Caperucita era una niña, a la que su mamá, le había hecho una caperuza roja, para los fríos días del invierno.

Vivía con sus papás en una bonita casa de pueblo, rodeada de muchas flores y árboles, donde anidaban los pajaritos, que oía cantar todas las mañanas.

Tenía una abuelita que se había ido a vivir lejos, muy lejos, a China. Como hacía tiempo que no la veía, su mamá le propuso, hacer un viaje, para ir a visitarla. Le preparó una maleta con su ropa (calcetines, zapatos, jersey, pantalones, pijama ... Caperucita se puso muy contenta y se preparó para el largo viaje, cogiendo también su muñeco de peluche, que no abandonaba nunca.

Su mamá le contó: que pasaría por muchas ciudades, pueblos, algún bosque, montañas, mares e incluso por el desierto; encontraría mucha gente, algunos parecidos a ella, otros muy distintos. Caminó largo rato, descansó en casa de amigos que conoció en el trayecto; viajó en tren, en coche y hasta en una

moto ¡ Qué bien se lo pasaba!....pero no acababa de encontrar a su abuelita.

Se durmió sentada en la maleta, abrazada a su peluche, porque el cansancio la rindió.

Cuando despertó vio que se encontraba a la orilla del mar -¡ Cuánta agua! susurró. Una niña que la observaba le dijo : -Si quieres. puedes pasar en ese barco que va lleno de gente, se van a África. A Caperucita aquello de África le sonó bien, pues en el colegio había oído hablar de ese país a amiguitas que tenían allí a su familia: viajaban en camellos por el desierto, había muy poca agua, y unas

plantas especiales con muchas púas, que no se podían tocar. Las personas eran de piel oscura, incluso negros. No se asustó, sabía que aunque el color de la piel era

distinta, todos somos iguales…… Y dicho y hecho. Decidió que se subiría al barco que estaba en el puerto.

Pero no todo fue fácil, Los peligros le acechaban. Se desató una fuerte tormenta y las olas, movían de un lado para el otro el barco, que estuvo a punto de estrellarse

contra unas rocas. Caperucita pasó mucho miedo, y además tenía que sujetar fuertemente a su peluche, pues con los movimientos se le escapaba de las manos.

En el barco conoció a una niña llamada Wissal que la invitó a visitar Marruecos. La llevó a su casa, y se divirtieron un montón: se pintaron las manos y las piernas con una pintura especial y le dieron cuscús, que es blanco como el arroz.

Después de unos días se despidió de Wissal y decidió irse a otro país de África que se llama Egipto. Para ello había que cruzar el desierto y éste estaba lleno de peligros.

En el desierto hay mucha, mucha arena y poca, poca agua. Se montó en un camello pensando que igual se encontraban con los Reyes Magos, que le trajeron el peluche, pero con lo que se encontró fue con una tormenta de arena que casi la

deja ciega. Menos mal que tenía su caperuza que la protegía del sol y de la arena.

Los camellos siguieron caminando hasta llagar a una haima que es la vivienda de los hombres del desierto. Allí les dieron algo de comer y de beber.

Al cabo de unos días llegó a Egipto. Allí había pirámides que tenían muchos tesoros escondidos, pero era difícil encontrarlos, pues había entradas y salidas falsas y muchas trampas. Además vaya miedo que pasó, pues allí dentro había momias, monstruos y serpientes.

En Egipto conoció a unos amigos que iban de safari a otro país llamado Kenia. Se montó con ellos en un todo terreno y allá se fueron. Allí las personas tenían la piel negra, el pelo rizado y fuerte. Kenia le gustó mucho, pues había más animales que en un zoológico, pero estaban libres por el campo. Vieron: jirafas, rinocerontes, hipopótamos, elefantes, cocodrilos, gaceles, leones, monos...pero ninguno como su peluche.

Había de todo, pero a la que no encontraba era a su abuelita. Pensó, que posiblemente, estaba equivocada; así que miró un mapa y se dio cuenta que estaba en África, y claro China está en Asia, así que no le quedó más remedio que coger un avión para cruzar el mar.

Cuando estaba en el avión sentada con su conejito, el piloto sin darse cuenta pulsó el botón que abría una de las puertas y el conejito salió volando, entonces ella empezó a llorar.

Al aterrizar en el aeropuerto de China se puso contenta porque lo encontró en el suelo. Entonces con el conejito y su maleta fue en busca de su abuela llegando a la muralla china.

Caminó y caminó por la muralla pero allí no la encontró, se sentó y sintió hambre, vio a unos niños disfrazados que estaban de excursión y les pregunto dónde podía ir a comer. La llevaron a un restaurante chino donde comió arroz, tallarines y rollitos de primavera con unos cubiertos que ella no conocía, los llamaban palillos.

Su viaje siguió en globo en busca de su abuela, cuando se bajó preguntó a la gente que encontraba si la conocían, pero hablaban otro idioma.

Caperucita se acordó de que llevaba una foto de su abuela en la maleta, se la enseñó y con gestos la llevaron hasta su casa que estaba

en una plaza con flores.

La abuela al verla se puso muy contenta, se abrazaron, se dieron muchos besos y desde ese momento, caperucita, su conejito y ella vivieron juntas y felices para siempre.

ESTO ES VERDADESTO ES VERDADESTO ES VERDADESTO ES VERDAD

Y NO MIENTO,Y NO MIENTO,Y NO MIENTO,Y NO MIENTO, CÓMO ME CÓMO ME CÓMO ME CÓMO ME LO CONTARONLO CONTARONLO CONTARONLO CONTARON

TE LO CUENTO.TE LO CUENTO.TE LO CUENTO.TE LO CUENTO.

Y ENTONCESY ENTONCESY ENTONCESY ENTONCES……..……..……..…….. CATAPLÁN, CATAPLÓNCATAPLÁN, CATAPLÓNCATAPLÁN, CATAPLÓNCATAPLÁN, CATAPLÓN

Y CATAPLÍN, CATAPLÍN,Y CATAPLÍN, CATAPLÍN,Y CATAPLÍN, CATAPLÍN,Y CATAPLÍN, CATAPLÍN, HEMOS LLEGADO A SU FINHEMOS LLEGADO A SU FINHEMOS LLEGADO A SU FINHEMOS LLEGADO A SU FIN