado de completud que les ofrece el amor simbiótico. Es una tentativa de mantener la relación diadica, suprimiendo los límites y desconociendo la autonomía del compañero, fortaleciendo mecanismos de control de objeto. 2. La escisión no cede hacia la integración de lo bueno y lo malo del objeto, entonces uno de los amantes, o ambos, atribuye lo malo a terceros que “lo influencian”, salvaguardando la imagen idealizada del otro. Pero como la realidad se impone, es posible que los errores del compañero se vivan como una franca deslealtad a las promesas del vínculo. La fijación de la imagen idealizada hace ver como traidor al compañero real. 3. La creciente dependencia entre los enamorados no sólo les propicia una experiencia de fusión sino que cercan sus espacios, se controlan sus movimientos, se alejan de amigos y parientes en una ilusión de autosuficiencia diadica. La renuncia a las aspiraciones personales, a las diferencias conlleva a la asfixia. Estas parejas inseparables sufren de celos patológicos, se tornan agresivas por el temor a la separación, a la soledad, a la muerte. 4. Fuertes sentimientos de exclusión ante la autonomía del compañero. La relación simbiótica debe alcanzar la diferenciación, pero el establecimiento de límites trae la sensación de pérdida y se le acusa al compañero de desamor. No es extraño que la agresión verbal o física aparezca como defensa ante la angustia de pérdida del objeto.

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5. Angustia de uno de los enamorados por sentirse amenazado a causa de la absorción del otro, temor a ser devorados. Entonces aparece la separación defensiva, pero sin romper el vinculo a través de relaciones infieles, distanciamientos físicos y comunicativos de la pareja que a la vez ama y teme sentirse apropiada por ella. 3.1.3 El ajuste del vínculo

“Un día de invierno helado, los puercoespines de una manada se apretaron los unos contra los otros con el fin de protegerse del frío, dándose calor los unos a los otros. Pero como se pinchaban no demoraron en separarse de nuevo. Hasta que el frío los obligó de nuevo a aproximarse para sentir de nuevo que se pinchaban. Estas alternativas de acercamiento y alejamiento duraron hasta que encontraron la distancia justa en la que se daban calor sin herirse.”

Schopehnauer.

En esta fase ocurre la necesaria desidealización de la pareja, la negación cede y se percibe el otro con mayor integración de lo bueno y lo malo. Aunque en realidad la pareja no ha cambiado esencialmente es el proceso de integración de la imagen del compañero lo que facilitará la maduración de la relación. Los nuevos cuestionamientos sobre la pareja, la decepción ante las expectativas iniciales y el reconocimiento de las fallas en el otro despierta la agresividad sofocada por la pasión del enamoramiento precedente. Este monto de agresividad también es necesario para el establecimiento de los límites internos de la pareja que finalmente permitirán reconocer al otro como una persona autónoma, con intereses personales y a quien a la vez se le ama. Esta dinámica ambivalente se resuelve cuando el sentimiento amoroso se impone sobre el odio hacia el mismo objeto de amor. En la misma medida en que se desvaloriza gradualmente la imagen del compañero, surge una angustia tolerable por la pérdida de las ganancias narcisistas iniciales. Con esta disminución de la reafirmación narcisista hay un reconocimiento de las necesidades del objeto y de la posibilidad de pérdida, lo que moverá al sujeto hacia su objeto de amor en un movimiento ambitendente hasta el logro de la distancia óptima. Esto es, tal como el movimiento de los puercoespines en la fábula de Schopehnauer, ni tan cerca y fusionados que se asfixien, ni tan lejos que sientan el frío de la soledad. En el marco de estos movimientos afectivos de acusaciones, culpa y reparación se establece un nuevo equilibrio de aceptación, diferenciación e integración de los

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aspectos buenos y malos de la pareja, pero en los que las ganancias narcisistas y la estabilidad emocional son más satisfactorias y madurativas. Como he mencionado, cada fase trae consigo una crisis, es decir, una reacomodación, pero en algunas parejas estos movimientos dejan heridas no sanadas, el germen de un agudo conflicto o las causas de la patología del vínculo. En el análisis de esta fase el clínico deberá poner especial atención en las siguientes alteraciones del desarrollo del ajuste del vínculo: 1. El sujeto en quien está sucediendo la desidealización se defiende de la angustia manteniendo la escisión del objeto y desplazando lo malo de su pareja a un tercero, esto está reflejado en las frases: “ El es perfecto, sino fuera por sus amigotes” “Ella es maravillosa, pero su madre es entrometida..” el problema se acentúa cuando el compañero trata de retirar a todos los terceros de su pareja para evitar el contagio, para que no la dañen. Lo que lleva a una relación cerrada, hermética, sin dimensión social. 2. La negación a aceptar las fallas del compañero puede despertar la agresividad, sofocada en la fase anterior, con el provisto de “corregir los defectos” del compañero. 3. La imposibilidad de integrar la imagen del otro puede reducir la comunicación, extinguir los intercambios afectivos y aislarse defensivamente. 3.1.4 El amor de compañía o Amor maduro Esta es la fase donde el vínculo se establece completamente, la pareja hace planes en común, ambos están incluidos en las aspiraciones individuales y la pareja misma tiene proyectos a largo plazo. Es la compañía y el apoyo que se ofrecen mutuamente. No se trata de la rutina, se trata de alcanzar metas entre ambos. Esto implica también superar varias crisis que conlleva el diario vivir, las obligaciones, la forma de recrearse, los hijos y en general el desarrollo de habilidades de convivencia. Aunque esta fase se caracteriza por la capacidad de adaptación entre los compañeros no está exenta de los conflictos, es precisamente en este largo periodo de convivencia cuando la pareja tiene que sortear cambios, ruptura de alianzas, dificultades con los hijos, posibles nuevas intrusiones, crisis por eventos externos. La mayoría de los consultantes están en este periodo vital del vínculo, que aunque fuerte debe reorganizarse frecuentemente. El llamado amor maduro se caracteriza por el equilibrio alcanzado después de la desidealización, las expectativas de la pareja son más reales y la disminución de las ganancias narcisistas es aceptada. El compañero se vive como un ser autónomo que no está obligado a satisfacer todas las necesidades.

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El amor maduro establece la distancia óptima entre los dos miembros de la pareja de tal manera que alcanza un equilibrio entre la autonomía y la fusión, entre la libertad y el camino que van a recorrer uno al lado del otro. Una pareja funcional es la que se adapta en forma constante y gradual a los cambios de dos personas que evolucionan, es la que sabe sortear las crisis inevitables. En la pareja siempre hay pérdidas y renovaciones. Saber resolver las dificultades y lograr acuerdos satisfactorios es lo que hace crecer el vínculo. 3.1. 5 El desamor No significa ni implica la ruptura del vínculo, que puede presentarse en cualquier fase. El desamor es el fin del amor. No hay vibración ni comunicación sexo afectiva. Pero como lo mencionamos en la introducción, existen muchos motivos para vivir en pareja más fuertes que el amor: la admiración, la necesidad de compañía, el temor a la soledad, necesidades económicas, desviación de la idealización a la unión de pareja; la certeza de que el matrimonio es para toda la vida, etc. La experiencia clínica nos muestra una enorme disminución de consultantes en este periodo de la pareja que se presenta a los muchos años de unión. 3.2 INTEGRACIÓN DE LAS FAMILIAS DE ORIGEN El principio de deslinde es un concepto valioso para entender los conflictos que se pueden presentar en esta área. “Se trata de la problemática de delimitación de la pareja respecto al interior y al exterior… Los límites intra y extradiádicos deben ser visibles para los cónyuges y también para los demás, pero no deben ser rígidos ni impenetrables” ((Willi, J.1993). El matrimonio implica una pérdida del hijo(a) que se casa. Pese a la aceptación del matrimonio debe tramitarse la nostalgia y en casos más severos el duelo por la “perdida”, pero estos sentimientos son bilaterales; algunos no establecen los limites entre ellos como pareja y las respectivas familias de origen permitiendo o promoviendo que sus padres o hermanos interfieran en los asuntos conyugales. La culpa de un miembro de la pareja o de ambos por sentir que han abandonado a los padres, igualmente desdibuja los límites necesarios para la vida intima de la pareja. Las rivalidades entre nueras y suegras que crean una verdadera lucha de poderes por la posesión del esposo dificultan el establecimiento de la identidad. Los

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sentimientos de exclusión provocan una poderosa angustia y ante ella aparece la agresión y la manipulación afectiva. Obviamente estos conflictos se agudizan cuando la pareja tiene que acoger a un tercero entre ellos por largo tiempo, o se ven obligados a convivir en la casa de los suegros o con la propia familia. 3.3 DINAMICA DE LAS RELACIONES DE PODER El clínico está obligado a identificar los juegos de poder en la pareja, ya que sus efectos pueden incidir significativamente, cuando no la causa, de los conflictos. En esta área podremos observar claras colusiones de dominante- dominado, en especial si tenemos en cuenta que en las relaciones de pareja el miembro dominante mantiene un poder oculto o negado, excepto en las parejas sadomasoquistas. Esto se presenta en todas las relaciones de pareja, pero lo problemático surge con el intercambio de órdenes enmascaradas por el poder del miembro dominante. De tal manera que en nombre del amor, de la responsabilidad y del compromiso se encubren los deseos del poderoso y la obligatoriedad del dominado. La ostentación del poder por parte de uno de los miembros de la pareja puede deberse a distintos factores que el psicoterapeuta habrá de analizar con el fin de identificar los eventos descompensadores del vínculo:

La dependencia afectiva de un miembro sobre el otro dominante

Parejas heterógamas por su origen social, nivel cultural o profesional, situación económica, edad, etc.

El valor social del compañero refuerza su poder en el vínculo

La pérdida de autoridad moral en alguno de los compañeros fortalece el poder del otro

El qué aporta el dinero dispone de un poder significativo 3.4 RELACIÓN CON LOS HIJOS Con los hijos se produce un enorme cambio en la pareja. En una pareja sana, la madre incluye al padre en la representación del hijo a través de los múltiples quehaceres, otras sin embargo, sienten que el hijo es sólo de ella y excluyen al padre, debilitando la relación de pareja. Por su parte el padre ofrece la contención a la diada madre-hijo. Pero si el nuevo lugar paterno reactiva conflictos personales se tornará abandónico, celoso o persecutor. Con la llegada del hijo hay una disminución de la intimidad y la vida sexual podría verse afectada seriamente si las relaciones sexuales no eran satisfactorias antes. El bebe ocuparía todo el tiempo y el deseo de los padres.

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Otro conflicto a identificar, es cuando los hijos “sostienen” el vinculo de los padres. Son rehenes de los deseos maternos o paternos. Los hijos, a costa de su sano desarrollo actúan para le deseo de sus padres, o están siempre involucrados en la intimidad de la pareja. Otra crisis de reacomodación de la pareja está dada por la adolescencia de los hijos. El hijo adolescente tiene una nueva separación-individuación con respecto al núcleo familiar, los grupos de amigos, los nuevos intereses también obligan a los padres a resignificar la manera de relacionarse entre sí y a cambios de relación con sus propios hijos. Pérdida de intimidad, disminución de las relaciones sexuales, reactivación de conflictos individuales por la nueva paternidad, sentimientos de exclusión, merma en el reconocimiento que la pareja ha brindado hasta el momento, celos con un hijo rival, son algunos de los factores comprometidos en los problemas de las parejas que acuden a consulta. 3.5 COMUNICACIÓN

Todo acto de palabra y más aún toda interlocución, pone explícita o implícitamente algo en juego: Es decir que comporta inevitablemente un riesgo. Nunca se sale indemne de un acto de palabra: una palabra puede según las circunstancias, prestar servicio agradar o hacer pasar el tiempo; puede articular una demanda o un deseo; aconsejar u ordenar. Pero puede también herir, someter, desenmascarar, ridiculizar, incluso volver loco. Luego, puede uno sentirse afirmado, comprendido o incomprendido, reconocido o desconocido autentificado o descalificado, dueño de una significación nueva o amputado de una parte de sí mismo, cuando no literalmente vaciado o aniquilado. (Silla Consoli)6

El lenguaje de la vida afectiva es por si mismo muy complejo y cuando una pareja está en conflicto la comunicación, al igual que la vida sexual, se ven rápidamente alteradas. Las perturbaciones de la comunicación de la pareja generalmente se presentan por la multiplicidad de sentidos que tiene la comunicación no verbal (comunicación analógica) ya que es la más desarrollada por el lenguaje afectivo. El lenguaje no verbal debe ser interpretado constantemente por el lenguaje verbal. De lo contrario se crean confusiones, mensajes ocultos y contradicciones de la comunicación paradójica.

6 Kristeva, Julia, y otros (1985) Loca Verdad. Madrid. Editorial Fundamentos, p 51

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En la psicoterapia de pareja una de las estrategias más importantes del terapeuta es promover la comunicación funcional. El clínico habrá de identificar la dinámica de la comunicación a través de las fases evolutivas de la pareja, con el fin de identificar los periodos y las causas de la insuficiencia comunicativa. En efecto, para el establecimiento de la pareja es necesaria una comunicación amplia que satisfaga a los nuevos amantes, de lo contrario no habría posibilidad de vínculo. Entonces a partir de allí, el psicoterapeuta deberá investigar las causas de la disminución de la comunicación o de las alteraciones para hacerla funcional. No es posible no comunicarse. Con este axioma de Watzlawick, entendemos que las palabras y los silencios provocan respuestas en la interacción de la pareja; en este sentido la comunicación sería más funcional si constantemente se intercambiaran los múltiples canales a través de la interpretación. Esta es la característica principal de la entrevista conjunta, en que cada miembro de la pareja expone las interpretaciones que hace sobre lo que su pareja acaba de exponer. Incluso, muchas veces el terapeuta se ve precisado a explicar la necesidad de esta dinámica, adelantándose a debates inecesarios entre la pareja que pueden ser descalificadores o tratando el uno y el otro de obtener el control a través de una tejido de racionalizaciones. El terapeuta invita a exponer lo que cada quien entiende desde sus referentes, con el fin de entender el problema, no de debatir o de impresionar. El objetivo es resolver los conflictos de la manera más satisfactoria para cada miembro de la pareja y este propósito esta reflejado en la intención de clarificar los mensajes. Incluso llegar al acuerdo de que están en franco desacuerdo sobre un aspecto que desequilibra el vinculo. Otro aspecto de la comunicación que debe controlar el terapeuta es sobre la insistencia a la referencia sobre sí mismo, más que dar lugar a largas acusaciones. De hecho es una obligación del terapeuta tanto interrogar el deseo de los pacientes, como su responsabilidad en los conflictos. La estrategia comunicativa del ambiente terapéutico es asimilada por la pareja, sin tener que dar largas explicaciones pedagógicas sobre la comunicación asertiva. El espacio terapéutico ofrece a la pareja una posibilidad de comunicación adecuada, y al insistir sobre la expresión de las percepciones personales permitimos la revelación del self y por tanto, la confirmación, rechazo o desconfirmación que el compañero hace de la pareja. Esto es esencial en el proceso, pues las demandas en su mayoría tienen una herida narcisista, es una falta de reconfirmación del self. En las acusaciones de incomprensión, intolerancia, egoísmo subyace una demanda de reconocimiento. La integración del self estará determinada por el aprecio y la valoración del compañero. Interrumpir, juzgar, burlarse, criticar, cambiar de tema, intentar dominar, utilizar el engaño, negarse a la propia responsabilidad acompañada de acusaciones

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permanentes son inhibidores de la comunicación que el terapeuta habrá de señalar en el momento en que se presenten. 3.6 VIDA SEXUAL Vasto tema con innumerables estudios. Haré algunas referencias de lo que considero es útil tener en cuenta para la psicoterapia de pareja. En general las alteraciones de la vida sexual de la pareja son sintomáticas de conflictos en otras áreas del vínculo. En este sentido entiendo que la sexualidad es la piel del vínculo, en esta área aparece “la fiebre”, el síntoma, pero la infección habrá que investigarla en la organización dinámica de la relación. La satisfacción sexual es relativa a cada individuo y es construida por cada pareja. Así se establecen los ritmos, las frecuencias y la intensidad sexual en cada relación, sin que la diferencia indique por si sola una patología. Así la frecuencia de las relaciones sexuales puede resultarle a una pareja tan adecuada como a otra serle un motivo de perturbación. Por tanto el terapeuta de parejas deberá investigar primero que es lo satisfactorio y lo displacentero para cada consultante. Obviamente, el terapeuta debería tener claros sus mitos y valores sobre este y sobre todos los temas de la relación de pareja, con el fin de no interponer sus propias creencias en la elaboración que hacen sus consultantes. No sobra señalar que el psicoterapeuta debe cerciorarse de que el conflicto sexual de la pareja tiene un origen psicológico y no médico. De tal manera que no inicie un trabajo sobre lo afectivo cuando es el médico quien tiene que intervenir. O si lo considera necesario una interconsulta. Pero asumiendo que el terapeuta ha excluido las causas físicas, es útil seguir los siguientes autores sobre la terapia sexual: Martin (1994) señala que en todos los esquemas matrimoniales existen perturbaciones en la vida sexual, para establecer la armonía o la insatisfacción sexual deberá establecerse como se combinan los siguientes indicadores: el apetito carnal (acto sexual en sí), intimidad física (sensualidad, como caricias), y la intimidad emocional (el llamado amor que entraña calidez, añoranza por el otro, etc). El concepto de amor sexual maduro que propone Kernberg (1995) se organiza a partir de la integración de los siguientes elementos: 1) La excitación sexual transformada en deseo erótico por otra persona. 2) La Ternura que deriva de la integración de las representaciones del objeto y del self cargadas libidinal y agresivamente, con predominio del amor sobre la agresión y la tolerancia a la ambivalencia normal que caracteriza a todas las relaciones humanas. 3) Una identificación con el otro que incluye la identificación genital reciproca y una profunda empatía con la identidad genérica del otro

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4) Una forma madura de idealización, junto con un profundo compromiso con el otro y con la relación. 5) El carácter apasionado de la relación amorosa en los tres aspectos: la relación sexual, la relación objetal y la investidura del superyo de la pareja. 3.7 INFIDELIDAD En nuestra cultura y con más fuerza en las ciudades del interior hay una fuerte exigencia de exclusividad en las relaciones de pareja, especialmente en el terreno sexual. Cualquier pérdida de esa exclusividad es considerada como una terrible deslealtad e infidelidad. Entendemos que la infidelidad es una manera de triangularse. El infiel es el vínculo, no uno de los dos. Anteriormente quien más lo actuaba era el hombre, porque la vida laboral le posibilitaba una dimensión social más amplia. La mujer no era infiel por las limitaciones de sus roles de ama de casa, pero esto ha cambiado ostensiblemente. Todo vinculo de pareja se tensiona con los desacuerdos, las crisis, los sentimientos de invasión, etc. Pero se distiende gracias a la comunicación funcional de la pareja y con los encuentros sexuales satisfactorios. Cuando fallan, el circuito se tensiona cada vez más y uno de los dos triangula la diada. Por ello, el interrogante terapéutico no es por el amante, ni por el infiel sino por las motivaciones para la triangulación que se hallan en el intercambio histórico de la pareja; por los conflictos no resueltos del vínculo que le dieron origen o espacio al tercero. El dolor del engañado sumado a las influencias culturales hace ver al infiel como el condenado llevado ante el terapeuta Cuando este es el motivo de consulta, el engañado está tremendamente herido en su narcisismo porque fue sustituido, excluido, y el infiel es un condenado, siempre con la idea de que el terapeuta ocupe un lugar de juez. El clínico habrá de interrogar el compromiso que tienen ambos en la infidelidad, porque si el engañado no asume ninguna responsabilidad entonces la terapia puede desvirtuarse, el vínculo no se va a recuperar de la herida infringida ni se va a resignificar desde ese lugar pasivo o victima del engañado; voy a ser enfático en esto, responsabilidad no es culpa. La relación de pareja está sostenida por dos; por lo tanto ambos tienen responsabilidades en la dinámica relacional. Igualmente, el terapeuta tendrá que aclarar sus valores personales sobre la infidelidad porque de lo contrario termina ocupando un lugar de juez o de consejero. Estos valores o mitos personales del terapeuta no elaborados impiden su neutralidad y las intervenciones lo delatan, crea alianzas y por tanto no le será útil a las parejas que lo consultan. A menudo la infidelidad es causa de ruptura matrimonial, pero no tanto como se supone, ya que muchas parejas hacen una revisión de los conflictos del vínculo que pudieron llevar a la triangulación y pueden fortalecer más el vínculo por la

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resignificación de su dinámica relacional. Es tan difícil hacer pareja como romperla.

La Infidelidad Como Negación De La Desidealización Del Objeto De Amor.

La conservación de la individualidad, la lucha por lograr la distancia óptima es vivida como desengaño, como pérdida. El infiel se defiende con su infidelidad de la angustia que le produce verse obligado a renunciar al objeto totalmente satisfactorio del enamoramiento.

Triangulación De La Diada

La demarcación de los límites que dan identidad a la pareja en interacción con lo social no es siempre fácil. Por un lado, las transferencias y las identificaciones proyectivas que tienen mutuamente, tienden a convertir la relación en un sistema fuertemente cerrado. El primer hijo es el origen de la familia e implica otra reacomodación del vínculo. En muchas ocasiones la modificación de la imagen corporal de la mujer, la abnegación de la madre por su bebe y/o la invasión de la intimidad de la pareja hace que el hombre se aleje de su nueva familia y se procure relaciones extraconyugales por los sentimientos de exclusión infantilmente manejados. Por otro lado la paternidad genera en muchos hombres una elevada ansiedad por las representaciones de su propia paternidad no integradas o por los niveles de compromiso que exige este nuevo rol; se refugian en relaciones infieles como defensa de este evento estresante para ellos.

ser admirado y reconfirmado La admiración de la pareja, entendida como el reconocimiento que el uno hace del otro es una habilidad de convivencia que fortalece el vínculo en el diario vivir. Pero las parejas muchas veces asumen que lo que su compañero hace es simplemente su obligación, abren espacios para las relaciones infieles, pues, el infiel se deja seducir por el reconocimiento, los halagos y la admiración de otra persona que lo hace sentir atractivo y valioso. Muchas personas afirman que las relaciones extramatrimoniales les dan vida y despiertan posibilidades dormidas. Esta necesidad de reconfirmación se presenta frecuentemente “cuando la pareja inicia la segunda mitad de sus vidas, en donde se vuelve a evaluar, lo hecho hasta el momento, el matrimonio y se incrementan los deseos de libertad, de emprender algo por sí y para sí mismos. Momento ideal para que uno o ambos se disparen a una relación extramarital buscando la reconfirmación de las áreas carentes de atención dentro de la relación de pareja, sintiéndose jóvenes

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nuevamente durante un tiempo, con la fantasía de recobrar toda la ilusión de ser amados y confortados como lo eran al inicio de la relación, durante el noviazgo o los primeros años del matrimonio”. Incluyo en este aparte la infidelidad en la fase del nido vacío y que Glantz Eisenberg lo expresa así: “la pareja no logró integrarse y formar una unidad, de tal manera que lo único que los unió en el transcurso de sus vidas, fueron los hijos, es muy probable que en esta etapa al encontrarse solos y viéndose cara a cara ya no tengan nada en común y decidan separarse, y probablemente quien proponga la separación, sea aquel cónyuge que este involucrado en una relación fuera del matrimonio, habitualmente con una persona más joven, desde años atrás y que no lo reveló antes por no dañar a los hijos”.

Estructuras Narcisistas El narcisista basa todas las relaciones en el interés propio, tiene una imagen grandiosa de sí mismo aunque en el fondo hay una gran inseguridad y vacío interior, tiene una necesidad desmedida de que lo admiren, por lo que siempre anda en busca de parejas para lograr gratificación. Kernberg dice que los fundamentos de esta personalidad son: autorreferencia excesiva, grandiosidad, tendencia a superioridad exhibicionista, dependencia excesiva de admiración por parte de otros, superficialidad emocional, crisis de inseguridad que alternan con la grandiosidad usual. No establecen vínculos duraderos. Son de una notable incapacidad para la empatía y el compromiso con los otros. Estos pacientes han mantenido vínculos (predominantemente narcisistas) basados en representaciones del si-mismo-objeto no diferenciados. Sus relaciones son de tipo parasitarias. Total incapacidad de una relación afectuosa con otros. Estos pacientes son incapaces de enamorarse o de mantener una relación de amor como parte de sus relaciones sexuales. Las relaciones sexuales están desprovistas de todo tipo de ternura. La gratificación para la personalidad narcisista significa tener un objeto con la capacidad de saber:

lo que es deseado, de tal manera que no haya que pedirlo

gratificarlo sin demora de tiempo y

No hacer un pedido a su vez, no hacer una contrademanda Donjuanismo “Los donjuanes cotidianos se asemejan mucho al de la ficción; son individuos que necesitan seducir todo el tiempo, que aparentemente se enamoran del sujeto amado, pero una vez que lo han conseguido lo abandonan.

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Sólo les interesa el instante de placer, y el triunfo permanente sobre la mujer que someten y el marido o novio que logran burlar. El escritor mexicano Carlos Fuentes, en su libro Terra Nostra, pone en boca de Don Juan esta frase: "Porque ninguna mujer me interesa si no tiene un amante, marido, confesor o Dios al cual pertenezca y si al amarla no mancillo el honor de otro hombre". Una teoría interesante se refiere a los sentimientos homosexuales latentes del Don Juan(2) quien, al llevarse a la cama a la mujer de otro, también estaría acostándose con el esposo o novio ultrajado. Otra hipótesis más conocida atribuye al seductor crónico la búsqueda desesperada del personaje materno y el intento de recuperar a la madre en cada mujer. Pero, si esto se concretara en sus fantasías edípicas, inmediatamente tendrían que abandonarla porque de lo contrario significaría mantener relaciones con la mujer que los ha traído al mundo”7.

Las Relaciones Sexuales Deficientes O Ausentes

Este es otro motivo de consulta frecuente, pero al igual que la deficiente comunicación es un síntoma de otras áreas en conflicto. Nada más sensible que la vida sexual de la pareja donde se expresan los estados de satisfacción o insatisfacción del vínculo. Las angustias relacionadas con los conflictos, la hostilidad, el miedo y la depresión afectan rápidamente el deseo sexual por la pareja o dan lugar a disfunciones sexuales. Por todo ello, es fácil que uno de los miembros busque en una tercera persona encuentros sexuales llenos de novedad y pasión.

Relación Infiel Circunstancial Se refiere a encuentros ocasionales o a una oportunidad inesperada a la que se accede sin oponer resistencia, la relación infiel no es buscada, pero tampoco hay resistencia al juego seductor. Son las famosas “canas al aire”, donde el infiel no desea romper el vínculo con su pareja y manifiesta no tener ningún tipo de conflicto con ella. Las fantasías sexuales estimuladas por el deseo de experimentar la gratificación sexual con otras personas diferentes a su pareja, predisponen a encuentros esporádicos por fuera de la diada.

Revancha O Venganza

7 Adrián Sapetti. Ensayo sobre el Don Juan Psiquiatría Forense - Sexología - Praxis 6

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Cuando uno de los cónyuges rompe el “contrato” de mantener la monogamia, el otro se desquita accediendo a una relación extra.

El aumento de la infidelidad en la mujer tiene sus razones, la más generalizada es la desvalorización de la que ha sido objeto. Si los hombres lo hacen las mujeres por qué no.

Toman una actitud de revanchismo que se permiten practicar por las actitudes sexuales liberales que hoy se viven.

La triangulación también se presenta por venganza ante la agresión física, la intimidación y las amenazas, así como las humillaciones constantes destruyen en el vínculo el afecto y la ternura lo que predispone e impulsa a las relaciones extramatrimoniales.

3.8 LOS CELOS

Por ser la diada “Infidelidad/celos una característica frecuente en muchos vínculos, incluyo este tema porque la amenaza ante la aparición del rival temido como tercero da origen a la inseguridad emocional y a los celos como señal de alarma que protege la integridad de la relación. Lo que mucha gente valora en las relaciones emocionales es la exclusividad y cualquier intrusión basta para dañar la relación. El sentimiento de haber quedado afuera, excluido y aislado provoca resentimiento y odio. En términos psicológicos no siempre es fácil distinguir entre celos y envidia. La envidia es diádica, es un sentimiento de odio a otra persona que posee una cualidad deseada; los celos son una expresión triangular: se desea poseer a la persona amada y eliminar al rival. Los celos no son una medida del amor como nos los ha querido mostrar la cultura. Si así fuera, el celoso paranoico fuese el que más capacidad para amar tuviera. Justificamos nuestros propios celos afirmando que son normales, pero los de la pareja se sienten como anormales. Es una posición acomodada y facilista. Si los celos implican cólera y daño, alienación y pérdida, indignación y ofensa; no podemos seguir creyendo que estas manifestaciones “son normales” en una relación sana y enriquecedora. Los celos no son una reacción fija social o biológicamente programada dentro de un individuo, sino que siguen una lógica personal y situacional. Lo que mucha gente valora en las relaciones emocionales es la exclusividad y cualquier intrusión basta para dañar la relación. El sentimiento de haber quedado afuera, excluido y aislado provoca resentimiento y odio.

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El celoso ejerce mecanismos de control sobre su pareja usando maniobras sociales y personales para aislar a su cónyuge de las oportunidades de un posible engaño. Son prácticas que limitan la libertad de la pareja y sirven para limitar los posibles accesos sexuales de ella. Por otra parte, el rival es percibido por el celoso de manera pasiva o activa. El intruso pasivo es una persona elegida por el miembro infiel de la pareja. El intruso activo es una persona que usa ciertos recursos para conquistar la pareja El rival muchas veces es hipotético, y es generalmente descrito por el celoso como alguien que quiere impresionar, hace teatro, es artificial, artístico, voluble, putesca, hace ostentación, centrado en sí, superficial, comehombres. La descripción sugiere un éxito ilícito. Si los intrusos fueran elegantes, ricos, sexys no serían vistos como intrusos activos. La siguiente es la clasificación de los celos que nos presenta Peter Van Sommers en su libro “Los Celos”: 3.8.1 formas de los celos: Celos Rencorosos: Los celos rencorosos se presentan cuando la persona celosa no tiene ningún interés en lo que su pareja pueda ofrecer, y sin embargo no tolera las intrusiones. Esto es frecuente en relaciones de larga duración en las que han desaparecido los deseos sexuales y el afecto. Celos Retrospectivos: Cuando el celoso pretende detalles de la historia anterior. Irracionalmente, quiere reescribir la historia convirtiéndose a sí mismo en el único objeto de verdadera pasión de todos los tiempos. El celoso desea conocer la vida pasada de su pareja para establecer las conductas turbias y amenazadoras del presente. Le atormenta, además, haber sido excluido de acontecimientos significativos de la vida anterior de su pareja. Celos Proyectivos O Paranoicos: Gente que espía, vigila, fisgonea, hace escena, escribe cartas malignas, tira piedras, trata de extraer confesiones, niega a su cónyuge el derecho a moverse libremente, niega la paternidad de sus hijos y, en último caso, apuñala y estrangula. Es un infierno mental. A veces alternan estados de celos agudos e incontrolados con períodos de lucidez.

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Celosos delirantes llegan a creer que la relación adúltera se consuma al lado de ellos mientras duermen. Un hombre creía que el cuerpo de su esposa estaba caliente porque el amante la excitaba desde abajo de la cama. Inspeccionan los genitales de su pareja en busca de una humedad sospechosa. “Puede ver rubor en la cara de su esposa, puede verla turbada o sentada oblicuamente en una silla, o con un vestido nuevo, puede ver un cigarrillo apagado, ve un pañuelo en el suelo, ropa húmeda en el baño, diarios en la basura, el hombre celoso a todo le atribuye el mismo significado” (Mowat) Sin embargo, un delirante puede ser intelectualmente competente en todas las áreas de su vida ajenas al delirio, hasta el punto de que nadie sospecha que lo que dice de su cónyuge es falso. El delirio tiene la calidad de una convicción, así que cuando la persona espía, indaga e interroga no lo hace con la intención de saber si se ha equivocado, sino para obtener pruebas de lo que ya da por sabido. Algunos celosos patológicos tienen idea clara acerca de los supuestos: lugar, tiempo, rival y acto, otros ninguna. A veces el rival es un candidato verosímil: un comerciante, un huésped, un vecino, la secretaria, un colega. En otros casos la argumentación es excéntrica, involucra relaciones improbables o amantes múltiples. A veces los miembros de la familia se integran al delirio, niños que conspiran llevando mensajes, etc. El celosos proyectivo reconoce la infidelidad de su pareja en lugar de la suya, ampliando gigantescamente en su conciencia la infidelidad de su pareja, consigue mantener inconsciente la suya. Las dudas envuelven todo en una monstruosa trama, forma fantasmas que como sombras anónimas se mueven silenciosamente alrededor de la pareja. Igualmente proyecta las cualidades más preciadas al rival. De modo que una persona que valora la sofisticación teme a otra más sofisticada, una persona preocupada por su falta de atractivo sexual tiene miedo de un rival erótico. 3.8.2 Reacciones Ante El Ataque De Celos: El temperamento personal y la historia, la sociedad, la situación, el público real o imaginario, puede llevar a una serie peculiar de reacciones. Además cada individuo puede experimentar diferentes constelaciones de sentimientos en diferentes situaciones o en contextos diferentes.

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Hay sentimientos de celos que tienen un carácter primario e inmediato, otros parecen más interpretativos, y otros parecen implicar una lucha con los problemas creados por la intrusión y los celos. La sensación de traición, el dolor por sentirse excluido despiertan en el celoso la cólera, el despecho, la depresión. El orgullo herido torna el amor en odio. La pareja es vista como contradictoria, mentirosa e infiel. La ira tiene que ser descargada en quien la produjo. Aparecen los interminables interrogatorios: ¿dónde? ¿Cuándo? ¿quiénes? ¿con quién?, buscan llevar al otro a la contradicción, someterlo a la evidencia imaginada, humillarlo y degradarlo. Cuando la palabra insultante no basta, se pasa al acto. Muchos celosos agreden físicamente para vengar su honor y otros llegan al extremo de matar a su pareja para salvar al mundo de “una ramera más” . 3.8.3 Rito del Arrepentimiento. La falta de control de las expresiones destructivas de los ataques de celos hacen sentir al celoso una enorme culpa por ser el responsable de la pérdida del amor de su pareja. Sobreviene el desprecio por sí mismo, reconoce su torpeza y crueldad. Pero en muchas ocasiones el sentimiento de vergüenza dura mientras las súplicas de perdón surten efecto, porque cuando la pareja cede, el ciclo se repite y puede ser que el mismo perdón otorgado al celoso sea el motivo de una nueva sospecha de engaño: “si me perdonó tan rápido es porque yo tenía razón en mis acusaciones”. No hay nada que mitigue la angustia del monstruo imaginario de los celos. A MANERA DE CONCLUSIÓN Serle útil a los consultantes sólo es posible en el marco de un ambiente de un profundo análisis de sus problemas, no tratando ni de salvar el vínculo ni de destruirlo, estas son decisiones que la pareja habrá de tomar a partir de la elaboración que el terapeuta les facilite. La posición neutral del terapeuta implica su conocimiento consciente de sus propios valores, mitos y preferencias sobre las áreas de la relación de pareja con el fin de no interponerse en las elaboraciones de sus consultantes. La terapia de pareja trae consigo misma una avalancha afectiva que exige más vigilancia sobre los efectos contratransferenciales que a la vez podrían ser útiles a la pareja consultante si el terapeuta conoce bien su rol, se protege con un buen encuadre y supervisa los casos.

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Morata