CAPITULO 7

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"A VECES EL DESTINO NOS TRAE SORPRESAS" trata de un joven, llamado Manny, que encuentra a su familia agresivamente masacrada en su casa. Luego de esa tragedia, Manny adquiere las fuerzas suficientes para vengar la muerte de su familia. Manny se va hambriento y lleno de furia por las calles de Mexico en busca de una venganza insaciable. En el transcurso de su destino, encuentra el amor, la injusticia, la riqueza y el poder, EN EL MUNDO DEL NARCO TRAFICO.

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25 25 “La sangre está

En

Mis venas”

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Por:

Chavo Guetta

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Segunda Edición

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Chavo Ghetta

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AGRADECIMIENTO

Primeramente, agradezco a Dios Todopoderoso

por darme la capacidad y la sabiduría para hacer este pro-

yecto una realidad y cumplir uno de mis sueños. Gracias

por hacerme entender lo maravillosa que es la vida.

Agradezco a mi esposa, Lourdes Quintana Cruz,

por cada día luchar como una buena guerrera. Por poner

su mirada y capacidad en este proyecto. Gracias por decir

presente cuando te necesito.

Agradezco también a los que no creyeron en mí.

Que, con sus miradas y comentarios, pensaban que esto

era tan solo una imaginación imposible de alcanzar. Así

que, gracias por sus acciones porque me ayudaron a abrir

una puerta oculta en mi vida con un camino lleno de

bendiciones y cosas maravillosas.

Gracias…

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CAP 7

Al regresar a México, se dirige al banco para depo-

sitar todo su dinero. Al salir del banco, se percata que hay

un hombre todo sucio que se acerca a él y le dice:

−No te me acerques que no tengo dinero.

−Yo te conozco.−dijo el hombre.

−A mí todo el mundo me conoce.

−Tú no me entiendes.

−¡Toma este dinero y muévete!−le afirmó uno de

los hombres de Manny

En esos momentos, la limosina llega para recoger a Ma-

nny. Cuando se va a montar, el hombre le grita:

−¡Tú eres el hijo de Manuel!

Inmediatamente, se voltea y se queda mirándolo bien se-

rio y le dice a sus hombres:

−Móntenlo en la guagua.

Pero el hombre forcejea con la gente de Manny. Manny

se le acerca por la parte de atrás y le da con su pistola por

la cabeza.

Estando de vuelta en su mansión, comienza a inte-

rrogar al hombre, pero éste no le dice nada. Simplemen-

te, repite lo mismo una y otra vez. Cansado de tratar de

sacarle algo de información, le dice a su gente que lo lle-

ven a un manicomio. El hombre comienza a gritar:

−¡Sálvame, Manuel!

Cuando al fin se llevan al hombre, Manny se queda pen-

sativo y se pregunta hacia él mismo:

−¿Por qué este hombre sabe el nombre de mi

padre?

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Pero a toda esta, ignora sus pensamientos. Caminando

hacia el estudio de su recámara, toma la foto de su fami-

lia, se queda observándola y la tira contra el piso. Luego,

comienza a destrozar todo lo que hay de frente.

Después de varios largos minutos, sale al balcón

de su recámara y comienza a disparar al aire libre. En

esos momentos, entra Gordo por los portones y se dirige

hacia donde Manny, preguntándole:

−¿Qué te sucede?

Pero Manny, envuelto en su dolor, le apunta con su rifle

y le pregunta:

−¿Quién te dio permiso de entrar a mi cuarto?

Gordo, asustado por el tono que Manny usaba con él le

responde:

−Perdona el atrevimiento. Es que estás un poco

descontrolado y quiero saber qué te sucede a ver si te

puedo ayudar en algo.

−¡Lárgate antes de que te deje los sesos pegados en

la pared! ¡Fuera!

Ese mismo día en la noche, se fue a ver a Pepe

Frontera. Estando de frente, le dice:

−¿Cuál es la emergencia?

−Manny, tenemos problemas bien serios. El carga-

mento que esperábamos se nos cayó y perdimos, todo el

dinero.

−¿Cómo que eso se nos cayó? ¿No que esa gente

eran leales a ti?

−Ahí es que está el problema.

Levantándose del asiento, toma su rifle y le dice:

−Ninguna de mi gente fueron.

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−¿Cómo tú lo sabes?

−Yo conozco a mi gente como Dios conoce a un-

estros corazones. Pero, sí sospecho de mi misma sangre.

Manny, riéndose, le comenta:

−Pues ya tú sabes lo que tienes que hacer. Tú sabes

que el puerco que se nos vire en este juego, se muere.

Así de fácil. Yo te voy a decir algo, desde que nosotros

cruzamos lazos, estoy perdiendo a mucha gente y lamen-

tablemente, tu hermano es la primera manzana podrida.

Así que de tu parte, espero que me des una respuesta

agradable, o aquí se rompe el lazo y nos levantamos otra

vez en guerra.

−Mira, yo sé que mi hermano, tanto a ti como a mí,

nos bregó mal.

Manny, interrumpiéndolo, le dice molesto:

−Vamos a dejarnos de tanto rodeo, ¿lo vas a hacer

tú o lo hago yo?

−Es todo tuyo, aunque me duela enterrar a mi

sangre.

Al otro día, Manny se dirige hacia el casino, donde

siempre se pasaba Alonso Frontera con su ganga. Al ver

que no se encontraba, decide llamar a Pepe Frontera

dejándole saber que su hermano no se encontraba por

ninguna parte.

Pepe Frontera le pregunta:

−¿Lo llamaste al celular o a la casa?

−Lo he llamado varias veces y nada. ¿No será que

tú me lo espantaste y te echaste para atrás?

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−¿Qué va a ser? Mi palabra es como la del Dios

todopoderoso, firme y sin vuelta atrás, ¿ok? Ahora voy a

cambiarte los planes.

−¿Cómo fue lo que dijiste?

−Lo que escuchaste. Quiero esta última semana

con él.

−Está bien, tienes lo que pides. Hoy estamos a

jueves, así que, el otro jueves te toca a ti hacerle la cama.

−Está hablado.

−Ok, te estaré llamando.

Después de haberle enganchado a Pepe Frontera, le dice

a Gordo:

−Quiero que durante esta semana, te cuides mu-

cho. Si Alonso o Pepe te llaman, ignórales la llamada.

Ah, y otra cosa, no des mucha cara.

−Oye Manny, quiero disculparme nuevamente por

haber entrado a tu cuarto.

−Olvídate de eso. Discúlpame tú a mí, era que es-

taba molesto y cuando me pongo así, me dan ganas de

matar al que se ponga de frente. Pero, tranquilo, desvíate

aquí llévame al aeropuerto. Cuando lleguemos, te bajas y

me buscas a nueve hombres duros que se van conmigo.

¿Cuántas escoltas vienen con nosotros?

−Cuatro al frente y seis atrás.

−Está bien con eso por el momento. ¿Cómo va la

casería?

−Va muy bien, aunque hemos perdido a muchos

guerreros entre muy poco tiempo, Belinda y Golota

estarán en peligro de extinción. −Al decir esto, todos los

que van en la guagua se echan a reír.

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Al haber pasado dos horas, Gordo deja a Manny en

las puertas del aeropuerto de Chihuahua, junto con los

nueve hombres. Antes de abordar el avión, llama a J23

para dejarle saber que lo tiene que recoger a él y a su

gente en el aeropuerto de Minnesota…

Manny, llegando al aeropuerto, se dirige a la limo-

sina de J23 con sus hombres. J23 lo saluda y ordena que

los muchachos aborden la otra limosina. Le comenta a

Manny:

−Yo pensaba que era una broma de las tuyas, pero

por lo que veo, mi padre no se equivocó de sus palabras.

−Ahora sí que le llegó la hora a Bimbo. Necesito

que llames al Pinto ya.

−Esa te la debo.

−¿Por qué?

−¿Papi no te contó?

−No.

−Está preso.

−¿Cómo fue eso?

−Mírate esto. Hace tiempo atrás le dije, Con todo

el respeto Pinto, pero ¿tú no crees que ya es hora de que

te retires del juego? y me dijo el cabrón, no, todavía. No

he encontrado a quién dejarle esta mina. Vengo yo y le

digo, No es salir del juego por completo, simplemente es

usar la cabeza y hacer dinero más cómodo, ¿no crees?

−Y, ¿con qué te salió?

−Mira el fregado lo que me dice. Tú sabes que yo

soy intocable el que quiera hacerme daño, tiene que bus-

carse un ejército para poder lograr lo que quiere. Ah, y

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ni así. Cógelo Bummmm, a la semana se lo llevaron

preso. Se le metieron los federales y cuantos policías

existen en esta nación.

−¿Cuánto le dieron de fianza?

−Diez punto cinco millones. Pero eso para él es

como sacarse una costra de la uña. El tipo está podrido de

dinero; eso no le hace ni cosquillas.

−Pero ven acá, ¿cuándo sale ese hombre?

−Ya tiene que estar esta semana afuera.

−Si ese hombre muere, ¿quién coge el control?

−En ese caso, se quedaría tío Langosta o Franco.

Manny, con sus pensamientos venenosos desde hace

tiempo, le dice:

−Y, ¿tú no has pensado quedarte con todo, ser la

cabeza y dejar de ser cola?

−Lo he pensado muchas veces, pero a la verdad, la

situación me puede costar mucho. Es una misión muy

peligrosa.

−¿Qué tú crees si cuentas con mi apoyo?

−Yo sé que cuento contigo, pero esto hay que

pensarlo bien. Hay un corazón tierno que se va a romper.

−Ese corazón, de todas formas, se va a hacer

pedazos. A causa tuya o de otra persona. Tienes que ver-

lo de esta manera, hoy la vida te está dando un puesto

que jamás y nunca pensaste tener.

Al llegar a la mansión, se dirigen hacia adentro

hacia el comedor, donde los están esperando su tío

Langosta y Franco. Al ellos ver a Manny, aplauden.

−¡Al fin te decidiste acabar con Bimbo! −dijo

Franco.

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−Pues tengo un plan un poco complicado, pero sé

que les sonará bien.

−¿Qué esperas para contarnos? –Pregunta Lasgos-

ta.

−Mira lo que vamos a hacer. Empezando, necesito

tres guaguas, las cuales no van a salir de mi bolsillo; que

sean lujosas. Necesito que se compren en la ciudad de

Sacramento.

−Pero, ¿por qué tan lejos?

−Por la simple razón de que no me voy a hospedar

aquí. Me voy a quedar en un hotel en Sacramento. Lo que

les estoy diciendo, tiene que ser para esta semana. Otra

cosa, necesito también a un especialista que bregue con

bombas.

−¿Para qué tú quieres un terrorista si nosotros

tenemos aquí un ejército para caerle a Bimbo? −pregunta

Franco.

−Si tienes un ejército, ¿por qué rayos me contra-

taron a mí?

Manny se echa a reír y continúa:

−¿Tú crees que nosotros nos vamos a llevar a

Bimbo con balas? Mejor sigue soñando, que mi gente y

yo nos encargaremos. ¿Estamos?

Todos en la mesa se echan a reír de Franco. Mientras

Manny dice:

−Ahora, quisiera que me llevaran a Sacramento.

Al salir de la mansión, J23 llama a su piloto para

que prepare el avión y lo tengan listo. Llegando a la pista,

se bajan.

−Tienes que moverte temprano y rápido.

Le da un abrazo y le continúa diciendo:

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−A la verdad que yo no sé cómo Franco sigue vivo

porque no tiene malicia para estas cosas. Bueno, te dejo

que estoy cansado.

Durante el pequeño vuelo, Manny se comunica con

Bimbo y le deja saber que se encuentra en California.

Al otro día, temprano en la mañana, Bimbo llama a

Manny.

−Mira, dormilón, ¿qué haces?

−Ahora mismo no estoy haciendo nada.

−¿Quieres que envíe gente a buscarte?

−No, no. No te preocupes. Mejor dime dónde pue-

do encontrarte.

−¿Estás seguro?

−Sí, tranquilo.

−Estoy acá en el casino.

−Ah pues, yo caigo allá en par de horas.

−Está bien, hablamos acá entonces.

Después de una hora, J23 llama a Manny.

−Oye Manny, ya todo está preparado. En el esta-

cionamiento, mi gente te está esperando para darte las

llaves. Si los necesitas, puedes contar con ellos.

−Está bien, pero yo creo que no me van a ser útil.

Y, ¿el hombre que te pedí?

−Tío Langosta se está encargando de eso.

−Acuérdate que eso se tiene que hacer esta sema-

na.

−Tranquilo, que todo está en nuestras manos.

Al engancharle, se dirige con su gente al estacionamiento

para recoger las guaguas, diciéndole a la gente de J23:

−Gracias por todo, pero ahora se pueden marchar.

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Después que arrancó del hotel con su gente, se

dirigió al casino para encontrarse con Bimbo. Al ver

Bimbo de frente a Manny, lo recibe con un abrazo y con

una gran felicidad.

−Yo pensaba que ya no ibas a venir.

−Aquí el tráfico está demasiado elevado, un tapón

por donde quiera que me metía. Por una calle cogía, y

otro.

−Pero nada, lo importante es que estoy aquí.

−Me imagino que no tienes prisa y que ya por fin

conseguiste el amor de tu vida.

−No, todavía. No quiero nada en serio con ningu-

na. Mientras seguían hablando, Bimbo le mostraba todo

el casino y le pregunta:

−¿Qué haces por acá?

−Vine en busca de negocios.

−¿Qué tipo de negocio?

−No sé, estoy buscando un buen casino donde yo

pueda lavar mi dinero.

−Pues fíjate, en buen momento llegaste porque

tengo pensado vender este casino. Esto es una mina. Se

mete cuánto artista hay en esta ciudad. Aquí vienen a

gastar su dinero. Te quiero hacer una pregunta que hace

tiempo me tiene un poco preocupado. ¿Tú y tu gente,

tuvieron que ver con la muerte de Santiago?

−¿Tú crees que si yo hubiese sido, estuviese aquí?

Pero para que se te quite la duda, no tengo que ver con

eso.

−¿Qué es lo que está pasando con Buzo y contigo?

−Yo no sé qué le pasa a Buzo. Él dice que yo lo

mandé a matar, pero es como yo le dije. Si lo apreciaba

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tanto, por qué no le dio protección allá adentro, tú sabes.

Yo soy un hombre y en esto también llevo tiempo. A lo

mejor él mismo lo mandó a matar y quiere echarle los

veinte a otro. Pero, yo te voy a hablar claro. Si el hombre

se tira, aunque sea pana tuyo, entonces sí yo voy a cruzar

las líneas. No me va a importar lo que venga.

−Ahora tú me dejaste pensando. Si Buzo mandó a

matar a Santiago, él se muere porque se muere. Así tenga

que ir a buscarlo al infierno, pero lo mato. Y ven acá, la

mansión, ¿cómo tú la obtuviste?

−Eso fue a través de Gordo. Ya yo le había comen-

tado que quería comprar una mansión buena. De momen-

to, cayó la mansión de Santiago. Ya tú sabes, me la ofre-

cieron a buen precio.

−No compraste una mansión normal. Eso es un

palacio. ¿La pista ya estaba terminada?

−Estaba lista para un rey como yo.

Ambos se ríen.

−Ya que estás aquí, ¿por qué no jugamos un juego

de póker?

−Vamos a esa.

Después de unas largas horas, Manny decide reti-

rarse, pero Bimbo le insiste que se quede con su gente en

su mansión nueva. Le dice que esa noche tendrá una gran

fiesta que para él será una noche inolvidable. Manny le

dice que no puede por razones personales y que será en

otra ocasión. Bimbo, escuchando la excusa barata de

Manny, le dice:

−Pues, está bien. Mañana, ¿podrás darte cita aquí

de nuevo? Voy a anunciar el nacimiento de mi hija. Quie-

ro que estés presente.

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−¡Felicidades! Cuenta con eso.

−Gracias, te espero mañana.

−Si el supuesto Dios que está allá arriba nos da un

día más, aquí estaré.

Al día siguiente, llama a J23 para preguntarle que

si ya estaba el hombre listo. J23 le informa que el hombre

ya iba de camino y que no se moviera del hotel. Al pasar

dos horas, la recepcionista del hotel se comunica con

Manny para informarle que un sujeto lo procura. Le acla-

ra que no hay problema, que lo dejen subir a su habita-

ción. Minutos después, el hombre se encuentra con Ma-

nny.

−¿Qué es lo que tú quieres hacer?

−Lo que quiero es que me prepares tres guaguas

con unas buenas bombas de control remoto.

El hombre camina y se detiene frente a la ventana pre-

guntando:

−¿Para cuándo tú quieres este trabajo?

−Para antes de la medianoche.

−¿De cuántos pisos es que estamos hablando?

−De cuatro.

El hombre, suspirando, dice:

−Ok, esto hay que empezarlo ya.

−Llévate a tres de mi gente para que te den la

mano en lo que sea. Cuando esté listo el trabajo, me

llamas.

El hombre se marcha y Manny se queda pensativo. Uno

de sus hombres le comenta:

−Jefe, noto que está un poco inquieto. ¿Qué

sucede?, si se puede saber.

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−Hay un pequeño problema con lo que vamos a

hacer.

−¿Qué problema puede haber, si todo está saliendo

como tú lo estás pidiendo?

−De ese lado, yo sé que está bien. El asunto es, que

esta noche, Bimbo va a presentar el nacimiento de su

hija.

−Y eso, ¿qué tiene que ver?

−¡Morón! Va a estar ahí su esposa y su bebé dentro

de su vientre. ¡Esas dos vidas son inocentes, especial-

mente el bebé!

−Jefe, no hay otra forma de hacer esto. Podemos

secuestrar a la mujer en lo que se le da el cantazo a

Bimbo.

−No, no tenemos tiempo.

−Jefe, con todo el respeto que te mereces, si le toca

morir a esas personas que van a estar en el casino esta

noche, ese será su destino y no hay como pararlo. Así lo

quiere Dios, porque tú eres quien viene a cobrar todas sus

faltas. ¡Por el bebé, no te preocupes! Porque ella no

puede nacer. Así que cálmate, ese es su destino. ¿Quie-

res que te sirva un trago?

−Sí, te lo voy a agradecer. ¿Cómo sabes tú estas

cosas?

−Desde pequeño, mis abuelos y mis padres, le

sirven al rey de las tinieblas. Para nosotros, él es el Dios,

le llamamos el Cobrador de nuestras almas. Él nos ha

prometido cuidarnos de la muerte y de gente como tú,

que nacen para cobrar venganza. Pero, también nos dice,

que por cada vida mala que quitemos en este mundo, él

nos hará más poderoso. El día que nos llegue la hora, él

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nos pondrá como reyes en este mundo. Seremos tan

poderosos como él. También dice que no sentirá celos

por nosotros porque somos hijos de la noche y viviremos

para siempre.

−Eso no puede ser.

El hombre, cambiando su tono de voz e imitando la de

Manuel, el padre de Manny, le dice:

−Déjate llevar por las palabras de este mensajero

que he puesto delante de ti para que afirme tu camino y

puedas llegar hacia mí para volver a vivir en familia.

Durante este tiempo, te he estado cuidando, pero tienes

que hacer algo por mí.

−Papi, dime, que tus órdenes son echas.

El supuesto Manuel continúa diciéndole:

−Muy bien, hijo. Ahora quiero que hagas un pacto

conmigo. Córtate la mano derecha y con tu sangre, dibuja

una estrella. Clama al rey de las tinieblas, invocando su

nombre. Di en gran voz, Yo te pertenezco, yo soy propie-

dad tuya y haré lo que tú me pidas.

En esos momentos, hizo lo que el supuesto padre le había

pedido.

Horas más tarde, Manny se encuentra tirado en el

piso en un viaje. El sujeto lo levanta diciéndole:

−Jefe, levántate.

−¿Qué fue lo que pasó?

−Ahora eres parte de mi familia.

−¿Cómo es eso?

−Mira tu mano derecha y el piso.

−¿Qué fue lo que sucedió aquí? Mi padre, ¿dónde

está?

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−Toma este trago para que te relajes. −y se echa a

reír. Le comenta a Manny:

−Aquí pasó lo que tenía que pasar desde hace ti-

empo. Ahora sabes quién soy yo y a quién perteneces.

La estrella es señal del pacto que hiciste con tu papá. De

ahora en adelante, estaremos juntos porque tú tienes

autoridad sobre mí. Mi rey te ha puesto en un rango bien

alto. No a todos los que vienen se les da ese rango. Así

que tú eres afortunado.

−Limpia eso que me voy a bañar. Mándame a pe-

dir unas pastillas para el dolor de cabeza.

Horas más tarde, Manny recibe la llamada que

estaba esperando. El hombre le dice que ya todo estaba

listo.

−Muy bien. Entonces espero aquí para darte el

dinero.

Al enganchar, recibe un mensaje y mirando el celular,

murmura:

−Mira nada más quién me procura. ¿Para qué seré

bueno? Déjame llamar a esta sabandija.

Después de varios timbrazos, el abogado contesta. Ma-

nny le exclama:

−¡Tanto tiempo sin saber de ti! ¿Qué desea, Sr.

Gobernador?

−Sé que no te encuentras en el país, pero debo

darte una razón que no va a ser de tu agrado.

−Dime.

−Necesito que me entregues un cargamento bien,

bien grande. No quiero excusas. Ah, y otra cosa, que sea

puro, ¿entiendes lo que te digo?

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−¿Tú no te conformas con todos los palos que has

dado desde que eres gobernador? Pues, ¿sabes algo? Que

no te pienso dar más ninguno, te guste a ti y a todos los

socios corruptos tuyos. ¿Ok? −dijo Manny molesto.

−Oye, escucha, no seas tan cerrado. El único que

está quejándose eres tú. Conmigo tienes que hacerlo, o si

no, te desapareces. Así de fácil.

−A ti como que ese puesto te está volviendo loco.

Si yo te entrego un cargamento puro, pierdo mucho

dinero. Algo que tú y los monigotes tuyos no les va a

afectar. Si no, con su ignorancia de lagartijos, se van a

beneficiar. Poniendo sus caras de hombres rectos en la

prensa, si te lo entrego, va más cortado que los demás.

Enganchándole, camina hacia el balcón y decide llamar a

J23.

−Oye, necesito que envíes lo mío esta noche.

−Espérate un momento. ¿Qué es lo que pasa?

−No pasa nada. Solo haz lo que te digo.

−Manny, eso no puede ser hoy. No tengo el barco

ni las avionetas ni suficiente gente que empaquen la

droga. Eso tiene que ser mañana.

−Está bien. Sin falta, mañana.

En esos momentos, entra la gente de Manny con el hom-

bre de la bomba. Les dice a sus hombres:

−Déjenos solos.

Manny le comenta al hombre:

−Mírate esto a ver si te gusta. ¿Está bien con eso o

te debo algo más?

−Perfecto, esto es suficiente. Aquí está el control.

−¿Cómo funciona esto?

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−El botón rojo es el seguro. Si lo hundes, se de-

sactiva el seguro y si por error hundes el botón verde,

vola mos en cantos.

−Ok, te puedes retirar.

−Ha sido un placer trabajar para usted y espero que

no sea la última. Que dentro muy poco nos volvamos a

ver las caras.

−Hay que ver lo que el destino tiene con nosotros.

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