CAPITULO 5

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CAPITULO 5

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25 25 “La sangre está

En

Mis venas”

25

Por:

Chavo Guetta

Segunda Edición

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escrita de los titulares del Copyright la reproducción total o

parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,

comprendidos la reprografía y el tratamiento informativo así

como la distribución de ejemplares mediante alquiler o

préstamos públicos.

Chavo Ghetta

AGRADECIMIENTO

Primeramente, agradezco a Dios Todopoderoso

por darme la capacidad y la sabiduría para hacer este pro-

yecto una realidad y cumplir uno de mis sueños. Gracias

por hacerme entender lo maravillosa que es la vida.

Agradezco a mi esposa, Lourdes Quintana Cruz,

por cada día luchar como una buena guerrera. Por poner

su mirada y capacidad en este proyecto. Gracias por decir

presente cuando te necesito.

Agradezco también a los que no creyeron en mí.

Que, con sus miradas y comentarios, pensaban que esto

era tan solo una imaginación imposible de alcanzar. Así

que, gracias por sus acciones porque me ayudaron a abrir

una puerta oculta en mi vida con un camino lleno de

bendiciones y cosas maravillosas.

Gracias…

CAP 5

Al fin el tiempo llega haciendo a Manny libre y sin

deuda a la sociedad. A la parte de afuera se encuentra

Gordo solo, como Manny se lo había pedido. Al salir

afuera de los portones, Gordo le hace una vieja señal de

cambio de luz. Inmediatamente capta la señal y se dirige

a la guagua con una sonrisa y se monta.

Gordo le comenta, emocionado:

−¡Al fin maldito perro, eres libre!

Lo saluda dándole un abrazo y un beso en el cachete,

tradición de los viejos capos.

−Bueno Gordo, llegó la hora de volver a conquis-

tar lo que es mío. Voy a sacar a estos puercos del medio.

−Cuenta conmigo porque al primero que quiero

darle es a Golota.

Alejándose de la cárcel, se dirigen al aeropuerto donde

abordan un avión hacia Minnesota. Durante el vuelo,

Gordo le pregunta:

−¿Qué va a pasar con Belinda?

−Belinda es una basura y el tiempo hablará por sí

mismo. Tan pronto me establezca y me acomode, no

vamos a hacer más tratos con Belinda ni con su puerco

esposo.

−¿Por qué no hacemos esto? Cuando regresemos a

México, yo le doy para abajo a Golota.

−Todavía no es tiempo.

−Manny, ese hombre es un ambicioso y un envi-

dioso. Una vez dejes de hacer tratos con él, o con su

amada Belinda, ya tú sabes lo que viene.

−Quédate tranquilo, Gordo. Deja que siga comi-

endo, que muy pronto va a vomitar toda la mierda que se

comió. Mientras tanto, vete pensando a dónde vas a

ubicar a tu familia.

Llegando a Minnesota, toman un taxi y se dirigen a la

estación de trenes donde hay un hombre esperándolos.

Este los conduce a la mansión de J23.

Al llegar a la mansión, el hijo de Goico lo recibe

con una gran fiesta, donde Manny conoce a una mujer

muy hermosa, hija de uno de los capos. Después de que

J23 había presentado a Manny y a Gordo, lo dirigen al

cuarto donde se encuentra Goico. Antes de abrir las

puertas, J23 le advierte a Manny que su padre, Goico,

está bien afectado por la muerte de Junito. Manny le pide

un pequeño favor a J23 diciéndole:

−No le digas nada a Gordo que eres el hijo de

Goico.

−No te preocupes por eso.

Siguen caminando hacia el cuarto y Manny le da las

gracias. Entrando al cuarto, al Goico verlo, se le echa a

llorar encima. Y le exclama:

−¡Júrame que vas a buscar a ese infeliz tan pronto

llegues a México!

−¿Cuándo, mutuamente, nos hemos fallado?

Nunca, ¿verdad? Aunque tú no me lo pidieses, como

quiera lo voy a matar. Así que deja que Junito descanse

en paz y no sigas haciéndote más daño.

−¿Sabes algo, Manny? Que yo nunca te he dicho,

cuando me le dieron los tiros a J23, yo formé una gran

guerra que duró casi dos años. Tu padre Manuel, que en

paz descanse, siempre estuvo conmigo. Todos los días

salíamos de casería, pero tu padre me hizo entender al

tiempo que no valía la pena seguir esa guerra porque J23

estaba vivo.

−Para, Goico. ¿Cómo es que J23 llegó hasta aquí

y no lo vinieron a matar?

Goico, riéndose, respondió:

−Eso es lo más lindo que tiene esta pequeña

historia. Lo que hice fue que falsifiqué el entierro y lo

envié en una caja de muerto, bien preparada, para acá con

su tío Langosta, y problema resuelto.

−Ven acá, ¿y con quiénes ustedes tenían guerra?

−Con Los Fronteras.

−¿Ustedes no pudieron con ese hombre?

Goico se ríe nuevamente, prende un tabaco caminando, y

le aclara:

−Pues mira, esa noche le matamos a uno de sus

hermanos para que él viera que esto era una guerra seria

y que yo no me iba a quedar con los brazos cruzados. Al

matar a su hermano, recibimos una llamada que él estaba

en el casino. En esos momentos, arrancamos para allá,

pero por desgracia, los policías se la apuntaron primero.

Así que, ese excremento tuvo suerte y ahí fue que se

acabó toda la guerra.

Justo cuando Goico termina de hablar, entra al

cuarto J23 y le dice a Goico que su tío quiere hablar con

él a solas. Goico le dice a Manny:

−Vete a divertirte un rato que sé que te hace mucha

falta.

Al decir esto, ambos se retiran de la habitación.

−La mujer del vestido negro, ¿es casada? −le

preguntó Manny a J23.

−Mucho cuidado con ella. Es la hija del capo más

grande del norte.

−Así que si te vas a acercar a esa princesa, camina

con mucha precaución. −Y, poniéndole el brazo en su

hombro continúa:

−Te dejo solo a ver qué puedes lograr. No va a ser

mucho pero inténtalo, a ver qué sacas.

−Antes que te vayas, quiero darte las gracias

nuevamente por todo lo que has hecho por mí durante el

tiempo que estuve preso.

−Aquí el que tiene que dar las gracias soy yo, por

cuidar siempre a mi papá. Ahora, apresúrate porque la

ataca otro.

Manny aprovecha la oportunidad y se acerca a la mesa de

la dama.

−¡Buenas noches! ¿Me permite tomar asiento?

−¡Pensé que nunca preguntarías!

−Ya que no tuve el placer de presentarme cuando

llegué, aprovecho esta oportunidad. Mi nombre es Ma-

nny.

−Dios te bendiga, Manny. Me llamo Génesis.

−Bonito nombre, Génesis.

Justo cuando Manny iba a ofrecerle una cita, Gordo se

acerca a la mesa y le informa al oído que Goico lo

quiere ver enseguida.

−Discúlpame, pero me tengo que retirar.

−No te preocupes. Será en otra ocasión que poda-

mos conocernos mejor.

−Ha sido un placer conocer a una mujer tan bella.

Génesis, sonriendo, le da las gracias como toda una

mujer de modales.

−El placer ha sido mío.

Al llegar a donde está Goico, le pregunta:

−¿Cuál es la emergencia?

−Siéntate que queremos hablarte de algo muy

delicado.

Mientras Franco se queda observando a Manny, le dice:

−Goico me ha estado hablando muy bien de ti.

Tengo un trabajo y tú eres la herramienta adecuada para

solucionar el pequeño escape que hay en la competencia.

−¿Quién es el sujeto?

−Bimbo.

Manny, levantándose de la silla, se agarra la barbilla y

comenta:

−Tú sabes que Bimbo brega con Buzo y Orta.

−Sí, lo sé. ¿Qué tiene que ver?

Manny se ríe incómodamente y vuelve a tomar asiento.

Pide un trago de whiskey.

−Si yo le doy a ese hombre, se va a formar

tremenda guerra. Así que el asunto está muy delicado,

como dijiste.

Goico le dice a Manny:

−Si es por el dinero, no tienes que preocuparte.

Además, te van a pagar lo que tú pidas.

−¿Así está la cosa, que pagan lo que sea por ese

hombre?

−Lo tomas o lo dejas. −le dijo Franco.

Manny, mirando a Goico, se toma varios segundos y se

queda pensando y suspira disiendo.

−Ok, tomaré el trabajo, pero con una condición.

−Dale que te escuchamos. −dijo Franco.

−Necesito bastante tiempo.

−No, no, no, no. Tiene que ser para esta semana.

−Pues lo siento mucho por ti Franco. Búscate a

otra persona que te haga el trabajito.

−Con todo el respeto que te mereces, pero Manny

tiene razón. −añadió Goico.

−Ok, Y ¿cuánto tiempo se tomará esto Manny?

−No sé cuánto me lleve, pero tienes que tener

paciencia. Si me disculpan, ya me tengo que retirar.

Estrechando su mano, se despide de Goico y Franco. Al

retirarse, Franco le comenta a Goico:

El hombre me cayó bien. Podemos hacer muchos

negocios. El asunto de este problemita es que él quiere

demasiado de tiempo.

−Mira, a Manny yo lo conozco desde hace mucho

tiempo y no te niego que cuando entró al juego me

causaba un poco de molestia. Pero, poco a poco, se fue

ganando el respeto de los Cobras y mío. Sé que si te está

pidiendo tiempo es porque él planchará el plan y no te va

a fallar…

Ya al otro día, Manny y Gordo están en México.

Gordo sigue su camino y le deja la guagua a Manny.

Manny se dirige a casa de Buzo, pero éste no se encuen-

tra. No le queda más remedio y se dirige a casa de

Belinda. Al Belinda enterarse que Manny la está procu-

rando, le pide a los guarda espaldas que lo dejen pasar.

Manny, entrando a la mansión, lo pasan para la antesala,

donde Belinda está esperándolo bien arreglada.

Belinda, al ver de frente a Manny, se pone

nerviosa. Manny le dice:

−Se ve que te ha ido muy bien.

Se queda mirando a Belinda, mientras la misma guarda

silencio.

−Ven acá, ¿sientes placer cuando te hace el amor

el puerco de tu esposo?

Belinda, a la defensiva, responde:

−Déjame decirte que sí me hace el amor mejor que

tú y él sí es un verdadero caballero, como nunca lo fuiste

tú, pedazo de basura.

−Te noto nerviosa cuando me hablas. No temas,

que no vengo a matarte.

−Mira Manny, yo soy una mujer muy feliz ahora.

Lo mío y lo tuyo se acabó hace mucho tiempo.

−Espérate un momento. ¿Tú piensas que yo vengo

aquí para verte? No mamita, por lo que veo sigues con el

mismo cerebro de cabra. Quiero que esta pequeña con-

versación te quede bien clara. Vengo por lo mío y mis

puntos de droga. Así que te estoy advirtiendo que de esta

semana, se acabaron los negocios con ustedes. Espero

que esto te haya quedado bien claro.

−¿Ah sí? Pues veo que no estás bien informado.

Para empezar, te tengo una desagradable noticia. Si

quieres droga, o lo que quieras, me lo vas a tener que

comprar a mí.

−Lo siento por ti babosa y por tu puerco de

marido. Porque cuando yo estoy, mando yo. Ahora, me

voy porque ya he gastado mucha saliva.

Caminando hacia la puerta, le advierte:

−Acuérdate, ahora soy yo.

Cuando Manny sale por las puertas de la casa de

Belinda, ella no espera ni diez segundos para agarrar el

celular y notificarle a su marido lo ocurrido. Después se

acuerda que su marido se encuentra con Buzo en las

afueras de México y comienza a gritar como loca y

revienta el celular contra el piso. Horas más tarde,

Belinda se encuentra embriagada y envía a llamar a uno

de sus trabajadores. Le da una orden para que vayan y

maten a Manny…

Las horas pasan y pasan y Manny se encuentra en

un restaurante con Gordo y dos bellas mujeres. En esos

momentos, Manny recibe una llamada de Goico y,

levantándose de la mesa, se dirige a la parte posterior del

restaurante para poder devolver la llamada.

Goico le dice:

−Manny, te estoy llamando hace rato. ¿Qué pasa

que no contestas?

−Ahora fue que pude contestar.

−Y, ¿qué ha pasado?

−Si me estás llamando por el asunto de Junito, me

da lástima decirte esto, pero nadie vio nada.

−Manny, esto está bien raro, pero por el momento,

vamos a dejarlo así. Ven acá, ¿qué vas a hacer con

Bimbo?

−¿Franco está dispuesto a esperar?

−Sí, yo hablé con él. Tómate el tiempo necesario.

Me dijo que te preguntara cuánto sale ese hombre

−Dile que se prepare a cinco melones de los gran-

des que tengan muchos ceros. Oye, y cambiándote el

tema, esto por acá se va a poner más caliente de lo que

está. Así que te necesito, papá.

−Déjame pensarlo porque tú sabes que yo tomé mi

decisión.

−No te tienes que preocupar por nada. Cuando tú

llegues, va a estar todo arreglado.

Terminando de hablar con Goico, regresa a la mesa y

tomando asiento, Gordo le dice a Manny:

−En lo que estuviste allá, me llamó la mujer de la

que te hablé.

−¿Cuál mujer?

−Chico, la que está vendiendo la mansión del doc-

tor que mató a su esposa.

−¡Ah, sí! Y, ¿qué pasó? ¿Cuándo la vamos a ver?

−Le dije que para mañana.

Después de haber comido, se dirigen a una disco-

teca. Mientras tanto, la gente de Belinda sigue buscán-

dolo. En la discoteca, Manny nota un reboleo con uno de

los bar tenders. Manny le pregunta a Gordo:

−Gordo, ¿viste lo que yo vi?

−Yo no vi nada. ¿Qué fue lo que vistes?

−¿Tú ves aquel bar tender allí parado hablando con

esas tres mujeres rubias?

−Sí, lo veo.

−Ese hombre le entregó una pistola a uno de Los

Fronteras. Estoy seguro que era uno de ellos.

−¿Estás seguro? Porque en esta discoteca Los

Fronteras no son bienvenidos. Por eso fue que te traje

para acá.

−Vengo ahora, voy para el baño. Pídeme un trago

y espérame en la barra.

En lo que Manny fue a hacer lo del, Alonso Frontera y su

gente llegan a la discoteca. Se dirigen hacia adentro y se

chocan de frente con Gordo. Le pregunta Alonso Fron-

tera:

−¿Y tu jefecito?

−Está en el baño.

Sacándolo aparte, le entrega una carta y le dice:

−No se la des hasta mañana.

Después de varias horas, salen de la discoteca y se

dirigen a casa de Gordo.

Al otro día, Gordo le entrega la carta y minutos

más tarde, Manny le dice a Gordo:

−Prepárate que nos vamos a ver a Pepe Frontera.

−¿Cuántos hombres quieres que te busque para que

te acompañen?

−Prepárate diez guagua llenas y dile a los hombres

que traigan armas largas.

−Está bien. Dame media hora para reunir a la

bandola.

Mientras Gordo hace su trabajo, Manny se comunica con

Frontera para ponerle los puntos claros. Al terminar de

hablar, se queda pensativo y decide llamar a Bellón. Y le

ordena que ejecuten a Chapa y a su gente para esta

semana sin falta.

Después de haber terminado una conversación

muy interesante con Bellón, Gordo llega con la bandola y

se dirigen a casa de Pepe y Alonso Frontera. Mientras

iban de camino, Gordo le notifica que Tommy el Duro se

encuentra bien grave en el hospital. Al llegar a la

mansión de Los Fronteras, su gente le abre el portón.

Pepe Frontera y su hermano lo estaban esperando en el

patio como habían quedado.

Les dice a Los Fronteras:

−¿De qué quieren hablar conmigo?

−Yo sé que tú y nosotros no nos llevamos muy

bien. Pero, ese no es el caso. Quiero proponerte que

tengamos paz en nombre de la gente que hemos perdido

de ambos lados. Que desde hoy, nosotros y nuestra gente,

vamos a respetar esta palabra. −dijo Pepe Frontera.

−En primer lugar, ustedes a mí no me pueden

garantizar esa paz. Segundo, que en este negocio, hay

mucha ambición y mucha cizaña. Todos sabemos que

cada uno de nosotros quiere el poder y el respeto.

Diciendo esas palabras, mira a su hermano Alonso Fron-

tera y continúa hablando:

−Pero, podemos tener muchos negocios y que el

tiempo y el destino hablen por sí solos.

−¿Cuál es tu propuesta? −pregunta Alonso Fron-

tera.

−Yo corro tu material en mis puntos y tú corres el

mío en los tuyos. Además, me voy a unir con ustedes

para desaparecer a la ganga de Orta. Y ustedes se enlazan

conmigo para destruir a los de Golota.

Alonso Frontera mira a su hermano y se ríe, ya que eso

era lo que querían ellos. Al escuchar la propuesta de

Manny, la cual era buenísima, aceptan y vuelven a poner

una palabra por medio.

−Esta noche, quiero que te presentes con toda tu

gente para anunciar el pacto que planteamos. −dijo Pepe

Frontera. Y, saludándose con un abrazo y un beso de

Judas, se marchan…