CAPITULO 5 NqnMPN CulturaProvincialPopular

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5- Provincialización, cultura y movimiento provincial popular El no-proyecto del Territorio fue un período en el que la Argentina dependiente de la agroexpor- tación solo atinó a instalar en la provincia una suerte de protomodernidad, pues ninguna cade- na productiva se erigió en fuente de acumulación capitalista, mientras que, más allá de sus retóri- cas, el Estado se limitó a preservar la soberanía y cierto orden policial. Semejante modelo despo- bló el interior, eliminando o expulsando a la mayoría de los pueblos originarios, con excepción de los veranadores del Alto Neuquén, por su condición de católicos. Al constituirse como pro- vincia, en 1958, Neuquén contaba con apenas 40.000 habitantes; menos que ochenta años antes, cuando llegó el Ejército, pero con una diferencia: la sociedad aborigen era igualitaria e inclusiva, mientras que el régimen territoriano estigmatizó y empobreció a las comunidades rurales y ba- rriales. Los acontecimientos fundacionales (dictado de la Constitución provincial en 1957 y, un año des- pués, asunción de las primeras autoridades electas) trascendieron lo meramente institucional, pues fueron la base de nuevas dinámicas políticas, económicas y culturales. Pero no inmediata- mente, pues el primer gobierno constitucional prolongó la exclusión popular con la prohibición del peronismo, que, durante el Territorio, había ganado todas las comunas donde se permitió votar. El Movimiento Popular Neuquino fue la creación de esas mayorías en búsqueda de repre- sentación, una innovación social que fue mucho más que una maniobra política: fue la cristaliza- ción de procesos culturales e identitarios provinciales de larga data, una construcción de sentidos a partir de la experiencia de las mayorías marginadas y la consecuente acción política reivindica- tiva. Sin la comprensión de tales trayectorias sociales no se puede “explicar” al MPN, lo que, salvo excepciones, no han intentado hasta ahora historiadores, académicos y analistas políticos. Culturas globales, nacionales y provinciales Para tal cometido resultan pertinentes destacados aportes de Renato Ortiz (1996: 60 y 61): Mi propuesta es considerar el espacio como un conjunto de planos atravesados por procesos sociales diferenciados: [dejando] de lado los pares opuestos externo/interno, cercano/distante, podemos imaginar, idealmente, la existencia de tres dimensiones. Una primera, en la cual se manifiestan las implicaciones de las historias particulares de cada localidad [...]. El segundo nivel se refiere a las historias nacionales, que atraviesan los planos locales y los definen a su manera. [Y] una última dimensión, más reciente, es la de la mundialización. Proceso que atraviesa los planos nacionales y locales, cruzando historias diferenciadas. Así, cultura mundo, cultura nacional y cultura local dejan de ser pensadas como construcciones jerárquicas de procesos estancos, para ser concebidas como “transversalidades” (Ibídem), lo que implica que:

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Historia de Neuquen 5

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  • 5- Provincializacin, cultura y movimiento provincial popular

    El no-proyecto del Territorio fue un perodo en el que la Argentina dependiente de la agroexpor-

    tacin solo atin a instalar en la provincia una suerte de protomodernidad, pues ninguna cade-

    na productiva se erigi en fuente de acumulacin capitalista, mientras que, ms all de sus retri-

    cas, el Estado se limit a preservar la soberana y cierto orden policial. Semejante modelo despo-

    bl el interior, eliminando o expulsando a la mayora de los pueblos originarios, con excepcin

    de los veranadores del Alto Neuqun, por su condicin de catlicos. Al constituirse como pro-

    vincia, en 1958, Neuqun contaba con apenas 40.000 habitantes; menos que ochenta aos antes,

    cuando lleg el Ejrcito, pero con una diferencia: la sociedad aborigen era igualitaria e inclusiva,

    mientras que el rgimen territoriano estigmatiz y empobreci a las comunidades rurales y ba-

    rriales.

    Los acontecimientos fundacionales (dictado de la Constitucin provincial en 1957 y, un ao des-

    pus, asuncin de las primeras autoridades electas) trascendieron lo meramente institucional,

    pues fueron la base de nuevas dinmicas polticas, econmicas y culturales. Pero no inmediata-

    mente, pues el primer gobierno constitucional prolong la exclusin popular con la prohibicin

    del peronismo, que, durante el Territorio, haba ganado todas las comunas donde se permiti

    votar. El Movimiento Popular Neuquino fue la creacin de esas mayoras en bsqueda de repre-

    sentacin, una innovacin social que fue mucho ms que una maniobra poltica: fue la cristaliza-

    cin de procesos culturales e identitarios provinciales de larga data, una construccin de sentidos

    a partir de la experiencia de las mayoras marginadas y la consecuente accin poltica reivindica-

    tiva. Sin la comprensin de tales trayectorias sociales no se puede explicar al MPN, lo que,

    salvo excepciones, no han intentado hasta ahora historiadores, acadmicos y analistas polticos.

    Culturas globales, nacionales y provinciales

    Para tal cometido resultan pertinentes destacados aportes de Renato Ortiz (1996: 60 y 61):

    Mi propuesta es considerar el espacio como un conjunto de planos atravesados por procesos

    sociales diferenciados: [dejando] de lado los pares opuestos externo/interno, cercano/distante,

    podemos imaginar, idealmente, la existencia de tres dimensiones. Una primera, en la cual se

    manifiestan las implicaciones de las historias particulares de cada localidad [...]. El segundo nivel

    se refiere a las historias nacionales, que atraviesan los planos locales y los definen a su manera.

    [Y] una ltima dimensin, ms reciente, es la de la mundializacin. Proceso que atraviesa los

    planos nacionales y locales, cruzando historias diferenciadas.

    As, cultura mundo, cultura nacional y cultura local dejan de ser pensadas como construcciones

    jerrquicas de procesos estancos, para ser concebidas como transversalidades (Ibdem), lo que

    implica que:

  • [] no existe una oposicin inmanente entre local/nacional/mundial. [Lo] cotidiano no es el atri-

    buto del Ser local, idealizado muchas veces como sinnimo de autntico: es el presupuesto de

    la existencia de cualquier cultura. La modernidad mundo solo se realiza cuando se localiza, y

    confiere sentido al comportamiento y la conducta de los individuos. En ese sentido, la oposicin

    entre mundial/nacional/local, un dato del sentido comn, es un falso problema. (Ibdem).

    El autor desarroll ese enfoque en el marco de la discusin generada por el surgimiento de los

    grupos globales contrahegemnicos y reivindicativos, distintos de los tradicionales movimientos

    nacional-populares del Tercer Mundo. En la primera modernidad, el espacio de las estrategias

    polticas y la unidad de cuentas de la planificacin econmica fueron la nacin y su Estado, don-

    de los procesos subregionales aparecan como epifenmenos y lo internacional era importante

    pero lejano, no incluido en las relaciones internas. En la modernidad mundo (la globalizacin),

    marcadamente tecnolgica y comunicacional, emergen poderosas dinmicas de sentido y de ac-

    cin superpuestas y vinculadas a los viejos significados nacionales: culturas internacional

    populares [que implican la] desterritorializacin de signos, imgenes y objetos (Ibdem: 44);

    sentidos y acciones que modifican las vivencias e identidades de todas las comunidades del pla-

    neta; por ejemplo, hoy una persona puede identificarse como peronista a la vez que rollinga o

    blogger, como mapuche afiliado a Greenpeace, tan hincha de Alianza de Cutral Co como del

    Barcelona, tan criancero como usuario de Facebook.

    Ahora bien, siguiendo coherentemente el enfoque, en pases extensos y socialmente diversos,

    como Argentina, no se puede ignorar la presencia poltica, econmica y cultural de instituciones

    y estructuras intermedias

    entre lo nacional y lo local.

    Los Estados provinciales y

    otros subsistemas regionales

    son la cristalizacin de histo-

    rias, intereses, semnticas y

    movimientos sociales mu-

    chas veces contradictorios o

    divergentes de los naciona-

    les, que pueden acumular

    capacidades culturales, pol-

    ticas y econmicas propias.

    De tal forma, en el escenario

    de nuestro inters es necesa-

    rio in-corporar (localizar-en-

    Gregorio lvarez y Felipe Sapag (circa 1986), creadores y por-tadores de significados de la cultura provincial popular de

    Neuqun

  • el-cuerpo), entrelazado con las culturas internacionales y nacionales, el estadio provincial de

    creacin de sentidos, incluyendo Estado, instituciones, mercados, grupos e identificaciones con-

    tenidos en ese espacio. Dentro del sistema Neuqun, el llenado de dicho vaco terico es necesa-

    rio, dada una fuerte evidencia emprica: la presencia de una complejidad de relaciones, que in-

    cluyen lo local/global y lo local/nacional, pero que quedan subordinadas (sub-ordenadas) respec-

    to de las interacciones local/provinciales (donde lo local puede ser un paraje, un barrio, una co-

    munidad originaria o una red social). Desde la provincializacin en adelante, las influencias pro-

    vinciales en los contextos microsociales se consolidaron como dominantes de los sentidos nacio-

    nales e extranacionales por densidad, intensidad y capacidad para afectar vida, trabajo, costum-

    bres e imaginarios de los pobladores.

    El teorema de Ortiz es preciso y causal: hay culturas nacionales y globales, ergo tambin existen

    movimientos populares nacionales e internacionales. La extensin es inmediata: si existen tam-

    bin slidas culturas provinciales, es necesario, legtimo e inevitable el surgimiento de movi-

    mientos populares provinciales, como ocurri en Neuqun.

    Felipe Sapag: de izquierda o de derecha?

    Corolario del teorema extendido: creer, como lo han hecho la mayora de los dirigentes peronis-

    tas de los ltimos cincuenta aos, que el MPN es un fenmeno pasajero, una anomala que algu-

    na vez se corregir, una traicin a los principios justicialistas, es un error grave, pues desvalo-

    riza las culturas, los sentimientos y las demandas locales. Asimismo, cuando la izquierda tradi-

    cional y los sucedneos posmodernos acusan a los partidos provinciales de ser funcionales a la

    dependencia, ya que fragmentan el frente nacional contra los poderes multinacionales, invo-

    luntariamente -o no- desprecian potencialidades populares que, por privilegiar la propia identi-

    dad y los propios intereses, son tildadas muy a la ligera (o muy livianamente) de proimperia-

    listas o procapitalistas.

    Puedo ser marxista, liberal o conservador en lo nacional-internacional, pero adherir a un partido

    provincial, sin haber en ello contradiccin insalvable alguna. Ejemplos:

    - El socialista Federico Cantoni cre, a principios del siglo pasado, un poderoso partido en San

    Juan, dejando huellas que permanecen en el imaginario y en el desarrollo provincial; tambin en

    Mendoza, en la misma poca y muy cerca, los gansos (por lo echados para atrs que se mos-

    traban) eran ultraconservadores.

    - Pedro Angeleri, el primer intendente del MPN en Cutral Co, nacido en Italia, era declarada-

    mente fachista, en tanto que Gustavo Vaca Narvaja, ministro de Salud del ex gobernador Pe-

    dro Salvatori, fue y es un coherente luchador de izquierda.

  • - Amado Sapag era partidario del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, mientras su hermano

    Felipe, era de izquierda? No, fue propietario de empresas y, desde el gobierno, propuls inver-

    siones privadas de toda magnitud, desde pymes hasta multinacionales petroleras. Entonces, de

    derecha? Tampoco; de joven trabaj codo a codo con afiliados al Partido Comunista en la coope-

    radora escolar del pueblo y, como gobernador, reconoci derechos sociales y territoriales a los

    mapuches, impuls la participacin del Estado en la produccin, cre empresas estatales, subsi-

    di viviendas populares, cre un sistema de salud gratuito y luch contra la dictadura y por los

    derechos humanos. Izquierda y derecha pierden sentido en los contextos de interacciones

    simblicas provinciales: Felipe Sapag fue un militante destacado del movimiento popular neu-

    queniano.

    Bibliografa

    Ortiz, Renato (1996). Otro territorio. Ensayos sobre el mundo contemporneo. Buenos Aires,

    Universidad Nacional de Quilmes.