Capítulo Introductoria de la Apuesta por el Decrecimiento (Latouche)

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    QU ES EL DECRECIMIENTO?Captulo introductorio de La apuesta por el decrecimiento de Serge Lotouche. (Icaria, Barcelona, 2009).

    La ecologa es subversiva porque pone en duda el imaginario capitalista quedomina el planeta. Cuestiona el motivo central, segn el cual nuestro desti-

    no es el aumento imparable de la produccin y el consumo. Muestra el im-pacto catastrfico de la lgica capitalista sobre el medio ambiente y sobre lavida de los seres humanos.

    Cornelius Castoriadis1

    Es probable que estemos viviendo la sexta extincin de las especies2. stas (vegetales yanimales), efectivamente, desaparecen a una velocidad de cincuenta a doscientas al da3,es decir, a un ritmo comparable de 1.000 a 30.000 veces superior al de las hecatombesde los tiempos geolgicos pasados4. Como muy bien seala JeanPaul Besset: En lamemoria de los hielos polares una cadencia parecida no tiene equivalencia5. La quintaextincin, que se produjo en el Cretcico hace 65 millones de aos, vio el fin de los dino-

    saurios y otras grandes bestias, probablemente tras el choque de un asteroide, pero seprolong por un perodo mucho ms largo. Pero, a diferencia de las precedentes, el serhumano es directamente responsable de la disminucin actual de los seres vivos y po-dra muy bien ser su vctima... Si creemos en el informe del profesor Belpomme sobre elcncer y en los anlisis realizados por el profesor Narbonne,clebre toxiclogo, el fin dela humanidad tendra incluso que llegar antes de lo previsto, hacia 2060, a causa de laesterilidad generalizada del esperma masculino bajo los efectos de los pesticidas y otrosPOP o CMR (para los toxiclogos, los POP son los contaminantes orgnicos persistentes,de los que los CMR -productos carcinognicos, mutagnicos o txicos para la reproduc-cin- constituyen la especie ms simptica)6.

    Tras algunos decenios de frentico despilfarro, hemos entrado en la zona de tempesta-des, en el sentido literal y figurado... La aceleracin de las catstrofes naturales -sequas,inundaciones, ciclones- ya est en marcha. El trastorno climtico ir acompaado de gue-rras del petrleo, a las que seguirn las guerras por el agua7, as como posibles pande-mias, sin mencionar las previsibles catstrofes biogenticas. Todos sabemos que en losucesivo vamos directos al precipicio. Lo que queda es determinar a qu velocidad nosprecipitaremos y cundo se producir la cada. Segn Peter Barren, director del Centro deInvestigacin para el Antrtico, de la Universidad de Victoria, Nueva Zelanda, seguir conla dinmica de crecimiento actual nos enfrenta a la perspectiva de la desaparicin de lacivilizacin tal como la conocemos, no en millones de aos, ni tan slo en milenios, sino

    desde ahora y hasta el fin de este siglo8

    . Cuando nuestros hijos tengan sesenta aos, sitodava existe, el mundo ser muy diferente...

    Sabemos tambin que la causa de todo esto es nuestro modo de vida basado en un cre-cimiento econmico ilimitado. Y sin embargo, el trmino decrecimiento suena como unreto o una provocacin. La imposicin en nuestro imaginario de la religin del crecimientoy de la economa es tal, que hablar de decrecimiento necesario es literalmente blasfemo,y aquel que se arriesga es tratado como mnimo de iconoclasta. Por qu? Sencillamenteporque vivimos en plena esquizofrenia. Omos al Presidente Chirac declarar en Jo-hannesburgo: "La casa se quema y mientras tanto nosotros miramos a otro lado.... Aa-di que nuestro modo de vida era insostenible y que nosotros, europeos, consumamos el

    equivalente a tres planetas, lo que es rigurosamente exacto. Pero en el mismo momentode su discurso, los representantes de Francia en Bruselas, siguiendo sus instrucciones,conseguan que el Gaucho y el Paraquat, pesticidas terrorficos que matan a las abejas,

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    provocan cncer y vuelven estriles a los hombres, no fueran inscritos en la lista de pro-ductos prohibidos. Paralelamente, con sus colegas Blair y Schroeder, Chirac se dedicabaa vaciar de todo contenido la directiva REACH (Registration, Evaluation and Authorisationof Chemicals)9.

    La lista de las catstrofes ecolgicas presentes y anunciadas ya est hecha. La conoce-

    mos bien, pero no la asumimos. No podemos imaginar la magnitud del choque hasta queno se haya producido. Sabemos asimismo muy bien lo que se tendra que hacer, es decir,cambiar de orientacin, pero no hacemos prcticamente nada ms. Miramos para otrolado.... mientras la casa se acaba de quemar. Tenemos que decir en nuestra defensa quelos responsables, tanto polticos como econmicos, nos invitan a ello -Chirac o el Me-def10 y, por supuesto, el World Business Council for Sustainable Development (WSCSD),ese grupo de industriales preocupados a la vez por mantener sus ganancias y por el pla-neta, entre los cuales, sin embargo, se encuentran los principales contaminadores, a losque un antiguo primer ministro del Medio Ambiente no dud en calificarlos de club decriminales de cuello blanco11. Y, durante ese tiempo, esos bomberos-pirmanos ponenms gasolina (los ltimos bidones de petrleo) en el fuego, a la vez que claman a voz encuello que es la nica manera de apagarlo. En un libro premonitorio poco conocido, el so-cilogo de Qubec Jacques Godbout planteaba en 1987 la pregunta: Es el crecimientola nica salida a la crisis del crecimiento?12.

    Afirmativo!, responde el director general de nuestra aldea global, el jefe de los bombe-ros-pirmanos, George W Bush. Declaraba, en efecto, el 14 de febrero de 2002 en SilverSpring, ante la administracin norteamericana de Meteorologa, que Por ser la clave delprogreso ambiental, por ser el proveedor de los recursos que permiten invertir en tecnolo-gas limpias, el crecimiento es la solucin, no el problema13. Al invocar de manera hipn-tica Crecimiento, crecimiento, crecimiento! durante sus deseos para el ao 2006, el pre-

    sidente Chirac no se qued atrs. Es verdad que esta, posicin se encuentra conforme ala ms estricta ortodoxia econmica. Es evidente, segn el economista Wilfred Becker-man, que, aunque el crecimiento econmico conduzca habitualmente a deterioros am-bientales durante los primeros tiempos, al final, la mejor -y probablemente la nica- mane-ra para la mayora de los pases de tener un medio ambiente decente es enriquecindo-se14.

    Esta posicin procrecimiento es, en el fondo, largamente compartida. El anuncio de ace-leracin econmica americana o china en los diarios siempre reviste un aire triunfalista. Ylos planes de recuperacin (francoalemn, italiano o europeo) se basan invariablementeen grandes obras (infraestructuras de transporte), que no hacen ms que deteriorar la si-

    tuacin, especialmente la climtica. Frente a ello, nos encontramos con el silencio, de laizquierda, de los socialistas, de los comunistas, de los verdes, de la extrema izquierda...incluso de los altermundialistas. stos, adems, consideran que el crecimiento, al crearempleos y favorecer un reparto ms equitativo, es tambin la solucin al problema social.Jean Gadrey resume muy bien esa posicin. Aunque es cierto, escribe, que el crecimien-to no lo arregla todo, ste representa para muchos, y con justicia, la posibilidad de poseerms margen de maniobra y de mejorar ciertas dimensiones de la vida cotidiana, del em-pleo, etc. [... ], esquivando el tema sobre su contenido cualitativo (qu es lo que se mejo-ra?), o sobre su reparto (el reparto del valor aadido), por no hablar de ciertos proble-mas de medida que son, sin embargo, peligrosos y que debilitaran a la religin del ndi-ce de crecimiento si se conocieran15. Slo algunas pequeas voces discordantes (JeanMarie Harribey, Alain Lipietz y los responsables de Attac) proponen una desaceleracindel crecimiento. Proposicin desafortunada ya que, aunque parte de un buen sentimien-to, nos priva a la vez de las ventajas relativas del crecimiento y de las ventajas del decre-

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    cimiento... Michel Serres compara la ecologa reformista a la figura de una embarcacinque navega a 20 nudos hacia una barrera rocosa contra la cual, invariablemente, colisio-nar, y sobre cuya pasarela el oficial de guardia recomienda reducir la velocidad en unadcima sin cambiar de direccin16. Esto es, de manera muy exacta, en lo que consiste ladesaceleracin.

    En 2004, el comentarista poltico de la revista Politis, tras haber cargado las tintas contrala dbil oposicin poltica, fue forzado a dimitir. El debate que sigui es revelador del ma-lestar de la izquierda. La verdadera razn del conflicto, escribe un lector de la revista, essin duda, atreverse a ir contra una especie de pensamiento nico, comn a casi toda laclase poltica francesa, que afirma que nuestra felicidad debe pasar imperativamente porel aumento del crecimiento, aumento de productividad, aumento del poder de compra y enconsecuencia, aumento del consumo. Como subraya Herv Kempf, que relata el inciden-te: Es posible que esta izquierda acepte proclamar la necesidad de reducir el consumomaterial, un imperativo que se encuentra en el centro del enfoque ecologista? 17.Hay que reconocer que desde hace poco el tema del decrecimiento se ha convertido ensujeto de debate para los Verdes18, evidentemente, en el seno de la ConfdrationPaysanne19/20 -lo que no es muy sorprendente-, en el del movimiento llamado altermun-dialista21 y tambin entre un pblico ms amplio. El lanzamiento por la asociacin Cas-seurs de pub22 de la revista La Dcroissance tambin contribuy en gran medida23. Mu-chas personas se manifestaron a favor o en contra, sin informarse antes y deformando losescasos anlisis disponibles. Al haber sido puesto en duda bastante a menudo en tantoque terico del decrecimiento (incluso en el Monde DipLomatique)24, es mi deber hacerlas puntualizaciones necesarias para disipar un cierto nmero de malentendidos y ponerlos puntos sobres las i. Se trata de demostrar que si un cambio radical es una necesidadabsoluta, la eleccin voluntaria de una sociedad de decrecimiento es una apuesta que va-le la pena intentar para evitar un retroceso brutal y dramtico. ste es el objetivo de esta

    obra.As pues, el trmino decrecimiento es usado muy recientemente en el debate econmi-co, poltico y social, aunque las ideas sobre las que se apoya tengan una historia bastanteantigua. Efectivamente, el proyecto de una sociedad autnoma y ahorrativa no naci ayer.Sin remontarnos a algunas utopas del primer socialismo, ni a la tradicin anarquista re-novada por el situacionismo, ste fue formulado en trminos parecidos a los nuestrosdesde finales de los aos sesenta por Ivan Illich, Andr Gorz, Franois Partant y CorneliusCastoriadis. El fracaso del desarrollo en el Sur y la prdida de referencias en el Norte hanllevado a muchos pensadores a replantearse la sociedad de consumo y sus bases imagi-narias, el progreso, la ciencia y la tcnica. A su vez, la concienciacin sobre la crisis am-

    biental que vivimos aporta una nueva dimensin. La idea de decrecimiento tiene tambinuna doble afiliacin, ya que se ha formado por una parte en la concienciacin sobre la cri-sis ecolgica y por otra, al hilo de la crtica a la tcnica y el desarrollo25.

    Sin embargo, hasta estos ltimos aos, la propia palabra decrecimiento no figuraba enningn diccionario econmico o social, mientras que s encontramos algunas entradas so-bre sus correlatos crecimiento cero, desarrollo sostenible y por supuesto estadoestacionario.26 El trmino, no obstante, ya posee una historia relativamente compleja yuna indudable trascendencia analtica y poltica en economa. Sin embargo, an hay du-das sobre su significado. Los comentadores y crticos ms o menos malintencionadossubrayan la antigedad del concepto para liquidar ms fcilmente la dimensin subver-siva de las proposiciones avanzadas por los actuales objetores del crecimiento27. Aspues, para Franois Vatin, en Adam Smith ya existira una teora del decrecimiento... Citael primer libro, captulos VIII y IX, de su obra La riqueza de Las naciones, en el cual Smith

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    evoca el ciclo de vida de las sociedades que pasan del crecimiento acelerado (caso delas colonias de Amrica del Norte) al decrecimiento (caso del Golfo de Bengala) pasandopor un estado estacionario (caso de China)28. Esto es confundir regresin con decreci-miento. En efecto, para nosotros, no se trata ni del estado estacionario de los viejos clsi-cos, ni de una forma de regresin, de recesin ni de crecimiento negativo, ni incluso delcrecimiento cero -aunque encontremos en l una parte de la problemtica.

    A causa de la publicidad, los medios de comunicacin llaman concepto a los proyectosque son las bases para el lanzamiento de cualquier cosa nueva, incluso las culturales. Aspues, no es extrao que me hayan preguntado sobre el contenido de ese ,muevo concep-to de decrecimiento. A riesgo de decepcionarles, precisemos en seguida que el decreci-miento no es un concepto, en el sentido tradicional del trmino, en todo caso, y que no sepuede hablar exactamente de teora del decrecimiento tal como han hecho los econo-mistas de las teoras del crecimiento, y todava menos, de modelos listos para servir. Nose trata de la simtrica del crecimiento. Es un eslogan poltico con implicaciones teri-cas, una palabra-obs, dice Paul Aries, que tiene como objetivo romper el lenguaje este-reotipado de los adictos al productivismo. As pues, la consigna de decrecimiento tienecomo meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento porel crecimiento, objetivo cuyo motor no es otro que la bsqueda de beneficio por los po-seedores del capital y cuyas consecuencias son desastrosas para el medio ambiente. Contodo rigor, convendra ms hablar de acrecimiento, tal como hablamos de atesmo, quede decrecimiento. Es, por otro lado, precisamente, de abandono de una fe o de una reli-gin de lo que se trata: de la religin de la economa, del crecimiento, del progreso y deldesarrollo.

    El decrecimiento es simplemente un estandarte tras el cual se agrupan aquellos que hanprocedido a una crtica radical del desarrollo29 y que quieren disear los contornos de un

    proyecto alternativo para una poltica del postdesarrollo30

    . Es, en consecuencia, una pro-posicin necesaria para reabrir el espacio de la inventiva y de la creatividad del imagina-rio, bloqueado por el totalitarismo economicista, desarrollista y progresista.

    Los lmites del crecimiento son definidos a la vez por el volumen de las existencias dispo-nibles de recursos naturales no renovables y por la velocidad de regeneracin de la bios-fera para los recursos renovables. Durante mucho tiempo, en la mayora de las socieda-des, estos recursos se mantenan fundamentalmente como bienes comunes (loscommons). Esos bienes, o al menos la mayora de ellos, no eran propiedad de nadie. Ca-da persona poda aprovecharlos segn los lmites de las reglas de uso de la comunidad.Esto era as para los recursos renovables: el aire, el agua, la fauna y la flora salvajes, los

    peces de los ocanos y los ros, y, con ciertas restricciones, los pastizales, la maderamuerta y las talas de rboles. Los recursos no renovables, los minerales del suelo (entrelos cuales el aceite de piedra, el petrleo), para ser sometidos a un rgimen ms regla-mentado, eran puestos bajo el control del prncipe o del estado para extraer de ellos unarenta sobre la escasez. Con mayor frecuencia, la ausencia de comercializacin sistemti-ca de los bienes naturales y las costumbres limitaban las extracciones a un nivel queno comprometa su reproduccin. La rapacidad de la economa moderna y la desaparicinde las obligaciones comunitarias, lo que Orwellllama la decencia comn, han transfor-mado las extracciones en depredacin sistemtica31.

    El ejemplo de las ballenas es, desde ese punto de vista, muy revelador de la dificultadque representa la conservacin del medio ambiente. La invencin del Can-Harpn ex-plosivo en 1870 por Sven Foyn permite la industrializacin de la caza de ballenas. Losbarcosfbrica se multiplican en los aos veinte. En 1938, se alcanza la cifra rcord de

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    54.835 capturas. Las existencias se encuentran en vas de extincin. Todo el mundo losabe. En consecuencia, la industria se dedica a nuevas especies de talla ms pequea: laballena azul, el rorcual, y, por ltimo, el cachalote. La puesta a punto de materias grasasde sustitucin llega demasiado tarde. Segn la Comisin ballenera internacional, queda-ban,antes de las recientes prohibiciones de pesca, menos de 1.000 ballenas azules,2.000 rorcuales comunes y 3.000 cachalotes en la Antrtida. Muchas especies de balle-

    nas se extinguieron, cuando a principios del siglo XX existan centenares de miles de re-presentantes de cada una de ellas.

    Esencialmente, el medio ambiente se sita fuera de la esfera de los intercambios comer-ciales. Ningn mecanismo se opone a su destruccin. La competencia y el mercado, quenos proporcionan la comida en las mejores condiciones, tienen efectos desastrosos sobrela biosfera. Nada puede limitar el pillaje de las riquezas naturales, cuya gratuidad permitebajar los costes. El orden natural no ha salvado ni a los do do de las Islas Mauricio, ni alas ballenas azules, como tampoco lo hizo con los indios fueguinos de Tierra del Fuego.Slo la increble fecundidad natural de los bacalaos podr tal vez ahorrarles el destino delas ballenas. Y ya veremos! Ya que es posible que la contaminacin de los ocanos afec-te a esta legendaria fecundidad. El pillaje de los fondos marinos y de los recursos pesque-ros parece irreversible. El despilfarro de los minerales contina de manera irresponsable.Los buscadores de oro individuales, como los garimpeiros del Amazonas, o las grandessociedades australianas en Nueva Guinea no retroceden ante nada para procurarse elobjeto de su codicia. Y, en nuestro sistema, cualquier capitalista, e incluso cualquier HomoEconomicus, es una especie de buscador de oro.

    A la inversa, los indios de la Columbia britnica, en la costa oeste del Canad (los Kwa-kiutl, Haida, Tsimshian, Tlingit, etc.), nos ofrecen un buen ejemplo de relacin armoniosaentre el hombre y la biosfera. Pensaban que los salmones eran seres humanos como

    ellos, que vivan en el fondo del mar donde tenan sus tipis, que, decidiendo en inviernosacrificarse por sus hermanos terrestres, se vestan con sus trajes de salmn y partanhacia las desembocaduras de los ros. En la estacin de subida de los ros, los indiosacogan al primer salmn como un visitante destacado. Lo coman con ceremonia. Su sa-crificio era slo un prstamo provisional. Devolvan al mar la espina central y los restos,que permitiran el renacimiento del invitado devorado. As, la coexistencia y la simbiosisentre los salmones y los hombres se perpetuaba de manera satisfactoria. Con la llegadade los blancos y la instalacin de, una conservera en cada estuario la bsqueda de unmayor beneficio provoc la substraccin abusiva. Los indios dedujeron que los salmoneshaban desaparecido porque los blancos no haban respetado el ritual... Quin les dirque estaban equivocados32? Ese comportamiento relacionado con la naturaleza, que en-

    contramos en la mayora de sociedades, se basa en la inclusin del ser humano en elcosmos. En Siberia se va a morir al bosque para devolver a los animales lo que se ha re-cibido de ellos.

    Esta actitud implica relaciones de reciprocidad entre los seres humanos y el resto del uni-verso. Los hombres estn dispuestos a ofrecerse a Gaia (personificacin mitolgica de laTierra) tal como Gaia se ofrece a ellos. Al negar la capacidad de regeneracin de la natu-raleza, al reducir los recursos naturales a una materia prima a explotar en lugar de consi-derarla como una posibilidad de vuelta a los orgenes, la modernidad ha eliminado estarelacin de reciprocidad.

    Volver a esta disposicin de espritu prearistotlico es sin duda la condicin de nuestrasupervivencia. Mac Millan, ecologista americano del siglo XlX que quera salvar a los cn-dores, deca: Hay que salvar a los cndores, no tanto porque les necesitemos, sino, so-

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    bre todo, porque para salvarlos tenemos que desarrollar las cualidades humanas que ne-cesitaremos para salvarnos a nosotros mismos. Gratuidad y belleza, precisa Jean-MariePelt.33 Sin embargo, tenemos que constatar que, a pesar del gran despliegue realizado entorno a la ecologa y las importantes medidas de proteccin adoptadas, no acabamos dedecidirnos a emprender la marcha. Pese al optimismo del filsofo Michel Serre en su libroLe Contrat naturel, los rboles dotados de la capacidad de promover acciones judiciales

    no deben esconder el bosque amenazado34. La jurisprudencia americana ms reciente vadirigida a reforzar una apropiacin jurdica mucho ms acentuada de los procesos natura-les por parte del hombre35. A esto se aade el hecho de que, por rutina o por inconscien-cia, las instituciones tienden a fomentar toda clase de contaminacin (pesticidas, abonosqumicos) por medio de exoneraciones fiscales y a financiar proyectos destructores delmedio ambiente en los pases del sur bajo la cobertura de la lucha contra la pobreza.

    Hemos llegado, incluso, a pensar que el nico remedio a la tragedia de la desaparicin denumerosos commons era su erradicacin total. Slo el inters privado y la rapacidad delos individuos, piensan los libertarianos, podr limitar su desmesura! Se tendra que priva-tizar el agua y el aire (y tambin los peces de los ocanos y las bacterias de los bosquestropicales) para salvarlos de un uso depredador. Es lo que hacen las firmas multinaciona-les, con el apoyo de los estados y de organizaciones internacionales, y contra lo que serebela la gente un poco en todos lados. La gestin de los lmites del crecimiento se haconvertido en una apuesta intelectual y poltica. La investigacin terica sobre el decreci-miento se inscribe, pues, en un movimiento ms amplio de reflexin sobre la bioecono-ma, el postdesarrollo y el acrecimiento.

    Decrecimiento y bioeconoma

    La Conferencia de Estocolmo, en 1972, marc por primera vez el inters oficial de losgobiernos del planeta por el medio ambiente. El mismo ao, Sicco Mansholt, en ese en-tonces vicepresidente de la Comisin Europea escribi una carta pblica a su presidente,Franco Maria Malfatti, en la que le recomendaba reflexionar en un escenario de creci-miento negativo. Al convertirse en presidente de la Comisin, Sicco Mansholt retom sualegato e intent traducir sus convicciones en actos, e incluso encontr una cierta com-prensin. As, fue sin agresividad que Valry Giscard dEstaing, en ese momento ministrode economa, replic que, en cuanto a l, no sera un objetor de crecimiento. En una en-trevista publicada en el Nouvel Observateur, a la pregunta Se ha dicho incluso que ustedestaba por el crecimiento cero, Mansholt respondi: He sido muy mal interpretado enese punto. [... ] Es posible mantener el ndice de crecimiento sin modificar profundamen-te la sociedad? Al estudiar lcidamente el problema, vemos bien que la respuesta es no.Entonces vemos que no se trata ya de crecimiento cero, sino de crecimiento incluso bajocero. Digmoslo francamente: hay que reducir nuestro crecimiento econmico y sustituirlopor la nocin de otra cultura, de la felicidad, del bienestar36 y vuelve a la carga en unaobra posterior para estar seguro de haber sido bien entendido: Para nosotros, en el mun-do industrializado, disminuir el nivel material de nuestra vida es una necesidad. Lo que nosignifica crecimiento cero, sino un crecimiento negativo. El crecimiento es slo un objetivopoltico inmediato que sirve a los intereses de las minoras dominantes37.

    La intuicin de los lmites del crecimiento econmico remonta sin duda a Malthus, aunque

    encuentra su base cientfica con Sadi Carnot y su segunda ley de la termodinmica. Enefecto, si las transformaciones de la energa y sus diferentes formas (calor, movimiento,etc.) no son totalmente reversibles, si tropezamos con el fenmeno de la entropa, no es

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    posible que esto no tenga consecuencias sobre la economa, que se basa en estastransformaciones. Entre los pioneros de la aplicacin de las leyes de la termodinmica enla economa, es conveniente situar en un lugar destacado a Serguei Podolinsky, autor deuna economa energtica que busca conciliar el socialismo y la ecologa38. Sin embargo,hasta los aos setenta no se desarroll el tema ecolgico en el seno de la economa, so-bre todo gracias al gran sabio y economista rumano, Nicholas Georgescu-Roegen. Al

    adoptar el modelo de la mecnica clsica newtoniana, subraya l, la economa excluye lairreversibilidad del tiempo. Ignora, pues, la entropa, es decir, la no reversibilidad de lastransformaciones de la energa y de la materia. As pues, los residuos y la contaminacin,que son, sin embargo, productos de la actividad econmica, no entran en las funciones deproduccin estndar. Hacia 1880, la tierra es eliminada de las funciones de produccin yel ltimo lazo con la naturaleza se rompe. Al desaparecer cualquier referencia a cualquiersustrato biofsico, la produccin econmica, tal como la conciben la mayora de los teri-cos neoclsicos, parece no enfrentarse a ningn lmite ecolgico. La consecuencia es underroche inconsciente de los recursos escasos disponibles y una subutilizacin del abun-dante flujo de energa solar. Tal como lo dice Yves Cochet, la teora econmica neoclsi-ca contempornea esconde bajo una elegancia matemtica su indiferencia por las leyesfundamentales de la biologa, de la qumica y de la fsica, especialmente la de latermodinmica.39 Es un sinsentido ecolgico. Una pepita de oro puro contiene msenerga libre que el mismo nmero de tomos de oro diluidos uno a uno en el agua delmar.40 En resumen, el proceso econmico real, a diferencia del modelo terico, no es unproceso puramente mecnico reversible; es pues de naturaleza entr pica. Se desarrollaal amparo de una biosfera que funciona en un tiempo delimitado. De ah se desprende,segn Nicholas Georgescu-Roegen, la imposibilidad de un crecimiento infinito en un mun-do con lmites y la necesidad de hacer una bioeconoma, es decir, de pensar la economaen el seno de la biosfera. La palabra decrecimiento ha sido usada en estos trminos pa-ra definir una recopilacin de esos ensayos.41

    Decrecimiento y posdesarrollo

    Por otro lado, desde hace ms de cuarenta aos, una pequea Internacional anti o pos-desarrollista, en filiacin con Ivan Illich, Jacques Ellul y Franois Partant, analiza y denun-cia los perjuicios del desarrollo en los pases del Sur42 . Dicha crtica desemboc, al princi-pio, en la alternativa histrica, es decir la autoorganizacin de las sociedades/economasvernculas. Tambin se interesaban, desde luego, por las iniciativas alternativas del Norte(las microexperiencias de la economa social y solidaria, el tercer sector, etc.), pero no poruna alternativa relacionada con la sociedad, que no estaba al orden del da. El repentino(y muy relativo) xito de esta crtica, sobre todo a causa de la crisis ambiental, pero tam-bin del surgimiento de la globalizacin, ha llevado a profundizar en sus implicaciones pa-ra la economa y para la sociedad de los pases desarrollados. En efecto, el desarrollo,una vez que ha sido recalificado de sostenible, concierne tanto al norte como al sur y elpeligro del crecimiento se vuelve global a partir de ese momento. Como eslogan, el tr-mino decrecimiento es un feliz hallazgo retrico en las lenguas latinas. Su connotacin noes totalmente negativa; as pues, el decrecimiento de un ro devastador es una buena co-sa. En cambio, la traduccin de dicho trmino en las lenguas germnicas plantea un espi-noso problema43.

    El decrecimiento provoca dos grandes preguntas: por qu y cmo. Ciertamente, la raznprincipal, ya esbozada, es que el crecimiento engendra problemas sin solucin (primercaptulo). Sin embargo, se puede objetar que es suficiente con cambiar los I indicadores y

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    contar de otra manera u otra cosa, sin renunciar, no obstante, a la idea de crecimiento(captulo 2).

    Tambin podemos preguntarnos si el decrecimiento no nos hace volver atrs y nos con-dena a restricciones insoportables (captulo 3). El irrompible desarrollo sostenible serauna buena solucin o por lo menos no sera otro calificativo ms simptico para designar

    el mismo objetivo? (captulo 4). Y, por ltimo, se plantea la pregunta sobre si no ser elcrecimiento geomtrico de la poblacin la verdadera fuente de todos los problemas (cap-tulo 5).

    Tras refutar todas estas objeciones y admitir la necesidad del decrecimiento, queda loms difcil: cmo construir una sociedad sostenible, tambin en el Sur. Hay que explicitarlas diferentes etapas: cambiar de valores y de conceptos (captulo 6), cambiar de estruc-turas, es decir de sistema (captulo 7), relocalizar la economa y la vida (captulo 8), revi-sar nuestros modos de uso de los productos (captulo 9), responder al reto especfico delos pases del Sur (captulo 10). Y, por ltimo, hay que asegurar la transicin de nuestrasociedad de crecimiento a la sociedad de decrecimiento por medio de medidas apropia-das (captulo 11).

    REPRODUCCIN SOSTENIBLE, ESTADO ESTACIONARIO Y CRECI-MIENTO CERO

    Si, como lo veremos ms adelante con detalle, el desarrollo sostenible o duradero es unamistificacin, el estado estacionario y el crecimiento cero pueden aparecer como respues-tas sensatas para remediar la situacin y poner un trmino a la destruccin de la biosferay de nuestro medio ambiente. Se trata, en efecto, de proposiciones de compromiso ya an-

    tiguas que intentan conciliar la preservacin del medio ambiente con las adquisicionesde la dominacin econmica. El hecho de que todas las sociedades humanas que dura-ron hasta el siglo XVIII hayan funcionado con la reproduccin sostenible parece reafirmarese punto de vista.

    Es pues necesario precisar en qu se distingue una sociedad de decrecimiento de esasdiferentes posiciones para captar la especificidad y la relativa novedad.

    El carcter duradero o sostenible que la expresin desarrollo sostenible (sustainable de-velopment) ha puesto de moda no remite al desarrollo realmente existente sino a la re-

    produccin. La reproduccin sostenible ha regido en el planeta hasta aproximadamente elsiglo XVIII; todava es posible encontrar en ancianos del tercer mundo expertos en re-produccin sostenible. Los artesanos y los campesinos que han conservado una ampliaparte de la herencia de las formas ancestrales de hacer y de pensar viven muy a menudoen armona con su entorno; no son depredadores de la naturaleza44. Todava en el sigloXVIII, al redactar los edictos sobre los bosques, al reglamentar las talas para asegurar lareconstitucin de los bosques, al plantar encinas, que aun admiramos, para proveerse demstiles y naves trescientos aos ms tarde, Colbert se comportaba como un experto ensustainability. Estas medidas iban en contra de la lgica mercantilista. Se trataba de man-tener un patrimonio, no de sacarle provecho.

    Esto es desarrollo sostenible, se podr afirmar; y entonces habr que decirlo tambin detodos los campesinos que, como el abuelo de Cornelius Castoriadis, plantaban olivares yhigueras cuyos frutos jams veran, pero lo hacan pensando en las generaciones futuras,

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    yeso sin estar obligados por ningn reglamento, simplemente porque sus padres, susabuelos y todos los que les haban precedido haban hecho lo mismo. Esta observacindel filsofo rene la sabidura milenaria evocada en Cicern en De senectute. El modelode desarrollo sostenible al poner en marcha el principio de responsabilidad ya se cita enun verso de Catn: Plantar un rbol en provecho de otra edad. Cicern lo comenta as:De hecho, al agricultor, por muy viejo que sea, cuando le preguntamos para quin planta,

    no duda en responder: Para los dioses inmortales, que desean que no slo est satisfe-cho de recibir esos bienes de mis ancestros, sino que los transmita tambin a mis des-cendientes45. Esta reproduccin sostenible no es necesariamente un inmovilismo conser-vador. La evolucin y el crecimiento lentos de las sociedades antiguas se integraban enuna reproduccin prolongada bien atemperada, siempre adaptada a las imposiciones na-turales. La razn por la cual la sociedad verncula es duradera es porque ha adaptadosu modo de vida a su entorno, concluye Edward Goldsmith, y, al contrario, la razn por lacual la sociedad industrial no puede esperar sobrevivir es porque se ha esforzado enadaptar el entorno a su modo de vida46. Esta sabidura de los ancianos ya no nos estpermitida. Ya no es posible una reproduccin idntica a nuestro sistema productivo, unestado estacionario, en cierto modo. La situacin actual implica un verdadero cambio decivilizacin para volver a encontrar un funcionamiento sostenible y perdurable.

    Estado estacionario y rendimientos decrecientes

    Es verdaderamente necesario salir de la economa para volver a encontrar una va sos-tenible? Tachar a todo el pensamiento econmico de adiccin al crecimiento puede pare-cer excesivo si consideramos a los economistas clsicos. Ellos, en su mayora, no pensa-ban que un crecimiento indefinido e infinito del sistema fuese posible. Crean incluso enun bloqueo ineluctable de la acumulacin y en el advenimiento de un estado estacionario.

    Esto era as para Adam Smith, Thomas Robert Malthus, David Ricardo y John Stuart MilI.

    Recordemos que para Adam Smith, el desarrollo de los capitales lleva a un crecimiento desu competencia lo que hace bajar el ndice de ganancia hasta el cese de toda acumula-cin neta. Para Malthus y Ricardo, los rendimientos decrecientes en la agricultura compor-tan un aumento de la renta territorial y un descenso ineludible del ndice de ganancia, loque tambin desemboca en un estado estacionario. Ambos autores lo consideran un pe-rodo sombro, en el cual la masa de trabajadores est condenada a la estricta supervi-vencia.

    John Stuart Mili, aunque extendiendo la tesis de los rendimientos decrecientes a la indus-tria, presenta este estado estacionario de manera un poco ms amable. Al estar asegura-da la supervivencia material, el cese de la acumulacin neta pondra fin a la obsesin porun cambio radical, al estrs y a las desgracias que engendra. La sociedad podra consa-grarse a la educacin de las masas y el ocio permitira a los ciudadanos cultivarse. Nohace falta recalcar que el estado estacionario de la poblacin y de la riqueza no implicainmovilidad del producto humano. Habra ms espacio que nunca para todo tipo de cultu-ra moral y de progresos morales y sociales; ms espacio para mejorar el arte de vivir yms probabilidad de verlo mejorado desde el momento en que los seres humanos cesa-ran de estar ocupados en adquirir ms riqueza. Incluso las artes industriales podran sertambin cultivadas con seriedad y xito, con la nica diferencia de que en vez de tener

    como nico objetivo aumentar la riqueza, los perfeccionamientos alcanzaran su meta,que es la disminucin del trabajo. Y aade: Es incierto que cualquiera de las invencionesmecnicas realizadas hasta ahora hayan disminuido la fatiga cotidiana de un solo ser hu-

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    mano [...] han aumentado el desahogo de las clases medias; pero todava no han empe-zado a operar hacia los grandes cambios en el destino de la humanidad que por su natu-raleza tendran que cumplir47. Encontramos en John Stuart Mili, a travs de ese escrito,una tica del estado estacionario que ha podido ser recuperada por los partidarios deldesarrollo sostenible, dado que su concepto sigue siendo el de un sistema capitalista perosin crecimiento. Esto no pasar hasta que, aade l, la humanidad, con buenas institu-

    ciones, sea guiada con juiciosa previsin, que las conquistas hechas sobre las fuerzas dela naturaleza por medio de la inteligencia y la energa de los exploradores cientficos seconviertan en propiedad comn de la especie y una forma de mejorar la suerte de to-dos48. Hay en esta teora una postura que no se aleja mucho de la feliz austeridad pro-puesta por autores como Ivan IIlich o Andr Gorzm, es decir, un modelo de sociedad en elcual las necesidades y el tiempo de trabajo son reducidos, pero en el que la vida social esms rica, porque es ms convivencial49. Sea como sea, esta teora del estado estaciona-rio traduce la idea de que al envejecer, poco a poco, el capitalismo, por su propia dinmi-ca, dar paso a un tipo de sociedad cuyos valores sern ms respetuosos con el hombrey la naturaleza50.

    En todos los casos, el carcter indefinidamente progresivo del mecanismo econmico noparece sostenerse. La mquina est condenada, si no a pararse, s a funcionar a un r-gimen de crucero. No es ese punto una visin entrpica de la economa, es decir, lo quehace de sta un sistema irreversible marcado por la degradacin de la energa? No esseguro. Hay una diferencia importante entre esta visin de los clsicos y el punto de vistade la entropa. En efecto, el estado estacionario no es la consecuencia directa de la lgicaeconmica, que sigue siendo fundamentalmente mecnica y progresista (lo que hemosllamado en otro lado autodinmica)51, sino la de un principio exgeno: la escasez de latierra o, para W.S. Jevons, la del carbn52.

    Para los clsicos, excepto para Malthus, el organismo econmico cesa de crecer en unmomento dado, pero sigue funcionando y viviendo sin problemas, bajo el juego de susfuerzas internas. Al alcanzar la madurez, su corazn contina latiendo. La competenciaasegura siempre el buen funcionamiento de sus fuerzas vitales, sin necesidad de inter-vencin. El bloqueo del crecimiento, de cierta manera, le viene impuesto desde el exterior,pero la dnmica del funcionamiento es automtica. Para nosotros, la reproduccin deforma idntica al sistema ya es problemtica, ya que la economa no es ni un organismoni un mecanismo. Slo puede sobrellevar su entropa huyendo hacia delante. Es la fuentede nuestra adiccin al crecimiento. Las intervenciones exgenas, particularmente las po-lticas, son requeridas peridicamente para evitar crisis o remediarlas y volver a poner enmarcha la mquina que, como un ciclista que slo se mantiene en equilibrio pedaleando

    continuamente, se mantiene en marcha quemando carburante no renovable, reserva delpatrimonio natural.

    En los clsicos, en cambio, lo que es de naturaleza exgena es el bloqueo del crecimientodel organismo econmico. En efecto, el dinamismo de la vida econmica tropieza con elprincipio de los rendimientos decrecientes, que no son otra cosa que la finitud de la natu-raleza: la insuficiencia de suelos frtiles, el agotamiento de las minas, los lmites del pla-neta. Los neoclsicos, al contrario, insisten en la sustitubilidad del capital artificial y delcapital natural. Al apoyarse, por otro lado, en la evidencia histrica de la invalidez de la leyde los rendimientos decrecientes, al menos en la industria y durante largo tiempo (dos otres siglos), harn saltar esa cerradura contraria al progresismo / vitalismo de base de laeconoma profesada ya entonces por los clsicos. Segn la hiptesis de la sustitubilidadde los factores, una cantidad creciente de equipamientos, de conocimientos y de compe-tencias debe poder tomar el relevo de cantidades menores de capital natural para asegu-

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    rar el mantenimiento, en el tiempo, de las capacidades de produccin y de satisfaccin delbienestar de los individuos. De pronto, la economa no reconoce lmites a su crecimientoni a su desarrollo.

    El estancacionismo

    Tras la crisis de 1929, se vieron resurgir teoras comparables a las de los viejos clsicos;las calificaron de estancacionistas. El principal representante de esta corriente fue el pro-fesor Alvin H. Hansen, que desarroll la idea segn la cual el capitalismo haba llegado ala madurez53.53 Esta tesis la plantean tambin Paul Sweezy 5454 y Benjamin Higgins. Elpropio Keynes fue considerado en un cierto sentido como estancacionista. En el conjuntode sus obras, evoca efectivamente segn Schumpeter la respuesta decreciente de la na-turaleza al esfuerzo humano55.

    Para todos esos autores, las ocasiones de invertir irn disminuyendo en el futuro. Asisti-

    remos, o bien a una desaceleracin progresiva del crecimiento (stagnanting economics,segn Higgins), o bien a un cese rotundo de cualquier dinmica (stagnant economcs). Elorigen de este estancamiento no es el agotamiento de la naturaleza, sino la disminucindel crecimiento demogrfico y el envejecimiento de la poblacin, la desaparicin de lasfronteras de inversin (Hansen), es decir, de las zonas vrgenes en eI planeta, o msan, la insuficiencia de innovaciones tecnolgicas. Aunque hostil a los estancacionistas, elpropio Schumpeter en Capitalisme, sociafisme et dmocratie56 , sostiene una tesis queSe podra interpretar como una forma de estancacionismo. Sin embargo, para l, si el ca-pitalismo tiende al estancamiento es porque el estado moderno aplasta y paraliza susfuerzas motrices, en cambio para Keynes la intervencin del estado es el nico medio devolver a dinamizar un sistema que tiende naturalmente hacia el estancamiento. En la con-

    cepcin keynesiana, ste es, por consiguiente, slo una amenaza a corto plazo.

    Si todos los espritus superficiales y cornucopianos (literalmente: quien cree en el cuernode la abundancia) pudieran poner en el mismo saco a todos los pesimistas, es decir,aquellos que han analizado los lmites del crecimiento, se vera claro que los partidariosdel decrecimiento tienen una visin profundamente diferente, ya que, para ellos, si los l-mites del crecimiento se circunscriben tambin a la finitud del planeta, poner en duda elcrecimiento slo puede ser benfico para la humanidad.

    El crecimiento ceroEl xito de iAlto al crecimiento!, el primer informe del Club de Roma, fundado por iniciativade Aurelio Peccei, populariz por un tiempo la idea de un cese del crecimiento a causa delprevisible agotamiento de los recursos. Incluso se denomin zegistas (de zera growth) alos partidarios del crecimiento cero57.

    Herman Daly, antiguo responsable dimisionario del Banco Mundial y discpulo rebelde deNicholas Georgescu-Roegen, intent modelar una economa sin crecimiento pero an ins-crita en el paradigma de un desarrollo visto y corregido. El desarrollo sostenible, escribe,una expresin que tiene connotaciones casi mgicas, es, de hecho, contradictoria. La ex-

    presin es utilizada en nuestros das como sinnimo de crecimiento sostenible, un con-cepto que, cuando se aplica a nuestra vida econmica, puede llevar a los responsablespolticos en materia de medio ambiente y de desarrollo a una va sin salida. En dos pala-

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    bras, no podemos continuar creciendo indefinidamente: el crecimiento sostenible es unaimposibilidad, y las polticas que se basan en ese concepto son irreales, incluso peligro-sas.

    [...] Por consiguiente, la expresin desarrollo sostenible es correcta si se aplica a la eco-noma, pero nicamente si se la interpreta como desarrollo sin crecimiento, es decir, co-

    mo una mejora cualitativa de una base econmica fsica que es mantenida en un estadoestable definido por los lmites fsicos del ecosistema. [...] Es decir, el crecimiento cero?Cada da tomamos consciencia del impacto negativo de la economa sobre el ecosistema,que prueba que incluso el ritmo actual no puede durar. El actual aumento del uso de losrecursos naturales parece aumentar los costes ecolgicos ms rpidamente que las ven-tajas de la produccin, lo que nos hace ms pobres en lugar de ms ricos. El desarrollosostenible debe ser un desarrollo sin crecimiento 58.

    Esta posicin casustica subestima la desmesura propia de nuestro sistema. No renun-ciamos ni al modo de produccin, ni al de consumo, ni al estilo de vida engendrado por elcrecimiento anterior. Nos resignamos razonablemente a un inmovilismo conservador, perosin replantearnos los valores y las lgicas del desarrollismo y el economicismo. En conse-cuencia, nos privamos de los aportes positivos de un decrecimiento convivencial en trmi-nos de felicidad colectiva.

    La proposicin de desaceleracin del crecimiento lanzada por Jean-Marc Harribey y reto-mada por Attac bajo su auspicio contra el decrecimiento se le asemeja. Sin embargo, staes ms bien menos pertinente ya que su realismo aparente oculta en el fondo una in-coherencia. As, una poltica de decrecimiento se traducira en un primer momento, indu-dablemente, por una sencilla disminucin del crecimiento del PIB y no necesariamente enun retroceso, es decir, una tasa negativa, porque se trata de un ndice puramente cuanti-

    tativo y macroeconmico. Ese resultado, que podra pasar por una desaceleracin, es-conde, de hecho, en el plano microeconmico, regresiones ms o menos fuertes de acti-vidades nocivas (nucleares e incluso automovilsticas), un mantenimiento (crecimiento ce-ro), de la mayora de las actividades materiales tiles (alimentacin, vivienda, textil) y unaumento de la produccin de bienes relacionales mercantiles y sobre todo no mercantiles.Siguiendo el peso de la parte comercial de los bienes inmateriales, el PIB podra continuarcreciendo durante cierto tiempo, paralelamente a la reduccin de la huella ecolgica. Es-taramos en una fase transitoria excepcional de capitalismo ecocompatible, pero fuera deuna lgica y de un imaginario de crecimiento.

    Algunos consideran que, de este modo, la tesis del estado estacionario pasa por una se-

    gunda juventud. Los autores del primer informe del Club de Roma (Meadows et aL) sea-lan que, como lo haca John Stuart Mili La poblacin y el capital son los nicos incremen-tos que deben ser constantes en un mundo en equilibrio. Todas las actividades humanasque no comportan un consumo irracional de materiales irremplazables ni degradan el me-dio ambiente de manera irreversible podran desarrollarse indefinidamente. En particular,esas actividades que muchos consideran como las ms deseables y ms satisfactorias:se podran desarrollar la educacin, el arte, la religin, la investigacin fundamental, losdeportes y las relaciones humanas 59 . Para FrankDominique Vivien, la diferencia con elanlisis de Mili reside en el carcter voluntarista de la poltica que se tendra que desarro-llar.

    Porque la intencin de los autores de ese informe -ese libro de los lmites, segn la ex-presin de Armand Petitjean- va ms all del crecimiento cero y ya anticipa un poco laspropuestas del decrecimiento, como lo confirma la correspondencia entre Dennos Mea-

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    dows y Nicholas Georgescu-Roegen. Su anlisis pretenda crear alarma Tenemos la con-viccin, escriben, que tomar consciencia sobre los lmites materiales del medio ambientemundial y sobre las trgicas consecuencias de una explotacin irracional de los recursosterrestres, es indispensable en el resurgir de nuevos modos de pensamiento que conduci-rn a una revisin fundamental del comportamiento humano y, en consecuencia, de la es-tructura de la sociedad actual en su conjunto60. En esa poca las reacciones de rechazo

    fueron casi unnimes. En Francia, el representante de la CNPF61 declar que un creci-miento slido era indispensable. Por su lado, el secretario general del Partido Comunistafrancs denunci el programa monstruoso de los dirigentes de la CEE62 Raymond Barre,entonces miembro de la Comisin Europea, expres pblicamente su desacuerdo con elpresidente de sta, Sicco Manholt, que avalaba dichas tesis. Al final se convino en queera necesario hacer el crecimiento ms humano y equilibrado. Ya sabemos en qu que-d ese proyecto...

    Indudablemente, la concepcin de una sociedad de decrecimiento recuerda tambin a ladel estado estacionario de Mili o a las aspiraciones de ciertos partidarios del desarrollosostenible. Sin embargo, para Mili, la teora del estado estacionario traduce la idea de queal envejecer, por su propia dinmica, el capitalismo poco a poco dar origen a un tipo desociedad cuyos valores sern ms respetuosos con el ser humano y la naturaleza. Pornuestro lado, pensamos que eso no ocurrir y que nicamente la ruptura con el sistemacapitalista, con su consumismo y su productivismo, puede evitar la catstrofe.

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    1 Cornelius Castordiaris, Lcologie contre les marchands, en Une socit a la drive, Seuil, Pars, 2005, p.237.

    2 Richard Leakey y Roger Levin, La sixieme Extinction: volution et catastrophes, Flammarion, Pars, 1997.

    3 Edward O. Wilson considera que somos responsables cada ao de la desaparicin de 27.000 a 63.000

    especies. The diversity o[ lifo, Bleknap Press, Harvard, 1992.4 Franois Ramade, Le Grand Massacre. Lavenir des especes vivantes, Hachene Littratures, Pars, 1999.

    5 Jean-Paul Besset, Comment ne plus hre progressiste... sans devenir ractio n naire, Fayard, Pars, 2005,p. 83.

    6 El 5% de las enfermedades respiratorias agudas, el 85% de las enfermedades diarricas y el 22% de loscnceres son atribuibles, segn el profesor Belpomme, a factores ambientales. Ces maladies cres parlhomme, Albin Michel, Pars, 2004.

    7 Vandana Shiva, La Guerre de leau, Parangon Pars, 2003 La UNESCO considera que entre 2 (hiptesisbaja) y 7 (hipo tesis aira) mil millones de personas sufrirn la falta de agua en 2050. El informe Camdessus,

    elaborado por el antiguo director del FMI Y un grupo de expertos a solicitud del Consejo mundial del agua,avanza la cifra a 4.000 millones.

    8 Australian Associated Press, 18 de noviembre de 2004.

    9 Al principio se trataba de catalogar, evaluar y autorizar las 100.000 molculas qumicas de base utilizadasen la industria. Sabemos que al final esta medida de precaucin elemental fue retrocediendo hasta su msmnima expresin. Reducido en principio a 30.000, el nmero de sustancias relacionadas tan slo seranunas 12.000, con posibles derogaciones.

    10 Mouvement des Entreprises de France (Movimiento de las Empresas francesas), equivalente en Espaaa la CEOE. [Nota de la Traductora.]

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    Yves Cochety Agnes Sinai, Sauver la Terre, Fayard, Pars, 2003, p. 132.12 Jacques Godbout, La Dmocratie des usagers, Boral, Momreal, 1987.

    13 Le Monde, 16 de febrero.

    14 Wilfred Beckerman Economic growth and the environment: whose environment? World Development,vol. 20, n. 4, 1992, p. 482.

    15 Jean Gadrey y Florence Jany-Catrice, Les nouveaux indicateurs de richesse, La Dcouverte, Pars, 2005,p. 7.

    16 Michel Serres, Le Contrat naturel, Flammarion, Pars, 1992, p. 56.

    17 Le Monde, 19 de junio de 2003.

    18 Tras la publicacin en Monde Diplomatique, en noviembre de 2003, de mi artculo Pour une socit dedcroissance. Vase La Dcroissance pourquoi?; Vert contact, n. 709, abril de 2004.

    19 Segundo sindicato agrcola francs, de donde procede Jos Bov, en el que se milita por una agriculturaagraria, respetuosa con el medio ambiente, por el empleo agrcola y por la soberana alimentaria. Partici-pante en los diferentes foros sociales, el sindicato es un importante actor en el seno de los movimien tosantiglobalizacin. [Nota de la trad.]

    20 ObjectifDcroissance: la croissance en question, Campagnes solidaires (revista mensual de la Confd-ration Paysanne), n. 182, febrero de 2004. Vase Politis, 11 de diciembre de 2003, informe sobre el decre-cimiento.

    21 Vase Politis, 11 de diciembre de 2003, informe sobre el decrecimiento.

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    22 Asociacin francesa que tiene como objetivo promover la creacin artstica basada en una crtica a la so-ciedad de consumo. [Nota de la trad.]

    23 La Dcroissance. Le journal de la joie de vivre. (Direccin de Casseurs de pub: 11 place Croix-Paquet,69001, Lyon).

    24 Vase jean Marie Harribey, Dveloppement ne rime pas forcment avec croissance Le Monde Diploma-

    tique, julio 2004.25 Vase el recuadro de las pginas 22 a la 32.

    26 Vase por ejemplo Alain Beitone et al. Lexique de sociologie, Dalloz, Pars, 2005.

    27 Llamo as a los miembros del ROCAD (Rseau des objecteurs de croissance pour un apres-dveloppe-ment - Red de objetores de crecimiento para un posdesarrollo), www.apres-developpement.org.

    28 Franois Vatin, Trois essais sur la genese de la pense sociologique:politique, pistmiologie, cosmologie,La Dcouverte, Pars, 2005, p. 101.

    29 Vase mi artculo En finir une fois pour tomes avec le dveloppement, Le Monde Diplomatique, mayo200 l.

    30 Vase Christian Comeliau (dir.), Broui/lons pour lavenir: contributions au dbat sur les alternatives, IUED/PUF, Ginebra/Pars, 2003.

    31 Entre 1700 y 1845, no menos de 4.000 leyes fueron promulgadas en Inglaterra para permitir la- clausurade tierras y as impedir cualquier uso colectivo de stas. Vase Silvia Prez-Vitoria, Les paysans sont deretour, Actes Sud, Arles, 2005, p. 22.

    32 Hyde Lewis, The Gift, Imagination and the Erotic Life ofProperty, Vintage books, Nueva York, 1983, p. 26.

    33 Jean-Marie Pelt, Alliance, enero de 2006, p. 7.

    34 Michel Serres, Le Contrat naturel, Franyois Bourin/Julliard, Pars, 1990.

    35 Vase Norbert Rouland, Aux confins du droit. Anthropologie juridique de la modernit, Odile Jacob, Pars,1991, p. 253.

    36 Le chemin du bonheur, entrevista de Josette Alia con Sicco Mansholt, Le Nouvel Observateur, 12-18 dejunio de 1972, pp. 71-88. Vase tambin Lcologiste, n. 8, octubre de 2002.

    37 Sicco Mansholr, La Crise. Conversations avec Janine Delaunay, Stock, Pars, 1974, pp. 166-167.

    38 Serguei Podolinsky (1850-1891), aristcrata ucraniano exiliado en Francia, que intent sin xito sensibili-zar a Marx en la crtica ecolgica.

    39 Yves Cochet, Ptrole apoca!ypse, Fayard, Pars, p. 147.

    40 Ibd. p. 153.

    41 No podemos, escribe Nicholas Georgescu-Roegen, producir neveras, automviles o aviones a reaccinmejores y ms grandes sin pro~ucir residuos mejores y ms grandes. Nicholas Georgescu-Roegen De-main la Dcroissance, Sang de la Terre, Fontenay-Le-Fleury, 1995, p. 63.

    42 A parte de los tres lderes citados, podemos mencionar: Wolfgang S achs , Helen Norberg-Hodge, Fr-drique Appfel-Marglin, Marie-Dominique Perrot, Gustavo Esteva, Arturo Escobar, Ashis Nandy, VandanaShiva, Claude Alvares, Majid Rahnema, Emmanuel Ndione, Gilbert RiSc. La mayora de esos autores hancontribuido a The Deve!opment Dictionnary. A Guide to Knowledge as Power, Zed Books, Londres, 1992.Vase tambin mi libro Sobrevivir al Desarrollo, Traduccin al espaol, Icaria, 2007.

    http://www.apres-developpement.org/http://www.apres-developpement.org/
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    43 La imposibilidad que encontramos para traducir decrecimiento al ingls es muy reveladora de esta do-minacin mental del economicismo y es simtrica, de alguna manera, al problema de traducir crecimientoo desarrollo a lenguas africanas (y tambin naturalmente decrecimiento ... ) El trmino usado por Ni-cholas Georgescu-Roegen, declining no describe verdaderamente lo que entendemos por decrecimiento,no menos que decrease, propuesto por algunas personas. Los neologismos ungrowth, degrowth, dedeve-lopment, no son tampoco muy satisfactorios. Podemos proponer sin embargo equivalentes homeomrficosde "decrecimiento, tales como Schrumpfong en alemn o downshifting (

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    58 Herman Daly, Beyond growth. The Economics o[ Sustainable Development, Boston, Beacon Press, 1996,pp. 10-11.

    59 D.L. Meadows, J.Randers, W. Beherens, The Limits to Growth. A Report jor the Club o[ Romes Project onthe Predicament o[ Mankind, Universe Books, Nueva York, 1972.

    60 Ibd. pp. 273-274.

    61 Conseil Nacional du Patronat Franc;:ais: Consejo Nacional de los Empresarios Franceses. (N de la Tra-ductora).

    62 Vase Franck-Dominique Vivien, Le Dveloppement Soutenable, La Dcrouvene, Pars, 2005, p. 10.