CAPÍTULO II La iglesia de Éfeso -...

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La iglesia de Éfeso CAPÍTULO II Pastor Jesús Lozano

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La iglesia de ÉfesoCAPÍTULO II

Pastor Jesús Lozano

CAPÍTULO II (PRIMERA PARTE)

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Éfeso

APOCALIPSIS SENCILLITO

En este capítulo se se inicia una serie de siete cartas cuyos destinatarios son siete ángeles, en-cargados de siete Iglesias.

Quien envía o dicta estas cartas, es el mismo Se-ñor Jesucristo, siendo Juan, el escribano de es-tas misivas.

Las cartas se dirigen a siete iglesias, estas igle-sias representan, como escribí anteriormente, a la iglesia en general, a través de los tiempos, co-mo leeremos en el desarrollo de este capítulo y el siguiente.

Apocalipsis, revelado en la isla de Patmos aproximadamente en el año 96 d. de Cristo

ÉFESO (La iglesia que olvidó el primer amor)

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Estas iglesias geográficamente se encontraban distribuidas en una región que conocemos como Asia menor y que en la antigüedad se le conocía también como Anatolia.

Asia menor, específicamente el Asia menor occidental se encuen-tra en lo que hoy conocemos como Turquía, y que se encuentra al norte del mar Mediterráneo

Versículo 1.- “Escribe al ángel de la Iglesia de Éfeso, Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y se pasea en me-dio de los siete candelabros de oro, dice estas cosas”

Algunos teólogos coinciden que el ángel o “los ángeles” de estas igle-sias a las cuales Cristo se dirige, eran los ministros o encargados de dichas congregaciones. Por lo tan-to, estos pastores como responsa-bles de las iglesias, eran los direc-tos receptores de dichas cartas.

Los eruditos más serios, coinciden que la iglesia de Éfeso repre-senta a la Iglesia de la era apostólica, es decir, la Iglesia desde su fundación, que sucede en el día de pentecostés, hasta el tiempo en que Juan escribió el libro de Apocalipsis, aproximadamente des-de el año 35, hasta el año 96 después de Cristo.

La ciudad de Éfeso, era llamada “la guardiana del templo” ya que ahí se construyó un enorme y suntuoso templo dedicado a la diosa Artemis o Diana de los Efesios (Hechos 19:35) y que era conside-

rada como la diosa de la fertilidad en casi la mayoría del mundo pagano de aquel tiempo.

Es en esa ciudad en donde se rendía culto a la diosa madre pagana, en don-de la iglesia católica definió a María co-mo la madre de Dios, en el año 431 de nuestra era.

Cristo detenta firmemente en su dies-tra, (la mano del honor, la de la justicia), a las siete estrellas o los siete pastores o ministros, manifestando que quienes le sirven es-tán bajo su cuidado, protegidos por su mano. Además, el Señor di-ce pasearse por en medio de los candelabros de oro, es decir, se pasea, vigila, supervisa, está al tanto de lo que pasa en su Iglesia, que en esta ocasión es representada en los siete candeleros o can-delabros de oro.

Versículo 2.- Yo conozco tus obras, tu arduo trabajo y tu perseve-rancia; que no puedes soportar a los malos, que has puesto a prue-ba a los que se dicen ser apóstoles y no lo son, y los has hallado mentirosos

Cristo está consciente de las obras de su Iglesia, Él conoce el tra-bajo de la Iglesia, además de su paciencia.

Que maravilloso Dios tenemos, El conoce por lo que su iglesia es-tá pasando, además saber acerca de la fidelidad de sus redimidos.

Jesús reconoce que la Iglesia de Éfeso no toleró a los malvados (del griego “kakos”, depravados, injuriosos, malos, perversos).

Esta iglesia, sin duda tenía un discernimiento especial, no solo de-sechó a los malos, sino que aún puso a prueba objetiva a persona-

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jes que se ostentaban como apóstoles, pero que en ver-dad, no lo eran.

En este tiempo, ha surgido una fiebre de pseudo apósto-les y pseudo profetas que nuestra iglesia está abrazan-do bajo la aprobación de mu-chos pastores. Desgraciada-mente, la mayoría de ellos, no son sino charlatanes que se presentan solamente pa-

ra enriquecer su bolsillo.

Creo firmemente que debemos tener este cuidado que la Iglesia de Éfeso tenía, ellos no aceptaban a los apóstoles tan solo por que se ostentaban como tales, sino que los pasaban por pruebas rigurosas, para verificar si en verdad eran legítimos o falsos após-toles.

Versículo 3.- Y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi Nombre, y no has desmayado.

Pese a que habían sufrido por el nombre del Señor, aquella iglesia perseveraba, permanecía fiel a Cristo, sin desanimarse.

Versículo 4.- Sin embargo tengo contra ti, que has dejado tu pri-mer amor

El Señor amonesta a esta iglesia que ciertamente tenía cualidades loables, pero que había descuidado algo mucho muy importante… “El primer amor”.

Éfeso significa, “deseo ardiente” sin embargo, esta iglesia, había abandonado la pasión por el servicio a Dios, Es decir, ya no servía a Cristo con el mismo entusiasmo que al principio, tal vez el culto al Señor se había tornado mecánico, frío. La luna de miel entre la iglesia y su Señor, se había acabado.

Esta realidad se aplica a todos los creyentes en general. Confor-me pasa el tiempo, descuidamos nuestra relación con Cristo, son tantos los favores recibidos, los milagros, las nuevas bendiciones que cada mañana nos regala (Lamentaciones 3:22-23), que deja-mos de valorarle y que terminamos relegándole.

Aquella Iglesia, se apartó de Cristo, no habían vuelto atrás, no es-taban pecando, pero habían dejado su primer a Cristo… atrás.

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Versículo 5.- Recuerda, por tanto, de donde has caído. ¡Arrepiénte-te! Y has las primeras obras. De lo contrario, Yo vendré pronto a ti y quitaré tu candelero de su lugar, si no te arrepientes

Cristo lanza una severa advertencia, “Recuerda de donde has caí-do”

Cristo, en cierta manera, sacude a la Iglesia para que esta vuelva en sí, recordándoles “recuerda de donde has caído”, (recuerda en las alturas que antes volabas conmigo, la gloria del primer amor), y arrepiéntete

Arrepiéntete, (del griego “metanoeo”), significa “cambia tu mentali-dad, reconsidera, compúngete, date media vuelta del camino en donde vas), y has lo que antes hacías, has obras que antes practi-cabas, de lo contrario, si no te arrepientes: Quitaré tu lugar de las iglesias. Dios, exigía y aún exige a su novia, (la iglesia), una fideli-dad y una entrega completa, Dios no admite otros amores entre su novia y Él, hemos de ser exclusivos de Él, nuestro corazón le debe pertenecer a Él, de lo contrario, podremos perder nuestro lugar co-mo la novia del Cordero.

La iglesia de Éfeso, al parecer siguió descuidando ese primer amor hacia Cristo, la ciudad poco a poco se fue destruyendo, y en la actualidad, simplemente quedan ruinas de lo que fuera una gran-de metrópoli.

Versículo 6.- “Pero tienes esto: que aborreces los hechos de los nicolaítas, que Yo también aborrezco”

Cristo termina su carta a la iglesia de Éfeso, con una nota agrada-ble y positiva,

“Pero tienes a tu favor esto….”

“Que aborreces las prácticas de los nicolaítas a los cuales Yo tam-bién aborrezco”

Debo resaltar que Cristo no alaba el odio hacia los nicolaítas, sino el odio a “las obras de estos”. Dios ciertamente odia el pecado, su santidad le hace incompatible hacia el pecado, sin embargo, aun-que odia el pecado, paradójicamente ama al pecador.

Quiénes eran estos nicolaítas que menciona el Señor?

Se dice de un diácono de Antioquía llamado Nicolás, que apostató de la fe verdadera y que se volvió al paganismo, a los seguidores de este personaje se les llamaba nicolaitas, sin embargo, nada hay de seguridad sobre este diácono.

Simplemente, entendemos que los nicolaítas, fue una secta que afirmaba ser cristiana, pero que su vida y sus prácticas eran total-mente opuestas al Evangelio de Cristo.

Estos personajes, vivían un cristianismo sincretista, es decir, un cristianismo mezclado con paganismo, ellos practicaban el liberti-naje, y su religión, aunque se llamaba cristiana, les daba licencia para pecar.

Las prácticas sexuales inmorales, eran antiguamente considera-das como religiosas, había prostitutas sagradas que trabajaban en templos especiales consagrados a la fornicación.

Algunos de ellos, se convirtieron al cristianismo, pero querían ar-monizar su antigua forma de vivir, con la nueva religión del evange-lio, es decir, querían abrazar el cristianismo, sin dejar sus prácticas y su estilo de vida depravado.

En la actualidad, dentro de la Iglesia sucede algo muy parecido es-tamos viendo a muchos que “se convierten” pero que quieren se-guir viviendo como antes.

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Muchos “artistas” seculares, se confiesan ser cristianos, pero si-guen viviendo de la misma manera de antes. No dejan sus costum-bres, su vocabulario, su alcoholismo, su arrogancia, en fin.

Los pastores de Éfeso, reprobaron a estos nicolaitas reprobaron sus obras y a sus maestros. Por tal razón, Cristo, en cierta forma, les felicita por esta actitud.

El Señor lanza una advertencia y dice:

Versículo 7.- “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza, le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios.

En este versículo, encontramos dos requisitos lanzados por Cristo: “El que tenga oídos”, es decir, el que tenga disposición, voluntad de oír.

El que quiera oír, escuche, ponga atención, lo que el Espíritu de Dios dice a las Iglesias; que oiga lo que el Espíritu dice a las igle-sias.

El segundo requisito es: “Al que venza”. Es interesante este texto, la promesa de Cristo no se extiende a todos los que le llamen Se-ñor Señor, ni a los que inicien la carrera del Evangelio, ni a los que Se autonombren cristianos: Esta promesa es… Para el que venza, es decir: El que se mantenga de pie, firme, fiel, leal a su Salvador y Señor. Solamente ese, o esa, recibirán el derecho a comer del árbol de la vida, es decir, a la inmortalidad al lado de Cristo.

El árbol de la vida, fue vedado a los hombres, cuando Adán y Eva pecaron, perdiendo su acceso al árbol de la vida, pero ahora, Cris-to lo ofrece una vez más a todos y todas, quienes venzan.

Este árbol ya no está en el paraíso del edén, pues como Génesis lo menciona, dicho jardín fue destruido,

El árbol está ahora… en el paraíso de Dios. Y de él comeremos algún día.

Que Dios le bendiga

Su siervo: Jesús Lozano

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