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Lloyd y Wilma Mendoza de Mann El Discipulado, Transferencia de vida 1 Capitulo 1 Los comienzos del discipulado Evangelismo que conduce al discipulado Hace varios años un grupo de estudiantes vino a nuestro Centro Estudiantil en México para un proyecto evangelístico. Durante diez días estuvieron testificando en la universidad y en el Centro Estudiantil. En ese tiempo me encontraba cumpliendo otra responsabilidad de varios meses fuera del país. Recibí informes muy positivos tanto de la directora interina del Centro Estudiantil como del líder del grupo de estudiantes visitantes que indicaban que cuarenta y seis personas habían aceptado a Cristo durante esos diez días. Al regresar seis meses después, me puse a buscar a esas cuarenta y seis personas, pero sólo pude encontrar a dos, uno que aunque había luchado con subibajas en su vida espiritual seguía en la iglesia y la otra porque se había casado con uno de los jóvenes visitantes. ¿Qué había pasado con los otros cuarenta y cuatro? Después de escuchar una presentación del evangelio todo ellos habían indicado que querían aceptar a Jesucristo como Salvador y Señor y habían orado para aceptarlo. Pero ¿dónde estaban? ¿Por qué no habían seguido su profesión de fe con un crecimiento espiritual transformaste? Un año después, la joven pareja que se había casado después de ese proyecto evangelístico volvió para visitar a la familia de la esposa. Mi esposa y yo los invitarnos a cenar con nosotros para hablar un rato con ellos sobre sus experiencias. Después de la cena me senté con el joven en la sala mientras mi esposa hablaba con la joven en otra salita. El joven me contó con mucha alegría cómo le había testificado a su futura esposa de aquel entonces. Le había compartido el evangelio en la forma clara y concisa como a él le habían enseñado. Al principio ella no reaccionaba muy positivamente, pero después de hablar unas dos o tres veces más con ella durante esos diez días, ella aceptó a Cristo. Después de que el resto del grupo se fue, el Joven que tenía deseos de entrar al ministerio, decidió quedarse en la ciudad para trabajar en la conservación de las cuarenta y seis personas que habían hecho profesión de fe. Nunca pudo lograr nada con cuarenta y cuatro de ellos, pero pronto estableció una relación muy positiva con la joven y al final de su tiempo extendido se casaron. Le daba mucha alegría el haber ganado a su esposa para Cristo. En la otra sala, sin embargo, la joven estaba contando otra historia. Desde el principio se había sentido atraída hacia ese joven tan intenso que había venido de visita al Centro Estudiantil. Él le hablaba de creer en Cristo y ella decía que siempre había creído en Él. Pero cada vez el joven seguía insistiendo que ella debía “aceptar a Cristo”. Ella le dijo que no veía por qué debía aceptar a Cristo si toda su vida le había rezado a Cristo y tenía mucha fe en Dios, pero como el joven seguía insistiendo, por fin aceptó “orar para recibir a Cristo”. Ella no entendió por qué él se puso tan contento. Durante los próximos meses, puesto que tenía interés en el muchacho, iba con él a la iglesia. Después de como tres meses de asistir a la iglesia dos veces cada domingo, poco a poco se fue dando cuenta de que lo que su novio le había pedido que hiciera no era lo que ella había entendido ni hecho. Durante ese tiempo de escuchar sermones y estudiar la Biblia en la Escuela Dominical, el Espíritu había logrado penetrar la barrera del lenguaje tan similar entre su religión tradicional y la fe bíblica. La joven fechaba su renacimiento unos cuatro meses después de su “profesión de fe” original. Es probable, que algo semejante ocurrió con las otras cuarenta y cinco personas, sólo que cuarenta y cuatro de ellos no aprovecharon la oportunidad de asistir a cultos y estudios bíblicos donde hubieron podido comprender más a fondo el evangelio.

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Lloyd y Wilma Mendoza de Mann

El Discipulado, Transferencia de vida 1

Capitulo 1

Los comienzos del discipulado

Evangelismo que conduce al discipulado Hace varios años un grupo de estudiantes vino a nuestro Centro Estudiantil en México para un proyecto evangelístico. Durante diez días estuvieron testificando en la universidad y en el Centro Estudiantil. En ese tiempo me encontraba cumpliendo otra responsabilidad de varios meses fuera del país. Recibí informes muy positivos tanto de la directora interina del Centro Estudiantil como del líder del grupo de estudiantes visitantes que indicaban que cuarenta y seis personas habían aceptado a Cristo durante esos diez días. Al regresar seis meses después, me puse a buscar a esas cuarenta y seis personas, pero sólo pude encontrar a dos, uno que aunque había luchado con subibajas en su vida espiritual seguía en la iglesia y la otra porque

se había casado con uno de los jóvenes visitantes. ¿Qué había pasado con los otros cuarenta y cuatro? Después de escuchar una presentación del evangelio todo ellos habían indicado que querían

aceptar a Jesucristo como Salvador y Señor y habían orado para aceptarlo. Pero ¿dónde estaban? ¿Por qué no habían seguido su profesión de fe con un crecimiento espiritual transformaste?

Un año después, la joven pareja que se había casado después de ese proyecto evangelístico volvió para visitar a la familia de la esposa. Mi esposa y yo los invitarnos a cenar con nosotros para hablar un rato con ellos sobre sus experiencias. Después de la cena me senté con el joven en la sala mientras mi esposa hablaba con la joven en otra salita. El joven me contó con mucha alegría cómo le había testificado a su futura esposa de aquel entonces. Le había compartido el evangelio en la forma clara y concisa como a él le habían enseñado. Al principio ella no reaccionaba muy positivamente, pero después de hablar unas dos o tres veces más con ella durante esos diez días, ella aceptó a Cristo. Después de que el resto del grupo se fue, el Joven que tenía deseos de entrar al ministerio, decidió quedarse en la ciudad para trabajar en la conservación de las cuarenta y seis personas que habían hecho profesión de fe. Nunca pudo lograr nada con cuarenta y cuatro de ellos, pero pronto estableció una relación muy positiva con la joven y al final de su tiempo extendido se casaron. Le daba mucha alegría el haber ganado a su esposa para Cristo.

En la otra sala, sin embargo, la joven estaba contando otra historia. Desde el principio se había sentido

atraída hacia ese joven tan intenso que había venido de visita al Centro Estudiantil. Él le hablaba de creer en Cristo y ella decía que siempre había creído en Él. Pero cada vez el joven seguía insistiendo que

ella debía “aceptar a Cristo”. Ella le dijo que no veía por qué debía aceptar a Cristo si toda su vida le

había rezado a Cristo y tenía mucha fe en Dios, pero como el joven seguía insistiendo, por fin aceptó “orar

para recibir a Cristo”. Ella no entendió por qué él se puso tan contento. Durante los próximos meses, puesto que tenía interés en el muchacho, iba con él a la iglesia. Después de como tres meses de asistir a la iglesia dos veces cada domingo, poco a poco se fue dando cuenta de que lo que su novio le había pedido que hiciera no era lo que ella había entendido ni hecho. Durante ese tiempo de escuchar sermones y estudiar la Biblia en la Escuela Dominical, el Espíritu había logrado penetrar la barrera del lenguaje tan similar entre su religión tradicional y la fe bíblica. La joven fechaba su renacimiento unos cuatro

meses después de su “profesión de fe” original.

Es probable, que algo semejante ocurrió con las otras cuarenta y cinco personas, sólo que cuarenta y cuatro de ellos no aprovecharon la oportunidad de asistir a cultos y estudios bíblicos donde hubieron podido comprender más a fondo el evangelio.

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Situaciones semejantes se han repetido muchas veces en nuestra experiencia. Casi siempre cuando vemos a

personas hacer una profesión de fe después de una presentación breve del evangelio, lo que resulta es un aborto, no un renacimiento. Quizás al momento de esa “decisión” hubo un interés genuino en Cristo por parte de la persona, pero al no haber cultivo y cuidado

suficiente de parte de los cristianos, el proceso se interrumpe y no se llega a un renacimiento

espiritual. Muchas veces en una situación así no existe en la comprensión de la persona suficientes bases

para que el Espíritu tenga las herramientas necesarias para ayudarle a considerar las verdades y las demandas del evangelio y cómo éstas se relacionan con su intelecto, sus emociones y su voluntad. Sin duda la gente de nuestra América cree en Dios. La aceptación intelectual de la existencia de Dios y el trabajo redentor de Jesucristo no es el problema para la mayoría de nuestro pueblo. Tampoco hace falta el sentir la necesidad de Dios. La mayoría de las personas en América Latina ama a Dios y clama a Dios muchas

veces en momentos de necesidad. Por esto cuando una persona escucha una presentación breve del evangelio es posible lograr que haga una profesión de fe en Cristo. ¡Claro que cree en Dios!

¡Claro que quiere estar bien con Dios! El problema yace con la voluntad. Muchos no están dispuestos a permitir

que Dios los cambie y gobierne sus vidas. Como no han considerado a fondo el evangelio, ni comprenden las implicaciones de ello, no están en condiciones de tomar una decisión válida por Cristo. Lo que sucede después es que tratan de esquivarnos cuando querernos ayudarlos en su crecimiento espiritual. En vez de recibirnos con entusiasmo como hermanos en Cristo, se esconden y dejan de asistir a donde, según ellos, los atrapamos y quisimos hacerlos “cambiar de religión". El tipo de evangelismo (creencia fácil, superficial) que llevamos determinará el producto final que conseguimos,…

Si nuestro propósito es reportar profesiones casi cualquier técnica evangelística nos servirá.

Pero si nuestra meta es producir discípulos que siguen creciendo y llegan a reproducirse en otros, tendremos que tener mucho cuidado con el tipo de evangelismo que usamos.

Se requiere de un evangelismo que provea contacto prolongado con las Escrituras

para que el Espíritu tenga tiempo para reemplazar los conceptos falsos, el

paganismo, la idolatría y lo fácil de una religión cultural que no demanda una

vida apartada, santa y disciplinada. No digo esto para menospreciar el compartir el evangelio

con personas desconocidas en momento de contacto breve. No niego que el Espíritu pueda tener a personas listas para aceptar a Cristo después de una presentación breve del evangelio. Nunca se sabe cuál ha sido la preparación que el Espíritu le ha dado a una persona con quien uno está hablando. Puede ser que su abuelita ha estado orando por años para que Dios le haga comprender el evangelio puede ser que hace tiempo otra persona sembró la semilla del evangelio en ella, Puede Ser que su necesidad apremiante la haya motivado a entregar el control de su vida al Señor, invitándolo a que entre en su vida para cambiarla y salvarla. Todo esto es posible, pero por lo general no lo es, y Se

necesita tener mucho cuidado de no cosechar la espiga cuando todavía está verde. A menos que el Espíritu me indique que una situación es de siega, casi siempre la veo como una oportunidad de siembra, dejando abierta la posibilidad de una decisión, pero no presionando para ella.

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El evangelismo debe incluir la presentación del «contenido» del Evangelio, pero nuestro p r o p ó s i t o a l e v a n g e l i z a r n o e s a t r a e r a los hombres a un «plan de salvación», sino a una Persona: Jesucristo.

Nuestro evangelismo no debe concentrarse tanto en los conceptos sino en la Persona de Jesucristo. Es Jesucristo el que salva, no un plan, y Jesucristo es una Persona muy atractiva para los no-cristianos una vez que lo observan, una vez que ven cómo se relacionaba con personas en sus mismas condiciones. El amor, la aceptación, la afirmación cómo personas que Jesús le mostraba a la gente con quien tuvo contacto, es, algo muy atractivo para una persona con la vida vacía y deshecha. Pero llegar a conocer a una persona es un proceso que lleva tiempo. Hay que estar juntos, conversar, conocer su sistema de valores y estar dispuesto a entregarse a una relación con esa persona. Si alguien no conoce las demandas de una persona sobre si, ¿Cómo va a comprometerse con esa persona?. Es relativamente fácil declarar su aceptación intelectual de un conjunto de concepto, pero es otra cosa comprometerse con una persona de por vida, abriéndole su vida para que haga y deshaga en ella.

El evangelismo a base de lograr la aceptación de un conjunto de conceptos tiende a producir profesiones de fe que pocas veces resultan en discípulos.

El evangelismo que intenta lograr un conocimiento amplio de la Persona de Jesucristo casi siempre resulta en un nuevo nacimiento que sigue creciendo hasta producir un discípulo, si es que alguien le da un poco de pediatría espiritual. Por esto, cuando una persona quiere hablar conmigo acerca de cómo discipular, siempre comienzo hablándole de su concepto de evangelismo porque los dos temas están íntimamente relacionados. El descubrimiento de que el tipo de evangelismo determina el producto final que conseguimos ha revolucionado la forma en que evangelizo y el fruto duradero que veo ahora es muy animador. Nuestro programa de evangelismo debe involucrar a la persona a quien le estamos testificando en el estudio de la Biblia, y debemos usar estudios bíblicos evangelísticos que no solamente incluyan los conceptos del plan de salvación, sino que también le ayuden a conocer a la Persona de Jesucristo. La experiencia mía con personas que llegan a una profesión de fe en Cristo después de un tiempo de estudio bíblico es que casi siempre siguen adelante con estudios de conservación. La relación de amistad y confianza ya existe y es muy natural seguir adelante con más estudio de la Biblia. De hecho, uno de los signos de un nacimiento espiritual saludable es el hambre por la Palabra de Dios. Al contrario, mi experiencia con personas que hacen una profesión de fe después de una presentación breve del evangelio, sin previo contacto con las Escrituras, es que es muy difícil lograr que sigan estudios de conservación. En esta discusión no estoy enfocando la pregunta de que si estas personas son realmente cristianas o no. Sólo estoy enfocando el hecho, de que pocas veces este tipo de profesión de fe lleva a la producción de discípulos, lo cual entiendo como la comisión que nuestro Señor nos dejó en Mateo 28:19,20.

Conservación de los resultados Primeros pasos hacia el discipulado Otro factor que contribuye al hecho de que año tras año estamos perdiendo el 85% de las personas que hacen profesiones de fe en nuestras Iglesias es la falta de una conservación adecuada de los resultados de nuestro evangelismo. El análisis de las profesiones de fe durante un período de diez años en una iglesia evangélica reveló que de las 600 personas que habían aceptado a Cristo en cultos públicos, no era posible encontrar a 500 de ellas ni en esa iglesia ni en cualquier otra iglesia de cualquier denominación. Aunque

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habían bautizado a unas 11O personas en ese período, su membresía no había crecido notablemente, debido a la pérdida de miembros que se mudaron a otras ciudades o que murieron. Pero la parte más triste de ese caso y de otros semejantes es que aún citando hay crecimiento numérico, pocas veces hay crecimiento espiritual. Digamos que antes una iglesia podría tener 300 miembros y ahora tiene 500 pero la calidad de vida cristiana de los 500 no es más madura que la de los 300. Nos estamos engordando, pero no estamos creciendo. La misma rivalidad y celos, la misma falta de confianza en el Señor, la misma falta de obediencia a la Palabra de Dios que se veía en los 300 hace años todavía se ve en ellos y para colmo de males ha contagiado a los 200 nuevos. La calidad de vida cristiana no ha cambiado. Cuando una persona acepta a Cristo, en nuestras iglesias muchas veces lo felicitamos, lo invitamos a la Escuela Bíblica Dominical y va. Unos domingos antes de los próximos bautismos invitamos a todos los que quieren bautizarse a asistir a clases bautismales que, mayormente consisten de orientación doctrinal y eclesiástica junto con un repaso de lo que significa haber aceptado a Cristo. Pero pocas veces se les ayuda a empezar a crecer en la vida nueva que tienen en Cristo. Algunos nuevos creyentes que son abandonados así a ser oidores dóciles de todavía más sermones evangelísticos y de clases de Escuela Dominical tomadas de Levítico o Apocalipsis simplemente se hunden y dejan de asistir, Otros tenazmente se quedan y poco a poco se conforman con quedarse enanos en la fe porque nadie toma el tiempo para ayudarlos a saber cómo enfrentar y superar los ataques de Satanás, ni los ayuda a aplicar en sus vidas el amor inagotable del Señor frente a sus fracasos, ni les explica por qué ahora que son creyentes tienen más problemas que antes, Nadie les enseña la importancia de estudiar la Biblia por sí mismos, ni cómo hacerlo, ni cómo tener un tiempo a diario con el Señor, leyendo su Biblia y orando. Lo trágico del asunto muchas veces es que no solo no hay nadie en la iglesia que tome el tiempo para enseñarles estas cosas sino que tampoco encuentran modelos en la iglesia a quienes podrían copiar, personas que lleven estas disciplinas con regularidad. En la iglesia se habla de que debemos obedecer a Dios, pero nadie toma el tiempo para ayudar a los nuevos creyentes a saber cómo obedecer; por ejemplo, cómo confiar en Dios en vez de depender de la influencia de los hombres para obtener beneficios como su cultura les enseña. Las primeras horas después de que una persona acepta a Cristo son horas críticas para su sobrevivencia saludable como hijo de Dios. Hay necesidades muy específicas que debemos suplir en esas primeras 24 horas y necesidades comunes a todo nuevo creyente aproximadamente durante las primeras seis semanas de su nueva vida en Cristo. Cada persona tendrá necesidades individuales que requerirán atención imprevista, pero todos, absolutamente todos los nuevos creyentes tienen ciertas necesidades vitales comunes que la iglesia debe conocer y suplir. La iglesia que decide entrar en este tipo de ministerio con los nuevos creyentes verá resultados impresionantes. La iglesia que analizó los últimos diez años y vio la pérdida que estaba sufriendo, instituyó un programa de conservación de resultados y después de un año descubrió que el 85% de las personas que estaban aceptando a Cristo regulan en la iglesia y llegaban a ser cristianos crecientes. La Gran Comisión que nuestro Señor nos dejó en Mateo 28:19,20 nos da la meta hacia la cual debemos

apuntar en nuestro ministerio “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones...» Si el propósito final de todo lo que la iglesia hace es la producción de discípulos, será imprescindible empezar a trabajar con los nuevos creyentes en su crecimiento espiritual. Un discípulo difícilmente se reproduce sin que alguien trabaje con él en la pediatría espiritual porque sin esa ayuda en los primeros días y semanas de la vida cristiana, no habrá bases de victoria y comprensión sobre las cuales edificar en el discipulado. Veamos cuáles son las bases bíblicas para este tipo de ministerio en la iglesia, por qué es importante trabajar con el nuevo creyente y cuáles son esas necesidades comunes que ellos tienen.

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Bases bíblicas El ministerio de Pablo nos da varios ejemplos de este tipo de trabajo. En Hechos 14:21,22 Lucas relata la conservación que Pablo le dio al fruto de su evangelismo en Listra, Iconio y Antioquía:

“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos volvieron a Listras, a Iconío y

a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permanececiesen en la fe, y diciéndoles:

Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el Peino de Dios”. Aquí se ve el tipo de trabajo que Pablo hizo con los nuevos creyentes: los animaba porque es muy fácil para el nuevo creyente desanimarse.

Satanás ataca con dudas sobre si lo que hizo al dar su vida a Cristo fue válido.

Ataca acusando al nuevo Creyente, de todos sus pecados anteriores, declarando que nunca podrá perseverar.

Trae oposición de la familia, y de amistades.

En muchos, la tentación de abandonar la fe es fuerte en esas primeras semanas. Pablo también enfoca la inquietud de muchos sobre por qué tienen más problemas ahora que son creyentes que antes. En Hechos 20:31 Pablo nos deja ver otros aspectos de su conservación de los resaltados y de su trabajo de discipular en Éfeso: «Por tanto, velad, acordándoos que por tres años, de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrima a cada uno.» La palabra “discípulo” se usa de varias maneras en el Nuevo Testamento. Uno de los usos es sinónimo con nuestro uso de la palabra

“Creyente”; uno que sigue a Jesucristo. Entiende que éste es el Uso que Lucas da a la palabra aquí.

Por medio de lo que Pablo dice acerca de su ministerio en Éfeso podemos ver por lo menos dos cosas:

Primero, Pablo estaba emocionalmente involucrado con las personas con quienes trabajaba. Nada vemos de la “distancia profesional” que algunos quieren sugerir.

El otro elemento es que además de su trabajo en grupo, Pablo trabajaba con ellos uno por uno. Se reunía con individuos en una forma sistemática para ayudarlos en su crecimiento espiritual.

Un estudio de las bases bíblicas de la conservación de los resultados del evangelismo no sería completo sin

un estudio a fondo de la Primera Carta de Pablo a los Tesalonicenses. Esta carta revela el corazón de Pablo y las técnicas de ministerio que usó en su obra tan efectiva. Recomiendo que cualquier persona que tenga interés en este tema haga un análisis de esta epístola capítulo por capítulo. El alcance de este libro no permite tan extenso análisis. Pero sí quiero señalar los versículos 7, 8, 10 y 11 del segundo capítulo: “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.... Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros,

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Notamos tres cosas de este pasaje:

Primero, se ve el amor y el cuidado que Pablo tenía por los nuevos creyentes. Usa dos figuras de lenguaje

para describir su relación con ellos: la de la nodriza y la del padre. Este modelo es muy importante al hablar del discipulado porque incluye tanto el amor como la disciplina y se centra más en la formación de carácter que en la enseñanza de conocimientos.

También se nota la calidad de vida que Pablo les ofrecía como ejemplo. Era una vida «santa, justa e irreprensible». Y Pablo les quería transferir este tipo de vida a ellos. Aquí se ve que Pablo veía el discipular como un proceso de transferencia de vida, tema que tocaremos más a fondo más adelante.

Finalmente, se ve otra vez que Pablo llevaba a cabo su ministerio en por lo menos dos niveles: el trabajo en grupo y el trabajo individual: “exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros». Como el padre sabe que cada hijo tiene que ser formado no solamente en el grupo que es la familia sino también en una relación de padre a hijo. Pablo se daba cuenta de que es necesario dar calidad de tiempo a cada uno de los creyentes para asegurar su crecimiento saludable. El dolor de uno no es el dolor del otro y la necesidad de dirección de uno no es la del otro. En Colosenses 1:28 Pablo revela cuál es la meta de todo su trabajo con sus hijos espirituales: “a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre.” Aquí vemos la meta final que Pablo proseguía con las personas que aceptaban a Cristo por medio de su

ministerio: presentarlas a Dios con vidas conformadas a la imagen de Cristo. Pero como toda meta general, hay que dividirla en pasos intermedios para alcanzarla y Pablo trabajaba en partes, en metas inmediatas para lograrla.

Los primeros pasos hacia esta meta los llamamos la conservación de los resultados.

Los próximos pasos hacia esta meta general los llamarnos el discipulado o entrenamiento en el discipulado.

Por qué es importante trabajar con el nuevo creyente Más que en cualquier otro momento, de su vida el nuevo creyente, como un niño recién nacido, está indefenso ante los ataques de Satanás. Si alguien no lo ayuda a aplicar en su vida los principios bíblicos de la victoria, será presa fácil del enemigo. El Salmista y el Señor Jesucristo sabían el valor de la Palabra de Dios para defenderse de la tentación (Salmo 119:11). “¿Con qué limpiará el joven su camino Con guardar tu palabra... En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti,” Jesús, al enfrentar las tentaciones en Mateo capítulo 4, siempre citó las Escrituras para defenderse de Satanás: «Escrito está.... Escrito está.... Escrito está....» siempre dijo. El problema es que el nuevo creyente…

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no conoce las Escrituras.

Todavía no se ha empapado de ellas.

No conoce las promesas que el creyente tiene de Dios;

mucho menos sabe cómo aplicarlas a la batalla espiritual en que de repente se encuentra. Es increíble cuánto le ayudará aprender unos cuatro o cinco versículos de memoria y saber cómo aplicar las verdades contenidas en ellos a su vida. Pero si alguien no le enseña estos primeros pasos de la vida cristiana, puede durar años en obtener estas ideas de sermones o de la lectura casual de la Biblia. Otra razón por la cual es importante trabajar con el nuevo creyente es que en ese momento hay más posibilidad de hacer cambios radícales, que en cualquier otro momento de su vida. Los días y semanas después de su nuevo nacimiento proveen oportunidades maravillosas para efectuar cambios a fondo…

en su carácter y personalidad,

en su vida moral y sistema de valores,… …aspectos de su vida que más tarde le costará uñas y dientes cambiar. Pablo habla de este proceso de cambio radical en Efesios 4:22-24: “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” Este proceso de quitar el ropaje del viejo hombre y vestirse de formas de ser y actuar conforme al hombre nuevo es un proceso que, como cualquier otra habilidad en la vida humana, requiere de alguien que le

enseñe cómo lograrlo. La Palabra de Dios, según 2º Timoteo 3:16 entre otras cosas, sirve para «instruir

(entrenar) en justicia» pero se requiere de un entrenador experimentado para aprender a vivir la vida

cristiana con éxito al igual que se requiere de un entrenador para aprender a jugar bien cualquier

deporte. El comienzo de este proceso de aprendizaje es la conservación de los resultados. Casi todo nuestro comportamiento es aprendido, y mucho de lo que hacemos es por hábito.

Cuando alguien nos trata mal, o viola algún derecho que pensamos tener, nuestra reacción es casi involuntaria, es hábito.

Cómo reaccionamos ante la presión, el dolor físico, o el estímulo sexual, en mucho es hábito

aprendido. En los días después del renacimiento espiritual hay más posibilidad de empezar de nuevo y de crear, con la ayuda del Espíritu Santo, nuevos hábitos de reacción que en cualquier otro momento. La Palabra de Dios nos

dice cómo lograr estos cambios, pero alguien tiene que guiarnos para encontrar esta sabiduría y necesitamos de alguien nos anime a seguir adelante cuando los primeros Intentos de comportarnos bíblicamente fracasan. Una tercera razón por la cual es importante trabajar con los nuevos creyentes tiene que ver con el deseo de producir cristianos en nuestras iglesias con algo más que una vida cristiana común y corriente. Desafortunadamente, la mayoría de nuestros miembros son pasivos; son personas que no tienen una relación dinámica con el Señor y por ende…

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no están testificando,

no están ministrando conforme a sus dones espirituales

y no están discipulando a otros. Son cristianos mediocres y tibios. Vez tras vez tras vez he visto el impacto de esta calidad inferior de vida cristiana sobre los nuevos creyentes que todavía están emocionados por lo que el Señor ha hecho en sus vidas y que tienen un hambre por la Palabra de Dios, Al principio todo es tan glorioso para ellos que no notan la falta de compromiso y la falta de disciplina en la vida cristiana de muchos miembros de la iglesia. Pero con el paso del tiempo se dan cuenta de las actitudes y acciones carnales de los demás y casi siempre una de dos cosas sucede:

1. O se desilusionan y se van de la iglesia, quizás buscando otro grupo paraeclesiático u otra denominación donde aparentemente hay más fervor,

2. O poco a poco se van contaminando de la indiferencia y pereza de los demás miembros y se hunden ellos también en la mediocridad.

Que yo sepa hay únicamente dos formas de cambiar esta tendencia en nuestras iglesias, y es nuestra responsabilidad de hacer todo lo posible para llevar a cabo las dos cosas:

una es un avivamiento espiritual de los miembros de nuestras iglesias (y debemos estar orando constantemente para que el Señor nos conceda tal avivamiento).

La otra es por medio de trabajar con los nuevos creyentes para que desarrollen una calidad de vida cristiana diferente a la de los otros miembros, de tal manera que con el paso del tiempo una mayoría de los miembros estén viviendo una relación viva y disciplinada con el Señor.

Si el Señor concede el avivamiento, será necesario hacer el mismo trabajo de pediatría espiritual que debemos hacer con los nuevos creyentes con los cristianos inmaduros que se han reconsagrado. El fervor del momento pronto pasa y si nadie les enseña cómo poner nuevas bases para su relación con el Señor, si no aprenden a alimentarse espiritualmente todos los días, en poco tiempo, estarán otra vez en la miman rutina de asistir a los cultos y cantar los himnos pero sin tener la abundancia de vida que Dios promete a sus hijos.

No es suficiente depender únicamente de los sermones y lecciones de la Escuela Dominical para su nutrición espiritual. Es importante trabajar con el nuevo creyente para asegurar su crecimiento espiritual y para evitar que con el paso del tiempo se quede enano en la fe, inmaduro y carnal como tantos otros que hay en la iglesia. La última razón que quiero mencionar al hablar acerca de La importancia de trabajar con los nuevos creyentes es que esta es la forma más rápida de producir discípulos y llegar a la multiplicación espiritual. Es posible trabajar en el discipulado con personas que tienen años en la iglesia, y cuando tienen interés debemos trabajar con ellos. Pero la forma más rápida de producir discípulos y de evitar años de vida malgastada es empezar a trabajar desde el principio con el nuevo creyente. El creyente carnal, el creyente que aunque ha estado en la Iglesia por años todavía es inmaduro, tiene patrones de comportamiento carnal y valores y actitudes que serán mucho más difíciles de cambiar que lograr los mismos cambios en estos momentos tan moldeables del nuevo creyente. De ninguna manera quiero decir que no debemos discipular al creyente que tiene tiempo estancado su crecimiento. Muchas veces son ellos a quien el Señor despierta a la necesidad de una vida cristiana diferente porque han vivido la vida de derrota y conocen la frustración de ser cristiano pero aún esclavizado a patrones viejos. Pero el nuevo creyente es material natural para este tipo de conservación y más rápidamente adelanta hacia incorporar en su vida las características de un discípulo. Volvamos a repetir nuestra meta como iglesias para expandirla un poco: El propósito de todo lo que hacemos en la iglesia debe ser producción de discípulo. No estoy hablando solamente de cristianos maduros, si no de personas que tengan la madurez y la visión y la preparación para ganar a otros para Cristo,

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ayudarles en su crecimiento y entrenarlos en cómo seguir el mismo proceso con otros. Estamos hablando de multiplicar no solo a los creyentes sino también a los que están haciendo la obra evangelística y discipuladora, No podemos seguir dependiendo únicamente del trabajo de los pastores y misioneros para alcanzar al mundo para Cristo. En primer lugar nunca fue la voluntad de Dios que así fuera y en segundo lugar, sí seguimos esta táctica vamos a perder al mundo. Pero si multiplicamos a los que están testificando y a los que pueden hacer el trabajo de conservación de restallados Y que pueden discipular a otros, el crecimiento del Reino será por multiplicación en vez de por suma. Cuando en una iglesia son diez las personas que sepan hacer este trabajo en vez de sólo el pastor, la cantidad de trabajo que se logre será diez veces mayor y el ritmo de alcanzar a su comunidad para Cristo será aumentado enormemente. De la multiplicación espiritual hablaremos más adelante. Necesidades del nuevo creyente

En los primeros momentos después de que una persona entrega su vida a Cristo hay ciertas necesidades comunes que cada nuevo creyente tiene. Durante las próximas semanas hay verdades que necesita comprender y necesidades que, como creyentes maduros, tenemos que suplir si queremos ver al nuevo creyente empezar a crecer. Lo anterior es cierto para cada nuevo creyente, no importa su edad, ni su nivel académico, ni los problemas específicos que pueda traer como resultado de la vida de pecado que ha vivido. Podemos planear para trabajar con cada nuevo creyente en estos campos comunes de necesidad. También existirán otros campos de necesidad, en algunos casos necesidades apremiantes, en cada individuo que a veces requerirá de ayuda más individualizada. Y debemos estar alertas a esas necesidades para evaluar si son tan apremiantes que tal vez sea necesario atenderlas, intercaladamente con las necesidades comunes de todo nuevo creyente.

Necesidades inmediatas

En nuestros cultos cuando una persona hace una «profesión de fe pública», lo primero que tenemos que averiguar es exactamente lo que quiso decir con pasar al frente del templo durante la invitación. En este sentido estamos hablando de una necesidad nuestra, no una del “nuevo creyente”. Es posible recibir por lo menos tres respuestas diferentes a una pregunta como “¿qué le motivo a pasar al frente después del sermón esta mañana?» Muchas veces descubrimos que estamos tratando con una persona cuyo problema lo ha hecho acercarse a Dios: por ejemplo alguien que la noche anterior tuvo un pleito con su esposo y al pasar por el templo escuchó los himnos y entró para ver qué pasaba. Al escuchar el mensaje sintió la necesidad de acercarse más a Dios y captó el mensaje de que Dios la puede ayudar a resolver sus problemas. Por lo general sería erróneo considerar esta decisión como una profesión de fe. Es un primer paso hacia Dios y debemos ayudarla a comprender el evangelio, involucrarla en el estudio de la Biblia y animarla en su acercamiento a Dios, sabiendo que pronto esta persona estará en condiciones de hacer una decisión valida de entregar su vida a Cristo.

Otras personas a la misma pregunta responderán con algo como lo siguiente: «desde hace varias semanas he estado estudiando la Biblia con una vecina, (o en la Escuela Bíblica Dominical y he estado escuchando los sermones del pastor. Quiero entregarle mi vida a Cristo.» El error que muchas veces hacemos es que tomamos por un hecho que estas personas ya aceptaron a Cristo cuando en realidad lo que necesitan hacer en ese momento es orar para aceptar a Cristo ahí mismo.

Una tercera categoría de respuestas revela personas que tienen bastante conocimiento del evangelio por su participación en los cultos y estudios bíblicos y que con una visita del pastor o el maestro de la Escuela Dominical la semana pasada aceptaron a Cristo en sus casas o en un estudio bíblico. Ahora lo que están haciendo es declarar públicamente su previa aceptación de Cristo. La forman en que trabajamos con las personas de estas tres categorías variará mucho, según el nivel de su conocimiento y experiencia con Cristo. Pero cuando una persona ora para aceptar a Cristo o recientemente ha tomado este paso, hay ciertas verdades que debemos compartir con ellos inmediatamente, aunque sea brevemente:

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Primero, ellos necesitan saber la base de su seguridad en Cristo: que la realidad de su nuevo nacimiento depende de las promesas de Dios en las Escrituras, no de sus emociones. Segundo, necesitan entender que han empezado una nueva vida en Cristo y que hay ciertas necesidades que ellos, como hijos recién nacidos, tienen: nutrición espiritual por medio de leer y escuchar la Palabra de Dios; comunicación con Dios por medio de la oración y la seguridad de que Dios contesta la oración; la importancia de estar activo en la familia de Dios, la iglesia. Sí el tiempo lo permite hay otros temas que uno podría tocar, pero por lo menos se debe hablar brevemente sobre los temas antes mencionados y darle algo escrito que amplíe un poco los conceptos presentados verbalmente. Necesidades comunes durante las primeras semanas

Tan pronto como sea posible, con seguridad durante las primeras cuarenta y ocho horas después de su decisión pública por Cristo, algún Hermano de la iglesia que ha sido preparado y tiene la visión para este tipo de ministerio debe empezar a reunirse en una forma consistente con el nuevo creyente para ayudarlo en su crecimiento espiritual. Claro, si la persona que fue instrumental en llevarlo a Cristo puede hacer este trabajo, o participar con él (como entrenamiento) en el proceso, será mucho mejor porque el proceso será más natural. Otra vez recalco que la validez de su decisión por Cristo tendrá mucho que ver con respuesta a este trabajo de conservación de los resultados del evangelismo. Es probable que si le preguntara a quince personas sobre cuáles son las necesidades de un creyente nuevo recibiría quince listas de temas y campos que debemos tratar, pero por lo general todas las listas incluirían los siguientes:

1. Es necesario asegurarnos de que la persona entiende el evangelio y sus implicaciones para su vida. Ésta es otra oportunidad para estar seguro de que estamos trabajando con una persona que en realidad ha nacido de nuevo y no con una persona que todavía está de camino hacia Dios. No sólo debemos asegurarnos de que intelectualmente comprende el evangelio y que ha sentido la necesidad de entregar su vida a Cristo, sino también debemos asegurarnos de que la persona ha comprendido que su voluntad está involucrada también: Cristo quiere cambiar y controlar su vida y si no está dispuesta a que esto ocurra no ha contado el costo de ser discípulo de Cristo.

2. La persona tiene que llegar a comprender la amplitud y profundidad del amor y el perdón de Dios. Tenemos que ayudarla a ver que su relación con Dios está segura. Involucrado en este campo está el qué hacer con el pecado que uno comete después de aceptar a Cristo y los conceptos contenidos en I Juan 1:9. Otra vez recalcamos la base de nuestra seguridad en Cristo: sus promesas en su Palabra, no cómo me siento o las fluctuaciones de mis emociones, ni mi capacidad de serle fiel a Cristo.

3. De repente el nuevo creyente empieza a darse cuenta de muchos problemas que anteriormente; no tenía. Muchas veces o por lo que capta de otros cristianos o por deducción errónea propia, piensa que el entregar su vida a Cristo implica que ya no va a tener tantos problemas. Muchas veces exactamente lo opuesto ocurre porque de repente Satanás ha perdido uno de sus militantes y ataca con fervor al que antes no le causaba muchos problemas. También el nuevo creyente de repente empieza, a ver problemas en su vida de los cuales antes no estaba consciente porque vivía en esclavitud al pecado, cegado a su poder sobre sí. Y la oposición de su familia y amistades muchas veces lo sorprende. Nuestra tarea es ayudarlo a comprender estos problemas y cómo Dios puede usarlos para limar su vida, producir cualidades de carácter, y darle fortaleza en su vida.

4. La nueva criatura en Cristo necesita empezara relacionarse a diario con Dios por medio de un tiempo de lectura y estudio de la Palabra de Dios y por medio de la oración. Para esto necesita

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comprender la importancia de la Palabra y cómo funciona en la vida del cristiano, la importancia de

la oración y los principios bíblicos que tienen que ver con nuestra comunión con Dios. Una vez que comprende estos dos campos debemos ayudarlo a saber cómo combinar estos dos elementos en un tiempo devocional, dándole una estructura sencilla que facilite la consistencia en su comunión con Dios.

5. Debemos darle las bases para vivir la vida cristiana en victoria. Esto incluye los principios básicos del trabajo del Espíritu Santo en la vida del creyente, cómo vivir en el Espíritu, cómo superar la tentación y cómo reaccionar cuando uno vuelve a pecar.

6. Es importante que llegue a comprender el papel de la iglesia y el compañerismo con otros hermanos en su vida como hijo de Dios. Se debe estudiar el bautismo, su significado y razón.

7. Si su nacimiento espiritual fue real, le será muy natural compartir su fe con otros, y uno no quiere agregarle tanta estructura que ahogue la naturalidad, pero generalmente le será de mucha ayuda ver lo que la Biblia dice acerca de compartir su fe, especialmente puesto que esto nos permitirá enfocar problemas que empieza a tener con amistades y familiares que Se oponen a su nueva vida.

Otros temas que le serán muy beneficiosos, ya sean como parte de su conservación básica o como parte de los primeros elementos de un discipulado más extenso son la Voluntad de Dios, la Mayordomía Total de la Vida, la Obediencia, y el Ser Cristiano en un Mundo Secular.

Necesidades individuales

El alcance de este libro no permite que ampliemos el campo de las necesidades no siempre comunes a todo nuevo creyente, pero que por su importancia en la vida de una persona específica requerirán de atención intercaladamente con nuestro trabajo normal de conservación. Habrá personas que tienen problemas tan graves en algún campo de su vida que si no atendemos esas necesidades todo crecimiento subsecuente será afectado negativamente. Las personas que trabajan con nuevos creyentes deben estar atentas a ciertos campos para saber si hay necesidad de enfocar alguno de ellos en cierto momento. Si el problema es grave, es posible que sea necesario referirle a la persona al pastor o a otro líder espiritual, pero en muchos casos la persona que originalmente asumió la responsabilidad de su crecimiento espiritual estará muy capacitada para ayudarla. Algunos de los campos a que uno debe estar atento son siguientes: • Relaciones con su familia • Problemas dominantes la inmoralidad sexual el alcoholismo la mentira las drogas

• Uso de su tiempo • Prioridades • Relaciones con el sexo opuesto • Problemas matrimoniales • Relaciones con lo material • Actitudes en el trabajo • auto-imagen • Espíritu de amargura

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Cómo estructurar el trabajo de conservación

El trabajo con los nuevos creyentes debe abarcar por lo menos tres diferentes facetas a) La conservación que se da en un grupo pequeño b) La que se lleva a cabo a nivel de uno-con-uno c) La que se le asigna a la persona para hacer por sí misma Conservación en grupo

Muchas iglesias han descubierto que tener una clase en la Escuela Bíblica Dominical en la que se estudian los temas de necesidad común es de mucha ayuda. En algunas iglesias todo visitante en la Escuela Bíblica Dominical empieza asistiendo a una clase evangelística (a veces llamarla «de investigación» para no ofender al no-creyente). En muchas ocasiones es bueno que la persona que lo trajo esté con él en esta clase para su mayor comodidad y para que él también repase los elementos básicos del evangelio. Una vez que acepta a Cristo pasa a la clase de nuevos creyentes donde en ciclos de 1o a 12 semanas se estudian los campos básicos mencionados anteriormente. Conservación uno-con-uno

La experiencia con el grupo, aunque buena y necesaria, nunca es suficiente. La única forma en que uno puede estar seguro de que los conceptos presentados en la clase de nuevos creyentes se están aplicando a la vida es que alguien se relacione personalmente con él para ayudarlo en su crecimiento espiritual. Hace falta la relación de padre a hijo. Por algo Dios no nos da hijos carnales quince por quince. Nos da hijos tino por tino porque cada hijo necesita la atención concentrada de un padre y una madre. La mejor forma de estar seguro de que un nuevo creyente está aplicando los principios bíblicos es por medio de pasar tiempo con él, tiempo en que uno puede ver sus prioridades, conocer sus problemas, notar campos en que necesita ayuda, y sugerirle formas prácticas de aplicar en su vida lo que está estudiando. La persona que hace este trabajo con él podría ser el maestro de la clase de nuevos creyentes. Sólo que el maestro no podría hacer este trabajo con muchos a la vez; no le daría tiempo. Debe existir en cada iglesia un creciente número de personas que sepan hacer este trabajo individualizado. La persona más natural para este trabajo sería la que lo trajo a la iglesia. Las personas que están activamente, evangelizando a sus amistades y familiares deben ser entrenadas para serles padres espirituales a sus hijos en Cristo.

Conservación que se asigna al individuo

Las personas que trabajan con nuevos creyentes querrán tener a mano, ya sea por medio de la iglesia o en su propia biblioteca, folletos, libros, cintas cassette, estudios bíblicos y otro material que pueda servir de apoyo al trabajo que se está haciendo en grupo y de uno-a uno. Libritos sobre el tiempo devocional, la tentación, el matrimonio, y otros temas se le pueden dar al nuevo creyente para que los lea durante la semana. Se le puede ofrecer mensajes en cintas cassette que apoyen los conceptos que está recibiendo por otros lados. Se le debe asignar ciertos versículos claves para memorizar en una forma sistematizada. Le será de mucha ayuda y estímulo si la persona que trabaja con él revisa sus versículos regularmente, quizás compartiendo con él la forma en que Dios ha usado ese versículo en su propia vida. Es de esperar que no todos los que hacen profesión de fe en la iglesia querrán participar en todos los aspectos de la conservación, pero por lo general si su nacimiento fue auténtico, estarán abiertos a la ayuda

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para seguir creciendo. Casi todos participarán en la clase y quizás aprovecharán uno que otro libro o cinta. Algunos no tendrán la disciplina ni estarán abiertos al trabajo a nivel de uno-con-uno. Debemos trabajar con cada uno según el nivel de su interés y compromiso, pero es un hecho de la vida espiritual que casi siempre los únicos que siguen hasta llegar a ser verdaderos discípulos de Cristo son los que participan en una relación de padre-a-hijo espiritual. Los demás se quedan estancados en algún punto de su crecimiento espiritual, participando en las actividades de la iglesia y viviendo la vida cristiana a como mejor puedan pero nunca llegando a experimentar la plenitud de la vida en Cristo ni teniendo la capacidad de reproducirse en otros discípulos. Así que al empezar a planear para atender las necesidades de los nuevos creyentes, uno debe tomar en cuenta los tres aspectos de este trabajo y proyectar un proceso completo y balanceado. Si nuestro propósito es producir discípulos y no sólo profesiones de fe, será imprescindible proveer experiencias en los tres aspectos de la conservación, especialmente la relación de uno-con-uno. Lo que por lo general uno haría en el grupo pequeño y lo que uno asignaría para trabajo individual se puede lograr en la relación de uno-con-uno. Pero tratar de proyectar un trabajo de conservación únicamente a base del pequeño o a base de trabajo asignado al individuo, no resultará en discípulos verdaderos puesto que hará falta la ayuda personal tan necesaria para aprender a vivir con éxito la vida cristiana.